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«Trompe le Museé»
Ensayo Breve
“…Cuánto puede cambiar la conducta personal del ejecutante la realización de una obra
que se sitúa en el contexto del Arte?” 1
Esta pregunta la formula Álvaro Herazo dos meses antes de inaugurarse el VI Salón
Atenas en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. La razón, Fernando Cepeda, uno de los
artistas representantes de la costa, participaría con su obra Trampa. Para Herazo, artista
y comentarista cultural, esta obra podría ser entendida como un ejercicio de meditación,
en el cual el público se vería evocado a una “experiencia visual” 2, bajo esta premisa, la
obra es reseñada en su columna en el Heraldo un mes antes de que el museo abriera sus
puertas a ocho propuestas llamadas a “convulsionar los circuitos artísticos” 3. Sin
embargo, Herazo jamás imaginó que llegado el momento sería él y no Cepeda, quien
entraría en la Trampa, para dar respuesta a su pregunta.
“TRAMPA
Infracción maliciosa de las reglas de un juego o de una competición.”
Desde su primera versión en 1975, el Salón Atenas produjo un corte trasversal con la
oficialidad reinante en el Salón Nacional, dinamizando el panorama de las artes plásticas
en el país. Como es natural, este espacio llamado a acoger las propuestas de corte
experimental, ponía en marcha el andamiaje institucional y atraía momentáneamente la
atención del gran público sobre las manifestaciones artísticas locales.
A diferencia del Salón Nacional los parámetros de organización del Salón Atenas
garantizaban la eficacia del certamen: ningún artista podía participar en más de una
oportunidad, propiciando la difusión de nuevos nombres con cada versión. Además, la
modalidad de bolsas de trabajo, que dividía el patrocinio dado por Atenas Publicidad en
partes iguales, les permitía a los participantes financiar la realización de sus obras
garantizando cierta libertad en la experimentación con nuevos lenguajes. De esta manera,
dentro de los artistas invitados para las primeras versiones, rápidamente figuraron
Antonio Caro, Miguel Ángel Rojas, Alicia Barney, Nadin Ospina, por nombrar sólo algunos.
Creo haber dado una idea somera sobre el carácter de este certamen, no obstante, para
comprender la importancia que 1980 tuvo el VI Salón Atenas es preciso exponer algunos
1
HERAZO, ALVARO. Trampa EL HERALDO, Octubre 21 de 1980.
2
Ibíd.
3
SERRANO, EDUARDO. VIII Salón Atenas. Texto introductorio. Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Noviembre 1982.
conflictos con que el país recibió el nuevo decenio. En primer lugar, roto el hechizó del
Frente Nacional, quedó al descubierto el abandono estatal en gran parte del territorio; en
consecuencia, cada región tuvo que asumir la imperiosa labor de pensarse a sí misma,
llenando el vacío que dejaron las estructuras identitarias tradicionales, a saber, los
partidos políticos. En resumen, esta situación generó mayores demandas en pos de la
ampliación de los canales de difusión para la producción cultural de cada región:
“Somos un archipiélago de culturas regionales sin que hasta el presente la política artística
de Colcultura haya intentado una integración nacional del arte a través de las exposiciones
periódicas como sería una de sus obligaciones (…) Por otra parte (sic.) es bastante
desconocido el esfuerzo que hacen los artistas en sus ciudades para divulgar su
producción”. 4
Ahora bien, para su sexta versión, las políticas del salón habían garantizado que sin tener
el carácter institucional del Salón Regional, el certamen se preocupara por ser incluyente y
riguroso en la selección, por lo tanto, no es de extrañar que Fernando Cepeda miembro
del Grupo 44 de Barranquilla fuera invitado a participar. Este colectivo enfocado en la
investigación − no en la creación de una propuesta grupal, característica de otros grupos
como el Sindicato− estaba integrado por Delfina Bernal, Anne Bertrand, Ida Isbra, Álvaro
Herazo y Eduardo Hernández.
4
MÁRCELES DACONTE, EDUARDO. La Generación Vanguardista y las Artes Plásticas en Barranquilla. Bogotá,
26 de Octubre de 1979. Pág.51.
5
EL TIEMPO. Cultura vs. Futbol. Diciembre 7 de 1980.
6
GONZALEZ, GUILLERMO. Arte Nuevo, Arte Viejo, Politica, Futbol. EL ESPECTADOR, Diciembre 11 de 1980.
No obstante, si se analiza la hoja de vida de sus integrantes, la corta trayectoria de
Cepeda en el campo artístico salta a la vista, entonces, ¿Qué hacía su propuesta tan
singular? Antes de hablar de Trampa, consideremos algunos aspectos en la obra de
Fernando Cepeda: siempre cercano al ‘arte como idea’ había sido el primero en concebir el
libro como objeto de indagación plástica, “trabaja con publicaciones autobiográficas en las
que utiliza libros, folders y archivadores en general, que deben ser revisados por el público
y en los que a veces este mismo interviene (…) Su obra, intelectual y compleja, tiene el
interés del documento…” 7.
Lastimosamente, días antes Cepeda enferma, no puede viajar a completar la obra, pide
entonces que Álvaro Herazo acupe su lugar “’Trampa’ era una obra que conocía bien.
Había seguido y colaborado en su proceso de desarrollo (…) Fernando Cepeda me llamó y
me pidió que le reemplazará como ‘performer’. Yo acepté.”9. Como era de esperarse
debido al estatus que había adquirido el salón para la fecha, los principales diarios y
revistas de la nación cubrieron la inauguración y el desarrollo del salón. En sus columnas, si
bien dirigidas al público general se evidencia cierta extrañeza ante muchas de las obras
presentes en el certamen:
7
BARRIOS, ÁLVARO. El Arte como Idea en Barranquilla. LA REVISTA, año 1 No. 2. Pág. 21
8
SERRANO, EDUARDO. VI Salón Atenas. Texto introductorio. Museo de Arte Moderno de Bogotá. Diciembre
de 1982.
9
HERAZO, ALVARO. En la Trampa. LA REVISTA,No. 6 Vol. 2. Pág. 22.
10
GONZALEZ, GUILLERMO. Arte Nuevo, Arte Viejo, Política, Futbol. Op.cit.
“Un artista, Fernando Cepeda, encerrado en una jaula con miras a saber cómo lo afectaba
personalmente el contexto del arte” 11
Por otra parte la crítica especializada acogió gratamente la obra, José Hernán Aguilar la
tildó de “extremadamente culta” en su análisis de la muestra:
Como conclusión, esta revisión tan somera como inevitablemente personal, nos muestra
cómo a pesar de ser un “ejercicio introspectivo” dentro del contenedor museal, Trampa
planteó una crítica al establishment del arte evidenciando los mecanismos de recepción de
la obra. Tanto la conducta del ‘ejecutante’ como la presencia del público desmantelan el
sentido latente en la acción, haciendo de ésta, en definitiva, una obra inteligente y eficaz,
capaz de disgustar a muchos y de interrogar al resto.