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Metodologísmo: estallido de una época1.

(Texto mantiene numeración de páginas y pies tal y como aparecen en


el original: Revista Acción Crítica N.2 (1977) Lima, Peru: CELATS)

Leila Lima y Roberto Rodríguez

Presentación:
La máxima preocupación de los profesionales del Trabajo Social en los últimos diez años
ha sido la de contribuir al proceso de transformación social mediante la articulación de su
acción profesional a los parámetros de la práctica científica.
Sin duda esta identificación con un proyecto social transformador contempla la conjunción
de una serie de elementos de naturaleza diversa dentro de los cuales se puede señalar
prioritariamente aquellos de carácter teórico y político. Es posible insinuar que en la
práctica metodológica del Trabajo Social reconceptualizado, el dominio de los instrumentos
teóricos no ha sido adecuadamente materializado. El interés de este ensayo, es resaltar las
exigencias de carácter teórico e investigativo de la práctica metodológica científicamente
orientada.
La revisión se hace a través de un análisis de la intervención concreta del Trabajador
Social, expresada a la luz de un determinado manejo conceptual, de una especie de forma
de concebir el ejercicio investigativo, de los requisitos teórico-instrumentales para la
producción de conocimientos, y de su ineludible vínculo a los intereses sociales.
En el trabajo se adopta la siguiente secuencia:
- la toma de conciencia política de los trabajadores sociales latinoamericanos ha significado
un acercamiento a los patrones científicos; sin embargo, dicho acercamiento se-ha
manifestado casi exclusivamente al nivel de enunciación y mero enjuiciamiento moral del
proceso social sin que se incorpore la dimensión analítico-científica;
- los componentes ideológicos presentes en la práctica institucional burocrática, principal
instancia de intervención de los profesionales significan un entrabe a la producción de co-
nocimientos científicos, agravado por el carácter simplemente técnico-ejecutivo de las
funciones del Trabajo Social;
-más concretamente, la práctica investigativa del Trabajo Social en aquellos casos donde se
da, está alimentada de esquemas lógico-abstractos desorientadores en últimas, de una

15
producción científica:

1
Nota: Este trabajo fue originalmente elaborado como documento borrador de discusión para el
Seminario de Metodología CELATS ALAESS realizado en Bogotá en octubre de 1976 bajo el título
de "Consideraciones respecto a la práctica metodológica del T.S.". Para la publicación en Acción
Crítica se mantuvo las ideas centrales pero se modificó sustancialmente el orden y la organicidad
de la argumentación.
- al señalar estos obstáculos se insinúan algunos factores necesarios a la práctica metodo-
lógica del Trabajo Social: reconsideración del ejercicio de investigación en terreno; de la
dirección y contenidos del análisis y de la relación de estos elementos con la dimensión
política que le dan significado y sentido a la práctica científica.

I. LA PRÁCTICA IDEOLÓGICA DEL TRABAJO SOCIAL: ¿EMPUJE U


OBSTACULO?

La década de los años 60 fue testigo del proceso de reconceptualización en Trabajo Social.
Al calor de una serie de fenómenos económicos que mostraron las deformaciones del
modelo de desarrollo urbano-industrial latinoamericano, así como de la insurgencia de
movimiento:» sociales y políticos que presionaban por una nueva estructura del poder, las
ciencias sociales fueron evidenciando sus propias limitaciones en su proyecto de ser
instrumentos adecuados a las transformaciones que el proceso histórico señalaba.
Configurose así al interior de los cuerpos profesionales y dentistas sociales, una -crítica
sistemática alrededor de sus propios conceptos e interpretaciones respecto a la sociedad en
que vivían así como a su papel político en la misma. Tal tendencia tocó de cerca a los
trabajadores sociales, especialmente a aquellos grupos de profesionales jóvenes y
estudiantes, convencidos como estaban de la inoperancia de la profesión como elemento
racional corrector de su referente problemática y —ahora con mayor claridad a partir del
movimiento reconceptualizador— como instrumento ideológico impulsor de interés
defensores del orden tradicional.
Dicha toma de conciencia fue enriquecida con la introducción en los currículums de las
Escuelas de las categorías más amplías del Materialismo Histórico y Dialéctico que
llevaron a un cambio de óptica en el señalamiento de objetivos profesionales, tales como la
concientización, la organización y la movilización de las clases populares, tentando superar
las clásicas metas de asistencia y promoción, típica y dominantemente integrados al sistema
imperante. Del mismo modo se cristalizaron nuevos campos de ejercicio profesional
buscando con ello un acercamiento a las reales fuerzas sociales transformadoras y por ende,
una afanosa búsqueda de métodos de intervención consecuentes con las recientes
tendencias teórico-ideológicas2.
Luego de una década de experiencias de diverso tipo, donde las sutilezas de unas y otras no
alcanzan a diferenciarse sustancialmente del patrón principal caracterizado hasta aquí (toma
de posición político-ideológica, introducción de un marco conceptúal materialista,
escogencia de nuevos campos de ejercicio profesional, ensayo de nuevas formas
pedagógicas, etc.). es posible lanzar una especie de diagnóstico sobre los avances y
dificultades del proceso reconceptualizador en referencia: el Trabajo Social inició
ciertamente su camino hacia la práctica científica, básicamente por el hecho de haber
cuestionado un principio epistemológico de las ciencias metafísicas, cual es el de-asignarle
a las ciencias sociales un carácter universalista, inherentemente neutral, al estilo de! que se

