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El nombre de coloide proviene de la raíz griega kolas que significa que puede pegarse.
Este nombre hace referencia a una de las principales propiedades de los coloides: su
tendencia espontánea a agregar o formar coágulos.
Fase dispersa
Aerosol sólido,
No es posible porque Aerosol líquido,
Gas todos los gases son Ejemplos: Humo,
solubles entre sí Ejemplos: niebla, polvo en
bruma suspensión
Emulsión,
Sol,
Espuma,
Fase
Ejemplos: Leche,
continua Líquido Ejemplos:
Ejemplos: Espuma salsa mayonesa,
Pinturas, tinta
de afeitado crema de manos,
china
sangre
Podemos definir los coloides como aquellos sistemas en los que un componente se
encuentra disperso en otro, pero las entidades dispersas son mucho mayores que las
moléculas del disolvente.
Los filtros que no pueden atravesar son las membranas semipermeables, como el papel
celofán y el colodión. Sus partículas presentan movimiento browniano y efecto Tyndall.
Son opalescentes.
Coloides
Este texto contiene información sobre las características, propiedades, clasificación y otros
temas relacionados a los coloides
Coloide
La razón de su aparente homogeneidad deriva del hecho de que el tamaño de las partículas
coloidales es muy pequeño.
Estado coloidal
Concepto general de coloides y cristaloides.
En el año 1861 Thomas Graham, estudiando la difusión de las sustancias disueltas, distinguió
dos clases de solutos a los que denomino cristaloides y coloides.
En el grupo de los coloides situó a los que se difunden lentamente, dializan con mucha
dificultad o bien no lo hacen y, al ser evaporadas las soluciones de que forman parte, quedan
como residuo gomoso.
El nombre coloide proviene del griego kolas que significa que puede pegarse. Esto nombre
hace referencia a la propiedad que tienen los coloides a tender a formar coágulos de forma
espontánea.
Esta forma de diferenciar los coloides de los cristaloides se mantuvo en uso durante muchos
años, pero en la actualidad carece del valor de lo absoluto ya que algunas sustancias,
aparentemente coloidales, se comportan como cristaloides y algunos cristaloides lo hacen
como coloides, dependiendo de las condiciones determinantes del sistema. Por ejemplo la
albúmina del huevo, la cual es un coloide, se ha logrado obtener en forma cristalizada y el
cloruro de sodio, un cristaloide, se comporta como coloide cuando se lo disuelve en benceno.
En realidad lo que determina la ubicación de estas sustancias en un grupo aparte de los
dispersoides es el grado de división en que se encuentra el soluto y, como la materia en la
naturaleza se presenta en forma de partículas, cuyo tamaño varia desde el de las que son
visibles macroscópicamente hasta el de las que son invisibles aún con el microscopio
electrónico, para definir en su justo término las soluciones coloidales es necesario
contemplar la totalidad de las propiedades que les caracterizan. Esto es, el tamaño de sus
micelas, su estabilidad, efecto Tyndall, movimiento browniano, comportamiento eléctrico,
adsorción y avidez por el medio dispersante.
Las partículas que constituyen los solutos de las soluciones coloidales se denominan
micelas. Su tamaño es superior al de las que forman las soluciones verdaderas e inferior al
de las dispersiones droseras, y oscila entre 0,1 y 0,001m. Estos límites no deben ser
considerados como absolutos, puesto que se los ha tomado sobre la base del poder
resolutivo del mejor microscopio posible, usando luz azul para el caso de las partículas más
grandes y del ultramicroscopio, para el de las más pequeñas. Por ello, no es de extrañar que
las propiedades de la materia al estado coloidal sean comunes, en unos casos, con las de las
dispersiones groseras y, en otros, con las de las soluciones verdaderas.
Purificación de las soluciones coloidales
Para separar las micelas de las partículas que forman las dispersiones groseras, basta con
usar un filtro común, cuidando de que el diámetro de sus poros permita el pasaje de las
micelas y retenga las partículas. En cuanto al proceso de separación de las micelas de las
partículas cristaloides que puedan hallarse en una misma solución, exige valerse de unos
filtros especiales, llamados ultrafiltros, o bien de las diálisis. En el primer caso se hace pasar
la solución a través de una hoja de papel pergamino o de una membrana de colodio, cuyos
poros, de muy escaso diámetro, retienen las micelas de tamaño mayor que ellos y dejan
pasar las partículas cristaloides y las del solvente. Con respecto al segundo método (diálisis),
se basa en la propiedad que tienen los cristaloides de atravesar fácilmente las membranas
permeables.
El gran tamaño de las micelas haría suponer que la estabilidad de las soluciones coloidales es
precaria y, por acción de la gravedad, terminarían por precipitar, con la consiguiente
separación de sus dos fases. Sin embargo no es así y, por el contrario, las soluciones
coloidales tienen, por lo general, una gran estabilidad, tal como será explicado más adelante,
y con mayores detalles, al tratar del estudio de loa coloides liófobos y liófilos en particular.
