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Esta oferta se inserta en la línea de Protección2, debido a que el contexto en que se dan las
problemáticas señaladas es en la presencia de severas vulneraciones de derechos. Por esto,
se asume que el énfasis de este Programa será la reparación y restitución de derechos
severamente vulnerados, así como una intervención especializada para interrumpir la
trayectoria de conductas transgresoras que se presenta concomitantemente.
Desde el punto de vista jurídico, ni en la legislación vigente y tampoco en los proyectos de ley
en discusión se considera que los niños(as) menores de 14 años puedan ser responsables
penalmente de delitos, y no se acogerán a la oferta de Programas de atención que el
Departamento de Responsabilidad Juvenil de SENAME ha organizado para los adolescentes,
por lo cual son niños(as) que requieren ser abordados desde el ámbito de la Protección, con
una intervención especializada y precoz, que permita interrumpir una trayectoria de conductas
gradualmente más complicadas.
Anualmente, ingresan a la red 1.091 niños(as) entre 7 y 13 años de edad, que se han vinculado
a infracciones a la ley, lo cual representa el 2,07% de todos los ingresos. Cabe precisar, que en
esta cifra no se consideran los reingresos, por tanto es el número real de niños(as) atendidos
durante el año4.
Asimismo, un 70% de estos ingresos se efectúa sólo a centros de diagnóstico (CTD y COD). En
un período anual, los centros con más ingresos fueron el CTD Pudahuel (N=161), CTD San
Joaquín (N=143); CTD Alborada (N=127) y CTD Playa Ancha (N=69)5.
1
Junto al equipo jurídico de SENAME se definió que los niños(as) beneficiarios del Programa serán aquéllos de
quienes se alegue haber realizado actos antijurídicos, pero que en virtud de su edad son considerados legalmente
inimputables, por lo cual se hará la referencia a ellos como involucrados, vinculados, o asociados a infracciones de
ley, en conformidad con el artículo 40 de la Convención de los Derechos del Niño.
2
.Convención de los Derechos del Niño, artículo 40 Nº 1, Nº 3 letra b, Nº 4.
3
.En la presente caracterización se utilizó de la Base de Datos de SENAME sobre los niños(as) atendidos en la Red.
4
.La información corresponde al año 2001.
5
.Los datos corresponden a la población ingresada entre Enero y Diciembre del 2001.
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Con mayor precisión, en abril del 2002, un total de 26.284 niños y niñas entre 7 y 14 años de
edad es atendido en la red de SENAME. De ellos, 266 ingresa por causas definidas como
infracciones a la ley, de las cuales la mayoría fue tipificada como hurto y robo (73%). De ellos,
56 son mujeres y 210 son hombres; es decir, un 21% y 79% respectivamente.
II DEFINICIÓN
Sin embargo, existe un número de niños(as), que pese a haber cometido algún tipo de crimen o
simple delito, por su rango etáreo no se constituyen en sujetos de atención de la línea de
responsabilidad juvenil6.
Se trata de los niños y niñas severamente vulnerados en sus derechos con menos de 14 años
de edad que se vinculan a infracciones de ley y a los menores de 18 años y mayores de 14
años que presentan una causal de ingreso distinta a la comisión de un crimen o simple delito o
cuya historia de vida revela un compromiso con conductas delictivas, o bien presentan graves
problemas conductuales que impiden o limitan su positiva inserción social.
Al tratarse de un grupo respecto del que la oferta general de programas en la red de SENAME
no resulta adecuada a sus necesidades y características, se produce mayoritariamente un
ingreso reiterado de estos niños y niñas a los centros de diagnóstico, COD y CTD, sin poder ser
derivados a programas de intervención tradicionales de la línea de protección, pues al estar
centrados en el cuidado y satisfacción de necesidades, no resultan apropiados para la atención
de niños(as) con escasa inserción familiar y escolar, y en los que su vinculación a infracciones
de ley responde a una estrategia de sobrevivencia, en un contexto sociocultural proclive a las
transgresiones.
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El Proyecto de ley de Responsabilidad Juvenil define como sujeto de atención al adolescente entre 14 y 18 años,
que ha cometido alguna infracción a la ley (crimen o simple delito).
