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Elementos para una crítica del discurso hegemónico

(Brasil, sistemas – mundo y Hegemonía)

Sebastián Arena F.

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Post scriptum

Concebir, ubicar y pensar a Chile como una partícula al interior de un sistema, tenga
este sistema las formas y reglas que tenga, solo sería posible con la condición de que
Chile existiera. Pero en contra de lo que se piense respecto de la inminente desaparición
de Chile como entidad soberana, proponemos para efectos de la lectura de esta tesis, la
siguiente hipótesis: Para todos aquellos nacidos desde 1973 en adelante, Chile no ha
existido, (y esperamos esta condición sea tan solo la de un intersticio) el concepto, mera
formalidad nominal, designa los vestigios de lo que alguna vez fue una republica. La
abolición del Estado histórico en Chile no fue obra del anarquismo, ni tampoco una
etapa en el tránsito desde el socialismo al comunismo. Fue el capitalismo como sistema,
en su máxima expresión revolucionaria. Podríamos decir que la fase neoliberal del
capitalismo mundial partió en Chile. La idea fue ejecutada por obra y gracia de una
oligarquía no identificada con la Historia de la mayoría y el imperialismo de un país,
hoy por hoy venido a menos. Aun cuando peligroso.

Como sea en Chile operan fuerzas más poderosas que la nación. Ese algo, esa “cosa” ha
decidido suprimir la identidad soberana del País con el fin de reducirlo a mero emporio
de recursos y también de hombres. El sistema de dominación en Chile incluye el
adoctrinamiento temprano, especifico e incluso espacialmente localizable de clases que
no deben jamás encontrarse y correr como líneas paralélelas por los senderos de la
producción, unos para gozar, otros para sufrir. Esa condición debe, según las clases
dominantes, eternizarse.

Concentraciones obscenas de capital, una “clase política”, “estamentos militares” y


“sectas” u organizaciones secretas como el Opus Dei, Los legionarios de Cristo
Schoensttat o la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, son solo algunas de las caras
de un sistema de dominación con características difícilmente cuantificables, pero
perceptibles y que generan efectos, a veces, altamente desagradables y dolorosos para
las mayorías.

Hacer la vista gorda es participar activamente. Ser apolítico es la forma más común y
estúpida de participar en política.

Santiago de Chile, Mayo, 2011

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ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN .......................................................................5
2. PRIMERA PARTE:
- NOTAS PARA UN ANALISIS .......................................................8
- DEL SIGNIFICANTE AMO Y LA ESTRUCTURA............................12
- ¿REVOLUCIÓN DEL 68? ¿MAYO DEL 68?.................................21
- DE UNA TELEOLOGÍA EXTEMPORANEA...................................31

3. SEGUNDA PARTE:

- EL PRESENTE: ENTRE EL IMPERIALISMO Y LA HEGEMONÍA...................................40


- ¿ENTRE EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y EL IMPERIO A SECAS?...............48
- MAS ALLA DEL IMPERIO...........................................................50
- UNIFICACION CAOTICA............................................................56
- GENOCIDIO SOCIOPOLITICO........................57
- CHILE Y EL PESADO COSTO DE LLEVAR LA HEGEMONIA NORTEAMERICANA..........62
- BRASIL ENTRE LA CONTRAHEGEMONIA Y EL SUBIMPERIO......70
4. CONCLUSION ..........................................................................79
5. BIBLIOGRAFÍA .........................................................................82

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INTRODUCCION

Originalmente la propuesta de esta tesis era ejecutar un análisis dentro de la teoría de


sistema – mundo de Immanuel Wallerstein, acerca de la potencial situación hegemónica
que eventualmente envolvería a Chile por una parte, y a Brasil por la otra. La propuesta
teórica desde la cual pretendíamos llevar a cabo tal misión, nos proveía de un marco
totalmente coherente, de limites claros y definiciones operacionales precisas, en ese
sentido sus imponderables eran relativamente escasos y existía documentación
bibliográfica de sobra para estructurar la historia y el devenir de nuestra relación –
objeto con bastante precisión. No está de mas reconocer el sentido abiertamente crítico
de este enfoque, pues ha hecho escuela dentro de esa lógica y ha encontrado en muchos
libros, intelectuales y aulas un lugar para su difusión. Sin embargo al poco andar,
percibimos las falencias que – incluso este muy respetable e ingente esfuerzo teórico –
podía incorporar. Nuestra intención, si es que existe algo como una intención en el
terreno del estudio, ha sido la de no caer en ninguna postura concreta y tratar de
ubicarnos en la posición “privilegiada” del analista, aquel que puede a través de los
diversos elementos de juicio, dilucidar las fortalezas y debilidades de los hechos y de la
teoría en general para, a través de su interpretación precisa, situar al resto, al menos
cerca de la verdad o lo verdadero . Pero sabemos que esta situación es imposible,
sabemos que no existe tal lugar de privilegio y que el manto por el que algunos
especialistas pretenden estar cubiertos, es finalmente un escudo, un refugio potencial
para no ser nunca “superados” por el avance de la ciencia, del conocimiento. Si existe
alguna certeza en el estudio que proponemos, es tan solo la certeza que el sistema
capitalista nos provee como terreno de desarrollo de las contradicciones que estructuran
las sociedades modernas. Aun cuando se pueda poner en completa duda el mismo
concepto de sociedad.

De tal forma esta investigación se transformó en su primera parte, en una crítica al


análisis de sistemas – mundo propuesto por Immanuel Wallerstein y su teoría. El
ejercicio que se lleva a cabo, no merece ser llamado “deconstruccionista” pero sí
analítico en el mas amplio sentido del termino, pues pasa indistintamente del fondo a la
forma, del texto a su estética y viceversa sin respetar ningún protocolo metodológico ni
teórico.

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La segunda parte intenta ser propositiva, pues se trata de presentar algunos elementos
que sirvan al menos como puntos de fuga para comprender un mundo que en el mismo
momento en que nos aprestamos a comprender, se desdibuja y reconstruye de manera
incesante. La hegemonía como concepto amplio resulta ser el primero de estos puntos
de fuga, la plasticidad de aquel recurso sirve de manera fundamental para llevarnos al
terreno mismo en el cual las disputas de poder se constituyen. De esta forma planteamos
un recorrido desde la generalidad hacia lo particular, desde el espacio propio del Estado
hegemónico, hacia la región latinoamericana y la proyección de las luces y sombras que
aquella relación ha generado, sobretodo en los últimos decenios. Nos detenemos en un
punto que nos gustaría no haber tenido jamás que tocar, pero la memoria exige no
olvidar a ninguno de los latinoamericanos muertos victima de la violencia política.
Finalmente aterrizamos en el problema de las condiciones de posibilidades y los
desafíos que para Chile traerán los realineamientos de poder a nivel mundial. Esta tesis,
ha sido escrita en Chile, por un chileno y con el mejor animo de que este país sea capaz,
en algún momento de retomar la identidad extraviada en el nombre de la relación
hegemónica chileno - estadounidense.

En el terreno metodológico, está extendido el uso de citas a diversos autores, se optó por
un sistema de referencia que no abultara de manera innecesaria los pie de pagina,
haciéndolos funcionales a comentarios, a veces largos, pero que de otra forma
entorpecerían la lectura del texto.

En la bibliografía puede encontrarse el detalle de los libros usados. Por otra parte, se
han mantenido en idioma ingles todas aquellas referencias hechas en ese idioma, se trató
de reducirlas al máximo. Las negrillas y las cursivas y algunos corchetes se usaron para
resaltar ciertos conceptos y ciertas palabras, tampoco se ha querido abusar de aquellos
recursos. El mas grande de los agradecimientos al profesor Martín Perez Le – Fort, por
guiar este esfuerzo y por sus enriquecedoras conversaciones.

Los errores, que son muchos, corresponden plenamente al autor.

Santiago de Chile, Enero de 2011.

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PRIMERA PARTE

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NOTAS PARA UN ANALISIS DEL ANALISIS DE SISTEMAS-MUNDO.

“Por supuesto, los análisis de sistema-mundo son de hecho una gran narrativa [ ...] todas las
formas de saber incluyen, necesariamente grandes narrativas, pero algunas de estas narrativas
reflejan la realidad con mayor precisión que otras”

Immanuel Wallerstein

“sean cuales sean los hechos del mundo, sea lo que sea lo que anunciamos, es la tautología de
la totalidad del mundo la que hace al mundo"

Jacques Lacan

Este capitulo no trata acerca de cómo ubicar dentro de la teoría de sistema – mundo el
análisis de una situación política concreta, más bien trata de lo contrario, ubicar la teoría
de sistema – mundo wallersteiniana como un objeto de estudio entre las llamadas
teorías críticas que han operado como contrapeso de los discursos dominantes en el seno
del capitalismo contemporáneo que estructura nuestra realidad. Por lo tanto, debemos
prevenir acerca del deslizamiento que tomara nuestro análisis ya que creemos que una
reflexión amplia – que incluya a su vez una reflexión teórica - con respecto de este
planteamiento en particular puede servirnos como plataforma para llevar a cabo un
estudio y una reflexión mas completa acerca de un fenómeno político particular, en este
caso, el estudio de la condición de hegemonía y su proyección a las relaciones entre
Brasil y Chile.

En el intento por producir un conocimiento útil a la teoría de las relaciones


internacionales, hemos de reconocer ciertas influencias que estructuran el espacio y
lugar desde el cual, se apunta en este capitulo, al análisis de una teoría ya formulada
que goza de cierta popularidad dentro de lo que podríamos denominar, el ala crítica del
stablishment. Para llevar a cabo este análisis, en este espacio de la investigación serán

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de fundamental importancia, algunos procedimientos y matrices que nos ha legado la
lectura de los textos de Slavoj Zizek, cuyas investigaciones nos han dado la posibilidad
de realizar una crítica amplia desde las humanidades y la sicología, a temas
internacionales. De todas formas debemos puntualizar que el análisis que se pretende es
finalmente político, no sicológico ni histórico, no pretendemos psicoanalizar la teoría de
sistema - mundo, aún cuando creemos que aquel ejercicio sería de máxima utilidad.
Zizek ha sometido a escrutinio varios de los mas importantes tópicos que hoy se
plantean en el ámbito de las relaciones internacionales (hegemonía, ideología,
multiculturalismo, globalización, etc.) y ha llamado la atención principalmente en dos
aspectos: el primero es que para estudiar tanto a las sociedades, como al pensamiento e
incluso los comportamientos que definen nuestro momento actual, debemos imbuirnos
en el estudio del universal concreto de nuestra época: el capital. Entenderse dentro del
marco del capitalismo o del sistema capitalista, será para nosotros la primera condición
de posibilidad para llevar a cabo cualquier análisis, en este sentido nuestro locus no
puede ser otro que el sistema capitalista o capitalismo a secas. Acerca de esta situación
Wallerstein advierte en su definición de capitalismo:

Éste no es un termino popular en las universidades por que está


asociado con el marxismo, aunque desde el punto de vista de la historia
de las ideas la asociación es cuando mucho parcialmente correcta.
Fernand Braudel afirmó que uno puede echar al capitalismo por la
puerta principal pero que volvería a entrar por la ventana. Yo defino al
capitalismo de una manera particular: como un sistema histórico
definido por priorizar la acumulación incesante de capital
(Wallerstein:2005:124)

El capitalismo ha moldeado el mundo a su imagen y semejanza durante siglos, todo lo


hecho puede ser puesto en términos de ganancia y pérdida, traducido o extrapolado en
términos monetarios, las sociedades tanto a nivel individual como colectivo, se han
venido desenvolviendo en esta dimensión concreta de forma muchas veces inconsciente,
determinando como “real” o “natural” constructos conscientes de otros, que
formalmente estructuran el Orden Simbólico de la representación:

Aquí se halla la diferencia lacaniana entre < la realidad > y lo <Real>:


La < realidad> es la realidad social de las personas concretas
implicadas en la interacción y en los procesos productivos, mientras que
lo Real es la lógica espectral, inexorable y abstracta del capital que
determina lo que ocurre en la realidad social. Esto puede
experimentarse cuando se visita un país donde reina el desorden, donde
el deterioro ecológico y la miseria a que se ve expuesta su población
están presentes en cada detalle. Sin embargo, los informes económicos
sobre dicho país pueden decir lo contrario, su economía puede ser y de
hecho lo es en muchas ocasiones <financieramente sana>: La realidad

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no es lo que importa lo que importa es la situación del capital.
(Zizek:2009:24)

Esta última es la dimensión que mas nos interesa para reflejar la distancia y el vicio
generado y generalizado en el uso y abuso de un concepto tan amplio como el de
realidad, el que lejos de ser una categoría concreta, objetiva o científica como siempre
se le presenta (con argumentos como: La realidad es así), funciona mas bien como una
abstracción a la que debemos acercarnos teniendo en cuenta que en cierto modo
esconde algo, pasando a ser en muchos casos el mejor disfraz de sí misma. Creemos que
La realidad está constituida finalmente por las convenciones que estructuran el orden
simbólico, lo que la economía escolástica1 ha denominado como la dimensión del
“Ceteris Paribus”, una condición ideal, existente solo en el terreno del texto.

Nuestra intención es extraer de la “realidad” el núcleo permanente, constante, su materia


no transformable más allá incluso de las diversas lecturas que puedan hacerse, ¿es
posible lograrlo? la única respuesta desde nuestra perspectiva es que no intentarlo
constituye el error fundamental. El ejercicio de intentar derribar las convenciones puede
ayudarnos en una primera instancia a comprender esta dimensión de la realidad para
enfrentárnosle, despojarla de su “neutralidad” y para así descubrir tras ella el complejo
escenario de las relaciones hegemónicas.

Como consecuencia de lo expresado mas arriba, hemos decidido utilizar como


herramientas para llevar a cabo el análisis de la teoría de sistema-mundo en tanto
discurso, algunas precisas categorías y básicos conceptos del psicoanálisis lacaniano y
reconocemos en Zizek el mediador de este uso. Nuestra elección se basa en el aporte
que esta línea de pensamiento asigna al discurso como objeto de estudio, distanciando al
objeto del hegemónico, al menos en la teoría crítica, sentido foucaltiano, esto es: la
investigación en el terreno del método arqueológico, que busca extraer del discurso, el
saber/poder inscripto en lo textual, ni tampoco estudiar al discurso bajo la lógica
habermasiana, centrada en el lenguaje como la condición, en última instancia, de la
comunicación efectiva entre distintos actores (intersubjetiva).

Nuestro análisis se centrará mas bien en la categoría básica de - al menos en lo que se


ha denominado el “Lacan viejo”– del discurso como vinculo social y por lo tanto,
práctica constituyente de los antagonismos sociales generados desde y por el capital,
cuya omnipresencia jerarquiza, da forma y estructura las sociedades contemporáneas:

distinguir lo actual del discurso, como una estructura necesaria, de algo


que va mucho más allá de la palabra, siempre más o menos ocasional.
Incluso prefiero, como lo hice notar un día, un discurso sin palabras. Es
que en verdad sin palabras esto puede perfectamente subsistir. Subsiste
en algunas relaciones fundamentales, las cuales literalmente, no

1
Para una definición del concepto de economía escolástica, Véase Pagina 28.

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podrían subsistir sin el lenguaje, sin la instauración, por medio del
instrumento del lenguaje. de un cierto número de relaciones estables en
cuyo interior puede, ciertamente, inscribirse algo que va mucho más
allá, que es mucho más amplio de lo que hay en las enunciaciones
efectivas. No existe ninguna necesidad de estos enunciados para que
nuestra conducta, para que eventualmente nuestros actos, se inscriban
en el cuadro de ciertos enunciados primordiales (Lacan:1992:15)

Bajo está concepción de discurso, nuestra intención es ver hasta que punto esta teoría
que por su mismo autor es catalogada como holística y crítica, constituye un relato que
se presenta ante nosotros como la Historia del sistema capitalista desde el fin del
Medioevo hasta nuestros días. Nuestra apuesta es que fuera del campo interpretativo,
esta teoría cumple de cierta forma una función inesperada, puesto que mas allá de su
contenido textual, el que al igual que cualquier texto de economía liberal, nos intenta
conectar con una coherencia y “naturalidad” a juzgar por nosotros, inexistente. cumple
además como un aglutinador de discursos “críticos” o al menos como vehículo de
cierto “eco crítico flotante”. Intentar este análisis desde este punto de vista presupone el
uso, en función de nuestra crítica, de algunos conceptos fundamentales de la escuela
lacaniana, básicamente los conceptos de: “discurso de la Universidad” y “significante
amo”.

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Del Significante Amo y la estructura.

Como primera constatación, entenderemos la teoría de sistema - mundo como un


discurso específico, el que - como sostenemos – sirve como uno de los puntos nodales
de la matriz de lo que Lacan denominó el Discurso de la Universidad.2 En un nivel mas
estructural, la teoría de Wallerstein es un intento por ordenar y dar coherencia, en el
marco de la teoría de sistemas, a un cierto cúmulo de conocimientos, de antecedentes
bibliográficos que por separado actúan en sí mismos dentro del terreno de la
historiografía, la economía y la sociología como relatos autónomos y aislados, los que al
ser interpretados dentro de una lógica sistémica son concatenados para producir el
efecto de un todo. Por lo tanto cabe dejar establecido el hecho de que no estamos frente
a una investigación primaria ni exploratoria que como resultado haya arrojado la figura
del sistema, proponemos que en la estructuración predomina un ordenamiento a priori,
puesto que se trata de un trabajo esencialmente interpretativo de fuentes secundarias,
que son puestas en conjunto en función de la figura misma del sistema – mundo, que
para estos efectos tiene una particularidad que estructura la lógica misma de su forma:

La categoría de point de capiton (punto nodal, en nuestra terminología) o


significante-Amo, que implica la noción de que un elemento particular
asume una función “universal” estructurante dentro de un cierto campo
discursivo – en realidad, cualquier tipo de organización que ese campo
tenga es tan sólo el resultado de esa función – sin que la particularidad
per se del elemento predetermine a esa última (Laclau:2010:12)

La anterior condición exige que el lector, por medio de los elementos propuestos por el
autor, compartir en última instancia, la creencia de que el sistema – mundo en sí, su
historia, es decir, la del capitalismo europeo y sus desarrollos posteriores se han
constituido en base a la concatenación lógica y secuencial de los momentos inscriptos

2
Para explicitar nuestra posición con respecto a lo que entenderemos por discurso de la Universidad,
valga la siguiente aclaración: A pesar de que hoy circula ampliamente la noción de Lacan de “discurso
de la Universidad”, pocas veces se la utiliza en su significado preciso (que designa un “discurso”
especifico, un vinculo social). Lo habitual es que se la interprete como una vaga noción de cierto
discurso que forma parte de la maquina interpretativa académica. En oposición a este uso, siempre debe
tenerse presente que, para Lacan, el discurso de la universidad no está directamente vinculado a la
Universidad como institución social – por ejemplo, sostiene que la Unión Soviética era el puro reino del
discurso de la Universidad” (Zizek:2005:11) Por lo tanto, nos referiremos al discurso de la Universidad
como un constructo que mas allá de su supuesta neutralidad no es sino una estructura ideológica
sustentada en posiciones políticas definidas, que contienen en sí una postura nada imparcial y cuya mayor
fortaleza, es exactamente el estar cubierta de una supuesta transparencia derivada de la imparcialidad con
la cual se ha identificado históricamente. La neutralidad no es sino un disfraz.

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en el relato. Esta última condición, transforma la viabilidad del relato, para el
investigador en una cuestión de fe.

Por otra parte el concepto sistema si bien es de uso corriente en las ciencias sociales es
en este caso preciso engañoso, primero por que significa a la totalidad del mundo3 y
segundo puesto que incorpora en su enunciación una fuerte carga científica, que puede
ser leída como una barrera. Reconociendo esta y otras dimensiones “incomodas” en el
giro sistémico podemos observar el hecho de que, en las explicaciones con esta
connotación de “lo internacional”, se esconde una transfiguración riesgosa4 de al menos
dos planos que conviene identificar y tener presentes. El de la representación científica
por una parte y el plano “Real” por otra. Debe hacerse una necesaria distinción, al
menos en lo que respecta a estos dos planos fundamentales:

to develop the distinction between epistemology and ontology, Roy


Baskhar employs the terms transitive and intransitive. Our knowledge
of the world is described as “transitive” and is actively embodied in a
set of theories which form a kind of raw material for scientific practice.
Transitive knowledge corresponde to Aristotelian material cause or
antecendtly established knowledge which is used to generate new
knowledge. This includes established theories, models, methods, facts
and so on. The practice of science, although it studies the intransitive
object. By contrast the intransitive is that which science seeks to to
study. Intransitive objects of knowledge are those structures, relations,
processes and generative mechanisms which exist independently of us
in a relatively enduring state. Therefore, while science is a transitive
process with antecedent knowledge that is depend on human activity,
its object are intransitive objects which do not depend on either
(Joseph:2002:4)

Otra de las particularidades de la utilización de la figura de sistema, es que sirve como


instrumento con el fin de aglutinar relatos autónomos, síntoma de aquello es la
imbricación dentro de esta figura de elementos de las ciencias duras y relatos inscriptos
dentro de las teorías sociales identificadas como críticas. Por ejemplo del marxismo

3
En este punto la definición del sistema – mundo es lo suficientemente ambigua como para ser pasada
por alto: [...] los únicos sistemas sociales reales son, por una parte las economías relativamente
pequeñas, altamente autónomas , de subsistencia, que no formen parte de ningún sistema que exija
tributo regular; y, por otra parte, los sistemas mundiales. Es preciso distinguir a estos últimos de los
primeros, por que son relativamente grandes; es decir, constituyen en lenguaje familiar verdaderos
<<mundos>>. (Wallerstein:2007:490)
4
En esta dirección hay que tener en cuenta que mas allá de todo lo certera que pudiese ser la descripción
wallersteiniana en el ámbito de las relaciones internacionales, el hecho de que alguien sostuviera en la
actualidad académicamente o coloquialmente que estamos “realmente” en un sistema-mundo (tal como
hace el autor) recordaría fielmente a aquellos que en la década de 1970, en Chile durante la Unidad
Popular realmente sostenían pelear contra el imperio Yanqui y a su reverso, algunos sectores oficiales, la
Democracia Cristiana y la derecha, quienes persistían en la apreciación de la UP como un satélite del
sistema soviético. Volveremos sobre esto mas adelante.

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clásico las nociones de clase, lucha de clases, modos de producción y división
internacional del trabajo, de la escuela cepalina, el tema del subdesarrollo y la relación
centro/ periferia y por último, los ciclos económicos largos de Kondratieff. En este
preciso sentido proponemos que la categoría de sistema – mundo funciona como un
ordenador de relatos dispersos, puesto que el limite de una u otra contingencia, dentro
de estas formas teóricas esta siempre determinado apriorísticamente por una figura que
remite a la significación buscada, esta función esta descrita en la noción discursiva de
Lacan, de la siguiente forma:

En “lacanés”, en todo conjunto de significantes hay siempre “al menos


uno” que funciona como el significante de la falta misma del
significante. Este es el Significante Amo: el significante “vacío” que
totaliza (“acolcha”) el campo disperso; en él, la cadena infinita de
causas (“conocimiento”) es interrumpida por un acto abismal, no
fundado y fundante de violencia [...] en Lacan, el status del Significante
Amo, el significante de la autoridad simbólica fundado sólo en sí mismo
(en su propio acto de enunciación), es estrictamente trascendental: el
gesto que “distorsiona” un campo simbólico, que “curva” su espacio al
introducir en él una violencia no fundada, es, stricto sensu, correlativo a
su establecimiento mismo; en otras palabras, en el momento en que
sustraemos de un campo discursivo su “distorsión”, el campo mismo se
desintegra (“se desacolcha”). (Zizek:1994:124-125)

Es exactamente esta función de “acolchado” la que define con mayor exactitud a la


figura del sistema – mundo dentro la teoría wallersteiniana. Solo teniendo en cuenta lo
anterior se hace legible la idea de que todos sus elementos funcionan dentro de una
lógica temporal y espacial concreta en la que no existen necesariamente coincidencias
con las identificaciones tradicionales del tiempo y el espacio. Todos estos datos deben
tomarse en cuenta para la teoría de sistema - mundo en relación con la propuesta hecha
por Braudel (maestro de Wallerstein) quien propuso una categorización de los tiempos
sociales como:

el tiempo corto de los ´acontecimientos´ usado por los académicos


idiográficos y el ´eterno` de los científicos sociales nomotéticos . El
prefería otros dos tiempos sociales a los que consideraba mas básicos:
el tiempo estructural que era de larga duración y reflejaba la
continuidad (pero no la eternidad) de las realidades estructurales, y que
denominaba longue durée y el tiempo cíclico de los altibajos que
ocurren dentro del marco de un tiempo estructural
(Wallerstein:2005:138)

Bajo esta perspectiva se puede interpretar, un siglo como el siglo XVI mas allá de su
duración centenaria e indica mas bien, el inicio de un proceso social particular. La

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misma lógica se ve replicada en el uso de los continentes históricos, los que según el
autor, no deben coincidir necesariamente con los espacios reflejados en los mapas y
pueden, ser re-significados por designaciones de carácter cultural o económico. El
ejemplo más cercano de estas designaciones zonales particulares lo encontramos
claramente en la distribución geográfica en la que Huntington sitúa las distintas
civilizaciones en su teoría del Choque de Civilizaciones.

