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20,35
T
odo hombre que te busca va a pedirte algo. El rico aburrido, la amenidad de tu
conversación; el pobre, tu dinero; el triste, tu consuelo; el débil, tu estímulo; el que
lucha, una ayuda moral.
Todo hombre que te busca, de seguro va a pedirte algo.
¡Y te vuelves impaciente!, y pensás, ¡qué fastidio!
¡Infeliz! La ley escondida que reparte misteriosamente las excelencias, se ha dignado
otorgarte el privilegio de los privilegios, el bien de los bienes, la prerrogativa de las
prerrogativas:
¡DAR! ¡VOS PODÉS DAR!
¡En cuántas horas tiene el día, tú das, aunque sea una sonrisa, aunque sea un apretón de
manos, aunque sea una palabra de aliento!
¡En cuántas horas que tiene el día te parecés a Jesús, que no es si no donación perpetua y
regalo perpetuo! Deberías caer de rodillas ante el Padre y decirle:
“Gracias porque puedo dar, Padre mío.
Nunca más pasará por mi cabeza la sombra de una impaciencia”.
¡EN VERDAD LES DIGO VALE MÁS DAR QUE RECIBIR!
Amado Nervo
Nuestra familia
Dios nuestro papá eligió una determinada familia para que nosotros
naciéramos. Esa familia y la casa donde vivimos conforman un hogar.
El hogar es el lugar donde aprendimos la mayoría de las cosas que hacen
que hoy seamos lo que somos. A caminar, a correr, a jugar, a reírnos, a
pelearnos, a gritar, a hablar, a llorar pero principalmente a amar.
El hogar es nuestro lugar de intimidad, donde nos sentimos cómodos,
donde nos sentimos como dice la frase como “en nuestra casa” literalmente.
M
uchas veces me pregunto cómo sería mi vida si no hubiera ningún resentimiento en
mi corazón. Estoy tan acostumbrado a hablar de las personas que no me gustan, a
recordar cosas que me han hecho daño y actuar con resentimiento y temor, que ya
no sé como sería mi vida si no hubiera en ella nada de que quejarme y nadie a quien culpar.
Mi corazón tiene aún muchos rincones que esconden resentimientos, y me pregunto si de
veras querría vivir sin ellos.
Entonces, la Eucaristía presenta otra
alternativa, la posibilidad de optar por el
agradecimiento. Eucaristía significa
literalmente agradecer. Vivir
eucarísticamente es vivir la vida como un
don, como un regalo porque el que se está
agradecido. La Eucaristía es un regalo que
viene de arriba, que no podemos fabricar
nosotros mismos, sino que tenemos que
recibirlo. Un regalo que se nos ofrece y
que pide ser libremente recibido. ¡Ahí está
la elección! Poder invitar a Jesús a nuestra
Grupo Misionero
intimidad, a nuestro hogar, que deje ya de ser un extraño para nosotros y que transforme
poco a poco nuestros resentimientos.
Esa es la vida eucarística, en la que cualquier cosa que hagamos sea una manera de decir
gracias a aquel que se unió a nosotros en el camino. Nouwen
Grupo Misionero