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III OBJETIVOS
a) Contribuir a superar la grave vulneración de derechos que presentan los niños y niñas sin
responsabilidad penal vinculados a infracciones de ley.
d) Detener el ingreso-reingreso reiterado de estos niños(as) a los centros COD y CTD de la red
de SENAME.
e) Vincular a una red comunitaria de apoyo al niño(a) y su familia, que facilite la inserción
social.
IV SUJETOS DE ATENCIÓN
Por consiguiente, el sujeto que propone atender el Programa es aquel niño, niña o adolescente
que en su desarrollo vital presente problemas de vulneración grave de sus derechos y que en
los últimos seis meses haya estado involucrado en hechos que constituyen infracciones de ley8,
dificultándose su permanencia o integración a sus espacios familiares y/o comunitarios.
7
.El proyecto de Ley de Subvenciones que actualmente se encuentra en trámite en el Senado, especifica la “propia
conducta de los niños, niñas y adolescentes” como situación a intervenir desde los servicios del Estado.
8
Situar los problemas de transgresión en los últimos seis meses permite que la intervención sea sensible a una
historia o trayectoria del niño, niña o adolescente.
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V INTERVENCIÓN
Los principios que guían la acción de los proyectos son los contenidos en la Convención de los
Derechos del Niño y los del Marco General de Orientaciones Técnicas del Servicio.
En cuanto a la residencia, el niño(a) podrá estar en un Centro o con su familia (de origen,
extendida, de acogida). También, podrá residir un tiempo breve en el Centro y después
reintegrarse a su familia.
b) En cuanto a la duración total de la atención del niño(a), ésta deberá ser la necesaria y
suficiente para cumplir con los objetivos propuestos en el Programa y sus diferentes etapas
de atención10. Por ello, su situación deberá ser evaluada mensualmente de acuerdo a su
Plan de Intervención. El proyecto, por su parte, deberá ser evaluado semestralmente y
enviar el informe respectivo a SENAME.
c) Atención de casos judiciales. De acuerdo a las posibles vías de ingreso de los niños,
niñas y adolescentes, habrá casos derivados desde Tribunales o de la red de atención. En
los casos derivados desde Tribunales, en tanto exista resolución judicial al inicio o durante
la intervención, el proyecto estará presente como medida judicial, por lo cual debe dar
cumplimiento a dicha medida representando las obligaciones que ella implica.
Se pondrá en conocimiento del Juez las situaciones que ameriten su injerencia, así como
también se cumplirá con las formalidades y procedimientos relacionados con el ingreso y
egreso de los casos de la medida judicial.
En aquellos casos que tengan orden judicial en el proyecto, es necesario que este informe
periódicamente a los Tribunales de Menores de su evolución, de acuerdo a la legislación
vigente11. En los casos no judicializados se informará a la familia o adultos responsables de
la evolución de la niña, el niño o el adolescente.
En este sentido, luego del ingreso del caso ya sea por vía judicial o no judicial y asignado el
niño(a) a un Tutor(a) del Programa, se desarrollará el proceso de vinculación a través del
cual se avanzará hacia mejores grados de motivación en la atención. En efecto, a través de
un buen trabajo de vínculo, la motivación puede desarrollarse gradualmente en el
transcurso de la atención, lo cual está demostrado así por la experiencia incluso en los
sistemas de derivación judicial12. Ello ocurre de ese modo por cuanto todos los involucrados
en la atención asumen que el criterio esencial para la intervención no es otro que la
atención integral del niño y la niña en función de su bienestar en todas las áreas.
10
En promedio, 18 meses.
11
.La ley 16.618 vigente, establece que se debe remitir informes técnicos al Juez describiendo la situación del niño,
niña o joven periódicamente. En el caso de ingresos no judiciales, es deseable que se informe a las instituciones
derivantes también por escrito, lo cual tiene implicancias positivas en la coordinación y la retroinformación respecto
de los niños, niñas y jóvenes atendidos en común.
12
.Existen medidas que en su origen no son voluntarias, pero que tampoco tienen obligatoriedad judicial. Nos
referimos a Programas que al tener el respaldo del Estado conllevan grados de obligatoriedad implícitos, por la
relación de autoridad que está de por medio (por ejemplo, la escuela, OPD, CTD ambulatorio, etc.). Al intervenir el
Estado en la vida de las personas lo hace en función de principios fundamentales y del cumplimiento de objetivos
anteriores a la decisión de ellas.