Las anteriores son las coordenadas desde las cuales se construye el análisis de sistema –
mundo como una estructura teórica lógica. Sin embargo y para esbozar lo que será
desarrollado en la segunda parte de este estudio, la sensación principal que queda de la
lectura de la obra, es la de la enunciación de la “hegemonía” como una “ley general”
dentro de la unicidad del sistema – mundo y su Historia (“gran narrativa” para el
postmodernismo, historicismo para la Filosofía) que literalmente, ordena al mundo en
tanto construye una imagen de este que refleja una estructura jerárquica que está
siempre predeterminada. La condición hegemonía identificada con un estado nación
particular como condición primordial y ley estructurante de todos los ordenes posibles,
ha sido sobrepasada por las nuevas significaciones que el concepto ha adquirido. Es
precisamente en este sentido que creemos que el ordenamiento inherente y trascendente
del sistema en sí mismo, por la acción de permanecer sujeto a “leyes” es completamente
arbitrario y eventualmente puede “naturalizar” cualquier contingencia relativa a este
aspecto.

Nuestra hipótesis fundamental, es que el concepto mismo de sistema-mundo capitalista


juega un papel doble que por una parte le permite constituir una categoría útil como un
relato que permite interpretar la Historia, y por otra debe ser fundamentalmente tenido
en cuenta como el punto nodal de su discurso mismo, la figura que “acolcha” y da
sentido a conceptos que en otros contextos pueden ser leídos e interpretados de
múltiples formas, ya que los elementos que articula a su alrededor, adquieren un sentido
solo en función de este último. Lo anterior no quiere decir que el conocimiento
estructurado en torno a esta figura sea erróneo o falaz, es simplemente que más allá de
su imbricación, aparece una figura particular que determina su estructura y esta no es
otra que la del significante Amo:

[...] basta con recordar el experto en mercados que aboga por fuertes
ajustes presupuestarios (recortando gastos en seguridad social,
etcétera) como si se tratara de una necesidad impuesta por sus
conocimientos técnicos desprovistos de todo sesgo ideológico: lo que
oculta es la serie de relaciones de poder (desde el papel activo de los
aparatos del Estado hasta las creencias ideológicas) que sostienen el
funcionamiento "neutral" del mecanismo del mercado.5

5
Slavoj Zizek, Fragmentos de Violencia en acto. Conferencias en Buenos Aires, de próxima aparición
(Editorial Paidós). Artículo aparecido en Página/12 de Argentina.

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Es exactamente esta función del “naturalizar” ciertos comportamientos, de presentarlos
en forma de “ley” una de las cuestiones que incomoda en la racionalidad propuesta por
la estructura de la teoría de sistema – mundo, como ejemplo podríamos citar el hecho de
que si la condición hegemónica de un Estado nación, de una economía en particular
estructura hacia abajo el orden posible y los ordenes existentes, la acción política,
inclusive en el terreno “ideal” de las democracias quedaría reducida a una performance
alejada de todo contenido transformador y en cierto sentido, cualquier país distinto al
hegemónico estaría destinado a reproducir y seguir las sendas que la potencia
hegemónica impone en su derrotero. Lo anterior implica una causalidad lineal, una
forma precisa de desarrollo en el horizonte, un esquema a imitar, esto implica una
estructura que en ningún caso puede generar las condiciones de su propia superación y
condena a la Historia a un final fukuyamesco a la inversa. Volveremos sobre este punto.

En este caso no es la veracidad del contenido lo que esta en juego sino el uso de la
opción sistémica para el estudio de las sociedades con el objeto de representar la
historia de determinados grupos, pues en nuestra opinión adolece de al menos de un
defecto generado por la falta de una estandarización clara que es a la vez imposible:
Otorga en su dimensión de sistema, una cierta estructuración lógica en la forma de una
causalidad concreta, que creemos es, al menos insuficiente y en el peor de los casos
falaz.

Existe una imposibilidad inmanente, una limitación propia del lenguaje para describir lo
real6 Tal como Lacan lo señalara en el seminario XVII “sean cuales sean los hechos del
mundo, sea lo que sea lo que anunciamos, es la tautología de la totalidad del mundo la
que hace al mundo. Creemos que la historia de las rutas comerciales, de las
transacciones y la descripción en términos generales de los comportamientos
económicos de cierta porción de la población mundial en los últimos quinientos años,
con algunas de sus causas y consecuencias, no bastan para connotar la compleja
estructura de la sociedad mundial, si cabe ese concepto, en su totalidad.

Podemos afirmar que la capacidad tecnológica o militar de un país en particular, o la


capacidad de consumo de su población no alcanzan en lo absoluto para explicar la
posición del país en el sistema internacional. Muchas veces estas observaciones son solo
síntomas de fenómenos más complejos. Siempre existirán variables e interacciones de
diversa complejidad que no podrán ser asimilados en una explicación modélica del tipo
sistema – mundo que se presente como descriptivo a priori de los fenómenos sociales,
a escala global o local.

6
Borges estaba plenamente consciente de esta imposibilidad y la puso de forma magistral: En aquel
imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda
una ciudad, y el mapa del imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no
satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un mapa del Imperio, que tenía el tamaño del
imperio y coincidía puntualmente con el “Del rigor en la ciencia” en: El Hacedor, Obras Completas,
Emecé Editores, Buenos Aires, 1974, Pagina 847.

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Por otra parte el hecho que el mundo europeo del siglo XVI, en toda la extensión que
propone Wallerstein y sus desarrollos posteriores en el tiempo y en el espacio, puedan
ser interpretados en una lógica científico/sistémica, no implica de ninguna forma que
sean realmente un sistema. Y esta es justamente la dimensión que el análisis de sistema
– mundo no reconoce y que en cierta forma lo inhabilita para proceder en el análisis a
una distancia metodológica segura. Así podemos apuntar a que el sistema – mundo
como abstracción teórica, en su dimensión de relato transitivo para estudiar los
comportamientos de las sociedades y en este caso de la Sociedad mundial, por
definición puede tener un momento cero solo en su dimensión teórica y no en su objeto
de estudio o lo intransitivo:

A finales del siglo XV y principios del siglo XVI nació lo que podríamos
llamar una economía mundo europea. No era un imperio, pero no
obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con el,
algunas características pero era algo diferente y nuevo. Era un tipo de
sistema social que el mundo en realidad no había conocido
anteriormente, y que constituye el carácter definitivo del actual sistema
mundial, era una entidad social pero no política, al contrario que los
imperios las ciudades estado y las emergentes naciones estado. Es un
sistema mundial, no porque incluya la totalidad del mundo, sino por que
es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una
´economía mundo` debido a que el vinculo básico entre las partes del
sistema es económico” (Wallerstein:2007:24)

Llama necesariamente la atención que Wallerstein parta su trilogía del sistema mundial
moderno con un capitulo denominado “Preludio Medieval”, con respecto a esto puede
argumentarse que el preludio podría ser eterno, transformarse en preludio del preludio y
así sucesivamente, al hablar del mundo en su totalidad los limites del tiempo/espacio
serán siempre difusos, de esta forma, aún cuando certeramente podamos decir que la
organización económica de tal porción de la especie logró sobrevivir y desarrollarse en
el tiempo – y que efectivamente el largo siglo XVI estructuró en buena medida la
imagen del mundo occidental moderno - las sendas por las que el capital se va
desarrollando generan mucho mas que una “economía”, en este sentido “lo económico”
no puede ser desintegrado de “lo cultural”, como observación complementaria a la
lógica geoespacial de Wallerstein, en el terreno cultural de los sujetos y las
colectividades también deberíamos necesariamente reconocer que el espacio simbólico,
el “orden simbólico” lacaniano se ha venido siendo desarrollado en una, si no infinita, al
menos incognoscible sucesión de procesos y acontecimientos.

Nuestra hipótesis es que la aproximación sistémica al capitalismo fracasa en su


pretensión historicista, la eterna reinterpretación de la historia lleva a un atolladero
irresoluble pues la búsqueda de linealidad causal, de la coherencia cientificista siempre
se superara a sí misma. En su origen como en su desarrollo el capitalismo fue y ha sido

17
determinado causalmente, estructurado de formas múltiples y está siempre sujeto a
existencias y emergencias que por un lado lo implementan, lo desgarran y por otro lo
complementan. La reconstrucción de sus momentos anteriores es siempre la tarea
historiográfica del la actualidad y la tarea a implementar de todo constructo que
pretenda ser hegemónico.

Sostenemos por una parte, que no existe la posibilidad de implementar de una vez y por
todas un relato coherente que pueda describir la historia del capitalismo en su
completitud y que por otra, pretender maniobrar en el terreno de las causalidades de
forma definitiva y exacta es ciertamente imposible. Un poderoso síntoma acerca de lo
complejo que es construir un relato con el carácter de definitivo se refleja en la
interpretación de la temporalidad, es en este sentido en el que podemos enmarcar lo que
en la propuesta de Wallerstein nos parece incoherente, pues existe una consistencia
temporal contradictoria entre la enunciación del propósito del análisis de la “larga
duración” y su materialización:

Si analizamos al planeta tierra a lo largo de su historia y describimos los


patrones de coexistencia de las tres variantes (del concepto civilización)
en el curso del tiempo rápidamente llegamos a una periodización que
hasta le fecha cuenta solo con tres puntos de inflexión. El primer punto se
sitúa entorno al -8000/-10000. En aquella época solo se supone que
existían mini sistemas, no sabemos cuantos, o que duración tenía uno de
ellos, ni siquiera conocemos muchos detalles acerca de su
funcionamiento. Ignoramos mucho al respecto.(...) los sistemas mundiales
adquieren, por el contrario, una escala opuesta, grandes divisiones del
trabajo dentro de las cuales conviven y funcionan múltiples procesos
culturales. Pueden distinguirse dos tipos de esa clase de sistemas de
grandes proporciones: el imperio mundial, con una estructura política
que lo ampara, y la economía mundial, que no cuenta con esa estructura
(...) desde esa época hasta aproximadamente el año 1500 de nuestra era
(...) podríamos trazar mapas en cualquier punto del tiempo y ubicar
físicamente toda una serie de sistemas históricos, con los que
alcanzaríamos una cantidad total incierta. El patrón cambiaba
constantemente, por descontado, puesto que cada caso de cada variedad
de sistema histórico pasaba a mejor vida. Los sistemas históricos nacían y
se extinguían. Durante este periodo el imperio mundial parecía ser la
“forma fuerte”. Con ello quiero decir que los imperios mundiales
parecían expandirse y contraerse por cierta lógica interna (...) en algún
punto cercano al 1500, se produjo un cambio cualitativo en este patrón,
por primera vez en la historia del hombre, una economía mundial
sobrevivió a su “fragilidad” y se consolidó como un sistema capitalista
(Wallerstein:2007b:308)

18
Probablemente esta sea la observación que mejor logra entregar el mensaje de la larga
duración y nos provea del origen desde el cual el sistema capitalista se ramifico, sin
embargo no vemos esta lógica replicarse en otros terrenos propios del análisis de las de
la sociedad, la larga duración está en gran medida ausente del análisis wallersteiniano,
salvo la enunciación de su presencia, y no aparece donde evidentemente habría de
hacerlo, esto es en aristas del análisis social aun mas determinantes o que al menos
parecen ser mas cercanas a constituir un efecto dentro del marco del desarrollo social.
Existen en el sentido de la interpretación en la “larga duración”, síntomas de una
excesiva rapidez en el procedimiento de clasificación ya sea por la omisión de
fenómenos que parecen cruciales en la perspectiva de la larga duración o por la
interpretación e inscripción de otros como trascendentales dentro de esta lógica, de
forma apresurada y equivocada tanto el nivel de coyunturas reales como de las
percibidas.

En este sentido expondremos, como ejercicio algunos puntos críticos, pues


reconocemos algunos macro procesos, solo parcialmente presentes en Wallerstein y
algunos sucesos equívocamente significados. El análisis de estos generan
contradicciones respecto al escenario de un futuro caótico e incierto, tal como
Wallerstein ha propuesto, como contrapunto ciertos antecedentes pueden sernos de
mucha utilidad:

Si nos resistimos a abandonarnos a un economismo simplón, de


derechas o de izquierda, marxista o neoliberal podremos medir, gracias
a un inmenso material estadístico, la formidable progresión cultural del
mundo actual, que se expresa a través de dos parámetros
fundamentales: la generalización de la alfabetización y la difusión del
control de la natalidad. Entre 1980 y 2000, la tasa de alfabetización de
los individuos de 15 años o mas; es decir, la proporción de la población
adulta que sabía leer y escribir, pasó del 40 al 67 por cien en Ruanda,
del 33 al 64 por 100 en Nigeria, del 27 al 47por cien en Costa de Marfil,
del 40 al 63 por cien en Argelia, del 77 al 85 por cien en Sudáfrica (...)
este ejercicio puede llevarse a cabo en todos los países pobres, que
parecen comprometidos en una carrera general hacia el desarrollo
cultural, comprendidos los mas atrasados (...) El proceso no ha
terminado; los niveles de desarrollo cultural siguen siendo muy
variopintos. Pero es posible entrever, para un futuro no demasiado
lejano, un planeta universalmente alfabetizado. Si tenemos en cuenta
cierto principio de aceleración, podemos considerar que, en lo que
respecta a las generaciones jóvenes, la alfabetización universal del
planeta quedara terminada hacia 2030. La invención de la escritura se
remonta aproximadamente a 3.000 años a.C, por lo tanto la humanidad
habrá necesitado cinco mil años para culminar la revolución
relacionada con la escritura.” (Todd:2003:27-28)

19
La observación anterior, es tan solo una distinta forma de leer lo que Wallerstein
denomina la larga duración, pues esta no puede hablar por sí misma, Todd sigue los
parámetros temporales que serían esperables a la hora de generar una distancia de largo
plazo como perspectiva que ayudase a desplazar el análisis desde una orbita periodística
y lo situase a medio camino entre una histórica y otra Filosófica. Y quizás corresponda
fielmente a lo que Braudel denomino la lógica de la longue durée:

Cuando los hombres, o más exactamente las mujeres saben leer y


escribir, comienza el control de la fecundidad. El mundo actual, que
permite esperar la generalización de la alfabetización para 2030,
también está acabando su transición demográfica. En 1981, el índice
mundial de fecundidad era todavía de 3.7 hijos por mujer. Una tasa así
aseguraba la rápida expansión de la población planetaria y hacía
verosímil la hipótesis de un subdesarrollo persistente. En 2001, el índice
mundial de fecundidad cayó a 2.8 hijos por mujer, muy cerca del 2.1 que
apenas garantiza la simple reproducción 1 por 1 de la población. A la
vista de estas cifras es posible prever, para un futuro que ha dejado de
ser indeterminado, tal vez hacia 2050, una población estacionaria, un
mundo en equilibrio. El examen de los índices de fecundidad por país
revela un hecho impactante: la desaparición de la frontera aritmética
entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado (Todd:2003:29)

Sostenemos que la sola enunciación de un propósito teórico o la adscripción simbólica a


un espacio de los reconocidos como propios “de la crítica” (teoría crítica,
posmodernismo, biopolitica, post – política, posmarxismo) no exime de la realización
de este presupuesto y es en esta forma que, mas allá de lo que en Wallerstein aparece
como un coherente relato acerca de la historia del capitalismo, la historia de los últimos
quinientos años de Occidente, las continuidades estructurales están por lo general
relegadas. Lo anterior exige la superación del paradigma puesto que las “leyes”
propuestas como generalidad, en base a argumentos que en primera instancia parecen
lógicos, pero que al ser mirados mas de cerca se desvanecen en la pretendida
cientificidad de la lógica sistémica, corren el serio riesgo de ser tomados en serio y
constituirse rápidamente como leyes inmanentes de un sistema social, cuestión que
entraña inminentes riesgos en su instrumentación política.

20
¿Revolución del ´68? ¿Mayo del ´68?

El primer síntoma que nos alerta de la distancia entre la enunciación del propósito y la
puesta en marcha del uso de la teoría es sin duda el procedimiento empleado para la
connotación de lo que para muchos historiadores y filósofos no han sido mas que
acontecimientos relevantes. Vemos esto en la significación que Wallerstein emplea para
designar los sucesos de 19687. Según Wallerstein representan una dimensión crucial,
uno de los tres puntos de inflexión importantes del sistema – mundo moderno y
constituyen formalmente una ´revolución`:

1] El largo siglo XVI, durante el cual nuestro sistema –mundo


moderno vio la luz como economía-mundo capitalista; 2] la
Revolución francesa de 1789, como acontecimiento mundial que dio
lugar a la dominación subsiguiente, durante dos siglos, de una
geocultura para este sistema –mundo, cultura que fue dominada por un
liberalismo centrista, y 3]la Revolución mundial de 1968, que presagió
la larga fase terminal del sistema – mundo moderno en que nos
encontramos y que socavó la geocultura liberal centrista que mantenía
al sistema – mundo unificado (Wallerstein:2007:10)

7
[...] el índice que señala esta fecha, el simple acto, el deíctico mínimo, el apuntar minimalista de este
fechado marca también otra cosa. ¿Qué? Pues bien, que quizá no disponemos de ningún concepto, de
ningún significado para nombrar de otra manera esta <cosa> [...] <Alguna cosa> tuvo lugar, se tiene
el sentimiento de no haber podido verla venir, y es innegable que la <cosa> tiene sus consecuencias.
Pero el lugar y el sentido mismo de este acontecimiento permanecen inefables, como una intuición sin
concepto, como una unidad sin generalidad en el horizonte, sin horizonte incluso fuera de alcance para
un lenguaje que confiesa su impotencia y en el fondo se limita a pronunciar mecánicamente una fecha, a
repetirla, a la vez como una especie de encantamiento ritual, conjuro poético, letanía periodística,
ritornelo retórico que confiesa no saber de este modo [...] el telegrama de esta metonimia (un nombre,
una cifra) muestra lo incalificable al reconocer que no se reconoce: ni siquiera se conoce, aun no se
puede calificar, no se sabe de que se habla. La anterior cita fue tomada del libro de Giovanna Borradori,
“La filosofía en una época de terror: diálogos con Jurgen Habermas y Jacques Derrida” (Taurus 2003) .
En el comentario, Derrida, hace referencia al uso de las designaciones metonímicas, en este caso
particular se refería al concepto de 11 de Septiembre de 2001. Sin embargo, el uso de tales designaciones
puede hacerse extensivo para la revisión de muchos de aquellos sucesos, designados por las fechas en que
ocurrieron. Siguiendo el ejemplo del 11 de Septiembre, vemos que designa al menos dos acontecimientos
importantes. Por un lado los aquellos sucedidos en Nueva York en 2001 y que han sido por lo general
designados como los acontecimientos del 11/9, que marcan “oficialmente” el inicio de la Guerra
Internacional Contra el Terrorismo. De igual forma los sucesos del 11 de Septiembre de 1973 que
“oficialmente” terminaron con el gobierno de la Unidad Popular en Chile. Ambos sucesos generan
lecturas radicalmente opuestas a las “oficiales” pues se tiene certeza de que en el caso Estadounidense la
invasión de Irak y Afganistán no tienen directa relación con la lógica del combate al terrorismo, el
argumento de las armas de destrucción masiva se demostró falaz. Para el caso chileno, existe siempre, aún
en contra de pruebas fehacientes, la infantil insistencia por parte de la “clase política” chilena de
minimizar e incluso poner en duda la importancia de la intervención de los Estados Unidos desde el
derrocamiento de Allende en adelante, una impostura que siempre está alejando a Chile de las posiciones
latinoamericanas.

21
Para efectos de nuestro análisis la contingencia que definitivamente atrapa en el análisis
de Lacan la teoría de Wallerstein, está situada en la radical diferencia en las lecturas
estos acontecimientos. Para Wallerstein, estos marcan un antes y un después, una
revolución, en lo que ha denominado la Geocultura, como concepto análogo y
complementario, en el nivel cultural al concepto de Geopolítica. En este sentido los
“acontecimientos” de 1968, son para la Geocultura del sistema-mundo, un quiebre sin
precedentes y una especie de inicio de una (en braudeliano) larga revolución cultural
(sobretodo en el sentido intelectual) de carácter permanente y en el seno mismo del
sistema, posibilitadas por dos condiciones fundamentales: por un lado la oposición a la
hegemonía estadounidense y a la colusión soviética con dicha hegemonía y por otro el
desencanto de aquel momento con la vieja izquierda en todas sus formas8:

La revolución mundial de 1968 supuso, en buena medida, la rebelión


contra las realidades creadas por los propios logros de los movimientos
antisistémicos clásicos. La consecuencia organizativa de esta rebelión
fue la aparición de un amplio abanico y multicolor de
“nuevos”movimientos por todo el mundo: movimientos en
representación de “minorías”, movimientos de mujeres, movimientos
ecologistas, etc. Estos movimientos trataban de inventar una estrategia
alternativa de transformación social. Digo “inventar” y no
“implementar” por que una de las características mas notables de estos
movimientos nuevos ha residido, desde 1968 en su indefinición respecto
a la estrategia a adoptar a medio plazo. Se han mostrado firmes en
cuanto a la perspectiva a largo plazo y a menudo en cuanto a la táctica
a corto plazo, pero débiles y divididos acerca de la estrategia a medio
plazo(Wallerstein:2007b:178)

Sostenemos que Wallerstein se apresura en la interpretación “revolucionaria” del


fenómeno y no solo eso, además comete un traspié metodológico en tanto traiciona
rápidamente la enunciada lógica de la larga duración al inscribir un suceso
completamente “fresco” de manera apresurada en la perspectiva del largo plazo, en este
sentido debemos recordar al mismo Braudel quien insistía en que la lógica de la
inmediatez periodística, del acontecimiento y de su captura funciona como una densa
capa nebulosa que no permite ver los hechos en su justa medida, en contravención con
la necesaria distancia analítica:

La revolución mundial de 1968 la dispararon los descontentos de todos


aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la
hegemonía estadounidense. Los detalles de los levantamientos de 1968
fueron distintos en las diversas plazas del sistema – mundo, pero esos
levantamientos se dieron por todas partes: además de los obvios

8
Immanuel Wallerstein: La decadencia del poder norteamericano, Editorial Trilce, Impreso en los talleres
de LOM, Santiago, Chile, 2005 pagina 56.

22
acontecimientos de 1968 en occidente y en Japón, que por lo general se
señalan, yo incluyo la revolución cultural china que dio comienzo en
1966 y la vuelta hacia un “socialismo con rostro humano” en
Checoslovaquia en 1968, así como los diversos sucesos en México,
Senegal, Túnez, India y en muchos otros países del Tercer Mundo[…]
(Wallerstein:2005:56)

Tal significación solo podría ser evidenciada por la Historia, es decir en una
retrospectiva, prudente, a ciclo histórico cumplido o al menos en una etapa posterior del
devenir de nuestra civilización, razón por la cual no corresponde connotarlo en términos
de una revolución, quizá contingencia, fluctuación, pero no punto de inflexión. Lo cierto
es que dista de ser una coyuntura “positiva” en términos de variación de las relaciones
de dominación que articulan las sociedades contemporáneas.

Quizás una reseña al mundo del discurso, al menos en la orbita lacaniana de este puede
sernos de utilidad como contrarrelato puesto que para Lacan, los acontecimientos del
´68 aparecen significados por un juicio radicalmente distinto a la lectura propuesta por
Wallerstein, pues incluso siguiendo la pauta dictada por el análisis de las duraciones
largas, cíclicas, Lacan sitúo los sucesos del año 1968 dentro de la esencia revolucionaria
del sistema mismo (en sí), siguiendo la máxima de Marx, según la cual hay
acontecimientos históricos que solo pueden ser juzgados en términos de síntoma. Bajo
esta premisa Lacan observo en esta coyuntura especifica la transición de un discurso a
otro, en resumen una actualización, una sofisticación, de las típicas formas de
dominación:

En lugar del orden simbólico único con su sistema de reglas a priori


que garantizan la cohesión social, uno tiene la matriz de los pasajes de
un discurso al otro. El interés de Lacan se centra en el pasaje del
discurso del amo al de la universidad en tanto que discurso
hegemónico de la sociedad contemporánea9

Lo anterior debe ser leído no como la extinción de la figura del Amo, sino como la
transmutación del discurso de este en el discurso de la universidad, como el tránsito
definitivo desde la autoridad política tradicionalmente identificada con el Estado
burgués, a la autoridad del experto, del especialista académico como ultima ratio de la
decisión política :

En El reverso del psicoanálisis, Seminario XVII (1969-1970), sobre


los "cuatro discursos", Jacques Lacan da su réplica a los
acontecimientos de 1968. La premisa de ese seminario puede
captarse mejor si se piensa como el reverso del conocido graffiti

9
Yuranovic, Rosa, Estados de trabajo: Cartel: El envés del psicoanálisis, en: “El cuaderno de
navegación” Numero 3, 20 de agosto de 2006.

