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Vigilantes jurados: una normativa insuficiente

Mariano FERNANDEZ BERMEJO

Cada vez con más frecuencia 105 medios de co- afirmar la existencia de lagunas importantes que
municación social dan cuenta de incidentes prota- afectan precisamente al ámbito del ejercicio del de-
gonizados por algunos de 105 innumerables -se ha- recho de castigar.
bla de unos 50.000- «vigilantes jurados de seguri-
dad», que durante el último decenio han poblado la
geografía urbana conformando ya, con la monotonía NORMATIVA BASICA
propia de lo ordinario, el decorado habitual de todo
tipo de ambientes, desde las oficinas bancarias has-
No es momento de examinar las causas del fenó-
ta 105 pasillos del metropolitano, pasando por edifi-
meno -inserto en 105 desajustes inevitables que
cios públicos de toda condición, lo que permite aven-
acar (ea el paso de un sistema político autoritario a
turar, sin casi ironía, que quizás no esté lejano el mo-
un régimen de libertades-, pero lo cierto es que en
mento en que a tales guardianes les sea encomen-
los años 1977 y 1978 se produce la regulación bá-
dada la vigilancia de 105 establecimientos militares y
sica del que podemos denominar sistema de segu-
hasta -¿quién sabe?- de 105 cuarteles de la Guar-
ridad privada, que esencialmente se traduce en el
dia Civil. reconocimiento estatal de la licitud de creación de
Nada sorprendente resultaría todo ello de no ser empresas mercantiles cuyo objeto es precisamente
por el hecho -nadie es perfecto- de que constitu- la prestación de servicios de seguridad, financiados
yen un verdadero ejército privado, o mejor decir, un directamente por el usuario.
conjunto de ejércitos privados mantenidos por em- Con el modestísimo rango normativo de Decreto
presas que han hecho de la seguridad -más bien (el 2113/77, de 23 de julio) aparece así en nuestro
del sentimiento de inseguridad- su negocio, hasta panorama legal la primera regulación de tales com-
el punto de ser ahora, cada vez más, quienes pres- pañías, que tendrá su complemento en otro de 10
tan ¡al propio Estado! la seguridad que, teóricamen- de marzo de 1978 (el 629/78) dedicado a precisar
te, éste debía proporcionarles. las «condiciones de aptitud, derechos, deberes y
Por mucho que ello pueda resultar contrario a es- funciones de 105 vigilantes jurados de seguridad», y
quemas todavía comúnmente aceptados, no parece que todavía hoy constituye el estatuto básico de ese
razonable pretender detener 105 procesos sociales más que amplio colectivo de personas armadas que,
espontáneos o negar evidencias tan palpables, y ligadas a una entidad mercantil por un contrato la-
menos aún hacerlo desde posicionamientos dogmá- boral, tienen encomendadas la «defensa de 105 in-
ticos acerca de la soberanía -y su expresión inte- tereses puestos bajo su custodia», según reza la pe-
rior: la autoridad- tan superados en 105 días que culiar fórmula del juramento que, de conformidad
corren, en que el modelo de relaciones locales y ex- con el artículo 3.° de aquella norma, vienen obliga-
teriores encuentra uno de sus pilares en el fraccio- dos a prestar.
namiento de la soberanía, de la que cada vez más No resulta trascendente a nuestros fines la expo-
participan personas y grupos no gubernamentales, sición pormenorizada de las sucesivas normas -ja-
que así recuperan parte de lo que, a la postre, no más de rango superior al de Real Decreto- que a
es sino suyo. partir de aquéllas han regulado la materia. Basta
Aceptar eso no es incompatible, sin embargo, con apuntar que las que desde aquellas fechas se ocu-
un mínimo ejercicio de responsabilidad: tales cam- paron de la regulación de la seguridad en estableci-
bios se insertan en una estructura jurídica cristaliza- mientos industriales y de comercio han sido refun-
da, que exige modificaciones para que la asimila- didas en el Real Decreto 1338/84 de 4 de julio, que
ción de aquéllos se produzca sin excesivos traumas. las deroga, constituyendo éste, con el ya citado
Puede afirmarse, en tal sentido, que el súbito des- 629/78, de 10 de marzo (apenas reformado por otro
pliegue de tales efectivos parapoliciales no ha veni- de 23 de febrero de 1983) la base legal de la pres-
do acompañado de la necesaria cobertura legislati- tación de servicios de seguridad por particulares,
va, lo que aun siendo expresión de un principio so- que tiene su exacta réplica, en materia de custodia
ciológico que sitúa al Derecho siempre en pos de de explosivos, en el Real Decreto 760/83, de 30 de
los procesos sociales en permanente cambio, no marzo.
