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MATERIA (049): Psicoanálisis Freud – Cátedra I

TEÓRICO: 10
FECHA: 6 de junio de 2007
PROFESOR: Osvaldo Delgado

Hoy vamos a ver aquello que lógicamente viene al lugar de la vivencia sexual, prematura,
traumática. La causa estaba ahí. Los síntomas eran efecto de la defensa respecto al
recuerdo de esa vivencia sexual, prematura, traumática; vivencias acontecidas en la realidad
a partir del relato que le hacían los pacientes. Freud en un primer momento cree en esto.
Caerá esta idea en el año 1897, cuando en la Carta 69 que escribe a Fliess, Freud dice
“[…] ya no creo más en mis neuróticas”. No tenía que ver con la realidad el que todas fueran
seducidas y abusadas por algún señor mayor sustituto paterno. Si esto fuera así todos
serían perversos y no neuróticos. Freud comienza a dudar de la veracidad de estos relatos.
Hay un punto importante en la Carta 69 donde dice que, si esos relatos fuesen ciertos,
habría que atribuirle a todos los padres, incluso al propio, una inclinación perversa hacia los
hijos. Lo dice así:
“[…] Después, la sorpresa de que en todos los casos el padre hubiera de ser inculpado
como perverso, sin excluir a mi propio padre […].” (p.301)

La referencia a su propio padre no es un detalle menor, porque si creía que todas las
histéricas habían sido seducidas o violadas por el padre, el lugar de padre sería un
personaje incestuoso que acosaba, violaba, seducía y eso incluía a su propio padre. Es una
posición respecto al propio padre. Entonces, no es que sólo deja de creerle a las histéricas
que esto era algo acontecido sino que, además, nombra un cambio de posición respecto a
su propio padre. Podemos decir que da cuenta de un atravesamiento del propio Freud de
algo del complejo paterno.
Para poder producir su obra Freud debió atravesar sus propios complejos, ya que no se
trata de disquisiciones sobre física, química, geología. Para poder formular lo que formuló y
atravesar los obstáculos tuvo que atravesar subjetivamente muchas cuestiones y continuas
desilusiones. En verdad, no se puede distinguir en el inconciente la verdad de la ficción
investida con afecto. Entonces en la Carta 69 continúa:
“[…] Según esto, quedaría una solución: la fantasía sexual se adueña casi siempre del
tema de los padres.” (p.302)

