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En Francia, durante el mes de marzo de 2006, la casa Éditions Denoël lanzó una
nueva revista de política internacional que lleva por nombre Le Meilleur des
mondes. La revista «reclama la herencia política, intelectual y moral de la
corriente antitotalitaria» [2] y reúne en su comité editorial un gran número de
de personalidades mediáticas proestadounidenses [3]. En su editorial se mezclan
la lucha contra el comunismo de la época de la guerra fría y el combate actual
contra «el islamismo» mientras se lamenta que Francia se haya mostrado o se
esté mostrando complaciente hacia cada uno de esos movimientos.
Durante el mismo período, el semanario satírico francés Charlie Hebdo [4], que
se destacó semanas antes al publicar las caricaturas de Mahoma inicialmente
publicadas en el Jyllands Posten [5], publicó un manifiesto intitulado «Juntos
contra el nuevo totalitarismo» [6]. En su introducción podemos leer que «Luego
de haber vencido al fascismo, el nazismo y el estalinismo, el mundo enfrenta
una nueva amenaza global de tipo totalitario: el islamismo.». El manifiesto fue
ampliamente reproducido por el semanario francés L’Express, la publicación
mensual francesa TOC y el diario suizo Le Temps y alcanzó cierta repercusión
internacional.
Donald Rumsfeld
Estos elementos no son excepciones sino que ilustran una tendencia general que
existe en la prensa francesa, y más allá. Los editorialistas neoconservadores
estadounidenses, como el muy influyente William Kristol [15], también
presentan el islamismo como un nuevo peligro comparable al estalinismo y el
nazismo, y no hay que ir muy lejos para encontrar el parecido entre el
«fascislamista» de Bernard Henri Levy, el «nazislamista» de Yvan Rioufol del
diario Le Figaro y el «islamofascism» de Frank Gaffney. No son sólo los
editorialistas quienes hacen esa mezcla ya que, por ejemplo, el ex ministro
francés de Educación Luc Ferry comparó el desarrollo del islamismo con el
auge del nazismo (estimando incluso que el primero puede ser hasta peor que el
segundo [16], el ex ministro británico de Relaciones Exteriores, Jack Straw,
calificó el terrorismo «islamista» de «nuevo totalitarismo» [17] y su homólogo
alemán Joschka Fischer repitió comentarios similares tanto en el su discurso de
Princeton, en noviembre de 2003 [18] como en la entrevista que concedió al
diario Handelsblatt meses más tarde [19]. Recientemente, el 10 de agosto de
2006, el propio George W. Bush calificó a los ciudadanos británicos acusados
de haber preparado un atentado contre el aeropuerto de Londres de «fascistas
islámicos» [20] y su secretario de Defensa Donald Rumsfeld presentó el
«terrorismo islamista» como «un nuevo tipo de fascismo» [21].
Pero, después de todo, ¿qué hay de erróneo en esa forma de presentar los
movimientos musulmanes armados? ¿El extremismo, cualquiera que sea su
ideología o religión, no tiende efectivamente a regir totalmente la vida del
individuo? ¿Un sistema político basado en la aplicación estricta de los dogmas
religiosos no buscaría regir íntegramente aspectos de la vida de las personas
ejerciendo por consiguiente un control total sobre su existencia? ¿Y la
presencia del Estado en todos los aspectos de la vida del individuo, incluyendo
el aspecto privado, no representa acaso la esencia misma de un sistema
totalitario?
Basándose en ese argumento, sería posible afirmar, por consiguiente, que los
movimientos musulmanes armados son partidos totalitarios y que combatirlos
equivale a combatir el totalitarismo. ¡LQQD!
Para entender bien esta retórica, es importante analizar los orígenes del
empleo de la palabra «totalitarismo» y su tránsito del estatus de concepto al
servicio del análisis político al de calificativo moral tendiente a estigmatizar al
adversario. La historia de ese término es especialmente importante en la
medida en la que este cambió de sentido y evolucionó a través del tiempo.