23
antiestructuralista en las paredes de París en 1968, "¡Las estructuras
no caminan por la calle!". En ese seminario, Lacan se esfuerza por
demostrar que las estructuras sí caminan por la calle, es decir, que
los cambios estructurales pueden explicar estallidos sociales como
los de 1968. No sorprende que la revuelta se localizara en las
universidades: esto señaló el cambio hacia nuevas formas de
dominación, en las cuales el discurso científico legitima las
relaciones de dominación. La premisa subyacente de Lacan es
escéptico-conservadora: el diagnóstico de Lacan es captado por su
famosa réplica a los estudiantes revolucionarios: "Como los
histéricos, están pidiendo un nuevo amo. ¡Lo tendrán!.10

En nuestra opinión, y para marcar el necesario contrapunto con la interpretación de


Wallerstein, existe por ejemplo, en procesos en marcha como la alfabetización mundial
un verdadero fenómeno de largo plazo. La humanidad en su conjunto está llegando a un
estadio de desarrollo - tal como lo vimos mas atrás - en el cual se avizora el final de la
revolución de la escritura. Confrontados a esa perspectiva, los acontecimientos de 1968,
son en el mejor de los casos, un episodio más en la larga duración de la historia del
pensamiento y de la articulación de los pensamientos por medio de la palabra y la
escritura:

Vista desde hoy, gran parte de la retórica marxista, trotskista,


maoísta y anarco-liberacionista del 68 parece verdaderamente
ridícula, infantil y moralmente irresponsable (…) En la London
School of Economics gritaban: ¿Qué queremos? Todo. ¿Cuándo lo
queremos? Ya. Narcisos de bandera roja.11

Lo anterior nos lleva al inexorable problema de la conceptualización de los grupos


participantes en el movimiento o las “Clases” participantes en la “Revolución”. Puesto
que si existió una revolución, o al menos un tipo de movimiento, este no puede haberse
realizado en el vacío, a este respecto cabe la legitima pregunta, ¿quiénes fueron los
agentes de tales acontecimientos?

La revolución mundial de 1968 la dispararon los descontentos de todos


aquellos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la
hegemonía estadounidense. Los detalles de los levantamientos de 1968
fueron distintos en las diversas plazas del sistema – mundo, pero esos
levantamientos se dieron por todas partes: además de los obvios
acontecimientos de 1968 en occidente y en Japón, que por lo general se
señalan, yo incluyo la revolución cultural china que dio comienzo en
10
Slavoj Zizek, Fragmentos de “Violencia en acto: Conferencias en Buenos Aires”, de próxima aparición
(Editorial Paidós). Articulo citado.
11
Tymothy Garton Ash, “Historia de dos revoluciones” en: Diario El País de España, disponible en:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Historia/revoluciones/elpepusocdgm/20080511elpdmgpan_1/Tes

24
1966 y la vuelta hacia un “socialismo con rostro humano” en
Checoslovaquia en 1968, así como los diversos sucesos en México,
Senegal, Túnez, India y en muchos otros países del Tercer Mundo[…]
(Wallerstein:2005b:56)

Llama poderosamente la atención el reconocimiento de la figura de: todos aquellos que


quedaron fuera del bien organizado orden... estos sujetos, colectividades o lo que hayan
sido deben ser puestos en un lugar dentro de la lógica de las clases, en la vieja
antinomia marxista, sabemos que el conflicto está dado por la existencia de la burguesía
y el proletariado. ¿Como enfrenta Wallerstein el tema de las clases o cual es su
análisis?, echemos un vistazo:

Si los sistemas mundiales son los únicos auténticos sistemas sociales


(fuera de las economías de subsistencia verdaderamente aisladas), esto
implica que la emergencia, la consolidación, y los papeles políticos de
las clases y grupos de estatus deben estudiarse como los elementos de
este sistema mundial. Y a su vez se sigue que uno de sus elementos clave
para analizar una clase o grupo de estatus no es solo el estado de su
autoconciencia, sino la amplitud geográfica de su autodefinición Las
clases siempre existen potencialmente [an sich]. La cuestión es bajo
que condiciones adquieren conciencia de clase [fur sich], es decir, bajo
que condiciones operan en las arenas político - económicas como un
grupo, e incluso en cierta medida como una entidad cultural. Tal
autoconciencia es función de las situaciones de conflicto. Pero para los
estratos superiores el conflicto abierto y, por tanto, la conciencia clara,
siempre son faute de mieux. En la medida en que los limites de clase no
se hagan explícitos, en esa medida será mas probable que se mantengan
los privilegios. Dado que en las situaciones conflictivas las múltiples
facciones tienden a reducirse a dos en virtud de la formación de
alianzas, es por definición imposible tener tres o mas clases
(conscientes). Es obvio que puede existir una multitud de grupos de
intereses ocupacionales que pueden organizarse para actuar en el seno
de la estructura social. Pero tales grupos son en realidad una variedad
de los grupos de estatus y de hecho a menudo se solapan con otros tipos
de grupos de estatus, tales como los definidos por criterios étnicos,
lingüísticos o religiosos. Decir que no puede haber tres o mas clases no
significa, no obstante, que siempre haya dos. Puede no haber ninguna,
aunque esto es raro y transitorio. Puede haber una, y esto es lo mas
común. Puede haber dos y esto es de lo mas explosivo
(Wallerstein:2007:495 – 496)

De esta forma podemos apreciar que el gran problema de la conceptualización


wallersteiniana radica en que ante la ausencia de una tipología de los grupos o las clases

25
sociales, el autor se aboca a reunir bajo el rotulo de “Movimientos Antisistémicos” a
una cantidad ilimitada de grupos diversos, cuyas peleas especificas, unificarían su
particularidad.

Nuestra hipótesis con respecto a este tema, es que en vieja terminología marxista, en el
mejor de los casos lo que Wallerstein ha insistido en llamar revolución en sus trabajos
de la década de 198012 es completamente susceptible de ser interpretado como una
“Revolución Burguesa”, no por que todos los elementos que participaran o quisieran
participar de ella pertenecieran o quisieran pertenecer a la clase Burguesa, sino, mas
bien por que los sucesos pueden ser inscriptos, dentro de la lógica capitalista de la
incesante revolución:

no se trata de que, en un cierto momento de su desarrollo, el marco de


la relación de producción empiece a constreñir un desarrollo ulterior de
las fuerzas productivas; se trata de que este limite inmanente, esta
“contradicción interna” es la que lleva al capitalismo a un desarrollo
permanente . El estado normal del capitalismo es la revolución
permanente de sus propias condiciones de existencia: desde el principio,
el capitalismo “se pudre”, está marcado por una contradicción
mutiladora, por la discordia, por una necesidad inmanente de
equilibrio: esta es exactamente la razón de que cambie y se desarrolle
incesantemente: el desarrollo incesante es el único modo que tiene para
resolver una y otra vez, llegar a un acuerdo con su propio y fundamental
desequilibrio constitutivo, la “contradicción (Zizek:2003:368)

El problema fundamental ante el cual nos encontramos dice relación acerca de la


situación de vacío fundamental con respecto a las clases, pues ni la conceptualización de
grupos económicos que ofrece el marketing ni la obsoleta antinomia marxista de
burguesía/proletariado parecen poder darnos una respuesta satisfactoria. De todas
formas, un mínimo análisis de las condiciones de posibilidad de llamar a los sucesos de
1968 “Revolución” en el un sentido “emancipatorio de las clases dominadas” nos lleva
a negar de plano aquel carácter:

El motivo por el que 1968 (y su prolongación en 1969 y 1970) no fue la


revolución, y nunca pareció que pudiera serlo, fue que los estudiantes,
por numerosos y movilizables que fueran, no podían hacerla solos. Su
eficacia política descansaba sobre su capacidad de actuación como
señales y detonadores de grupos mucho mayores pero más difíciles de
inflamar (…) Desde los años sesenta los estudiantes han conseguido a
veces actuar así: precipitaron una enorme ola de huelgas de obreros en
Francia y en Italia en 1968, pero, después de veinte años de mejoras sin
paralelo para los asalariados en economías de pleno empleo, la

12
véase, Wallerstein, 2007b: “1968, Revolución del sistema Mundial”

26
revolución era lo último en que pensaban las masas proletarias. Esta
multitud de jóvenes con sus profesores, que se contaban por millones o
al menos por cientos de miles en todos los países, salvo en los más
pequeños o muy atrasados, cada vez más concentrados en grandes y
aislados «campus» o «ciudades universitarias», eran un factor nuevo
tanto en la cultura como en la política. Eran transnacionales, al
desplazarse y comunicarse ideas y experiencias más allá de las
fronteras nacionales con facilidad y rapidez, y seguramente se sentían
más cómodos que los gobiernos con la tecnología de las
telecomunicaciones. Tal como revelaron los años sesenta, no sólo eran
políticamente radicales y explosivos, sino de una eficacia única a la
hora de dar una expresión nacional e incluso internacional al
descontento político y social. (Hobsbawm:1998:305)

La primera gran cuestión es intentar responder si acaso ¿el movimiento estudiantil


estuvo en ese entonces capacitado para proyectar su conocimiento hacia la sociedad, en
un terreno paralelo al del capitalismo o si es que simplemente este último, como
universal concreto no tiene escapatoria y tiene la necesidad de integrar lógicas que
incluso en una primera aproximación parecen inversas, con el solo objeto de
regenerarse. Cuando Wallerstein indica que La contracultura fue parte de la euforia
revolucionaria pero no fue políticamente capital para 1968. Y añade que “los
movimientos antisistemicos tradicionales han priorizado lo que denominamos Libertad
de la mayoría. Los revolucionarios del mundo de 1968 pusieron gran énfasis, en
cambio, en expandir las libertades individuales” no podemos menos que disentir, pues
ambas apreciaciones pavimentan el lugar desde donde marcamos nuestra distancia a su
interpretación, puesto que aquel juicio nos lleva involuntariamente a aceptar, como
Zizek bien lo ha puesto, la despolitización de la economía en otras palabras se nos está
invitando a aceptar implícitamente que toda emancipación es finalmente, particular e
identitaria y que puede articularse siempre dentro de los difusos limites del sistema –
mundo.

Vivimos en un sistema que desde un principio implantó el racismo y el


sexismo en sus estructuras. Y desde luego vivimos en un sistema que ha
estructurado los mismos movimientos antisistémicos que han desafiado
la legitimidad y la viabilidad del propio sistema (Wallerstein:2005b:51)

El capitalismo como conceptualización, a la manera marxista si se quiere, a diferencia


del sistema – mundo capitalista, estructura todo su contenido en la dialéctica del
antagonismo permanente, constituyente:

La gran novedad de nuestra época post – política del “fin de la


ideología” es la radical despolitización de la economía (la necesidad de
reducir el gasto social, etc.) se acepta como una simple imposición del

27
estado objetivo de las cosas. Mientras persista esta esencial
despolitización de esfera económica, sin embargo, cualquier discurso
sobre la participación activa de los ciudadanos, sobre el debate público
como requisito de la decisión colectiva responsable, etc. Quedará
reducido a una cuestión “cultural” en torno a diferencias religiosas,
sexuales, étnicas o estilos de vida alternativos y no podrá incidir en las
decisiones de largo alcance que nos afectan a todos (Zizek:2009:110)

En este sentido, “la revolución mundial de 1968” lejos de tener una significación
universal emancipatoria, se centró en aquellos grupos particulares cuyas “divergencias”
con el sistema, podían ser de una u otra forma resueltas, en resumen en aquellos que
pudieron resolver ciertos aspectos de su “diferencia” mediante un proceso de
integración dentro del sistema mismo, mediando un implícito desconocimiento o al
menos un “como si” se desconociese la dimensión sistémica de la (a la) cual se sirve.
Una vez superadas, estas divergencias por lo general de carácter racista y sexista, que
hoy toman sin duda las formas de matrimonios homosexuales, integración de los
migrantes en los mercados locales, etc. ¿Podemos sostener que aquellos grupos
pierden su carácter subalterno? para valernos de la conceptualización wallersteiniana,
debemos ser capaces de notar la relativa volatilidad del carácter de un movimiento
antisistémico, puesto que este pierde su particularidad en el momento mismo en el que
su lucha singular, es reconocida y asimilada por parte del sistema (sistema – mundo en
este caso), pues el hecho de haber sido integrado, no guarda relación directa con el
cambio de funcionamiento del sistema, esto es, ni con el cese de la violencia, el dominio
o la explotación de las grandes masas, al contrario, podemos asegurar que se ha entrado
en el aparato generador de las asimetrías13.

Hasta este punto el sentido “revolucionario” debe ser desechado. Tal ha sido la
divergencia con respecto a la interpretación de los acontecimientos de 1968 que incluso,
hacia fines de la década de los 90, el autor tranzó parcialmente en su posición y cambió
el rótulo de Revolución, por el de Revolución Fallida (1968: El gran ensayo). En este
sentido debemos otorgar a Wallerstein el hecho de este viraje, pues los sucesos
acaecidos en el nivel local le dan la razón. Si observamos un fenómeno particular como
fue la Unidad Popular tenemos rápidamente dos constataciones importantes que validan
el carácter fallido de los acontecimientos, por un lado, parafraseando a Lacan en cuanto
a su consideración respecto de la URSS, podemos decir sin temor a equivocarnos que
desde aquellos años en Chile comenzó el reino del discurso de la Universidad . Esta
afirmación radica en la persistencia de la memoria acerca de los concejos obreros y las
asambleas estudiantiles, altamente “ideologizadas” en las cuales se afirmaban a viva voz
la existencia de la burguesía, del proletariado, la lucha de clases, el imperio, etc. Los
discursos de la época están llenos de aquellas figuras propias del marxismo pues este se
13
Siguiendo la lógica anteriormente enunciada, queda de manifiesto que la denominada “agenda
valórica” representa fielmente la lucha cultural, el modo en el cual se resolvería la inclusión de grupos
tradicionalmente excluidos. Y en este mismo sentido, ¿no es acaso sintomático que el resultado concreto
de lo que Wallerstein ha denominado la Revolución Mundial de 1968, sea la píldora anticonceptiva?

28
incluía profusamente en las mallas curriculares de las diversas facultades y
departamentos universitarios a lo largo de todo el país. Sin embargo y para no caer en
un revisionismo hueco, sostenemos que el reino, la hegemonía del discurso de la
universidad en Chile, jamás se retiró de la escena.

En este sentido el grupo de economistas chilenos que desde mediados de la década del
setenta llego desde los Estados Unidos para integrarse en las primeras filas de los
cuadros burocráticos, conocidos como los chicago boys, (uno se siente tentado a decir
casi patológicamente), han creído ser los portadores de un conocimiento científico
puro, han personificado la función oracular de ser los mensajeros del verdadero
discurso económico. Al respecto la literatura abunda14 y no es el tema central de este
estudio, sin embargo, no puede existir total abstracción respecto a este tema, pues es del
todo actual, mas aún cuando se repiten incansablemente eslóganes como gobiernos de
“excelencia” o “de los mejores”, la vara es por supuesto el grado académico, cuestión
totalmente antojadiza y anti democrática. Los nuevos iluminados de universidades como
Harvard y Cambridge, quienes manejan las altas esferas de las decisiones económicas
son los indicados para hacernos ver a nosotros, simples mortales, el hecho de que la
pobreza es algo con lo que debemos aprender a vivir, y que un par de milagrosas
políticas publicas, mas la caridad harán el trabajo por nosotros. Esa postura es anti ética,
no podemos avalarla. El discurso anarquista, es en gran medida el síntoma de aquel
débil razonamiento de la pureza científica del mercado, su contraparte, también débil.
La pobreza puede ser superada, las condiciones están dadas, pero apuntar a una
estrategia concebida como una “guerra en contra de la pobreza” es hacer la ruta fácil y
carece de toda lógica, la cuestión es apuntar contra la extrema riqueza, ambas son
condiciones reciprocas, la una no dejará de existir sin la otra.

En este sentido, la ideologización de los movimientos teóricos no es en absoluto


patrimonio de las izquierdas, pues podemos estar seguros que su reverso “de derechas”
no es menos ideológico. Afirmar la existencia de un “libre mercado” como un axioma,
está cerca de la ilusión patológica, los países que ocupan posiciones privilegiadas en el
sistema, son países por lo general, tremendamente proteccionistas. La moda de las
conferencias, de los Gurúes económicos, las denominadas charlas motivacionales de
emprendimiento o liderazgo, los libros de autoayuda e incluso las nuevas formas de
religiosidad juegan un rol ideológico fundamental, puesto que no existe una frontera
clara entre el sentido abstracto de sus enunciados y la puesta en practica de sus formas
en el aparato productivo.

En el ámbito local, la despolitización de la economía guarda directa relación con la


“naturalización” de cierto tipo de postulados muy presentes en la teoría económica
hegemónica, como las recetas “despolitizadas” de “expertos” universitarios que

14
Revísese la extensa investigación desarrollada por Naomi Klein en “La doctrina del Shock: El auge del
capitalismo del desastre”, Ediciones Paidós, Madrid, España 2007. En donde las menciones a Chile,
Pinochet, chicago boys, ocupan un lugar central.

29
evidentemente son hablados por un cierto tipo de racionalidad económica cuyos
resultados , ya a ciclo histórico cumplido podríamos juzgar en buena medida como
falaces. La naturalización de conceptos económicos e históricos, tiene por supuesto un
trasfondo político, por esto llama poderosamente la atención que no se repare
“académicamente” desde una posición crítica el hecho de que al menos los últimos tres
presidentes chilenos cuenten en sus currículos con estudios de posgrado en los Estados
Unidos, dos de ellos, desde que abandonaron sus magistraturas trabajen directamente
para Naciones Unidas, en Estados Unidos y dos connotados ex ministros del periodo de
“transición” hayan ocupado puestos de cabecera en organismos multilaterales
identificados con los Estados Unidos, El Fondo Monetario Internacional y la
Organización de Estados Americanos. Lo que supone, como no, un orgullo para la
clase política chilena.

Volviendo al viraje hacia el carácter fallido de la “revolución mundial de 1968”,


sostenemos que ambas conceptualizaciones pueden o no ser complementarias sin
embargo, no hace sino, traicionar doblemente la lógica de la larga duración, inscripta en
este caso particular, solo nominalmente en su obra. ¿Es el pasar de una década, en la
lógica de la larga duración, importante para redefinir el carácter de un acontecimiento?
En el mejor de los casos, y en el mismo sentido en que en Francia todavía se lee la
revolución de 1789, los sucesos de 1968 están aún en marcha, generando consecuencias.
La sucesión de la economía en sí misma, mas allá del marco teórico al cual se adscriba,
la economía como proceso constituyente de las sociedades debe ser leída como un ser
un proceso inconsciente, puesto lo indeterminable que es la generación de efectos por
causas no claras. Según entendemos, es que históricamente después de 1968 la forma en
la que el conocimiento expresado en la ciencia social se ha materializado, poco tiene
que ver con un sentido emancipador en el sentido de enfrentar la contradicción sobre la
cual se constituyen las sociedades o los sistemas humanos, en un área geográfica
determinada.

30
De una Teleología extemporánea

Dar un paso realmente agresivo constituiría en definitivamente asumir la teoría


wallersteiniana de los sistemas – mundo como una depurada y última forma sociológica
de la teoría económica socialdemócrata hegemónica o como el reverso, aún
políticamente correcto del discurso económico neoliberal. Bajo este punto de vista
podríamos leer la imagen de sistema – mundo como el reverso de la imagen del
mercado,(significantes vacíos, dependientes de sus cadenas de equivalencias) pues
ambas figuras solo pueden ser articuladas en relación a su contexto, de esta forma toda
referencia a ellas es altamente imprecisa, o tal como lo afirmara Lacan: “No hay
ninguna significación que se sostenga si no es en referencia a otra significación”15. Si
nos atenemos al modelo propuesto por el sociólogo francés Emmanuel Todd,
encontramos una ubicación común en la cual podríamos colocar tanto a la teoría de
sistemas – mundo y como a la teoría económica corriente, en su versión neoliberal:

El estudio de la economía internacional se puede subdividir en dos


grandes categorías. La primera, la economía pragmática, parte de la
vida económica real, en su diversidad histórica y geográfica, para
conseguir dar una representación simplificada pero utilizable dentro de
un esquema causal (...) La segunda, la economía escolástica, parte del
axioma del homo oeconomicus, calculador y racional. De ahí deduce
leyes y después busca en la realidad aquello que puede tener alguna
relación con proposiciones a priori. A menudo se encuentra próxima a
la escolástica medieval debido a su voluntad de deducir la realidad de
su primer principio: cuando los hechos no están de acuerdo con la
teoría, es capaz de elegir heroicamente la teoría, igual que Adam Smith
cuando presenta en 1776, en La riqueza de las naciones, el
librecambismo como el camino real hacia la prosperidad, incluso en el
momento que su propio país, el Reino Unido, es ejemplo de un despegue
perfectamente logrado en condiciones de fuerte proteccionismo
(Todd:1998:75)

Tomando en cuenta lo anterior, podríamos aventurarnos a afirmar que tanto la teoría


hegemónica de la economía actual, como la teoría de los sistemas – mundo
corresponden a explicaciones altamente modélicas o explicaciones propias de lo que se
denominó por Todd como la economía escolástica. Nuestra posición se sostiene en
algunas incógnitas y homologías de la estructura racional wallersteiniana con la teoría
económica liberal corriente.

15
Lacan, Jacques, “La instancia de la letra en el inconsciente”, escritos de Jacques Lacan, versión
electrónica, Pág. 5.

31
En este preciso sentido, y si tomamos en cuenta el carácter radicalmente ambiguo de la
imagen del final del sistema en Wallerstein, se estará en presencia del inverso, de la
versión “de izquierda” de la imagen de Desarrollo, no en la objetividad del momento o
lugar sino exactamente en la composición vacía de este, en otras palabras, en su
indefinición constituyente, que como sostenemos, es tan solo la forma de enunciar un
devenir incierto:

Estamos frente a la incertidumbre. Que bueno que Ilya Prigogine nos


diga que la incertidumbre es la realidad central del universo y no nada
mas de nuestra actual situación histórica. Sigue sin gustarnos y la
encontramos muy difícil de manejar psicológica y políticamente. Pero
estamos obligados a hacerlo. Nos encontramos en la fase terminal de un
sistema histórico, en una “época de transición”. En una época de
transición estamos obligados a volver a nuestros deberes intelectuales y
por tanto políticos. Lo primero es la búsqueda de lucidez sobre el lugar
en el que estamos (Wallerstein:2005b:52)

Proponemos esta lectura análoga de la imagen de fin de sistema, a la interpretación por


parte de la socialdemocracia, de la figura desarrollo, en tanto funciona para los países
que no lo detentan – países periféricos y semiperiféricos en la obra de Wallerstein –
como un lugar objetivo, como un devenir concreto. Esta similitud en negativo,
nuevamente nos remite a la problemática del significante Amo como forma
fundamental en el proceso de mistificación:

El significante Amo es el significante de la potencialidad , de la


amenaza potencial, de una amenaza que, para poder funcionar como tal
debe permanecer como potencial [...] Como tal, el significante Amo es el
sitio privilegiado en el cual interviene la fantasía, dado que la función
de la fantasía es precisamente llenar el vacio del significante-sin-
significado, es decir, la fantasía es en definitiva, en su aspecto mas
elemental, el material que llena el vacio del significante Amo
(Zizek:2005:92 – 93)

Sin situarnos en una posición psicoanalítica compleja sabemos según una lógica
estrictamente freudiana, que al experimentarse una experiencia traumática, los
mecanismos inconscientes tienden a la ficcionalización (mistificación/mitificación) de
los sucesos para evitar asumirlos como tales en su trauma, bajo una lógica similar,
sostenemos que esta es la función del significante Amo (en este caso: caos) en el terreno
de los últimos planteamientos wallersteinianos referentes a un “fin del sistema”.

