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Para un auténtico encuentro de conversión con

el Señor, se requiere el profundo deseo de saciar la


sed interior de la que está provisto lo humano: sed
de respeto, de afecto, de amistad, sed de ternura,
de cosas materiales, de dignidad y sed de Dios.
Pero querer saciar la sed interior en cualquier
pozo puede poner en riesgo el camino. Incluso,
puede ahondar la sed, hasta el punto de convertir
la propia vida en cisterna agrietada que se nutre de
los También,
charcos quea aumentan
lo largo dela desesperanza.
la historia de tantos
hombres y mujeres, hemos descubierto, que en
muchas ocasiones, la sed interior, ha mantenido
una pequeña chispa de vida en el sediento, debido
a que la misma fuerza de la sed va empujando a ir
más allá de los muros de sí mismo y más allá de la
desesperanza. Porque en la misma sed, late la vida,
late la búsqueda. Aquella búsqueda a tientas por la
existencia que hace clamar: “Nos hiciste para ti y
nuestro corazón andará inquieto hasta que
descanse en ti” [ Y continúo la oración ]
El modo de orar ignaciano favorece una triple experiencia
profunda:
0° Paso: “Preparación de la Oración”. Prever lo que se considera
el encuentro con uno mismo, con la realidad y con Dios.
conveniente para la Oración,
lo cual puede incluir la escogencia de un pasaje bíblico, un
acontecimiento vital, etc.

1° Paso: “A lo que vengo”. Se trata de aperturar el encuentro.

2° Paso: “Pacificación”. Es una metodología para lograr concentrarme-


descentrarme-centrarme.

3° Paso: “Oración Preparatoria”. Es una jaculatoria que ayuda a centrar


los afectos y razonamientos.

4° Paso: “Composición del Lugar”. Un modo de trabajar la imaginación y


los imaginarios.

5° Paso: “Petición”. Se trata de pedir lo que deseo.

6° Paso: “Contenido o Materia”. Es la temática o asunto sobre el que se


basa la Oración.

7° Paso: “Coloquio”. Es un diálogo tierno y fecundo entre el Orante y el


Orado.
ENCUENTRO DE JESÚS CON LA SAMARITANA (Juan 4, 5-42)
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado
Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el
manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado
junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de
Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: — Dame de beber. (Sus
discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida). La
Samaritana le dice: — ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a
mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los
samaritanos). Jesús le contesto: — Si conocieras el don de Dios y
quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua
viva. La mujer le dice: — Señor, si no tienes cubo y el pozo es
hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro
padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y
sus ganados? Jesús le contesta: — El que bebe de esta agua vuelve
a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más
tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un
surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. La mujer le dice: —
Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir
aquí a sacarla. El le dice: — Anda, llama a tu marido y vuelve. La
mujer le contesta: — No tengo marido. Jesús le dice: — Tienes
razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no
es tu marido. En eso has dicho la verdad. La [ mujer
Comienzalela oración
dice: — ]
Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en
Jesús le dice: — Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este
monte ni en Jerusalén darán culto al Padre. Ustedes los Samaritanos dan
culto a uno que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está
aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en
espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es
espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad. La
mujer le dice: — Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él
nos lo dirá todo. Jesús le dice: — Soy yo: el que habla contigo. En esto
llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con
una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le
hablas?.» La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la
gente: — Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho:
¿será éste el Mesías? Salieron del pueblo y se pusieron en camino
adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos le insistían: — Maestro,
come. El les dijo: — Yo tengo por comida un alimento que ustedes no
conocen. Los discípulos comentaban entre ellos: — ¿Le habrá traído
alguien de comer? Jesús les dijo: — Mi alimento es hacer la voluntad del
que me envió y llevar a término su obra. ¿No dicen ustedes que faltan
todavía cuatro meses para la cosecha? Yo les digo esto: Levanten los
ojos y contemplen los campos, que están ya dorados para la siega; el
segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida
eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene
razón el proverbio «Uno siembra y otro cosecha.» Yo les envié a segar lo
que no han sudado. Otros sudaron y ustedes recogen el fruto de sus
sudores. En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el
testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban [que
Continúo ]
se quedara
Inicio mi encuentro con el Señor,
escogiendo un sitio apropiado
para mi oración.
Al llegar al sitio escogido,
me digo a mi mismo:

