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“LA MEMORIA DE LOS SUCESOS I”

Quiero compartir con vosotros estos apuntes sobre la memoria de los testigos. Son datos que puede ser interesante tenerlos en
cuenta cuando entrevistamos a testigos de algún suceso. Una estimulación insuficiente causará una activación insuficiente, lo que, a su vez,
llevará a una ejecución pobre. Si aplicamos la ley de Yerkes Dodson al rendimiento de la memoria, entonces podríamos esperar que un
incidente que produzca demasiada poca o mucha estimulación resultará en un recuerdo comparativamente pobre. Al contrario, un incidente
que produce una cantidad óptima de estimulación resultará en una ejecución mejor de la memoria, por ejemplo, en un recuerdo más completo
y preciso.

Aunque es importante la estimulación en el momento del suceso, también debemos considerar la cantidad de estimulación en el
momento en que se recuerda el material. Actuar en un juicio como testigo puede resultar una experiencia desalentadora y angustiosa para la
mayoría de las personas. Bajo tales condiciones de sobreestimulación, la ley de Yerkes Dodson predecirá que se perjudicará el rendimiento en
la memoria En cuanto al concepto de severidad del impacto, debemos tener en cuenta que la gravedad del suceso no es algo fácilmente
cuantificable objetivamente. Para la mayoría de las personas, ser víctima de un robo en casa o de un atraco en la calle es una experiencia que
sólo ocurrirá una vez en la vida. Sin embargo, para los residentes en determinados núcleos, este tipo de incidentes forman parte de la vida
cotidiana y tienen menor impacto. Sólo recientemente se ha reconocido la importancia de la victimización repetida.

La severidad percibida de un suceso variará si se considera el impacto en la víctima o en un testigo/peatón no implicado. Intentar
establecer si la víctima o un testigo no implicado proporcionará mejor información no es algo que resulte sencillo. Por ejemplo, una víctima que
se encuentra literalmente en el incidente observará más detalles que el observador casual que pasa por allí. Sin embargo, es más probable
que la víctima experimente mayor excitación o estrés que el testigo, lo que puede perjudicar su habilidad para recordar de forma precisa.

Focalización en el arma

Diferentes estudios han demostrado que cuando se emplea un arma, las personas presentes tienden a prestar gran atención al arma y menos
a otras personas y sucesos en la escena. La presencia de un arma interfiere en la habilidad de los testigos para recordar información sobre el
incidente y para reconocer a las personas presentes en la escena.

Parte de todo este problema tiene que ver con la atención. Quienes tienen una pistola apuntándoles centran su atención en ella más que en
cualquier otro elemento de la escena. Una revisión de los estudios al respecto confirman que este efecto ocurre y que interfiere tanto en la
descripción como en la identificación de la persona que sujeta el arma. Revisando este efecto en casos de la vida real se ha encontrado que es
menos probable que los testigos reconozcan al perpetrador más tarde, aunque sean capaces de dar más detalles.

“LA MEMORIA DE LOS SUCESOS II”

Factores del testigo

Actualmente no es posible realizar predicciones absolutas sobre qué testigos serán más precisos en determinadas tareas testifícales. Un
testigo que muestra una buena ejecución en el recuerdo de un suceso puede no hacerlo tan bien en la tarea de reconocimiento. Debemos
tener en cuenta que siempre existirá una interacción inevitable entre el tipo de tarea de memoria y el tipo de persona. Por ejemplo, un delito
estresante puede afectar a un testigo ya de por sí nervioso. Un testigo más tranquilo y seguro no se verá tan influenciado y recordará mejor.

Edad

Algunos autores sugieren que la edad es la variable individual que afecta más al rendimientos de la memoria. Tanto los muy jóvenes como los
muy viejos rinden peor que las personas de mediana edad. Investigaciones más recientes sugieren que mientras que los niños pueden ofrecer
menos información que los adultos cuando se les pregunta por primera vez, realizar un interrogatorio delicado posteriormente a menudo
proporciona tanta información como la que puede proporcionar el adulto medio. Aunque todavía persiste un cierto escepticismo, actualmente
hay mayor tendencia a aceptar las evidencias aportadas por los niños. En relación al testimonio aportado por las personas ancianas, existen
algunos estereotipos en relación a su capacidad de memoria. Algunas personas (incluso el mismo sistema judicial) pueden creer que las
personas mayores son testigos poco fiables que se confunden a menudo. Mientras que la evidencia disponible sugiere que algunas personas
mayores rinden peor que los adultos jóvenes, esto no es, en absoluto, algo inevitable. En la sociedad occidental asistimos a un incremento
progresivo de las población de personas mayores, lo que supone que cada vez más asistirán como testigos en los juicios. Sin embargo, el
conocimiento que tenemos de la habilidad de las personas mayores para actuar como testigos todavía es incompleto.

Revisando la investigación reciente, Yarmey señala una serie de factores importantes que hay que tener en cuenta al valorar el testimonio de
las personas mayores:

- El envejecimiento afecta tanto al oído como a la vista, por lo que las personas mayores pueden cometer más errores en la fase de adquisición
de la memoria.
- Las personas mayores suelen necesitar más tiempo para integrar la información y tienen dificultades si su atención se divide en dos o más
tareas.
Yarmey cree que las personas mayores pueden cometer más errores en la tareas de identificación y hacer más identificaciones falsas.
Por todo ello, Yarmey opina que no deberíamos rechazar simplemente a los testigos ancianos como grupo, sino que como, con el resto de
testigos, valorar su credibilidad en términos de los factores personales y situacionales que puedan afectar a la precisión. La mayoría de las
personas mayores muestran poco deterioro y su testimonio puede ser tan valioso como el de adultos jóvenes.

Yarmey propone una serie de técnicas que puede emplear la policía para ayudar a las personas mayores en su testimonio: no hacer preguntas
tendenciosas, emplear entrevistas de estilo narrativo, reconocer que las personas mayores pueden ser más lentas al contestar y mostrarse
más cautos; emplear ruedas de reconocimiento secuenciales para evitar las distracciones.

Trabajo

Se supone que grupos como la policía, vigilantes de seguridad, etc., serán más precisos y completos en su recuerdo de los hechos. Esta
suposición ha sido respaldada por la investigación. Sin embargo, es más difícil encontrar evidencias de investigación que respalden la creencia
de que los policías son más precisos en sus explicaciones de los sucesos.
Parte de la ejecución supuestamente superior de los policías puede ser solamente una cuestión de atención. Los policías suelen pasear por las
calles con la tarea específica de buscar actividades delictivas o actos sospechosos. Los policías también prestan más atención a detalles
específicos de la apariencia del sospechoso. Ya que una buena parte de su tiempo el policía lo pasa recogiendo información y recordando
detalles, su ejecución puede parecer superior a la de los civiles en algunas tareas de memoria. Sin embargo, hay que tener presente que los
policías son humanos y, como tales, están sujetos a todas las posibles distorsiones de la percepción y la memoria que se aplican al resto de
las personas

Confianza

Una de las razones por las que los miembros de un jurado pueden convencerse más por el testimonio proporcionado por la policía es porque
tiende a dar a estas evidencias más autoridad y confianza que a la de los civiles. Prestar testimonio en un juicio es una tarea rutinaria para el
policía, con lo que pueden practicar el arte de “aparentar seguridad” en lo que dicen. Parecería lógico pensar que cuanto más seguro se
muestre un testigo en su testimonio más preciso será éste. Sin embargo, no existe una relación lineal entre seguridad y precisión.
Existen evidencias de que incluso cuando los jurados conocen los múltiples factores que pueden afectar a la veracidad de un testimonio,
todavía pueden dejarse influir por la seguridad con la que se da el testimonio.

Características de personalidad

La relación exacta entre variables de personalidad y la capacidad como testigo no es fácil de establecer. El único área en donde parece existir
una cierta relación es con el rasgo de ansiedad o neuroticismo. Algunas personas tienen niveles de ansiedad menores que otras. Parecería
razonable especular con que una persona muy nerviosa o abiertamente ansiosa será un testigo más pobre que una persona estable.
Podríamos suponer que una persona nerviosa estaría tan preocupada por sus propios temas que apenas prestará atención a los
acontecimientos del mundo exterior. Desafortunadamente es difícil establecer si esta conexión tan simple existe. Aunque algunos estudios han
mostrado una ligera conexión entre el rasgo de ansiedad y precisión en el reconocimiento facial, es difícil decir si incluso estos ligeros efectos
se aplican a la memoria. La revisión de la literatura al respecto indica que, aunque algunas variables de personalidad pueden ser relevantes,
los efectos no son consistentes.
Una razón de por qué es difícil de cuantificar los efectos de las variables de personalidad es porque inevitablemente interactúan con factores
del suceso, como la gravedad del delito. Los sujetos muy ansiosos o neuróticos pueden ser testigos pobres si son víctimas de un delito serio.
Sin embargo, pueden ser mejores testigos si presencian (no están implicados) un delito menor. Por el contrario, una personalidad tranquila
afrontará mejor el estrés de un ataque personal, pero puede no darse cuenta de un delito menor que ocurra al otro lado de la cale.

“LA MEMORIA DE LOS SUCESOS y III”

Sexo de testigo

La mayoría de los estudios se han centrado en el reconocimiento y recuerdo facial más que en e recuerdo de sucesos. Aunque se han
encontrado algunas diferencias entre hombres y mujeres, estas diferencias son muy pequeñas.
Se ha sugerido que cuando se encuentran diferencias debidas al sexo, esto puede deberse a la focalización diferencial de la atención entre
hombres y mujeres. Por ejemplo, a los hombres les suelen interesar más los coches que a las mujeres. Por el contrario, las mujeres suelen
prestar más atención al peinado y los vestidos. Sin embargo, aunque existe alguna evidencia empírica de esto, resultaría inadecuado que la
policía suponga siempre que los hombres son mejores que las mujeres describiendo automóviles. Se sugiere que el policía pregunte al testigo
sobre su interés en estos temas. Aquellos que muestren mayor destreza seguramente serán más precisos, independientemente de que sea
hombre o mujer.
Aunque en general puede resultar difícil probar la existencia de diferencias por el sexo, hombres y mujeres pueden disponer de diferentes
capacidades en las tareas de testigos. Hombres y mujeres pueden ser superiores en algunas tareas y similares en otras. Una de las razones
para los resultados contradictorios encontrados en la investigación sobre este tema puede ser que las tareas examinadas en los estudios han
sido diferentes cada vez. Los estudios que han mostrado una aparente superioridad de los hombres se han centrado en la ejecución ante
estímulos más estresantes. Los estudios que han evaluado la memoria ante sucesos menos estresantes han encontrado menores diferencias
e, incluso, mejor ejecución por parte de las mujeres.
“ACTITUDES DE LOS HIJOS ANTE EL DIVORCIO DE SUS PADRES”

Las rupturas familiares siempre conllevan una carga de dolor inevitable. Este proceso de ruptura conlleva una serie de repercusiones
importantes. Los niños no son sólo agentes pasivos en la separación, sino que pueden adoptar una responsabilidad activa, como su papel en
las disputas legales. Muchos de los comportamientos que los hijos muestran frente a la situación de separación de sus padres deben
entenderse como una forma de afrontar la nueva situación, una manera de adaptarse, mejor o peor, al conflicto que están viviendo. Sin
embargo, los adultos que rodean al niño, y sus padres principalmente, utilizan estos comportamientos de forma partidista haciéndolos formar
parte del conflicto ya desatado.
Dependiendo de la edad, los hijos emplean una serie de estrategias – de forma consciente o no – para poder enfrentarse a su mundo
cambiante y a los aspectos más dolorosos del divorcio de sus padres:
- Ante el miedo a ser abandonados, al principio los niños de todas las edades suelen intentar que sus padres se reconcilien y vuelvan a vivir
juntos (por ejemplo, contándole al padre las cosas buenas que hace la madre).
- La ansiedad ante la separación puede expresarse tras la ruptura mediante dificultades para alejarse de uno u otro progenitor cada que vez
que se produce el intercambio en las visitas (por ejemplo, llorando al tener que volver con el padre o la madre)
- Los niños pueden ofrecerse como detonantes de la tensión entre sus padres, atrayéndola hacia sí mismos (por ejemplo, hablando a su padre
de las nuevas relaciones afectivas que mantiene la madre).
- El miedo al rechazo afectivo puede provocar que los hijos intenten asegurarse constantemente el amor que sienten por ellos (por ejemplo,
llamando por teléfono de forma repetida a un progenitor cuando está con el otro).
- Una forma más de garantizar el afecto de al menos uno de los padres, es probándole su lealtad mostrando su rechazo hacia el otro progenitor
(por ejemplo, negándole las visitas).
- Los hijos, en algunos casos, pueden intentar evitar el conflicto tratando de mantener una posición de neutralidad entre sus padres (por
ejemplo, mostrando su deseo de permanecer exactamente el mismo tiempo con cada uno de ellos).
- Haciendo esfuerzos por proteger la autoestima de sus padres, debilitada tras la ruptura, se aseguran de que no les abandonen
emocionalmente (por ejemplo, diciendo a cada uno de ellos que quieren convivir con él/ella más que con el otro).
- En los casos de niños mayores y adolescentes es posible que se produzcan intentos de manipular la ruptura para obtener ventajas
inmediatas (por ejemplo, expresando su deseo de convivir con el padre más permisivo).

“LA PSICOLOGIA DE LAS CONFESIONES FALSAS”

En relación a los recientes descubrimientos sobre confesiones falsas hay que tener muy en cuenta los métodos de entrevista e interrogatorio
empleados por la policía. Los estudios al respecto han demostrado que, en general, los investigadores policiales disponen de habilidades de
entrevista muy pobres. Algunas de las técnicas de entrevista más cuestionables señaladas en los estudios son el interrumpir al sospechoso,
hacer preguntas de forma muy rápida, poseer un grado muy limitado de flexibilidad durante la entrevista, secuencia de preguntas inadecuada,
enunciar las preguntas de forma negativa, , empleo de terminología no neutral en las preguntas, lenguaje inapropiado y juicios de valor.
Teniendo en cuenta estos resultados y el hecho de la policía pasa el 85% de su tiempo hablando con la gente, parece claro que los policía
deberían recibir un entrenamiento apropiado en técnicas de entrevista policial. El entrenamiento debería poner énfasis en el abordaje de
personas con algún problema mental o discapacidad intelectual.
Por otro lado, el sistema judicial debería tener más cuidado con la forma en que se obtienen determinadas confesiones de los sospechosos
que se encuentran en custodia. El interrogatorio debería centrarse en obtener la verdad más que en asegurarse de conseguir una confesión.
Cuando pregunta a un sospechoso potencial, el investigador debería asumir el papel de persona “no interesada” más que un papel de
adversario. La investigación ha mostrado que la mayoría de las tácticas empleadas para persuadir a un posible sospechoso para que
proporcione información no tienen ninguna utilidad y no sirven para modificar la respuesta inicial dada a la policía.
Relacionado con todo esto se encuentra la duración del proceso de interrogación que también parece tener su impacto en la posibilidad de una
confesión falsa. Cuanto más largo es el interrogatorio mayor es la probabilidad de una confesión sin validez.
Para eliminar el sesgo y asegurar la fiabilidad y autenticidad de las confesiones, resulta imperativo que las confesiones se corroboren con las
evidencias. En muchos juicios, ha sido únicamente la confesión la prueba aportada para condenar a alguien; y eso, teniendo en cuenta que, en
numerosos casos, no existía evidencia material que asociara el delito a la persona que confesaba. En Escocia, por ejemplo, no se puede
condenar a alguien únicamente sobre la base de una confesión.

“INTERVENCIÓN EN SUICIDIO”

En la mayoría de los suicidios hay que tener presente que la persona tiene el control sobre su propia vida. El objetivo del policía será tomar él
el control mostrando un deseo sincero de querer ayudar al sujeto a salir de esa situación.

El riesgo de suicidio aumenta en aquellas personas que previamente han sido hospitalizadas por riesgo de suicidio. En el término de cuatro
días tras el alta, la tasa de suicidio exitoso es mayor.

Factores de riesgo para el suicidio:

Algunos elementos a tener en cuenta para evaluar el riesgo de suicidio: existencia de un plan suicida, historial de intentos previos, los recursos
emocionales (internos) y externos de la persona, pérdidas recientes de diversa índole (incluida la pérdida de salud y enfermedades actuales),
abuso de sustancias, soledad, cambios radicales repentinos e inexplicables en la conducta o el estilo de vida, alucinaciones auditivas que le
incitan a matarse, etc.
Intervención en riesgo de suicidio:

- Obtener inmediatamente los datos personales necesarios.

- Hablar abiertamente sobre el suicidio. Hablar de ello no “le da la idea” al sujeto.

- Retirar cualquier objeto potencialmente peligroso. Es un tema de seguridad para el policía, otras personas y el sujeto.

- Notificar y ponerse en contacto con familiares y/o allegados. Como señala Murphy (1986) hay que tener siempre presente que “ciertos
familiares o amigos podrían querer que la persona se suicide y pueden proporcionar información falsa o animar al suicidio si se les da la
oportunidad”.

- Ofrecer esperanzas realistas. Hay que presentarse ante el sujeto con un enfoque realista de cómo pueden solucionarse los problemas.

- Elaborar un plan de acción. Si la persona desea colaborar este es un camino excelente a seguir. Esto ayuda a la persona a recuperar su
sentido de control.

- Hablar de la naturaleza temporal de los sentimientos depresivos y de la tendencia suicida, y de cómo amainan con el tiempo. Siempre hay
alternativas al suicidio, aunque no resulten evidentes para el sujeto en ese momento.

El suicidio es una solución permanente a un problema temporal (Castellano, 2003). Los suicidas están tan “concentrados” en esta solución que
difícilmente se consigue disuadirles.

“NO QUIERE TOMARSE LA MEDICACIÓN”

La intervención policial en situaciones en las que se encuentra implicada una persona con enfermedad mental crónica (EMC) no resultan
extrañas al agente de policía. Y no es raro, ya que se calcula que la esquizofrenia afecta a 1 de cada 100 personas y el trastorno bipolar a 1 ó
2 de cada 100. Y no estamos contando otros trastornos mentales que se desarrollan de forma crónica (trastorno esquizoafectivo, trastornos
graves de la personalidad …). Padecer una enfermedad mental es un estigma en nuestra sociedad. La “locura”, el “perder la razón”, es una de
las peores cosas que desearíamos que no nos ocurrieran. Pero hay una serie de cuestiones que no solemos tener en cuenta cuando se
interviene policialmente con una persona afectada de una EMC. Por una parte, tenemos tendencia a pensar que una persona con
esquizofrenia es, por razón de su enfermedad, más agresiva o violenta potencialmente que otra persona que no padezca alguna de estas
enfermedades. Quizá esta impresión se ha formado a través de la experiencia personal del policía con estos casos. Otra razón para ver así las
cosas es que los medios suelen mostrar a las personas con EMC como asesinos psicópatas (películas) o dan relevancia a noticias en las que
una persona con EMC se ha visto involucrada en un episodio violento.
No extraña que la experiencia del policía con personas con EMC haya podido implicar algún tipo de agresión, ya sea verbal o física. La
pregunta es, ¿en cuántas de estas situaciones podría haberse evitado la violencia? La realidad, no el estigma, proporciona datos claros sobre
la asociación entre violencia y enfermedad mental, y nos dice, sin ningún género de dudas, que una persona con EMC no es más violenta – por
causa de su enfermedad – que el resto de la población. Los datos también son muy claros cuando dicen que la probabilidad de violencia en
una persona con EMC aumenta de forma muy considerable si ha habido consumo de alcohol/drogas. En estos casos sí que la probabilidad es
mayor que en la población general, pero no por la enfermedad, sino por el consumo.
Cuando se parte del desconocimiento de lo que supone una EMC el policía puede asumir, no sin cierta lógica, que una enfermedad de este
tipo hace que las personas descontrolen su comportamiento, por lo que la probabilidad de que se produzca violencia es mayor. Cuando
pensamos en una enfermedad mental lo primero que nos viene a la cabeza es la idea de “pérdida de control”. Esto no sólo ocurre al policía.
Cuando yo empecé a trabajar como psicólogo en este tipo de casos, estas personas me producían bastante respeto. Cuando hablaba con ellas
flotaba en el aire al sensación de que en cualquier momento podía pasar algo. Una mirada que yo interpretaba como “rara”, un tono de voz
más alto de lo normal, un gesto brusco, podía ser suficiente para que se me disparasen todas las alarmas. He de reconocer que la tensión del
momento podía llevar a que terminara la entrevista más rápido de lo que hubiera sido preciso.
Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de que el principal enemigo en estas situaciones era mi propio temor, mis prejuicios respecto de la
persona que tenía delante y de su comportamiento. El problema de esto es que tu actuación profesional no es la que debiera. Os pongo un
ejemplo. Uno de los casos típicos de intervención policial con personas con EMC suele tener como motivo el que la persona en cuestión no
quiere tomarse la medicación. Muy bien. Allí nos plantamos nosotros. Hablamos con la familia, si la tiene, vamos a su habituación y
empezamos a hablar con – pongamos por caso – Pedro, de una manera muy profesional y distante. Le decimos que nos han avisado porque
no quiere tomarse la medicación y que sabemos que tiene una enfermedad X y que tiene que tomársela (algunos aquí ya añadirían “por las
buenas”). Pedro nos dirá que no quiere tomársela porque le produce muchos nervios y tensión muscular, y que no puede pararse quieto ni un
momento.
Paremos nosotros aquí un momento. Que levante la mano el que en ese momento no piensa que el “enfermo” no sabe lo que dice o lo que le
conviene, que por su enfermedad no razona, etc. Esto lo hemos pensado alguna vez todos, policías, psicólogos, etc. Como que el sujeto está
“loco”, todo lo que dice o hace se basa en razonamientos anómalos. Nosotros sí sabemos lo que le conviene. Este el punto de inflexión que
marcará nuestra actuación. En ningún momento nos planteamos que las quejas que nos transmite Pedro pueden tener su lógica y ser ciertas, o
seguir el mismo proceso que tal vez hemos seguidos nosotros mismos alguna vez cuando hemos ido al médico, nos ha recetado algo y hemos
vuelto para decirle que nos dé otra cosa que este medicamento nos fastidiaba el estómago.
La investigación al respecto señala que las personas con EMC pueden dar informes fiables sobre los efectos secundarios que les produce la
medicación. Sin embargo, no se suelen tener en cuenta sus informes o quejas al respecto por parte de los profesionales de la salud o de los
cuerpos y fuerzas de seguridad cuando intervienen. ¿Por qué? Porque se piensa que lo que ocurre es que las personas con EMC no quieren
tomarse la medicación (ya veremos en otros artículos que esto es cierto en otros casos) y marean la perdiz con el rollo de los efectos
secundarios.
¿Cómo reaccionaríamos nosotros con el médico que nos dice que esas molestias que notamos son psicológicas o que, simplemente, no nos
cree. No es que nos lo diga, pero le vemos esa cara de duda que … (ya veremos la importancia del lenguaje no verbal. La persona con EMC
también sabe leer nuestro lenguaje no verbal, por cierto)? Seguramente nos enfadaríamos y trataríamos de convencerle de que no son
imaginaciones nuestras. La persona con EMC hará lo mismo. También se enfadará e intentará convencernos. Pero cada intento nos reafirmará
en la idea de que “algo no está bien en su cabeza.” En definitiva: tener la información previa de que Pedro padece una esquizofrenia, por
ejemplo, nos predispone a interpretar lo que la persona haga o diga desde un determinado ángulo y sesgo. La probabilidad de que las cosas se
nos vayan de las manos y la intervención acabe como el rosario de la aurora se incrementa así proporcionalmente.
Bueno, ya seguiremos con este tema, que me enrollo como una persiana. No este un tema que se agote aquí, pues hay muchas excepciones y
comentarios a hacer al respecto.

“Y SIGUE SIN QUERER TOMARSE LA MEDICACIÓN”

Muy interesante elcomentario que hace Mustelus a mi artículo anterior. El tema que abordaba es muy amplio y, desde luego, deja muchas
cosas en el tintero. Agradezco el guante que me ha echado porque las intervenciones con personas con EMC pueden ser, en ocasiones, algo
complicadas. Diferentes escenarios que nos podemos encontrar relativos a la toma de medicación:
— No quiere tomar la medicación porque los efectos secundarios son muy desagradables. Pero está abierto a valorar el tomar otros fármacos.
— No quiere tomar la medicación porque dice que él no está loco, que son los demás los que quieren volverlo loco.
— Lo mismo que la anterior pero acompañado de consumo de alcohol/drogas. Probabilidad alta de violencia, si es que ésta no ha comenzado
ya.

En general suele ser así, aunque puede haber variaciones sobre el mismo tema. Hay una variación en especial en la que el sujeto no quiere
tomar la medicación y mantiene con los agentes una argumentació objetivamente coherente sobre el hecho de que él está bien ahora y que no
necesita la medicación, y que comprende que su familia esté preocupada, etc. Y lo hace con tal coherencia y mostrando educación que los
agentes pueden tener "dudas razonables."
Mi experiencia con la Policia local, fundamentalmente, es que la intervención en estos tipos de casos no es infrecuente. Como bien comenta el
compañero, las habilidades de comunicación pueden marcar aquí la diferencia. El que una persona con esquizofrenia se dirija a nosotros em
un tono coherente y educado (mientras renemos constancia de que hace días que no toma su medicación) puede no ser un reflejo de lo que
cruza en ese momento por su cabeza, ya que puede estar escuchando voces (alucinaciones auditivas) o experimentar ideación paranoide (que
vienen a por él y tiene que mostrar una imagen de "normalidad"). En las primeras fases de la recaída la persona puede controlar, de cara al
exterior, los síntomas psicóticos. Más aún si ya ha tenido experiencia previa con la policia y ha aprendido cuál es el comportamiento más
adecuado en esas circunstancias. En fases algo más avanzadas a la persona le cuesta controlar su comportamiento.
En general, si la persona lleva poco tiempo en tratamiento, es más probable que - independientemente de lo que diga - su objetivo sea el de
dejar de tomar la medicación completamente. Poco tiempo en tratamiento suele llevar emparejada una conciencia de enfermedad más pobre.
Preguntar sobre el tiempo de tratamiento a los familiares, si los hubiese, nos dará pistas al respecto. Otro indicador es si la queja sobre los
efectos secundarios es habitual y ha sido motivo de numerosos cambios de medicación.
Muchos policías pasan mucho tiempo hablando con una persona con EMC en circunstancias similares, tratando de llegar a un acuerdo positivo
con el mínimo desgaste. Pude que los servicios sanitarios tarden o que, simplemente la persona enferma prefiera hablar con el policia. Un dato
curioso: cuando se pregunta a las personas con EMC cómo prefieren ir al hospital, la mayoría prefiere hacerlo con la policia que en la
ambulancia.
Si os parece interesante en otros artículos hablaremos de qué hacer cuando, en situaciones cómo esta, las cosas se ponen feas.

