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Self como arquetipo integrador y central, él organiza, contiene y da
forma a la psique total.
Para entender la idea del Self o Si Mismo, debemos recurrir a la metáfora de Dios, a
quien no podemos conocer directamente y solo lo hacemos por medio de sus
manifestaciones: la imagen o la forma que se hace estructura sensible. A través de la
historia de la humanidad conocemos al alma por medio de la religión y la mitología El
Self es la sustancia primordial donde las potencialidades para la vida y la aprehensión
reposan.
El Self es el origen, la consecuencia y el destino del alma colectiva engastada en este
ser característico que se individualiza. Sus contenidos son los arquetipos que son las
potencias no imaginales del ser.
Cuando ellos, en su necesidad de hacerse imagen, idea, tropo o metáfora, se expresan
lo harán por los medios que el encuentro les brinda constituyéndose en complejos.
Ellos son la manifestación consciente de los contenidos del inconsciente.
La tan manida metáfora psicoanalítica del iceberg, en la cual la porción que sobresale
de las aguas representa al consciente y la submarina al inconsciente, puede servirnos
para ilustrar a la concepción del Self y el inconsciente colectivo, este estaría
constituido por las potencialidades para la formación de la masa de hielo, es decir las
condiciones atmosféricas, la temperatura, la sal, las aguas, etc., que le darán origen.
Sin estas precondiciones no es posible su estructuración.
Self de Assagioli
http://www.internetarcano.org/assagioli/si‐mismo‐centro‐unificador.htm
Para comprender verdaderamente las diversas manifestaciones de la vida psicológica,
tenemos que considerarlas como la expresión de un ser viviente que se propone a sí
mismo ciertas metas, les adjudica un valor, desea alcanzarlas e intenta hacerlo,
sobreponiéndose a las resistencias internas y externas que le impiden llegar a ellas. Si
se admite la existencia de un Principio Unificador, debemos tratar de determinar tan
claramente como sea posible Su naturaleza y Sus capacidades. La tarea es difícil debido
a que la naturaleza y capacidades del “Sí Mismo”, no se autoexplican, al menos, no
directamente a nuestra consciencia. De lo que normalmente somos conscientes es sólo
lo que llamamos sí‐mismo fenoménico, al cual se refieren todos los diferentes estados
de consciencia, pensamientos, sentimientos, etcétera. Pero este sí‐mismo fenoménico
es sólo la manifestación de la consciencia ordinaria, el reflejo del “Yo” real, que es el
principio activo permanente y la sustancia real de nuestro ser. Si recordamos el estado
de consciencia de nuestro sí‐mismo empírico, en otra palabras, nuestra consciencia
ordinaria, en condiciones normales, es decir, cuando no nos observamos a propósito o
reflexionamos sobre nosotros mismos, sino que nos dejamos llevar espontáneamente,
nuestro sí‐mismo consciente siempre se identifica con el contenido de la consciencia
en un momento dado. De hecho decimos: “Yo estoy cansado, estoy descansando,
estoy triste o feliz, yo soy bello o feo”.
Cuando la existencia y el maravilloso poder del Sí Mismo más profundo es reconocido,
el “Conócete a Ti Mismo” del Oráculo de Delfos adquiere un nuevo y profundo
significado. Ya no significa sólo “analiza tus pensamientos, sentimientos y acciones”,
significa estudia a tu Sí Mismo más íntimo, descubre al ser real oculto en las
profundidades de tu alma, aprende su maravillosa potencia.
El Sí Mismo es en realidad uno. Lo que llamamos el sí‐mismo ordinario es una pequeña
parte del más profundo Sí Mismo que la consciencia de vigilia es capaz de asimilar en
determinado momento. Es por lo tanto contingente y cambiante, una “cantidad
variable”. Es un reflejo que se torna cada vez más claro y vívido, y que quizá pueda
algún día tener éxito en unirse a su fuente.
El sistema del self
Ken Wilber
Estructuras básicas de la conciencia.
Estadios del self
Una sencilla metáfora puede servirnos para intentar explicar esta diferencia. Las
estructuras básicas son como los peldaños de la escalera de la Gran Cadena del Ser. El
self (o el sistema del self), por el contrario, es quien asciende esa escalera. En cada uno
de los distintos peldaños de ese ascenso el self accede a una visión, o perspectiva
diferente sobre la realidad, teniendo en consecuencia una sensación de identidad, una
moralidad, un conjunto de necesidades, diferentes. Estos cambios en la sensación de
identidad ‐que varían de nivel en nivel y que suponen una transformación del self y de
la sensación de identidad‐ son las estructuras de transición o, más sencillamente, los
estadios del self.
En la Tabla 2 presentamos la correlación existente entre las estructuras básicas de la
conciencia y algunas de las necesidades, identidades y estadios morales de las que nos
hablan los trabajos de Maslow, Loevinger y Kohlberg. De este modo, por ejemplo,
cuando el self se halla identificado con el nivel regla/rol, su necesidad es la
pertenencia, su identidad es conformista y su moralidad es convencional; cuando, en
cambio, se identifica con el nivel reflexivo‐formal, su necesidad es la autoestima, su
identidad es individualista y su moralidad es postconvencional.