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204 LA VENTANA, NÚM.

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ALFONSO IBÁÑEZ IZQUIERDO lor, mediante la que podemos deter-


NECESIDADES, minar la limitación de nuestras accio-
UTOPÍA Y REVOLUCIÓN nes”.1 La fecundidad de esta norma
EN ÁGNES HELLER valorativa se puede verificar en la re-
cepción que hace Agnes Heller de la
Los seres humanos son únicos, y en filosofía radical de Marx, superando el
este sentido no son iguales, no pue- paradigma marxista tradicional de la
den ser igualados en otra cosa que no “producción”, fijado en el desarrollo de
concierna a la búsqueda de la felici- las fuerzas productivas, con la temá-
dad, es decir, la satisfacción de sus tica de las necesidades humanas. Sin
múltiples necesidades. embargo, este planteamiento no deja
Ágnes Heller de suscitar algunos cuestionamientos.
Cornelius Castoriadis, por ejemplo, in-
A pesar de que Karl Marx elabora una terrogado sobre las contribuciones de
especie de modelo “puro” sobre la so- la Escuela de Budapest, manifestó que
ciedad comunista, donde para decirlo no cree que la noción de necesidad sea
hegelianamente el “espíritu objetivo” muy pertinente para la elucidación de
queda como diluido en el “espíritu los problemas sociales y políticos ya
absoluto”, éste no pierde su significa- que “a partir de un ‘mínimo animal’
do decisivo. Pues como lo enuncia [...] las necesidades son, cada vez, una
Ernst Bloch, existen utopías producti- fabricación social. Es el problema que
vas e improductivas, y las ideas de Marx esquivaba cuando retomaba la
Marx expresan la más bella aspiración
1
Heller, A. Teoría de las necesidades en Marx, Península,
de la humanidad madura: “Instituyen Barcelona, 1986, p.158. Como indica en otro lugar, “la
filosofía sólo puede hacer una cosa: puede dar una nor-
una norma con la que podemos medir ma al mundo y pretender que los hombres quieran darle
un mundo a la norma”. Heller, A. Por una filosofía radi-
la realidad de nuestras ideas y su va- cal, El viejo topo, Barcelona, 1980, p.148.
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fórmula: ‘a cada cual según sus nece- todo en una modernidad en la que,
sidades’. ¿Qué necesidades? ¿Y quién como lo señaló Max Weber con pers-
las define? ¿Cada uno, soberanamente? picacia, “los hombres mueren insatis-
Es absurdo”. 2
fechos”. 4 Por ello destaca que los
En el ensayo donde discute el con- valores, las visiones del mundo y las
cepto de justicia en Marx –de quien instituciones delimitan el ámbito de las
habla como el “profeta libertario”– necesidades individuales, pues éstas
Ágnes Heller da la razón a Castoriadis. son canalizadas por los modos de vida
Afirma que la grandeza de Marx estri- y se mueven en su horizonte.
ba en su incondicional insistencia en la
libertad como valor supremo de la mo- Nuestro punto de partida serán co-
dernidad. Pero ya que los valores, como munidades diversas cada una de las
conjuntos simbólicos, configuran es- cuales presentará modelos evaluados
tructuras de necesidades, “el principio de la buena vida adaptados a una es-
‘a cada cual según sus necesidades’ tructura particular de necesidades, per-
está vacío si no sabemos de qué clase mitiendo contemplar así el mayor
de necesidades o de estructuras de ne- ámbito (pero, ciertamente, un ámbito
cesidades estamos hablando”. La li- 3
limitado) de variación individual en las
bertad como único valor conformaría preferencias entre necesidades.5
seres humanos “ricos en necesidades”,
como lo quería Marx, pero también su- Por tanto, los individuos podrán ele-
jetos de necesidades ilimitadas. Sobre gir y abandonar libremente una forma