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e) La conversación como herramienta técnica. El vehículo por el cual se realizará toda la
acción de este Programa (desde la formulación del Proyecto, los avances en la atención,
hasta la evaluación misma de la intervención) es la conversación 13. Por ella y desde ella
pasará todo lo que se realice en el Programa en la acción de los(as) tutores(as), el equipo
técnico y todos los actores involucrados en la atención de los niños(as), pues se asume que
la conversación es el dominio de existencia de lo humano14, constituyéndose ésta en un
poderoso paradigma para la acción técnica. En este sentido, se deberá poner especial
énfasis en los procesos conversacionales a la base de las acciones y las decisiones del
Programa en sus distintos niveles de operación, de un modo técnico que permita recoger la
riqueza de los procesos cualitativos y su eventual expresión cuantitativa. Así, cualquier
producto o resultado obtenido en el proceso o al término de la atención, se hará a través de
la conversación y cómo ella se realice. Los problemas que se defina, así como las
vulneraciones de derechos que se visualice, serán visibles por la conversación. Del mismo
modo, las fortalezas y la visión de los aspectos positivos tanto del niño/a como de su
entorno, se potenciarán a través de ella, al desarrollar la conversación de cada día entre los
distintos actores del proceso de intervención.
13
.Cfr. Muñoz, Mario: “La (Rehabilitación) como Conversación”. Revista El Observador del Servicio Nacional de
Menores, Nº 16, Santiago, 2000. Inicialmente publicado en Cuaderno de Trabajo Nº 1 de Fundación DEM, Santiago
de Chile, noviembre 1994.
14
. Cfr. Los trabajos de Humberto Maturana al respecto.
15
.Se define la resiliencia como la capacidad de fortalecerse que presentan los seres humanos aún al pasar por
experiencias negativas o dañinas.
16
.Podría tomarse el término intervención de manera eufemística, como si no conllevara el aspecto de control que
aquí se ha señalado. Sin embargo, creemos que en estos lineamientos técnicos deben considerarse todos los
aspectos involucrados en la acción a realizar, para tener coherencia en el operar.
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significativos. Por ende, habrá objetivos que serán inherentes a la acción de un Programa
del Estado, y que en este caso se enmarcan en el espíritu de la Convención sobre los
Derechos del Niño. Las acciones educativas, de orientación, reparatorias, que se realizan
con bajo grado de voluntariedad o motivación del niño, niña o adolescente y los adultos
significativos, estarán bajo el marco de la Convención, a fin de remover los obstáculos que
impiden el pleno goce de sus derechos por parte de los niños, las niñas y los adolescentes.
Estos principios orientadores tienen directas correlaciones con los planteamientos que la
Justicia Restaurativa ha estado señalando en relación con la misma problemática 19. En este
sentido, podemos construir una más útil mirada de la disciplina social al observar la
interrelación de las dos variables más integrales señaladas anteriormente: control y
apoyo.
El control puede ser definido como disciplina o establecer límites, y apoyo como
motivación y nutrición. Utilizando estas dos variables podemos combinar un alto o bajo nivel
de control con un alto o bajo nivel de apoyo, para identificar cuatro acercamientos
generales a la disciplina de la sociedad: Negligente, Permisivo, Punitivo (o retributivo), y
Restaurativo, donde estas Orientaciones destacan el último de éstos, el acercamiento
Restaurativo.
17
.Concepto que se asocia a los procesos de construcción conjunta (co-construcción), los que implican condiciones
propicias en el vínculo entre los participantes de esa relación para que ocurran.
18
. Los trabajos de Jorge Barudy desarrollan esta mirada. En Chile existen experiencias que aportan al desarrollo
de una Cultura del Buen Trato, como el Proyecto de “Educación para la No Violencia” que actualmente lleva a
cabo un equipo de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
19
. Véase los trabajos de Willie McCarney al respecto.
http://www.courtinfo.ca.gov/programs/cfcc/pdffiles/V3McCarney.pdf
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El acercamiento Permisivo consiste en bajo control y alto apoyo, una disminución del
establecimiento de límites y una abundancia de la nutritividad. Opuesto a lo permisivo es la
postura Punitiva (o retributiva), con control alto y apoyo bajo, siendo éste el acercamiento
mayoritario en las sociedades castigadoras. La tercera postura, con ausencia de ambos (ni
establecimiento de límites ni nutrición), es la Negligencia. La cuarta posibilidad es la
Restaurativa. Esta postura contiene un alto control y un alto apoyo. Confronta y desaprueba
lo que se hace mal al mismo tiempo que apoya y valora el valor intrínseco de la persona.
