Sie sind auf Seite 1von 13

El Flâneur del tráfico Bogotano

U N I V E R S I D A D J O R G E TA D E O L O Z A N O

MAESTRÍA EN ESTÉTICA E HISTORIA DEL ARTE

SEMINARIO DE IMAGEN Y CIUDAD

Maestro: Alberto Vargas

Eric Nieto
Maestro en Artes Plásticas
(Universidad Nacional de Colombia)

La bullante vida moderna y el sinsentido de la velocidad se


encarnó en el personaje del conejo blanco
Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, de 1864.

EL FLÂNEUR DEL TRÁFICO BOGOTANO

MARCO HISTÓRICO:

Bogotá en 1994 parecía una ciudad en decadencia, las noticias de la época la mos-

traban como de las peores ciudades del planeta, los carteles del narcotráfico, la pobreza,

el asesinato y la corrupción infectaban cada aspecto de la vida, y los ciudadanos habían

perdido toda la fe en sus líderes políticos; la corrupción del gobierno y las entidades oficia-

les, estaban a la par de el hampa y el crimen organizado.

En la columna del periódico “El Tiempo” del 16 de junio de 1994, se puede leer el in-

forme de Guillermo Segovia Mora, asesor de la Consejería Social del Distrito en el área

de Justicia, donde afirmaba que en la capital se producía el 30 por ciento de los delitos

del país, cuando su población tan sólo era el 17 por ciento del total nacional; mientras en

1990 los delitos denunciados contra el patrimonio económico no pasaban de 30 mil, el

mismo dato en 1993 ya era de casi 45 mil.


El Flâneur del tráfico Bogotano

«Para hacer comparaciones internacionales se acostumbra a medir el número de

muertos por cada cien mil habitantes. Bajo tal parámetro, Bogotá tenía un índice de 87, lo

cual resulta exagerado si se tiene en cuenta que la media varía entre 10 y 20 en ciudades

violentas, o 45 en Río de Janeiro » 1.

Precisamente en ese año la ciudad comenzó una transformación, gracias a los nue-

vos personajes que surgieron por fuera de la esfera política, con métodos radicales y no-

vedosos fueron transformando la ciudad. Uno de ellos fue Antanas Mockus, que se convir-

tió rápidamente en una figura pública, desde que tomó el cargo de rector de la Universi-

dad Nacional hasta que asumió la alcaldía de Bogotá el 9 de Noviembre de 1994.

La ciudad contemplaba atónita a el rector yendo en bicicleta a la universidad, en la

entrevista que dio por televisión, Mockus afirmaba que lo hacía para conservar su integri-

dad, “toda su identidad unida”. Tal vez sin pretenderlo, ejemplificaba una nueva forma de

vivir la ciudad, de recorrerla, de sentirla. A la gente le parecía una locura que una persona

en un cargo importante no utilizara carro, además no había ningún espacio para el trans-

porte alternativo y era muy peligroso la dinámica del tráfico, reflejaba fielmente la violencia

en Bogotá. La avenida Caracas era la muestra viva de este deterioro cultural y social de la

ciudad, en toda su extensión ocurrían toda variedad de crímenes, abusos y actos de de-

gradación humana. Su estética, atravesada por una hilera interminable de chuzos verdes

de metal, hacían que se viera tan agresiva como lo era realmente, por ejemplo, las com-

petencias de alta velocidad que hacían los buses a altas horas de la noche (la guerra del

centavo), los interminables atascos en el día, la destrucción de la infraestructura de semá-

1Archivo digital periódico “EL TIEMPO”, informe completo.


http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-151677
El Flâneur del tráfico Bogotano

foros y paraderos, asesinatos, violaciones; son tantas las noticias en este año que seria

imposible citarlas todas.2

En el evento de Artes en la Universidad Nacional, Mockus quedó frente a un público

que no paraba de abuchear, especialmente los grupos infiltrados de izquierda que ya ha-

bían hecho algo parecido con Jean-François Lyotard el 20 de marzo de 1994 que sabo-

tearon con papas explosivas la conferencia3 ; ante la humillación del momento, él se que-

do de pie unos segundos y seguidamente mostró el culo en el escenario. Mucho tiempo

después lo justificaría con la frase: “Rechazo extremo se contesta con sumisión extrema”.

