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SERIE CULTURA 1/)

Dirigida por Néstor García Canclini

Se ha vuelto necesario estudiar la cultura en nuevos territorios. La indus-


trialización y la globalización de los procesos culturales, además de mo-
dificar el papel de los intelectuales y los artistas, provoca que se interesen MEDIOS,
también en este campo los empresarios y los economistas, los gestores de
proyectos culturales y los animadores de la comunicación y la participa- MODERNIDAD •
ción social. La serie Culturas dará a conocer estudios sobre estos nuevos
escenarios, así como enfoques interdisciplinarios de las áreas clásicas, las Y TECNOLOGIA
artes y la literatura, la cultura popular, los conflictos fronterizos, los desa- Hacia una teoría interdisciplinaria
fíos culturales del desarrollo y la ciudadanía. Daremos preferencia a estu- de la cultura
dios en español y en otras lenguas que están renovando tanto el trabajo de
las disciplinas «dedicadas» a la cultura —antropología, historia y comuni-
cación— como los campos del conocimiento que se abren para estos temas
en la economía, la tecnología y la gestión sociopolítica.
TERESA PIRES DO RIO CALDEIRA Ciudad de muros David Morley
JOOST SMIERS Un mundo sin copyright
Artes y medios en la globalización
JEAN-PIERRE WARNIER La mundialización de la cultura
GEORGE YÚDICE El recurso de la cultura
Usos de la cultura en la era global Traducción de Margarita Polo
ROSALÍA WINOCUR Ciudadanos mediáticos
La construcción de lo público en la radio
SCOTT MICHAELSEN Teoría de la frontera
Y DAVID E. JOHNSON Los límites de la política cultural
GUSTAVO LINS RIBEIRO Postimperialismo
Cultura y política en el mundo
contemporáneo
GEORGE YÚDICE Y TOBY MILLER Política cultural
JOOST SMIERS Un mundo sin copyright
Artes y medios en la globalización
ÉTIENNE BALIBAR Violencias, identidades y civilidad
Por una cultura política global
RENATO ORTIZ Mundialización: saberes
y creencias ge editorial
ÍNDICE

© 2007 David Morley


All rights reserved
Título del original en inglés: Media, Modernity, Technology: The Geography of the New
Authorised translation from the English language edition published by Routledge, a member of the Ilustraciones 9
Taylor & Francis Group.

Agradecimientos 11
Traducción: Margarita Polo
Introducción 13

Primera edición: diciembre de 2008, Barcelona Primera parte: La geografía de la modernidad


y la orientación del futuro

1. EurAm, modernidad, razón y alteridad: ¿después


de Occidente? 33
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano
2. Más allá de la abstracción global: la teoría regional
© Editorial Gedisa, S.A.
y la espacialización de la historia 63
Avenida del Tibidabo 12, 3°
08022 Barcelona, España Segunda parte: Domesticidad, mediación y tecnologías de lo «nuevo»
Tel 93 253 09 04
Fax 93 253 09 05 3. Asuntos públicos e historias íntimas: mediación,
gedisa@gedisa.com domesticación y dislocación 121 Y'
www.gedisa.com 4. Retórica de lo sublime tecnológico: las paradojas
de la racionalidad técnica 171

Tercera parte: Tecno-antropología: iconos, tótems y fetiches

5. La televisión: no tanto un medio visual como un


ISBN: 978-84-9784-250-1
objeto visible 225
Depósito legal: B. 43386-2008
6. Tecnologías mágicas: lo nuevo, lo brillante y lo simbólico 249
Diseño de colección: Silvia Sans
Impreso por Romanyá Valls Coda
Impreso en España Printed in Spain
7. Prodigios y maravillas: modernidad, tradición y tecnología 275
Queda prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio de impresión,
en forma idéntica, extractada o modificada, de esta versión castellana de la obra. Índice analítico 301
5. LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL
COMO UN OBJETO VISIBLE

En este capítulo intentaré definir los términos de referencia


de una «tecnoantropología» que aborde los significados simbó-
licos de algunos de los, a su vez, objetos simbólicos de nuestro
mundo contemporáneo, en particular el televisor, el ordenador y
el teléfono móvil. Comenzaré con el televisor. A diferencia de
cierta ortodoxia pocas veces cuestionada que caracteriza la tele-
visión como un medio visual, considero algunos aspectos del
contexto doméstico de uso de la televisión que sugieren que en
realidad la televisión podría entenderse mejor como un medio
principalmente sonoro. Luego narro brevemente el relato de la
compleja historia de la introducción del televisor en el hogar
para desnaturalizar su lugar, que ahora se da por sentado, den-
tro de esa microgeografía y para comprender algunas de las de-
terminaciones que mutuamente han ejercido la televisión y el
hogar en los últimos cincuenta años. Mi argumentación luego se
detiene en el aspecto físico de la televisión, prestando atención al
significado, muy poco estudiado, del televisor en sí mismo (y no
los programas que transmite), en su calidad de objeto como de
símbolo, o incluso de tótem. Para concluir, examino en detalle
las contribuciones que hizo al respecto al tecnoescultor coreano
Nam June Paik.
Hace muchos años, John Ellis señaló acertadamente las dis-
tinciones entre el cine y la televisión por lo que respecta a sus re-
gímenes de representación, visión y recepción. Ellis intentaies-
cribir el cine ,y_taldevisión como formas socialés particulares. de
organización del significado, destinadas a formas tam Jen_patti-
Culares de atención por parte del espectador. So -stiene que la te-
Ilustración 4. Estatuillas africanas. Foto de Martin Durrant, Golds- levisióii—hádesarTollidO formas estéticas distintas para adecuar-
miths College.
se a las circunstancias en las cuales se utiliza. El telespectador es
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LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 227

