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El Reino es abundancia, fiesta, fraternidad

y sobre todo gratuidad.

Mateo 22, 1-14. XXVIII Tiempo Ordinario –A- // 12-10-08


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Jesús tomó de nuevo la palabra y les dijo esta parábola:

El mensaje de las parábolas se refiere siempre a lo que Jesús llamaba “El Reino”,
es decir, nuestra relación con Dios y con l@s demás, que no es una serie de
contenidos teóricos sino una invitación a cambiar de valores y actitudes,
un modo nuevo de vivir.
“Jesús es parábola y narra parábolas” (E.Schillebeeck), y lo hace de manera
magistral.
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-Con el reino de los cielos sucede lo que con aquel rey que celebraba la boda de su hijo.
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Envió a sus criados para llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. 4De
nuevo envió otros criados encargándoles que dijeran a los invitados: «Mi banquete está
preparado, he matado becerros y cebones, y todo está a punto; venid a la boda». 5Pero
ellos no hicieron caso, y se fueron unos a su campo y otros a su negocio. 6Los demás,
echando mano a los criados, los maltrataron y los mataron. 7El rey entonces se enojó y
envió sus tropas para que acabasen con aquellos asesinos e incendiasen su ciudad.

Cuando los intereses de Dios no son nuestros intereses, Dios interesa poco,
y por poco, por una pequeña excusa, se le deja de lado.
Al Reino se va por invitación, como a una boda. Quien convoca al Banquete
no manda, invita. Lo más profundo de Dios se alcanza y acepta por invitación.
Las cosas más esenciales no se hacen por mandato, sino por libre decisión,
por libre respuesta a una invitación, a una sugerencia, a una mirada, a un susurro...
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Después dijo a sus criados: «El banquete de boda está preparado, pero los
invitados no eran dignos. 9Id, pues, a los cruces de los caminos y convidad a la
boda a todos los que encontréis».10Los criados salieron a los caminos y
reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y la sala se llenó de
invitados.

Las excusas y rechazos no detienen el plan de Dios.


El Señor no suspende el banquete.
En el Banquete hay sitio para tod@s. Tod@s estamos invitad@s a un Banquete.
No por nuestros méritos sino por amor.
¿Presento el cristianismo como lo más positivo y gozoso?.
¿Como una fiesta digna de celebrarse?
¿Lo he convertido en una serie de verdades a creer
o de normas a cumplir o de estructuras a respetar?
¿Mi vida transmite la alegría, la misericordia, el amor de Dios?
Al entrar el rey para ver a los comensales, observó que uno de
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ellos no llevaba traje de boda. 12Le dijo: «Amigo, ¿cómo has


entrado aquí sin traje de boda?». Él se quedó callado.

Jesús quiere que l@s invitad@s vistamos de fiesta:


que haya coherencia entre lo que creemos y nuestra vida,
entre la fiesta a la que somos invitad@s y la forma de vida que esto supone.
Cambiar de vestido-conversión, requiere cambiar de mentalidad,
sentir la alegría y la confianza de sentirse hij@s del Padre
y llevar el estilo de vida, -en medio de las alegrías y tristezas, salud o enfermedad,
gozos o dificultades-, que Jesús nos enseña con su vida.
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Entonces el rey dijo a los servidores: «Atadlo de pies y manos y
echadlo fuera a las tinieblas; allí llorará y le rechinarán los dientes».
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Porque son muchos los llamados, pero pocos los escogidos.

Nuestro Dios es un Dios de vida, y no puede permitir que sus criaturas


tengan como destino final la muerte ni la infelicidad.
Es una constante en el Evangelio que l@s que se creen privilegiad@s,
l@s que se creen mejores que l@s demás...,
se cierran ell@s mism@s la puerta de la Fiesta.
Dios invita a tod@s, cada cual es libre de aceptar o no la invitación.
Hay que decidirse. Hay que escuchar la llamada y responder.
No hay que temerla, porque, aunque es exigente,
siempre es llamada que conduce a la Fiesta y a la Plenitud.
Me has invitado a amarte.
Amarte a ti mismo muy íntimamente, amar tu propia vida,
perderme a mí mismo dentro de ti,
sabiendo que tú me recoges dentro de tu corazón,
que yo puedo hablarte a ti, el incomprensible misterio de mi vida,
con tuteo cariñoso, porque tú eres el amor mismo.
Solamente en el amor te encuentro a ti, Dios mío.
Allí se abren los portones de mi alma. Allí me puedo desasir y volar.
Allí fluye todo mi ser por encima de los rígidos muros de mi pequeñez
y de mi temerosa autoafirmación,
que me ha encerrado en mi propia pobreza y vaciedad.
Todas las fuerzas de mi alma fluyen a tu encuentro
y no quieren volverse atrás, sino perderse en ti,
que eres, por el amor, el más íntimo centro de mi corazón,
y estás más cerca de mí que yo mismo.
¡Dios de mi vida!. ¡Incomprensible!. Sé mi vida.
¡Dios de mi fe, fe que me conduce a tu oscuridad en dulce luz de mi vida!.
¡Sé tú el Dios de mi esperanza,
que consiste en que tú serás el Dios de mi vida,
que es el eterno amor!
K.Rahner

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