¿A QUÉ VENGO?:

VENGO A ENCONTRARME
CON EL SEÑOR

Al final, rezo el Padrenuestro,


saboreando cada palabra,
repitiendo la frase del
Padrenuestro
que más ha tenido resonancia.
[ Continúo la
oración  ]
Ya sea sentado, paseando, acostado o reposado; tanto en casa,
como en el parque o la Iglesia me sereno para que esta cita con
Dios tenga lugar.
Me acomodo con una posición que me ayude a concentrarme-
descentrarme-centrarme,
implicando todo mi ser.
Por espacio de unos 10 minutos, al ritmo de la respiración,
voy saboreando aquella palabra o aquella frase del Padrenuestro
[ Sigo adelante  ]
que se me quedó fija en la apertura de este encuentro.
[Una y otra vez repito este ejercicio]
NOTA: La oración preparatoria siguiente me ayuda a experimentar
libertad de apegos.
La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mi mente y
en mi corazón.
[Ignacio la llama la acostumbrada]

NOTA: Este paso es muy especial y merece realizarse con esmero.


Le dedico unos 10 minutos.

[ Sigo adelante con la oración ]


En forma sencilla
formulo mi petición.

Dejo que mi petición


salga de dentro.

Que nazca
de lo más hondo de
mi vida.
(Si me ayuda, puedo decir varias
veces la petición)

