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Negociación entre Minera IRL y la comunidad de Ollachea, factores comunicacionales que

aseguraron su éxito

José Iván Gonzales Geldres

Mediación y conflicto

Para iniciar este trabajo debemos definir en primera instancia el concepto de mediación, el
cual explica la negociación entre la Minera IRL y la comunidad de Ollachea, ubicada en
Puno. La mediación, como en otras negociaciones, fue asumida por el gobierno local.

“La historia de la mediación únicamente comienza a definir lo que ésta es.


Numerosas interrogantes acerca de la mediación se aclaran al comprender mediante
el entendimiento de lo que es y lo que no es mediación. La práctica de la mediación
comprende un campo tan extenso que no permite una definición estricta.

Lo detalles específicos de la mediación dependen de qué es lo que está


sometiéndose a mediación, las partes en desavenencias, quién está llevando a
cabo la mediación, y el medio en el cual se ofrece la mediación. La
mediación es, por principio y sobre todo, un proceso que trasciende el
contenido del conflicto que se pretende resolver.” (Folberg y Taylor 1996:
25-26).

En efecto, siguiendo con la misma línea podremos afirmar que

“La forma más útil de observar la mediación es considerarla como una intervención
de solución de problemas dirigida a una meta. Tiene el propósito de resolver
desavenencias y reducir el conflicto, así como de proporcionar un foro para la toma
de decisiones. Incluso en el caso de que no puedan resolverse, todos los puntos de la
desavenencia, la causa esencial del conflicto puede ser entendida por los
participantes y reducirse a un nivel manejable.” (Folberg y Taylor 1996: 27).

Además, una mediación trata de conseguir objetivos diversos, pero el más importante es,
sin duda, la solución del problema.

“El objetivo primordial de la mediación, no es didáctico. Se trata de un proceso de


experiencias que requiere la participación activa. Aunque es posible obtener un
"acervo" de conocimientos como resultado de la experiencia de la mediación, su
objetivo principal es la solución del problema y el desarrollo de un plan de acción
para el futuro.” (Folberg y Taylor 1996: 27).

Una negociación puede tener la ventaja de hacer sentir a ambas partes una satisfacción poe
haber sido escuchados, adquiriendo una carga emocional.

“Por principio, un convenio consensual que se haya alcanzado a través de la


mediación o de la negociación directa, refleja las preferencias propias de los
participantes y será más aceptable a largo plazo que aquél impuesto por un tribunal.
En el proceso de mediación, los participantes formulan su propio convenio y
confieren una carga emocional a su éxito.

Es más probable que respalden sus términos, que aquellos correspondientes a


un convenio negociado o impuesto por otros. La falta de autodeterminación
de los procesos de adversario es causa en parte del litigio interminable que
rodea a algunos conflictos.” (Folberg y Taylor 1996: 28).

La hostilidad es un efecto muy frecuente a la hora de que las comunidades ven “invadidos”
sus terrenos o los terrenos adyacentes a sus tierras por parte de las empresas mineras, el
proceso de mediación hace posible que esta se disminuya

“La reducción de la hostilidad -al alentar la comunicación directa entre los


participantes a través del proceso de mediación-, favorece la aceptación de un
convenio. Hace que disminuya de manera natural la probabilidad de que una batalla
legal continúe más allá del proceso de mediación. La mediación tiende a diluir las
hostilidades al promover la cooperación a través de un proceso estructurado.”
(Folberg y Taylor 1996: 28).

El conflicto minero en el Perú

Pasando al de la resolución de conflictos mineros en el Perú, empezaremos con lo dicho por


Clotilde Gouley sobre las principales razones que originan la desazón de comunidades y
mineras en su proceso de negociación.