Jane Kirkpatrick
Pero, diga lo que diga Zbigniew Brzezinski, esta retórica presenta ventajas a
corto plazo. Veamos las cuatro más importantes.
Por otro lado, meter en el mismo saco islamismo, nazismo y comunismo permite
presentar los movimientos musulmanes armados una fuerza unificada que busca
un solo objetivo. En realidad, nada permite afirmar que los movimientos
calificados como islamistas colaboran entre sí pero al mezclarlos en un
movimiento «totalitario» o «fascista» musulmán, los expertos mediáticos
abordan el islamismo como un todo. Es eso lo que les permitió, durante el
quinto aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, hablar a la
vez de los atentados atribuidos a Al Qaeda, de la violencia «islamista» en Irak,
del Hezbollah «islamista», de la bomba atómica «islamista» iraní y, en
definitiva, de un «complot» islamista contra «la» civilización.
Cedric Housez
Especialista francés en comunicación política.
Los artículos de esta autora o autor
[2] «Koestler, notre contemporain», Michel Laval, Le Meilleur des mondes, n°1,
primavera de 2006
[3] El director de la publicación es Olivier Rubistein, el redactor jefe es Michel
Taubman y el comité editorial lo componen Mohamed Abdi, Galia Ackerman,
Antoine Basbous, Eve Bonnivard, Claire Brière-Blanchet, Pascal Bruckner,
Jean Chavidant, Stéphane Courtois, Brice Couturier, Thérèse Delpech, Susanna
Dorhage, Antonio Elorza, Myriam Encaoua, Frederic Encel, Arié Flack, Cecilia
Gabizon, Philippe Gaudin, André Glucksmann, Raphael Glucksmann, Romain
Goupil, Gerard Grunberg, Philippe Gumplowicz, David Hazan, Olivier
Languepin, Max Lagarrigue, Michel Laval, Jacky Mamou, Barbara Lefebvre,
Violaine de Marsangy, Jean-Luc Mouton, Kendal Nezan, Jean-Michel Perraut,
Nata Rampazzo, Pierre Rigoulot, Olivier Rolin, Elisabeth Schemla, André Senik,
Pierre-André Taguieff, Jacques Tarnero, Florence Taubmann, Bruno Tertrais,
Antoine Vitkine, Marc Weitzmann e Ilios Yannakakis. El capital de la revista se
divide entre Éditions Denoël y la asociación «Amis du Meilleur des mondes»
que preside André Glucksmann.
[8] En el reportaje, donde el autor resalta su apoyo a Israel, que hizo para el
diario Le Monde durante la guerra del ejército israelí contra el Líbano, BHL
escribió: «Ese fascismo con rostro islámico, ese tercer fascismo, en el que todo
indica que es para nuestra generación lo que fueron el otro fascismo y luego el
totalitarismo comunista para la de nuestros predecesores...». («La guerre vue
d’Israël», por Bernard Henri Lévy, Le Monde, 27 de julio de 2006.)
[19] «Une intervention de l’OTAN en Iraq ne serait pas une bonne idée», por
Joschka Fischer, entrevista reproducida en francés por el servicio de prensa del
ministerio alemán de Relaciones Exteriores, 28 de mayo de 2004.
[21] «Rumsfeld Says Critics Appeasing Fascism», por Julian E. Barnes, Los
Angeles Times, 30 de agosto de 2006.
[25] «Quand la CIA finançait les intellectuels européens», por Denis Boneau,
Voltaire, 27 de noviembre de 2003.
[30] «Do These Two Have Anything in Common ?», por Zbigniew Brzezinski,
Washington Post, 4 de diciembre de 2005. Texto comentado en nuestra rúbrica
Tribunas y análisis: «L’OTAN à l’heure du «Choc des civilisations»», Voltaire,
14 de diciembre de 2005.
[31] Sur le travail de Bernard Lewis, ver: «La « Guerre des civilisations»», por
Thierry Meyssan, Voltaire, 4 de junion de 2004.
[33] «Rumsfeld Says Critics Appeasing Fascism», por Julian E. Barnes, Los
Angeles Times, 30 de agosto de 2006.