2
Véase p.e. toda la serie de publicaciones ISI-ECRO. especialmente los referidos a los proyectos de rees-
tructuración de Escuelas Nos. 3 y 5 y el "Compendio sobre Metodología para el Trabajo Social" No. 4.
Igualmente, una panorámica evaluación del proceso de Reconceptualización se encuentra en la revista
"Selecciones del T.S." Humanitas, No. 26, 1975. Asimismo, uno de los últimos trabajos sobre éste tema es el
artículo sobre "La situación de América Latina y el Trabajo Social", publicado en el No. 1 de Acción Crítica,
Dic. 1976.
le otorga con frecuencia a las ciencias naturales. Lo que en otras palabras significaría
pensar en un desarrollo del conocimiento social objetivo por encima de la existencia de los
intereses de las clases sociales.
El asumir conscientemente una posición ideológica señala el primer salto cualitativo de los
profesionales en los 40 años de su existencia en América Latina. Ahora bien, se percibe el
impase de dicho proceso, paradójicamente, en la insistencia unilateral de un ejercicio
ideológico, de hecho encerrado en si mismo o sea no acom-
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ñado de los elementos teórico-metodológicos correspondientes a una práctica científica,


derivada y consecuente con el explicito vínculo; los intereses de las clases sociales
trabajadoras.
La gran mayoría de los considerados productos teóricos del Trabajo Social no han gestado
una concepción totalizadora de la teoría y la práctica social, en donde la ideología es apenas
una de sus dimensiones.
La explicitación consciente de los intereses presentes en el proceso de desarrollo
latinoamericano y la utilización que hacen del Trabajo Social como instrumento
racionalizador de los desequilibrios sociales, permitió a los profesionales entender la
naturaleza clasista del listado y de las políticas sociales, las concepciones estratégicas del
desarrollo económico, el papel de los técnicos e intelectuales en la sociedad, lo que
significó un interés por conocer el proceso histórico de la formación social latinoamericana
y el desenvolvimiento progresivo y contradictorio del sistema capitalista.
En resumidas cuentas, al dar el salto político-ideológico, el trabajador social se estimula a
comprender cuáles son esos otros fenómenos, diferentes al que él creía hasta entonces
infalibles o eficaces para la transformación de su Sociedad. Así aparece el robustecimiento
de una línea de estudio más exigente, cada vez más social que individualista, cada vez más
completa (los asuntos estructurales de los procesos económico-sociales) que parcial (el
comportamiento y actitudes de los "clientes"), cada vez más objetiva (relaciones sociales de
producción, desarrollo de fuerzas productivas y control del poder político) que subjetiva (la
buena voluntad y la "nobleza" de! asistencialismo o la inteligencia de los gobernantes de
turno, etc.).
Se plantea también la investigación social y sobre todo una forma de producción de conoci-
mientos a partir de la práctica de intervención, que superase la anterior dominante
preocupación por "investigar" los recursos existentes para el desarrollo de los proyectos,
reducida en la gran mayoría de los casos a una recopilación apenas estadística.
Así pues, la conciencia de una autodefinición ideológica no sólo despenó un gran interés
por profundizar nuevos temas, como principalmente por entender mejor las particularidades
de la metodología en las ciencias sociales.
Sin embargo, el camino de la ciencia y la transformación social es complejo. Un repaso de
la literatura de Trabajo Social en el período de la Reconceptualización y una revisión de sus
experiencias investigativas muestran un claro vacío de análisis de la realidad y de
sistematización teórica de su acción concreta en detrimento de una constante y rutinaria
repetición de un Trabajo Social liberador, transformador y revolucionario, o de una práctica
investigativa tan inflexible que acaba por marchitar la intensión ideológica asumida. Por
ahora interesa anotar los puntos referentes a la problemática ideológica.
Hay pues una marcada insistencia en el rechazo a la desigualdad, a la explotación social, a
la dependencia y a la dominación política, así como al exaltamiento del compromiso con
las clases desfavorecidas, de la necesidad de la organización y movilización popular, de la
denuncia del carácter clasista de la educación y de la profesión del Trabajo Social, etc.
Una posición científica jamás podría, desde luego, descartar el papel de la ideología en el
transcurso de la historia de la sociedad y su ciencia. No sólo no las descartaría en cuanto
elemento siempre presente en el desvelamiento de la objetividad de los procesos sociales,
sino aún como factor de moral social. La repugna moral o la contestación ideológica a la
injusticia no se oponen ni contradicen necesariamente al conocimiento científico de la
realidad.
La anterior argumentación evidencia el cuidado de no incurrir en la clásica dicotomización
entre ciencia e ideología, según la cual cualquier ele-