4
Esto le ha hecho preguntarse cómo “Sentirse satisfe-
2
Castoriadis, C. Le carrefour du labrynthe II. Domaines cho en una sociedad insatisfecha”. En A. Heller y Ferenc
de l’homme, Seuil, París, 1986, p.24. Fehér, Políticas de la postmodernidad, Península, Barce-
lona, 1989.
3
Heller, A. Crítica de la Ilustración, Península, Barcelo-
na, 1984, p.232. 5
Heller, A. Crítica de la Ilustración, op. cit., p.233.
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de vida, pero ninguna de éstas puede suceder, entonces compete a los


ser completamente individual. miembros de la sociedad el tomar de-
cisiones acerca de las prioridades se-
La satisfacción gún normas y reglas de justicia política.
de las necesidades Aunque la abundancia es siempre
una noción relativa, en la perspectiva
Heller observa que no hay que con- helleriana el reconocimiento de todas
fundir entre provisión de medios para las necesidades humanas resulta una
la satisfacción de las necesidades y la “idea reguladora” fundamental, porque
satisfacción misma, porque la provi- sin ella no se puede efectuar el recono-
sión de medios depende de la justicia cimiento de la dignidad humana ni el
mientras que la satisfacción de las ne- ejercicio de la democracia radical.6 Idea
cesidades no. En la Crítica del Progra- que sirve incluso como un “principio
ma de Gotha , Marx decía que en de equidad” en la regulación de la dis-
condiciones de abundancia la socie- tribución, no sólo en una situación de
dad podrá “inscribir en sus banderas: abundancia relativa sino también en
¡a cada cual según sus capacidades, a medio de laescasez más absoluta.
cada cual según sus necesidades!” Con base en este reconocimiento
Heller piensa que no hay que interpre- de todas las necesidades, Heller se
tar esta consigna como un “principio opone a las categorías de “verdade-
constitutivo” sino más bien como un ro” o “falso” aplicadas a las necesi-
“principio regulador” de la justicia
6
Al respecto subraya que “el buen ciudadano no susti-
distributiva, ya que si se reconoce a tuye por sus valores los de las personas y grupos cuyas
necesidades están pendientes de reconocimiento (o no
todas las necesidades por igual, pero son plenamente reconocidas), sino más bien muestra so-
lidaridad con ellos [...] Se debe solidaridad a todas las per-
no existen los medios para la satisfac- sonas, y grupos de personas, cuyas necesidades no son
reconocidas o no son reconocidas plenamente”. Heller,
ción simultánea de todas, como suele A. Más allá de la justicia, Crítica, Barcelona, 1990, p.337.
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dades, pues implican una confronta- tisfacción de las necesidades no reco-