deja de presentar aspectos preocupantes, que al- La lectura de aquella normativa llama la atención
canzan gravedad en una de las esferas más sensi- del jurista inevitablemente, al constatar que el mo-
bles del acervo legal: el Derecho penal. delo de seguridad privada ha sido introducido en
y es que a pesar de existir diversas normas que nuestra sociedad de la mano de un simple decreto,
regulan el ser y actuar de tales colectivos, su defi- pero más aún sorprende al penalista cuando se en-
ciente inserción en el conjunto normativo permite tera de que los vigilantes jurados «en el ejercicio de

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su cargo tendrán el carácter de agentes de la auto- cho Penal»; Editorial Tecnos, 1982, pág. 207 Y ss.)
ridad», siempre que presten su servicio «de unifor- cuando, citando a Groizzard, afirma: «En sentido es-
me» (arts. 7 y 18 del Decreto de 10 de marzo de tricto, agente es sólo aquel funcionario público que
1978 y arto 9 del Real Decreto 760/83, de 30 de mar- sirve a la autoridad mediante actos de índole ejecu-
zo, en relación con los guardas jurados de ex- tiva, es decir, que está encargado de aplicar o ha-
plosivos). cer cumplir las disposiciones de la autoridad». Por
Tan rotunda afirmación debiera poder significar qué entonces esa referencia expresa a los funcio-
-ya veremos que no puede tanto- que con tal in- narios públicos -junto con los agentes de la auto-
vestidura quedan aquéllos sometidos íntegramente ridad- en los artículos 231-2.°, 236 Y 245 del Códi-
al estatus jurídico penal correspondiente, esto es, go penal?
más protegidos y más responsables, por el juego Un brevísimo análisis histórico pone de relieve que
coordinado de los preceptos que en el Código penal en tales preceptos ---o sus equivalentes en códigos
tipifican los delitos de atentado o desacato (arts. 231 pretéritos- sólo se contemplaba la protección pe-
y ss.) y, en general, los de los funcionarios públicos nal de los agentes de la autoridad, junto con la au-
en el ejercicio de sus cargos, ubicados o no en el toridad misma.
título VII del libro 11 del Código penal. Así, frente al modelo del Código penal de 1822
Pero ¿puede acaso producir tal efecto la investi- que al tipificar el delito de atentado, en su artícu-
dura de autoridad proclamada en este decreto? lo 326, cita a «otro cualquier funcionario público»
Caben, en principio, diversas lecturas de aquella junto a una larga serie de autoridades, en los Códi-
normativa: la primera es considerar que el decreto gos penales de 1848, 1850 Y 1870 sólo se protege
sólo dice que deben ser tenidos por agente de la au- a la autoridad y sus agentes (arts. 189, 189-2.° Y 263,
toridad y que eso sólo supone mayor protección, no respectivamente), sin sentir nunca la necesidad de
mayor responsabilidad. Aceptar eso supone aceptar explicar -por obvio- que se trata de una clase de
que el concepto «agente de la autoridad» es distin- funcionarios.
to al de «funcionario», esto es, que el agente de la En estos códigos se dedica un título a los delitos
autoridad no es un funcionario, -aunque puedan cometidos por los funcionarios -sin distinción de
concurrir en una misma persona ambas cualidades. clase-, mientras que la protección que se les dis-
Ello significaría que los vigilantes jurados tendrán pensa es diferente según que sean o no «agentes
la especial protección que deriva de los artículos 231 de la autoridad», pues sólo la de éstos se refuerza
y ss., del Código penal frente a los atentados y de- ante las agresiones de que puedan ser objeto. Ello
sacatos contra ellos perpetrados, pero que, al no ser es plenamente coherente con la consideración del
funcionarios, no pueden incurrir en ninguno de los atentado como un ataque al principio de autoridad
delitos en cuya tipificación exige el Códipo penal tal -bien jurídico que se protege-, lo que obligaría a
cualidad en el sujeto activo. Esto es, no incurrirán limitar la protección, junto con la autoridad misma,
en los delitos correspondientes aunque, maliciosa- a los funcionarios agentes, únicos portadores, si
mente, no persigan a los delincuentes (359) o sean bien por delegación, de esa emanación de la sobe-
infieles en la custodia de detenidos o presos ranía en que la autoridad consiste.