visto como alguien que tiene el televisor encendido pero que bien la forma actual en que se ha institucionalizado la tecnolo-
presta poca atención a lo que se está transmitiendo, un especta- gía de la televisión, como sistema de emisión relativamente cen-
dor casual, relajado en casa, con su familia. En ese contexto se tralizada a una multitud de receptores individuales en los hoga-
hace necesario atraer la atención y captarla segmento por seg- res, ahora está tan naturalizada que la consideramos inevitable,
mento, lo que conduce a la autopromoción de los canales de te- cabe señalar que la televisión, en su concepción inicial, no era
levisión, al predominio de la apelación directa al espectador y a sólo una tecnología capaz de muchos usos alternativos, sino que
la centralidad que se da al sonido en los programas televisivos. su introducción gradual en el hogar fue el resultado de un largo
Como dice Ellis, el sonido llama la atención de la mirada cuan- proceso de debates y preocupaciones en el marco de la propia
do ésta se ha desviado.' Los programas de televisión son con- industria naciente de la televisión.' Dado el supuesto indiscuti-
textualizados por el hogar, el espacio doméstico de nuestras vi- ble de que la televisión tendría que tomar el modelo de la indus-
das familiares. En ese sentido, el contraste que Ellis establece tria del cine y, en realidad, sería una forma de «minicine», hubo
entre el cine y la televisión es similar al que concreta Roland profundas preocupaciones en cuanto a si podría ser integrada en
Barthes: el hogar. Hubo preocupaciones también acerca de las exigencias
físicas del medio y de la posibilidad de que los espectadores su-
En la oscuridad de la sala hallamos la propia fuente de la fasci- frieran «fatiga de la vista». Estas preocupaciones se basaban en
nación que ejerce la película. Consideremos, por otro lado, la ex- el supuesto de que el espectador estaría obligado a prestar una
periencia opuesta, la experiencia de la televisión, que también atención visual concentrada a la televisión. Como dijo un ana-
transmite películas. Nada, ninguna fascinación. La oscuridad está lista en el debate de la industria en los años cincuenta en Estados
disuelta, el espacio está organizado por los muebles y los objetos Unidos, «la televisión [...] exige una atención total y firme. [...]
familiares, está dominado. El erotismo está excluido; la televisión
nos condena a la familia y se ha transformado en su utensilio do- Si la mirada se desvía [...] se pierde la continuidad del progra-
méstico, del mismo modo que lo fue, en el pasado, el hogar, flan- ma. [...] Las imágenes avanzan, exigen atención total, uno no
queado por su predecible marmita comunitaria. 2 puede darles la espalda [...] y no puede hacer nada más que es-
cuchar y mirar al mismo tiempo»!
Si ver la televisión es una parte normal de la vida doméstica, Sobre la base de estas preocupaciones, algunos analistas in-
una actividad que prácticamente la mitad de los habitantes del fluyentes predijeron que la televisión, por definición, nunca po-
Reino Unido, por ejemplo, realiza cada noche, el precio de esa dría obtener más que un 25% de la audiencia. Dado que la fuer-
«normalización» es que «la televisión pertenece al día a día, al za que impulsaba el desarrollo de la industria televisiva en
telón de fondo normal de las expectativas y los placeres munda- Estados Unidos era la publicidad, que deseaba aprovechar el
nos», y la consecuencia es que el espectador doméstico sólo nuevo medio para vender bienes de consumo, el principal foco
presta una atención intermitente a las demandas del discurso te- de atención era el ama de casa, como responsable de las com-
levisivo.' pras domésticas. El problema era que, aparte de las dudas acer-
ca de si las mujeres podrían «afrontar» las exigencias (sintonizar
el televisor, etc.) de la nueva tecnología, el ama de casa tenía
La televisión en y para el hogar
obligaciones domésticas que cumplir, lo que significaba que
no estaba disponible para pasarse el día frente al televisor
que le mostraba los anuncios que ofrecían ofertas.' La solución
En primer lugar, debemos reconocer que la televisión y la que poco a poco fue esbozándose, que tuvo y sigue teniendo im-
casa se han redefinido mutuamente con el paso del tiempo. Si portantes consecuencias, fue el rediseño de la programación de
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televisión no sobre la base del modelo del «cine privado», que y sin embargo su presencia se da por descontado. [...] Vemos, a
requiere una atención visual precisa, sino sobre el modelo de la través del objeto, los programas que introduce en nuestras ca-
radio: la televisión como «radio con imágenes», donde el relato sas. El aparato real es, en gran parte, invisible cuando vemos la
es conducido por la vía sonora y las imágenes tienen un papel televisión». 8 En este contexto, siguiendo las indicaciones de Pe-
subordinado, «ilustrativo». Por supuesto, lo importante es que, rea, en algunos de sus títulos más conocidos, deseo postular la
con esta estrategia de programación, la televisión ya no exigía idea de que tenemos mucho por ganar si nos concentramos en
atención total de modo que, entre otras cosas, el ama de casa aquello a lo que normalmente no se ha prestado demasiada
podía «seguir» el programa a través del sonido, mientras conti- atención, es decir, si adoptamos el «punto de vista» del televisor,
nuaba haciendo sus tareas domésticas por toda la casa y estaba si observamos la sala donde está el televisor y a las personas que
potencialmente «disponible» para los anunciantes. Naturalmen- lo ven. Así, Maud Lavin sostiene que,
te, por si el ama de casa no estuviera escuchando atentamente,
la televisión estadounidense creó la convención de subir el volu- considerando que la televisión es totalmente ambigua en nuestras
men cuando aparecen los anuncios. vidas, sorprende que se haya prestado tan poca atención a la asi-
Sin embargo, no se trató sólo de rediseñar la estrategia de milación íntima del televisor en nuestras casas, en términos visua-
programación de la televisión, sino también de rediseñar gra- les y espaciales. [...] Hay dos [...] historias de la televisión que de-
dualmente la arquitectura doméstica. De modo que otro as- ben considerarse. Una es la historia oficial, la cronología de los
pecto de la solución al problema de que el ama de casa-teles- cambios en el televisor, y la otra es la no oficial, la colección de re-
pectadora estuviera «disponible» para los anunciantes fue el cuerdos personales de haber crecido con la televisión, y la que nos
desarrollo de un «desayunador» integrado como un aspecto es- dice cómo el televisor se fue incorporando en la casa, la familia y
tándar de la arquitectura doméstica norteamericana, donde el los momentos de ocio.
espacio de las tareas domésticas está integrado a la sala de es-
tar principal de tal modo que, como dice un analista, «el espa- También es necesariamente, según Lavin, «una historia ínti-
cio para cocinar/comer no está separado, y el ama de casa es ma» acerca de cómo diseñamos nuestros espacios, costumbres y
parte del grupo de espectadores [...] y puede compartir el entre- emociones en torno a la televisión». 9
tenimiento, mientras sigue avanzando con sus tareas»! La tele- La posición del televisor, considerado como un objeto de
visión y la casa comienzan a estar muy entrelazadas por lo que consumo, es compleja y debe examinarse junto con otras di-
respecta a la evolución histórica de cada una, a lo largo del pe- mensiones distintas. En primer lugar, el televisor (junto con las
ríodo de posguerra, en un complejo patrón de determinaciones otras tecnologías presentes en el hogar) es un objeto simbólico,
mutuas. en tanto mueble del hogar, una elección (de diseño, de estilo, etc.)
que expresa algo sobre los gustos de su propietario (o inquilino
de la casa) y comunica esa elección a través de la posición
Los aspectos físicos de la televisión que el aparato ocupa en el hogar, como un «trofeo del consu-
mismo». 1° Para abordar estas cuestiones, necesitamos repensar
A pesar de estas importantes consideraciones históricas, el nuestra perspectiva sobre la televisión, considerándola no sólo
impacto de la presencia física del televisor como un objeto ubi- como un sistema de distribución de las palabras y las imágenes
cuo en el hogar ha sido poco destacado en el campo de los estu- que transmite, sino también reconociendo su presencia física
dios sobre medios. Como observa Matthew Geller, «no se ha como un objeto totémico del mobiliario, que es central para
prestado suficiente atención a la caja en sí, [...] es omnipresente, nuestro concepto contemporáneo del hogar. Si bien ahora es algo
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habitual observar que la televisión ha reemplazado al hogar era, más literalmente, colocar objetos preciados, como fotogra-
como pieza central del espacio principal de la casa familiar, de- fías y recuerdos familiares, encima del televisor, al estilo de un
beríamos añadir que ese «reemplazo» se da literalmente en el altar familiar. Si bien la investigación histórica de Spigel se basa
centro de nuestro espacio simbólico de la casa familiar: un espa- en la experiencia norteamericana, también es posible hacer un
cio sagrado, por definición, dentro de nuestra cultura. Como he- paralelismo con la historia en el Reino Unido. Así, en 1947, en
mos sostenido más arriba, la llegada del televisor al hogar, por una columna titulada «Across the Counter, Some Jottings by a
más que ahora la tomemos como algo natural, fue un hecho Television Dealer» (Del otro lado del mostrador: algunas obser-
muy controvertido y polémico, que conllevó rupturas y despla- vaciones de un vendedor de televisores), la revista Television
zamientos en la familia y la casa. No sólo hubo que mover los Weekly publicó los comentarios de un vendedor acerca de las
muebles para acomodar el televisor, sino que el tiempo domésti- maneras en que los espectadores llegaban a «domesticar» sus te-
co se tuvo que reorganizar. Así, Serafina Bathrick observa que, levisores:
en las revistas femeninas norteamericanas de los años cincuenta,
las madres se quejaban acerca de las dificultades de adaptar los Un cliente preguntó: « ¿Podría poner la pecera encima del televi-
horarios de las comidas y las actividades recreativas de los hijos sor?». Otras decoraciones curiosas que he visto encima del ga-
a las disciplinas temporales que imponían los programas de te- binete del televisor son: flores de todas las especies, desde palme-
levisión, pues la vida de los niños (y, por ende, la de ellas) esta- ras en miniatura hasta cactus; relojes de cucú; aviones de plástico
ba cada vez más «programada en torno al televisor»." y recipientes de metal; un presente ocasional de Margate; libros;
muñecas, animales de porcelana... y, créase o no, un árbol de Na-
Además, la adquisición del televisor, como símbolo de la vidad de tamaño mediano, con adornos, bolas de colores y rega-
cultura de consumo materialista, generaba cierta incomodidad a los. No hay duda de que los televisores tienen otros usos además
los nuevos propietarios (al principio, de clase media). Así, Lynn de los obvios»
Spigel señala que, en los años cincuenta, cuando la televisión co-
menzó a introducirse en los hogares norteamericanos, hubo una Hoy en día, la idea del televisor corno la «caja en el rincón»,
fuerte tendencia a «camuflar» (o, literalmente, esconder) el tele- inmóvil, parece bastante anticuada. Con los años, nuestra rela-
visor en receptáculos «ocultos» a fin de volverlo invisible, en la ción con el televisor ha sufrido una transición fundamental, pues
medida de lo posible. Por otro lado, Spigel observa que «no sólo su portabilidad lo ha liberado cada vez más de su lugar fijo en la
se ocultaba el televisor en el espacio doméstico, sino que tam- sala de estar. Corno observa Ehrick Long, al principio, cuando el
bién se hacía invisible al mundo externo». Las revistas femeni- televisor estaba siempre en la sala de estar, «había cierta distan-
nas de la época contenían numerosos gráficos donde se mostra- cia entre nosotros y él. Nunca lo invitaríamos a comer en la coci-
ba cómo podía incorporarse mejor el televisor en la casa, y lo na, ni menos a entrar en el cuarto de dormir [...] [pero] nuestra
que es interesante, como señala Spigel, es que «la abrumadora relación con la tecnología se ha vuelto más íntima [...] [con] los
mayoría de los gráficos mostraban el televisor ubicado en un lu- televisores portátiles [...] [y] el acceso del aparato a espacios más
gar donde no podía ser visto a través de las ventanas de la sala íntimos». Como observa Long, hoy en día el televisor ya no está
[...] (como si) [...] hubiera algo muy incómodo en el hecho de confinado necesariamente al hogar (ni menos a un lugar en par-
que a uno lo pillaran viendo televisión».' ticular de la casa), sino que puede hallarse en ascensores, comer-
El televisor, aunque deseable, era también un objeto proble- cios, galerías, vehículos... «En esa medida», sugiere,
mático, que tenía que ser «domesticado» en la vida familiar.
Una de las maneras de lograrlo era integrarlo dentro del esque- el televisor ahora es un mueble como una potencial parte del cuer-
ma del mobiliario general de la sala donde estaba colocado; otra po, ya no es un extraño al que se invita con cautela al espacio con-
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trolado de la casa, sino que es una «extensión omnipresente de Naturalmente, no sólo en el Tercer Mundo pueden hallarse
uno», dado que ahora el televisor aparece en cualquier entorno prácticas de fetichismo y, obviamente, no sólo el televisor puede
imaginable, y los hechos televisivos llegan a saturar la textura de exhibir las cualidades de un fetiche. Al describir el trabajo etno-
la experiencia cotidiana." gráfico sobre la cultura de la clase trabajadora en Gran Bretaña
en los años treinta, Humphrey Spender narra una experiencia
interesante donde se produce un momento similar de exhibición
El simbolismo de la televisión simbólica, de un bien de consumo (entonces) muy «moderno»,
la aspiradora:
En su análisis del lugar de la televisión en el hogar en Brasil,
Ondina Leal también estudia «el televisor [...] como un fetiche En una de las pocas ocasiones en que entramos en una casa, halla-
dotado de un significado etéreo, mágico, [...] incluso cuando mos, en la mesa de entrada de la recepción, [...] los componentes
está apagado y nadie lo está viendo».' Leal observa que, en la de cromo con apariencia de platino, brillantes, de una aspiradora.
mayoría de los hogares brasileños de clase media, el televisor La casa no tenía conexión eléctrica, de modo que, sin duda, ese
está ubicado discretamente, fuera de la vista pública. En cam- nuevo invento, ese objeto «ultramoderno», tenía otro significado,
bio, en los hogares de clase trabajadora el aparato es una pose- otro tipo de estatus simbólico."
sión que se atesora y a la que se da un lugar privilegiado, y se co-
loca deliberadamente donde pueda ser visto desde la calle, como En su trabajo histórico sobre la televisión en Gran Bretaña
una declaración pública del estatus de sus propietarios. Para en el período de posguerra, Tim O'Sullivan capta claramente el
esta clase trabajadora brasileña, ahora inserta en el contexto ur- sentido en que, como dice,
bano, esa posesión simboliza un acceso duramente ganado a un
«modo de vida» urbano, racional y moderno. el hecho de poseer un televisor, en los años cincuenta, simboliza-
Leal sostiene, además, que en esos hogares de clase trabaja- ba estatus y modernidad, así como un compromiso con los valo-
res de tipos particulares de programas. En general, el acto de con-
dora el televisor suele funcionar como objeto fetiche y se coloca seguir un televisor parece recordarse, ante todo, como un signo de
en el centro del «entorno» simbólico de los bienes familiares sa- «progreso», un signo visible de llegar a «lo nuevo», o al menos
grados: «El conjunto de [estos] objetos [...] se coloca cerca del de no quedarse fuera.
televisor, como punto mágico de contagio. Todos estos objetos
tienen una cualidad en común: son fetiches [...] Constituyen una Como dice uno de los encuestados por O'Sullivan, recor-
matriz de significados [...] [cuyo] ordenamiento revela una es- dando la Gran Bretaña de 1950, «uno podía decir, por las ante-
trategia simbólica». Leal explica que, en uno de los hogares ob- nas, quién tenía y quién no tenía un televisor; [...] si uno tenía
servados durante su estudio etnográfico, el «entorno» del televi- un coche y un televisor, realmente lo había logrado todo». 19
sor incluía «flores de plástico, una pintura religiosa, un jarrón AquísepdhacrnlismoecntardCh-
dorado, fotografías familiares, una probeta de laboratorio rota lotte Brunsdon sobre el significado simbólico de la antena para-
y una vieja radio averiada »." Cada uno de esos elementos, en bólica de televisión vía satélite en la cultura británica contem-
ese «entorno» en particular, tiene, por supuesto, una carga de poránea. En Gran Bretaña, desde la muerte de la estación de alta
sentido individual; las flores de plástico son más mágicas que las gama «British Satellite Broadcasting», que tuvo una corta vida,
reales para un campesino recién llegado a la ciudad, la probeta con su particular antena, la televisión vía satélite ha sido sinó-
de laboratorio rota es un trofeo nacido de la experiencia de tra- nimo de Sky TV —es decir, televisión popular destinada a un
bajar en un hospital «moderno», etc.' público de clase trabajadora—, cuyo proveedor es Rupert Mur-
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LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 235

doch. Brunsdon sostiene que, en este contexto, la colocación de gusto en cuanto al consumo de medios pueden tener, al parecer,
una antena parabólica en una casa funciona como un signo pú- consecuencias muy materiales.
blicamente visible del «mal gusto» del hogar y sus ocupantes." Por supuesto, el análisis de Brunsdon es específico del con-
La actividad de ver la televisión se considera, en general, texto cultural particular del Reino Unido en el período en que
como una actividad privada por excelencia, una cuestión de Veblen estaba escribiendo. En otros lugares, las antenas parabó-
«gusto personal», que implica sólo el consentimiento de los licas simbolizan cosas muy diferentes: no tanto una «pobreza
miembros de la familia dentro de la privacidad del hogar. Sin estética» sino una sofisticación cultural en algunas partes de
embargo, como observa Brunsdon, la llegada de la televisión Oriente Medio; y formas sospechosas de «norteamericaniza-
vía satélite ha cambiado todo eso, dado que, «a diferencia de ción» indeseada en otros contextos. En algunas partes de Euro-
elegir un canal o ver un programa, que son actividades realiza- pa, simbolizan formas de «traición cultural» contra la «nación
das en la privacidad del hogar, colocar una antena parabólica anfitriona», a través de la cual los grupos de inmigrantes viven
es una actividad que se efectúa fuera de la casa» y constituye un estilo virtual de diáspora. Sin embargo, si el contexto especí-
una declaración pública de los gustos privados. Así, la autora fico del simbolismo es variable en el aspecto cultural, la capaci-
cita un artículo periodístico sobre el lanzamiento de Sky TV, dad de las tecnologías de comunicación de funcionar de ese
donde se observa que «en circunstancias normales, si los gus- modo simbólico es una dimensión constante —e importante— de
tos no van más allá de Neighbours, Capital Radio y Dinastía,
su existencia. Si la televisión es un medio visual, también tiene
al menos uno puede permitírselos sin que se entere todo el una materialidad física propia y una amplia gama de funciones
vecindario; el problema con la televisión vía satélite, dada la simbólicas que, en mi opinión, deberían ocupar un lugar más
necesidad de instalar una antena parabólica para recibir la se- central en el estudio de los medios.
ñal, es que uno no puede tener esa televisión sin que los demás
lo sepan»."
Basándose, irónicamente, en la teoría de Thorstein Veblen Deconstruir las tecnologías visuales en la teoría, el arte
sobre el «consumo conspicuo», Brunsdon sostiene que «la ante- del vídeo y la escultura
na parabólica ha llegado a significar el consumo conspicuo de
determinado tipo de pobreza de [gusto]», y cita a un periodista Quisiera profundizar ahora en este debate refiriéndome a la
que observó que, en muchas ciudades, «la manera de distinguir contribución potencial de las prácticas y las metodologías ima-
las zonas de clase media de [...] [las de clase trabajadora] es que ginativas y artísticas a las investigaciones académicas sobre los
todas las casas de clase trabajadora tienen antenas parabóli- medios. Richard Dienst ha sostenido que la «teoría» es la que
cas».' En realidad, el canal Sky de Murdoch, preocupado por- está en mejores condiciones de desplazar a la televisión de su
que su imagen de «producto popular» estaba alejando a sus po- «confortable nido de familiaridad» y hacer que vuelva a parecer
tenciales anunciantes, comenzó a decir explícitamente que no se
extraña.' En respuesta a este argumento, John Hanhardt sostie-
trataba sólo de una «televisión para casas de trabajadores», sino ne, sobre la base de su propia consideración de la sofisticación y
que también tenía algo para ofrecer a los consumidores más la complejidad conceptual de las aparentemente ingenuas y pí-
«perspicaces». Sin embargo, los vendedores de inmuebles aún caras tecnoesculturas de Nam June Paik, que el trabajo de los
siguen viendo la presencia de antenas parabólicas en determina-
artistas del vídeo como Paik (y otros como Bill Viola) también es
da calle como un signo preocupante de que la zona está «vol- un recurso crucial para el estudio académico de la televisión.
viéndose más popular», y de que los precios de las propiedades
en ese lugar comenzarán a caer. Esos símbolos abstractos del Uno de los intereses centrales de Viola es el vídeo como medio fí-
sico: como él dice, «estar sentado [...] escuchando sonidos y ob-
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servando movimientos es una experiencia muy física», pero que


