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ORIENTACIONES TÉCNICAS

Para la atención de Niños, Niñas y


Adolescentes Inimputables en Protección
Especial

Departamento de Protección de Derechos


SERVICIO NACIONAL DE MENORES
MINISTERIO DE JUSTICIA 2004
I PRESENTACIÓN

El Servicio Nacional de Menores ha asumido la responsabilidad, como institución del Estado, de


generar una oferta programática especial e innovadora para niños, niñas y adolescentes con
menos de 14 años de edad involucrados en infracciones de ley1; o que presenten problemáticas
conductuales que obstaculicen su integración social y el ejercicio pleno de sus derechos; o que
teniendo menos de 18 años y más de 14, presenten una causal de ingreso distinta a la comisión
de un crimen o simple delito y su historia de vida revele un compromiso con conductas
delictivas, o bien presenten graves desajustes conductuales que limitan sus posibilidades de
una positiva inserción social.

Esta oferta se inserta en la línea de Protección2, debido a que el contexto en que se dan las
problemáticas señaladas es en la presencia de severas vulneraciones de derechos. Por esto,
se asume que el énfasis de este Programa será la reparación y restitución de derechos
severamente vulnerados, así como una intervención especializada para interrumpir la
trayectoria de conductas transgresoras que se presenta concomitantemente.

Desde el punto de vista jurídico, ni en la legislación vigente y tampoco en los proyectos de ley
en discusión se considera que los niños(as) menores de 14 años puedan ser responsables
penalmente de delitos, y no se acogerán a la oferta de Programas de atención que el
Departamento de Responsabilidad Juvenil de SENAME ha organizado para los adolescentes,
por lo cual son niños(as) que requieren ser abordados desde el ámbito de la Protección, con
una intervención especializada y precoz, que permita interrumpir una trayectoria de conductas
gradualmente más complicadas.

A continuación, se presenta una caracterización del subgrupo de niños(as) menores de 14 años


que han ingresado a la red SENAME 3, por lo cual se estima que en el universo podría existir
una cifra no pesquisada de niños(as), que a la fecha no ingresan al sistema judicial ni a la red
de atención de SENAME, pero que tendrían problemáticas que se ajustan al presente
Programa.

Anualmente, ingresan a la red 1.091 niños(as) entre 7 y 13 años de edad, que se han vinculado
a infracciones a la ley, lo cual representa el 2,07% de todos los ingresos. Cabe precisar, que en
esta cifra no se consideran los reingresos, por tanto es el número real de niños(as) atendidos
durante el año4.

Asimismo, un 70% de estos ingresos se efectúa sólo a centros de diagnóstico (CTD y COD). En
un período anual, los centros con más ingresos fueron el CTD Pudahuel (N=161), CTD San
Joaquín (N=143); CTD Alborada (N=127) y CTD Playa Ancha (N=69)5.

1
Junto al equipo jurídico de SENAME se definió que los niños(as) beneficiarios del Programa serán aquéllos de
quienes se alegue haber realizado actos antijurídicos, pero que en virtud de su edad son considerados legalmente
inimputables, por lo cual se hará la referencia a ellos como involucrados, vinculados, o asociados a infracciones de
ley, en conformidad con el artículo 40 de la Convención de los Derechos del Niño.
2
.Convención de los Derechos del Niño, artículo 40 Nº 1, Nº 3 letra b, Nº 4.
3
.En la presente caracterización se utilizó de la Base de Datos de SENAME sobre los niños(as) atendidos en la Red.
4
.La información corresponde al año 2001.
5
.Los datos corresponden a la población ingresada entre Enero y Diciembre del 2001.
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2
Con mayor precisión, en abril del 2002, un total de 26.284 niños y niñas entre 7 y 14 años de
edad es atendido en la red de SENAME. De ellos, 266 ingresa por causas definidas como
infracciones a la ley, de las cuales la mayoría fue tipificada como hurto y robo (73%). De ellos,
56 son mujeres y 210 son hombres; es decir, un 21% y 79% respectivamente.

II DEFINICIÓN

El proceso de reorganización de la red de atención de SENAME, iniciado el año 2000, en el


contexto de la Reforma del sistema, ha permitido separar la población de adolescentes
inculpados de delito de la población con necesidades de protección, permitiendo especializar
ambas áreas temáticas, con el propósito de que las intervenciones sean más eficaces.

Sin embargo, existe un número de niños(as), que pese a haber cometido algún tipo de crimen o
simple delito, por su rango etáreo no se constituyen en sujetos de atención de la línea de
responsabilidad juvenil6.

Se trata de los niños y niñas severamente vulnerados en sus derechos con menos de 14 años
de edad que se vinculan a infracciones de ley y a los menores de 18 años y mayores de 14
años que presentan una causal de ingreso distinta a la comisión de un crimen o simple delito o
cuya historia de vida revela un compromiso con conductas delictivas, o bien presentan graves
problemas conductuales que impiden o limitan su positiva inserción social.

Al tratarse de un grupo respecto del que la oferta general de programas en la red de SENAME
no resulta adecuada a sus necesidades y características, se produce mayoritariamente un
ingreso reiterado de estos niños y niñas a los centros de diagnóstico, COD y CTD, sin poder ser
derivados a programas de intervención tradicionales de la línea de protección, pues al estar
centrados en el cuidado y satisfacción de necesidades, no resultan apropiados para la atención
de niños(as) con escasa inserción familiar y escolar, y en los que su vinculación a infracciones
de ley responde a una estrategia de sobrevivencia, en un contexto sociocultural proclive a las
transgresiones.

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El Proyecto de ley de Responsabilidad Juvenil define como sujeto de atención al adolescente entre 14 y 18 años,
que ha cometido alguna infracción a la ley (crimen o simple delito).
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III OBJETIVOS

3.1 Objetivos generales:

a) Contribuir a superar la grave vulneración de derechos que presentan los niños y niñas sin
responsabilidad penal vinculados a infracciones de ley.

b) Interrumpir la trayectoria de vinculación a infracciones de ley en niños y niñas sin


responsabilidad penal.

3.2 Objetivos específicos:

a) Contribuir a la restitución de derechos de estos niños(as), tales como la reinserción escolar


y comunitaria.

b) Contribuir al fortalecimiento y reinserción familiar.

c) Propender a la modificación de conductas del niño(a), instaurando repertorios adecuados a


su integración social.

d) Detener el ingreso-reingreso reiterado de estos niños(as) a los centros COD y CTD de la red
de SENAME.

e) Vincular a una red comunitaria de apoyo al niño(a) y su familia, que facilite la inserción
social.

IV SUJETOS DE ATENCIÓN

Son sujetos de atención del Programa:

- Niños(as) con menos de 14 años de edad, que presentan situaciones de vulneración de


derechos, involucrados en hechos constitutivos de delito por los cuales son considerados
legalmente inimputables7.
- Niños(as) menores de 18 años y mayores de 14 que presentan una causal de ingreso
distinta a la comisión de delitos y que ha presentado recientemente conductas delictivas.

Por consiguiente, el sujeto que propone atender el Programa es aquel niño, niña o adolescente
que en su desarrollo vital presente problemas de vulneración grave de sus derechos y que en
los últimos seis meses haya estado involucrado en hechos que constituyen infracciones de ley8,
dificultándose su permanencia o integración a sus espacios familiares y/o comunitarios.