“Los conflictos mineros en el Perú reflejan una serie de factores similares: el


impacto de la contaminación real o potencial, expectativas no satisfechas de la
población en cuanto a la posibilidad de poder aprovecharse de los beneficios de la
actividad minera, sentimientos de una falta de reconocimiento, consulta y
participación en las decisiones, procesos de diálogos y comunicación inadecuados,
discrepancias sobre los valores asignados a los recursos naturales en función a
perspectivas culturales distintas, ausencia del Estado para proteger los derechos de
los ciudadanos, altos grados de desconfianza entre los actores y visiones
incompatibles del desarrollo sostenible y de la compatibilidad entre la actividad
agraria y minera”. (Gouley 2005: 20)

Un ejemplo sobresaliente que puede ayudarnos a entender el tema es el llevado a cabo en


Espinar, Cusco donde la comunidad se opuso a la puesta en marcha del proyecto minero
Tintaya.

“Otro conflicto de trascendencia nacional ha sido Tintaya. En 1982 el gobierno


expropió más de 2,300 hectáreas de tierras comunales a campesinos y pequeños
propietarios de Espinar (Cusco), para instalar la mina. Recibieron aproximadamente
3 dólares americanos por hectárea y empleo. [...]
A fines de los noventa, con Tintaya ya en manos privadas, se agudizaron las
protestas; pero la empresa y las comunidades directamente afectadas, con el
apoyo de ONG y Corecami-Cusco, implementaron un exitoso proceso de
diálogo. Éste, sin embargo, se quebró posteriormente con hechos violentos
de conocimiento público. BHP Billiton, corporación de liderazgo mundial
con participación en Antamina y La Escondida (Chile), abandonó el
proyecto.” (Zegarra et al. 2007: 18).
Primeros pasos hacia el diálogo
La manera cómo se manejaba el tema de diálogo con la comunidad no era tan tomada en
cuenta hasta fines de los 90, lo que nos demuestra el poco interés por parte del gremio
minero para generar confianza en la comunidad.
“Cabe mencionar que en el Perú de aquel entonces (fines de los 90), las empresas
mineras se encontraban rezagadas en sus estrategias de relacionamiento con el
mundo no minero y principalmente comunitario. Visitar una faena minera era
impensable y convocar a una empresa minera a una mesa de diálogo y eventual
negociación era aún más difícil de imaginar. La minería se mostraba cerrada a
miradas externas al rubro.” (De Echave et al. 2009: 168)
Otra forma de tomar en cuenta el diálogo, por parte de las empresas mineras es tratar de que
las comunidades olviden alguna suerte de extracción en la zona para, posteriormente, tratar
de llevar a cabo su plan de inicio de operaciones
“Actualmente, existe un nuevo intento de desarrollo de la minería en Piura, esta vez
en las localidades de Ayabaca y Huancabamba, con el proyecto minero Río Blanco,
a cargo de la empresa minera de capitales mayoritariamente chinos, Río Blanco
Copper S.A., antes denominada Minera Majaz. [...]
La falta de canales de diálogo, para que las poblaciones locales de la zona de
influencia del proyecto expresen su preocupación e inquietudes sobre el
mismo, llevó a que se acordara la realización de consultas vecinales en los
distritos de Ayabaca, Carmen de la Frontera y Pacaipampa, en Piura, en
septiembre de 2007, siguiendo la ruta de Tambogrande, con resultados
similares. Respecto de este caso, el gobierno actual aún no ha tomado una
decisión, pero todo parece indicar que estaría dispuesto a sacar adelante el
proyecto, pese a la oposición social existente”. (Padilla 2009 et al. 2009:
144).
¿Por qué se da esta situación? Muchos investigadores han dejado en evidencia algunos
aspectos que consideramos deben ser tomados en cuenta para entender esta situación.
“El problema que suele ocurrir es que los imperativos relacionados con la
rentabilidad y la producción suelen imponerse a los de las relaciones comunitarias.
Las empresas involucran a actores complejos, y a menudo hay problemas de
comunicación y coordinación entre sus diversas áreas o gerencias, principalmente
las de operaciones y las de relaciones comunitarias. [...]
Así, suele ocurrir que se adquieren compromisos que luego no se cumplen,
con lo que los problemas de desconfianza se acentúan. Por ello, sus acciones
de responsabilidad social y sus relaciones públicas en general se orientan a
disminuir las tensiones existentes y a reducir la eventualidad de una
protesta”. (De Echave et al. 2010: 386-387)
La importancia de la comunicación en el diálogo