la mayoría de los teóricos sobre los medios minimiza o ignora.'
Como observa Harnhardt, muchos artistas del vídeo han visto
las posibilidades de deconstruir simbólicamente la autoridad de
la televisión como un medio, deconstruyendo literalmente la
santidad del televisor como un icono, rompiéndolo y reconstru-
yéndolo de forma diferente, con sus propias partes. El enfoque
específico de Paik ha sido sacar el televisor de su posición fa-
miliar en el hogar y quitarle su significado tradicional como ob-
jeto, antes de representarlo para exhibirlo en contextos poco
familiares, como un «contenedor» para una serie de objetos tri-
viales y exóticos y como una fuente de datos (deliberadamente)
incomprensibles o de «interferencias (literales)». 25

Tecnología, ecología de medios y participación

El trabajo de Paik se puede considerar en el contexto de las Ilustración 5. Nam June Paik, Real Plant / Live Plant (Planta real /
teorías y los modelos de la ecología de medios, sobre todo por- Planta viva). Reproducida por cortesía del Museo de Arte Contempo-
ráneo de Tokio.
que él mismo sostiene que «la televisión es el medio ambiente de
nuestro tiempo».' En su trabajo se preocupa, entre otras cosas,
por historizar las formas en que vivimos nuestro ambiente me- contenido y la forma de la tecnología de la televisión tal como
diatizado por la tecnología, y que se dan por sentado. Así, su la conocemos, en la medida en que ésta se ha definido no
obra Moon is the Oldest TV (1965) hace referencia al período como una herramienta creativa para uso del individuo, sino
anterior a la luz eléctrica, cuando la luna y las estrellas eran las simplemente como un artículo para el entretenimiento hogare-
únicas fuente de luz por las noches, mientras que ahora, como ño." En ese sentido, Paik considera que la televisión convencio-
dice, «la vida moderna en las grandes ciudades prácticamente ha nal es una institución fundamentalmente opresiva, dado que «el
extinguido ese recuerdo y la luz fría de los televisores domésti- malestar de nuestro tiempo surge del difícil equilibrio en la rela-
cos ha reemplazado la de la luna ».27 ción entre lo que se da y lo que se recibe [...] nosotros [en Esta-
El enfoque de Paik acerca de la interpretación de las formas dos Unidos] [...] nos sometemos a 40.000 anuncios comerciales
contemporáneas de la televisión tiene mucho en común con el de televisivos por año, pero [...] sólo podemos comprar los pro-
Raymond Williams. Análogamente al concepto de Williams ductos publicitados en 40 anuncios». » Paik parte del postulado
de «privatización móvil», Paik considera a los telespectadores de que «la televisión nos ha atacado durante mucho tiempo;
como «nómadas inmóviles» que a diario experimentan la com- ahora tenemos que devolverle el golpe» y, en tal contexto, está
binación paradójica de una pobreza de movimiento físico y un preocupado por desarrollar una suerte de televisión participati-
exceso de estimulación visual.' Al igual que Williams, Paik in- va que transforme al telespectador en un usuario del medio; y lo
terpreta que la consolidación de las estructuras institucionales hace de la forma más literal en su obra Participation TV, donde
de la televisión en el mundo contemporáneo ha determinado el invita al espectador a hablar por un micrófono programado
238 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA
LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 239

para crear imágenes electrónicas abstractas en el monitor del te- na a los trece canales que se pueden elegir en un televisor de
levisor, en respuesta a los impulsos verbales que recibe. Nueva York en ese horario sin acceso al cable, muestran elemen-
tos asociados a tradiciones religiosas junto con los del diseño
moderno, de tal modo que generan híbridos bizarros." Así, My
Más allá del futurismo Faust incorpora formas decorativas góticas de las imágenes reli-
giosas del diseño de las iglesias medievales, junto con compo-
Gran parte del trabajo de Paik se caracteriza por una signifi- nentes electrónicos de alta tecnología, en un «pastiche neoclási-
cativa presciencia sobre los desarrollos posteriores de las tecno- co que celebra la cultura como una nueva religión, con antenas
logías de la comunicación. Así, en su obra Silent TV (1969), que de televisión y transmisores de radio que difunden la cultura en
transmite sólo «arte para intelectuales», presagia, muchos años un mundo tecnológico nuevo».'
antes, los desarrollos posteriores de los canales «para intelectua-
les» en los canales vía satélite y por cable de los años ochenta y
noventa. Su proyecto Good Morning Mr Orwell, de 1984, di- Una estética subversiva de la metacomunicación
fundido simultáneamente en Estados Unidos, Canadá, Francia,
Alemania y Corea, utilizó la fábula de Orwell para sugerir los pe- Si la televisión suele ser vista como habitual y familiar, Paik
ligros inherentes a la televisión vía satélite. Otros trabajos de los se propone desplazar y descolocar nuestra visión cómoda y poco
años ochenta, como Tricolour Video (1982) y Video Flag (1985), crítica del medio desarrollando una visión utópica, pastoral de
que utilizaban varios monitores a gran escala, anunciaron en las infinitas posibilidades de la tecnología de la televisión, en al-
gran medida los desarrollos posteriores de formas comerciales de gunos trabajos donde apunta a una visión de un Edén tecnoeco-
monitores. Estos trabajos «preimaginaron» fenómenos como el lógico. La actitud de Paik hacia la tecnología es compleja, y en
videowall comercial, que ahora es algo común en las exhibicio- su obra ha producido lo que Schmidt describe como una «tec-
nes comerciales o de mercadotecnia, como formas de exhibir in- nología antitecnológica». 35 El mejor ejemplo en ese sentido es la
formación en contexto públicos politizados y estetizados, es de- serie Family of Robots, que se analiza detalladamente más ade-
cir, que ofrecen un comentario irónico en vídeo como uno de los lante, donde, casi como un antropólogo de la tecnología que se
bloques de la arquitectura que celebra la cultura comercial. introduce en una carrera de cyborgs del futuro, «humaniza» el
Sin embargo, el trabajo de Paik no participa de ningún medio de la televisión y la radio usándolas, literalmente, como
modo de una perspectiva futurista simplista. De acuerdo con el los bloques o las «partes del cuerpo» con que construye sus cria-
enfoque desarrollado por escritores como Bruno Latour acerca turas escultóricas y, por la misma vía, anima mágicamente esas
de las formas híbridas de la alta tecnología, la religión y los sis- tecnologías (ahora «antropomorfizadas»).
temas de creencias mágicas que caracterizan en gran parte al lla- El proyecto de Paik de dar la vuelta a la televisión «de den-
mado mundo «secularizado» de hoy, Paik mezcla deliberada- tro hacia fuera» está motivado por el deseo de crear formas al-
mente la alta tecnología con los iconos de la religiosidad.' Aquí ternativas de expresión más allá de las tecnologías que por lo
las conexiones son muchas, como el propio Paik observa; inclu- general dominan nuestra vida cotidiana. Para ello, Paik conti-
so el concepto televisivo contemporáneo de prime time (horario nuamente rompe el «marco» de la televisión manipulando ju-
de mayor audiencia) deriva de una nota originaria del canto gre- guetonamente y rompiendo las formas técnicas de la cultura es-
goriano como prime service (servicio principal).' Trabajos o tandarizada de las imágenes en movimiento. Por lo general sus
como las series Television Cross y My Faust (1989-1991), que esculturas utilizan los receptáculos de madera antiguos que tenían
transponen las «estaciones de la cruz» de la iconografía cristia- los televisores de los años cuarenta y cincuenta, a los que les qui-
240 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 241

ta la pantalla y los componentes interiores, y los reemplaza con presenta una forma de metacomunicación presagiada en su pie-
objetos como pescaditos, dibujos, modelos eléctricos abstractos za anterior EgoMachine (1974), en la que, al retitular simplemen-
o, en un caso, una vela, es decir que los convierte en esculturas te un objeto —en este caso, una máquina de escribir— nos fuerza
irónicas, críticas de los medios.' Su despliegue retórico del tele- a reconsiderar su función, a la manera de los «listos para usar»
visor como una metáfora escultórica apunta a liberarlo de sus de Duchamp. 39 En una entrevista a Paik, O-Ryong Lee sugiere al
yugos institucionales y tecnológicos, tratándolo como un medio artista (que no se opone a ello) que
para establecer un lenguaje expresivo que resiste los tropos na-
rrativos y las estrategias de formación de imágenes limitados de la mayoría de los espectadores [...] ven el televisor como un obje-
la televisión convencional. Para ello, Paik «representa» el televi- to no expresivo. [...] Pero, desde el punto de vista de la metaco-
sor en entornos y papeles poco familiares, en combinación con municación, el televisor se presenta a sí mismo como una comu-
una amplia gama de otros medios y materiales. Su objetivo fun- nicación del hecho: «Yo» soy un televisor. «No soy un equipo de
damental es «romper totalmente con las representaciones segu- música, soy un televisor.» Por lo general no reconocemos la pre-
ras y protegidas de nosotros mismos y de los mundos tecnológi- sencia del televisor; sólo nos metacomunicamos con él cuando no
cos que habitamos, de tal modo que podamos comprenderlos de funciona; [...] en general [...] no hacemos metacomunicación con
otra manera y transformarlos en algo mejor»." él; [...] solemos estar «absorbidos» por el televisor.
La fuerza del trabajo de Paik deriva, en gran parte, de la ma-
nera en que destaca el contraste entre la solidez y la longevidad, Hallar maneras de luchar contra esa «absorción» es la esen-
por lo general asociadas a las tradiciones monumentales de la cia del arte de Paik."
escultura, y la naturaleza transitoria de las imágenes electróni- Paik puede ser considerado como un «terrorista de las ex-
cas que normalmente transmiten los televisores con que están pectativas estéticas», pues destruye las funciones normales del
hechas sus esculturas. Así, la sustitución de «objetos reales» por televisor y «recanaliza» sus energías (y conexiones) en busca de
«teleobjetos» en su trabajo (desde TV Chair, en sus diversos posibilidades más liberadoras e imaginativas." Además, lo que
modelos, hasta TV Glasses) sigue el camino sin fin de las imáge- es muy significativo, ha ido en contra de la fibra de la lógica tec-
nes de la televisión hasta su inevitable conclusión, cuando ya no no dominante hoy en día, al explorar deliberadamente las posi-
se les presta atención ni se ven. Contra la imagen simple de la te- bilidades de la televisión de «baja fidelidad» ante el supuesto
levisión, Paik tiene varias armas; entre ellas «el hacha de la plu- poco cuestionado de que una imagen de alta fidelidad es, per se,
ralidad [y] el martillo de lo tangible». Su casi megalómana «mejor». En defensa de este enfoque, en su modo característica-
acumulación de televisores y radios en sus esculturas es mente faux-naif, Paik se refiere al enorme significado, en la his-
toria de la pintura, de la intervención del impresionismo en
una expresión de un sentido del humor que es muy literal, muy te- cuestiones de representación visual. Más de un siglo después de
rrenal y muy violento; porque [...] la proliferación de televisores Monet, el supuesto dominante de que la exactitud de alta fideli-
en las instalaciones de Paik re-presenta el [...] proceso de la satu- dad fetichizada por los propulsores de las nuevas tecnologías vi-
ración televisiva. Sin embargo, en esas instalaciones lo que se lle- suales es necesariamente la principal virtud en cuestiones de es-
na de imágenes no son los ojos o la mente, sino el espacio mismo, tética de la representación se expone, en realidad, como un
que está plagado de montañas de televisores." enfoque curiosamente retrógrado."
La estrategia característica de Paik de la «interrupción» o
El trabajo literal/escultórico de Paik y, en particular, su pues- subversión estética está bien demostrada en su obra Waiting for
ta en escena del televisor como objeto para ver y ver a través re- Commercials, de 1971, en la que un concierto de música clásica
242 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA
LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 243

