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HISTORIA DE AMÉRICA I

SEGUNDO ENSAYO

REDES DE CIRCULACIÓN EN EL ÁREA ANDINA: TRÁNSITOS, BIENES,


PRESTIGIOS Y PODER POLITICO

TEMA 1: Circuitos de la costa a la sierra: bienes de prestigio y poder político, formas


ritualizadas de circulación

ALUMNA: Jesica Laura Vargas


DNI: 31.026.375
Profesora de Comisión: Prof. Matilde Lanza
Año: 2011
La Capacocha como Negociación Política. ¿Cuál fue su rol en la configuración
de las relaciones políticas del Inca con los señores locales?

La Capacocha, fue una de las ceremonias de mayor importancia en el Imperio Incaico, no


sólo porque participaba en ella la gran mayoría de los individuos del Tawantinsuyu, sino porque
consistía en un mecanismo de control de reciprocidad política, social, económica y religiosa.
Según Duviols, esta institución estaba dedicada, directa, o indirectamente, al soberano;
podía ser cíclica o excepcional, duraba varios días, y abarcaba todo el territorio del Imperio: una vez
ordenada por el Inca, los sacerdotes y curacas provinciales organizaban un movimiento centrípeto
de ofrendas (desde bienes de primera necesidad, hasta bienes de prestigio y niños a sacrificar) hacia
el corazón del imperio, para luego de la ceremonia principal llevada a cabo en la plaza de Cuzco por
el Inca (en la cual participaba todo el pueblo y se realizaban los sacrificios), dar lugar a una
proyección territorial lineal y centrífuga de una parte de las ofrendas -incluyendo la sangre
santificada de los inmolados-, hacia los santuarios (huacas secundarias o regionales) de la periferia.
La última fase de este rito tenía lugar nuevamente en el centro, tras el regreso de los participantes de
los diferentes suyus, con las fiestas de intercambio y redistribución de bienes.1
Participaban de la ceremonia todos aquellos en condiciones de tributar; ya sea en actividades
puramente rituales, como los infantes y jóvenes destinados para ser sacrificados, los curacas que
debían organizar su grupo, encargados del culto en sí; actividades sólo relacionadas con el ritual,
como los artesanos encargados de la manufactura de los bienes suntuarios a ofrendar o utilizar en la
ceremonia (textiles, platería, ornamentos con mullu de la costa)23; o quienes contribuían a la
ceremonia simplemente con lo que podían, como los bienes de primera necesidad, fruto de sus
trabajos normales, que aportaban los pescadores de la costa tratados por M. Rostworowski4. Incluso,
según informa esta investigadora en el mismo artículo –y también ejemplifica con el caso de los
textiles la investigadora Armijo en su tesis5-, el Estado Incaico podía disponer y movilizar a una
parcialidad entera de artesanos para satisfacer ciertas necesidades del Estado (mitmaqkuna).

1
Duvoils, Pierre. La Capocha.(Cuzco: Allpanchis) 11-36
2
Br. Isabel Angélica Martínez Armijo. Textiles inca en el contexto de la capacocha función y significado. (Cusco, Perú: Universidad
Nacional de San Antonio Abad del Cusco.Departamento Académico de Antropología,Arqueología y Sociología Carrera Profesional
de Arqueología, 2005), 347
3
Rostworowski, María. "Pescadores, artesanos y mercaderes costeños en el Perú Prehispánico". Revista del Museo Nacional, XLI o
1977, Etnía y Sociedad. Costa Peruana Prehispánica. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1975. 211-264.
4
Idem 3
5
Idem 2, Pag. 347