Estos hechos no habían acontecido, las histéricas le mentían, pero ¿por qué todas lo
cuentan? Es mentira que todas fueron seducidas por el padre en la realidad pero qué verdad
hay en el hecho de que todas cuenten eso. ¿Por qué todas mienten de la misma manera y
con el mismo argumento? ¿Qué verdad hay? Ya no como verdad material acontecida sino
como verdad en términos de realidad psíquica. ¿Qué verdad hay en el hecho de que todas
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se presenten habiendo sido precozmente abusadas, violadas, seducidas, etcétera? Hay allí
un núcleo de verdad y es allí donde se presentará la modificación central. ¿A qué lugar
viene esta fantasía?
En principio, Freud dirá que esa fantasía vela, encubre la práctica sexual autoerótica.
Que el relato de haber sido seducida por el padre –teoría de la vivencia sexual, prematura,
traumática–, encubría la práctica sexual masturbatoria, autoerótica; y, a la vez, la fantasía no
hablaba de algo acontecido pero sí de algo deseado. La fantasía tiene un doble valor,
encubre una práctica sexual masturbatoria y a su vez revela un deseo.
La pregunta que habían hecho respecto al caso Emma a por qué había regresado a lo del
pastelero la segunda vez, encuentra respuesta ahora.
Entonces, Freud dice que efectivamente esto en algunos casos es cierto porque
violaciones existen, existe como acontecimiento, pero se interroga por el universal. No es
cierto que todas, entonces ¿cuál es el núcleo de verdad que hay? Que esta fantasía es un
deseo: desean haber sido seducidas o violadas y es una fantasía que vela, encubre y está
anudada a una práctica masturbatoria.
En este texto inicial, es una carta de 1897, ya aparece cómo una satisfacción pulsional
autoerótica –la masturbación– queda ligada a una fantasía. A nivel de la fantasía se
despliega el deseo inconciente y a nivel de la práctica masturbatoria se realiza una
satisfacción pulsional. Entonces, se articulan ambas dos cosas: una satisfacción pulsional –
autoerótica, masturbatoria– unida a una realización de deseo inconciente; unidos como una
soldadura.
Cae la vivencia sexual, prematura, traumática pero hay algo que viene al mismo lugar
lógico que es la pulsión como sexualidad infantil y la fantasía. Vienen a ocupar el mismo
lugar lógico que ocupaba la vivencia sexual prematura traumática. Esto quiere decir que la
defensa represiva no operará con relación a la vivencia sexual, prematura, traumática y
después lo reprimido de esto; sino que la represión va a ser con relación a la sexualidad
infantil y a la fantasía inconciente, ocupan el mismo lugar lógico. Por eso Freud dice que hay
una fantasía sexual que se adueña casi siempre del tema de los padres. Por eso concluye
esa carta diciendo que este descubrimiento no es una derrota sino un triunfo, porque avanza
hacia la comprensión del aparato psíquico. De este modo se funda el concepto de realidad
psíquica. El “he sido seducida o violada por mi padre”, no es algo acontecido sino que ahí
está hablando de realidad psíquica; y esto tiene un valor crucial.
Es por eso que tiene que producir “Tres ensayos…”, para dar cuenta de la sexualidad
infantil, quebrando con la idea de que sexualidad y genitalidad sean sinónimos. Cuando
Freud hable del chupeteo infantil como práctica sexual, se despega de la genitalidad. El
chupeteo como satisfacción oral se pondrá en juego en la vida del sujeto y en el lazo con el
otro; no sin complicaciones y perturbaciones.

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Entonces, al lugar lógico que tenía la vivencia sexual viene ahora la pulsión y la fantasía y
aparece toda la problemática de la sexualidad infantil que Freud trabaja en “Tres
ensayos…”. Por ejemplo, en la página 266 Freud ubica –algo que les anticipé la clase
pasada– que la pulsión no tiene nada que ver con el instinto. La pulsión tiene que ver con
las zonas erógenas, con los bordes pulsionales, por eso aparece, en principio, ligada con lo
oral y con lo anal, hay que agregar lo fálico.
En la página 134, en la parte de las conclusiones, Freud ubicará la relación de la pulsión
con el objeto como una soldadura, o sea, que no está dado. Recuerdan que dijimos que
para el ser humano el objeto partenaire puede ser cualquier cosa.
Dice Freud:
“[…] La experiencia recogida con los casos considerados anormales nos enseña que
entre pulsión sexual y objeto sexual no hay sino una soldadura, que corríamos el riesgo
de no ver a causa de la regular correspondencia del cuadro normal, donde la pulsión
parece traer consigo al objeto. Ello nos prescribe que debemos aflojar, en nuestra
concepción, los lazos entre pulsión y objeto. Probablemente, la pulsión sexual es al
comienzo independiente de su objeto, y tampoco debe su génesis a los encantos de
este.” (p.134)