“RESPUESTA COMENTARIOS MEDICACIÓN”

No son raros los casos en los que el policía parece encontrarse atado de pies y manos en su actuación porque el facultativo no considera
adecuado el ingreso hospitalario. Ante esto, creo que si el agente valora que la persona enferma puede suponer un riesgo para sí mismo o la
seguridad e integridad de terceros, puede tomar la iniciativa y llevárselo en contra de su voluntad para valoración médica.
Si el médico considera que no es necesario el ingreso y pensamos que no podemos intervenir de ninguna forma más, sólo nos queda ofrecer
nuestro apoyo a la familia en caso de que lo necesite y pedirle al médico que nos deje por escrito su valoración de no ingreso. Este informe
podrá constar junto al nuestro al hacer el parte.
Saludos para todos.
(He publicado aquí la respuesta a los comentarios porque no me la admitía en la sección al efecto. Igual no le gustaba, je je)

“PRUEBAS PSICOLÓGICAS EN LA SELECCIÓN DE POLICÍAS”


En mi trabajo he realizado pruebas de selección para puestos de policía, así como valoraciones para portar armas. Es más que probable que lo
siga haciendo, porque, además me encanta. Me guastaría conocer vuestra opinión en relación al tema de la selección. Ya sé que las
valoraciones psicológicas (las mal llamadas pruebas psicotécnicas) no despiertan una gran afición entre los agentes de policía. Os aseguro
que cuando se trata de valorar puestos de trabajo, personas, etc., no es que los psicólogos despertemos un especial aprecio. Creo que esto
ocurre porque, en el fondo, se valora que estas pruebas no terminan de clarificar las cosas o de predecir posibles problemas futuros. Vamos,
que mucha gente piensa que no sirven para nada y que son las excusa para darte la patada sin decir nada más.Y esto me preocupa.
Primero de todo deciros una cosa para que siempre la tengáis presente: nadie, salvo vosotros y el psicólogo/a que haya realizado las pruebas,
puede conocer el resultado. Lo más será un APTO o NO APTO para el objeto de valoración concreta, pero en ningún caso puede constar en el
expediente los resultados concretos de las pruebas. Es como si vuestro historial médico estuviera también en vuestro expediente.
Hecha esta salvedad, para mí es muy importante saber qué opináis sobre las valoraciones psicológicas que conocéis, que os han hecho o que
pensáis que se deberían hacer. No es lo mismo valorar a un agente que opta a un cargo de dirección que a uno que no lo hace. ¿Qué factores
psicológicos, de personalidad pensáis que son relevantes en un policía? Todos tenemos la experiencia de que hay policías que tienen más
problemas por metro cuadrado que el resto. ¿Por qué pensáis que es así? ¿Qué se nos escapó en la selección si la hubo? Me refiero a que
características sería idóneo poseer y cuáles para nada. ¿Y en el caso de que un agente opte a un puesto de mando? Por ejemplo, una
característica esencial en un psicólogo debería ser su capacidad de empatía y de escucha activa. Sin esas cualidades seguramente fallarán
elementos esenciales en su trabajo, aunque sus concimientos sean muy extensos.
Normalmente paso algunas pruebas de personalidad y luego siempre hago una entrevista personal. ¿Qué aspectos de la psicología aplicada al
ámbito policial deberían constar como preguntas en la entrevista?
Yo no puedo hablar por todos los psicólogos y sólo hablaré por mí. A veces, estás tan implicado en tu profesión que puedes perder la
perspectiva, la visión de conjunto, por lo que la opinión de las personas implicadas, que conocen mejor el trabajo para cuya idoneidad vas a
valorar a las personas, es muy importante. Disponemos de parámetros para tener un porcentaje de seguridad respecto de que a una persona
concreta no le va a dar un yuyu y va a perder la razón en un plazo razonable de tiempo; quién puede ser conflcitivo o no; cuáles son las dotes
de mando más valoradas, etc., pero estaría bien poder afinar más.
Espero vuestras aportaciones.

“EL TRASTORNO DE ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO”

Los primeros informes relativos a trastornos de estrés post-traumático (EPT) debidos a conflicto bélico se remontan a la Guerra Civil Americana
(1861 -1865). En aquel tiempo, el Dr. Jacob Mendez Da Costa describió pacientes que presentaban los síntomas de TEP, aunque no se
reconocía como un problema psicológico y se conoció “el corazón Da Costa”. En la Primera Guerra Mundial (1914 -1918), lo que hoy
conocemos como TEP se denominó “Cabeza Hueca”. Por entonces ya se pensaba que el cerebro estaba involucrado de alguna forma. Una de
las teorías al respecto afirmaba que las explosiones lanzaban fragmentos minúsculos de metralla (y que no se podían ver) que se alojaban en
el cerebro. En la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) se llamó “Neurosis de Guerra”, y se comenzaron a tomar en cuenta posibles factores
psicológicos implicados. Tras la Guerra de Vietnam (1965 -1973), el TEP ya se describía como tal en EUA y en los países aliados en la guerra.
El trastorno fue incluido en el DSM-III en 1980.
Mientras que el TEP es frecuente en situaciones de guerra, la mayoría de los casos que se encuentran en la vida cotidiana proceden de
experiencias de violación, violencia doméstica, accidentes de tráfico y laborales y maltrato infantil. Ocurre por igual en todo tipo de culturas y
países.
Para poder hacer un diagnóstico de TEP el evento disparador debe ser grave (que amenace la vida o similar) y el sujeto haber sufrido una
angustia intensa (miedo a perder la vida o similar). Hay otros tres grupos de síntomas que deben cumplirse. Primero, revivir el trauma (por
ejemplo, actuar o sentirse como si el suceso traumático estuviera ocurriendo actualmente). Segundo, evitación persistente de cualquier
disparador del evento traumático (recuerdos o emociones asociadas) y entumecimiento en la respuesta (sentimiento distanciamiento de los
demás e incapacidad para transmitir afecto). Tercero, incremento de la activación (como el insomnio o las respuesta exageradas de
sobresalto).
Es importante situar el TEP en su contexto. Justo después de la ocurrencia del episodio traumático la mayoría (95%) de los supervivientes que
han estado expuestos experimentan algún tipo de problema mental. Padecer cierto grado de angustia psicológica en las primeras fases se
considera normal. En los días siguientes pueden comenzar a aparecer los síntomas que definen ya el TEP. Aunque el TEP es una respuesta
patológica habitual frente al trauma, también pueden aparecer otros trastornos. Los más frecuentes son los trastornos depresivos.
Los estudios realizados revelan que el riesgo de desarrollar un TEP tras cualquier tipo de trauma es del 13% en las mujeres y del 6% en los
hombres. Los estudios también revelan que el 50% de los casos remiten en 6 meses, y el 75% en un año. Normalmente, y tras un año de la
ocurrencia del suceso, el TEP sólo estará presente en el 10% - 15% de los supervivientes.
Los síntomas del TEP suelen resolverse con el paso del tiempo. Sin embargo, el TEP que se ha establecido de manera crónica puede ser un
trastorno grave. Puede ser fuente de gran sufrimiento, de divorcios y acabar en suicidio. Por ejemplo, los casos de suicidio entre los soldados
que participaron en la guerra de las Malvinas fue mayor que el número de bajas en combate (250).
Intentando predecir la ocurrencia del TEP se ha visto que, sorprendentemente, la mayoría de las personas que padecen TEP no han tenido
una reacción aguda severa previa, y que ello no significa que el trastorno no se desarrolle posteriormente. La evidencia muestra que las
personas que no han desarrollado el TEP tras el primer año del suceso es muy improbable que lo desarrollen después. Existe evidencia que
indica que el tener la creencia de que uno va a morir cuando experimenta el trauma, es un predictor de ocurrencia de TEP. No se han
encontrado resultados concluyentes sobre la severidad del trauma y el TEP posterior.
El predictor más importante es ser mujer. Las personas con historias personales o familiares de ansiedad y trastornos del estado del ánimo se
encuentran en mayor riesgo. Los sujetos con una infancia o adolescencia desorganizada e historial de abusos sexuales o físicos, es más
probable que desarrollen TEP si experimentan un evento traumatizante en la vida adulta. Por último, un nivel más bajo de inteligencia en niños
y adultos está asociado a mayores niveles de TEP.
“CÓMO SABER SI ALGUIEN PADECE ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO”

Apreciados amigos, esto no es un "hágaselo usted mismo". A continuación os describo los criterios que se emplean para poder diagnosticar un
estrés post-traumático según el DSM (manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Tened en cuenta que un diagnóstico
preciso sólo lo debe realizar un profesional.

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:


1. la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su
integridad física o la de los demás2. la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños estas
respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados
B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
1. recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o
percepciones. Nota: En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del
trauma2. sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de
contenido irreconocible3. el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación
de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al
intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico4. malestar psicológico intenso al
exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático5. respuestas fisiológicas al
exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma),
tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
1. esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático2. esfuerzos para evitar actividades, lugares
o personas que motivan recuerdos del trauma3. incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma4. reducción acusada del interés o
la participación en actividades significativas5. sensación de desapego o enajenación frente a los demás6. restricción de la vida afectiva (p. ej.,
incapacidad para tener sentimientos de amor)7. sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una
familia o, en definitiva, llevar una vida normal)
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes
síntomas:
1. dificultades para conciliar o mantener el sueño2. irritabilidad o ataques de ira3. dificultades para concentrarse4. hipervigilancia5. respuestas
exageradas de sobresalto
E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.
F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo

“ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO EN EL/LA POLICÍA I”

Hace unos días comencé con el tema. A raíz de ahí he recibido una serie de mails pidiendo más información. Al final os he preparado un buen
rollo, así que os aconsejo tomar asiento, unas palomitas, etc. No es una visión exhaustiva, pero sí un inicio. La técnica del "debriefing" ha sido
muy estudiada, alabada y también cuestionada. Seguramente que con el tiempo saldrán más temas relacionados con el estrés en la actuación
policial y de personal de emergencias, y desde otros ángulos.

Lo que me gustaría que tuviérais en cuenta es que, sea cual sea el punto de vista, la idea central es que, hagamos lo que hagamos, tenenos
que lidiar con nuestras emociones. No podemos prescindir de ellas, y que el objetivo está precisamente en evitar que nos paralicen, no en
dejar de sentirlas.

El tema tendrá tres entregas. Cualquier anotación, comentario, crítica o lo que sea será siempre bienvenido.

El estrés puede entenderse como:

— Una respuesta a la percepción de una amenaza, cambio o desafío.


— Una respuesta psicológica o física a demandas internas o externas.

Todas las personas tenemos que lidiar con el estrés. Vivir sin estrés es imposible. Mientras que casi todos vemos en el estrés sus aspectos
negativos, la realidad es que también los tiene positivos, ya que nos motiva, nos desafía y nos ayuda a cambiar cuando el cambio es necesario
(incluso aunque no queramos cambiar). Vencer el estrés nos refuerza personalmente, ya que nos hace experimentar sentimientos de
competencia, fuerza y euforia.

El estrés puede presentarse de diferentes formas:

— Agudo (vida corta).


— Crónico (que se experimenta durante un largo periodo de tiempo).
— Acumulativo (procedente de una variedad de fuentes en un periodo determinado de tiempo).
— Demorado (enterrado en nuestro interior durante un tiempo y vuelto a la vida después).

El estrés genera una serie de cambios psicológicos y físicos que afectan según el nivel y tipo de estrés producido. Estos cambios son
involuntarios, queriendo ello decir que son reacciones que nuestro cuerpo no puede controlar inicialmente de forma natural.
El estrés post-traumático (TEP) se define como un tipo de estrés que se encuentra en incidentes que son, o se perciben como, de riesgo para
la propia vida, pudiendo causar la muerte o daños graves. La persona que se encuentra con este tipo de estrés puede que no sea
precisamente la que tiene su vida amenazada. Es el caso de los testigos de un incidente crítico. Por su naturaleza, el TEP es el peor tipo de
estrés que puede encontrarse una persona, ya que conlleva una amenaza a la supervivencia de la persona. Ejemplos de estas situaciones son:

— Desastres naturales.
— Accidentes graves.
— Accidentes graves en los que el sujeto tiene la culpa.
— Amenazas a la propia vida por parte de otra persona.
— Una amenaza a la propia vida causada por la traición de alguien en quien confiamos.
— Una amenaza a la propia vida causada por alguien en quien confiamos para nuestra supervivencia.

El TEP es un serio problema en las labores policiales de campo, así como en los cuerpos de intervención en crisis y emergencias. Por
desgracia, no siempre se le ha dado la relevancia que le corresponde y que guarda una estrecha relación con el rendimiento y bienestar de las
personas afectadas.
Policías y personal de emergencias suelen estar expuestos de forma rutinaria a sucesos traumáticos y presiones cotidianas que requieren una
actitud de fortaleza defensiva de adaptación, temperamento y entrenamiento. Si estas situaciones no se resuelven, el trabajo no se puede
realizar de forma efectiva. Sin embargo, en ocasiones el estrés es tan elevado que la misma dureza que facilita el funcionamiento en las
actividades cotidianas se convierte ahora en un impedimento para esos que ayudan y que ahora necesitan ayuda.
Los policías suelen enfrentarse a sujetos de la peor calaña, asesinos brutales, crueldades y horrores que el resto vemos sólo por televisión.
Además de esto, la policía suele ser el foco de críticas y quejas de los ciudadanos, los medios de comunicación, el sistema judicial, los
abogados, los servicios sociales, los propios mandos, responsables políticos, etc.
Aunque un policía pueda soportar todo esto con entrega y dedicación, es evidente que existe un punto de ruptura. En un momento dado, este
punto de ruptura puede ser cualquier incidente crítico. Los síntomas que comienzan a experimentarse son una respuesta abotargada y
enlentecida, dificultades de memoria con pensamientos intrusitos sobre el incidente, irritabilidad, dificultad para concentrarse, hipervigilancia,
dificultades para dormir, ansiedad, depresión, evitación fóbica retraimiento social y, en ocasiones, consumo de tóxicos. Para algunos policías,
la ruptura no procederá de un incidente específico, sino que responderá a la acumulación de una serie de estresores a lo largo de su trabajo
policial.
Se calcula que la tasa de suicidios en la policía es el doble que el de la población general. Los datos podrían ser mayores, ya que numerosos
de estos suicidios no se informan como tales. Los problemas relacionados con el alcohol o las crisis de pareja suelen actuar como catalizador,
además del fácil acceso a armas letales. El policía que sufre de estrés puede encontrarse en el dilema de no informar de ello por temor a que
le retiren el arma o padezca otros efectos negativos en su carrera.

“ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO EN EL/LA POLICÍA II”

LOS SÍNTOMAS DEL TEP

Puede resultar difícil reconocer los síntomas, incluso el policía puede intentar esconderlos mientras trabaja, pero la mayoría los muestra
cuando están en casa. Es muy importante que la familia del policía y los mandos estén al corriente de los síntomas del TEP, ya que serán los
primeros que podrán animarle a buscar ayuda. El policía, no sólo puede intentar ocultar su problema, sino incluso negar que lo padece. No es
como estar resfriado o tener una pierna rota. En mi experiencia con agentes que padecen TEP, la vivencia es la de vergüenza; vergüenza de
que los compañeros o la gente les vean de baja y les pregunten qué les pasa. “Si tienes un brazo roto o coges la gripe, todo el mundo lo
entiende, pero, ¿baja psicológica? Se piensan que estás loco o que te escaqueas.”
Además, en general, el policía no “se da permiso” para experimentar este tipo de problemas, ya que de él/ellas se espera que responda con
“valor, dureza y profesionalidad.” Reconocer públicamente un problema serio de estrés es como reconocer que no se es un buen policía.
Por otro lado, enfrentado a la situación de estrés, el policía puede o no recordar el evento traumático, o persistir en su afirmación de que lo que
le ocurre es sólo fruto del estrés laboral cotidiano, cuando en realidad por dentro siente que se va a volver loco.
Otro problema con el TEP es que generalmente suele existir un lapso de tiempo entre la ocurrencia del evento traumático y el inicio de los
síntomas. En el caso del TEP agudo el periodo de tiempo es más corto, mientras que la latencia en el tiempo es más prolongada en el caso del
TEP crónico (pueden pasar incluso años hasta que sean visibles los efectos del trauma).
Los síntomas que se listan a continuación pueden ser normales durante algún periodo en el trabajo policial. Hay que empezar a tomarse las
cosas en serio cuando se pasa de lo “normal” a lo “extremo.” Algunos cambios que debemos observar son:

Intrusión

— Pesadillas intensas
— Paranoia extrema
— Sentimiento de un final inminente, de tener poco futuro por delante

Evitación

— Pérdida de interés en el sexo


— Depresión
— Aislamiento, especialmente de los seres queridos
— Evitar ir a trabajar. Aumento del absentismo
— Evitar ir a lugares que antes se consideraban como especiales
— Disminución en el interés por actividades que antes se encontraban gratificantes, como la gente, deporte, etc.
— Falta de motivación, fatiga constante
— Pérdida de la fe religiosa
— Dormir demasiado
— Adicciones: drogas, alcohol, sexo …
— Antes era muy activo/a en el trabajo y ahora no hace prácticamente nada
— Reducción significativa en la calidad del trabajo.
— Dejar de hacer ejercicio y reducir la higiene personal
— Pérdida de memoria o recuerdo pobre
— Desaparece de casa o del trabajo durante periodos de tiempo

Excitación

— Problemas para dormirse o mantener el sueño


— Irritabilidad
— Empeoramiento de la relación con la Administración/Ciudadanos
— Muestra más desdén/exasperación con sus compañeros, mandos, ciudadanos …
— Más cínico con casi todo
— Explosiones repentinas de rabia o cólera
— Hipervigilancia (paranoia)
— Respuestas de sobresalto exageradas
— Conductas obsesivas (los pensamientos reprimidos se vuelven obsesivos
— Conductas compulsivas (la vergüenza puede fortalecer la compulsión, que puede tornarse en una adicción)
— Comer demasiado (evidencia de incremento de peso)
— Anorexia (evidencia de pérdida de peso)
— Más violento/a
— Más hiperactivo; casi todo el tiempo

Problemas somáticos

— Problemas para orinar


— Frecuentes dolores de cabeza
— Dolor en el pecho
— Dolor de estómago
— Diarrea, estreñimiento, síndrome de cólon irritable
— Incremento en el empleo de antiácidos

Probablemente, sólo seremos testigos de pocos de estos cambios. Algunos se intentarán ocultar por razones obvias, como la adicción. Los
síntomas se viven hacia dentro y, generalmente, empeoran con el paso del tiempo si no se tratan. El TEP no desaparece solo.

“ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO EN EL/LA POLICÍA y III”

SUPERANDO EL TEP

Una de las técnicas más empleadas en el ámbito policial y de la emergencia es la técnica del debriefing (que se traduciría como “informar”, “dar
parte” de lo ocurrido). El nombre completo sería Critical Incident Stress Debriefing (CISD) (algo así como “Informar del Estrés durante el
Incidente Crítico”). Esta técnica se ha establecido ya de forma rutinaria en los departamentos de policía y emergencias de varios países
(Estados Unidos, Inglaterra, etc.) y se emplea en el lapso de tiempo inmediatamente posterior a la ocurrencia y actuación en el incidente crítico.
El CISD está pensado y diseñado para estimular el procesamiento emocional de los eventos traumáticos a través de la ventilación y
normalización de los sentimientos y de la preparación ante futuros acontecimientos. El CISD suele consistir en siete fases estándar:

1. Introducción: La fase introductoria del debriefing comienza cuando el líder o coordinador del grupo presenta el procedimiento del CISD,
anima a los presentes a participar y establece las reglas sobre las que operará el debriefing, además de cuidar que se establezca una
atmósfera de trabajo libre de críticas. Se recuerda la necesidad de la confidencialidad de todo lo que allí se cuente. Se explican cuáles son las
reacciones traumáticas posibles frente a un incidente crítico, explicando que son normales y que generalmente funcionan de forma transitoria.
La primera fase ya avanza que lo que sentimos, aunque doloroso, es normal.
2. Esta etapa está centrada en los elementos objetivos del suceso, los hechos. Se basa en preguntas como ¿Quién? Cuándo? ¿Dónde? Qué
fue lo que pasó? ¿Cómo pasó? ¿Qué ocurrió después? Estas preguntas y el empleo de verbos como ver, oír y hacer, sitúan el acontecimiento
en el nivel cognitivo y permiten construir el relato con un hilo coherente. La pregunta básica es ¿Qué hiciste tú?
3. Denominada “etapa de transición”, permite abordar todos los pensamientos y preocupaciones con relación al suceso y todo lo que se
tambalea en el ánimo de los participantes. Cada uno puede expresar su propia interpretación de los hechos. Es una primera toma de contacto
con los propios sentimientos experimentados durante el incidente crítico. Una pregunta clave aquí sería ¿Qué pasaba por tu cabeza durante el
incidente?
4. Se centra en las emociones e impresiones sentidas durante el incidente crítico. Intentar disociarse de los sentimientos experimentados hace
que la persona no tome conciencia de ellos y los trate como algo extraño o algo que no debería ocurrir (lo que cree uno que se espera de él en
su profesión). Esto es una mala idea. Es necesario “reactualizar” estos sentimientos como si fuera la primera vez, controlando su intensidad
para impedir un desbordamiento inútil y penoso. Aquí es necesario que el coordinador del equipo sepa manejar este tipo de emociones para
que los sujetos puedan asimilarlas de forma natural. Aquí una pregunta clave sería: “¿Cuál fue la peor parte del incidente para ti?”
5. Esta es la fase de la información y la normalización de las reacciones que se aborda a modo de diálogo entre el coordinador del grupo y los
participantes. Se les pregunta sobre las señales físicas, cognitivas, emocionales y conductuales y los síntomas de angustia que aparecieron
(según el caso) (1) en la escena o 24 h tras el incidente; (2) pocos días después del incidente, y (3) que todavía se experimentan en el
momento del debriefing. La pregunta sería: “¿Qué has experimentado desde el incidente?”
6. Fase de educación. Se intercambia información sobre la naturaleza de las respuestas de estrés y de las respuestas psicológicas y
fisiológicas que pueden esperarse ante un incidente crítico. Esta fase sirve para normalizar el estrés y las respuestas de afrontamiento al
mismo. La pregunta sería: “¿Qué has aprendido de esta experiencia?”
7. Fase de re-entrada. Es la que permite volver a la realidad y a la vida cotidiana. Se trata de llegar a una conclusión de consenso sobre todas
las experiencias vertidas en la sesión. El coordinador del grupo debería estar disponible telefónicamente por si fuera necesario. La idea es
reforzar la solidaridad y los lazos de unión del grupo para tratar de contestar a la pregunta: “¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros la
próxima vez que ocurra algo similar?”

Se recomienda realizar el debriefing entre 24 – 72 horas tras el incidente para que la intervención sea más efectiva. Resulta evidente que esta
técnica no se encuentra disponible de manera generalizada. La mayor parte de los agentes que padecen algún tipo de estrés traumático a
medio largo plazo, como el TEP, recurren a visitar a algún profesional, y ello después de pensárselo mucho. Mi experiencia personal me dice
que es en la Guardia Civil en donde los agentes vacilan más a la hora de solicitar ayuda psicológica. Tal vez los presupuestos e ideales sobre
los que se sustenta el trabajo entran en conflicto con la naturaleza humana que no puede dejar de sentir como siente.
Se puede ser un buen agente de policía o intervenir en emergencias y experimentar estrés, miedo, angustia, tristeza, etc. Experimentar estas
emociones no es el problema. El problema deviene cuando uno no se da permiso para hacerlo, intenta ocultarlo o se castiga por sentirse así. A
ello ayuda también una estructura de mando que puede ver en estas reacciones “debilidad” en el agente, sin comprender que lo importante es
prestar los apoyos necesarios para que la persona supere su estrés y se reincorpore de nuevo al trabajo más fortalecido y con la sensación de
pertenecer a un colectivo que comprende cómo se siente y que está ahí para apoyarlo en tarea tan difícil y dura.

“SUEÑOS Y FALSOS RECUERDOS”

Algunos tipos de psicoterapias (y psicoterapeutas) señalan que los sueños pueden proporcionar indicios de un pasado traumático olvidado, o
que el material soñado es el reflejo de la emergencia del recuerdo de un trauma de la infancia que se abre paso a través de las barreras del
“inconsciente”; o que los sueños pueden emplearse como fuente de información para la reconstrucción de abusos sexuales en la infancia. Sin
embargo, la revisión de los estudios científicos que han tratado de confirmar estas teorías llegan a la conclusión de que no existe ninguna
evidencia que apoye estos planteamientos.
A pesar de la falta de evidencia, muchos terapeutas tratan los sueños de sus pacientes como parte de la realidad pasada de estos. Esto puede
crear un problema al paciente: si el terapeuta comenta con el paciente un tema surgido en los sueños de éste, dicha información puede
incorporarse a los sueños posteriores del paciente. Si al día siguiente se comentan estos sueños de nuevo (junto con la información añadida),
el paciente puede creer y recordar de forma falsa un pasado que realmente nunca ocurrió. Hay numerosos estudios que avisan de los peligros
de la interpretación sexual de los sueños. Mazzoni & Loftus, 1995, señalaron tres experimentos en los que, utilizando una sutil sugestión se
conseguía que los sujetos recordaran hechos falsos en sus sueños, aunque los datos se les habían suministrado durante el periodo de vigilia.
Lo sujetos estudiaron una lista de objetos durante el Día 1. En el Día 2 se les proporcionó la sugerencia falsa de que algunos de los objetos de
la lista se habían colocado allí extraídos de los sueños sobre los que habían informado previamente. En el Día 3 se les pidió que recordaran los
objetos de la lista que habían estudiado el Día 1. Los sujetos reconocieron erróneamente los objetos soñados en una alta proporción, en
ocasiones, tan alta como la de los objetos verdaderos. Los sujetos declaraban “recordar” claramente la presencia de los objetos soñados de la
lista, en lugar de simplemente “saber” que los objetos estaban en la lista inicial. Estos resultados muestran cómo los sueños pueden
confundirse con la realidad. El contenido de los sueños puede ser especialmente problemático en manos de un terapeuta que comenta con el
paciente temas de abusos sexuales en el periodo de vigilia (pudiendo ocasionar que estos comentarios se incorporen a los sueños de la
noche) y empleando después el material como “fuente” para reconstruir supuestos abusos sexuales de la infancia. El peligro de que estas
cuestionables actividades puedan conducir a un determinado paciente a creer que ha sufrido abusos sexuales en la infancia – no siendo así
realmente – es un riesgo más que evidente.

La Sociedad Psicológica Australiana ya ha reconocido que “los recuerdos de los que se informa ya sea espontáneamente o por medio de
procedimientos especiales en terapia pueden ser fiables, no fiables, inventados o una mezcla de los anterior, alterados, creados o borrados”, y
que sin una fuente externa que los corrobore “no se pueden distinguir los recuerdos falsos de los verdaderos.” En relación a los recuerdos de
abusos sexuales durante la infancia, la Asociación Americana de Psicología declaró que “es posible construir recuerdos falsos convincentes de
sucesos que nunca han ocurrido.” La Asociación Americana de Medicina también avisa del peligro de emplear los recuerdos recuperados ya de
adultos de abusos sexuales en la infancia “porque no es posible distinguir la realidad de la ficción en estos casos.” La Asociación Americana de
Psiquiatría ha reconocido que los recuerdos puede estar fuertemente influenciados por una persona de confianza que sugiere el abuso como
una posible explicación de los síntomas/problemas del paciente, y que preguntándole repetidamente sobre el tema puede llevarle a informar de
recuerdos sobre eventos que realmente nunca ocurrieron.

“¿POR QUÉ CONFIESAN LOS SOSPECHOSOS? TEORÍAS I”

FACTORES QUE INHIBEN LA CONFESIÓN

Los factores que suelen dificultar el que las personas confieses suelen tener que ver con las consecuencias potenciales de confesar, que se
refieren a:
- Temor a las sanciones legales. Como el encarcelamiento, la pena de muerte o quedar fichados por la policía.
- Preocupaciones sobre la propia reputación. Cuanto más alta la posición social, mayor reluctancia a confesar. En algunos casos, ser
sospechoso de pequeños delitos puede tener consecuencias devastadoras para la persona.
- No querer admitir lo que uno ha hecho. Tras cometer un delito algunas personas “suprimen” el recuerdo de ese delito porque lo que han
hecho es totalmente inaceptable para ellos. Este “olvido” funciona para salvaguardar la autoestima y el bienestar psicológico.
- No querer que la familia o amigos sepan del delito. Se trata de evitar hacer daño a terceros y el cotilleo.
- Miedo a las represalias. El miedo a las represalias puede ser, en algunos casos, más fuerte que el miedo a sanciones penales.