(362-363), o revelen las informaciones o secretos de Tan es así que el Código penal de 1870 dedica al
que tengan conocimiento por razón de su cargo desacato sus artículos 266 y ss., bajo esta rúbrica:
(367-368) o se nieguen a cooperar con la Adminis- «De los desacatos ... a la autoridad, y de los insul-
tración de Justicia (371) o cometan cohecho en cual- tos, injurias y amenazas a sus agentes y a los de-
quiera de sus formas (385 y ss.) o malversen cau- más funcionarios públicos» (la cursiva es nuestra),
dales públicos (394 y ss.), etc. que hace innecesario cualquier comentario acerca
Una mínima sensibilidad jurídica basta para recha- de la cualidad de funcionarios de los agentes de la
zar de plano la tesis anterior, que a tal dislate con- autoridad.
duce, y no debe resultar difícil fundamentar técnica- La omisión de toda referencia a los funcionarios
mente lo que la razón dicta: el penalista acudirá al públicos no agentes en la regulación del atentado,
artículo 119 del Código penal, que dará cobertura a obligó al Tribunal Superior bajo la vigencia del Có-
la afirmación de que tales vigilantes son funciona- digo penal de 1870, a interpretar el concepto agen-
rios públicos, a efectos penales, si se encuentran en te en sentido amplio para poder extender la tutela
alguno de los supuestos que el precepto contempla. penal a todos los funcionarios públiCOS (Cerezo, op.
Así podrá afirmarse, agentes de la autoridad son cit., pág. 209), llegando a considerar tal a los barren-
porque lo dice el decreto y funcionarios cuando se deros municipales en cuanto que ejecutores de los
derive del artículo 119 del Código penal. mandatos de la autoridad (S. 6-6-1879) o a los «es-
Tan, aparentemente, sencilla solución encuentra cribanos de actuaciones judiciales», en los actos
obstáculos insalvables a poco que se profundice en que ejercen con especial mandato de la autoridad
la cuestión. Primero, porque no existen agentes de (9-2-1877) .
la autoridad no funcionarios. Segundo, porque de Ello explica que el Código penal de 1928 -pro-
conformidad con el artículo 119 del Código penal re- clive por razones obvias a reforzar el principio de au-
sulta más que dudoso que puedan tales personas toridad- se decida a extender esa especial protec-
ser consideradas como tales. ción penal a todos los funcionarios, no sólo a los
En efecto, el «agente de la autoridad» no es más agentes de la autoridad, asumiendo el más que ge-
que una clase de funcionario, el funcionario agente, neroso criterio jurisprudencial, al referirse en el artí-
esto es, investido de autoridad delegada de la que culo 320 a «los que atentaren contra los agentes de
ostenta el funcionario autoridad. Lo deja muy claro la autoridad u otros funcionarios públicos» (la cursi-
Cerezo Mir (<<Problemas Fundamentales del Dere- va es nuestra), lo que revela con claridad qué en-

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tiende por agente de la autoridad el legislador del 28. Creo al respecto que. dado el marco normativo en
y este criterio extensivo reaparecerá en el Códi- que se desenvuelve su actividad, no puede afirmar-
go penal de 1944, tras el período de vigencia del Có- se que los vigilantes jurados participen del ejercicio
digo penal de 1932 que había regresado a la fórmu- de funciones públicas; descartadas la ley y la elec-
la restrictiva de los códigos penales precedentes. ción como fuentes de su legitimación creo además
Lo dicho deja fuera de toda duda que no existen que no puede aceptarse que su nombramiento ema-
agentes de la autoridad no funcionarios, o, dicho en ne de autoridad competente.
activa, que todo agente de la autoridad es un fun-
cionario, precisamente aquél en quien se deposita
una fracción delegada de autoridad, lo que cerran- NO PARTICIPAN DEL EJERCICIO DE
do el sistema explicaría por qué el legislador jamás FUNCIONES PUBLICAS
ha sentido la necesidad de citar expresamente a los
agentes de la autoridad (a esa clase de funciona-
La distinción entre lo público y lo privado, lejos de
rios, debiéramos decir) al tipificar los delitos propios
resultar fácil, exige profundizar en el examen de los
de los mismos (algunos de los cuales, por cierto
fines y del marco en que la actividad se desarrolla
-como el previsto en el vigente 359 del Código pe-
para decidir si, en el entrecruce de motivaciones y
nal-, tan genuinamente referidos a ellos).
finalidades de uno y otro signo. puede aislarse como
Pero ell~ nos conduce directamente a la segunda predominante un núcleo definido -público o priva-
gran cuestión antes propuesta. Si no existen agen- do- en relación con el cual resulten periféricos el
tes de la autoridad no funcionarios, resulta evidente resto de elementos presentes.