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mento ideológico es un obstáculo a la práctica científica, o también que cualquier


explicación deja de ser científica por el hecho de explicitar los intereses contrarios en juego
en la sociedad. No se trata de eliminar lo ideológico para "convertirlo" en ciencia, sino
articularlo a determinadas condiciones materiales de producción de conocimientos
objetivos.
Por lo tanto, no se piensa aquí que las posturas o las prácticas ideológicas sean
absolutamente asimiladas a lo "falso" como contraposición de lo "verdadero"; pero una
cosa es que en la práctica científica intervengan siempre elementos ideológicos y otra, que
el discurso o la práctica ideológica constituyan todas las condiciones requeridas para una
práctica científica.
Así, la pregunta establecida en el título de de este capítulo revela una acostumbrada forma
de plantear la relación entre trabajo ideológico \ trabajo científico y justamente conlleva en
su seno una distorsión epistemológica según la cual se trataría de optar a favor o en contra
de la ideología en aras de salvaguardar la "pureza" del proceso metodológico científico.
En el de correr del movimiento Reconceptualizador, la ideología es en un primer momento,
entendida como empujo al desarrollo profesional y tal vez más que eso. identificada con el
conocimiento científico, Para llegar a tal concepción se empezó por condenar el carácter
positivo y neutral de la práctica profesional clásica, posición que siendo en sí misma
correcta despertó el conocido rechazo al trabajo institucional, dado que las .instituciones
como vehículos reproductores del sistema, cristalizan los intereses de las clases
dominantes. La "fuga" de las instituciones a su vez generó el "trabajo de base en
comunidades abiertas" dentro de una perspectiva supuestamente resguardada del "contagio"
de la ideología dominante. Por lo tanto durante la reconceptualización, el rechazo a las
instituciones es asumido como posición política consecuente con una pretendida
comprensión científica de las mismas.
Posteriormente una vez realizadas las primeras reflexiones sobre lo descrito anteriormente
y ''constatado que ni la huida de las instituciones, ni el acercamiento a los, sectores
populares de por sí, produjo una practica científica, comienzan a aparecer cuestionamientos
a lo ideológico asimilado ahora como obstáculo a la producción científica3.
3
Tal es el caso de una de las afirmaciones en la magnífica producción de Diego Palma, "La
Reconceptualización: Una búsqueda en América Latina". Serie CELATS- ECRO. 1977. Pag. 28. "Los
reconceptualizados formulan la Dialéctica sin penetrarla en sus posibilidades intrínsecas y postulándola por
adhesión ideológica, producto de la inercia de los tiempos". "Esta es una forma válida de nacer y sin embargo
sólo representa un envión inicial, un primer entusiasmo de identidad por diferencia que no basta en un
Al igual que en los momentos precedentes, se genera otra distorsión consistente esta vez en
absolutizar la separación entre ideología y ciencia, o en otras palabras, considerar a
cualquier planteamiento ideológico como obstáculo a la práctica científica.
Como se dijo anteriormente ambas posturas en sus momentos respectivos distorsionaron la
integración entre ciencia e ideología, en la medida -"que absolutizan sus postura-: en el
primer caso identificando ciencia e ideología, sin explicar sus diferencias; en el segundo,
porque se afirma que todos los obstáculos a la práctica científica son necesariamente de
carácter ideológico.
Es cierto que la ideología es un elemento constitutivo de la práctica científica, pero no es
íntegramente el factor determinante de la producción de conocimientos. El hecho de involu-
crar un punto de vista de clase en la práctica metodológica es condición indispensable, pero
no garantía absoluta de la producción científica ni de la ausencia de errores en el análisis y
en la acción.
Hay en la práctica científica, respecto a otros tipos y niveles de práctica, una relativa
autonomía –

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mía, "una continuidad en el interior de la historia de la ciencia, una lógica interna de la


investigación científica, una especificidad de la ciencia en tanto que práctica que tiende
hacia el descubrimiento de la verdad"4 . A esta especificidad se hará referencia a lo largo
del presente trabajo.