“MODELOS TEÓRICOS DE LA CONFESIÓN”

El modelo de confesión de Reid

Este modelo esta basado en los nueve pasos de interrogatorio propuesto por Reid y en su aparente éxito para producir confesiones. Este
modelo interpreta el interrogatorio como el deshacer psicológicamente el engaño. El engaño criminal está principalmente motivado por la
conducta de evitación, es decir, evitando las posibles consecuencias de ser sincero. Los dos tipos de consecuencias de ser pillados mintiendo
puede ser “reales” y “personales”. Las consecuencias reales generalmente implican privación de libertad o multas económicas. Las
consecuencias personales implican una baja autoestima y un daño a la integridad personal. Admitir la conducta delictiva suele ser embarazoso
para la mayoría de la gente, con lo que dificulta la confesión.
El engaño exitoso se refuerza a través de los principios del condicionamiento operante. Así, la mentira no detectada se premia e incrementa las
oportunidades de nuevas mentiras. Sin embargo, una socialización exitosa enseña a la gente que no está bien mentir, y cuando se miente, las
personas pueden experimentar un conflicto interno que consta de sentimientos de frustración y ansiedad. El incremento en el nivel de ansiedad
asociado a la mentira induce a la persona a confesar. Se genera una menor ansiedad interna al decir la verdad. A medida que aumenta el nivel
de ansiedad al mentir, la persona afronta la situación empleando mecanismos de defensa que funcionan reduciendo la ansiedad y restaurando
la autoestima. Los dos mecanismos de defensa más relevantes durante el interrogatorio son la “racionalización”, que sirve al delincuente para
evitar la responsabilidad completa del delito (el delincuente racionaliza el delito de alguna forma), y la “proyección”. Proyección significa que el
delincuente atribuye la culpa del delito a una fuente externa (ej., la victima). Tanto la racionalización como la proyección distorsionan el relato
de lo sucedido realmente.
De acuerdo con este modelo, el sospechoso confiesa (por ejemplo, dice la verdad) cuando las consecuencias percibidas de la confesión son
más deseables que la ansiedad generada por la mentira (ej., la negación). Las consecuencias percibidas y la ansiedad percibida pueden ser
manipuladas por el interrogador. Así, Jayne (1986) argumenta que hay 3 conceptos básicos relevantes a la manipulación del interrogador de la
percepción y consecuencias de la ansiedad. Son las expectativas, la persuasión y las creencias. Las expectativas se refieren a lo que el sujeto
percibe como deseable. Al comienzo del interrogatorio, el confesar se interpreta como altamente indeseable. La persuasión es la forma de
cambiar lo que el sospechoso ve como deseable (cambio de “expectativa”) y sus “creencias “básicas en la estructura de los mensajes internos
que tienden a apoyar o refutar la expectativa.

De acuerdo con este modelo, haycuatro criterios esenciales para cambar las creencias y expectativas del sospechoso:

1 - La información proporcionada por el interrogador debe percibirse como creíble (comunicación de sinceridad y confianza).

2 - El interrogador desarrolla una comprensión de las actitudes y debilidades del sospechoso.

3 - Saber qué es lo que cree que evita el sospechoso mintiendo y su nivel de tolerancia a la ansiedad.

El sospechoso necesita interiorizar las sugerencias del interrogador. Esto se realiza en un proceso de tres fases:

- El sospechoso debe comprender las ideas del interrogador.


- El sospechoso debe aceptar el mensaje comunicado por el interrogador.
- El sospechoso debe interiorizar o creer las sugerencias del interrogador.

Cuanto más sugestionable sea el sospechoso más fácil resultará obtener una confesión.

4 - El interrogador debe observar constantemente si el sospechoso acepta o no el tema sugerido, si hay que aumentar su ansiedad y si el
momento de presentación de alternativas es el adecuado. La persuasión es un proceso dinámico que necesita regularse en relación a las
fortalezas y vulnerabilidades del sospechoso.

Jayne recomienda una serie de trucos para manipular al sospechoso y reducir así las consecuencias percibidas por confesar. La autora sugiere
presentar al sujeto temas que incrementen el autoengaño y la distorsión cognitiva. Para ello se emplea la “racionalización” y la “proyección”.
Estos dos mecanismos de defensa permiten a la persona abordar las experiencias amenazantes en forma de autoengaño sin que sea
consciente de ello. El interrogador puede reducir la ansiedad alterando la percepción del sujeto sobre las consecuencias percibidas de las
admisiones autoincriminatorias. Lo que hace el interrogador es estimular la tendencia natural del delincuente e emplear mecanismos de
defensa para justificar sus delitos y mantener la autoestima.
Jayne señala que estos mecanismos de defensa son más efectivos para reducir la percepción de las consecuencias reales de la conducta
criminal, mientras que el truco de emplear la simpatía y la compasión es más efectivo para superar la inhibición de la percepción de las
consecuencias personales. Incrementar las ansiedad percibida derivada de persistir en la negación se consigue a través de la manipulación
psicológica, haciendo que la ansiedad del sospechoso vaya hacia dentro en lugar de hacia fuera. La ansiedad que se vuelve hacia fuera (ej.,
suspicacia, enfado, odio…) inhibe las conductas que promueven la confesión, mientras que jugar con los sentimientos de culpa y vergüenza
del sospechoso incrementa la clase de ansiedad que generalmente conduce a una confesión.Según este modelo, el éxito del interrogatorio
depende del grado en que el interrogador es capaz de identificar las vulnerabilidades psicológicas, de explotarlas hasta alterar el sistema de
creencias y percepción del sujeto sobre las consecuencias de hacer confesiones autoincriminatorias, y persuadiéndole para que acepte la
versión de la “verdad” que le ofrece el interrogador.

“TERRORISMO Y NEGOCIACIÓN”

Un policía del País Vasco me preguntaba si desde una perspectiva psicológica se puede hablar de negociar con terroristas. Primero de todo,
hay que tener en cuenta que el fenómeno del terrorismo no es un hecho unitario, y que no todos los grupos terroristas tienen un mismo
funcionamiento, los mismos fines, etc.Os estoy preparando unos artículos al respecto.
Lo que sí tienen en común es una visión rígida de los conceptos que defienden (religión, nacionalismo ...) En la vida cotidiana nos encontramos
con personas que se caracterizan por disponer de un pensamiento rígido, son poco flexibles, son incapaces de ponerse en el lugar de los
demás (ausencia de empatía) y pueden incluso mostrarse ajenos al sufrimiento de otras personas. Es más, en ocasiones pueden pensar que
tal sufrimiento lo tienen merecido. Estas serían algunas de las características centrales de lo que denominamos como Trastornos de la
Personalidad.
Cuando alguien mata, observa el dolor que causa y permanece ajeno al mismo, incluso pensando que lo tienen merecido por no cumplir con
sus demandas (inacapacidad de ponerse en el lugar del otro, ausencia de empatía); cuando alguien es capaz de generar tanto sufrimiento sólo
por el hecho de pensar distinto (rigidez, incapacidad de ser flexible en los planteamientos); cuando uno piensa que sólo él y los que son como
él tienen razón y los que me rodean quieren acabar conmigo, son enemigos (la máxima "estás conimigo o contra mí" algo paranoide),
entonces, desde esta perspectiva, puede que el diálogo sea una pérdida de tiempo.
Esto no significa que todas las personas que cometen actos terroristas tengan este tipo de personalidad, pero los comportamientos que
observamos son precisamente estos. Cuando alguien mantiene este tipo de creencias basadas en la nula flexibilidad cognitiva y en la rigides
de planteamientos, el diálogo se torna una empresa descorazonadora. Es difícil que una negociación tenga resultados porque, el propoio
pensamiento rígido del terrorista es incompatible con el principio de negociación, que implica flexibilidad por ambas partes.
Como prueba de ello observemos cuáles han sido los resultados de las negociaciones emprendidas. ¿Cómo puedes negociar con un terrorista
islamista cuando lo que te está planteando es un tipo de sociedad radicalmente distinta? ¿Dónde está lo negociable? El mismo principio se
podría aplicar al terrorismo de base nacionalista. Los unos piensan que están tocados por la mano de Dios y los otros por la mano de la razón.
Hay algo de patológico en todo esto que no da demasiados argumentos para pensar que una negociación es posible.
Pero bueno, esto es una opinión muy personal y me gustaría mucho conocer vuestra opinión.

“¿POR QUÉ CONFIESAN LOS SOSPECHOSOS? TEORÍAS II”

Modelo de confesión de toma de decisiones

Modelo desarrollado por Hilgendorf e Irving (1981). La premisa básica del modelo es que cuando se interroga a los sospechosos, estos se ven
inmersos en un complicado y exigente proceso de toma de decisiones. Algunas de las decisiones básicas que el sospechoso tiene que tomar
se relacionan con:

Si hablar o permanecer en silencio.


Si hacer confesiones autoincriminatorias o no.
Si decir la verdad o no.
Si decir toda la verdad o sólo parte de ella.
Cómo responder a las preguntas del interrogador.

Aplicando el modelo de toma de decisiones de Luce (1967) a los interrogatorios policiales, Hilgendorf e Irving argumentan que las decisiones
están determinadas por:

La percepción de los cursos de acción disponibles. El sospechoso tiene que decidir cuál tomar.

La percepción relativa a la probabilidad de ocurrencia de las diversas consecuencias derivadas de cada curso de acción. Se refiere a las
“probabilidades subjetivas”.
Los valores de utilidad o ganancia asociados a esos cursos de acción.

Estos factores indican que los sospechosos tienen que considerar los tipos de opciones que tienen disponibles. Tienen que evaluar las posibles
consecuencias asociadas a las opciones. Por ejemplo, si confiesan, ¿es posible que le acusen del delito del que se confiesan? Si insisten en
su inocencia, ¿es probable que continúe el interrogatorio?
La toma de decisiones del sospechoso está gobernada por las probabilidades subjetivas de ocurrencia de las consecuencias percibidas. En
otras palabras, las decisiones no están basadas en lo que objetiva y realmente es posible que ocurra. Es lo que el sospechoso cree que en ese
momento puede ocurrir lo que influye en su conducta. Esto significa que nadie debe suponer que el sospechoso considera objetivamente las
consecuencias legales de realizar una confesión autoincriminatoria. Un sospechoso inocente puede confesar bajo la creencia equivocada de
que, al ser inocente, ningún jurado lo encontrará culpable y la verdad saldrá a la luz.
El sospechoso tiene que hacer balance entre las consecuencias potenciales y el valor percibido (“utilidad”) de escoger un curso de acción en
concreto. Por ejemplo, ¿terminará el interrogatorio si confiesa y se podrá marchar a casa? ¿Permitirán que le visiten los familiares tras
confesar? Hilgendorf e Irving argumentan que las amenazas e incentivos de la policía influyen de forma marcada la decisión del sospechoso de
confesar por el poder percibido que la policía tiene sobre la situación y la aparente credibilidad de sus palabras. Estos autores señalan que la
toma de decisiones no sólo esta influida por la percepción de las ganancias o las pérdidas utilitarias; los factores relacionaos con la aprobación
personal y social pueden ser también muy importantes psicológicamente. En general, el crimen no cuenta con la aprobación social. Por lo
tanto, la confesión implica la admisión de un acto desaprobado socialmente. Sin embargo, para el sospechoso, no confesar un delito
supuestamente cometido por él puede conllevar una fuerte desaprobación personal y social. Al contrario, ser capaz de “dar la cara” y aceptar el
castigo por lo que uno ha hecho, activa las utilidades de aprobación potencial.
Hilgendorf e Irving señalan que hay una serie de factores sociales, psicológicos y ambientales que pueden afectar, o incluso perjudicar
seriamente, la toma de decisiones del sospechoso durante el interrogatorio policial. En ocasiones estos factores pueden minar la fiabilidad de
la confesión del sospechoso. Los factores más importantes son:

Los policías pueden manipular las utilidades de aprobación personal y social durante el interrogatorio para influir en la toma de decisiones del
sospechoso (sentimientos de competencia y autoestima).

Los interrogatorios policiales pueden manipular la percepción de lo que puede ocurrir en relación a un curso de acción concreto (minimizando
la gravedad del delito y alterando la percepción del “coste” asociado a la negación o el engaño).

Los interrogatorios policiales pueden perjudicar la habilidad del sospechoso para afrontar el procesamiento de la información y la toma de
decisiones (aumentando el nivel de ansiedad y miedo, amenazando, incrementando la incertidumbre, provocando aislamiento social y físico…)

Modelos psicoanalíticos de la confesión

Estos modelos descansan en el supuesto de que el sentimiento de culpa es la causa fundamental de las confesiones y de las falsas
confesiones. Estos modelos psicoanalíticos son muy controvertidos ya que disponen de poca evidencia experimental y tienen una aceptación
muy limitada en la comunidad científica.
Para estas teorías, el superego parece jugar un papel muy importante en la necesidad del sujeto de confesar. Si el superego permanece en
silencio se desarrolla un fuerte sentimiento de culpa y la necesidad de autocastigo. Esto puede conducir a una “compulsión” por confesar y, en
otras ocasiones, a confesiones falsas. Es sólo tras confesar que el ego comienza a aceptar el significado emocional del hecho. La confesión
sirve para aliviar a la persona de su sentimiento de culpa.
as formulaciones psicoanalíticas parecen pasar por alto la importancia de las diferencias individuales y de grupo en los remordimientos que
siguen a una trasgresión.

“¿POR QUÉ CONFIESAN LOS SOSPECHOSOS? TEORÍAS III”

El modelo de procesos de interacción de la confesión

Moston, Stephenson y Williamson (1992) diseñaron un modelo que nos ayuda a explicar cómo los antecedentes característicos del sospechoso
y del caso pueden influir en la forma de preguntar de interrogador, lo que a su vez afecta a la conducta del sospechoso y al resultado de la
entrevista. El modelo postula que la respuesta inicial del sospechoso ante una acusación, tanto si está implicado o no en el delito investigado,
está influenciado por la interacción de 3 grupos de factores principales:

- Características antecedentes del sospechoso y del delito. Ejemplo: tipo de delito, gravedad del delito, edad y sexo del sospechoso y
personalidad del sospechoso.
- Características contextuales del caso. Ejemplo: asistencia legal, la fuerza de la evidencia policial.
- Técnicas de cuestionamiento del entrevistado.

Este modelo enfatiza la importancia de considerar la interacción de una serie de variables más que verlas de forma aislada. Una implicación
importante de este modelo es que las características antecedentes del sospechoso y del caso, en conjunción con los factores contextuales,
influyen en las creencias del interrogador, sus actitudes y estilo de preguntas, lo que, a su vez, influye en la conducta del sospechoso. Además,
las características del caso pueden influir tanto en la conducta del sospechoso como en la del interrogador. La mayor limitación de este modelo
es que no se centra en el estado mental y los procesos cognitivos del sospechoso.

Modelo cognitivo-conductual de la confesión

Se puede interpretar mejor las confesiones como el resultado de una relación particular entre el sospechoso, el entorno y otras personas
significativas dentro del entorno. Lo mismo se aplica a las confesiones falsas. Para conocer esta relación es importante observar los
antecedentes y consecuencias de la conducta de confesar en el marco del análisis conductual. Este modelo contiene los elementos esenciales
de otros modelos y proporciona un enfoque de la confesión sobre la teoría del aprendizaje.
Los antecedentes se refieren al tipo de eventos que suceden antes del interrogatorio. Son factores que pueden disparar o facilitar la confesión
posterior. Hay una serie de factores que pueden ser relevantes: la fatiga, el estrés, la enfermedad, la deprivación de comida y sueño, el
aislamiento social, los sentimientos de culpa y aflicción, etc.
Hay dos tipos importantes de consecuencias: las “inmediatas” (o a corto plazo) y las consecuencias a “largo plazo”. Las consecuencias
inmediatas ocurren minutos u horas tras haber confesado el sospechoso el supuesto delito. Las consecuencias a largo plazo ocurren días,
meses o años tras haber confesado.
Los antecedentes y las consecuencias se construyen en términos de eventos sociales, emocionales, cognitivos, situacionales y fisiológicos.

“¿POR QUÉ CONFIESAN LOS SOSPECHOSOS? TEORÍAS y IV”

Eventos sociales

Hay dos tipos principales de eventos sociales que pueden disparar una confesión. El primer evento tiene que ver con estar aislado de la familia
y amigos. El segundo tipo de influencia social se refiere a la naturaleza misma del interrogatorio.
La consecuencia inmediata de confesar es que se refuerza socialmente por los policías interrogadores. La policía puede agradecer al sujeto
haber confesado lo que ha hecho, permitirse la visita de familiares y, en ocasiones, dejarle marchar a casa. Las consecuencias a largo plazo
suelen implicar la desaprobación social de los medios de comunicación y del público en general.

Eventos emocionales

Ser arrestado y llevado a comisaría es sin duda algo estresante para la mayoría de los sospechosos. Se espera que los sospechosos
experimenten altos grados de ansiedad y angustia. Algo de esta ansiedad viene ocasionada por la incertidumbre de la situación, el miedo a lo
que pueda ocurrir en la comisaría, el miedo a ser encerado y el miedo a las consecuencias derivadas del presunto delito. Un sospechoso que
haya cometido un delito grave, posiblemente fruto de un impulso, también puede estar angustiado por la naturaleza misma de la conducta. Los
sospechosos que están pasando por una situación de duelo en el momento de su arresto es probable que se encuentren más vulnerables al
estrés. Por ejemplo, la mayoría de los sospechosos encontrarán difícil afrontar e interrogatorio cuando ha muerto un amigo o un familiar.
Hay dos experiencias emocionales especialmente relevantes al tema de la confesión: los sentimientos de culpa y vergüenza. En el contexto de
las confesiones, la vergüenza se ve como una experiencia degradante y humillante y suele acompañar a un sentimiento de estar expuesto. En
contraste, la culpa se relaciona con el concepto de conciencia (ej., está asociada con alguna trasgresión pasada real o imaginaria que resulta
inconsistente con los valores y estándares internalizados de la persona). Existen marcadas diferencias motivacionales y conductuales entre la
vergüenza y la culpa. Mientras que el sentimiento de culpa motiva a la persona hacia conductas de reparación (ej., confesar, pedir disculpas,
etc), el sentimiento de vergüenza tiene el efecto contrario; hace que la persona se quiera esconder de los demás y no revelar lo que ha
ocurrido. Los sentimientos de culpa también son importantes para entender la manera en que el delincuente atribuye las culpas por sus actos
delictivos.
Después de confesar los sospechosos puede experimentar un sentimiento de descarga emocional ya que va cediendo la presión que sufrían y
la incertidumbre sobre el futuro inmediato. Los sospechosos que se sienten culpables pueden sentirse aliviados al haber hablado del delito. Las
primeras personas con las que el sospechoso suele hablar de su delito son los policías. Al cabo de un tiempo, el sospechoso tendrá que volver
a lidiar con el sentimiento de vergüenza al tener que afrontar la opinión de los medios, etc.

Eventos cognitivos

Los factores cognitivos comprenden los pensamientos, interpretaciones, suposiciones y estrategias percibidas del sospechoso al tener que
responder a una situación concreta. Todos estos factores pueden afectar de forma importante a la conducta. Lo que es importante recordar es
que la conducta del sospechoso durante el interrogatorio es más probable que se encuentre influida por sus percepciones, interpretaciones y
suposiciones sobre lo que puede ocurrir que por la conducta actual de la policía. Cuando el sospechoso percibe que la evidencia contra el es
sólida, es más probable que confiese, pues piensa que no tiene sentido negar el delito. Los sujetos que se hablan a si mismos diciéndose que
el interrogatorio no terminará hasta que confiesen, o que creen que la policía tiene suficientes evidencias para “probar” que han cometido el
delito, pueden estar muy influidos por este tipo de pensamientos y creencias. En las personas inocentes, el pensamiento de que la “verdad”
saldrá a la luz , incluso si se derrumban tras un interrogatorio persistente, puede facilitar las confesiones falsas. De igual forma, los sujetos
inocentes que comienzan a dudar de sus propios recuerdos porque se les confunde durante el interrogatorio pueden llegar a creer que han
cometido el crimen del que realmente son inocentes. Son las denominadas falsas confesiones por “presión-internalización”.
Las consecuencias cognitivas inmediatas pueden relacionarse con los pensamientos asociados al alivio de la presión. Los eventos cognitivos
más llamativos asociados a las consecuencias potenciales a largo plazo de confesar se relacionan con lo que puede ocurrir como
consecuencia de la confesión autoincriminatoria. Pensar en el tremendo apuro en el que se han metido puede llevarles a retractarse de la
confesión realizada.

Eventos situacionales

Los eventos situacionales son de muchas clases. Las circunstancias en las que fue arrestado (ej., de pronto y de madrugada) pueden afectar
las habilidades del sospechoso para afrontar el interrogatorio, ya que coincide con el punto mas bajo del ciclo fisiológico. De igual forma, el ser
encerrado durante horas o días en los calabozos policiales puede “ablandar” al sospechoso (ej., debilitando su resistencia) haciéndole más
sensible al interrogatorio. Por otro lado, la familiaridad con los procedimientos policiales y el interrogatorio es probable que proporcione al
sospechoso el conocimiento y la experiencia que le permita comprender y exigir sus derechos.

Eventos fisiológicos

El antecedente fisiológico de una confesión es, sin duda, el incremento de la excitación, lo que incluye un aumento de la tasa cardiaca, presión
sanguínea, tasa e irregularidad en la respiración y la sudoración. Esto ocurre porque el sospechoso esta aprensivo, preocupado y con miedo.
Una vez que el sujeto ha confesado se suele producir una marcada reducción del nivel subjetivo fisiológico, debido a que aumenta la seguridad
sobre el futuro inmediato. Aunque la tasa fisiológica vuelva al nivel normal, no hay que olvidar que las futuras situaciones derivadas del juicio
pueden aumentarla de nuevo.

“SI QUISIERA MATARSE YA LO HABRÍA HECHO”

Siempre que he dado un curso de intervención en suicidio he escuchado el comentario que da título a esta entrada. Y es un comentario al que
no le falta cierta lógica. Nos llaman diciendo que hay un sujeto que parece (o que ha dicho) que se quiere quitar la vida. Cuando el policía
recaba información en el lugar de la intervención – ya sea hablando con el suicida potencial y/o con otras personas que pudiera haber cerca -,
resulta que el sujeto llevaba ya varias horas en ese estado, sin decidirse a quitarse la vida, pero mostrando todas las conductas de querer
hacerlo. La lógica nos dice que, si quisiera matarse, ya lo habría hecho, o no montaría “ese numerito” para “llamar la atención.”
La intervención policial en un caso de este tipo es estresante. Uno no sabe lo que va a encontrar. No será igual de problemática la intervención
en caso de encontrarnos al sujeto sentado en la cama, con un bote de pastillas en la mano que todavía no se ha tomado, que otro de pié en el
alféizar de la ventana en un tercer piso con intención de tirarse.
Recuerdo una película, “Arma Letal”, en la que el policía se tiraba con el ciudadano, y otras en las que el policía “pica” al sujeto diciéndole que
no tiene lo que hay que tener para tirarse. Además de ser película y un ejemplo de lo que NUNCA hay que hacer en estos casos, todos estos
ejemplos y guiones cinematográficos se basan en la asunción de que el sujeto no quiere matarse y está montando el numerito, algo que puede
ser cierto o no.
A tenor de lo anterior se suele decir que “el que lo dice, no lo hace.” Bueno, pues lo que sabemos con datos es que 8 de cada 10 personas que
intentan suicidarse efectivamente han avisado antes de sus intenciones, ya sea con una nota, comentarios directos o indirectos a familiares o
amigos, etc. Por lo tanto “el que lo dice, lo hace.” Cuando llega, el policía se encuentra con una persona que probablemente no quiere llamar la
atención, sino que se debate interiormente con una decisión, como es el quitarse la vida, que le produce angustia y temor. “Si quisiera matarse
ya lo habría hecho”; como si quitarse la vida fuera algo tan sencillo que basta con el deseo para hacerlo. Esto no funciona así. Aunque el
sufrimiento emocional pueda ser muy intenso, tan intenso que la persona valora que la única forma de acabar con él es matándose, eso no
significa que la persona no quiera vivir. De ahí que su debate interior sea, por un lado acabar con el sufrimiento a costa de la propia vida y, por
otro, querer seguir viviendo. Es durante este debate interior e intenso que el policía encuentra al sujeto.
No creamos que en este debate no está también la forma de morir más adecuada. El suicida potencial tampoco quiere sufrir matándose, con lo
que, a sus dudas sobre si finalizar su vida o no, se añade la aprensión por el dolor que pueda experimentar en el tránsito.
Incluso aunque sea el propio sujeto el que alerte a la policía de sus intenciones, ello no significa que “no vaya a hacerlo.” En ocasiones, estas
llamadas son el último intento, la última petición desesperada de ayuda para no llegar al extremo de la autolisis.
Es verdad que hay casos en los que la persona emplea la amenaza del suicidio como una forma de chantaje o de manipular el entorno. Pero
yo siempre digo los mismo a los policías: que intervengan en cada caso como si efectivamente la persona fuera a quitarse la vida,
independientemente de que pensemos lo que pensemos. Matarse no es una decisión sencilla. Desde el pensamiento suicida hasta el acto
suicida puede haber un camino largo, un camino en el que el sujeto puede decir una cosa y su contraria en cuestión de segundo. La
ambivalencia es la nota dominante, y ese es el estado en el que el policía encuentra al sujeto: valorando los pros y los contras de una decisión
a todas luces muy difícil y no deseada.

“JEFES QUE NO NOS MERECEMOS”

He recibido un par de mails que plantean algo en común: un jefe que te amarga la vida. Tener un jefe, superior directo, mando o similar que
tiene una especial habilidad para amargarte la vida, no es exclusivo de los cuerpos policiales o de emergencias. Este tipo de fauna es más
abundante de lo que pudiéramos desear.
Ciertamente hay grados, y las maneras que tiene de dar por saco al personal son muy variadas. Perdonad la expresión, pero no he encontrado
ningún término psicológico que lo exprese mejor. Decía que las formas son variadas, al igual que la intensidad con que se produce.
A veces nos encontramos con un jefe o jefa un tanto quisquilloso, al que le gusta que las cosas se hagan a SU manera y no de otra. Son
molestos, pero poco más. No suelen ir a fastidiar conscientemente a nadie. Son muy normativos, puntuales y, en general, bastante inseguros.
Pero poco más.
Los que realmente preocupan son aquellos cuyo comportamiento puede adoptar un cariz algo más patológico.
Como guía de campo y supervivencia he aquí algunas características del tipo de jefe/a de quien SÍ tenemos que preocuparnos y que son los
más proclives a realizar acoso laboral o a amargarnos la vida muy seriamente. Estas características no siguen un orden lógico:

1. No se equivocan nunca. Suelen ser los demás los que se equivocan. No reconocen ningún error y siempre encuentran la manera de
justificar sus equivocaciones.
2. En relación con lo anterior, están dispuestos siempre a descubrir las equivocaciones de los demás y a hacer que se den cuenta de ello. Por
el contrario, no felicitan a sus subalternos por sus éxitos (lo que hacen bien “es porque es su obligación.”).
3. Suelen tener a casi todos sus subalternos en contra, salvo a un grupito reducido de “incondicionales” (tienen otro nombre más conocido
popularmente) que lo alaban y nunca cuestionan sus actuaciones, al menos, delante suyo.
4. Las críticas las enfoca como un ataque personal, en lugar de una posibilidad de mejora.
5. Es muy desconfiado.
6. Las cosas nunca se hacen como a él/ella le gustan. En ocasiones puede tachar de incompetentes a sus subalternos.
7. Muy sumiso ante figuras de más autoridad que la suya.
8. Disfruta imponiendo sanciones a sus subalternos, incluso por faltas mínimas.
9. Muestra un comportamiento de “doble cara” frente a sus subalternos, de forma que éstos nunca saben a qué atenerse. Lo que está hoy bien,
mañana puede estar mal.
10. Falto de empatía. Es incapaz de ponerse en el lugar del otro. Incluso si un subordinado pasa por una mala época puede pensar que se lo
merece.
11. Rechaza las opiniones de mejora para el trabajo de sus subordinados. Sólo acepta las suyas o las de los “allegados.”

Con este tipo de personajes uno anda siempre a salto de mata, además de generar un ambiente muy negativo en el trabajo, lo que incide en la
motivación y el rendimiento laboral. Cuanto más millitarizado sea el cuerpo, la situación es más insostenible y difícil de abordar. En otro artículo
os hablaré de otro tipo de jefe/a que puede ser más letal todavía, pero que pasa más desapercibido porque es muy inteligente y sabe cómo
ocultarse ante ojos indiscretos.

“LA FIABLIDAD DEL TESTIMONIO: IDENTIFICACIÓN FOTOGRÁFICA”

Se parece a la clásica rueda de reconocimiento en la que el testigo tiene que identificar a un sospechoso entre un grupo de personas. En este
caso se hace con un grupo reducido de fotografías. Este procedimiento suele emplearse cuando la policía tiene en mente a un sospechoso
concreto y necesita que el testigo confirme sus sospechas identificándolo. Se da instrucciones al testigo para que inspeccione las fotografías y
para que, si reconoce a alguien, diga quién y dónde ha visto su cara antes.