7
.El proyecto de Ley de Subvenciones que actualmente se encuentra en trámite en el Senado, especifica la “propia
conducta de los niños, niñas y adolescentes” como situación a intervenir desde los servicios del Estado.
8
Situar los problemas de transgresión en los últimos seis meses permite que la intervención sea sensible a una
historia o trayectoria del niño, niña o adolescente.

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V INTERVENCIÓN

5.1 PRINCIPIOS QUE DEBEN GUIAR LA INTERVENCIÓN

Los principios que guían la acción de los proyectos son los contenidos en la Convención de los
Derechos del Niño y los del Marco General de Orientaciones Técnicas del Servicio.

5.2 CRITERIOS QUE DEBEN GUIAR LA INTERVENCIÓN

a) El Programa diferencia lo que es “residencia” de “intervención”; entendiendo por lo


primero el “lugar físico” donde está el niño(a), y por intervención, la modalidad que utiliza el
Programa en la reparación de derechos y en la modificación de conductas.

En cuanto a la residencia, el niño(a) podrá estar en un Centro o con su familia (de origen,
extendida, de acogida). También, podrá residir un tiempo breve en el Centro y después
reintegrarse a su familia.

Cuando se habla de residencia se refiere al lugar donde el niño o niña se encuentra


pernoctando y habitando, sea esta situación transitoria en el caso de los centros de la red
asistencial, o habitual, en el caso de que viva con su familia. El Programa puede incorporar
ambas situaciones en función de las condiciones en que se encuentre el niño(a). En el caso
que se encuentre en un Centro, su permanencia allí deberá tener una duración por un
periodo de tiempo lo más acotado posible, y en función de la posibilidad de reinsertarse en
su medio natural, como un objetivo prioritario de la intervención. Conjuntamente, las
acciones deberán contemplar los aspectos necesarios que garanticen el bienestar integral
del niño(a) en su permanencia residencial, considerando que todas las acciones
promoverán su desarrollo en las distintas áreas, y especialmente en las que se refieren a la
reparación de sus derechos.

Respecto a la intervención, cualquiera sea el tipo de residencia, lo central es que el


Programa asigne una Tutora o un Tutor9 al niño, niña o adolescente, que desarrolle un
vínculo de acompañamiento con él o ella y que siga su diversa trayectoria (por ejemplo,
desde el CTD a su familia, o a un programa, reingresando al CTD, volviendo a su familia,
etc). Es decir, aunque cambie la situación o la residencia del niño(a), éste seguirá siendo
sujeto de atención del Programa y el tutor(a) no se desentenderá de él o ella.

En este acompañamiento del niño(a), se promoverá la restauración y reparación de


derechos, la instauración de un sentido de responsabilización fomentando el respeto por los
derechos de los terceros, así como la inserción y el mejoramiento de sus vínculos familiares.

No obstante el papel central de la tutora o tutor en la metodología de intervención del


Programa, en ningún caso deberá remplazar a la familia (o adulto significativo) en las
funciones naturales que le corresponden hacia el niño(a). Por el contrario, su rol será
fortalecer aquellos vínculos que potencien el desarrollo del niño(a), entendiendo que ese rol
es transitorio.
9
. Se sugiere el término Tutor/a, el cual permite hacer la distinción con el término “Delegado” que se utiliza en los
sistemas de Libertad Asistida. Los Proyectos podrán usar alguna otra denominación para este rol, como
“educador”, “facilitador”, etc., conservando de todos modos las características descritas.
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Además, el Programa deberá contar con un Equipo Técnico que tendrá el rol de apoyar al
Tutor(a) durante la intervención.

b) En cuanto a la duración total de la atención del niño(a), ésta deberá ser la necesaria y
suficiente para cumplir con los objetivos propuestos en el Programa y sus diferentes etapas
de atención10. Por ello, su situación deberá ser evaluada mensualmente de acuerdo a su
Plan de Intervención. El proyecto, por su parte, deberá ser evaluado semestralmente y
enviar el informe respectivo a SENAME.

c) Atención de casos judiciales. De acuerdo a las posibles vías de ingreso de los niños,
niñas y adolescentes, habrá casos derivados desde Tribunales o de la red de atención. En
los casos derivados desde Tribunales, en tanto exista resolución judicial al inicio o durante
la intervención, el proyecto estará presente como medida judicial, por lo cual debe dar
cumplimiento a dicha medida representando las obligaciones que ella implica.

Se pondrá en conocimiento del Juez las situaciones que ameriten su injerencia, así como
también se cumplirá con las formalidades y procedimientos relacionados con el ingreso y
egreso de los casos de la medida judicial.

En aquellos casos que tengan orden judicial en el proyecto, es necesario que este informe
periódicamente a los Tribunales de Menores de su evolución, de acuerdo a la legislación
vigente11. En los casos no judicializados se informará a la familia o adultos responsables de
la evolución de la niña, el niño o el adolescente.

d) En el ingreso de casos al Programa, ya sea judicial o pre-judicial, la intervención debe


ser asumida por el niño(a) y su familia de manera informada y concordando un
compromiso formal de integrarse a este Programa de atención. En el caso de que no se
cuente con el consentimiento del niño, niña o adolescente, se propenderá a que desarrolle
gradualmente un compromiso a través de diversas acciones y especialmente a través del
trabajo de vínculo.

En este sentido, luego del ingreso del caso ya sea por vía judicial o no judicial y asignado el
niño(a) a un Tutor(a) del Programa, se desarrollará el proceso de vinculación a través del
cual se avanzará hacia mejores grados de motivación en la atención. En efecto, a través de
un buen trabajo de vínculo, la motivación puede desarrollarse gradualmente en el
transcurso de la atención, lo cual está demostrado así por la experiencia incluso en los
sistemas de derivación judicial12. Ello ocurre de ese modo por cuanto todos los involucrados
en la atención asumen que el criterio esencial para la intervención no es otro que la
atención integral del niño y la niña en función de su bienestar en todas las áreas.
10
En promedio, 18 meses.
11
.La ley 16.618 vigente, establece que se debe remitir informes técnicos al Juez describiendo la situación del niño,
niña o joven periódicamente. En el caso de ingresos no judiciales, es deseable que se informe a las instituciones
derivantes también por escrito, lo cual tiene implicancias positivas en la coordinación y la retroinformación respecto
de los niños, niñas y jóvenes atendidos en común.
12
.Existen medidas que en su origen no son voluntarias, pero que tampoco tienen obligatoriedad judicial. Nos
referimos a Programas que al tener el respaldo del Estado conllevan grados de obligatoriedad implícitos, por la
relación de autoridad que está de por medio (por ejemplo, la escuela, OPD, CTD ambulatorio, etc.). Al intervenir el
Estado en la vida de las personas lo hace en función de principios fundamentales y del cumplimiento de objetivos
anteriores a la decisión de ellas.
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e) La conversación como herramienta técnica. El vehículo por el cual se realizará toda la
acción de este Programa (desde la formulación del Proyecto, los avances en la atención,
hasta la evaluación misma de la intervención) es la conversación 13. Por ella y desde ella
pasará todo lo que se realice en el Programa en la acción de los(as) tutores(as), el equipo
técnico y todos los actores involucrados en la atención de los niños(as), pues se asume que
la conversación es el dominio de existencia de lo humano14, constituyéndose ésta en un
poderoso paradigma para la acción técnica. En este sentido, se deberá poner especial
énfasis en los procesos conversacionales a la base de las acciones y las decisiones del
Programa en sus distintos niveles de operación, de un modo técnico que permita recoger la
riqueza de los procesos cualitativos y su eventual expresión cuantitativa. Así, cualquier
producto o resultado obtenido en el proceso o al término de la atención, se hará a través de
la conversación y cómo ella se realice. Los problemas que se defina, así como las
vulneraciones de derechos que se visualice, serán visibles por la conversación. Del mismo
modo, las fortalezas y la visión de los aspectos positivos tanto del niño/a como de su
entorno, se potenciarán a través de ella, al desarrollar la conversación de cada día entre los
distintos actores del proceso de intervención.