2. LA PRACTICA INSTITUCIONAL: ¿UN CAMPO FATALMENTE


CONTRAPRODUCENTE?
La profesión del Trabajo Social se inscribe como instrumento interviniente en los procesos
y programas conocidos con el apelativo general de "Desarrollo Social". La sola
constatación de este hecho ya advierte - dada la configuración dependiente y subordinada
dentro del sistema capitalista de lo social respecto a lo económico -de la ubicación también
subordinada y dependiente de los técnicos que operan en el campo de lo social en el juego
de las decisiones reales del poder burocrático.
En verdad, una revisión de los criterios planificadores del desarrollo muestra no solamente
la reducción de los fondos económicos de los programas de orden social comparativamente
con los sectores de desarrollo económico, sino su poca articulación orgánica entre sí y los
anteriores. Aún aquellos casos que registran el aumento de las inversiones estatales en los
programas de orden social, éstos siguen subordinados a las condiciones de reproducción de
la fuerza de trabajo y por lo tanto de la acumulación privada de capital. El carácter residual
con que se adopta la programación social la convierte apenas en un elemento derivado de la

segundo momento sino que debe ser reemplazado por la consideración de la propia realidad y de la propia
tarea", (énfasis nuestro).
4
Löwy, Michel: "Objetivos y punto de vista de clase de las Ciencias Sociales” pág. 52 en Sociedad y
Desarrollo revista de CESO. Este trabajo hace un interesante análisis sobre las diferentes líneas y
concepciones acerca de conocimiento e ideología, remontándose al positivismo, al eclecticismo de Manheim,
y a las posiciones encontradas dentro del Marxismo.
racionalidad económica. Un examen histórico o coyuntural de las instituciones a las que
nos estamos refiriendo puede constatar este hecho5.
Ahora bien, dentro de las políticas de Desarrollo Social ocurre una clásica catalogación:
políticas de corte asistencial y políticas de corto promocional. Aunque su diferenciación en
muchos casos es inexistente en la práctica y obedece más a criterios conceptuales, las
primeras están dirigidas al tratamiento de factores considerados patológicos, tales como la
mendicidad, prostitución, alcoholismo, adicción a las drogas, rehabilitación carcelaria, etc.,
o bien por su carácter de "problemas sociales" se refieren a las demolidas en los sectores de
salud, vivienda, ocupación, bienestar familiar y protección de menores, entre otros.
Las políticas promocionales podrían catalogarse como aquellas que no se limitan a la
prestación de servicios directos sino que incluyen objetivos de educación, tienen
capacitación, de organización y hasta de movilización ya con fines de racionalizar y agilizar
los programas de desarrollo (caso predominante) ya con fines de creación de grupos de
presión para eliminar obstáculos de poder socio-político en la implementación de políticas
redistributivas (caso mucho más esporádico).
La menor frecuencia de estos últimos programas en relación a los asistenciales muestran
una vez más la colocación desventajosa de la mayoría de los trabajadores sociales en
términos de influencia sobre los procesos de transformación.
Su poco poder en la determinación de nuevos rumbos de las políticas sociales, derivado del
carácter subordinado de éstas y de la naturaleza de su trabajo dominantemente prestador de
ser-
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vicios, se ve robustecido por un tercer elemento, pero de hecho ligado a los anteriores:
dentro de la dicotomización vertical entre quienes adelantan labores intelectuales y
manuales, entre quienes planifican y ejecutan, entre quienes investigan y administran, los
trabajadores sociales se hallan por lo general en el extremo de lo "primario" o "artesanal".
Todo lo anterior sirve apenas para confirmar cómo dentro de la práctica dominantemente
rutinaria de las instituciones gubernamentales, las tareas de desarrollo social están
impregnadas de u:i pragmatismo a toda prueba: el desarrollo económico se justifica
exclusivamente en su carácter acumulativo, el desarrollo social como soporte del anterior y
como paliativo de la pobreza y las tareas mecánicas y aíslalas de la prestación de servicios,
como respuesta desesperada al volumen de los problemas y los planes. Y desde luego,
asunto que interesa resaltar, la investigación en temas económicos y sociales, cuando
existente, está fuertemente dirigida a la consecución de fines y procesos inmediatos, mucho
más que al conocimiento de las reales condiciones de cambio, que necesariamente
provocaría una nueva concepción de desarrollo y de la acción profesional en general. Esto
es lo que caracteriza primordialmente las tareas de averiguación, de planificación y
ejecución.
Aparece entonces una situación en la cual, dentro de una escala gradual, el trabajador social
es uno de los elementos más condicionados a una acción repetitiva y mecánica, de poca
creatividad o altamente rutinizada.