En este contexto, control significa control de las acciones equívocas y no control de la
persona, más aún tratándose de niñas, niños y adolescentes.
j) Ante el desafío del sujeto de atención propuesto, se hace pertinente incorporar una
metodología que integre los aportes tanto de un enfoque clínico-tradicional como de uno
comunitario-social. En ese sentido, la metodología de intervención del Programa tendrá un
sello que se ajuste a las características del niño(a), lo que significa que el énfasis estará en
la elaboración de un Plan de Intervención Individual que se aplicará en el entorno social
donde se desenvuelve el niño(a). Vale decir, en dicho medio se desplegarán acciones de
acompañamiento con el niño(a) y su familia; de encuentros y conversación técnica en sus
domicilios; de contacto y coordinación con actores de la comunidad e institucionales, entre
otras, movilizando de este modo todos los recursos disponibles que, multiplicados
sinérgicamente, disminuyan la necesidad de acciones posteriores.
5.3.1 Ingreso
El ingreso del niño(a) a Programas de carácter residencial será a través de Tribunales. Para los
Programas ambulatorios será a través de: Tribunales; Centros de la red SENAME tales como
Centros de Tránsito y Distribución Internado o Ambulatorio (CTD y CTDA), Oficinas de
Protección de Derechos (OPD), Centros de Observación y Diagnóstico (COD); Centros de la
red de servicios como COSAM, Consultorios, Servicios de Salud Mental Infantil, Departamentos
de Educación a nivel comunal o provincial.
Se trata del conjunto de acciones destinadas a establecer el primer contacto entre el niño/a y la
Tutora o Tutor responsable de su proceso de intervención. Debe tenerse presente que desde el
principio y hasta el final se está interviniendo a través de cada acción y conversación sostenida
con el niño(a) o con los diferentes interlocutores que se relacionan con él. Por ello, el Programa
deberá considerar con especial cuidado las acciones que se realiza con cada caso, desde sus
inicios.
Cabe señalar que el Tutor(a) deberá tener una cantidad máxima de niñas(os) a su cargo que le
permita realizar un acompañamiento cercano y continuo tanto al niño como a su familia y las
redes relevantes, lo cual requiere de tiempo y dedicación. Se recomienda una cantidad de entre
12 a 16 niños(as) por cada tutora o tutor.
Paralelamente, en esta fase se establecen los primeros contactos con las figuras parentales o
significativas del niño(a); con las figuras protectoras relevantes existentes o potenciales; con la
red social por la cual ha circulado (escuela, programas de SENAME, tribunales, etc.). Todo ello,
con el objetivo de recopilar la mayor cantidad de antecedentes que permitan orientar la
elaboración del Plan de Intervención Integral.
Durante esta etapa inicial se establece el acuerdo, que debe ser firmado por la familia (o
adultos responsables), el niño(a) y el equipo técnico del Programa.
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Programa y los importantes objetivos de inserción social que el área escolar involucra, el
trabajo para la inserción escolar se considera primordial en este Programa. Esta área
puede requerir bastante atención y trabajo para determinar cuáles serán las líneas de
acción más adecuadas para cada caso, en función de su realidad particular. La
inserción, reinserción y mantención en el sistema escolar de un niño(a) puede demandar
una estrategia de acción que involucre todas las áreas de su atención, por lo cual el Plan
de Intervención Integral pondrá especial énfasis en los objetivos de trabajo que aquí se
establezca.
Inserción comunitaria y trabajo en red. Se busca generar las condiciones para que el
niño o niña pueda restablecer vínculos de confianza y acogida con personas e
instituciones, con las cuales habitualmente ha tenido la experiencia de ser expulsado o
marginado. Este punto se refiere a metas y actividades que mejoren la vinculación del
niño(a) y su familia con los espacios e instituciones existentes en la comunidad; que
favorezca el establecimiento de vínculos con nuevos grupos de pares, y otros
organismos formales y no formales presentes en la comunidad. Para ello es
indispensable realizar un diagnóstico de los recursos existentes en el entorno
comunitario donde vive cada niño(a), para lo cual el Programa deberá tener una
inserción territorial, como condición de un trabajo en red efectivo.