ción entre necesidades reales e ima- nocidas son reprimidas.7
ginarias. Toda distinción entre
verdaderas o falsas necesidades, fun- Por consiguiente, todas las necesida-
dada en una teoría del fetichismo, pre- des sentidas y formuladas conscien-
supone que la persona que juzga se temente por los hombres, y que desean
coloca por encima de la sociedad. Y ver satisfechas, deben ser considera-
dado que las necesidades humanas son das como reales.
determinadas históricamente, no exis- Ahora bien, aunque se admita la
te un criterio objetivo para dividirlas validez de todas las necesidades y la
en “reales” e “irreales”. Pero el asun- legitimidad de su satisfacción, ésta úl-
to se vuelve peligroso cuando ya no tima no se puede realizar de inmediato
es un teórico aislado sino un siste- y a la vez. Por eso, en opinión de Heller,
ma social institucionalizado el que se
arroga el derecho de hacer esta selec- [...] se trata de crear una estructura
ción. Evocando a las “sociedades de en la cual las fuerzas sociales que re-
tipo soviético”, subraya que así es presentan necesidades tan reales como
como se instaura una dictadura so- las otras decidan en el curso de un
bre las necesidades: debate democrático, y sobre la base
del consenso, qué necesidades deben
El poder sólo permite la satisfacción ser satisfechas primero.8
de las necesidades que él estima rea-
7
Heller A. y F. Fehér. Marxisme et démocratie. Au-delá
les. La satisfacción de todas las otras du “socialisme réel”, Maspero, París, 1981, p.245. Para
el análisis de las sociedades soviéticas, véase: Fehér, F.;
necesidades no es asegurada y, ade- A. Heller y G. Markus. Dictadura y cuestiones sociales,
FCE, México, 1986.
más, todas las aspiraciones a la sa-
8
Heller, A. y F. Fehér. Marxisme et démocratie, op. cit.,
pp.246-247.
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Otra es la tónica, sin embargo, cuan- Esta formulación del imperativo cate-
do se acomete la diferenciación entre górico sirve como criterio general de
necesidades “buenas” y “malas”. Por- evaluación, pero no para facilitar el
que si necesidades como las de opri- camino a la satisfacción de todas las
mir, humillar o explotar a los otros necesidades, puesto que las cuanti-
hombres, son bien reales, no por ello tativas, infinitas por definición, son
resultan aceptables. Para establecer un insaciables. Además, sólo con la desle-
criterio de discernimiento, Heller bus- gitimación de necesidades como las de
ca una norma moral al recurrir a la ra- oprimir o explotar, es concebible la sa-
zón práctica de Kant: tisfacción de la necesidad de liberación.
No obstante, Heller aclara que en
Si se acepta el imperativo kantiano el debate democrático instituciona-
según el cual el hombre no debe ser lizado sobre la prioridad a seguir en
transformado en un simple medio, ex- la satisfacción de necesidades, la divi-
cluimos por ahí el reconocimiento y sión entre “buenas” y “malas” no pue-
la satisfacción, desde un punto de vista de jugar ningún rol. En este contexto,
ético, desde el punto de vista del bien el criterio restrictivo podría bloquear
moral, de todas las necesidades que la comunicación, alegándose la mayor
no son necesidades cualitativas con- o menor “realidad” de las necesidades,
cretas sino necesidades cuantitativas, y por esta vía, lejos de llegarse a un
alienadas. 9
consenso se degeneraría en una dic-
tadura sobre las necesidades. Por eso
9 Ibidem, p.250. Heller aclara que “la reciprocidad simé- hay que reconocer como reales a to-
trica se queda como una idea vacía a menos que reco-
nozcamos las necesidades de todos nosotros, con la das las necesidades presentadas por
excepción, por razones de principio, de esas necesida-
des que requieren la utilización de otras personas como los hombres conscientemente. Otra
meros medios”. Heller, A. Historia y futuro. ¿Sobrevivirá
la modernidad?, Península, Barcelona, 1991, p.116. cosa es preguntarse por las preferen-
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cias en los sistemas de necesidades, Una manera de hacerlo, autoritaria por


que hacen referencia a uno o diversos cierto, es negando el hecho de que las
modos de vida con relación a otros que necesidades que se quieren satisfacer
están en concurrencia, pues sean reales o auténticas. Sin embar-
go, ¿no sería posible que hubiesen
[...] las diferentes elecciones con- otras necesidades no sentidas por los
cernientes a las necesidades aspiran a hombres, inconscientes, pero que una
llenar la misma función, pero en reali- vez hechas conscientes modifiquen
dad no lo pueden hacer. La exigencia todo su sistema de necesidades? Como
puede ser formulada así: el sistema de Heller parte de la hipótesis de que las
necesidades humanas debería corres- necesidades son conscientes, recuer-
ponder al sistema de necesidades que da una importante distinción de Sartre
nosotros hemos escogido. 10
entre la necesidad como “carencia” y
como “proyecto”. En el primer caso se
Más allá de la crítica a los conjuntos tiene conciencia sólo de la existencia
de necesidades que no son de nuestra de una necesidad, mientras que en el
preferencia, Heller indica que esta fun- segundo se tiene conciencia, además,
ción se realiza por la influencia que se de las formas de alcanzar su satisfac-
ejerce sobre la evolución del sistema ción. Aquí no se busca imponer la
de necesidades en la sociedad. necesidad como tal, pero se sustenta
En esta óptica, la influencia puede que si existiesen las determinaciones
devenir en imposición cuando a per- sociales que guían las necesidades,
sonas o grupos se les atribuye necesi- entonces de carencia la necesidad se
dades de las cuales no son conscientes. volvería proyecto, y así el sistema de
necesidades se vería transformado.
10
Heller, A. y F. Fehér. Marxisme et démocratie, p.253. Esta imposición por condicionamiento,
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hasta cierto punto razonable, se topa corresponden a proyectos ya existen-