que sólo pueden ser penalmente considerados tales Creo, en tal sentido, que la actividad de los vigi-
quienes resulten serIo conforme al artículo 119 del
lantes jurados no puede ser calificada de pública ni
Código penal o, lo que es igual, ninguna norma de
por finalidad, ni por el régimen de vinculaciones en
rango inferior al Código penal puede establecer
que se presta, ni por el estatuto personal de quie-
quiénes tienen a efectos penales la condición de fun-
nes la realizan, ni, en fin, por el esquema de respon-
cionarios agentes de la autoridad y ello en virtud de
sabilidades que su gestión genera.
la llamada ••reserva formal» de ley que constituye,
De cuál sea la finalidad de su misión da idea cer-
con la ••reserva material», la manifestación externa
tera el artículo 3.° del Decreto de 10 de marzo de
del principio de supremacía de la ley sobre el
1978, que les obliga a jurar ••cumplir bien y fielmen-
reglamento.
te los deberes del cargo y defender los intereses
Así como la reserva material supone la existencia,
puestos bajo su custodia, en bien de la seguridad
por imperativo constitucional, de un elenco de ma-
ciudadana y de España». De lo que resulta ser lo nu-
terias inaccesibles al reglamento, la reserva formal
clear la defensa de los intereses de la empresa, cu-
significa, como dice Parada Vázquez (••Derecho Ad-
yos locales y bienes son su primer objeto de vigilan-
ministrativo, Parte General», Madrid, 1989, pág. 54),
cia, conforme al artículo 18 del decreto, con una
••que cualquier materia por mínima o intrascendente
-inevitable por otra parte- referencia a su colate-
que sea, cuando es objeto de regulación por ley, ya
ral proyección colectiva (en bien de la seguridad ciu-
no puede ser regulada por un reglamento. Su rango
dadana ... etc.).
se ha elevado, se ha congelado en un nivel superior
El orden de prioridades está muy claro: los inte-
y por ello es ya inaccesible a la potestad regla-
reses de la empresa. si bien orientados hacia el co-
mentaria».
mún. ¿Qué es lo nuclear?, ¿qué lo accesorio?
La consecuencia es obvia: sólo si conforme al ar-
¿Quién interpreta de qué modo se van a hacer coin-
tícul<;>119.del Código penal los vigilantes jurados son
cidir ambos intereses en caso de conflicto?
funCionarios, podrá reconocérseles la cualidad de tal
El estatuto personal de los vigilantes en cuestión
a efectos de su protección penal: sólo entonces se-
despeja cualquier posible duda: la prohibición (art.
rán legalmente agentes de la autoridad cualidad
8) de que su aspecto exterior guarde semejanza con
i~exist~~te en caso contrario, pese a lo di~puesto en
el de las Fuerzas de Seguridad -su símbolo exter-
diSpoSICIones -los decretos citados- cuyo insufi-
no más significativo es el escudo-emblema de la em-
ciente rango normativo transforma en nulo su con-
presa- es perfecto reflejo de la total desemejanza
tenido al respecto.
estatutaria de unos y otros: Así, frente al mandato
Ahora, nuestra segunda afirmación: conforme al
de imparcialidad contenido en el artículo 5.° de la
artículo 119 del Código penal los vigilantes jurados
Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
no deben ser considerados funcionarios públicos.
Tal norma -se repite insistentemente- contiene del Estado. número 2/86, de 13 de marzo, consagra
el concepto jurídico-penal de funcionario más am- el Decreto del 78 la más perfecta parcialidad ema-
plio, dicen todos, que el jurídico-administrativo. Con- nada de la exclusiva dependencia de la empresa
f~rme ~. ella! tien~n tal consideración quienes ••por (art. 11) Y del propio contexto de la función (arts. 3.°
dlsposlcl~n inmediata de ley o por elección o por y 18).
nombramiento de autoridad competente participe del Frente al principio de jerarquía y subordinación a
ejercicio de funciones públicas». la autoridad (art. 5.1.d.) que en ningún caso se tra-
Dos son, pues, las condiciones que determinan tal ducirá en la obligación de cumplir órdenes manifies-
cualidad: una, fáctica, la participación en el ejercicio tamente delictivas o contrarias a la Constitución o le-
de funciones públicas; otra, jurídica, que vincula la yes. el de dependencia exclusiva de la empresa (art.
legitimación, para tal ejercicio a la ley, la elección o 11), a través de su jefe de seguridad, director, ge-
el nombramiento emanado de autoridad compe- rente, administrador o jefe de personal. Frente al de-
tente. ber de colaborar con la Administración de Justicia

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(art. 5.01.e), la más absoluta desconexión con la baja definitiva por condena por delito doloso y por
misma. «perdida de la condición de vigilante» en virtud de
Ello sin contar el significativo silencio del decreto resolución del Gobierno Civil, previo expediente dis-
acerca de las reglas que deben presidir las relacio- ciplinario. La inexistencia, sin embargo, de cualquier
nes de esos vigilantes con la comunidad o con los precisión acerca de cuáles sean las faltas y cuáles
detenidos, o sus específicas obligaciones, etc. (art. las sanciones (fuera de la referencia del artículo 14,
5.