Por un lado, nos enseña que esto no es sólo para los casos considerados normales sino
que los casos considerados anormales nos enseñan un universal, un para todos. Y, por otro,
efectivamente, se trata de que no hay –como en el instinto– un objeto predeterminado.
Asimismo recuerden que la satisfacción no es con el objeto sino que es gracias al objeto.
El objeto es un objeto sostén para el circuito de la pulsión ya que la pulsión se satisface en
la propia fuente. Les ponía la vez pasada el ejemplo del cigarrillo, la bebida, el beso mismo,
en los que los objetos –cigarrillo, alcohol, labios, etcétera–, son objetos sostén para el
circuito pulsional, ya que los labios son la fuente y la meta donde se produce la satisfacción.
La satisfacción oral –las mujeres saben mucho de esto por su relación con el hablar, con
la palabra–, da cuenta de la importancia que tiene la satisfacción oral.
Luego Freud hablará de la meta. Algo anticipamos en el teórico anterior cuando nos
referimos tanto a la cuestión del amor como a la del fetiche. Freud se refiere a la cuestión
del amor como una desviación, una meta desviada, lo encuentran en las páginas 136 y 137
del texto. Y la referencia al fetiche y la fetichización en las páginas 139 y 140.
Allí Freud dice:
“Los casos en que se exige al objeto sexual una condición fetichista para que pueda
alcanzarse la meta sexual (determinado color de cabellos, ciertas ropas, aun defectos
físicos) constituyen la transición hacia los casos de fetichismo en que se renuncia a una
meta sexual normal o perversa.” (p.139)

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En este párrafo están las dos cosas. Una cosa es tomar el color de los cabellos, la ropa,
hasta un defecto, como un medio para alcanzar un encuentro con el otro, una transición. Y,
otra cosa, es que el partenaire sea un pedazo de cabello o una ropa, que ese sea el objeto.
Son cosas distintas.
Es en relación a estos desvíos de las metas que aparece en la página 142 la pulsión de
ver, como placer de ver; aparece la diferencia entre el placer de ver –como camino al
encuentro sexual– y otra cosa es que el interés sexual quede confinado exclusivamente al
placer de ver siempre igual, de la misma manera, porque lo que tienen estas cuestiones
como desvío es la fijeza. Es el placer de ver de la misma manera, como condición única y
absoluta y la satisfacción se juega sólo en el placer de ver y siempre del mismo modo.
Entonces, hay una diferencia entre el placer de ver como preliminar y el placer de ver como
la meta final.
Del mismo modo, cuando Freud se refiera al sadismo y al masoquismo que, como
todavía no tiene despejados ciertos términos, le parecerán complementarios. En verdad,
sadismo y masoquismo no son complementarios, es más, no tienen nada que ver. Podemos
encontrar sadismo y masoquismo como perversión; pero también encontramos sadismo y
masoquismo ya no como perversión sino como práctica sexual en la sintomatología
neurótica. Y efectivamente no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Los neuróticos para armar sus fantasías, toman elementos de las escenas perversas
porque las fantasías están tomadas, están hechas con escenas del campo de la perversión.
Por eso se dice que una es el negativo de la otra pero hay una gran distancia entre una y
otra.
Decía que sadismo y masoquismo no son complementarios. El partenaire del sádico no
es un masoquista y el partenaire del masoquista no es un sádico. Si a un sádico se
encuentra con un masoquista no le produce nada porque si el sádico quiere herirlo y al
masoquista le encanta ¿dónde está la satisfacción?; tiene que ser un partenaire que se
angustie para que él logre alguna satisfacción. Si al masoquista que quiere que le hagan
doler, que le hieran, se encuentra con un sádico que disfruta con eso lo mismo; tiene que
ser alguien que se angustie con eso.
Entonces, el partenaire de un sádico o de un masoquista siempre tiene que ser un
neurótico que se angustia. Tanto el sádico como el masoquista gozan con la angustia del
partenaire. Masoquismo es tanto el nombre de una perversión como de una modalidad de
una práctica sexual. También el masoquismo es una fantasía que tienen los varones que
creen que la satisfacción sexual de las mujeres es masoquista, es una fantasía masculina.
Los varones, como parte de su torpeza estructural, piensan que las mujeres se satisfacen
masoquísticamente, tienen sorpresas en la vida, porque esto no es así.
Las mujeres tienen una fantasía correspondiente a esa. No es que los hombres se
satisfagan haciendo doler o masoquísticamente, sino que la fantasía, el rechazo de la