con los hechos, pues para convertirse tes y universales, y esto de forma siem-
en una fuerza real de cambio tiene que pre creciente. Pero se apoya sobre las
integrarse en las instituciones de la necesidades como “carencia”: no pro-
vida social y particularmente en el duce en la perspectiva de los modos
poder. de vida alternativos, no crea con-
trainstituciones.11
Necesidades radicales
y “buena vida” En otro momento, al referirse a los
“aparatos ideológicos” del Estado,
La estructura de poder de las socieda- Heller especifica que no son sólo ór-
des contemporáneas vehiculiza, por su ganos de legitimación sino a la vez de
parte, una preferencia hacia sistemas dominación, puesto que delimitan y
concretos de necesidades: al tomar en canalizan la imaginación social: “Nos
cuenta los imperativos de la produc- inducen a aceptar el actual estilo de
ción y de la coexistencia social, ela- vida como dado, y asumirlo como un
bora sistemas de determinaciones supuesto, con todas sus múltiples
sociales que guían las necesidades y connotaciones”.12 Este “bloqueo de la
su satisfacción, y eso es la “manipu- fantasía”, si no se libera adecuadamen-
lación”. Según Lukács, existe una ma- te, puede provocar reacciones patoló-
nipulación bruta, que toma la forma gicas y aberrantes porque la carencia
de una dictadura sobre las necesida- que no logra satisfacerse a través de
des, pero hay también otra sofisticada: los proyectos se acumula, generando

11
Ibidem, p.256.
El sistema de manipulación refinada
12
Heller, A. y F. Fehér. Anatomía de la izquierda occiden-
produce y ofrece instituciones que tal, Península, Barcelona, 1985, p.135.
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muchas veces frustración, neurosis y necesidadde utilizar al hombre como


13
violencia. medio.14
Ahora bien, las dos formas de ma-
nipulación implican, de manera abierta En tales sociedades es imposible el re-
o solapada, la división entre necesi- conocimiento de todas las necesi-
dades “reales” e “irreales”, infringien- dades, sin hablar para nada de su
do la norma según la cual todas las satisfacción. Sin embargo, ello no im-
necesidades deberían ser reconocidas pide que cada uno pueda tomar con-
y satisfechas, a excepción de las que ciencia de sus necesidades, y muy
hacen del hombre un simple medio especialmente de las necesidades ra-
(como son las necesidades de pose- dicales. Es decir, de aquellas que, se-
sión, poder y ambición). Igualmente, gún Marx, se gestan en el marco de
Heller sostiene que las contradicciones de una sociedad
dada (capitalismo), pero cuya satisfac-
[...] todas las sociedades fundadas en ción sólo es posible superándola en
relaciones de subordinación y jerar- otra que él llamaba la “sociedad de los
quía, donde existe una separación en- productores asociados”. A diferencia
tre aquél que tiene el poder y el que de Marx, Heller estima que hoy en día
no lo tiene, entre aquél que posee los estas necesidades radicales son muy
bienes de que dispone y los que son variadas y que no hay un solo porta-
desprovistos de todo, fomentan la dor de ellas, como sucedía en la con-
cepción del proletariado en tanto que
13
Al analizar diversas teorías sobre la agresividad se-
ñala que “el hombre no realizado no conoce la toleran- sujeto único y universal de la emanci-
cia a la frustración [...] Nuestros impulsos y motivos
toman la forma de ira dirigida ala degradación o aniqui- pación humana.
lación de otros hombres porque [...] no conseguimos
realizar nuestras capacidades y sufrimos por ello”. Heller,
A. Instinto, agresividad y carácter, Península, Barcelona, 14
Heller, A. y F. Fehér. Marxisme et démocratie, op. cit.,
1980, p.191. p.257.
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En efecto, en nuestro mundo las necesidades radicales la “fuerza ma-