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), aunque todo eso no parezca sino minucias que obliga a considerar como muy grave el abando-
cuando se conocen las normas (?) sobre su respon- no del servicio o la inhibición o pasividad en su pres-
sabilidad y la de aquellos que avalan su actividad. tación) transforma en letra mojada la referencia al
y es que una de las características más señala- expediente, así viciado en su origen.
das del ejercicio de funciones públicas es el pecu- Prescindiendo por un instante de las obvias con-
liar modelo de relaciones con la Administración, que secuencias que en tal aspecto derivan de la ausen-
se traduce en un especial sometimiento al control de cia de rango normativo para el Real Decreto 760/83,
ésta, a través de un especial marco disciplinario. ya posconstitucional, y -para toda la norma.tiva-
Consecuencia un tanto lógica a poco que se piense de la inexistencia de precisión de faltas y sanCiones,
que el ejercicio de tales funciones conlleva la res- resulta muy revelador que la única conducta que me-
ponsabilidad última de la Administración, por el daño rece calificación de muy grave es precisamente «el
que de aquéllas pueda derivarse. abandono del servicio y la inhibición o pasividad en
Así se justifica un marco legal como el estableci- la prestación del mismo».
do en la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Se-
Cabe así preguntarse si tal cuadro normativo per-
guridad del Estado, cuyos artículos 27 y ss. sientan
mite calific3.r de pública la función realizada por unos
las bases del régimen disciplinario de los funciona-
particulares que, unidos mediante relación laboral
rios del Cuerpo Nacional de Policía, tipificando como
con otros particulares, cuyos locales y bienes deben
las más graves de las infracciones -y por tanto
vigilar, carecen de la más mínima especial obliga-
amenazadas con sanción de hasta separación del
ción de fidelidad a la Constitución española, que ni
servicio- aquellas que atentan contra los más se-
ñalados bienes colectivos, como el incumplimiento siquiera han de jurar; carece.n d~ cualquier, s~nción
disciplinaria por abuso de atnbuclo~es .0 practl?a de
del deber de fidelidad a la Constitución, la comisión
tratos inhumanos, degradantes, dlscnmlnatonos o
de delito doloso, o el abuso de atribuciones y prác-
vejatorios (excepto, como cualquier otro particul~ir,
ticas de tratos inhumanos, degradantes, discrimina-
cuando sean constitutivos de delito); carecen de Vin-
torios o vejatorios a las personas que se encuentren
culación especial a la autoridad -la judicial inclui-
bajo su custodia, sin olvidar la insubordinación res-
da-, a la que no están subordinados~ no estand?
pecto a las autoridades de que dependan o la vio-
tampoco vinculados por secreto profesional especI-
lación del secreto profesional, a las que, entre otras,
fico, a lo que puede añadirse un etcétera tan largo
hay que añadir cualquier otra conducta que esté ti-
como la enumeración de faltas muy graves que para
pificada como muy grave en la legislación general
las fuerzas y cuerpos de seguridad contiene el artí-
de funcionarios. Normas todas dirigidas a asegurar
culo 27 citado.
