PRIMERA LEGISLATURA ORDINARIA DE 1995

6ª A SESIÓN
(Vespertina)

JUEVES, 7 DE SETIEMBRE DE 1995

PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES VÍCTOR JOY WAY

ROJAS

CARLOS TORRES Y TORRES LARA

SUMARIO
Se pasa lista.— Se reabre la sesión.— Luego de la sustentación
y debate, se aprueba mediante votación nominal, con el agre-
gado propuesto por el señor Forsyth Mejía, el proyecto de ley
venido del Poder Ejecutivo, cuya sanción recomienda la Comi-
sión de Salud, Población y Familia en mayoría, por el cual se
modifica el Artículo VI del Título Preliminar del Decreto Le-
gislativo Nº 346, Ley de Política Nacional de Población, a fin
de considerar la esterilización masculina y femenina como mé-
todo de planificación familiar.— Se levanta la sesión.

—A las 18:00 horas, bajo la Presidencia del se-
ñor Víctor Joy Way Rojas e integrando la Mesa
Directiva el señor Samuel Matsuda Nishimura,
el Relator pasa lista a la que responden los se-
ñores Miguel Grau Seminario,(1) Abanto Pon-
go, Aliaga Araujo, Alva Orlandini, Amorín Bue-
no, Amurúz Gallegos, Avendaño Valdez, Barba-
rán Rengifo, Barreto Estrada, Barrón Cebreros,
Bartra Gonzáles, Blanco Oropeza, Breña
Pantoja, Cáceres Velásquez, Campos Baca,
Cardoso Romero, Castillo Chirinos, Cerrate
Valenzuela, Cerro Moral, Ciccia Vásquez,
Colchado Arellano, Coral Pérez, Chang Ching,
Chávez Serrano, Chipoco Cáceda, Chirinos Soto,
Chiroque Ramírez, Chu Rubio, Del Castillo
Gálvez, Delgado Aparicio, Díaz Bringas, Díaz
Díaz, Diez-Canseco Cisneros, Donayre Lozano,
Espichán Tumay, Espinoza Matos, Estrada Cho-
(1) Por R.L. Nº 23680 (13/10/83), se dispone permanentemente una curul, en el Hemiciclo del Congreso, con el nombre del Diputado
Miguel Grau Seminario. La lista de asistencia comenzará con el nombre del Héroe de la Patria, MIGUEL GRAU SEMINARIO, tras cuyo
enunciado la Representación Nacional dirá ¡PRESENTE!
que, Estrada Pérez, Ezquerra Cáceres, Fernán-
dez Baca de Valdez, Fernández Bustinza, Ferrero
Costa, Figueroa Vizcarra, Flores-Araoz Espar-
za, Flores Flores, Forsyth Mejía, Gamarra
Olivares, Grados Bertorini, Guerra-García,
Gutiérrez Mercedes, Hermoza Ríos, Huaman-
chumo Romero, Jhong Junchaya, Lajo Lazo,
Lam Alvarez, Larrabure Gálvez, León Trelles,
Llerena Marotti, Mantilla Campos, Marcenaro
Frers, Martorell Flores, Medelius Rodríguez,
Mellado Céspedes, Mohme Llona, Morales Cos-
ta, Muñiz Ziches, Noriega Febres, Núñez Román,
Olivera Vega, Pando Pacheco, Pardo Mesones,
Paredes Cueva, Patsías Mella, Pease García,
Pulgar Lucas, Quicaña Avilés, Ramos Santillán,
Reátegui Trigoso, Reggiardo Sayán, Reto Neyra,
Revilla Jurado, Rey Rey, Reynafarje Abensur,
Rodas Díaz, Ruiz Caro Alvarez, Ruiz Dávila,

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Salazar Larraín, Salazar Vargas, Samalvides
Dongo, San Román Cáceres, Sánchez Vega,
Sandoval Aguirre, Santa María, Sato Abe, Siura
Céspedes, Torrejón Riva de Chincha, Torres y
Torres Lara, Townsend Diez Canseco, Trelles
Montero, Urrelo Guerra, Vargas Marín, Vega
Ascencio, Velásquez Quesquén, Vicuña Vásquez,
Vidarte Correa, Vilchez Malpica, Villasante
Chambi y Zumaeta Flores.
Con licencia, las señoras Chávez Cossío de Ocam-
po, Flores Nano, Hildebrandt Pérez, Lozada de
Gamboa, Merino Lucero, Salgado Rubianes de
Paredes y el señor Baella Tuesta.
Con aviso, los señores Barba Caballero, Ghilardi
Alvarez, Heresi Abdelnour y Velit Núñez.
El señor PRESIDENTE.— Con el quórum re-
glamentario, continúa la sesión.
Continúa el debate y se aprueba el proyec-
to de ley por el cual se modifica el Artículo
VI del Título Preliminar del Decreto Le-
gislativo Nº 346, Ley de Política Nacional
de Población, contenido en el dictamen de
la Comisión de Salud, Población y Familia
El señor PRESIDENTE.— Prosigue el deba-
te del proyecto original del Poder Ejecutivo so-
bre política nacional de población, cuya aproba-
ción recomienda la Comisión de Salud, Pobla-
ción y Familia, en mayoría.
Puede hacer uso de la palabra el señor Ruiz
Dávila, vicepresidente de la Comisión informan-
te, para sustentar el dictamen en mayoría por el
término de veinte minutos.
Por el mismo tiempo habrá de hacer uso de la
palabra el señor Salazar Larraín, autor del dic-
tamen en minoría.
De conformidad con lo establecido por los Incisos
f) del Artículo 30º y c) del Artículo 55º del Re-
glamento, y con lo determinado por el Consejo
Directivo en la sesión del día lunes 4 de setiem-
bre último, la Presidencia comunica que el tiem-
po del debate para el presente proyecto se dis-
tribuirá de la siguiente manera: Unión por el
Perú, ochenta y cinco minutos; Partido Aprista
Peruano, treinta minutos; Frente Independien-
te Moralizador, treinta minutos; Coordinadora
Democrática-Acción Popular, treinta minutos;
Partido Popular Cristiano-Renovación, treinta
minutos; Grupo Perú, treinta minutos; Izquier-
da Unida, diez minutos; y Movimiento Indepen-
diente Agrario, cinco minutos.
Quiero anotar que la utilización del tiempo por
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cada agrupación política no será en un solo blo-
que, sino que se va a otorgar la palabra según el
orden en que se han ido anotando en la lista de
oradores.
Puede hacer uso de la palabra, señor congresis-
ta Ruiz Dávila.
El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Señor
Presidente, distinguidos colegas congresistas:
Como Presidente encargado de la Comisión de
Salud, tengo a bien sustentar ante este Pleno el
dictamen en mayoría, teniendo en cuenta que el
de minoría será sustentado por el doctor Salazar
Larraín.
Con fecha 21 de agosto, llegó al seno de la Comi-
sión este pedido del Ejecutivo, con acuerdo del
Consejo de Ministros, respecto a la necesidad de
modificar el Artículo VI del Título Preliminar
de la Ley de Política Nacional de Población, que
actualmente dice: "La Política Nacional de Po-
blación excluye el aborto y la esterilización como
métodos de planificación familiar"; para que en
lo sucesivo diga: "La Política Nacional de Pobla-
ción excluye el aborto como método de planifi-
cación familiar".
Según esta propuesta, se deja en libertad para
que la esterilización —la ligadura de trompas
en la mujer y la vasectomía en el hombre— tam-
bién pueda ser utilizada como método de plani-
ficación familiar.
Las exposiciones de motivos —tanto en la peti-
ción del Ejecutivo, así como también en el dicta-
men en mayoría— se basan en hechos bastante
objetivos, que provienen de observar los resul-
tados concretos de diversos estudios, como el
censo del año 1993 y la encuesta demográfica y
de salud familiar que se denomina ENDES. Tam-
bién se ha tomado en cuenta la casuística que
proviene de los diversos sectores como Salud,
Educación, Ministerio de la Presidencia, etcéte-
ra.
En este sentido es justo considerar esta petición
del Ejecutivo, toda vez que existen amplios sec-
tores de la población con elevada fecundidad,
incluso superior a la deseada; lo cual se debe,
fundamentalmente, a que no tienen acceso a los
servicios de planificación familiar.
Muchas personas demandan que haya orienta-
ción en métodos de planificación familiar al ha-
ber decidido el tamaño ideal de sus familias y
evitarse el riesgo de un embarazo no deseado.
Las mujeres con elevada fecundidad enfrentan
serios riesgos en cada nuevo embarazo, lo cual
afecta a la madre, al niño, a la familia y también
a la comunidad en general.
Es bien conocido que la mortalidad materna es
bastante elevada, sobre todo en los sectores más
necesitados, donde se ven situaciones realmen-
te lamentables y donde también es frecuente el
aborto, ya sea espontáneo, inducido o, por su-
puesto, el aborto provocado debido a que se tra-
ta de un embarazo no deseado.
También se observa objetivamente la elevada
tasa de mortalidad infantil como consecuencia
de complicaciones en el embarazo, el parto y el
puerperio.
Asimismo, hemos considerado en este contexto
la existencia de diversos métodos anticoncep-
tivos modernos y seguros que lo son cuando se
usan correcta y consistentemente; sin embargo,
estos métodos no son accesibles a las poblacio-
nes más necesitadas de nuestro país. Por ello,
incluso, se requiere contar con los denominados
métodos quirúrgicos, en cuyo contexto está este
proyecto sobre esterilización.
Entonces, es necesario atender esta situación,
pero —como dijimos en el seno de la Comisión
de Salud los once firmantes del dictamen— siem-
pre y cuando se garantice la libertad, la partici-
pación voluntaria, la educación plena sobre la
aplicación de estos métodos que ya son típicos
en la denominada salud reproductiva.
El término de salud que utiliza la Organización
Mundial de la Salud ya no es más la referencia a
la ausencia de enfermedad. Ahora se define la
salud como el completo estado de bienestar so-
cial, económico y mental de la persona; y cuan-
do lo aplicamos para la salud reproductiva, por
supuesto, se refiere a ese completo estado de
bienestar en lo social, lo económico, lo psíquico
de la familia, porque la salud reproductiva no
solamente hay que mirarla en el contexto de la
madre, sino también del padre y la prole.
Este requisito de que los métodos de planifica-
ción se apliquen con la plena autorización de
quien va a sufrir las consecuencias de ello es ya
un práctica cotidiana en nuestro país. Al respec-
to, el Ministerio de Salud viene aplicando cier-
tos programas desde hace ya algunos años. Hay
que recordar que el decreto legislativo fue apro-
bado en 1985, cuando incluso ya existían prácti-
cas de planificación familiar en nuestro país; lo
que pasa es que ahora éstas están mejor organi-
zadas.
Es por eso que consideramos importante incor-
porar en nuestra legislación los procedimientos
quirúrgicos como método de planificación fami-
465
liar. En este aspecto...
El señor REY REY (Ren).— ¿Me permite una
interrupción, doctor Ruiz Dávila?
El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Con la
venia del señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Quiero recordar-
le, señor Rey, que recién se está haciendo la
sustentación para después entrar al debate.
El señor REY REY (Ren).— Muchas gracias
por el recuerdo, señor Presidente, pero es bue-
no ir precisando los asuntos conforme se van
mencionando.
El doctor Jorge Ruiz Dávila, miembro de la Ma-
yoría y, por tanto, parte del Gobierno, acaba de
adelantar una denuncia que yo también iba a
hacer en mi intervención, y quiero aprovechar
de esta pequeñísima interrupción para hacerla.
En la actual Ley de Población —la que se piensa
cambiar con este proyecto de ley— se piensa in-
corporar recién como métodos de planificación
familiar los de esterilización. Yo denuncio ante
el país...
El señor PRESIDENTE.— Al tema, señor Rey.
El señor REY REY (Ren).— No, un momen-
tito, voy al tema.
Denuncio ante el país que el Ministerio de Sa-
lud viene incumpliendo la Ley de Población des-
de hace muchísimos meses atrás, organizando
lo que denominan "festival de ligadura de trom-
pas" con el financiamiento del Estado peruano y
de aquellos ciudadanos que con nuestros impues-
tos contribuimos a esas prácticas que están pro-
hibidas por nuestra legislación.
Lo acaba de decir el señor Jorge Ruiz Dávila.
Probablemente eso no escandalice a algunos miem-
bros del Congreso, pero yo lo lamento porque el
incumplimiento de la ley debiera escandalizar-
nos, y el incumplimiento de la ley por parte de
las autoridades llamadas a cumplirla debiera es-
candalizarnos doblemente.
Quiero probar además que no solamente practi-
can la esterilización con el auspicio del Ministe-
rio de Salud, sino que en el llamado Manual de
Salud Reproductiva y de Métodos de Planifica-
ción Familiar actualmente vigente, publicado por
dicho Ministerio, con toda precisión se estable-
ce la esterilización femenina y masculina como
método de planificación familiar.
Que quede constancia de lo que acabo de decir,
porque ésos son los abusos que se están come-
tiendo en nuestro país, y puedo entregar este
documento al doctor Ruiz Dávila y a todos a los
que les interese revisarlo.
A varias mujeres se les ha engañado, se les ha
esterilizado sin su adecuado consentimiento,
aprovechando los dolores del parto. En esa si-
tuación, una mujer no puede tomar una deci-
sión correcta con consecuencias para el resto de
su vida.
Muchísimas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Quiero reiterar
que las interrupciones no deben exceder el mi-
nuto, y pedir al señor Ruiz Dávila que, en lo po-
sible —como está en la fase de la sustentación—,
use su tiempo para que pueda hacer una pre-
sentación integral, porque vamos a tener una
estación de debates muy amplia.
El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Por su
intermedio, señor Presidente, deseo decirle al
congresista Rafael Rey que no quisiera desilusio-
narle.
Estas prácticas existen en el Perú desde hace
muchos años atrás —diría que desde los años
setenta—, pero no han estado en el contexto de
la planificación familiar, sino en el de la salud
reproductiva o cuando hay riesgo para la salud.
Entonces, se trata de situaciones especiales, te-
rapéuticas, que la misma Iglesia —según hemos
visto hoy en los comunicados o en las cartillas
que nos ha alcanzado— acepta. Es en ese con-
texto de riesgo que se aplica y se ha venido apli-
cando usualmente la esterilización.
En un país desarrollado o que busca su desarro-
llo —como el nuestro— existen, lógicamente, po-
líticas de población. En ese sentido, actualmen-
te el Consejo Nacional de Población viene apli-
cando ocho programas específicos, y todos ellos
tienen que ser conocidos por la población; por
ello es que están en este documento con objeti-
vos bien precisos.
Pero también es necesario entrar a esclarecer el
contexto en el que se está tratando la planifica-
ción familiar, porque el tema de esterilización,
con toda justicia, ha abierto en el país un debate
que involucra conceptos que vale la pena hacer
recordar a los señores congresistas para que su
decisión sea, pues, totalmente procedente ante
la petición de voto de conciencia.
Yo también soy católico, pero en los hechos ob-
jetivos de nuestra Patria —como es lógico— tene-
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mos que usar una cruz donde esté equilibrada nues-
tra religiosidad con nuestro deber social; hay que
incorporar el avance científico y tecnológico y,
por supuesto, tener el sano derecho al descanso.
Por lo tanto, yo quisiera, por breves momentos,
ilustrar con unas láminas, en un contexto más
amplio, lo que está ocurriendo en nuestro país.
—Se proyectan láminas, las que se inser-
tan a continuación de la página 535.
En la lámina "A" se observa cómo ha evoluciona-
do el crecimiento poblacional en el Perú desde
el año 1900, y cómo —tal como ocurre con otros
países— esta curva siempre sigue una tenden-
cia exponencial. ¿Acaso nosotros quisiéramos
que el crecimiento demográfico, como ha sido
siempre, supere nuestro desarrollo económico?
Si los peruanos seguimos en ese modelo casi
monocompartimental que nos han planteado de
no hacer uso de la planificación familiar, ten-
dríamos que afrontar problemas sociales mucho
más graves y, sinceramente, lamentar situacio-
nes no solamente de mutilación, sino de morta-
lidad entre los seres humanos.
La lámina "B" nos muestra cómo ha ido evolu-
cionando la tasa bruta de natalidad versus la tasa
bruta de mortalidad. Vemos, al extremo izquier-
do del gráfico, cómo las dos curvas están más
cerca en el año 1940 que en el año 1961. Eso
quiere decir que la tasa de crecimiento pobla-
cional —cuando uno resta la mortalidad a la
natalidad— era menos del dos por ciento, pero
no porque no hubiese crecimiento poblacional
—ya que la tasa de natalidad estaba entonces
alrededor del cuatro punto cinco por ciento—,
sino porque simplemente la mortalidad también
era alta.
Sin embargo, en el otro extremo vemos que la
tasa de natalidad ha disminuido, hacia 1995, con
menor velocidad que la tasa de mortalidad. Ello
se debe a que, con toda justicia, los servicios de
salud han mejorado en nuestro país, lo que hace
que la brecha sea mayor que en el año 1940.
Entonces, quiere decir que de 1940 a 1995 la
expectativa de vida de nuestra población ha pa-
sado de treinta y siete años a más de sesenta,
pero la natalidad ha decrecido menos.
Pasemos al gráfico "C". En él observamos cómo
en 1940 la población rural era de sesenta y cinco
por ciento, más o menos, habiendo decrecido, al
año 1990, al treinta punto uno por ciento; mien-
tras que la población urbana ha pasado de treinta
y cinco por ciento a casi el setenta por ciento. Es
decir, se ha invertido esta tendencia, lo cual, jus-
tamente, complica mucho más la situación
poblacional del Perú.
En el gráfico "D" —me disculparán que sea bre-
ve, pero esta explicación es solamente para que
todos los congresistas tengan una mayor com-
prensión y puedan sacar correctamente sus con-
clusiones— vemos cómo la curva de la población
entre los años 1950 y 1989 ha decrecido de dos
punto nueve a dos punto dos como tasa neta;
pero observamos la caída del PBI, precisamen-
te, en la década pasada, y recién en la actual
podremos ver recuperación.
Pero obsérvese que la tasa económica —que es
la curva con barras discontinuas— está conside-
rando casi diez años en cada vez, y hay que re-
cordar que en medio de esos períodos hay años
con PBI negativo. Entonces, es necesario que
veamos que el problema económico se complica
en una situación como ésta.
En el gráfico "E" observamos cómo existe una
lamentable relación entre la tasa de mortalidad
infantil y la tasa global de fecundidad con res-
pecto a los niveles socioeconómicos de la pobla-
ción.
La tasa de mortalidad infantil de población no
pobre, según datos del censo de 1981, era casi
de setenta y cuatro por mil, mientras que en el
sector pobre era de ciento dos y en el sector en
miseria, de ciento siete; y en la tasa global de
fecundidad también se observa cómo ésta llega
a extremos de once hijos por mujer en los secto-
res más necesitados de nuestra población. En-
tonces, estamos viendo la relación que, lamen-
tablemente, existe entre el crecimiento pobla-
cional y los niveles socioeconómicos.
En el siguiente gráfico, el "F", se observa cuál es
la precedencia en la utilización de métodos
anticonceptivos en el mundo. Al lado izquierdo
tenemos la situación en los países desarrollados,
y al lado derecho, la de los países en desarrollo.
Si nos concentramos en la parte superior dere-
cha del gráfico referida a los países en desarro-
llo, encontraremos una cifra —treinta y tres por
ciento— que corresponde a la esterilización fe-
menina. Ello quiere decir que, según datos de la
Organización Mundial de la Salud, el treinta y
tres por ciento de la población femenina de los
países en desarrollo está utilizando el método
de la esterilización; mientras que en los países
desarrollados es de diez por ciento. Entonces
vemos cómo el nivel de desarrollo económico y
cultural de esos países va trasladando la tenden-
cia al uso de métodos que, es lógico, se compren-
den mejor cuando la educación o el nivel econó-
mico es superior.
Esta tabla tiene muchos más elementos por com-
467
parar, como el uso del llamado inyectable. To-
dos sabemos qué es la Deproprovera y también
el Norplán. Pero, a pesar de que estas sustan-
cias se originan en los países desarrollados, su
uso en éstos es casi cero por ciento; mientras
que en los países en desarrollo, al año 1992, es
del dos por ciento, y todos sabemos las conse-
cuencias que trajo este tipo de inyectable
intramuscular o el caso de la implantación de
candelillas de hormonas.
En el otro gráfico, el "G", se observa el órgano
sexual masculino y los métodos anticonceptivos
que en él se aplican. Por un lado está el más
usado: el condón; mientras que también se ilus-
tra el sitio donde se hace la oclusión del conduc-
to deferente, intervención quirúrgica denomina-
da vasectomía. En realidad se trata de un con-
ducto que transporta el semen ya preformado
en los testículos, y cuya obstrucción tiene por
objeto evitar la presencia de espermatozoides en
el líquido seminal.
Asimismo, quiero hacer recordar que en China,
hace unos veinte años, se usaba otro método
anticonceptivo masculino que consistía en la
aplicación de Gosipol —sustancia química extraí-
da de la pepa de algodón—, pero muy pronto se
demostró que esta sustancia era sumamente
tóxica, porque producía una gran incidencia de
cáncer, y tuvo que ser retirada.
Seguidamente, observamos el gráfico del órga-
no sexual femenino y la aplicación de métodos
anticonceptivos. Así, tenemos que se ilustra
—mediante dos barras— los lugares donde se
hace la llamada ligadura de trompas, que es una
oclusión que se practica para evitar que el óvulo
maduro proveniente del ovario pueda ingresar
en el útero para su fertilización. También, en
ese triángulo negro, observamos el sitio donde
se aplican los llamados dispositivos intrau-
terinos; mientras que en la parte inferior del
útero —en la vagina— se indica el lugar donde
se utilizan artificios, como el denominado capu-
chón, y se aplican los espermicidas. No se está
ilustrando ahí la acción de las hormonas, la lla-
mada píldora.
El cuadro "H" nos está mostrando la efectividad
de los métodos anticonceptivos. Debo indicar que
esta información proviene de la experiencia
americana, y nos está presentando la diversidad
de posibilidades que existen. Por supuesto, se
incluye algunos métodos como el aborto —que
es legal en otros países, pero cuya aplicación en
el Perú ni siquiera podríamos discutir—, que tiene
una efectividad teórica y real del cien por ciento.
También quiero hacer alusión a la llamada abs-
tinencia, cuyo porcentaje teórico de efectividad
es de cien por ciento, pero que en lo real es des-
conocido, porque esa abstinencia puede ser ab-
soluta como también tener cierto grado de
relatividad. Incluso, si se quiere, puede tener
grados de perfeccionamiento del método que no
necesariamente pueden estar dentro del contexto
de planificación familiar, como es el caso de la
castidad, por ejemplo.
Tampoco podemos considerar la histerectomía
—la extirpación del útero— como método anti-
conceptivo, porque se aplica solamente para si-
tuaciones de necesidad terapéutica.
También se da información sobre la ligadura de
trompas, cuya efectividad es noventa y nueve
punto noventa y seis por ciento en lo teórico y
en lo real; o sea, prácticamente tiene una efecti-
vidad de cien por ciento.
Asimismo, se ilustra el caso de la vasectomía,
que es un método quirúrgico con una efectivi-
dad de noventa y nueve punto ochenta y cinco
por ciento. Luego viene la píldora combinada,
estrógeno-progestágeno; la progesterona intra-
muscular de acción prolongada; el condón más
espermicida; la progesterona oral a dosis baja;
los dispositivos intrauterinos; el condón solo; el
diafragma más espermicida; el espermicida solo;
el coitus interruptus, también llamado el méto-
do del retiro; el ritmo o calendario; la lactancia;
la ducha; y, finalmente, los que no tienen nin-
gún método, los que no se controlan.
Quisiera aquí hacer alusión a que todos los mé-
todos que se puedan considerar como anticon-
ceptivos tienen efectos indeseables. En ese sen-
tido, podemos coincidir con la información que
se ha dado en los diarios en estos últimos días.
Pero también es conveniente que podamos, en
el transcurso del debate, esclarecer que la absti-
nencia e, incluso, hasta la misma castidad pue-
den conducir a efectos psicológicos y fisiológicos
contrarios, porque en realidad es una situación
fisiológica anormal.
Ahora quiero pasar al gráfico "I", donde se mues-
tra lo que está ocurriendo en el Perú, según ci-
fras del último censo realizado en el país. La in-
formación es acerca de las tasas globales de fe-
cundidad por departamentos, y se puede obser-
var que son pocos los que se acercan a la tasa
deseada de dos puntos. Observamos que hay
departamentos con tasas que superan los cua-
tro puntos, y que incluso hay provincias que se
aproximan a ocho como tasa global de fecundi-
dad.
Las tablas siguientes muestran las tasas globales
468
de fecundidad —baja, media, alta y muy alta—
según provincias, y el uso actual de métodos de
planificación familiar. Al respecto, quisiera que
ustedes tomen nota, revisando esas cuatro pági-
nas, de cómo las tasas globales de fecundidad
muy alta se hallan presentes en las provincias
más pobres, en las menos desarrolladas de los
Andes o de la selva peruana.
Así, por ejemplo, en la lámina "K" podemos en-
contrar que la tasa global de fecundidad en el
departamento de Pasco se distribuye entre alta
y muy alta. En la "L" observamos que todas las
provincias de Huancavelica tienen tasas globales
de fecundidad por encima de cinco, llegando a
siete punto sesenta y dos en Angaraes. En
Ayacucho, solamente la provincia de Huamanga
tiene cuatro punto cuarenta y cuatro, mientras
las demás superan los cinco puntos, llegando
Páucar del Sara Sara a seis punto veintisiete de
tasa global de fecundidad. Apurímac es un de-
partamento que muestra a todas sus provincias
con elevadas tasas de fecundidad: desde Abancay
con cinco punto tres, hasta Antabamba con sie-
te punto dos.
En la siguiente página también podemos obser-
var cuán elevada es la tasa global de fecundidad
en los departamentos de la selva. Loreto, Ama-
zonas, Ucayali y Madre de Dios distribuyen sus
tasas globales entre alta y muy alta. Por ejem-
plo, Loreto tiene en la provincia de Mariscal
Castilla siete punto cuarenta y nueve; en
Condorcanqui, Amazonas, siete punto sesenta y
cinco; y en la provincia de Purús, Ucayali, siete
punto ochenta y cinco de tasa global.
Entonces, estamos hablando de hechos objeti-
vos, de peruanos que no pueden acceder al mí-
nimo de bienestar y que se encuentran muy ale-
jados de la posibilidad de tener los goces del
desarrollo del país.
El siguiente gráfico, que viene a ser el número
"1", nos muestra la tasa global de fecundidad en
relación a los niveles de educación. Los extre-
mos lo constituyen los sectores que no tienen
ningún nivel de educación —analfabetos—, con
un promedio de cinco punto ocho por ciento, y
aquellos que gozamos de un nivel superior uni-
versitario, con uno punto seis.
El siguiente gráfico nos muestra la tasa global
de fecundidad según los años de estudios. Los
sectores de los que no tienen ningún año de es-
tudios y de los que han estudiado entre uno y
tres años —es decir, transición o el primer y se-
gundo grados— tienen cinco punto ocho, mien-
tras que aquellos que estudiamos entre quince
y dieciséis años es de uno punto cuatro.
El gráfico "3" nos muestra la tasa global de fe-
cundidad asociada a la condición de actividad y
nivel de educación. Aquel que trabaja y tiene
secundaria muestra una tasa global de fecundi-
dad de uno punto seis; mientras que aquel que
no trabaja y no tiene ninguna educación, cinco
punto dos.
El siguiente gráfico, el número "4", nos muestra
la tasa global de fecundidad según la actividad
económica y los años de estudio. Allí observa-
mos la comparación entre el que trabaja y el que
no trabaja dentro de un mismo nivel educativo,
y vemos que la tasa es muy parecida; es decir, el
que no tiene educación, trabaje o no, tiene una
alta tasa global de fecundidad; mientras que el
que estudia quince o dieciséis años, trabaje o no,
mantiene una baja tasa global de fecundidad.
En el gráfico "5", asociando la fecundidad al es-
tado conyugal, observamos en la mujer convi-
viente una tasa de dos punto ocho, y en la casa-
da de dos punto cinco.
El otro gráfico, según el estado conyugal y años
de estudio, nos da también la mixtura de que la
conviviente y la mujer casada que no tienen edu-
cación suelen ser las que presentan las mayores
tasas globales de fecundidad; en tanto que, al
otro extremo, las mujeres convivientes, casadas
y en otras situaciones que tienen nivel universi-
tario presentan tasas de dos punto dos, uno pun-
to ocho y cero punto cuatro, respectivamente.
En el siguiente gráfico se expresa la asociación
que existe entre la fecundidad según el estrato
social del jefe de familia y la región geográfica.
Por ejemplo, en el sector de estrato social bajo
agrícola se suele observar un promedio de tasa
global de fecundidad de seis, siendo baja en Lima
Metropolitana, pero alta en la sierra y en la sel-
va. De ahí comienza a decrecer hasta el estrato
social alto, en el que —como país— tenemos dos
punto dos, pues en Lima Metropolitana y el res-
to de la costa y la sierra se mantienen también
niveles aceptables. Entonces podemos observar
cómo, a través del estrato social, se va dando
situaciones que hay que atender.
En el gráfico siguiente, sobre la tasa global de
fecundidad en diferentes países, comparada a la
de 1993, observamos que en el lado izquierdo
están países del Asia, donde Irak e Irán son los
que, debido a su situación de alta religiosidad y
bajo desarrollo educativo, tienen niveles de sie-
te y seis punto seis, respectivamente; mientras
que en China y Japón son de dos y uno punto
cinco.
Por otro lado, mientras en los países de África
469
las tasas son de seis punto seis en Angola y de
tres punto nueve en Egipto; en Europa éstas son
bajas, como las de Suecia y Rusia, con dos y uno
punto seis, respectivamente.
En América, vemos que Estados Unidos y Cana-
dá están alrededor de dos, mientras que Haití
tiene seis de tasa global de fecundidad, un país
que suele colocarse a la cabeza de la lista de los
más pobres. Asimismo, Cuba tiene uno punto
ocho; Bolivia, cinco; Ecuador, tres punto ocho; y
Perú, en 1993, tres punto cuatro como tasa global
promedio de fecundidad.
Para terminar, veamos las dos últimas láminas
sobre la demanda de planificación familiar. En
el Perú, según el censo del año 1993, existen o
existieron cinco millones seiscientas treinta mil
mujeres en edad fértil —entre quince y cuaren-
ta y nueve años—, datos que coinciden con la
encuesta demográfica que se hizo entre 1991 y
1992.
De ese grupo de mujeres en edad fértil, el cin-
cuenta y seis punto uno por ciento corresponde
a las unidas maritalmente, mientras que el cua-
renta y nueve punto nueve declararon no estar
unidas maritalmente o estar solteras.
De las unidas maritalmente —con la flecha ne-
gra en el gráfico—, el cincuenta y seis punto
nueve por ciento declaró que hace uso actual de
un método de planificación familiar, el dieciséis
punto siete tiene demanda no satisfecha, el vein-
ticuatro por ciento no usa ningún método de
planificación familiar, y el dos por ciento decla-
ra que ha fallado en el método de planificación
familiar.
Si nosotros trasladamos esos datos al siguiente
gráfico, según componentes y nivel de educación,
observamos que en el grupo "sin nivel" hace uso
actual de métodos de planificación familiar el
treinta y cuatro punto uno por ciento, el veinti-
siete punto ocho tiene demanda no satisfecha, y
falla el método en el uno punto seis; mientras
que al otro extremo, en el grupo con educación
superior, el setenta y dos punto cinco por ciento
está practicando algún método de planificación
familiar, en tanto que la demanda no satisfecha
es de sólo seis punto ocho, y falla el método en
un uno punto nueve por ciento.
Observamos entonces cómo la accesibilidad a
estos servicios de planificación familiar está re-
lacionado al nivel de educación, y cómo también
la demanda no satisfecha disminuye cuando la
persona, por ser más educada, usa con mayor
éxito los métodos de planificación familiar.
Tenemos que observar estas cifras para conocer
nuestra realidad, señor Presidente. Por ello, mi
voto de conciencia fue a favor de esta petición,
porque como un peruano que puede hacer de-
ducciones con más facilidad debo desear con ve-
hemencia que la lucha contra la pobreza conti-
núe y que la planificación familiar sea una he-
rramienta cada vez más eficaz.
En la medida que nuestro país aplique otras es-
trategias para la lucha contra la pobreza y se
mejore en salud y en educación, el uso de los
métodos que muchas veces podemos satanizar
van a ir trasladándose a otros, y ojalá se termi-
ne utilizando más los métodos naturales; por-
que, según la tabla que he mostrado antes sobre
la efectividad de los métodos anticonceptivos, los
naturales pueden ser efectivos.
Qué bueno sería, aunque tengan el ochenta por
ciento de efectividad, si todos los peruanos apli-
caran los métodos anticonceptivos naturales.
Pero, para ello, necesitamos afrontar esta situa-
ción con valentía, y aceptar que es necesario
educar a nuestra gente pobre para que use cons-
cientemente los métodos anticonceptivos, expli-
cándoles con cariño las bondades y los riesgos
que éstos tienen.
También considero que es extremo llamar "de
esterilización" a los métodos que están en deba-
te. Sinceramente, la ligadura de trompas y la
del conducto deferente no son métodos irrever-
sibles. Se los pone en los textos como tales, pero
en realidad es un asunto de tecnología quirúrgi-
ca. Es obvio que si la intervención se hiciera con
mayor cuidado y si se viera científicamente en
qué consiste la oclusión de la trompa o del con-
ducto deferente, es posible que este método qui-
rúrgico sea reversible.
El avance de la ciencia y la tecnología —que es
de lo que también debe gozar nuestro pueblo
para su beneficio— nos da posibilidades e ideas
sobre métodos que quizás pudieran aparecer en
nuestro medio, y sobre los cuales todavía es algo
difícil hablar, porque la mujer que tiene ligadu-
ra de trompas no es estéril. En realidad, los ova-
rios funcionan, el útero funciona, los niveles
céricos de hormonas, estrógenos o progesterona
están presentes. Lo único que se ha hecho es
evitar la posibilidad de que el óvulo se pueda
encontrar con un espermatozoide.
Tampoco la vasectomía puede ser llamada como
método de esterilización, porque el hombre si-
gue produciendo espermatozoides, sus células
siguen produciendo testosterona, continúa pre-
sente el equilibrio hormonal como si todo fuera
normal; solamente hay que añadir que ojalá los
470
investigadores peruanos pudieran poner rápida-
mente en práctica métodos quirúrgicos que ha-
gan mucho más fácil la reversibilidad de estos
métodos, los cuales no tienen por qué ser abso-
lutamente irreversibles.
Quisiéramos aceptar que, en algún momento de
nuestro desarrollo científico —quizá pasarán
todavía algunos años más para que se pueda rea-
lizar en el Perú—, exista la posibilidad del "bebé
probeta" o la fecundación artificial, métodos que
no están reñidos con los de la vasectomía y la
ligadura de trompas, porque cuando lleguemos
a eso no habrá problemas para quien quiera vol-
ver a tener un niño.
Por otro lado, también quiero decirles que estos
métodos de esterilización que estamos propo-
niendo tienen menos efectos secundarios, por-
que —como ya he dicho— las hormonas natura-
les están presentes. Son menos dañinos que la
píldora y que los dispositivos intrauterinos, y
más efectivos que otros métodos físicos como el
espermicida más el condón. Sea cual fuere el
caso, se trata de sustancias químicas que de to-
das maneras ingresan al organismo y producen
efectos colaterales.
Entonces el Episcopado tiene razón cuando afir-
ma sobre la posibilidad de que la píldora, de
manera excepcional, pueda ser considerada como
abortiva. ¿Por qué? Hemos hablado acerca de la
no eficacia de ciertos métodos, y si una mujer
toma la píldora, ésta —que es la combinada, su-
pongamos, con estrógeno-progesterona y sus
derivados— tiene una secuencia al ser absorbi-
da por vía oral, una cinética calculada para vein-
ticuatro horas. Esa cinética de veinticuatro ho-
ras significa la llamada recirculación entero-he-
pática, y en ese tiempo parte de las hormonas
están eliminándose por la bilis y, a través de ésta,
al intestino y a las heces. Entonces la microflora
intestinal reactiva dichas hormonas y vuelve a
absorberlas y a darles actividad por veinticua-
tro horas.
Pero si alteramos esa cinética mediante el uso
de un antibiótico o la ingestión sucesiva de alco-
hol, se desequilibra la microflora intestinal por-
que ello hace que las enzimas inductoras del te-
jido hepático o de los mismos microsomas de las
bacterias también se exacerben y, por lo tanto,
la cinética de veinticuatro horas baja a veinte
horas.
Si una persona toma una sustancia que acelere
la motilidad gastrointestinal —por ejemplo, algo
que suelen tomar las personas que padecen de
constipación—, también corre el riesgo de alte-
rar la cinética de esa píldora y, por lo tanto, se
va a observar el fracaso de la píldora, y en ese
lapso puede haber una mala acción que produz-
ca aquel cambio que se menciona.
Por eso es que aceptamos la posibilidad de in-
troducir estos métodos de esterilización, y qui-
zás estamos usando un término que se puede
tener por exagerado.
Por su intermedio, señor Presidente, quiero de-
cir a todos los peruanos que mi voto de concien-
cia está basado justamente en una posición cien-
tífica que va a traer bienestar al país. Por eso
coincidimos con el presidente Fujimori cuando
decimos que tenemos que luchar contra la po-
breza con todas las herramientas que tenemos,
porque nuestro pueblo se lo merece.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Ha hecho uso de
un total de treinta y siete minutos.
Tiene el uso de la palabra el señor Arturo Salazar
Larraín para sustentar el dictamen en minoría.
El señor REY REY (Ren).— Señor Presiden-
te, le he pedido una interrupción al doctor Sa-
lazar Larraín.
El señor PRESIDENTE.— Sí, señor Rafael
Rey.
El señor REY REY (Ren).— Muchas gracias,
señor Presidente.
Interrumpo en este momento porque creo que
es bueno que de inmediato se rectifiquen algu-
nos conceptos que han sido expresados por el
señor Jorge Ruiz Dávila.
En primer lugar, casi al final de su intervención,
nos ha dicho que la esterilización es un término
inadecuado para el proyecto de ley que estamos
debatiendo, y ha sostenido una serie de disquisi-
ciones respecto a que la esterilización no deja de
hacer aptas a las personas para la concepción.
Por lo tanto, quiero leer lo que dice una enciclo-
pedia sobre el término esterilización: "Consiste
en privar a hombre o mujer de la capacidad de
engendrar". Así que no estamos hablando de tér-
minos distintos, y por ahí tenemos que empe-
zar. Estamos hablando de anular en hombres y
mujeres la capacidad de procrear.
En segundo lugar, el señor Ruiz Dávila afirma
que estos métodos no tienen por qué ser irre-
versibles. Pero contra la opinión de él está el
parecer de todos los científicos del mundo, y el
471
criterio en el Perú...
El señor PRESIDENTE.— Señor Rey, le pido
por favor...
El señor REY REY (Ren).— Voy a utilizar sólo
un minuto, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Lo que pasa es que
tiene que haber la sustentación del dictamen en
minoría a cargo del señor Arturo Salazar
Larraín, y entiendo que ésta debe contener par-
te de lo que usted va a tratar, tras lo cual vendrá
el debate. Con usted estamos haciendo una ex-
cepción en el entendido de que, por tratarse de
una interrupción, va a ser muy breve.
El señor REY REY (Ren).— Se lo agradezco,
señor Presidente. Voy a ser muy breve.
El propio Ministerio de Salud, en las normas
actualizadas de 1995 sobre metodología anticon-
ceptiva, dice que la esterilización femenina y la
masculina tienen como desventaja la de ser mé-
todos irreversibles. Lo dice expresamente. Se lo
puedo mostrar al señor Ruiz Dávila.
Finalmente, sólo quiero dejar constancia que
todos los cuadros que el señor Ruiz Dávila ha
utilizado para su exposición son elaborados, fun-
damentalmente, por un conjunto de institucio-
nes entre las que está el Fondo de Población de
las Naciones Unidas —que se le conoce mun-
dialmente como la institución de mayor interés
en el control artificial de la natalidad y, por su-
puesto, en la esterilización humana— y, en el
Perú, el Consejo Nacional de Población.
Si me dieran oportunidad, demostraría que la
información expuesta está absolutamente refu-
tada por las cifras que maneja el propio Institu-
to Nacional de Estadística.
Muchísimas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el doctor Arturo Salazar Larraín para la susten-
tación del dictamen en minoría.
El señor SALAZAR LARRAÍN (Ren).— Mu-
chas gracias, señor Presidente.
Creo que, después de la ilustración que ha he-
cho quien ha sustentado el dictamen en mayo-
ría sobre el órgano masculino y el órgano feme-
nino, sería muy bueno que nos detengamos en
el órgano legislativo. Lo digo porque éste es un
asunto muy serio; quizá, el más serio que ten-
gan entre sus manos los legisladores de cualquier
sitio, y mucho más los de mi país.
Nosotros hemos recibido la vida y, junto con ella,
casi como un contagio de Dios, la capacidad de
recrearla, de transmitirla y de compartirla.
Por supuesto, cada quien es dueño de adminis-
trar el don de la vida que recibe de la forma que
crea conveniente: algunos con sus temores, otros
con generosidad y otros, en realidad, con bas-
tante egoísmo.
Pero ésta es una discusión de valores que, en
realidad, nos puede tener —a unos y otros— se-
parados en bandos, cada cual en un lado. Por
cierto, no compartimos valores: algunos creemos
en Dios, otros no creen ni siquiera en su propia
existencia. Entonces, por esta diferencia de va-
lores, yo no pretendo que de ninguna manera
podamos ponernos de acuerdo en ese terreno.