En efecto, a veces no es sólo necesario firmar acuerdos cuando luego no se pueden cumplir.
Es en este espacio donde la comunicación adquiere vital importancia para alcanzar
acuerdos duraderos y rentables para ambas partes.
“En las empresas suele considerarse que los conflictos se deben principalmente a
una deficiente comunicación con la población afectada, la que no se encuentra
debidamente informada sobre los peligros reales (o la ausencia de ellos) de la
“nueva minería”. Implícitamente, esta posición supone que una población
adecuadamente informada estaría –de manera casi natural y lógica- a favor de una
minería moderna.
Se sustenta en un lenguaje técnico-científico que no toma en cuenta o, en
todo caso, trata de disimular que los temas más frecuentes en los conflictos
mineros –el medio ambiente, los derechos de acceso a la tierra y el agua y la
distribución de los beneficios económicos- expresan aspectos eminentemente
políticos”. (De Echave et al. 2010: 387)
La comunicación es importante también para disminuir las desconfianzas entre ambas
partes, pues toma aspectos como la inclusión social y el desarrollo sostenido, explicados de
una manera clara y coherente hacia la comunidad.
“La relación entre las colectividades locales y las empresas (y también con el
Estado) está marcada generalmente por mutuas desconfianzas y por la escasa
credibilidad en las acciones y promesas del otro. Detrás de esta actitud hay
herencias históricas, constataciones más recientes, pero también problemas de
comunicación intercultural e incomprensión mutua.
También, como decíamos, hay expectativas de mejora: las colectividades
locales solicitan y reclaman a las empresas tanto empleo como obras. Pero,
dadas las características de la minería moderna, la oferta de trabajo es
siempre insuficiente, por lo que las obras de infraestructura y la
implementación de algunos servicios a nivel local (en salud, en educación y
en saneamiento, principalmente, pero eventualmente también en reservorios,
en canales, en pastos y en otras acciones de promoción productiva) suelen
tener un mejor efecto”. (De Echave et al. 2010: 388)
Buscando una comunicación asertiva
¿Cómo surge la comunicación en el sector minero? Su notoriedad en la resolución de
conflictos está ligada al discurso socioambiental que caló en la minería peruana hace pocos
años.
“La base del nuevo discurso socioambiental que se iría instalando en el escenario
nacional ponía de manifiesto los impactos de las actividades mineras. Desde luego
que había una gran diferencia entre comunicar o difundir información sobre un
conflicto minero aislado y mostrar la conflictividad que marcaba la actividad minera
a través de un sinnúmero de conflictos en el país.” (De Echave et al. 2009: 116)
Es así que espacios como Diálogo Minero utilizan las herramientas de la comunicación
para tratar de conciliar a las comunidades y las empresas mineras, como en el caso de La
Zanja en Cajamarca.
“En el sector minero peruano también existe evidencia de nuevas institucionalidades
que han surgido como respuestas a los conflictos sociales. El Grupo de Diálogo
Minero, reconocido por varios como un importante foro para intercambiar criterios
e imaginar nuevas institucionalidades, emergió como un espacio con presencia del
sector empresarial a raíz del conflicto de La Zanja (y de Cajamarca en general).
Antes de esto había sido un espacio sobre todo de la sociedad civil, pero una
vez que se desató La Zanja, las empresas Buenaventura y Yanacocha
empezaron a participar de una manera más sostenida, y con el tiempo se ha
visto un incremento en la participación empresarial en el Grupo de Diálogo.”
(De Echave et al. 2009: 77)
Entre sus logros se cuenta el haber hecho del diálogo y el debate una gran fuente de
conciliación, uniendo dos sectores que se creían totalmente desligados.
“El Diálogo Minero tuvo la particularidad de promover que todos los participantes
tuvieran el mismo nivel de diálogo, lo cual generó un espacio muy productivo en el
análisis de la situación. Fue alentador que, en una misma mesa, estuvieran sentados
ronderos, funcionarios gubernamentales, productores agropecuarios y gerentes de
empresas mineras, con capacidad de decisión.
Sin duda, este hecho otorgó credibilidad a la experiencia. Dentro del análisis
de los contenidos, se identificaron dos iniciativas que fueron los temas
principales de discusión y los que necesitaron de mayor número de