es interrumpido muchas veces, después de unas pocas notas, para do», mientras que las cabezas de los padres están hechas con ra-
pasar los anuncios comerciales. Análogamente, en Global Groo- dios nuevas, mientras miran confiados hacia el futuro." Aquí,
ve (1973), en un sistema de televisión donde los segundos se ven- el diseño de los equipos antiguos, que en su tiempo eran vistos
den por miles de libras, el comentario de Paik sobre las suntuo- como elementos cruciales de modernidad o como «objetos del fu-
sas imágenes de vídeo recomienda a los espectadores no mirar turo», se ve, en el contexto donde los inserta Paik, como «fuera
hacia la pantalla, sino cerrar los ojos y escuchar la música suave, de moda» e incluso nostálgicos, es decir que remiten, entre otras
como si estuvieran otra vez en la época de la radio.' Esta ins- cosas, al rápido ritmo de transformación que sufren esas tecno-
trucción casi sacrílega apunta, precisamente, a negar la modali- logías." Como observa Hanhardt, «los robots están construidos
dad normal de la forma de expresión visual de la televisión." De con los restos industriales de la historia de los medios masivos;
forma similar, en Rembrandt Automatic (1963), el televisor está las radios y los televisores antiguos [...] expresan la expansión y
encendido, pero la pantalla está colocada cara abajo, en el suelo, la consolidación de la industria de la teledifusión». Como he sos-
de modo que la «negación» de la imagen (que deja sólo el sonido tenido más arriba, la consola de radio no sólo sirvió como pro-
y la luz centelleante que se escapa por los costados de la pantalla) totipo para el diseño del televisor, sino que también la expansión
altera radicalmente la relación que el espectador está habituado de la radio en los hogares norteamericanos se convirtió en el mo-
a mantener con el televisor.' Con este método, el acto de mirar y delo de la consolidación posterior de la red de televisión. Así, en
observar asociado a la televisión es, una vez más, destacado esas esculturas, la variedad de receptores de radio y televisión de
como una manera de explorar las propiedades fundamentales del diferentes épocas y estilos con que están construidos los distintos
medio. En cada caso, las «subversiones» de Paik operan como robots «añade una cuota de historia y nostalgia a la estructura-
metacomunicaciones que concentran nuestra atención en las pre- ción de los objetos, para sugerir las formas de expresión, el géne-
misas formales y estéticas, que nadie cuestiona, en las que se basa ro, la edad y la personalidad de los personajes»."
la institución de la televisión.' Estos robots no generan miedo, sino que son amigables, con
un encanto anticuado, en particular porque están hechos con ma-
teriales, como televisores domésticos, que nos son muy familia-
Familias robot res. Muchas personas ven la televisión en casa todos los días;
también grabamos nuestra vida familiar en vídeos que luego
Family of Robots es tal vez la secuencia de trabajos de Paik vemos en esos mismos aparatos domésticos. Por todas estas ra-
más desarrollada, y la que más se relaciona con el tema general zones, los miembros más bien excéntricos de la serie Family of
que tratamos aquí. En esa secuencia de tecnoesculturas antropo- Robots no generan los terrores de los monstruos inventados de
mórficas (1986), Paik construye un grupo familiar de figuras he- tiempos pasados, y su encanto está resaltado por el hecho de que
chas con televisores y radios de diferentes épocas. Cada figura es también parecen encontrar su «propio tipo» y llegar a formar
diferente: el abuelo tiene una pantalla central en el abdomen, una gran familia encantadora de un tipo que nos es más bien fa-
mientras que la madre tiene grandes caderas y antenas y el padre miliar, casi como si fueran nuestros ciberparientes no tan leja-
una cabeza muy grande que contiene ojos de televisor en minia- nos.' Desde este punto de vista, a Paik se le puede considerar
tura. El bebé, en cambio, está construido con televisores de alu- como una suerte de «etnógrafo del vídeo» que documenta, en
minio modernos y colocado juguetonamente en un receptáculo un estilo metafórico y figurado, las cambiantes relaciones de la
para televisor antiguo, enorme.' Cada robot del grupo tiene ca- familia contemporánea en sus tecnologías domésticas. En las pá-
racterísticas generacionales: los «abuelos» tienen cabezas hechas ginas que siguen abordaré estas cuestiones del simbolismo de las
con viejos aparatos de radio, lo que indica que «viven en el pasa- tecnologías en relación con las tecnologías actuales.

244 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 245

Notas 15. Ondina Leal, 1990, «Popular Taste and Erudite Repertoire:
The Place and Space of Television in Brazil», Cultural Studies, n.° 4.
1. John Ellis, 1982, Visible Fictions, Londres, Methuen, p. 162. 16. Leal, ibíd., pp. 21 y 23.
2. R. Barthes, 1977, «Upon Leaving the Movie Theatre», en su 17. El trabajo de James Lull sobre cómo se ve la televisión en
Image-Music=Text, Londres, Fontana, p. 38. China muestra los mismos patrones de ubicación del televisor en los
3. Ellis, ibíd., p. 160. hogares pobres: véase James Lull (ed.), 1988, World Families Watch
4. Véase R. Williams, 1974, Television, Technology and Cultural Television, Londres, Sage, y James Lull, 1995, China Turned On, Lon-
Form, Londres, Methuen. dres, Routledge.
5. Citado en William Boddy, 1984, «The Shining Centre of the 18. Humphrey Spender, que describe el trabajo sobre «Mass Ob-
Home: The Ontology of Television», documento para la International servation» en Bolton, en 1937, en The Long Summer: Linos and
Television Studies Conference, Londres, p. 10. Lightbulls, TX Canal 4, mayo de 1993.
6. L. Spigel, 1986, «Ambiguity and Hesitation: Television and 19. Tim O'Sullivan, 1991, «Television Memories and Cultures of
the Housewife», documento para la International Television Studies Viewing 1950-1965», en J. Comer (ed.), Popular Television in Bri-
Conference, Londres, 1986; L. Spigel, 1992, Make Room for Televi- tain, Londres, British Film Institute. Véanse también mis comentarios
sion, Chicago, Ill.: University of Chicago Press; véase también M. Ha- sobre el trabajo de Shunya Yoshimi sobre la televisión en Japón, capí-
ralovich, 1988, «Suburban Family Sitcoms and Consumer Product tulos 4 y 5.
Design», en P. Drummond y R. Paterson (eds.), Television and its Au- 20. Charlotte Brunsdon, 1991, «Satellite Dishes and the Lands-
diences, Londres, British Film Institute. capes of Taste», New Formations, n.° 15, p. 38.
7. Citado en Boddy, ibíd., p. 10. 21. London Evening Standard, 12 de julio de 1989, citado en
8. M. Geller (ed.), 1990. From Receiver to Remote Control: The Brunsdon, ibíd., p. 26.
Television Set, Nueva York, New Museum of Contemporary Art, p. 7. 22. Leith, citado en Brunsdon, ibíd., p. 33; T. Veblen, 1889, The
Véase también Paik, más adelante, sobre este tema. Theory of the Leisure Class, Nueva York.
9. M. Lavin, 1990, «Television Design», en M. Geller (ed.), From 23. Richard Dienst, 1994, Still Life in Real Time: Theory After
Receiver to Remote Control: The Television Set, Nueva York, New Television, Durham, MC, Duke University Press, citado en John
Museum of Contemporary Art, pp. 85 y 89. Harnhardt, 2001, The Worlds of Nam June Paik, Nueva York, Museo
10. Conrad, citado en K. Robins y E Webster, 1986, «Broadcas- Guggenheim, p. 248. [Trad. cast.: Los mundos de Nam June Paik, Bil-
ting Politics», Screen, n.° 27, pp. 3-4. bao, Fundación del Museo Guggenheim, 2001.]
11. S. Bathrick, 1990, «Mother as television Guide», en M. Ge- 24. Viola, citado en Chris Darke, 1993, p. 26.
ller (ed.) From Receiver to Remote Control: The Television Set, Nue- 25. John Hanhardt, 1990, «The Anti-Television», en M. Geller
va York, New Museum of Contemporary Art; Spigel, ibíd. (ed.), From Receiver to Remote Control: The Television Set, Nueva
12. Spigel, 1990, «The Domestic Gaze», en M. Geller (ed.), From York, New Museum of Contemporary Art, p. 113.
Receiver to Remote Control: The Television Set, Nueva York, New 26. John Hanhardt, 2000, The Worlds of Nam June Paik, Nueva
Museum of Contemporary Art, p. 12. York, Museo Guggenheim, p. 107.
13. Citado en Jane Root, 1985, Open the Box, Londres, Come- 27. Paik, citado por Hans-Werner Schmidt, 1993, «Anti-thesis
dia, p. 39. and Sandwich», en Toni Stooss y Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik:
14. E. Long, 1990, «A Member of the Family» en M. Geller (ed.), Video Time — Video Space, Nueva York, Harry Abrams Publishers, p.
From Receiver to Remote Control: The Television Set, Nueva York, 91; véase también el trabajo histórico de Wolfang Schivelbusch sobre
New Museum of Contemporary Art, p. 53. Véanse también mis co- la transformación de la ciudad decimonónica por la invención de la
mentarios en el capítulo 3 sobre el «viaje» doméstico del teléfono y, en luz eléctrica en 1995, Disenchanted Night: The Industrialisation of
el capítulo 4, sobre el trabajo de Anna McCarthy acerca de la «televi- Light in the Nineteenth Century, Berkeley, California, University of
sión ambiente». California Press.
246 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA LA TELEVISIÓN: NO TANTO UN MEDIO VISUAL COMO UN OBJETO VISIBLE / 247

28. Toni Stooss, 1993, «Notes on an Exhibition», en Toni Stooss 46. Herzogenrath, ibíd., p. 15.
y Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video Space, 47. Nicky Hamlyn, 1988, «The Far Side of the Screen», The
Nueva York, Harry Abrams Publishers, p. 12. Guardian, 10 de octubre.
29. John Hanhardt, 1993, «Non-Fatal Strategies», en Toni Stooss 48. Herzogenrath, ibíd., p. 27.
y Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video Space, 49. Véase Sunya Yoshimi, «The Three Sacred Things», ibíd.
Nueva York, Harry Abrams Publishers, p. 79; véase R. Williams, 50. Hanhardt, 2000, ibíd., pp. 175-180.
ibíd., 1974. 51. Herzogenrath, ibíd., p. 29.
30. Wolfang Dreschler, 1993, «Sonatine for Goldfish», en Toni
Stooss y Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video
Space, Nueva York, Harry Abrams Publishers, p. 48.
31. Park citado en Stooss, ibíd., 17. Véase en el capítulo de la
conclusión mi análisis del trabajo de Latour.
32. Paik, 1993, «Sixtina Electronica», en Toni Stooss y Thomas
Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video Space, Nueva
York, Harry Abrams Publishers, p. 76.
33. Edith Decker, 1993, «Hardware», en Toni Stooss y Thomas
Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video Space, Nueva
York, Harry Abrams Publishers, p. 70.
34. Handhart, 2001, ibíd., pp. 154, 161 y 181.
35. Schmidt, ibíd., p. 89.
36. Wolfang Herzogenrath, 1988, Nam June Paik, Londres,
Hayward Gallery, p. 27.
37. Handhart, 2000, ibíd., pp. 213 y 231.
38. Paul-Emmanuel Odin, 1993, «Stasis and Ecstasy: On Paik
the Invincible», en Toni Stooss y Thomas Kellein (eds.), Nam June
Paik: Video Time - Video Space, Nueva York, Harry Abrams Publi-
shers, p. 130.
39. Hanhardt, 2000, ibíd., p. 29.
40. 0-Ryong Lee, 1993, «The Art of Communication», en Toni
Stooss y Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video
Space, Nueva York, Harry Abrams Publishers, p. 128.
41. Alan Kaprow, 1993, «Nam June Paik», en Toni Stooss y
Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video Space,
Nueva York, Harry Abrams Publishers, p. 114.
42. Douglas Davis, 1993, «Electronic Wallpaper», en Toni Stooss
y Thomas Kellein (eds.), Nam June Paik: Video Time - Video Space,
Nueva York, Harry Abrams Publishers, p. 119.
43. Véase también Paik, The Best Television is No Television at
All.
44. Schmidt, ibíd., p. 89.
45. Hanhardt, 2001, ibíd., p. 35.
6. TECNOLOGÍAS MÁGICAS