En las noticias de la tarde contestó a la pregunta de el periodista si eso le parecía un mal

ejemplo para los estudiantes, a lo que contestó: “Posiblemente es un mal ejemplo pero lo

que vieron fue un color de paz, blanco”. Después de esto se ve obligado a renunciar a la

rectoría de la Universidad Nacional, sin embargo algo que pudo ser su destrucción publi-

ca, lo lanzó irónicamente al estrellato y a la política.

Mockus se convierte en un fenómeno mediático; el 1 enero de 1995 es el primer al-

calde independiente, elegido popularmente, puso en su gabinete a intelectuales en cam-

bio de políticos, transformaría a Bogotá en un experimento de teórica política. La adminis-

tración utilizó el arte y la educación, como herramientas de este cambio, si lograra que el

comportamiento de los ciudadanos fuera diferente la ciudad se transformaría a si misma,

gracias a la conciencia de la autorregulación.

“Pienso que la comunicación sincera y sus exigencias limitan de cierta

manera el desmadre de la razón estratégica. Sin embargo, sugiero al final

que la radicalización del interés, propia de la racionalidad estratégica, y la

concomitante cristalización de un nosotros parcial y crispado, en algunos

2Archivo digital periódico “EL TIEMPO”, Dios se apiade de La Troncal.


http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-180231
3 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-79587
El Flâneur del tráfico Bogotano

casos tal vez sólo puedan ser contenidas por la radicalización del desinte-

rés propio del arte . Así como a veces la guerra acude en ayuda de la polí-

tica (volviendo la “estrategia” a sus orígenes militares), es el arte el que a

veces debe acudir en ayuda de la argumentación. Al menos en mi caso el

“out” no es sólo de origen y parece estar vinculado con una toma de dis-

tancia frente a la razón estratégica desde cuatro fuentes: la tradición ar-

gumentativa propia de la cultura académica, algunas autocríticas realiza-

das dentro de la tradición marxista, los estudios sobre la reproducción cul-

tural y la capacidad del arte para llevarnos más allá del intercambio de

razones.4”

Desde la alcaldía se apoyaba una actitud diferente para con la ciudad, aparecieron

muchos grupos artísticos, jóvenes que observaban a Bogotá para cambiarla y reflexionar

sobre ella, la idea era esperanzadora.

Mockus le dio mucha importancia a los símbolos, el mismo tomó un disfraz de su-

perhéroe y con él, recogía basura, limpiaba las paredes, su nombre: “súper-cívico”; esto

mas tarde se convirtió en un concurso apoyado por los noticieros5 , el clima era magnifico,

la educación y el arte tomaron un sitio importante en la sociedad, se veían proyectos gi-

gantescos de murales en escuelas 6, la adecuación de sitios patrimoniales como espacio

alternativo para exposiciones de arte, me refiero al VIII Salón Regional de Artistas, en la

estación de la Sabana 7. Para muchas personas les pareció una locura, el ridículo; para

4 Tal fue una de las principales conclusiones del fértil diálogo académico realizado con Do-
ris Sommer durante los últimos meses de 2004 en Harvard. Antanas Mockus - Ampliación
de los modos de hacer política – http://www.ceri-sciencespo.com/archive/mai05/artam.pdf
5 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-587619
6 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-642855
7 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-670050
El Flâneur del tráfico Bogotano

otras una nueva propuesta transformadora; al final de cuentas la administración logró sus

objetivos, transformó una sociedad violenta en una nueva esperanza, ¡ha creado ciuda-

danos!. La ciudad para la gente.

ERIC PATIÑO A TODO PATÍN

El domingo 1 de marzo de 1998 es reseñado en el periódico El Tiempo, Eric Patiño,

un artista que comenzó a movilizarse en patines con una mascara anti-gases, entre el de-

sastroso trafico de la ciudad de Bogotá 8 .

“Eric Patiño está convencido de que

su vehículo es el mejor medio de

transporte en la Bogotá de los tranco-

nes. Y no es último modelo. Ni lo pagó

a cuotas.