f) Aspectos culturales. Consideración especial en todo el desarrollo del Proyecto tendrán la


o las culturas específicas de las cuales forma parte el niño (que incluye temas etáreos, de
género, socioeconómicos, étnicos, barriales, urbanos o rurales, etc.), y la cultura oficial con
la cual son contraparte e interaccionan. El Proyecto deberá considerar estos elementos
contextuales de manera muy especial, ya que en muchos casos esta variable determinará
el éxito o el fracaso de la intervención. Atención especial requerirá la fuerte tendencia a la
funcionalización de las relaciones, presente en los modos de vida culturales en la
actualidad, que mantienen una relación directa con la vinculación a infracciones en los que
participan de esos patrones.

g) Modelo de competencias. Se visualizará tanto al niño(a) como a sus otros significativos


con un entendimiento no patologizante que se apoye en todos los aspectos positivos de la
persona del niño(a), de sus vínculos significativos y del contexto sociocultural al que
pertenece. El eje aquí es definir los aspectos necesarios de cambiar, y especialmente los
necesarios de mantener para su mejor desarrollo, ya que al visualizar estos últimos,
generalmente sorprenden por ser más abundantes que lo considerado, y por la potencia
apoyadora al trabajo de cambio propuesto que ellos ofrecen. Dentro del modelo de
competencias podrá incluirse la línea desarrollada por el concepto de resiliencia15, ya
ampliamente conocida en nuestro medio.

h) Dimensión control de la intervención16. Se considerará la intervención como un aspecto


de control social, dado por la presencia del Programa en la vida del niño(a) y sus otros

13
.Cfr. Muñoz, Mario: “La (Rehabilitación) como Conversación”. Revista El Observador del Servicio Nacional de
Menores, Nº 16, Santiago, 2000. Inicialmente publicado en Cuaderno de Trabajo Nº 1 de Fundación DEM, Santiago
de Chile, noviembre 1994.
14
. Cfr. Los trabajos de Humberto Maturana al respecto.
15
.Se define la resiliencia como la capacidad de fortalecerse que presentan los seres humanos aún al pasar por
experiencias negativas o dañinas.
16
.Podría tomarse el término intervención de manera eufemística, como si no conllevara el aspecto de control que
aquí se ha señalado. Sin embargo, creemos que en estos lineamientos técnicos deben considerarse todos los
aspectos involucrados en la acción a realizar, para tener coherencia en el operar.
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significativos. Por ende, habrá objetivos que serán inherentes a la acción de un Programa
del Estado, y que en este caso se enmarcan en el espíritu de la Convención sobre los
Derechos del Niño. Las acciones educativas, de orientación, reparatorias, que se realizan
con bajo grado de voluntariedad o motivación del niño, niña o adolescente y los adultos
significativos, estarán bajo el marco de la Convención, a fin de remover los obstáculos que
impiden el pleno goce de sus derechos por parte de los niños, las niñas y los adolescentes.

i) Dimensión apoyo de la intervención17.- Esta dimensión implica:


- Apoyo a los procesos de desarrollo en curso del niño(a), en los planos individual, familiar, y
de inserción comunitaria, los cuales se dan como una tendencia espontánea en la vida de
las personas. Esto implica que la intervención favorecerá esa tendencia, sumándose al
curso que ella tiene de manera intencionada, con el fin de asegurar y fortalecer dicha
tendencia. En este sentido, la intervención implicará un esfuerzo de visualización de estos
procesos y un compromiso ético que los reconozca y favorezca.
- Apoyo reparatorio: Cuando se haya roto la dinámica de buenos tratos, protección, cuidados
y satisfacción de necesidades que el niño(a) requiere para que avance en su desarrollo,
será necesaria la acción de los recursos reparatorios con que cuenta una familia y su
comunidad. El Programa será uno de estos recursos, y por operar desde las políticas
públicas podrá actuar en un nivel que le permita movilizar otros recursos en el nivel local
para este fin. En los aspectos de proceso con los casos, los recursos reparatorios más
importantes se relacionan con establecer una dinámica vincular basada en el respeto
incondicionado, la confirmación positiva del otro y la validación de los recursos existentes,
que definen básicamente una cultura de Buen Trato18. El desarrollo de esta cultura en las
relaciones establecidas tenderá a contrarrestar el efecto anterior de las dinámicas de
descuido, negligencia, desprotección y malos tratos a que puedan haber estado sometidos
los niños(as) del Programa en su historia y que se relacionan con la problemática a
trabajar.

Estos principios orientadores tienen directas correlaciones con los planteamientos que la
Justicia Restaurativa ha estado señalando en relación con la misma problemática 19. En este
sentido, podemos construir una más útil mirada de la disciplina social al observar la
interrelación de las dos variables más integrales señaladas anteriormente: control y
apoyo.

El control puede ser definido como disciplina o establecer límites, y apoyo como
motivación y nutrición. Utilizando estas dos variables podemos combinar un alto o bajo nivel
de control con un alto o bajo nivel de apoyo, para identificar cuatro acercamientos
generales a la disciplina de la sociedad: Negligente, Permisivo, Punitivo (o retributivo), y
Restaurativo, donde estas Orientaciones destacan el último de éstos, el acercamiento
Restaurativo.

17
.Concepto que se asocia a los procesos de construcción conjunta (co-construcción), los que implican condiciones
propicias en el vínculo entre los participantes de esa relación para que ocurran.
18
. Los trabajos de Jorge Barudy desarrollan esta mirada. En Chile existen experiencias que aportan al desarrollo
de una Cultura del Buen Trato, como el Proyecto de “Educación para la No Violencia” que actualmente lleva a
cabo un equipo de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
19
. Véase los trabajos de Willie McCarney al respecto.
http://www.courtinfo.ca.gov/programs/cfcc/pdffiles/V3McCarney.pdf
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El acercamiento Permisivo consiste en bajo control y alto apoyo, una disminución del
establecimiento de límites y una abundancia de la nutritividad. Opuesto a lo permisivo es la
postura Punitiva (o retributiva), con control alto y apoyo bajo, siendo éste el acercamiento
mayoritario en las sociedades castigadoras. La tercera postura, con ausencia de ambos (ni
establecimiento de límites ni nutrición), es la Negligencia. La cuarta posibilidad es la
Restaurativa. Esta postura contiene un alto control y un alto apoyo. Confronta y desaprueba
lo que se hace mal al mismo tiempo que apoya y valora el valor intrínseco de la persona.
En este contexto, control significa control de las acciones equívocas y no control de la
persona, más aún tratándose de niñas, niños y adolescentes.

j) Ante el desafío del sujeto de atención propuesto, se hace pertinente incorporar una
metodología que integre los aportes tanto de un enfoque clínico-tradicional como de uno
comunitario-social. En ese sentido, la metodología de intervención del Programa tendrá un
sello que se ajuste a las características del niño(a), lo que significa que el énfasis estará en
la elaboración de un Plan de Intervención Individual que se aplicará en el entorno social
donde se desenvuelve el niño(a). Vale decir, en dicho medio se desplegarán acciones de
acompañamiento con el niño(a) y su familia; de encuentros y conversación técnica en sus
domicilios; de contacto y coordinación con actores de la comunidad e institucionales, entre
otras, movilizando de este modo todos los recursos disponibles que, multiplicados
sinérgicamente, disminuyan la necesidad de acciones posteriores.