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posición del otro es que las mujeres creen que los varones son donjuanes. Es más, que
existe el Don Juan que es aquel que se puede acostar con veinte en el mismo día sin ser
afectado en el amor jamás. Creen que existe ese personaje, es un nombre del príncipe azul.
Las mujeres creen que los varones pueden tener encuentros múltiples sin jamás ser
afectados por el amor, o sea, que pueden entrar y salir de la cama sin ninguna herida.
Pues no existe. Algunos hacen la impostura, en términos teóricos, como que sí, pero es
una impostura.
¿Qué dice Freud? Que en determinado momento de la vida de la sexualidad infantil se
produce lo que llama la creación de los diques morales: el asco, la vergüenza, la moral
misma. ¿Por qué razón los adultos no tienen ese despliegue de la sexualidad infantil
abiertamente? Porque funcionan los diques del asco, de la vergüenza y de la moral. Estos
diques van a tener mucho que ver con un periodo llamado por Freud de latencia, que antes
llamamos de amnesia psíquica. Porque la cuestión de “en dos tiempos”, Freud la sigue
manteniendo.
Tenemos la sexualidad infantil que llama perversa polimorfa; luego la amnesia psíquica
(el periodo de latencia); y luego en la pubertad, un resurgimiento de los intereses sexuales.
O sea, que la sexualidad también es en dos tiempos. Este concepto es importante para
cuando Freud trabaje el hallazgo de objeto. Dirá que en verdad es un rehallazgo porque en
la medida en que luego de la latencia, en la pubertad, hay un resurgimiento de los intereses
sexuales, lo que será elegido como objeto tendrá que ver con el objeto fijado en la
sexualidad infantil. Lo voy a desarrollar más cuando trabaje el hallazgo de objeto con
“Introducción del narcisismo”.
Cuando hablo de objeto me refiero a dos cosas diferentes. Uno, es un objeto parcial, por
ejemplo, como aparece en lo que vamos a trabajar en “La perturbación psicógena…”, la
mirada, o un objeto anal, etcétera, eso es un objeto parcial. Y el otro, es el objeto total, es
una persona. ¿Quién va a ser? Por ejemplo, el padre, un objeto amoroso, edípico,
incestuoso, prohibido, etcétera. Pero, además, tenemos a nivel de la mirada, un objeto
parcial que se fija en la infancia; porque así como no hay un objeto predeterminado que
nace con uno, instintual; en el periodo de la sexualidad infantil, un objeto parcial se fija, por
ejemplo, la mirada. A partir de cierto encuentro totalmente contingente, azaroso, un objeto
parcial se fija, a partir de un punto de encuentro que vale como acontecimiento.
Un objeto parcial se fija pero, a su vez, en la trama de la sexualidad infantil toman relieve
los objetos totales, fundamentalmente la pareja parental, el padre, la madre, etcétera, como
persona total. Un objeto total prohibido, incestuoso.
Entonces, está el objeto parcial fijado –concepto fundamental en Freud–, no hay ningún
objeto predeterminado, hay un hueco, un agujero y ahí donde se produce un encuentro ese
objeto se fija, se suelda como decíamos antes; y, a la vez, tenemos el objeto total edípico,
inconciente, prohibido. Tomamos acá la persona del padre.