5
Varios autores "La Realidad Institucional en que opera el Trabajador Social", investigación CELATS.
mimeo, Lima. 1976. Lucio Kovarick: “Estrategia do Planejamento Social do Brasil" - CEBRAP No. 2, Sao
Paulo.
Sus funciones se encuentran generalmente en labores tales como: clasificación socio-
económica de los usuarios de los servicios, organizador o asesor de grupos de trabajo,
promotor de acciones tendientes a conseguir recursos de la propia comunidad, enlace entre
la comunidad y el Estado para agilizar la prestación de servicios y explicar la legislación y
el funcionamiento de los programas, realizador de tareas culturales y recreativas, gestor en
relaciones humanas, etc. y en algunos pocos casos, todavía distribuidor de alimentos y
oficios afines6.
Sin duda, aquellos cargos más cercanos a labores de promoción social le permiten un
relativo acercamiento al estudio de problemas estructurales y a proyectos educativos con
grupos ubicados en situaciones de reforma social7.
Se podría resumir en dos hechos, el obstáculo para la producción de conocimiento que
ciertamente representan las instituciones ligadas al Desarrollo Social: su funcionamiento
subordinado a otros centros de decisión (los de desarrollo económico)8 y la predominancia
de las funciones vinculadas a la prestación de servicios9. Esto significa que el trabajador
social desarrolla su tarea dentro de condiciones adversas para la producción científica: la
ideología que ensalza el desarrollo y el crecimiento económico como fórmula única de
progreso e igualdad social, la burocratización de las funciones que tienen su expresión en el
alejamiento de los procesos desorganización y movilización po-

20

pular políticamente significativos y la rutinización practicista de sus funciones que le


alienan su capacidad investigadora.
Estas consideraciones, de una u otra manera fueron internalizadas por el Trabajo Social
reconcepualizado y lo expresó masivamente en la objeción al trabajo institucional acotada
anteriormente.
No se podría desconocer que la búsqueda de campos de trabajo con una mayor autonomía
estaba animada de una intención plausible y que al menos orientó a un alto número de re-
cién egresados a buscar ubicarse prioritariamente en áreas de promoción y capacitación.
En verdad, las instituciones mantienen toda una serie de normas, valores, sistemas y
procedimientos de acción dirigidos a apuntalar la reproducción del sistema y por su parte
las comunidades, al menos, viven y evidencian problemas propios de las clases trabajadoras
y dan margen a un cierto tipo de organización popular.
La otra cara de la moneda

6
Una amplia y detallada enumeración de las funciones profesionales, véase en el artículo "Por donde
andamos" de Gloria Acosta V. Boletín de Trabajo Social, Revista de la Corporación de Trabajadores Sociales
de Bogotá, No. 7.
7
Tal podría ser el caso de profesionales ligados a los programas de reforma agraria, sobre todo cuando los
campesinos están organizados independientemente en asociaciones, sindicatos, ligas, etc.
8
Es cierto que al nivel de un correcto planteamiento, lo social" y lo económico no pueden estar separados;
pero en cambio al nivel de programas de desarrollo la división es un hecho real.
9
El primero de estos obstáculos es de carácter epistemológico en la medida que el economicismo se opone a
una interpretación de la totalidad social. El segundo, es de carácter práctico porque la producción científica
también precisa de ciertas condiciones como tiempo disponible, recursos económicos, infraestructura física
adecuada, etc. que el trabajado social meramente ejecutor no dispone a su favor.
Si bien lo anterior es cierto como tendencia dominante, ella no puede ser planteada en
términos absolutos y estáticos. En efecto, ni los organismos estatales o privados son
inexpugnables fortalezas de la ideología dominante ni las comunidades o grupos populares
traslucen indefectiblemente el punto de vista proletario. Las instituciones y sus programas
no son los canales definitivos de la acción política, pero tampoco lo son las comunidades.
Lo que se podría argumentar como intento de análisis de esa contradicción, es, por un lado,
la existencia objetiva de las instituciones como el marco operativo y funcional en el que se
desarrolla la profesión y de hecho la mayoría casi absoluta de trabajadores sociales. Las
instituciones son, por otro lado, una instancia del enfrentamiento concreto de los intereses
de las clases sociales. No pueden haber enfrentamiento de intereses por encima de las
instituciones y organizaciones sociales. La concretización de dichos intereses de clase se
expresan en la implementación de programas de desarrollo, pero su ineficacia, su limitada
cobertura, sus enfoques reducidos, etc.- así como constituyen formas de debilitamiento
político de la clase en el poder, se convierten en factores materiales determinantes de la
crítica y la organización de los sectores populares.
Igualmente, el análisis dialéctico no olvida ni desconoce que las instituciones pueden
concretizar la modernización de sus instrumentos, o sea el desarrollo de las fuerzas
productivas. De cualquier manera, este proceso si bien no satisface completamente las
necesidades de los sectores populares en el contexto del desarrollismo le plante histórica y
coyunturalmente a la clase trabajadora el control de los procesos de trabajo, base real de su
poder político.
Por supuesto que este camino se va materializando a través de una conducción política que
a su vez alimenta sus propósitos, sus objetivos y su acción de los procesos sociales,
cristalizados también en las instituciones. Y el poder popular por su parte, se gesta en
organizaciones de diverso tipo, muchas de las cuales no son necesariamente de tipo político
y más aún han sido creadas para lograr efectos consensuales. Piénsese en tantos casos de
organizaciones campesinas, sindicales, etc. convertidas en verdaderos grupos de presión
después de su nacimiento "oficial".
Los trabajadores sociales tienen así al interior de las instituciones posibilidades de mantener
y profundizar el contacto con la población, estimular la reivindicación de sus derechos y
lograr algunas formas de organización autóctona. De igual modo la labor técnica que el
profesional desarrolla le exige un aprendizaje y entrenamiento de formas operativas de
trabajo, de planificación y ejecución que son también instrumentos ineludibles de cualquier
proyecto transformador.