necesidades radicales son múltiples y terial”, la palanca de la revolución, pues
heterogéneas, manifestándose en muy ahora ya no se trata de crear los pre-
diferentes sujetos y movimientos so- supuestos de la vida humana sino de
ciales. Sin ánimo de hacer un inventa- producir en la acción inmediata la vida
rio exhaustivo se pueden evocar las verdaderamente humana: “Lassale ha-
siguientes: el desarrollo pleno de la per- blaba de la ‘maldita falta de necesi-
sonalidad, con capacidad de disfrute; dades’ de los obreros. Lo que hace
la exigencia de que los hombres deci- problema ahora es la ‘maldita falta de
dan por sí mismos, en el curso de una necesidades’ en cuanto a la totalidad
discusión racional, sobre los rumbos de un regimiento humano de la vida”.15
de la sociedad; la generalización de las La dificultad de acceder a la con-
comunidades libremente elegidas y la ciencia de estas demandas explica por
igualdad de los individuos en las rela- qué Heller carga las tintas sobre la di-
ciones personales; el deseo de supri- mensión ética y valorativa. En su opi-
mir la contradicción entre la coacción nión lo que está en juego no es la mera
del trabajo necesario a la sociedad y el vida sino el bien vivir o la “buena vida”,
vacío del tiempo libre; la abolición de la que vale la pena de ser vivida. De
la dominación social, de la guerra, el ahí, por ejemplo, su acerba crítica a
hambre y la miseria; el deseo de ter- los movimientos pacifistas y antinu-
minar con la catástrofe ecológica; la cleares europeos de los últimos años
aspiración a suavizar el contraste que, puestos en jaque entre las geo-
entrecultura elitista y cultura de ma- políticas de las superpotencias, defen-
sas, etc. Descartando el paradigma que dían el lema derrotista de “más vale
reposa en el desarrollo de las fuerzas
15
Heller, A. Historia y vida cotidiana, Grijalbo, México,
productivas, Heller encuentra en las 1972, p.160.
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rojos que muertos”. Sin desconocer el Los movimientos autogestionarios,


efecto simbólico y el impacto en las feministas o por nuevos modos de
conciencias que puede suscitar tal po- vida, son de hecho pluralistas y debe-
sición, advierte, con Ferenc Fehér, que rán reconocer todas las otras necesi-
no se puede sacrificar el valor de la li- dades, salvo las que impliquen
bertad al de la vida. Una muestra de convertir a los hombres en simples
ello es que muchos preferirían perecer medios. El seguimiento de esta nor-
a llevar una vida recortada, una so- ma es también una necesidad radical
brevivencia sin sentido y sin digni- puesto que su satisfacción exige la su-
dad. Por eso escriben que “la libertad peración de todas las sociedades que
y la vida se han convertido en ideas se basan en la subordinación y la je-
valor de la modernidad” que no hay rarquía. Por ello hay que renunciar a
que contraponer. Es que los movi-
16
todos los métodos impositivos que
mientos organizados en torno a las suponen una manipulación, ya que
necesidades radicales, que son mino- un movimiento radical que entienda
ritarios hasta el momento, siempre hacer felices a los demás contra su
apelan a los valores y necesidades de voluntad se descalifica a sí mismo y
la humanidad en el afán de justificar deja de ser radical; sólo puede influir
su preferenciapor un sistema de nece- construyendo las determinaciones
sidades con relación a otros y para tra- sociales que integran la alternativa a
tar de influir a la sociedad en el sentido las necesidades existentes, posibili-
de sus elecciones. tando que las necesidades que se plan-
tean como “carencias” se vuelvan
16
Heller, A. y F. Fehér. Sobre el pacifismo, Pablo Iglesias,
Madrid, 1985, pp.17-19. Lo cual no impide que se los “proyectos” conscientes. Lo cual no
pueda experimentar de manera conflictiva, como suce-
de, por ejemplo, en el tema del aborto. Cfr. Heller, A. y F. debe ser un obstáculo para el sano
Fehér. Biopolítica. La modernidad y la liberación del cuer-
po, Península, Barcelona, 1995, pp.25-26. ejercicio de la crítica, pública o priva-
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da, sobre las distintas elecciones, pero ya sea ésta parcial o general, la teoría
sin coerción alguna. remite en primer lugar a las necesida-
des existenciales de autoconservación
Hay que desear la abolición gradual de y sólo después a las cuantitativas y a
la manipulación y la distribución so- ciertas necesidades cualitativas insatis-
cial del poder. En este marco, todas las fechas. Puntualiza que
necesidades, incluidas las radicales,
pueden aparecer como iguales, y las [...] la idea originaria de una reforma
determinaciones sociales (productos, general se eclipsa tras los programas
instituciones) que permiten satisfacer- dirigidos a la ejecución de reformas
las están a la medida de los diferentes parciales. Como ya he sostenido,
modelos de vida alternativa. 17
análoga línea de desarrollo ha sido
la típica de los movimientos social-
Praxis de transformación demócratas durante la segunda mitad
del siglo XIX.18
Esta concepción de las necesidades ra-
dicales es la que ofrece el criterio polí- Los movimientos de “revolución polí-
tico para discernir entre los diferentes tica”, por su parte, no se esfuerzan por
tipos de praxis de transformación so- elevar a las masas, en el movimiento
cial, pues considera que sólo hay un social y a través del mismo, más allá
tipo de praxis efectivamente revolucio- del nivel de las necesidades “propor-
nario: aquél que toma cuerpo en la re- cionadas” por el sistema establecido.
volución social total. Heller expone que Puesto que aceptan la dicotomía en-
en los movimientos de “reforma social”, tre bourgeois y citoyen, no cuestionan