la prevalencia de lo público -de lo colectivo, de lo
de todos- en el desempeño de la función de segu- y no se trata de destacar que su estatuto es «dis-
ridad que les está encomendada. tinto» del de los servicios del Estado; es que care-
Frente a tal marco legal, la lectura del Decreto cen de estatuto, de ese estatuto que garantiza que
629/78 nos sitúa ante un desolador vacío de respon- las funciones de esos colectivos está de verdad al
sabilidad, por la inexistencia de un régimen discipl.i- servicio de todos, esto es, que merece el calificativo
nario que garantice, siquiera mínimamente, el con- de públicas, por su finalidad, por el control que de
trol público de su actividad .. , ellas ejerce la Administración y porque, a la postre,
No se trata sólo de que una vez en poseslon de ésta responde de las mismas, lo que tampoco pue-
un «título-nombramiento» -que se obtiene sin ne- de predicarse del colectivo en cuestión y constituye
cesidad de acreditar una mínima formación cultural, otra expresión, muy importante, de la naturaleza no
aunque sí tras unas pruebas de manejo y conserva- pública de su actividad. Ligados a una empresa, a
ción de armas que verifica la correspondiente Co- la que sirven, por una relación laboral, aquélla sin
mandancia de la Guardia Civil- puedan contratar- duda resultará responsable en su caso, pero no la
se sucesivamente con cualquier empresa de segu- Administración, que, en las normas reguladoras, se
ridad (lo que pone de relieve que tal acreditación es ha cuidado muy bien de eludir semejante responsa-
un título, que faculta para el ejercicio legal de una bilidad, a pesar de investir a los vigilantes del cará~-
profesión, pero no un nombramiento, que inviste de ter de agentes de la autoridad, esto es, de depo~l-
la facultad para el ejercicio de un puesto o cargo tarios por delegación de una porción de soberanla.
concreto), es que el vacío de normas disciplinarias A partir, pues, de la permanente interrel~ción d~
se traduce en una total y absoluta ausencia de con- lo público Y lo privado, parece claro que ni por on-
trol administrativo de su actividad. En efecto, aun su- gen, ni por finalidad, ni por vinculación, ni 'p?r res-
poniendo que, como tal decreto, pudiera contener ponsabilidad, se hacen acreedores tales actividades
un estatuto disciplinario -y es evidente que la au- del calificativo de públicas, constituyendo un claro
sencia de cobertura legal lo impediría en todos los ejemplo de actividades de defensa de intereses pri-
reglamentos, por ejemplo, el de, g~ardias jurados.de vados que pueden coincidir con los públicos, sin que
explosivos, dictados con postenondad a la Con~tltu- el marco legal existente garantice que eso suceda
ción, por aplicación del artículo 25.1-, es lo CI~rtO y, menos aún, la prevalencia del interés colectiv,o en
que ni siquiera lo contiene. Su artículo 13 preve la caso de conflicto, lo que obliga a negar el caracter

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de públicas a las mismas y, con ello, la posibilidad Lo que no es de recibo en el Estado de Der~c~o
de encuadrar a quienes las realizan en el ámbito del es que, sin semejante hab~litación legal, la Ad!'"lnlS-
artículo 119 del Código Penal. tración otorgue las cualidades correspondientes
-ya hemos visto lo difícil que resulta hablar de
«nombramiento» en el caso que nos ocupa- en un
ejercicio de arbitrariedad proscrita por el artículo 9.3
SU NOMBRAMIENTO NO EMANA DE
de nuestra Constitución.
AUTORIDAD COMPETENTE En materia de seguridad esa leyes la Ley Orgá-
nica 2/86 de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de
Pero no es sólo la naturaleza de la actividad lo Seguridad, a la que reiteradamente nos hemos re-
que impide aquella consideración. Es que no es po- ferido antes En su artículo 7.1 se otorga el carácter
sible aceptar que sus nombramientos emanen de de agente de la autoridad a los miembros de las fuer-
autoridad competente. zas y cuerpos de seguridad, en el ejercicio de sus
Conforme al Decreto 629/78, tantas veces citado funciones, carácter que no se otorga a las «perso-
(art. 2.4) la expedición del titulo de vigilante jurado nas y entidades que ejerzan funciones de vigilancia,
corresponde al gobernador civil, competencia reite- seguridad o custodia referidas a personas y bienes
rada en los sucesivos decretos de 1983 y 1984. o servicios de titularidad pública o privada», de las
Las preguntas surgen solas: en el Estado de Oe- que s610 se predica su obligación de «auxiliar o co-
recho, ¿puede decir tanto un decreto?; ¿puede po- laborar en todo momento con las fuerzas y cuerpos
der tanto un gobernador en base a una norma re- de seguridad» (art. 4.2).
glamentaria?; ¿tanto como para repartir átomos de No parece, pues, dudoso que tras la Constitución
soberanía entre empresas mercantiles y particulares carece el Gobierno de facultades para regular regla-
armados?; ¿tanto como para equipararles en pro- mentariamente la materia, por lo que jamás podrá
tección a los funcionarios agentes de la autoridad? ya reconocerse como emanado de «autoridad com-
Creo que no. Y lo creo porque admitirlo es aceptar petente» un nombramiento realiz~d.o al amparo d~
la existencia de una Administración «pública» para- tal normativa, incapaz de ser «recibida» en el ámbi-
lela, no controlada ni dirigida por el Gobierno (art. 97 to penal, a través del artículo 119 del Código penal.
de la CE), que por ello no garantiza que sirva «con Algunos calificarán de vacío normativo la conse-
objetividad los intereses generales» (art. 103 CE), y cuencia; incluso de caótica la situación, si se piensa
que nace al amparo de un reglamento sin Ley -con en los miles de falsos agentes de la autoridad que
mayúsculas- que cree, rija y coordine sus órganos pululan por doquier.