Los desarrollos actuales en el tema permiten una mirada que ha trascendido el concepto
de red como coordinación de redes institucionales, aún formal, para avanzar al trabajo
con redes primarias, entendiéndolo como el entramado dinámico y pre-existente de
vínculos de las personas, desde donde realizan su vida cotidiana y resuelven problemas.
La labor del operador social en este Programa (tutor/a y equipo técnico) es visibilizar
estas redes, traerlas a la mano, a fin de sumarse a los procesos de red en curso,
incorporando los objetivos de trabajo a estos procesos. Se evitará de este modo duplicar
acciones que ya la comunidad tiene consideradas y no caer en el síndrome de la
“institución total” que pretenda satisfacer todas las necesidades del niño(a) en el
Programa.
Se estima, por la experiencia y por las perspectivas de este Programa, que cuando la
situación problemática que presenta el niño(a) no es de gravedad, la reparación en otras
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áreas se puede efectuar en el mismo Programa, con el propósito de trabajar con los
diversos problemas que generalmente se presentan juntos en un mismo caso. Ahora
bien, cuando se requiera derivar al niño(a) a una intervención más especializada (por
ejemplo por consumo abusivo de drogas duras, maltrato grave, etc.), el Programa
deberá considerar la coordinación del trabajo interno y el externo con la instancia a la
cual deriva, para que la atención del caso sea compatible y complementaria entre sí,
incorporando parte de la temática en el abordaje integral del caso.
En este entendido, la derivación a una instancia externa se hará como parte del Plan de
Intervención, y no como un traspaso del caso a otro Programa.
Las diversas problemáticas que presenta un caso son inseparables entre sí y pueden
tener un origen común. Al ser víctimas de una historia de acontecimientos dolorosos y/o
estresantes en el marco de relaciones interpersonales significativas que han agotado los
recursos naturales de los niños y las niñas para calmar y elaborar sus vivencias, los
comportamientos transgresores estarán expresando esos dolores. Y en este sentido, el
reconocerse y ser reconocidos como víctimas será un derecho fundamental en el trabajo
de reparación con los niños y niñas inimputables, que permitirá superar la acusación de
victimarios por su vinculación a transgresiones, y avanzar hacia un nuevo modo de estar
en el mundo21.
21
Jorge Barudy, elementos para la intervención con niños, niñas y adolescentes inimputables en Asesoría realizada
en noviembre 2003, Servicio Nacional de Menores.
22
.Se sugiere revisar los trabajos de M. Kolhberg, quien ha desarrollado un entendimiento relevante para este
aspecto.
23
. Kohlberg, en sus trabajos sobre “Desarrollo Moral”, ha profundizado en los aspectos involucrados en el
comportamiento moral, y señala que la posición egocéntrica se rompe cuando surge el otro ante uno y se logra
percibir en plenitud las necesidades de este otro.
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un proceso de aprendizaje de la percepción de necesidades, tanto de las propias como
las del otro. Se visualizará en conjunto con el niño(a) y/o con sus figuras significativas
las consecuencias de cada acción, como primer paso para poder avanzar hacia la
responsabilidad como comprensión empática del otro y desarrollo del compromiso
básico de evitar el dolor propio y ajeno. Sin embargo, para que este proceso de
responsabilización se dé en forma efectiva, es condición que el niño(a) sea reconocido
en sus propias necesidades por sus otros significativos y así reconozca las necesidades
de los demás y los respete. Es decir, aquí se entiende que el proceso de
responsabilización es un proceso de co-responsabilidad y construcción conjunta,
condición insoslayable que debe ser incorporada al diseño de la intervención.
Conjuntamente con este camino para desarrollar la responsabilización tanto en la
conducta individual como en los patrones colectivos de los que el niño o niña es parte,
se debe trabajar la reparación de los efectos negativos que ha tenido su historia de
vínculos, aspecto esencial del trabajo con los sujetos de atención, como se ha señalado
anteriormente, lo que implicará tanto al niño como a sus otros significativos.