21

Por último, desde el punto de vista de la investigación, el almacenamiento y sistematización


de cifras y estadísticas, de descripciones de situaciones y problemas, de técnicas y métodos
de trabajo, el conocimiento del funcionamiento interno de los organismos, sus posibilidades
y sus limitaciones, posible dentro de las instituciones, son también factores constituyentes
del análisis, científico.
Las instituciones como organismos técnico operativos no cambiarán radicalmente por el he-
cho de coyunturas políticas favorables. Su proceso de transformación es lento y estará
acelerado en razón de la conjunción de una serie de elementos dentro de los cuales el
conocimiento que de ellos se tenga, conocimiento importante para una clara diferenciación
del alcance estratégico de estas instituciones.

Dos salidas sin salida


La posición que analizamos (el rechazo al llamado trabajo institucional) y los conflictos que
obviamente provocó en no pocos casos, generó últimamente en sectores de profesionales
dos tendencias: la primera el afianzamiento acrítico del trabajo clásico revela una actitud de
impotencia total para enfrentar las nuevas situaciones. La solución sería volver a la
enseñanza de los llamados métodos clásicos reforzando los "aspectos prácticos", los
resultados palpables de la profesión y consecuentemente el aspecto administrativo y
filosófico de la prestación de servicios10.
La segunda posición es aquella que lleva a su vez como única posibilidad de práctica
transformadora la política partidista. Este raciocinio vuelve a negar el carácter contestador
de cualquier otra actividad diferente a la ejecutada en el partido: quienes lo han planteado
últimamente, insisten en combinar la práctica política transformadora, con el ejercicio
profesional exclusivamente como realimentador y reproductor del sistema, como expresión
de los intereses de la clase dominante. Si se admite esto último con la rigidez con la que lo
hacen ¿no estarían negando la práctica política transformadora con la práctica profesional
mantenedora?. Y desde el punto de vista de la práctica científica aparece igual problema: el
positivismo que se produce en la práctica burocrática sería criticado por la producción
teórico histórico-estructural de la práctica política, pero con la mima lógica esta última
producción podría ser formalizada y burocratizada al momento del ejercicio profesional.
Realmente si dentro de las instituciones sólo se puede trabajar en función del Sistema, la
conclusión obvia es esta formalidad: hay momentos y lugares para cada una de las
prácticas políticas: los horarios de oficina le corresponderían a la burguesía, las horas de
trabajo político, al proletariado. En este doble ejercicio de acomodación completa v
homogénea a cada una de las fuerzas sociales en conflicto, ¿cuál vence a la otra? Como la
respuesta conecta es un problema de correlación de fuerzas de clase, el único que se
desintegra es quien haya personificado conjunta e integradamente a los dos actores sociales.
22

10
Posición que gustan defender quienes nunca vieron con simpatía el movimiento
reconcepualización. Lo único que esta posición puede solucionar, es tranquilizar los
espíritus conformistas, porque de hecho el trabajo tradicional -si bien elimina la
confrontación ideológica con la línea oficial- les plantea a sus defensores, problemas de
grave incidencia como: confirmar su bajo status e imagen frente a otros profesionales. Por
otro lado la experiencia demuestra que no por defender lo tradicional del ejercicio
profesional se es más eficiente en él. Las puertas de muchas instituciones se cerraron para
egresados de determinadas Escuelas, no por impreparación sino por razones ideológicas. El
problema que se le creó al "reconceptualizado" fue de desfase entre sus pretensiones
revolucionarias y las limitadas posibilidades de concretizarlas. No fue por lo tanto, por in-
solvencia práctica.

