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Trastornos del ano y del recto

El ano es la apertura existente al final del tracto gastrointestinal por donde los materiales de
desecho (deposiciones, heces) abandonan el organismo. El recto es la sección del tracto
gastrointestinal por encima del ano donde las heces son retenidas antes de ser expulsadas del
organismo a través del ano.
El revestimiento mucoso del recto se compone de un tejido brillante (de un color naranja tostado)
que contiene glándulas mucosas muy semejante al revestimiento mucoso del resto del intestino.
El ano está formado en parte por la piel y en parte por el revestimiento intestinal. La mucosa del
recto es relativamente insensible al dolor, pero los nervios del ano y de la piel adyacente son muy
sensibles. Las venas del ano drenan a la vena porta, que va al hígado, y a la circulación general.
Los vasos linfáticos del recto drenan al intestino grueso y los del ano a los ganglios linfáticos de
la ingle.
Un anillo muscular (esfínter anal) mantiene el ano cerrado. Éste es controlado de forma
inconsciente por el sistema nervioso autónomo; sin embargo, su porción inferior puede relajarse o
contraerse a voluntad.
Para diagnosticar los trastornos del ano y del recto, se inspecciona la piel alrededor del ano
buscando alguna anormalidad. Con el dedo, el médico palpa por dentro el recto en el varón o el
recto y la vagina en la mujer. Después, mira dentro del ano y del recto con un tubo de
visualización rígido y corto (anoscopio). También puede usar un tubo rígido de 15 a 25
centímetros de longitud (proctoscopio). A continuación puede introducir un sigmoidoscopio, que
es un tubo largo y flexible, con el fin de observar el intestino grueso hasta una distancia de 60
centímetros desde el ano. Si el área anal o sus alrededores son dolorosos, se puede administrar
un anestésico local, regional, o incluso general, antes de la sigmoidoscopia (examen con un
sigmoidoscopio). A veces se realiza una enema de limpieza antes de la sigmoidoscopia. Durante
la prueba se pueden obtener muestras de tejido y de secreciones para su examen al microscopio.
Otro estudio que se puede realizar es una exploración radiológica con papilla de bario.

Hemorroides

Las hemorroides son tejidos hinchados que contienen venas y que están localizados en las
paredes del recto y del ano.
Las hemorroides se pueden inflamar, desarrollar un coágulo Hemorroides
sanguíneo (trombo), sangrar o agrandarse y protruir hacia
fuera por el ano (prolapso). Las que permanecen en el ano se
llaman hemorroides internas y las que protruyen fuera de éste
se denominan hemorroides externas.
Las hemorroides se pueden desarrollar debido a esfuerzos
repetidos e intensos durante las evacuaciones; el estreñimiento
puede empeorar la situación. La enfermedad hepática
incrementa la presión sanguínea en la vena porta, conduciendo
en ocasiones a la formación de hemorroides.

Síntomas y diagnóstico

Las hemorroides pueden sangrar, típicamente tras una


evacuación, provocando que las heces o el papel higiénico se manchen de sangre. La sangre
puede hacer que el agua de la taza del retrete se tiña de rojo. Sin embargo, a pesar de su
aparatosidad, la cantidad de sangre generalmente es pequeña y las hemorroides raramente
conducen a grandes pérdidas de sangre o a un cuadro anémico.
Las que protruyen por el ano pueden ser reintroducidas de nuevo suavemente con un dedo o a
veces pueden hacerlo por sí mismas. Una hemorroide puede hincharse y volverse dolorosa si su
superficie se ve sometida a un roce continuo o si se forma un coágulo en su interior. Con menor
frecuencia, pueden secretar moco y crear la sensación de que el recto no está completamente
vacío. El picor en la región anal (prurito anal) no es un síntoma de hemorroides, pero puede
ocurrir, ya que la zona dolorosa es difícil de mantener limpia.
El médico puede diagnosticar rápidamente las hemorroides inflamadas y dolorosas mediante la
inspección del ano y del recto. La anoscopia y la sigmoidoscopia ayudan a determinar si el
paciente padece un trastorno más grave, como un tumor.
Tratamiento