En este contexto, es importante señalar que la realización de actividades grupales está


contraindicada, ya que la experiencia muestra que ellas refuerzan las identidades negativas
de los participantes, generándose problemas y situaciones que complican la situación de
cada uno(a), en vez de ayudar. Excepción a esto pueden ser las actividades grupales
prosociales realizadas por instancias comunitarias, donde el programa puede actuar como
un factor coadyuvante, incorporando a ellas a algún niño, niña o adolescente que lo
requiera, dentro de su proceso de atención.

5.3 ETAPAS DE LA INTERVENCIÓN

5.3.1 Ingreso

El ingreso del niño(a) a Programas de carácter residencial será a través de Tribunales. Para los
Programas ambulatorios será a través de: Tribunales; Centros de la red SENAME tales como
Centros de Tránsito y Distribución Internado o Ambulatorio (CTD y CTDA), Oficinas de
Protección de Derechos (OPD), Centros de Observación y Diagnóstico (COD); Centros de la
red de servicios como COSAM, Consultorios, Servicios de Salud Mental Infantil, Departamentos
de Educación a nivel comunal o provincial.

La definición de estas instancias como conducto de ingreso, responden a la necesidad que


exista un respaldo o calificación diagnóstica de que el usuario del Programa corresponda al
perfil del sujeto de atención definido. De este modo, los casos pesquisados por otras vías
(conocimiento de casos desde el mismo Programa de atención denominados “demanda
espontánea”) u otras organizaciones de la comunidad, deben solicitar a las instancias
señaladas su injerencia, para la derivación al Programa. Es decir, el ingreso de un niño(a) debe
estar respaldado con la calificación diagnóstica de una instancia independiente de la institución
que ejecuta el proyecto.
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Las etapas o fases de intervención que a continuación se señalan, no deben ser concebidas en
términos lineales o como pre-requisito para alcanzar la siguiente fase, o con tiempos fijos
definidos ex-ante, sino como una guía para orientar el proceso. Sin embargo, para todos los
casos será posible visualizar la presencia de cada una de estas fases durante su proceso de
atención.

5.3.2 Etapa de Contacto o Conocimiento

Se trata del conjunto de acciones destinadas a establecer el primer contacto entre el niño/a y la
Tutora o Tutor responsable de su proceso de intervención. Debe tenerse presente que desde el
principio y hasta el final se está interviniendo a través de cada acción y conversación sostenida
con el niño(a) o con los diferentes interlocutores que se relacionan con él. Por ello, el Programa
deberá considerar con especial cuidado las acciones que se realiza con cada caso, desde sus
inicios.

Cabe señalar que el Tutor(a) deberá tener una cantidad máxima de niñas(os) a su cargo que le
permita realizar un acompañamiento cercano y continuo tanto al niño como a su familia y las
redes relevantes, lo cual requiere de tiempo y dedicación. Se recomienda una cantidad de entre
12 a 16 niños(as) por cada tutora o tutor.

La finalidad de la fase de “contacto”, es ir instalando paulatinamente la noción de estabilidad y


seguridad emocional en el sujeto de atención, mediante la visibilidad de la figura adulta que
trabajará con él y lo acompañará en este proceso, en el espacio formal del centro -si es que es
el caso-, o en el espacio informal de la calle, la casa, el grupo de esquina, la caleta, etc. Es
decir, donde el niño(a) esté y se desenvuelva. En definitiva, el Tutor(a) desplegará esfuerzos e
iniciativas, a fin de ir construyendo un vinculo con el niño(a), propendiendo a que este vínculo
perdure durante todo el proceso de atención.

Se estima que el proceso de construcción de vínculo en esta etapa es altamente complejo.


Podrá observarse situaciones de niños(as) que tienden a establecerlos en forma rápida y
marcadamente dependientes, hasta otros(as) en que rechazan cualquier intento de vinculación
que se realice con ellos. Por lo tanto, el tutor(a) deberá enfrentar esta tarea con conocimiento
técnico del tema, apoyo del equipo de su Programa, y con habilidades personales afines a esta
fase de atención (perseverancia, paciencia, apertura, flexibilidad).

Paralelamente, en esta fase se establecen los primeros contactos con las figuras parentales o
significativas del niño(a); con las figuras protectoras relevantes existentes o potenciales; con la
red social por la cual ha circulado (escuela, programas de SENAME, tribunales, etc.). Todo ello,
con el objetivo de recopilar la mayor cantidad de antecedentes que permitan orientar la
elaboración del Plan de Intervención Integral.

También en esta fase y si el niño(a) no la tuviere, se inicia la elaboración de una calificación


diagnóstica operativa sobre la situación del niño/a, la que será completada en la fase posterior.
Si su derivación al Programa incluye una calificación diagnóstica previa, se avanzará sobre ésta
de acuerdo a las variaciones de su situación y a la incorporación de los aspectos específicos
que su nueva situación contextual ameritan. Se destaca la importancia de que el Tutor(a) y el
equipo técnico del Programa conozcan las circunstancias ambientales, afectivas y sociales que
rodean al niño(a), su historia y motivaciones, a fin de poder realizar un primer planteamiento de
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la intervención que se ejecutará. Para ello, además de la información aportada por el mismo
niño(a) y su familia, se recoge información de la escuela, comunidad y antecedentes de otras
instituciones en que ha estado, tales como los Centros de Tránsito y Distribución, tribunales y la
Base de Datos de SENAME.

La calificación diagnóstica debe apuntar a especificar las vulneraciones de derechos que


presenta el niño(a) que se ha vinculado a transgresiones legales; el contexto familiar de
pertenencia con la historia relevante para comprender la situación actual; y las conductas
vinculadas con infracciones de ley. Como motivo principal, debe determinar el modo y el grado
en que la situación diagnosticada le dificulta su permanencia en los contextos familiares y/o
comunitarios a los que pertenece; o el regreso a ellos y la apropiada reinserción en sus
espacios de pertenencia si es que la niña o el niño hubieren estado alejados de los espacios
que les son propios en el contexto familiar y comunitario.

Durante esta etapa inicial se establece el acuerdo, que debe ser firmado por la familia (o
adultos responsables), el niño(a) y el equipo técnico del Programa.