Pero en lo que sí tenemos que ponernos de acuer-
do —y por eso hablaba del órgano legislativo—
es en la naturaleza de la tarea que tenemos en-
tre manos.
Tenemos un orden jurídico al que debemos ate-
nernos, y que es básicamente una limitación a
la acción del Estado en cuanto a un valor sus-
tancial como es la vida. Por eso, en la susten-
tación del dictamen en minoría que he suscrito,
quisiera referirme casi exclusivamente a esa
obligación que tenemos de cumplir el orden ju-
rídico.
Y estoy realmente alarmado, señor Presidente.
En primer término, si la información que tengo
es correcta, el dictamen en mayoría que se me
alcanzó en la Comisión de Salud consta de ca-
torce líneas, las cuales, además de ser muy es-
cuetas, dicen lo siguiente: "Esta Comisión con-
sidera que los motivos expuestos por el Ejecuti-
vo son atendibles, ya que como lo manifiesta el
Colegio Médico del Perú mediante su comunica-
do del 23 de agosto de 1995, es necesario ‘apo-
yar y defender el derecho que todas las perso-
nas tienen a la información y acceso a las medi-
das que permitan la planificación familiar y la
paternidad responsable, facilitando el uso de los
métodos anticonceptivos incluyendo los métodos
quirúrgicos’."
Es decir, el dictamen en mayoría nos propone,
como todo argumento, que sigamos las indica-
ciones que hace el Colegio Médico en un comu-
nicado del 23 de agosto de 1995.
Dicho comunicado, que la señora Presidenta tuvo
la amabilidad de alcanzarnos a todos y que llegó
por fax en el momento que discutíamos este
asunto, está firmado por un denominado "Comi-
té de Expertos de Planificación Familiar", que
472
está integrado por dos personas a las que yo co-
nozco: los doctores Juan Súccar Rahme y Luis
Razzeto Ríos.
El doctor Súccar Rahme ha hecho llegar a la
Comisión una carta en la que dice que él no ha
aprobado ese comunicado; más aun, que ha di-
cho todo lo contrario.
Gravísima falla, porque si el dictamen en mayo-
ría de la Comisión de Salud se sustenta en el
comunicado de esa fecha, entonces están basan-
do su opinión en un documento que alguien afir-
ma que de ninguna manera ha sido aprobado en
la forma que se dice.
Por otro lado, el segundo de los mencionados, el
doctor Luis Razzeto Ríos, es gerente de la firma
Schering, que es la compañía farmacéutica que
está interesada en vender los anticonceptivos.
Entonces creo que esto invalida el comunicado.
Refirámonos ahora al respaldo del comunicado
del Colegio Médico del Perú, en que se sustenta
el dictamen de la mayoría, porque ahí no han
terminado las desgracias en este asunto.
Acabo de recibir una copia fotostática del comu-
nicado del Colegio Médico del Perú. Se dice que
es un pronunciamiento que tiene la fecha del 23
de agosto y recibido el 4 de setiembre, pero éste
no es el documento sobre el que sustentó su dic-
tamen en mayoría la Comisión de Salud.
Entonces, señor Presidente, ¿de qué estamos
hablando? Acá hay casi una falta contra la fe
pública. Han falsificado el pronunciamiento el
Colegio Médico, y sobre esa falsificación se sus-
tenta el dictamen en mayoría. Esto me parece
muy serio, y yo lo denuncio.
Pero ahora quisiera entrar a ver un poco en de-
talle el dictamen en minoría que he suscrito, y
que se apoya básicamente en el mantenimiento
del orden jurídico. Si se aprueba este proyecto,
como en un juego de bochas va a quedar deroga-
da una cantidad muy considerable de dispositi-
vos legales. Yo los he enumerado en el dictamen
en minoría, y espero que los señores congresis-
tas hayan reparado en ello.
Si convertimos en ley este proyecto, se habrá
violado los Artículos de la Constitución 1º; 2º,
Incisos 1) y 24), Literal h); 6º, primer párrafo; y
55º, que trata de los tratados internacionales.
Todo eso quedaría prácticamente borrado. Lo
propio ocurriría con los Artículos 20º, Inciso 10);
121º y 129º, Inciso 4) del Código Penal, y con los
Artículos 1º, 3º, 4º, 5º, 7º, 8º, 12º, 17º y 1985º
del Código Civil. Asimismo, quedarían deroga-
dos diversos artículos de los tratados interna-
cionales que hemos suscrito como país soberano
y que nos comprometimos a respetar.
Yo creo que me alcanza el tiempo para detallar
algunos de estos dispositivos, para que se repa-
re en la gravísima situación de orden jurídico en
que se colocaría el Congreso del Perú si aprueba
este proyecto.
El Artículo 2º de la Constitución dice que toda
persona —no dice individuo— tiene derecho "a
la vida, a su identidad, a su integridad moral,
psíquica y física". El Artículo 4º concuerda con
eso, pero para qué voy a referirme a otros ar-
tículos, si esto —en sí mismo— ya es un caso de
colisión que deberíamos derivarlo a la Comisión
de Constitución para que lo examine con el
detenimiento que necesita un planteamiento
serio, y no este dictamen en mayoría que, como
hemos visto, consta de catorce líneas y que se
basa en un documento que no tiene valor.
La Convención Americana de Derechos Huma-
nos, en su Artículo 5º, dice que toda persona tie-
ne el derecho a que se respete su integridad físi-
ca, psíquica y moral. La Declaración de los De-
rechos y Deberes del Hombre —que también
hemos suscrito— dice, en su Artículo 1º, que todo
ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad
y a la integridad de su persona.
Por su parte, el Código Civil, en el Artículo 6º,
dice: "Los actos de disposición del propio cuerpo
están prohibidos cuando ocasionen una dismi-
nución permanente de la integridad física o cuan-
do de alguna manera sean contrarios al orden
público o a las buenas costumbres". El Artículo
5º del mismo Código dice: "El derecho a la vida,
a la integridad física, a la libertad, al honor y
demás inherentes a la persona humana son
irrenunciables y no pueden ser objetos de cesión".
¿Vamos a derogar esto?
Vamos a derogar además el Artículo 121º del
Código Penal que dice: "El que causa a otro daño
grave en el cuerpo o en la salud, será reprimido
con pena privativa de la libertad". Y en el Inciso
2) explica qué es un daño grave, y dice: "Las que
mutilan un miembro u órgano principal del cuer-
po o lo hacen impropio para su función, causan
a una persona incapacidad para el trabajo, inva-
lidez o anomalía psíquica y permanente".
Finalmente, el Artículo 129º del Código Penal
dice: "Será reprimido con pena privativa de la
libertad no menor de veinte años el que, con la
intención de destruir, total o parcialmente, a un
grupo nacional, étnico, social o religioso, realiza
cualquiera de los actos siguientes:" Inciso 4):
473
"Medidas destinadas a impedir los nacimientos
en el seno del grupo".
¿Y qué es lo que estamos escuchando? Que se va
a limitar los nacimientos en los grupos de pe-
ruanos en pobreza extrema y, dentro de ellos, a
los pobres rurales del Perú. Estamos, pues, le-
sionando seriamente todo el orden jurídico de
nuestro país.
Haciendo muy poco uso del tiempo que se me ha
concedido, simplemente quiero invocar la res-
ponsabilidad de mis colegas congresistas. No
estamos tratando un asunto de mayoría ni de
minoría. Estamos frente a un caso que no sola-
mente es de conciencia sino de conveniencia
nacional. En realidad, estamos desafiando un
orden jurídico que le ha costado al pueblo del
Perú muchísimos esfuerzos e inmensos sacrifi-
cios; además, le ha costado a los juristas mu-
chas jornadas de trabajo. Pero todo ello, como
en un juego de bochas, sería alterado en caso
que aprobemos este proyecto de ley.
Por esta razón, señor Presidente, al sustentar
el dictamen en minoría, solicito a usted e invoco
que mis colegas congresistas que, por lo menos,
acuerden pasar este proyecto de ley a la Comi-
sión de Constitución y Reglamento, porque es
la instancia orgánica de este Parlamento donde
debería ir para no precipitarnos.
Si se trata de un asunto de conciencia y de res-
ponsabilidad —y yo creo en la de todos ustedes—,
sería necesario que pasemos este proyecto de ley,
que es paupérrimo desde el punto de vista de su
sustentación, a la Comisión de Constitución para
que vuelva con una sugerencia que ojalá la hu-
biéramos tenido en la Comisión de Salud —don-
de realmente hubieron varios incidentes al res-
pecto— y no en este Pleno. Esto no es bueno
para la salud del Congreso y la del país.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
Vamos a entrar a la fase del debate.
Sí, señor Rafael Rey.
El señor REY REY (Ren).— Como cuestión
previa, señor Presidente, pido a usted y a los
miembros del Congreso que autoricen la trans-
misión de una cinta de video referida a la esteri-
lización. Ya que estamos tocando este tema, me
parece oportuno que todos nos enteremos del
contenido de ese material. Le ruego que acepte
usted esa posibilidad.
El señor PRESIDENTE.— Dado que es una
cuestión previa, voy a consultar al Pleno, de
acuerdo al Reglamento, la solicitud del señor
Rafael Rey para que se transmita un video.
El señor REY REY (Ren).— Le ruego a la
Representación Nacional que tenga en cuenta
que ha sido enviado por la Conferencia Episcopal
Peruana. Creo que es justo que el Congreso vea
y escuche este material, pues se trata de una
información que es definitivamente útil para esta
discusión.
No sé si pueda dar una interrupción durante el
planteamiento de una cuestión previa. Me la está
pidiendo el señor Delgado Aparicio.
El señor PRESIDENTE.— Bueno, sobre la
cuestión previa ya habían pedido la palabra el
señor Luis Delgado Aparicio y el señor Fernan-
do Olivera.
Puede intervenir el doctor Luis Delgado Apa-
ricio.
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Señor Presidente: Sobre la cuestión previa plan-
teada por el señor Rey, estimo que la discusión
del día de hoy, como lo ha dicho el doctor Salazar
Larraín, es de gran importancia, razón por la
cual toda presentación de fundamentos a favor
o en contra del proyecto de ley es aceptable, sa-
ludable, razonable y equitativa.
Mi posición personal es que, dada la circunstan-
cia de la discusión de este proyecto de ley, nada
puede satisfacer más a la ciudadanía y a la con-
ciencia de cada uno de los congresistas que es-
cuchar la mayor cantidad de elementos de jui-
cio, inclusive los que puedan presentarse vía un
fax de cualquier organización, pero que puede
ser aprovechado para ilustrarnos al respecto.
Por lo cual, señor Presidente, estoy de acuerdo
con la cuestión previa planteada por el señor Rey,
pues no daña absolutamente nada; más bien, va
a enriquecer a los que van a votar a favor o en
contra del proyecto.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— El señor Fernan-
do Olivera, tiene la palabra.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Simple-
mente es para respaldar el planteamiento he-
cho por el señor Rafael Rey, y no creo que se
deba llegar al extremo de que tengamos que ce-
der nuestro tiempo para que haya la debida ilus-
tración de la Representación Nacional. Creo que
474
es una decisión que debemos adoptar todos con
responsabilidad, y por eso nos satisface el anun-
cio que ha hecho el señor Delgado Aparicio a
nombre de la bancada del oficialismo.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
Sobre la cuestión previa, el señor Breña Pantoja.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Señor
Presidente: Si aprobáramos el pedido como cues-
tión previa, sería un mal precedente.
Lo que ha solicitado el congresista Rey es aten-
dible, pero no es ninguna cuestión previa, y no
debe votarse como tal. Es un derecho legítimo
de cada parlamentario ilustrar su exposición con
diapositivas —como lo ha hecho el Presidente
de la Comisión—, con documentales, con casetes
o con elementos de cualquier otro tipo. Es una
facultad que asiste, de acuerdo al Reglamento,
a cada parlamentario; por ello no debe ser vota-
da como cuestión previa, sino simplemente debe
aceptarse de pleno derecho la petición del parla-
mentario.
Nada más, señor.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
En realidad, para información de los señores
miembros del Pleno, el señor Rafael Rey plan-
teó este asunto como cuestión previa debido a
que es un video que toma más o menos treinta
minutos. Además, es un material que ha sido
distribuido a todos. Como ya estamos en la fase
del debate, su utilización iba a ser de acuerdo
con el Reglamento: tienen el derecho de usar
cualquier material gráfico, pero dentro de su
tiempo. Dada la limitación de tiempo que tiene
el grupo Renovación y PPC es que el señor Ra-
fael Rey ha planteado la cuestión previa, y la
Presidencia tiene la responsabilidad de someter-
la a consulta.
En consecuencia, se va a votar la cuestión pre-
via para pasar el video solicitado por el señor
Rafael Rey sin cargo a su tiempo.
—Efectuada la consulta, se aprueba la
cuestión previa planteada por el señor Rey
Rey, para que se proyecte el documento
fílmico enviado por la Conferencia Epis-
copal Peruana sobre legalización de la es-
terilización.
—Se procede a la referida proyección.
El señor PRESIDENTE.— Luego de la sus-
tentación de ambos dictámenes y la presenta-
ción del video, entramos a la parte del debate.
Tiene la palabra el señor Erland Rodas.
El señor RODAS DÍAZ (C90-NM).— Señor
Presidente, respetados colegas: Hemos visto, con
mucha atención y un poco extrañados, lo que
acaba de ser expuesto, y voy a resumirlo en una
frase: lo que se ha pretendido hacer es una apo-
logía de la desactualización.
En ese video da la impresión que recién están
saliendo de la época anterior a la píldora o de la
carreta. Sinceramente, yo no sería tan exagera-
do como para responsabilizar a los señores que
han traído este video, pero sí exijo más serie-
dad, porque somos un Parlamento que entiende
que las leyes no son inmutables. Las leyes no
son estáticas. Las leyes marchan con el desarro-
llo de la ciencia, con los cambios socioeconómicos
de la Nación. Las leyes prescriben una conducta
y, asimismo, recogen un hecho social producto
de la evolución de la ciencia y de los aconteci-
mientos socioeconómicos.
Asimismo, me extraña también la manipulación
exagerada a la mujer, cuando hoy en día —rum-
bo al Siglo XXI— sabemos que este problema
compromete e interesa al hombre y a la mujer
de igual manera.
Asimismo, veo que equivocadamente basan su
exposición como si el problema fundamental fue-
ra la explosión demográfica, y no es así. Noso-
tros estamos convencidos de que la planificación
familiar es un instrumento que nos permite fo-
mentar la paternidad responsable.
En el video transmitido tampoco hemos podido
observar nada que corresponda a nuestro país.
Somos un Congreso de la República del Perú, y
no creo que lo que sucedió en el Puerto Rico de
1956 contribuya mucho a solucionar la proble-
mática tan distinta que vivimos en el Perú de
hoy.
Yo también quisiera pedir que reflexionen en que
la Iglesia no solamente es de quienes están en
contra de esta propuesta, sino también es de
miles de mujeres que mueren al año en el mun-
do, siendo la segunda causa el embarazo no de-
seado; y el setenta y siete por ciento de estas
mujeres en edad fértil están en los países sub-
desarrollados.
Entonces, sinceramente me quedo extrañado, y
como médico discrepo profundamente con el
mensaje de ese video que no contribuye a un
475
debate actualizado, serio, científico y razonable.
Más bien, quisiera centrar mi intervención en
el dictamen en minoría. Según he podido revi-
sar, en él se pretende hacernos creer que la es-
terilización viola el derecho que tienen las per-
sonas a su integridad moral, física y psíquica,
según lo establecido en el Inciso 1) del Artículo
2º de la Constitución Política.
Una madre o una pareja pobre, cargada de hi-
jos, que voluntariamente decide optar por este
método está defendiendo la integridad moral,
física y psíquica de la pareja, de los hijos, de la
familia. Considero que una madre con una en-
fermedad preestablecida —como la hepatitis
viral, la apendicitis aguda perforada o la insufi-
ciencia cardíaca congestiva, que de quedar em-
barazada viviría un proceso de alto riesgo— que
opta por la esterilización, por el bloqueo tubáreo,
está defendiendo la integridad moral, física y
psíquica de ella misma, de sus hijos y de su fa-
milia.
Por lo tanto, no creo en la premisa de que la
esterilización atente contra el derecho a la inte-
gridad; más bien, pienso que protege este dere-
cho.
Asimismo, pretenden impresionarnos indican-
do que "esterilización" es igual que "mutilación".
Y como la mutilación es una figura penal califi-
cada como lesión grave, prevista y sancionada
por el Artículo 121º del Código Penal, tratan de
manejar ese argumento para afirmar que la es-
terilización es sancionable penalmente.
Pero tengo entendido que en derecho penal las
figuras delictivas se describen en forma inequí-
voca, explícitamente, mas no en forma implíci-
ta. Lamentablemente, se nos pretende hacer
creer que la esterilización es una lesión grave y
que estaríamos atentando contra el cuerpo jurí-
dico, cuando ello no está expresamente descri-
to.
De ser así, si de repente la esterilización —que
no está descrita en forma expresa en el Código
Penal— se asemeja a lo que es lesión grave, en-
tonces sería necesario que en el Código Penal se
diga que se trata de toda operación que crea in-
capacidad al órgano del cuerpo haciéndole im-
propio para la función de reproducir o procrear.
Sin embargo, eso no dice el Código Penal, y si no
hay ley, no hay delito.
En el Perú hay miles de operaciones de esterili-
zación, de bloqueo tubárico y, últimamente, de
vasectomía; y no hay ningún juicio penal por este
motivo. A nadie se le ha enjuiciado por haber
practicado la esterilización ni por haber permi-
tido que se le practique este método. Si algún
colega congresista como el doctor Chirinos Soto
denunciara la esterilización como un delito pe-
nal, estoy seguro que perdería el juicio.
Me pide una interrupción el señor Chirinos.
El señor PRESIDENTE.— Sí, señor Enrique
Chirinos, puede interrumpir.
El señor CHIRINOS SOTO (Ren).— Con su
venia, señor Presidente, muchas gracias.
El señor doctor acaba de decir que a nadie se ha
enjuiciado en el Perú por haber practicado una
esterilización, ¿no es verdad? Entonces, ¿cuál es
el objeto de este proyecto de ley?
El señor RODAS DÍAZ (C90-NM).— Podría
repetir, señor Chirinos, por favor.
El señor CHIRINOS SOTO (Ren).— Cómo
no.
Usted ha dicho dos cosas: que en el Perú se pro-
ducen miles de esterilizaciones y, segundo, que
a nadie se ha perseguido ni condenado por una
esterilización. Entonces, yo le pregunto, si es así
como usted dice, ¿cuál es el objeto de este pro-
yecto de ley que usted defiende?
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Rodas.
El señor RODAS DÍAZ (C90-NM).— Agradez-
co la reflexión del señor Chirinos Soto, y le digo
que en nuestro hemiciclo se encuentran dos res-
petables congresistas que participaron en la ela-
boración de la Ley de Política Nacional de Po-
blación.
Volviendo al punto, señor Presidente, da la im-
presión que no se quiere tocar este tema, que
nosotros los legisladores no debemos atrevernos
a tratar este asunto de tanta importancia. Pare-
ce una especie de terrorismo legal u oscuran-
tismo, porque si lo tocamos da la impresión de
que nos están diciendo que estamos haciendo
apología al delito grave.
Asimismo, debo decirle que nosotros los legisla-
dores, que constituimos un poder soberano del
Estado, no tenemos miedo de modificar un artí-
culo del Código Penal. El Código Penal no ex-
presa que la esterilización sea una lesión grave;
y si lo dijera en forma implícita, para eso esta-
mos nosotros para modificarlo y expresar clara-
mente que este método es lícito porque no aten-
ta contra la vida y la salud.
476
Las leyes no son estáticas. Las leyes tienen, de-
finitivamente, que cambiar en función a las ne-
cesidades del pueblo y los intereses de la Na-
ción. Además, es indispensable tomar en cuenta
que este método, que se pretende teñir de ne-
gro, se está practicando en el Perú y que hay
miles de casos que demuestran científicamente
que no han producido ningún daño psíquico, fí-
sico ni moral.
En el Perú, durante el año 1985 han habido cien-
to veintisiete mil doscientas cincuenta y un
muertes por aborto —cinco veces más de las pro-
ducidas por la guerra fratricida en diez años—,
y una de las causas principales ha sido el emba-
razo no deseado.
Entonces, nosotros estamos reivindicando lo que
no se hizo hace diez años, cuando se cometió el
error de colocar al mismo nivel a la esteriliza-
ción y al aborto. Lo que ahora estamos haciendo
es romper con la hipocresía, combatir el terro-
rismo de la hipocresía de que mueran ciento
veintisiete mil doscientos cincuenta y un niños
por no haber permitido que esas madres tengan
el derecho —como sí lo tienen las mujeres de las
esferas sociales altas— a evitar una concepción,
y que luego tengan que verse obligadas al abor-
to.
Me solicitan una interrupción, señor Presiden-
te.
El señor PRESIDENTE.— Perdón, señor
Rodas. Está entrando a su tercer turno. Le pido
que, en aras de la mejor administración del tiem-
po, nos limitemos a ello.
Puede hacer uso de la interrupción por un mi-
nuto, señor Rey.
El señor REY REY (Ren).— Muchas gracias.
Se citan cifras con muchísima facilidad, pero la
honradez y la transparencia exigen que se den
las fuentes. Yo afirmo que lo que acaba de decir
el señor Rodas —aunque me dé la fuente— es
una falsedad, porque la cifra oficialmente dada
por la Organización Mundial de la Salud para
todo el mundo es de doscientos cincuenta mil
abortos clandestinos; de manera que, en todo
caso, en el Perú todos los abortos son clandesti-
nos.
El señor Rodas, con su afirmación, está dicien-
do que la mitad de los abortos clandestinos del
mundo —si comparamos con la información dada
por la Organización Mundial de la Salud— ocu-
rren en el Perú. Por eso me causa extrañeza
cuando en los periódicos de nuestro país se dice
que los abortos son del orden de los doscientos
setenta y cinco mil.
No mintamos al país, no digamos cosas que no
están comprobadas. A la fuente que me dé el
señor Rodas, yo lo remito a la de la Organiza-
ción Mundial de la Salud, lo que significaría que
la mitad de los abortos clandestinos en el mun-
do entero se dan en el Perú.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Rodas.
El señor RODAS DÍAZ (C90-NM).— Señor
Presidente: Da la impresión que nuevamente veo
otro tipo de apología: la del aborto.
El señor que acaba de refutarme no toma en
cuenta los registros: los abortos en los primeros
meses de gestación casi no se denuncian, sola-
mente se denuncian las tres cuartas partes de
los casos de aborto en los últimos trimestres.
Voy alcanzarle una fotocopia al señor congresis-
ta para que pueda ilustrarse.
Yo soy médico. Nosotros conocemos y vivimos el
drama de una madre que llega a nuestro consul-
torio porque no pudo evitar la concepción, y hay
que aconsejarla y participar con ella en su an-
gustia de asumir una nueva responsabilidad.
Más inmoral es hacer la relación sexual sin usar
un método anticonceptivo, no deseando procrear.
Más inmoral es permitir que haya hogares irres-
ponsables donde el niño no tenga la oportuni-
dad de desarrollarse en las mismas condiciones
que tienen los demás hogares.
Considero que el dictamen en minoría no res-
ponde a los intereses de los miles de peruanos
que, sin nuestro permiso, están voluntariamen-
te escogiendo este método. Aquí no estamos obli-
gando a ninguna pareja para que elija el método
artificial o el método natural. Tampoco vamos a
discrepar sobre cuál de los métodos es mejor. Lo
que estamos haciendo es dar a las familias pe-
ruanas mayores posibilidades para que, en for-
ma libre y voluntaria, escojan lo que más les con-
venga de acuerdo al consejo médico. Y también
está el consejo genético para fomentar mucho
más la fidelidad —que de repente le preocupa a
algún colega congresista— y la paternidad res-
ponsable.
Está demostrado que los métodos artificiales son
más eficaces, pues los métodos naturales tienen
grandes desventajas. Como decía mi abuelo, que
en paz descanse: "con los métodos naturales, has-
ta los curas tienen hijos". Yo no culpo de eso...
Si hay curas que no tienen hijos, señor Presi-
477
dente, retiro las palabras.
El señor PRESIDENTE.— Le pido retirar las
palabras que han sido consideradas ofensivas,
señor Rodas.
El señor RODAS DÍAZ (C90-NM).— Sí, se-
ñor Presidente. Las retiro, si hay curas que no
tienen hijos.
El señor PRESIDENTE.— Señor Erland
Rodas, le pido que se limite simplemente a reti-
rar las palabras.
El señor RODAS DÍAZ (C90-NM).— Para
concluir, señor Presidente, retiro las palabras
que de repente ofenden su sensibilidad.
El señor PRESIDENTE.— Se da por supera-
do el incidente.
Ha concluido su turno, señor Rodas, muchas
gracias. Dieciocho minutos.
Tiene la palabra el doctor Ramos.
El señor RAMOS SANTILLÁN (C90-NM).—
Señor Presidente, señores congresistas: Real-
mente, estamos reunidos para tratar este tema
porque de repente los legisladores de años atrás
no pudieron tomar esta decisión, que consiste
en modificar el Artículo VI de la Ley de Política
Nacional de Población.
Como decía el doctor Erland Rodas, a los médi-
cos nos causa mucha admiración el que se haya
puesto en un mismo nivel al aborto y a la esteri-
lización. Quiero dar lectura al Artículo IV de la
misma ley que dice: "La Política Nacional de
Población garantiza los derechos de la persona
humana:" Inciso 1): "A la vida. El concebido es
sujeto de derecho desde la concepción". Inciso
2): "A formar su familia y al respeto de su inti-
midad". Luego hace referencia a la salud inte-
gral.
Partiendo de ello, lo más importante de esta
modificación es que debemos proteger la salud
de la mujer y del hombre. Debemos tener una
mujer sana con la finalidad de que la concepción
también pueda dar un hijo sano. Por eso a noso-
tros, más que el crecimiento poblacional, nos
preocupa realmente la mortalidad materna y la
mortalidad perinatal, porque en el Perú cada año
ocurren más de mil seiscientos de estos casos.
Quizás cuantitativamente esta cifra no signifi-
que mucho, pero lo importante del asunto es que
estas muertes se pueden prevenir, porque la
mayoría es por complicaciones en el embarazo,
el parto y el puerperio.
Las primeras causas de esa mortalidad está en
las hemorragias, con veintitrés por ciento; el
aborto, veintidós por ciento; las infecciones, die-
ciocho por ciento; la toxemia, diecisiete por cien-
to; y, finalmente, las complicaciones del trabajo
de parto, así como el embarazo no deseado y el
embarazo adolescente. Esto nos preocupa, señor
Presidente. Por eso estamos a favor de cuidar la
salud reproductiva.
Si nosotros disminuimos la tasa global de fecun-
didad, podemos disminuir la mortalidad mater-
na de veintiséis a diez por cada diez mil nacidos
vivos.
Quiero ratificar la información que dio el doctor
Erland Rodas cuando dijo que en el Perú se pro-
ducen más de doscientos cincuenta mil abortos;
es decir, cerca de setecientos diarios, uno cada
dos minutos. Eso nos preocupa. De ahí que no-
sotros discrepemos con las personas que en ho-
ras de la mañana decían que debíamos esperar
siete días. Por supuesto que no podemos espe-
rar una semana, porque tendríamos alrededor
de cuatro mil abortos más. Nosotros tenemos
esa información de la Organización Mundial de
la Salud, del Ministerio de Salud.
Lo que nosotros tenemos que defender es la vida.
Por eso felicitamos al Ejecutivo por haber toma-
do una decisión que debió ser tomada hace diez
años. Cuánto nos hubiese gustado que el señor
Fujimori hubiese sido nuestro Presidente en
1980 para también evitar que veinticinco mil
personas mueran a consecuencia del terroris-
mo...
El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Una
interrupción, señor Ramos.
El señor RAMOS SANTILLÁN (C90-NM).—
Sí, con la venia del señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Puede interrum-
pir por un minuto, doctor Chipoco.
El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Es
solamente para preguntarle al señor Ramos: ¿por
qué este Gobierno, que ya tiene cinco años, no
cambió esta ley? Hay un apresuramiento para
no esperar siete días, y se esperó cinco años.
No entiendo esa lógica. Ustedes eran mayoría
parlamentaria, por lo menos en los últimos tres
años, y el señor Fujimori era ya Presidente. ¿Por
qué esperó tanto tiempo sin cambiar esta ley, y
no puede esperar siete días? No entiendo su ló-
gica, señor congresista.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
478
señor Ramos.
El señor RAMOS SANTILLÁN (C90-NM).—
De repente existen errores, y tenemos que ser
valientes para rectificarnos. Si podemos hacerlo
ahora, mejor; y nos vamos a sentir con la con-
ciencia limpia y a tener la frente alta de haber
participado en la modificación de este artículo.
En el Perú, los servicios asistenciales del Minis-
terio de Salud sí realizan la esterilización, pero
recalcando que es en casos especiales, por razo-
nes de salud: riesgo reproductivo alto, cuando
un nuevo embarazo pone en riesgo la vida de la
mujer y de la criatura; ruptura uterina en el úl-
timo embarazo; cesáreas repetidas; multipari-
dad, porque esto hace propensa a la mujer a te-
ner hemorragias durante el parto; enfermeda-
des cardíacas; alteraciones mentales, entre otras
causas.
Es por eso que nosotros apoyamos consciente-
mente en la Comisión de Salud para que se mo-
difique este artículo, porque el Estado ha deci-
dido reformular y fortalecer los programas so-
ciales con la finalidad de optimizar recursos y
generar propuestas dinámicas y creativas que
respondan a las necesidades, demandas y expec-
tativas de la población peruana en el campo de
la salud reproductiva.
Las mujeres o las parejas que no desean tener
más hijos tienen el derecho de planificar su fa-
milia de manera libre, voluntaria, sin coacción.
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Interrupción.
El señor RAMOS SANTILLÁN (C90-NM).—
Con la venia del señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Doctor Delgado
Aparicio.
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Señor Presidente: Esta interrupción es para que
este Parlamento sepa que en las últimas sema-
nas he venido estudiando el tema que hoy se está
discutiendo, y en algún momento pensé poder
explicar lo que es el sistema reproductivo mas-
culino y el femenino. Sé que como abogado es-
toy incapacitado de hacerlo.
He tratado de estudiar, pero el respeto por los
médicos en el Pleno me impide mostrar unos
cuadros que quisiera que el doctor Ramos, como
médico cirujano, pudiera explicar. Sería de una
petulancia soberana que ante distinguidos mé-
dicos como mi amigo el doctor Róger Guerra-
García, exrector de la Universidad Cayetano
Heredia, yo pretenda explicar los cuadros que
voy a entregarle al doctor Ramos para que, como
médico cirujano, pueda instruirnos.
En ellos, simplemente, se detalla lo que es la
esterilización en los hombres y —para que el
Pleno y la ciudadanía conozcan— lo que es la
operación de ligadura en las mujeres.
Me permito, a través de la Presidencia, hacérce-
los llegar al doctor Ramos para que pueda expli-
carlos, y le agradezco por la interrupción que
me ha concedido.
El señor PRESIDENTE.— Continúe, señor
Ramos Santillán.
El señor RAMOS SANTILLÁN (C90-NM).—
A través de la Presidencia, agradezco al congre-
sista Luis Delgado Aparicio por esta gentileza.
Quiero hacer mención a un documento de la
Conferencia Episcopal que ha llegado a mi des-
pacho, el cual —así como el video— nos mues-
tra aspectos de salud totalmente desactualizados.
También nos hacen llegar algunas inquietudes
de la Iglesia, donde dicen que para hacer una
laparatomía se utiliza el anhídrido carbónico.
Es verdad que hemos tenido ciertas técnicas
deficientes, pero éstas han ido mejorando. En-
tonces, cuando hablamos de la vasectomía nos
referimos a una incisión de uno a un centímetro
y medio que nos permite ligar y hacer el corte a
nivel del conducto deferente. Esto lo hacemos
con la finalidad de evitar el paso de los
espermatozoides al líquido seminal. Incluso, en
la actualidad existen técnicas en las que sólo se
necesita un corte de dos milímetros para hacer
la vasectomía.
Y cuando hacemos el bloqueo tubárico —la liga-
dura—, utilizamos la técnica de Pomeroys, en la
que se corta el conducto de la trompa, tal como
ustedes han tenido la oportunidad de ver en el
video, para evitar de que el óvulo pueda pasar y
ser fecundado.
Quiero terminar diciéndoles que nosotros, como
médicos, a cualquier paciente le damos las indi-
caciones necesarias. Por ejemplo, si el médico le
dice a un paciente que tiene cáncer en uno de lo
riñones y le recomienda la extracción del mis-
mo, y que para ello se tiene que sacar algunas
costillas, es decisión del paciente si se somete o
no a la operación. Esto es lo que pretende hacer
el Gobierno a través de la educación, y dar toda
la información necesaria a fin de que la pareja o
la persona pueda decidir.
479
Creo que nosotros no podemos oponernos a eso.
Muy por en contrario, si queremos mejorar la
salud de nuestro pueblo, tenemos que darle la
oportunidad, sobre todo a esas clases que no han
tenido acceso a la salud reproductiva.
Estoy seguro que la mayoría de los legisladores
que estamos hoy en este hemiciclo vamos a apo-
yar el proyecto de ley que ha venido con dicta-
men de la Comisión de Salud.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias,
doctor Ramos. Diecisiete minutos.
Tiene la palabra el doctor Luis Delgado Aparicio.
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Muchas gracias, Presidente.
Como manifesté al momento de apoyar la cues-
tión previa, estimo que la discusión de hoy es de
gran importancia para el país; y por la seriedad
de este recinto y su composición, que es obser-
vada por la prensa y la ciudadanía, merece figu-
rar no solamente en los debates del Congreso de
la República sino también en la historia de nues-
tro país.
Vamos a adoptar una decisión que puede ser la
de apoyar en mayoría el proyecto venido del Eje-
cutivo —que es como voy a votar— o, debido a
la libertad que tienen los señores congresistas,
puede tener una votación diferente; pero me in-
clino a pensar que los congresistas votaremos a
favor del proyecto.
Quizá sea como fue en el Congreso de Estados
Unidos cuando se aprobó el Nafta: no se ganó
por doscientos a treinta, sino por doscientos
treinta y uno a doscientos diez. Y entonces hay
que respetar no solamente lo que hoy se diga en
este Congreso, sino también a las personas que
estamos fundamentando a favor o en contra.
Esto no debe producir rencillas o malas inter-
pretaciones; ni mucho menos, adjetivos contra
ninguno de nosotros, porque estamos ejercien-
do el derecho de expresar libremente y con se-
riedad lo que pensamos.
No practico sortilegios. No soy pitoniso, cla-
rividente, alquimista ni quiromántico. Pero hace
once años, en mi condición de director de la So-
ciedad Nacional de Industrias, escribí en la pá-
gina ciento cincuenta y cinco del segundo tomo
de "Hacia un proyecto nacional de desarrollo a
mediano y largo plazo" —y aquí está presente
mi muy estimado amigo y, como siempre le dije
y le diré, maestro, doctor Arturo Salazar Larraín,
quien editó el libro— lo siguiente: "La acción de
gobierno en este campo debe y deberá ser lo su-
ficientemente eficaz para advertir al país en ge-
neral, y a cada familia en particular, sobre los
problemas que crea este crecimiento poblacional
tan vertiginoso".
Ello fue antes de que se publique el Decreto Le-
gislativo Nº 346, y terminaba el título de lns an-
tecedentes diciendo: "En este sentido —subra-
yado— urge que se defina una política poblacio-
nal apropiada".
Un año antes, en el documento del Quinto Con-
greso de Industriales, realizado en Los Laureles
de San Isidro, publicado por el Instituto de Es-
tudios Económicos y Sociales de la Sociedad
Nacional de Industrias, se dijeron similares ar-
gumentos a los anteriormente citados.
Asimismo, cuando tuve el privilegio de estar en
el último CADE, se dijo muchísimas cosas res-
pecto a lo que sucedía en el país, y el ingeniero
Juan Antonio Aguirre Roca, expresidente de la
CONFIEP, decía: "Aunque la abundancia de re-
cursos externos nos lo haga olvidar, creo que es
prudente recordar que un mayor empleo viene
a través de una nueva inversión, y esta inver-
sión proviene de un mayor ahorro, siendo uno
de estos componentes fundamentales, el ahorro
interno. A su vez, el ahorro interno no es otra
cosa que el sacrificio del consumo presente, con
el objetivo de consumir en el futuro". A ello es a
lo que apunta este proyecto de ley.
Hoy se plantea en el seno del Congreso de la
República que los ciudadanos, hombres y muje-
res del Perú, podamos elegir libremente qué
método anticonceptivo adoptar; y no solamente
como hombres y mujeres, sino en comunión con
nuestra familia, porque no interesa lo que diga
el vecino en la cuadra, en la calle, en la esquina,
en el callejón, en el techo, en el suburbio. Aquí
la familia es lo principal, y como mayores de edad
tenemos que optar por un método anticon-
ceptivo, sea para los varones o para las mujeres,
que nos permita planificar y tener el ahorro ne-
cesario para el futuro.
Varios distinguidos parlamentarios aquí presen-
tes estuvieron en El Cairo, del 9 al 13 de setiem-
bre de 1994, y la posición de nuestro país —que
aparece en la página ciento cincuenta y uno de
este documento— establece que el Gobierno del
Perú desea expresamente dejar constancia de lo
siguiente: "Artículo 3º, párrafo tercero: En tal
sentido la Constitución peruana reconoce el rol
fundamental de la familia y de los padres a tra-
vés de una paternidad y maternidad responsa-
bles, que no es sino el derecho a elegir libre y
480
voluntariamente el número y el espaciamiento
de los hijos que desean tener". Y continúo: así
como el método de planificación familiar por el
que opten, siempre que no atente contra la vida.
Hoy hemos escuchado con gran atención y res-
peto al señor congresista Salazar Larraín. Pero
nosotros tenemos que creer en las instituciones
y, por ello, yo no puedo —como ignorante en la
ciencia médica— dudar del Colegio Médico del
Perú que dice en su comunicado del 23 de agos-
to, publicado en el diario El Comercio: "Apoyar
y defender el derecho que todas las personas tie-
nen a la información y acceso a las medidas que
permitan la planificación familiar".
Con su venia, señor Presidente, el señor doctor
Jorge del Castillo me solicita una interrupción.
El señor PRESIDENTE.— Doctor Del Casti-
llo.
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Muchas gracias, estimado amigo.
Acaba de llegar a mi poder una declaración fir-
mada por los exdecanos del Colegio Médico del
Perú —aquí están las firmas de los doctores
Velásquez Quevedo, Barsallo Burga, Fernando
Tapia Mendieta, Raúl Romero Torres—, en que
dejan constancia que las acciones de esteriliza-
ción están prohibidas por el Artículo 40º del Có-
digo de Ética y Deontología del Colegio Médico
del Perú.
Me voy a permitir alcanzarle una copia al doc-
tor Delgado Aparicio y otra a la Mesa para que
ésta tenga la gentileza —apenas termine la in-
tervención del doctor Delgado Aparicio— de or-
denar la lectura de esta declaración de exdecanos
del Colegio Médico del Perú, la cual tiene que
tomarse tan en cuenta como la declaración que
ha glosado mi estimado amigo el doctor Delgado
Aparicio.
Gracias.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Delgado Aparicio.
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Agradezco mucho al doctor Del Castillo su in-
tervención, pues abunda en lo planteado en la
cuestión previa. Cuanto mayor y más transpa-
rente sea la información y más riguroso sea el
examen de lo que hoy vamos a votar, mejor; por-
que es en beneficio, única y exclusivamente, del
Congreso del Perú.
Con su venia, señor Presidente, el doctor Enri-
que Chirinos solicita una interrupción.
El señor PRESIDENTE.— Su segunda inte-
rrupción. Puede hacer uso de la palabra, doctor
Chirinos.
El señor CHIRINOS SOTO (Ren).— Muchas
gracias.
Es que el doctor Delgado Aparicio —a quien,
como él sabe, estimo tanto— acababa de decir,
antes de la interrupción del doctor Del Castillo,
que daba todo crédito a la palabra del Colegio
Médico tal como ésta había sido expresada, como
si éste tuviera la última y definitiva palabra en
cuestiones científicas. A mi modo de ver, no la
tiene; como tampoco la tiene el Colegio de Abo-
gados en cuestiones jurídicas, y que me perdone
mi distinguido amigo el doctor Avendaño.
Los colegios de médicos y de abogados dan una
opinión tal o cual, y esa opinión es debatible,
discutible. Concretamente, la opinión del Cole-
gio Médico no sólo merece la mitad de peso que
representa esta declaración de los exdecanos a
que se refiere el doctor Del Castillo, sino que ha
provocado un comunicado suscrito por muchísi-
mas personas de calidad científica que dicen no
estar de acuerdo con el aspecto científico de la
declaración del Colegio Médico.
Si el doctor Delgado Aparicio nos recuerda afir-
maciones pronunciadas hace diez años en favor
de la paternidad responsable, muy bien, estoy
de acuerdo con él. Todos estamos de acuerdo con
la paternidad responsable. El Santo Padre está
de acuerdo con la paternidad responsable.
Pero aquí estamos hablando de un problema
concreto: ¿estamos de acuerdo con que, para con-
seguir la paternidad responsable, hay que ir a la
esterilización? ¿Vamos a esterilizar, aunque sea
con su voluntad, a los peruanos y las peruanas
que quieran esterilizarse y vamos a dar una ley
en ese sentido?
Ése es el punto, mi querido doctor. Lo demás es
música celestial. No estamos discutiendo sobre
música celestial, sino sobre un problema con-
creto: autorizar mediante ley —y ése es el obje-
to de este proyecto— que la vasectomía y la li-
gadura de trompas son métodos permitidos para
lo que se llama —indebidamente, a mi modo de
ver— control de la natalidad. Ése es el punto,
doctor.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Delgado Aparicio.
