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Literatura Norteamericana
Teórico N° 1
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y no sabemos en que momento de sus carreras la cursan. No dejen para último momento
eso porque es un poco abrumador y se produce una especie de psicosis y no se hace nada.
Insisto en que ésta es una monografía de grado y no debe extenderse más allá de ocho o
diez páginas. Luego deberán incluir la bibliografía y todo lo que ustedes digan, pero no es
para escribir un libro o algo así. El criterio con que abarquen ese tema va a ser de gran
ayuda para ustedes. Es decir, tener ideas claras y saber qué es una monografía, que tiene un
principio, un medio y un fin, con conclusiones. Ustedes se deben proponer algo que es
discutir un tema y lo van a ejemplificar o, en su defecto, lo van a comparar con otro tema o
con la aplicación de una teoría sobre algún tema específico, sobre una novela o el estudio
de una novela, caracterización, descripción, etc. Es decir, hay una cantidad de ángulos con
que ustedes pueden enfocar esta monografía. La pueden ir meditando desde el comienzo y
discutiéndola con sus profesores de Trabajos Prácticos. Con ellos harán la lectura y
discusión de un trasfondo sobre la novela.
Hay veintidós pequeños extractos y creo que ya están fotocopiados. Ese material
discute la novela en general y comprende autores que van desde el siglo XIX hasta bien
entrado el siglo XX. Van a empezar con la significación de la frontera en la historia y, por
ende, en la cultura de los Estados Unidos: la idea de que los Estados Unidos se fue
formando desde el este y avanzando hacia el oeste. Ésta fue una frontera que este autor que
ustedes van a leer, Frederick Jackson Turner, dice que es una línea de americanización que
se fue moviendo hacia el oeste. Van a discutir problemas de este carácter y luego el estudio
de los escritores. Tienen autores que van desde los primeros clásicos como Cooper y
Hawthorne hasta otros de mediados del siglo XX como Hemingway y algunos más
recientes como Mailer o Bellow.
Eso en cuanto a los requisitos. Les recomiendo que consigan el programa que
también está en las fotocopiadoras. Ahí tienen ustedes los objetivos, fundamentos del curso,
la bibliografía general y una especial que podemos ampliar o no en caso de que ustedes
crean que es necesario hacerlo. La idea es, en lo posible, no utilizar fotocopias. Los libros
que vamos a trabajar están y se encuentran. Lo que no se encuentra en librerías sí se
fotocopiara. Estos veintidós extractos que son fundamentos del curso, que van a estudiar y
discutir en prácticos, están todos en inglés con la excepción de uno y fueron fotocopiados.
Deben saber inglés para hacer este curso, por lo menos lo básico para poder leer textos.
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Esto quiere decir que pueden abordar la lectura de Melville, James y Faulkner directamente
en inglés, si pueden y quieren, pero hay traducciones a las que yo voy a hacer referencia. El
único texto difícil de conseguir es Las alas de la paloma, de Henry James, que fue
traducido hace treinta y cinco años. Es de muy difícil traducción y no se lo volvió a hacer,
ni siquiera en España. Ese texto, por lo tanto, va a ser fotocopiado. El libro se tradujo en los
setenta por Editorial Troquel, ya desaparecida, por obra de un escritor y traductor ya
fallecido que fue Alberto Vanasco. Él resolvió los problemas de la traducción de ese texto
muy denso y difícil de manera muy correcta y elegante. Es muy extenso el material de
lectura, sobre todo para las clases teóricas.
La primera novela que vamos a leer, Moby-Dick, tiene unas quinientas páginas; Las
alas de la paloma tiene tantas o más y los de Faulkner, si bien no son tan largos son muy
densos y complejos; hay que demorarse un rato en cada página. Lo que tienen que hacer
primero es leer y leer. Sin la aproximación al texto esto no sirve. Lo que hay que hacer acá
es enfrentarnos con el texto.
El primer texto que vamos a ver es Moby-Dick, del cual hay tres traducciones. La
primera es de Enrique Pezzoni, de los ’70, originariamente en Sudamericana pero luego se
editó en otra editorial. Otra traducción es española, de José María Valverde, que está en
Bruguera. Una última la sacó Alianza, en el 2005, y es una buena traducción. Ninguna de
estas tres traducciones es óptima, por distintas razones; a una le falla la terminología
náutica de los balleneros del siglo XIX pero esto se subsana. La de Valverde y la de
Alianza son muy españolas. Los traductores españoles creen que son el centro del mundo
hispánico. Hay muchos tipos de español y lo que se debe hacer en una traducción es buscar
un idioma que se comprenda aquí, en República Dominicana y en España. Estas ediciones
españolas están llenas de leísmos, de errores con leísmos como “le di” y “le conozco”, que
erizan y además errores de estructuras, etc. Pero son semánticamente correctas, el
significado está bien; puede haber problemas de léxico y de estilo o de terminología.