En el baúl de su nave (su espalda)

Eric carga un morral. Y a falta de vi-

drio panorámico, usa gafas para la

miopía y procura tener libres ambas

puertas (sus brazos) para impulsar-

se… Qué más le puede pedir a un vehículo tan aerodinámico y veloz? Es-

to último fue lo mismo que se preguntó él cuando comprendió que ni el

bus, ni la bicicleta, y mucho menos un carro, eran la solución a su proble-

ma de transporte en la capital. Y mucha gente cree que con tener carro

nuevo va a poder hacer sus vueltas más rápido, pero por cuáles vías? ,

añade con una sonrisa astuta.

8 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-768315
El Flâneur del tráfico Bogotano

Eric, a sus 24 años, es estudiante de último año de artes plásticas en

la Universidad Nacional y cuando trabajaba con Cultura Ciudadana, pin-

tando murales en las escuelas del distrito, se dio cuenta que, para ir de

escuela en escuela, el bus no era el remedio.

Ensayó las bicicletas y tampoco. Por fin un día tomó la decisión: Entré

a un almacén de artículos deportivos. Con una plata que tenía ahorrada

me compré unos patines en línea, dos protectores y listo! Ese mismo día,

regaló los zapatos que llevaba puestos. Bueno, en realidad, no se acuer-

da que hizo con los zapatos: los dejé ahí...o los regalé...no me acuerdo.

Y así de fácil como dejar los zapatos por ahí, empezó a ensayar su

nuevo vehículo de transporte. De eso hace ya un año largo. Y no se quita

los patines ni para almorzar. Bueno, a la hora de dormir toca, pero durante

el día, todo lo hago en patines , agrega…. Mire, los patines son más rápi-

dos, se ahorra combustible, no hay emisiones tóxicas, ni ruido, ni cho-

ques, ni...

Así como las palabras le salen de la boca, así se transporta: a millón

por hora.

Parodiando a su tocayo vikingo, Eric navega las vías bogotanas sin

temer con qué se va a encontrar después del semáforo. Se desliza por el

pavimento esquivando buses ejecutivos, carros último modelo y hasta zo-

rras. Eso sí, como cualquier vehículo, respeta las normas y los semáforos.

Como Tarzán Su método para alcanzar velocidad es a la vez divertido

y riesgoso. Me impulso cogiéndome de las busetas y los vehículos. Cuan-

do desarrollo velocidad, me suelto y sigo solo .


El Flâneur del tráfico Bogotano

Se dice fácil, pero hay que verlo. Yo utilizo el bus como Tarzán utiliza

los bejucos para impulsarse , grita mientras hace una pequeña demostra-

ción en pleno centro de Bogotá.

En la práctica de este método, Eric también comprendió lo nocivo que

es el exosto de un vehículo: Cuando arrancaban, me comía todo el humo.

Al principio, quedaba con dolor de cabeza y dolor de estómago. Eso sin

contar las manchas negras de sus camisas y camisetas , dice.

Pero no desfalleció: una máscara anti-emisiones lo convirtió en un ser

de caricatura. Una especie de enmascarado de la urbe: los gases de los

buses contienen plomo y otras sustancias nocivas. Imagínese qué es lo

que un peatón consume a diario de estos tóxicos .

Por eso, para la gente que lo ve continuamente, Eric es un superhom-

bre del tráfico bogotano que pasa zzzzip!, como el correcaminos del barrio

Palermo.

He aquí otra ventaja de su vehículo: cero polución.

Ahora, hablemos de economía, Patinar si alivia el tráfico y el mal hu-

mor? Sin duda. Un bus hace una parada cada 20 metros promedio. Con

el impulso que yo tomo, hago el doble de metros y llego a mi destino en la

mitad del tiempo , afirma mostrando los cálculos que ha hecho en su ca-

sa.

Igualmente, la plata que invertía anteriormente en transporte, más o

menos un 15 por ciento del salario que ganaba pintando murales, ahora la

invierte en rodamientos cada siete meses.

Mejor dicho, tiene un transporte rápido y ecológico. Ecológico no es el

término añade, sino más bien funcional .