Presente desde el ingreso del niño(a) al sistema, esta etapa debe ser desarrollada
principalmente por el Tutor(a), el cual deberá implementar las actividades definidas en el Plan
de Intervención, que ha sido diseñado por todo el equipo técnico con el propósito de alcanzar
las metas definidas. Para ello, deberá mantener un contacto periódico con el niño(a) y su
familia, y las redes comunitarias pertinentes, instancias en las cuales el Plan será desarrollado
apropiadamente.
El equipo técnico del Programa apoyará al Tutor(a) en los ámbitos de diagnóstico, trabajo en
redes y relación con la escuela. También participará en protocolos formales entre el Programa y
el niño(a), o el Programa y la familia.
El Tutor(a) y el equipo técnico deberán trabajar con los siguientes actores e instancias, a fin de
implementar el Plan de Intervención:
Con el niño(a): Las principales actividades del Tutor(a) serán las conversaciones,
acompañamiento al niño(a) en su entorno, en actividades deportivas, entre otras.
Establecerá un vínculo positivo, pero con un sello de autoridad hacia el niño(a). Su rol
será orientar y educar socialmente. Ello, considerando el ascendiente que el Tutor(a)
tiene ante el niño(a) y su familia desde el rol de autoridad dado por el contexto de
intervención.
Proporcionará elementos para que el niño(a) analice su situación y reflexione sobre ella,
incidiendo en aspectos de responsabilización. La intención es fortalecer la
responsabilidad individual del niño(a) frente a los actos y conductas; inculcar el respeto a
los derechos de las personas; desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro y
apoyar su desarrollo psico-social.
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Con la familia: El trabajo con la familia, cualquiera sea la forma que ésta adopte (de
origen, extensa, de acogida), es central en el trabajo con los niños/as del Programa,
encontrando aquí el área en que se operacionalizará el espíritu de la Convención de los
Derechos del Niño. La familia recibirá la protección y la asistencia necesaria para poder
asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad. El Programa, a
través del tutor(a) y el equipo técnico, propiciará el que los adultos que rodean al niño(a)
asuman sus roles ante él/ella, para lo cual brindará apoyos diversos, en las líneas
asistencial (acceso a recursos canalizando las redes afines), promocional, terapéutica,
favoreciendo la búsqueda de soluciones conjuntas a los problemas, respetando los
contextos culturales de pertenencia. El Programa evitará reemplazar a las figuras
naturales del niño/a, para lo cual el tutor(a) siempre se vinculará con el fin de restablecer
los vínculos familiares del niño(a) en el caso de que éstos se encuentren dañados, y de
reforzar los vínculos existentes si es que éstos estuvieran debilitados.
Con la comunidad: Com apoyo del equipo técnico del Programa, el Tutor(a) efectuará
coordinaciones con distintas instancias e instituciones, articulando transversalmente
dichas instancias con el fin de que el niño(a) reciba el más alto nivel posible de atención
en los ámbitos de: la salud; la educación; vivienda; recreación; programas de apoyo en
nutrición, vestuario, etc. Por ejemplo, en el ámbito de la educación, se coordinará con
los profesores, motivándolos a participar en el Plan de Intervención y considerando su
opinión en el desarrollo del mismo. A su vez, el tutor(a) podrá ser el apoderado del
niño(a), si y sólo si no se cuenta con algún miembro de la familia que asuma la función
que le compete, pues se propenderá a que dichas funciones sean ejercidas por los
adultos que naturalmente rodean al niño(a) en su vida cotidiana.
Con otros Programas de la Red SENAME. Como fue señalado en páginas anteriores,
cuando la reparación de derechos esté inconclusa, el Programa no podrá desligarse del
niño(a), aunque esté de por medio la deserción de éste(a). Es decir, el Programa deberá
continuar la atención en sus posibles reingresos a centros de la Red SENAME,
efectuando la coordinación necesaria y el acompañamiento. Por ejemplo, en el caso de
que un niño(a) tenga un reingreso a CTD, el Programa, a través de su Tutor(a),
continuará su trabajo con el caso, intensificando las coordinaciones pertinentes, con el
fin de: aportar al diagnóstico de la situación puntual; entregar elementos técnicos que
respalden las decisiones judiciales; apoyar los planos familiar y de estructuración vital.
Todo esto con la finalidad de resolver la situación crítica, aprovechando técnicamente el
impasse para asegurar la protección de derechos y el proceso de responsabilización
vital.