Generalmente, las hemorroides no requieren tratamiento, a no ser que provoquen síntomas. La


toma de agentes emolientes que ablandan las heces o de mucílago puede aliviar el estreñimiento
y evitar los esfuerzos excesivos que lo acompañan. Las hemorroides sangrantes se pueden tratar
con la inyección de sustancias que promueven la formación de tejido cicatricial que cierra estas
venas; este procedimiento se denomina escleroterapia.
Las hemorroides internas de gran tamaño y las que no responden a la escleroterapia se ligan con
bandas de goma. Este procedimiento, llamado ligadura con bandas de goma, hace que la
hemorroide se atrofie y se desprenda sin causar dolor. El tratamiento se aplica en una sola
hemorroide cada vez, a intervalos de dos semanas o más. Se pueden necesitar de tres a seis
tratamientos. Las hemorroides también pueden ser destruidas utilizando láser (destrucción por
láser), rayos infrarrojos (fotocoagulación por infrarrojos) o una corriente eléctrica
(electrocoagulación). Si fallan los demás procedimientos se puede recurrir a la cirugía.
Cuando una hemorroide con un coágulo de sangre duele, se trata con baños de asiento (baños en
los cuales la persona se sienta en el agua), ungüentos anestésicos locales o compresas de
avellana. El dolor y la inflamación suelen disminuir tras un corto período de tiempo y los coágulos
desaparecen al cabo de 4 a 6 semanas. Por otra parte, el especialista puede abrir la vena y
retirar el coágulo en un intento de aliviar el dolor rápidamente.
Fisuras anales
Fisura anal

Una fisura anal (fisura en el ano, úlcera anal) es un desgarro o


una úlcera en el revestimiento del ano.
Las fisuras anales generalmente se deben a lesiones que
ocurren durante una evacuación de heces muy duras o muy
voluminosas. Las fisuras ocasionan espasmos del esfínter, lo
que impide su curación.
Las fisuras causan dolor y pérdida de sangre durante una
evacuación o poco después de ésta. El dolor dura entre varios
minutos y varias horas y luego remite hasta la siguiente
evacuación. El médico diagnostica una fisura mediante la
inspección del ano.

Tratamiento

Un emoliente de las heces o las semillas de psilio pueden reducir las lesiones causadas por las
evacuaciones de heces endurecidas, a la vez que lubrican y suavizan la zona baja del recto.
También pueden ser beneficiosos los supositorios lubricantes. Un baño de asiento templado
durante 10 o 15 minutos después de cada evacuación alivia la incomodidad y ayuda a
incrementar el flujo de sangre local, lo que favorece la curación. Cuando fallan estas medidas
sencillas, generalmente es necesaria la cirugía.

Abscesos anorrectales

Un absceso anorrectal es una colección de pus causada por bacterias que invaden el espacio
alrededor del ano o del recto.
Los abscesos situados por debajo de la piel pueden producir dolor e hinchazón y la zona puede
aparecer enrojecida y ser muy dolorosa al tacto. A menudo, el médico puede ver un absceso en la
piel alrededor del ano. Con el dedo puede percibir una hinchazón dolorosa en el recto, incluso
aunque no se vea una hinchazón. Los abscesos del recto situados más arriba pueden no causar
síntomas rectales pero sí producir fiebre y dolor en la parte baja del abdomen.

Tratamiento

Los antibióticos son de escasa utilidad excepto en caso de fiebre, en los diabéticos o en los que,
además, presentan una infección en otra parte del cuerpo.
Generalmente, el tratamiento consiste en inyectar localmente un anestésico, realizar una incisión
en el absceso y vaciar el pus. En ocasiones, debe hospitalizarse a la persona para someterla a
anestesia general antes del proceso quirúrgico. Una vez que
ha sido drenado todo el pus, puede desarrollarse un trayecto Fístula anorrectal
anormal hasta la piel (fístula anorrectal). Canal anormal, en este caso entre el recto y
la piel que circunda el ano.