El Flâneur del tráfico Bogotano

Zzzip! En medio de la parada hecha para dialogar, Eric no deja de dar

giros, mover las ruedas, revisar la mascarilla y girar otra vez. No se está

quieto! tal vez porque ya son las seis de la tarde.

Las seis! Esta es la mejor hora para movilizarse: todo el mundo an-

gustiado en su carro, la gente en los buses mirando por las ventanillas y

uno ahí, fresco, esquivando carros y con buena velocidad. Eso es lo fan-

tástico de este medio de transporte, ve? , dice.

Por ahora, él debe ir al barrio La Macarena a visitar una amiga. De

ahí, bajar hasta la Estación de la Sábana a comprar maní y nueces y, lue-

go, a su casa en el norte de la capital. A mi casa voy llegando por ahí a

las 8 de la noche tranquilamente , asegura.

Por eso, si usted quiere toparse con Eric, esté pendiente en la calle a

que lo sobrepase un manchón de velocidad así zzzip!...”

Patiño como otros personajes de esta ecléctica ciudad, se vieron apoyados por el es-

cenario de libertad de las alcaldías Mockus, Peñalosa. En 1998 se presentó un incremen-

to de bicicletas, patines, tablas y diferentes medios de transporte no motorizados, la ciu-

dad al borde del colapso, no tenia ninguna alternativa de transporte diferente y para algu-

nos este transporte era el mas efectivo y digno; se esperaba que para el 2008, el 10% de

los ciudadanos se transportaran en bicicleta, desestimulando el uso del automóvil privado

reduciría los grandes costos que representaban para la ciudad el mantenimiento de la ma-

lla vial y el impacto ambiental , gracias a la construcción de ciclorutas; cosa que en efecto

hicieron, pero sin todo el éxito esperado 9. Transmilenio llegaría después a solucionar par-

cialmente el problema y a crear muchos otros, en el futuro lograría quitarle también el po-

9 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-847451
El Flâneur del tráfico Bogotano

co espacio que había ganado la bicicleta en el 2011 con la destrucción de la cicloruta de

la calle 26, gracias a la feria de contratos en la alcaldía de Samuel Moreno.

La propuesta de Eric Patiño, no solamente era útil para su transporte, sino que de

cierta forma, al estar ajeno y perteneciente tanto a las rutas peatonales y a las rutas de los

automóviles, señalaba un problema de movilidad y de reflexión sobre la ciudad; que aun-

que las alcaldías tenían la intención de solucionar, las autoridades al final no privilegiaron

a quienes no querían tener automotor. De cierta forma el uso de la mascara antigás, mos-

traba el gran daño hacia el aire, los patines hacia la movilidad, la violencia y el ruido; de-

mostraba que las prebendas de el gobierno a los automotores no solucionarían nunca el

trafico y tampoco darían calidad de vida a los ciudadanos. La acción de Patiño era silen-

ciosa, quijotesca, con muy poco eco en los ciudadanos que ignoraban estos cambios, que

es lo que define la actitud blasée. “Dentro de esta actitud la concentración tan alta de

hombres y cosas estimula el sistema nervioso del individuo hasta sus máximos grados de

excitación. Por medio de la mera intensificación cualitativa de los mismos factores condi-

cionantes, esta excitación se transforma en su opuesto y desemboca en el hastío tan par-

ticular de la actitud blasée” 10.

Patiño buscaba esta imagen mítica del héroe, salir de la sociedad particularmente ni-

velada, en que las perturbaciones psicológicas, las frustraciones y complejos de inferiori-

dad están a la orden del día; en una sociedad industrial en la que el hombre se convierte

en un numero dentro del ámbito de una organización que decide por él; en la que la fuer-

za individual, si no ejerce una actividad deportiva, queda humillada ante la fuerza de la

maquina que actúa por y para el hombre, y determina incluso los movimientos de ésta.11