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La muchachita, luego de la pubertad, luego del periodo de latencia (de amnesia psíquica),
estará orientada en su búsqueda amorosa a hallar –rehallar– lo constituido en la infancia.
Entonces, el referente inconciente de su orientación amorosa será la persona del padre
pero, a la vez, el encuentro, la búsqueda estará comandada por el objeto parcial. Entonces,
en el objeto de amor estarán articulados los dos objetos: el parcial (de la pulsión parcial) y el
objeto total. Puede ser la persona del padre y la mirada de la madre. La persona del padre
como objeto incestuoso, edípico, reprimido, etcétera, y puede ser la mirada de la madre. La
orientación amorosa será respecto al encuentro con esa mirada de la madre y, si la chica es
heterosexual, la buscará en varones que a su vez porten marcas, rasgos, de la persona del
padre pero con la mirada de la madre.
Los diques, vergüenza, asco, moral, aparecen marcando el punto de amnesia o de
latencia que tuvo la sexualidad infantil. Son los diques morales que dan lugar al periodo de
latencia y luego en la pubertad el resurgimiento de los intereses sexuales. Pero como siguen
operando estos diques, efectivamente el padre será el referente inconciente. ¿Por qué?
Porque los diques morales hacen que esto no advenga como conciente. Será el referente de
las elecciones de objeto amoroso pero en forma inconciente o lo que Freud llama los diques
morales reprimen, mantienen reprimido el deseo inconciente.
Continúa Freud con la pulsión sexual de los neuróticos:
“Debo anticipar, repitiendo lo que he dicho en otras publicaciones, que estas
psiconeurosis, hasta donde llegan mis experiencias, descansan en fuerzas pulsionales de
carácter sexual.” (p.148)

En la página siguiente lo encuentran más desplegado. Lo que conviene es remitirse al


otro texto –“Mis tesis…”–, cuando Freud se refiere a la pulsión sexual de los neuróticos y a
cómo los síntomas son la vida sexual de los neuróticos. En ese punto les conviene
orientarse a leer “Mis tesis…”. Porque ahí Freud hace un desarrollo de las teorías que tenía
previamente, las que nombramos: la de la vivencia sexual, etcétera.
Se refiere a las neurastenias y a las neurosis de angustia como neurosis actuales. Dirá
que la práctica masturbatoria permanente genera una neurosis que es la neurastenia;
también la genera el coitus interruptus en los varones. Entonces, estas neurosis por libido
insatisfecha son neurastenia.
Freud retendrá en ese texto los conceptos de sexualidad e infantilismo. Los síntomas
neuróticos tienen que ver, directamente, con la sexualidad infantil. Introduce el tema de la
fantasía, Lo voy a tomar en parte la próxima clase pero recomiendo que lean “El creador
literario y el fantaseo” o “El poeta y la fantasía”.
Freud en “Mis tesis…” habla: de la sexualidad perversa polimorfa; de qué sería lo normal,
qué sería la perversión y qué sería la neurosis; y afirma por qué los síntomas son la práctica
sexual de los enfermos. Dice Freud:

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“[…] Mediante la referencia a los caracteres infantiles de la sexualidad pude establecer un
enlace simple entre salud, perversión y neurosis. La norma resultó ser el fruto de la
represión de ciertas pulsiones parciales [fíjense que lo llamado norma o normalidad se
asienta en la represión de pulsiones parciales] y ciertos componentes de las
disposiciones {constitucionales} infantiles, y de la subordinación de los restantes bajo el
primado de las zonas genitales y al servicio de la función de la reproducción […].” (p.269)

O sea que lo que se llamaría normal es lo que, por ejemplo, las Iglesias dicen que
debería ser. Es decir, que todas las pulsiones parciales se ordenen hacia el encuentro
genital y con el fin de la reproducción. Por ejemplo, que el placer de ver, como ejercicio de la
pulsión parcial sea un momento para alcanzar el encuentro genital al servicio de la
reproducción, esto sería lo normal.
Freud continúa:
“[…] las perversiones correspondían a perturbaciones de esta síntesis [o sea que no hay
esa síntesis genital al servicio de la reproducción] por obra del desarrollo hiperpotente,
como compulsivo, de algunas de estas pulsiones parciales […].” (p.269)

