Durante el siglo XX el uso de la bicicleta como medio de transporte fue
quedando fuera de los planes y proyectos más importantes de transporte urbano implementados en Chile; ésto a pesar de que aún en algunas ciudades el transporte en bicicleta sobrepasa el 10% de la partición modal. Afortunadamente, durante la última década, y como respuesta a la presión de grupos e personas ligadas al ciclismo, esta tendencia comenzó a revertirse y proyectos de transporte urbano y rural comenzaron a introducir infraestructura y servicios para quienes realizamos nuestros viajes en bicicleta.
El terremoto que azotó la zona centro-sur de Chile es una tragedia, de eso no
hay duda, pero también emerge como una oportunidad para tomar las decisiones correctas en cuanto al diseño del transporte en aquellas ciudades que hoy hay que reconstruir. Es el momento de enmendar aquellas malas decisiones que planificadores y tomadores de decisiones hicieron en el pasado. Es una oportunidad para que la ciudadanía tome poder en la planificación e implementación de la política de transporte. Es el tiempo de reconstruir nuestras ciudades a escala humana, para las personas y no para los vehículos, donde peatones y ciclistas tengan la prioridad.
Efectivamente, es este el momento para aprender de nuestros errores y
reconstruir desde lo que hemos aprendido en estos últimos años. Por una parte, los crecientes índices de congestión y contaminación dan cuenta que una política de transporte que prioriza el automóvil particular no es buena para nuestra salud, no reduce nuestros tiempos de viaje y, peor aún, acrecienta las diferencias entre aquellos que tienen más dinero y los que tienen menos. Por otro lado, es tiempo de aprovechar que el número de organizaciones de ciclistas va en aumento, lo aprendido en los talleres y paneles de expertos organizados desde el Estado y desde la sociedad civil, las visitas realizadas por nuestras autoridades para conocer experiencias exitosas de ciclismo en otros países y el aumento, lento pero sostenido, de viajes realizados en bicicleta.
Chilenos y Chilenas vamos a levantarnos, pero debemos hacerlo reconociendo
nuestros errores y desde nuestras esperanzas. El terremoto nos ha mostrado que el crecimiento económico no equivale a desarrollo humano y que las fachadas bonitas aveces ocultan miseria; por ello, hoy podemos decir con convicción que es necesario re-pensar el ideal de sociedad y ciudad que sustentan nuestras políticas de transporte y cuestionarnos si es sustentable una política que se centra en el automóvil en desmedro de otros modos, menos contaminantes, más amigables con el medio ambientes y con la comunidad y que promuevan la equidad.
Desde nuestra tribuna proponemos a ciclistas y peatones como el centro de
esta sociedad que queremos construir. L@s proponemos al centro de la ciudad en que queremos vivir.