LO NUEVO, LO BRILLANTE Y LO SIMBÓLICO

Como hemos visto, por lo general los enfoques convencio-


nales del estudio de la tecnología dejan mucho que desear, en
particular porque se concentran exclusivamente en las funciones
supuestamente racionales de la tecnología. Esa perspectiva tien-
de a hacer una ecuación simplista entre la modernidad y la efi-
ciencia racional, la ciencia y la tecnología, y a descuidar todas
las dimensiones simbólicas de las tecnologías contemporáneas.
Un punto de partida alternativo lo ofrece el trabajo de Hermann
Bausinger en el olvidado ámbito de la etnología, que en el Reino
Unido se equipara probablemente con el ámbito, también olvi-
dado, de los «estudios sobre el folk». El trabajo de Bausinger
Folk Culture in a World of Technology se publicó por primera
vez en Alemania en 1961, pero no se tradujo al inglés sino en
1990 y sigue siendo poco conocido en el mundo académico an-
glófono. Su argumento central es que, en realidad, la cultura
folk está sana y salva en la sociedad tecnológica moderna, por lo
cual necesitamos, según él sostiene, un Volkskunde del presente,
si deseamos comprender todas las importantes continuidades
entre la sociedad tradicional y la modernidad.'
El otro argumento de Bausinger es que lo primero que debe-
mos evitar es la división binaria profundamente engañosa en la
que sigue atrapado gran parte del trabajo científico social en
la actualidad, en la que el mundo tecnológico racional, secular y
rápidamente cambiante de la «modernidad» se opone al mundo
irracional, ritualista y estático de la «sociedad tradicional». 2 En
el contexto británico, su trabajo tiene importantes paralelismos
con el del musicólogo A. L. Lloyd, quien se refirió a la medida
en que las tradiciones de la canción y el relato folk, lejos de ha-
ber desaparecido con la muerte de la sociedad agraria, siguen
250 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA TECNOLOGÍAS MÁGICAS: LO NUEVO, LO BRILLANTE Y LO SIMBÓLICO / 251

siendo una parte vital de la cultura industrial, y también con


el trabajo contemporáneo sobre las culturas folk de etnógra-
fos/artistas como Jeremy Deller. 3
El punto clave es que las sociedades tradicionales nunca fue-
ron estáticas, sobre todo porque una tradición estática muere
muy rápidamente si no logra adaptarse al contexto cambiante
que la rodea. El mejor ejemplo de esta cuestión tal vez sea la his-
toria (apócrifa) de un antropólogo en África occidental en los
años sesenta, a quien se le preguntó cómo podía distinguir entre
las tradiciones «vivas» auténticas de las danzas tribales y las que
habían sido reinventadas instrumentalmente por el Estado local
como atracciones turísticas. Su respuesta fue que era relativamen-
te fácil distinguir entre esos dos fenómenos, pues todo dependía
de si los trajes para las danzas llevaban cremalleras modernas o
«tradicionales» hechas con lazos de cuero y dientes de animales.
En su opinión, dada su mayor comodidad, sólo los trajes que lle-
vaban cremalleras modernas podían comprenderse como parte
de una tradición viva, mientras que el uso fetichista de las cre-
malleras supuestamente «tradicionales» (pero menos prácticas)
hechas de cuero y dientes era claramente una indicación de falta
de autenticidad. En relación con la incorporación de materiales
«extranjeros», como tuberías de PVC o cables eléctricos en de-
suso en formas artísticas tradicionales, Laura Mulvey observa
acertadamente «la facilidad con que los pueblos nativos [han
adoptado] y hecho uso de las tecnologías y los materiales nue-
vos», que llegaron a su país del exterior.'
En general, el arte africano contemporáneo para turistas se
apropia de los signos de la tecnología moderna como una forma
de simulación de la riqueza, el progreso y el dominio que repre-
senta. Así, los objetos ritualistas suelen ser adornados con los
artefactos de la tecnología occidental: relojes, espejos, repuestos
de vehículos y gafas de sol. En relación con esta cuestión, Benet-
ta Jules-Rosette observa: «en el caso del culto a "Mama Wati"
en Nigeria, se puede encontrar en el altar un poste tallado con
un cable atado que representa la línea de teléfono utilizada por
la diosa espiritual para comunicarse con sus fieles». 5 De modo Ilustración 6. Aldeana del norte de Tailandia tejiendo un atuendo tra-
que también es común hallar imágenes de automóviles, aviones, dicional, mientras ella lleva puesta una camiseta de Benetton. Foto de
teléfonos o incluso ordenadores tallados en madera en estilos Alice Cartner-Morley, 1998.
252 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA
TECNOLOGÍAS MÁGICAS: LO NUEVO, LO BRILLANTE Y LO SIMBÓLICO / 253

«tradicionales». En este proceso de traducción cultural, a pesar tio web más popular en el Reino Unido es Friends Reunited,
de que los objetos suelen estar teñidos de cierto pathos, como que, como deja entrever el título, permite que las personas se re-
observa Jules-Rosette, su finalidad es transmitir un aura de pro- encuentren con viejos amigos de la escuela; se trata, sin duda, de
greso y cambio. En realidad, en cierto sentido esas imágenes fe- un proyecto fundamentalmente nostálgico, aunque utiliza una
tichistas prometen «los poderes que la tecnología confiere sin «alta tecnología». En 2003 el sitio ya tenía ocho millones de miem-
ninguna de sus limitaciones. Los teléfonos y las radios de made- bros; más que el número de miembros de sindicatos o de per-
ra no necesitan reparación». 6 Al revés, se podría sostener que el sonas que asisten a misa por semana en el Reino Unido.' Los si-
proceso interminable de «actualización» en que están inmersos tios web que han abierto los inmigrantes turcos en toda Europa
muchos de los usuarios de las últimas tecnologías en el mundo para facilitar los «matrimonios por conveniencia» demuestran
rico no es menos mágico. Con frecuencia son incapaces de utili- la misma capacidad de las viejas tradiciones de utilizar las nue-
zar plenamente todas las funciones que ofrecen sus teléfonos vas tecnologías para sus propios fines. Análogamente, ahora
móviles o sus ordenadores portátiles, y su deseo de tener la ver- muchos jóvenes musulmanes en el Reino Unido utilizan Internet
sión «actualizada» tal vez se comprenda mejor como un deseo como un medio virtual, seguro (y, lo que es muy importante
de poseer las cualidades mágicas asociadas a la «novedad». dentro de su comunidad, «respetable») para eludir las prohibi-
El argumento de que la tradición no debe confundirse con ciones tradicionales de reunirse con miembros del otro sexo sin
una suerte de campo estático de «herencia» que ha de defender- que nadie los vigile, antes de la boda, a través de sitios web como
se contra todo cambio es bien explicado por el periodista David muslimmatch.com y muslim-marriages.co.uk . Las nuevas tec-
Aaronovitch, cuando observa que le pareció muy irónico cuando nologías, como el teléfono móvil, también pueden servir para
su ordenador le preguntó si quería «guardar» los cambios que sostener las relaciones más tradicionales, como pusieron en evi-
había hecho en el texto que estaba escribiendo sobre la natura- dencia las celebraciones del Año Nuevo en el Reino Unido en
leza fluida y siempre cambiante de la tradición. Como dice Jim- 2003, cuando los usuarios de teléfonos móviles sobrecargaron
mie Durham, las tradiciones existen y son guiadas por las con- todo el sistema, casi hasta hacerlo colapsar, enviándose 120 mi-
venciones, la más importante de las cuales es el dinamismo llones de los tradicionales saludos de fin de año a través de men-
como modo de respuesta a los cambios constantes en el entorno; sajes de texto.'
es decir, que «la adaptabilidad y la inclusión de las nuevas ma- Las nuevas tecnologías, como el teléfono móvil, también
neras y los nuevos materiales es una tradición». Este aspecto han incorporado usos religiosos: los católicos pueden suscribir-
también es ejemplificado por Kathryin Ticknell, cantante folk se a un servicio que les envía un mensaje diario del Papa todos
británica, quien explica que, en sus gaitas de Nortumbria tradi- los mediodías, y los musulmanes pueden descargar un tono de
cionales, ahora los fuelles están conectados a los tubos del «ca- llamada islámico del canto «Recemos a Alá» o programar su te-
ramillo» por lo que ella describe como la «pieza tradicional de léfono que les de un aviso regular de salaat, recordándoles la
la manguera de goma de la lavadora», pues es más práctica y efi- hora de la oración. 1° El libro de Thomas Friedman, The Lexus
ciente que cualquier otro material más antiguo.' and the Olive Tree, muestra una foto impresionante de un judío
hasídico que presiona su teléfono móvil contra las piedras del
Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, con la leyenda «Shimon
Nuevas tecnologías para los mismos fines Biton coloca su teléfono móvil en el Muro de las Lamentaciones
o
o para que un pariente en Francia pueda orar en el sitio santo »."
Incluso las últimas tecnologías siempre pueden adaptarse —o Evidentemente, el teléfono móvil no sólo se puede utilizar
domesticarse— para cumplir fines muy tradicionales. Ahora el si- para usos religiosos tradicionales. Así, Reuters informó recien-
254 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA TECNOLOGÍAS MÁGICAS: LO NUEVO, LO BRILLANTE Y LO SIMBÓLICO / 255

temente que, en China, actualmente se suelen quemar modelos de la Limpieza de Tumbas, llamado Qing Ming.' Sin duda, en
de teléfonos móviles en papel, junto con otras ofrendas simbóli- este contexto toda concepción de la tradición como ámbito es-
cas, para honrar a los ancestros, y que mucha gente también tático, que luego es transformado por las nuevas tecnologías,
quema velas virtuales, envía flores digitales y muestra diversas será de poca utilidad; lo que necesitamos, en cambio, es analizar
formas de «duelo por Internet» en cementerios en línea en el Día cómo las tradiciones vivas incorporan las nuevas tecnologías.