(103.2) Y que regule el estatuto de sus miembros No comparto la idea de vacío, y menos aún la de
(103.3). caos. Nada más lejano al caos -confusión, desor-
Es aceptar, más concretamente, la creación de un den- que el orden resultante de la adecuada apli-
sistema paralelo de seguridad que no depende del cación del sistema de fuentes. En cuanto al preten-
Gobierno (art. 104.1), que se presenta fraccionado dido vacío, el Código penal, en el artículo 236, párra-
y al servicio de intereses privados, y que ve la luz fo 2.°, impone la misma pena que la prevista para el
al amparo de una norma reglamentaria, cuando la atentado a agentes de la autoridad, «a los que aco-
Constitución exige nada menos que Ley Orgánica metieren a las personas que acudiesen en auxilio de
para determinar las funciones, principios básicos de la autoridad, sus agentes o funcionarios».
actuación y estatuto de aquéllos a quienes corres- Esa asimilación resulta coherente con la obliga-
ponde constitucionalmente proteger el libre ejercicio ción de colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de
de los derechos y libertades y garantizar la seguri- Seguridad, impuesta por el artículo 4.2. de la Ley de
dad ciudadana (art. 104.2). Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y ofre-
Del texto constitucional se deriva, pues, una re- ce la consecuente protección penal a los vigilantes
serva material de ley en materia de acceso a la fun- jurados cuando participan -ahora sí- del ejercicio
ción pública, que ha de ser orgánica cuando de fun- de funciones públicas.
ciones de seguridad se trate. Ello implica que s610 Cabe pensar, sin embargo, que la irretroactividad
a la ley compete regular quién y cómo puede acce- de las reservas de ley consagradas en la Constitu-
der al desempeño de tales funciones y quién y cómo ción (en los términos de la Sentencia del Tribunal
ha de controlar dicho acceso. Dicho de otro modo, Constitucional 11/81 de 8 de abril) provocaría la sub-
no puede el Gobierno, a través de su potestad re- sistencia de aquellas atribuciones como amparadas
glamentaria, permitir o negar el acceso a la función en un decreto jurídicamente irreprochable en el sis-
pública, o, lo que es igual, dar o quitar la condición tema de fuentes preconstitucional.
de funcionario aunque sea a efectos concretos No podemos aceptar tal conclusión. Primero, por-
(¡nada menos que penales en este caso!) sin que que dudamos de que tal principio --e~ de irretroac-
exista una ley que la habilite. tividad de las reservas de ley-, acunado en rela-
Son múltiples los supuestos en que una ley regu- ción con la potestad sancionadora de la Administra-
la la forma en que puede participarse del ejercicio ción para evitar vacíos normativos a todas luces in-
de funciones públicas sin ostentar la cualidad per- deseables, pueda sin más ser trasladado al ámbito
sonal de funcionario. Tales leyes regulan el proce- de los poderes del Estado, en concreto al de distri-
dimiento para ello y habilitan a determinados órga- bución de competencias entre unos poderes inexis-
nos de la Administración para atribuir la condición tentes como tales en el sistema anterior.
correspondiente. Los artículos 428 y ss. de la Ley Pero, sobre todo, no podemos aceptar que el de-
Orgánica del Poder Judicial constituyen un claro creto en cuestión pueda ser considerado respetuo-
ejemplo de lo que decimos. so con el sistema de fuentes anterior, dados los es-

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trictos términos en que la Ley Orgánica del Estado tía el uniforme reglamentario ... y el error expresado,
de 10 de enero de 1967 regulaba el ejercicio de la que serviría siempre de fácil refugio para cualquier
soberanía. uniforme distinto del policial, no tiene explicación
En efecto, depositario el Estado del ejercicio de la convicente cuando los referidos sujetos uniformados
soberanía, sólo a través de «los órganos adecua- están presentes en bancos, locales de comercio y
dos» (art. Primero, 11) podrá llevar a cabo su misión, empresas, y su carácter de agentes de vigilancia ar-
con una expresa prohibición de «delegación ni ce- mados pertenece al común conocimiento de los ciu-
sión» de aquella que se declara «una e indivisible» dadanos (la cursiva es nuestra).