Con los Tribunales. El Programa se coordinará con los Tribunales pertinentes y sus diferentes
instancias cuando el niño o niña ha ingresado a éste como parte de una medida judicial,
cumpliendo con representar las obligaciones que la medida implica y poniendo en conocimiento
del Juez las situaciones importantes para apoyar la comprensión de la situación actual del
niño(a), en vías a resolver la situación de acuerdo a los marcos legales pertinentes.
Periódicamente, el Plan de Intervención deberá ser evaluado, en función de los logros que se
obtienen con el niño(a) y su familia. Para ello, es adecuado que el Plan esté diseñado en
función de metas e indicadores.
En la etapa previa al egreso del niño(a) del Programa, luego de visualizados los indicadores de
buen pronóstico, será necesario trabajar su egreso a través de una etapa en que se disminuya
programada y gradualmente la frecuencia de contactos con el Programa, se elabore con el
niño(a), su familia y otros adultos significativos el término de la intervención, se evalúe
conjuntamente los logros, avances y resultados obtenidos, y se realice el traspaso a los adultos
responsables del niño/a de los roles y funciones que el Tutor(a) y/o el sistema de atención
pudieran haber asumido en algún momento. Por la importancia que esta etapa tiene para la
consolidación de los logros y la disminución de las problemáticas es que ella debe ser diseñada
con el objetivo de fortalecer las capacidades tanto del niño, la niña y sus adultos significativos
para enfrentar positivamente las situaciones que tengan que enfrentar.
El egreso estará determinado en función de las evaluaciones de cada caso. Cuando exista
alguna medida de protección adoptada por un Tribunal, y el egreso sea por cumplimiento de los
objetivos de trabajo, se realizará las tramitaciones pertinentes a fin de que esa medida también
quede sin efecto.
Como este Programa desarrollará su acción a través del vínculo establecido entre el Tutor(a) ,
el niño(a) y las personas significativas que lo(a) rodean, es necesario que el mismo proceso
vincular contemple los mecanismos para distanciar los apegos afectivos que se hayan
producido, tanto con el niño(a) como con miembros de su familia u otros seres significativos de
su entorno, con la finalidad de no generar relaciones de dependencia. En este aspecto se
trabajará propiciando que los roles sean asumidos por las personas competentes de su
ambiente natural y dando espacios de contención afectiva y significados al vínculo que entre el
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tutor(a) y el niño(a) y su famila se distanciará. Como nos estamos refiriendo a un ámbito de
gran significación emocional para todos los implicados, incluyendo al tutor o tutora, el Proyecto
deberá contemplar los mecanismos e instancias para que dichos procesos de desvinculación
ocurran de la manera más acompañada posible desde un punto de vista técnico.
Para los egresos de casos con fracaso, el Programa deberá determinar el diagnóstico final de la
situación a su egreso con los fundamentos técnicos que describen las razones por las cuales se
considera su condición de no-exitoso. Se estima que si a los seis meses de intervención24,
habiéndose realizado una evaluación periódica del proceso de evolución de un caso y éste no
muestra cambios positivos, se informará al tribunal si es de derivación judicial y se solicitará su
egreso del Programa y su derivación a otro sistema si así se estima pertinente. Ello deberá ser
informado a la Dirección Regional respectiva de modo de apoyar el proceso de reinserción o
derivación a otro Programa de atención. El trabajo con casos de evolución negativa no debe ser
superior a un año de tiempo de atención. De este modo, el equipo técnico en su conjunto
deberá decidir el egreso de un caso en estas condiciones, en función de la necesidad de
incorporar al niño/a o joven a algún otro Programa o sistema más acorde a sus características.
VI RESULTADOS ESPERADOS
1. 100 % de los casos detectados cuentan con la protección jurídica – legal que requieren.
2. En al menos el 50% de niños, niñas y adolescentes, no cometen nuevamente hechos que
revisten carácter de delito.
3. Al menos 50% de niños, niñas y adolescentes atendidos finalizan el proceso reparatorio con
logro de objetivos.
4. Al menos 50% de los niños y niñas atendidos cuentan con un referente protector.
5. 100% de niños y adolescentes, sin referentes protectores y/o alto grado de resistencia a la
intervención, que requieran internación en red de centros del SENAME deben ser
postulados e ingresados, manteniendo la atención en el centro.