Entonces, la perversión hablaría de una perturbación de esa síntesis como desarrollo


hiperpotente, por ejemplo, que el encuentro sexual sea única y exclusivamente el placer de
ver y nada más. Eso sería el desarrollo hiperpotente y compulsivo. ¿Qué es la neurosis?:
“[…] en cuanto a la neurosis, la reconduje a una represión excesiva de aspiraciones
libidinosas.” (p.269)

O sea, que si la normalidad es las pulsiones parciales subsumidas en una síntesis para el
encuentro genital que tiene por finalidad la reproducción; la perversión es que alguna de las
pulsiones parciales se independiza y se transforma en único, absoluto y exclusivo, por
ejemplo el placer de ver; y que lo único que le interesa al sujeto es el placer de ver y nada
más y siempre del mismo modo.
La neurosis es una represión excesiva de las aspiraciones libidinosas, es decir, que hay
un exceso en la represión ya que el problema no estaría tanto en la represión sino en lo que
llama exceso en la represión.
En las páginas 153 y 155 aparece otra articulación fundamental. De “Tres ensayos…”
hicimos una pequeña incursión en “Mis tesis…” para ubicar la cuestión tanto la fantasía
como la vida sexual de los neuróticos.
Vuelvo a “Tres ensayos…”. Freud habla de algo fundamental: la relación entre las
pulsiones parciales y las zonas erógenas. Las zonas erógenas pueden ser cualquier parte
del cuerpo. Cualquier parte, fundamentalmente de la superficie del cuerpo, puede venir al
lugar de zona erógena. Ya veremos la cuestión de la hipocondría y los órganos internos. Por
eso veíamos que las conversiones histéricas no eran, por ejemplo, sólo en la zona genital

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sino que tenía valor de zona erógena una pierna, un brazo, una mano, los ojos, cualquier
parte de la superficie del cuerpo puede advenir como zona erógena.
La histeria de conversión es el paradigma para enseñarnos esto. Cualquier parte del
cuerpo puede ser una zona erógena por eso es que alguien puede ser acariciado en el pie y
alcanzar una gran excitación sexual, porque esa zona vale como zona erógena. Así como
no hay un objeto predeterminado tampoco es que zona erógena son solamente las zonas
genitales. Dice Freud:
“Otra hipótesis provisional en la doctrina de las pulsiones, que no podemos omitir aquí,
reza lo siguiente: los órganos del cuerpo brindan excitaciones de dos clases, basadas en
diferencias de naturaleza química. A una de estas clases de excitación la designamos
como la específicamente sexual, y al órgano afectado, como la «zona erógena» de la
pulsión parcial sexual que arranca de él.” (p.153)

Entonces cualquier parte del cuerpo puede advenir como zona erógena. Más adelante,
en la página 155, Freud retoma esto.
La próxima vez voy a terminar con “Tres ensayos…” y tomaré algo de “El creador literario
y el fantaseo”. También voy a introducir la pulsión desde el texto “Pulsiones y destinos de
pulsión”. Vamos a ver cuáles son los cuatro componentes de la pulsión y qué quiere decir,
metapsicológicamente, el concepto de pulsión.

Bibliografía trabajada
Freud, S., “Tres ensayos de teoría sexual” (1905), en: Obras completas, tomo VII,
Amorrortu editores, Buenos Aires, 1990.
---------------, “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis”
(1906 [1905]), en: Obras Completas, tomo VII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1988.
---------------, “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910), en:
Obras Completas, tomo XI, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1988.

Bibliografía citada
Freud, S., “Carta 69 (7 de julio de 1897)”, en: Obras Completas, tomo I, Amorrortu
editores, Buenos Aires, 1988.
---------------, “El creador literario y el fantaseo” (1907), en: Obras completas, tomo IX,
Amorrortu editores, Buenos Aires, 1989.
---------------, “Introducción del narcisismo” (1914), en: Obras completas, tomo XIV,
Amorrortu editores, Buenos Aires, 1990.
---------------, “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915), en: Obras completas, tomo XIV,
Amorrortu editores, Buenos Aires, 1990.

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