(artículo Segundo). Dado el valor que la sentencia otorga al hecho de
Frente a tan estricto régimen, los decretos tantas vestir el uniforme «reglamentario», no podemos evi-
veces citados, al investir de autoridad a unos parti- tar imaginar al ciudadano medio consultando el ar-
culares no sólo permiten el ejercicio de la soberanía tículo 8.° del Decreto de 10 de marzo de 1978, para,
a quienes no son órganos del Estado, sino que, más ilustrado, intentar identificar como tales a la nube de
aún, consuman la cesión de la misma que la ley tan vigilantes jurados, cuyo uniforme (cazadora, panta-
tajantemente prohibía. lón, camisa, corbata, zapatos negros, cinturón de
La violación legal es tan palmaria que impide re- cinco centímetros de ancho con canana capaz para
conocer como válidas tales normas de acuerdo con 15 cartuchos y funda para revólver abierta ... »), en
el sistema de fuentes que las vio nacer, lo que per- ningún caso guardará semejanza o pOdrá originar
mite afirmar la vigencia plena, también respecto de confusión con los del personal de los ejércitos y fuer-
la materia por ellas indebidamente regulada, de la zas de Seguridad del Estado o de otros entes terri-
reserva de ley que la Constitución establece, con- toriales», exigencia ésta que hace más difícil com-
forme a la doctrina sentada por el Tribunal Consti- partir las reticencias para aceptar el error expresa-
tucional, en su sentencia 11/81 de 8 de abril. do, inaceptable, según la sentencia, dado el general
La consecuencia de todo ello es clara: carecía y conocimiento de su «carácter de agentes de vigilan-
carece el Ejecutivo de potestad para regular el ejer- cia armados». Curiosa afirmación ésta, dado que de
cicio de funciones de seguridad por particulares, lo que se trata no es de saber si son o no vigilantes
como agentes de la autoridad, cuyos nombramien- o si van o no armados -lo que a la vista está-,
tos como tales, por ello, no pueden reconocerse sino si tales vigilantes armados están o no investi-
como emanados de «autoridad competente», a los dos de autoridad, lo que, desde luego, el ciudadano
efectos del artículo 119 del Código penal. medio sólo reconoce históricamente en los funcio-
narios encargados por el Estado de prestar los ser-
vicios de seguridad.
LA JURISPRUDENCIA Será sin duda interesante conocer el criterio juris-
prudencial acerca del problema, una vez que llegue
a la Sala Segunda, planteado en los términos ex-
El Tribunal Supremo ha tenido ocasión de pronun-
puestos, esto es, cuestionando la validez misma de
ciarse ya sobre esta cuestión. En las sentencias de
la normativa reglamentaria en que se apoya. Sea
1O de diciembre de 1983, 8 de noviembre de 1984
cual sea la respuesta, sin embargo, el problema de
y 18 de diciembre de 1990, se proclama el carácter
fondo seguirá irresuelto. La orfandad normativa en
de agentes de la autoridad de los vigilantes jurados
que las llamadas empresas de seguridad -y sus
de seguridad.
empleados- desarrollan su actividad no habrá sido
Ninguna de esas sentencias -muy escuetas-
superada, y, con ella, subsistirá la perplejidad de
cuestiona la validez de los decretos de 1977 y 1978
muchos ciudadanos ---con o sin reconocimiento de
citados, limitándose a citarlos en apoyo de la tesis error por su parte--- ante el sistema paralelo de se-
afirmativa.
guridad instalado entre nosotros, y, lo que es más
Sorprende en la última el razonamiento que con- grave, la ausencia de un verdadero control estatal
duce a la casación y ulterior condena del absuelto de tan transcendente función, con la consiguiente
en la instancia. La Audiencia Provincial había esti- responsabilidad púbHca por los daños que en su
mado error invencible acerca del carácter de agente ejercicio se produzcan.
de la autoridad del agredido, condenando al proce- y es que, claro está, las sentencias nunca pue-
sado sólo por una falta de lesiones, porque el uni- den llegar a tanto, pues corresponde a otros pode-
forme que éste vestía era diferente del usado por la res promover las reformas legales necesarias, sin
Policía, lo que induce a error. Lo que a nosotros pa- pretender desviar hacia los tribunales problemas
rece correcta inferencia del juzgador de la instancia, cuya solución no está a su alcance y, menos aún,
no es compartido por la Sala Segunda, para quien sustraer a la opinión pública el debate que sobre el
carece de asidero lógico porque «el vigilante ... ves- tema de la seguridad privada aún está pendiente.

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