5.3.3 Etapa de Elaboración del Plan de Intervención Integral 20

Se refiere a la elaboración de un Plan de tratamiento individualizado para el niño(a) -que


también incluye a su familia-, que considere los aspectos de género, edad, características
étnicas, socioculturales e idiosincráticas, estableciendo los objetivos, actividades y resultados a
desarrollar, los que deberán ser conversados y acordados con él/ella.

Así, el Plan de Intervención Integral constará de objetivos, resultados y actividades


propuestos para el niño(a), al menos en las siguientes áreas:

 Compromiso de un adulto responsable. Implica metas y acciones respecto a la


búsqueda, diagnóstico y compromiso de un adulto, en la familia o familia extendida o de
acogida, que se responsabilice efectiva y afectivamente del proceso que se desarrollará
con el niño(a). En este sentido, se debe recalcar lo señalado anteriormente, de que el
tutor(a) será un facilitador del proceso de intervención del niño/a, pero que en ningún
caso deberá remplazar al adulto significativo o familiar del niño/a. Si inicialmente no se
contara con un(a) adulto responsable, el trabajo incluirá la búsqueda, identificación y
compromiso de un adulto que asuma este rol de manera comprometida con el niño o
niña como parte de su atención integral.

 Inserción y/o fortalecimiento familiar. Con respecto a la familia, se deben considerar


metas y actividades respecto del acogimiento del niño(a); fortalecimiento de roles; apoyo
a la dinámica sociofamiliar; promoción de factores protectores; estrategias de solución y
enfrentamiento de conflictos, así como la accesibilidad a las redes sociales.

 Inserción escolar. Se refiere a la definición de logros y actividades respecto de la


incorporación o reincorporación del niño(a) al colegio; nivelación escolar; refuerzo
académico y compromiso de profesores. Por la edad del sujeto de atención de este
20
. Al mismo tiempo que se profundiza el diagnóstico, el Tutor(a) responsable de la situación del niño o niña, junto al
equipo técnico del Programa, comparten la información de que se dispone, la cual se analiza, elaboran hipótesis y
se construye un primer plan de trabajo, abarcando diversas dimensiones del sujeto de atención.

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Programa y los importantes objetivos de inserción social que el área escolar involucra, el
trabajo para la inserción escolar se considera primordial en este Programa. Esta área
puede requerir bastante atención y trabajo para determinar cuáles serán las líneas de
acción más adecuadas para cada caso, en función de su realidad particular. La
inserción, reinserción y mantención en el sistema escolar de un niño(a) puede demandar
una estrategia de acción que involucre todas las áreas de su atención, por lo cual el Plan
de Intervención Integral pondrá especial énfasis en los objetivos de trabajo que aquí se
establezca.

 Inserción comunitaria y trabajo en red. Se busca generar las condiciones para que el
niño o niña pueda restablecer vínculos de confianza y acogida con personas e
instituciones, con las cuales habitualmente ha tenido la experiencia de ser expulsado o
marginado. Este punto se refiere a metas y actividades que mejoren la vinculación del
niño(a) y su familia con los espacios e instituciones existentes en la comunidad; que
favorezca el establecimiento de vínculos con nuevos grupos de pares, y otros
organismos formales y no formales presentes en la comunidad. Para ello es
indispensable realizar un diagnóstico de los recursos existentes en el entorno
comunitario donde vive cada niño(a), para lo cual el Programa deberá tener una
inserción territorial, como condición de un trabajo en red efectivo.

Los desarrollos actuales en el tema permiten una mirada que ha trascendido el concepto
de red como coordinación de redes institucionales, aún formal, para avanzar al trabajo
con redes primarias, entendiéndolo como el entramado dinámico y pre-existente de
vínculos de las personas, desde donde realizan su vida cotidiana y resuelven problemas.
La labor del operador social en este Programa (tutor/a y equipo técnico) es visibilizar
estas redes, traerlas a la mano, a fin de sumarse a los procesos de red en curso,
incorporando los objetivos de trabajo a estos procesos. Se evitará de este modo duplicar
acciones que ya la comunidad tiene consideradas y no caer en el síndrome de la
“institución total” que pretenda satisfacer todas las necesidades del niño(a) en el
Programa.

 Reparación especializada. La intervención con el sujeto de atención en este Programa


deberá ser entendida como un proceso de reparación, el cual tendrá la cualidad de que
la reparación será adecuada a la especificidad de cada caso (tipo de vulneración;
presencia, intensidad, grado de reconocimiento y significación del daño; existencia y
accesibilidad de recursos protectores; edad; evaluación de la presencia de
psicopatología, cuadros orgánicos y otras características personales). El inicio de este
proceso (la vulneración de derechos; el daño psico-social y relacional, etc.), su
desarrollo y su término, tienen relación directa con la potencialización de cambios que
permitan la superación de su conducta de infracción a la ley penal.

Conjuntamente, según el diagnóstico de los problemas que afectan al niño(a) y al


conocimiento que se vaya teniendo del caso a través del tiempo de atención, es
necesario definir actividades y metas en áreas que requieran una intervención
especializada en otras áreas, tales como la adicción a drogas, maltrato, abuso sexual, y
otras.

Se estima, por la experiencia y por las perspectivas de este Programa, que cuando la
situación problemática que presenta el niño(a) no es de gravedad, la reparación en otras
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áreas se puede efectuar en el mismo Programa, con el propósito de trabajar con los
diversos problemas que generalmente se presentan juntos en un mismo caso. Ahora
bien, cuando se requiera derivar al niño(a) a una intervención más especializada (por
ejemplo por consumo abusivo de drogas duras, maltrato grave, etc.), el Programa
deberá considerar la coordinación del trabajo interno y el externo con la instancia a la
cual deriva, para que la atención del caso sea compatible y complementaria entre sí,
incorporando parte de la temática en el abordaje integral del caso.

En este entendido, la derivación a una instancia externa se hará como parte del Plan de
Intervención, y no como un traspaso del caso a otro Programa.

Las diversas problemáticas que presenta un caso son inseparables entre sí y pueden
tener un origen común. Al ser víctimas de una historia de acontecimientos dolorosos y/o
estresantes en el marco de relaciones interpersonales significativas que han agotado los
recursos naturales de los niños y las niñas para calmar y elaborar sus vivencias, los
comportamientos transgresores estarán expresando esos dolores. Y en este sentido, el
reconocerse y ser reconocidos como víctimas será un derecho fundamental en el trabajo
de reparación con los niños y niñas inimputables, que permitirá superar la acusación de
victimarios por su vinculación a transgresiones, y avanzar hacia un nuevo modo de estar
en el mundo21.

Distinto será el caso en que los comportamientos transgresores correspondan a


opciones culturales, donde el niño, niña o adolescente se inserta en un colectivo (su
propia familia, por ejemplo) proclive a la transgresión. Allí podrá trabajarse en la línea
reparatoria cuando ello se requiera, lo cual podría tener un efecto positivo en la calidad
de vida del niño y tal vez de su núcleo de pertenencia si ello es posible, buscando
abordar los aspectos conductuales de acuerdo a otros ejes de intervención.