Las soluciones coloidales son sistemas heterogéneos polifásicos, pues contienen al menos
dos fases distintas: la dispersa, finamente dividida, y la dispersante. En general, cuando las
dispersiones coloidales se encuentran en estado líquido se dice que forman un sol. Si tienen
forma consistente poseyendo alguna de las propiedades elásticas o plásticas de los cuerpos
sólidos, aunque el medio dispérsame sea líquido se dice que constituyen un gel.
Efecto Tyndall
Esto fenómeno se conoce con el nombre de Efecto Tyndall y es tanto más intenso cuanto
menor sea la longitud de onda del rayo incidente; de ahí que del conjunto de los colores que
constituyen el espectro solar, el azul y el violeta son los preferentemente difractados, lo que
explica el color azul que tienen la atmósfera y el mar. Asimismo, es tanto más pronunciado
cuanto mayor sea el tamaño de las partículas coloidales.
El efecto Tyndall no debe ser confundido con la fluorescencia, con la que tiene una apariencia
análoga y de la que se diferencia porque al iluminar las soluciones fluorescentes con un haz
de luz en el que se han eliminado los colores azul y violeta, desaparece su aspecto turbio, lo
que no sucede con los coloides. Además, la luz dispersada por las micelas está polarizada y
la de las fluorescentes, no.
Movimiento Browniano
Este efecto se ha observado en todos los tipos de suspensiones coloidales (sólido en líquido,
líquido en líquido, gas en líquido, sólido en gas y líquido en gas.
El modelo matemático del movimiento puede ser utilizado para describir muchos otros
fenómenos no relacionados al movimiento aleatorio de pequeñas partículas
Electroforesis
La electroforesis se usa para separar los componentes de una solución coloidal, por ejemplo,
las proteínas de la sangre, para ello se arma un dispositivo donde, en la parte inferior del
tubo, se ubica la solución coloidal constituida por una mezcla de sustancias coloidales que so
cubre con una solución "buffer". Al cerrarse el circuito, las partículas coloidales se van
desplazando en las ramas del tubo, dejando entre ellas y el "buffer" y entre los distintos
coloides que la constituyen, una superficie de separación perfectamente nítida. Si la mezcla
contiene, por ejemplo, dos o más proteínas diferentes y como cada una de ellas tienen su
propia velocidad de desplazamiento, se forman distintos frentes de avance, uno por cada
prótido. En la figura se ha esquematizado la técnica seguida para separar
electroforéticamente dos proteínas; en A se observa el tubo con las dos proteínas mezcladas
y el frente 1 que las separa de la solución "buffer". En B ya iniciado el experimento, so han
formado dos niveles de avance, el 2, que pertenece a los dos coloides, y el 3 a uno solo de
ellos; y en C se ha representado el valor del índice de refracción de la solución a lo largo del
eje de la cubeta; ε0 corresponde al de la solución "buffer", ε1 al de la zona en que sólo existe
un solo coloide, y ε2 al que contiene los dos. Por último, en D se resume la variación del
índice de refracción a lo largo de la cubeta. A cada frente de separación le corresponde un
determinado índice de refracción, representado por una punta o diente en la curva.
El origen de la carga eléctrica de la micela puede encontrarse en una de estas posibilidades:
La adsorción es un fenómeno de superficie, que tiene lugar entre las distintas partículas que
forman una solución. De ahí que las micelas coloidales, de gran superficie, gocen de la
propiedad de adsorber los iones del medio que las rodean. Este fenómeno explica, por
ejemplo, lo ya dicho sobre la carga de las micelas, o bien la estabilidad de los coloides, que
se aumenta agregando a la solución coloidal una pequeña cantidad de electrólito, suficiente
para formar alrededor de la micela una envoltura o capa eléctrica de mismo signo.
Liofobia y liofilia
La afinidad de las micelas por el medio dispersante puede ser muy acentuada (liofilia) o
bien pequeña o nula (liofobia). Cuando el medio de dispersión, es el agua, esta propiedad
se denomina hidrofilia e hidrofobia.
La hidratación de los coloides se debe a, la atracción recíproca que tiene lugar entre las
partículas coloidales, cargadas eléctricamente, y las moléculas de agua. En efecto,
consideradas éstas como un dipolo con sus cargas positiva y negativa ubicadas una en cada
extremidad, al enfrentarse con una micela, también cargada de electricidad, se atraen,
mutuamente por sus cargas de signo contrario, hasta llegar a unirse.
Este fenómeno de la fijación de agua por las micelas coloidales recibe el nombro de
imbibición o gelificación y se demuestra introduciendo un trozo de gelatina o agar agar en un
recipiente con agua; casi inmediatamente comienza a hincharse, aumentando sensiblemente
su volumen y adquiriendo un aspecto blando y elástico. La pérdida del disolvente por parte
del coloides es el proceso inverso a la imbibición se denomina sinéresis. Se debe a que la
mayor cantidad de la fase dispersa, en unión de una pequeña porción del disolvente se
deposita en forma de una masa gelatinosa de notable viscosidad; rl coloide se separa así de
del disolvente, transformándose en una jalea o gel.