Perspectivas antropológicas: fetichismo y totemismo

Al tratar de comprender cómo vivimos y trabajamos con las


tecnologías, lo último que deberíamos hacer es cometer el error
de imaginar que los medios y las tecnologías de comunicación
son deseados, consumidos y utilizados sólo para sus fines fun-
cionales, por más «maravillosos» que éstos, cada vez más, pa-
rezcan. Como hemos visto antes, todo lo que la antropología del
consumo material nos dice indica que, más allá de sus usos prác-
ticos, las tecnologías de la comunicación suelen tener significa-
dos simbólicos que también los hacen funcionar como tótems y
fetiches poderosos para sus propietarios. Como he sostenido,
esto es demostrado por el trabajo de O'Sullivan sobre el televi-
sor como un signo de modernidad en el discurso de los años
cincuenta en el Reino Unido; hoy en día, por lo general el orde-
nador cumple una función similar. Los objetos materiales, como
el teléfono móvil, los reproductores portátiles de MP3, los iPods
y los ordenadores portátiles, pueden verse como los tótems de
las «tecnotribus» actuales. Las cuestiones que ello pone en jue-
go fueron satirizadas por el artista holandés conocido como Pii
en su exhibición en Londres en 2005, donde mostró modelos de
ordenadores portátiles de bronce que contenían granos genéti-
camente modificados y un sustituto del iPod tallado en madera.
Según el artista, ese «PiiPod» no sólo resolvía potencialmente el
problema de las «pijadas» relacionadas con el MP3 y el riesgo
de sordera por estar «específicamente diseñado para no poder
ejecutar archivos de música y sonido», sino que al mismo tiem-
po daba al usuario el «estilo» requerido, pues producía un bul-
Ilustración 7. Judío hasídico con teléfono móvil en el Muro de las La- to visible con la medida exacta de un iPod en el bolsillo.'
mentaciones. Foto de Menahem Kahana, Agencia France Press. Cor- El gobierno de los talibanes en Afganistán también com-
tesía de Getty Images. prendió el poder del simbolismo tecnológico cuando colgó tele-
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visores de los árboles, como símbolo poderoso de la indeseada El simbolismo tecnológico: la televisión, la enciclopedia y
«occidentalización» de su país. Sin embargo, como demuestra el ordenador
el ejemplo del iPod, ésta no sólo es una cuestión de prácticas
culturales extrañas en lugares «primitivos». En sus estudios so- En su colección sobre los usos contemporáneos de la tecno-
bre propietarios occidentales de colecciones de vídeos, DVD o logía, Silverstone y Hirsch hacen la observación esencial de que
discos láser, tanto Uma Dinsmore corno Barbara Klinger han debemos ver el significado de las tecnologías en la sociedad
demostrado que el significado de esas colecciones no es tanto moderna como «objetos tanto simbólicos como materiales [...]
que ofrecen la posibilidad de volver a ver las películas cuantas incorporados crucialmente en la estructura y la dinámica de la
veces uno quiera como que permiten construir la identidad del cultura de consumo contemporánea». Si esto es cierto para to-
coleccionista (por ejemplo, corno persona con gustos formados, dos los objetos, también lo es que, en las diferentes etapas histó-
lo que se evidencia por la presencia, en la colección, de los «clá- ricas, alguna tecnología en particular cumple la función simbó-
sicos» obligados) o hacer una declaración sobre su autoimagen lica de ser lo que Barthes llamó el «objeto superlativo» de su
y sus gustos y aspiraciones culturales («éstas son las películas época.' Al respecto, Barthes mencionó el automóvil como el
que me gustan y, a partir de mi colección, podéis ver qué tipo de objeto superlativo de los años cincuenta. Como sabemos, en
persona soy»). muchos países esa carga simbólica ha estado, en el plano do-
Basándose en el ensayo de Benjamin sobre la «emoción de méstico, en el triunvirato del televisor, el refrigerador y la lava-
la adquisición» y el encantamiento del «círculo mágico» cons- dora, y tal vez podríamos pensar que las tecnologías digitales de
tituido por toda biblioteca o colección de libros privadas, y en nuestro tiempo son sus equivalentes contemporáneos.
las observaciones de Baudrillard sobre «la pasión por la pro- Paralelamente con el trabajo de Spigel sobre la historia del
piedad privada» en lo que se refiere a los objetos cotidianos, ingreso de la televisión en el hogar norteamericano y el trabajo
Klinger analiza las diversas dimensiones de satisfacción dis- de O'Sullivan sobre la televisión en el Reino Unido, Shunya Yo-
ponibles para el coleccionista ávido. Por ejemplo, una de esas shimi ha investigado el papel simbólico crucial que cumplió la
formas hace que el coleccionista parezca que ingresa en el mun- adquisición del televisor en el desarrollo de la cultura de consu-
do secreto, detrás de la escena, de la realización de una pelícu- mo en Japón en el período de posguerra." Yoshimi traza la his-
la, y de ese modo es parte de las formas del «conocimiento del toria de la campaña de Seikatu Kaizen para «una mejor calidad
iniciado» impartidas por la «Edición Especial» o las «Escenas de vida» en Japón a comienzos del siglo xx, que incluyó ideas de
del Director» de una película en particular. Otra forma son transformación social derivadas de la Revolución rusa junto con
los placeres más tecnófilos de la estética del hardware, que fe- nociones influenciadas por Occidente de innovación tecnológica
tichiza aspectos como la velocidad del desplazamiento de las y racionalización derivadas del fordismo. En el período poste-
imágenes de una película o la calidad del sonido. En ambos rior a la Segunda Guerra Mundial, el énfasis de esas campañas
casos, el placer del contenido o el significado de la película pasó de su enfoque inicial en la producción industrial al uso de
son sólo parte de la historia para los miembros del grupo cada los implementos eléctricos en la esfera doméstica. En ese con-
vez más numeroso de «coleccionistas serios», cuyas coleccio- texto, en los años cincuenta ese movimiento se inspiró en el
nes están impregnadas de las poderosas formas de la magia simbolismo tradicional del Sanshu no Jingi (Los tres tesoros sa-
personal." grados) del emperador japonés —espada, joyas, espejo— y lo trans-
firió, domésticamente, en el tríptico de la televisión en blanco y
negro, la lavadora y el refrigerador, como los tesoros sagrados
en el repertorio simbólico de la cultura de consumo japonesa en
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este último período. Por supuesto, ese tipo de discurso debe ser sos volúmenes color borgoña eran como América para mí» (la
históricamente móvil por definición. Más recientemente, la pren- cursiva es nuestra). A Raslan le pareció que el nombre de la en-
sa comercial japonesa ha difundido artículos que anuncian que ciclopedia era confuso: «Britannica, [...] no británica»; como le
los nuevos «tres tesoros sagrados» de la era digital son el moni- explicó su madre, decididamente ahora no era británica, a pesar
tor de plasma del televisor, el grabador de DVD y la cámara di- de que alguna vez lo había sido. Recuerda también que, más tar-
gital, fenómeno que, sin duda, no es específico de Japón.' de, se preguntaba cómo podría haber cometido semejante error:
En el pasado, el símbolo del conocimiento solían ser la enci- «de ninguna manera algo tan vasto, detallado y abarcador como
clopedias que, por lo menos en el Reino Unido, se vendían puer- la enciclopedia podría venir de Inglaterra [...] Inglaterra estaba
ta a puerta, sobre todo en las zonas más pobres, donde vivían las demasiado fatigada [...] era pequeña, vieja y tradicional»."
personas con un menor nivel de educación formal, como una Naturalmente, los productores de la Britannica también son
forma de conocimiento en oferta. La posesión doméstica de muy sensibles a las dificultades de la decadencia del prestigio de
una enciclopedia —sobre todo una prestigiosa como la Enciclo- lo impreso y están haciendo muchos esfuerzos para volver a co-
pedia Británica— luego funcionaba como un signo de que el «co- mercializarla de forma computarizada, dado que ahora se cree
nocimiento» había entrado en una casa en particular, al menos que esas tecnologías, en lugar de las impresas, son el envase ade-
en apariencia (o autoimagen) y que sus habitantes estaban «sal- cuado de las últimas formas del conocimiento científico. En
vados» de la ignorancia. Éste es un territorio complejo, puesto realidad, en los últimos años se han vendido ordenadores para
que una de las funciones principales de la enciclopedia era la ex- uso doméstico como la tecnología clave para el acceso al cono-
hibición: orgullosamente se colocaban los libros recubiertos de cimiento. En el contexto de poderosos discursos públicos sobre
cuero en las estanterías de la mejor sala de la casa, donde pudie- la importancia de las competencias en informática para salvar a
ran ser admirados por las visitas. En realidad, esa función se los niños de la cólera de los dioses de la inempleabilidad, el or-
cumplía de manera bastante satisfactoria, aunque ningún miem- denador ha desplazado a la enciclopedia como el principal sím-
bro de la familia consultara las páginas de la enciclopedia, por bolo doméstico del conocimiento independientemente, una vez
más que tuviera la mejor intención de hacerlo. En esa época, la más, de cómo y con qué fines, además de los juegos electrónicos,
tecnología de lo impreso aún gozaba de cierto privilegio como de hecho se puede utilizar."
la forma aceptada de materialización del conocimiento, sobre Hace poco recibí en mi hogar una invitación de British Tele-
todo en la forma de libros de tapa dura. Además, la Enciclope- com para formar una escuela privada (con papel en relieve inclui-
dia Británica gozaba de un estatus particular, basado en el papel do) en mi propia dirección, suscribiéndome al servicio educativo
históricamente importante de Gran Bretaña y su imperio en la de BT por banda ancha. Según indicaba la publicidad, sólo co-
difusión del conocimiento científico y la «civilización» en todo nectándome a esa tecnología podría resolver inmediatamente
el mundo. Hoy en día, el estatus de las obras impresas y el de los problemas educativos de mis hijos, pues «los niños logran
Gran Bretaña han dejado de ser lo que eran, y el estatus de los mejores resultados cuando la enseñanza es más divertida, y na-
libros de tapa dura de la Enciclopedia Británica ha decaído con- die logra que la enseñanza sea tan divertida como BT». El folle-
secuentemente. to sostenía con convicción que, con ese método, mis hijos ten-
En cuanto a la manera en que la decadencia histórica de drían «acceso inmediato al conocimiento que necesitan, cuando
Gran Bretaña se reflejaba en el estatus de la Enciclopedia Britá- lo necesitan», y que aparentemente la tecnología tiene los pode-
nica, Karim Raslan recuerda el día en que, de niño, fue deposita- res mágicos (en mi opinión, algo curioso) de «hacer que la geo-
da una caja de madera que contenía los veintitrés volúmenes en metría sea excitante, mediante la descarga de películas sobre
la puerta de su casa en Kuala Lumpur. Recuerda que «los grue- las pirámides». Evidentemente, todo esto se basa en una teoría
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pedagógica bastante simplista, pero el atractivo simbólico de la esté usando, comunica la identidad cultural particular que el
modernización de la aburrida tarea de obtener conocimientos, propietario ha elegido para él. A través de ella, ese propietario
convirtiéndola en una serie de juegos de «edutenimiento» basa- desea distinguirse de los demás. Como reconoce Negroponte,
dos en la última tecnología, tiene un claro atractivo de mercado ahora se puede esperar que el teléfono móvil tenga una «perso-
sobre todo, tal vez, en hogares donde los mismos padres carecen nalidad» que hace que el artefacto no sólo parezca útil, sino
de capital educativo y sienten que un gasto de ese tipo es una también «entretenido, relajante, fácil de usar y menos [...] me-
manera simple de suplir esa falta en beneficio de sus hijos. Di- cánico [solamente menos]» . 21
chas actitudes no son, de ningún modo, privativas del Reino Este aspecto está bien ilustrado en el trabajo del fotógrafo
Unido: en algunas partes de China parece que cada vez es más Martin Parr quien, en su Phone Book, ha documentado las ma-
deseable que las casas tengan un cuarto (o cualquier otro lugar) neras particulares en que el teléfono móvil se utiliza en diversos
dedicado al ordenador, donde se pueda exhibir como un símbo- contextos en el mundo (cómo se exhibe o se oculta, las poses ca-
lo de los logros (o aspiraciones) del hogar, incluso aunque los racterísticas y las maneras culturalmente variables en que el
padres que lo compraron para sus hijos no tengan idea de cómo usuario se detiene o camina cuando lo utiliza, así como las múl-
funciona. tiples maneras posibles de personalizarlo y decorarlo). Análoga-
mente, Larissa Hjorth ha hecho un estudio de la decoración
«personalizada» de teléfonos móviles en Japón entre los jóve-
Símbolos móviles e iconos de movilidad nes, que personalizan sus teléfonos por medio de diversos ob-
jetos decorativos, desde «mascotas» comerciales hasta objetos
De todos los objetos técnicos de nuestra era, el teléfono mó- naturales, como plumas y guijarros. Estas cuestiones son com-
vil tal vez sea el que actualmente lleva la carga simbólica más pe- plejas, sin duda; Hjorth analiza una moda que existía en el mo-
sada. Evidentemente, esto está relacionado con el hecho de que mento en que realizó su estudio: en Japón, las jóvenes lesbianas
ese artefacto, en sus versiones más sofisticadas, se está convir- adornaban sus móviles con símbolos kawaii (bonitos), como
tiendo rápidamente en el centro de nuestras comunicaciones «Helio Kitty», que convencionalmente se relegan como símbo-
electrónicas, no sólo por las llamadas telefónicas y los mensajes los de la cultura kitsch conformista pero que, en el contexto sub-
de texto, sino también por el acceso al correo electrónico y otras cultural que era su objeto de estudio, representaban un mensaje
actividades por ordenador, como encontrar un recorrido en un público más complejo acerca de la sexualidad de la propietaria
ciudad que uno no conoce a través del sistema GPS. Sin embar- del teléfono.'
go, el teléfono móvil cumple muchas funciones tanto simbólicas El teléfono móvil ha funcionado con frecuencia, en los últi-
como prácticas. No sólo es el objeto más caro que habitualmen- mos tiempos, como un símbolo poderoso del estatus de su pro-
te las personas llevan en las sociedades modernas, ricas, sino que pietario: «Una exhibición glamorosa de poder y eficiencia». Así,
también es el «icono de lo nuevo», como dice Jon Agar.' los primeros teléfonos móviles del período simbolizan el espíritu
Del mismo modo que, como hemos visto, la colección de ví- de competencia de los años ochenta, de modo que «el teléfono
deos o de DVD dice algo respecto a su propietario, también lo móvil de tipo ladrillo pegado a la oreja se convirtió en parte del
hacen, inevitablemente, otras pertenencias y tecnologías que consumo sin tapujos exhibido por las personas ambiciosas de la
usamos. Hoy en día, el teléfono móvil de una persona puede ex- ciudad, [...] uno de los [...] ornamentos del yuppie».23 Se ha di-
hibir una calcomanía y, por medio de su estilo particular (sim- cho que en Ghana el teléfono móvil es un símbolo de estatus tan
ple, plateado, sin adornos, de tipo «negocios» o con inscripcio- esencial, sobre todo entre los grupos más desfavorecidos, que las
nes y colgantes de estrellas del pop), aunque esa persona no lo personas hacen sacrificios económicos enormes en otros aspec-
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tos para tener un móvil, incluso cuando viven con magros pre- líquida», vemos imponerse una lógica simbólica particular, en la
supuestos; cuando no pueden comprarse un teléfono, llegan in- que las tecnologías portátiles o miniaturizadas cumplen un pa-
cluso a pasearse por las calles con una imitación, para evitar ser pel crucial. Como él dice, «la fluidez es [ahora] la principal fuen-
vistos sin un móvil. Y, al revés, en una sociedad rica como Fin- te de fuerza e invencibilidad; [...] ahora lo más pequeño, livia-
landia, las cosas suceden de manera diferente; así, después del no, portátil, es lo que denota adelanto y progreso »." Un buen
entusiasmo inicial por los teléfonos móviles a mediados de los ejemplo de este argumento es el de un anuncio de la última ge-
años noventa, hacia finales de esa década el hecho de no mos- neración de teléfonos móviles que difunde la televisión britá-
trarse en público con un teléfono móvil se convirtió en un sím- nica, donde también se muestra un teléfono de la vieja genera-
bolo inverso de estatus entre grupos de moda en Helsinki.' ción, que ya no se puede usar precisamente porque, debido a su
Sin embargo, como observa Olalquiaga, el teléfono móvil, apariencia torpe, se ha convertido en un objeto embarazoso
como todos los símbolos, también es vulnerable a los procesos para su propietario.
de lo que ella llama el canibalismo cultural. Cuenta, por ejem- Por supuesto, cuando uno reconoce que los teléfonos móvi-