22
Si se acepta entonces que la concepción histórico-estructural asimila, crítica y supera a la
concepción positivista, ¿cómo entonces haría el cientista para pensar dialécticamente en el
partido y luego pensar “a medias y con vicios ideológicos -
de clase dominante al día siguiente? Quien conscientemente pretende integrarse en dos
formas de pensamiento, ¿con cuál de las dos es coherente? Un asunto es reconocer que las
instituciones sociales son ejes reproductores del sistema. Otro asunto es considerar que el
individuo es un ser totalmente condicionado a la ideología dominante.
Conclusión: la única posibilidad de coherencia lógica y política en la unidad que constituye
la acción y el pensamiento es definirse íntegramente por una y única concepción
epistemológica que implica una y única producción teórica. Si esta es la opción, a partir de
ella sólo puede ser posible luchar con todos los medios disponibles para reducir el efecto y
el alcance de la práctica antagónica combatiendo todas sus expresiones y manifestaciones
en todas las instancias existentes.
Si se sabe que las instituciones establecidas no van a ser los instrumentos vitales y
definitivos de la transformación social es porque se reconoce que hay otros de mayor poder.
Pero si ese medio de mayor poder no puede penetrar y contradecir la práctica institucional,
siguiendo el raciocinio de aquellos colegas, se debe- no a que no sea posible hacerlo, sino
simplemente a que en cuanto profesional, no le darán cabida en sí mismos al político, y
además, porque la práctica política no tendría nada que hacer en una institución.
Al final de todo la combinación de dos concepciones; intrínsecamente diferentes en una
sola recuerdan figuras como centauros y sirenas cuya existencia permanece restricta al
mundo mitológico. La verdad histórica y objetiva señala que cuando se trata de intereses
sociales antagónicos no se puede optar por ambos al mismo tiempo: a alguno de los dos
terminará sirviendo11.

3. LA PRACTICA DE INVESTIGACIÓN DE TERRENO: TERMÓMETRO DE


AVANCES Y DIFICULTADES.
Hasta aquí se ha insistido en la necesidad de una clara opción ideológica que. basada en un
análisis objetivo, permita una acción social total y permanentemente consecuente con los
intereses mayoritarios. También se aceptó que a pesar del carácter contradictorio de las
instituciones, éstas ciertamente no constituyen campos fatalmente imposibles a una práctica
científica, aunque la rutinización y el pragmatismo imperantes en el seno de la profesión,
refuerzan los obstáculos inherentes vehiculados por la ideología dominante, ciertamente
deformadora.
Así, se quiere mostrar que el proceso de reconceptualización arrastra en su interior un
desbalance desalentador consistente en que la tendencia renovadora a nivel de Escuelas se
quiebra vertiginosamente dentro del desempeño profesional cotidiano. Frente a tal situación
una nueva práctica de terreno pretendió ser un auxilio de los impulsos renovadores. Este

11
Esto no contradice que en la práctica cotidiana la penetración de la ideología dominante sea
aplastante. La asume e obrero en el reivindicacionismo economicista, el campesino en sus
concepciones mágico-religiosas, el partido político de izquierda con su creciente burocratización.
Es verdad que no por argumentar a favor de una posición comprometida con una y única clase
social se garantiza una auténtica práctica transformadora. Pero contra-argumentar p.e. que
quienes más gustan inconsecuentes con su discurso, no resuelve el problema. Esta es otra
cuestión que no se discute aquí. Lo que se ha criticado en estas últimas páginas es un error
epistemológico (desde luego con repercusiones políticas),sin enjuiciar la honesta intensión de
quienes lo hayan planteado.
tipo de práctica, sin duda, se diferenció en muchos aspectos de la práctica de las meras
gestiones administrativas.
23

La nueva práctica de terreno no necesariamente conlleva todas las dificultades


anteriormente por el hecho de ser proyectada y programada fuera de las instituciones
públicas o privadas. Fueron comunidades urbanas y rurales las que comenzaron a
evidenciar grupos de profesores y estudiantes sin que éstos tuvieran como instancia
intermediadora inmediata a alguna institución. Se desprende por lo tanto que la conducción
metodológica de la experiencia no estaba directamente sujeta a los entrabes burocráticos.
La descripción que se propone a continuación si bien está básicamente fundamentada en
experiencias académicas, no es un cuadro desdibujado respecto a la práctica metodológica
que en algunos programas promocionales, adelantan los profesionales de Trabajo Social.
La referencia a la clásica práctica de terreno, el Trabajo Social utilizó un esquema de
carácter lógico caracterizado por los llamados pasos de "estudio, diagnóstico y tratamiento”
referidos a los problemas considerados hasta entonces individuales, de grupo o de
comunidad. A partir de la Reconceptualización aparecen nuevas categorizaciones
consistentes en desarrollar la relación entre la teoría y la práctica, afirmándose la im-
portancia de la práctica como fuente fundamental de la elaboración teórica, al mismo
tiempo que se señala el compromiso de dicho ejercicio con los intereses de los sectores
populares.
En este sentido casi todas las experiencias de terreno están apoyadas en una previa
determinación .de referencias explicitadas en la bibliografía filosófica que se comenzaba a
estudiar; la práctica como criterio fundamental para la elaboración teórica y la intervención
transformadora: señalamiento de que toda práctica precisa inevitablemente de un conjunto
de elementos teóricos que sirvan como guía de la acción; determinación de las varias etapas
del proceso de la práctica, caracterizadas por los llamados momentos del conocimiento
sensible, conocimiento racional y conocimiento científico, abstracto (a veces señalado
como practica transformadora). Aparecen también toda una serie de planteamientos
respecto a los problemas de la concepción del mundo, de la interdependencia de objeto y
sujeto, del hombre como transformador de la naturaleza y de las leyes y categorías de la
dialéctica materialista (la realidad como un todo, la transformación de lo cuantitativo en
cualitativo, la unidad de contrarios, el movimiento permanente de la materia, etc.).
No es tampoco inusual el recuento de los grandes puntos de divergencia entre las
concepciones dialéctica y positivista, empirista, funcionalista, en los que ciertamente
aparece esa tendencia apologética de la primera de ellas.
Conectados a estos planteamientos filosóficos aparecen otros tantos referidos a la temática
educativa introducidos por las categorías freirianas de cultura, conciencia, educación
popular, opresor-oprimido, dominación-liberación, riqueza-pobreza. alienación-criticidad,
verticalidad-horizontalidad de la comunicación.
Paralelamente a la introducción de tales temas, habitualmente se invocan algunos elementos
de interpretación socio-económico sobre el modo de producción capitalista \ la formación
social latinoamericana, analizados preferencialmente en relación a la dominación
imperialista, al carácter históricamente dependiente de las sociedades sub-desarrolladas y al
carácter ideológico de las instituciones y de las clases sociales. Asimismo, en razón de la
ubicación de profesionales en zonas "periféricas" se acostumbra señalar elementos de la
llamada teoría de la marginalidad, como también, en función de experiencias de trabajo en
el sector rural, se hace un recuento de las tradicionales tipologías de reforma agraria.
Igualmente, esta inserción en terreno, está impulsada por una serie de principios normativos
y estratégicos según los cuales la práctica metodológica debe ser participativa, democrática,
evaluada constantemente, no paternalista, comprometida, etc.