481
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Cuán grato es haber concedido, con la venia de
la Presidencia, estas interrupciones a dos desta-
cados abogados amigos míos, pues tanto el doc-
tor Jorge del Castillo como el doctor Chirinos,
en cada una de sus oportunidades, lo único que
hacen es enriquecer este debate para que, con
los argumentos de juicio recién vertidos por esta
junta de exdecanos, los congresistas tengamos
mayores elementos de juicio para poder pronun-
ciarnos.
Me permito proseguir, señor Presidente, no pu-
diendo conceder más interrupciones porque lo
prohíbe el Reglamento.
Con fecha 4 de setiembre, tenemos el pronun-
ciamiento del Colegio de Psicólogos del Perú,
cuyo Consejo Directivo —firma el Decano y su
Junta Directiva— dice en el punto cuarto: "El
Colegio de Psicólogos del Perú expresa, pues, su
decidida adhesión a la implementación de un
programa de planificación familiar y afirma su
compromiso de participar activamente en el alu-
dido proyecto".
Entonces, no solamente es el pronunciamiento
del Colegio Médico; ahora es el del Colegio de
Psicólogos, y también tiene que tomarse en cuen-
ta el de la Junta de ex Decanos del Colegio Mé-
dico que acaba de presentar a la Mesa el señor
congresista Del Castillo. No hay ningún impedi-
mento para ello, pues cuanto más claro, mejor.
Permítame, señor Presidente, referirme ahora
al Decreto Legislativo Nº 346, Ley de Política
Nacional de Población, que estableció meridia-
na y claramente en su Artículo VI lo que es ma-
teria de esta sana discusión de hoy. Sin embar-
go, dentro de un rango jurídico superior, tam-
bién está la Constitución Política, que en su Ar-
tículo 6º establece: "La política nacional de po-
blación tiene como objetivo difundir y promover
la paternidad y maternidad responsables". Aquí
no es solamente asunto del padre o la madre,
sino de ambos: donde termina el derecho de uno,
empieza el del otro; de lo contrario, es una acti-
tud machista, irresponsable. Aquí hay igualdad
entre el parecer del varón y el de la mujer.
Permítame ahora, con el debido respeto por los
señores médicos, referirme, muy brevemente y
de la manera más clara que pueda, al informe
publicado en marzo de 1986 por uno de los cen-
tros especializados mejor reconocidos y de ma-
yor calidad en el mundo, y los médicos presen-
tes en esta sala no me dejaran mentir. Se trata
del Johns Hopkins University en Baltimore,
Maryland.
En este informe se describe claramente las téc-
nicas perfeccionadas, como la mini laparotomía
y laparoscopía, y se afirma que no existe prue-
bas de que la esterilización femenina voluntaria
ocasione complicaciones a largo plazo. Además,
recomienda que para ello se requiere de una se-
rie de medidas que, obviamente, se deberán
adoptar en nuestro país, si es que hoy se vota
mayoritariamente por aprobar este proyecto de
ley.
Son las siguientes: primera, un clara legislación;
segunda, información completa y precisa; terce-
ra, adiestramiento de los equipos de cirujanos a
fin de que puedan proporcionar servicios de alta
calidad; cuarta, prestación de servicios por dife-
rentes medios; quinta, prestación de servicios
de esterilización femenina, tanto en el posparto
inmediato como durante el período de más de
seis semanas después del parto; sexta, suminis-
tro de ayuda financiera; sétima, uso de los me-
dios de comunicación; octava, garantía del con-
sentimiento; y novena, evaluación regular de la
calidad y disponibilidad de los servicios. Esto es
fundamental para que tanto el varón como la
mujer no tengan complicaciones y puedan pre-
ver los medios más adecuados.
Respecto a la esterilización masculina —Johns
Hopkins University, Hampton House, Baltimore,
Maryland, diciembre de 1984—, se dice que la
vasectomía es segura y sencilla, y que este pro-
cedimiento, que demora apenas diez o quince
minutos, puede ser llevado a cabos en diferen-
tes medios y solamente requiere de anestesia
local. El método es sumamente eficaz, pues la
tasa de fracasos es menos al uno por ciento.
Además, en un informe cuatro años anterior al
segundo de los que he mencionado, el Johns
Hopkins se refiere a la recuperación de la fe-
cundidad después de la esterilización quirúrgi-
ca y advierte sobre la necesidad de microcirugía
para revertirla, mediante el uso de microscopio
quirúrgico, electrocoagulación, alineación exac-
ta, empleo de material de sutura delgado, espe-
cial cuidado de no dejar partículas, irrigación
constante para mantener húmedo los tejidos.
Esto es lo que esta institución, cuyo prestigio en
el mundo nadie puede poner en duda, publica
en sus reportes.
Sin embargo, no solamente hay que mencionar
esta información...
El señor Rey me pide una interrupción, pero,
según el Reglamento, no puedo concederla, se-
ñor Presidente.
En el informe que hemos recibido, de acuerdo al
482
INPPARES, se explica cómo han cambiado los
métodos entre 1981 y 1991 en nuestro país, y se
mencionan todas las posibilidades que hay. Pero
tengo que ir más allá. Gracias a la Universidad
Peruana Cayetano Heredia, cuyo exrector hoy
prestigia este Parlamento, he conseguido infor-
mación que mi asesor me ha traído en un dis-
kette.
Puedo referirme entonces a los casos de Escan-
dinavia, Dinamarca, Noruega y Suecia, sobre qué
es lo que sucede en Europa sobre este asunto.
Se trata de información tomada en 1990 en Aus-
tria, Suiza y Alemania. Ya el doctor Ruiz hizo
mención a la efectividad de los métodos
anticonceptivos en Estados Unidos, basado en
el volumen 19 de American Pharmacy, 1979.
Tampoco debo dejar de resaltar lo que ocurre en
países como Australia y Nueva Zelandia, cuya
seriedad no puede ponerse en duda. Y también
está el caso de Puerto Rico —edición de mayo
de 1995— sobre todo lo que significa el efecto de
los partos y la posterior libre opción de la mujer
por someterse a la esterilización.
Asimismo, están los casos de Colombia, Túnez,
Pakistán... Me cansaría de mencionar —si los
congresistas los estiman necesarios— estos da-
tos. Por eso he venido hoy a defender el proyec-
to presentado por el Ejecutivo.
Para terminar, si me lo permite este honorable
Congreso, es imperativo que haga la siguiente
explicación.
Se ha mencionado que quedarían automáti-
camente derogadas ciertas leyes. Sí, señor, y aquí
están presentes varios distinguidos abogados y
nada menos que un exdecano del Colegio de
Abogados de Lima, el doctor Jorge Avendaño
Valdez, que para mí fue un prestigio personal y
profesional estar en su directiva.
En los tomos publicados por Delia Revoredo de
Debakey, respecto a los antecedentes en legisla-
ciones y comparaciones con el Código de 1936,
título preliminar, se dice que la ley se deroga
por otra ley. La derogación se produce por decla-
ración expresa, por incompatibilidad entre la
nueva ley y la anterior, o cuando la materia de
ésta es íntegramente regulada por aquélla.
El caso que hoy estamos examinando recoge ade-
más los antecedentes en este volumen que trata
del Título Preliminar y de los libros Primero y
Segundo. Se hace referencia al proyecto de la
Comisión Reformadora de 1981, al de la Comi-
sión Reformadora de 1984, de la que el doctor
Jorge Avendaño Valdez —nuestro ex decano—
fue un miembro de lujo, conjuntamente con otros
juristas que participaron en la elaboración del
Código Civil.
Y aquí está además otro distinguido y muy que-
rido amigo, el doctor Jorge Muñiz, quien traba-
jó afanosamente —en ese tiempo era muy jo-
ven— como secretario de la Comisión.
También debo mencionar al doctor Javier Alva
Orlandini, que trabajó "veinticinco horas" dia-
rias durante 1982 y 1983, cuya seriedad y res-
ponsabilidad hicieron que sea él quien informa-
ra al Senado y al Congreso de la República res-
pecto al Código Civil. Luego, entre 1990 y 1992,
tuvo que ver además con el Código Penal. Por
ello, el doctor Javier Alva Orlandini, aquí pre-
sente, no puede permitir que un joven —jurídi-
camente hablando— pretenda no decir la ver-
dad en este Congreso.
Finalmente, el Artículo 3º del Código Civil dice:
"Toda persona tiene el goce de los derechos civi-
les, salvo las excepciones establecidas por la ley";
y el Artículo 4º: "El varón y la mujer tienen igual
capacidad de goce y de ejercicio de los derechos
civiles", lo que constituye actualmente la serie-
dad de este proyecto.
Termino, señor Presidente, agradeciéndole por
el tiempo que me ha permitido hacer uso de la
palabra. Y quiero decir a usted, al Congreso de
la República y a nuestro país que mi ética, mi
moral, mi corazón y mi razón me hará votar a
favor de este proyecto de ley.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Ha hecho uso de
veintitrés minutos.
Tiene la palabra la señorita María Jesús Espinoza.
La señorita ESPINOZA MATOS (C90-NM).—
Señor Presidente, señores congresistas: En al-
gunos artículos de nuestra Constitución Políti-
ca actual se menciona, entre otras cosas, lo si-
guiente: "La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado". "Toda persona tiene de-
recho: ... a su libre desarrollo y bienestar". "La
comunidad y el Estado protegen especialmente
al niño, al adolescente, a la madre..." "La políti-
ca nacional de población tiene como objetivo di-
fundir y promover la paternidad y maternidad
responsables. Reconoce el derecho de las fami-
lias y de las personas a decidir" —libremente—.
"Es deber y derecho de los padres alimentar, edu-
car y dar seguridad a sus hijos".
483
Debido a esta normativa constitucional, el Esta-
do debe proteger y garantizar de manera real y
efectiva una paternidad responsable, entendién-
dose ésta como el derecho básico de la pareja a
decidir de manera libre y responsable el núme-
ro de hijos que desean traer al mundo.
Actualmente afrontamos un grave conflicto so-
cial de lamentables consecuencias para la socie-
dad en su conjunto, y especialmente para aque-
llos sectores marginales y de escasos recursos
económicos. Me refiero a aquellos pueblos jóve-
nes y asentamientos humanos en los que se apre-
cia niños y adolescentes en estado de abandono
moral, físico y psíquico, debido a que los padres
de familia no tienen los medios ni los conoci-
mientos para decidir sobre el tamaño de su fa-
milia.
Por ello, lo que se pretende con la modificación
del Artículo VI del Título Preliminar de la Ley
de Política Nacional de Población es completar
la serie de alternativas a las que puedan acceder
las parejas, a fin de que logren una real y efecti-
va planificación del número de hijos que quie-
ren tener; y la relación existente hasta la fecha
se completa con los métodos quirúrgicos, que son
la ligadura de trompas y la vasectomía.
Además, quiero manifestar que en los estratos
sociales medios y altos es muy elevado el por-
centaje de quienes realizan estas prácticas. En
las clases más pobres es mínimo el porcentaje
debido al desconocimiento y a lo caro que les sig-
nifica dicha operación. Quiere decir que estos
métodos, aunque sea fuera de la ley, se vienen
aplicando en la actualidad.
Por ello, en nuestra calidad de representantes
del pueblo, creo que tenemos la obligación de
recoger estas inquietudes y problemáticas que a
diario percibimos —sobre todo en las familias
más humildes— y plasmarlas en las leyes para
que así una pareja decida tal o cual método, y lo
haga efectivo dentro de la ley y no a escondidas
de la sociedad, como hasta ahora se viene ha-
ciendo.
En la actualidad, nuestro país tiene un proble-
ma social muy grave: la delincuencia juvenil,
producto del abandono material y moral, así
como de la promiscuidad y la violencia a la que
es sometida gran parte de nuestra niñez.
Quizá muchas de estas criaturas vinieron al
mundo sin que sus padres lo quisieran; porque
cuando preguntamos a las mujeres de los pue-
blos jóvenes por qué salieron embarazadas, la
respuesta es la siguiente: "Yo no quise tener más
hijos, yo no pensaba tener otro hijo". Es decir,
muchos de esos niños vienen al mundo por acci-
dente. Éste es un drama muy conmovedor que
percibimos a diario aquellas personas que tra-
bajamos en los pueblos jóvenes o en las comuni-
dades campesinas pobres de nuestro país.
¿Hay derecho de que tanto hombres como muje-
res, desde el momento que tienen uno u ocho
niños, se pasen toda su vida en la etapa de crian-
za sin tener la posibilidad de desarrollarse como
personas?
Y la situación es aun peor si a ello le sumamos
la falta de los servicios básicos de agua, luz y
desagüe, y el que muchas parejas con ocho o
nueve hijos viven en aquellos asentamientos
humanos en una choza de cuatro esteras, donde
tienen su cocina, su baño, su dormitorio y su
sala.
La responsabilidad es de los gobiernos anterio-
res que nada hicieron al respecto, ni siquiera se
preocuparon de prevenir la llegada de los hijos
no deseados. Ellos fácilmente tomaron el nom-
bre de los pobres para hacer demagogia pero,
lamentablemente, nunca hicieron nada para
cambiar esta situación. Pero gracias a la acción
de este Gobierno sí se les está apoyando, dándo-
les los servicios básicos a esa población olvida-
da.
Quisiera preguntar a los señores congresistas:
¿qué hacer ante esta grave problemática? El
Estado, en su sano propósito por evitar la pater-
nidad irresponsable, debe orientar su acción a
una agresiva y masiva campaña de difusión, ca-
pacitación y promoción de métodos anticon-
ceptivos, de manera que estos padres cuenten
con una protección efectiva para que, asumien-
do sus responsabilidades como tales frente a sus
hijos y la sociedad, puedan tomar una adecuada
decisión sobre la planificación de sus familias.
No es ético cerrar los ojos ante esta realidad de
convivir con un alto nivel de mortalidad mater-
na debido al aborto, causado por embarazos
riesgosos o no deseados.
También quiero decir que es muy lamentable
que, en las poblaciones marginales y asenta-
mientos humanos del Perú, nuestros jóvenes no
tengan oportunidad de informarse, pues no sa-
ben a quién acudir para recibir una orientación
adecuada, ya que ni sus padres se atreven a ha-
blarles de esta materia porque aún creen que es
un tema tabú.
Por tanto, sí es ético dar a todos los individuos y
parejas una información objetiva y oportuna para
que puedan decidir, libre y voluntariamente, el
número de hijos que desean traer al mundo para
484
darles seguridad, educación y vestido. Y también
es ético prevenir los embarazos no deseados, el
aborto, las enfermedades de trasmisión sexual
—por ejemplo, el SIDA— y prevenir el drama
de niños desnutridos y toda la secuela que ello
genera.
No reconocer que estas prácticas quirúrgicas se
vienen llevando a cabo en nuestra sociedad des-
de hace varios años sería, de parte nuestra, como
cerrar los ojos. Aunque estos métodos estén al
margen de la ley y aunque algunas parejas di-
gan que no los aceptan, sí los practican.
Incorporar a nuestra legislación los métodos
quirúrgicos de planificación familiar significa ver
objetivamente la realidad, y a ella debe adecuarse
la norma. No legislar como se plantea en el pro-
yecto materia de debate sería, pues, actuar de
espaldas a un hecho social conocido por todos.
Ésta es, pues, la oportunidad para legislar de
acuerdo al desarrollo social y en armonía con
los preceptos constitucionales a los cuales hice
referencia al inicio de esta exposición, porque
se trata de la aspiración de gran parte de nues-
tra sociedad. Por ello, en concordancia también
con nuestros principios de buenos cristianos,
debemos ser realistas y objetivos, y no permitir
que nuestros niños anden mendigando y arries-
gando su integridad física.
Por eso creemos que no se trata de engañar ni
de imponer nada a nadie. Lo que simple y llana-
mente se busca es informar, educar y orientar
responsablemente a las parejas, y decir a todos:
"Usted tiene las alternativas ‘a’ y ‘b’; ahora ten-
drá ‘a’, ‘b’ y ‘c’ alternativas. Éstas son las ven-
tajas y aquéllas son las desventajas. La decisión
es suya, completamente libre y voluntaria".
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Ha hecho uso de
dieciséis minutos.
Tiene la palabra la señora Aurora Torrejón.
La señora TORREJÓN RIVA DE CHINCHA
(C90-NM).— Señor Presidente, estimados co-
legas: En esta noche se presenta a debate un
tema muy importante, y que se ha puesto en el
tapete, una vez más, por una férrea decisión de
querer enfocar los problemas con la realidad y
oportunidad que nuestros pueblos exigen.
La fecundidad como componente demográfico
tiene carácter biosocial, por lo que su análisis y
aspectos cuantitativos deben ubicarse en el con-
texto de una población con características y atri-
butos propios. Y nuestro país merece que saque-
mos a relucir la realidad de sus poblaciones ur-
bano marginales y de aquellas que, por ser las
más alejadas de la capital, nunca tuvieron la
oportunidad que en el Gobierno del presidente
Fujimori han tenido: la de abordar sus proble-
mas con la intensidad que ellos exigen.
Es por eso que, en momentos que estamos deba-
tiendo la modificación del Artículo VI del De-
creto Legislativo Nº 346 —Ley de Política Na-
cional de Población—, también quiero referir que
el error se cometió hace muchos años, cuando
se dio esta ley y se puso en un mismo nivel el
aborto y la esterilización.
Por eso actualmente existen en nuestro país
amplios sectores de la población que, por no ha-
ber tenido acceso a servicios de planificación fa-
miliar, tienen una fecundidad muy superior a lo
que desea. Esto ya lo dijo mi colega, el doctor
Jorge Ruiz Dávila, cuando mostró el cuadro com-
pleto de la realidad de nuestro país y no un vi-
deo con situaciones de otros países.
Esa alta fecundidad que hay en el Perú amerita
que pongamos al alcance de todos los peruanos
—hombres y mujeres, porque todos tenemos
iguales responsabilidades ante nuestras fami-
lias— la información necesaria sobre este tema
de la planificación familiar. Debe ser un objeti-
vo nacional el orientar la educación hacia la pa-
ternidad y maternidad responsables.
En ese sentido, también es necesario, dentro de
la posibilidad de acceso de las grandes mayorías
a la información debida, que todos tengan la
opción de decidir como familia por un método
de planificación familiar que de ninguna mane-
ra se puede considerar como mutilación, porque
no estamos atentando contra la vida.
Al respecto, yo quisiera que los varones también
asuman esta gran responsabilidad y se sometan
a la vasectomía. ¿Por qué sólo la ligadura de
trompas tiene un alto índice? ¿Por qué no tam-
bién los varones pueden aumentar las estadísti-
cas, toda vez que la decisión para la planifica-
ción familiar es de paternidad y maternidad
responsables?
En nuestras normas legales vigentes se expresa
el derecho que tienen las parejas a decidir libre
y voluntariamente respecto al número de hijos
que desean tener. Por tanto, el Estado, conjun-
tamente con la sociedad, está en la obligación
de realizar las acciones de información y educa-
ción que permitan ejercer este derecho. Con ello
se debe buscar, sobre todo, disminuir significa-
tivamente la mortalidad materno-infantil; ele-
485
var la calidad de vida, porque no solamente se
trata de traer hijos al mundo, sino traer calidad
de hijos que puedan aportar para un futuro me-
jor de nuestra Patria; y lograr una mejor distri-
bución de la población en el territorio, basada
en el desarrollo regional y la seguridad nacio-
nal.
Modificar el Artículo VI de la Ley de Política
Nacional de Población —ya lo dijo mi dilecta
amiga, la congresista Espinoza— no es más que
poner los pies en la tierra, porque desde hace
mucho tiempo que en nuestro país se viene op-
tando por la ligadura de trompas y la vasectomía.
Pese a que está de por medio la salud de la mu-
jer o el hombre, este método todavía se practica
dentro de la ilegalidad porque nadie se ha atre-
vido a poner el tema sobre el tapete y dar a la
población la posibilidad legal de escoger. Como
ya dijo el doctor Delgado Aparicio mediante es-
tadísticas y cuadros elaborados por entidades de
las que nadie podría dudar, éste es un método
que se viene aplicando en todo el mundo.
Por eso, quisiera preguntarle a los hombres que
han acompañado a sus mujeres cuando han te-
nido que afrontar problemas de esta naturale-
za, cuando ningún método artificial ha dado re-
sultado pues ha ocasionado efectos colaterales,
cuando ven que traen hijos al mundo porque fa-
lló el método natural y cuando estos partos tie-
nen que ser mediante la operación de cesárea:
¿qué se tiene que hacer? Se tiene que echar mano
a la ligadura de las trompas o, si el varón así lo
desea, a la vasectomía.
Acá nadie está diciendo que el método quirúrgi-
co va a ser impuesto. Ya en su discurso el señor
Presidente del Consejo de Ministros nos dijo que
esta política nacional de población "está total y
absolutamente desvinculada de acciones de ca-
rácter compulsivo o coercitivo".
Es por eso que habría que enfatizar que esta
realidad la tenemos que afrontar con valentía;
para eso nuestro pueblo nos ha elegido y ha pues-
to todas sus expectativas en aquellos que veni-
mos de lugares muy lejanos a ubicar en el más
alto nivel el tratamiento de problemas sociales
que no podemos ocultar.
Yo soy católica, y también coincido en que tene-
mos que dar oportunidad a todos los peruanos,
hombres y mujeres, para que podamos someter-
nos a estos métodos de planificación familiar. En
esa perspectiva —aun dentro de mi convicción
de creyente—, voy apoyar la modificación de este
artículo de la Ley de Política Nacional de Pobla-
ción a fin de que este método sea una opción de
planificación familiar.
Para ello se requiere de una amplia educación
en todos los niveles, y también dentro de las
normas pertinentes que se aplican en nuestro
país, pues a ninguna persona se le obliga a ligar-
se las trompas o a someterse a la vasectomía, ni
tampoco se dan estos casos en parejas jóvenes;
muy por el contrario, siempre se han pedido las
autorizaciones correspondientes.
Por eso, señor Presidente, mi voto será a favor
de la modificación de esta ley.
Muchísimas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Ha hablado usted
doce minutos, por lo cual hasta el momento la
bancada Cambio 90-Nueva Mayoría ha hecho uso
de ochenta y cinco minutos; alrededor del vein-
ticinco por ciento de su tiempo. Las siguientes
agrupaciones también intervendrán en bloques
proporcionales.
Seguidamente van a hacer uso de la palabra
—por diez minutos cada uno— el señor Róger
Guerra-García, el señor Henry Pease, la señora
Fernández Baca, el señor Chipoco.
El señor GUERRA-GARCÍA (UPP).— Señor
Presidente: He sido designado por mi bancada
para iniciar este debate. Acepto la designación,
pues durante algunas décadas he trabajado el
tema poblacional. Sólo ello explica esta decisión.
Mi intervención va a tener dos partes. La pri-
mera, referida a lo poblacional, que a mi enten-
der es preocupación del Estado; y la segunda tra-
tará sobre la esterilización como responsabili-
dad individual o de la pareja. Quiero aclarar que
mi intervención no va a ser médica, pues no creo
que éste sea el foro correspondiente para ello;
tampoco será religiosa; va a ser política, pues la
decisión a tomar es de esa índole.
La percepción sobre la problemática poblacional
demoró en llegar al Perú, y el iniciador del de-
bate sobre este tema fue el ilustre senador
ayacuchano don Alberto Arca Parró, presidente
del Senado en 1960, alguien a quien los amigos
de la Mayoría de repente calificarían como un
"político antiguo"; pero este hombre valioso, aun-
que poco reconocido, fue quien inició todo este
debate.
En ese entonces no teníamos Instituto Nacional
de Planificación, y por ello se encargaban las
consultorías correspondientes a empresas ex-
tranjeras. Una de éstas, la prestigiosa firma
486
Arthur De Little de Boston, informaba al Go-
bierno del Perú en 1960 lo siguiente: "Pecaría-
mos de deshonestos si diéramos a entender que
creemos que puede haber una solución a largo
plazo para el problema económico del Perú sin
una reducción de la tasa de aumento de la po-
blación". Sin embargo, esta oportuna e informa-
da opinión no fue tenida en cuenta.
La preocupación sobre la población en el Perú
aparece después del censo de 1961, cuando veri-
ficamos que crecíamos a una tasa superior al tres
por ciento anual, la cual es sumamente alta. La
respuesta del primer gobierno del arquitecto
Belaúnde fue la creación del Centro de Estudios
de Población y Desarrollo a propuesta de un
numeroso grupo de médicos, pues nosotros siem-
pre hemos sido, por obvias razones, muy sensi-
bles a este problema. Fue director de esta im-
portante institución don Alberto Arca Parró, y
fue en esa década que se realizaron investiga-
ciones sociales importantes a cargo de la Uni-
versidad Católica, e investigaciones biomédicas
a cargo de mi universidad, la Cayetano Heredia.
A fines de la década irrumpió el Gobierno mili-
tar, y evidenció una hostilidad a todo lo que sig-
nificara planificación familiar o cosas parecidas.
Sólo voy a recordarles que se llegó a intervenir
policialmente una asociación particular que ofre-
cía estos servicios, y se cargó en camiones celu-
lares sus archivos, historias clínicas, etcétera.
En esta época sí se ofrecía un servicio limitado
por razones médicas en los hospitales docentes
Arzobispo Loayza y Cayetano Heredia que esta-
ban a cargo de universidades, la mía entre ellas.
Ya en otras ocasiones he dicho que ésta es una
demostración hermosa de autonomía universi-
taria: de enseñar y dar servicio a la población,
aun contra la opinión del gobierno de turno.
El año 1980 retornamos a la constitucionalidad,
y de nuevo fue el gobierno del arquitecto
Belaúnde el que esta vez creó el Consejo Nacio-
nal de Población, que trabajó intensamente en
esos años. Desafortunadamente, ahora está en
la práctica desactivado: no tiene la representa-
ción de los diversos sectores ni tiene presidente
titular desde 1991, pues firma como tal una se-
ñora bien intencionada pero que no representa
a ningún consejo. El vacío en este campo lo vie-
nen llenando algunas ONG, en particular la Aso-
ciación Multidisciplinaria de Investigación y
Docencia en Población, AMIDEP, que dirigí por
muchos años.
Se organizaron reuniones nacionales sobre po-
blación en 1979 y 1985 en Tarma e Ica, lo cual
fue cambiando la percepción general sobre la
gravedad de este problema. Como consecuencia
de ello, en julio de 1985, se dio la Ley de Política
Nacional de Población, instrumento singular
pues fue creación de una comisión integrada por
una delegación del Ejecutivo —entre la que me
conté representando al Ministerio de Educa-
ción— y por tres senadores y tres diputados. Nos
acompañó el doctor Alva Orlandini, distinguido
miembro de esa comisión que presidió con gran
calidad otro médico, el doctor Carlos Muñoz
Torcelo, profesor de la Universidad Cayetano
Heredia.
El artículo que ahora se propone modificar sus-
citó una enorme discrepancia en dicha comisión.
Nosotros no lo propusimos. Este Artículo VI fue
agregado como consecuencia de ciertas expre-
siones y para lograr una transacción política.
Ustedes, que tienen más experiencia en ello, lo
saben. De manera que ahora se plantea hacer
esta modificación y volver a la propuesta inicial
de la ley de 1985.
Paso ahora a la segunda parte: el anuncio presi-
dencial del 28 de julio sobre planificación fami-
liar, que fue hecho con un estilo que no acepto
pues constituyó un maltrato innecesario —rei-
terado posteriormente— a la Iglesia Católica, lo
cual ha complicado el asunto. Tampoco acepto
del señor Presidente su anuncio sin fundamen-
to de que la planificación familiar mediante la
esterilización va a acabar con la pobreza. Eso es
demagogia.
Quiero informar ahora al Pleno —porque ya lo
hice en la Comisión— sobre el inadecuado ma-
nejo de este tema en la sesión inicial de la Comi-
sión de Salud. Confío en que la precipitación en
querer votar el proyecto sin dictamen haya sido
producto de la inexperiencia de su presidenta y
de los demás miembros. Entonces tienen razón
los congresistas Chirinos Soto y Breña Pantoja
cuando califican de modesto el dictamen. Si éste
es modestísimo, es como consecuencia de la im-
provisación.
A continuación, paso a tratar el fenómeno de la
esterilización en América Latina para decirles
que éste es un procedimiento seguro y cuyo uso
se está incrementando. En República Domini-
cana, el treinta y tres por ciento de las mujeres
casadas y en edad fértil han sido esterilizadas;
le siguen Brasil con treinta por ciento, y México
y Colombia con casi el veinte por ciento. Ésta es
la situación que hay en el entorno, y que me
parece conveniente presentar.
Se trata de una suerte de testimonio personal
que hago con la mejor intención: la de ilustrar
la decisión seria que tendremos a continuación.
487
Me preocupa el apasionamiento del debate. Creo
que hay algunos colegas que se creen dueños de
la verdad, y esto no es así. Es un tema complejo
que debemos ver con toda seriedad y legislar
serenamente, respetando las opiniones discre-
pantes.
Existen ciertos puntos sobre los aspectos éticos
de la esterilización. Hay una perspectiva médi-
ca al respecto, pues la ética tiene varias facetas:
los médicos creemos que procede la esteriliza-
ción cuando ello va a ser en beneficio de la salud
de la mujer. Y hay una perspectiva social para
que sea aceptable desde el punto de vista ético:
ésta debe ser una decisión libre, voluntaria, cons-
ciente, informada y con plena responsabilidad
de la propia persona.
Con respecto a los mandatos religiosos, el Esta-
do peruano, como en toda nación soberana y no
confesional, no tiene por qué someter sus leyes
a las normas de la Iglesia Católica o de cualquier
otra religión.
Como soy el primero de UPP en hablar, voy a
informarles sobre la decisión adoptada por mi
bancada: el nuestro será un voto de conciencia.
Practicamos un respeto democrático a la discre-
pancia, y felizmente hay ausencia del dogma o
de la consigna en Unión por el Perú. La unidad
no significa uniformidad en UPP. Quizá me siga
en el uso de la palabra algún otro miembro de
nuestra agrupación que presentará un punto de
vista diametralmente opuesto al mío.
Para terminar, señor Presidente, coincido en el
fondo de la propuesta, y por lo tanto tendrá mi
apoyo en la votación que venga a continuación.
Por ello, expreso mi esperanza en que no haya
una intención encubierta en la propuesta del
señor Presidente y que se actúe de buena fe.
Finalmente, tengo la convicción de que la este-
rilización es un acto médico, y será practicada
por los médicos peruanos sólo a quienes la soli-
citen libremente.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso
de la palabra el señor Henry Pease.
El señor PEASE GARCÍA (UPP).— Gracias,
señor Presidente.
Como bien ha dicho Róger Guerra-García, en
UPP no hay consigna sino respeto a la concien-
cia de cada uno. Pero aquí no hay sólo proble-
mas de conciencia. Lo que ocurre es que cada
uno analiza tomando siempre eso como punto
de partida.
Aquí hay problemas políticos. Yo no soy un ex-
perto en otras materias y voy a hacer un análi-
sis político de la decisión. Pero sí quiero señalar
que, por convicción religiosa, soy opuesto a la
esterilización. Más aún, me cuesta mucho en-
tender que en todo este debate no se le haya dado
ningún espacio a la importancia del autocontrol,
es decir, a la capacidad del ser humano de con-
trolar su propio cuerpo. Y, dicho sea de paso, hay
varios métodos que lo permiten.
¿Por qué me llama la atención? Porque creo que
en todas las dimensiones de la vida humana,
cualquiera que sea la perspectiva filosófica o re-
ligiosa, existe una cuestión central que es la ca-
pacidad de autocontrol.
Hay otro asunto que también me llama enorme-
mente la atención, el cual se ha evidenciado hace
un momento cuando el señor Enrique Chirinos
Soto interrumpió a un miembro de la Mayoría;
pero la pregunta quedó flotando. En mi opinión,
no hay ninguna ley de la República que conside-
re delito la esterilización o que impida que el
Estado la aplique, y no entiendo por qué toda la
discusión sobre el tema de planificación fami-
liar la llevan al punto de que se trata de un mé-
todo.
Nada impide hoy que, en un hospital del Esta-
do, le hagan una vasectomía al ciudadano que la
solicite. He buscado algún impedimento, y no lo
he encontrado. Caso distinto es el aborto, que sí
está tipificado como delito en el Código Penal.
Entonces, pregunto: ¿por qué ustedes, que di-
cen que lo único que va a hacer el Gobierno —y
acá está la exposición del Presidente del Conse-
jo de Ministros y las palabras de ustedes— es
actuar a pedido del ciudadano, quieren cambiar
la ley?
La ley dice otra cosa. La política de población
excluye la esterilización, pero ésta no se refiere
a la actuación del Estado en una clínica a pedido
de la parte interesada. La política de población
es la que promueve el Estado. ¿Pero quién le dio
a éste la capacidad de promover uno u otro mé-
todo?
Entonces, la discusión no es si se puede atender
un pedido individual, pues se trata de un dere-
cho de la persona que la ley tiene que respetar.
Lo que ocurre es que ustedes quieren una pro-
moción masiva de este método. Y si no quieren
eso, entonces no entiendo ni el discurso del Pre-
sidente el 28 de julio, ni la actuación de ustedes.
El señor TRELLES MONTERO (C90-NM).—
Una interrupción, señor Pease.
488
El señor PEASE GARCÍA (UPP).— El señor
Trelles me pide una interrupción. Le ruego que
sea muy breve, porque tengo exactamente diez
minutos para mi intervención.
El señor PRESIDENTE.— Señor Trelles.
El señor TRELLES MONTERO (C90-NM).—
Con la venia de la Mesa. Más que una interrup-
ción, es una aclaración por la pregunta que hace
el congresista Pease.
En la política de población, lo que busca un Es-
tado democrático y respetuoso de la persona
humana es informar adecuadamente a todos los
ciudadanos sobre cuáles son los medios de pla-
nificación familiar que pueden usar, y uno de
estos medios es la vasectomía. Entonces, lo que
no se condice con una política abierta de infor-
mación es que, por ley, se excluya la difusión de
un método. Eso es lo que se quiere en la ley, nada
más.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Pease.
El señor PEASE GARCÍA (UPP).— En pri-
mer lugar, ni la lectura más radicalmente cen-
trada en el texto llevaría a esa conclusión, por-
que la política es una acción de promoción. Se-
gún la Constitución, todos tienen derecho a es-
tar informados de todo. Pero, evidentemente,
ello no lo encuentro coherente con el hecho de
querer cambiar esta ley, salvo si quieren hacer
algo más que informar, sólo si quieren hacer algo
más que atender el pedido individual de un ciu-
dadano. En todo caso, que me demuestren lo
contrario porque en ese sentido va el debate.
El señor GAMARRA OLIVARES (FIM).—
¿Me permite, señor Pease?
El señor PEASE GARCÍA (UPP).— Dije que
no puedo dar otra interrupción porque tengo
exactamente diez minutos...
El señor Gamarra me pide la segunda interrup-
ción. Le ruego que sea brevísimo.
El señor PRESIDENTE.— Señor Gamarra.
El señor GAMARRA OLIVARES (FIM).—
Preocupado por el mismo tema que plantea
Henry Pease y que me parece da en el centro del
asunto en discusión, le pregunté al señor Rafael
Rey si la esterilización está permitida por la ac-
tual legislación peruana, y me dijo que no está
permitida, está prohibida.
Entonces, yo quisiera que se haga la aclaración
sobre ese punto, Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Señor Pease.
El señor PEASE GARCÍA (UPP).— De acuer-
do.
Proponemos que haya un dictamen de la Comi-
sión de Constitución y una opinión del Colegio
de Abogados, porque he buscado y no he encon-
trado expresa prohibición. Por eso insisto: si lo
que quieren hacer es una promoción de este
método, entonces es otra cosa, porque informar
es distinto y ése es un punto que vale además
para todos los métodos.
Lo que hemos visto en el video y en otras expe-
riencias es que se promueven métodos. Pero,
¿por qué creen ustedes que justamente en los
países desarrollados este método es el que me-
nos se usa? He encontrado la respuesta en el
Vicepresidente de la Comisión, porque hay una
opinión que tienen ustedes sobre el pueblo pe-
ruano: éste no puede utilizar métodos que supo-
nen pensar y autocontrolarse, o pensar y aplicar
el método en el momento debido; entonces, los
peruanos son algo así como ganado.
Y yo creo que ésta es una pésima opinión sobre
lo que es la realidad de las personas, así como
creo que no se le puede negar esa alternativa si
alguien la pide. Lo que ustedes están prefigu-
rando es una política que va a poner contra la
pared a la mayoría pobre del Perú para que use
este método y no otros; y eso, en mi opinión, no
es lícito.
Aunque en ciertos casos —como el de la señora
de Oklahoma— y a altos costos pueda darse
reversibilidad, el problema central es que este
método es irreversible. Entonces, ¿es éste un
método de planificación familiar? ¿Qué es pla-
nificación familiar? Planificación familiar es la
capacidad de decidir en qué tiempo tener hijos,
no es terminar con la posibilidad de tenerlos.
Hay otras razones que pueden llevar a esa con-
clusión, pero no son las opciones de la mayoría.
¿Cómo van a garantizar que haya esa libertad
de opción si desde el principio ustedes están cen-
trando toda la discusión sobre planificación fa-
miliar en el método de la esterilización?
Creo que aquí hay problemas de fondo que tie-
nen que verse. El facilismo no ayuda, y la
satanización, tampoco. Por eso protesté contra
lo que hizo el Presidente con el Cardenal el día
28 de julio, mirándolo a la cara y diciéndole "vaca
sagrada". Ahora me explico el porqué de esa ac-
titud: en este asunto no hay una política trans-
489
parente del Estado. Es decir, hay un gran deba-
te sobre la necesidad de la planificación fami-
liar, pero existe una propuesta de modificación
que, para los fines que plantea el Gobierno, no
es necesaria. Ojalá el debate demuestre lo con-
trario, porque así me sentiría mejor respecto a
lo que pueda ocurrir después en el país.
De todo lo que se dijo sobre política social cuan-
do vino el Gabinete, hasta ahora sólo se concre-
ta este punto, y ni siquiera en un tratamiento
integral del problema de población. Todos sabe-
mos que la natalidad baja cuando disminuye la
pobreza. ¿Por qué? Porque también se hace una
adecuada política de población cuando está en
el centro de ésta la educación, la salud, la aten-
ción de las demás necesidades como la de habi-
tación. Pero sobre eso no tuvimos sino generali-
dades en el mensaje. Éste es el único punto que
se ha convertido en un proyecto que para uste-
des es de vida o muerte, pues dicen —sin pro-
barlo— que van a morir cientos de miles de per-
sonas si no se aprueba ahora.
Eso me hace pensar en que la idea de fondo es
que quieren alcanzar esa meta de cincuenta por
ciento de reducción de la pobreza extrema dis-
minuyendo, simplemente, el número de naci-
mientos; pero creo que no lo van a conseguir,
porque ello no se logra sólo por ese camino, tal
como se ha visto en muchos casos.
Para mí es central —y cualquier sociólogo lo tie-
ne que aceptar— una política de población; pero
ésta ni siquiera es una discusión sobre política
de población, sino sobre un aspecto que uste-
des, en mi opinión, sin necesidad legal, quieren
poner en el centro del problema.
—Asume la Presidencia el señor Carlos
Torres y Torres Lara.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
la señora Fernández Baca.
La señora FERNÁNDEZ BACA DE VALDEZ (UPP).—
Gracias.
Señor Presidente, distinguidos colegas: Consi-
dero que es relevante el ejercicio de la planifica-
ción familiar y la paternidad responsable como
un derecho básico de la pareja a decidir, de ma-
nera libre y voluntaria, el número y espacia-
miento de sus hijos. Ello no sólo es en relación a
un adecuado crecimiento poblacional, sino prin-
cipalmente está referido a lograr una significa-
tiva reducción de las altas tasas de morbilidad y
mortalidad materna.
Estoy totalmente de acuerdo con los objetivos
que tiene la Ley de Política Nacional de Pobla-
ción aprobada en julio de 1985, siendo presiden-
te de la República el arquitecto Fernando
Belaúnde Terry. Estoy de acuerdo también con
el presidente Alberto Fujimori cuando reconoce
la importancia del problema de planificación fa-
miliar y la responsabilidad que en ello le compe-
te al Estado. Pero, al igual que mis colegas Gue-
rra-García y Henry Pease, no estoy de acuerdo
con la forma innecesariamente agresiva con que
se refieren a la Iglesia Católica.
La Comisión de Salud nos presenta hoy un re-
ducido dictamen, en el cual hace suya una ini-
ciativa del Poder Ejecutivo y recomienda al Ple-
no del Congreso la aprobación del proyecto de
ley que todos conocemos. Hemos recibido tam-
bién un dictamen en minoría que rechaza la
aprobación de la indicada propuesta.
El proyecto de ley con dictamen en mayoría,
específicamente, plantea eliminar la exclusión
de la esterilización como método de planifica-
ción familiar. Ello quiere decir que automáti-
camente, al aprobarse el proyecto de ley, la este-
rilización quirúrgica masculina y femenina po-
dría ser utilizada con fines anticonceptivos de
planificación familiar.
Este método de planificación familiar está jurí-
dicamente reconocido como tal en setenta y sie-
te países en el mundo, de un total de más de
ciento ochenta. Entre los países que aceptan ju-
rídicamente este sistema, doce están en Améri-
ca Latina: Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecua-
dor, El Salvador, Guatemala, Honduras, Pana-
má, Jamaica, México, Puerto Rico y República
Dominicana. Además de estos, en Chile, Nicara-
gua y Venezuela se acepta la esterilización qui-
rúrgica por razones terapéuticas. En el Perú,
actualmente también está permitido en ciertos
casos y de acuerdo con las normas del Ministe-
rio de Salud.
La planificación familiar compromete uno de los
aspectos más sensibles y significativos de la con-
dición humana. La sexualidad y la fecundidad
son importantes, tanto en el ámbito personal
como cultural, y están ligadas a la voluntad que
tiene cada persona. Es necesario reconocer que
la esterilización quirúrgica voluntaria es única
como método de planificación familiar, y se di-
ferencia claramente de cualquier otro en dos
aspectos: los riesgos inherentes a la interven-
ción y, principalmente, su alto grado de
irreversibilidad, pues su práctica pone fin a la
fecundidad.