La identificación fotográfica tiene claras ventajas sobre la elección forzosa, ya que obliga al testigo a mirar varias posibles elecciones y
rechazar varias alternativas posibles. La identificación fotográfica es preferible a los ficheros policiales ya que el testigo cuenta con un número
menor de fotografías a examinar y cada fotografía se parece a la descripción del sospechoso. La identificación fotográfica tiene, sobre las
ruedas de reconocimiento, la ventaja de que el testigo no se vea intimidado por la presencia del posible perpetrador. Será la elección favorita si
el testigo es un niño.
Las identificaciones fotográficas tienen también desventajas:
1. El hecho de que el testigo tenga que examinar una fotografía estática de la persona que originalmente vio en “movimiento” puede ocasionar
dificultades. Esto puede suponer un problema especialmente si el aspecto del sospechoso ha cambiado desde que se le hizo la fotografía, o si
la fotografía es en blanco y negro, de poca calidad y tomada de frente.

2. En los estudios al respecto siempre se presentaba la fotografía del sospechoso en la fila de fotos. Pero en la vida real puede que la foto del
sospechoso no se encuentre entre las presentadas. Diversos estudios han mostrado que los niños en particular pueden tener dificultades
cuando se encuentran en la situación de “objetivo ausente”. Tras revisar una serie de estudios al respecto, Cutler et al (1994) concluye que
este método proporciona resultados de identificación similares a los reconocimientos a través de vídeo y a las ruedas de reconocimiento.

3. Otro problema cuando se intenta evaluar las identificaciones fotográficas viene del hecho de que el nivel de dificultad varía inevitablemente
de un estudio a otro (parecido entre las fotografías, tiempo de exposición, tiempo entre la observación del objetivo y la prueba, etc.) Aunque se
han examinado una serie de variables, sólo el intervalo de retención (el tiempo que transcurre entre ver al objetivo y la prueba) parece emerger
como una variable importante.

4. Es muy probable que existan diferencias entre los resultados obtenidos en los estudios y en la vida real. En el laboratorio se pueden intentar
controlar las variables, pero en la vida real nos podemos encontrar con que la aplicación de la técnica es muy variada: se puede intentar
facilitar el trabajo de los testigos dándoles pistas, haciendo que la foto del sospechoso destaque por algo, etc.

“LA ACTUACIÓN POLICIAL EN SITUACIONES DE CRISIS”

Esto es sólo un esquema. Si os parece bien iré desarrollando el contenido del mismo. No es que existan pautas rígidas de actuación en
situaciones de crisis. Todos sabemos que este tipo de situaciones suelen diferenciarse entre ellas, sin embargo, algunas áreas de intervención
general que conviene tener en cuenta. La primera intervención en crisis en la que participé como psicólogo intenté pensar en todo lo que NO
tenía que hacer. Eso facilitó el que las cosas fluyeran mejor.

La crisis aparece cuando una persona con una estructura de la personalidad normal afronta una situación inesperada/desconocida para ella sin
disponer de la respuesta adecuada debido a la falta de información.
Actuación lo más rápida posible para minimizar daño psicológico (amortiguación). Hipótesis: la ayuda recibida por la víctima después del
suceso protege a la víctima de los efectos negativos del suceso.

Elementos principales de todo tipo de crisis:

1. El proceso de la crisis: incremento de la tensión emocional de la persona, que busca soluciones a lo que ha ocurrido. Si no las encuentra a
su alrededor, la tensión se incrementa y comienza proceso de agotamiento físico y psicológico.
2. Componentes característicos de toda crisis: sentimientos negativos (ira, frustración); sentimiento de impotencia y búsqueda de soluciones; y
alteraciones en comportamiento habitual (sueño, trabajo, amigos, familia…).

La intervención policial en situaciones de crisis puede dividirse en dos grandes grupos:

Dirigida a la actuación global:

- Alejar a los afectados del lugar estresante lo más rápidamente posible.


- Resolver la situación creada organizando tareas y deberes inmediatamente.
-Transferencia de responsabilidad. El policía asume temporalmente la “responsabilidad de actuar” de la víctima, pero debe restituirla lo más
pronto posible transfiriéndola a otras personas, familia, vecinos, etc.

Actuación dirigida hacia la persona:

- Tranquilizar y bajar el nivel de excitación.


- Facilitar la expresión de los sentimientos.
- Eliminar los sentimientos de peligro y descontrol.
- Actuar para resolver el problema y sus consecuencias. Y adoptar medidas de prevención para evitar que se repita.
- Facilitar la acción a desarrollar mediante la información de servicios, derechos, etc.
- Búsqueda de alternativas. El objetivo es intentar el retorno a la vida habitual lo más rápido posible.

“HABLAR DEL SUICIDIO”

Un lector cuestionaba en su mail la pertinencia de hablar del suicidio con una persona que se quiere quitar la vida. En general, la intervención
con alguien en estas circunstancias nos genera bastante inseguridad. Notamos en la chepa el peso de la responsabilidad sobre lo que puede o
no puede o no puede ocurrir. Como policías, se espera de nosotros que resolvamos la situación, y esto pasa, desde luego, porque el sujeto no
lleve a cabo sus amenazas. En una situación así nos andamos con pies de plomo para no fastidiarla.
No resulta extraño que alguno pueda echarse las manos a la cabeza y pensar que hablar del suicidio es como echar fuego a las brasas; una
manera de “animar” más al sujeto a dar el paso y hacerlo.
Cuando nos acercamos a un ciudadano que amenaza con quitarse la vida sabemos que el indicador más importante con el que contamos para
que no lo haga es la cantidad de tiempo que pasa hablando con nosotros: cuanto más tiempo, menor la probabilidad de que cumpla con su
amenaza. Pero, ¿y de qué hablamos? ¿De fútbol? ¿Del tiempo?
¿Por qué no hablar de lo que realmente agobia al sujeto en esos momentos? Pedirle que nos explique qué le preocupa, que ideas,
pensamientos, imágenes le pasan por la cabeza; por qué ha decidido quitarse la vida; por qué piensa que es la mejor opción y si ha valorado
otras posibilidades de solución; si ha realizado preparativos concretos al respecto, etc. Todo esto transmite al sujeto que nos interesa lo que le
está ocurriendo y preocupando aquí y ahora.
El mensaje que transmitimos interesándonos por todo esto es que nos importa como persona, que lo valoramos como tal, además de que
comprendemos que está atravesando por un momento realmente difícil. Lo sabemos, y por eso estamos ahí hablando con él sobre su deseo
de quitarse la vida. Esto es lo que choca al sujeto y lo que debemos dejarse bien claro: no hemos venido a detenerle no a juzgarle, hemos
venido a hablar.
Creer que hablar sobre el suicidio u otros temas “delicados” incrementa el riesgo de un final desafortunado, puede llevar al policía a obviar el
tema y a querer mandar un mensaje positivo y de esperanza fuera de lugar y poco creíble que en absoluto refuerza la empatía con el sujeto (o
se adopta el enfoque de “picar” al potencial suicida transmitiéndole la idea de que suicidarse es de una cobardía y que es más difícil vivir la
vida). Este enfoque se estructura en torno a frases como: “no te preocupes”, “piensa en la gente que tiene problemas más graves y lucha para
salir adelante”, etc., que, con toda seguridad, se transmite con toda la buena intención del mundo, pero que pueden tener el efecto paradójico
de mandar el mensaje: “tus problemas no son tan importantes como para quitarte la vida” o “¿cómo es que te preocupas por esa tontería?”
Cuando las personas experimentan ansiedad se encuentran muy percepctivas y sensibles al lenguaje no verbal, a leer entre líneas. Nuestros
gestos, tono de voz o la mirada, pueden reinterpretarse de muchas formas por el sujeto objeto de intervención. Muchas veces no se trata de lo
que decimos, sino de lo que la persona interpreta en el estado en que se encuentra.
Presentarnos, explicar el motivo de nuestra presencia allí y preguntar directamente por las preocupaciones e intenciones del sujeto, sin evitar el
asunto hablando de otros temas y/o mandando mensajes estereotipados, nos da más probabilidades de conectar con el sujeto, de que se abra
a nosotros y descargue la angustia que le atenaza, lo que ayudará a desactivar la intención suicida.

“UNA NUEVA TÉCNICA DE ENTREVISTA PODRÍA AYUDAR A LA POLICÍA A DETECTAR EL ENGAÑO”

Los manuales de policía recomiendan diversos enfoques para ayudar a los investigadores a decidir si el sujeto está diciendo la verdad o está
mintiendo. La principal estrategia se centra en las pistas visuales, como el contacto visual y el movimiento corporal. Otra estrategia, la
Entrevista de Análisis Conductual, comprende una serie de preguntas sobre las que hay que se piensa que responderán de manera distinta las
personas “sinceras” o las “mentirosas.” Estas respuestas serían diferentes a nivel verbal y no verbal.
Sin embargo, la investigación ha mostrado de forma consistente que estas estrategias no son del todo fiables.
El profesor Aldert Vrij explica que “determinadas conductas observables están asociadas a mentir, pero esto no siempre funciona así. La
evidencia sugiere que a los mentirosos les preocupa que no les crean, por lo que resulta poco probable que intenten aparentar ser de menos
ayuda que los que dicen la verdad. Si tenemos que decir algo sobre quienes mienten es que muestran una tendencia ligeramente mayor a
causar buena impresión. Esto hace muy difícil el trabajo del policía.”
Sin embargo, el panorama cambió cuando los investigadores elevaron la “carga cognitiva” al pedir a los sujetos que contaran su historia en
orden inverso. El profesor Vrij explica: “Mentir requiere, en determinadas situaciones, mucho esfuerzo mental, y queremos probar la teoría de
que, introduciendo una demanda extra , ello puede disparar otras pistas en los mentirosos. Los análisis han mostrado una mayor cantidad de
señales no verbales en las historias contadas de forma inversa, haciendo que los policías sean más capaces de discriminar entre los relatos
verdaderos y falsos.”
Fuente: Economic and Social Research Council, 2007

“EL SÍNDROME DEL QUEMADO EN EL POLICÍA: LAS DIFERENCIAS EN CÓMO MANEJAN EL ESTRÉS HOMBRES Y MUJERES
POLICÍAS PUEDE ACENTUAR EL ESTRÉS EN EL TRABAJO”

Cuando están estresados, los hombres no lo suelen tener fácil. Se les ha enseñado a no mostrar emociones cuando se encuentran estresados,
manteniendo la imagen masculina que se espera de ellos como agentes de policía.
La investigación del DR. Don Kurtz, de la Universidad de Kansas, ha encontrado que las diferentes formas en que los hombres y mujeres
policía tienen de afrontar el estrés puede originar más estrés todavía. En su investigación, Kuntz encontró que el policía hombre y el policía
mujer tienen diferentes fuentes de estrés y maneras distintas de afrontarlo.
“Contar batallitas de veteranos es una conducta exclusivamente masculina,” afirma Kurtz. “Normalmente se lleva a cabo en una reunión de tipo
social, donde los policías hablan sobre las situaciones estresantes que han vivido. Lo más interesante es que eliminan la parte de miedo y
emoción que acompañan a la experiencia y las reemplazan por cualidades sobrehumanas.”
“Encontré que las mujeres se sienten excluidas de este tipo de relatos. Si exageran la historia como hacen los hombres, podrían ser
cuestionadas. Por lo tanto, se convierte en una forma de manejar el estrés exclusivamente de los hombres.”
En su artículo, Kurtz sugiere que, de alguna manera, las mujeres tienen mejores oportunidades para afrontar las situaciones con violencia
porque resulta más “aceptable” que las mujeres se sientan angustiadas o vulnerables. “Un policía hombre puede ver como un suicidio en su
carrera el mostrar emociones en situaciones estresantes.”
“Algo que encontré interesante fue que, cuando los agentes hablan sobre las situaciones más estresantes, normalmente suelen tener que ver
con la muerte de un niño o con el abuso sexual o físico de un niño,” dice Kurtz. “Es más probable que las mujeres manejen estos casos porque
la mayor parte de los departamentos de policía asignan a mujeres a estas unidades de investigación. Sin embargo, suele verse como uno de
los trabajos policiales menos importantes. Existe la idea extendida de que las mujeres manejan mejor a los niños y adolescentes.” De esta
forma, las situaciones más estresantes para los hombres suelen asignarse a las mujeres. Una de las diferencias de género más importantes
que encontró Kurtz, era relativo al papel que jugaba la familia en el estrés de los agentes de policía.
Mientras que la vida familiar puede ayudar al policía varón a afrontar mejor el estrés en el trabajo, puede que las mujeres no dispongan del
mismo apoyo en sus familias. “las mujeres policía suelen encargarse de las tareas del hogar, de forma que, cuando llegan a casa, comienzan
otro turno de trabajo.”
“Aunque los conflictos familiares pueden generar angustia en los hombres, el hecho de se vea al policía hombre como “el que trae el pan a
casa” hace que resulte más aceptable que se pierda una fiesta de cumpleaños porque tiene que ir a trabajar.” De ahí que los hombres
encuentren más aceptables los, en ocasiones, horarios intempestivos del trabajo del policía que las mujeres.
Fuente: Feminist Criminology, 2008

“EL ”SUICIDIO POR POLICÍA” ES UN FENÓMENO QUE OCURRE EN UN TERCIO DE LOS TIROTEOS EN LOS QUE SE ENCUENTRA
IMPLICADA LA POLICÍA EN EUA”

Se calcula que el SPP da cuenta del 36% de todos los tiroteos en los que se encuentra implicada la policía. Estos datos confirman el aumento
en la incidencia de este tipo de suicidio.
El estudio que se llevó a cabo confirma que los sujetos suicidas pueden, de hecho, amenazar, herir y matar a otros para conseguir suicidarse.
Estos sujetos son muy letales consigo mismos, existiendo un 97% de probabilidades de que acaben heridos o muertos. Hay un tercio de
probabilidades de que otros resulten heridos durante el incidente.
Fuente: Journal of Forensic Science, 2009

“LA MEMORIA DE LOS NIÑOS PUEDE SER MÁS PRECISA QUE LA DE LOS ADULTOS EN LOS JUICIOS”

El sistema legal norteamericano (y casi todos, por extensión) han asumido siempre que no todos los testimonios son igualmente creíbles, y que
algunos testigos son más fiables que otros. Pero, ¿y si estuvieran equivocados?
Los investigadores Reyna y Brainerd argumentan que la memoria tiene dos mentes; es decir, que los recuerdos se capturan y registran de
forma separada y diferente en distintas partes de la mente.
Estos investigadores comentan que los niños dependen más de la parte de la mente que registra “lo que ha ocurrido”, mientras que los adultos
dependen más de la otra parte de la mente que registra “el significado de lo ocurrido.” A resultas de ello “los adultos son más susceptibles a los
recuerdos falsos”, lo que supone un serio problema en los juicios.
Las investigaciones realizadas por estos científicos muestran que los recuerdos basados en significados son los responsables de un amplio
número de recuerdos falsos, especialmente en los testigos adultos. Debido a que la habilidad para extraer significados de la experiencia se
desarrolla lentamente, es menos probable que los niños produzcan falsos recuerdos y más probable que proporcionen testimonios precisos
cuando se les pregunta adecuadamente.
Estos resultados pueden tener una enorme importancia para el funcionamiento del sistema legal.
Los científicos han encontrado que los seres humanos poseemos dos tipos de memoria. Una llamada “memoria literal”, en donde los sucesos
registran de forma precisa y ajustada a los hechos. Los niños tienen más “huellas literales”, pero, a medida que maduran, desarrollan más y
más un segundo tipo de memoria: “la huella esencial”, por la que recuerdan el significado de un suceso, su tono emocional, pero no los hechos
precisos. La impronta esencial es la causa más habitual de recuerdos falsos; algo que ocurre con más frecuencia en los adultos.
Las teorías tradicionales de la memoria asumen que los recuerdos de las personas se basan en la reconstrucción de los sucesos,
especialmente tras el transcurso de días, semanas o meses. Sin embargo, la teoría de Reyna y Brainerd plantea la hipótesis de que las
personas almacenamos dos tipos de registros o recuerdos de nuestra experiencia: las huellas literales y las huellas esenciales.
Las huellas literales son los recuerdos de lo que realmente ha pasado. Las huellas esenciales están basadas en la comprensión de la persona
sobre lo que ha ocurrido, o sobre lo que el suceso significa para ella. Las huellas esenciales estimulan los falsos recuerdos porque almacenan
impresiones de lo que significa un suceso, y que puede entrar en contradicción con lo que realmente ha ocurrido.
“Cuando las huellas esenciales son especialmente fuertes pueden generar recuerdos fantasma; es decir, recuerdos vívidos e irreales de
sucesos que no han ocurrido”, afirma Reyna.
Fuente: National Science Foundation, 2008

“COMUNICACIÓN DE MALAS NOTICIAS”

Una de las actuaciones que menos me gustan de mi trabajo en situaciones de crisis es tener que comunicar malas noticias. Malas noticias que,
generalmente, suelen implicar la muerte de algún ser querido. Ya sé que no existe la manera “ideal” de decir estas cosas, pero hace un tiempo
conseguí – de no sé dónde – unas guías bastante útiles que he procurado seguir cuando se ha presentado el caso. Más que “lo que hay que
hacer” podemos hablar de los ERRORES que convendría evitar:

- Dar la noticia en grupo o en un pasillo.


- Dar las malas noticias y marcharse pensando que la persona prefiere quedarse sola con su pena.
- Emplear palabras demasiado técnicas.
- Proporcionar demasiados detalles que no sirven para nada ni conducen a ninguna parte.
- Usar frases de alto contenido emocional.
- Evitar: “Lo sentimos igual que usted.”
- Evitar: “Si hubiera llevado el cinturón de seguridad …” (No criticar a la víctima).
- Evitar: “Si hubieran venido …” (No echar la culpa a terceros o criticar su actitud).
- Evitar: “Le pasa a todo el mundo.”
- Que no exista falta de concordancia entre lo que decimos y cómo lo decimos (lenguaje verbal y no verbal).
- Dar falsas esperanzas.
- Hacer comentarios desdramatizadores durante la expresión de sentimientos (“venga, no se ponga así”, “podría haber sido peor” …).

Bueno, pero también hay un CONVIENE hacer:

- Personalizar el encuentro. Presentarse a los familiares.


- Elegir adecuadamente el momento y el lugar.
- Transmitir una actitud empática y de escucha activa.
- Si procede, emplear contacto visual y físico.
- Situar en la realidad concreta en la que nos encontramos.
- Dar pautas de actuación positiva, asegurándonos de que se nos entiende.
- No dar falsas esperanzas.
- Dejar tiempo y espacio a las personas para que exterioricen las emociones que experimentan (qué notan, qué piensan, qué sienten).
- No tratar de limitar la manifestación de las emociones.
- No perder la serenidad, aunque puedan aparecer conductas agresivas (siempre pendientes de la posibilidad de contención).

En artículos posteriores os haré alguna sugerencia de cómo dar las malas noticias a personas sordas, ciegas, a niños o extranjeros.

“EVALUANDO EL ABUSO SEXUAL EN NIÑOS I”

Os dejo en dos partes estos comentarios sobre la evaluación del abuso sexual infantil. Creo que suponen un punto de reflexión importante en
relación a las técnicas de entrevista que empleamos. Por supuesto, cualquier aportación al respecto será siempre bienvenida. Ah, el artículo es
original de Karen Shalev, y lo podéis encontrar por Internet con el título: "Interviewing Children. A Case Study." No lo he traducido
completamente, pero para los que lean en inglés merece la pena hacerlo, ya que habla de un caso en el que las cosas no se hicieron
demasiado bien y ...

A partir de la década de los 80 han aumentado las denuncias por casos de abuso sexual infantil. Sin embargo, varios casos alertaron pronto
aal sistema judicial sobre posibles episodios de alegaciones falsas. La transcripción de algunas entrevistas reveló el empleo de técnicas de
sugestió, incluso coercitivas, por parte de los investigadores. Como consecuencia de todo esto, se ha comenzado a dar mucha importancia al
fenómeno conocidoo como "sugestión infantil."
Para tratar de abordar este fenómeno se han elaborado procedimientos estructurados de entrevista. Los más conocidos son "la entrevista
cognitiva" y "la entrevista de estilo libre." La entrevista con niños puede resultar una tarea muy complicada. Se han identificado 3 tipos de
factores que pueden dificultar el proceso de obtención de información:

1. Los problemas lingüísticos derivados de la obtención detallada de información en niños que no están acostumbrados a proporcionar
narraciones elaboradas de su propia experiencia.

2. Los problemas cognitivos ocurren cuando se pide a los niños que recuerden sucesos que ocurrieron mucho antes de la entrevista.

3. Los problemas motivacionales de proporcionar información sobre acontecimientos estresantes, vergonzosos o dolorosos, puede resultar
muy difícil.

El "sesgo del entrevistador" se refiere a entrevistas en las que los entrevistadores tienen opiniones a priori sobre la ocurrencia de determinados
sucesos. Como resultado de ello, moldean la entrevista para provocar respuestas en el entrevistado que sean consistentes con las creencias
previas del entrevistador. Una de las características distintivas del sesgo del entrevistador son los intentos decididos de reunir sólo evidencia
confimatoria y evitar todas las vías que puedan producir evidenca contraria e inconsistente.
Hay varias formas de identificar a un entrevistador sesgado:

1. No hay preguntas alternativas. El entrevistador no hace preguntas que puedan proporcionar explicaciones alternativas a las acusaciones.

2. Eventos inconsistentes. El entrevistador no pregunta al niño sobre sucesos que sean inconsistentes con sus hipótesis, como "¿Quién más,
además del profesor, te tocó las partes."?

3.Ignorar respuestas. Cuando las respuestas del niño no contienen información, o parecen extravagantes e inconsistentes, los entrevistadores
sesgados tienen a considerar estas respuestas como inconsistentes con el hecho de que el abuso ha tenido lugar, o simplemente ignoran
estas respuestas totalmente.
El sesgo del entrevistador influye en la estructura total de la entrevista y se revela a través del empleo de una serie de técnicas altamente
sugestivas:

1. No empleo de preguntas abiertas. Son preguntas que requieren respuestas con múltiples palabras. Este tipo de preguntas permiten a los
niños escoger los temas en los que quieren centrarse. Un ejemplo de pregunta abierta sería: "¿Qué pasó?","¿Cómo ean sus ojos." Sin
embargo, muchos entrevistadores aseguran que los nios dan poca o ninguna información ante estas preguntas, por lo que resulta necesario
hacerles preguntas más específicas. Las preguntas abiertas obtienen más información del niño, aunque también hay más riesgo de
proporcionar datos menos fiables.
2. Muchas preguntas específicas. El entrevistador pregunta sobre un detalle o evento en particular que se puede contestar sólo con una
palabra.

3. Preguntas inductoras. Estas preguntas implican, o que hay una respuesta, o asume "hechos que no se pueden negar." Incluso las preguntas
cerradas tipo "sí/no" pueden considerarse inductoras si el niño responde "sí" casi siempre.

Es importante señalar aquí que no resulta fácil engañar a los niños para que hagan acusaciones falsas de abuso sexual. Cuando los niños
proporcionan datos poco precisos, generalmente suelen ser errores de omisión (ej., no incluir determinados datos en sus relatos) más que
errores de comisión (incluir datos falsos en sus relatos).

4. Preguntas repetidas. A menudo suele entrevistarse varias veces a los niños testigo, tanto en entornos forenses como informales, por lo que
están expuestos a muchas preguntas repetidas. Los efectos de esta repetición, entre entrevistas, depende de la situación específica y de si las
preguntas eran sugerentes. Los beneficios de preguntar varias veces lo mismo son, primero, obtener nueva información utilizando preguntas
abiertas (los niños de pre-escolar, por ejemplo, suelen proporcionar diferentes detalles en diferentes entrevistas. Segundo, puede demorar la
pérdida de información por el paso del tiempo. Finalmente, mejora la capacidad del niño para revelar más información empleando pocas
preguntas específicas.
Sin embargo, el entrevistador sesgado puede hacer repetidamente la misma pregunta hasta que obtiene la información esperada. Esto es
especialmente problemático dentro de la entrevista. Los niños suelen cooperar y ser complacientes en las entrevistas. Suelen ver a los adultos
como sinceros y que no les quieren engañar. Cuando los adultos hacen una pregunta, los niños suelen asumir que hay una respuesta
verdadera. Algunas veces intentan que sus respuestas concuerden más con lo que creen son los deseos del entrevistador que con el
verdadero conocimiento que tienen de los acontecimientos. Por lo tanto, pueden intentar dar respuestas aunque las preguntas sean
extravagantes. Cuando se les pregunta varias veces lo mismo, pueden cambiar la respuesta.
Preguntar lo mismo repetidas veces sólo sirve para confundir al niño y llevarle a realizar declaraciones inconsistentes. Y esto suele ser así para
las preguntas específicas. Cuando se emplean ppreguntas abiertas ello suele verse como la solicitud de más información. Los niños en edad
de guardería son los más vulnerables a este tipo de manipulación.

5. "Frases de aliento." El sesgo del entrevistador se efleja en el ambiente de la entevista. Los entrevistadores de niñoos dan especial
importancia a generar confianza, de forma que el niño se sienta relajado y no experimente temor. Sin embargo, las "frases de aliento" pueden
perder rápidamente su tono imparcial reforzando selectivamente las respuestas de los niños (asintiendo con la cabeza o sonriendo) que son
consistentes con las hipótesis o creencias del entrevistador. Sabemos que los niiños pueden proporcionar información incorrecta sobre eventos
que no recuerdan si el entrevistador genera en ambiente de acusación. El entrevistador también puede crear una "atmósfera de acusación"
estimulando las respuestas que favorezcan la ocurrencia del abuso y criticando aquellas respuestas que contradigan el abuso. En ocasiones,
las respuestas que parecerían suavemente alentadoras son, en realidad, amenazantes. Esto lo encontramos en aquellas frases que - implícita
o explícitamente - amenazan, sobornan o premian: "te encontrarás mejor si lo cuentas", "no tengas miedo de contarlo." Este tipo de frases
generar un tono acusador.

“EVALUANDO EL ABUSO SEXUAL EN NIÑOS y II”

Técnicas de entrevista que se han valorado como problemáticas en algunos estudios:

1. Preguntas sugerentes. Cuando el entrevistador introduce una información que el niño todavía no ha proporcionado. Por ejemplo, "¿Te tocó
el culo?"

2. Otras personas. El entreviistador le dice al niño que ya ha recibido información de otras personas sobre los temas de los que van a hablar.
Así, el entrevistador genera presión hacia la conformidad, que se puede definir como "la tendencia a cambiar o modificar nuestras propias
conductas de manera que sean consistentes con las de otras personas."

Se ha argumentado que hacer que se encuentre presente en la entrevista un adulto que conozca al chico podría ser una garantía de que el
niño dice la verdad, de tener otro testigo de las revelaciones del niño o para proporcionar apoyo emocional. Sin embargo, parece que la
presencia de adultos extra puede inclinar la balanza hacia revelaciones falsas por dos motivos:

A. La presencia de otro adulto que mantiene las mismas creencias acerca de lo que puede haber ocurrido, puede inducir al niño a unirse a
ellas.

B. La presencia de adultos extra multiplica las cuestiones a las que el niño tiene que responder sobre el mismo tema.

3. Consecuencias positivas y negativas. Positivas: el entrevistador El entrevistador proporciona, promete, o su conducta implica, elogios,
aprobación o acuerdo u otras recompensas al niño, o indicará que el niño demostrará cualidades deseables si hace determinadas
afirmaciones. Por ejemplo, "eres muy listo ..." Negativas: el entrevistador critica o muestra su desacuerdo con los comentarios del niño, o
señala que su declaración es incompleta, inadecuada o decepcionante

4. Preguntas ya respondidas. Cuando el entrevistador hace al niño una pregunta que ya ha respondido de forma no ambígua en esa misma
entrevista. Cuando estas preguntas se emparejan con preguntas sugerentes es más probable que reduzcan la fiabilidad.
5. Invitar a la especulación. Se produce cuando el entrevistador pide al niño que opine o especule sobre eventos pasados o que estimule al
niño a emplear la imaginación durante la entrevista (ej., haciendo ver que ...) o como resolviendo un misterio (ej., figurando que ...) Por ejemplo,
"qué crees que pasó?"

Otra de las técnicas que se emplean cuando se entrevista a niños son los muñecos anatómicos. Se suele dar estos muñecos a los niños con la
idea de que representen los supuestos abusos. Aunque su uso está ampliamente difundido, también han sido objeto de controversia.