Fístula anorrectal

Una fístula anorrectal (fístula en el ano) es un trayecto


anormal desde el ano o el recto hasta la piel cerca del ano,
aunque ocasionalmente puede ir hacia otro órgano, como la
vagina.
En general, las fístulas comienzan en una glándula profunda
de la pared del recto o del ano. A veces las fístulas son el
resultado del drenaje de un absceso anorrectal, pero a menudo
no se puede identificar la causa. Esta afección es más común
en portadores de la enfermedad de Crohn o en las personas
con tuberculosis. También pueden ocurrir en las personas con
diverticulitis, cáncer o alguna lesión anal o rectal. Una fístula en un lactante generalmente se
debe a un defecto congénito y es más frecuentes en los niños que en las niñas. Las fístulas que
conectan el recto y la vagina pueden deberse a una complicación de la radioterapia, a un cáncer,
a la enfermedad de Crohn o a una lesión que haya sufrido la madre durante el parto.

Síntomas y diagnóstico

Una fístula puede ser dolorosa o puede excretar pus. Es posible observar una o más aberturas de
una fístula o ésta puede notarse debajo de la piel. Introduciendo una sonda se puede determinar
su profundidad y dirección. El médico puede localizar la abertura interna mirando a través de un
anoscopio que introduce en el recto y mediante una exploración con una sonda. La inspección
con un sigmoidoscopio ayuda a determinar si la causa del problema es un cáncer, la enfermedad
de Crohn u otro trastorno.

Tratamiento

El único tratamiento eficaz es la cirugía (fistulotomía), durante la cual se secciona el esfínter de


forma parcial. Si el esfínter se secciona demasiado, se pueden tener dificultades para controlar
las evacuaciones. Asimismo, si la persona tiene diarrea, una colitis ulcerosa activa o la
enfermedad activa de Crohn (todas las cuales pueden retrasar la cicatrización de las heridas), el
tratamiento quirúrgico generalmente no se realiza.

Proctitis

La proctitis es una inflamación del revestimiento del recto (mucosa rectal).


En la proctitis ulcerativa, una forma común de proctitis, las úlceras aparecen en el revestimiento
inflamado del recto. Este trastorno puede afectar de 2,5 a 10 centímetros de la porción baja del
recto. Algunos casos responden rápidamente al tratamiento; otros persisten o recurren y
requieren un tratamiento prolongado. Algunos derivan finalmente hacia una colitis ulcerosa.
La proctitis, una afección cada vez más frecuente, tiene varias causas. Puede ser consecuencia
de la enfermedad de Crohn o de una colitis ulcerosa. También puede ser debida a una
enfermedad de transmisión sexual (como la gonorrea, la sífilis, la infección por Clamydia
trachomatis, el herpes simple o la infección por citomegalovirus), especialmente en varones
homosexuales. Cualquier persona con un sistema inmunitario debilitado tiene mayores riesgos de
desarrollar proctitis, particularmente de causa infecciosa, como la originada por el virus del
herpes simple o por el citomegalovirus. La proctitis también puede ser causada por una bacteria
específica, como la Salmonella, o por el uso de un antibiótico que destruya la flora intestinal
bacteriana normal permitiendo que otras bacterias crezcan en su lugar. Otra causa de proctitis es
la radioterapia sobre el recto o sus alrededores.

Síntomas y diagnóstico

Es típico de la proctitis causar hemorragias indoloras o la eliminación de moco por el recto.


Cuando la causa es la gonorrea, el herpes simple o el citomegalovirus, el ano y el recto pueden
ser intensamente dolorosos.
Para establecer el diagnóstico, se observa el interior establecer del recto con un proctoscopio o
un sigmoidoscopio y se toma una muestra de tejido del revestimiento rectal para su examen. El
laboratorio puede entonces identificar las bacterias, los hongos o los virus responsables de la
proctitis. El médico puede también examinar otras áreas del intestino mediante un colonoscopio o
radiografías con papilla de bario.