Según la Organización Mundial de la Salud, en
la esterilización femenina pueden presentarse
490
lesiones en los órganos abdominales y en los
vasos sanguíneos, y posteriormente existe un
riesgo de embarazo ectópico.
Por lo expuesto, apoyaría la modificación del
Artículo VI de la Ley de Política Nacional de
Población, tal como lo propone el proyecto, siem-
pre y cuando se modifique también el Artículo
25º del Capítulo IV de la misma. Esta modifica-
ción consiste en establecer que los organismos
encargados de promover la realización de pro-
gramas de planificación familiar hagan un es-
fuerzo especial para garantizar que la decisión
de las personas a someterse a una anticoncepción
quirúrgica voluntaria sea con base y luego de
una adecuada información. El texto que sugiero
es el siguiente:
"Artículo 25º.— Los servicios médicos, educati-
vos y de información sobre programas de plani-
ficación familiar garantizan a las parejas y a las
personas la libre elección sobre el uso de los
métodos de regulación de la fecundidad y la pla-
nificación familiar. Cuando se dé información
—éste es el agregado— sobre el método de este-
rilización quirúrgica se deberá proporcionar am-
plia orientación poniendo énfasis en su irrever-
sibilidad de alto grado y en los riesgos y compli-
caciones de su aplicación, siendo imprescindible
que la persona exprese por escrito que es cons-
ciente de su decisión y autoriza el procedimien-
to en forma voluntaria. Las normas sobre auto-
rización y uso de todos los métodos de planifica-
ción familiar que ofrecen los establecimientos
del sector Salud, son expedidas por el Ministe-
rio de Salud, quien es responsable de su cumpli-
miento."
Hago llegar a la Mesa el texto que acabo de leer,
y pido que conste en acta.
También sugiero que esta propuesta y otras que,
estoy segura, serán presentadas vayan a la Co-
misión de Salud para que, mediante un nuevo
dictamen, regrese el proyecto al Pleno la próxi-
ma semana, en la que además contaremos con
la presencia de la señora Presidenta de la Comi-
sión de Salud, la Presidenta del Congreso y de
otras mujeres hoy ausentes.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene el uso de la
palabra el doctor Chipoco.
El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Se-
ñor Presidente: Yo creo que, ciertamente, no deja
de ser un atrevimiento debatir esta noche con
personas tan calificadas médicamente y que co-
nocen tanto el tema como el doctor Róger Gue-
rra-García, de quien tenemos un altísimo con-
cepto profesional y personal. Sin embargo, nos
atrevemos a participar en este debate porque no
es sólo y fundamentalmente un debate médico,
sino básicamente un debate ético, moral y polí-
tico. Y voy a fundamentar.
¿Por qué voy a votar en contra de esta propues-
ta del Presidente de la República? Por razones
políticas, morales; también en ejercicio de mi li-
bertad de pensamiento y expresión, y respetan-
do la voluntad de la Iglesia Católica.
Lo primero que nos debemos preguntar es ¿por
qué debatimos hoy este tema?, ¿cuál es la razón
para que la Mayoría y el Presidente nos propon-
gan debatirlo a estas alturas? Como lo recorda-
mos hace un momento, esta ley estuvo vigente
durante diez años, cinco de los cuales el señor
Fujimori fue Presidente de la República, y du-
rante tres tuvo una mayoría holgada en el Le-
gislativo. ¿Por qué en ese momento no se cam-
bió la Ley de Población?
Tenemos que preguntarnos entonces por el con-
texto político en que se da esta propuesta. En
primer lugar, es una situación en donde éste es
un tema de confrontación abierta y clara entre
la posición del Gobierno y la de la Iglesia Católi-
ca. Pero no sólo en este asunto ha habido polé-
mica. También la ha habido —y creo que ésa es
la razón de fondo a discutir— al plantear este
tema en el contexto de la lucha contra la pobre-
za.
Acá tengo un resumen estadístico de las decla-
raciones de la Iglesia Católica, exigiendo un com-
promiso más decidido del Gobierno en la lucha
contra la pobreza y el desempleo. También re-
cuerdo las declaraciones de la Iglesia Católica
respecto a que las sanciones en el caso de "La
Cantuta" eran leves y le daban una mal ense-
ñanza moral al país. Asimismo, recuerdo la po-
sición de los obispos diciendo que la ley de am-
nistía era un error moral. Y también hay que
poner en el debate las encuestas respecto a la
credibilidad de la Iglesia Católica, en las que se
la considera en el primer lugar en el Perú.
Y entonces comenzamos a descubrir por qué
debatimos este tema. Se intenta organizar un
debate con la Iglesia Católica y aprovechar que
algún sector de la población puede creer que éste
es un método legítimo y eficaz con el fin de
deslegitimarla, para luego sacarle cuentas de lo
que fue un enfrentamiento sobre temas éticos y
morales.
Por tanto, todo esto tiene por objeto que en el
futuro, cuando se vuelva a hablar acá de que las
491
violaciones a los derechos humanos son actos
inmorales, se diga que la Iglesia está descalifi-
cada porque planteó cosas contrarias a lo que la
mayoría de la población, de acuerdo a las en-
cuestas, pudo haber opinado. Ése es el trasfon-
do político de este debate, y por eso estamos te-
niendo esta discusión.
Pero, en segundo lugar, tenemos que preguntar-
nos: ¿es necesario este cambio legislativo? Lo
primero que vemos es que la esterilización no
es un delito: no está como tal en el Código Pe-
nal, y ni siquiera es un ilícito civil. No conozco
ningún caso en que alguien haya planteado in-
demnización por causa de la esterilización.
Y acá tengo unas cifras del Instituto Nacional
de Estadística en donde se dice que una sola ins-
titución, INPPARES, practicó quinientas vasec-
tomías y mil seiscientas ligaduras de trompas el
año pasado, y nadie de esa institución está pre-
so ni tiene un juicio civil; de manera que la este-
rilización es perfectamente legal en el Perú.
Por lo tanto, no se está pidiendo que se legalice
esta práctica, porque no es ningún delito. Lo que
se está pidiendo es que se convierta en una polí-
tica —no educativa, señor Trelles— de actos del
Estado que conlleven a promover la esteriliza-
ción.
Entonces, sinceramente, no entiendo a quienes
desde hace tiempo defienden la tesis de que el
Estado debe desregular, pues durante todos es-
tos años han venido diciendo que el Estado no
debe participar en la economía ni tener una fun-
ción activa en la sociedad; sin embargo, propo-
nen que en este campo el Estado sí tiene que
hacer el papel de promotor de la esterilización.
Al respecto, nuestro punto de vista es verdade-
ramente liberal. El Estado no debe participar ni
promoviendo la esterilización ni impidiéndola,
porque no es un delito. El Estado tiene que per-
mitir que la libertad de la persona se exprese y,
por lo tanto, no asumir una posición que la vio-
la.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene el uso de la
palabra el doctor Grados Bertorini.
El señor GRADOS BERTORINI (UPP).—
Señor Presidente: En primer término, quiero
simplemente ratificar la decisión de Unión por
el Perú de haber dejado que sean los miembros
de su bancada los que expresen, con criterio de
conciencia, lo que piensan sobre un tema de tan-
ta trascendencia.
Sin embargo, esto no quiere decir —como uste-
des habrán advertido en las cuatro intervencio-
nes que ya se han producido— que la posición
de Unión por el Perú sea caótica, porque públi-
camente nuestro movimiento político, antes de
este debate, definió como tal su posición respec-
to a la necesidad de que exista una política de
población.
Todos estamos de acuerdo en que es necesario
que esa política de población merezca la aten-
ción del Estado para conjugarla con el objetivo
que todos nos hemos propuesto y que el Gobier-
no ha prometido realizar: hacer posible el desa-
rrollo social del país, y no solamente el creci-
miento económico.
Nosotros no tenemos temor de hablar de plani-
ficación familiar, de la misma manera que no
tememos hablar de planificación democrática,
pues pensamos que es necesario concertar los
esfuerzos del Estado con el mercado para ase-
gurar el crecimiento económico. Pero sí es muy
importante que se diga que podemos tener dife-
rencias con respecto a la forma como se va a de-
sarrollar la acción del Estado.
Nosotros no estamos en contra de que el Estado
intervenga en la regulación del crecimiento
poblacional, acorde con las posibilidades econó-
micas y con el desarrollo social que se pretende
en el país; pero sí creemos —lo han dicho algu-
nos voceros de la Mayoría— que debe ser una
política que, fundamentalmente, descanse en la
voluntad de la población.
Al respecto, tenemos serias dudas, y en ello se
basa nuestra discrepancia de creer, con mayor o
menor optimismo, en la aplicación de esta polí-
tica. Unos más que otros dudamos que el propó-
sito del Gobierno sea tal como efectivamente lo
anunció el presidente Fujimori: colocar en igual-
dad de oportunidades a las clases desposeídas,
respecto a las privilegiadas, para que puedan
usar los métodos de planificación familiar de
acuerdo a sus opciones sobre maternidad o pa-
ternidad responsable, de manera que correspon-
dan a los intereses personales y se conjuguen
éstos en la política social.
Tenemos serias dudas de que esto vaya a ser así.
A pesar de lo manifestado por todos los señores
que han tratado de explicar la necesidad de esta
modificación, planteando que se trata de poner
a disposición de la ciudadanía estos métodos para
que los hombres y las mujeres del país opten
libremente, yo me pregunto, con toda franque-
za: ¿acaso los antecedentes de cómo se ejercen
las políticas del Estado garantizan que este Go-
bierno realmente vaya a permitir esa libre op-
492
ción? Más bien, este énfasis que se pone en la
esterilización hace pensar que realmente ha des-
aparecido ya toda posibilidad de discusión, en
este hemiciclo, respecto a los otros métodos que
debieran aplicarse, dejando exclusivamente en
debate lo concerniente a la esterilización.
Si yo pudiera tener la seguridad de que, en este
orden de cosas, el Gobierno va a aplicar efecti-
vamente una política democrática y de apertura
respecto a las opciones diversas con efectiva in-
formación para que la gente tenga la mejor po-
sibilidad de decidir y no pretender convertir la
esterilización en la política de población del país,
votaría a favor de la modificación.
Entonces, es un problema esencialmente políti-
co, y tenemos precedentes al respecto; porque
ha ocurrido que han habido contradicciones, pre-
cisamente ahí donde el Estado debe ejercer la
defensa de los derechos humanos, dando verda-
dera oportunidad para que todos empleen sus
libertades sin coacciones. Baste con referirnos a
los problemas que se han confrontado con la
guerra sucia, entre otros; pero no quiero ser
peyorativo.
Aprecio mucho lo que dicen los distinguidos
médicos que han hablado a nombre de la Mayo-
ría, así como también juristas como mi estima-
do amigo Delgado Aparicio. La verdad es que me
impresiona mucho que el señor Vicepresidente
de la Comisión de Salud nos haya presentado
una serie de cuadros que me parecen sumamen-
te ilustrativos; pero lo que se demuestra en ellos
es que el problema no está en la mayor o menor
incidencia de la natalidad, sino en la mayor o
menor creación de conflictos entre la tasa de
natalidad y el estado social de la gente.
El problema es la educación, y por eso me gus-
taría que este tema lo tratemos cuando discuta-
mos el presupuesto, cuando le pidamos al Go-
bierno que efectivamente nos diga cómo es que
va a distribuir el gasto social —tanto en salud
como en educación—, cómo es que vamos a dar-
le a la gente posibilidades reales para que to-
men la decisión que más les conviene, y no ne-
cesariamente inducida por aquello que parece
ser la panacea universal.
Aquí se es progresista y se avanza en la medida
en que se dice que la esterilización es la gran
panacea, pero no es ése el problema principal.
No vaya a ser que estemos tratando de disimu-
lar el verdadero problema de la pobreza sobre la
base de decir que los pobres no deben tener hi-
jos. Cuidado con caer en la tentación de creerse
tutores de las decisiones individuales o sociales.
El verdadero asunto es que la sociedad, efecti-
vamente, procure acortar las diferencias que hoy
la fragmentan en términos económicos y de opor-
tunidades. Pero no es eso lo que aquí se está
discutiendo. Al parecer, lo que aquí se plantea
es que si no hay esterilización, no hay política
de población en este país y nos estamos desen-
volviendo en la época cavernaria.
Por cierto, soy católico, respeto las convicciones
religiosas y me felicito de que las tengan y las
defiendan con tanta gallardía quienes, funda-
mentalmente, hacen de esto un problema de con-
ciencia en función de sus convicciones religio-
sas.
Sin embargo, creo que es necesario que exista
orientación suficiente para que la gente practi-
que libremente los métodos artificiales o, si quie-
re, los métodos naturales de control de la nata-
lidad. Incluso, partiendo de la base de que no es
delito, diría lo mismo de la esterilización si yo
tuviera garantías de que el Estado no la va a
emplear coaccionando a la gente.
Y eso no me sorprendería porque, en una recien-
te reunión internacional, el Presidente de la
República —me refiero a éste en su función ofi-
cial y sin ningún ánimo peyorativo contra su
persona— llegó a decir que las políticas de dere-
chos humanos de países como el Perú o como
China no tenían por qué seguir los patrones de
las pretendidas democracias occidentales. ¿Es
que eso quiere decir que vamos a tener una de-
mocracia en términos tales que el Estado puede
adjudicarse el derecho de decir a la gente cuán-
tos hijos debe tener? En este sentido, ya no me
parece tan precaria la comparación con China.
En consecuencia, respetémonos los unos a los
otros. Ojalá que este debate se hubiese enrique-
cido con la presencia de la doctora Chávez y la
doctora Hildebrandt, que discrepan sobre esta
materia. Así, todos hubiéramos sentido que no
estamos separados por una gran línea divisoria,
en donde hay que decir "sí" o "no" de todas ma-
neras, según su bancada, sino que estamos dis-
puestos, como lo ha propuesto Graciela Fernán-
dez Baca, a encontrar fórmulas que nos garanti-
cen que efectivamente se va a defender la liber-
tad de la gente para que opte por el método que
desee, y que para ello se les ilustre adecuada-
mente.
Eso es todo, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Tiene el uso de la
palabra el señor Rigoberto Ezquerra.
El señor EZQUERRA CÁCERES (UPP).—
493
Señor Presidente: La Comisión de Salud aprobó
por amplia mayoría el dictamen que se encuen-
tra en debate. Éramos doce en la Comisión, y se
aprobó por once votos a favor y uno en contra.
No hubo ningún incidente. El comunicado del
Colegio Médico del Perú llegó como una refe-
rencia, no como un factor determinante.
Por otro lado, hemos oído la referencia del doc-
tor Del Castillo a un comunicado de tres distin-
guidos miembros del Colegio Médico. Ellos son
tres, y discrepan con veintiocho mil médicos que
existen en el Perú. Eso nos da una idea clara de
que el Colegio Médico es una de las institucio-
nes más democráticas que existen en nuestra
Patria.
Indudablemente, la planificación familiar y los
métodos para llevarla a cabo presentan proble-
mas que tenemos que solucionar a la brevedad
posible, y todos estamos empeñados en que se
difundan los diversos métodos por todos los rin-
cones del país. Entonces, es muy importante que
éstos, incluidos los métodos quirúrgicos, se pon-
gan al alcance de las clases más necesitadas de
los lugares más apartados y deprimidos por la
pobreza.
Es por eso que invito al doctor Salazar Larraín
a que vaya a los asentamientos humanos o reco-
rra las comunidades campesinas de mi tierra,
donde cada madre tiene entre seis y nueve hi-
jos, y ya la hija mayor se encuentra embaraza-
da.
También es muy importante hacer notar que el
proyecto dice claramente que es voluntad libre
y soberana de cada ciudadano escoger el método
de planificación que más le convenga. Además,
no nos referimos únicamente a los métodos qui-
rúrgicos de planificación familiar, sino a todos
en general; comenzando por los más simples y
de más fácil acceso, como los profilácticos que, a
corto plazo, van a prevenir enfermedades vené-
reas. Asimismo, es necesario decir que la impor-
tancia de su uso está en que el preservativo es el
único método que puede actualmente detener
el SIDA, una de las enfermedades más crueles
que ataca a la humanidad, sobre todo a los jóve-
nes y, aun, a los niños.
Hace poco hemos leído la información sobre una
pareja, padre y madre de familia, que se ha sui-
cidado debido a que tenía SIDA, dejando en la
orfandad a sus tres hijos. De ahí que es muy
importante tomar en cuenta estos hechos.
Nosotros podemos deducir claramente que la li-
gadura de trompas se realiza en nuestro país,
pero es estrictamente como método médico: el
facultativo ve cuándo y por qué es necesaria una
ligadura de trompas para salvaguardar la salud
y la integridad de su paciente, ya sea por un
embarazo riesgoso o para evitar un nuevo em-
barazo a muy corto plazo.
En todo caso, queda completamente definido que
los métodos de planificación familiar deben es-
tar al alcance de todos los hombres y mujeres de
nuestra Patria, y en especial deben llegar a los
sectores más deprimidos, donde sí existe haci-
namiento y miseria, para que cada quien escoja
libremente el método que quiera para planificar
su familia. De lo que se trata es de evitar que
lleguen hijos no deseados.
Por eso, mi voto es a favor de la planificación
familiar, y de que este Congreso apruebe ahora
el proyecto en discusión.
Gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Habiendo conclui-
do el tiempo de Unión por el Perú, corresponde
al Partido Aprista las siguientes intervenciones.
Sin embargo, la Mesa ha recibido un pedido de
cesión del tiempo a favor del señor Rey.
Tiene la palabra el ingeniero Rey.
El señor REY REY (Ren).— Muchas gracias,
señor Presidente; y muchas gracias a la banca-
da que me ha cedido el turno.
Lo primero que quiero decir es que he prepara-
do esta intervención con mucha preocupación, y
lamento que gran parte de la bancada de la Ma-
yoría esté ausente.
Le ruego a usted, señor Presidente, que fuera
tan amable de pedir a sus colegas que se acer-
quen al hemiciclo en el tiempo que les sea posible.
—Reasume la Presidencia el señor Víctor
Joy Way Rojas.
El señor PRESIDENTE.— Continúe, señor Rey.
El señor REY REY (Ren).— En primerísimo
lugar y de una manera muy rápida, yo quisiera
hacer una referencia muy breve a lo dicho por el
señor Rodas. Tengo entendido que él es médico
y se ha metido a hablar en el campo legal, pero
contra sus opiniones en dicho campo tengo las
del doctor Carlos Fernández Sessarego, experto
en derecho de personas, que ha escrito hace unos
días un artículo en el diario "El Comercio".
El señor Rodas también ha opinado en el campo
494
moral, y contra su posición en este terreno me
sustento más bien en las opiniones de Juan Pa-
blo II que, sin lugar a dudas, tiene la más alta
autoridad moral en el mundo.
Pero el señor Rodas también citó, en cuanto a la
cantidad de abortos en el Perú —a eso se debió
mi interrupción—, una estadística que tiene
como fuente de información —se la he pedido y
me la ha alcanzado— una revista común y co-
rriente, en la que además escribe el señor Alfredo
Guzmán, representante de una institución que
financia esterilizaciones y abortos en el mundo
entero; de manera que ésta no tiene ninguna
validez. Y ante esta fuente de información, yo
presento el informe de la Organización Mundial
de la Salud, y a esto me refiero cuando digo que
lamentablemente se presentan datos estadísti-
cos absolutamente errados, cuando no falseados.
Por su parte, el señor Ramos —también de la
Mayoría— ha dicho que en el Perú se produce
un aborto clandestino cada dos minutos. Yo he
tomado nota y he sacado la cuenta. Si cada dos
minutos hay un aborto, cada hora hay treinta
abortos; por tanto, si multiplicamos por veinti-
cuatro horas, por siete días a la semana y por
cincuenta y tres semanas, tenemos doscientos
sesenta y siete mil ciento veinte abortos clan-
destinos al año en el Perú solamente. Pero fren-
te a esto, la Organización Mundial de la Salud
dice que se estima que los abortos en el mundo
son doscientos cincuenta mil.
Si lo que sostiene el señor Ramos fuera cierto,
entonces en los últimos cinco años han habido
en el Perú un millón trescientos treinta y cinco
mil seiscientos abortos clandestinos. De tal
manera que estas estadísticas y esos datos no
merecen la más mínima atención, y constituye
una grave irresponsabilidad darlos de esta ma-
nera.
Ahora quiero enfocar mi exposición en el tema
moral, porque este problema no es solamente
político o legal —como ha sido referido por va-
rios señores congresistas— ni es solamente un
problema sociológico; es fundamentalmente un
problema moral.
Todos los peruanos decimos en público o en pri-
vado que en el Perú y en el mundo existe una
crisis de valores. Y, bueno, yo no tengo más re-
medio que pedir disculpas a la Representación
Nacional, porque probablemente va a parecer
que estoy dando una clase de moral. Tengo la
ventaja —que no es un orgullo para mí, sino, en
todo caso, una mayor responsabilidad— de po-
seer, efectivamente, una formación moral que
quizá sea un poquito superior.
Repito que no es una razón de orgullo, sino...
Retiro todas las palabras que quiera. Lo que es-
toy diciendo —lo repito porque no estoy insul-
tando a nadie— es que me parece que tengo una
formación moral que es algo mejor. No sé si quie-
ren que retire eso.
Entonces, me remito al principio del tema mo-
ral. Podríamos partir refiriéndonos a si existe o
no una verdad objetiva, o si la verdad es relati-
va. Los subjetivistas y los relativistas definen
su posición en la frase siguiente: "Toda verdad
siempre es cambiante". A ella se ha referido el
señor congresista cuando dijo que las leyes tie-
nen que modificarse dependiendo del tiempo. Lo
que en el fondo quiere decir es que las verdades
se van modificando.
Hablando en términos abstractos, si la verdad
siempre fuera cambiante, habrían sólo dos posi-
bilidades: aceptamos como cierta esa afirmación,
en cuyo caso ésta —de que toda verdad siempre
es cambiante— sería la excepción a la regla y
tendríamos que concluir que no toda verdad es
cambiante porque al menos esa afirmación no
lo sería; o la declaramos falsa, en cuyo caso no
hay ninguna razón ni fundamento para pedir que
esa afirmación se tome como verdadera, pues
toda verdad no es cambiante.
Existe, entonces, una moral objetiva y, debido a
ella, existen reglas morales objetivas; y eso —la
permanencia en la inmutabilidad de la verdad—
nos conduce a la existencia de Dios. Así de sen-
cillo. Y Dios, al crear el universo, ha puesto unas
reglas equivalentes a las de un partido de fútbol: no
son reglas para que se pierda, sino para que se gane.
Las reglas morales son puestas por Dios de dos
maneras: por la ley natural impresa en el cora-
zón de todos los hombres, y no sólo de los católi-
cos o de los cristianos; y la ley divina positiva. Si
estamos hablando de un tema moral, hay que
remitirse a esas normas, porque de lo contrario
no entenderemos el asunto.
En el mundo del Estado, en el mundo del mer-
cado o en el mundo de las relaciones comercia-
les rige el criterio de generalidad: el mayor bien
es aquel que beneficia al mayor número. Detrás
de esta iniciativa está la buena intención de ali-
viar la pobreza, entre otras. Y en ese sentido del
criterio de generalidad, si el mal es para pocos, es
menos malo; si el bien es para muchos, es mejor bien.
Pero este criterio tiende a devaluarse cuando
entramos al aspecto individual y —por supues-
to— al aspecto moral, porque en éstos lo bueno
no se mide cuantitativamente. Por tanto, ¿qué
es lo que cuenta en el terreno del hogar? En el
terreno de la familia, del hogar, de las relacio-
495
nes sociales no rige el criterio de la generalidad,
sino el de la incidencia. Este criterio, el de la in-
cidencia, nos dice que algo es mejor cuanto más
beneficia a la persona, y al contrario es menos
malo cuanto es menos lo que afecta profunda-
mente a la persona. Permítanme poner un ejem-
plo práctico para que entendamos la diferencia entre
el criterio de generalidad y el de incidencia.
Según el criterio de generalidad, en el caso del
incendio de un museo en el que está un niño
abandonado, tendríamos que salvar el cuadro de
Picasso si tuviéramos que escoger entre éste y
el niño, porque el cuadro de Picasso, evidente-
mente, beneficia a muchas miles de personas, y
ese niño, a muchas menos.
Siguiendo el criterio de generalidad, tendríamos
entonces que rescatar el Picasso —que es único
en el mundo— y dejar al niño abandonado, en-
tre otras cosas porque "sobran" niños en el mun-
do, según el juicio de algunos.
Un Picasso hoy no lo hace nadie, y un niño cual-
quier persona lo hace.
Pongo este ejemplo para que se vea la diferen-
cia, porque en el terreno moral hay que tener
en cuenta el criterio de incidencia.
Como legisladores, nosotros tenemos una res-
ponsabilidad —de la cual vamos a dar cuenta—
que va más allá del deber de los ciudadanos; y
en ésta hay diversos aspectos, como el de la con-
secuencia de nuestros actos como legisladores,
así como lo que se derive de dichas consecuen-
cias; y ahí entramos al terreno político al que
hacían referencia algunos congresistas.
Tenemos la responsabilidad de contribuir al bien
común, pero debemos respetar la ley natural
para evitar que la ley humana positiva, la que
dictan los congresos y los gobiernos, se le opon-
ga; y esta ley que se está planteando se opone
directamente a la ley natural.
Tenemos que evitar el escándalo, y con esta ley,
lamentablemente, vamos a causarlo. No digo
"escándalo" en el sentido de que la gente se va a
escandalizar, sino en el que vamos a dañar mo-
ralmente a miles de personas. También tenemos
que evitar la posibilidad de que haya, por la fal-
ta de responsabilidad de otros, un control de tipo
genético o de tipo racista. Tenemos que evitar
daños físicos y emocionales.
¿Nosotros permitiríamos que, por una ley, ex-
presamente, alguien quiera cortarse el nervio
óptico? ¿Veríamos bien eso? Si no es así, ¿por
qué entonces vamos a ver bien que alguien se
mutile en su aparato reproductor? Hay casos en
que las disposiciones de un gobierno, en lugar
de contribuir, perjudican la salud del país.
Ya que estamos hablando de un tema moral,
quiero recordar lo que Juan Pablo II acaba de
decirnos en su Encíclica Evangelio de la Vida:
"La cultura de la vida exige formas de anima-
ción social y de compromiso político, defendien-
do y promoviendo el valor de la vida en nuestras
sociedades, cada vez más complejas y pluralistas".
"Esta tarea corresponde en particular a los res-
ponsables de la vida pública —nosotros— llama-
dos a servir al hombre y al bien común. Tienen
el deber —los hombres de vida pública— de to-
mar decisiones valientes en favor de la vida, es-
pecialmente en el campo de las disposiciones le-
gislativas".
"En un régimen democrático —afirma Juan Pa-
blo II, a quien nadie le puede negar su autori-
dad moral y su experiencia en humanidad—,
donde las leyes y decisiones se adoptan sobre la
base del consenso, puede atenuarse el sentido
de responsabilidad personal en la conciencia de
los individuos no investidos de autoridad; pero
nadie puede abdicar jamás de esta responsabili-
dad, sobre todo cuando se tiene un mandato le-
gislativo o ejecutivo que llama a responder ante
Dios, ante la propia conciencia y ante la socie-
dad".
Por eso el Papa anima a los políticos —comen-
zando por los cristianos— a "no resignarse y a
adoptar aquellas decisiones que, teniendo en
cuenta las posibilidades concretas, lleven a res-
tablecer un orden justo en la afirmación y pro-
moción de la vida". Por ello, después de señalar
una serie de asuntos, el Papa concluye que "es
moralmente inaceptable que, para regular la
natalidad, se favorezca o imponga el uso de me-
dios como la anticoncepción, la esterilización y
el aborto".
"En realidad, la democracia no puede mitificarse
y convertirse en un sustituto de la moralidad o
en una panacea de la inmoralidad. Si el escepti-
cismo —por trágica ofuscación de la conciencia
colectiva— llega a poner en duda hasta los prin-
cipios fundamentales de la ley moral, el mismo
ordenamiento democrático se tambalearía en sus
fundamentos, reduciéndose a un puro mecanis-
mo de regulación empírica de intereses diversos
y contrapuestos".
Si los obispos del Perú —que en alguna oportu-
nidad, aislada e individualmente, se han pronun-
ciado sobre asuntos que rigen la vida de la socie-
dad peruana— han tenido discrepancias entre
ellos sobre distintos asuntos que, de alguna
496
manera, tenían significación estrictamente po-
lítica, en esta ocasión están absolutamente uni-
dos en torno a este tema. No podía ser de otra
manera, porque es un asunto que les compete
muy directamente.
Hay varios señores y damas congresistas aquí
presentes que se han declarado católicos. Enton-
ces, les recuerdo a esas personas que la Iglesia
es muy clara en este tema: un católico, que de-
sea ser consecuente con lo que dice creer, mo-
ralmente no puede aprobar una ley así. Alguno
podrá decir que falta tolerancia, que es una ac-
titud oscurantista. Pero en el diccionario de la
Real Academia se dice que "tolerar" es: "permi-
tir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo
expresamente".
Quiero hacer referencia a la expresión de licitud,
porque ésta nos conduce a la noción de bien y
mal, y otra vez estamos en lo mismo. El bien y
el mal son cosas objetivas, y no dependen del
punto de vista.
No me mueve el ánimo de contradecir al presi-
dente Fujimori. Yo quiero contribuir responsa-
blemente a que este Gobierno tenga el éxito que
el país necesita. En este tema tan claro, quiero
también intentar ayudar al Gobierno, en mo-
mentos que se apresta a cometer un acto abso-
lutamente inmoral que va a dañar seriamente a
la sociedad.
Yo acudo a lo más íntimo de la conciencia de los
miembros del Congreso para que nos percate-
mos de que tendremos que dar cuenta de nues-
tra responsabilidad a las generaciones futuras,
a la sociedad actual y, más tarde o más tempra-
no, a Dios: cualquiera de nosotros puede morir-
se esta noche y tendrá la responsabilidad muy
grave de dar cuenta a Dios sobre esta ley y sobre
su voto por este proyecto de ley.
No es que lo diga yo. Es un tema que está evi-
dentemente planteado por la doctrina moral, de
la que efectivamente la Iglesia Católica está or-
gullosa porque contribuye al bienestar de la so-
ciedad.
Me pide una interrupción el señor Amurúz, se-
ñor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Una interrupción
de un minuto, señor Róger Amurúz.
El señor AMURÚZ GALLEGOS (C90-NM).—
Permítame, señor Presidente, decirle a nuestro
amigo Rafael Rey que no acepto de que se cata-
logue como poseedor de una moral que está muy
por encima de la de todos nosotros, porque en
realidad eso me suena un poco a petulancia.
Tampoco acepto la inducción, que en la práctica
es una falacia, porque nuestro amigo Rafael Rey
dijo de que la ley tiene que ir cambiando, y como
la ley es la verdad, entonces la verdad también
tiene que cambiar, lo cual es negativo.
En conclusión, para nuestro amigo Rafael Rey
la ley es la verdad. Pero la ley no es la verdad.
La ley puede cambiar; la verdad, nunca. Lo que
ha dicho el amigo Rey es que la ley puede cam-
biar de acuerdo a las costumbres, al tiempo, a la
tecnología, y eso es correcto; pero eso no impli-
ca que la verdad cambie.
Por lo demás, hay algo importante que, como no
voy a intervenir después, quiero decir ahora con
respecto a la exposición del doctor Henry Pease,
quien nos ha dicho que efectivamente en el Có-
digo Penal no hay ningún artículo que prohíba
la esterilización. Entonces, si no está prohibida,
¿por qué vamos a dar una ley? Esto nos ha he-
cho reflexionar. Pero, de todas maneras, creo que
hay que dar la ley para evitar la duda.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Rafael Rey.
El señor REY REY (Ren).— Agradezco al se-
ñor Amurúz, pero no le he comprendido bien.
Normalmente me pasa lo mismo cuando inte-
rrumpe. Pero yo no he dicho lo que él ha afirma-
do, de manera que quizá no me ha entendido
correctamente, o yo no me he sabido explicar
para que me entienda. Le pido disculpas por eso.
La discusión, señor Presidente, de esta ley en
relación a la pobreza me hace recordar una anéc-
dota que cuenta Chesterton. En ella dice que
ante la abundancia de piojos en la niñez de los
barrios londinenses, la autoridad oficial decretó
la necesidad de que la cabeza de los niños fuera
totalmente rapada. Entonces, Chesterton sale en
defensa de esa pobre chiquilla que luce unas
hermosas trenzas rojas como su única posesión
en el mundo. "Nadie mutilará ni tocará a esta
rapazuela —dice Chesterton—. No le cortarán
el pelo como a un presidiario. Las columnas de
la sociedad podrán estremecerse, pero a la niña
no se le tocará ni un cabello de su cabeza, por-
que los doctores han propuesto abolir el pelo en
lugar de buscar la manera de eliminar los pio-
jos".
Detrás de este debate, hay un problema de mo-
ralidad, referido a la sexualidad, que no quere-
mos enfrentar; y si lo enfrentáramos, nos daría-
497
mos cuenta de que efectivamente estamos tra-
tando de eliminar los pelos en lugar de atacar
los piojos.
Termino haciendo otro recuerdo. He tenido co-
nocimiento de que el presidente Fujimori —la
referencia es de esta misma noche— ha comu-
nicado a los miembros de la Mayoría que desea
que este proyecto se apruebe hoy; y no interesa
a qué hora sea, con tal de que se apruebe en esta
sesión. Yo creo que la lealtad a quien es jefe de
un gobierno es algo que hay que tener en cuen-
ta, pero ésta tiene sus límites y sus prioridades.
Yo he recordado ahora lo que escribió en sus
Memorias el doctor Domingo García Rada res-
pecto a cuando le tocó sustentar su voto de con-
ciencia a favor de la acción de hábeas corpus que
sostenía el doctor Luis Bedoya en defensa del
señor José Luis Bustamante y Rivero.
En ese momento, el presidente Odría conminó
—obligó, prácticamente— a los miembros de la
Corte Superior a que dictaminaran negativa-
mente dicho recurso. El único vocal de la Corte
Superior que se opuso a ello, y que votó cons-
cientemente a favor de la acción de hábeas
corpus, fue el doctor Domingo García Rada.
Él cuenta cómo pidió consejo a una persona,
haciéndole ver que su propia familia se vería
perjudicada —ya tenía seis hijos y el séptimo por
venir— si se oponía a lo que el presidente Odría
estaba pidiendo. Entonces le hicieron ver que,
como cristiano, tenía que seguir las normas
morales que le exigían ese sacrificio, y que no
podía traicionar la moralidad y la rectitud de su
conciencia.
El presidente Odría lo citó a su oficina para pre-
guntarle cuál era su voto, y el doctor García Rada
—a pesar de que su voto no hacía mayoría, por-
que los otros dos vocales estaban en contra del
hábeas corpus— con mucha valentía y cortesía
le respondió que una de las cosas que Odría ha-
bía hecho bien era nombrarlo vocal superior, y
que deseaba que supiera que siempre encontra-
ría justicia en él; que el día de mañana, cuando
las cosas variaran, sabría él que el doctor Do-
mingo García Rada había actuado conforme a la
moral y en favor de la justicia.
Y al salir de esa reunión, le vinieron a la memo-
ria unas frases de —me parece— Calderón de la
Barca que quiero repetir ahora: "Al Rey, la ha-
cienda y la vida se ha de dar; pero el honor es
patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios".
En ninguna ley —que haya visto este u otro
Congreso en treinta años— como en ésta se jue-
ga tanto el honor y la moral individual de cada
uno de los que tengamos que emitir un voto.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Freddy Ghilardi, por quince minutos;
luego el señor Núñez, por diez; y el señor Velás-
quez, por cinco.
El señor GHILARDI ALVAREZ (PAP).— Se-
ñor Presidente: Esta noche no he traído poemas
escritos, pero estamos tratando un tema de fon-
do y creo que habría que orientar el debate.
El proyecto que se ha puesto en discusión plan-
tea modificar el Artículo VI de la Ley de Política
Nacional de Población. Al respecto, para noso-
tros está claro que la discusión no es si conviene
aplicar o no el control de la natalidad. Para no-
sotros está claro que el asunto es si para el país
es bueno que en estos momentos se aplique o no
un método de esterilización; y para eso tendría-
mos que demostrar que con todos los métodos
existentes, naturales y artificiales, no ha sido
posible controlar la expansión demográfica en
el país.
Todos y cada uno de nosotros somos conscientes
de que el crecimiento excesivo de nuestra po-
blación, el cual no va de acuerdo con el creci-
miento económico, va a causar problemas y más
pobreza en el país. Pero debemos preguntarnos
si es que nosotros, como Estado y como socie-
dad, hemos cumplido con divulgar todos y cada
uno de los métodos artificiales o naturales que
existen.
Yo creo que el Estado y nosotros mismos debe-
mos responder esta noche si hemos divulgado
en forma eficiente los diferentes métodos artifi-
ciales y naturales existentes. Quisiéramos saber
si han llegado instructores del Ministerio de
Educación a las zonas del trapecio andino. Qui-
siéramos saber si han llegado asistentas socia-
les a las diferentes comunidades campesinas del
país para enseñar los diversos métodos anticon-
ceptivos.
Si nos demuestran esta noche que todos estos
métodos han fracasado y que tenemos que recu-
rrir a una medida extrema como la esteriliza-
ción, entonces estaríamos concordando en que
nosotros, como sociedad, no hemos cumplido con
nuestro rol, que significa hacer de éste un país
cada día más conveniente para vivir.
Hay otra de las medidas dentro del propio De-
creto Legislativo 346 que tampoco hemos revi-
498
sado. El Inciso 2) de su Artículo 1º señala que
uno de los objetivos es "promover y asegurar la
decisión libre, informada y responsable de las
personas y las parejas sobre el número y
espaciamiento de los nacimientos proporcionan-
do para ello los servicios educativos y de salud,
para contribuir a la estabilidad y solidaridad fa-
miliar y mejorar la calidad de vida".
¿Acaso nosotros hemos cumplido como sociedad
con esos objetivos que obliga la propia Ley de
Política Nacional de Población? Lo que estamos
discutiendo acá es si ha llegado el momento de
que el Estado —no este Gobierno ni los que le
sucedan— recurra a medidas extremas como la
esterilización.
Entonces, lo que tenemos que ver es si hemos
cumplido con los otros objetivos de la Ley de
Política Nacional de Población, como los que di-
cen: "A la vida. El concebido es sujeto de dere-
cho desde su concepción"; "a formar su familia y
al respeto de su intimidad"; "a la libre determi-
nación del número de sus hijos"; "a la salud inte-
gral"; "a poseer una vivienda decorosa"; "a la edu-
cación y la cultura".
Creo que es necesario revisar, antes de aprobar
este proyecto, si estamos cumpliendo con todos
estos dispositivos, como el de informar a una
población que —nosotros sabemos— no tiene la
preparación debida para darle este tipo de ins-
trumentos de control de la natalidad, los cuales
son extremos y que, por lo demás, no han dado
resultados en ningún país que los ha aplicado.
Hemos visto el video del caso de Puerto Rico.
Asimismo, tenemos la información de que en
Estados Unidos, a pesar del amplio y frondoso
trabajo que han hecho en la difusión del control
de la natalidad, se ha incrementado en doscien-
tos por ciento los nacimientos de niños no de-
seados entre jóvenes de catorce y diecisiete años.
Y si nos remitimos al caso de Suecia, veremos
cómo este país, de ser excesivamente liberal y
de haber hecho culto al sexo, hoy está de regre-
so.
Por eso quisiera señalar algunas normas que hoy
rigen en los principales centros educativos de
Suecia, país que ya en 1938 permitía el uso de
anticonceptivos y la práctica del aborto, que en
1959 establece un programa de anticonceptivos
al alcance de todos y que en 1966 aprueba la es-
terilización gratuita.
En ese mismo país, desde 1988, mediante la
rectificación de su política sexual, se publican
nuevos planteamientos que se usan en los prin-
cipales centros educativos, los cuales establecen,
entre otras normas, que la educación sexual de
los niños debe ser impartida en el hogar por los
padres; que se debe otorgar una instrucción in-
tegral sobre el sexo que no implique sólo el as-
pecto biológico y médico; que dicha instrucción
debe mostrar también aquellos actos que no son
moralmente deseables y, por ende, inaceptables;
que la educación debe resaltar el elemento mo-
ral y el aporte de las concepciones religiosas en
la instrucción sexual.
En conclusión, siguiendo las premisas expues-
tas, es claro que la esterilización no debe ser
empleada como método de la política nacional
de población; menos aun debe aplicarse desde el
Estado y en forma compulsiva si verdaderamente
no existe una información y, sobre todo, una
educación adecuada a nuestra población.
Acá no se trata de repartir condones o "T" de
cobre, ni —como en este caso— recurrir a una
esterilización si es que nosotros como sociedad
no hemos cumplido con instruir a quienes, en
su mayoría, son analfabetos. Tampoco se trata
de hacer un cambio brusco, cuando el Estado y
la sociedad todavía no hemos hecho un esfuerzo
conjunto.
Nosotros consideramos que, antes de la aproba-
ción de este proyecto de ley, es necesario que el
Ministerio de Educación y el Ministerio de Sa-
lud nos digan acá qué es lo que han hecho para
difundir los métodos naturales y artificiales exis-
tentes, ya que, a la luz de los resultados, todavía
tenemos un excesivo crecimiento demográ-
fico.
Porque sé, señor Presidente, que el turno va a
concluir, y con cargo a mi tiempo, pido que se dé
lectura a la carta que han remitido los exdecanos
del Colegio Médico del Perú, para que el Pleno
tome conocimiento de ella.