Boat & Everson (1994) han analizado el debate al respecto y han señalado siete usos distintos que se ha dado a los muñecos en las
entrevistas con niños:

1. De confort: para ayudar a crear un entorno más relajado y confortable para el niño, que se encuentra en una situación poco cómoda.

2. Romper el hielo: los muñecos pueden ayudar al niño a centrarse, de forma no amenazante, en temas sexuales y partes del cuerpo.

3. Modelo anatómico: para evaluar como etiqueta el niño las partes del cuerpo, su comprensión de las funciones corporales y la mecánica del
acto sexual.

4. Ayuda para la demostración: es la función más aceptada y empleada de los muñecos. Ayudan a que el niño "muestre" más que "cuente" lo
que ha pasado.

5. Estimular la memoria: en un ambiente de apoyo, puede ayudar a desencadenar recuerdos del niño sobre acontecimientos específicos de
posible natualeza sexual y proporiona la oportunidad para que el niño revele espontáneamente sus intereses, preocupaciones o conocimientos
sexuales. Generalmente, se le da l niño la oportunidad de manipular y explorar libremente el muñeco, mientras el evaluador observa el juego
del niño, sus reacciones y comentarios. Las conductas o comenaios sexuales que se consideran poco habituales se emplean como temas para
la entrevista.

6. Prueba diagnóstica: se asume que los niños que han sido abusados sexualmente juegan de forma distinta con los muñecos que los niños de
la misma edad que no han sufrido abusos. Esta es la utilidad más problemática, ya que esta conclusión se basa en la interpretación clínica del
comportamiento de los niños con los muñecos.

Cohn (1990) llevó a cabo un estudio en el que participaron niños que habían sufrido abusos sexuales y niños que no. Todos ellos jugaron con
muñecos. Se hipotetizó que los niños que habían sufrido abusos sexuales mostrarían mas ansiedad, agresividad, incomodidad y conductas
más explícitamente sexuales al jugar con los muñecos. La conclusiones de este estudio son muy valiosas. Primero, que los muñecos no
generaban ansiedad. Segundo, que el abuso sexual no puede diagnosticarse únicamente sobre la base del juego con muñecos: ambos grupos
introdujeron sus dedos en los orificios de los muñecos. Por último, los invedtigadores recomiendan a los profesionales se apoyen en evidencias
adicionales y físicas cuando tengan que resolver sobre la ocurrencia de posibles abusos sexuales.
Este estudio tiene que ver con el escepticismo en torno al empleo de muñecos en la evaluación de abusos sexuales. El principal problema es el
solapamiento existente entre elos síntomas conductuales mostrados por los niños abusados y los que no. Segundo, no existe una guia
estándar para la evaluación y la práctica (por ej., en qué momento de la entrevista hay que introducir los muñecos o cuántos muñecos hay que
introducir a la vez). El último aspecto de la crítica es que los muñecos son sugerentes y que, por su naturaleza, animan a los niñoos a realizar
juegos sexuales, incluso si el niño no ha sufrido abusos sexuals.
Otra técnica sugestiva que se relaciona directamente con el empleo de muñecos es la manipulación del muñeco en diferentes posturas
sexuales explícitas por parte del entrevistador. Los investigadores también señalan que cuando el niño llega a los cinco años su habilidad
verbal es suficiente, por lo que el empleo de muñecos puede no resultar de mucha utilidad.

“BREVE HISTORIA DEL MALTRATO INFANTIL”

En la década de 1860, un patólogo forense francés, Tardieu, describió el síndrome del niño maltratado tras realizar una serie de autopsias de
niños que habían sido golpeados hasta la muerte. En los Estados Unidos, el abuso infantil llegó a conocimiento público a raíz del caso de Mary
Ellen, una niña de 8 años que haía sido severamente maltratada. Fue encontrada por unos trabajadores parroquiales en Nueva York, en 1874,
pero pronto se dieron cuenta de que no existía ninguna agencia gubernamntal que se hiciera cargo de la niña, y que la única que estaba
disponible era La Sociedad para la Preveción de la Crueldad hacia los Animales. Por lo tanto, fundaron la Sociedad para la Prevención de la
Crueldad hacia los Niños. En 1875, Nueva York fue el primer estado que contaba con una ley para la protección de la infancia, y que fue
modelo para otros estados.
Dn el siglo veinte, el redescubrimiento del abuso infantil estuvo encabezado por un radiólogo de urgencias hospitalarias. Cantidadffey (1946)
señaló un síndrome de niños con daños óseos múltiples y hematomas subdurales múltiples. Hasta la década de 1960 se pensaba que el abuso
físico infantil era raro debido en parte a que los castigos físicos se aceptaba de forma bastante generalizada, y también en parte porque se
negaba que tal violencia existiera. En 1962, Kempe describe el síndrome del niño maltratado.
En 1970 la sociedad no se daba cuenta de hasta qué punto se producía elabuso sexual infantil. Se pensaba que, de existir, no era frecuente y
que sólo ocurría en familias conflctivas. Ahora sabemos que el incesto y otros tipos de abuso sexual no son un fenómeno raro.
“LA VÍCTIMA DE VIOLACIÓN: ¿QUÉ AFECTA A SU MEMORIA DE LOS SUCESOS?”

La memoria es un complejo proceso de adquisición, retención y recuperación. Ser objeto de un ataque sexual o de una violación es
seguramente la esperiencia más angustiosa a la que un ser humano puede someter a otro. Algunas víctimas pueden ofrecer relatos detallados,
claros y extensos. Otras, proporcionan relatos incoherentes, inconexos y escasos. La edad y la inteligencia no son factores determinantes a la
hora de proporcionar un relato detallado.
Los recuerdos de un apersona que ha sido violada o sometida a violencia corporal extrema se denominan "flashes." Generalmente son
momentos significativos que tienen una gran duración en el tiempo. Suelen ser recuerdos muy claros y se adquieren durante un estado de alta
excitación emocional. La recuperación de la experiencia es una actividad humana fundamental. Sin esta habilidad habríamos olvidado el
principio de una frase antes de acabar de escribirla. La memoria es fundamental para interpretar los fenómenos que experimentamos.
Se tienen que cumplir tres condiciones para el recuerdo en los humanos. Primero, se ha tenido que adquirir la experiencia en algún momento
del pasado. Se gundo, se de haber retenido durante un cierto tiempo, desde segundos a toda una vida. Tercero, se recuerda por la
experiencia, paa contestar a una pregunta o para proporcionar una interpretación a una experiencia asociada. Esta decisión consciente e
intencional de recordar un episodio en la vida de una persona es la "memoria explícita."
Se acepta generalmente que los humanos almacenamos las experiencias de una de dos maneras: los recuerdos que se guardan por un
periodo de tiempo limitado van a la memoria a corto plazo. Aquellos que deben guardar por más tiempo o durante toda la vida, van a la
memoria a largo plazo.
Los estudios al respecto muestran que los recuerdos no son algo estático, perfectas reproducciones de lo experimentado, sino algo más
inestable y activo.
Algunos factores que pueden afectar el recuerdo de una experiencia son los síntomas fisiológicos y psicológicos que experimenta la víctima de
violación. El inmenso miedo experimentado durante el ataque da paso a multitud de sentimientos, independientemente de que la víctima haya
sido violada por un extraño o un conocido. Esto se diagnostica como el Síndrome del Trauma por Violación, que tiene efectos tanto fisiológicos
como psicológicos. Este Síndrome consta de tres fases:
1. La Fase Aguda, que dura desde el momento del incidente hasta tres días después. La víctima puede mostrarse llorando y descontrolada o
tranquila y serena. En esta fase la persona suele sentirse despreciable, culpable, avergonzada y colérica. Puede haberse sentido humillada y
angustiada por su seguridad.
2. La segunda suele ser una Fa de Negación. La víctima trata de bloquear lo que ha ocurrido. Los sentimientos de la primea fase todavía
pueden estar presentes.
3. La última fase es un periodo de reajuste en el que la víctima intenta aceptar lo que le ha ocurrido.

¿Hasta qué punto las circunstancias del ataque afectan al recuerdo de las víctimas sobre lo que ha ocurrido?
Easterbrook (1959) propuso que la excitación fisiológica tiende a estrechar nuestra atención durante una experiencia emocional. Esto significa
que la víctima tendrá menos cosas que recordar después.
Defenbacher (1983) propuso la hipótesis de la activación (excitación). Esta afirma que hay un nivel óptimo de activación para cada nivel óptimo
de recuerdo. Es decir, que hay un umbral a partir del cual disminuye la precisión y el dtalle con el que la persona recuerda. Esta hipótesis
parece corroborarse con otros estudios que han demostrado que, cuanto más violenta es una experiencia menos preciso es el recuerdo. Esta
hipótesis tiene uno de sus mayores parangones en la idea de Loftus denominada "centrarse en el arma" (1987), y que describe cómo las
personas centramos nuestra atención en el arma, al ser amenazadas, ya que es lo que nos representa un mayor riesgo. Esto es más evidente
posteriormente cuando se observavla dificultad para recordar otros elementos del incidente que la presencia del arma.
Esta aparente incapacidad para recordar tiene un impacto significativo sobre la fiabilidad de lo que la víctima pueda revelar. La víctima puede
tener un recuerdo del detalle, como el arma, pero pobre de los acontecimientos periféricos. La víctima, para parecer más creíble ante el
entrevistador, puede inventar las partes que no recuerda claramente. Esto puede hacer que su historia parezca más consistente. Al hacer esto,
esa parte de la historia será poco fidedigna.
Tal vez esto sugiera que la víctima recuerda algunas cosas más de lo ocurrido pero que tal información se encuentra inaccesible. El Síndrome
del Trauma por Violación trata de proporcionar una explicación en los casos en los que no se emplean armas. Teniendo esto en cuenta no
parece irrazonable pensar que una persona quiera distanciarse de la experiencia más catastrófica que haya podido soportar. Todos hemos
experimentado el hecho de que tenemos tendencia a recordar lo positivo y arrinconar en nuestra memoria lo negativo.

Teniendo en cuenta lo que supone una violación y la forma que pued e tener la víctima de recordar distorsionadamente, el papel del
entrevistador se vuelve crucial. No solamente hay que registrar lo que se dice, sino que también hay que comprender que una serie de factores
han podido alterar el contenido de lo que se relata antes de hacer la pregunta "¿Puede decirme qué ha pasado?"
Estas influencias afectan a cinco áreas distintas. Primero, el grado de violencia empleado para controlar a la víctima. Segundo, si la víctima
conoce o no al atacante. Tercero, ¿se empleó un arma? Cuarto, ¿hace cuánto tiempo que fue el ataque? ¿Se encuentra la víctima en alguna
de las fases del Trauma por Violación? Quinto, ¿ha hablado la víctima con alguien más sobre el tema o le han hecho preguntas?
Además de esto, la víctima se encuentra con una serie de factores situacionales que debe vencer incluso antes de informar del ataque.
Cualquier variación genuina en el recuerdo de la víctima no debería verse como debilidad por su parte, sino como un reflejo del impacto que un
ataque de esta naturaleza tiene en la vida del individuo. En un juicio, estas incertezas o variaciones pueden ser suficientes para establecer una
duda razonable.
En conclusión, generalmente, sólo la víctima y el agresor saben exactamente lo que pasó durante la violación. El procedimiento legal suele
descansar fundamentalmente en el testimonio de la víctima y las evidencias forenses complementarias. Las emociones que rodean a un
ataque con violación pueden favorecer elmacenaje más preciso de una información concreta que posteriormente se recordará mejor. Sin
embargo, la información que ha quedado oscurecida o distorsionada puede ser vital. La investigación requiere conocer cada pieza detallada del
suceso que pueda proporcionar la víctima, recogiendo toda la información disponible de forma que se minimifen los errores, sesgos y
distorsiones que puedan surgir. Esto es responsabilidad del policia que ha sido entrenado para ello. Las habilidades personales apropiadas
para realizar estas entrevistas son ser cuidadoso, considerado y educado, y haciendo preguntas abiertas y no sugerentes. Es importante qque
el entrevistador disponga de conocimientos sobre la memoria humana y las variables que afectan el recuerdo.
“LA ENTREVISTA COGNITIVA: DESDE SUS ORÍGENES TEÓRICOS HASTA SU APLICACIÓN POLICIAL I”

Introducción: la entrevista policial

¿Por qué son importantes las entrevistas policiales?

La entrevista policial se emplea para obtener información de sospechosos, víctimas y testigos. Los testigos juegan un papel central en el
sistema judicial. La información proporcionada por los testigos suele ser el alma de una investigación criminal. El resultado de muchos juicios
depende del testimonio de los testigos.
Los objetivos de la entrevista policial suelen ser: 1) descubrir si se ha cometido un delito y, si es así, qué delito; 2) si se ha cometido un delito
encontrar evidencias que identifiquen a los sujetos responsables; 3) generar evidencias que impidan que un criminal culpable emplee una
defensa inapropiada, y 4) determinar si los testigos están diciendo la verdad.

La entrevista policial estándar

La mayor parte de los policías no han recibido adiestramiento específico para realizar entrevistas. La mayor parte de la experiencia en este
campo suelen adquirirla en el trabajo diario.
Aunque la investigación reciente ha mostrado un cierto grado de consistencia en la manera en que la policía entrevista a los testigos, también
se han identificado una serie de debilidades en la entrevista policial estándar. Que son:

Interrumpir las respuestas del testigo

Esto rompe la concentración del testigo cuando intentan recuperar información y puede condicionar al testigo a proporcionar respuestas más
cortas porque esperan que les interrumpan.

Formato pregunta-respuesta

Las preguntas cerradas generan un recuerdo de menor concentración, la entrevista está dirigida por el entrevistador y sólo se proporciona la
información que se pide.

Secuencia de preguntas inadecuada

Muchas de las preguntas realizadas por el entrevistador se hacen en orden arbitrario. Ello puede afectar negativamente los esfuerzos de
recuerdo del testigo que tiene que ir cambiando sus esfuerzos de recuerdo de un área a otra. Problemas similares ocurren cuando se
entremezclan preguntas generales con preguntas específicas. Estos cambios afectan a la ejecución del testigo.

Otros problemas que pueden ocurrir en las entrevistas incluyen: el enunciado negativo de las frases, preguntas engañosas, lenguaje
inapropiado, realizar juicios de valor, etc.

La Entrevista Cognitiva

Orígenes teóricos

Geiselman and Fisher (1984) desarrollaron, desde la psicología cognitiva, lo que denominaron entrevista cognitiva, que consta de 4 estrategias
mnemónicas para la mejora del recuerdo:

Reinstauración mental

Se pide al sujeto que se imagine de vuelta al lugar de los hechos, tratando de recordar cómo se sentía, qué estaba haciendo antes, por qué
estaba allí, etc. El objetivo central es ir superponiendo capas de información para facilitar el recuerdo.

Recuerdo libre

Al informar de detalles aparentemente sin importancia, el sujeto puede completar el cuadro, incrementando así la superposición de
características o de informar de algo directamente pertinente al suceso y que antes pensaba que era irrelevante.

Cambio de perspectiva

Se pide al sujeto que informe de un suceso como si lo estuviera viendo desde la perspectiva de otra persona. Esto ofrece diferentes caminos
de recuperación: puede proporcionar información no identificada previamente desde una perspectiva unitaria y estática.

Recuerdo desde otros puntos de partida.

Se pretende que el individuo narre los hechos desde un orden diferente a como se desarrollaron (v. gr., desde el final al principio, desde el
medio, hacia atrás) con el objetivo de recuperar pequeños detalles que puedan haberse perdido al hacer una narración de los hechos
siguiendo la secuencia temporal que éstos tuvieron.
“LA ENTREVISTA COGNITIVA: DESDE SUS ORÍGENES TEÓRICOS HASTA SU APLICACIÓN POLICIAL y II”

La Entrevista Cognitiva Mejorada


Es muy similar a la entrevista original, salvo que se le han añadido una serie de instrucciones para asegurar que: 1) se establece un buen clima
de comunicación; 2) se transfiere el control al entrevistado; 3) las preguntas son compatibles con la estructura mental del entrevistado; 4) se
anima al entrevistado a que emplee el recuerdo centrado, y 5) se anima al entrevistado a que emplee imágenes.

Investigación en el laboratorio
El consenso general es que la entrevista cognitiva produce un 40% más de información que la entrevista policial estándar.
Las críticas a estos estudios de laboratorio se centran en el hecho de que no pueden representar toda la crudeza y carga emocional de un
suceso de la vida real.
El estudio sobre la aplicación de la EC ha producido 3 resultados significativos:

1. La entrevista cognitiva ha mejorado claramente las entrevistas policiales incrementando la amplitud y precisión de los informes de los
testigos, sin que aumenten los errores y fabulaciones.

2. Se necesita más investigación para establecer qué componentes de la EC son más efectivos y por qué.

3. Debe valorarse la posibilidad de desarrollar ina versión más breve de la EC.

La entrevista cognitiva y el niño testigo

En los últimos años ha aumentado el número de niños que prestan su testimonio en los juzgados. Muchos casos se han sobreseído por
entrevistas realizadas inadecuadamente o por el empleo de preguntas sugerentes.
Se han realizado diversos estudios comparando la entrevista cognitiva y la estándar con niños:

Chapman y Perry (1995): la EC generaba más ítems correctos, pero esta diferencia entre tipos de entrevistas sólo se daba entre los grupos de
edades de 4-5 y de 14-15 años. Se ha criticado este estudio porque no se pueden generalizar los datos obtenidos en el laboratorio a la vida
real, en la que ser testigo de un delito es diferente que verlo en una TV.

McCauley y Fisher (1995): los niños que recibieron la EC recordaron mayor cantidad de información correcta que los niños en la condición de
entrevista estándar. Sin embargo, la proporción de información precisa fue igual en ambos grupos. Nuevamente la crítica a este estudio se ha
centrado en la generalización de los resultados.

Memon et al. (1993): el único tipo de información que mostró diferencias significativas entre ambas modalidades de entrevista se refería a la
localización de objetos y personas, que era significativamente mayor con la entrevista cognitiva. La revisión de las transcripciones de las
entrevistas reveló que no todos los niños comprenden y pueden emplear de manera efectiva la entrevista cognitiva. Se sugiere que un buen
entrevistador debe diseñar las entrevistas de forma que tengan en cuenta las capacidades cognitivas y lingüísticas del niño concreto.

Milne et al. (1994): compararon ambos tipos de entrevista en relación a la sugestibilidad. Concluyeron que la entrevista cognitiva mejora el
recuerdo de los niños en relación a las personas y los detalles del suceso. Sin embargo, la entrevista cognitiva también incrementaba los
errores e invenciones sobre las personas. Con respecto a la sugestión, la entrevista cognitiva incrementa la resistencia de los niños frente a
preguntas sugerentes, pero sólo cuando estas se presentan tras la entrevista cognitiva. Este tipo de entrevista incrementa el recuerdo y no
genera sugestibilidad. También se ha encontrado que es importante diferenciar entre las preguntas consistentes e inconsistentes con el guión,
ya que los niños reaccionan de manera distinta a estos tipos de preguntas en un contexto sugerente. Nuevamente, las críticas se centran en
los estímulos empleados, que no se parecen a las situaciones ocurridas en la vida real.

Geiselman y Padilla (1988): la entrevista cognitiva produjo un 21% más de "fragmentos" de información que la entrevista estándar. El número
de falseamientos no fue significativamente diferente entre ambas entrevistas, pero en ambas condiciones estaban relacionados con la edad del
niño. Este estudio concluye que hay que diseñar una entrevista cognitiva para niños, especialmente para los menores de siete años. Esta
conclusión has sido apoyada por diversos estudios que han encontrado resultados mixtos entre niños menores de siete años.

Resumiendo, parece que, en el caso de testigos adultos hay consenso en cuanto a la superioridad de la entrevista cognitiva para incrementar
el recuerdo, especialmente en situaciones de sugestibilidad. Sin embargo, se ha criticado que los métodos empleados en el laboratorio no se
pueden generalizar a los resultados de la vida real. También ha quedado claro que es necesario adaptar la entrevista cognitiva entrevista para
su empleo con niños menores de siete años. Estas mismas salvedades hay que tenerlas en cuenta en relación a personas mayores y personas
con discapacidad. De esta manea, más que de una única entrevista cognitiva podríamos estar hablando de varias entrevistas cognitivas
adaptadas a la edad del testigo y, tal vez, al tipo de delito.

Conclusiones

En el desarrollo de esta interesante herramienta han surgido una serie de preguntas que requieren investigación adicional:

Generales

Es necesario investigar sobre esta técnica con estudios de campo, lo que puede ayudar a generalizar los resultados a la vida real. También
necesitamos saber qué componentes de la entrevista cognitiva son más efectivos y por qué.

Entrevistadores

Es necesario realizar adaptaciones de la entrevista para personas mayores o personas con dificultades de aprendizaje, por ejemplo. La
investigación también debe tener en mente adaptaciones de la entrevista dirigidas a sospechosos. También hay que tener en cuenta que el
empleo de esta técnica requiere bastante esfuerzo por parte del entrevistador, por lo que quienes no se encuentran motivados no deberían
hacer estas entrevistas.

Delitos

La investigación debe valorar el empleo de diferentes tipos de entrevista cognitiva para diferentes delitos. Esto puede ser especialmente
pertinente cuando se interroga a víctimas.

Empleo por la policía

La investigación debería centrarse en el empleo "actual" por parte de la policía de este tipo de entrevista y no en el empleo "informado."
También habría que incluir en la investigación los objetivos planteados por los policías. La investigación debe tener en cuenta las presiones
sobre el entrevistador o las limitaciones de tiempo. Ello puede llevar al desarrollo de una forma abreviada de la entrevista cognitiva

“PODER, AUTORIDAD Y EL EMPLEO DE LA FUERZA”

El policía se encuentra ante situaciones frente a las que debe tomar algún tipo de decisión. Frente al ciudadano, el policía debe decidir si le da
una citación, le arresta o le deja marchar con un aviso. Muchas veces, las respuestas que se dan no son del todo consistentes, y dependen
tanto de la situación concreta, del delito, de la personalidad y características del policía y de los antecedentes demográficos del delincuente.

Revisión de la literatura
En una investigación realizada en 1994 (Icove, 1994) se encontraron diferencias sorprendentes en las prácticas policiales y la toma de
decisiones. Comparados con otros grupos, se encontró que los policías eran más severos en el trato con los violadores de la libertad
condicional y con los implicados en temas de drogas, alcohol, prostitución y vandalismo. Se encontró que la toma de decisiones del policía
estaba relacionado con su experiencia como policía y su nivel de educación. Cuanto mayor era su nivel de educación, el policía trataba con
menor dureza al delincuente. También se encontró que los policía mostraban un trato más duro durante los primeros años de servicio; se
volvían más tolerantes en los años intermedios, volviendo a ser más duros al final de sus carreras.
La toma de decisiones discrecional del policía se encuentra estrechamente unida al concepto de su ética y moralidad. Cohen y Feldberg (1991)
señalan que "el policía tiene una considerable mayor autoridad sobre otros que la mayoría de las personas en nuestra sociedad y, en
consecuencia, tienen más oportunidades de emplear la autoridad de formas inaceptables." Por consiguiente, la toma de decisiones por parte
de la policía es, en ocasiones, el resultado de juicios personales y sesgos naturales.
Desde un punto de vista psicológico, la toma de decisiones abarca una amplia variedad de procesos cognitivos. La habilidad para organizar los
datos, para sintetizar estos datos y para traducir los resultados en el resultado conductual apropiado, es, ciertamente, un proceso complicado.
No sorprende pues el hecho de que el policía pueda tomar decisiones basadas en la conducta del sospechoso y en la interpretación que hace
de esa conducta. La conducta del sospechoso puede ayudar al policía a reunir información concreta en relación a la situación, a evaluar el
peligro potencial de la situación y a elaborar estrategias efectivas para abordar el problema.
Klinger (1994) descubrió que la conducta de los ciudadanos tiene un impacto sobre la decisión de los policías para arrestarlos. Este autor
detalló un proceso en dos fases a través del cual el agente interactúa con el ciudadano: (1) una fase de "pre-intervención", que contiene las
circunstancias que llevan al policía a actuar con el ciudadano, y (2) una fase de "interacción" que comienza cuando el policía trata con el
ciudadano y termina cuando las dos partes se separan. Durante estos encuentros, la conducta del ciudadano entra en juego e influye en la
posibilidad de arresto por parte del policía. Sin embargo, se encontró que la conducta tenía un efecto sobre la decisión de arrestar por parte del
policía sólo cuando estaba implicada una conducta ilegal.
R. J. Lundman encontró que los efectos de la conducta variaban en relación a cómo se presentaba ante el policía la conducta del ciudadano.
Más específicamente, la raza y la clase social tenían efectos sobre la decisión de arrestar. Los miembros de minorías eran arrestados con
mayor frecuencia. También se citaba con mayor frecuencia a los miembros de las clases económicas altas, debido a la creencia del policía de
que estas personas pueden hacer frente mejor a las multas económicas.
El policía se enfrenta a diversas y complicadas situaciones a diario. La decisión de arrestar o no varía en función de la experiencia del policía y
de las influencias externas. La "tesis de indulgencia", por ejemplo, señala que la policía trata menos punitivamente a los hombres que maltratan
a sus mujeres que a otros delincuentes violentos. De hecho, la investigación ha demostrado que el 13% de los casos de agresión hombre-
mujer acaban en arresto, mientras que lo es el 28% de otro tipo de agresiones. Estos resultados indican que la policía toma decisiones
basadas en determinados aspectos de la situación, algunos de los cuales pueden ser sesgos personales individuales.
Está claro que el policía toma decisiones discrecionales basadas en una serie de factores. Estas decisiones están basadas en diversas
influencias internas y externas. Estas influencias permiten al policía sopesar estos factores y tomar decisiones basadas en su nivel de
autoridad percibido.

Los métodos que emplea la policía para manejar delitos graves y no tan graves se han investigado con el propósito de comprender mejor el
proceso de toma de decisiones global de la policía. El propósito de estas investigaciones es establecer directivas de actuación consistentes.
Crank (1992), por ejemplo, encontró que factores como la presencia de minorías, la localización de la comisaría de policía, el número de
policías en el cuerpo, la tasa de supervisión de los departamentos y otras variables correlacionaban significativamente con el número total de
arrestos efectuados.

“EMPLEO DE LA FUERZA”

La decisión de emplear la fuerza en la detención de un ciudadano, sea ésta excesiva o mortal, se encuentra, en última instancia, en las manos
del policía en el momento del conflicto.

Revisión de la literatura

Junto a la creación de estándares más definidos para el empleo de la fuerza, se encuentra la exploración de los motivos, conductas y proceso
de toma de decisiones que subyacen a estas acciones.
Sin embargo, las explicaciones más recientes sobre el empleo de la fuerza sugieren que los estándares de trabajo para el empleo de la fuerza
son difíciles de aplicar, ya que muchas actuaciones policiales en este sentido se deciden en una fracción de segundo; lo que tarda el policía en
muchas ocasiones para analizar la situación. Este análisis suele ir acompañado de un fuerte estrés y la posibilidad de que la situación pueda
amenazar la propia vida. Algunos expertos señalan que puede no ser muy realista esperar que, bajo estas circunstancias, el policía pueda
tomar decisiones apropiadas.
Binder y Scharf (1980) estudiaron las circunstancias que se desarrollaban durante un conflicto y desarrollaron un modelo en cuatro fases que
describe los pasos implicados en la decisión final de emplear una fuerza intensa. Este modelo señala que "el encuentro violento policía-
ciudadano es un proceso en desarrollo en el que conductas sucesivas por parte del ciudadano o el policía, o de ambos, hacen que sea más o
menos probable un resultado violento." El modelo consiste en la Fase de Anticipación, la Fase de Entrada y Contacto Inicial, el Intercambio de
Información y la Fase Final. Cada fase describe los detalles emocionales y ambientales a medida que se transforman en situaciones
potencialmente violentas. La Fase de Anticipación se refiere a la implicación inmediata del agente cuando se le llama para intervenir y la
información que se le transmite al respecto. La Fase de Entrada y Contacto Inicial incluye lo que se encuentra el policía cuando llega a la
escena y el desarrollo de la crisis. La Fase de Intercambio de Información consiste en todo el intercambio verbal y no verbal entre el
sospechoso y el policía, y que también contribuye a la evaluación del agente sobre la peligrosidad de la situación. En la Fase Final, el policía
toma la decisión de emplear o no la fuerza incorporando la información recibida en las fases previas, las consiguientes conductas del
sospechoso y las amenazas inmediatas.