La ficcionalización no es nada nuevo, ni una rara condición psicológica pues está


presente, con mayor frecuencia de la que uno esperaría, incluso en los relatos

32
académicos y, en esta área opera tanto al nivel de la historia como en el de la economía.
Tomemos como ejemplo, la explicación del 11 de septiembre de 197316, por lejos el
mayor trauma de la historia reciente de Chile, y la distancia total entre las figuras de “el
pronunciamiento militar”, Propio de la derecha extrema “El golpe de Estado” Para la
izquierda y “el quebrantamiento de la democracia” en la interpretación hegemónica
socialdemócrata17.

La mistificación como aproximación descriptiva para designar un momento de


“incertidumbre” opera en el terreno teórico del relato del sistema – mundo en lo que
hemos percibido como una estructura teleológica. En esa misma dirección podemos
reflexionar acerca de si la inmanencia caótica propuesta por Prigogine, de la cual hace
uso Wallerstein, pasa a estar presente en el momento en el cual es enunciada
científicamente o ya estuvo siempre como trasfondo constituyente del sistema – mundo.
Lo que en términos prácticos vendría a socavar y “significaría” como caótica la realidad
incluso del relato mismo haciendo aun mas incierta la efectividad de la trama causal
propuesta por el autor:

El sistema – mundo moderno en el que vivimos, el de una economía –


mundo capitalista se encuentra precisamente en una crisis semejante y
lo ha estado ya durante un tiempo. Esta crisis puede continuar por unos
veinticinco a cincuenta años más. Puesto que una de las características
centrales de tales periodos de transición es que nos enfrentamos a
bruscas oscilaciones de todas las estructuras y procesos que hemos
conocido como parte inherente del sistema – mundo existente, nos
encontramos con que nuestras expectativas a corto plazo son
necesariamente inestables. Esta inestabilidad puede generar una
ansiedad considerable y por lo tanto violencia en lo que las personas
intentan preservar los privilegios adquiridos y el rango jerárquico en
una situación muy inestable. En general, este proceso puede llevar a

16
Un muy buen ejemplo de cómo opera la noción lacaniana de “discurso de la Universidad” nos la
proporciono recientemente en una entrevista el actual ministro de Planificación del gobierno chileno,
quien al ser consultado acerca de si apoyaría nuevamente un golpe de estado en 1973, respondió: Es una
pregunta legítima sobre la cual académicamente uno puede justificar que haya habido un
pronunciamiento, pero si me preguntas si se alargó mucho o que las formas que se ocuparon fueron
incorrectas, a esas dos preguntas digo que sí. Periódico The Clinic, 24 octubre 2010. Edición digital.
17
Nuestra lectura es que simplemente estos sucesos representan la entrada “forzosa” de Chile en la orbita
del sistema norteamericano, el punto en el cual la Hegemonía se desdibujo para transformarse en
violencia. Para llegar a ese punto, debemos necesariamente desprendernos de la imagen hegemónica
según la cual los sucesos del 11 de septiembre de 1973 constituyen en sí mismos tanto un fin, como
constituirían también el fin de un periodo de inestabilidad política. La significación que tales sucesos
toman en nuestra investigación es simple y se condicen con la imagen de un medio, un vacío o momento
intersticial en el cual el “exceso” hegemónico suspendió la soberanía – en un amplio campo - en favor de
la adopción de “medidas económicas” cuyo corolario han sido la desregulación a favor de la entrada
indiscriminada de capitales extranjeros, la apropiación de buena parte del aparato del Estado por parte de
alianzas de estos capitales con el grupo dominante, hasta su punto mas álgido en la identificación de
aquella lógica con el estado mismo.

33
conflictos sociales que pueden tomar una forma bastante desagradable
(Wallerstein:2005:106)

Si nos resistimos a la tentación que conlleva esgrimir una interpretación sensacionalista


y nos atenemos a una estricta lógica de larga duración – tal como la propuesta en
Braudel - podemos apreciar el error que encierra la aceptación de una afirmación tal
como la enunciada acerca de que los conflictos sociales que pueden tomar una forma
bastante desagradable, en un momento preciso, pues aquel escenario no es en absoluto
patrimonio ni propiedad exclusiva de las fases decadentes del ciclo económico o fase B
del ciclo Kondratieff:

Los periodos de expansión de la economía mundo son relativamente


fáciles de describir. La producción se expande en general y en la
mayoría de los sitios. El empleo está generalizado, la población crece.
La prosperidad es el signo de la época (...) los periodos de depresión
son mucho mas complejos. En primer lugar son mucho mas visiblemente
desiguales. Hay regresión, estancamiento, retraimiento, tiempos
difíciles, pero no para todos. La producción total de la economía –
mundo tomada en su conjunto puede permanecer constante en términos
del valor global o del a cantidad per cápita, pero esto puede ser el
resultado del aumento de la producción en ciertas áreas o de la tasa de
productividad, o de ambas cosas, contrarrestado por una disminución
en otras. Los salarios reales de quienes tienen empleos pueden
aumentar, pero el porcentaje de desempleo también puede aumentar.
(Wallerstein:2003:177)

La violencia como constante en todas sus formas, (cuyos casos mas extremos han sido
los campos de exterminios masivos de uno y otro color político) ha sido llevada a cabo
tanto en las fases ascendentes como en las fase descendentes del ciclo económico. Basta
recordar la violencia racial que en los Estados Unidos se ha llevado a cabo en contra de
los afroamericanos, este fenómeno ha sido transversal a la fase económica. Las formas
violentas de exclusión se han dado a veces en la “naturalidad” de la fase “democrática”
y otras como síntoma de una aceleración histérica, no de proyectos alternativos al
capitalismo, sino de economías de “libre comercio” u otras “centralizadas” altamente
productivas como la soviética y la alemana, cuyos reversos violentos fueron
respectivamente el gulag y la shoah. No hay que olvidar que ambas experiencias se
llevaron a cabo en la fase A del ciclo económico de Kondratieff, por lo tanto podemos
asegurar que la violencia extrema, esto es sacando las formas “suaves” que finalmente
no tiene por resultado los asesinatos masivos, es inherente al sistema y representa en sí
misma, la condición de posibilidad de la lucha de clases, paradigma al cual el autor
adhiere explícitamente:

Vivimos en un sistema en el que ha habido una lucha de clases


permanentes. Vivimos en un sistema que ha supuesto la polarización

34
continua de las poblaciones, en términos económicos políticos, sociales
y ahora incluso demográficos (Wallerstein:2005b:50)

En resumen, para nosotros el mismo concepto de fin de sistema y su contraparte el


desarrollo son categorías que se desvanecen en el aire en cuanto intentamos
explicitarlas, cuya necesidad teleológica radica en lo traumático que resulta asumir las
contradicciones internas en las cuales las sociedades contemporáneas se estructuraron
en su historia, su presente y su devenir. Esta cuestión no carece de importancia en tanto
la función de una teoría no es otra sino la de ser la matriz desde la cual se construyen
posiciones filosóficas, políticas y las también denominadas políticas públicas, fuera de
todos los otros constructos de los que se nutre la actividad política. Lo anterior llama
poderosamente la atención, pues el anteponer a una época la etiqueta de crisis o avizorar
como posibilidad el fin del sistema, y o incluso un lugar como el desarrollo puede ser
capitalizado, desde diversos lugares, incluso desde aquellos indeseados e impensados
por el mismo autor. La estética de la emergencia acompañada del desmembramiento del
tejido social, son el terreno ideal para proyectos de corte antidemocráticos, de derechas
o izquierda. En esta misma línea, podríamos asegurar que la idea wallersteiniana del fin
del sistema, se corresponde fielmente con la imagen suavizada de sino un colapso al
menos un devenir tan incierto, que no puede siquiera ser puesto en palabras, esto aun
echando mano a los recursos “sistémicos” provistos desde la ciencia social, la
termodinámica y la física:

[...] Las tendencias seculares están llegando a asíntotas que no pueden


cruzar. Quiere decir que los mecanismos que se han usado hasta este
punto para regresar el sistema a equilibrios relativos ya no funcionan,
pues tiene que mover el sistema muy cerca de su asíntota. Quiere decir,
en lenguaje hegeliano, que ya es imposible contener las contradicciones
del sistema. Quiere decir, en el lenguaje de las ciencias de la
complejidad, que el sistema se ha alejado de su equilibrio, que está
ingresando a una etapa de caos, que sus vectores se bifurcan y que
eventualmente se creara un nuevo sistema o nuevos varios sistemas.
Quiere decir que el ruido en el sistema, lejos de ser un elemento que se
pueda ignorar, pasará a primer plano. Quiere decir que el resultado es
intrínsecamente incierto y que es creativo (Wallerstein:2005b:205)

Tomando en cuenta lo anterior no podemos olvidar que para Wallerstein los agentes
reales del cambio histórico son los movimientos antisistémicos, los que en la
particularidad de sus luchas propias (por lo general de carácter cultural: racistas y
sexistas, según Wallerstein), son los únicos que como contraparte a la acción del capital,
pueden presionar hacia la creación de un nuevo sistema, mejor o peor que el anterior. La

35
posición por excelencia de los grupos antisistémicos tal como Wallerstein los connota,
esta dada principalmente por presentar una lucha, un movimiento18 o resistencia.

Dentro de la lógica de la acción, del movimiento, ¿no es acaso la figura del


emprendedor el reverso de la figura del sujeto antisistémico que opera al margen, pero
siempre en “oposición” o sea, en relación directa con el sistema? (que en este sentido es
ambivalente pues se sirve tanto de reflejo del sistema cultural como del sistema
comercial) así el emprendimiento es la acción mediante la cual el sujeto o una
determinada colectividad particular logran insertarse formalmente19 en el mercado, a
través de por ejemplo un microcrédito proveniente de un banco para la superación de la
pobreza, fondos o cualquier otra forma de financiamiento. Por contraparte en el caso de
la teoría de sistema – mundo el particular que compone los movimientos antisistémicos
es por, excelencia la figura de aquel que en un principio se define en oposición al
sistema por alguna condición particular ya sea de carácter cultural, religioso, sexual, etc.
siempre con el objetivo final de ser visibilizado, escuchado e integrado (anunciar en una
pancarta en letras muy grandes algo, no puede tener sino la finalidad de ser puesto en el
Orden Simbólico). Ambas figuras, tanto la del emprendedor como la del antisistémico,
son figuras que se anulan en cuanto el sistema reconoce, integra y domestica sus luchas
particulares, dejando tras de sí el estrato de la subalternidad intacto:

En nuestra vida diana, deseamos (o pretendemos desear) cosas que no


deseamos realmente, de modo que, en último término, lo peor que nos
puede ocurrir es que logremos lo que «oficialmente» deseamos. La
felicidad es, por lo tanto, inherentemente hipócrita: es la felicidad de
soñar cosas que realmente no queremos. Cuando la izquierda actual
bombardea al sistema capitalista con reivindicaciones que
evidentemente éste no puede cumplir (¡Pleno empleo! ¡Continuidad del
Estado de Bienestar! ¡Plenos derechos para los inmigrantes!), está
básicamente jugando a un juego de provocación histérica: se dirige al
Amo con una exigencia que a éste le será imposible cumplir y que
pondrá, por lo tanto, de manifiesto su impotencia. No obstante, el
problema de esta estrategia no consiste únicamente en que el sistema no

18
Dentro de este marco sería muy interesante investigar hasta que punto la noción Wallersteiniana de
Movimiento puede encontrar su origen en la obra del psicoanalista Gilles Deleuze. Si existe tal
coincidencia, esta no ha sido declarada por parte de Wallerstein.
19
La connotación “formalmente”, en este caso tiene un carácter taxativo, puesto que no tiene ninguna
lógica desconocer la existencia de mercados paralelos completamente activos, desde la piratería en todas
sus formas, hasta el mercado de las drogas, los que paradójicamente han sido desde siempre parte
constituyente del “mercado mundial” o “sistema - mundo” etc. y no una excepción. En este sentido, como
no recordar las muchas menciones al Mercado Negro en la época de la Unidad Popular como si aquella
figura hubiese sido la anomalía que finalmente causó el colapso del régimen. El contraste que balancea
esta contradicción es sin duda la versión documentada del financiamiento del gremio de los camioneros
por parte de agencias estadounidenses: “el sistema no esta realmente descompuesto en subsistemas
autónomos y antagonistas que separan dinero no mafioso de dinero mafioso. Aliarse a uno y combatir al
otro sería el único medio de corporizar una frontera (...) pero esta es una frontera entre los hombres y no
entre los capitales”. (Joxe:2003:125)

36
puede cumplir estas reivindicaciones, sino además en que aquellos que
las reclaman no quieren realmente verlas realizadas. Por ejemplo,
cuando los académicos <radicales> exigen plenos derechos para los
inmigrantes y la apertura de las fronteras, ¿son conscientes de que la
ejecución directa de esta reivindicación podría, por razones obvias,
inundar los países occidentales desarrollados con miles de recién
llegados, hecho que provocaría una violenta reacción racista por parte
de la clase obrera, que, a su vez, pondría en peligro la posición de
privilegio de estos mismos académicos? Evidentemente lo son; sin
embargo, cuentan con el hecho de que sus exigencias no se cumplirán;
de este modo, pueden perseverar hipócritamente su conciencia radical
clara mientras continúan disfrutando de su posición
privilegiada.(Zizek:2005)

¿no son acaso los límites legales del emprendimiento y los de la acción política
antisistémica, el fraude y el atentado terrorista síntomas de la impotencia de las
categorizaciones propuestas? En este caso, al traspasar las formas “legales” la
desviación misma se constituye en una particularidad contradictoria y los conceptos se
desdibujan, quedan sobrepasados y pierden toda la efectividad de su significación
primigenia. El sistema es capaz de admitir todo aquello que de un momento a otro
pueda significarle una rentabilidad:

Tras el fracaso de los grandes sueños de 1968, algunos estudiantes


radicales intentaron realmente hacer la revolución por su cuenta
formando bandas armadas terroristas, pero, aunque estos movimientos
recibieron mucha publicidad (con lo que alcanzaron por lo menos uno
de sus principales objetivos), rara vez tuvieron una incidencia política
seria. Donde amenazaron con tenerla, fueron suprimidos rápidamente
en cuanto las autoridades se decidieron a actuar: en los años setenta,
mediante la brutalidad extrema y la tortura en las «guerras sucias» de
América del Sur, o mediante sobornos y negociaciones por debajo de la
mesa en Italia. Los únicos supervivientes significativos de estas
iniciativas en la década final del siglo eran los terroristas vascos de
ETA y la guerrilla campesina, teóricamente comunista, de Sendero
Luminoso en Perú, un regalo indeseado del personal y los estudiantes de
la Universidad de Ayacucho a sus compatriotas. (Hobsbawm:1998:320)

Si nos centramos en el ámbito de la innovación, mas allá de las promesas de energías


limpias, desarrollo sustentable y toda la trama ecológica que de cierta forma blanquea
las distintas iniciativas capitalistas - claramente en el contexto de una crisis
medioambiental de carácter global - ¿no son acaso las nuevas formas de protestas de

37
los movimientos antisistémicos, en sus formas virtuales20 la mayor parte de las veces, o
físicas (las manifestaciones “culturales” y “artísticas”) como El foro social mundial
como contraposición a las reuniones de Puerto Davos o los constantes enfrentamientos
entre manifestantes y policías, en cada reunión de presidentes del G7,formas
innovadoras de protesta? A nuestro entender, estas manifestaciones representan las dos
caras de una misma moneda, esa moneda es el sistema ansioso de reproducirse. Estas
analogías sirven para reflejar la inmanencia constitutiva entre planos que formalmente
aparecen significados como antagonistas, el de lo subversivo por una parte y el del
stablishment por la otra. Planos que en el final del tiempo terminan anulándose y
fundiéndose, en la inconsciente tarea de reproducir su misma existencia.

Proponemos que la figura de los movimientos antisistémicos no es sino, puramente


simbólica, que su acción, aun cuando pudiera ser efectiva en cada uno de sus terrenos
particulares, no representa ningún riesgo significativo o sustancial frente a la lógica del
capital. Si según Wallerstein, el sistema – mundo capitalista, será reemplazado por otro
sistema, mejor o peor que el anterior, nuestra hipótesis es que si algo así llegase a
suceder, aquel tránsito no se dará por la acción política de los movimientos
antisistémicos, pues la protesta ha perdido su significación y hoy es parte integrante de
las mismas lógicas políticas del sistema. Quizás lo casos mas evidentes de esta
contradicción total puedan ser el turismo revolucionario de europeos acomodados y “de
izquierdas” hacia zonas “calientes” de América Latina, Venezuela Bolivia o México. El
merchandising generado con las imágenes de los guerrilleros de antaño y la
identificación de grandes masas con aquel tipo de fetichismos. La naturaleza puramente
simbólica del sentirse parte de un movimiento ficticio dentro del movimiento Real que
supone la lógica espectral del capital en una era en la cual se nos repite incesantemente
la abolición de la antinomia derecha – izquierda nos ha legado la triste fascinación, que
producen las explicaciones relacionadas con tramas conspirativas que seducen a estratos
amplios de las poblaciones menos doctas y también del mundo de la Universidad.

20
“Lo real sigue siendo violentamente desigual, competitivo, brutal, indolente. No basta con tener una
máquina en la que podamos decir lo que pensamos para acceder a la igualdad. En realidad, cuanto más se
expande ese tipo de igualdad ilusoria, menos poder tiene la gente. Observe la crisis que vivimos:
estábamos todos conectados y de pronto irrumpió la realidad para decirnos: ¡Atención, de pronto todo se
puede derrumbar! La crisis vino a recordar que esta suerte de euforia igualitaria en la cual estábamos era
artificial. En el mundo competitivo la igualdad es siempre artificial. Y esa igualdad artificial puede ser
una igualdad tecnológica justamente porque la tecnología es un artificio” Entrevista a Alain Badiou,
Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/subnotas/156370-50184-2010-11-06.html

38
SEGUNDA PARTE

39
EL PRESENTE: ENTRE EL IMPERIALISMO Y LA HEGEMONÍA

“La última vez que a los EE.UU le alcanzó con chasquear los dedos para
obtener lo que quería fue el 11 de septiembre de 1973, cuando organizó el
golpe militar en Chile y puso a Pinochet en el poder”

Immanuel Wallerstein.

Los Estados Unidos son por una parte una potencia complejísima, con claras
pretensiones hegemónicas, como cualquier potencia que se precie de tal condición y por
otra un poderoso síntoma de la incoherencia teórica con la cual se está tratando de
definir conceptualmente el actual orden del mundo, y mas precisamente la fase actual de
la economía capitalista. Teniendo en cuenta estos principios, la forma de acercarnos
hacia ellos nos debería demostrar que todas las hipertrofias de las que aquel país ha sido
sujeto, son funcionales a una falta inscripta de forma evidente en el terreno de la teoría
crítica, pero atribuible a la teoría en general. Por otro lado y para completar el cuadro
debemos tener en cuenta que la figura de la “Posguerra Fría” intenta definir la situación
actual solo como un “posterior” temporal que por no ser fácilmente historiable es muy
difuso, y dado el caso, puede no decir nada.
De todas formas existen por fuera de las definiciones del stablishment norteamericano,
y mas precisamente en las denominadas teorías criticas, algunos puntos de vista que nos
pueden ser de utilidad para empezar a formarnos una imagen de los años posteriores a la
Guerra Fría.

Para realizar una primera aproximación debemos tener en cuenta que para usar una
conceptualización tan en boga como la de “Imperio”, hay que tener presentes al menos
dos condiciones básicas: la primera es que no se debe usar en un sentido enteramente
literal - descartando así la figura de un Imperio Estadounidense - esto es: básicamente
para designar experiencias históricas, como se usa pertinentemente para designar a
imperios territoriales como el Romano o el Chino, u homologar la terminología a las
experiencias imperiales europeas mas tardías como la española o la británica. La
segunda acepción al uso del concepto, (Presente tanto en “Imperio” de Hardt & Negri,
como en “El Imperio del Caos”, de Alaín Joxe) roza evidentemente la metáfora - mas
allá de las particularidades de cada uno de los casos - y puede relegarnos a una siempre

40
arriesgada y azarosa interpretación del Todo, la suposición de una especie de meta -
teoría definitiva del orden mundial, cuestión que debe desecharse.

Solo teniendo en cuenta lo anterior podremos aceptar la eventualidad de que si una


figura como tal “emerge”, debe ser al final y no al inicio de la investigación de una
situación hegemónica concreta, pues solo en el estudio del grado de hegemonía asoma
la posibilidad de designar al Imperio de “x” en “y”.

Bajo esta premisa la figura del Estado Hegemónico puede arrojarnos cierta claridad solo
si se descarta de plano una situación en la que aquel funcione como un imperio “en red”
y no territorial, pues en nuestro presente el control total de las interacciones ya sea en
las esferas militar, cultural, ideológica o económica es imposible, sin por ello
descartarse la predominancia de un patrón u otro en un terreno especifico. La cuestión
fundamental, será en nuestros tiempos, desechar toda tentación geopolítica que pretenda
consignar a la “entidad geográfica” y no “la idea” como el mas caro de los
colonizadores:

Esta crítica política del saber no consistiría tampoco en poner al


descubierto la presunción de poder que habría en toda verdad afirmada,
pues créanme otra vez, la mentira o el error son abusos de poder
semejantes. La crítica que les propongo consiste en determinar en que
condiciones y con que efectos se ejerce una veridicción, es decir, una vez
mas, un tipo de formulación dependiente de ciertas reglas de verificación
y falseamiento [...] Creo que lo que tiene una importancia política actual
es determinar con claridad cual es el régimen de veridicción que se
instauro en un momento dado: justamente aquel a partir del cual
podemos reconocer, ahora por ejemplo que los médicos del siglo XIX
dijeron tantas necedades sobre el sexo. Recordar que los médicos del
siglo XIX dijeron muchas necedades sobre el sexo no tiene ninguna
importancia desde un punto de vista político. Lo que políticamente tiene
su importancia no es la historia de lo verdadero, no es la historia de lo
falso, es la historia de la veridicción. Eso es lo que quería decirles con
referencia a esta cuestión del mercado o, digamos, de la conexión de un
régimen de verdad con la práctica gubernamental. (Foucault:2007:54 y
55)

La reflexión de Michel Foucault, debiese llamarnos la atención sobre todo en el hecho


de que en nuestra vida cotidiana, creemos y actuamos respaldados por un “régimen de
veridicción” que no es otro que el propuesto por el sistema Capitalista (aun cuando no
lo sepamos claramente), esto es la aceptación plena de la Utopía Liberal o Teoría de la
torta, en tanto camino último de la humanidad para arreglárselas con su misma
reproducción y distribución21. De esta forma hemos llegado a naturalizar ciertos

21
Ante esta realidad teórica y discursiva, política y en ultima instancia empírica sostenemos una posición
mas bien ética, puesto que en la experiencia histórica mas reciente ni los Estados, ni el Mercado han
resuelto terminar la desigualdad, sumándonos a las palabras de Armando Uribe: Considero que no hay un
por qué humano – prescindiendo de la ciencia y la técnica – para que necesariamente cada año deba ser

41
conceptos, como Desarrollo o Libertad, sin tener en cuenta que según los contextos
específicos bajo los cuales se articulan, estos pueden significar cuestiones
completamente distintas e incluso en muchos casos contradictorias a esos caros
principios.

Sabemos, por medio de nuestro análisis que el atribuir a un solo Estado nación o
economía particular, la calidad per se de hegemónica - tal como vimos anteriormente
en el caso de la teoría de los sistemas - mundo - incurre en el error fundamental, de
dotarle de una imposible omnipotencia dentro del sistema interestatal, no falto de
potencias, cada una con sus particularidades, deseos y formas de influir. Sin embargo,
lo que no podemos descartar es la posibilidad de la predominancia de una idea o
ideología determinada y determinante. La figura del pensamiento único Orwelliano es
una metáfora de aquello, que por lo demás, aparece con frecuencia en distintos tipos de
análisis. Por lo tanto deberíamos restablecer la posibilidad, siempre potencial de la
primacía y el carácter predominante o hegemónico de una idea particular.

Si bien, los últimos acontecimientos tales como la crisis económica, con epicentro en
los Estados Unidos, vinieron a desvelar de forma definitiva, el carácter de falsa finesse
teórica de la economía neoliberal que promulga desde los países centrales hacia fuera un
mercado desregulado, bien cabría una reflexión acerca del estatus de certeza y del
alcance que esta tuvo en los años posteriores al derrumbe del sistema soviético.
Afortunadamente aquella <<veridicción>> hoy se encuentra cuestionada a viva voz, lo
que si bien es potencialmente decidor, puede también desvanecerse rápidamente ante la
ofensiva fundamentalista de mercado.