Muchas gracias.
El RELATOR da lectura:
"Colegio Médico del Perú
Refiere:
El médico puede prescribir regímenes o méto-
dos anticonceptivos que no afecten la salud y que
no sean capaces de producir esterilidad perma-
nente: vasectomía y ligadura de trompas.
c) El Artículo 101º del Estatuto del Colegio Mé-
dico del Perú dispone que las resoluciones de los
consejos en ningún caso podrán contradecir ni
explícita ni implícitamente las normas y dispo-
499
sitivos del Código de Ética y Deontología.
Por otra parte, la validez de una norma subsiste
hasta el momento mismo de su derogación, no
antes de ella.
d) En consecuencia, los directivos y demás fir-
mantes han cometido falta grave en el cumpli-
miento de sus deberes. El Artículo 11º de la Ley
Nº 15173, que crea el Colegio Médico del Perú,
establece, en los casos de infracción al Código
de ética profesional, que el Colegio le hará cono-
cer su extrañeza y según la gravedad de la falta
lo amonestará, multará, suspenderá o expulsa-
rá de su seno.
Lima, 31 de agosto de 1995.
Waldo Fernández.— Velásquez Quevedo.—
Barsallo Burga.— Tapia Mendieta.— Rodríguez
Larraín.— Romero Torres."
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor congresista Núñez, por diez minutos.
El señor NÚÑEZ ROMÁN (PAP).— Señor
Presidente, señores congresistas: No quisiera
intervenir por primera vez en este recinto para
decir cosas que ya se dijeron. Por eso, en esta
parte, permítanme hacer una reflexión.
Creo que todos ya dieron sus razones legales,
éticas, morales, profesionales y desde el punto
de vista de la salud. Ojalá que, más tarde, cuan-
do votemos lo hagamos con la seguridad y la con-
vicción de haber abrazado nuestra vida con ple-
nitud, y para que esa plenitud de la vida de cada
uno de nosotros también le corresponda a nues-
tros descendientes.
El argumento central se refiere a que vamos a
legalizar la esterilización porque hay que com-
batir la pobreza en los sectores marginales. Na-
die está en contra de esto, pero yo quiero re-
flexionar sobre ello.
Si el argumento es la pobreza, ¿quiénes viven
en las barriadas? El indígena, el cholo, el negro,
que son pobres y miserables. Pero yo no puedo
aceptar que ser pobre en el Perú sea un delito, y
que ello sirva de argumento para que a éste se
le mutile y se le niegue la posibilidad que tiene
el ser humano de disponer libremente de su vida,
de su actitud, de su conciencia.
Yo soy el quinto de trece hijos. Afortunadamen-
te, a ningún Parlamento anterior se le ocurrió
lo que ahora se está planteando, porque a mi
madre la hubieran mutilado y entonces yo no
estaría acá, y no habría sido tres veces alcalde
de una ciudad ni habría aportado lo que un po-
bre puede aportar.
Ser pobre en el Perú no es delito. Desde nuestra
pobreza, en la barriada donde hemos nacido,
nunca nos hemos sentido humillados ni tampo-
co disminuidos ante el que tenía el color claro o
el que tenía dinero. Jamás nuestra pobreza ha
sido un argumento para sentirnos una lacra en
la sociedad. Nunca, señor Presidente.
Sin embargo, hemos sabido trabajar. Yo he ven-
dido cancha en los colegios, he lustrado zapatos,
he vendido chupetes. Me he formado, he estu-
diado, nunca me he arrodillado. Entonces, que
no se tome a la pobreza como argumento para
legalizar algo, y que ojalá todos los legisladores
actuemos ahora con conciencia, con buena in-
tención, como seres humanos.
Ojalá que este planteamiento de combatir la
pobreza mediante este método de la esteriliza-
ción dé los grandes resultados que seguramente
todos queremos para el Perú. Sin embargo,
¿cómo vamos a explicar que en el Perú somos
pobres porque somos muchos? Esto no funciona
así porque ¿cómo vamos a explicar que en Ja-
pón, que tiene la cuarta parte de nuestro terri-
torio y seis veces más nuestra población, vivan
tranquilos? ¿Cómo explicar que en la Argenti-
na, que tiene el doble de nuestro territorio y un
treinta por ciento más población que el Perú,
estén mejor que nosotros?
No vaya a ser que estemos buscando argumen-
tos para combatir la pobreza y no las causas que
la originan, y no tratemos de encontrar con la
fuerza debida la solución a ese problema. No vaya
a ser que legalicemos aquellos métodos que uti-
lizaron los nazis para eliminar a los judíos; o los
que se usan en la India, en China o en la ex Yu-
goslavia contra los musulmanes. Ojalá que to-
dos estemos actuando con voluntad clara de que-
rer hacer las cosas positivamente.
Quisiera decir mucho más, pero creo que nos
hemos agotado en escuchar muchas razones.
Esta propuesta es anticonstitucional, atenta con-
tra los derechos del hombre porque está contra
el Código Civil, contra el Código Penal, contra
el Código Sanitario.
La bancada del APRA está a favor de difundir
masivamente el concepto de paternidad respon-
sable y el uso de métodos anticonceptivos natu-
rales o artificiales, pero está en contra de muti-
lar al hombre y a la mujer bajo el argumento de
500
combatir la pobreza.
Por eso vamos a votar en contra, y ojalá que to-
dos actuemos con voluntad positiva, con sana
intención. Y bienaventurados los hombres que
van a votar por este proyecto, porque el APRA
va a votar en contra.
Nada más, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor congresista Velásquez, por cinco minu-
tos.
El señor VELÁSQUEZ QUESQUÉN (PAP).—
Señor Presidente, colegas congresistas: Alguien
mencionó que no siempre los números reflejan
la razón. Por eso, quiero iniciar mi intervención
haciendo algunas reflexiones, porque creo que
la decisión que hoy se tome en el recinto más
importante del país no debe responder, de nin-
guna manera, a las frías cifras que —manipula-
das en algunos casos— pretenden orientar el
comportamiento de quienes hoy hemos venido a
debatir una ley trascendente e importante para
el país.
Me he preocupado de revisar el mensaje del Pre-
sidente de la República dado el 28 de julio; y
cuando él habló de planificación familiar, enten-
dí que, en su concepto, ésta consistía en orien-
tar y educar; pero ahora se pretende dar esta
norma que tiene una intencionalidad.
Durante la argumentación se dijo que ésta era
la única forma, que ahora el Gobierno iba a per-
mitir que los pobres tengan acceso a los méto-
dos que tienen los ricos. Pero les quiero decir
que ese cinco por ciento de peruanos que con-
centran la riqueza nacional no utiliza los méto-
dos que hoy día se pretenden legalizar, y que se
puede suponer que lo que se pretende mediante
estos métodos quirúrgicos de esterilización es
reducir la cantidad de pobres que hay en el país.
He escuchado a médicos haciendo de ilustrados
juristas, hablando de lo que es la tipicidad, la
antijuridicidad. Yo, como abogado, no pretendo
elevarme por encima de tan ilustrados colegas y
constitucionalistas que hay en este recinto par-
lamentario, pero sí creo recoger algunas expe-
riencias que la vida cotidiana nos ha dado, como
ya nuestro colega Edgar Núñez ha manifestado.
Otra reflexión, que expongo con el mayor respe-
to ante quienes sustentan la tesis de que se debe
modificar el Decreto Legislativo Nº 346, es que
el neoliberalismo no lo entiendo sólo como una
corriente del pensamiento económico. De ser así,
estaríamos haciendo una concepción sesgada,
porque hablar de neoliberalismo significa refe-
rirse no solamente al aspecto económico, sino
también al aspecto social y político.
Estamos en la moda de la desregulación, en la
que el Estado tiene que estar al servicio del mer-
cado, ya que es éste el que regula las relaciones.
Pero lo que yo no entiendo ahora es cómo este
Gobierno, que se precia de ser neoliberalista,
quiere controlar el número de hijos que tiene
una familia. En ese sentido, hay una contradic-
ción ideológica.
Entonces, es necesario que reflexionemos sobre
la decisión que vamos a tomar quienes hemos
sido ungidos por el pueblo para representarlo,
para dar leyes a su favor; pero hoy se pretende
atentar contra los intereses de las grandes ma-
yorías.
Asimismo, se dice que los métodos artificiales y
quirúrgicos son más efectivos que los métodos
naturales. Pero ello se debe, justamente, a la
carga ideológica que nos venden aquellos que se
dedican a ese tipo de industria. ¿Cuándo el Es-
tado ha orientado recursos para llevar los méto-
dos naturales a los lugares más pobres?
Me pide una interrupción el señor Delgado
Aparicio.
El señor PRESIDENTE.— El doctor Delgado
Aparicio puede hacer uso de la interrupción.
El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).—
Muchas gracias, señor Presidente; muchas gra-
cias, señor Velásquez.
El Estado no quiere controlar a nadie. Mi dis-
crepancia con usted es sólo en ese punto. El Es-
tado quiere que todos sepan cuántos hijos quie-
ren y pueden tener. Nada más, señor.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Velásquez.
El señor VELÁSQUEZ QUESQUÉN (PAP).—
Es obvio, señor Presidente, que la modificación
del Artículo VI del Decreto Legislativo Nº 346
planteada no responde a una intención pública
y abierta, pero vivimos en una sociedad machis-
ta y lo que nos falta es educación, tal como lo ha
dicho en la mañana una colega congresista.
El rol más importante que ha debido cumplir el
Estado es el de llevar la educación a aquellos
lugares donde no saben los beneficios que trae,
por ejemplo, la utilización de los métodos natu-
rales, pero no los pongamos en la balanza con
501
los métodos artificiales. ¿Quién auspicia el co-
nocimiento de los métodos naturales? Ni el Es-
tado lo hace, mientras los métodos artificiales y
las esterilizaciones quirúrgicas sí tienen un gran
apoyo económico detrás de ellos alentando su
uso.
Es por eso que no podemos soslayar que el pro-
blema del control o de la reducción de la pobre-
za no pasa necesariamente por la mutilación o
por que el Estado intervenga en la decisión de la
pareja sobre cuántos hijos deben tener o el
espaciamiento adecuado para tenerlos. Ésa es
justamente la contradicción, porque mientras
dicen que el mercado es el que regula la econo-
mía del país, plantean que debe ser el Estado el
que controle lo concerniente a la planificación
familiar.
Entonces creo que hay aspectos más integrales
que se deben tener en consideración; por ejem-
plo, la distribución de la población en el país.
¿Es que acaso no vemos que un factor impor-
tante es la fuerte migración del campo a la ciu-
dad? ¿Es que acaso no sabemos que en 1945, de
aproximadamente siete millones de peruanos,
las dos terceras partes estaban en el campo y
solamente una tercera estaba en las ciudades?
Actualmente somos veintitrés millones, y esa
situación se ha invertido negativamente, de tal
forma que en el campo se están quedando sola-
mente los niños, las mujeres y los ancianos. Por
tanto, se requiere de una fuerte inversión en el
campo para generar en él mejores condiciones
de vida.
Asimismo, creo que el problema de la pobreza
no se ve en su integridad. Hace un momento se
dijo que cada dos minutos había un aborto y que
si esperábamos a dar esta ley dentro de siete días,
se iba a producir...
El señor PRESIDENTE.— Su tiempo ya se
cumplió, señor congresista. Lo invito a concluir
a la mayor brevedad posible.
El señor VELÁSQUEZ QUESQUÉN (PAP).—
Con su venia, señor Presidente, quiero decir fi-
nalmente que el país presencia hoy un debate
con el que se comienza a abrir una gran puerta
para legalizar el aborto. Mañana se dirá que, por
uno u otro motivo, se va a despenalizar el abor-
to.
Los congresistas tenemos un compromiso con
todo el país, y estamos muy preocupados por-
que provenimos de las entrañas propias de la
peruanidad. Entonces, porque nos sentimos or-
gullosos de nuestra raza y porque no debe ha-
ber ninguna intención soterrada para eliminar
una raza que le ha dado presencia mundial a los
peruanos, pido que, de conformidad con el Inciso
b) del Artículo 57º del Reglamento, la votación
de este proyecto de ley sea nominal.
Eso es todo, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Fernando Olivera.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señor
Presidente: Hay que tener autoridad moral para
hablar de pobreza y de vida.
En el quinquenio 1985-1990 del Gobierno
aprista, los niveles de mortandad infantil se mul-
tiplicaron escandalosamente. Hasta hoy, a pesar
del enorme sacrificio que ha realizado en estos
cinco años, el pueblo peruano no tiene cómo su-
perar las condiciones de desnutrición, pobreza y
miseria
También hay que recordarles a quienes hoy com-
baten este proyecto que quien presidió su go-
bierno hizo propuestas similares. Todos las re-
cordamos. Lo que sucede es que buscan cómo
acomodarse y cómo sorprender a los demás.
Tenemos que decir, con total honestidad, que
cuando el 28 de julio el Presidente de la Repú-
blica planteó la planificación familiar como un
tema de debate nacional —al margen de la cen-
surable forma en que lo hizo, agraviando injus-
tificada e intencionalmente al utilizar el califi-
cativo de "vacas sagradas", lo cual hemos recha-
zado—, consideramos que era un asunto que me-
recía ser abordado con seriedad por la Repre-
sentación Nacional y por el Perú entero, en un
debate amplio y abierto.
Sin embargo, lo único que estamos recibiendo
al respecto como propuesta concreta es este pro-
yecto de ley, venido al Parlamento con carácter
de urgente y aprobado en la Comisión sin un
análisis profundo y a marcha forzada, que es lo
mismo que se pretende hacer hoy en el Pleno.
El Congreso no ha convocado ni escuchado a to-
das las partes que tienen el derecho y el deber
de opinar sobre la materia. El debate se está
dando fuera del Congreso, y nosotros creemos
que hay lugar para quienes, con razón, guardan
reserva frente a la resolución que se pretende
adoptar hoy en base a una fundamentación to-
talmente general, la cual expresa un condicio-
namiento preocupante: que solamente se podrá
lograr una equitativa distribución del ingreso y
asegurar a las personas el acceso a los servicios
básicos de salud y educación —entre otros—, si
502
es que el Perú alcanza en el año 2000 un tama-
ño poblacional adecuado.
En resumen, lo que propone el Gobierno para el
año 2000 es retornar a lo que, para nuestro cri-
terio, son políticas simplistas en materia econó-
mica que no reflejan ninguna teoría moderna.
Hemos regresado a la etapa del malthusianismo,
donde se dice que mientras la población crece
geométricamente, los alimentos y la producción
crecen aritméticamente, y por lo tanto la receta
simple y llana es la de reducir la población.
¿Para qué elaborar tanta teoría económica, dis-
cutir políticas tributarias y pensar cómo explo-
tar mejor nuestros recursos naturales, si la so-
lución está en reducir la población? Eso, señor
Presidente, no cuenta con nuestro aliento ni con
nuestro apoyo.
Sabemos lo complejo que es gobernar. Creemos
que el reto que asume el Gobierno —al que le
hemos dado la confianza y al que estamos dis-
puestos a aportar soluciones y a compartir res-
ponsabilidades por el futuro del Perú— es el de
alentar la producción, generar trabajo, educar;
hay que educar y no esterilizar; hay que traba-
jar y no esterilizar. Lo que aquí me preocupa es
lo que en el fondo dice el proyecto de ley: que no
solamente se trata de autorizar la esterilización
como método, sino incorporarla como parte de
la política nacional de población. ¿Qué significa
esto?
¿Cuál es la política de población del Gobierno?
¿Acaso es sólo la de esterilizar? Lo coherente,
antes de tomar tan grave decisión sobre la que
hay reservas, es escuchar la voz de los responsa-
bles del Gobierno respecto a cuál es la política
nacional de población que se pretende implemen-
tar. ¿Acaso será que luego de incorporar la este-
rilización como parte de esa política nacional de
población se establezca la gratuidad de la este-
rilización, el incentivo de la esterilización, el
premio a quien se esteriliza?
No hagamos a otros lo que no queremos que
hagan con nosotros mismos, y la reflexión que
se hacía hace un momento es totalmente válida.
En conversación con un congresista de la Mayo-
ría, éste nos decía que su abuelo tuvo treinta
hijos y que su padre tuvo trece, y no creo que
sea el único caso.
El Presidente del Perú no es precisamente hijo
de una familia que podría considerarse como el
ideal del control de la natalidad y de los méto-
dos de esterilización.
Me pide una interrupción el señor Rafael Rey, a
quien se la concedo con su venia, señor Presi-
dente.
El señor PRESIDENTE.— El señor Rafael
Rey puede interrumpir.
El señor REY REY (Ren).— Gracias, señor
Presidente; gracias, señor Olivera.
El señor Olivera me ha hecho recordar algo que
leí hace poco. Estaba reunido un Premio Nobel
de genética con varios médicos, y les dijo lo si-
guiente: "Les pregunto: ¿ustedes aplicarían el
sistema de control de la natalidad —sea esterili-
zación, anticonceptivos e, incluso, el aborto— en
el caso de un hombre gravemente enfermo de
tuberculosis y una mujer igualmente enferma
que engendran tres hijos absolutamente enfer-
mos, y ella queda embarazada por cuarta vez?
¿Ustedes habrían aplicado la anticoncepción?" La
respuesta fue unánimemente afirmativa, y el
Premio Nóbel respondió: "Señores, hagamos un
minuto de silencio porque acaban ustedes de
privar a la humanidad de Ludwing van Beetho-
ven, que fue el cuarto hijo de esa familia".
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Olivera.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Enton-
ces la pregunta tenemos que hacérnosla a noso-
tros mismos. Si en nuestras familias, a las que
supuestamente pretende proteger el Estado, se
hubieran aplicado estos métodos, ¿qué sería de
los hombres y mujeres valiosos a los que se les
habría negado la posibilidad de venir a la vida y
de vencer el reto de la naturaleza y las dificulta-
des que se le presentan a toda persona? Hay
ejemplos por todas partes, señor Presidente, de
cómo se vencen esas dificultades.
Nos acabamos de enterar que el expresidente
del Congreso Constituyente y candidato a la Al-
caldía de Lima, el amigo Jaime Yoshiyama, para
luchar contra las dificultades económicas —que
no es ninguna vergüenza, sino todo lo contra-
rio—, se ganaba la vida como fotógrafo ambu-
lante. Yo quiero creer en su palabra, y no pensar
que es un elemento de estrategia electoral, por-
que ésa es la historia de muchos peruanos que
han sabido vencer las dificultades.
Recuerdo que en este mismo Congreso condeco-
ramos a uno de los más prominentes hombres
del sector privado y minero ilustre, don Jesús
Arias, que surgió de abajo, con el sudor de su
frente, y que con esfuerzo ha construido país,
ha hecho empresa. Él venía de un hogar pobre,
y seguramente también se le pudo haber conde-
nado a no venir a la vida.
503
El riesgo que aquí se corre es que, con esta de-
claración positiva de que la esterilización forma
parte de la política del Estado, se aliente
compulsivamente estos métodos. No hay una
garantía expresa para evitar que se atente con-
tra la libertad que deben tener los hombres y
mujeres para decidir, una vez educados e infor-
mados íntegramente.
Debo confesar que esta solución me causa cierta
resistencia, porque evoca en mi memoria los
métodos nazis de exterminio, de esterilización
de razas, de persecución a los judíos; y me hace
recordar lo que bien recoge el amigo Salazar
Larraín en su dictamen: que estos métodos se
aplican en la China continental, régimen
autocrático donde no hay nada de libertad y don-
de, paradójicamente, ahora se desarrolla la Con-
ferencia de la Mujer. También puede hacerse un
paralelo con lo que se llama "limpieza étnica" en
la zona convulsionada de la ex Yugoslavia. Por
ello, adoptar una resolución que pueda ser mal
utilizada nos tiene que causar resistencia y enor-
me preocupación.
Es más, concediendo el beneficio de la duda a
quien hace la propuesta —en este caso, al Presi-
dente de la República—, hay que decir que au-
torizaciones de este tipo pueden ser mal utiliza-
das o distorsionadas por elementos de menor
jerarquía si es que no se pone, positivamente,
en la norma legal restricciones o limitaciones en
su aplicación para asegurar la libertad de las per-
sonas y evitar que se abuse en la utilización de
estos métodos.
Nosotros creemos que lo sugerido por la señora
congresista Fernández Baca es correcto, en cuan-
to a que el proyecto debe retornar a comisiones.
No va a pasar nada si es que este tema no se
decide esta noche. Quizás haya una inicial mo-
lestia en el autor, si es verdad lo que aquí se nos
ha informado, de que habría pedido que hoy se
apruebe su propuesta.
No quiero pensar que la urgencia por tener que
aprobar hoy este proyecto de ley está vinculada
al viaje que hará el Presidente de la República a
China en los próximos días, el cual hemos auto-
rizado hoy. No quiero pensar que esta prisa tie-
ne como fin que el Presidente utilice esta ley
como carta de presentación ante la Conferencia
de la Mujer para decir que somos un país mo-
derno, que estamos efectivamente avanzando en
este tipo de métodos que algunos sectores están
promoviendo.
Lo que tenemos que hacer aquí es tomar deci-
siones responsables. Si hablamos de información
completa para la población, primero debe haberla
para los congresistas que tenemos que decidir.
El Gobierno tiene el deber de presentar su polí-
tica de población para este próximo quinquenio,
porque no la conocemos. Solamente estamos
enterados de esta medida aislada, y queremos
que este proyecto se perfeccione y que se debata
más ampliamente.
En ese sentido, si me permite la señora Fernán-
dez Baca, quisiera formalizar su propuesta como
una cuestión previa, porque entiendo que ella
no la planteó de esa manera. Así, en esa instan-
cia, la Comisión podrá convocar a los ministros
para que informen no solamente sobre la políti-
ca nacional de población, sino sobre qué se ha
hecho en estos años de vigencia del dispositivo
que se pretende modificar.
Por eso, señor Presidente, planteo formalmente
esta cuestión previa para que el proyecto retor-
ne a la Comisión, pues estoy seguro que ello en
nada va a perjudicar al Congreso y al país. Al
contrario, esta decisión va a ser en beneficio de
una transparencia que nos permitirá conocer las
verdaderas intenciones que hay detrás de este
proyecto. Es un reclamo de justicia que noso-
tros formulamos, y espero que sea acogido por
la Mayoría.
El señor PRESIDENTE.— Siendo la hora
avanzada, vamos a votar la cuestión previa.
—Al voto, se rechaza la cuestión previa
planteada por el señor Olivera Vega, para
que el proyecto en debate regrese a estudio
de la Comisión dictaminadora.
El señor PRESIDENTE.— Se va a rectificar.
—Rectificada la votación, se rechaza la
cuestión previa por 48 votos en contra y 35
a favor.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Rolando Breña, por diez minutos.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señor
Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Sí, señor Olivera.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— ¿Cuán-
tos minutos he utilizado del tiempo que se nos
ha asignado?
El señor PRESIDENTE.— Estaba ya cum-
pliendo el cuarto turno.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Muy bien,
señor Presidente.
504
Entonces, en este momento, quiero invitar al
señor Carlos Ferrero a que intervenga, si lo tie-
ne a bien y si quiere hacer uso de la palabra en
la interrupción que le estamos concediendo.
Entendemos que ha solicitado la palabra —in-
clusive, por escrito— desde el día de ayer, y creo
que es importante escucharlo en este debate.
Nosotros estamos dispuestos —es su derecho—
a concederle la interrupción que corresponde
para que adelante su intervención. Por supues-
to, señor Presidente, contamos con su venia y
con la decisión del señor Ferrero.
El señor PRESIDENTE.— Le informo, señor
Olivera, que efectivamente usted tiene treinta
minutos, pero se está dando a cada una de las
bancadas la mitad del tiempo que les correspon-
de. En consecuencia, no va a poder utilizar el
cien por ciento de su tiempo en la misma ronda.
Ésta es la norma que estamos aplicando, pues
de lo contrario usted va a ver a la bancada Cam-
bio 90-Nueva Mayoría hablando hasta las tres
de la mañana.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señor
Presidente: Usted está acomodando las normas
según lo que le provoque en cada momento. Aquí
no ha habido ningún acuerdo para que se dé el
cincuenta por ciento del tiempo, pues hay ban-
cadas que ya han utilizado todos sus turnos.
Si lo que quieren es que el señor Ferrero no ha-
ble, mejor díganlo con transparencia. Pero no
venga aquí, señor Presidente, a aplicar meca-
nismos de debate que no se han acordado.
El señor PRESIDENTE.— El señor Ferrero
está inscrito en la lista de oradores.
Hay una cuestión de orden.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).—
Que la interpretación que usted ha dado al Re-
glamento, mediante la cual pone juntos a todos
los que están de acuerdo con el proyecto y pos-
terga al que está en contra, perjudica la trans-
parencia del debate.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Rolando Breña.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Señor
Presidente: Antes de iniciar mi intervención,
quiero advertir que usted me dio el uso de la
palabra y, aunque tengo mucha amistad con él,
no le permito al señor Fernando Olivera que me
interrumpa cuando estoy empezando a hablar.
El señor OLIVERA VEGA (FIM).— No ha-
bía reparado...
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Es que
tiene que reparar, pues, señor congresista.
Señor Presidente: Particularmente, estoy de
acuerdo con el espíritu del proyecto; pero, escu-
chando la fundamentación y la defensa que de
él se ha hecho, francamente dan ganas de votar
en contra, y tanto más cuando el dictamen de la
Comisión de Salud, Población y Familia no tie-
ne opinión propia.
Se trata de un proyecto que, según el señor
Sandoval, era de suma importancia para la Ma-
yoría, pero la sustentación sólo se limita a diez
líneas. Peor aun, cuando se lee la exposición de
motivos, firmada por el señor Presidente de la
República y el señor Presidente del Consejo de
Ministros, vemos que esta "tremenda exposición"
tiene apenas diecisiete líneas, y eso que ha sido
—según entiendo— una parte sustancial del
mensaje presidencial del señor Fujimori.
Con esto quiero decir que este proyecto de ley
merecía una mejor y más profunda fundamen-
tación. No podemos admitir que en el...
El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Una
interrupción.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Si no se
me descuenta de mi tiempo, con mucho gusto.
Sino, lo lamento.
El señor PRESIDENTE.— Es con cargo a su
tiempo, señor Rolando Breña, pero vamos a ser
algo flexibles.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Enton-
ces, sí.
El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso
de la interrupción, señor Ruiz.
El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Señor
Presidente: En la fundamentación, en la exposi-
ción de motivos, se usan términos bastante téc-
nicos, y explicar cada uno puede tomar muchas
páginas; pero no es el estilo del señor Presiden-
te ni tampoco el de los que trabajamos técnica-
mente.
También quiero decirle que se hace alusión al
Programa Nacional de Población, y cuando ello
se expresa tiene acá todo un texto donde hay
ocho programas propalados desde el año 1990.
Nada más, señor Presidente.
505
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Breña.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Como
aparentemente se pudieran haber utilizado pa-
labras técnicas, científicas, y como aquí somos
ignorantes, no las podemos entender. Presumi-
blemente sea el criterio del señor Presidente de
la República, con tecnología, honestidad y tra-
bajo.
Señor Presidente: Además de ello, algo que pre-
ocupa tremendamente a quienes podemos apo-
yar este proyecto es que la discusión se ha con-
vertido, más o menos, en un foro de medicina
interna; y en lugar de plantearlo como un pro-
blema político, ético y social, se lo ha planteado
casi exclusivamente como un problema médico.
Evidentemente, esto tiende a convertir el deba-
te en algo desnaturalizado. Se trata de plantear
la modificación de un artículo como parte de la
política nacional de población, pero sin tomar
ese problema de esterilización como el soporte
fundamental de dicha política. Y aquí, en el
transcurso de la fundamentación y de la defen-
sa, hemos escuchado principalmente que sin la
esterilización no habría política nacional de po-
blación, y eso evidentemente es un contrasenti-
do, es algo que no podemos aceptar.
Una segunda cuestión es que la mayor parte de
la fundamentación del Poder Ejecutivo y de la
Mayoría tiene que ver con el problema de la po-
breza. Dice el señor Presidente de la República,
en la exposición de motivos, que "el país requie-
re alcanzar como meta social antes del año 2000,
un tamaño poblacional que permita una equita-
tiva distribución del ingreso, y asegure a las per-
sonas el acceso a los servicios básicos de salud y
de educación, entre otros".
Es decir, la esterilización es para que el pueblo
peruano progrese. Y, como decía el señor Vice-
presidente de la Comisión de Salud en su funda-
mentación, queremos que los peruanos accedan
a mejores niveles de vida.
El instrumento fundamental para que la pobla-
ción acceda a mejores niveles de vida no es una
política de planificación familiar, no es un asun-
to de esterilización; es el manejo de la cosa pú-
blica, es la aplicación de políticas económicas y
sociales adecuadas. ¿Qué tipo de Estado estamos
construyendo? ¿Qué tipo de sociedad queremos
construir? Se trata, pues, de la opción política
de cambiar la sociedad, no es el problema de la
esterilización.
Por eso nos parecen tan limitadas las considera-
ciones que aquí se han expuesto, y si nos guiá-
ramos solamente por ellas, estaríamos muchos
de nosotros votando en contra de este proyecto.
Pero, al mismo tiempo, nos parece importante
plantear que, a nuestro entender, el problema
fundamental en este proceso es el asunto de la
libertad. Para nosotros, la libertad del ser hu-
mano está por encima de toda otra considera-
ción, y en este caso se trata de la libertad de la
persona para decidir, según el derecho que le da
la Constitución del Estado, sobre su cuerpo, so-
bre su integridad física. Si no estuviéramos de
acuerdo con ello, también estaríamos en contra
de la donación de órganos, ya que ésta significa
la mutilación, y ese proceso es completamente
irreversible, porque aquel que dona un riñón no
lo puede reclamar en otra ocasión.
Por otro lado, me parece que la Mayoría y, en
este caso, el Presidente de la República han uti-
lizado el camino más difícil, más tortuoso y más
complicado para llegar a una solución muy sim-
ple. Hubiera bastado al Poder Ejecutivo o a cual-
quier parlamentario de la Mayoría plantear la
simple y llana derogatoria del Artículo VI del
Título Preliminar de la Ley de Política Nacional
de Población, porque en él se habla del aborto y
la esterilización. Si el aborto está penado en la
legislación peruana, entonces no necesita ser
planteado en ningún artículo de dicha ley.
Por eso, el camino más simple, más expeditivo y
sin tanta discusión hubiera sido un proyecto de
ley planteando la derogatoria de ese artículo y
nos hubiéramos evitado tantos problemas y dis-
cusiones.
Nosotros —aunque somos muy pocos, pero so-
mos "nosotros" todavía— nos identificamos con
el espíritu de ese proyecto. Pero quisiéramos
proponer la sustitución del Artículo único de este
proyecto por el siguiente texto: "Derógase el
Artículo VI del Título Preliminar de la Ley de
Política Nacional de Población".
Con ello evitamos los problemas del aborto, los
problemas de hablar de la esterilización como
método fundamental de planificación o para el
desarrollo del país. Pero quisiéramos creer —tal
como ya lo advirtieron algunos representantes
de la UPP— que el proyecto aquí enviado tiene
una limpieza absoluta. No quisiéramos creer que
ésta sea una condición impuesta por organismos
internacionales a efecto de facilitar créditos al
país.
Esta afirmación no es gratuita, porque ya he-
mos conocido, por las informaciones de hoy, que
es posible que el Gobierno aumente el impuesto
506
a la gasolina por exigencia del BID, a efecto de
facilitar la llegada de algunos créditos.
Y, en segundo lugar, hemos conocido también
—con la aparente alegría del Gobierno— que se
ha retirado el acuerdo con el BID acerca de la
construcción de locales para la educación inicial,
que había sido establecido como exigencia para
la facilitación de créditos al Gobierno.
El señor PRESIDENTE.— Ya concluyó su
tiempo, señor Breña.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— El señor
Diez Canseco, que no está presente, me ha cedi-
do su tiempo.
El señor PRESIDENTE.— Justamente, está
en trece minutos, incluyendo el tiempo cedido.
El señor BREÑA PANTOJA (IU).— Termino
—porque ahí están mutilando mucho el dere-
cho de exposición— volviendo a plantear la pri-
mera iniciativa: que aprobemos un artículo
sustitutorio al que existe en el proyecto, a efec-
to de que se acuerde la derogatoria del Artículo
VI. Es más simple, más directo, y evitará mu-
chas complicaciones, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
la señora Susana Díaz.
La señora DÍAZ DÍAZ (MIA).— Señor Presi-
dente: En nombre del sector minoritario que
represento, y refiriéndome al debate del dicta-
men de la Comisión de Salud, Población y Fami-
lia sobre el proyecto de ley, remitido por el Po-
der Ejecutivo, que propone la modificación del
Artículo VI del Título Preliminar del Decreto
Legislativo 346, Ley de Política Nacional de Po-
blación, considero indispensable señalar que es
grande la responsabilidad de este Pleno, pues
está en juego el principio constitucional de li-
bertad de la persona humana y la familia con
respecto a decidir sobre los métodos naturales y
científicos de la planificación familiar y la pa-
ternidad responsable.
No hemos venido a defender métodos quirúrgi-
cos involuntarios o impuestos por una autori-
dad. Todos sabemos que estas intervenciones
quirúrgicas se realizan desde hace muchísimos
años. Recuerdo que cuando yo tenía quince años,
algunas familiares mías, inclusive, se habían li-
gado las trompas.
Pero, como mujer, digo: ¿por qué sólo las muje-
res, por qué no los hombres? Ellos deben hacer-
se la vasectomía. Acá he escuchado que se habla
de mutilaciones. Pero, según lo que conozco,
mutilar es cortar un brazo, cortar una pierna, y
yo no veo que le estén cortando nada... o acaso
"la tercera pierna".
El proyecto de ley está tratando de adecuar el
derecho a la realidad social, y se propone esta
norma para formalizar los métodos de planifica-
ción familiar, dentro del principio señalado en
el Artículo 6º de la Constitución Política del Es-
tado. Básicamente, lo que se busca es la libre
disposición de la vida, la salud y la integridad
física de la persona.
Por lo tanto, mi opinión al respecto es modesta,
sincera y práctica. Yo sí estoy de acuerdo con la
esterilización, pero si ésta es por una decisión
libre y voluntaria. El mismo presidente Fujimori
dijo que las mujeres podemos decidir qué méto-
dos usar. Nadie nos obliga. El objetivo básico es
que el Estado asegure los programas de educa-
ción e información adecuados y el acceso a los
medios que no afecten la vida ni la salud.
La modificación del Decreto Legislativo 346 fa-
cilita la vigencia de este derecho constitucional.
La propuesta también contiene un aspecto
socioeconómico, que es el componente indispen-
sable para el cumplimiento de las metas y obje-
tivos del desarrollo económico, social e indivi-
dual de la familia peruana.
También creo firmemente que la Iglesia Católi-
ca peruana tiene un rol fundamental ante su
feligresía, cuyo fundamento respeto. Sin embar-
go, es necesario orientar correctamente la vida
social. Es tarea de la Iglesia enseñar, informar y
hacer docencia cristiana a fin de que, en este
caso, se pueda evitar la promiscuidad y el
libertinaje.
La función del Estado, como la Constitución lo
establece, es defender la libertad de la persona
humana, y plantear programas de política na-
cional de población. Todas las partes deben cum-
plir sus roles específicos para el desarrollo soli-
dario del país.
La modificación, que es materia de este debate
y que ha sido propuesta por el Poder Ejecutivo,
se sustenta básicamente en el principio del Ar-
tículo 6º de la Constitución que dice: "el Estado
asegura los programas de educación y la infor-
mación adecuados y el acceso a los medios, que
no afecten la vida o la salud". Entonces, no hay
acción coercitiva del Estado hacia nadie. Es una
norma constitucional y democrática que no está
en contradicción con ningún dispositivo legal que
regule la vida política y social del país.
Gracias, señor Presidente.
507
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
Tiene la palabra el señor Angel Bartra.
El señor BARTRA GONZÁLES (CODE-AP).—
Señor Presidente: En este debate he escuchado
algunas expresiones despectivas acerca de la
Comisión de Salud y de su dictamen en mayo-
ría. Yo quiero rechazar esas expresiones.
En la Comisión de Salud hay eminentes ciuda-
danos especialistas en la materia, aunque con
opiniones contrapuestas: el doctor Guerra-Gar-
cía y el doctor Salazar. Además hay varios médi-
cos que han hecho práctica privada y práctica
asistencial en establecimientos de salud del Es-
tado, así como personas no versadas en la mate-
ria pero que tratan estos asuntos con experien-
cia, con lógica y con sentido común.
No pretendamos que las comisiones sean un
ejemplo de perfección: el Parlamento es un re-
flejo del país, donde hay gente muy preparada,
medianamente preparada y la que no lo es. En
las comisiones hay personas de todos los nive-
les, pero cuya opinión y voto tienen idéntico valor.
En cuanto al dictamen, debemos reconocer que
es modesto en argumentos y en variedad de ra-
zones. Creo que ello se debe a la precipitación e
inexperiencia de la mayoría de los que confor-
man la Comisión, y quiero ser sano al pensar
que quizás también se deba a una confusión pro-
vocada por el término "proyecto urgente".
Como firmante del dictamen en mayoría de este
proyecto venido del Ejecutivo acerca de la este-
rilización, creo que es mi deber hacer conocer
las razones de mi apoyo a esta propuesta.
Como todos sabemos, la Ley de Política Nacio-
nal de Población, promulgada el cinco de julio
de 1995, en su Artículo VI excluye la esteriliza-
ción y el aborto como métodos de planificación.
Diez años después comprobamos que la esterili-
zación es un método quirúrgico sencillo, segu-
ro, que se practica sin ningún problema; tanto
desde el punto de vista médico, como desde el
punto de vista de la planificación familiar, en
caso que la pareja considere que ya tiene el nú-
mero de hijos deseado.
La esterilización se practica desde hace varios
años, aun antes que se promulgue la Ley de Po-
lítica Nacional de Población. Tengo acá unos
datos estadísticos que indican que, en 1981, el
cuatro por ciento de las mujeres peruanas ya se
habían esterilizado.
Por lo tanto, pienso que vamos a convalidar una
realidad, y que la práctica de la esterilización no
es abortiva, pues lo que hace es impedir la
fecundación, pero no destruye ninguna nueva
vida en formación. Además —y disculpen la fal-
ta de modestia—, fui yo quien pidió en la Comi-
sión de Salud la opinión formal del Colegio Mé-
dico del Perú sobre este importante asunto, y
considero que ellos tienen el conocimiento real
sobre este tema.
En parte, yo también condicioné mi voto a este
informe del Colegio Médico, pero éste no ha sido
—como se ha dicho— una opinión determinan-
te; sólo se tomó como elemento de juicio, por-
que ya la Comisión de Salud, mayoritariamente,
había dado su aprobación al proyecto, con algu-
nas honrosas excepciones.
Considero que, en el delicado asunto de la pla-
nificación familiar, no hay motivo aparente para
llegar a ningún tipo de enfrentamiento. El Es-
tado, por ley de la República, está facultado y
tiene la responsabilidad de enseñar y apoyar to-
dos los métodos de planificación familiar cono-
cidos, excepto el aborto.
La Iglesia tiene toda la autoridad moral para
difundir y privilegiar los métodos naturales de
planificación familiar e inculcar la paternidad
responsable; y las familias peruanas deben te-
ner toda la libertad para escoger el método que
consideren más conveniente. Creo que quienes
tienen un profundo respeto por sus conviccio-
nes religiosas, por sus creencias o por sus prin-
cipios morales no habrán de practicarla; pero la
ley sólo autoriza, no obliga a someterse a la es-
terilización a quien no lo desee.
No voy a entrar en disquisiciones técnicas sobre
planificación familiar y población, planificación
familiar y desarrollo o planificación familiar y
asuntos jurídicos. Lo que sí es cierto es que la
planificación familiar no va a resolver la pobre-
za en el país, pero hay que ser conscientes de
que sí va a aliviarla. Hay que evitar el cuadro
penoso de niños hambrientos, desnutridos y des-
amparados, viviendo en la calle un drama de
nunca acabar.
De repente me dirán que el sesenta y cuatro por
ciento de esos niños provienen de hogares mal
formados, mal constituidos. Entonces, con ma-
yor razón, la acción del Estado, de la Iglesia y de
la sociedad es educar a nuestros jóvenes para
que formen hogares sólidos y para que no trai-
gan hijos cuando, conscientemente, ven que sus
hogares van camino al naufragio.
Creo que lo justo y razonable es que toda pareja
tenga conocimiento de todos los métodos cono-
508
cidos de planificación, para que traigan al mun-
do los hijos que puedan alimentar, educar y ves-
tir. Todos los métodos de planificación familiar
tienen ventajas y desventajas. Es innegable que
aquellos que propugna la Iglesia son los más éti-
cos, más morales y más convenientes; pero hay
que respetar a quienes eligen los otros, porque
lamentablemente todos no son católicos ni tie-
nen la fuerza de voluntad suficiente para pro-
gramar sus relaciones sexuales como se progra-
ma el desayuno, el almuerzo o la comida.
Finalmente, yendo más allá, tengo aún una in-
quietud. Es casi seguro que este proyecto se va
a convertir en ley y que la esterilización va a ser
un método lícito de planificación familiar. Pero
¿qué hacer con las mujeres dementes, sin posi-
bilidad de curación, que deambulan por las ca-
lles y que a veces son violadas y conciben? ¿No
sería lícito también esterilizarlas para no aumen-
tar su tragedia? Creo que debe legislarse al res-
pecto.
Yo voy a votar a favor del proyecto porque, per-
sonal y conscientemente, estoy de acuerdo con
él.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el doctor Chu Rubio.
El señor CHU RUBIO (CODE-AP).—Muchas
gracias, señor Presidente.