Luego vamos a ver un texto muy breve, una especie de desahogo, que es un cuento
de Melville: “Bartleby, el escribiente”, del cual hay una traducción de Borges que editó
Marymar en su momento, pero que fue reeditada. Hay otras traducciones; yo voy a
referirme a una edición de Pre-Textos que tiene a “Bartleby” y tres estudios críticos de los
que vamos a hablar. Luego veremos Benito Cereno. Yo recomiendo la edición de Cátedra,
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que trae una buena introducción, una buena bibliografía, y que viene con “Bartleby” y Billy
Budd. También hay una edición antigua de Benito Cereno, de Salvat, traducción de Nicanor
Ancochea, que es doblemente mala. Hay otra edición de Billy Budd que es más antigua, del
Centro Editor de América Latina, del año ’80, y tal vez se consiga.
Luego de eso pasaremos a Henry James. Si leen en español, para Las alas de la
paloma tendrán que acudir a la fotocopia. Luego haremos Una vuelta de tuerca, traducida
por quien les habla, y se consigue una edición de Colihue, 2005. Es reciente, muy completa
y bien traducida. Hay una anterior, de José Bianco, que no es mala pero se titula Otra
vuelta de tuerca y es una sola la vuelta. Tiene errores pero se entiende. Luego hay un grave
problema: es una nouvelle, que se titula “La bestia en la jungla”, pero no tiene una
traducción decente. Se encuentra en un libro de Cátedra que se llama La vida privada y
otros relatos, pero han asesinado el estilo de James. De última, tendremos que apelar a ésa,
pero yo sabía de una traducción anterior que trataré de localizar. Después viene William
Faulkner y yo he compilado una bibliografía de todo Faulkner, de todas sus novelas con
todas sus traducciones, así que esto se fotocopiará.
Este curso de 2007 trata sobre la novela de Estados Unidos. Tenemos dos
elementos estructurantes o ejes temáticos; la novela y lo estadounidense. Como supongo
que saben más del primer término que del segundo nos centraremos en lo estadounidense,
pero nos referiremos constantemente a lo narrativo que incluye, además de la novela, el
cuento o relato y la nouvelle que es una forma intermedia entre los anteriores. En realidad,
no hay estudios genéricos sobre la nouvelle, por la sencilla razón de que nació como
necesidad editorial. Los escritores que vivían de su pluma debían publicar novelas que eran
editadas en ocho o más números seriales. Esto era mucho y entonces optaron, sobre todo
Henry James, por una forma intermedia que se publicaría en cuatro números. Casi todas
estas nouvelles, sobre todo las de James, están estructuradas en cuatro partes. Tienen cuatro
capítulos, con un pico de intriga al final de cada uno de ellos para que el lector compre el
ejemplar de la próxima entrega. Quiero ingresar al tema con una suerte de epígrafe o
umbral y traer la protección de dos escritores que además de escribir nouvelles han escrito
sobre la novela, sobre lo que es y sobre su ingreso a la lectura de la novela.
El primero es inglés, E. M. Forster, que escribió novelas memorables, como Donde
los ángeles temen aventurarse, se tradujo en Sur, y Pasaje a la India, sobre la cual David
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Lean filmó una gran película. También escribió el argumento de una ópera de Benjamin
Britten, el músico inglés, sobre Billy Budd. Forster está, de alguna manera, relacionado, con
nuestro tema. Él enseñó algo a sus amigos escritores, eran muchos en esa época, que es
muy inglés. Su consejo a los escritores era que había que minimizar. No exagerar las cosas
sino reducir todo el interés novelístico a lo que él llamó “la técnica de la mesa del té”. Es
decir, la novela como algo que la gente va a discutir sentada en torno a la mesa del té.
Eso fue adoptado por muchos ingleses y caracteriza a la novela inglesa desde Jane
Austen, una gran novelista de lo que se llama “Novel of Manners”; género narrativo que
tiene que ver con los hechos que suceden en una pequeña sociedad. Los Manners son los
modales y al español, erróneamente, se lo tradujo como “novela de costumbres”. Lo que
Forster hacía era resumir lo que había pasado en gran parte de la novela inglesa.