Tratamiento

Los antibióticos son el mejor tratamiento para la proctitis causada por una infección bacteriana
específica. Cuando la proctitis se origina por el uso de algún antibiótico que altera la flora
intestinal, el metronidazol o la vancomicina son útiles para destruir las bacterias dañinas que han
sustituido a las habituales. Cuando la causa de la proctitis se debe a la radioterapia o bien se
desconoce lo que la promueve; el paciente puede mejorar con corticosteroides, como la
hidrocortisona y la mesalamina, otro fármaco antiinflamatorio. Ambos pueden administrarse en
forma de enema o supositorio. La cortisona, una variedad de corticosteroides, está disponible en
forma de espuma que puede ser introducida en el recto mediante un cartucho y un émbolo. Al
mismo tiempo se puede ingerir sulfasalacina u otro fármaco similar. Si estos métodos de
tratamiento no alivian la inflamación, pueden ser útiles los corticosteroides orales.

Enfermedad pilonidal

La enfermedad pilonidal es causada por la infección de los folículos pilosos de la zona superior
del surco interglúteo (división entre las nalgas).
Un absceso pilonidal es una colección de pus en el sitio de la infección; un seno pilonidal es una
herida con salida crónica de pus a dicho nivel.
Generalmente ocurre en varones jóvenes, de etnia blanca y con mucho vello. Para distinguirla de
otras infecciones, el médico busca hoyuelos (pequeños agujeros en el área infectada). Un seno
pilonidal puede provocar dolor e hinchazón.
En general, un absceso pilonidal debe ser abierto y su contenido vaciado. Habitualmente, un seno
pilonidal debe ser extirpado quirúrgicamente.

Prolapso rectal

El prolapso rectal es la protrusión del recto a través del ano.


El prolapso rectal hace que el recto se invierta, de tal forma que desde el ano se ve el
revestimiento mucoso como una prolongación de tejido de color rojo oscuro, húmedo y con forma
de dedo.
Prolapso rectal Los lactantes sanos a menudo sufren un
prolapso rectal temporal que sólo afecta al
revestimiento del recto (mucosa), probablemente
debido a un esfuerzo excesivo en alguna
evacuación, y raramente se trata de algo grave.
En los adultos, el prolapso del revestimiento del
recto tiende a hacerse persistente y puede
empeorar, de tal modo que cada vez protruye
una mayor parte del mismo.
La procidencia es un prolapso completo del
recto. Habitualmente, ocurre más en las mujeres
mayores de 60 años.
Para determinar la extensión de un prolapso, el
médico examina el área mientras la persona
permanece de pie o en cuclillas y hace fuerza como para evacuar. Mediante la palpación del
esfínter anal con el dedo, el médico a menudo detecta un tono muscular disminuido. Una
sigmoidoscopia y una exploración radiológica del intestino grueso con enema de bario pueden
poner de manifiesto una enfermedad subyacente, como una enfermedad de los nervios del
esfínter.

Tratamiento

En los lactantes y niños, un emoliente de las heces evita tener que realizar esfuerzos durante la
defecación. La sujeción de las nalgas una contra la otra entre las deposiciones generalmente
ayuda a que el prolapso rectal se cure por sí mismo.
En los adultos es necesario el tratamiento quirúrgico para solucionar el problema. A menudo la
cirugía cura el prolapso completo (procidencia). Una de las variantes de operación abdominal
consiste en levantar el recto, tirarlo hacia atrás y unirlo al hueso sacro. Otra técnica consiste en
extirpar una porción del recto.
Si la cirugía no está indicada por razones de edad o de mala salud, se puede colocar un anillo de
alambre o de plástico alrededor del esfínter; este procedimiento se denomina técnica de Thiersch.