Tocar este amplio tema es muy complejo, por-
que hablar de política de población significa re-
ferirse a estrategias y actividades que conlleven
al desarrollo humano y a la prosperidad. Tem-
prano le decía a algunos congresistas que a este
tema se lo había circunscrito a un hecho quirúr-
gico y que se había venido aquí —con todos los
respetables conocimientos que tienen los cole-
gas— a hablar sobre técnicas quirúrgicas y sus
variantes, cuando no es así. La política de po-
blación se debe enfocar desde el punto de vista
político, epistemológico, espiritual, sociológico,
y todos los aspectos que de éstos se deriven.
Sin embargo, en un dictamen muy corto, se nos
presenta la apreciación del Colegio Médico, cons-
tituido ciertamente por personas muy respeta-
bles, pero cuya fundamentación sobre este asun-
to —que al inicio pareció ser más fuerte— se
debilitó cuando un doctor, que había participa-
do en las reuniones, nos presenta una carta des-
mintiendo las resoluciones preliminares.
Posteriormente, se nos alcanza una carta de los
exdecanos del Colegio Médico del Perú —suscri-
to por personas de mucha experiencia, docentes
de universidades extranjeras, profesores princi-
pales de San Marcos y Cayetano Heredia—, don-
de manifiestan, ciñéndose estrictamente al Có-
digo de Ética y Deontología del Colegio Médico,
su total disconformidad con los planteamientos
técnicos médicos.
Ya agotados estos fundamentos, hemos escucha-
do la valiente posición planteada por los amigos
del Movimiento Renovación, y la que también
han expuesto los miembros del FIM y otras ban-
cadas como UPP, Izquierda Unida y APRA. Por
ello, ante los argumentos convincentes, ante el
llamado a la conciencia que han hecho algunos
sectores, ante la respuesta al pronunciamiento
del Colegio Médico que hace la Conferencia
Episcopal Peruana y ante la verdad que está por
encima de nosotros, creo que debemos dar un
voto consciente y, en todo caso, plantear una
modificación al artículo que sostiene la Mayo-
ría.
Por consiguiente, propongo un texto sustitutorio,
que redactaré para que la Mesa lo tenga en con-
sideración. El Artículo VI del Decreto Legislati-
vo 346 dice: "La Política Nacional de Población
excluye el aborto y la esterilización como méto-
dos de planificación familiar". Debe decir: "La
Política Nacional de Población excluye el aborto
como método, y el Estado no fomenta ningún
tipo de mutilación".
Finalmente, habiendo escuchado los diferentes
informes, debo decirles que estamos definitiva-
mente a favor de que se haga lo mismo que cuan-
do se promulgó la Ley de Política Nacional de
Población: todos los partidos políticos, en esa
época discrepantes de esta posición, llegaron a
un acuerdo unánime para marchar adelante y
buscar la prosperidad del país.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Dennis Vargas.
El señor VARGAS MARÍN (PERÚ).— Señor
Presidente, ilustres congresistas: Lo primero que
me causa este debate es una profunda reflexión,
porque me acuerdo de nuestros compatriotas del
interior de la República. Yo no sé qué estará pen-
sando la gente de los Andes, esos dos millones
de analfabetos que hay en el Perú. Yo no sé qué
puede realmente pasar si esta noche aprobamos
este proyecto, si damos luz verde a la esteriliza-
ción como método de planificación familiar.
Aquí se ha dicho, hasta la saciedad, que éste es
un método que ya se emplea en nuestro país,
509
que nadie ha descubierto América cuando se dice
que hay mujeres peruanas que desde hace mu-
chas décadas han empleado este método de la liga-
dura de trompas. Pero pretender poner eso en uno
de los artículos de la Ley de Política Nacional de
Población significa actuar de otra manera; es ir,
prácticamente, a hacer una campaña en procu-
ra de lograr la ansiada planificación familiar.
Igual que el señor Rolando Breña, yo también
estoy de acuerdo con el espíritu de este proyecto
de ley. Lo que me preocupa es que éste puede
convertirse en un espíritu maligno si es que se
trata de una limpieza étnica. Cuidado.
Entonces surge inmediatamente una pregunta.
¿Quién o quiénes garantizan que esto no se va a
convertir, efectivamente, en el mediano o largo
plazo, en una limpieza étnica? ¿Quién me puede
garantizar esta noche que eso no será así? Este
método ya se emplea desde hace mucho tiempo
en el país. Si nosotros le damos legitimidad, le
dotamos un marco legal y lo incluimos en el ar-
tículo de una ley, ¿qué es lo que se pretende?
Ésa es una pregunta central que yo formulo.
Sin embargo, yo también siento la necesidad de
que debemos trabajar en la planificación fami-
liar, pero recurriendo a los métodos naturales.
Auspiciemos la educación en todos sus contex-
tos para que la población peruana sepa planifi-
car, y entonces evitemos ese crecimiento desor-
denado y esa incontinente migración que hay
permanentemente a los centros urbanos.
Yo conozco algunas de las aspiraciones que tie-
ne el Presidente de la República, en razón de
haberlo acompañado en muchas de sus giras por
el mundo entero; y aquí tengo como testigo al
que en este momento es el Presidente de la Mesa
Directiva, el congresista Víctor Joy Way, con
quien estuvimos en Singapur.
Yo sé que el Presidente de la República quiere
convertir al Perú en una especie de Singapur.
Me parece un anhelo muy interesante porque,
cuando uno llega allá, lo primero que le entre-
gan es un pequeño folleto dando a conocer los
indicadores económicos de ese país del Sudeste
Asiático, los cuales son extraordinarios y moti-
vo de orgullo nacional: un ingreso per cápita de
dieciocho mil dólares al año, con exportaciones
de ochenta mil millones de dólares anuales. Es
decir, se trata de un país con tres millones de
habitantes que tiene indicadores económicos
excelentes.
Quizás eso ha motivado al señor Presidente de
la República a apelar a este tipo de planificación
inmediata, y a luchar contra la pobreza extrema
eliminando a los pobres mismos. Pero yo no me
puedo explicar cómo vamos a luchar contra la
pobreza extrema eliminando pobres.
Considero que la lucha contra la extrema pobre-
za debe estar, en realidad, en el trabajo del cam-
po, en la promoción de proyectos integrales de
desarrollo de las cuencas, en el progreso de la
agricultura. Hay que llevar trabajo al campo y
evitar que se sigan despoblando los centros ru-
rales.
La primera vez que llegué a Montevideo, Uru-
guay, me quedé asombrado de no ver niños ni
jóvenes por las calles. Indagué la razón de ello,
y recibí la respuesta de un colega periodista que
me dijo: "Uruguay es un país con una población
prácticamente vieja. Hay pocos jóvenes, no hay
muchos niños, porque se ha empleado una for-
ma de planificación". ¿Eso es lo que estamos que-
riendo para nuestro país?
El Perú es un país con un territorio enorme,
maravilloso, con paisajes que ya quisieran tener
muchos países, con noventa y ocho microclimas
de los ciento diez que tiene el mundo. En lugar
de poblar nuestra Patria en sus diferentes re-
giones naturales, estamos luchando por reducir
el número de peruanos. ¿Para qué? Para distri-
buir mejor las riquezas. Así es muy fácil gober-
nar, señores.
Éste es mi punto de vista, y les digo cariñosa-
mente, con el corazón en la mano, que estoy de
acuerdo con el espíritu de esta proyecto de ley,
pero pido que se respete las libertades funda-
mentales. Si le vamos a dar toda la libertad a la
familia para que determine cuántos hijos debe
tener, está muy bien el espíritu de la ley. Pero
mi preocupación está en esto: ¿quién garantiza
que ello se va a cumplir y que no se va a ofrecer,
a cambio de la esterilización, beneficios mate-
riales como una talega de arroz o un quintal de
azúcar? ¿Quién garantiza que no va a ser así?
Expreso con la debida claridad mi punto de vis-
ta porque políticamente no tengo que dar cuen-
ta a nadie: no tengo sacerdotes en el grupo al
que pertenezco ni actúo por consigna política.
Yo digo esta noche mi opinión con libertad de
conciencia, y por eso me atrevo a formular estas
preguntas.
Entonces, reflexionemos sobre los alcances de
esta ley. Éste es un punto muy importante de
un tema vital para el país, porque yo también
deseo que mi Patria se desarrolle, que crezca,
que sea un país donde la pobreza pueda ser com-
batida con eficacia y finalmente erradicada. Pero
yo les pido que reflexionemos profundamente, y
510
que esta noche pensemos en nuestros compa-
triotas de todas las regiones del país; porque lo
que puede hacerse con dos millones de perua-
nos analfabetos, con cinco millones en extrema
pobreza, con trece millones en pobreza —jugan-
do probablemente con la situación deprimente
que viven— puede ser muy grave.
No quiero aquí levantar los nombres de Hitler o
de Francisco Franco, de los genocidas históri-
cos, no. Yo tengo todavía buena fe. La buona fide
gobierna mi discurso de esta noche, y por eso
pienso que quizá éste pueda ser un buen cami-
no; pero sólo tengo una gran preocupación:
¿quién garantiza que no habrá una especie de
limpieza étnica sólo por el hecho de pretender
combatir la pobreza extrema?
Pienso que la pobreza extrema se combate con
obras, con generación de empleo, con desarrollo
del campo, y no solamente con planificación fa-
miliar. Ésta es una forma de combatir la pobre-
za, pero también quisiera escuchar las otras.
Me pide una interrupción el congresista Amurúz,
señor Presidente, con su venia.
El señor PRESIDENTE.— Ya han concluido
los dos turnos que había usted solicitado.
El señor VARGAS MARÍN (PERÚ).— En
todo caso, concluiré después de la interrupción,
si usted lo considera así.
El señor PRESIDENTE.— Ya ha concluido, y
me temo que la interrupción va a ser más larga
de lo previsto.
El señor VARGAS MARÍN (PERÚ).— Enton-
ces termino.
El señor PRESIDENTE.— Gracias.
El señor VARGAS MARÍN (PERÚ).— Lo la-
mento mucho, colega Amurúz. El señor Presi-
dente de la Mesa ha dicho que no. Tuve la in-
tención democrática de darle la interrupción,
pero no va a poder ser. Voy a terminar, y luego
intervendrá usted.
Finalmente, una vez más quiero invocar —como
lo hizo Arturo Salazar Larraín— el criterio de
conciencia. Piensen que no me anima absoluta-
mente ninguna connotación política radical ni
mucho menos. Yo, igual que ustedes, quiero la
grandeza de mi Patria, quiero que en el país exis-
ta cada vez menos peruanos en pobreza extre-
ma. Pero ¿quién garantiza que a través de esta
ley, que permite la esterilización como una for-
ma de planificación familiar, no habrá una espe-
cie de limpieza étnica?
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Carlos Ferrero, por veinte minutos. Ese
tiempo le ha sido cedido por colegas de la banca-
da.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).—
Las razones por las cuales este proyecto no de-
bería ser aprobado tienen, a mi entender, cinco
vertientes diferentes, algunas de las cuales —por
supuesto— ya han sido mencionadas por mis
colegas.
Me parece que lo más importante en el aspecto
científico es que nadie ha probado esta noche
que las operaciones destinadas a producir la es-
terilización son siempre reversibles. Al contra-
rio, es frecuente que estas operaciones termi-
nen siendo irreversibles. No digo cuánto, por-
que en ese aspecto hay discusión. En el caso de
las mujeres, estas intervenciones son reversibles
entre diez y veinte por ciento. En el caso de los
hombres, determinadas estadísticas llegan al
cuarenta y otras al cincuenta por ciento, demos-
trando que esas operaciones son irreversibles.
En consecuencia, el primer elemento puramen-
te científico del debate es que, si nosotros toma-
mos una decisión sobre la base de que normal-
mente la esterilización es temporal y reversible,
sería una resolución adoptada sobre una base
equivocada. Esto, sin entrar al detalle respecto
a las consecuencias que sobre la salud produce
este tipo de operaciones.
Aunque yo respeto mucho la opinión de mis co-
legas —pues también tengo que prestar aten-
ción a lo que han dicho otras personas—, he po-
dido leer que, más allá de que sean métodos
reversibles o no, es muy frecuente que ocurran
daños en la salud de la mujer, ya sea sobre la
menstruación u otras consecuencias en su vida
física personal; en tanto que en el caso del hom-
bre éstas van desde la reducción de la capacidad
reproductiva y una impotencia relativa y perió-
dica, hasta la posibilidad de un incremento en
casos de cáncer a la próstata.
Estos hechos de salud, que tienen relación con
argumentos de la ciencia, no tienen aquí nada
que ver con lo demográfico ni con lo económico,
a lo que no me puedo referir por razones de tiem-
po.
En segundo lugar, desde el punto de vista jurí-
dico hay que destacar que si nosotros permiti-
mos una orientación del Estado hacia la esteri-
511
lización, estamos poniendo en condición dismi-
nuida al más débil. ¿Y quién es el más débil? Es
aquel al que no le llega información lo suficien-
temente amplia como para poder tomar una de-
cisión razonada y consciente. Entonces, ¿acaso
son los congresistas, los políticos, los médicos o
los profesionales quienes están en desventaja
para tomar una decisión razonada y consciente?
¿O los más débiles son las personas más pobres
que no acceden a la información que les permita
tomar una decisión razonada, sensata y reflexi-
va?
En consecuencia, extender un ofrecimiento tan
amplio sobre un instrumento tan grave a una
capa social que no está en condiciones de esco-
ger racionalmente la decisión que adopta es de-
bilitar a aquellos que están en condición más
desventajosa. Ello significa discriminar a los más
pobres y privilegiar a los de mejor condición eco-
nómica, que es exactamente lo contrario de lo
que algunos han sostenido.
Como han dicho esta misma noche, en los paí-
ses más pobres es donde se ha utilizado con
mayor amplitud los métodos de esterilización.
¿Por qué los países ricos se niegan a la esterili-
zación? ¿Por qué éstos dicen que son los pobres
los que deben esterilizarse, mientras ellos pue-
den hacerlo si quieren, pero que no lo hacen
porque tienen otros recursos? ¿Entonces resul-
ta que las esterilizaciones son recursos para que
los usen sólo los pobres, pues es lo único que
está al alcance de éstos por imposición de aque-
llos que no son pobres?
¿Por qué los países más desarrollados y ricos que
el nuestro son justamente aquellos que impul-
san estas técnicas? Porque, entre otras razones,
a ellos les conviene que un mundo que crece no
les reclame las deudas que le tienen, pues se tra-
ta de países que fueron coloniales, que crecie-
ron mucho más rápido que nosotros y que si-
guen aventajándonos en la distancia.
Lamentablemente, por razones de tiempo, no
puedo tratar ahora este tema. Por el momento
sólo quiero decir que resulta fundamental en-
tender que, si nosotros hacemos que la esterili-
zación sea un instrumento al alcance de la gen-
te propiciado por el Estado, en el fondo estamos
entregándolo para que lo usen los que no están
en condiciones de tener toda la información ne-
cesaria para saber lo que realmente están ha-
ciendo.
Yo sé que algunos han negado lo que se dijo en
el video observado esta noche. Pero yo no lo nie-
go: me parece que es muy probable que lo que
decía la señora —de que no sabía qué le iban a
hacer y que no le advirtieron las consecuencias
de lo que le estaban haciendo en su cuerpo—
sea cierto. Yo sí lo creo, porque si ahora salimos
a la calle y le planteamos, en términos simples,
a una señora si quiere ser esterilizada y no te-
ner más problemas con los hijos, va a decir que
sí; pero si le decimos todo lo que deberíamos
decirle, probablemente diga que no. Esas consi-
deraciones son fundamentales al momento de
decidir temas como éste, pero no sólo por la ra-
zón jurídica, sino ahora por razón pragmática.
Nuestro Presidente ha dicho que no tiene ideo-
logías, que quiere un gobierno pragmático, con
un sentido realista. Muy bien, estamos de acuer-
do. Pues entonces veamos si esto resulta viable.
Pragmático sería hacernos la siguiente pregun-
ta: ¿con esta ley vamos a obtener aquello que se
quiere; vamos a lograr que, introduciendo la es-
terilización como mecanismo importante en la
política poblacional, la población pueda reducir-
se de manera tan sustancial como para ser deci-
siva en la disminución de la tasa de natalidad?
Porque si resulta que estamos aspirando a algo
que es imposible de lograr, el esfuerzo enorme
del Estado, de su clase política y de sus dirigen-
tes será un fracaso; porque, sin lograr el objeti-
vo, habremos expuesto a incontables ciudada-
nos al gravísimo problema de conciencia y nos
habremos estrellado además con instituciones
tutelares que guían la conducta moral de los
hombres.
Entonces, en una operación puramente prácti-
ca, ¿quién asegura que se producirá esa esterili-
zación masiva que logrará reducir la tasa de na-
talidad para salvarnos de la pobreza? No creo
que eso se produzca porque, entre otras razo-
nes, felizmente la elevación cultural del país es
mucho mayor que en los países vecinos, y creo
que dentro de veinte años habrá muchas perso-
nas que se darán cuenta de que ciertas cosas no
se pueden hacer en su cuerpo sin grave perjui-
cio irreparable para su salud. Entonces, eso que
se creía que se podía hacer con la esterilización
tampoco se logrará, ni siquiera en términos prag-
máticos y como estrategia política; habrá falla-
do porque no conseguirá ser un instrumento
válido para aquellos que piensan que debería
seguirse.
Pero ya un congresista dijo que es también un
problema de extremos. Si hay métodos natura-
les y métodos artificiales, ¿qué tan indispensa-
ble resulta esterilizar? Si no hemos probado has-
ta el final todos los otros métodos, ¿por qué nos
apuramos en utilizar el penúltimo de los méto-
dos, porque el último que queda es el aborto?
512
Es verdad que es lo último que queda, aunque
no es cierto que sea política del Gobierno, ni aho-
ra ni mañana. El aborto nunca será política de
este Gobierno, pues no hay ministro ni parlame-
tario, directiva ni ley en el Perú —del año 1990
en adelante— que propicie, directa o indirecta-
mente, este método de control de la natalidad.
Pero si no se ha probado hacer todo el esfuerzo
con los otros métodos, ¿qué necesidad tenemos
de apelar a uno tan extremo que pone a la socie-
dad frente a un conflicto de orden moral que no
podremos evadir, según se ha demostrado tam-
bién esta noche?
Mi colega ha dicho que existe un veintisiete por
ciento de demandas insatisfechas entre los po-
bres, porque no tienen sistemas de control de la
natalidad. Claro, si nosotros llegamos a consi-
derar que el veintisiete por ciento de los pobres
quisieran tener algún tipo de control para evi-
tar nacimientos indeseados, ¿por qué no les da-
mos, principalmente, los otros sistemas que re-
sultan menos conflictivos y peligrosos que la
esterilización? ¿Por qué no atenderlos, prime-
ramente, con aquello que no pueda dañar su sa-
lud?
Ahora voy a referirme a lo que dijo un amigo
colega: que todos los métodos tienen efectos
indeseados, inclusive —dijo— la castidad. Todos
nosotros sabemos —y muchos nos hemos edu-
cado en colegios cristianos— que la castidad es
un valor; el que muchas veces no la podamos
mantener en nuestra vida personal y que falle-
mos contra ella no quiere decir que quien es casto
o puro tenga alguna anormalidad o sufra los efec-
tos indeseados de la castidad.
Por ejemplo, quiero recordar que si la virgini-
dad es una consecuencia de la castidad y si, se-
gún estadísticas demostrables, más de la mitad
de nuestras hijas y hermanas menores de dieci-
séis años son vírgenes, tendríamos dos millones
de mujeres locas en el Perú, lo cual es imposi-
ble. Sólo digo esto al margen, para que no se
crea ni se acepte que todo efecto es indeseable:
los métodos naturales no tienen consecuencias
para la salud, precisamente porque son natura-
les.
Desde el punto de vista ideológico, depende de
lo que es voluntario en la política, porque se dice
que se trata de una política del Estado. Política
quiere decir que hay una acción que se desarro-
lla para obtener una finalidad. Entonces, el Es-
tado peruano ahora va a hacer ciertas acciones
que permitan utilizar la esterilización para ob-
tener un resultado, pues de lo contrario no se
está haciendo una política.
Como también dijo otro congresista, con abso-
luta precisión: ¿cómo podemos hacer que esa
política no actúe compulsivamente sobre un
medio social donde el concepto de la libertad está
reprimido por condiciones de pobreza, de igno-
rancia? ¿Quién puede asegurar que, cuando se
promueva la esterilización, el Estado no induz-
ca su uso mediante facilidades que en la prácti-
ca significan una presión indirecta que vulnera
la libertad personal?
Las políticas del Estado no son neutras; siem-
pre tienen la carga de la intención del poder, sino
no serían políticas del Estado. ¿Qué política del
Estado hay que no lleve inmersa una voluntad
de poder? Entonces, ¿cuál es la voluntad detrás
de la esterilización?, ¿cuál es ese impulso y quién
lo va a controlar para que sea limpio, objetivo e
imparcial, y para no se traduzca en un someti-
miento de prácticas orientadas a destruir la po-
sibilidad de escoger de grandes conjuntos ciuda-
danos?
Seguidamente, argumentos religiosos y finales.
Para los católicos, esterilizar es eliminar la ca-
pacidad de fecundar. Desde ese punto de vista
estrictamente religioso, al quitarle a la persona
la posibilidad de fecundar, se le despoja de un
atributo del que no se le puede despojar y del
cual ni nosotros mismos tenemos el derecho de
desprendernos. Claro, el que no es católico pue-
de pensar diferente —el católico, también—,
pero éste es un punto de vista que yo quería com-
partir con ustedes. Para los católicos, esterilizar
es disminuir la condición personal, porque el
cuerpo y el alma —juntos— hacen la persona. Si
golpeas el alma, al cuerpo lo afecta; y si al cuer-
po lo golpeas, al alma la recortas. En consecuen-
cia, la persona pierde su dignidad que, como to-
dos sabemos, consiste en ser criatura de Dios y
no creación de nosotros mismos. Por tanto, la
ley civil no puede nunca ir contra la ley moral, y
ésa es la cuestión fundamental de esta noche.
La ley moral es la voz de Dios que nosotros sen-
timos en nuestra conciencia como una regla de
conducta, y que vamos a obedecer en la medida
que podamos. Un gobierno que quita la concien-
cia y la posibilidad de, discrecionalmente, esco-
ger lo que un ciudadano cree que es su deber
moral es un gobierno que usurpa atribuciones,
que está en contra de la voluntad de Dios. ¿Por
qué? Porque la autoridad proviene de Dios, y no
puede hacerse de manera abusiva sin degenerar
en su origen. Ello significa que la ley moral obli-
ga a que la ley civil se adecue: si no se adecua a
la ley moral, la ley civil no vale. Por eso es tan
grave la distinción entre planificación familiar
y paternidad responsable.
513
Yo no creo en la planificación familiar. Sólo creo
en la paternidad responsable, y no en aquella
que propone que antes de tener el hijo veamos
si lo queremos tener o no, porque puedes tener
un hijo conscientemente y abandonarlo después,
sin madre, sin hermanos, sin alimentos, que es
casi tan grave como haberlo concebido sin que-
rer.
La paternidad responsable no es sólo concebir
queriendo, sino criar queriendo; y la paternidad
responsable es la única guía que puede orientar
una política que tenga que ver con la natalidad.
Pero, claro, hay políticas antinatalistas y políti-
cas pronatalistas, políticas por la vida; y cuando
se dice que es por la vida, quiere decir que ésta
es un bien supremo. La mayor facultad que el
hombre tiene al haber nacido es poder hacer a
otro a su imagen gracias a un don que Dios le
dio, y eso no puede quedar cancelado, cercena-
do, traicionado por la esterilización, porque ésta
afecta este bien supremo que es la capacidad de
dar la vida.
Y entonces, ¿qué hacemos con los comunicados
de los obispos cuando nos dicen que somos con-
trarios a la ley moral? Podemos decir que todos
los obispos del Perú están equivocados, porque
nos han dicho que esta ley es contraria a la ley
moral y hemos tapado los oídos. Podemos decir
a los obispos que nuestra razón está por encima
de su Iglesia. Esta noche estamos diciendo eso,
cuando los católicos sabemos —aunque nos in-
comode, aunque pequemos, aunque no nos gus-
te— que la Iglesia fue fundada por Jesucristo,
que San Pedro es cabeza de la Iglesia y que los
Papas directamente vienen de Jesucristo.
Si es que eso no se acepta, entonces la opinión
de la Iglesia será desechada. Pero ocurre que en
el momento en que nosotros —todos seres hu-
manos imperfectos que estaremos enterrados
dentro de veinte o treinta años— le decimos a la
Iglesia, que es magisterio por naturaleza, que
se equivoca y que nosotros tenemos la razón,
cometemos el mismo error de la raza humana
en el pecado original. Si yo, con soberbia huma-
na, me atribuyo la verdad y rechazo el magiste-
rio de la Iglesia, rechazo la orientación de los
católicos y elimino toda posibilidad de obedecer...
El señor AMURÚZ GALLEGOS (C90-NM).—
¿Una interrupción?
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Le
solicito, señor Presidente, que explique al señor
Amurúz que no le será concedida la interrup-
ción.
El señor AMURÚZ GALLEGOS (C90-NM).—
Si el Presidente lo desea, me la puede dar.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Es
atribución de aquel que interviene.
El señor PRESIDENTE.— Efectivamente, si
el congresista que está en uso de la palabra no
desea conceder la interrupción, está en su dere-
cho. Por ello, le pido al señor Amurúz que no
incomode al señor Ferrero.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— No
podemos evitar escoger entre lo uno y lo otro, y
no porque los que defiendan el proyecto sean
malos y los que estén en contra seamos buenos.
Probablemente haya, por lo menos en mi caso,
mejores católicos y con una vida más limpia en
la posición contraria a la que yo estoy defendien-
do, pero ése no es el problema.
En realidad, el problema es que hay un manda-
to religioso muy claro que dice que el congresis-
ta no debe votar contra la ley moral, pero hoy
los congresistas pueden cometer ese error. Ello
está claro porque eso lo dicen los obispos acá...
El señor PRESIDENTE.— Su sexto turno,
señor Ferrero. Le vamos a dar uno más.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— No
es posible evitar que en la conciencia de cada
uno se puedan producir dudas. Como no se ha
aceptado la cuestión previa, yo les pido a mis
colegas, especialmente a los de la Mayoría —con
algunos todavía no nos conocemos lo suficiente,
y espero que con el transcurrir de algunos años
serán mejores todas las cosas—, que se absten-
gan si esa duda existe.
Gracias.
El señor PRESIDENTE.— Ha hecho uso de
treinta y dos minutos, doctor Ferrero.
Tiene la palabra el doctor Jorge Trelles.
El señor TRELLES MONTERO (C90-NM).—
Gracias, señor Presidente.
Cuánta pasión, cuánto fervor en el debate. Yo
no puedo callar el disgusto que me causa oír esta
especie de autoridad eclesiástica de estos
inquisidores severos de la moral. Respeto la Igle-
sia histórica, pero ésta muchas veces se equivo-
có.
El mensaje moral de Cristo —y si hay Dios, el
mensaje divino— es más amplio que oscuros dis-
cursos y pensamientos acerca de una ley natu-
ral ligada al cuerpo y reñida con la libertad.
514
En todo caso, con todo respeto, quiero decirle a
mis amigos los católicos inquisidores que cuan-
do yo pienso, juzgo y actúo, lo hago con mi ra-
zón.
Hay un gran pensador alemán, Emmanuel Kant,
un gran cristiano que reflexionó sobre la moral.
Su reflexión le llevó más de veinticinco años de
su vida y nos ha dejado tres hermosos tratados,
en los que critica a la razón científica, a la razón
práctica y a la razón moral. Y este eminente pen-
sador termina la segunda crítica diciendo: "Des-
pués de todo, el hombre tiene dos cosas: el cielo
estrellado encima y fuera de él, y la ley moral y
la libertad dentro de él".
Por eso quiero rescatar lo que es más importan-
te en la Ley de Población que nos ocupa; no la
ley que estamos dando, sino la que ya está dada
y donde un aspecto medular es el respeto a la
libre decisión de la pareja.
Cuánta tentación de poder, cuántos parlamen-
tarios que quieren hacer y deshacer sobre cosas
que solamente son competencia de la pareja y
del individuo. Por lo menos yo no quiero esteri-
lizar ni obligar a nadie a que tome píldoras o a
que sea casto o promiscuo. No es mi competencia.
La Constitución peruana, que todos hemos vo-
tado, dice que la paternidad responsable es un
derecho de la familia que el Estado reconoce y
garantiza. Acá no estamos decidiendo lo que va-
mos a hacer o no con los peruanos, pues son ellos
los que van a decidir. Lo que estamos diciendo
nosotros es, simplemente, que todos los perua-
nos tenemos derecho a la información. No nos
salgamos de esto que es medular. Terrible sería
pensar que estamos pretendiendo hacer que los
peruanos sean estériles o castos. En ambos ca-
sos somos tan totalitarios y tan inquisidores.
Entre Hitler y Torquemada, la distancia no es
tan grande, señor Presidente, es pequeñísima.
Y quiero responderle a mi amigo Carlos Ferrero
en algunos puntos muy concretos. En primer
lugar, me imagino que —si existe— Dios debe
reírse de lo que decimos o de lo que digo yo, por-
que Él sabe mucho más de moral que yo. Del
mismo modo, me imagino que los médicos de-
ben reírse cuando los abogados hablamos de cien-
cia. No es competencia ni materia del Congreso
la complejidad del consejo médico; es asunto del
individuo o la pareja con su médico, y obviamente
me imagino que, detrás de cada problema rela-
cionado con la fecundidad o con la promiscuidad
o con la reproducción, hay muchos cientos de
problemas.
Qué inteligente y qué bien dicha esa frase del
doctor Guerra-García: "Éste no es un congreso
médico". No lo es. Evitémonos estos discursos
divulgadores de muy mala...
Yo también me sentí muchas veces tentado de
interrumpir al señor Ferrero, pero pensaba en
que más importante era que él terminara de
expresar su opinión.
Entonces, los argumentos científicos se lo dará,
en el momento debido, cada médico al hombre o
a la mujer, a la pareja o al adolescente que vaya
a consultarlo. Yo no me siento con la competen-
cia suficiente para ello. Por eso también es falaz
este otro terrible argumento que dice que no po-
demos confiar en el entendimiento de las clases
pobres. Cuánta soberbia.
Desgraciadamente para los que dicen ello, todos
los días la República confía en los pobres. El voto
de los pobres nos elige, elige al Presidente, san-
ciona la historia del Perú. Los pobres no son ton-
tos. Los pobres, antes de esterilizarse, tienen
temores, y quizás mayores que los ricos: los asun-
tos del cuerpo están muy ligados al instinto.
En una república democrática y abierta como la
peruana —donde existe un Congreso, una pren-
sa y una prédica libres— es inimaginable pen-
sar que se va a abusar de esta ignorancia de los
pobres. ¿De qué ignorancia de los pobres habla-
mos? Si alguien desconfía de los pobres, enton-
ces que no acepte ser elegido por ellos.
Otro argumento es que no solamente están los
pobres de por medio; también están los médi-
cos, y yo confío en el cuerpo médico de mi país.
No puede sospecharse que los médicos van a in-
ducir a los pobres a ser esterilizados. Son fanta-
sías que, francamente, nos llevan a la reflexión.
No es pues admisible el argumento de que los
pobres carecen de entendimiento.
Por último, las razones religiosas las respeto,
pero recuerdo también que el Estado peruano
no es confesional. Lo que está en juego acá es si
se respeta la libertad en la determinación de la
política familiar que reconocen la Constitución
y esta ley; y si es cierto lo que dicen muchos con-
gresistas de que la vasectomía no está prohibida
en el Perú, entonces lo que ocurra en el cuerpo
de uno es, muchas veces, decidido con los médi-
cos y en el ejercicio lícito de la libertad ciudada-
na.
Lo que ocurre es que en esa ley, por razones que
no me imagino, se impuso un artículo tonto que,
simplemente, limita al Estado con respecto a la
difusión de los métodos quirúrgicos para la apli-
cación de su política poblacional. Entonces, no
515
estamos acá esterilizando o no esterilizando,
porque somos, felizmente, un país democrático
donde estos asuntos los deciden los peruanos,
no el Estado.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias,
doctor Trelles.
Tiene la palabra el señor Ricardo Marcenaro.
El señor MARCENARO FRERS (C90-NM).—
El doctor Carlos Ferrero me pide una interrup-
ción. Se la concedo con su venia, señor Presi-
dente.
El señor PRESIDENTE.— La interrupción es
por un minuto.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— La
próxima vez que el señor Trelles sienta la ten-
tación de interrumpirme, que la exprese porque
yo no la vi; pero él sí vio cuando le solicité la
palabra. Sin embargo, ello no importa. Me ha
llenado de adjetivos, y tampoco me importa. Yo
sólo voy a leer una cosa.
Por supuesto que hay quienes dicen que esto no
existe, porque recuerdan el catecismo del cole-
gio. Pero el catecismo de hoy es del tamaño de la
Biblia, y para los católicos esto existe y es ley.
Dice: "2297.— Exceptuando los casos de pres-
cripciones médicas de orden estrictamente te-
rapéutico, las amputaciones, las mutilaciones,
las esterilizaciones, directamente voluntarias, de
personas inocentes son contrarias a la Ley mo-
ral". Catecismo.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Marcenaro.
El señor MARCENARO FRERS (C90-NM).—
Señor Presidente: Hoy no estamos discutiendo
si la esterilización es un delito, según algunos
señores congresistas mencionaron, por cuanto
no estamos tratando el Código Penal ni la este-
rilización tiene nada que hacer con las figuras
delictivas. Tampoco estamos discutiendo si la
Iglesia tiene o no derecho a emitir sus pronun-
ciamientos, pues evidentemente lo tiene.
El doctor Ferrero acaba de leer algo importante,
donde se menciona que no están permitidas las
mutilaciones, salvo por razones terapéuticas.
Pero todos los días mujeres y hombres católicos
se hacen cirugía estética, se mutilan partes del
cuerpo, se cortan huesos, solamente por razo-
nes estéticas y no por razones terapéuticas; y
hasta ahora no escucho ninguna posición de la
Iglesia, que debería ser muy fuerte en este sen-
tido, prohibiendo también ese tipo de interven-
ciones quirúrgicas.
Tampoco estamos discutiendo si la esterilización
es la solución a la pobreza, porque evidentemen-
te no lo es. Existen muchas otras soluciones,
como es el crecimiento económico de un país, el
control de la inflación, la reinserción interna-
cional, el atraer inversiones, etcétera. Hay mi-
les de otros factores que son muchísimo más im-
portantes a fin de poder aliviar la pobreza.
No estamos discutiendo si la esterilización es a
la fuerza, porque evidentemente ésa no es ma-
teria de esta disposición. Aquí no se trata de que
estemos obligando a un ser humano a someter-
se a una intervención de este tipo, por lo que no
se trata absolutamente de nada de esto.
Tampoco estamos tratando si la Iglesia se equi-
voca o no, aunque sabemos que ya antes se ha
equivocado. Quizá algunos congresistas no sa-
ben, por eso los invito a visitar un gran museo
muy importante que está a unos veinte metros
de acá. Se trata de la Santa Inquisición, donde
ustedes verán las cámaras en las cuales se prac-
ticaban métodos infrahumanos para obtener con-
fesiones de culpabilidad, porque hubo épocas en
las cuales la Iglesia también cometió errores.
En consecuencia, si no se trata de nada de eso,
¿qué estamos debatiendo el día de hoy? Esta-
mos discutiendo sobre la política del Estado en
materia poblacional. ¿Quiénes señalan las polí-
ticas? Los políticos. ¿Y quiénes son los políticos?
La Santa Iglesia Católica y sus obispos se mere-
cen todo el respeto que podamos tener, pero en
materia de política deciden el Poder Ejecutivo y
el Poder Legislativo, que son políticos. Por lo
tanto, nosotros somos los encargados de tratar
estos temas. Así como, a través de una ley, no
vamos a decirle a la Iglesia cuáles son los sacra-
mentos porque no es nuestra función; conside-
ramos que somos nosotros los que sí tenemos,
como una de nuestras atribuciones, que señalar
los temas vinculados a las políticas.
En consecuencia, estamos discutiendo las polí-
ticas del Estado en materia de población, y den-
tro de éstas lo único que estamos viendo es la
posibilidad de permitir la esterilización.
Actualmente, el aborto y la esterilización están
excluidos como métodos en la política de pobla-
ción. En el caso del aborto, ello es correcto, pues
no se enseñarán ni se facilitarán los medios para
su práctica, en la medida que éstos constituyen
disponer de una vida. Pero es totalmente dife-
516
rente el caso de la esterilización, porque en éste
no estamos hablando de una vida, sino de impe-
dir que se genere vida no deseada.
Asimismo, estamos discutiendo si el Estado debe
informar sobre la esterilización como uno de los
medios para controlar la natalidad, y para esto
me referiré a la Constitución, porque reconozco
que no tengo ninguna autoridad para hablar de
temas como el religioso, el médico o el moral.
Entonces me referiré al campo en el cual me he
formado.
En el Inciso 4) del Artículo 2º de la Constitución
se dice que toda persona tiene derecho "A las
libertades de información (...), sin previa auto-
rización ni censura ni impedimento algunos, bajo
las responsabilidades de ley". Todos los seres
humanos en el Perú tenemos derecho a ser in-
formados de todo sin ningún tipo de censura y,
evidentemente, si excluimos una de estas for-
mas, que es la esterilización, estamos ejercien-
do una censura que va contra lo que queremos
todos los ciudadanos: que haya libertad para que
los peruanos estemos debidamente informados.
Además, el Inciso 5) del mismo Artículo 2º dice
que toda persona tiene derecho "A solicitar sin
expresión de causa la información que requiera
y a recibirla de cualquier entidad pública". Es
decir, actualmente, de acuerdo a esta nueva
Constitución, que ha sido aprobada por el Con-
greso Constituyente Democrático y ratificada por
referéndum, todo ciudadano tiene derecho a pe-
dir a las entidades del Estado la información que
quiera.
Por lo tanto, hoy estamos tratando, en primer
lugar, la política del Estado en materia poblacio-
nal; en segundo lugar, si dentro de esa política
se puede incluir el método de la esterilización;
y, en tercer lugar, la posibilidad de informar a la
población sobre la existencia de este método.
Este enfoque es importante, porque solamente
seremos auténticamente democráticos cuando la
población, en su totalidad, tenga toda la infor-
mación de la que actualmente gozan ciertas cla-
ses sociales. Fundamentalmente, la democracia
no es votar cada cinco años por parlamentarios
ni por el Presidente de la República; la demo-
cracia es dar toda la información posible y que
ésta pueda llegar a las clases más pobres.
Por eso creo que el Perú vive hoy una gran revo-
lución, en la medida que se están construyendo
escuelas diariamente y que, además, se están
otorgando computadoras; porque ésa es una for-
ma de darle información y, en consecuencia,
igualdad a los seres humanos peruanos, porque
no todos tienen las mismas posibilidades econó-
micas. En conclusión, la información es otro ele-
mento importante.
El ingeniero Rafael Rey me pide una interrup-
ción, señor Presidente, con su venia.
El señor PRESIDENTE.— Señor Rafael Rey.
El señor REY REY (Ren).— Muchas gracias,
señor Presidente; gracias, congresista Marce-
naro.
Acerca del punto que usted acaba de mencionar,
el Estado tiene el deber de dar información so-
bre todo aquello que beneficia a la población,
pero está impedido de propiciar o fomentar la
información sobre aquello que pueda causar
daño a la población.
Si el Estado estuviese obligado a dar informa-
ción sobre todo aquello a lo que, en teoría, ten-
dría derecho de estar enterada la población, no
encontraría el motivo por el cual —por ejemplo—
el Estado no dé información de cómo se prepara
la pasta básica de cocaína o cuáles son los efec-
tos positivos de todas las drogas que causan daño
a la salud.
Justamente, poniendo como ejemplo ese caso es
que podemos entender cómo hay asuntos que el
Estado tiene que resguardar para que, con la
información, no se induzca cosas que van en per-
juicio de la salud, no sólo material sino también
moral o espiritual de las personas que confor-
man la sociedad.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Marcenaro.
El señor MARCENARO FRERS (C90-NM).—
Lo que pasa es que la Organización Mundial de
la Salud —que algo sobre salud debe saber— no
prohíbe la esterilización ni dice que atenta con-
tra la salud de las personas. Como he dicho, no
me considero —y estoy seguro que el ingeniero
Rafael Rey tampoco— una autoridad en medici-
na como para discutir lo que señala la Organiza-
ción Mundial de la Salud.
Entonces, estamos discutiendo si, una vez dada
la información, los pobres tendrán el derecho de
acceder gratuitamente a los métodos que ellos
elijan, porque no basta con darles la informa-
ción sobre estos métodos y decirles luego que no
están a su alcance porque son carísimos. Si ac-
tuáramos así, nuevamente estaríamos estable-
ciendo la desigualdad entre los peruanos. En con-
secuencia, no solamente tenemos que darle la
información, sino debemos decirle que si elige
517
una de estas posibilidades, el Estado tiene la
obligación de dar las facilidades para acceder a
estos métodos.
Por tanto, lo que estamos discutiendo es la posi-
bilidad de darle total libertad de decisión a los
peruanos para que nadie se sienta con autori-
dad para decidir por los demás, salvo el caso ex-
preso del aborto, que sí está prohibido porque
atenta contra la vida humana.
Ahora, siguiendo con el análisis de la Constitu-
ción, el Artículo 6º dice: "La política nacional de
población tiene como objetivo difundir y promo-
ver la paternidad y maternidad responsables.
Reconoce el derecho de las familias y de las per-
sonas a decidir. En tal sentido, el Estado asegu-
ra los programas de educación y la información
adecuados y el acceso a los medios, que no afec-
ten la vida o la salud". Reitero que, según la
Organización Mundial de la Salud, la esteriliza-
ción no está prohibida; por lo tanto, el Estado
estaría cumpliendo con este artículo de la Cons-
titución.