Una forma de combatir el empleo innecesario de la fuerza es incorporando programas de entrenamiento efectivos que prepare a los policías
para tomar decisiones rápidas en este sentido. Determinar políticas sobre los criterios adecuados para el empleo de la fuerza puede servir para
que el agente de policía reconozca los elementos clave implicados. Estos elementos clave incluyen niveles de respuesta específicos por parte
del agente que deben ser evaluados durante el curso de la confrontación. Proporcionar a los agentes niveles de respuesta apropiados, como
un diálogo adecuado y directrices verbales con el ciudadano, medidas adecuadas de contención, etc, podría aliviar algunas de las situaciones
derivadas de la toma de decisiones en fracciones de segundo. Además, tales políticas podrían tener en cuenta factores relacionados con el
sujeto, como la edad, complexión, número de agentes presentes y los requerimientos legales, entre otros.
Otra forma efectiva de prevenir el empleo innecesario de la fuerza consiste en la observación y tratamiento de aquellos policías que muestran
una mayor propensión hacia la violencia.
Registrar el comportamiento de los agentes sobre el terreno puede servir de pauta de imitación para otros policías.

“¿QUÉ SE HACE PARA ABORDAR EL ESTRÉS POLICIAL?”

Un estudio realizado en Detroit concluye que el factor aislado más importante que conduce al policía al suicidio es el conflicto matrimonial.
Estudios realizados en la Policía de New York muestran que casi todos los policías habían consumido alcohol en el momento de cometer
suicidio.

ESTRÉS CRÓNICO

El estrés policial no es siempre único ni resulta obvio. Muchas personas pueden ver el peligro que supone un tiroteo y el posible trauma
subsiguiente. Estresores como éste son fáciles de ver por la intensa tensión emocional que sufre el individuo. Pero, ¿qué ocurre con los
estresares crónicos y no tan obvios? El estrés crónico tiene al menos 2 efectos sobre las personas. Primero, el estrés prolongado causa en las
personas una regresión. Su crecimiento psicológico se da la vuelta, volviéndose más inmaduros, infantiles y primitivos. Por ejemplo, cuando
alguien está enfermo sufriendo dolor y molestias prolongadas, puede volverse quejita e irritable, esperando atención y cuidados constantes.
Esta persona puede llegar a comportarse como un niño egoísta. Las personas hacen regresiones naturales durante un malestar crónico.
Segundo, el estrés crónico entumece la sensibilidad de las personas. No pueden aguantar el contemplar continuamente la miseria humana.
Tienen que dejar de sentir o no sobrevivirán. La mente tiene este mecanismo de defensa, de manera que las personas puedan seguir
trabajando en situaciones horribles. Si reaccionan con la sensibilidad normal pueden desmoronarse. Al tiempo que se tornan insensibles antes
su propio sufrimiento, también se vuelven insensibles ante el sufrimiento de otros. Cuando se les humilla, no sólo pierden su sentido de la
propia dignidad, sino que también el de los demás. El dolor de otros comienza a no importarles, y tampoco les importa hacer daño a otros.
El policía puede encontrar estresores en cada servicio que van socavando su resistencia. La acumulación de este estrés cotidiano hace que el
policía se torne más vulnerable ante los incidentes traumáticos y las presiones normales de la vida. El proceso de debilitamiento suele ser
demasiado lento como para percatarse; ni el sujeto ni sus amigos se dan cuenta del daño en curso.
Si se identifican los estresores crónicos, el agente de policía puede tomar una acción proactiva. Puede hacer algo antes de terminar
convirtiéndose en una estadística más de suicidio. Los departamentos de policía deberían dejar de hacer esa distinción artificial entre
problemas relacionados con el trabajo y los personales. Ambos están interrelacionados y se contribuyen mutuamente.
“EL PERFIL CRIMINAL I”

El área de la Psicología Forense que tiene que ver con la elaboración de perfiles criminales es una de las más populares. Diversas películas y
series de TV han popularizado más este tema, si cabe, proporcionándole un glamour del que carece en la realidad.

REVISIÓN DE LA LITERATURA CIENTÍFICA


De acuerdo con el FBI, elaborar un perfil se define como una técnica que sirve para identificar la personalidad principal y las características
conductuales de un delincuente basándose en el análisis del delito cometido. Este proceso suele implicar 7 pasos: (1) evaluación del acto
criminal en sí mismo; (2) evaluación exhaustiva de las particularidades de la escena del crimen; (3) análisis exhaustivo de la víctima; (4)
evaluación de los informes preliminares; (5) evaluación del informe sobre la autopsia forense; (6) desarrollo de un perfil con las características
fundamentales del delincuente, y (7) sugerencias de investigación basadas en la construcción del perfil.
La perfilación criminal ha existido posiblemente desde el inicio del crimen. Existe documentación sobre los intentos de realizar un perfil de jack
el Destripador en el siglo XIX. La mayor parte de la literatura moderna sobre perfilación examina delitos como asesinato, agresión sexual y
violación. En ocasiones, estas tipologías se subdividen. Por ejemplo, en el caso del asesinato: asesino en serie, asesino sexual y asesino de
masas. Se han empelado diversas medidas de la personalidad, como el MMPI, para predecir futuros delincuentes. Los resultados no son
concluyentes.
Cada vez se estudian más los correlatos biológicos existentes tras la conducta criminal. Los estudios cromosómicos o con EEG de diversas
zonas cerebrales hablan de la existencia de anormalidades biológicas como posible causa de la conducta criminal. Sin embargo, y por el
momento, todos estos resultados hay que tomarlos con cautela.
Turco (1990) plantea una orientación psicoanalítica a la hora de elaborar perfiles criminológicos de los delincuentes, y resalta la importancia de
las experiencias infantiles tempranas, las relaciones y los conflictos sin resolver y su relación con la conducta actual. También afirma que esta
información puede emplearse para predecir conductas futuras basadas en estas variables.
Hazelwood (1983) señala que, a la hora de realizar el perfil de un violador, hay 3 pasos fundamentales: (1) entrevistar cuidadosamente a la
víctima en relación a la conducta del violador; (2) analizar la conducta en un intento de clasificar la motivación subyacente al asalto, y (3)
elaboración de un perfil del sujeto que es probable que haya cometido el delito de la manera informada y la motivación supuesta.
Al establecer el perfil de un violador, Hazelwood describe cómo actúa el violador en su entorno en relación a su estructura de personalidad. Se
descomponen las conductas en una serie de categorías y se solicita a la víctima información detallada en relación a estas conductas para
intentar clasificar al violador. El violador exhibe 3 formas básicas de conducta: fuerza física, verbal y sexual. Por ejemplo, el violador que
domina a sus víctimas fundamentalmente con la degradación verbal y las amenazas puede estar exhibiendo características de personalidad
consistentes con un intenso deseo de infligir daño emocional a la víctima. Esto puede ser indicativo de una ruptura reciente entre el violador y
su novia. Por consiguiente, la violación sirve de venganza contra la novia a través de la víctima para satisfacer sus necesidades psicológicas.
Basándose en esta información, los perfiladores pueden comenzar a formular el tipo de perfil de personalidad que puede emplear la violación
como una forma de enmienda y venganza. Otras técnicas para realizar el perfil de delincuentes proviene de obtener información detallada de la
población reclusa condenada por delitos iguales o similares. Estos datos se emplean para establecer patrones o normas basadas en ese tipo
particular de delincuente.
Según el FBI, el desarrollo individual del criminal se basa en dos factores primarios: el predominio de una vida de fantasía y una historia
personal de abusos. Estos factores se emplean para desarrollar un perfil funcional de un asesino. Entrevistas en profundidad realizadas a 36
asesinos sexuales revelaron una serie de características típicas en este tipo de delincuentes. Por ejemplo, el asesino sexual suele ser
inteligente, atractivo, de estatus socio-económico alto. Sin embargo, también tienden a infravalorarse ante los demás (fracasando a la hora de
establecer relaciones significativas), ven el mundo como un lugar injusto, mantienen una visión inestable e inconsistente de la autoridad y la
justicia y suelen estar obsesionados con el dominio por medio de la agresión. Estos asesinos sexuales suelen tener pocas relaciones fuera de
la familia inmediata, viviendo en un mundo de fantasía en el que se sienten cómodos y poseen un historial de conducta desviada.
Algunos investigadores han señalado que el delincuente habitual comparte muchas características de personalidad con el “superpolicía”
(Reming, 1988), puntuando muy parecido en los tests que miden las características descriptivas percibidas en los criminales habituales. Estas
similitudes se encuentran en las puntuaciones obtenidas en dimensiones como control, agresividad, vigilancia, rebeldía, nivel de energía,
franqueza en la expresión, intensidad de las relaciones interpersonales, autoestima, extraversión, sociabilidad, celosía, sentimiento de
posesión hacia la pareja, tendencia a no cambiar de opinión con facilidad, mujeriego y tendencia a evitar la culpa.
Ciertos criminales suelen ser el centro de atención en relación a su perfil psicológico/criminológico. No resulta extraño, pues, que estos
crímenes suelan ser los más graves, como el homicidio. No resulta sorprendente que la mayoría de la investigación se centre en estos
criminales, ya que son los más peligrosos. La investigación parece estar dominada por los perfiles de asesinos sexuales debido a la naturaleza
propia del crimen.
A la hora de examinar una muestra de asesinos sexuales, el FBI ha desarrollado una serie de características de perfil basadas tanto en rasgos
demográficos como de la escena del crimen. Estos rasgos clasifican este tipo de homicidios en organizados y desorganizados. Cada tipología
permite al policía elaborar un perfil del asesino.

“EL PERFIL CRIMINAL y II”

CARACTERÍSTICAS DEL ASESINO SEXUAL ORGANIZADO


- Inteligencia media o por encima de la media.
- Competente socialmente.
- Trabajo especializado.
- Sexualmente competente.
- Primogénito o de los primeros en nacimiento.
- Padre con trabajo estable.
- Disciplina inconsistente durante la infancia.
- Controla las emociones durante el crimen.
- Consume alcohol durante el crimen.
- Estrés situacional precipitador.
- Vive en pareja.
- Se desplaza con un coche en buen estado.
- Sigue el crimen en los medios de comunicación.
- Puede cambiar de trabajo o dejar la ciudad.

CARACTERÍSTICAS DEL ASESINO SEXUAL DESORGANIZADO


- Inteligencia por debajo de la media.
- Inadecuado socialmente.
- Trabajo no especializado.
- Sexualmente incompetente.
- Último o de los últimos en orden de nacimiento.
- Padre con trabajo inestable.
- Disciplina severa durante la infancia.
- Ansiedad durante el crimen.
- Consumo mínimo de alcohol.
- Estrés situacional mínimo.
- Vive solo.
- Vive/trabaja cerca de la escena del crimen.
- Poco interés en las noticias.
- Cambio conductual significativo (consumo drogas/alcohol, religiosidad …)

Dividir a los asesinos sexuales en organizados y desorganizados permite una perfilación más precisa basada en información obtenida en los
arrestos
ASESINOS ORGANIZADOS: DIFERENCIAS EN LA ESCENA DEL CRIMEN
- Delito planeado.
- Escoge a un extraño como víctima.
- Personaliza a la víctima.
- Conversación controlada.
- La escena del crimen refleja un control total.
- Pide sumisión a la víctima.
- Emplea ligaduras.
- Actos de agresión previos a matarla.
- Esconde el cuerpo.
- Ausencia de armas/evidencias.
- Transporta a la víctima o el cuerpo.

ASESINOS DESORGANIZADOS: DIFERENCIAS EN LA ESCENA DEL CRIMEN


- Delito espontáneo.
- Conoce el lugar/la víctima.
- Despersonaliza a la víctima.
- Conversación mínima.
- Escena del crimen aleatoria y descuidada.
- Violencia súbita hacia la víctima.
- Empleo mínimo de ligaduras.
- Actos sexuales tras la muerte.
- Deja el cuerpo a la vista.
- Suele dejar el arma/evidencias.
- Deja el cuerpo en la escena del crimen.

Las características de la escena del crimen permiten al investigador desarrollar un perfil basado únicamente en las conductas exhibidas en la
escena del crimen, permitiendo una descripción y un perfil psicológico basado en estos datos.
Existen otras líneas de investigación que se contraponen bastante con el enfoque norteamericano, como es la británica del Dr. Canter y su
Psicología de Investigación. Pero eso será motivo para otro artículo.
“LOS ATENTADOS TERRORISTAS PROVOCAN UN AUMENTO EN EL CONSUMO DE ALCOHOL/DROGAS”

Casi 1 de cada 12 personas expuestas a un atentado terrorista informan de haber incrementado su consumo de alcohol, de acuerdo con el
estudio de la Universidad de Columbia. Los investigadores combinaron los datos de 13 estudios realizados tras los atentados del 11 de
Septiembre, las bombas en la Ciudad de Oklahoma y la Intifada en Israel.
Los investigadores emplearon estos datos para calcular la prevalencia de las conductas adictivas tras los incidentes terroristas y para evaluar
la probabilidad de un incremento de las conductas adictivas en la población general tras un atentado terrorista.
Los resultados iniciales indicaron que cerca del 10% de la población general entrevistada en aquellos lugares informaron de un consumo de
alcohol más problemático. El estudio encontró resultados de consumo similares en relación a drogas y tabaco.
Los autores señalan que los resultados son consistentes con investigaciones previas que señalan que las personas que experimentan un
trauma pueden emplear las drogas para afrontar el estrés o automedicarse para los síntomas relacionados con la ansiedad.

“NUESTROS RECUERDOS PUEDEN TRAICIONARNOS”

Científicos identifican la parte del cerebro responsable de la construcción de memorias falsas.


La mente de cualquier ser humano puede acabar generando falsos recuerdos o distorsionando la forma en que algo ocurrió. El individuo puede
estar tan convencido hasta el punto de defender como real una mentira construida por el propio cerebro. ¿Cómo nos traiciona nuestra memoria
del pasado? En la zona blanca del cerebro se encuentran una serie de mecanismos que hacen que algunas personas sean más o menos
susceptibles a la hora de construir falsos recuerdos, según indican los resultados de un estudio realizado por investigadores del Instituto de
Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y la Universidad de Barcelona, que publica The Journal of Neuroscience.
Lo han podido observar gracias a un estudio en el que han participado 48 voluntarios sanos, hombres y mujeres de entre 20 y 30 años. Antes,
los participantes pasaron un test para comprobar que no sufrían problemas de memoria. Tras someterlos a varias pruebas, comprobaron que el
75% de ellos recordaba como reales falsos recuerdos. Los investigadores pudieron observar las diferencias entre las partes del cerebro de las
personas que tenían más recuerdos falsos y menos mediante una nueva técnica de diagnóstico por la imagen similar a la resonancia
magnética, denominada Difusión Tensor Imaging.
Este tipo de estudios resultan de gran interés, sobre todo porque las técnicas de neuroimagen podrían llegar a tener importantes implicaciones
en el ámbito judicial a la hora de valorar las declaraciones de testigos y víctimas. "Hay que dejar claro que no se trata de un proceso patológico,
todos generamos recuerdos falsos", explica Lluis Fuentemilla, investigador del IDIBELL. Puede ocurrir, sobre todo, con recuerdos de
situaciones vividas durante la infancia.
En los falsos recuerdos intervienen zonas del cerebro diferentes a las de los reales. Los investigadores han observado que la diferencia entre
individuos se encuentra en la sustancia blanca. Las neuronas se comunican entre ellas mediante axones. En la sustancia blanca se encuentran
las fibras nerviosas formadas por haces de axones que conectan las diferentes regiones del cerebro. Si un axón fuese el cable que proporciona
luz a un hogar, la sustancia blanca sería el tendido de alta tensión que conecta una ciudad con una central eléctrica. Siguiendo el símil, en las
imágenes recogidas por los investigadores han podido observar que los recuerdos reales y la memoria circulan por diferentes "tendidos de alta
tensión".
Los recuerdos verdaderos se almacenan gracias a la actividad de la sustancia blanca que une las zonas del hipocampo y el parahipocampo.
"La gente con recuerdos reales de mejor calidad acostumbran a tener un haz de axones mejor conectado. La hipótesis con la que trabajamos
es que la gente que tiene recuerdos reales más firmes tendrá menos falsos recuerdos", señala Fuentemilla.
Por otro lado, los investigadores han podido ver que en la tendencia a generar falsos recuerdos interviene otro haz de sustancia blanca que
conecta las estructuras fronto-parietales del cerebro. Quienes generan más recuerdos falsos también registran una mayor actividad en esta
fibra nerviosa. "En realidad, se trata de un mecanismo que el propio cerebro utiliza a la hora de rellenar agujeros que quedan en nuestros
recuerdos reales", aclara Fuentemilla.
En el estudio, los participantes tuvieron que recordar listas de palabras relacionadas semánticamente como, por ejemplo, sofá, mesa, sentarse,
pupitre, balancín, piernas o taburete. Después de escuchar todas las listas, tuvieron que responder un cuestionario de reconocimiento en el
que también aparecían palabras nuevas, muchas relacionadas semánticamente con la serie que se les había presentado, como por ejemplo
silla. "En realidad, para generar el recuerdo falso utilizamos información que ya tenemos, no surge de la nada. Pero es tan real y creíble que el
individuo acaba creyéndoselo", afirma Fuentemilla. "Creemos que la gente con recuerdos reales más firmes utiliza menos esta vía de rellenar
agujeros", concluye.

“¿SABEMOS CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL?”

La autora de este estudio, perteneciente al Departamento de Psicología de la Universidad de Barcelona, ha realizado una interesante y
completa revisión bibliográfica sobre las consecuencias iniciales del abuso sexual infantil. Los indicadores psicológicos del abuso sexual infantil
o consecuencias iniciales, son aquellos efectos que suelen situarse en los dos años siguientes al abuso y que, por tanto, suelen encontrarse
presente en la infancia y la adolescencia.
Los diferentes estudios realizados al respecto demuestran que no existe un patrón de síntomas único. Es decir, las víctimas no presentan todas
los mismos síntomas sino que pueden mostrar una sintomatología muy variada – incluso la ausencia total de síntomas – que no permite hablar
de un síndrome que defina y englobe los problemas emocionales, cognitivos y sociales que se relacionan con la experiencia del abuso sexual.
Según diversos autores, entre un 20 y un 30% de las víctimas de abuso sexual infantil permanecerían estables emocionalmente tras esta
experiencia.
El estudio presente ha dejado al descubierto una serie de problemas metodológicos importantes a la hora de hablar de problemas psicológicos
asociados al abuso sexual infantil:

- La dificultad para obtener una amplia muestra de víctimas en menores de edad.


- La posible inclusión en los grupos de control de víctimas de abuso que no fueron detectada, lo que afecta a la diferencia entre los grupos.
- La habitual inclusión en los estudios de víctimas que han experimentado múltiples tipos de maltrato, con lo que resulta difícil determinar si los
problemas psicológicos asociados son causa del abuso sexual o de otro tipo de maltrato.
- En la evaluación psicológica a corto plazo de las víctimas de abuso sexual la mayoría de los estudios emplean únicamente una fuente de
información, que suele ser el cuidador no agresor, con el sesgo que tal método puede producir.
- Destaca también la falta de control de variables que pueden interferir en el estado de las víctimas (como la existencia de problemas
familiares) y que puedan ser la verdadera causa de los problemas psicológicos observados.

En definitiva, que una buena parte de los estudios realizados hasta el momento adolecen de lagunas metodológicas que hacen muy difícil
responder a la pregunta de cuáles son os problemas psicológicos asociados al abuso sexual y si, efectivamente, éste ha sido la causa de
determinados problemas psicológicos en las personas observadas.
En los trabajos publicados en los últimos años, los síntomas más frecuentes encontrados son la ansiedad, la depresión, la baja autoestima, el
sentimiento de culpa y la estigmatización.
Son también relevantes los problemas de conducta, especialmente la sexualización del comportamiento del menor, pudiendo ser de gran
utilidad como indicador de una situación de abuso sexual.
La autora resalta la importancia de tener en cuenta la función de las denominadas variables mediadoras o moderadoras entre la experiencia
del abuso sexual y el desarrollo de problemas psicológicos. Factores como frecuencia y duración del abuso, coerción física, sentimiento de
culpa, estrategias de afrontamiento o apoyo social, podría facilitar la aparición de trastornos psicopatológicos. Mientras que la frecuencia o
ausencia de otros factores podría minimizar o anular ,los posibles efectos psicopatológicos, proporcionando al individuo capacidad de
resistencia.
Los estudios realizados al respecto parecen confirmar que un importante porcentaje de víctimas de abuso sexual infantil no presenta
repercusiones psicológicas tras esa experiencia. Autores como Echeburúa sitúan ese porcentaje de resistencia en un 30% de las víctimas a
corto plazo y en un 70% a largo plazo.
Fuente: "Consecuencias Psicológicas Iniciales del Abuso Sexual Infantil", Noemí Pereda Beltrán, Papeles del Psicólogo.

“VALORACIÓN DE LA PELIGROSIDAD CRIMINAL I”

Ha quedado constatado en diversos estudios que una de las fuentes de estrés en el trabajo del policía proviene del funcionamiento del sistema
judicial. En líneas generales, hay dos focos de estrés potencial: cuando el policía tiene que prestar testimonio en un juicio y la sensación de
que el sistema judicial “no hace su trabajo”; es decir, que el policía detiene al delincuente – proceso a veces muy costoso – para observar
después impotente cómo ese mismo delincuente es puesto en libertad. Todo ello se traduce en sentimientos de frustración, desmotivación, etc.
A veces, la experiencia te dice que hay sujetos que no conviene dejar en libertad porque tienen todos los puntos para reincidir. Actualmente, y
como complemento a la experiencia, disponemos de indicadores (aunque o en un 100 por 100 fiables) que nos sirven de guía para valorar la
peligrosidad criminal. Hacer una buena evaluación de la peligrosidad criminal tiene consecuencias importantes: aplicar la libertad condicional,
establecer el tipo de pena, posibilidad de reincidencia, aplicación de medidas de seguridad, etc.
Por desgracia, no siempre se tienen en cu enta estas guías o se aplican de manera inadecuada.
En la segunda parte de este artículo os dejo un resumen de los factores que tradicionalmente se tienen en cuenta a la hora de valorar la
peligrosidad criminal, el riesgo de violencia.
A continuación os enumero algunas áreas generales y factores específicos que conviene tener en cuenta al evaluar la peligrosidad criminal y
que peroceden de diversos estudios al respecto. Básicamente queremos responder a la pregunta: ¿Qué riesgo hay de que este sujeto vuelva a
cometer un crimen/delito? Para elaborar este resumen me he basado en el estudio de valoración de la personalidad criminal llevado a cabo por
E. Esbec y O. Fernández (2003)

“LA VALORACIÓN DE LA PELIGROSIDAD CRIMINAL y II”

HISTORIAL DE VIOLENCIA PREVIA


- ¿Cuál es el historial de violencia del sujeto? ¿Ha sido arrestado previamente Y, si ha estado ingresado en hospital psiquiátrico, ¿se ha
comportando de manera violenta?
- Los episodios de violencia reciente tienen mayor poder de predicción que la violencia ocurrida en el pasado.
- El sujeto ha sido víctima de abusos o ha sido testigo de abusos durante la infancia.

FACTORES SOCIODEMOGRÁFICOS
- Sexo (más habitual hombre adolescente y adultos jóvenes)
- Estatus socioeconómico (pobre).
- Bajo nivel educacional.
- Etnia (no blanco).

TRASTORNO MENTAL
Se ha observado que algunos trastornos mentales específicos están asociados a un aumento en el riesgo del comportamiento violento.
- Psicopatía.
- Trastornos de la Personalidad.
- Alucinaciones y delirios.
- Trastorno bipolar y esquizofrenia.
- Abuso de sustancias, incluido el alcohol.
- Trastornos de Control de Impulsos.
- Ideación suicida e intentos de suicidio.
- Hostilidad e ira.

FACTORES SOCIALES Y SITUACIONALES


- Eventos vitales estresantes, como la separación conyugal, rupturas sentimentales, etc.
- Falta de apoyo profesional.
- Ausencia de una red social de apoyo.
- Contexto vital en el que el agresor y víctima potenciales viven.

FACTORES BIOLÓGICOS Y NEUROLÓGICOS


- Anormalidades neurológicas y disfunciones orgánicas cerebrales.
- Déficits cognitivos.- Niveles alterados de serotonina y testost

“LA DETECCIÓN DE MENTIRAS EN LAS DECLARACIONES DE TESTIGOS”

Vrij (2000) realizó un estudio en profundidad de la conducta no verbal de los testigos, recopilando una serie de indicios cuya presencia puede
hacernos sospechar de que mienten en sus declaraciones. Clasificó estos indicios de forma que podían incrementarse con la mentira, disminuir
con la mentira, no tener ninguna relación con la mentira y aquellas en las que mentir implica un gran esfuerzo de pensamiento. Manejar estos
indicadores supone un verdadero esfuerzo de atención, incluso de grabar en vídeo la entrevista para visionarla de nuevo posteriormente.
Según la clasificación mencionada antes, dividiremos las conductas no verbales como sigue:

Su presencia se incrementa con la mentira


- Tono de voz: cambios en el tono de voz, tales como subidas o bajadas.
- Duración de las pausas: longitud de los periodos de silencio durante el habla.

Su presencia indica que mentir supone un gran esfuerzo de pensamiento


- Interrupciones del habla: interjecciones.
- Errores del habla: repetición de palabras u oraciones, cambio de sentencias, oraciones incompletas, lapsus linguae, etc.
- Tasa del habla: número de palabras habladas en un cierto periodo de tiempo.

Su presencia disminuye con la mentira


- Movimientos ilustradores: movimientos funcionales de brazos y manos.
- Movimientos de manos y dedos: movimientos no funcionales de manos y dedos sin movimientos de brazos.
- Movimientos de piernas y pies.

Su presencia no está relacionada con la mentira

- Latencia de la respuesta: tiempo de silencio entre la pregunta y la respuesta.


- Frecuencia de las pausas: frecuencia de periodos de silencio durante el habla.
- Mirada: mirar a la cara del interlocutor.
- Sonrisa: sonrisas y risas.
- Parpadeo: parpadeo de los ojos.
- Auto-manipulaciones: rascarse la cabeza, muñeca, etc.
- Movimientos de la cabeza: asentimiento y disentimiento con la cabeza.
- Movimientos del tronco: movimientos del tronco (generalmente acompañados de movimientos de cabeza).
- Cambios de posición: cambios en la postura corporal (generalmente acompañados de movimientos del tronco y piernas/pies).

“INDICADORES DE ABUSO SEXUAL”

Uno de los elementos más delicados en la evaluación de la veracidad del testimonio lo encontramos en los casos de abuso sexual infantil. En
caso de que tales abusos se hayan producido ello puede suponer una experiencia emocional y psicológica muy dura para el niño o la niña. En
los casos en que tales denuncias no se sustentan ello ocasiona un grave perjuicio a quienes han sido acusados falsamente. Tenemos
referencias cercanas en la prensa.
Entrevistar a niños no es sencillo. Un policía con amplia experiencia en interrogatorios a adultos puede encontrarse con que las herramientas y
técnicas que conoce no funcionan en el caso de los niños. Lo que también es verdad en el caso de los psicólogos o psiquiatras: no es lo mismo
realizar una entrevista clínica a un adulto que a un niño. Precisamente esta falta de pericia puede hacer que se obtengan declaraciones falsas.
A ello ayuda tanto la falta de experiencia como las ganas de obtener testimonios para una condena.
Existen una serie de indicadores que podemos tener en cuenta en los caso de abuso sexual y cuya presencia nos ponen sobre aviso de la
posible ocurrencia del abuso. Es importante tener en cuenta que la presencia de estos indicadores en la entrevista con el niño o la niña no
debe cegarnos: será necesario fundamentar adecuadamente la relación de causalidad entre los indicadores y el posible abuso.
INDICADORES FÍSICOS
- Dolor, golpes, quemaduras o heridas en la zona genital.
- Cerviz o vulva hinchadas o rojas.
- Semen en la boca, en los genitales o en la ropa.
- Ropa interior rasgada, manchada o ensangrentada.
- Enfermedades de transmisión sexual en genitales, ano, boca u ojos.
- Dificultad para andar y sentarse.
- Enuresis o encopresis.
- Problemas de sueño o alimentación.
- Embarazo en adolescentes.