plo, que durante una de las peores crisis de las telecomunicacio- les operan no sólo conforme a la tecno-lógica, sino también en
nes en la historia reciente de Venezuela, a comienzos de los años los ámbitos simbólicos, no sorprende que la dinámica principal
noventa, hasta el punto de que no se podían hacer llamadas te- de la industria de la moda también entre en juego; por ello, la van-
lefónicas y el teléfono móvil no podía utilizarse, muchas mujeres guardia de la última temporada bien puede forjarse con la moda
(sobre todo de estatus bajo) que no podían permitirse el lujo de retro de esta temporada. En un proceso similar de inversión sim-
tener un teléfono móvil comenzaron a llevar bolsos de mano que bólica al de los finlandeses, que señalan su estatus vanguardista
tenían la forma de teléfono celular, como accesorio de moda. mediante su negativa a llevar un teléfono móvil, algunos jóvenes
Como Olalquiaga observa, en ese gesto el teléfono móvil, como modernos de Nueva York se han construido teléfonos móviles
«el icono vanguardista del momento», que en esa época en Ve- «retro» que evidentemente son, para los estándares actuales,
nezuela era privativo de los hombres ricos, pero que entonces muy grandes, poco prácticos y anticuados. Estos fanáticos de la
«carecía de toda conexión significativa con el aparato de pro- tecnología retro declaran irónicamente su «distinción» simbóli-
ducción e intercambio y, por lo tanto, estaba reducido a una car- ca canibalizando un trozo de la «vieja» tecnología (un tubo an-
casa electrónicamente impotente», fue satirizado por su degra- ticuado pegado al cuerpo de un nuevo teléfono móvil o, menos
dación graciosa y «objeto de burla constante por parte de los ambiciosamente, un tono de llamada anticuado en un teléfono
hombres, que lo consideraban como el bolso de mano de las mu- nuevo) en un modo muy visible de exhibición simbólica de lo
jeres». A veces, esos procesos de canibalismo cultural también «chic analógico» que reduce sutilmente las presunciones de la neo-
pueden cobrar una dimensión política más explícita. Así, en Chi- filia tecnológica.'
na, como sostiene Rey Chow, a veces el walkman ha funcionado
como símbolo de repliegue personal y disconformidad respecto
al espacio público regulado de una sociedad totalitaria.' El teléfono móvil: ¿el objeto más deseable o el último
Sin embargo, más allá de este tipo de estudio detallado de talismán del orden?
los simbolismos específicos en juego en contextos culturales par-
ticulares, también se pueden hacer observaciones más generales En un sentido podría decirse que el teléfono móvil es ahora,
acerca del tipo específico de objetos tecnológicos que simbolizan en términos de McLuhan, lo que fue el automóvil en un período
mejor los valores de una época dada. Zygmunt Bauman ha sos- anterior: «Una prenda sin la cual nos sentimos inseguros, des-
tenido que, en el período actual de lo que él llama «modernidad nudos e incompletos en el entorno urbano »." George Myerson
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sostiene que «el teléfono móvil es el objeto que más estrecha- móvil era vivido como una de las formas más dolorosas de pri-
mente encierra el espíritu de nuestro entorno cambiante. Si uno vación social: «Para los varones, los teléfonos eran un apoyo in-
desea asegurarse de que pertenece al nuevo siglo, debe tener ese dispensable. No tener el teléfono era, según manifestaron, uno
objeto en la mano». Timo Kopomaa va un poco más lejos y sos- de los peores aspectos del hecho de estar privados de libertad»,
tiene que ahora el teléfono móvil ha asumido un papel particu- porque esto representaba la pérdida de una tecnología que para
larmente simbólico para muchos de sus usuarios en la medida en ellos se equiparaba directamente con la misma«libertad».'
que debería interpretarse como «un encanto mágico portátil». Sin embargo, estas angustias no son válidas sólo para los jó-
En ese sentido incluso podría pensarse que el teléfono móvil es venes. Las personas que han perdido sus teléfonos suelen tener
el equivalente contemporáneo de la medalla de san Cristóbal que un discurso medicalizado del trauma e incluso comparan melo-
los viajeros cristianos llevaban en el cuello como talismán para dramáticamente la pérdida del teléfono con la de una pierna. Un
alejar al demonio." informe de un incidente ocurrido en Francia en el otoño de
El correlato de la importancia actual del teléfono móvil es, 2004, en el que un fallo técnico de una de las redes de telefonía
por supuesto, el «trauma» consiguiente que a veces sienten los móvil se colapsó y no se pudo hacer llamadas ni enviar mensa-
propietarios cuando pierden el teléfono. Muchos usuarios tie- jes de texto durante veinticuatro horas, sostuvo que el país se
nen todos sus datos personales y números de contacto guarda- había sumergido en un «tecno-shock ». Esa descripción tal vez
dos en el teléfono, de modo que su pérdida puede representar un pueda parecer algo exagerada, pero demuestra muy bien el gra-
inconveniente grave. Muchas de las publicidades actuales jue- do de angustia que sintió un banquero de 32 años, citado en el
gan con esta característica; la de la red Orange, por ejemplo, ad- informe: «Primero pensé que había perdido a todos mis amigos.
vierte contra los peligros de que a uno le roben el teléfono; No recibía ninguna llamada, ni mensajes de texto. [...] Luego vi
muestra a una mujer, con expresión desesperada, cuando se da la pantalla negra del teléfono y me di cuenta de que había pasa-
cuenta de que le han robado el teléfono del automóvil: «Acaba do algo más terrible. Estaba desconectado del mundo». 33
de perder a 97 amigos en el aparcamiento». 3 ° Una de las perso- La dependencia que tiene la gente de las facilidades que ofre-
nas entrevistadas por Bull dice sentirse perdida si no tiene el te- ce el teléfono móvil para estar «en contacto permanente» es, sin
léfono, mientras que una encuesta realizada por Mintel a jóvenes duda, sorprendente. Es común ver, al término de un viaje en
en el Reino Unido, en 2004, mostró que muchos «consideraban avión, corto incluso, que los pasajeros, al unísono, comienzan a
el teléfono como el objeto que les daba seguridad y se sentían buscar sus teléfonos apenas el avión aterriza y se permite el uso
perdidos sin él». Otra encuesta muestra que «los adolescentes de teléfonos móviles, realizando un conmovedor ritual de resta-
británicos no pueden soportar estar sin sus teléfonos móviles, blecimiento de su «conexión» electrónica que trasciende la ur-
pues sin ellos se sienten aislados e impopulares». 3 l En el Reino gencia de esos mensajes, que razonablemente podrían esperar
Unido ha habido cierta preocupación acerca del número de ado- recibir durante el breve período en que su teléfono estaba obli-
lescentes que sufren de formas leves de trastornos del sueño, gadamente apagado. En su relato de una semana «sabática» en
pues su compulsión a no perder el contacto con sus compañeros la que quería «desintoxicarse» y tratar de disuadirse de ser «un
electrónicos los lleva a dejar sus móviles encendidos toda la no- hombre moderno electrónicamente conectado», el escritor Ho-
che y las señales sonoras de los mensajes de texto entrantes, que ward Jacobson describe la aparición irracional del pánico cuan-
reciben entonces, interrumpen su descanso. Un ejemplo más do busca en el bolsillo su teléfono móvil, normalmente presente,
gráfico aún: un estudio del Ministerio del Interior sobre jóvenes y descubre que no está allí. Hacia el final de la semana, incapaz
infractores que cumplen condena en cárceles del Reino Unido de revigorizar su vida con los «impulsos» electrónicos regula-
halló que, para estos jóvenes, el hecho de no tener un teléfono res de los que, como muchos otros, se ha vuelto dependiente, dice
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de sí mismo que se siente «existencialmente solo» y que está pre- Incluso los que no estaban hablando por móvil lo tenían en la
ocupado por la sensación que tiene de estar experimentando mano, esperando que sonara, esperando una señal, como un ta-
«una premonición del silencio de la muerte, cuando todos los te- lismán de la idea de orden, de la idea de que ese último tótem
léfonos se callan».' Si bien es melodramático, el relato de Ja- electrónico de tecnología y civilización los guiaría en [esa] bru-
cobson capta una parte importante de la experiencia cotidiana tal intrusión del caos». 36
de una multitud de usuarios de teléfonos móviles de nuestros
tiempos, que se sienten obligados a verificar constantemente si
han recibido mensajes, bastante perdidos sin la seguridad psí- Notas
quica que esos artefactos les brindan.
Una prueba particularmente sorprendente del significado 1. Hermann Bausinger, 1990, Folk Culture in a World of Tech-
simbólico del teléfono móvil en la cultura británica contempo- nology, Bloomington, Ind., Indiana University Press.
ránea es el hecho de que ahora ha reemplazado al paraguas 2. El argumento de Bausinger al respecto se anticipa bastante a la
como el artículo que con más frecuencia se deja olvidado en los crítica de Derrida, más conocida, de las divisiones binarias. En el ca-
trenes del metro londinense. Éste es un fenómeno particular- pítulo final retomo con mayor detalle estas cuestiones teóricas.
mente interesante, pues en el momento en que se efectuó la in- 3. Véase A. L. Lloyd, 1968, Folk Song in England, Londres,
vestigación no había cobertura de red en la mayor parte del me- Panther Books. Véase Jeremy Deller y Alan Kane, 2005, Folk Archive:
tro, y por lo tanto esos teléfonos móviles se los dejaban olvidados Contemporary Popular Art from the UK, Londres, Bookworks (Opus
las personas que sentían la compulsión de tenerlos en la mano 5); véase también Jeremy Deller, 2001, Life is to Blame for Every-
thing: Collected Works and Projects 1992-1999, Londres, Salon 3
aunque no pudieran utilizarlo para ningún fin práctico.' El pe-
Books.
riodista Michael Bywater tal vez capta mejor la resonancia emo- 4. Laura Mulvey, 2002, «Changing Objects, Preserving Time»,
cional del teléfono móvil cuando afirma haber visto, en Dirk Snauwert et al., Jimmie Durham, Londres, Phaidon.
5. Benetta Jules Rosette, 1994, «Simulations of Postmodernity:
oculta en mi mente, una imagen naciente del Objeto Más Desea- Images of Technology in African Popular and Tourist Art», en L. Tay-
ble: con el tamaño de un paquete de cigarrillos, hecho de platino, lor (ed.), Visualizing Theory, Londres, Routledge, p. 354.
con comunicaciones vía satélite, una batería con dos meses de 6. Jules Rosette, 1994, ibíd., p. 346. Sobre la teorización de la re-
vida, servicio de roaming internacional, gráficos completos, gra- lación entre la magia y la tecnología, véase mi análisis del trabajo de
bación digital y activación con la voz, se cerrará con el sonido Alfred Gell en el capítulo final.
seco de un Rolls-Royce, entrará en el bolsillo de mi camisa y nun- 7. David Aaronovitch, 2002, «Why Do We Persist with this Mor-
ca me dejará. Con él a mi lado, me sentiré en casa en cualquier lu- bid Attachment to Heritage and Tradition?», Independent on Sunday,
gar. ¿Qué hará? No seas tonto. Hará que todo esté bien. 27 de diciembre; Jimmie Durham citado en Mulvey, ibíd., p. 57, la
cursiva es nuestra; Kathryn Ticknell, entrevistada en la cobertura que
Sin embargo, si Bywater, Myerson y Kopomaa captan bien la BBC hizo del Festival Folk de Cambridge, septiembre de 2005.
la función talismánica cotidiana del teléfono móvil, en situacio- 8. Sarfraz Manzoor, 2003, «Friends for Life», The Guardian, 3
nes de emergencia real, la función del teléfono móvil, en ese de enero. Como era de prever, con un pánico similar al que acompañó
sentido, aparece de la manera más cruda. Tras los atentados en la llegada de tecnologías nuevas en el pasado, el sitio ha sido criticado
el centro de Londres en julio de 2005, una fuente dijo haber vis- por el papel que ha cumplido, según se ha sostenido, en facilitar las
to «a todos [...] hablando; a veces, entre ellos; en la mayoría de formas «nostálgicas» de adulterio entre «antiguos amores», lo que lle-
los casos, a sus seres queridos, con sus teléfonos móviles [...] vó a la ruptura del matrimonio de muchos de los suscriptores. Puede
hallarse más información en www.friendsreunited.com .
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9. Véase Kevin Robins y Asu Aksoy, 2001, «From Spaces of Iden- 18. Karim Raslan, 2002, «What Do We Think of America» ?,
tity to Mental Spaces: Lessons from Turkish-Cypriot Cultural Expe- Granta, n.° 77, p. 70.
riences in Britain», Journal of Ethnic and Migration Studies, n.° 27 (4); 19. En Estados Unidos, James Carey habla sobre «cómo los pa-
Aisha Khan, 2003, «How to Net a Husband», The Guardian, 19 de dres de clase media angustiados, deseosos de comprar un lugar para
mayo. Lo más curioso de todo tal vez sea, como se ha informado, que sus hijos en la estructura ocupacional, los envían a campamentos de
los jóvenes británicos usan el teléfono móvil para llamar a sus madres computación», Carey, ibíd., p. 117.
más que a cualquier otra persona; véase, 1998, «News in Brief: Sons 20. Véase en Mackenzie Wark, 2002, Dispositions, Applecross,
and Mothers», The Guardian, 15 de septiembre, p. 7. Véase también Western Australia, Salt Publishing, un informe sobre la vida contem-
mis comentarios anteriores sobre el «alcance» diaspórico de los men- poránea conducida por un dispositivo manual de GPS; véanse también
sajes por teléfono móvil en el Año Nuevo chino. mis comentarios en el capítulo 4 sobre la «mesa GPS»; Jon Agar,
10. En otros ámbitos, los «fieles» seculares, como los hinchas de 2003, Constant Touch: A Global History of the Mobile Phone, Lon-
fútbol, puede programar sus teléfonos para que les avise por mensaje dres, Icon Books. Véase también Mizuko Ito et al., 2005, Personal,
de texto cuando su equipo ha marcado un gol. Portable, Pedestrian: Mobile Phones in Japanese Life, Cambridge,
11. En Thomas Friedman, 2000, The Lexus and the Olive Tree, Mass., MIT Press.
Londres, Harper Collins, p. 397. 21. Nicholas Negroponte, 1996, Being Digital, Londres, Hodder
12. 2005, «China's Tomb-Sweeping Day Goes Virtual», dispo- & Stoughton, p. 228. [Trad. cast.: El mundo digital, Barcelona, Edi-
nible en línea en http://news.com.com/Chinas+Tomb-Sweeping+Day+ ciones B, 1999.]
goes=virtual/2100-1038_35655312-html», visitado el 7 de abril de 22. Martin Parr, 2002, The Phone Book 1998-2002, Londres,
2005. Rocket Books; Larissa Hjorth, 2003, «Pop and "Ma": The Landscape
13. Pü citado en Patrick Barkham, 2005, «Artist Takes a Birte of Japanese Commodity Characters and Subjectivity», en Chris Berry
out of Apple», The Guardian, 29 de agosto. et al. (eds.), New Media in Queer Asia, Durham, NC, Duke University
14. Barbara Klinger, 1998, «The Contemporary Cinephile», docu- Press.
mento no publicado; Walter Benjamin, 1974, «On Unpacking My Li- 23. Celeste Olalquiaga, 1996, «Vulture Culture», en John C.
brary», en llluminations, Londres, Fontana. [Trad. cast.: Imaginación y Welchman (ed.), Rethinking Borders, Minneapolis, Minn., University
sociedad (Iluminaciones), Madrid, Taurus, 1993.]; Urna Dinsmore, of Minnesota Press, p. 85; Agar, ibíd., p. 81.
1998, «The Domestication of Film: Video, Cinephilia and the Collecting 24. Amin Alhassan Department of Art History and Communica-
Videotapes in the Home», tesis de doctorado, Departamento de Medios tions Studies, Universidad McGill, Montreal, en la lista de correo elec-
y Comunicaciones, Goldsmiths College, Universidad de Londres. trónico de Estudios Culturales, 28 de octubre de 2003; véase también
15. R. Silverstone y E. Hirsch (eds.), 1992, Consuming Techno- el caso de las elites que marcan su estatus no teniendo un teléfono mó-
logies, Londres, Routledge, p. 20; Barthes, citado en Nick Couldry, vil porque pueden «darse el lujo» de ser difíciles de contactar. Al revés,
2002, Inside Culture, Londres, Sage, p. 88. con frecuencia las personas jóvenes hacen de la compra de esas tecno-
16. Lynn Spigel, 1992, Make Room for Television, Chicago, III., logías una prioridad, porque sienten, al faltarles tantas otras cosas en
University of Chicago Press; Tim O'Sullivan, 1991, «Television Me- su vida, que esas tecnologías son los símbolos obligados de la ciuda-
mories and Cultures of Viewing», en J. Comer (ed.), Popular Televi- danía cultural.
sion in Britain, Londres, British Film Institute; Shunya Yoshimi, 1999, 25. Olalquiaga, ibíd., pp. 85-86; véase R. Chow, 1991, «Liste-
«Made in Japan», Media, Culture and Society, n.° 21 (2) y 2003, «Te- ning Otherwise, Music Miniaturised», en S. During (ed.), The Cultu-
levision and Nationalism in Japan», European Journal of Cultural ral Studies Reader, Londres, Routledge. Aquí tal vez se pueda hacer
Studies, n.° 6 (4). un paralelismo con la manera en que los telespectadores polacos a ve-
17. Yoshimi, 1999, ibíd., pp. 54-55; sobre los «nuevos» tesoros ces colocaban el televisor junto a las ventanas, con la pantalla miran-
sagrados de la era digital, véase 2004, Asahi Shimbun Weekly AERA do hacia la calle, cuando regía una fuerte censura en la época del au-
Tokio, 26 de enero. toritarismo. Lo hacían como símbolo de su negativa a escuchar la voz