reuniones. El primero estuvo relacionado al Monitoreo ambiental
participativo, y el segundo al proyecto de Ideas para el desarrollo de
Cajamarca”. (Padilla 2009 et al. 2009: 197-198)
La durabilidad de los acuerdos fue quizás el mayor reto de Diálogo Minero, pues tenía que
asegurar un compromiso que no dependía de ellos, sino de las partes involucradas.
“Por otro lado, una de las tareas convertidas en un desafío en Diálogo Minero, fue el
de cambiar la visión negativa que tenía un sector de la población acerca de los
espacios de diálogo, pues, según manifestaron, éstos deberían enmarcarse dentro de
objetivos claros y ser generados antes de los conflictos, con la finalidad de
garantizar su sostenibilidad en el tiempo, con actores participantes directamente
comprometidos, y con apertura a la participación del campesino como verdadero
protagonista de su desarrollo”. (Padilla 2009 et al. 2009: 198-199)
Promoviendo el diálogo continuo, Diálogo Minero pudo resolver el conflicto, sin recurrir a
artimañas o malos manejos que eran recurrentes en épocas pasadas.
“Los espacios de diálogo no deben ser estáticos o rígidos. Por el contrario, deben ser
dinámicos y participativos, permitiendo la construcción de agendas consensuadas y
la generación de información permanente. El espacio de Diálogo Minero Cajamarca
permitió encontrar e identificar a actores involucrados en el tema que antes no se
conocían.
Este espacio de diálogo sirvió, además, para fomentar una relación de
sinergia entre el sector público y el privado, que permitió generar nuevas
fórmulas a favor del desarrollo de la región, con una visión amplia y
articulada”. (Padilla 2009 et al. 2009: 199)
Otra gran muestra de comunicación en los conflictos mineros son las llamadas mesas de
concertación, donde se instauran los puntos de ambas partes. Una iniciativa que ha sido
tomada en cuenta por importantes mineras como Yanacocha, donde su propuesta obtuvo
eco en la población y supuso un gran aporte.
“Las mesas de concertación procuran ser espacios inclusivos, que concitan y
promueven la participación de multiplicidad de actores. En Cajamarca, a raíz de la
presencia de Minera Yanacocha, se ha generado una serie de estas mesas, unas
orientadas a la resolución de problemas y denuncias sobre temas ambientales, las
otras con una preocupación de concertación más general, buscando promover
diálogo, comunicación y eventualmente acuerdo entre agentes con posiciones
divergentes respecto la presencia de la empresa minera.
En Piura, a raíz del caso Majaz, se promovió una Mesa de Concertación
desde el gobierno regional, buscando generar la participación amplia de la
sociedad civil, el Estado y la empresa, facilitando información sobre la
operación minera y buscando fomentar la elaboración de un EIA [se refiere
al Estudio de Impacto Ambiental] participativo”. (De Echave et al. 2010:
224-225)
Factores de la comunicación en el diálogo
A continuación presentaremos algunos puntos a tomar en cuenta para que la comunicación
sea un factor que sume en la concertación y no un mecanismo de manipulación que
desinforme y genere falsas expectativas en ambas partes
“Un primer elemento fundamental es el respeto a la autonomía y vigencia de la
comunidad. Las empresas no pueden buscar modificar pactos o amoldar las
relaciones con las comunidades a su conveniencia, sobre la base de «comprar»
comuneros con trabajo. Las negociaciones comunidad-mina deben desarrollarse
sobre la base de un plan de desarrollo comunal, y los empleos para comuneros y sus
condiciones deben establecerse en concordancia con ese plan.” (De Echave et al.
2009: 422)
También es importante la resolución de conflictos, como en el caso de la comunidad de
Huarmey y la minera Tintaya.
“Tras el momento de mayor tensión y la posterior –o paralela- generación de
instancias de negociación, los casos estudiados muestran hasta el momento dos
derivaciones posibles, cada una correspondiente a una forma de “resolver” los
conflictos. La primera pasa del estallido a un espacio de negociación con la empresa
minera, convirtiendo la polarización en aproximación, negociación y eventualmente
un acuerdo entre las partes (casos Huarmey y Tintaya).
La segunda pasa de la confrontación y la polarización en acciones hacia un
espacio de polarización más legal y mediática, manteniendo las diferencias –
y el conflicto-, pero alejando la confrontación y sus soluciones hacia otro
espacio e involucrando a otros actores”. (De Echave et al. 2010: 205)