[ Continúo la oración ]
ENCUENTRO DE JESÚS CON LA SAMARITANA (Juan 4, 5-42)
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar,
cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de
Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al
manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a
sacar agua, y Jesús le dice: — Dame de beber. (Sus discípulos se habían
ido al pueblo a comprar comida). La Samaritana le dice: — ¿Cómo tú,
siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los
judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús le contesto: — Si conocieras el don de Dios y quién es el que
te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva. La mujer le
dice: — Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el
agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este
pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados? Jesús le contesta: —
El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua
que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se
convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida
eterna. La mujer le dice: — Señor, dame esa agua: así no tendré más
sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.
El le dice: — Anda, llama a tu marido y vuelve. La mujer le contesta:
— No tengo marido. Jesús le dice: — Tienes razón, que no tienes
marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has
dicho la verdad. La mujer le dice: — Señor, veo que [tú eres un
Y continúo profeta.
la oración ]
Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes dicen que el
Jesús le dice: — Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este
monte ni en Jerusalén darán culto al Padre. Ustedes los Samaritanos dan
culto a uno que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está
aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en
espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es
espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad. La
mujer le dice: — Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos
lo dirá todo. Jesús le dice: — Soy yo: el que habla contigo.
En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera
hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de
qué le hablas?.»
La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
— Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será
éste el Mesías? Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba
él.
Mientras tanto sus discípulos le insistían: — Maestro, come. El les dijo:
— Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen. Los discípulos
comentaban entre ellos: — ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les
dijo: — Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a
término su obra. ¿No dicen ustedes que faltan todavía cuatro meses para
la cosecha? Yo les digo esto: Levanten los ojos y contemplen los campos,
que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y
almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo
sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio «Uno siembra y
otro cosecha.» Yo les envié a segar lo que no han sudado. Otros sudaron y
ustedes recogen el fruto de sus sudores.
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio
que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he [hecho.»
Y continúoAsí, cuando
la oración ]
llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se
Jesús le pide de beber, incluso, a la que parecía
que no podía dar nada de sí debido a su cansancio de
tanto buscar y nada encontrar. Y la que se
consideraba incapaz de dar, se sintió descolocada
porque ya no esperaba que alguien pudiera pedirle
algo a ella.
Lo que comenzó como un encuentro fortuito entre
Jesús y la Samaritana dio paso a un coloquio cargado
de crudeza sobre la propia vida de la Samaritana.
Pero una vez abierta la herida que dejó al
descubierto un corazón golpeado, indefenso y
ansioso, comenzó a cicatrizar con el ungüento de la
ternura, del cobijo y de la libertad.
La mujer, no sólo quedó libre de todo lo que la
ataba a su pasado, o la exponía en su presente, o la
desquiciaba hacia el futuro, sino que se convirtió en
mensajera del perdón, del amor y de la esperanza.
[ Y continúo la oración ]
La transformación interior a la que nos invita el encuentro entre
Jesús y la Samaritana,
puede paralizarnos si nos asalta un temor desmedido.
Por esoprimero
«Comience convieneelrecordar
temor... aquí, que más
Y cuanto el temor
crezcasano, tiene su
la caridad más
dosis medicinal
disminuirá el temor...
como el
Pero si no existe lo temor
ha enseñado
no hay la
portradición cristiana:
donde penetre la caridad...
El temor ocupa primero la mente, pero no permanece en ella,
porque para eso entró, para introducir la caridad...
¿Te atormenta el corazón la conciencia de tus pecados?
Eso es que no estás todavía justificado.
Hay en él algo que todavía le punza y hiere. No temas,
porque lo que el temor vulnera lo sana el amor.
El temor de Dios hiere lo mismo que el hierro medicinal del
cauterio,
extirpa la podredumbre, y por ello da la impresión como si
aumentara la herida.
Ocupe, pues el temor tu corazón, para que introduzca la caridad;
suceda la cicatriz al cauterio... Porque si no temes, no puedes
quedar justificado...
Por consiguiente, es necesario que entre primero el temor, para
que por éla venga
[S. AGUSTIN, Comentario la Cartala
decaridad.
Juan (1 Jn 4, 18a), IX, 4]
Pues, el temor es la medicina, la caridad en cambio la salud».
[ Y continúo la oración ]
El encuentro entre Jesús y la Samaritana,
presenta 3 aspectos centrales del Itinerario
de la Salvación:
1) Exponerse al encuentro desnudo con
Jesús.
2) Permitirle a Jesús entrar en los más
interno de uno mismo para que cure
desde dentro toda herida, todo
desamor y toda desesperanza.
3) Experimentar la alegría de haber
saciado la sed interior,
comunicándola con libertad, con
generosidad y con humildad.
[ Y continúo la oración ]
Para la CONTEMPLACIÓN, Ignacio propone tres aspectos
dinámicos.
Así, el que contempla, se implica a fondo en la centralidad
del Evangelio y de la Vida.
Primero. Ver las personas:
a Jesús, a la Samaritana, a los Discípulos y a los
ySamaritanos;
después reflexiono para sacar algún
provecho.
Segundo. Mirar, advertir y contemplar lo que hablan las
personas: Jesús, la Samaritana, los Discípulos, los
Samaritanos;
y después reflexiono para sacar algún
provecho.
Tercero. Mirar y considerar lo que hacen las
personas:
Jesús, la Samaritana,
y después los Discípulos,
reflexiono los Samaritanos;
para sacar algún
provecho.
[ Y continúo la oración ]
Si nadie te ama, mi alegría es amarte.
Si lloras, estoy deseando consolarte.
Si eres débil, te daré mi fuerza y energía.
Si nadie te necesita, yo te estoy buscando.
Si estás vacío, mi llenura te colmará.
Si tienes miedo, te llevo sobre mis hombros.
Si me llamas, vengo siempre.
Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte.
Si estás cansado, soy tu descanso.
Si pecas, soy tu perdón.
Si me hablas, trátame de tú.
Si me necesitas, te digo: estoy aquí; dentro de ti.
Si te resistes, no quiero que me hagas nada a la
fuerza.
Si estás a oscuras, soy lámpara para tus pasos.
Si me miras, verás la verdad de tu corazón.
Si te quiebras, te curo todas las fracturas.
Si te manchas, no quiero que salves las
apariencias.
Si piensas que soy tu rival, yo no quiero quedar por
encima de ti.
Si quieres ver mi rostro, búscame entre los débiles.
Si estás solitario, tú eres mi compañía.
Si te olvidan, mis entrañas se estremecen
recordándote.
Si eres silencio, mi palabra habitará en tu corazón.
Si no encuentras sentido a la vida, yo te doy el
mejor regalo; ILUSIÓN.
[ Comienza el Cierre de la Oración  ]
Si quieres ser alguien nuevo, vente conmigo y
caminemos juntos.
Para centrar la experiencia vivida en la
Oración,
respondo en forma sencilla las
siguientes interrogantes:

[ Voy Cerrando la oración  ]

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