Comprender lo anterior adquiere una importancia fundamental en toda aquella


pretensión teórica que quiera ilustrar una “descripción del mundo” y sobretodo, aquella
que se reclame a sí misma como “latinoamericanista” o al menos tenga la esperanza de
ser un instrumento político en pos de la creación de un sistema regional, pues reconocer
los limites y las posibilidades de una entidad en particular (sea este un país, una idea o
un sistema), puede hacer la diferencia entre una política exitosa y un fracaso. Al interior
de un sistema el no tener claras las coordenadas, se paga caro, subestimación y
sobredimensión son las dos caras de la moneda del error.
En aquel sentido se debe tener en cuenta que la única condición de posibilidad para la
existencia de una hegemonía, es la de ser la subsidiaria de una Ideología, en un terreno
espacio – temporal concreto: Momento y lugar. Individuos concretos.

mejor que el anterior, y de hecho con estas fluctuaciones cíclicas, esto no ocurre en la realidad efectiva
de los países desde que se cuenta con las estadísticas del caso. Pero hay, claro, una intención de que
siempre sea un crecimiento indefinido. Considero mucho mas importante que el crecimiento de los
bienes, la distribución anual, mensual, cotidiana de esos bienes. De modo que opto, no por el
crecimiento, sino por una justa distribución, cualquiera que sea el crecimiento o decrecimiento.

42
Hegemonía y dominio no son sinónimos, puesto que la ocupación militar carece de la
faceta de legitimidad que una hegemonía exige para establecerse y perdurar en el
tiempo. La hegemonía tiene necesariamente una faceta de elección voluntaria por parte
de quienes han decidido sumársele, por mas que una elección como aquella pueda
traicionar los principios elementales de la soberanía de una republica.

De esta forma no es posible hablar de una hegemonía norteamericana en países como


Irak o Afganistán, en pleno proceso de invasión, donde aún cuando en declive, la
violencia sigue siendo la lógica constitutiva de lo que el capital ha determinado para ese
país. En este caso la hegemonía es tan solo potencial y podría (o no) llegar a constituirse
tras aquel “acto” fundadacional de violencia. Aquella situación sucedió en Chile en
1973 con el Golpe militar, pues existe consenso, sobretodo a nivel internacional mas
que local, de que la fase neoliberal del capitalismo contemporáneo se inició aquí. La
hegemonía norteamericana, la precedía.

En términos del contexto general, la caída del sistema soviético no simplificó las cosas
en lo que a la apreciación geopolítica del mundo se refiere. De cierta forma la
bipolaridad de la guerra fría ofrecía un panorama tranquilizador y simplificado del
mundo: dos zonas o formaciones “imperiales”, sus cabezas visibles y sus satélites.
Fuera de un tercer estrato menos conocido, el de los No alineados, cuya importancia
política quedará solo quedara demostrada por el peso político especifico que Cuba
significa para la región latinoamericana. Para simplificar el panorama se tuvo como
certeza por largo tiempo al socialismo “real” por un lado y por el otro, al mundo libre.
Sin embargo esa creencia se rompió de golpe con la caída de la URSS y no vino a
reemplazarla ninguna certeza evidente y creíble. La pretendida bipolaridad puede
juzgarse mejor por sus resultados, como un instrumento político al servicio de las - en
ese entonces - dos grandes potencias mundiales mas que como una realidad empírica
con las connotaciones ideológicas que le inspiraron de bando y bando.

La “falta22” de la Unión Soviética dejó un vacío en la conceptualización que se usaba


con excesiva seguridad para describir al mundo, rápidamente y mejor posicionadas
argumentando la caída sin asistencia de los socialismos reales, las derechas en todos
lados, han venido capitalizado la situación, por un lado dando por terminada la historia
y con ello también, la antinomia izquierda/derecha, y por el otro, extendiendo la
posibilidad del “mundo libre” por todo el orbe, decretando de paso el advenimiento del
mundo post - ideológico.

A su vez las izquierdas se han sumido en un letargo exasperante, dominado por una
visión forzadamente catastrófica, que hace guardia a la espera de una crisis final del
capitalismo que nunca llegará. Cada vez mas inoperante, esta visión ha anulado la

22
En éste contexto, el término “Falta” hace mención a la ausencia conceptual y al <<lugar vacío>> que
dejó fuera de juego al discurso de la Guerra Fría, producto de la desaparición del sistema soviético y no a
una nostalgia oculta por parte del autor hacia dicho sistema.

43
fuerza política de las izquierdas a nivel mundial (en menor grado en Latinoamérica) y
amenaza con terminar con estas como expresión política coherente dentro del sistema
mundial, eso, si en buena parte del mundo tal hecho no está ya consumado.

La cuestión del advenimiento del caos, presente en las teoría criticas y no solo en
Wallerstein, no puede sino ser un comodín (mas bien un significante vacío) al servicio
de cualquier momento, en una u otra postura teórica. La situación mundial, en tanto
inacabada y constituyente de sí misma, siempre ha sido caótica o ha estado sometida al
caos, nunca mas ni menos que hoy. Este hecho de ninguna forma ha frenado la
posibilidad de una configuración, que no es tan mínima ni “anárquica” como se nos
quiere forzar a creer desde distintos lados.

Los consensos amortiguan el choque, pero la conceptualización y la teoría se


demuestran impotentes para describirnos o al menos darnos la posibilidad de poner en
palabras una semblanza del actual orden mundial. El concepto de Unipolaridad ha caído
en desuso y la posibilidad de la multipolaridad es aún difícil de sostener, aun cuando
cada vez mas se acerca a la pertinencia. De todas formas la posibilidad de una
articulación lógica que ponga al mundo en palabras como conceptos unívocos es tan
disfuncional como forzar los acontecimientos a un molde teórico concreto, esta
constatación lejos de ser un problema, debe asumirse sin mas como antídoto ante
cualquier pretensión teórica que le oculte tras un manto de certezas inexistentes.

¿Como debemos entonces proceder seguramente en la conceptualización a usar? La


respuesta a esta pregunta no puede sino, tener un marcado tinte histórico, por lo tanto, si
bien asumíamos a la guerra fría como el contexto predominante hasta la caída de la
URSS, debemos cuestionarnos acerca de si ¿podemos automáticamente asumir algo
como un Imperio Estadounidense?

Comúnmente se supone que en alguna determinada ocasión de los


tiempos prehistóricos se “inventaron” las ideas mitológicas básicas por
algún inteligente filosofo anciano o profeta y que en adelante, fueron
creídas por el pueblo crédulo y carente de sentido crítico. Se dice que las
historias contadas por un sacerdocio a la búsqueda no son “verdad”
sino solo “pensamiento anhelante”. Pero la misma palabra “inventar”
deriva del latín invenire y significa “encontrar” y de ahí encontrar algo
“buscándolo”. En último caso, la propia palabra insinúa cierto
conocimiento anticipado de lo que se va a encontrar. (Jung:1984:77)

Bajo esta premisa podemos comprender el hecho de que si en el actual sistema


hegemónico o ideología hegemónica, buscamos un Imperio, de seguro lo
encontraremos. De ahí en mas, tanto el tema de la nominación del objeto, y las
posibilidades de encontrar soluciones para el problema de las relaciones políticas entre

44
países “menores” y potencias pasa a ser un problema de carácter eminentemente
político.

Es difícil imaginar una estrategia política que se sustente en sí misma sin buscar un
“otro” frente al cual definirse, la coherencia con este objeto es fundamental. Como
constatación acerca de la situación actual Wallerstein hace una útil observación:

Los imperios fueron una característica constante del panorama mundial


a lo largo de cinco mil años. Existieron varios imperios en diversas
partes del mundo de forma continua en cualquier momento dado. La
centralización política de un imperio constituía al mismo tiempo su
fuerza y su mayor debilidad. Su fuerza se basaba en el hecho que
garantizaba flujos económicos desde la periferia hacia el centro por
medio de la fuerza (tributos e impuestos) y de ventajas monopolísticas en
el comercio. Su debilidad yacía en el hecho de que la burocracia
necesaria para su estructura política tendía a absorber un exceso de los
beneficios, especialmente cuando la represión y la explotación
originaban revueltas que aumentaban los gastos militares. Los imperios
políticos son un medio primitivo de dominación económica. Si se quiere
plantearlo así, el logro social del mundo moderno consiste en haber
inventado la tecnología que hace posible incrementar el flujo de
excedente desde los estratos inferiores a los superiores, de la periferia al
centro, de la mayoría a la minoría, eliminando el <<despilfarro>> de
una superestructura política excesivamente engorrosa. (Wallerstein:
2007: 21 y 22)

En el mismo sentido en que Wallerstein propone la superación del vocablo Imperio para
designar la forma moderna (o posmoderna) de dominio, exacción y apropiación, que
sirve como contexto a la reproducción capitalista, está contenida la estricta lógica del
Imperio, pues la superación de tal condición – al menos para Wallerstein - no es mas
que una realidad en función de la tecnología, por una aguzada efectividad de esta
última.

Por lo tanto, siguiendo el mismo razonamiento, cabe el hecho de preguntarnos por al


menos dos situaciones distintas: la primera es ¿no se precipita Wallerstein en dar por
muerto el uso del concepto? Y la segunda, es asumida la no existencia formal de un
Imperio ¿en que se diferencia esta nueva forma, mas allá de lo meramente tecnológico?
Para dar respuesta a esta pregunta, nosotros argüimos el concepto de hegemonía, el que
como aviso previo, no debe ser tomado en ningún caso como intrínsecamente benigno.
La hegemonía de una idea puede ser en términos de violencia (física, ideológica o
psicológica) peor que la violencia brutal de un Imperio conquistador o depredador.
Puede no llamar explícitamente a ningún tipo de violencia en particular (aun cuando se

45
reserve el hacerlo) pero en su funcionamiento “normal” la condición de la violencia
pasa en ocasiones de la importancia al fundamento último.

En nuestra visión y para salir de cierta estandarización corriente, nos alejaremos de la


figura del Imperio. Decisión política que no tiene que ver necesariamente con el hecho
de que podamos afirmar, a ciencia cierta que los Estados Unidos no hayan poseído
aquella condición, aun cuando cabe puntualizar que de haber existido, esta fue en un
ámbito reducido, occidental. Nuestro argumento tiene mas que ver con la intuición de
que aquella condición ha dejado de ser pertinente y otorga a dicho país una
omnipotencia que nunca procedió como tal, ni menos ahora, distante de los tiempos
gloriosos de dicho país. Bastan algunos indicadores para demostrar esta condición:

“En 1945, el producto nacional bruto norteamericano representaba mas


de la mitad del producto bruto mundial, y el efecto de dominación fue
mecánico, inmediato. Ciertamente, el comunismo se extendía, hacia
1950, por el corazón de Eurasia, de Alemania del Este a Corea del
Norte. Pero los Estados Unidos, potencia naval y aérea, controlaban
estratégicamente el resto del planeta con la bendición de una multitud de
aliados y clientes cuya prioridad era la lucha contra el sistema soviético.
La hegemonía norteamericana quedó instaurada con la aprobación de
buena parte del mundo, y pese al apoyo que numerosos intelectuales,
obreros y campesinos proporcionaron, aquí y allá, al comunismo. [...]
Entre 1950 y 1990, la hegemonía sobre la porción no comunista del
planeta casi hubiera merecido el titulo de Imperio. Sus recursos
económicos, militares e ideológicos proporcionaron a Estados Unidos,
durante un tiempo, todas las dimensiones del poder imperial. La
predominancia de los principios económicos liberales en la esfera
dirigida política y militarmente desde Washington ha acabado
transformando el mundo – es lo que llamamos <<globalización>> - .
Por otra parte, también ha afectado profundamente la estructura interna
de la nación dominante, debilitando su economía y deformando su
sociedad. Al principio el proceso fue lento, progresivo. Sin que los
actores de la historia se diesen realmente cuenta, quedó establecida una
relación de dependencia entre Estados Unidos y su esfera de influencia.
A comienzos de los años setenta, apareció el déficit comercial de Estados
Unidos, elemento estructural de la economía mundial. El
derrumbamiento del comunismo acarreó una dramática aceleración del
proceso de dependencia. Entre 1990 y 2000, el déficit comercial
estadounidense pasó de 100.000 a 450.000 millones de dólares. Para
equilibrar sus cuentas exteriores, los Estados Unidos necesitan un flujo
de capitales exteriores de volumen equivalente. En este comienzo del
tercer milenio, ya no pueden vivir solo de su producción. En un momento
en que el mundo, en vías de estabilización educativa, demográfica y

46
democrática , está a punto de descubrir que puede prescindir de los
Estados Unidos, éstos descubren que no pueden prescindir del mundo”
(Todd:2003:18)

El problema que se plantea tras estas constataciones no es menor, pues el solo hecho de
concebir a unos Estados Unidos alejados de la imagen todopoderosa que se han
conferido a sí mismos y que, en buena medida y por distintos motivos políticos y
estratégicos, las distintas izquierdas Latinoamericanas han ayudado a cultivar, resulta
problemático. Y sin embargo frente a la evidencia histórica, no podemos descartar de
plano la vocación imperialista (y no imperial) de los Estados Unidos. Un imperio es
algo mas que la externalización del dominio de un lugar determinado y los pactos con
los grupos dominantes. Nuestra intención es trabajar exactamente en la dirección
opuesta al transito propuesto por Hardt & Negri en Imperio, y que se explica mas
adelante. Queremos demostrar que el transito desde el Imperialismo al Imperio, está
lejos de ser una afirmación empírica concreta y que descartar al imperialismo puede
constituir una nefasta apreciación estratégica y una peor opción política.

47
Latinoamérica: ¿entre el Imperialismo Norteamericano y el Imperio a secas?

“Históricamente, la faz gubernativa del imperialismo norteamericano


presta una atención máxima a1 control militar ; mientras la faz privada del
sistema imperialista se dedica al control económico. Ambas funciones
componen la supremacía política”.

Armando Uribe

La primera trampa que esta opción plantea es claramente la forma en la cual está
formulada la pregunta, a lo que se quiere apuntar con esta falsa elección entre
Imperialismo Norteamericano e Imperio a secas, es a la inesperada emergencia del
concepto Hegemonía como tercer elemento constituyente de la ecuación. Un concepto,
que como todos, debe ser comprendido mediante la identificación de una trama (cadena
significante) precisa. Hegemonía apunta claramente como el punto nodal o significante
Amo de este ensayo, a dar coherencia a las relaciones de poder establecidas en un
contexto especifico. En ese sentido, claramente los Estados Unidos y sus socios
centrales, en especial la Unión Europea, llevan la delantera en lo que respecta al
conocimiento y al aprovechamiento o si se quiere a la supremacía discursiva y política,
en todos los sentidos de América Latina, aquella realidad es indesmentible.

Sin embargo, o quizás precisamente por ello y en consonancia con aquella visión
sobredimensionada de los Estados Unidos se han levantado ciertos proyectos teóricos,
especialmente desde las Izquierdas Europeas que, aún cuando claramente no son
satisfactorios como sustento para proyectos políticos en los países de América Latina y
que permiten, por decirlo de forma bastante cruda, librar de la responsabilidad política
que a los europeos de occidente les correspondería el asumirse claramente como parte
integrante del sistema Norteamericano, nos permitirán extraer algunas lecciones útiles.
En este mismo sentido cabe destacar que la temática referente al poder de los Estados
Unidos nunca abandonó las preocupaciones de los teóricos Latinoamericanos23, sin
embargo, la violencia que sobretodo durante la segunda mitad del siglo XX los Estados

23
El único país Latinoamericano que se ha planteado como “El otro” del sistema norteamericano, ha
sido, ya por largos años Cuba, ha sido además el único país que utilizó siempre la figura de “Imperio”
para referirse a la potencia del Norte, esto nos lleva a dos preguntas básicas: La primera es si acaso ¿sería
posible en un Imperio un enclave como Cuba? Y la segunda, autoinvalidante con la primera: ¿no es acaso
Cuba el síntoma definitivo de la no existencia de un Imperio Norteamericano?

48
Unidos, externalizaron24 en las oligarquías y los ejércitos Latinoamericanos so pretexto
de la doctrina de la seguridad Hemisférica, socavó de manera importante la distancia
analítica necesaria para plantearse respecto al Otro del Norte. Los motivos van desde el
asesinato de intelectuales de izquierda, el exilio e incluso el asesinato simbólico no solo
de individuos concretos, sino también de ciertas figuras y conceptos teóricos - en un
país como Chile, al menos en materia de relaciones internacionales, el mas evidente de
estos “asesinatos” es el de los conceptos “imperialismo” y “Capitalismo”.

La disciplina histórica mas aguda, la mas de las veces, y el actuar de la justicia, las
menos, han logrado poner en evidencia la connivencia de los Estados Unidos en
procesos como la Operación Cóndor25, los que si bien fueron planeados con una fuerte
impronta ideológica “antimarxista” proveniente en distintas formas y por distintos
canales desde los Estados Unidos, fueron ejecutados de forma bastante brutal por
latinoamericanos. Acá se debe ser lo suficientemente claro para comprender que la
injerencia tuvo un limite y puede entenderse mejor en términos de conminación o
interpelación, que en términos de una acción concreta. Lo que viene siendo la prueba
última de la performatividad hegemónica del discurso de la Guerra Fría del cual los
Estados Unidos nutrieron a los ejércitos Latinoamericanos.
A través de la lectura de algunos proyectos teóricos, tal como hicimos anteriormente
con la teoría wallersteiniana intentaremos dar forma a un bosquejo conceptual que nos
permita prefigurarnos escenarios futuros.

24
Externalización en todo el sentido de la neolengua empresarial, esto es: el acto de subcontratar o
gestionar un servicio determinado por fuera de la empresa propia. Volveremos sobre este punto mas
adelante.
25
“Una de las acciones mas representativas de la guerra sucia en América Latina fue la Operación
Cóndor, consistente en una cooperación secreta de los servicios de inteligencia de los distintos países del
Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y hasta cierto punto Perú), cuyo objeto
era el intercambio de información sobre supuestos subversivos. La operación permitió a militares y
agentes de inteligencia desplazarse libremente por los distintos países participantes para así secuestrar ,
hacer desaparecer o asesinar a sus conciudadanos. La sede de la coordinación clandestina estuvo
radicada en Chile y sus bases fueron establecidas luego de un viaje del Coronel Manuel Contreras a la
sede de la CIA en Langley, Virginia, en 1975. A finales de noviembre de dicho año tuvo lugar en
Santiago de Chile un encuentro financiado por el régimen de Augusto Pinochet, para iniciar las acciones
contra las disidencias antidictatoriales. ( Sohr:2007:198)

49
Más allá del Imperio

La imagen del Imperio, propuesta por Antonio Negri y Michael Hardt, en Imperio ha
sido altamente consumida por parte de las izquierdas tanto en Europa como también en
los Estados Unidos y América Latina (lugar donde sin embargo ha encontrado mayor
resistencia) esto en primera instancia, por haberse constituido en un momento, por así
decirlo de incertidumbre general y no en menor medida por hallarse explícitamente
inscripta en la lógica de la resistencia, a la que podríamos denominar como “La”
postura, incluso de alcance mundial, hegemónica frente al capitalismo. Cabe destacar
que esta postura ha sido en gran medida transferida desde los movimientos
universitarios hacia aquellos denominados altermundistas, antisistémicos y/o contra
culturales. Nuevamente la figura del Discurso de la Universidad Lacaniano, aparece,
donde no se le espera.

Fiel al estilo foucaltiano propuesto por los autores, estos ven en la biopolitica la forma
que asume la política posmoderna, lo que puede traducirse como: Una imposición
intrínseca que rige de manera omnipotente y sin mas la vida de los individuos, (en
última instancia convertidos en lo que Agamben ha denominado homo sacer) y las
sociedades. Con la primacía de lo Policial, en tanto predominio de la vigilancia como
instrumento de control que quiere ser total y que, por otra parte genera como polo de
inmanencia una “resistencia” cuya máxima expresión es el aislamiento por medio de la
diferenciación cultural o de los modos de vida.

Esta lógica, como bien empieza a demostrarse, lejos de ser un instrumento político útil
en la lucha contra el capitalismo, convierte inesperadamente a la “resistencia” en el
extremo izquierdo del mundo post - político y post - ideológico liberal. A estas alturas
del análisis no es nada nueva la naturaleza teleológica propia de las teorías de izquierda,
que de esa forma y por otros medios “detienen la historia” y caen en el juego de la
inmediatez interpretativa, planteada a propósito de la tesis del fin de la historia, a la
espera del suceso mesiánico de turno.
El gran problema es que pese a sus aciertos, la teoría de Hardt & Negri, se demuestra
tremendamente incongruente en términos empíricos, puesto que retrocede en sus
posiciones iniciales a poco andar, dejando en evidencia la vanidad de algunos de sus
postulados:

El transito al Imperio se da a partir del ocaso de la soberanía moderna.


En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece ningún centro
de poder y no se sustenta en fronteras o barreras fijas. Es un aparato
descentrado y desterritorializador de dominio que progresivamente

50
incorpora la totalidad del terreno global dentro de sus fronteras abiertas
y en permanente expansión. El imperio maneja identidades hibridas,
jerarquías flexibles e intercambios plurales a través de redes adaptables
de mando. Los colores nacionales distintivos del mapa imperialista del
mundo se han fusionado y mezclado en el arco iris global imperial
[...]Muchos localizan en los Estados Unidos la autoridad última que
gobierna todos los procesos de la globalización y el nuevo orden
mundial26. Sus defensores consideran que los Estados Unidos son el líder
mundial y la única superpotencia y sus detractores denuncian a ese país
como opresor imperialista. Estas dos perspectivas se basan en el
supuesto de que los Estados Unidos sencillamente se pusieron el sayo de
poder global que las naciones europeas habían dejado caer. Si el siglo
XIX fue británico, el siglo XX fue estadounidense; o dicho de otro modo,
si la modernidad fue europea, la posmodernidad es estadounidense. El
cargo mas irrecusable que pueden presentar sus críticos es que los
Estados Unidos están repitiendo las practicas de de los antiguos
imperialistas europeos, mientras que sus defensores juzgan que los
Estados Unidos son un líder mundial mas eficiente y mas benévolo y que
están haciendo bien lo que los europeos hicieron mal. No obstante
nuestra hipótesis básica de que ha surgido una nueva forma imperial
contradice estos dos enfoques. Estados Unidos no constituye – y en
realidad, ningún Estado - nación puede hoy constituir – el centro de un
proyecto Imperialista. El imperialismo ha terminado. Ninguna nación
será un líder mundial como lo fueron las naciones europeas modernas
(Hardt&Negri:2006:13)

A la luz de los acontecimientos de la Ultima década, queda claro que Hardt & Negri se
precipitan en demasía al descartar al imperialismo norteamericano como forma política.
La practica imperialista de los Estados Unidos no se diluyó de ninguna forma con el
advenimiento de la posguerra fría. América Latina es un buen ejemplo de esto y las
experiencias de izquierda en Venezuela y Bolivia, atestiguan el acoso constante que por
parte de distintos aparatos estadounidenses sus proyectos han sido objeto. El
desplazamiento hacia la centro izquierda en la mayor parte de los países del continente,

26
nuevo orden mundial con minúsculas denota el tránsito histórico, o el concepto en movimiento del
orden interestatal contemporáneo, al menos en lo que se refiere al ámbito académico. Por otra parte
Nuevo Orden Mundial, con mayúsculas corresponde a una de las muy en boga teorías conspirativas de las
que forman parte, entre otros, los trabajos del cineasta norteamericano Alex Jones, muy de moda entre
los jóvenes y las corrientes altermundistas. En la misma línea se puede argumentar la trama propuesta por
documentales tales como Zeitgeist, que plantean la posibilidad de una Conspiración mundial llevada a
cabo por oscuras fuerzas, representadas por los sospechosos de siempre: El club Bildelberg, los
Rockefeller, Davos y la trama Judeo – masónica, enunciada ya a principios del siglo pasado en la URSS.
Sin embargo, estos Movimientos se entrelazan en un punto: el ataque a los organismos monetarios de
cabecera como el Banco Mundial, el Fondo monetario Internacional y otros. Quienes son en última ratio
designados como los “enemigos” de la humanidad. De ahí que no sea extraña la defensa que Negri hace a
las teorías conspirativas como una forma legitima, aun cuando errónea, de cuestionamiento al mundo
actual.

51
no puede sino juzgarse como una “toma de conciencia” en sí de muchos pueblos, que
ven en los Estados Unidos, mas que un potencial socio estratégico, una amenaza a sus
proyectos autónomos.