17
Heller, A. y F. Fehér. Marxisme et démocratie, op. cit., 18
Heller, A. Teoría de las necesidades en Marx, op. cit.,
p.261. pp.176-177.
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el modo de vida tradicional de la ma- traordinario de este curso de los acon-


yoría del pueblo. tecimientos. Y explica por qué las re-
La fuerza del movimiento consiste voluciones puramente políticas no
en una minoría, en una élite revolu- crean modificaciones irreversibles en
cionaria siempre lista para la acción y la vida cotidiana y en el sistema de ne-
preparada para correr cualquier ries- cesidades de las masas.19
go, y que goza del apoyo activo de las
masas. Como lavanguardia política, En su opinión, Lenin era un jacobino
esta élite de citoyens apunta a un cam- consciente y por eso el partido bol-
bio rápido y radical, y pone un parti- chevique, que comenzó a gobernar sin
cular énfasis en la movilización de las el consenso mayoritario de la pobla-
necesidades y pasiones desarrolladas ción, tuvo que mantenerse en el po-
en el marco del capitalismo. Por ello, der mediante un régimen dictatorial.20
una vez realizada la conquista del po- Heller recuerda que para Marx la
der, se produce un reflujo del movi- revolución política constituye un mo-
miento de masas hasta que se vuelven mento particular porque contrapone
pasivas. Heller critica con agudeza el la verdadera emancipación humana a
ascetismo revolucionario de los diri-
gentes, que incluso puede inspirar ac- 19
Ibidem, p.178. Al criticar al leninismo precisa que “el
socialismo como nueva calidad de la vida no ama el ries-
tos heroicos porque suele manifestarse go, y considera elitistas las formas vanguardistas y peli-
grosas de vida. Por el contrario, ama el valor civil [...]
después como el retorno de una de las Pero si sostenemos que el partido es nuestra mente y
nuestra conciencia, nunca llegaremos a ser valientes ci-
necesidades cuantitativas alienadas: la viles”. Heller, A. Para cambiar la vida, Crítica, Barcelo-
na, 1981, p.164.
necesidad de poder.
20
Para estudiar el significado de las revoluciones
“restauradoras” de los países del Este y la “autopsia” del
gran experimento, remitirse a: Heller, A. y F. Fehér. El pén-
El destino histórico de la ideología dulo de la modernidad. Una lectura de la era moderna
después de la caída del comunismo, Península, Barcelo-
jacobina es un ejemplo clásico y ex- na, 1994.
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la mera emancipación política. Por ello las que ‘ocurren’. Fue esta fijación la
los movimientos para la “revolución que llevó a la desgraciada yuxtaposi-
social total” no pueden configurarse ción de reforma y revolución”.21 Estos
para alcanzar la victoria a través de un términos se pueden oponer en un sen-
acto o un conjunto de actos puntua- tido concreto, pero el problema es que
les en la historia. Se trata más bien de esta yuxtaposición conlleva el mensaje
un proceso largo y complejo cuyo su- de que únicamente la acción ilegal, y
jeto son las masas en medida cada vez armada podríamos añadir, es acción re-
mayor. Estetipo de praxis significa al volucionaria.
mismo tiempo la revolución del modo En los movimientos revoluciona-
de vida, involucrando en el movimien- rios para la transformación total de la
to a estratos cada vez más amplios de sociedad, los propios hombres van re-
la población, lo cual deja comprender estructurando sus sistemas de nece-
por qué los efectos de una revolución sidades y valores sobre el eje de las
del modo de vida son siempre irre- cualitativas y radicales, construyendo
versibles en el seno de un periodo his- un nuevo modo de vida. De ahí la
tórico previsible. Heller distingue ejemplificación histórica que hace
entonces no sólo entre “revolución Heller en el caso europeo, aludiendo
política” y “revolución social”, que al cristianismo y al Renacimiento. Lo
retoma de Marx, sino que establece que no le impide afirmar que “hasta el
también una diferencia entre las revo- momento no ha existido en la historia
luciones que “estallan” y las que “ocu- una revolución tal del modo de vida
rren”. Razón por la cual advierte que que haya sido simultáneamente una
“la temporalidad del mito de la revo- revolución consciente y consciente-
lución siempre opera en términos de
21
Heller, A. y F. Fehér. Anatomía de la izquierda occiden-
revoluciones que ‘estallan’, nunca de tal, op. cit., p.78.
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mente realizada de toda la sociedad Para cambiar la vida cotidiana