De acuerdo a una perspectiva longitudinal, se espera que los proyectos consideren las
siguientes etapas para la evaluación:
- Viabilidad del proyecto: consiste en la valoración que se aplica a la formulación del proyecto,
previamente a su ejecución, orientada a determinar la factibilidad de implementar dicha
propuesta en el marco del diseño global (coherencia interna, viabilidad del proyecto e
indicadores posibles de evaluar).
Por las complejidades del trabajo a realizar, que implican que el principal recurso para la
intervención será la persona del Tutor(a), se requerirá incorporar al equipo del Programa a
personas que cuenten con la idoneidad y aptitud adecuadas, considerando en el Proyecto los
mecanismos y procedimientos de selección de personal a fin de descartar patologías gruesas o
rasgos incompatibles con la función a desarrollar. La selección del personal para estos equipos
debe considerar:
Coordinador (a)
Se espera que esta persona asuma la responsabilidad de convocar e introducir a todos los
miembros del equipo técnico y a los Tutor(as) en la co-construcción de la respuesta técnica
a las diversas situaciones en que se verán desafiados, sin perder de vista la coherencia y
consistencia con el marco de las políticas institucionales en el funcionamiento con este tipo
de proyectos en el actual proceso de Reforma y con la Convención de los Derechos del
Niño.
Equipo Profesional
Estará constituido por profesionales del área de la Psicología y el Trabajo Social, con
capacitación en temas de familia, trabajo en redes sociales, teorías y técnicas de
intervención clínica y comunitaria. Se propenderá a que la conformación del equipo
contenga diferentes profesiones, para reforzar la mirada transdisciplinaria. Se considera
deseable contar con un profesional que brinde algunas horas de asesoría legal a los
Programas, especialmente por las temáticas jurídicas que la temática implica.
En este contexto, se espera que los profesionales que intervengan muestren -junto a su
capacidad técnica específica-, disposición a trabajar con otras disciplinas y, particularmente,
con los Tutor(as), los niños(as), las familias y diversos actores de la red social que se
vinculen con el proyecto.
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Departamento de Protección de Derechos – Servicio Nacional de Menores
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Tutor(as) Sociales
Serán Tutores(as) con 4 ó más años de estudios en carreras de las Ciencias Humanas, o
con capacitación y experiencia reconocida en el trabajo con niños/as y jóvenes vulnerados
en sus derechos y con familias. Cada uno tendrá a su cargo un número de casos que facilite
el propósito de que cada niña/o sea visitado periódicamente, se realice un trabajo
personalizado con ellos, sus familias y las redes comunitarias relacionadas con su
bienestar.
La inclusión de la figura del Tutor/a en este tipo de Programa es esencial, pues se trata de
un recurso humano cuya particular función dentro del diseño contempla el trabajo con las
niñas y niños en el espacio cotidiano de éstos. Serán ellos los que pasarán la mayor parte
del tiempo compartiendo las vivencias explícitas e implícitas de dicha población. También,
deberán ser los primeros agentes en ayudar a resolver cotidianamente diversas situaciones
conflictivas o críticas con los niños/as.
Debido a las características particulares del trabajo al que estará sometido el equipo del
Programa (tales como constantes presiones, ya sea producto de las implicaciones
emocionales, psicológicas personales propias de la intervención, o como resultado de la
dinámica que va adquiriendo el contacto permanente con las diversas problemáticas de esta
población), ello puede traducirse en ciertos niveles de frustración en el diseño de
funcionamiento de este Programa, y se deberá contemplar la existencia de espacios de
autocuidado y de fortalecimiento del trabajo en equipo, que permitan tanto visibilizar los
nudos críticos en el trabajo con la población infantil a cargo, como los mecanismos que
contribuirían a superar esta situación.
Local adecuado a las necesidades del proyecto: Número de oficinas o salas pertinentes,
baños para el personal, para el uso del público y para los sujetos atendidos, sala de
recepción, sala de reuniones y patio.
Computador con los siguientes requerimientos mínimos: Procesador Pentium, disco no
inferior a 2 GB, memoria mínimo 32 MB RAM u otro; unidades de disco 3 y medio
pulgada, de alta densidad y unidades de CD ROM (opciones de multimedia son
necesarias por las características de software actual) impresora, tarjeta fax – MODEM,
conexión a Internet que permita correo electrónico; sistema operativo Windows 95 o
superior, Programa Office 2000con Acces incluido.
Teléfono, fax.
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