Pero la incongruencia no se detiene allí, una vez descartada la posibilidad del dominio
político del sistema mundial por una nación especifica, Hardt & Negri, dan un claro
giro, en nuestra visión, sensacionalista, apoyado en una interpretación particular de los
sucesos del 11 de Septiembre de 2001:

El equilibrio relativo entre el elemento militar monárquico (representado


esencialmente por el gobierno de Washington) y el elemento
aristocrático (representado esencialmente por las multinacionales, así
como por las organizaciones internacionales de regulación y de control
financiero), - aun dejando a un lado las instancias democráticas de
expresión de la multitud - esta rompiéndose. La estructura imperial y, en
particular el poder militar de Washington se afirman como un ejercicio
unilateral de violencia política. De este modo, el modelo imperial es
exaltado como una figura sacralizada: Bush es el emperador, la guerra
sale de sus manos como el rayo de las manos de Zeus. Después del 11 de
septiembre, el desarrollo de la soberanía imperial conoce una fortísima
aceleración. (Hardt & Negri:2008:23)

La cuestión de admitir el advenimiento del Imperio tras el 11 de Septiembre de 200127,


no es en absoluto propiedad de Hardt y Negri e incluso, ellos puntualizan el haber
construido los cimientos teóricos de su obra de forma anterior a dicho evento. Sin
embargo, ante tal tipo de interpretaciones, uno podría razonablemente preguntarse, ¿por
que un ataque en el corazón del Imperio es posteriormente significado como una
fortaleza de éste y no como un síntoma de evidente debilidad?

Este giro, hacia un Imperio ambiguamente no nacional, pero de todas formas


Estadounidense, tiene ciertas incongruencias evidentes que se denotan en los intentos de
forzar la inclusión de los sucesos en la teoría a medida que estos van apareciendo,
cayendo a veces en el absurdo:

La guerra que se incuba en todas partes del mundo ha sido finalmente


globalizada: Manhattan se parece a Ramallah. Las facciones en el
poder en EE.UU se aprestan a obtener los dividendos político de este
estado de guerra permanente después de haber impugnado los
dividendos bursátiles como el mismo Bin Laden no se privado de
hacerlo. Esta facción ha declarado un estado de guerra prolongado (diez
27
Véase, “Geopolítica del imperialismo contemporáneo”. En, Nueva hegemonía mundial. Alternativas
de cambio y movimientos sociales, Atilio A. Boron, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, Buenos Aires, Argentina. 2004. Disponible en:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/hegemo/amin.rtf

52
años al menos según Bush) [...] El capitalismo globalizado está enfermo
de la violencia y la miseria que genera. Es necesario organizar el éxodo
de los pueblos y crear en la misma resistencia las nuevas relaciones
sociales, si no queremos morir con él (Hardt & Negri:2008:23 y 24)

En este caso, el hecho de personificar ciertos fenómenos, ya sea en la figura de Bush o


Bin Laden, mas que desvelar un análisis político serio de las fuerzas realmente actuantes
en estos sucesos, (por ejemplo las de la lógica espectral del capital) ayuda a dejarlas
intactas. De esta forma las invasiones en medio oriente que como respuesta los Estados
Unidos llevaron adelante, amparados en la “guerra contra el terrorismo” corresponden,
según la interpretación Imperial, a la constitución material de un nuevo orden mundial y
dejan intacta la crítica necesaria a un sistema económico que en ciertas fases de su
desarrollo necesita echar mano de forma abusiva a reservas energéticas, sin importar ni
mediar reflexión alguna sobre el valor de la vida ni la soberanía de pueblos enteros.
Teniendo esto en cuenta legítimamente podemos preguntarnos si acaso ¿el 11 de
Septiembre de 2001 se haya tratado exactamente de esto? De reinventar teóricamente
una nueva fase del capitalismo en su estado de permanente agotamiento.

Nosotros apostamos a que mas que estar preocupado de encontrar una congruencia
geopolítica concreta centrada o no en los Estados Unidos, el sistema simplemente
necesita funcionar, esto es, encontrar los espacios, ya no solo físicos, sino también
teóricos para reproducirse dada la imposibilidad de hacerlo dentro de los limites que le
sofocan.

Aquí es donde la teoría crítica debe tener absoluta claridad sobre el punto al cual quiere
atacar, pues si con el advenimiento de cada nueva escaramuza estadounidense se está
asumiendo o la constitución de un Imperio o el fin de este, quizás el juego sea perfecto,
invirtiendo la fraseología popular podríamos legítimamente preguntarnos, si con
enemigos así, ¿Necesitan acaso los norteamericanos, amigos que le den la justificación
teórica para realizar sus planes? Si por un momento asumimos, siguiendo con el saber
popular, que “Nadie sabe para quien trabaja” podríamos apostar a que muchos de los
teóricos de la izquierda están trabajando mas que para construir alternativas, para la
reproducción misma del sistema.

De todas formas, vale la pena volver a recordar que nos enfrentamos a un doble
problema el primero es el del desarrollo capitalista en su estado de inquietud
permanente, constitutivo si se quiere, acerca del cual según Zizek nos previene a tener
en cuenta que:

La lectura evolucionista de la formula del capital como su propio limite


es inadecuada: no se trata de que, en un cierto momento de su
desarrollo, el marco de la relación de producción empiece a constreñir
un desarrollo ulterior de las fuerzas productivas; se trata de que es este

53
el limite inmanente, esta “contradicción interna”, la que lleva al
capitalismo a un desarrollo permanente. El estado “normal” del
capitalismo es la revolución permanente de sus propias condiciones de
existencia (Zizek:2003:84)

La segunda arista del problema tiene que ver con la voluntad geopolítica norteamericana
de “controlar” ciertos negocios estratégicos y la ausencia e imposibilidad de un proyecto
Imperial consistente lo que queda sintomáticamente demostrado en:

La obstinación de Estados Unidos en mantener una tensión en


apariencia inútil con esos residuos del pasado que son Corea de Norte,
Cuba e Iraq, reúne todas las características de la irracionalidad [...] una
política auténticamente imperial conduciría a la búsqueda de una Pax
americana mediante el establecimiento de relaciones de paciencia
condescendiente con países cuyo estatuto es evidentemente provisional.
Los regímenes norcoreano, cubano e iraquí caerían sin intervención
exterior (Todd:2003:123)

Bajo el anterior raciocinio los enemigos de segunda línea que Estados Unidos esgrime
en forma “de eje del mal” o “Estados canallas” juegan un doble rol ya que por una parte
sirven como justificación ante los ojos del mundo para solventar gastos militares
derivados del control de algunos recursos estratégicos, y por otra, y no menos
importante cumplen la función de cohesionador en el frente interno:

Lejos de corresponder a la formulación de una estrategia, expresiones


como “eje del mal” u “hoja de ruta” son apenas frases hechas que
pretenden contener en sí mismas un cierto poder [...] lo único que cuenta
es la omnipotencia estadounidense. Traducido, eso significa que Estados
Unidos puede invadir cualquier país, a condición que no sea demasiado
grande, y que se lo pueda vencer en poco tiempo. No se puede llamar a
eso una estrategia ni imaginar que pueda funcionar. Las consecuencias
pueden ser muy peligrosas para Estados Unidos. En el plano interno, un
país que piensa controlar el mundo fundamentalmente por medios
militares corre el peligro – hasta ahora seriamente subestimado – de
militarización. En el plano internacional, el riesgo sería una
desestabilización del mundo (Hobsbawm:2003)

Estados Unidos es el ejemplo mas evidente del efecto boomerang del proceso de
deslocalización y financiarización de la economía en tanto el hecho concreto de haber

54
exportado los puestos de trabajo que le llevaron a ser la “locomotora” de la economía
mundial recibiendo de vuelta, o si se le quiere, importado la cesantía dentro de sus
propias fronteras28:

in 1945, the US was the world´s biggest creditor. Its balance of payments
deficit became a major sponsor of international growth and global
demand. Now the US is the world biggest debtor. The fiscal crisis of the
US state has led to massive budget cuts being passed and period of mass
poverty and class polarization seems likely (Joseph:2002:179)

Producto de este y otros factores e irónicamente victima del mismo capitalismo que
desde la boca hacia fuera alentó durante años, incluida la desregulación de los “otros”
mercados, nunca del propio en la misma medida, la estabilidad económica
norteamericana se ha esfumado para siempre:

el declive del dominio económico, vertiginoso pero pasajero, junto


con el de la hegemonía en el sistema mundial, experimentado por
Estados Unidos, es algo con lo que uno vive, algo a lo que uno se
ajusta y algo a lo que uno le saca el mejor partido [...] Pero no es
algo que pueda revertirse de raíz. Una vez alcanzada la cima de la
hegemonía y luego que ocurrió, ya no puede recuperarse. Tratar de
recuperar el pasado de gloria no hace mas que acelerar la velocidad
de la caída (Wallerstein:2005c:10)

28
“La medida decisiva de un estancamiento en la economía – mundo es que las ganancias provenientes
de la producción caen considerablemente de los niveles que tenían en la etapa anterior, la fase A. Esto
tiene una serie de claras consecuencias. Primero en la búsqueda de utilidades, las personas con capital
cambian el escenario original de la esfera productiva a la esfera financiera. En segundo lugar hay un
desempleo a nivel mundial considerablemente mayor. Tercero se dan cambios significativos en los
centros de producción, pasando de las áreas de salarios elevados a las áreas de salarios bajos: lo que se
llamó el fenómeno de las “fabricas en fuga” [...] hemos tenido una escalada sin fin de la actividad
especulativa, la cual es sumamente rendidora para un grupo relativamente pequeño de personas, al
menos hasta que la burbuja truena” (Wallerstein:2005b:58)

55
Unificación Caótica

La cuestión de ver en el problema del capitalismo contemporáneo un problema “extra-


estadounidense” nos lleva a la paradoja fundamental que encontramos articulada en la
tesis del libro “El Imperio del Caos”, del francés Alain Joxe, en donde la figura imperial
que emerge del análisis de las apreciaciones estratégicas propias de los Estados Unidos
es solo posible por medio de un proceso de <<unificación caótica>>, cuyo síntoma
inequívoco, claro está, es el de la contradicción entre Imperio y desorden. Y sin
embargo el reconocimiento de esta dislocación inmanente es un avance teórico
sustantivo y refuerza la idea de la imposibilidad de simbolizar lo Real, en tanto totalidad
inacabada:

Toda la ciencia que llamaremos antigua consiste en apostar a que


esos lugares, donde no hay cuenta, se redujeran un día a los ojos del
sabio ,a los intervalos constitutivos de una armonía musical. Se trata
de instaurar un orden del otro, gracias a lo cual lo real toma su
estatuto de mundo cosmos implicando esta armonía. La cosa está
hecha así; desde que hubo mundo, en este mundo de aventura y de
concreto que se llama histórico, hay emporios, negocios donde todo
está bien guardado. Los emporios y los imperios que existen desde
hace tiempo no somos nosotros quienes los hemos inventado son la
misma cosa29.

Imbuido en la imposibilidad que esta misma lógica plantea, Joxe identifica como casi
una fortaleza autogenerada por el sistema mismo, la imposibilidad de la
conceptualización:

¿por qué tales transformaciones? No solamente por que la URSS se ha


derrumbado y el mundo parece entonces unificado por el imperio único
de los Estados Unidos, que sería el responsable y culpable. Por que esto
es también una ilusión: Aunque sea la potencia militar dominante, el
poder de los Estados Unidos realmente no se extiende a todo el mundo ni
a todos los campos de actividad y competencia. Las causas de esta
ambigüedad en el tiempo y el espacio y de la destrucción de las
identidades políticas y culturales son múltiples, pero no hay que permitir
que la vaguedad de desafíos y objetivos de las operaciones de guerra
orquestadas por el imperio del caos, ganen terreno creando una
vaguedad habitual sobre la política. Es necesario reconstruir un análisis
político preciso de la política internacional, de ser necesario sin que el

29
Jacques Lacan, seminario 16, versión electrónica, pagina 100.

56
Estado sea considerado ya como el actor principal, salvo a escala
diplomática, porque la imprecisión de las concepciones políticas es
justamente un resultado buscado por las nuevas clases sociales
globalizadas, es decir, extraterritoriales. Estas clases, mas que nunca sin
familia ni hogar, pretenden no obstante ser propietarias de la Tierra:
puede verse en ellas algo así como “una gran nobleza global” que trata
de desprenderse de todo el control político democrático de las grandes
decisiones estratégicas. En griego, control democrático significa control
de la nobleza por el poder (Kratos) del pueblo (dhmos) como habitantes
de circunscripciones locales (dhmoi). El pueblo y sus subdivisiones
identitarias está hecho de buenas vecindades (Joxe:2003:21)

La mayor parte de la expresión teórica de las izquierdas, salvo excepciones, cada cierto
tiempo se obnubila con teorías que de una u otra forma exaltan una supuesta lógica
evolucionista del capitalismo hacia algo mas allá, ya sea buscando un colapso natural o
una irrupción teleológica de carácter mesiánico. Si en tiempos de Lenin, esta evolución
capitalista estaba representada por el Imperialismo, hoy, el constructo del Imperio ha
asumido aquella carga y muchos de los intelectuales de izquierda, no temen hacer el
ridículo con elucubraciones ad - hoc al suceso contingente de turno, sea este una caída
de la bolsa de valores, o uno un atentado terrorista, estatal o privado.

Genocidio sociopolítico en Latinoamérica

La exacerbación de las pasiones hacia los Estados Unidos son un síntoma de inmadurez
política, nadie aboga por la inocencia de las políticas norteamericanas en lo que
concierne a Latinoamérica, sin embargo el resentimiento no es un buen aliado, ni es
tampoco una excusa que pueda librarnos de nuestra responsabilidad política. Abstraerse
de las interpretaciones efectistas puede ser un poderoso instrumento político:

La neutralización de los obstáculos reales para la hegemonía americana,


los verdaderos actores estratégicos que son Rusia, Europa, Japón y
China, es un objetivo desmesurado e inaccesible [...] por eso tienen que
encontrar una solución, real o ficticia para su angustiosa dependencia
económica ; tienen que permanecer en el centro el mundo, al menos
simbólicamente [...] estamos asistiendo por tanto al desarrollo de un
militarismo teatral que comprende tres elementos esenciales:
- No justificar nunca definitivamente un problema, para justificar
así la acción militar indefinida de la <<única superpotencia>> a escala
planetaria.
- Concentrarse en determinadas micropotencias – Iraq, Irán,
Corea del Norte, Cuba, etc. -. La única forma de permanecer
políticamente en el centro del mundo es <<enfrentarse>>con sparrings de
segunda fila que realcen la potencia norteamericana, a fin de impedir, o
al menos retrasar, la toma de conciencia de las potencias mayores

57
llamadas a compartir con Estados Unidos el control del planeta: a
medio plazo, Europa, Japón y Rusia, y a mas largo plazo, China.
- Desarrollar nuevas armas que se supone colocarán a Estados
Unidos <<muy por delante>> en una carrera de armamentos que no debe
cesar nunca.

La lista y el tamaño de los blancos define objetivamente el poder de


Estados Unidos, capaz como mucho de enfrentarse con Iraq, Irán, Corea
del Norte o Cuba. No hay razón para alarmarse y condenar la
emergencia de un imperio americano que en realidad está en vías de
descomposición, una década después del imperio soviético.
(Todd:2003:23 – 24)

Los intentos de golpe de Estado en América Latina, que no han sido pocos desde el 11
de septiembre de 2001 en adelante, pese a que en su mayoría no llegaron a puerto, bien
podrían situarse como un tardío revival de lo que fue en la década del setenta la
Operación Cóndor, al menos en lo que a una perspectiva histórica se refiere. En este
sentido se trata básicamente de un modus operandi concreto y ya conocido: acciones en
contra de gobiernos electos democráticamente, que mas allá del juicio político que a uno
le merezcan, han sido o han intentado ser desestabilizados por la misma ecuación:
agencias estadounidenses y sectores internos de clara vocación antidemocrática, ya sea
enquistados en espacios de las fuerzas armadas, así como también dentro del
stablishment político30 los que una vez mas, en un desagradable flash back nos
retrotraen a una época que muchos quieren olvidar ya sea por el sufrimiento que genera
su recuerdo o por la conveniencia de no tocar lo que está quieto. Sin embargo este punto
es de la mayor importancia para América Latina, sumergirse nuevamente en el trauma
puede sernos útil:

Algunas de las dictaduras militares latinoamericanas o asiáticas mas


duras – como las de Argentina, Uruguay, Chile, o las de Corea del
Sur, indonesia – suministran ejemplos ya antiguos de tercerización de
una matanza selectiva, organizada centralmente por los Estados
Unidos en el marco de la Guerra Fría. Pero en esa época todos esos
ejércitos creían ser los instrumentos fieles de una gran estrategia de
“lucha contra el comunismo”. En América Latina se pudo verificar
que determinados sistemas de genocidios sociopolíticos selectivos y
semialeatorios habían actuado directamente bajo ordenes y con la
asistencia técnica de los servicios especiales de Estados Unidos,
sobre la base de una doctrina unificada (llamada de la Seguridad
Nacional) para liquidar de un modo probabilista a un tipo de
hombre comprometido con la izquierda. Esto permite hacerse una
30
La vocación antidemocrática de los Estados Unidos hacia pueblos latinoamericanos no puede ser mejor
ilustrada que con la famosa sentencia de Henry Kissinger con respecto a Chile: “No podemos dejar que la
idiotez de un pueblo termine en la elección de un socialista”.

58
idea de lo que podría ser la gran pirámide de centralización de
gestión de la matanzas asimétricas, la violencia fría que resultaría de
la represión globalista en el sistema imperial que vendría a
reemplazar la bipolaridad Este-Oeste. (Joxe:2003:9 – 10)

Si bien la idea de esta investigación no es entrar en un análisis detallado de la Operación


Cóndor, ni de otras formas de eliminación de la disidencia, que se han hecho presentes a
lo largo de la Historia latinoamericana, no podemos menos que preguntarnos, ¿en que
está actualmente el problema de “la condición de posibilidades31” que propiciaría
escenarios de factibilidad para sucesos como aquellos?

Planteado de esta forma el problema, se resta toda la connotación histórica que un


asunto como este ha venido teniendo, en tanto trauma, y lo actualiza, lo proyecta hacía
el futuro y plantea la posibilidad de entenderlo no como un problema aislado, sino como
parte constituyente de la historia latinoamericana, acentuadamente durante la segunda
mitad del siglo XX: desde 1953 en Guatemala, 1964 en Brasil, 1973 en Chile y
Centroamérica en general durante los 80, y como no, Honduras 2009. La eliminación de
personas ha venido siendo una constante, con altos y bajos.

Estos hechos no se pueden perder de vista bajo ninguna circunstancia, en tanto por una
parte constituyen jurídicamente delitos sancionados por las leyes internacionales, y por
otra no menos importante, constituyen políticamente tanto una afrenta a las Republicas
y el momento mas vulnerado de las soberanías Latinoamericanas. Sin embargo, y para
no dejar de resaltar su deleznable naturaleza, debe insistirse de manera taxativa en la
impronta exógena de la conminación y el carácter endógeno de la ejecución.

Esta naturaleza, indirecta del imperialismo, debiese llamarnos poderosamente la


atención en tanto se delata como una posibilidad latente que todo proyecto hegemónico
tendrá presente, identificarlo con uno u otro país es y será en los tiempos del
multilateralismo que se avecina, relativamente azaroso. Por lo tanto, podemos dar un
31
Con respecto al tema de la condición de posibilidades caben dos interesantes apreciaciones. En una
entrevista reciente efectuada por el periodista Ignacio Ramonet al presidente de Ecuador, con respecto a
la última intentona golpista en ese país el pasado 30 de septiembre de 2010, Ramonet preguntó: ¿Hay
alguna potencia extranjera implicada?, a lo que Correa respondió: “No tenemos ninguna evidencia. Por el
contrario, hubo una gran muestra de solidaridad por parte del Departamento de Estado de los Estados
Unidos. Pero cuando llegamos al Gobierno, nuestros servicios de inteligencia, unidades enteras de la
Policía dependían de la embajada de los Estados Unidos [...] Dependían totalmente, los gastos para
investigar, pagos, doble sueldos... Excluimos que siguiesen esos contactos, incluso con el
desconocimiento del propio Gobierno de los Estado Unidos y de la propia embajada. Usted sabe que la
CIA y todas estas agencias actúan con agenda propia, eso no lo podemos excluir. De lo que sí tenemos
certeza, es que hay [en EE.UU.] todos estos grupos de extrema derecha, estas fundaciones que financian
a los grupos que conspiran contra nuestro Gobierno, les pasan dinero en forma camuflada,
capacitaciones, unos nombres rimbombantes que, finalmente, financian a grupos opositores al Gobierno
y a muchos conspiradores”. Disponible en: www.monde-diplomatique.es. La segunda de estas
apreciaciones dice relación con igual proyección del poder de los Estados Unidos, en las distintas ramas
de las fuerzas armadas y de orden, en los momentos anteriores al golpe de Estado de en Chile durante
1973. Véase, Armando Uribe , “El libro negro de la intervención norteamericana en Chile”, Paginas 9 –
22.

59
paso mas y avanzar en el sentido de afirmar algo que no parece nada nuevo y sin
embargo reviste una importancia fundamental: el imperialismo norteamericano como
tal ha venido ocupado la violencia, de forma “indirecta” por medio de la Externalización
de dos servicios esenciales: El control político de las poblaciones, y en última instancia
el genocidio sociopolítico como vigía ultimo de su Hegemonía32:

How was neoliberalization accomplishes and by whom? The answer


in countries such a Chile and Argentina in the 1970s was as simple as
it was swift, brutal and sure: a military coup backed by the traditional
upper classes (as well by the US government), followed by the fierce
repression of all solidarities created within the labour and urban
social movements which had so threatened their power
(Harvey:2005:40)

Nuestra hipótesis es que aquel patrón puede perfectamente ser transferible y que si bien
ha venido siendo una propiedad exclusiva del comportamiento Norteamericano, el
futuro multipolar lo expande ante la mayor presencia de potenciales actores. Por ahora
la participación dentro de Latinoamérica de fuerzas militares distintas a las
Estadounidenses es marginal y ese hecho restringe el nivel de posibilidad de sucesos
como los anteriormente descritos, solo la estabilidad política del continente puede ser un
resguardo fiable. La injerencia se hace siempre mas fácil en democracias impuestas y
poco representativas. Sin embargo, en la medida que el juego multipolar se juegue solo
en apariencia, siempre cabrá la posibilidad que en una sucesión hegemónica, los
contactos y las clientelas de la potencia saliente sean heredados por el Estado
hegemónico entrante y cada cierto tiempo se necesite de una “excusa” para echar a
andar un proyecto particular, bajo el pretexto ideológico del momento. Esto no sería
nuevo.

En una eventual transferencia hegemónica, aquel modus operandi debe ser tenido en
cuenta e integrado desde cualquier proyecto regional bajo el rotulo de una estrategia
preventiva, tanto a nivel local como regional pues, a la falta del envolvimiento de
América Latina en conflictos bélicos del tipo guerra mundial, no han estado ausentes

32
En el sentido de la posibilidad latente de violencia por parte de los Estados Unidos hacia sectores
específicos de los pueblos latinoamericanos debe tenerse en cuenta, que junto con las transferencias
ideológicas propias de la tristemente celebre Escuela de Las Américas, Ahora “Instituto de Cooperación
para la seguridad hemisférica” también existe la preparación de los “cuadros” ejecutores de los
Genocidios Socio – políticos, las torturas y las desapariciones: “El comando del Sur del Ejercito de los
Estados Unidos (southern command, Southcom), que fue transferido desde Panamá a Miami en 1998, es
el principal dispositivo militar existente en América Latina. Entre el Southcom y los gobiernos
latinoamericanos, los contactos se realizan exclusivamente entre militares, excluyendo a los interlocutores
civiles. El southcom define la agenda de la región de manera unilateral, sin informar directamente al
departamento de Estado. Dado que las agencias de ayuda al desarrollo y a la agricultura fueron relegadas
a segundo plano (la ayuda bilateral se redujo en un tercio respecto de la época de la Guerra Fría) es el
departamento de defensa el que actualmente toma a su cargo parte importante de los programas de
asistencia al subcontinente. La transferencia no es inocua, ya que el presupuesto de defensa está menos
controlado que los de la ayuda exterior” Janette Habel, “Desafío regional a Estados Unidos” en: Le monde
Diplomatique, edición chilena, diciembre de 2007.

60
“otros medios” como la suspensión política de los sistemas judiciales, la tortura, las
desapariciones masivas, el asesinato selectivo de lideres políticos, sindicales y actores
sociales relevantes o cuando menos sospechosos. La destrucción de las solidaridades
internas no fue un efecto colateral de estos genocidios, fue en sí misma un fin.

Este ha sido de cierta forma el modo que el capitalismo ha tenido de arreglar cuentas
con sus limites en esta parte del mundo, notoriamente durante la segunda mitad del siglo
pasado, aun cuando no debe olvidarse que este acento solo corresponde a una
exacerbación de una lógica muy anterior, histórica. Esta es quizás la dimensión mas
aterradora del Real Lacaniano aplicable políticamente a Latinoamérica: una falla en la
simbolización que sin embargo, siempre vuelve al mismo lugar: El asesinato de la
disidencia y del atisbo de proyectos políticos independientes o autónomos.