 Modificación de conductas y responsabilización. Aunque todas las áreas de trabajo


señaladas implican modificaciones o cambios conductuales por parte del niño(a) y de la
familia, es necesario consignar actividades y metas referentes a la responsabilización de
las conductas; sobre el derecho de las personas; así como la construcción de una nueva
sensibilidad valórica en el plano de lo “bueno” y lo “malo”, lo “legítimo” y lo “ilegítimo”; y
en el plano del desarrollo moral22, considerando el contexto familiar y sociocultural donde
se inserta esta responsabilización. En este Programa se realizará un trabajo de
responsabilización de las transgresiones normativas en que se involucran los niños(as),
entendiendo que ellos son seres en desarrollo, y por ende, están realizando un proceso
de aprendizaje conducido por los otros significativos que lo rodean. En este sentido
interesa develar para la posterior acción, las creencias culturales propias respecto de los
roles de género que pudiesen estar afectando su situación actual. No habrá sanciones ni
acciones coercitivas para trabajar la responsabilización, y tampoco ellas estarán en el
discurso. Se propiciará el desarrollo de la capacidad de ponerse en el lugar del otro23, en

21
Jorge Barudy, elementos para la intervención con niños, niñas y adolescentes inimputables en Asesoría realizada
en noviembre 2003, Servicio Nacional de Menores.
22
.Se sugiere revisar los trabajos de M. Kolhberg, quien ha desarrollado un entendimiento relevante para este
aspecto.
23
. Kohlberg, en sus trabajos sobre “Desarrollo Moral”, ha profundizado en los aspectos involucrados en el
comportamiento moral, y señala que la posición egocéntrica se rompe cuando surge el otro ante uno y se logra
percibir en plenitud las necesidades de este otro.
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un proceso de aprendizaje de la percepción de necesidades, tanto de las propias como
las del otro. Se visualizará en conjunto con el niño(a) y/o con sus figuras significativas
las consecuencias de cada acción, como primer paso para poder avanzar hacia la
responsabilidad como comprensión empática del otro y desarrollo del compromiso
básico de evitar el dolor propio y ajeno. Sin embargo, para que este proceso de
responsabilización se dé en forma efectiva, es condición que el niño(a) sea reconocido
en sus propias necesidades por sus otros significativos y así reconozca las necesidades
de los demás y los respete. Es decir, aquí se entiende que el proceso de
responsabilización es un proceso de co-responsabilidad y construcción conjunta,
condición insoslayable que debe ser incorporada al diseño de la intervención.
Conjuntamente con este camino para desarrollar la responsabilización tanto en la
conducta individual como en los patrones colectivos de los que el niño o niña es parte,
se debe trabajar la reparación de los efectos negativos que ha tenido su historia de
vínculos, aspecto esencial del trabajo con los sujetos de atención, como se ha señalado
anteriormente, lo que implicará tanto al niño como a sus otros significativos.

5.3.4 Etapa de Intervención

Presente desde el ingreso del niño(a) al sistema, esta etapa debe ser desarrollada
principalmente por el Tutor(a), el cual deberá implementar las actividades definidas en el Plan
de Intervención, que ha sido diseñado por todo el equipo técnico con el propósito de alcanzar
las metas definidas. Para ello, deberá mantener un contacto periódico con el niño(a) y su
familia, y las redes comunitarias pertinentes, instancias en las cuales el Plan será desarrollado
apropiadamente.

El equipo técnico del Programa apoyará al Tutor(a) en los ámbitos de diagnóstico, trabajo en
redes y relación con la escuela. También participará en protocolos formales entre el Programa y
el niño(a), o el Programa y la familia.

El Tutor(a) y el equipo técnico deberán trabajar de manera prioritaria en la revisión y evaluación


permanente del Plan de Intervención, efectuando las modificaciones necesarias, según los
avances y retrocesos de la intervención.

El Tutor(a) y el equipo técnico deberán trabajar con los siguientes actores e instancias, a fin de
implementar el Plan de Intervención:

 Con el niño(a): Las principales actividades del Tutor(a) serán las conversaciones,
acompañamiento al niño(a) en su entorno, en actividades deportivas, entre otras.
Establecerá un vínculo positivo, pero con un sello de autoridad hacia el niño(a). Su rol
será orientar y educar socialmente. Ello, considerando el ascendiente que el Tutor(a)
tiene ante el niño(a) y su familia desde el rol de autoridad dado por el contexto de
intervención.

Proporcionará elementos para que el niño(a) analice su situación y reflexione sobre ella,
incidiendo en aspectos de responsabilización. La intención es fortalecer la
responsabilidad individual del niño(a) frente a los actos y conductas; inculcar el respeto a
los derechos de las personas; desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro y
apoyar su desarrollo psico-social.

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 Con la familia: El trabajo con la familia, cualquiera sea la forma que ésta adopte (de
origen, extensa, de acogida), es central en el trabajo con los niños/as del Programa,
encontrando aquí el área en que se operacionalizará el espíritu de la Convención de los
Derechos del Niño. La familia recibirá la protección y la asistencia necesaria para poder
asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad. El Programa, a
través del tutor(a) y el equipo técnico, propiciará el que los adultos que rodean al niño(a)
asuman sus roles ante él/ella, para lo cual brindará apoyos diversos, en las líneas
asistencial (acceso a recursos canalizando las redes afines), promocional, terapéutica,
favoreciendo la búsqueda de soluciones conjuntas a los problemas, respetando los
contextos culturales de pertenencia. El Programa evitará reemplazar a las figuras
naturales del niño/a, para lo cual el tutor(a) siempre se vinculará con el fin de restablecer
los vínculos familiares del niño(a) en el caso de que éstos se encuentren dañados, y de
reforzar los vínculos existentes si es que éstos estuvieran debilitados.

 Con la comunidad: Com apoyo del equipo técnico del Programa, el Tutor(a) efectuará
coordinaciones con distintas instancias e instituciones, articulando transversalmente
dichas instancias con el fin de que el niño(a) reciba el más alto nivel posible de atención
en los ámbitos de: la salud; la educación; vivienda; recreación; programas de apoyo en
nutrición, vestuario, etc. Por ejemplo, en el ámbito de la educación, se coordinará con
los profesores, motivándolos a participar en el Plan de Intervención y considerando su
opinión en el desarrollo del mismo. A su vez, el tutor(a) podrá ser el apoderado del
niño(a), si y sólo si no se cuenta con algún miembro de la familia que asuma la función
que le compete, pues se propenderá a que dichas funciones sean ejercidas por los
adultos que naturalmente rodean al niño(a) en su vida cotidiana.

 Con otros Programas de la Red SENAME. Como fue señalado en páginas anteriores,
cuando la reparación de derechos esté inconclusa, el Programa no podrá desligarse del
niño(a), aunque esté de por medio la deserción de éste(a). Es decir, el Programa deberá
continuar la atención en sus posibles reingresos a centros de la Red SENAME,
efectuando la coordinación necesaria y el acompañamiento. Por ejemplo, en el caso de
que un niño(a) tenga un reingreso a CTD, el Programa, a través de su Tutor(a),
continuará su trabajo con el caso, intensificando las coordinaciones pertinentes, con el
fin de: aportar al diagnóstico de la situación puntual; entregar elementos técnicos que
respalden las decisiones judiciales; apoyar los planos familiar y de estructuración vital.
Todo esto con la finalidad de resolver la situación crítica, aprovechando técnicamente el
impasse para asegurar la protección de derechos y el proceso de responsabilización
vital.