Además, el Artículo 9º agrega: "El Estado deter-
mina la política nacional de salud. El Poder Eje-
cutivo norma y supervisa su aplicación. Es res-
ponsable de diseñarla y conducirla en forma plu-
ral y descentralizadora para facilitar a todos el
acceso equitativo a los servicios de salud". Por lo
tanto, lo que también nos dice este artículo es
que el Estado tiene la obligación de darle acceso
a estos medios de salud a todos los peruanos,
especialmente a los que no tienen recursos eco-
nómicos para hacer efectiva, por su cuenta, este
tipo de decisiones.
Por ello es que me preocupa cierto tipo de argu-
mentos que ya los hemos escuchado en este Con-
greso cuando discutimos la Constitución. Yo me
refería a ellos como argumentos terroristas, pues
nos crean pánico, como cuando se dice que esta
medida conduce al genocidio.
Recuerdo que cuando discutimos determinados
artículos constitucionales se decía que, a través
de ellos, desaparecería la educación gratuita en
el país, que desde mañana el poblador pagaría
miles de soles mensuales o que todos los traba-
jadores se quedarían sin empleo. Era un terro-
rismo terrible. Realmente creaba pánico en la
población, porque se decía que al día siguiente
de promulgada la Constitución se iba a producir
una situación realmente muy grave.
En este caso, a parte de decirnos que toda la Igle-
sia está en contra y que, por lo tanto, seremos
condenados a los "fuegos eternos" cuando deje-
mos este mundo, se nos habla de genocidio, de
que la población va a ser realmente aniquilada a
través de este método mediante la fuerza. Tam-
bién se dice que tenemos un cuerpo médico tan
inmoral que va a aplicar la coacción para que los
ciudadanos peruanos sean sometidos a estas
operaciones, inyectándoles anestesia para que
no se den cuenta de estas prácticas inmorales.
Creo que ésa no es la manera como deberíamos
tratar este tema.
Por lo tanto, para concluir, digo que lo que esta-
mos realmente discutiendo es que, entre los sis-
temas de control de la natalidad, también se in-
cluya la esterilización; y que si el ciudadano opta
libremente por uno de ellos, el Estado le pro-
porcione gratuitamente los medios. Si el Estado
no le proporciona los medios, evidentemente no
existirá la libertad que todos deseamos que ten-
ga el pueblo peruano.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
Tiene la palabra la doctora Edith Mellado.
La señorita MELLADO CÉSPEDES (C90-NM).—
Señor Presidente: Yo no tengo la elocuencia de
muchos de los congresistas que me han antece-
dido en el uso de la palabra, pero tengo algunas
experiencias en más de treinta años de docente,
tanto en colegios como en universidades, y de
haber vivido en el interior del país.
Alguien preguntaba: ¿quién va a controlar que
estas prácticas no sean obligatorias en las zonas
rurales? Y yo digo: ¿de qué funciones hablába-
mos cuando íbamos a ser elegidos como futuros
congresistas aquellos que llegamos aquí? La pri-
mera era legislar, y la segunda era fiscalizar.
Por lo tanto, la respuesta está dada. Nosotros
tenemos que fiscalizar que efectivamente esas
prácticas no sean obligatorias. Pero no podemos
decidir coaccionados, que es la forma con la que
se nos quiere impedir ejercer nuestro mandato
imperativo, porque aquí, francamente, varias
veces me he sentido coaccionada.
Yo soy católica, lo proclamo; he sido educada con
religiosas y religiosos, y tengo una magnífica
amistad con ellos. Es más, me da pena saber que
a muchos de ellos —por su propio convencimien-
to— les voy a causar aflicción con esta interven-
ción y con mi voto, porque éste lo tengo definido
desde hace muchos años.
La razón de mi decisión es muy simple: cuando
ocurría una de las frecuentes paralizaciones en
la universidad a la que yo serví en algún mo-
518
mento, invariablemente habían muchísimos jó-
venes que no podían continuar sus estudios por-
que eran padres o madres, que no habían desea-
do tener ese problema, pero que incluso iban a
parar a la cárcel.
Entonces, propicié y logré que en las dos uni-
versidades en que he trabajado más tiempo se
cree cátedras para que los estudiantes reciban
cursos de medicina preventiva, pero no sólo para
cuidar su salud, no sólo en primeros auxilios o
sobre la vacunación de sus hijos; sino también
sobre paternidad responsable y —como conse-
cuencia— con la información de aquellos méto-
dos que les podían permitir ejercer esa facultad
de decidir cuando sus impulsos juveniles no les
permitieran el control por estoicismo o por vir-
tud. Yo no puedo suponer que todos los jóvenes
tengan un absoluto control sobre su cuerpo.
Muchas de esas píldoras que circulan libremen-
te en el mercado, que no están prohibidas y so-
bre las que no se ha hecho crítica aquí, son pe-
queños abortos, porque lo que impiden es la
anidación del óvulo ya fecundado y destruye una
vida que ya fue concebida. Eso es mucho peor a
permitir que voluntariamente se esterilice una
persona que ya tuvo hijos, porque, lógicamente,
esta propuesta es para personas mayores que ya
ejercieron su facultad de dar la vida —que es
una de las más grandes que puede darle Dios al
ser humano—, no es para los jóvenes que no tie-
nen aún familia.
Pero una vez que el ser humano ha decidido, tie-
ne que saber que debe afrontar las consecuen-
cias de su decisión. Por ello debemos orientar la
educación para que se enseñe que la decisión por
la esterilización es muy seria, porque no siem-
pre es un método reversible, y que la persona
tiene que asumir las consecuencias de su deter-
minación.
El señor Rey me pide una interrupción. Se la
concedo, señor Presidente, con su venia.
El señor PRESIDENTE.— Señor Rey.
El señor REY REY (Ren).— Gracias, señora
congresista.
Pido disculpas a la Representación Nacional por
estar abusando de las interrupciones, pero se ha
tocado un punto que me parece muy importan-
te. Se dice que las esterilizaciones serían sólo
para el caso de personas adultas o que ya hayan
formado un hogar. Me parece que es una medi-
da prudente, y desde ahora planteo a la Mesa
que voy a tratar de redactar un artículo en ese
sentido: que se prohíba la esterilización de gen-
te joven o que todavía no haya formado una fa-
milia, porque la propuesta actual no está ponien-
do ese límite y, por tanto, se pueden producir
esterilizaciones de menores de edad.
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señorita Mellado.
La señorita MELLADO CÉSPEDES (C90-NM).—
Señor: Se está planteando que esto no es obliga-
torio, y para eso está la facultad de fiscalización
que tenemos los congresistas. Si los médicos tie-
nen un código de ética, tal como se establece en
el pronunciamiento de los exdecanos del Cole-
gio Médico, ¿por qué les negamos este convenci-
miento de que los profesionales que van a tra-
bajar en el campo de la planificación familiar
tengan también ética?
Realmente, no creo que haya algún médico tan
satánico al que se le ocurra esterilizar a un jo-
ven que no haya tenido hijos. Eso sería bastante
absurdo, y creo que los centros de salud, las
UTES, las UDES y demás organismos están para
dar las pautas necesarias y poder encauzar esto.
Y hay algo más todavía: nosotros no podemos
constituirnos en la conciencia de los demás, por-
que estaríamos negando la facultad que tienen
las personas a decidir libremente. Por ejemplo,
varias veces yo he sentido —con las intervencio-
nes de ciertos señores— que prácticamente no
tengo la libertad de elegir, porque ya todo ha
sido decidido por alguien que está por encima
de nosotros, pero que es un ser tan humano y
tan susceptible de equivocarse como nosotros.
Se ha hablado acá de la Inquisición. ¿Qué era lo
que muchas veces sancionaba la Inquisición? El
abandono de familia, porque es uno de los peo-
res delitos. ¿Queremos que un padre que puede
sostener sólo a uno o dos hijos tenga cinco o más
porque no tiene control sobre su sexualidad?
No queremos que ocurra lo que hace poco vi. A
las once de la noche una niña de unos diez años,
muy bonita, vestida muy ligeramente con un
vestidito de una tela delgada, estaba corriendo
entre los carros con un trapito en las manos lim-
piando las ventanillas del auto. Cuando le pre-
gunté a la persona que me acompañaba sobre
qué hace esta niña en la calle, me dijo que esta-
ba trabajando. Efectivamente, tenemos muchos
niños de muy corta edad que trabajan. ¿Y por
qué? Porque realmente esos niños no llegaron a
un hogar en el que se les acogiera en las condi-
ciones adecuadas.
Si yo, libre y conscientemente, he decidido vo-
tar a favor de la propuesta es porque no puedo
519
decirle a los demás lo que tienen que hacer, pues
para ello está su propia conciencia.
Eso es todo, señor Presidente, muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Jorge Muñiz.
El señor MUÑIZ ZICHES (C90-NM).— Gra-
cias, señor Presidente.
En primer lugar, deseo saludar y felicitar a mis
compañeros del Congreso porque, pese a las diez
largas horas que, desde la mañana, llevamos en
el debate de este importante proyecto, seguimos
tratando de aportar ideas valiosas a este tema
tan trascendente.
En el transcurso de este debate, he escuchado
argumentos de orden médico —en el Congreso
tenemos ilustres representantes que son médi-
cos—, y me ha impresionado mucho lo expuesto
por el doctor Róger Guerra-García. También he-
mos escuchado argumentos de orden socioeco-
nómico, e igualmente me impactó la exposición
hecha por mi compañero de bancada, el señor
congresista Jorge Ruiz Dávila.
Yo casi tenía mi voto totalmente decidido, pues
pensaba en todos estos argumentos y los refor-
zaba con los que se daban en el transcurso del
debate. Sin embargo, fue la intervención de mi
compañero de bancada, amigo y maestro univer-
sitario, el doctor Carlos Ferrero, la que me hizo
pensar —ante los contundentes argumentos ex-
puestos por él en relación al Catecismo de la Igle-
sia Católica— si los que somos católicos estába-
mos contrariando la ley moral y tratando aque-
llos temas que, de alguna manera, están prohi-
bidos por la Iglesia Católica. Para mí fue un ar-
gumento contundente, porque me hizo pensar
que quizás tenía razón.
Sin embargo, le pedí el Catecismo porque recor-
dé un asunto similar al que estamos discutien-
do: el del divorcio. La ley de Dios, el Catecismo,
critica y castiga el divorcio, y en el párrafo 1650
dice textualmente lo siguiente: "Hoy son nume-
rosos, en muchos países, los católicos que recu-
rren al divorcio, según las leyes civiles, y que
contraen también civilmente una nueva unión.
La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra
de Jesucristo, que no puede reconocerse como
válida esta nueva unión. Si los divorciados se
vuelven a casar civilmente, se ponen en situa-
ción que contradice objetivamente la ley de Dios".
En consecuencia, al conocer este argumento,
pensé en la Constitución que ha sido sanciona-
da por este Congreso, la cual dice en el párrafo
segundo del Artículo 4º: "La forma del matrimo-
nio y las causas de separación y de disolución
—léase divorcio— son reguladas por la ley". Es
decir, la ley peruana admite el divorcio y son
muchas personas divorciadas en este país; pero,
que yo sepa, la Iglesia no ha hecho cuestión de
estado al respecto.
Le concedo una interrupción al doctor Enrique
Chirinos.
El señor PRESIDENTE.— Doctor Chirinos
El señor CHIRINOS SOTO (Ren).— Gracias,
señor Presidente.
Específicamente, es sobre técnica jurídica. Us-
ted ha leído "disolución", y tras ello dice "divor-
cio"; o sea, eleva usted el divorcio, que en el Perú
efectivamente tiene categoría de precepto legal,
a precepto constitucional. Pero "disolución" no
significa necesariamente "divorcio". "Disolución"
significa que se disuelve el vínculo, lo que pue-
de ocurrir por muerte de uno de los cónyuges o
por declaración de nulidad. Le quiero decir que
no está ahí la palabra "divorcio".
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Muñiz.
El señor MUÑIZ ZICHES (C90-NM).— Efec-
tivamente, la palabra "divorcio" no consta en el
texto de la Constitución, pero creo que el pre-
cepto constitucional se refiere a la última etapa
del proceso de divorcio, que causa la disolución
matrimonial. En consecuencia, considero que
poner "divorcio" y "disolución" podría, de alguna
manera, haber significado una redundancia para
quienes redactaron la Constitución.
Pero, yendo al argumento de fondo, sí estamos
en este momento debatiendo un tema trascen-
dental, en el cual —repito— se han expuesto
argumentos médicos y socioeconómicos. En lo
personal, tengo ya una idea clara respecto al
tema médico y al tema socioeconómico. Sin em-
bargo, cuando se nos ha hecho mención a la ley
moral, yo he llegado a la conclusión, casi tam-
bién de manera inmediata, que éste no es el ca-
mino que justamente quiere la ley de Dios.
Yo creo que hay situaciones en la vida que avan-
zan, se desarrollan, se transforman, y que exi-
gen una respuesta de la sociedad.
Mi amigo el congresista Rafael Rey me decía hace
unos minutos que no estábamos discutiendo la
ley del divorcio. Efectivamente, quizás no este-
520
mos discutiendo la ley sobre inseminación arti-
ficial u otros temas que se han sucedido en nues-
tra vida diaria, ya que la realidad es más rica
que muchos de los preceptos. Pero si, por no
contrariarla como principio fundamental, nos
encasillamos en la ley de Dios, ¿en qué quedan
los conceptos de divorcio y demás que he men-
cionado?
Con esta intervención yo simplemente quería dar
mi parecer en este tema, y felicitar a Carlos
Ferrero, pues gracias a su exposición pudimos
darnos cuenta de su valía y los buenos concep-
tos que tiene sobre el particular.
Aunque yo casi he culminado con mi interven-
ción, quisiera darle una interrupción al señor
Ferrero.
El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso
de la interrupción.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).—
Muchas gracias por tus palabras, Jorge.
La cuestión sustantiva es que hay personas de
buena voluntad y de recto criterio que sostie-
nen su derecho a interpretar sus convicciones
religiosas de acuerdo a su conciencia. Perfecto.
Hay otras personas que sostiene la tesis según
la cual la Religión Católica tiene un Pastor, una
orientación, una voz y un magisterio que es la
Iglesia. Entonces, muchos sentimos que no po-
demos contradecir a la Iglesia porque ésta es la
que interpreta nuestra religión.
Ésa es una diferencia irreconciliable con gente
buena como Jorge que interpreta su religión. Yo
creo que mi religión la interpreto a través de lo
que me dice mi Iglesia. Eso es todo.
El señor PRESIDENTE.— Gracias, doctor
Ferrero.
¿Ha concluido su intervención, señor Muñiz?
El señor MUÑIZ ZICHES (C90-NM).— Sí,
señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Para concluir este
bloque en el uso del tiempo de la Alianza Cam-
bio 90-Nueva Mayoría, tiene la palabra el señor
Medelius.
El señor MEDELIUS RODRÍGUEZ (C90-NM).—
Señor Presidente, señores congresistas: El mo-
tivo de mi intervención es abordar el tema de
esta modificación en la política de población, la
cual es una de las tantas políticas que a nivel
nacional van a regir los destinos del país en bus-
ca del desarrollo y el bienestar.
Cuando hablamos de una política nacional de
población, tenemos que ver como objetivo la pro-
moción de una equilibrada y armónica relación
entre el crecimiento de la población y el desa-
rrollo del país, tanto económico como social; asi-
mismo, promover y asegurar la decisión libre,
informada y responsable de las personas y las
parejas sobre el número de hijos y el espacia-
miento de los nacimientos, así como lograr una
reducción significativa de la morbimortalidad.
Veamos la historia. Si observamos la curva de-
mográfica como una lección de modestia, debe-
mos tener compasión y temor. Cuando Cristo
andaba entre los hombres, la humanidad no es-
taba asegurada como especie. Los apocalípticos
jinetes del hambre y de la peste arrojaban a
menudo siniestras sombras sobre naciones en-
teras. Toda familia tenía siempre presente que
la mano de la muerte se cernía sobre cada niño,
cada hombre o mujer. A los viejos se les trataba
con especial respeto, acaso no sólo por su sabi-
duría, sino porque su número era escaso. La
obediencia al precepto de crecer y multiplicarse
se debía a que eran conscientes de la precaria
posición de la especie, debido a la alta mortali-
dad. Entonces, no había más defensa que su pro-
pia fecundidad.
Las enfermedades epidémicas ponían todavía en
entredicho la supervivencia. Llega entonces el
desarrollo científico y, con ello, el desarrollo de-
mográfico. En el Perú, la curva demográfica se
eleva con celeridad. En 1900 éramos tres millo-
nes setecientos sesenta mil habitantes; en 1950,
siete millones seiscientos mil; en 1970, trece mi-
llones; y hoy, 1995, somos cerca de veinticinco
millones de habitantes.
Un crecimiento demográfico acelerado puede lle-
gar a frustrar el bienestar de las futuras gene-
raciones, ya que la existencia se complica con
problemas de orden social —como la educación,
que es factor esencial para el progreso social y
económico— y con el aumento de obstáculos cada
vez mayores que frenan el desarrollo económico
de casi todos los países. Un índice de crecimien-
to de tres por ciento anual duplica la población
de un país en veinticinco años; y un crecimiento
del cuatro por ciento lo hace en dieciocho años.
En el Perú, aún cuando no haya explosión de-
mográfica, sí tenemos un problema demográfi-
co en los estratos más bajos de la sociedad. El
cuarenta por ciento de los hogares, los más po-
bres del país, tienen casi las dos terceras partes
de los nacimientos. Las mujeres con alguna edu-
521
cación primaria tienen tres hijos, mientras que
las mujeres analfabetas tienen siete u ocho.
Se dice que nuestra tasa de natalidad está ba-
jando; pero lo es de manera lenta y desigual,
porque sólo desciende en los estratos medios y
altos, donde existe educación e ingresos. Cuan-
do crecíamos al tres por ciento anual, aumentá-
bamos en trescientos mil habitantes. Ahora cre-
cemos en un dos por ciento, y aumentamos en
cuatrocientos sesenta mil.
Nuestra población ha aumentado en dos millo-
nes desde 1990 a la fecha, lo que es casi el doble
del aumento total que tuvo en cien años, entre
1800 y 1900. Ello nos lleva a decir que tenemos
que moderar la natalidad sin discriminación so-
cial, según el deseo de la familia y las posibilida-
des reales de desarrollo del país.
El Perú, según las estadísticas de 1993, tiene
una tasa de mortalidad de sesenta y dos por mil
en el universo de niños de cero a cinco años, de
los que cuarenta y tres corresponden a menores
de un año. En ese año —en que tuvimos seis-
cientos cincuenta y dos mil nacimientos— mu-
rieron cuarenta y un mil niños entre cero y cin-
co años, lo cual sitúa a nuestro país como uno de
los de mayor tasa de mortalidad infantil en
Latinoamérica. Asimismo, tenemos que el abor-
to es la primera causa de muerte materna.
Desde el punto de vista de las necesidades de
inversión, el Centro para el Progreso Económi-
co Internacional señala que en las naciones don-
de la población está aumentando en un tres por
ciento anual se tiene que ahorrar e invertir por
lo menos el nueve por ciento de sus rentas para
únicamente mantener los niveles de vida ya exis-
tentes, pero los países subdesarrollados se ca-
racterizan por ahorrar y reinvertir menos del
diez por ciento en su renta nacional cada año,
según señala dicha institución.
Es obvio, entonces, que la mejora en el nivel de
vida es extremadamente lenta y difícil —en al-
gunos casos resulta imposible— en la mayoría
de países subdesarrollados que tienen índices
elevados de natalidad.
Es aquí que quiero señalar que, desde un punto
de vista demográfico o de progreso económico,
el asunto no es deshumanizar el problema de la
natalidad, pues a todos nos angustia y preocupa
el alto número de niños pidiendo limosna, de
niñas prostituyéndose o de personas buscando
desperdicios para poder comer. De ahí que una
política nacional de población razonable debe
cuidar que la maternidad y la paternidad sean
responsables para así poder dar calidad de vida
a nuestra población.
La necesidad del control de la natalidad es in-
discutible, y es humanitario tener una política
nacional de población coherente, ya que el cre-
cimiento demográfico y la pobreza es un atenta-
do contra la humanidad.
UNICEF, en un informe sobre el estado mun-
dial de la infancia, analiza la interacción que
existe entre pobreza, población y medio ambien-
te. Dicha relación genera graves problemas que
no solamente son de índole económico o indivi-
dual, sino que también produce dificultades en
la sociedad que atentan contra la estabilidad
social y política.
Según dicho estudio de la UNICEF, la interacción
de pobreza, población y medio ambiente trae
como consecuencia altas tasas de mortalidad
infantil, carencia de infraestructura, desprotec-
ción en la enfermedad y en la vejez, falta de ac-
ceso a la educación, poca confianza en el futuro,
desempleo, emigración a suburbios superpobla-
dos, viviendas deficientes, contaminación del
ambiente, clima desfavorable para inversiones
y otros problemas adicionales que conllevan di-
visiones sociales y violencia.
Entonces, es en este momento que tenemos que
ver si en esta política de población debe aceptar-
se como método la esterilización. Actualmente,
dicho método ya es aceptado, aunque solamente
por razones médicas, cuando el galeno conside-
ra que la salud de la mujer corre grave riesgo
por el embarazo. Es decir, la realidad es otra,
pues se hace esterilizaciones en hospitales del
Ministerio de Salud y del Seguro Social con el
consentimiento de la pareja.
En la encuesta nacional de 1981 sobre el uso de
métodos anticonceptivos, la esterilización —tan-
to femenina como masculina— ya fue mencio-
nada. El actual debate indica que en los últimos
años la política ha sido la de la avestruz: lo que
no se ve, no existe. No es raro que una ley se dé
como consecuencia de la realidad, para legalizar
una práctica cada vez más usada y aceptada. De
ahí la necesidad de discutir esta práctica amplia-
mente.
La no aprobación de esta ley implicaría mante-
ner en la clandestinidad una práctica que ya exis-
te y que es aceptada extraoficialmente, lo cual
pondría en riesgo la prestación de un buen ser-
vicio. Por eso, la inclusión de la esterilización
como método debe considerar, necesariamente,
una muy buena información sobre todos los
métodos anticonceptivos y una adecuada educa-
ción sexual. De ese modo, existirá verdadera li-
522
bertad para decidir por el número de hijos que
se desee tener, proporcionando buenos servicios
y respetando las opciones personales, cualesquie-
ra que sean éstas, ya que están consagradas en
nuestro cuerpo constitucional.
También podemos interpretar que el Código Ci-
vil podría decirnos que, en un estado de necesi-
dad, es procedente la esterilización. Salvar la vida
o preservar la salud de una persona es un esta-
do de necesidad. ¿Pero acaso no es también un
estado de necesidad el que una persona que tie-
ne muchos hijos se asegure de no concebir uno
más? ¿Acaso no es un estado de necesidad ma-
yor el que esa persona, además de tener muchos
hijos, viva en extrema pobreza? Si esto no pue-
de ser considerado como estado de necesidad,
cuando menos cumple el requisito de estar mo-
tivado por un sentimiento humanitario.
El Artículo 6º de la Constitución establece que
"La política nacional de población tiene como
objetivo difundir y promover la paternidad y
maternidad responsables. Reconoce el derecho
de las familias y de las personas a decidir". En la
práctica, muchas personas se someten a la este-
rilización para evitar el riesgo de un embarazo
no deseado, y si resulta que hoy en día ya no es
irreversible, entonces ésta es una opción volun-
tariamente elegida que es concordante con el
Artículo 6º de la Constitución.
La integridad de la persona humana no puede
resquebrajarse por un método quirúrgico que
permite la planificación familiar y la materni-
dad y paternidad responsables, porque si real-
mente la esterilización afectara la integridad fí-
sica, entonces también tendríamos que prohibir
la cirugía estética, la liposucción y todos los de-
más procedimientos quirúrgicos que disminuyen
el tamaño de determinadas partes del cuerpo
humano.
En consecuencia, siendo la esterilización una
práctica cada vez más usada y aceptada mun-
dialmente, quiero manifestar que mi voto será
por la modificación del Artículo VI del Título
Preliminar de la Ley de Política Nacional de
Población.
Finalmente, con relación al asunto religioso,
quiero decir que yo también soy católico. Por eso
conozco el catecismo de mi Iglesia, donde se
menciona el denominado "criterio de conciencia",
que es lo que como católicos debemos ejercer.
Por supuesto, somos pasibles de equivocarnos,
y para eso también el catecismo contempla lo
que se llama "el juicio erróneo". Entonces, noso-
tros tenemos que pensar que si todo evoluciona,
también hay evolución en la ética sexual.
Al respecto, quiero terminar refiriéndome a un
trabajo de Rosa Domingo Trapazo que dice que,
en realidad, la ética sexual de la Iglesia Católica
se ha mantenido bajo la influencia del pensa-
miento de San Agustín —nacido el año 354—
por más de mil quinientos años. Desde el Siglo
IV, la posición oficial de la Iglesia sobre la sexua-
lidad no ha variado; toda su ética sexual y su
postura frente a la procreación se basa en la po-
sición tomada por San Agustín.
La relación sexual, aun con la legítima esposa,
es ilegal cuando se pretende impedir la concep-
ción.
Éste es el punto clave en que se fundamenta la
oposición de la Iglesia Católica a los métodos que
impiden la concepción.
Tuvimos que esperar hasta 1951, cuando el Papa
Pío XII, en una famosa y muy citada alocución a
un grupo de enfermeras y obstetrices, reconoce
la posibilidad de espaciar los nacimientos por el
método del ritmo.
El Papa Juan XXIII decide crear una comisión
para estudiar el problema del control de la nata-
lidad y las reacciones entre las parejas al méto-
do del ritmo.
Esta comisión no concluyó sus trabajos, pero el
Papa Pablo VI nuevamente la reconstituyó por
teólogos, sacerdotes, laicos, médicos y otros cien-
tíficos y algunas parejas de esposos provenien-
tes de Europa y Norteamérica.
La comisión terminó su trabajo en 1967 con dos
informes para el Papa. En ellos, se decía que la
posición de la mayoría, con la votación de sesen-
ta y cuatro de sus miembros, era favorable a la
moralidad de los métodos anticonceptivos. El
informe de minoría, con cuatro personas, fue el
que adoptó el Papa Pablo VI.
Por eso pienso que si siempre hay evolución de
la ética, tenemos que esperar que en algún mo-
mento la Iglesia Católica sepa comprender la
posición que vamos a adoptar esta noche.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Gracias, señor con-
gresista.
Tiene la palabra el señor Harold Forsyth.
El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— Gra-
523
cias, señor Presidente.
Precisamente, tengo aquí una nota periodística
publicada hoy, donde brevemente se cita lo di-
cho en Beijing por la representante norteameri-
cana Madelaine Albraid: "Ninguna mujer, esté
en Birmingham, Bombay, Beirut o Beijing, debe
ser esterilizada por la fuerza u obligada a abor-
tar". Naturalmente, no creo que éste sea el caso
de lo que aquí estamos hablando, pero conside-
ro que es relievante mencionar esto en relación
con la cuestión previa que se planteó en la ma-
ñana. Era importante para la Representación
Nacional contar con los instrumentos de juicio
necesarios sobre lo que en este momento está
ocurriendo en Beijing.
Debo decir que confronto cierto problemas per-
sonales —muy personales, diría yo— respecto a
lo que debe ser mi propia posición. De un lado,
me siento muy tentado, por muchas razones, a
acompañar a quienes están en contra del pro-
yecto; pero, de otro, también soy consciente de
que algunas ideas aquí planteadas son sumamen-
te válidas e introducen nuevas posibilidades para
mejorar en algo la calidad de vida de algunos
peruanos.
El señor Presidente de la República informó en
su mensaje del 28 de julio último —y lo ha repe-
tido después ante la prensa— sobre lo que es la
planificación familiar. Al respecto, el caso de los
sectores altos es diferente a lo que ocurre en los
sectores populares. Es importante que tengamos
esto en cuenta, porque información significa li-
bertad de acceder, y la libertad para los pobres
es desgraciadamente algo distinta.
Teóricamente, en el Perú todos somos libres. En
este mismo recinto hay dos gorros frigios ubica-
dos cerca del techo que encarnan precisamente
la libertad. Todos los hombres somos libres para,
por ejemplo, estudiar en Oxford, ir a comprar a
Wong o escoger automóviles.
Lamentablemente, para el pobre la libertad se
maneja con un criterio distinto, porque si una
persona de un sector medio o alto decide proce-
der a una intervención quirúrgica para la este-
rilización, va probablemente a la Clínica Ameri-
cana, paga quinientos dólares y soluciona el pro-
blema. Pero si eso ocurre con una persona que
pertenece a un sector popular, evidentemente el
Estado tiene que dar algún tipo de apoyo, por-
que el individuo carece de esos quinientos dóla-
res.
Entonces la libertad empieza a tener un ángulo
distinto que, ciertamente, debe merecer la aten-
ción del legislador. No es tan fácil que el Con-
greso ejerza una fiscalización en ese tema, como
sugería la distinguida congresista Edith Mella-
do, porque se trata, a fin de cuentas, de más de
diez millones de personas, y el Congreso es un
ente fiscalizador, no policial.
En ese sentido, quiero señalar que existen ries-
gos claros, y que debemos ser conscientes de ello.
Por ejemplo, hay la posibilidad de que, más allá
de la labor informativa que debe realizar el Go-
bierno para que —en lo posible— todos los pe-
ruanos estemos en capacidad de decidir, se alte-
re la libertad de escoger; es decir, que de alguna
forma podrían darse estímulos indebidos. Yo no
imputo al actual Gobierno esta posibilidad; sólo
quiero referirme a que debemos legislar pensan-
do en el futuro, inclusive más allá del año 2000.
El 2000 ha sido puesto en esta exposición de
motivos como un año cabalístico o emblemático.
Se dice que el país requiere alcanzar como meta
social, antes del año 2000, un tamaño poblacional
que permita una equitativa distribución del in-
greso. En todo caso, el tercer milenio tampoco
comienza en el año 2000, sino en el año 2001, y
ojalá que a partir de entonces la vida deje de ser
una odisea para muchos peruanos.
Comparto el criterio de que el proyecto bien di-
señado, llevado adelante con buena voluntad y
con buena fe, puede contribuir a mejorar en algo
la calidad de vida de muchos de nuestros com-
patriotas. En ese sentido, me sumo a lo que han
mencionado otros distinguidos miembros de mi
bancada, como el doctor Róger Guerra-García.
Sin embargo, me preocupa muchísimo que no
se establezca claramente que este asunto debe
basarse en una libre elección, en el libre albe-
drío, en el ejercicio de la libertad plena y, al mis-
mo tiempo, en el hecho de que no pueden me-
diar —en el momento de adoptar esa decisión
personal— estímulos o recompensas materiales
o de otro tipo.
Repito que no quiero imputarle ninguna mala
intención al actual Gobierno. En todo caso, no
estamos legislando solamente para éste, sino
para el futuro, pues podría darse la circunstan-
cia desgraciada de que se estimule a los perua-
nos y peruanas —por ejemplo, mediante festi-
vales o "polladas", o a cambio de arroz, azúcar,
panetones o pavos— para que procedan a tomar
decisiones que definitivamente son dramáticas
para la vida de cualquier persona. Es ético y
moral el que tomemos una previsión en ese sen-
tido.
Es por eso que hemos pensado que, mantenien-
do las dos líneas del proyecto modificatorio que
524
ha sido enviado por el Ejecutivo, es necesario
que se agregue un punto específico que precise
con claridad que la adopción de cualquier méto-
do se basa, única y exclusivamente, en la liber-
tad personal, sin que medie para ese efecto estí-
mulos o recompensas materiales de ningún tipo.
En ese sentido, está en la Mesa —yo rogaría que
sea distribuida si ése fuera el criterio de la Pre-
sidencia— una propuesta que cuenta con el res-
paldo formal de varios congresistas, tal como allí
se indica, entre los cuales están la señora Anel
Townsend y los señores Llerena, Gamarra, Reto,
Vargas Marín, Guerra-García, Lajo, San Román,
Pulgar Lucas; y estoy seguro que muchos otros,
con los cuales por falta de tiempo no hemos po-
dido conversar, también respaldarán la propues-
ta.
Agradezco la paciencia de todos.
Gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias,
señor Forsyth. Se va a disponer la distribución
del documento.
Tiene la palabra el señor Aldo Estrada.
El señor ESTRADA CHOQUE (UPP).— Se-
ñor Presidente, señores congresistas: Realmen-
te no había pensado hacer uso de la palabra en
la madrugada, por ello los temas que preparé
para mi discurso ya han sido prácticamente ago-
tados. Sin embargo, hay aspectos fundamenta-
les que necesariamente debo tratar para susten-
tar mi voto.
Aquí he escuchado algo importante que, por su-
puesto, nos lleva a meditar bastante. Alguien dio
a entender que quienes voten a favor o en con-
tra del proyecto resultarían siendo enemigos o
amigos de la Iglesia, y esto no es cierto. Yo soy
católico desde mis ancestros, y tengo la seguri-
dad de que la Iglesia me quiere como hombre
reflexivo, como alguien capaz de poder razonar,
de auscultar una realidad y de tener una res-
puesta justa y, por supuesto, con rostro huma-
no.
Se ha hablado bastante de Dios. Por eso, yo quie-
ro referirme al pensamiento del gran constitu-
cionalista argentino Echevarría, quien decía que
la religión es aquel instinto imperioso que lleva
al hombre a tributar su homenaje al Creador; la
religión es un pacto tácito entre Dios y la con-
ciencia humana; ella forma el vínculo espiritual
que une a la criatura con el Hacedor y, al mar-
gen de toda imposición, algo eminentemente vo-
luntario.
El legislador no puede, ni en el hecho ni en el
derecho, penetrar en el interior de las concien-
cias individuales e imponer una obligación o pro-
hibición, cualquiera que ésta sea.
La situación es ahora bastante clara cuando el
señor Presidente de la República en su mensaje
dice que los medios anticoncepcionales deben ser
difundidos a todo nivel, y particularmente en los
sectores más necesitados que no tienen la opor-
tunidad de llegar a ellos. Cuando se afirma que
esto es necesario y fundamental, yo me pregun-
to: ¿se está prohibiendo algo o se está yendo di-
rectamente a propiciar el empleo de determina-
do medio como la esterilización? Yo creo que no.
En todo caso, la familia es libre de utilizar el
método que más le convenga según su realidad
social, biológica, jurídica e —indiscutiblemente—
moral.
De otro lado, no podemos negar que en este país
el tratamiento del tema de los anticonceptivos,
desde el punto de vista social y legal, ha tenido
la influencia de la Iglesia Católica, proyectando
su posición hacia una población cristiana y ha-
cia un Estado que, evidentemente, amparaba
esta situación con el argumento de que había la
necesidad de poblar el país, de que había la ne-
cesidad —falsa, por supuesto— de amparar las
buenas costumbres y la moral. Es esta razón y
no otra por la cual en 1958 el Gobierno de en-
tonces prohibió terminantemente la elaboración
de medios anticonceptivos mecánicos.
Nos informa Viterbo Arias que cuando se discu-
tió en 1863 el proyecto de Código Penal, hubo
una fuerte corriente conservadora que preten-
dió castigar, en la misma medida que al aborto,
el solo hecho de hablar de medios anticoncep-
cionales.
Posteriormente, Leonidas Avendaño postuló el
delito anticoncepcional, justamente después del
año de 1924. En 1928, se encomendó a Gustavo
Cornejo y a Plácido Jiménez para que elaboren
el proyecto de Código Penal, y en su Artículo
388º se incorporaba una norma expresa que san-
cionaba el solo hecho de comentar algo sobre los
procedimientos anticoncepcionales. Si se hubie-
ra admitido todo esto, habría sido parte de una
verdadera barbarie.
La legalidad del uso de anticonceptivos y méto-
dos de control de la natalidad se ampara en la
Constitución, pero no basada en el argumento
de que la población del Perú es muy pobre, sino
en el principio de la libertad individual que la
Carta Fundamental reconoce a todo ciudadano,
la cual le da la potestad de elegir el medio que
buenamente desee.
525
Y hay algo más importante: juristas vinculados
a la Iglesia han dicho que, en definitiva, se trata
de un asunto que incumbe al fuero inviolable de
la conciencia de cada persona.
Aquí se ha argumentado en el sentido de que se
está violando la Constitución, el Código Civil,
pero esto no es cierto. La Constitución es termi-
nante cuando dice que la vida humana se inicia
en el momento de la concepción, cuando se for-
ma el huevo o cigoto.
Lo mismo dice el Código Civil y —lo que es más
importante— establece que la personalidad se
inicia con el nacimiento, y que al que está por
nacer se le reputa nacido para todo lo que le fa-
vorezca, a condición de que nazca vivo.
Asimismo, se ha dicho que al admitir la esterili-
zación se estaría cometiendo un delito de lesio-
nes graves; incluso, se ha hablado de genocidio.
Aquí hay personas ilustradas, abogados que co-
nocen de su oficio y que han pasado toda su vida
enseñando derecho penal, y no podemos permi-
tir que semejante despropósito prospere. Allí
donde la ley permite el empleo de determinado
medio, no hay delito en lo absoluto, y tiene que
respetarse el principio de legalidad que procla-
ma el Código Penal cuando dice que nadie pue-
de ser juzgado por una infracción que no esté
expresamente considerada como delictiva en la
ley penal.
Por tanto, estamos aquí ante una alternativa.
Schiller decía: "Dios nos ha concedido la fortale-
za de la libertad; entonces, actuemos conforme
a ella". He manifestado que las leyes no se pue-
den dictar para pobres o para ricos. Las leyes se
dictan para todos, y aquí el principio fundamen-
tal que tiene que orientar indudablemente...
El señor PRESIDENTE.— Doctor Estrada, se
le ha hecho una concesión muy especial, y le pido
por favor que concluya su intervención.
El señor ESTRADA CHOQUE (UPP).—
Quiero manifestar que mi voto va a ser a favor
del proyecto que viene del Ejecutivo porque es
bastante claro, y no podemos esperar hasta el
año 3000 —según insinuación del congresista Fe-
rrero— en que estaría cambiando la situación
de los pobres.
Gracias, señor.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
Tiene la palabra el señor Pardo Mesones.
El señor PARDO MESONES (UPP).— Gra-
cias, Presidente.
Creo que a estas alturas de la madrugada es muy
difícil cambiar de opinión o hacer que alguien
cambie la suya. Por ello, quiero contarles a mis
amigos congresistas que yo he tenido un serio
problema de conciencia sobre esta ley que, por
lo que estoy viendo, seguramente va a ser apro-
bada.
Cuando a John F. Kennedy le preguntaron, sien-
do candidato a la Presidencia de los Estados
Unidos, si aprobaría una ley que fuera contra
su Religión Católica, contestó: "A mí me están
eligiendo Presidente de los Estados Unidos, y
no Papa del Vaticano".
Yo soy congresista elegido por el pueblo, no he
sido consagrado sacerdote. Sin embargo, no pue-
do desprenderme del hecho que soy un católico.
No seré un católico perfecto ni mucho menos.
Soy pecador como la mayoría de los católicos, y
lo reconozco. Pero también soy una persona pen-
sante, y tengo la leve sospecha de que esta ley
puede ser manipulada, no solamente por este
Gobierno, sino por cualquier otro que pueda ve-
nir en el futuro.
Les quiero contar una anécdota personal. En
1967 yo era un activo miembro de la Iglesia a
través de los cursillos de cristiandad, y el Vati-
cano Segundo —cuando Juan XXIII era Papa—
dio a entender a la comunidad católica que el
control de la natalidad era posible y necesario.
Y yo he visto en esa época a sacerdotes recomen-
dar la píldora y otros medios de anticoncepción,
aunque nunca los escuché hablar de esteriliza-
ción
¿Pero qué sucedió en 1968? El Papa Paulo VI, a
través de su encíclica Humanae Vitae, sostuvo
que los católicos no podíamos realizar el control
de la natalidad fuera del método de Oggino
Knaus. En ese tiempo leí la encíclica con mucho
cuidado y me llamó la atención el Artículo 23º.
Este artículo, que después de todos estos años
ha vuelto a mi memoria, realmente me impactó.
En él, Paulo VI dice, refiriéndose a los gobier-
nos, lo siguiente:
"Llamamiento a las autoridades públicas.
23. Nós decimos a los Gobernantes, que son los
primeros responsables del bien común y que tan-
to pueden hacer para salvaguardar las costum-
bres morales; no permitáis que se degrade la
moralidad de vuestros pueblos; no aceptéis que
se introduzcan legalmente en la célula funda-
mental, que es la familia, prácticas contrarias a
la ley natural y divina. Es otro el camino por el
526
cual los Poderes Públicos pueden y deben con-
tribuir a la solución del problema demográfico:
el de una cuidadosa política familiar y de una
sabia educación de los pueblos, que respete la
ley moral y la libertad de los ciudadanos".
Tal como se ha dicho, el Congreso de la Repúbli-
ca legisla y fiscaliza. Por eso tenemos la obliga-
ción, si esta ley se aprueba, de vigilar cuidado-
samente que en el futuro no se vaya a manipu-
lar a nuestros hermanos menos informados, a
los más pobres, mediante un método de control
de la natalidad dirigido; porque si ése fuera el
caso, estaríamos simplemente maniobrando a los
seres humanos, y eso es muy grave.
Entonces, tal como ha pedido un congresista de
otra bancada, yo también solicito que se vote
nominalmente, y que todos juntos reflexionemos
en que estamos dando una ley sumamente peli-
grosa. Seamos conscientes de ello, porque es muy
curioso que después del anuncio presidencial del
28 de julio venga inmediatamente un proyecto
de ley sobre este tema que es tan controvertido
y tan difícil.
Finalmente, en este momento quiero dirigirme
a los congresistas varones para decirles lo si-
guiente: si debemos dar el ejemplo, ¿quién de
ustedes está dispuesto a hacerse la vasectomía?
Si no están dispuestos, entonces no esperen que
sus hermanos más pobres lo estén; y si lo están,
pues voten de acuerdo a su conciencia.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Gustavo Mohme.