Si bien las separación de los coloides sobre la base de la afinidad de sus micelas por el
disolvente no es absoluta, por cuanto muchos soles, como los óxidos hidratados, se situan en
un grupo intermedio entre los hidrófobos y los hidrófilos, es preferible estudiarlos desde este
punto de vista y no, como se hacía antiguamente, en que se acostumbraba diferenciarlos en
suspensoides y emulsoides, para lo cual se tomaba como base al estado en que se presenta
el soluto. Si era sólido se estaba en presencia de un suspensoide y, si era líquido, de un
emulsoide, siempre contando con que el disolvente era líquido.
En las soluciones muy diluidas, la presión osmótica de los coloides se confunde con la
oncótica porque, en estos casos, el número de las micelas, o sea su concentración particular,
es muy pequeño y la hidrofilia está en relación a él.
Es muy grande y difiere según se trate de los coloides hidrófobos o hidrófilos. La estabilidad
de los primeros depende de la carga eléctrica de sus micelas, que siendo de un misino signo
para cada clase de coloides se mantienen en solución mediante un proceso de repulsión
continua; la estabilidad de los hidrófilos depende del grado de hidratación de sus micelas.
Los coloides hidrófobos son irreversibles, pues, una vez que sus micelas han sido
precipitadas, no pueden ser dispersadas nuevamente. Por el contrario, los hidrófilos sen
reversibles, por lo cual, sus micelas, una vez que han sido precipitadas, pueden volver a
mezclarse con el medio de dispersión, para regenerar el sistema coloidal en solución.
Para precipitar una partícula coloidal hidrófoba lo primero que hay que hacer es neutralizar
su carga eléctrica, en cuyo caso basta con agregar a la solución un electrólito de signo
contrario a la carga de la micela. Este fenómeno está contemplado por la regla de Hardy-
Schulze que dice: "La precipitación de los coloides hidrófobos se efectúa, por iones de signo
opuesto al de la partícula coloidal, y es tanto más intensa cuanto mayor es la valencia di
dicho ión". Asimismo, cuanto mayor sea la velocidad con que se agrega el electrólito al
coloide, mayor será el efecto precipitante.
Los coloides hidrófobos también pueden precipitarse mutuamente, siempre y cuando sus
partículas sean de signo contrario y se mezclen en proporciones convenientes, porque si uno
excede al otro, la mezcla resultante se estabiliza mediante la formación de una solución
coloidal cuyo signo es el del coloide en exceso. Por ejemplo, en el cuadro se resumen las
proporciones en que se han mezclado dos soles hidrófobos (el hidróxido de hierro coloidal,
positivo, y el sulfuro de arsénico; negativo); como se ve, al predominar uno u otro se va
precipitando un exceso, y el resto se carga de la misma electricidad que el coloide
predominante.
Acción protectora
Para aumentar la estabilidad de los coloides hidrófobos, frente a los electrólitos de carga
contraria, es común agregarles una pequeña cantidad de un coloide hidrófilo, cuya acción
protectora se explica por uno de estos dos caminos o las partículas del primero son envueltas
por las del segundo, aislándolas de las cargas del electrólito de signo contrario y, por
consiguiente, evitando su neutralización, o bien el hidrófobo se adsorbe sobre el hidrófilo,
reduciendo su libertad de acción.
La acción protectora de un coloide sobre otro ha sido denominada por Zsigmondy número de
oro, entendiéndose por tal la cantidad mínima de coloide protector, expresada en miligramo,
que es necesario agregar a 10 ml de una solución de oro coloidal rojo para impedir que su
color vire hacia el azul violáceo cuando se le agrega 1 ml de ClNa al 10%.
La estabilidad de los coloides hidrófilos depende de su grado de hidratación. Por ello, para
hacerlos precipitar se impone, como paso previo, la desaparición de la envoltura acuosa que
se interpone entre la micela y la sustancia precipitante, lo que se consigue agregando a la
solución una cierta cantidad de electrólito que, en lugar de actuar conforme a la regla de
Hardy-Schulze, lo hace de acuerdo con su naturaleza en un orden determinado, conformando
lo que se ha dado en llamar la serie de Hofmeister que, para los casos en que se quieren
precipitar micelas de soluciones neutras o ligeramente alcalinas, adoptan la siguiente
disposición:
Aniones:
SCN < I < NO < Cl < Acetato < Fosfato < SO4 < Tartrato < Citrato
Cationes:
De acuerdo con esta ordenación, los iones más activos son el citrato y el litio y, los menos
actives, el sulfocianuro y el cesio. Cuando la reacción del medio se invierte, la serie de
Hofmeister hace lo mismo.