desde la economía a la política y a la
cultura”.22 Por tanto, la nueva vía de- La revolución social total no niega sim-
bería ser la revolución del modo de vida plemente sino que integra como mo-
en todos sus aspectos, hasta las más mentos propios la reforma parcial o
complejas actividades del hombre. Ésta general, así como la revolución políti-
halla sus condiciones de posibilidad en ca, pero no como objetivos finales sino
las necesidades y aspiraciones radica- como medios. Tal perspectiva es la que
les de los jóvenes, de las mujeres, en permite visualizar mejor la importan-
los distintos movimientos pacifistas o cia que concede Heller no a la aboli-
ecologistas, así como en las experien- ción de la vida cotidiana, que es
cias de reestructuración familiar que imposible, sino a su desalienación en
adoptan formas comunales. En este profundidad. Aquí se trata de hacer de
sentido, Heller considera que todos y cada uno personalidades in-
dividuales, capaces de conducir su pro-
[...] sea lo que fuere aquello que se pia vida. A diferencia del particular, que
oculta tras la oposición de las necesi- se identifica espontáneamente con el
dades cualitativas frente al predominio sistema de hábitos y exigencias que
de las puramente cuantitativas, viene facilitan su autoconservación y que
a significar que un movimiento de co- hacen de su vida lo más “cómoda” y
munidades que desarrolle necesidades carente de conflictos posible, “el indi-
radicales ya no constituye, o al menos viduo organiza su cotidianidad de un
no necesariamente, una utopía. 23
modo tal, que estampa en ella la mar-
ca de su individualidad, de esa indivi-
22
Heller, A. Teoría de las necesidades en Marx, op. cit.,
p.169. dualidad que viene a ser hecha posible
23
Ibidem, p.181. por la síntesis de la orientación gene-
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ral en el sentido de la especie y de las [...] la tarea de transformar económica


24
circunstancias individuales”. El indi- y políticamente la sociedad en el sen-
viduo está por ello en condiciones de tido de la abolición positiva de la alie-
desmitificar el mundo y de orientar su nación, sólo resulta realizable –y en
vida en orden a su concepción del cuanto tal nos incumbe a todos– de
mundo seleccionada. Tal selección su- poderse superar a un tiempo, dentro
pone, en el enfoque de Heller, que se de las posibilidades existentes, el as-
decida también por una comunidad: pecto subjetivo de la alienación. O lo
“La configuración de una conducta que es igual, si no nos limitamos a lu-
vital, de un modo de vida, y la elec- char por el cambio de las instituciones;
ción de la comunidad son dos aspec- si lo hacemos también por la transfor-
tos de un mismo proceso”. 25
mación de nuestra propia vida cotidia-
Los izquierdistas radicales han de na; si creamos, en fin, comunidades
ser conscientes de la gran importan- que den un sentido a nuestras vidas y
cia de las exigencias de nuevas formas tengan además un valor modélico.26
de vida y del subyacente anhelo de co-
munidad que aparecen hoy en día. Se trata, antes que nada, de una cues-
Pues como lo enfatiza Heller, esgri- tión ético-política, ya que el hombre
miendo al Marx de las Tesis sobre particular de la sociedad de clases,
Feuerbach, como lo tematizó Marx, es una es-
pecie de “mutilado al revés”, puesto
24
Heller, A. La revolución de la vida cotidiana, Penínsu-
la, Barcelona, 1982, p.14. En su Sociología de la vida que reduce todos sussentidos al úni-
cotidiana (Península, Barcelona, p.7) afirma que “la per-
sonalidad individual es el protagonista de este libro. Quise co sentido del tener y de la “propie-
mostrar que cada hombre puede ser una individualidad,
que puede haber también en la vida personalidades indi- dad”. Aceptando la tesis de Fourier
viduales, que también la vida cotidiana puede configu-
rarse individualmente”.
25
Heller, A. La revolución de la vida cotidiana, op. cit., p.17. 26
Ibidem, pp.18-19.
EN LA MIRA 219