INDICADORES COMPORTAMENTALES
- Pérdida de apetito.
- Llantos frecuentes, sobre todo en situaciones afectivas o eróticas.
- Miedo a estar sola, a los hombres o a un determinado miembro de la familia.
- Rechazo al padre o a la madre de forma repentina.
- Cambios bruscos de conducta.
- Resistencia a desnudarse y bañarse.
- Aislamiento y rechazo de las relaciones sociales.
- Problemas escolares o rechazo en la escuela.
- Fantasías o conductas regresivas (chuparse el dedo, orinarse en la cama, etc.).
- Tendencia al secretismo.
- Agresividad, fugas o acciones delictivas.
- Autolesiones o intentos de suicidio.

INDICADORES EN LA ESFERA SEXUAL


- Rechazo de las caricias, los besos y el contacto físico.
- Conducta seductora.
- Conductas precoces o conocimientos sexuales inadecuados para su edad.
- Interés exagerado por los comportamientos sexuales de los adultos.
- Agresión sexual de un menor a otros menores.

“LA VIOLENCIA HACIA LA PAREJA CONTINÚA TRAS LA RUPTURA”

La violencia hacia la pareja continúa tras la ruptura. Un predictor importante para ello es que la pareja tenga hijos. Además, se ha comprobado
que los daños que causa en los niños el ser testigos de esta violencia es mucho mayor de lo que antes se pensaba. Estos son algunos de los
resultados de la tesis doctoral realizada por Solveig Vatnar, investigadora de la universidad de Oslo.
Para este trabajo entrevistó a 157 mujeres víctimas de violencia de género. Según la autora, “el análisis muestra que es más probable que la
violencia continúe tras la ruptura en el caso de las mujeres con hijos, sin que la duración de la relación tenga importancia.” En pocas palabras:
ser madre no protege a una mujer de la violencia. Tampoco tiene importancia para la gravedad de la agresión, el tipo de heridas sufridas, la
frecuencia de los episodios de violencia o si se percibe ésta como una amenaza para la vida.
Si la pareja tiene hijos, se incrementa el riesgo de que la violencia continúe tras la ruptura. Muchas mujeres que vuelven con sus parejas – a
pesar de haber sido objeto de agresiones – dicen que una de las principales razones para ello es “por el bien de los hijos” que tienen en
común. Pero el estudio de Vatnar muestra que, incluso aunque los niños no hayan sido objeto de agresiones, el hecho de que hayan sido
testigos de la violencia entre sus padres les coloca en riesgo de acabar metidos en relaciones similares en el futuro. “Los niños que son
testigos de violencia física entre sus padres se encuentran en mayor riesgo de acabar también en relaciones violentas que si ellos mismos
hubiesen sido víctimas de la violencia física de sus padres.”
Por lo tanto, los niños testigos de esta violencia tienen más probabilidades de mantener relaciones violentas en un futuro.
Las investigaciones previas que se han realizado sobre este tema han mostrado que el consumo de alcohol/drogas es una de las causas más
importantes de la violencia. Vatnar confirma que la violencia ocurre más a menudo en relaciones en las que uno o ambos miembros de la
pareja consumen alcohol/drogas. Sin embargo, los resultados de las investigaciones indican que el 75% de los episodios violentos tenían lugar
cuando ni el agresor ni la víctima estaban ebrios o colocados. Esto se aplica fundamentalmente al caso de la violencia física, ya que en los
casos de violencia psicológica o sexual la implicación del alcohol/drogas resulta todavía menor.
“Esto sugiere – afirma Vatnar – que aunque consigamos erradicar la violencia asociada a consumo de alcohol/drogas, todavía quedarían
vigentes la mayoría de los episodios violentos.”
Vatnar también ha encontrado variaciones entre los diferentes tipos de violencia. En concreto, la violencia física disminuye durante el
embarazo, mientras que la frecuencia y la severidad de la violencia psicológica , además de la frecuencia de la violencia sexual, permanecen
estables durante el embarazo.
Fuente: Information Center for Gender Research, 2009. Partner Violence Continues after Break-Up.

“LOS RECUERDOS PERSISTEN EN EL CEREBRO INCLUSO CUANDO YA SE HAN OLVIDADO”


Pensemos en la repercusión futura que esto puede tener para el ámbito de las entrevistas e interrogatorios policiales. Por ahora, ciencia
ficción, pero la base está ahí.
Expertos de la Universidad de California Irvine (Estados Unidos) sugieren que los recuerdos existen incluso cuando ya se han olvidado, pero lo
que sucede es que no se pueden recuperar, según muestran los resultados de su estudio, que aparece publicado en la revista 'Neuron'.
Los responsables de esta investigación usaron técnicas de imagen para llevar a cabo el estudio y descubrieron que la actividad del cerebro de
una persona es muy parecida cuando recuerda un acontecimiento que cuando lo experimenta por primera vez, incluso cuando la persona no
se acuerda de aspectos específicos.
En colaboración con científicos de Princeton University, los expertos analizaron la actividad de estudiantes con un escáner fMRI, a los que
mostraron ciertas palabras. Posteriormente, se les pidió que imaginaran cómo un artista dibujaría el objeto al que da nombre la palabra, que
pensaran en cómo se usa el objeto, o que pronunciaran la palabra en su mente. Alrededor de veinte minutos más tarde, los estudiantes vieron
las palabras por segunda vez y se les pidió que recordaran cualquier detalle relacionado con ellas.
Así, mediante un método de análisis matemático, los científicos asociaron las diferentes tareas que se les había pedido con los distintos
patrones de actividad cerebral. Cuando un estudiante mostraba un fuerte recuerdo de una palabra, el patrón era muy parecido al que se
generaba durante la tarea. De la misma forma, cuando el recuerdo era débil o inexistente, el patrón no destacaba pero se reconocía su
pertenencia a esa tarea.
Uno de los autores del estudio, el doctor Jeff Johnson, señaló que esto significa que el cerebro sabía algo acerca de lo que había ocurrido,
aunque el sujeto no fuera consciente de la información. Así, este experto destacó que si se comprende lo que ocurre en jóvenes adultos sanos
se podría averiguar el motivo porque el que la memoria falla de forma más acusada cuando envejecen, o averiguar lo que ocurre con
acontecimientos traumáticos. "Si los detalles están aún ahí, se puede encontrar una manera de acceder a ellos", concluyó.
Fuente: MADRID, 9 Sep. (EUROPA PRESS) -

“EL ACOSO EN EL TRABAJO”

Leymann (1996) define este fenómeno como “una comunicación hostil y sin ética, que es dirigida de modo sistemático por uno (o varios)
individuos contra otro, que debido a esta situación le coloca en una posición de indefensión y desvalimiento, y es activamente mantenido en
ella. Este hecho suele ocurrir de una forma muy frecuente (al menos una vez a la semana) y durante un cierto tiempo (al menos seis meses de
duración)”. A lo largo de una serie de fases el acoso laboral iría incrementándose, finalizando cuando la víctima abandona la empresa o
comienza a manifestar sintomatología psicológica o psiquiátrica, algo que suele acabar en largos periodos de baja por enfermedad. ¿Cuáles
serían esas fases por las que atraviesa el trabajador o trabajadora acosado/a?
En la primera fase (conflicto), se producen conflictos laborales que no se resuelven y se transforman en crónicos. La segunda fase
(estigmatización) se caracteriza por comportamientos agresivos con la manifestación de ataques psicológicos que ponen en marcha una
dinámica de acoso. No es una disputa personal de carácter puntual, sino que la fase de mobbing propiamente dicha comienza con la adopción,
por una de las partes del conflicto, de las distintas modalidades de comportamiento acosador (limitación de la comunicación, del contacto
social, desprestigio ante los compañeros, desacreditación del prestigio profesional y logros, comprometer su salud). La tercera fase
(intervención desde la organización) se produce cuando, dada la magnitud del problema, se adopta una serie de medidas dirigidas a paliar y
resolver los acontecimientos. La cuarta y última fase (exclusión) se caracteriza porque el trabajador compatibiliza su trabajo con largas
temporadas de baja por causas psicológicas, pudiendo llegar finalmente a abandonar la organización.
También interesa conocer cuáles son los síntomas clínicos del mobbing. Para ello, seguiremos la clasificación que hace González de Rivera
(2003). En la fase de autoafirmación la persona experimenta inquietud, ansiedad, agresividad moderada y puede que alteraciones del sueño.
Cuando se desplaza a la fase de desconcierto, el sujeto duda sobre su propia versión de los hechos, experimenta menor autoconfianza y
empeoran los síntomas de la primera fase. En la tercera fase, la de depresión, el sujeto pierde eficacia, autoestima y motivación. Se autoculpa
de la situación y se inicia el aislamiento y la evitación.
La cuarta fase es la traumática, caracterizándose por un mayor estrés y ansiedad, pensamientos obsesivos recurrentes y conflictos familiares.
La última fase se denomina de estabilización crónica: incremento de las bajas laborales, focalización del pensamiento, temor al lugar en donde
se desarrolló el acoso, sensación de “estar ido” (dificultades en la memoria y la concentración).
En los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no es infrecuente encontrar este tipo de acoso. En mi experiencia personal me he
encontrado más casos en aquellos cuerpos más militarizados y jerarquizados. Tras muchas bajas psicológicas nos encontramos situaciones de
acoso que la víctima tiene que afrontar retirándose para evitar daños psicológicos mayores.

“EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL (SAP)”

Este síndrome fue descrito inicialmente por Gardner en 1985, y lo definió como un trastorno surgido en situaciones de custodia disputada, y
que se manifiesta en el menor que lo padece como una campaña de denigración contra el progenitor rechazado. Se establece así una
dicotomía radical entre el padre “bueno” y el padre “malo” que puede tener nefastas consecuencias en la relación parentofilial. El auge de las
separaciones – aunque estas épocas de crisis hayan sido testigos de un disminución por vez primera – ha llevado a que las partes enfrentadas
suelan utilizar este síndrome como argumento contra la otra parte.
Alrededor de 90.000 parejas se separan cada año en España, y un tercio de las separaciones contenciosas provoca graves consecuencias
para los hijos durante toda su vida. Normalmente, el SAP es un proceso en el que uno de los progenitores – normalmente el que tiene la
guarda custodia – inculca el odio en el niño para que rechace al otro progenitor.
Puede parecernos extraño que un padre o una madre quieran hacer “conscientemente” daño a sus hijos, que, en principio, es lo que uno más
quiere en esta vida. Sin embargo, no debemos valorar esta actitud como un deseo consciente de uno de los progenitores a hacer daño al niño,
sino que tales comportamientos suelen tener su origen en las dificultades que muestran algunos padres o madres a la hora de resolver los
conflictos que tienen entre ellos. El niño/a se convierte así en el vehículo de solución de sus problemas.
Este proceso puede iniciarse en cualquier momento tras la separación. Un detonante puede ser que uno de los ex cónyuges intente rehacer su
vida sentimental con otra persona o que el progenitor alienador sienta que ha perdido parte de su papel con su hijos (que ha pasado a segundo
o tercer lugar).
A partir de aquí, el progenitor alienador puede marcarse como objetivo alejar a los hijos del otro progenitor, y para ello comienza a influir en
ellos de manera negativa hacia la otra persona. Es ésta unja actitud muy destructiva para el niño, pues se le somete a una batalla de lealtades
en la que se le exige su posicionamiento en todo momento (“estás conmigo o contra mí”) fruto de este “lavado de cerebro”, de la presión
ejercida, se ha constatado que el niño puede olvidar episodios vividos o incluso afirmar haber vivido otros que no son ciertos. En casos
extremos de SAP el niño puede llegar incluso a afirmar haber sido maltratado por su padre, no siendo esto verdad en absoluto.
Este proceso culmina cuando el hijo o la hija a cargo del progenitor que tiene la custodia ya no quiere estar con el otro progenitor y su familia.
Puede llegar incluso a insultarlo. El progenitor alienado tiene que aguantar los continuos desprecios e, incluso, soportar denuncias de maltrato
hacia la ex pareja o de abusos a sus hijos.
Un buen número de intervenciones policiales tienen que ver con discusiones entre parejas ya separadas relacionadas con la relación con los
hijos. Muchos padres y madres (aunque es mayor el número de padres, ya que en nuestro país, sin razones científicas que lo avalen, todavía
se sigue entregando la guarda custodia a las madres) terminan actuando con violencia verbal o física ante la situación de indefensión y
desesperación en la que se encuentran. Con ello sólo terminan dando la razón al progenitor alienador que, de cara a la sociedad y al agente
que ha venido alertado por la situación, tiene ahora “pruebas” que mostrar.
En todo este entramado se olvida que la auténtica víctima de la triste situación es el propio niño, que ve cómo se afecta seriamente su
desarrollo psicoafectivo. Para estropear más las cosas, pensemos en la lentitud con la que la Justicia aborda éste y otros muchos temas.

“INTERROGANDO A TESTIGOS: ¿SE PIERDEN PARA SIEMPRE LOS RECUERDOS ORIGINALES?”

Consideremos lo siguiente. Un testigo dispone de una información sobre determinado hecho delictivo. En el proceso de prestar declaración
puede haber nueva información que se añada a la que ya conoce, ya sea por los medios de comunicación, por comentarios de la policía, etc.
¿Qué ocurre con el recuerdo original?

La investigadora norteamericana Loftus asume que cuando se produce un cambio en la memoria sobre una información que tenemos
almacenada, se pierde el recuerdo original para siempre y permanece el nuevo recuerdo modificado. Sin embargo, autores como Bekerian
sugieren que el recuerdo original todavía existe, pero que el problema es acceder a él. Hasta el momento, hay varias teorías que tratan de
explicar las transformaciones de la memoria.
La teoría de Loftus se denomina hipótesis de alteración. El recuerdo no se puede recuperar porque, simplemente, ya no existe. El original ha
sido alterado o transformado en un nuevo recuerdo (a veces, un recuerdo de compromiso) hasta el punto de que se pierde el original para
siempre. Loftus argumenta esta teoría en el hecho de que incluso empleado incentivos, hipnosis, etc., se consigue muy poco éxito para
recuperar los recuerdos originales.
Si la hipótesis de alteración de Loftus es correcta, ello conlleva serias implicaciones para los investigadores de la policía. El tema es que, si se
ha proporcionado a un testigo información adicional sobre un incidente, es probable que su recuerdo original quede contaminado. Será
importante para el agente de policía establecer si el testigo ha comentado el incidente con otras personas o si ha visto algún informe sobre el
caso en la TV, etc. El policía también debe ser consciente de que su propia manera de preguntar puede, en sí misma, contaminar el recuerdo
original.
Una teoría alternativa es la denominada hipótesis de coexistencia. Como su nombre indica, la teoría sugiere que, tanto el recuerdo original
como el modificado coexisten en el sistema de memoria y ambos pueden recuperarse. Los defensores de esta teoría señalan el hecho de que
a veces es posible recuperar algunas partes del recuerdo original, incluso tras haber presentado información engañosa. Sugieren también que
el fracaso en la recuperación puede ser temporal. El problema aquí puede ser que es más fácil acceder a los recuerdos recientes que a los
distantes. Esto es similar al llamado “Efecto Reciente”. Esta teoría de la coexistencia es más optimista en lo que se refiere a la recuperación de
los recuerdos originales. Implica que los agentes de policía, al entrevistar a un testigo, deben intentar persuadirle para que regrese
mentalmente a la escena del crimen, en lugar de que sólo intente recordar todo lo que pueda del incidente.
Una forma específica de la teoría de la coexistencia es la teoría del encabezamiento de registros. Esta teoría sugiere que la información se
presenta en unidades de memoria llamadas “Registros” y que cada unidad está encabezada por una clave de acceso o “Encabezamiento”. Los
encabezamientos permiten la recuperación de un recuerdo al describir la información contenida en el registro.
Cuando busca un recuerdo concreto, la persona intenta emparejar la descripción de un registro con un encabezamiento apropiado. El efecto de
desinformación ocurrirá cuando el registro encabezado de la información original es menos accesible que el registro encabezado de la
información engañosa. En otras palabras, la persona puede tener dos recuerdos diferentes, uno de los cuales es más reciente “y más cerca de
la superficie” o que destaca más. Ya que la persona no puede distinguir entre el encabezamiento del registro original o de la información
engañosa, comete el error de recuperar la información más reciente de los sucesos. Este punto de vista sugiere que el policía podrá recuperar
con mayor probabilidad el recuerdo original si es cuidadoso y específico en sus preguntas al testigo.
Otra explicación que se ha propuesto tiene que ver con la atribución de la fuente. Esta teoría sugiere que la información engañosa engaña al
sujeto porque se crea una confusión en relación a la fuente de información. De acuerdo con esta teoría el efecto de desinformación ocurre
porque el sujeto confunde la fuente de la información original y la de la información engañosa. Así, la fuente de la información engañosa se
atribuye (de forma incorrecta) al suceso del que se ha sido testigo originalmente. De acuerdo con este punto de vista, un testigo que escucha a
otro testigo lo que le dijo el conductor de un coche, puede después creer que su recuerdo se basa en haber escuchado la conversación de
primera mano (no de segunda).
Al igual que con la teoría del encabezamiento de registros, la teoría de la atribución de la fuente puede explicar por qué es más probable que
las personas recuerden la desinformación en lugar de la información original. Ya que la primera destaca más en la memoria, se supone que
forma parte del evento original de que se ha sido testigo. Los seguidores de esta teoría han intentado abordar el problema de la desinformación
adoptando un enfoque de monitoreo de la fuente. Se anima a las personas a pensar y monitorizar la fuente de cualquier información que
recuerden. Los resultados de estos estudios son mixtos, pero parecen demostrar que incluso cuando se instruye a las personas a monitorizar
cuidadosamente la fuente de la información, todavía son vulnerables a la información engañosa. El problema suele ser que las personas no
siempre pueden recordar correctamente la fuente de información para cada trozo de recuerdo.
Algunos de los problemas asociados a la Atribución de la Fuente podrían evitarse si quienes tienen la tarea de entrevistar a los testigos, como
mínimo, están al tanto de este fenómeno. Puede tener algún efecto instruir al testigo para que piense cuidadosamente en la fuente de sus
recuerdos “originales.” También puede ayudar, no sólo preguntar al testigo, sino también a otras fuentes de información a las que haya podido
estar expuesto para identificar a aquellos que es más probable que experimenten dificultades con la Atribución de la Fuente.

“¿ERES VÍCTIMA DE ACOSO PSICOLÓGICO?”

El investigador Iñaki Piñuel propone el empleo de la denominada Escala Cisneros para que uno mismo pueda valorar si está siendo sometido a
acoso psicológico o mobbing. La forma de responder es verdadero o falso. Este instrumento es muy interesante, ya que el sentimiento que
tienen muchos policías de estar siendo acosados psicológicamente – ya sea por compañeros o por superiores -, a veces se confunde con
pensamientos como "estaré exagerando", etc. Además, esta sensación de ser víctima de mobbing puede quedar neutralizada – que no
eliminada – cuando comentamos este hecho con alguien de nuestra confianza dentro del cuerpo y nos dice que son imaginaciones nuestras,
que sólo son bromas, etc. A partir de aquí, el sentimiento de soledad puede ser absoluto. Podéis autoadministraros este cuestionario. Si el
resultado es un alto porcentaje de respuestas verdaderas, entonces, tenemos un problema.

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1. Mi superior restringe mis posibilidades de comunicarme, hablar o reunirme con él.
2. Me ignoran, me excluyen o me hacen el vacío; fingen no verme o me hacen "invisible."
3. Me interrumpen continuamente impidiendo expresarme.
4. Me fuerzan a realizar trabajos que van contra mis principios o mi ética
5. Evalúan mi trabajo de manera inequitativa o de forma sesgada.
6. Me dejan sin ningún trabajo que hacer, ni siquiera a iniciativa propia.
7. Me asignan tareas o trabajos absurdos o sin sentido.
8. Me asignan tareas o trabajos por debajo de mi capacidad profesional o mis competencias.
9. Me asignan tareas rutinarias o si valor o interés alguno.
10. Me abruman con una carga de trabajo insoportable de manera malintencionada.
11. Me asignan tareas que ponen en peligro mi integridad física o mi salud a propósito.
12. Me impiden que adopte las medidas de seguridad necesarias para realizar mi trabajo con la debida seguridad.
13. Se me ocasionan gastos con el fin de perjudicarme económicamente.
14. Prohíben a mis compañeros o colegas que hablar conmigo.
15. Minusvaloran y echan por tierra mi trabajo no importa lo que haga.
16. Me acusan injustamente de incumplimientos, errores, fallos, inconcretos y difusos.
17. Recibo críticas y reproches por cualquier cosa que haga o decisión que tome en mi trabajo.
18. Se amplifican y dramatizan de manera injustificada errores pequeños e intrascendentes.
19. Me humillan, desprecian o minusvaloran en público ante otros colegas o ante terceros.
20. Me amenazan con usar instrumentos disciplinarios (rescisión de contrato, expedientes, despido, traslado).
21. Intentan aislarme de mis compañeros dándome trabajos o tareas que me alejan físicamente de ellos.
22. Distorsionan malintencionadamente lo que digo o hago en mi trabajo.
23. Se intenta buscarme las cosquillas para "hacerme explotar."
24. Me menosprecian personal o profesionalmente.
25. Hacen burla de mí o bromas, intentando ridiculizar mi forma de hablar, de andar.
26. Recibo feroces e injustas críticas acerca de aspectos de mi vida personal.
27. Recibo amenazas verbales o mediante gestos intimidatorios.
28. Recibo amenazas por escrito o por teléfono en mi domicilio.
29. Me chillan o gritan, o elevan la voz para intimidarme.
30. Me zarandean, empujan o avasallan físicamente para intimidarme.
31. Se hacen bromas inapropiadas y crueles sobre mí.
32. Inventan y difunden rumores y calumnias acerca de mí de manera malintencionada.
33. Me privan de información imprescindible y necesaria para hacer mi trabajo.
34. Limitan malintencionadamente mi acceso a cursos, promociones, ascensos.
35. Me atribuyen malintencionadamente conductas ilícitas o antiéticas para perjudicar mi imagen y reputación.
36. Recibo una presión indebida para sacar adelante el trabajo.
37. Me asignan plazos de ejecución o cargas de trabajo irrazonables.
38. Modifican mis responsabilidades o las tareas a ejecutar sin decirme nada.
39. Desvaloran continuamente mi esfuerzo profesional.
40. Intentan persistentemente desmoralizarme.
41. Utilizan varias formas de hacerme incurrir en errores profesionales de manera malintencionada.
42. Controlan aspectos de mi trabajo de forma malintencionada para intentar "pillarme en algún renuncio."
43 Me lanzan insinuaciones o proposiciones sexuales directas o indirectas.

“RECONOCER LOS SENTIMIENTOS DE LAS VÍCTIMAS DE ABUSO PSICOLÓGICO”


El policía se encuentra frecuentemente en su trabajo diario con mujeres víctimas de abuso verbal. Cuando el policía se entrevista con estas
mujeres puede tener dificultades para reconocer el abuso psicológico, ya que la negativa de la propia mujer a reconocerlo es frecuente. A
continuación se detallas algunas características a tener en cuenta durante la entrevista con la mujer maltratada o que sospechamos sea objeto
de maltrato psicológico.
Recordemos que los sentimientos que encontraremos en estas situaciones son muchos y contradictorios: por un lado, la mujer es consciente
del maltrato al que es sometida y quiere acabar con él, quiere hablar sinceramente con el policía. Por otro, sentimientos de culpabilidad y
dependencia pueden hacer que la mujer disculpe el comportamiento de su pareja, incluso que se autorresponsabilice de lo que ocurre.

Responsabilidad e incapacidad. La víctima se siente culpable de los problemas existentes en la relación y de la agresividad mostrada por sus
parejas. La mujer se siente responsable de la situación que padece y hace todo lo posible para tratar de comprender el comportamiento del
abusador. Cuando no consiguen comprender este comportamiento de su pareja, el por qué se comporta así, entonces comienza a
experimentar sentimientos de impotencia.

Determinación y frustración. As víctimas siempre intentan comportarse de la manera más complaciente con el abusador para evitarse
problemas y, también, con el objetivo de que la relación mejore. Han aprendido que cuando expresan lo que realmente piensan o sienten, el
maltratador las anula y experimentan frustración. Esta frustración no se transmite mediante la ira, sino que todavía redoblan los esfuerzos de la
mujer por comprender y ser comprendida.

Responsabilidad e incapacidad. Las víctimas suelen sentirse responsables del funcionamiento de la relación y de la ira de su pareja. Los
sentimientos de responsabilidad se alternan con los de incapacidad cuando la víctima no puede lograr que el maltratador cambie su actitud o le
comprenda, o bien cuando ella no puede comprenderlo a él o lo que realmente quiere.

Determinación y frustración. Las víctimas intentan expresarse de la mejor manera posible para evitar conflictos, pero cuando manifiestan lo que
realmente quieren o piensan el abusador las anula. Todo ello genera frustración.

Afecto y rechazo. La mujer no puede compartir ni expresar sus alegrías y placeres, puesto que él puede enojarse cuando ella piensa que
debería sentirse complacido. Una sensación que experimentan frecuentemente las víctimas es la de haber dicho o hecho algo que fue mal. La
indiferencia, la crítica y el desprecio del maltratador, son vistos como un rechazo, como si la pareja no cumpliera con las expectativas de él. La
mujer deja de tener valor. El rechazo intermitente crea confusión.

Esperanza y decepción. Las víctimas tienen la esperanza de un cambio, de que la relación mejorará con el tiempo. Piensan que será difícil,
pero que al final llegarán a acuerdos consensuados y serán felices. Confían en que el maltratador se terminará dando cuenta de que hace
daño, de que hiere … y dejará de hacerlo, puesto que dice que la quiere. Al alentar las esperanza de la víctima, ésta sufre continuas
decepciones.

Felicidad y tristeza. La pareja se siente feliz cuando el abusador parece comprenderla y escucharla. Pero cuando la víctima se da cuenta de
que él no la ha entendido, le grita, la acusa o la desmerece, entonces le invade un sentimiento de tristeza.

Seguridad y miedo. Al inicio se cree en un posible cambio, pero cuando la mujer se da cuenta de que éste va a ser imposible, ya que el abuso
se intensifica, entonces la víctima empieza a temer al abusador. Llega a temer el enfado y la impredecibilidad. Al mismo tiempo, tiene miedo a
perder el amor del maltratador y la seguridad que creía tener en la relación.

Serenidad y sorpresa. La pareja de un abusador verbal se siente sorprendida cuando éste le grita, la desmerece, la ridiculiza o se enfada
súbitamente. Lo inesperado del abuso verbal parece aislar cada incidente en la mente de la víctima, como si no tuviera relación con otros
episodios anteriores. Cada situación parece tener una causa diferente y la mujer suele recuperar la serenidad entre un incidente y otro.

Confusión. La víctima es incapaz de observar con claridad la situación real que está viviendo, debido a su baja autoestima.

No es tarea fácil reconocer el abuso verbal o psicológico. La manera en que se produce puede generar en el policía más dudas que
respuestas. Ya decimos que la actitud de negación de la víctima dificulta la investigación y nos devuelve al punto de partida. Pero conocer
estas características noz puede ayudar a comprender mejor en qué fase se encuentra la mujer maltratada psicológicamente y actuar en
consecuencia.