61
Chile y el pesado costo de sobrellevar la hegemonía ideológica norteamericana.

“La primera investigación a realizar es la siguiente: ¿existe en


algún país un estrato social generalizado para el cual la carrera
burocrática, civil y militar, es un elemento muy importante de vida
económica y de afirmación política (participación efectiva en el poder,
aunque sea indirectamente por “chantaje”)?”

Antonio Gramsci

El axioma según la cual partimos toda observación referente a Chile, es a estas alturas
claramente histórico y se encuentra en el inicio del “Libro negro de la intervención
norteamericana en Chile” de Armando Uribe y es el siguiente:

El golpe de Estado en Chile tiene por objeto destruir el Estado


chileno. Se trata de que Chile pierda para siempre su independencia
soberana [...]Los generales traidores representan a una clase que
para sobrevivir como tal renuncia a la nación chilena y se alía
conscientemente al imperialismo norteamericano. El gobierno de
Estados Unidos necesita destruir a Chile como nación y como Estado
porque Chile representaba una indisciplina dentro del sistema
[...]Pero lo que se juega en Chile concierne a1 mundo. Estados
Unidos quiere probar que el caso de Chile (un Estado que decide ser
independiente del sistema imperialista y lo intenta a través de formas
democráticas), no es posible ni en Chile ni en ningún otro lugar del
mundo. (Uribe:1974:3)

En nuestra opinión, si bien, el trauma que generó la dictadura en Chile, ha sido de cierta
forma y hasta cierto punto superado (¿reprimido?), existen no pocas reminiscencias que
retornan cada cierto tiempo, dejando al descubierto que lo que hubo aquí va mas allá de

62
un suceso contingente y debe ser puesto en perspectiva como un proyecto de lógicas de
largo y mediano plazo. En este sentido quisiéramos separarnos lo mas posible de toda
aquella pretensión de poner al Imperio como el significante amo o punto nodal de
nuestra cadena significante, externalizar la responsabilidad y en última instancia, la
culpa por lo sucedido, no solo con las vidas sino también con las muertes, es algo
terrenal de carácter completamente nacional y político. Haría bien el chileno en poner su
ímpetu nacionalista en una causa que pretendiera darnos una explicación racional de
todas las razones por las cuales fracasó el proyecto de la Unidad Popular y todos los
abusos, que se han cometido con posterioridad, como “efecto colateral” de la opción
Neoliberal. El macartismo no es un buen guía para reflexionar ni explicar la historia y
los fracasos de la Unidad Popular, así como tampoco son las ansias por jeans y
hamburguesas de los rusos, una explicación racional de la caída de la URSS.

Mas allá de los planes legítimos o no, de cualquier potencia con la capacidad de influir,
en la política interna de un Estado Nación determinado, está la contraparte que acepta o
rechaza tal tipo de intervención, en ese sentido y no sin autocomplacencia, el grupo
dominante en Chile ha jugado las cartas a un solo actor. Los tiempos en los que
empezamos a prever una multipolaridad, exigirán de decisiones políticas inteligentes,
alejadas del dogmatismo neoliberal en el que Chile está claramente imbuido.

Si quisiese aislarse, el área económica plantea desafíos que cada vez saltan mas a la
vista. Existe una total incoherencia entre el nivel teórico en el que se adoctrina en las
universidades y academias y los hechos. Bajo este prisma podríamos decir que en Chile
opera una “suerte” de economía de Libre mercado “casi” absoluta. Por supuesto que ni
el “suerte” ni el “casi” pretenden de alguna forma antojadiza empañar los logros
económicos, que en el nombre de la modernización, la lógica liberal ha dejado al país
sobretodo en los últimos cuarenta años, sin embargo existen al menos dos condiciones o
síntomas que deben ser muy tenidos en cuenta para rápidamente objetar cualquier
interpretación que quiera elevar al denominado “Libre Mercado” como una realidad
empírica.

El primero de estos síntomas es relativamente fácil de identificar y tiene que ver con lo
que se ha denominado la “concentración” ya sea en materia del ingreso, ya sea en
materias de monopolios reales que operan efectivamente dentro del terreno de la
economía chilena. No es necesario recordar en cifras la realidad de una desigualdad
apabullante en el ingreso que, pese a la buena voluntad de la clase política chilena crece
diariamente sin conocer obstáculo alguno. Ni tampoco observar que cada cierto tiempo
se nos recuerde por medio de una u otra mega - fusión fallida, la existencia de un órgano
estatal cuya función es oponerse a los monopolios. El mercado del retail y el de los
medicamentos son suficiente muestra de la inexistencia de competencia real en algunos
rubros clave dentro del mercado chileno. Los escándalos en los que estos últimos rubros
se han visto envueltos, ya forman parte de la conciencia colectiva. Cuando hay dinero
esto no es problemático, pero las continuas fluctuaciones del sistema internacional no
pueden garantizar una estabilidad mínima ni siquiera en el nivel monetario de la primera

63
economía del mundo, esto relativiza toda la estabilidad que bien gustarían los
economistas en anunciar al largo plazo.

Mientras que en los temas de soberanía económica el discurso hegemónico,


representado por la “veridicción” neoliberal ha dejado un saldo triste y nefasto para un
país que pretende conservar cierta lógica republicana. Los países centrales del sistema,
jamás adoptarían medidas tales, ni la adopción de estas lógicamente, podrían generar en
ningún caso beneficios al país que las adopta:

solo una vez y recientemente hace pocos días se ha recordado que para
salir de la crisis de los años 81 – 82, el Estado chileno del señor
Pinochet asumió la deuda externa privada como deuda del Estado y
llegó a acuerdo con los acreedores en que se reconoce jurisdicción
externa para decidir los problemas que haya respecto del arreglo en
cuanto a la deuda externa asumida por el Estado, admitiendo que ¡se
aplicaban las leyes y la jurisdicción del Estado de Nueva York! Y se
contemplo que pudieran ser embargados bienes nacionales de uso
público (Uribe:2007)

La lista de ejemplos es abundante, Chile, en nombre de la globalización ha perdido


parte importante de toda su soberanía política, esta cuestión se torna completamente
evidente en el proceso desbocado de privatización que se ha llevado a cabo desde
mediados de la década del 70, no tan solo los activos del Estado, sino también en áreas
muy sensibles tales como la seguridad social y otras esferas que incluyen servicios
básicos. Una vez perdidas esas garantías, el discurso político corre el serio riesgo de
convertirse en una parafernalia sin sentido, cuando no se pueden respaldar ni garantizar
mínimos, cualquier postura que no sea abiertamente contraria a esos procesos no pasa
mas allá de la categoría de la performance.

Siguiendo en el terreno económico, bien podría argumentarse que en Chile la


modernización y su discurso asintieron en que mas allá de cualquier diagnostico y
visión de futuro, el camino natural de nuestra economía era el de sumarse al sistema
mundial olvidando y dando por superado cualquier amago de desarrollo autónomo,
incluido aquel que argumentaba como instrumento a la industrialización. Esta cuestión
se ha llevado a cabo de distintas formas, sin embargo, como bien observó el sociólogo
brasilero De oliveira, la economía chilena sigue girando en torno a una lógica primario
– exportadora indesmentible:

Chile conoce el desarrollo menos errático desde la dictadura de


Pinochet, pero sus trabajadores ya experimentan las viñas amargas –en
un bello país vitivinícola– de la seguridad social privatizada, ahora que
llegó la hora de pagar la cuenta. De cualquier forma, el aislacionismo
chileno con relación a América Latina lo coloca en la dependencia casi

64
exclusiva del mercado norteamericano, y de hecho Chile retrocedió en
términos de división social del trabajo –ha vuelto a su condición de
economía primario-exportadora anclada todavía en el bueno y viejo
cobre estatal (Boron:2004)

Y si bien las leyes de nacionalización del cobre, aún vigentes, dictadas durante el
gobierno de Allende, han sido largamente abolidas por la práctica de la privatización y –
en este caso - su neologismo: concesión.

No solo en materia minera, de gran minería del cobre en forma


especifica, y en otros casos tales como el litio, se ha suscitado una
perdida de soberanía sobre recursos básicos nacionales que tienen ni
nombre ni precedente en Chile. Es mayor de la que ocurría antes de la
nacionalización del cobre por Allende [...] Y en materia de energías esto
es insoportable. Y en materia de derechos de Agua, porque junto con la
energía salió fuera del país a propiedad de alrededor del 70 por ciento
de los derechos de agua (Uribe:2008:21 – 22)

La cuestión de la soberanía y de la hegemonía se topan en este punto, un Estado


cualquiera sea su naturaleza – salvo el estado neoliberal a ultranza - no puede existir
por sí mismo si ni siquiera es capaz de asegurar en el largo plazo una mínima soberanía
económica33. La triste realidad de Chile en materia de la minería del cobre,
históricamente conocida como “el sueldo de chile” es que la Estatal CODELCO,
participa cada vez menos en de los beneficios de la extracción de este mineral y,
nuevamente se esgrimen – fuera de toda lógica – razones para privatizarla, ese proceso
ya se inició.

Observando esto y mas allá de las simpatías políticas que a uno puedan o no generarle
proyectos como el venezolano, el boliviano, el argentino o el brasilero, todos ellos
tienen en común el haber estatizado en el último tiempo sectores claves de su economía,
dando una prueba indeleble de conciencia y soberanía. En este sentido Chile juega a

33
El síntoma definitivo del termino medio en el que Chile se encuentra, en relación con los polos teóricos
de la ciencia política, entre el Estado “exitoso” en materia económica y la lógica norteamericana del
Estado Fallido (aquel que no es capaz de controlar efectivamente su propio territorio, entre otras
características), fue el desaguisado que sin duda alguna, puso al descubierto el terremoto del 27 de febrero
de 2010 que dejó al país entre otras cosas, incomunicado telefónicamente y en sus principales rutas,
marítimas y terrestres. Sin agua, sin luz y dependiente del abastecimiento de sus suministros alimenticios
básicos de las dos grandes cadenas de “supermercados” que operan en el país. Todo esto con el telón de
fondo de un deficiente y a veces nulo control por parte del aparato estatal. Las emergencias climáticas, y
sus eventualidades causan estragos en todo el mundo, a cada rato, lo extraño es que un país “modelo”
deba aplicar el toque de queda para retomar el control. Pintoresco en la historia de los países OCDE, pues
las imágenes de los saqueos, no hablan por sí mismas y la interpretación hegemónica está lejos de
situarlas en un colapso del aparato de Estado como el que evidentemente vimos durante semanas. Dentro
de este mismo “accidente”, una de las pocas voces que se apartó del sensacionalismo reinante aquellos
días, durante un programa de televisión, el Analista Raúl Sohr, llamaba la atención acerca del costo de un
sistema de sensores costeros para el monitoreo de movimientos telúricos y eventuales maremotos: no
mas de cincuenta millones de dólares.

65
contra corriente y empieza a ser “el otro” de los latinoamericanos, lo que se ve aún mas
acentuado cuando políticamente toma como suyos los enemigos de los Estados Unidos
en la región jugando completamente al absurdo puesto que esa (si se puede llamar)
estrategia es completamente insensata, fuera incluso de toda lógica comercial y, por lo
demás insostenible en el largo plazo.

Justificar tales acciones es relativamente fácil, como también es relativamente fácil


conseguir la primacía ideológica en un país, basta para eso tener el control de los
medios de comunicación y de los principales aparatos ideológicos del Estado, tal como
ya lo demostrará en su magistral trabajo Louis Althusser (Zizek:2003:115-156), sin
embargo siempre se corre el riesgo que la construcción ideológica impuesta no logre dar
respuesta ni a las inquietudes y ni a las necesidades básicas de la nación. Se produce así
un cortocircuito, se produce el retorno de lo reprimido, pues cuando una nación ha sido
reprimida, mas aún en la forma brutal que lo fue la chilena, no puede simplemente
hacerse “borrón y cuenta nueva” y esgrimir un cuento de hadas acerca del desarrollo de
esta, en este sentido los mecanismo neoliberales en la economía chilena, han sido, como
bien apuntó Joxe vendidos como fatalmente productores de felicidad. Una de las
prevenciones estratégicas norteamericanas en el orden de la posguerra fría, tal como
Joxe deja de manifiesto en su libro, ha sido la preocupación de los mismos think tanks
norteamericanos por la inminente aparición y acrecentamiento de los llamados “efectos
de asimetría cualitativa”, generados por el mismo sistema, pudiendo incluso llegar a
niveles insoportables, esto pues formalmente:

[...] Estados Unidos, como imperio, se niega hoy a asumir la función


protectora respecto de sus auxiliares amigos o sometidos. No trata de
conquistar el mundo y, por lo tanto, de asumir la responsabilidad de las
sociedades sometidas. No por ello deja de ser la cabeza de un imperio;
pero es un sistema que solo se consagra a regular el desorden a través
de normas financieras y expediciones militares, sin un proyecto de
permanencia en el terreno conquistado. A medida que aparecen,
organizan la represión de los síntomas de la desesperación, según casi
las mismas normas hacia adentro que hacia afuera” (Joxe:2003:12)

En este clima, la función de los partidos políticos constituidos formalmente empieza a


desdibujarse y lo que es mas grave, su representatividad se reduce a un punto que no va
mas allá de su clientela. La cuestión de la representatividad de los partidos políticos
chilenos está muy en entredicho, esto ha quedado formalmente demostrado primero, en
la orbita económica con la opción neoliberal tomada, sin cuestionamiento, por los
sucesivos gobiernos de la concertación - sería ocioso entrar en el detalle de un
indesmentible que salta a la vista – pero en el ámbito político, la cuestión no ha sido
distinta y ha quedado demostrada mediante un episodio puntual, que Armando Uribe y
Miguel Vicuña han llamado El accidente Pinochet. Accidente claro está, en el sentido
sherlockholmesiano del término, puesto que el affaire de la detención de Augusto

66
Pinochet en Londres, dejó al descubierto un evidente cortocircuito entre la
representatividad y la estructura formal de partidos en Chile, primero por que no era de
ninguna manera de interés nacional que se rescatara a Pinochet, sino mas bien que se le
juzgara y segundo por que la clase política chilena, en su conjunto, obstaculizó la
acción de la justicia internacional:

En relación con esta debilidad, rayana en la debilidad mental, débilité


jurídica y política de los personeros que supuestamente son los mas
responsables en este asunto, cabría preguntarse hasta que punto esa
debilidad, esa postura débil no puede aparecer objetivamente asimilada
a una postura delincuencial: hay aquí obstrucción de la justicia, omisión
de la justicia, hay encubrimiento de crímenes, hay complicidad. Entonces
esa debilidad no es pura y simple ignorancia, sino que aparece
manchada responsablemente por figuras que son delictivas
(Uribe:2008:41)

La observación anterior de Miguel Vicuña es sintomática del alineamiento del que todas
las fuerzas políticas internas fueron parte tras la detención de Pinochet en Londres, al
respecto Armando Uribe perspicazmente observó:

Parto de la base de que existe este “arco” o “frente” de todos los


poderes formales del Estado y de todos los poderes y potencias fácticas
dentro del país, lo que incluye, por otro lado, tras de las bambalinas, los
intereses extranjeros dentro de Chile. Hay ese “arco” que se ha unido y
en cierto modo es un arco que no tiene extremos, porque constituye un
frente único, como una fila de un batallón. Se han encontrado así, codo a
codo, presencias políticas en apariencia divergentes hasta ahora, se han
encontrado juntos en la misma hilera personas que en el periodo del 90
adelante no se habían encontrado juntas en la misma causa
(Uribe:2008:124)

Bajo situaciones como esta y pensando en alterar este sistema no representativo, Chile
debe asumir el postergado debate acerca del fin del sistema binominal34 que ha traído
una innecesaria estabilidad (se reprochara que esto trae inversiones), puesto que los
países pacíficos en el frente interno deben estabilizarse como fruto de las correlaciones
políticas de sus fuerzas internas y no como construcciones impuestas desde la lógica de
la ingeniería política. En un país libre de terrorismo, movimientos separatistas y fuerzas
políticas antisistémicas importantes, la cuestión de la inclusión tiene que

34
Un punto que no deja de ser importante es que el estamento que se ha denominado “clase política” en
Chile, goza de una situación económica que salta claramente por encima de cualquier consideración ética,
respecto del total de la ciudadanía, por ejemplo, para el mes de noviembre de 2010, la dieta de los
senadores de la república era equivalente a 7.134.102 pesos, equivalentes a 41 veces el sueldo mínimo.
Véase www.senado.cl

67
necesariamente dejar de ser un debate a largo plazo para transformarse en un imperativo
democrático:

Un estado estará bien constituido y será fuerte en sí mismo cuando el


interés privado de los ciudadanos esté unido a su fin general y el uno
encuentre en el otro su satisfacción y realización. Esta proposición es
sumamente importante por sí. Pero en el Estado hacen falta muchas
organizaciones y el descubrimiento de instituciones adecuadas, con
largas luchas de intelecto, para que el Estado llegue a la conciencia de
lo que está conforme con el fin; y también son necesarias luchas con los
intereses particulares y con las pasiones y con una difícil y larga
educación, para que se produzca aquella unificación de los fines. El
momento de esta unificación constituye en la historia de un Estado el
periodo de su florecimiento, de su virtud, de su fuerza y de su dicha. Pero
la historia universal no comienza con ningún fin consciente[..]
(Hegel:84)

El control democrático es tan solo potencial, pero es potencial.

Con respecto al tema del control democrático de las Fuerzas Armadas por parte de la
ciudadanía (claramente lo que debiese ser y lo que no es), otra anomalía se asoma
respecto del actual sistema chileno. Esta tendencia a la separación tuvo su mayor punto
de desarrollo durante los años de la dictadura, en los cuales el ejercito como institución
se vio envuelto en los desafortunados derramamientos de sangre por todos conocidos.
Sin embargo durante los años - que no llamaremos democráticos – sino post
dictatoriales, el secretismo de este sector unido a cierto nivel de caudillismo interno
llegó incluso a realizar maniobras que pusieron en serio riesgo el sistema de
“transición”, las experiencias conocidas como “el boinazo” y el “ejercicio de enlace”
parecen haber sido ejecutadas completamente fuera de contexto. Sergio Villalobos, en
ningún caso un historiador de izquierda nos recuerda que:

El régimen militar dejó una estela de consecuencias que perturban la


convivencia y tensan el quehacer en todas las esferas. Se consolidó un
estamento militar rodeado de privilegios muy variados [...] disfrute de
una justicia propia carente de independencia y hasta normas de
procedimiento y penales de excepción. Al mismo tiempo, establecieron
un sistema de remuneraciones y retiro especial, beneficios
habitacionales, de entretención y vacaciones, colegios, universidades
bajo su tutela, servicios hospitalarios de óptima calidad y otros

68
beneficios. Ese conjunto de aspectos salta por encima de la igualdad
entre los ciudadanos, desmiente el espíritu democrático y en el aspecto
material da un uso éticamente indebido al dinero de todos los chilenos.
La situación debería ser enmendada porque enajena la voluntad de los
chilenos y porque daña el prestigio de las Fuerzas Armadas. En un
sentido mas amplio, perjudica moralmente la defensa nacional al
producir una distancia entre civiles y militares [...] No puede negarse
que la adopción no pensada del Neoliberalismo fue un acierto que
transformó por completo nuestra economía y la ha proyectado con
seguridad hacia el futuro. Pero tampoco debe desconocerse que el
consumismo y el gasto dispendioso han mantenido la desigualdad y que
varios sectores permanecen en la pobreza.35(Grez y Salazar:1999:66 –
67)

Es muy probable que a situaciones como estas se refieran los llamados “efectos de
asimetría cualitativa” pues obedecen a desarrollos claramente insostenibles en el
tiempo, pues no existe razón alguna por la cual ciertos estamentos, sean estos cívicos o
militares deban gozar de una calidad de existencia tan dispar del resto de la ciudadanía.
En un sistema que se dice a sí mismo democrático y republicano estas asimetrías no
solo carecen de sentido, sino que constituyen una innecesaria amenaza a la estabilidad
del sistema nacional en su conjunto.

El acceso ciudadano a las altas magistraturas políticas y a las altas gradaciones del
Ejercito está restringido estructuralmente para los sectores alejados de la orbita del
capital, tanto así que hoy es posible hablar de una clase política y también de un
estamento militar cuyos nombres se repiten generación tras generación. En este sentido
el papel de la universidad ha perdido toda aquella reminiscencia de la lógica
meritocrática que alguna vez poseyó, agudizando su potencial divisorio dentro de la
sociedad, el Chile de la post – dictadura dista mucho de ser un lugar ideal de igualdad
de oportunidades y se ha convertido en un espacio fecundo de la desigualdad en todos
los aspectos. Si Chile desea encarar un proyecto hegemónico foráneo, post –
estadounidense, no tiene otro camino que buscar las rutas para reafirmar y recuperar el
espacio soberano perdido, aceleradamente desde la dictadura militar en adelante.

69
BRASIL ENTRE LA CONTRA HEGEMONIA Y EL SUBIMPERIALISMO

La percepción que genera la arremetida de una nueva potencia en el sistema mundial


debe ser razón suficiente para mantener una alerta razonable en todos aquellos países
subalternos en materia política. Por países subalternos entenderemos todos aquellos
que de una forma u otra aparecen bajo el signo del significante vacío a la espera de ser
significados, llenados o teñidos por la emergencia de una hegemonía, en cualquiera o en
todas sus esferas (económicas, culturales, etc.). Esta cuestión es de absoluta importancia
puesto existen en las experiencias, sobretodo de los países latinoamericanos, indicios
suficientemente claros acerca de procesos de injerencia regulares y sostenidos en el
tiempo. De esta forma debemos interpretar que ninguna ayuda ha de percibirse de forma
inocente. Los países grandes, siempre guardan para sí sus pretensiones hegemónicas, las
que por lo general llevan adelante de forma - a juzgar sobretodo por la experiencia
estadounidense - de formas bastante cínica.

De todas formas no todo es injerencia, la hegemonía se construye también bajo el signo


del beneficio mutuo entre aquellos que la ejercen y aquellos que quedan afectos a su
“color” en distintas variaciones. Desde la simple recomendación a tal o cual camino,
hasta la coacción, momento en el que el molde hegemónico se rompe y aparece la figura
de la dominación. De esa forma podríamos leer una experiencia histórica como la
alianza para el progreso, como la ultima política que los Estados Unidos llevaron a cabo
en Latinoamérica comprendiéndose en una función solidaria, y las operaciones tipo
Operación Cóndor, como una forma clara de imperialismo, asistido por subgrupos
dentro de las oligarquías Latinoamericanas.

[...] las relaciones internacionales inciden en forma pasiva o activa


sobre las relaciones políticas (de hegemonía de los partidos). Cuanto
mas subordinada a las relaciones internacionales está la vida económica
inmediata de una nación, tanto mas un partido determinado representa
esta situación y la explota para impedir el adelanto de los partidos
adversarios (recordar el famoso discurso de Nitti sobre la revolución
italiana ¡técnicamente imposible!). De esta serie de datos se puede llegar
a la conclusión de que, con frecuencia el llamado “partido del
extranjero” no es precisamente aquel vulgarmente indicado como tal,
sino el partido mas nacionalista, que en realidad, mas que representar a
las fuerzas vitales del país, representa la subordinación y el

70
sometimiento económico a las naciones, o a un grupo de naciones
hegemónicas [...] (Kohan:2006:98 – 99)

Tomando en cuenta esta anotación gramsciana debemos presuponer que Brasil puede
seguir dos caminos en la región, uno de ellos es el de ser subsidiaria de la hegemonía
norteamericana y pactar con aquel país las formas de explotación de los países del
subcontinente o plantear una alter – hegemonía que sea capaz de comprenderse “dentro
de la actual dinámica capitalista”, desplazando la figura de los Estados Unidos de forma
gradual, sobretodo en el ámbito económico. Una estrategia por fuera del sistema
capitalista no es solo altamente inviable, sino poco probable para una economía que está
demostrando su fuerza a través de los distintos mercados a nivel mundial.

Si bien la estrategia brasilera se mueve entre estos dos polos, no puede ni debe
descartarse un crecimiento cada vez mayor de la importancia política del país, puesto
que en el ultimo tiempo ha decidido plantearse de igual a igual (Lula) frente a los
Estados Unidos. Prueba de esto han sido algunas situaciones políticas puntuales, en las
que Brasil ha encabezado una jugada en detrimento directo de los intereses
norteamericanos, algunas de estas han sido institucionales como la política inclusiva del
pacto comercial MERCOSUR, la importantísima iniciativa política de UNASUR y
también la propuesta de un consejo de defensa regional sin la participación de los
Estados Unidos. Pero ha habido otras actuaciones brasileras de carácter mas contingente
como la intervención en la crisis boliviana de 2007 en la que el embajador
Estadounidense fue expulsado del país por su involucramiento directo en el intento de
golpe de Estado que se estaba fraguando en contra del presidente Evo Morales (sin
perjuicio de que hubieran temas bilaterales complejos como la nacionalización de
filiales de PETROBRAS por parte del gobierno boliviano). Otro de los puntos de mayor
fricción en esta dinámica que podríamos llamar de sucesión hegemónica fue la directa
participación de la Embajada del Brasil en el retorno a Honduras del ilegalmente
depuesto presidente Manuel Zelaya.