10 Goerg Simmel, “La Metropolis y la vida mental”


11 Eco Umberto, “Apocalípticos e integrados”. TusQuets editores, 1965, Pág 226
El Flâneur del tráfico Bogotano

Patiño y su deseo de abstraerse de la masa, de su acondicionamiento de urbanita,

puede ser relacionado con el término "flâneur", en francés, es una figura de la vida coti-

diana, a la de un paseante, cuya actividad es propia al desarrollo en Occidente. El con-

cepto de "flâneur" también está relacionado con el transporte masivo, donde el sentido de

la vista se agudiza, donde hay una exagerada atención de los ciudadanos entre sí, un bo-

yeurismo generalizado. Sin embargo el “Flâneur”, se suscribe en los pasajes diseñados

por el barón Haussmann, que le permitía caminar por aceras anchas y protegido de los

vehículos, lo cual difiere de Eric Patiño en ese detalle, aquí no hay ninguna protección de

un bulevar, al contrario se está expuesto en la calle y en el anden, además el bulevar ya

no existe.

En “El hombre de la multitud” de Edgar Allan Poe, lo que se puede ver, es como este

solitario goza al estar inmerso en el gentío; haciendo él énfasis en su individualidad. El

Flâneur pertenece a la masa, pero al mismo tiempo es consciente de su soledad, y su re-

flexión es interna. El viaje interior en su soledad en medio de la multitud.

El Flâneur resalta en su transcurrir su experiencia estética sobre la ciudad. Aquí es

donde se construye el bulevar psíquico de Patiño, su máscara anti-gases que limpia el ai-

re interior, es su ventana, la velocidad, el éxtasis que experimenta entre las aceras y los

buses, el patina, volando en la mitad del cardumen humano y el de las maquinas; logra

ver las rutas escondidas y variables, entre los buses y la gente. Este es precisamente su

bulevar psíquico, su techo protegido, que el maneja y controla, así se convierte en una

sardina que reflexiona en medio del cardumen.

La experiencia del patinador que viaja libre entre las personas y los buses, y lo hace

en diferentes estadios, el limite entre el anden y la calle desaparece, el es un anfibio, que

navega entre las masas humanas y las maquinas, también lo hace entre las leyes, cons-

truye el limbo donde el reflexiona, vive y contempla, convierte estas diferencias en una
El Flâneur del tráfico Bogotano

frontera difusa. Patiño reflexiona sobre las normas, que nos obligan a ir para aquí y allá,

toma distancia de estas leyes, el construye las propias para mantenerse vivo, y para

apreciar estéticamente la ciudad.

Patiño es un Flâneur por excelencia y su acción no es un performance del todo, pues

no es una puesta en escena, lo que hace es habitar la ciudad de una manera poética; en

su reflexión interna, ve a los demás desde otro punto de vista y los demás lo ven a el de

una forma particular y anodina.

No todo el mundo tiene el don de bañarse en la multitud. Gozar de la

muchedumbre es un arte y sólo puede entregarse a esa orgía de vitalidad,

a costa del género humano, aquél a quien un hada infundió en la cuna, el

gusto por el disfraz y la máscara, el odio al hogar y la pasión por los via-

jes. Multitud, soledad: términos iguales e intercambiables para el poeta

activo y fecundo. Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar

solo en medio de una atareada multitud. El poeta disfruta del incompara-

ble privilegio de poder ser, a su gusto, él mismo y otro. Como esas almas

errantes que buscan un cuerpo, entra, cuando quiere, en la personalidad

de cada cual. Sólo para él está todo vacante; y si parece que ciertos luga-

res le están vedados, es porque a sus ojos no merecen la pena visitarlos

(Baudelaire: 1997; 113).

Patiño es creado por unas condiciones sociales y culturales especificas, y su acto es-

ta desprovisto de intención, sin embargo lleva dentro de si una profunda conciencia social

que mueve su mirada, a falta de un solido carácter discursivo de la obra, presenta un libre

acto de arte, una acción, una imagen que dice más que mil palabras. En el sentido que

intentará devolverles la identidad a lo que hay de indeterminado en la masa y asimismo, a

partir de este acto mantener despierta la propia experiencia de sí mismo.


El Flâneur del tráfico Bogotano
El Flâneur del tráfico Bogotano

Das könnte Ihnen auch gefallen