 Con los Tribunales. El Programa se coordinará con los Tribunales pertinentes y sus diferentes
instancias cuando el niño o niña ha ingresado a éste como parte de una medida judicial,
cumpliendo con representar las obligaciones que la medida implica y poniendo en conocimiento
del Juez las situaciones importantes para apoyar la comprensión de la situación actual del
niño(a), en vías a resolver la situación de acuerdo a los marcos legales pertinentes.

Cabe señalar que, ante el objetivo de interrumpir nuevas vinculaciones a trasgresiones de


los niños/as gravemente vulnerados en sus derechos y reducir o interrumpir su trayectoria
infraccional, es necesario que el Plan de Intervención no se quede sólo en la “formalidad de
las actividades”, sino que apunte “al fondo” de la situación de cada caso, lo cual implica para
las Instituciones proponer y aplicar metodologías innovadoras e integrativas, considerando el
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estado del arte de las Ciencias Humanas, que permitan la mejor consecución de los
objetivos para los casos atendidos, por la importante función social que todo esto conlleva.

5.3.5 Etapa de Evaluación y Egreso

Periódicamente, el Plan de Intervención deberá ser evaluado, en función de los logros que se
obtienen con el niño(a) y su familia. Para ello, es adecuado que el Plan esté diseñado en
función de metas e indicadores.

En la etapa previa al egreso del niño(a) del Programa, luego de visualizados los indicadores de
buen pronóstico, será necesario trabajar su egreso a través de una etapa en que se disminuya
programada y gradualmente la frecuencia de contactos con el Programa, se elabore con el
niño(a), su familia y otros adultos significativos el término de la intervención, se evalúe
conjuntamente los logros, avances y resultados obtenidos, y se realice el traspaso a los adultos
responsables del niño/a de los roles y funciones que el Tutor(a) y/o el sistema de atención
pudieran haber asumido en algún momento. Por la importancia que esta etapa tiene para la
consolidación de los logros y la disminución de las problemáticas es que ella debe ser diseñada
con el objetivo de fortalecer las capacidades tanto del niño, la niña y sus adultos significativos
para enfrentar positivamente las situaciones que tengan que enfrentar.

Cuando existan indicadores de que se ha reparado la vulneración de derechos e interrumpido la


trayectoria de vinculación a infracciones de ley y que, además, esta situación ha estado
instaurada durante un tiempo en el niño(a) sujeto de atención, se lo podrá egresar del
Programa. Por tanto, considerando todos los procesos, se estima que el tiempo referencial de
atención será de 12 meses, entendiendo que algunos de ellos podrán egresar antes, de
acuerdo a sus condiciones específicas. Excepcionalmente podrá trabajarse por un periodo
adicional de seis meses si el proceso de atención está inconcluso existiendo indicadores de
avance, todo ello debidamente justificado en lo técnico. Posterior al egreso se considerará seis
meses de seguimiento, periodo en el cual se realizará una observación de sus diversas áreas
de desarrollo a través del contacto con informantes claves de la familia o la red de pertenencia
del niño o niña, con aplicación de algún instrumento simple que dé cuenta de la situación
observada. El conocimiento de la situación posterior al egreso será un importante elemento de
retroalimentación del proyecto, que deberá presentarse en la propuesta de continuidad.

El egreso estará determinado en función de las evaluaciones de cada caso. Cuando exista
alguna medida de protección adoptada por un Tribunal, y el egreso sea por cumplimiento de los
objetivos de trabajo, se realizará las tramitaciones pertinentes a fin de que esa medida también
quede sin efecto.

Conjuntamente con el egreso, se determinarán las acciones e indicaciones realizadas al cierre


de su atención.

Como este Programa desarrollará su acción a través del vínculo establecido entre el Tutor(a) ,
el niño(a) y las personas significativas que lo(a) rodean, es necesario que el mismo proceso
vincular contemple los mecanismos para distanciar los apegos afectivos que se hayan
producido, tanto con el niño(a) como con miembros de su familia u otros seres significativos de
su entorno, con la finalidad de no generar relaciones de dependencia. En este aspecto se
trabajará propiciando que los roles sean asumidos por las personas competentes de su
ambiente natural y dando espacios de contención afectiva y significados al vínculo que entre el
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tutor(a) y el niño(a) y su famila se distanciará. Como nos estamos refiriendo a un ámbito de
gran significación emocional para todos los implicados, incluyendo al tutor o tutora, el Proyecto
deberá contemplar los mecanismos e instancias para que dichos procesos de desvinculación
ocurran de la manera más acompañada posible desde un punto de vista técnico.

Para los egresos de casos con fracaso, el Programa deberá determinar el diagnóstico final de la
situación a su egreso con los fundamentos técnicos que describen las razones por las cuales se
considera su condición de no-exitoso. Se estima que si a los seis meses de intervención24,
habiéndose realizado una evaluación periódica del proceso de evolución de un caso y éste no
muestra cambios positivos, se informará al tribunal si es de derivación judicial y se solicitará su
egreso del Programa y su derivación a otro sistema si así se estima pertinente. Ello deberá ser
informado a la Dirección Regional respectiva de modo de apoyar el proceso de reinserción o
derivación a otro Programa de atención. El trabajo con casos de evolución negativa no debe ser
superior a un año de tiempo de atención. De este modo, el equipo técnico en su conjunto
deberá decidir el egreso de un caso en estas condiciones, en función de la necesidad de
incorporar al niño/a o joven a algún otro Programa o sistema más acorde a sus características.

VI RESULTADOS ESPERADOS

1. 100 % de los casos detectados cuentan con la protección jurídica – legal que requieren.
2. En al menos el 50% de niños, niñas y adolescentes, no cometen nuevamente hechos que
revisten carácter de delito.
3. Al menos 50% de niños, niñas y adolescentes atendidos finalizan el proceso reparatorio con
logro de objetivos.
4. Al menos 50% de los niños y niñas atendidos cuentan con un referente protector.
5. 100% de niños y adolescentes, sin referentes protectores y/o alto grado de resistencia a la
intervención, que requieran internación en red de centros del SENAME deben ser
postulados e ingresados, manteniendo la atención en el centro.

VII EVALUACIÓN Y MONITOREO

La necesidad de mejorar la focalización y la calidad de atención, hace que la incorporación de


procedimientos sistemáticos de evaluación se constituya en un requerimiento básico para este
tipo de programas.

Se espera que dichos procedimientos sean planificados con anterioridad y periodicidad


necesaria, durante la formulación del proyecto e insertados coherentemente en cada una de las
etapas del proceso de desarrollo de la propuesta de intervención, y que incorporen aspectos
cualitativos y cuantitativos a evaluar y a los usuarios/as.

En este contexto, la evaluación se plantea como objetivo primordial el contribuir en mejorar


sistemáticamente la calidad del sistema de atención intervención brindado a través de los
proyectos especializados. En términos operativos se traduce en la entrega de información que
permita desarrollar un proceso decisional que facilite ajustar el diseño de intervención
continuamente, la planificación de los procesos de capacitación, la generación y unificación
de los criterios de calidad y la validación de instrumentos, entre otros.
24
. Si el caso fue derivado judicialmente, se ha informado ya por segunda vez al tribunal.
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17
La planificación de la evaluación requiere considerar las distintas etapas de desarrollo que el
proyecto implica en el tiempo.