270 / MEDIOS, MODERNIDAD Y TECNOLOGÍA TECNOLOGÍAS MÁGICAS: LO NUEVO, LO BRILLANTE Y LO SIMBÓLICO / 271

del gobierno por televisión. Agradezco a Mateusz Halava, de la Uni- ticar los juegos de pantalla. En todo caso, las cosas están cambiando
versidad de Varsovia, por haberme dado este ejemplo. muy rápido. Los teléfonos móviles ya se pueden usar en el metro en
26. Zygmunt Bauman, 2000, Liquid Modernity, Cambridge, Po- Newcastle, y ahora la compañía de transportes de Londres está nego-
lity Press, pp. 13-14, citado en la revisión de Bauman por James Lull, ciando una «red» en todos los trenes subterráneos de Londres para el
ibíd., en International Journal of Cultural Studies, n.° 5 (1). [Trad. uso de teléfonos móviles. En realidad, las fotos tomadas con las cá-
cast.: Modernidad líquida, México, F.C.E., 2003.] En una época an- maras de los teléfonos móviles fueron las que primero documentaron
terior, Henri Lefebvre sostuvo que el automóvil fue «el epítome de los horrores de los atentados en el metro de Londres en julio de 2005.
los objetos, el Objeto Líder», en la medida en que «dirige la conduc- 36. Michel Bywater, 1998, «But Will You Still Love Me Tomo-
ta en varias esferas, desde lo económico hasta lo discursivo». Además, rrow?», The Independent, 31 de julio; James Meek, 2005, «Yester-
Lefebvre sostuvo que «el significado práctico del automóvil como un day», The Guardian (G2), 8 de julio.
instrumento de comunicación y transporte vial sólo es una parte de su
significado social; el automóvil también es un símbolo de comodidad,
autoridad y velocidad y es consumido como un signo, además de tener
un uso práctico». Henri Lefebvre, 1971, Everyday Life in the Modern
World, Londres, Allen Lane.
27. Juliet Chung, 2004, «A Digital Generation: Analogue Chic»,
The New York Times, 9 de septiembre; http://www.nytimes.com/
2004/09/09/technology/circuits, visitado el 11 de septiembre de 2004.
Agradezco a Lynn Spigel que me facilitara a este ejemplo.
28. Marshall McLuhan, citado en Tim Luckhurst, 2004, «Phones
R Us», Independent on Sunday, 14 de noviembre; véase mis comenta-
rios anteriores sobre cómo, para muchos adolescentes británicos, el
hecho de tener el teléfono móvil en el bolsillo es, simplemente, un ele-
mento para considerarse «vestidos».
29. George Myerson, 2001, Heidegger, Habermas and the Mobi-
le Phone, Londres, Icon Books, p. 1; Timo Kopomaa, 2001, The City
in your Pocket: The Birth of the Mobile Information Society, Helsin-
ki, Gaudeamus Books; Agar, ibíd., p. 142.
30. Anuncio de la red de Orange en los periódicos, en la campa-
ña publicitaria de la primavera de 2005.
31. Bull, citado en el capítulo 6; Mintel, citado en Neasa MacEr-
lean, 2004, «Youth of Today», The Observer, 12 de septiembre; N.
Fleming, 2004, «Without my Phone», The Guardian, 20 de diciembre.
32. Véase Agar, ibíd., p. 134.
33. John Lichfield, 2004, «Mobile Phone Meltdown Leaves
France on Hold», The Independent, 20 de noviembre.
34. Howard Jacobson, 2002, «Leave a Message after the
Tone...», The Guardian (G2), 14 de febrero.
to
35. Richard Adams y Santham Sangara, 1999, «Londoners Lo-
sing Track of Phones», Financial Times, 27 de septiembre. Por su-
puesto, algunos de esos pasajeros tal vez utilicen el teléfono para prac-

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