“PELIGROSIDAD CRIMINAL: EL PSICÓPATA”

Cuando sabemos que la característica más sobresaliente del psicópata es su amoralidad, nos damos cuenta de que no nos enfrentamos a un
criminal o delincuente corriente. El psicópata tiene una personalidad anómala definida por un fuerte desequilibrio emocional y psíquico. Aunque
no pierde el contacto con la realidad, presenta frecuentes reacciones desequilibradas, afectivas y temperamentales que le proporcionan todos
los puntos para experimentar un fuerte desajuste social y mantener frecuentes contactos con la policía y el sistema de justicia.
El psicópata no internalizar, no hace suyas las normas sociales: nada hay que regule o esté por encima de su deseo; las necesidades de los
demás seres humanos le son indiferentes y ajenas. Las normas de convivencia, las leyes no están hechas para ellos.
Algunos tipos de psicópatas que podemos encontrarnos:
- El psicópata desalmado. Falto de conciencia moral, no siente remordimiento ni arrepentimiento. Suele ser frío, gruñón y déspota. Como
criminal se encuentra entre los que se comportan de forma más peligrosa y brutal. Sólo piensa en complacer sus deseos y carece de
sentimientos como el amor y la compasión. No actúa por impulsos, sino que planifica sus acciones criminales, empleando los medios más
brutales si lo considera necesario.
- El psicópata necesitado de estimación. Este tipo se caracteriza por querer aparecer siempre más de lo que es o de lo que vale. Suele utilizar
con frecuencia la mentira para alcanzar sus fines, mentiras que termina creyéndose él mismo. Se comporta de forma teatral, con falsedad y
carente de sentimientos auténticos.
- El psicópata impulsivo. Estos sujetos muestran un contraste entre sus explosiones súbitas y el resto de su comportamiento, más bien
tranquilo. Durante una de sus crisis puede comportarse de forma muy brutal, siendo capaz de cometer los crímenes más violentos. En estas
ocasiones puede mostrar una carencia de habilidades y recursos para defenderse, huir del lugar del crimen u ocultarlo. Los denominados
multihomicidas podrían encuadrarse en esta categoría.

“PELIGROSIDAD CRIMINAL: EL DELINCUENTE SEXUAL”

En el historial del delincuente sexual encontramos datos que nos hablan de desintegración familiar, ausencia de supervisión por las figuras de
autoridad, carencia de afecto y cuidados. En general, suelen ser infancias rodeadas de condiciones poco favorables.
Las dificultades que encuentra para integrarse socialmente vienen de la mano de su falta de seguridad y afecto. Estas carencias marcarán
unas características típicas en este tipo de delincuentes: su carácter sádico y dominante. Las necesidades y deseos emocionales que
experimentan suelen encontrarse en la base de su tendencia a cometer delitos.
Suelen mostrar una gran inseguridad, lo que se traduce en comportamientos tímidos, inhibidos y retraídos, lo que dificulta la comunicación
interpersonal, los vuelve desconfiados y carentes de afecto a lo largo de todo su desarrollo.
Los pensamientos que les dominan suelen ser del tipo obsesivo de contenido sexual. La comunicación que mantiene con su entorno tiende a
ser infantil, con numerosas carencias en el plano verbal. El contenido del lenguaje es pobre o, por el contrario, con gran riqueza de detalles.
Padecen graves trastornos de la afectividad por los conflictos sexuales que experimentan. Son personas dependientes, con una baja
autoestima y elevada angustia. La angustia experimentada proviene del intento de controlar sus impulsos sexuales y no poder hacerlo. Existe
alteración de la conciencia y tiene tendencia a negar sus conflictos y sus comportamientos asociales y agresivos. Como estrategia para
disminuir sus sentimientos de culpa atribuye el ataque sexual a su víctima. La atención y la percepción se encuentran fuertemente influida por
el contenido sexual de los problemas que padece.
La inteligencia suele ser inferior a la normal, aunque no hablamos de personas con retraso mental.
Pobre e inestable adaptación a la realidad y profunda dificultad para mantener relaciones afectivas estables.
Con el paso de los años se va produciendo un deterioro progresivo de los valores morales y sociales, lo que va acentuando su peligrosidad.

“ACTITUDES DE LOS HIJOS ANTE EL DIVORCIO DE SUS PADRES”

Las rupturas familiares siempre conllevan una carga de dolor inevitable. Este proceso de ruptura conlleva una serie de repercusiones
importantes. Los niños no son sólo agentes pasivos en la separación, sino que pueden adoptar una responsabilidad activa, como su papel en
las disputas legales. Muchos de los comportamientos que los hijos muestran frente a la situación de separación de sus padres deben
entenderse como una forma de afrontar la nueva situación, una manera de adaptarse, mejor o peor, al conflicto que están viviendo. Sin
embargo, los adultos que rodean al niño, y sus padres principalmente, utilizan estos comportamientos de forma partidista haciéndolos formar
parte del conflicto ya desatado.
Dependiendo de la edad, los hijos emplean una serie de estrategias – de forma consciente o no – para poder enfrentarse a su mundo
cambiante y a los aspectos más dolorosos del divorcio de sus padres:
- Ante el miedo a ser abandonados, al principio los niños de todas las edades suelen intentar que sus padres se reconcilien y vuelvan a vivir
juntos (por ejemplo, contándole al padre las cosas buenas que hace la madre).
- La ansiedad ante la separación puede expresarse tras la ruptura mediante dificultades para alejarse de uno u otro progenitor cada que vez
que se produce el intercambio en las visitas (por ejemplo, llorando al tener que volver con el padre o la madre)
- Los niños pueden ofrecerse como detonantes de la tensión entre sus padres, atrayéndola hacia sí mismos (por ejemplo, hablando a su padre
de las nuevas relaciones afectivas que mantiene la madre).
- El miedo al rechazo afectivo puede provocar que los hijos intenten asegurarse constantemente el amor que sienten por ellos (por ejemplo,
llamando por teléfono de forma repetida a un progenitor cuando está con el otro).
- Una forma más de garantizar el afecto de al menos uno de los padres, es probándole su lealtad mostrando su rechazo hacia el otro progenitor
(por ejemplo, negándole las visitas).
- Los hijos, en algunos casos, pueden intentar evitar el conflicto tratando de mantener una posición de neutralidad entre sus padres (por
ejemplo, mostrando su deseo de permanecer exactamente el mismo tiempo con cada uno de ellos).
- Haciendo esfuerzos por proteger la autoestima de sus padres, debilitada tras la ruptura, se aseguran de que no les abandonen
emocionalmente (por ejemplo, diciendo a cada uno de ellos que quieren convivir con él/ella más que con el otro).
- En los casos de niños mayores y adolescentes es posible que se produzcan intentos de manipular la ruptura para obtener ventajas
inmediatas (por ejemplo, expresando su deseo de convivir con el padre más permisivo).

“UNA SÓLA SESIÓN PSICOLÓGICA PROTEGE A LOS NIÑOS DE SUFRIR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO EN LOS ACCIDENTES DE
TRÁFICO”

PATRICIA MATEY
MADRID.- Pocas cosas se quedan tan 'grabadas en la retina' como verse involucrado en un accidente de tráfico. Máxime si el que lo sufre es
menor de edad. Evitar el estrés psicológico que este tipo de siniestros puede ocasionar, así como disminuir las posibilidades de que los más
pequeños desarrollen estrés postraumático, es posible con tan sólo una intervención psicológica precoz tras el incidente.
Lo acaba de demostrar un equipo de científicos del Hospital Infantil de Zurich (Suiza) liderados por Daniel Zehnder. "Los accidentes de tráfico
son una de las primeras causas de muerte y de problemas de salud en los niños residentes de los países desarrollados. De hecho, cada año,
en Europa aproximadamente 9.000 chicos menores de 19 años mueren en la carretera y 355.000 resultan heridos... Existe una larga evidencia
de que los pequeños involucrados en los siniestros pueden sufrir estrés psicológico a largo plazo", recuerdan los investigadores en la
revista 'Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health'.
La literatura científica al respecto revela que entre un 10% y un 30% de los menores víctimas de siniestros sufre trastorno agudo por estrés en
las cuatro semanas posteriores al incidente y que hasta un 35% de los niños lesionados padece síndrome de estrés postraumático meses
después.
Por este motivo y porque los adultos que sufren accidentes tampoco están a 'salvo' de padecer estrés postraumático, el Colegio Oficial de
Psicólogos de Madrid (COPM), lleva años demandado este tipo de intervención. Roberto Durán, experto en Psicología de Tráfico y Seguridad
Vial de esta institución, así lo reconoce a ELMUNDO.es. "Al igual que en las ambulancias que acuden al siniestro van un técnico y un médico,
entre otros, debería ser obligatorio que asistiera un psicólogo de forma rutinaria", aclara.
Este especialista reconoce que "en ocasiones los servicios de emergencias y la Cruz Roja acuden con un voluntario, pero debería instaurarse
en todos los incidentes a nivel nacional".
Los investigadores suecos analizaron a 101 niños y niñas de entre siete y 16 años que habían sufrido un percance en la carretera 10 días
antes. La mitad de ellos fue sometido a una única intervención psicológica precoz de 30 minutos. "Su corta duración reduce los costes, además
de facilitar su implantación de forma rutinaria dentro de la atención médica en los hospitales infantiles", indican los autores de la investigación.
La otra mitad (grupo control) recibió los cuidados estándar, que incluyen el diagnóstico clínico y el tratamiento médico necesarios. "El apoyo
psicológico también suele realizarse, pero no está disponible de forma rutinaria. De hecho, en nuestro trabajo, ningún participante del grupo
control se sometió a esta terapia".
Evita la depresión en menores de 11 años
En cuanto a los menores sometidos a la intervención psicológica precoz, los investigadores relatan que se realizó en presencia de alguno de
los padres. "Se trabajó en la narración del evento traumático y en la reconstrucción de todos los detalles del incidente. Asimismo, se les pidió
que contaran sus pensamientos acerca del trauma vivido. Y todos recibieron psicoeducación acerca de los síntomas del estrés, las reacciones
normales tras el incidente, la necesidad de evaluar los síntomas, por si fuera necesario solicitar la ayuda posterior, y la importancia de
mantener la rutina diaria", reza el ensayo.
Tras someter a todos los participantes a varios chequeos (a los dos y seis meses del siniestro) en los que se midió la incidencia de estrés
postraumático, depresión y problemas de comportamiento, los autores constataron que una única sesión psicológica precoz en niños que
sufren accidentes reduce el riesgo de estrés postraumático. Asimismo, y sólo en el caso de los menores preadolescentes (siete a 11 años), la
sesión también fue útil a la hora de reducir la incidencia de síntomas de depresión y problemas de comportamiento entre los 10 días y los seis
meses después del accidente.
Los autores tuvieron en cuenta algunas variables que podían afectar a sus resultados, como el estatus socioeconómico, si los pequeños
habían sufrido otros eventos traumáticos previos y la severidad de las lesiones.
"Dos aspectos hay que destacar del estudio. Primero que la intervención es muy precoz, lo que mejora los resultados y segundo que se lleva a
cabo con uno de los dos progenitores, lo que es particularmente importante a la hora de que el pequeño se sienta seguro. Además, el que los
mayores participen abre la comunicación entre padres e hijos", comentan los autores.
Reconocen, no obstante, algunas limitaciones en su investigación, como es el hecho de que una sola sesión no sea útil para disminuir los
síntomas depresivos en los adolescentes. "En este sector de la población tal vez la intervención psicológica no resulte tan necesaria, y la mejor
estrategia sea la de esperar y observar. Para aquéllos con signos de patología, de tres a cinco sesiones psicológicas pueden resultar efectivas
contra los síntomas depresivos, los de ansiedad, de estrés postraumático o problemas de conducta".

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Fuente: Diario ElMundo.es

“¿SOMOS BUENOS DETECTANDO MENTIRAS?”

El acto de mentir implica la manipulación consciente de información sobre los propios conocimientos, pensamientos o sentimientos, que se
efectúa mediante la conducta verbal o no verbal en el curso de un acto comunicativo, y que tiene por objeto manipular las creencias de otra
persona con el fin de alcanzar algún beneficio.
La investigación muestra que el nivel de aciertos de nuestros juicios sobre la veracidad de las demás personas al observar su conducta, es
similar al que tendríamos al echar una moneda al aire. Nuestra capacidad para diferenciar entre verdades y mentiras al observar la conducta
de los demás es extremadamente limitada (53,4%).
En los estudios realizados al respecto resulta curioso que los resultados indican ue los profesionales familiarizados con el engaño (policía,
jueces, psiquiatras, etc.) no aciertan más que las otras personas. De hecho, si bien es cierto que hay unas pocas variables (preparación,
conocimiento previo del comunicador, etc.) que tienen una influencia estadísticamente significativa sobre los resultados, también es cierto que
dicha influencia es realmente muy reducida en términos absolutos, ya que sólo en raras ocasiones elevan los niveles de acierto por encima del
60%.
La investigación también muestra que las personas identificamos con mayor facilidad las verdades que las mentiras, ya que tendemos a
considerar que los demás son sinceros.
No sólo somos pobres detectores de mentiras, sino que, además, no tenemos conciencia de ello. En un estudio se examinó la relación entre la
confianza de los observadores en que sus juicios son correctos y el nivel de aciertos, resultando esta relación prácticamente nula. De hecho, lo
que tendemos a hacer es sobreestimar lo bien que hacemos nuestros juicios de credibilidad.
Pese a que existen claros estereotipos compartidos por todos sobre la conducta típica del mentiroso, estos suelen ser erróneos. Estos también
sucede con los estereotipos que presentan profesionales tales como policías, jueces, o similares, lo cuales se solapan en gran medida con el
ciudadano medio. Obviamente, si nuestras creencias sobre los indicadores del engaño son erróneas, entonces, nuestros juicios de credibilidad
no pueden más que ser erróneos
En realidad, la investigación reciente muestra que apenas existen identificadores conductuales del engaño. En una investigación realizada en
el 2003 por DePaulo y sus colegas sobre las claves reales de la mentira, de 158 posibles claves conductuales examinadas por la investigación,
sólo 41 (26%) permitieron diferenciar significativamente entre comunicaciones verdaderas y falsas. Haciendo una segunda criba entre aquellas
que no ofrecían las suficientes garantías, restan sólo 24 indicadores. En definitiva, hay muy pocas diferencias entre la conducta de las
personas cuando mienten y cuando dicen la verdad. Además, esta investigación también señaló que hay indicadores conductuales cuyo
significado puede cambiar según sean las circunstancias: hay conductas que discriminan entre verdades y mentiras en unas situaciones pero
no en otras, y claves que no discriminan en términos generales pero sí lo hacen en circunstancias muy específicas, y viceversa.
Cuando se comparan las diferencias existentes entre grupos de personas adiestradas para detectar mentiras y grupos de personas no
entrenadas, la diferencia sólo es del 4%: el índice de aciertos del grupo no entrenado es del 54% y el del entrenado es del 58%. En realidad, lo
que parece producir el entrenamiento no es un incremento en la capacidad para poder discriminar entre comunicaciones verdaderas y falsas,
sino un aumento de la tendencia a juzgar que las comunicaciones son falsas.Todos estos datos chocan frontalmente con una serie de
creencias populares. Por ejemplo, se cree que detectar la mentira es fácil, que hay conductas que permiten diferenciar claramente entre
comunicaciones verdaderas y falsas en cualquier circunstancia, etc.

“LA CIENCIA DE LA MENTIRA: EL POR QUÉ LA VERDAD PUEDE HACER DAÑO”

Mentir causa estrés emocional en las personas, sin embargo, los psicólogos dicen que estamos genéticamente preparados para engañar. Los
estudios demuestran que hay claros beneficios biológicos para la deshonestidad, escribe Alice-Azania Jarvis.

¿Cómo sabemos que alguien nos miente? ¿Qué tenemos que buscar exactamente?
Este artículo comienza describiendo algunas de las formas populares que se suelen atribuir a la mentira, como que te crezca la nariz como a
Pinocho, no poder mantener la mirada de la otra persona y desviarla cuando mentimos, o que las gráficas del polígrafo indiquen que estamos
mintiendo. Sin embargo, la realidad es que cualquier método que empleemos para detectar una mentira tiene el mismo éxito que el azar o tirar
una moneda al aire.
Incluso empleando la tecnología más avanzada en la detección de mentiras la identificación de mentiras específicas puede resultar imposible.
La pasada década ha sido testigo de innovaciones en la detección de mentiras. Los electroencefalogramas monitorizan la actividad eléctrica
del cerebro. Los registros de imagen termal de la temperatura del ojo (se ha sugerido que los ojos de las personas se calientan cuando
mienten). Otros dispositivos miden el flujo de sangre al cerebro. Pero la ciencia todavía no puede ofrecer un método que aísle la actividad
cerebral implicada en el engaño. Los humanos estamos bastante indefensos cuando nos enfrentamos a la distinción entre la verdad y la
ficción.
“Esto explica el por qué las personas tenemos tanto éxito cuando mentimos”, dice Robert Feldman, profesor de Psicología de la Universidad de
Massachusetts. “Algunas personas son buenas mintiendo y otras son malas, pero todas emplean diferentes señales. Si no les conocemos
desde hace tiempo nos resultará difícil decir si están mintiendo.” Este investigador asegura que mentimos una buena parte del tiempo. Para
explicar esto presenta una serie de principios psicológicos, siendo el más importante de estos el denominado “Ventaja del Mentiroso”, una
táctica para ir por delante que es posible, tanto por la dificultad para detectar mentiras como por nuestra propia candidez.
“No esperamos que nos mientan”, dice el profesor Feldman, “y, con frecuencia, las personas nos dicen lo que queremos oír: que estamos
haciendo un buen trabajo, o que hemos tenido éxito. El mentiroso quiere mentir con éxito y quiere que le creamos, y lo hacemos. No ponemos
obstáculos.”
Los ejemplos de engaño examinados en una rango de mentiras van de lo trivial (asegurar que se conoce una ciudad para seguir una
conversación) hasta lo extraordinario (asegurar que se dispone una cantidad ingente de dinero, títulos de nobleza, etc.). Las mentiras las
podemos encontrar repartidas en todos los aspectos de nuestra vida, desde la relación que mantenemos con nosotros mismos, las relaciones
con los demás, en el lugar del trabajo, los medios de comunicación y la política.
Feldman comenta que mentir es una habilidad básica que aprendemos pronto en nuestra infancia. Los estudios que se han realizado al
respecto reflejan que los niños de tres años ya utilizan la mentira. “Cuando tienen tres años no mienten muy bien, pero ya lo emplean como
una táctica social. A los cinco o seis años ya son muy buenos.”
No sólo aprendemos pronto a mentir y a afinar esta habilidad a lo largo del tiempo, sino que también la empleamos como una forma de
alcanzar el éxito: social, profesional, sexual… Desde luego, en este sentido, mentir se ha convertido en una importante táctica evolutiva que
encontramos con frecuencia en el mundo que nos rodea. “Si puedes engañar a un miembro de otra especie para que no te coja o no te coma,
entonces esto te da una ventaja”, comenta Feldman. Destaca el caso de las arañas Portia, cuyas técnicas de engaño no son sólo instintivas,
sino altamente sofisticadas.
Las Portias son excepcionales por dos razones: su gusto por otras serpientes y su excelente visión, una ventaja de la que parece que no se
dan mucha cuenta. Cuando cazan a sus compañeros arácnidos, se embarcan en un complicado juego de faroles. Para acercarse de forma que
no sean detectadas, esperan hasta que algo haga vibrar la tela (una brisa, por ejemplo). También son capaces de imitar las vibraciones de
otras especies. De esta manera, engañan a su comida para que se acerque a ellas haciéndolas creer que han encontrado una compañera. Son
las técnicas de supervivencia de un mentiroso.
Formando el engaño una parte significativa del mundo natural, no es extraño que recurramos a él casi sin pensarlo. ¿Quién no diría que mentir
es algo innato en la naturaleza humana?
En este punto Feldman muestra sus dudas, no creyendo que mintamos de forma instintiva. Incluso cuando desarrollamos habilidades para el
engaño no disminuyen los estímulos. Buena parte de nuestro entorno está condicionado por falsedades. “En los anuncios publicitarios se
acepta que no todo lo que se dice es completamente verdadero”, señala Feldman. “Todos hablamos de la integridad y su importancia, pero
muchas decisiones de negocios se basan en el engaño. Ya hemos visto cómo a veces si inflan balances para generar un clima apropiado para
el negocio.”
A pesar de todo esto, parece que no somos concientes de la cantidad de falsedades que nos rodean – incluso cuando nacen de nuestra propia
boca. Una buena parte de los estudios de Feldman están basados en filmaciones secretas realizadas a los voluntarios de los estudios mientras
se encontraban en interacción con otras personas. “Posteriormente, las personas se sorprendían al descubrir que no habían sido del todo
honestos con los demás. Les pregunté si habían sido sinceros y contestaron que sí, pero cuando después vieron las filmaciones encontraron
bastantes tipos de engaño.”
La ironía del método empleado para el estudio es que también parte de la falta de honestidad. A los voluntarios no se les dice que hay una
cámara escondida ni se les habla de la naturaleza de la investigación para que no se pongan en guardia. De esta forma, Feldman miente a sus
“cobayas” para pillarlos mintiendo.
Feldman forma parte de una creciente corriente de opinión que está en contra de nuestra cultura de deshonestidad; no sólo de la
deshonestidad deliberada de estafadores y criminales, sino también de las mentiras “piadosas” diarias que nos facilitan la relación social.
El New Satatesman traía recientemente un artículo de la psicóloga australiana Dorothy Rowe que avisaba sobre la “red de consecuencias
imprevistas” que nos creamos. No es sólo un punto de vista moral o filosófico: la evidencia científica respalda los puntos de vista de estos
investigadores. Feldman cita algunos estudios que identifican la existencia de una “punzada de angustia” psicológica que sufren quienes dicen
mentiras. “Al final, ello convierte nuestras relaciones en algo menos real. Se ha encontrado que las personas suelen arrepentirse de engañar a
otros, incluso cuando piensan que lo están haciendo por un bien.”
El cómo podemos alcanzar una sociedad más honesta es algo que todavía no está muy claro. La tarea de conseguir una sociedad
radicalmente honesta puede ser una tarea inalcanzable.
La próxima investigación de Feldman se centrará en nuestra conducta e Internet. Investigaciones previas sugieren que nuestra existencia
online sólo aumenta nuestra falta de honestidad. Cualquiera que haya pasado tiempo puliendo su perfil en Facebook o que haya asumido un
alias para comentar artículos del periódico online, podrá hablarnos sobre esto.

“TECNOLOGÍA PARA LA DETECCIÓN DE MENTIRAS”

Como complemento del artículo anterior, os adjunto este pequeño resumen sobre cómo se encuentra actualmente la tecnología sobre el tema:

Polígrafo: desarrollado en los albores del siglo XX, detecta las señales fisiológicas de la ansiedad (pulso elevado, respiración acelerada…). Sus
críticos argumentan que estas respuestas no son específicas de la mentira.

Electroencefalograma: el empleo del EEG para detectar las mentiras comenzó en la década de los ’80. Diversas investigaciones han señalado
a la onda P300 como una respuesta cerebral que correlaciona con la mentira, aunque los resultados de las investigaciones no son
concluyentes.

Conductividad térmica: en el 2002 la revista Nature publicaba la noticia de un revolucionario detector de mentiras que medía los cambios
térmicos alrededor de los ojos, asegurando que dichos cambios estaban relacionados con decir mentiras. La verdad es que tales cambios no
se han podido asociar a la mentira.

Resonancia Magnética Funcional: de acuerdo con sus inventores, el flujo sanguíneo aumenta en determinadas zonas del cerebro cuando
mentimos, lo que se muestra con el escaneo cerebral. Esta técnica todavía despierta mucho escepticismo.

“MODELO BÁSICO DE INTERVENCIÓN EN CRISIS I”

En situaciones de crisis, seguir estos pasos puede resultarnos de ayuda:

Definir el Problema
Algunas crisis personales tiene que ver con incidentes específicos, como una separación o la persona que ha sido víctima de un delito. A
menudo, sin embargo, las situaciones de crisis se producen por la acumulación de estresores. En estas ocasiones, la persona puede no tener
claro qué fue lo que le llevó exactamente a un estado de crisis. Esta confusión suele sumarse a la ansiedad y al sentirse desbordado, lo que
puede llevar al pánico y al abatimiento en un círculo vicioso. Así nuestra primera tarea consiste en ayudar al sujeto a clarificar sus ideas sobre
qué fue lo que le condujo exactamente a la crisis. Para conseguir esto tal vez debamos hacer al sujeto una serie de preguntas centradas y
clarificadoras. ¿Qué siente el sujeto? ¿Qué le llevó a la crisis? ¿Qué aspectos de la situación considera que no puede controlar? ¿Sobre qué
tiene control?

Garantizar la Seguridad
El objetivo de la intervención en crisis es estabilizar para posterior tratamiento. Debemos asegurarnos de que la persona permanece con vida
y/o que no es un peligro para terceras personas. Asumamos que, si es el sujeto quien a contactado con nosotros o desea hablar en algún
momento, entonces es posible que no haya tomado una decisión irrevocable sobre hacerse o hacer daño a otros. El trabajo policial será
emplear este espacio para animar al sujeto a que dé pasos que le alejen más de hacer o hacerse daño. Si el sujeto tiene un arma, pedirle que
la entregue, la guarde o la descargue. Si se trata de un bote de pastillas pedir al sujeto que mantenga la tapa puesta. Si el sujeto se encuentra
subido al tejado, pedirle que de unos pasos hacia atrás mientras tanto. La clave está en dejar que el sujeto mantenga el control suficiente como
para que no le entre el pánico, pero manteniendo la seguridad suficiente mientras negociamos una solución a la crisis.

Proporcionar Apoyo
Apoyar significa “estar ahí” con el sujeto, mostrándole que estamos intentando comprender lo que ocurre. Para ello no es necesario que
estemos de acuerdo con los puntos de vista de la persona. De hecho, puede incluso hasta resultar peligroso emplear una falsa empatía y
conmiseración como forma de cimentar la empatía necesaria para la resolución de la crisis. Actuar así también puede remover otros problemas
emocionales que tal vez tienen relación con el inicio de la crisis. Recordar siempre que el objetivo de la intervención en crisis no es la
psicoterapia. Sin dejar de prestar atención a las emociones y pensamientos de la persona respecto de la situación que está viviendo, debemos
tratar de centrar la conversación en resolver la crisis presente

“MODELO BÁSICO DE INTERVENCIÓN EN CRISIS y II”

Evaluar Alternativas
Las personas que se encuentran en crisis suelen estar tan centradas en sus sentimientos de dolor e indefensión, que la visión de túnel les
impide valorar una salida viable a su situación. Podemos ayudar al sujeto a ampliar su visión del problema y encontrar alguna solución
alternativa. Esto se puede hacer de dos maneras: proporcionando apoyos prácticos y empleando mecanismos de afrontamiento.

Apoyos Prácticos: ¿Hay alguna persona, institución o recurso que se encuentren disponibles inmediatamente para ayudar al sujeto durante la
crisis hasta que obtenga una atención especializada? Debemos estar seguros de que dicha ayuda no servirá para empeorar la situación hasta
que llega la ayuda profesional. Los apoyos prácticos pueden venir de la mano de un familiar, amigo, sacerdote, etc. Tener cuidado de que
alguna de estas personas no hayan formado parte del desarrollo de la crisis. Conviene obtener algo de información previa.
Mecanismos de Afrontamiento: Consisten en estrategias cognitivas, creencias espirituales, actividades de distracción, imágenes familiares
agradables, y cualquier cosa que sirva para inyectar en el sujeto un elemento de tranquilidad y control en su estado de caos y dolor. Los
sujetos que se encuentran en situación de indefensión, pueden encontrar útil recordar cómo han resuelto crisis pasadas. Ello puede mostrarles
que salir adelante es posible y que el éxito se construye sobre el éxito. Sin embargo, puede ocurrir que la persona piense que esta crisis es lo
peor que le ha ocurrido en la vida, con lo que hacer comparaciones con situaciones del pasado sólo aumentará su indefensión.

Elaborar un Plan
Elaborar un plan que garantice la seguridad del sujeto, termine la crisis en ese momento y asegure un seguimiento. El plan debe ser lo más
concreto posible, permitiendo – en la medida en que éste lo desee – la participación del sujeto. Asegurarse de que todas las personas
implicadas comprenden el plan en su totalidad. El plan debería dar respuesta, tanto a cuestiones a corto plazo (¿Dónde dormirá esta noche?
¿A qué hospital acudirá mañana? Si mañana necesita asistencia, ¿quién le llevará y lo volverá a traer a su casa?), como a largo plazo (¿A
quién verá para el tratamiento de seguimiento? ¿A quién contactará para ayuda legal? ¿Quién informará que no irá a trabajar durante unos
días?).

Obtener Compromiso
Cuanto más se implique el sujeto con el plan inicial, más probable será que se comprometa a seguirlo. Por supuesto, no hay manera de forzar
a la persona para que se comprometa con el plan previsto, pero sí que notaremos que las personas en crisis estarán más dispuestas a llevar
adelante las metas propuestas dependiendo del grado de comunicación y confianza que hayamos establecido con ellas. Siempre que sea
posible, conseguir del sujeto su compromiso verbal.

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