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Los nuevos modelos metodológicos


Lo más notorio del estilo profesional se evidencia en el estallido de "modelos de
intervención" que presentan desde un punto de vista lógico-investigativo !os principales
rasgos del trabajo de campo.
Su raíz común se encuentra por un lado en algunos puntos específicos que la teoría del
conocimiento, especialmente aquellos ligados al concepto de práctica como punto de
partida y de llegada en el proceso cognoscitivo, como fue señalado anteriormente. Por otro
lado, coinciden con una coyuntura particular del trabajo político en barrios "marginales”
desarrollado en Colombia12.
A grandes rasgos, los postulados básicos de dicha intervención, asimilados por la práctica
de terreno del Trabajo Social reconceptualizado, estaban apoyados en concepciones como:
1. Crítica al teoricismo y a los métodos de investigación sociológica de corte
positivista.
2. Necesidad de vincular el trabajo investigativo a un proceso inmediato de
organización y movilización popular.
3. Indispensabilidad de la convivencia con el pueblo.
4. Creencia absoluta de que la verdad revolucionaria está contenida en el pueblo.
5. Por lo lanío, el investigador, pequeño burgués por origen, debería ir
“desesquematizado” a la práctica de terreno.
6. Tal "desesquematización" se conseguiría partiendo de la llamada captación
sensorial.

Este último punto insiste en el uso de los sentidos como instrumentos de captación inicial
de la realidad, seguido de una etapa de conocimiento racional equivalente a la formación
de conceptos y juicios extraídos e interpretados desde la base misma de los fenómenos
12
Se trata de la experiencia del grupo denominado "Golconda” agrupación colombiana de
sacerdotes jóvenes bajo el liderazgo del conocido matemático y político Germán Zabala. Aquí
solamente se mencionan algunos principios de orden teórico, lógico y metodológico sin entrar a
analizar las experiencias políticas de las barriadas de Bogotá. En verdad ninguna de las prácticas
de terreno de las facultades de Servicio Social que asimilaron los patrones normativos del
esquema de Zabala. se dieron al interior de los movimientos, políticos conducidos por él. Pero esto
no quiere decir que aquel fuera simplemente un observador de lo que ocurría con los grupos de
estudiantes y profesores que intentaron la aplicación de su modelo. Tampoco su implementación
fue un hecho absoluto en términos cuantitativos. Hubo profesores que nunca Ío intentaron. Pero
como tendencia, era la línea dominante de! momento; el así denominado "método Zabala" se fue
extendiendo rápidamente a casi todos los demás países del continente, especialmente a México,
Ecuador, Perú y Venezuela. Justamente en este último país, surge el libro más acabado que se
haya escrito sobre el asunto en mención. Se trata de la difundida obra de Boris Lima-
"Epistemología del Trabajo Social" (Humanitas) también publicado como "Contribución a la
Metodología del Trabajo Social" (U. Central de Caracas) Existe también una edición brasileña.
captados sensorialmente. Se llega finalmente a una tercera fase de generalización
científica, ligada a la abstracción racional como camino para el descubrimiento de leyes y
determinaciones generales entre los fenómenos.
En esta concepción el conocimiento sensible permite la aprehensión de los fenómenos en
sus efectos, aspectos particulares, cuantitativos, externos, formales, etc.
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