2
De esta forma, dictando tanto la participación colectiva como la movilización de los
individuos, y propagando el ritual por todo el territorio, la Capacocha pretendía representar la
comunión entre los grupos de la periferia con los del centro al compartir los mismos valores
sagrados y la misma ideología; funcionando así como una herramienta de control y cohesión social
y cultural del Estado centralizador. Reforzando las relaciones y dependencias entre las etnias y sus
curacas, entre los curacas y el soberano, y entre éste y los dioses, la Capacocha fomentaba la unión
social y política del Imperio, a la vez que contenía las tendencias separatistas de los curacas; es
decir, ayudaba a garantizar la pax incaica y el poder establecido.
Por otro lado, el Inca consolidaba su poder a través del sistema de intercambio y
reciprocidad que controlaba. La cantidad y calidad de la ofrenda que recibían las huacas del interior
del Tawantinsuyu, dependía de la categoría y prestigio de las huacas, así como también de su
eficacia y exactitud durante el año transcurrido (en cuanto a predicciones, ayuda, etc.) y se
estipulaba en base a un sistema de “premios y castigos”; siendo la mayor ofrenda el sacrificio
humano. Asimismo, el Inca también decidía sobre la divinidad y el tipo de ofrenda que cada huaca
debía realizar.
Si bien el Inca, era el intermediario entre los hombres y los dioses, también debía procurarse
la protección, virtudes y amistad de las huacas (santuarios donde vivían las divinidades) para así
poder garantizar el equilibrio del cosmos y el bienestar de la sociedad. A cambio, el Inca debía
“alimentarlas” mediante las ofrendas (principalmente sacrificios humanos) y mantenerlas
satisfechas, generándose así una relación de reciprocidad, en la que el Inca era tanto dador (para con
la divinidad, quedando una Capacocha a la espera de un contra-don) como deudor (de quienes
proveyeron la víctima y a quienes le redistribuirá –‘asimétricamente’ según Duviols- lo que los
dioses le den), y donde el eje del sistema de intercambios, a partir del cual comienza la
redistribución, es el dios mismo6.
De aquí, tal como lo señala Godelier, es de donde surge la legitimación del poder político-
religioso del Inca: de su exclusiva posición para con las divinidades, de la ‘concentración de los
objetos sagrados y/o preciosos (a los cuales accede a través del tributo y ofrendas recibidas de los
curacas étnicos –por ejemplo, los bienes suntuosos elaborados por artesanos de la costa que detalla
M. Rostworowski - e intercambios regionales y de larga distancia que controlaban –como es el caso
de las rutas del mullu-7), del monopolio de acceso a los dioses y/ o antepasados y las funciones que
puedan garantizar la reproducción de la sociedad, ya que controlan el funcionamiento del universo y

6
Idem 1
7
Hocquenghem, Anne-Marie. Rutas de entrada del Mullu en el extremo norte del Perú. Bulletin Institut Français d’Études Andines
22 (3), 1993: 701-719

3
destino de los hombres’; lo que viene acompañado de un proceso de divinización del ‘jefe
supremo’.8
Por lo tanto, siendo que en realidad se trataba de una redistribución de bienes en manos del
Inca, cabe considerar a esta ceremonia religiosa como una oportunidad tanto para el Inca como para
los señores locales de concertar acuerdos, crear y reforzar alianzas y negociar nuevos contratos
económicos, políticos, militares y sociales. Se reforzaban los lazos creados entre el Inca y los
curacas locales, se re-negociaban posiciones políticas de los curacas (quienes, además, intentaban
impresionar y hacer amistad con el Inca para así obtener mayores beneficios y gozar de un mejor
status social y político) a cambio de ofrendas/tributos o inclusive sumisión, se legitimaban la
posesión de territorios conquistados, -especialmente los más alejados donde se generaban periódicas
rebeliones-, se confirmaba el sistema de reciprocidad y permitía una circulación enorme de bienes
de prestigio (incluso el inca otorgaba permisos y hacía excepciones –como sucede con los indios de
la costa- con el fin de obtener bienes suntuosos), requeridos por el Inca para su acumulación de
riqueza a fin de mantener su status y legitimidad en todo el territorio Inca. Cabe destacar que en las
zonas más alejadas como las regiones más al norte que ilustra Salomón 9, si bien la pseudos-ausencia
del gobierno Inca pudiera dar un mayor protagonismo a los jefes locales, con la Capacocha el
Estado Inca se hacía presente en todos los rincones del imperio nuevamente, regulando los aspectos
comerciales, culturales y sociales y manteniendo un equilibrio con las prácticas autónomas.
Finalmente, podemos considerar a la Capacocha como una comunión; un espacio donde se
negociaron, garantizaron, reforzaron, y crearon las relaciones políticas y lazos simbióticos tanto
entre el Estado y súbditos, y entre los curacas de la periferia (incluso los recién conquistados) y la
elite cuzqueña que aseguraron y perpetuaron el status quo de la aristocracia Incaica. Siguiendo la
idea de Godelier, el uso del poder político-religioso, institucionalizado aquí en la ceremonia de la
Capacocha, está ligado al ejercicio de funciones concentradas en el Inca que parecen condicionar,
para la gente, la reproducción de la ideología (de dominación) de la sociedad Incaica como un todo,
en el marco de un territorio determinado.

8
Godelier, Maurice. Cuerpo, parentesco y poder. Perspectivas antropológicas y críticas. (Ecuador: Pontífica Universidad Católica
del Ecuador, 2000), 165-169
9
Salomon, Frank. Systemes politiques verticaux aux marches de l'Emprire Inca. (Paris: Annales 33 5-6) 967-990

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