De acuerdo a una perspectiva longitudinal, se espera que los proyectos consideren las
siguientes etapas para la evaluación:

- Viabilidad del proyecto: consiste en la valoración que se aplica a la formulación del proyecto,
previamente a su ejecución, orientada a determinar la factibilidad de implementar dicha
propuesta en el marco del diseño global (coherencia interna, viabilidad del proyecto e
indicadores posibles de evaluar).

- Evaluación de resultados: valoración llevada a cabo al final del proyecto, tendiente a


determinar sus logros globales, enfatizando los efectos en los usuarios.

Dado al carácter y finalidad de las orientaciones, la evaluación aquí descrita se centrará


principalmente en el desarrollo de la evaluación de implementación del proyecto, de sus
resultados e impacto local.

VIII RECURSOS HUMANOS Y FINANCIEROS

8.1 Recursos humanos

Por las complejidades del trabajo a realizar, que implican que el principal recurso para la
intervención será la persona del Tutor(a), se requerirá incorporar al equipo del Programa a
personas que cuenten con la idoneidad y aptitud adecuadas, considerando en el Proyecto los
mecanismos y procedimientos de selección de personal a fin de descartar patologías gruesas o
rasgos incompatibles con la función a desarrollar. La selección del personal para estos equipos
debe considerar:

∗ Salud física compatible con el cargo de desempeño25.


∗ Salud mental con ausencia de contraindicaciones para el trabajo de atención de
personas en relaciones de ayuda.
∗ Vocación para la atención en relaciones de ayuda.
∗ Motivación y compromiso ético para la atención de niños/as con problemáticas
vitales complejas.
∗ Posibilidades de flexibilizar horarios, para adecuarse a requerimientos diferentes
de lo formal.
∗ Competencias específicas para facilitar el trabajo de protección y reparación,
donde se puede señalar: capacidad de vincularse generando apegos confiables;
alta capacidad de empatía; capacidad de reflexionar; capacidad de reciprocidad
afectiva y conductual; capacidad de compromiso protector.
∗ Tener actitud no discriminadora con los niños /as, especialmente los referidos a
estereotipos de género.
25
. Para los cargos correspondientes al Servicio Nacional de Menores se refiere a lo señalado en la Ley 18.834 sobre
Estatuto Administrativo en su artículo Nº 11. Para los cargos correspondientes a las Instituciones de la red privada,
se refiere a la salud física que implique no ausentarse por enfermedades, que afecten la relación vincular con los
niños(as) atendidos.
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∗ Competencias y habilidades para desarrollar relaciones igualitarias entre
hombres y mujeres en el trabajo individual, familiar y grupal.
∗ Capacidades para el trabajo en equipo, así como también capacidad de
autonomía y creatividad para afrontar situaciones críticas.
∗ No tener antecedentes penales.

a) Equipo básico: conformación y funciones

 Coordinador (a)

Existirá 1 Coordinador(a) que asumirá la responsabilidad de la conducción técnica y


administrativa del proyecto. Se trata de una responsabilidad que -para alcanzar los objetivos
de la intervención- debe combinar, tanto una mirada del caso a caso, como una visión global
del funcionamiento del proyecto. Por ello, el perfil para este cargo será un profesional de las
Ciencias Humanas con formación especializada en temas de Familia, Infancia, Psicología
Comunitaria, normativas relacionadas con Infancia, modelos de intervención, y con
experiencia en gestión y administración de proyectos.

Se espera que esta persona asuma la responsabilidad de convocar e introducir a todos los
miembros del equipo técnico y a los Tutor(as) en la co-construcción de la respuesta técnica
a las diversas situaciones en que se verán desafiados, sin perder de vista la coherencia y
consistencia con el marco de las políticas institucionales en el funcionamiento con este tipo
de proyectos en el actual proceso de Reforma y con la Convención de los Derechos del
Niño.

 Equipo Profesional

Estará constituido por profesionales del área de la Psicología y el Trabajo Social, con
capacitación en temas de familia, trabajo en redes sociales, teorías y técnicas de
intervención clínica y comunitaria. Se propenderá a que la conformación del equipo
contenga diferentes profesiones, para reforzar la mirada transdisciplinaria. Se considera
deseable contar con un profesional que brinde algunas horas de asesoría legal a los
Programas, especialmente por las temáticas jurídicas que la temática implica.

El equipo profesional se desempeñará en el diseño de la intervención, apoyará al Tutor(a)


en el trabajo en redes, a nivel de la escuela, y en atención directa de acuerdo a las
necesidades de atención de los/las niños/as. También tendrán la responsabilidad de
gestionar una medida de intervención obligatoria judicial, cuando sea preciso.

En este contexto, se espera que los profesionales que intervengan muestren -junto a su
capacidad técnica específica-, disposición a trabajar con otras disciplinas y, particularmente,
con los Tutor(as), los niños(as), las familias y diversos actores de la red social que se
vinculen con el proyecto.

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 Tutor(as) Sociales

Serán Tutores(as) con 4 ó más años de estudios en carreras de las Ciencias Humanas, o
con capacitación y experiencia reconocida en el trabajo con niños/as y jóvenes vulnerados
en sus derechos y con familias. Cada uno tendrá a su cargo un número de casos que facilite
el propósito de que cada niña/o sea visitado periódicamente, se realice un trabajo
personalizado con ellos, sus familias y las redes comunitarias relacionadas con su
bienestar.

La inclusión de la figura del Tutor/a en este tipo de Programa es esencial, pues se trata de
un recurso humano cuya particular función dentro del diseño contempla el trabajo con las
niñas y niños en el espacio cotidiano de éstos. Serán ellos los que pasarán la mayor parte
del tiempo compartiendo las vivencias explícitas e implícitas de dicha población. También,
deberán ser los primeros agentes en ayudar a resolver cotidianamente diversas situaciones
conflictivas o críticas con los niños/as.

Debido a las características particulares del trabajo al que estará sometido el equipo del
Programa (tales como constantes presiones, ya sea producto de las implicaciones
emocionales, psicológicas personales propias de la intervención, o como resultado de la
dinámica que va adquiriendo el contacto permanente con las diversas problemáticas de esta
población), ello puede traducirse en ciertos niveles de frustración en el diseño de
funcionamiento de este Programa, y se deberá contemplar la existencia de espacios de
autocuidado y de fortalecimiento del trabajo en equipo, que permitan tanto visibilizar los
nudos críticos en el trabajo con la población infantil a cargo, como los mecanismos que
contribuirían a superar esta situación.

8.2 Recursos materiales:

El funcionamiento de un proyecto requiere de la siguiente infraestura base:

 Local adecuado a las necesidades del proyecto: Número de oficinas o salas pertinentes,
baños para el personal, para el uso del público y para los sujetos atendidos, sala de
recepción, sala de reuniones y patio.
 Computador con los siguientes requerimientos mínimos: Procesador Pentium, disco no
inferior a 2 GB, memoria mínimo 32 MB RAM u otro; unidades de disco 3 y medio
pulgada, de alta densidad y unidades de CD ROM (opciones de multimedia son
necesarias por las características de software actual) impresora, tarjeta fax – MODEM,
conexión a Internet que permita correo electrónico; sistema operativo Windows 95 o
superior, Programa Office 2000con Acces incluido.
 Teléfono, fax.

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