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Claro está que estas doctrinas encuentran seria oposición el ambiente actual; sin
embargo, la burguesía, no pudiendo contrarrestar las fuerzas obreras organizadas,
ha inventado el modo de asimilar al medio el concepto de civilización nueva que el
obrerismo representa. En la controversia política de nuestros días, el magno problema lo
constituye el mejoramiento del asalariado, sólo que, mientras los políticos discurren, la ciencia
avanza gigantescamente, desalojando al brazo y el obrero comprende que no está en el
parlamento la salvación de su causa.
Profundo fue el error de suponer al movimiento del proletariado como una cuestión de despecho
o de impotencia social. No comprendió la clase burguesa que el organismo tiene sus
transformaciones super-orgánicas, adaptables a las nuevas formas de producción. Véase el
siguiente fenómeno:
[Falta una línea] industria, que son las fuentes vivas de producción, o en épocas de crisis
económica, la organización obrera es débil: diríase que no tiene razón de existencia. La miseria
acompaña de inmediato al hecho de que la clase trabajadora ambula sus pobres días grises con
gran contento de los vampiros del trabajo, que aprovechan la ocasión para obtener por un jornal
irrisorio los mejores brazos que se le ofrecen. Las ventajas morales y materiales que con fuerza
de lucha consiguió el obrero dejan de ser. Pero esto no se opera sin grave perjuicio para la
sociedad y la especie. Bien lo dijo quien siguió de cerca el proceso social: cuando el trabajo
escasea, cuando el trabajador se ve obligado a perder todas las mejoras las cárceles son
pequeñas para contener el número de delincuentes, los niños llenan los hospitales, y en todas
partes se ven huellas que denuncian el paso de la caravana de hambrientos, mendigando pan y
trabajo!
¡Oh!, si la sociedad obrera hubiese arraigado sus principios en el mundo, hoy no presenciaríamos
el bochorno europeo! He ahí dos morales distintas que pueden tratar los grandes economistas
políticos. ¡La organización obrera es combatida por disolvente! ¿Y la guerra?...
En el fondo, el motivo que la burguesía encuentra más digno de ser combatido, es el carácter de
clase que necesariamente debe adoptar el obrero. La burguesía quiere ser caritativa y se resiste a
la justicia que envuelve el concepto de la transformación social.
Hay razón para suponer que la historia nueva marchará empujada por la acción de los obreros
organizados. Las mejoras obtenidas se deben al esfuerzo de la solidaridad y no hay motivo para
desecharla, [no se lee] razonando por sobre todo [no se lee] individual, colocándonos en la
cumbre de la aspiración humana, debemos reconocer que el mundo está enfermo de bajo
sensualismo monetario, cosa muy distinta de los [no se lee] de la naturaleza; hay que
transformar el actual sistema económico para salvar a los hombre de la degeneración física y
moral.
Salvador Caputto