También es necesario que se involucre a ambas partes en respetar los acuerdos firmados y
no sean tan sólo convenios informales que luego serán dejados de lado.
“Además, se debe prever que en la convocatoria a los participantes no sólo se
asegure su presencia sino también su participación activa a posteriori. Asimismo,
velar por la continuidad de los asistentes, sin dejar que deleguen a terceros su
asistencia, ya que esto sólo genera desconfianza, retraso y desinterés entre los
asistentes. (…)
Finalmente, tener en cuenta que el tema de la agenda del espacio de diálogo
es un punto importante en la sostenibilidad del mismo, así como en el
proceso de monitoreo y evaluación de los avances. Por ello, es indispensable
identificar los consensos a los cuales se arribaron para vigilar que éstos se
cumplan y obtener éxitos en el proceso de negociación”. (Padilla 2009 et al.
2009: 201)
Si bien el diálogo y la comunicación generan confianza no es lo único que asegura un éxito
en la negociación, sin embargo, debe ser tomado en cuenta por las empresas mineras para
cerrar un acuerdo beneficioso.
“Asimismo, consideramos a menudo que las relaciones de confianza entre los
actores se logran mediante el diálogo. Sin embargo, es importante tomar en cuenta
que la población local está perdiendo confianza en las virtudes del diálogo con las
autoridades locales, nacionales y las empresas mineras, lo que explica en parte
ciertas medidas de acción más violentas como la destrucción de infraestructuras
mineras en Tintaya (Cusco) o Majas (Huancabamba y Ayabaca) en agosto del 2005.
El diálogo es en la teoría de resolución de conflictos comúnmente aceptado
como proceso imperativo y adecuado. No necesariamente conduce a
acuerdos pero permite que se mejoren las relaciones entre los actores. Sin
embargo, si no se crean anteriormente las condiciones favorables, el diálogo
se ve deslegitimado.” (Gouley 2005: 82-83)
El caso Ollachea y la Minera IRL
La comunidad de Ollachea consiguió firmar un acuerdo en el 2009 con la Minera IRL para
ser socio, con un 5% de participación, en la nueva operación de oro que la compañía minera
tiene previsto ejecutar en esa localidad.
Se sabe que la comunidad tiene una gran presencia de mineros artesanales que durante años
han extraído el recurso en la zona, lo que hace más interesante analizar el cómo y por qué la
comunidad aceptó la propuesta de la minera de capitales canadienses, australianos y
peruanos.
BIBLIOGRAFÍA

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