El señor MOHME LLONA (UPP).— Señor
Presidente: A estas horas de la madrugada, evi-
dentemente poco nuevo se puede decir. Sin em-
bargo, un debate tan trascendental obliga a que
cada uno de nosotros exponga su punto de vista,
aunque sea someramente.
En primer lugar, quisiera incidir en un tema ya
tratado. Este Congreso unicameral se basa en
una tarea fundamental: en el análisis profundo
que las comisiones realicen de los proyectos de
ley que se traen a debate. Sin embargo, todos
han reconocido que este dictamen en mayoría
es totalmente deficiente, desde el punto de vis-
ta del argumento que presenta.
El análisis del Colegio Médico ha sido cuestio-
nado por estos documentos que hoy nos han al-
canzado: el de los cinco ex decanos del Colegio
Médico y el de la Asociación Nacional de Médi-
cos Católicos. Inclusive, mencionan el Artículo
40º del Código de Ética del Colegio Médico, que
textualmente dice: "El médico puede prescribir
regímenes o métodos anticonceptivos que no
afecten la salud y que no sean capaces de produ-
cir esterilidad permanente".
El debate científico que se ha desarrollado acá
no nos ha demostrado que la esterilización sea o
no reversible. En consecuencia, pienso que es
necesario profundizar más en este análisis an-
tes de dar paso a una ley que tenga los conteni-
dos que este proyecto presenta.
Si esto es así, si este dictamen no tiene la
sustentación necesaria y no ha considerado los
aspectos constitucionales y legales que el con-
gresista Salazar Larraín ha mencionado en su
dictamen en minoría —lo que obligaría a un pro-
nunciamiento de la Comisión de Constitución—,
entonces es evidente que este proyecto no está
maduro para un análisis y una votación en el
Pleno. Por lo tanto, considero que esta propues-
ta debe regresar a comisiones para que se elabo-
re un documento de mayor calidad.
El tema también conlleva a separar dos aspec-
tos que son intrínsecos en él: primero, el
enfrentamiento político entre el Gobierno y la
Iglesia, y los ataques a ésta con el pretexto de la
planificación; y, segundo, la necesidad de una
política de población en el marco de una pro-
puesta integral de desarrollo y bienestar, en la
que el Estado debe tener un rol rector. Ninguno
de nosotros puede negar esta necesidad ni pue-
de estar en desacuerdo con ella, pero la legisla-
ción tiene que ser coherente con este principio y
con los que a continuación explicaré.
Quienes reconocemos la gravedad de los proble-
mas nacionales tenemos que coincidir en la ne-
cesidad de una política de población como factor
indispensable de una propuesta integral de de-
sarrollo, en la cual se debe incluir, necesariamen-
te, elementos para que el Estado promueva la
regulación de la tasa de crecimiento poblacional,
en coherencia con la generación de recursos y el
mejoramiento de la calidad de vida de los ciuda-
danos.
Pero esto no puede reducirse a niveles meramen-
te instrumentales de difusión y/o promoción de
métodos anticonceptivos, sino que debería afir-
marse en una propuesta integral que busque el
bienestar de la población, y que esté básicamen-
te sustentada en una política de generación de
empleo productivo y de acceso a la alimentación
y servicios esenciales como salud y educación.
Esto es lo que está ausente en la propuesta gu-
bernamental. Por el contrario, la aplicación del
527
modelo económico en el quinquenio que acaba
demuestra que se busca ignorar el crecimiento
de la pobreza y la desigualdad social, y concen-
trar la riqueza en cada vez menos sectores. La
lucha contra la pobreza no puede referirse
simplistamente a la reducción del número de
pobres, sino tiene que ver con la redistribución
de la riqueza, en la que el Estado debiera tener
el rol de buscar niveles de justicia y de equidad.
Es correcto poner a disposición de las parejas y
de las personas toda la información y el acceso a
los servicios de salud necesarios que les permi-
tan garantizar una elección libre y voluntaria
respecto a su paternidad y maternidad. Sin em-
bargo, esto no se refiere únicamente a la promo-
ción de medios anticonceptivos, cualesquiera que
estos sean, sino que debe sustentarse en crite-
rios de justa valoración de la familia y de res-
ponsabilidad en el cuidado de los hijos, respe-
tando la decisión individual de las personas, in-
cluso para la elección de métodos irreversibles
como son los quirúrgicos.
En la propuesta del Gobierno se ignora elemen-
tos esenciales del problema, como es la mayor
tasa de natalidad en sectores populares del cam-
po y de la ciudad. Por ejemplo, se ignora los ba-
jos niveles educativos, especialmente en muje-
res pobres; la insuficiente cobertura de los ser-
vicios de salud, sobre todo en las zonas rurales
más pobres; la marginación de las mujeres po-
bres en relación al mercado de trabajo y los be-
neficios del progreso; la desvalorización del rol
de la mujer en la familia y en la sociedad.
Al reducirse el problema a algo meramente
instrumental, podría abrirse el espacio para que
desde el Estado se realicen campañas masivas
de esterilización, lo cual es una forma de coer-
ción que viola las libertades individuales. La con-
gresista Mellado ha dicho que contra esta posi-
bilidad está la facultad fiscalizadora del Congre-
so. Sin embargo, por fiscalizar, el 5 de abril de
1992 fuimos disueltos como Parlamento. En con-
secuencia, ¿qué garantía existe de que la labor
de fiscalización de este Parlamento pueda con-
cretarse y ser efectiva? Para nosotros, ninguna.
Finalmente, quisiera referirme a algunos asun-
tos que el congresista Marcenaro ha menciona-
do. Él plantea que la democracia está en la edu-
cación, en la capacidad de que todos tengamos
acceso a la información; pero ¿por qué no se dice
que democracia también es justicia social, es
bienestar, es igualdad de oportunidad para to-
dos?
Cuando el Gabinete informó en esta sala sobre
su programa de gobierno, tuvo dos propuestas
que indudablemente merecen el reconocimien-
to de todos: generar empleo y reducir la pobreza
al cincuenta por ciento. Pero estos objetivos no
se logran a través de un dispositivo como el que
se plantea, sino mediante una política económi-
ca redistributiva y la justicia social, que permi-
tan que todos tengan las mismas posibilidades.
Esto tampoco se contempla en un dispositivo
como el que aquí estamos tratando.
En consecuencia, solucionar el problema del de-
sarrollo del país no es eliminar a los pobres a
través de la esterilización u otros métodos. El
asunto está en generar más riqueza y en distri-
buirla mejor.
Hasta ahora el modelo económico ha concentra-
do la riqueza en la parte más alta de la pirámide
poblacional, y este supuesto "goteo" del bienes-
tar hacia la base de la pirámide económica no se
ha producido ni se producirá mientras se man-
tenga el modelo que se está aplicando. Por tan-
to, no será a través de esta política de esteriliza-
ción que se resolverá el problema de la pobreza
en el país.
Por todas estas consideraciones —respetando la
posición de quienes se han manifestado en otro
sentido en el seno de UPP y recogiendo la clara
intervención del doctor Róger Guerra-García so-
bre el análisis de lo que es una política
poblacional, con la cual coincido en gran parte—,
mi opinión es que no podemos dar pase a una
ley que no ha sido suficientemente analizada.
Por lo tanto, votaré en contra de la aprobación
del proyecto de ley y planteo su retorno a comi-
siones.
Gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.
Tiene la palabra el señor Daniel Estrada.
El señor ESTRADA PÉREZ (UPP).— Señor
Presidente: Como muchos otros colegas he deci-
dido con anticipación mi voto en favor de orga-
nizar un país en el que haya una verdadera pla-
nificación familiar. Ello, que viene de tiempo
atrás, lo compruebo con este precioso libro que
la Municipalidad del Qosqo entrega desde hace
años a los padres de familia para que lo estu-
dien sesudamente y les permita educar mejor a
sus hijos.
En este libro hay un capítulo especial dedicado
a la planificación familiar que, con entereza y
—por qué no decirlo— con calor paternal, asu-
mí en los años en que ejercí la Alcaldía de la
Capital Histórica del Perú. En éste se habla tam-
528
bién de los diversos métodos que existen para
hacer una paternidad responsable, y se hace refe-
rencia a la vasectomía y a la ligadura de trompas.
Para hacer este libro con la devoción que pone-
mos los que amamos la vida, he sido influido por
la pobreza de millones de peruanos a quienes he
contemplado todos los días de cerca y por quie-
nes he venido aquí, porque estoy motivado por
el voto de los pobres y conmocionado por la mi-
seria secular del Perú. Soy absolutamente cons-
ciente que esos niveles de pobreza extrema y de
pobreza extendida no van a ser superados impo-
niendo métodos de planificación familiar, pero
sé que este gravísimo problema puede ser palia-
do mediante estos métodos aplicados desde una
acción dirigida por el Estado.
Por eso también tengo la suficiente entereza co-
mo para decir que debemos apoyar la aproba-
ción de esta ley para que la esterilización sea
parte de la política nacional de población, siem-
pre y cuando exista la garantía que este método
se aplique cuando el hombre y la mujer lo acep-
ten libre y voluntariamente.
Yo no creo que, con la aprobación de esta ley, el
Estado esté queriendo maquiavélicamente
—como se dijo— una limpieza étnica. Por su-
puesto que el Estado tiene que propiciar y fo-
mentar el uso de este método. Así como se hace
propaganda por el condón, también tiene que in-
formarse debidamente sobre la aplicación racio-
nal y los efectos que tiene la vasectomía o la li-
gadura de trompas. De ese modo, las mujeres
peruanas —especialmente de la serranía, donde
existe una tasa que llega a siete hijos en prome-
dio— estarán en condiciones de decidir libremen-
te —hago votos por que sea así— que tienen la
posibilidad, antes de llegar a esta dramática si-
tuación, de evitar el nacimiento de hijos no de-
seados.
¿Cómo es posible que en las zonas rurales del
Perú el setenta y dos por ciento de los niños que
están entre los seis y nueve años de edad tengan
retraso en su crecimiento? ¿Qué país estamos
construyendo? ¿Acaso por razones ultramo-
ralistas vamos a permitir que en la selva rural
el veintidós por ciento de los niños no concu-
rran a las escuelas y se les niegue la posibilidad,
en su propio suelo, de acceder a lo más elemen-
tal de la educación?
Yo no afirmo que el control de la natalidad va a
solucionar este problema. Ataquemos las cau-
sas, correcto; pero ¿quiénes son responsables de
que sigan subsistiendo esos motivos para que
en el país haya tal cantidad de pobres?
Si hay que consentir que los pobres sigan multi-
plicándose y sigan siendo más pobres todavía
basados en la moral que hay en otros pueblos,
entonces pregunto: ¿es moral permitir que con-
vivan entre hombres, por ejemplo? ¿Es ésa la
moral que podemos aplicar en el Perú? No, se-
ñor, es distinta.
Nuestra moral se funda en el reconocimiento de
los valores que han hecho esta sociedad perua-
na con toda su diversidad. Hay que recoger ele-
mentos de su historia para construir su futuro.
Es por eso que nosotros —esperanzados en que
el Gobierno está sujeto a la propia Constitución
que establece las garantías para nuestra liber-
tad— tenemos que confiar en la construcción de
un Estado sólido que no renuncie a su obliga-
ción de vigilar la prosperidad del país, y hacer
que se den mejores condiciones de vida.
El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— ¿Me
permite una interrupción?
El señor ESTRADA PÉREZ (UPP).— Con el
mayor gusto, mi querido colega.
El señor PRESIDENTE.— Sólo quiero recor-
darle que el señor Estrada está por concluir su
tiempo. Sin embargo, vamos a concederle una
muy breve interrupción, señor Chipoco.
El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Los
países industrializados albergan menos del vein-
ticinco por ciento de los habitantes del mundo y
consumen el setenta y cinco por ciento de la ener-
gía, el ochenta y cinco por ciento de la madera y
el setenta y dos por ciento del acero. Sin embar-
go, nos piden que nosotros reduzcamos nuestra
población en lugar de que ellos reduzcan su con-
sumo y haya una mejor distribución. ¿Eso es jus-
to, señor Presidente?
El señor PRESIDENTE.— Puede continuar,
señor Estrada Pérez
El señor ESTRADA PÉREZ (UPP).— A mí,
querido colega, no me han pedido de afuera que
hable por otros. Yo hablo de acuerdo a mi con-
ciencia. Por eso Unión por el Perú nos dejó en
libertad de elegir, y yo he decidido libremente
sin escuchar los mandatos de nadie más que los
de mi conciencia y los de mi honor, porque acá
estamos para discutir las cuestiones que final-
mente importan al honor del país.
Yo no creo que el hecho de que estos métodos
sean irreversibles pueda ser una buena razón
para oponerse a este proyecto porque, de acuer-
do a la estadística que me ha proporcionado un
prestigioso científico como es el doctor Róger
529
Guerra-García, solamente dicen que la ligadura
de trompas es reversible en un uno o dos por
ciento en el caso de las mujeres de altos niveles
de ingreso, y en uno o dos por mil en el de las
mujeres pobres.
Entonces, ¿se va a legislar para dos de cada mil
mujeres, o se va a legislar para las novecientas
noventa y ocho mujeres que se sometan a estos
métodos?
Repito que tenemos la esperanza y la convicción
que nosotros, construyendo un Estado fuerte,
seremos capaces de impedir que haya abusos y
que exista agentes extraños —sea el Estado o
sea cualquier otra institución— a la intimidad
del hogar y a la seguridad de cada persona.
Confiado en ello, señor Presidente, votaré sin
condiciones por este proyecto, porque creo que
la Constitución del Estado —de antemano— ya
ha regulado sobre las libertades y las garantías
que tiene cada persona.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra
el señor Róger Cáceres.
El señor CÁCERES VELÁSQUEZ (PERÚ).—
Señor Presidente: Al iniciar mi intervención,
quiero formular una pregunta. ¿Es el problema
de Puerto Rico similar al del Perú? Quienes co-
nocen Puerto Rico podrán dar fe de que se trata
de una isla pequeña en extensión y muy pobla-
da. Por supuesto, ésa no es nuestra situación,
pues tenemos un territorio extenso, sumamen-
te variado y rico; calificado a nivel mundial como
el primero en riqueza ictiológica, el séptimo en
riqueza minera.
El Perú ha sido señalado como el país ideal para
que la humanidad pueda sobrevivir en caso de
un holocausto nuclear, porque tiene noventa de
los ciento treinta microclimas que hay en el
mundo; tiene o puede tener prácticamente to-
das las variedades de flora y fauna que existen
en el planeta; y tiene además una población pre-
parada por milenios de cultura andina para ser
el sujeto de una historia mejor.
Hemos tenido la mala suerte de que nuestra
República ha significado hasta ahora una frus-
tración. No hemos podido realizarnos. Ante tanto
fracaso y frustración, ahora se nos trae un men-
saje que se califica como neoliberal, como ultra
liberal y como pragmático. Así lo refiere el dis-
curso del señor Presidente de la República del
28 de julio, que dice: "Sería una hipocresía ha-
cer la ‘vista gorda’ sabiendo que se aplican dife-
rentes métodos para familias de diversas clases
sociales. Lo justo es difundir —he dicho ‘difun-
dir’— a fondo los métodos de planificación fa-
miliar. Hemos sido y seremos un Gobierno prag-
mático, sin tabúes ni ‘vacas sagradas’. Las mu-
jeres peruanas deben ser dueñas de su destino".
Invoco estas palabras porque en ellas encuentro
la clave con la cual debemos interpretar el pro-
yecto de ley que se encuentra en debate.
Ya el señor Róger Guerra-García ha planteado
cómo ha sido la evolución de la política poblacio-
nal del Perú. El Decreto Legislativo 346, pro-
mulgado hace diez años, contiene las normas
fundamentales de esa política poblacional, y en
su Artículo VI se dice: "La Política Nacional de
Población excluye el aborto y la esterilización
como métodos de planificación familiar".
La Mayoría pretende modificar este dispositivo
para que en adelante diga únicamente: "La Polí-
tica Nacional de Población excluye el aborto
como método de planificación familiar". Ello sig-
nifica que en el futuro la esterilización podrá
ser utilizada por el Estado —según lo que se
plantea en este decreto legislativo que tiene cin-
cuenta artículos— como sistema de trabajo que
ya no va a estar vedado por la Ley de Política
Nacional de Población, lo cual me parece un pe-
ligro sumamente grande.
Con este Gobierno hemos corrido muchos ries-
gos. Recuerdo que en su primera etapa —de 1990
a 1992— le otorgamos por consenso la facultad
de ir vendiendo el patrimonio del Estado. Sin
embargo, los legisladores teníamos en aquel
momento la idea de que no se utilizaría esa fór-
mula para liquidar todo el patrimonio nacional
de propiedad del Estado y de los peruanos.
¿Pero qué ha ocurrido? Que el Gobierno, utili-
zando esa facultad que le dimos, ha llevado ade-
lante su política de descentralización y de
privatización incluyendo aquellas áreas en las
que el Estado nunca había perdido y en aquellas
otras calificadas como estratégicas; tal es el caso
de los hidrocarburos.
Con esos precedentes, que los tiene muy en cuen-
ta quien habla, yo no podría tener el candor de
pensar que el Gobierno va a utilizar piadosamen-
te esta facultad que le estamos dando; tanto más
si el señor Presidente ha acentuado aquí el tér-
mino pragmatismo, que va a ser un gobierno muy
pragmático y dado a manejar sin tabúes ni "va-
cas sagradas". Estas pocas palabras son suficien-
tes para pensar en los riesgos que va a correr el
país con esta política.
En América Latina hay países cuya población
530
está creciendo más rápido que la nuestra. Inclu-
so creo que el Ecuador tiene una tasa de creci-
miento mayor, al igual que Bolivia y Chile, pese
a que en éste se han aplicado políticas similares
a las que son materia del debate de esta noche.
Yo creo que debemos juzgar esto con mentali-
dad nacional. Somos un país que tiene un pasa-
do fundamentalmente solidario, con valores que
perfectamente fueron ensamblados con los del
cristianismo. Ello nos debe conducir a resolver
la problemática nacional con una mentalidad
propia, sin aplicar al pie de la letra fórmulas
extrañas, venidas de otros continentes, como des-
graciadamente se hizo durante el Gobierno mi-
litar, con las consecuencias que hasta ahora la-
mentamos en tantas áreas, fundamentalmente
en nuestra economía.
Lo que interesa es que nosotros nos conduzca-
mos con cuidado. Yo no puedo dar mi voto cons-
ciente por una fórmula que encierra muchos ries-
gos para el país. Por ello, mi voto consecuente
—como lo ha sido siempre a lo largo de treinta y
nueve años como parlamentario, descontando
aquellos recesos que se produjeron— tiene que
ser en contra de este proyecto de ley por los pe-
ligros que reporta para nuestra población nati-
va y para el país en su conjunto.
Al leer este proyecto, me da la impresión de que
lo que se desea en el fondo es una migración
masiva de gente de otros continentes. Ya en el
CCD discutimos un proyecto de ley, que feliz-
mente fue retirado oportunamente, que propi-
ciaba el fácil ingreso al país de ciudadanos chi-
nos. Abrir las puertas para que se multipliquen
los chifas con la venida de chinos —como de-
nuncian en Marcona— en grandes cantidades y
reprimir el crecimiento de nuestra población
nativa es absurdo.
Lo que debe hacer el Gobierno es empeñarse en
mejorar la condición de los sectores más depri-
midos de nuestra población y desarrollar la ex-
plotación de nuestros recursos naturales. Ade-
más, debe preocuparse en mejorar nuestra edu-
cación y darle mayor capacidad adquisitiva a
nuestra población, para que así se active tam-
bién la economía del país.
En consecuencia, considero que quienes estamos
en la oposición tenemos el deber de cautelar que
este Gobierno no se exceda en el ejercicio de las
atribuciones que le demos. Porque hay antece-
dentes al respecto, estamos en el sagrado deber
de cautelar los intereses fundamentales de nues-
tro pueblo.
Por eso, con toda convicción, mi voto va a ser
—como el de muchos otros señores parlamenta-
rios que me han antecedido en el uso de la pala-
bra— en contra de este proyecto de ley.
El señor PRESIDENTE.— Todavía hay algu-
nos señores congresistas, especialmente de la
bancada de la Alianza Cambio 90-Nueva Mayo-
ría, que están en la lista de oradores. Quisiera
pedir a todos los señores cuya intervención está
pendiente que, en atención al tiempo...
El señor SALAZAR LARRAÍN (Ren).— La
palabra, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Bueno, usted ya
ha intervenido, señor Salazar Larraín, pero va-
mos a concederle cinco minutos. Luego voy a
consultar nuevamente a las personas que toda-
vía están por intervenir.
Tiene la palabra el señor Arturo Salazar Larraín,
por un turno.
El señor SALAZAR LARRAÍN (Ren).— Gra-
cias, señor Presidente, por la compresión.
Yo había tenido la peregrina idea de que el au-
tor de un dictamen en minoría tenía el derecho
de fundamentarlo y, después, defenderlo. Todo
el debate desarrollado acá ha sido prácticamen-
te de ataque a la posición que he mantenido en
este informe. Pero, en fin, así es. Estoy apren-
diendo.
Quiero ser muy claro con todos mis colegas. Yo
no sé muchas cosas, pero las pocas que sé las
conozco más o menos bien; y una de ellas es sa-
ber leer y, acompañado de ello, saber entender.
No creo que me equivoque al leer lo que dice el
Artículo 5º del Código Civil: "El derecho a la vida,
a la integridad física, a la libertad, al honor y
demás inherentes a la persona humana son
irrenunciables y no pueden ser objeto de cesión".
Asimismo, el Artículo 6º del Código Civil dice:
"Los actos de disposición del propio cuerpo es-
tán prohibidos cuando ocasionen una disminu-
ción permanente de la integridad física". Y el
Artículo 121º del Código Penal dice: "Se consi-
deran lesiones graves —o sea, punibles—:" Inciso
2): "Las que mutilan un miembro u órgano prin-
cipal del cuerpo o lo hacen impropio para su fun-
ción". Si esto no se puede aplicar a la esteriliza-
ción, yo no sé leer ni tampoco sé comprender.
Pero también quisiera referirme a un aspecto
que ha sido citado permanentemente a través
de este debate, que es la supuesta relación que
hay entre el número de nacimientos y la pobre-
za. No he querido desarrollarlo porque me pare-
531
cía que no era el tema que estaba poniéndose a
debate en el dictamen, por eso preferí la parte
jurídica y legal. Pero éste es mi tema. Desde hace
quince años que estudio esta relación con toda
dedicación. Incluso, hace cinco años escribí un
libro cuya bibliografía —que sí he leído íntegra-
mente— consta de ciento cinco títulos. De modo
que, de alguna manera, sé algo de este tema y
puedo asegurar que no existe tal relación entre
número de nacimientos y pobreza.
Como resulta que esto pudiera parecer un atre-
vimiento, envié este libro al doctor Juan Simon
—que es el especialista número uno de la econo-
mía de la población en la Universidad de
Maryland—, y he recibido de él una carta muy
elogiosa, en la cual me dice que es excelente el
planteamiento que hago al respecto. Por tanto,
estoy seguro que no hay relación entre la pobre-
za y el número de nacimientos.
Los nacimientos no son un retraso. Por el con-
trario, los nacimientos en un país como el nues-
tro son la fuerza que hace precisamente el desa-
rrollo. Es toda una posición orgánica que, des-
graciadamente, no puedo sustentar en todos sus
detalles, porque sería muy largo enumerarlos.
Pero lo que sí puedo decir es que he confrontado
estas ideas, porque pudiera ser que esté equivo-
cado, y he encontrado varios premios Nobel de
economía que están coincidiendo con esta posi-
ción. Tales son los casos de Simon Kuznets, de
Friedrich Hayek —que incluso tiene un capítu-
lo íntegro dedicado al aumento de la población—,
de Gary Becker; es decir, he leído a todos estos
autores de prestigio académico a nivel mundial,
y todos coinciden en que no hay relación ni,
menos todavía, correlación —como he escucha-
do acᗠentre el número de nacimientos y la
pobreza de un país.
Y, por si fuera poco, resulta que hoy, con la visi-
ta del señor Alvin Toffler —todos saben que es
un tipo de primera calidad, un futurólogo serio—,
en el diario "Gestión" aparecen sus declaracio-
nes, y precisamente le preguntan sobre la plani-
ficación familiar y el control de la natalidad.
Escuchen lo que declara al respecto el señor
Alvin Toffler: "En relación a los métodos de con-
trol de la natalidad, creo que en un país en el
que se obligue a la población a aplicar determi-
nado método, como es el caso chino, es malo". Y
luego de una serie de conceptos dice: "Con res-
pecto a los países pobres, durante la Conferen-
cia de las Naciones Unidas sobre Población que
se llevó a cabo en Tokio, tuve la oportunidad de
analizar las proyecciones sobre población que
diversas instituciones y expertos habían efectua-
do en la década del 60, y éstas resultaron
‘sorprendentemente incorrectas’." Y acá he es-
cuchado que se basan sobre éstas.
"Por ejemplo —dice Toffler—, en el caso de la
India se precisó que el país había alcanzado su
máxima producción de granos: 93 millones de
toneladas, por lo que resultaría imposible ali-
mentar una población de 200 millones de perso-
nas adicionales. Pero actualmente su capacidad
alcanza a 195 millones de toneladas, por lo que
resulta evidente que los expertos estaban equi-
vocados. Lo que sucedió es que la población si-
guió expandiéndose y siguió alimentándose; y el
error estuvo en subestimar el desarrollo inte-
lectual, la aplicación de la tecnología a la agri-
cultura". Ésta es la subestimación que se hace
del factor humano, que es el hombre, el mucha-
cho, el niño o la niña que nace.
Y termina diciendo: "Por lo que no deberíamos
simplemente asumir que es imposible alimen-
tar al mundo y aplicar crueles métodos de con-
trol de la natalidad".
Esto lo dice hoy el señor Toffler al llegar al Perú,
de manera que no estamos hablando de ningu-
na fantasía, sino de una realidad.
Creo que si nosotros vamos a limitar la pobla-
ción del Perú, le estamos haciendo un pésimo
servicio al futuro del país. Ya he hablado del
envejecimiento, que es un problema gravísimo,
y de muchas otras cosas más; de modo que si
nosotros aprobamos esta noche una nueva limi-
tación al crecimiento de la población, desgracia-
damente, en lugar de estar saliendo a una ma-
ñana para el Perú, va a sobrevenir una larga no-
che demográfica que será muy fatal para mi país.
Eso es todo, señor. Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE.— Habían varios se-
ñores congresistas inscritos en el rol de orado-
res. Hemos coordinado con ellos y algunos han
declinado debido a lo avanzado de la hora y a
que muchos de los argumentos ya han sido plan-
teados. Entonces, consultaría lo propio a los otros
señores congresistas que todavía no han mani-
festado su decisión de declinar. Si no hubiese
acuerdo, continuaríamos con las intervenciones.
Faltaba solamente conocer el parecer de los se-
ñores San Román, Campos Baca, Cardoso. En
consecuencia...
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Cuestión previa, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Señor Del Castillo.
532
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Les ruego respeto, porque yo también respeto
cuando habla cualquier congresista, sin excep-
ción.
Señor Presidente: Cualesquiera que fueran los
términos del Artículo 1º de este proyecto de ley
que se quiere aprobar —y lo digo porque entien-
do que debe haber un texto sustitutorio que se
estaría elaborando—, quiero proponer como pro-
yecto de artículo adicional lo siguiente: "Artícu-
lo 2º.— La presente ley, de conformidad con el
Artículo 32º Inciso 2) de la Constitución, será
sometida a referéndum."
Creo que en un tema de importancia nacional,
en el que está en juego el bienestar del pueblo,
es éste el que debe pronunciarse. El referéndum
es ese método de democracia directa que el CCD
y este Gobierno introdujeron en la Constitución
para que la población se exprese. ¿Qué miedo se
le puede tener si de lo que se trata es de aprobar
una ley en la que la propia gente tendrá que de-
cidir sobre las posibilidades de uso de su cuer-
po?
En consecuencia, señor Presidente, alcanzo a la
Mesa la propuesta. Ruego que disponga usted
que un ujier se aproxime para entregárselo, a
efecto de que en el momento oportuno también
sea parte de la votación.
Gracias, señor.
El señor PRESIDENTE.— Se va a consultar
la cuestión previa de incluir ese artículo plan-
teado por el señor Jorge del Castillo...
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Señor Presidente, tengo el derecho de pedir que
se incluya artículos adicionales. Así lo planteo.
El señor PRESIDENTE.— Entonces, no es
una cuestión previa. Simplemente es una suge-
rencia.
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Corregimos. Se trata de un pedido concreto que
lleva la firma de varios congresistas.
El señor PRESIDENTE.— Perfecto, se segui-
rá el trámite reglamentario.
Finalmente, tiene la palabra el señor Jorge Ruiz
Dávila, en su calidad de presidente de la Comi-
sión de Salud y ponente del dictamen en mayo-
ría.
El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Muchas
gracias, señor Presidente.
Luego de haber escuchado atentamente las di-
versas intervenciones de los señores congresis-
tas, quiero expresar brevemente algunos concep-
tos adicionales.
En primer término, quiero referirme a la últi-
ma intervención del doctor Salazar Larraín,
quien —me parece— no ha observado las lámi-
nas o los documentos que se han distribuido. Si
los revisa, podría darse cuenta de que se han
presentado diversas variables, y que hay otras
correlaciones que no están referidas solamente
a que la natalidad estaría relacionada con la po-
breza.
Por eso he sido bien claro. Incluso, el señor Pre-
sidente de la República lo ha planteado: es sólo
uno de los métodos para combatir la pobreza.
Por ejemplo, en los cuadros hay correlaciones
referidas al nivel de educación, a si la persona
trabaja o no, a los lugares donde vive, etcétera.
Lamento mucho que en la propuesta del doctor
Salazar Larraín subsista un modelo monocom-
partimental que, sinceramente, es muy simple.
Por supuesto, la dinámica poblacional es com-
pleja y multicompartimental, pues tiene varios
factores. Solamente eso quiero decirle al doctor
Salazar, pues podemos debatir muchas veces
sobre este asunto. Sólo le pido que recuerde las
leyes de la termodinámica. En esa ecuación hay
múltiples variables, y ello también tiene que ver,
más o menos, con la dinámica poblacional.
También hemos escuchado las intervenciones de
otros colegas, como la del doctor Dennis Vargas
Marín, que expresó su preocupación sobre quién
dará las garantías en la aplicación de esta ley.
Al respecto, le podemos decir que toda nuestra
bancada parlamentaria, así como la bancada de
la oposición, es pluriétnica. Entonces, como dice
la doctora Edith Mellado, nosotros también nos
constituimos de hecho en fiscalizadores del cum-
plimiento de esta ley. Somos pluriétnicos y, por
lo tanto, también garantizaremos que la aplica-
ción de este dispositivo sea correcta.
También hemos recogido la brillante propuesta
del señor congresista Harold Forsyth. Hemos
consultado a los miembros de nuestra Comisión
sobre este añadido y ha sido aceptado por todos;
evidentemente, con excepción del proponente del
dictamen en minoría y de aquellos que no están
presentes. En ese sentido, el texto del Artículo
VI sería el siguiente:
"Artículo VI.— La Política Nacional de Pobla-
ción excluye el aborto como método de planifi-
cación familiar. En todo caso, la adopción de los
533
métodos se basa en el libre ejercicio de la volun-
tad personal, sin que medien estímulos o recom-
pensas materiales".
Aceptamos este añadido, pues se trata de la vo-
luntad de la mayoría de los congresistas. Por lo
tanto, estamos satisfechos con el resultado de
este debate que va a dar a nuestro pueblo la so-
lución que necesita para superar la pobreza en
que se encuentra.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE.— Bueno, se ha pedi-
do que haya votación nominal. Entendiendo que
con el agregado se acoge en gran medida las pre-
ocupaciones de los distintos señores congresis-
tas, consulto al Pleno si se persiste en el pedido
de votación nominal.
Se va a dar lectura al Reglamento.
El RELATOR da lectura:
"Reglamento del Congreso de la República
Clases de votaciones
Artículo 57º.— Según la forma como se reali-
cen, las votaciones son:
b) Nominales; cuando el Relator llama a cada
uno de los Congresistas por su nombre y éstos
responden SÍ o NO, o su abstención según el
sentido que decidan darle a su voto. El relator
repetirá el nombre y el voto de cada Congresis-
ta, a efecto de que se registre en el sistema de
grabación. Se realizan cuando así lo disponga el
Presidente o lo solicite un tercio de los Congre-
sistas presentes."
El señor PRESIDENTE.— Hay noventa y cin-
co señores congresistas en la sala; en consecuen-
cia, el tercio es treinta y dos.
Se va a dar lectura al pedido.
El RELATOR da lectura:
"Señor Presidente del Congreso:
De conformidad con el Artículo 57º Inciso b),
solicitamos se vote nominalmente el Proyecto
de Ley Nº 155/95 sobre la inclusión de la esteri-
lización como Política Nacional de Población.
Lima, 7 de setiembre de 1995.
Alejandro Santa María.— Jorge Del Castillo
Gálvez.— Carlos Julio Chipoco Cáceda.— César
Alejandro Zumaeta Flores.— Edgar Núñez
Román.— Javier Velásquez Quesquén.— Arturo
Salazar Larraín.— Rafael Rey Rey.— Agustín
Mantilla Campos.— Javier Hugo Noriega
Febres.— Rolando Breña Pantoja.— Manuel
Lajo Lazo.— María Ofelia Cerro Moral.— Enri-
que Pulgar Lucas.— Róger Cáceres Velásquez.—
Arturo Llerena Marotti.— Harold Forsyth
Mejía.— Róger Guerra-García.— Susana Díaz
Díaz.— Daniel Estrada Pérez.— Luis Chu Ru-
bio.— Antero Flores-Araoz Esparza.— Elferes
Vidarte Correa.— Henry Pease García.— Gus-
tavo Mohme Llona.— Santos Reto Neyra.— Ana
Elena Townsend Diez Canseco.— Jorge Aven-
daño Valdez.— Francisco Pardo Mesones.—
Xavier Barrón Cebreros."
El señor PRESIDENTE.— Son treinta seño-
res congresistas, el límite era treinta y dos. En
consecuencia, no tenemos el número suficiente;
pero voy a consultarlo.
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Cuestión de orden.
El señor PRESIDENTE.— ¿Cuál es su cues-
tión de orden, señor Jorge del Castillo?
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Señor Presidente: El Reglamento dice "cuando
lo solicite", no "cuando se apruebe". Si lo ha soli-
citado cuando menos un tercio, de acuerdo al
Reglamento, usted no tiene que someter el pe-
dido a votación. O lo decide usted como Presi-
dente, o acepta la petición del tercio que ha fir-
mado, de acuerdo al artículo pertinente.
El señor PRESIDENTE.— Precisamente, eso
es lo que estoy haciendo.
Si nos remitimos al número de congresistas que
han firmado, veríamos que no alcanzan el tercio
requerido. Alguien más puede adherirse, no hay
ningún límite. Pido a los señores congresistas
que quieran suscribir el pedido que lo hagan, y
pasamos a votación nominal. Lo que hago, sim-
plemente, es cumplir el Reglamento.
Se va a votar nominalmente el proyecto de ley,
cuyo artículo ha sido leído con el agregado que
hizo el señor Ruiz Dávila.
Los que estén de acuerdo con el proyecto más el
agregado dirán la palabra "Sí"; los que estén en
contra, la palabra "No"; los que se abstienen tam-
bién se sirvirán expresarlo.
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
Cuestión de orden.
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El señor PRESIDENTE.— ¿Cuál es la cues-
tión de orden, señor Del Castillo?
El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).—
He presentado un proyecto de artículo adicio-
nal, y obviamente éste se tiene que incluir. Así,
usted tiene que solicitar a la Comisión dictamina-
dora que se pronuncie si acepta o no, y someter
a votación. Ésa es la mecánica parlamentaria que
de repente en el CCD no ha sido utilizada, pero
que tradicionalmente —la tradición es buena—
se ha usado en el Parlamento.
El señor PRESIDENTE.— Exactamente, na-
die lo está negando. Lo que ocurre es que el Pre-
sidente de la Comisión de Salud no ha acogido
su propuesta. Más bien, ha atendido la solicitud
presentada por el señor Harold Forsyth. De to-
das maneras, su propuesta de artículo adicional
se votará luego de consultarse el texto princi-
pal.
Se va a votar.
El RELATOR pasa lista.
Señores congresistas que votaron por el SÍ:
Abanto Pongo, Aliaga Araujo, Amorín Bueno,
Amurúz Gallegos, Barbarán Rengifo, Barreto
Estrada, Bartra Gonzáles, Breña Pantoja, Cam-
pos Baca, Cardoso Romero, Cerrate Valenzuela,
Colchado Arellano, Coral Pérez, Chávez Serra-
no, Chiroque Ramírez, Delgado Aparicio, Díaz
Bringas, Díaz Díaz, Espichán Tumay, Espinoza
Matos, Estrada Choque, Estrada Pérez, Ezque-
rra Cáceres, Fernández Baca de Valdez, Fernán-
dez Bustinza, Figueroa Vizcarra, Flores Flores,
Forsyth Mejía, Gamarra Olivares, Guerra-García,
Gutiérrez Mercedes, Hermoza Ríos, Huaman-
chumo Romero, Jhong Junchaya, Lajo Lazo,
Lam Alvarez, Larrabure Gálvez, León Trelles,
Llerena Marotti, Marcenaro Frers, Martorell
Flores, Matsuda Nishimura, Medelius Rodrí-
guez, Mellado Céspedes, Muñiz Ziches, Pando
Pacheco, Paredes Cueva, Pulgar Lucas, Quicaña
Avilés, Ramos Santillán, Reto Neyra, Revilla Ju-
rado, Reynafarje Abensur, Rodas Díaz, Ruiz Caro
Alvarez, Ruiz Dávila, Samalvides Dongo, San
Román Cáceres, Sánchez Vega, Sato Abe, Siura
Céspedes, Torrejón Riva de Chincha, Townsend
Diez Canseco, Trelles Montero, Urrelo Guerra,
Vargas Marín, Vega Ascencio, Vicuña Vásquez,
Vilchez Malpica y Villasante Chambi.
Señores congresistas que votaron por el
NO: Cáceres Velásquez, Castillo Chirinos, Chang
Ching, Chipoco Cáceda, Chu Rubio, Del Castillo
Gálvez, Ferrero Costa, Flores-Araoz Esparza,
Ghilardi Alvarez, Grados Bertorini, Mantilla
Campos, Mohme Llona, Noriega Febres, Núñez
Román, Pardo Mesones, Pease García, Rey Rey,
Salazar Larraín, Santa María, Torres y Torres
Lara, Velásquez Quesquén, Vidarte Correa y
Zumaeta Flores.
Señores congresistas que se abstuvieron:
Olivera Vega y Reggiardo Sayán.
—Efectuada la votación, se aprueba por 70
votos a favor, 23 en contra y 2 abstenciones
el proyecto de ley que modifica el Artículo
VI del Título Preliminar de la Ley de Polí-
tica Nacional de Población.
El señor PRESIDENTE.— Hay dos artículos
adicionales. Se les va a dar lectura.
El RELATOR da lectura:
"Artículo Adicional
Artículo 2º.— La presente ley, de conformidad
con el Artículo 32º Inciso 2) de la Constitución,
será sometida a referéndum.
Jorge Del Castillo Gálvez.— Agustín Mantilla
Campos.— Freddy Alberto Ghilardi Alvarez.—
Javier Velásquez Quesquén.— Francisco Pardo
Mesones.— Rafael Rey Rey.— Carlos Julio
Chipoco Cáceda.— Edgar Núñez Román.— Ale-
jandro Santa María.— Henry Pease García.—
Arturo Salazar Larraín.— César Alejandro
Zumaeta Flores."
El señor PRESIDENTE.— Se va a votar.
—Al voto, se rechaza el artículo adicional
al proyecto aprobado.
El señor PRESIDENTE.— Se va dar lectura
al segundo artículo adicional propuesto.
El RELATOR da lectura:
"Artículo Adicional
El Estado no impone directa ni indirectamente
el uso de medios como la anticoncepción o la es-
terilización.
Carlos Ferrero Costa."
El señor PRESIDENTE.— Señor Ferrero.
El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Lo
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único que quiero decir es que toda la noche mis
colegas han afirmado que el Estado peruano no
quiere imponer a nadie la esterilización. Enton-
ces, si no se le va a imponer a nadie, les pido que
digamos que no es una imposición. Nada más.
Suplico que apoyen esta propuesta para que que-
de claro que a nadie se le impone la esterilización.
El señor PRESIDENTE.— Se va a votar.
—Al voto, se rechaza el artículo adicional.
El señor PRESIDENTE.— Vamos a rectificar
la votación.
—Rectificada la votación, se rechaza el
artículo adicional por 47 votos en contra y
35 a favor.
—El texto aprobado es el siguiente:
"El Congreso de la República;
Ha dado la ley siguiente:
Artículo Único.— Modifícase el Artículo VI del
Título Preliminar del Decreto Legislativo Nº
346, Ley de Política Nacional de Población, en
la siguiente forma:
‘Artículo VI.— La Política Nacional de Pobla-
ción excluye el aborto como método de Planifi-
cación Familiar. En todo caso, la adopción de los
métodos se basa en el libre ejercicio de la volun-
tad personal, sin que medien estímulos o recom-
pensas materiales.’
Comuníquese, etc."
El señor PRESIDENTE.— Se va a dispensar
del trámite de aprobación del Acta a todos los
temas vistos en la presente sesión.
—Al voto, se acuerda tramitar todos los
documentos aprobados en la presente se-
sión sin esperar la sanción del Acta.
El señor PRESIDENTE.— Se levanta la sesión.
—A las 03 horas y 10 minutos del día 8 de
setiembre del año en curso, se levanta la
sesión.
Por la Redacción:
Carlos Humberto Camba Barreto.
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