Prurito anal

El prurito anal (el picor de la piel alrededor del ano) puede deberse a varias causas:
- Trastornos de la piel como la psoriasis y la dermatitis atópica.
- Reacciones alérgicas como la dermatitis de contacto causada por soluciones anestésicas
aplicadas a la piel, por varios tipos de ungüentos o por productos químicos utilizados en la
fabricación del jabón.
- Ciertos productos alimenticos como las especias, los cítricos, la cerveza y la cola, así como los
comprimidos de vitamina C.
- Microorganismos como hongos y bacterias.
- Parásitos como los oxiuros y, con menor frecuencia, la infestación por sarna o piojos
(pediculosis).
- Antibióticos, especialmente las tetraciclinas.
- Enfermedades como la diabetes, las afecciones hepáticas, los trastornos del ano (por ejemplo,
apéndices cutáneos, criptitis, fístulas que supuran) y los tumores cancerosos (por ejemplo, la
enfermedad de Bowen).
- Higiene deficiente, lo que permite que las heces irriten la piel, o el abuso del jabón y el exceso
de frotamiento.
- Calor y sudación excesivos debido al uso de medias, ropa interior apretada (especialmente sí no
es de algodón), obesidad o clima caluroso.
- El ciclo de ansiedad-picor-ansiedad.
Las personas con hemorroides externas voluminosas pueden sufrir picor porque les resulta difícil
mantener el área limpia.

Tratamiento

Tras la deposición, se debe limpiar el área anal con algodón absorbente, que puede ser
humedecido con agua templada. La humedad se puede combatir con el uso frecuente de polvos
de talco o de almidón de maíz. Se pueden aplicar cremas con corticosteroides, cremas
antimicóticas, como el miconazol, o supositorios calmantes. Los alimentos que pueden causar
prurito anal se eliminan de la dieta, observando si se presenta alguna mejoría. Deben usarse
vestidos flojos y ropa de cama ligera. Si la situación no mejora y el médico sospecha un cáncer,
se puede obtener una muestra de piel para su examen.

Cuerpos extraños

En la unión entre el ano y el recto pueden quedar atrapados objetos deglutidos, como
mondadientes, huesos de pollo o espinas de pescado, cálculos biliares o una masa de heces
duras. También se pueden insertar cuerpos extraños de modo intencionado. En el recto pueden
quedar alojados cánulas de enemas, termómetros y objetos colocados intencionadamente para
estimulación sexual. Estos objetos voluminosos suelen quedarse en la porción media del recto.
Si durante una evacuación aparece un dolor repentino y muy intenso, ello sugiere que un objeto
extraño, generalmente a nivel de la unión del ano y del recto, está penetrando en el revestimiento
mucoso del recto o del ano.
Otros síntomas dependen del tamaño y de la forma del cuerpo extraño, el tiempo que ha
permanecido allí y si ha causado una infección o una perforación.
El médico puede palpar el objeto haciendo un tacto rectal (palpación interna del recto con el
dedo) durante una exploración física. Puede requerirse una exploración abdominal, una
sigmoidoscopia y radiografías para asegurarse de que no se ha perforado la pared del intestino
grueso.

Tratamiento
Si el médico puede tocar el objeto, generalmente se inyecta un anestésico local debajo de la piel
y del revestimiento del ano para anestesiar el área. Entonces puede lograrse una mayor abertura
anal utilizando un instrumento para tal fin y así asir el objeto y retirarlo. Los movimientos
naturales de la pared del intestino grueso (peristaltismo) generalmente hacen descender el
objeto, permitiendo retirarlo.
Si no se puede llegar a tocar el objeto o si éste no puede ser retirado a través del recto, a veces
se requiere una intervención quirúrgica con fines exploratorios. Para ello se administra anestesia
local o general, de tal modo que el objeto pueda ser empujado suavemente hacia el ano y se
corta el intestino grueso para retirarlo. Después de haber retirado el cuerpo extraño, el médico
realiza una sigmoidoscopia para determinar si el recto se ha perforado o presenta cualquier otro
tipo de lesión.

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