según la cual es posible mostrar el de- rable a la vida democrática. Jamás


sarrollo del valor de la humanidad a aceptará como natural una situación
partir de la relación básica entre hom- en la que no haya tomado parte para
bre y mujer, él supo denunciar la dis- determinar su propio destino. Al mis-
torsión de la pasión amorosa por el mo tiempo, no sentirá la necesidad de
impulso de poseer al otro. Por ello, las oprimir a otros hombres.27
nuevas comunidades habrán de recha-
zar la “propiedad” y la psicología de la Desde luego, no puede haber una co-
apropiación, repudiando el fetichismo munidad duradera de cualquier tipo,
de las “cosas” y propiciando el des- capaz de configurar nuevos modos de
pliegue de los individuos en los cami- vida, sin una determinada actividad
nos de la felicidad. política que, lógicamente, se orienta-
De ahí también la importancia de rá hacia una democracia integral, plu-
la revolucionarización de la familia, que ral y concreta. Desde esta óptica Heller
es donde se gesta la primera sociali- manifiesta que su concepción del so-
zación, formándose el carácter psíqui- cialismo se confunde con una radi-
co de los niños y las preferencias calización de la democracia, en tanto
morales fundamentales. Al ver en la “Utopía que posibilita larealización de
comuna una alternativa a la familia tra- todas las utopías”.28 Ahora bien, como
dicional autoritaria, Heller piensa que se busca la transformación del siste-
una de sus ventajas más relevantes ma de necesidades actuales por otro
concierne a la comunidad de niños, que realce la calidad de la vida y el
porque máximo despliegue de los individuos,

27
Ibid., p.50.
[...] el carácter psíquico del niño que
28
Sobre este punto ver: Heller, A. Teoría de la historia,
crece en estas condiciones será favo- Fontamara, Barcelona, 1982, p.238.
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ella especifica que “el socialismo im- JAIME PRECIADO CORONADO


plica una revolución, pero una revolu- UNA NUEVA DEMOCRACIA
ción que ´ocurre´ en el curso de una A TRAVÉS DEL GÉNERO
civilización, con preferencia a una re-
volución que se ‘produce’ en un mo- PHILLIPS, Anne. Género y teoría de-
mento puntual de la historia”. Es que 29
mocrática, Programa Universitario de
estamos demasiado acostumbrados a Estudios de Género, IIS-UNAM, Méxi-
considerar la historia como un asun- co, 1996.
to político, sin darnos cuenta de que
es por encima de todo una cuestión En esta obra la profesora Anne Phillips,
social y cultural, la historia de la vida del City of London Polytechnic, pre-
diaria de hombres y mujeres. “Si la si- senta una revisión profunda y nove-
tuamos bajo una mirada minuciosa, dosa sobre las relaciones entre la teoría
esta historia revelará cambios que in- democrática y el movimiento feminis-
cluyen una revolución social”. 30
ta contemporáneo, y la consecuente
influencia que este último tiene –y
podría tener– sobre la democratización
del mundo actual.

La perspectiva

29
Heller, A. y F. Fehér. Anatomía de la izquierda occiden-
tal, op. cit., p.156. La perspectiva principal del libro no se
30
Heller A. y F. Fehér. Políticas de la postmodernidad, op. queda en la propuesta de una inclu-
cit., p.247. Contexto en el que refiere que “el feminismo
fue, y ha seguido siendo, la mayor y más decisiva revo- sión más activa de las mujeres en la
lución social de la modernidad. A diferencia de una re-
volución política, una revolución social no estalla: tiene vida política sino que destaca, con base
lugar. Además, una revolución social es siempre una re-
volución cultural” (p.246). en una nutrida discusión teórica, los

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