Estas actuaciones brasileras podrían complementarse con algunas otras a nivel mundial
como su intromisión como mediador en la crisis de Medio Oriente junto a Turquía,
cuestión que ha sido tomada bastante en serio por el gobierno brasilero y que ha
resultado en el reconocimiento forma de algunos países latinoamericanos del Estado
Palestino.

Sin embargo nuestro enfoque es de características macro e históricas, no contingentes, y


hasta acá nos ha servido fundamentalmente para demostrarnos dos cosas, la primera es
la de la inutilidad de las conceptualizaciones rígidas para intentar explicar el mundo
actual y la segunda, derivada de esta misma, es que no es fácil determinar con exactitud
cual es la esfera de la vida de un espacio – tiempo que determina a las demás. En este
sentido los tránsitos históricos comunes de Latinoamérica no pueden ser desdeñados,
existe una historia en algunos rasgos propios del subcontinente. En este sentido la

71
historia latinoamericana es algo similar a un cable compuesto de distintas hebras, que
corren juntas e interactúan entre sí aleatoriamente en el transporte de distintas señales.
Físicamente a lo largo del cable estas hebras se enredan, entorpecen su transito y otras
parecen escaparse de manera independiente y autónoma. Sin embargo, al realizar un
corte y mirar siempre pueden verse todos aquellos pequeños alambres que le componen,
esta analogía sirve para ilustrarnos la marcha de la Historia que no avanza por
segmentos, siempre marcha como un todo, aún cuando esta marcha tenga el aspecto y
las características de un retroceso36, la historia de los países de América Latina no se
parece tanto a ninguna historia como se parecen entre sí las historias de los países que
la conforman

Aun cuando la dimensión sistémica en una u otra forma pueda parecernos dudosa,
sobretodo cuando se teje una trama muy “precisa” y “clara” para explicar sus contornos
históricos, la cuestión de intentar someter al análisis la mayor parte de variables y dejar
un espacio siempre reducido a los imponderables puede y tiene que llevarnos
necesariamente por un camino “sistémico” sin tener que usar técnicamente aquel
apelativo, en este sentido Latinoamérica aun cuando no haya sido consciente, siempre
ha actuado como un sistema que de una forma u otra favorece a los países del primer
mundo, mas que a la totalidad de sus pueblos.

Dentro de la Historia común Latinoamericana existen varias particularidades en la


dinámica de su desarrollo capitalista que no viene al caso detallar, sin embargo existen
rasgos comunes fáciles de identificar. En el terreno metodológico, una opinión común
dentro de los análisis económicos no liberales, es el hecho de que para analizar
económicamente la región debe usarse sin mas una perspectiva histórica que permita
determinar las continuidades y rupturas que se han dado en los países latinoamericanos
desde el momento mismo en que estos se constituyeron como tales, e incluso desde el
periodo en que eran formalmente satélites subordinados a los mandatos de las distintas
coronas europeas.

Dentro de este marco referencial podemos situar los distintos movimientos críticos que
surgieron desde la primera mitad del siglo xx en adelante, los diagnósticos aportados
por CEPAL y por el enfoque académico marxista, coincidieron en varios de sus puntos
y demostraron un panorama económico en el cual la dependencia y el subdesarrollo
(Razón dualista) saltaban como los rasgos predominantes de las economías
36
A este respecto, Permítaseme citar la novena de las “tesis de filosofía de la Historia” de Walter
Benjamin: “Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que
parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están
desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel
de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de
datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus
pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el
paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede
cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que
los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos
progreso”.

72
latinoamericanas. Ambas categorías incorporaban dentro de sí mismas valoraciones en
torno al poder y ligaban la existencia del poder económico al estatus de la región con
respecto al mundo, una de las condiciones del subdesarrollo latinoamericano era un
problema de su jerarquía con respecto al sistema mundial constituido por centros y
periferias. Dentro de esta lógica los autores marxistas se adelantaron bastante en el uso
de la concepción del mundo como un solo sistema capitalista. Andre Gunder Frank
sintetiza muy bien la relación dialéctica de la dinámica capitalista desde sus orígenes:

El imperialismo (europeo desde el siglo xvi) lejos de fomentar el


capitalismo industrial fortaleció el capitalismo mercantil en los países
subdesarrollados (Gunder Frank: 1970:4)

El fundamento empírico de esta apreciación se da en un estudio realizado por el autor


acerca de la economía chilena, en el cual señala:

Al principio la metrópoli final de Chile fue España. El hecho de que la


misma España se convirtiera luego en satélite de la Europa
noroccidental, particularmente influye en mi análisis [...] la estructura
económica de Chile, tanto nacional como internacional, ha sido
profundamente afectada, incluso determinada por la estructura y las
transformaciones del sistema capitalista mundial en su conjunto (Gunder
Frank: 1970: 26)

Como sabemos bien, mediante el estudio de Wallerstein, hasta principios del siglo xx el
centro del sistema económico mundial se encontraba, indudablemente en Europa, y era
gestionado por sus potencias imperialistas. Esta condición se vio severamente afectada
en el transcurso de la primera mitad del siglo xx, las guerras mundiales que se libraron
en el teatro europeo extendido hasta los Urales, devastaron la región, retrocediéndola a
un estadio bastante atrasado.

Ante esta destrucción reciproca de las pretensiones imperialistas de las potencias


europeas, el vacío de poder (intersticio) fue llenado por la aparición Estadounidense,
suponer, a ciclo histórico cumplido que este actor no aprovechó la ocasión para llevar a
cabo sus pretensiones imperialistas (sentimiento bastante extendido en Chile) es por lo
menos un impasse carente de fundamento, y mas bien fundamentalista:

Al igual que la Francia y que la Rusia revolucionaria, Estados Unidos


encarna una gran potencia basada en una revolución universalista, y –
por lo tanto – animada por la idea de que el resto del mundo debe seguir
su ejemplo y que incluso debe ser librado por ella (Hobsbawm:2003)

73
Luego de la segunda Guerra Mundial el principal énfasis económico norteamericano no
estuvo en sintonía con lo que la región latinoamericana esperaba y por contraparte se
llevó a cabo un oneroso proyecto de reconstrucción y recuperación europeos. A este
respecto, en palabras del historiador chileno Gabriel Salazar, el conocido plan Marshall,
generó un reflejo en negativo de lo que sería la dinámica capitalista para los países
latinoamericanos:

[...] Estados Unidos ha adquirido responsabilidades de liderazgo


mundial después de la guerra. Que el mas urgente y fundamental de sus
compromisos era la ejecución de un programa de recuperación europea
[...] el gobierno norteamericano no estaba en condiciones de financiar el
desarrollo latinoamericano [...] no habría interamericanismo
desarrollista sino un interamericanismo alineado en contra del peligro
soviético, ni habría un plan Marshall para América Latina [...] para el
desarrollo no habría cooperación sino librecambismo (Salazar:1982:15
– 25)

La respuesta latinoamericana vino desde varios frentes ya sea a través de la articulación


de movimientos sociales o a través de elaboraciones académicas formales, plasmadas en
el pensamiento de CEPAL, órgano resistido en ese entonces por los Estados Unidos.
Los diagnósticos de los teóricos del subdesarrollo cometió el ya antiguo error
metodológico de fijar en una categoría como “Desarrollo” sus esperanzas políticas
ultimas. Como vimos anteriormente incluso las mismas lógicas desarrolladas por los
cepalinos fueron rápidamente hegemonizadas y puestas en la practica por los gobiernos
militares de la región.

En este sentido nunca esta de mas recordar que los asesinatos o genocidios
sociopolíticos y la “modernización” de las economías, al menos en los países del Cono
Sur, son las dos caras de la misma moneda. Sin embargo la noción de desarrollo se trató
y de cierta forma sigue tratándose de un significante vacío al favor de cualquier
proyecto político, sin poseer consistencia empírica alguna. Todo proyecto que pretenda
ser hegemónico, a la hora de reconstruir su contenido y darle una coherencia, ha de
tener en cuenta que:

El discurso del desarrollo impuesto en periodo de posguerra bajo la


hegemonía estadounidense y en coordinación con el modelo del new deal
emplea analogías históricas falsas para fundamentar sus políticas
económicas. Este discurso concibe la historia económica de todos los
países como un proceso que sigue un único patrón de desarrollo, como
un mismo camino que cada país recorre en un momento diferente y a
diferente velocidad. De modo tal que los países cuya producción
económica actualmente no se encuentra en el nivel de los países
dominantes se consideran países “en vías de desarrollo” pues prevalece

74
la idea de que si continúan transitando la senda que anteriormente
recorrieron los países dominantes y repiten sus políticas y estrategias
económicas, eventualmente gozaran de una posición análoga” (Hardt y
Negri:2006:251)

Para el caso brasilero, la situación deja en evidencia, sobretodo en el aspecto teórico una
evidente similitud:

En el plano teórico, el concepto de subdesarrollo como formación


histórico – económica singular, constituida en torno a los polos de la
oposición formal entre un sector “atrasado” y otro “moderno”, no se
sustenta como singularidad. Este tipo de dualidad es común a casi todos
los sistemas y periodos. Por otro lado, esa oposición, en la mayoría de
los casos es simplemente formal. De hecho el proceso real muestra una
simbiosis y una organicidad en la que lo llamado “moderno” crece y se
alimenta de la existencia de lo “atrasado”, para usar la misma
terminología. El subdesarrollo parecería ser la forma propia de las
economías preindustriales penetradas por el capitalismo y, por lo tanto,
“en transito” hacia formas mas avanzadas de aquel. Sin embargo, una
afirmación como ésta deja de lado el hecho de que el “subdesarrollo” es
precisamente un producto de la expansión del capitalismo [...] el
“subdesarrollo” es una formación capitalista y no simplemente histórica
(De Oliveira:2009:33)

Sin tener que hacer un examen exhaustivo puede saberse con certeza que la tónica de
Latinoamérica fue el haber saltado la fase de la industrialización, lo que ha venido
importando incesantemente hacia América latina un lastre que otras naciones ya
superaron: la dependencia de las exportaciones. Y si bien, los términos del intercambio
no siempre se deterioran, las fluctuaciones en los precios de los commodities sigue
determinando en buena medida a las economías locales, las que en su mayoría han
tercerizado sus ejércitos laborales, no en la misma medida que lo han hecho las
economías centrales, esto es pasando desde una mano de obra industrial hacia una
altamente especializada en el sector servicios, sino especializando a la mayor parte de su
población en la ejecución de servicios de poco valor agregado y poca trascendencia
económica a favor del continente. Brasil es sin duda la excepción a esta lógica pues ha
conocido desde 1930 en adelante una dinámica ininterrumpida de industrialización,
transversal a los gobiernos de turno: esto es una real Política de Estado.

De todas formas estos diagnósticos con respecto a las economías latinoamericanas, en


su calidad de economías subalternas son de mas conocidos. No tiene sentido entrar a
batallar en el terreno ideológico fantástico que nos muestran los apólogos liberales, la
“teoría de la torta” y del fin de la historia mas que explicar fenómenos nos muestran
ciertas convicciones rayanas en el dogmatismo de la pretendida “ciencia económica”,

75
cuyo discurso tampoco vale la pena entrar a detallar, pues se trata del discurso cotidiano
con mayor presencia, hegemónico.

Para nuestros fines deberemos tener en cuenta una condición fundamental, si se juzga la
integración de América Latina con respecto a su condición de posibilidades, no
podemos sino aceptar que el vacío de poder político que aceleradamente los Estados
Unidos empiezan a evidenciar en la región, fruto de la desafortunada imposición de una
“Guerra contra el terrorismo” inexistente en América Latina y del natural desgaste de la
ideología neoliberal como práctica - sobretodo luego de la crisis con epicentro en wall
street de 2008 - abren las posibilidades de proyectos alternativos del norteamericano:

El principal problema de seguridad hemisférico, entonces, es cómo


contener y evitar la implementación de estas equivocadas [desde lo
económico hasta lo militar] políticas estadounidenses en la región.
Descartada la opción de un equilibrio militar EE.UU. / América Latina,
el único camino transitable para “reducir paulatinamente la influencia
militar de EE.UU. y sus bases en Sudamérica sin desafiar abiertamente
su hegemonía” es la opción política y esta no puede jugarse en otros
ámbitos que no sean los entes multilaterales. Si dentro de estos marcos
los EE.UU. son difíciles de contener, fuera de los mismos los EE.UU.
serían un peligro sin límite alguno reproduciéndose el tipo de alianzas
bilaterales que hoy día exhibe con Colombia. El espacio de acción de
EE.UU. en la OEA, si bien en algunos momentos ha sido muy amplio
obstaculizando el normal desarrollo de las relaciones hemisféricas,
puede contenerse por una coalición intra-latinoamericana en su seno
alineándola junto a la mayoría, tal como sucedió en la última elección de
secretario general37.

Existen al menos dos razones concretas para prever en el corto plazo escenarios que
posibiliten la integración política de Latinoamérica, no tanto por el revivir del sueño de
Bolívar, sino por las mismas dinámicas que en su momento determinaron el aislamiento
de las economías latinoamericanas, existen principalmente, desde el punto de vista de
los grandes procesos dos razones de peso para pensar en un fenómeno tal, la primera de
estas es que:

El declive de un otrora poder hegemónico tiene que ver menos con su


propia declinación que con el surgimiento de otros. Así, su declinación
inicialmente solo es relativa (rige una porción cada vez menor del
plusvalor mundial producido y del capital acumulado), y puede ser lenta
(Wallerstein: 2005c:10)

37
Varas, Augusto, Brasil en Sudamérica: De la indiferencia a la Hegemonía, en “Revista Comentario”,
FRIDE” Madrid, Mayo 2008.

76
La segunda de estas condiciones se deriva de la primera. Y es Dentro de estas, que la
interacción política se asoma como un imperativo, pues solo en la medida que puedan
fortalecerse los lazos de integración regional en la práctica, Latinoamérica estará mas
cerca de superar lo que ha venido siendo su historia o lo que es mejor, convertirse en el
propio agente de su historia. Un intersticio de poder, como el producido por el traspaso
de un patrón hegemónico a otro, quizás no sean oportunidades que puedan verse dos
veces en una vida:

Aunque estimula los intercambios de bienes entre continentes , en la


práctica el librecambio no produce un mundo unificado. La
globalización planetaria no es mas que una dimensión secundaria del
proceso. La realidad estadística es la intensificación de los intercambios
prioritarios entre países próximos y la constitución de regiones
económicas integradas de escala continental: Europa, América del Norte
y del centro, América del Sur, Extremo oriente. Las reglas del juego
liberal fijadas bajo el liderazgo norteamericano tienden a destruir así la
hegemonía de Estados Unidos, induciendo a la constitución de bloques
regionales separados de América del Norte (Todd:2003:166)

77
CONCLUSION

La significación que tendrá un concepto siempre dependerá de la cadena de


significantes en la cual esté inserto, bajo ese punto de vista, la trama en la que
Wallerstein encuadra al concepto de hegemonía es limitada. Desde varios puntos
distintos, es limitada en tanto propone una verdad histórica a juzgar por nosotros,
imponderable y limitada en tanto pone a la condición de hegemonía en función de una
condición económica determinada. La hegemonía según Wallerstein es patrimonio de
“Un Estado hegemónico” a la vez. La unipolaridad es la constante en las relaciones
internacionales. Nuestra crítica apunta a esta condición, pues la consideramos estrecha y
sobredeterminante.

A Juzgar por nosotros, la hegemonía es siempre un proceso dual que tiene que ver mas
con la aceptación que con la imposición, Cuba ha sido un ejemplo de aquello y de ahí su
importancia política, no como una pasional añoranza por su revolución y su gesta, sino
por que, en tanto país autónomo, ha decidido para bien y para mal su propio camino a
seguir. De esto se pueden sacar dos conclusiones fundamentales, por una parte la
Hegemonía norteamericana en Latinoamérica no puede ser interpretada solo en términos
de dominación, ya sea política y económica, sino que debe ser interpretada también
como “transacción”, de los grupos dominantes que “pactan” y de esa forma “tiñen” y
llenan de significado sus respectivos dominios políticos. Pensar en la hegemonía como
condición natural o ley inmanente del sistema interestatal moderno es desdeñar en un
alto grado la importancia de lo político. Un país poderoso puede proponerse y proponer
a otros su voluntad, pero siempre está la posibilidad que en esto medie lo político en
términos de rechazarle.

Nuestra idea ha sido, ver la hegemonía no como una condición natural, creemos que no
existe una “naturaleza” dada ni en las relaciones internacionales ni en la economía, ni en
la política. Todo aquel constructo que quiera plantearse en los términos de una
naturaleza, o ley del sistema, merece una duda. De esta forma, hemos decidido
imbuirnos en la lógica Wallersteiniana, a la que finalmente deberíamos denominar como
ejemplo último del pretendido cientificismo empirista anglosajón. Pero no solo eso.
Puesto que muchas de las figuras que Wallerstein usa en su análisis, parecen ser el
reverso de las categorías de la economía liberal, puesto que no se asumen aquellos
intercambios que “no dejan rastro”. Si se ciñe a la documentación de los intercambios
“legales” cualquier explicación está dejando por fuera ciertas ventajas “imponderables”
de algunas economías por sobre el resto. Por estas razones decidimos desechar cualquier
“encuadre” de una situación concreta en el marco de la teoría de los sistemas – mundo.
Creemos que afirmar una “verdad” histórica absoluta en el terreno de la economía es

78
jugar el mismo juego del liberalismo, pero desde otra trinchera, aún políticamente
correcta. Por lo tanto decidimos centrarnos en la condición hegemónica como proceso
de significación de luchas políticas y económicas concretas, en lugares concretos.
Creemos que esta es la única forma de no entrar en moldes que solo facilitan las
posibilidades de equivocarse. Si la utopía liberal y su teoría de la torta resultan poco
creíbles, la teoría de sistemas – mundo y su imagen del “fin” del sistema no es una
buena contraposición. Después de todo, el mismo sistema se llevará a sí mismo a un
final, en los próximos 40 o 50 años. Aquel argumento, no nos parece razonable.

Para sobrellevar la pesada carga de tener que analizar todas y cada una de las
situaciones que el análisis se proponga, se debe salir de los moldes hechos. Entonces,
para nosotros, la primera condición para la existencia de una hegemonía, será la de la
existencia del espacio y del lugar que la aloje, Latinoamérica, en su condición de
subcontinente “descubierto” y conquistado por las potencias centrales,
fundamentalmente europeas, ha sido históricamente un lugar vacío, a la espera de ser
ocupado por uno u otro proyecto hegemónico, la voz del padre anglosajón o el
significante Amo del mercado dictan la pauta. Las vicisitudes del juego por la primacía
en el sistema mundial han traído a una u otra potencia de turno a ocupar el lugar de
mando en cuanto a proyectos y visiones de futuro se refieren, en este y en otros
contextos del mundo la economía capitalista y su sistema no ofrecen alternativas fáciles
para salir del influjo de estos proyectos foráneos, en respuesta la fuerza no ha sido pocas
veces ocupada para hacer “entrar en razón” a los latinoamericanos en general, y muy
lamentablemente a los chilenos en particular sobretodo hoy, cuando la herramientas de
dominación cultural parecen ser tan efectivas y sofisticadas.

La hegemonía tal como la conocemos hasta el momento ha sido la hegemonía


capitalista en una u otra de sus formas, puesto que los países que han ocupado la
primacía en el sistema mundial, no han sido sino los portadores del mensaje capitalista
del momento, de la lógica imperante y de los nuevos nombres para identificar los viejas
practicas de exacción, explotación y abuso: la misión civilizadora del hombre blanco
europeo y la Libertad Norteamericana, del mercado son solo distintos momentos de una
misma recta. La forma económica conocida como neoliberalismo, no ha sido sino la
última de las versiones del desarrollo de la recta de la razón capitalista, la que a estas
alturas y aún cuando suene a lugar común, debemos definir como depredadora y
portadora de riesgos a tremendos e innecesarios. La tarea de superar, abolir y desechar
el capitalismo, por ridícula que suene puede ser perfectamente la tarea que las
generaciones actuales enfrenten para administrar el mundo que les está siendo legado.
Los “efectos de asimetrías cualitativas” insoportables que el sistema genera en su
reproducción, pueden pasar a ser una barrera que de un momento a otro se torne
insoslayable. La realidad es tan solo un constructo determinado por las convenciones,
por la necesidad de estabilidad para el capital, pero su fragilidad es a veces evidente, las
catástrofes naturales son síntoma de aquello, pues como bien se ha visto, el capitalismo
mas que dedicarse a solucionar sus problemas, simplemente se mueve geográficamente.

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Una tragedia de proporciones puede no representar un negocio tan rentable como para
ser asumido. Pienso en Haití.

Por otra parte el neoliberalismo como fenómeno partió en Chile, para dar por cerrado
temporalmente el debate acerca de la pertinencia del sistema capitalista, “el gran
debate” de la década del setenta. Por la fuerza los chilenos y los habitantes de América
Latina debieron aceptar que el mercado era la única alternativa, la advertencia
tatcheriana acerca de que no había otra alternativa terminó convirtiéndose en un axioma
alienador que durante cuarenta años ha regido los destinos del subcontinente. Aquel
debate reprimido por medio de la fuerza, vuelve disfrazado de peleas particulares,
colmado de connotaciones culturales, se asoma en la realidad misma y emerge como
una serpiente de mil cabezas, los aparatos de inteligencia y los aparatos represores de
todos los Estados del mundo saben con bastante claridad que existe “una cosa”
innominable que cada cierto tiempo perturba nuestra normalidad capitalista y si bien, es
apenas perceptible, las variaciones y los flujos, altamente inciertos de la economía
mundial, abren nuevas chances para manifestaciones que solo parecen inconexas por el
hecho de ser parte de un mismo sentimiento. De todas formas, el capitalismo siempre
va un paso adelante integrando y domesticando muchas de estas luchas. Sin embargo, el
mismo fantasma que recorrió Europa a principios del XIX vuelve a asomarse, con otras
vestimentas, por otros medios.

Bajando a lo terrenal, la primacía de los Estados Unidos, en el ámbito político y


económico, se está diluyendo de manera acelerada, la opción militarista que aquel país
ha tomado erróneamente como locomotora de su desarrollo, no augura nada bueno. Pero
por efectos de balance, al parecer cósmicos, la perdida de unos es la ganancia de otros y
así emergen nuevos competidores para la alicaída potencia. Dentro de estos
competidores, los denominados países BRIC (Brasil, Rusia, China e India) parecen
tener todas las características que los convertirían en núcleos regionales en sus lugares
respectivos, en el ámbito ideológico incluso la China Comunista, parece haber
comprendido a la perfección el quid del sistema capitalista y nada hace presagiar un giro
mas humanista o cooperativo en su comportamiento, China y el capitalismo se han
unido.

La región latinoamericana no puede abstraerse de estas dinámicas y solamente un país


parece en condiciones de tomar el desafío que impone la divisoria de poderes
mundiales, en este preciso sentido Brasil se empieza a estirar por su espacio natural (no
debe olvidarse que el país solo no tiene fronteras en común con Ecuador y Chile)
latinoamericano, hasta hace poco tiempo coto vedado de los estadounidenses. La
cuestión trascendental para comprender la lógica de la hegemonía brasilera será
dilucidar cual es el tipo de proyecto que aquel país ofrece a los países de la región - mas
allá de los discursos de buenas intenciones que siempre se esgrimirán para “invitar” a
los demás a sumarse - y la forma en que a su vez la nueva potencia será capaz de
contrapesar los vestigios de la hegemonía norteamericana y de sus recalcitrantes

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clientes, ubicados entre las mas férreas oligarquías locales. El caso chileno es
paradigmático de este sinsentido, si se quiere un termómetro de la testarudez anti
soberana, del vivir en cuerpo y alma para otro, relegando por eso el bienestar de su
mayoría. La actitud de desprolijidad en materia minera es el síntoma mas evidente de
nuestros tiempos, pero culturalmente el escenario no es mejor. Chile ha perdido no solo
amplias cotas de su soberanía económica, sino también su identidad soberana, su
identidad cultural. De lo que trató esta tesis, fue de poner de manifiesto, algunos
elementos a reconsiderar en la difícil, pero honrosa misión de recuperarlos.

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