Su libro sobre la novela se publicó en 1927 y se titula Aspects of the Novel
(Aspectos de la novela). Es una recopilación de todas sus conferencias en la Universidad de
Cambridge en ese año. Forster diferenció entre argumento e historia. La historia, dice, es
una narración de hechos o acontecimientos arreglados en una secuencia temporal. La
secuencia temporal no coincide necesariamente con el orden cronológico, pero hay una
secuencia que se ordena en el tiempo. No coincide necesariamente con el orden cronológico
porque sabemos que el narrador, al elegir un punto de vista, puede distorsionar a gusto el
arreglo secuencial de su asunto. Puede usar el recurso de “analepsis” que es una anacronía o
discordancia en la cronología llevando esto hacia atrás. De repente uno de los personajes
recuerda y entonces vamos hacia atrás. Es lo que en el lenguaje cinematográfico se llama
flash-back. La historia también puede empezar in media res, como sucede en la épica.
Empieza con un suceso o situación importante, que no es la primera en el tiempo, pero
empieza ahí para centrar el interés y luego se moverá hacia atrás y hacia delante según le
guste. Aunque el moverse hacia delante (o la anticipación que es otra forma de anacronía)
no es tan común en la novela. Se llama prolepsis, llevar las cosas hacia delante de repente,
o flash-foward, como se llama en el cine.
Dijimos que la diferencia entre la historia y el argumento. En la historia la secuencia
se enfoca desde el punto de vista temporal, en lo que él llama argumento lo que interesa es
la causalidad, no la cronología. Dice: El rey murió y luego murió la reina. Eso es una
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historia. Un argumento sería: El rey murió y luego la reina murió de pena. Ahí hay una
causa y eso sería un argumento. Es interesante para enfocar narraciones.
Otro elemento interesante que derivamos de Forster es su división de los personajes
en chatos y redondos. Los chatos eran los humores del siglo XVII, los tipos, personajes que
a veces bordeaban la caricatura; personajes construidos alrededor de una sola idea, de una
característica que los distingue. Por ejemplo, la avaricia. Un personaje es avaro y ésa es su
constante. Cada vez que sale a la escena, esto puede suceder en el teatro, o que abrimos el
libro y aparece este personaje sabemos hasta lo que va a decir, cómo va a actuar, cómo
reaccionará. Es un personaje construido a partir de una característica rectora que hace que
proceda casi siempre de la misma manera, es constante. Algo más: no se desarrolla. No es
un personaje que cambie.
El que cambia es el personaje redondo. El redondo es aquél que tiene muchas
facetas, que es complejo, que vemos desde distintos ángulos, que conocemos o tratamos de
conocer más a fondo y que va a cambiar o desarrollarse a medida que avanza la novela. El
primero es chato como una fotografía, es completamente bidimensional. El personaje
redondo nos sorprende de una manera incalculable o convincente, al menos, porque es
impredecible como la vida. El otro no. El personaje redondo cambia según los recursos
narrativos. Dickens, generalmente, trabaja con personajes chatos. Es decir, con un
personaje central (David Copperfield) que va creciendo, desarrollándose y aprendiendo
algo de la vida hasta que crece y llega a ser una persona completa. Ése es el personaje
central y redondo, los otros son personajes chatos.
El segundo novelista que escribió sobre la teoría de la novela (James y Melville
también escribieron sobre la novela y los vamos a estudiar) fue un ruso que se nacionalizó
estadounidense. Lo hemos estudiado en esta materia y es Vladimir Nabokov. Él fue
profesor de varias universidades estadounidenses, sobre todo de la de Cornell, que está en
el estado de Nueva York, y dictó cursos sobre la novela inglesa, francesa y rusa. Estos
cursos fueron recopilados. Fueron traducidas y originariamente se llaman Conferencias
sobre literatura. Acá lo tradujo Emecé en el año ’80 con el título de Lecciones de literatura
y lo tradujo Francisco Torres de Oliver. Ahí estudia a Kafka, a Tolstoi, a Flaubert, a
Stevenson, etc. Traigo dos pasajes que para mí son iluminadores. En el primero dice que el
asunto novelístico depende del punto de vista, depende de la manera en que se ven las
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cosas. Les da un ejemplo a estos estudiantes que, me parece, no eran demasiado inteligentes
porque Nabokov a veces impacienta por la simplicidad de lo que dice.
Dice: “A mi modo de ver cualquier obra de arte de calidad es una fantasía, en la
medida en que refleja el mundo único de un individuo único. Imaginemos a tres hombres
de distinto tipo paseando por un mismo paisaje. El primero es un hombre de ciudad que
disfruta de unas merecidas vacaciones, el segundo es un botánico profesional, el tercero es
un campesino del lugar. El primero encarna lo que llamaríamos el tipo realista, práctico y
con sentido común. Ve los árboles como árboles y sabe por su mapa que la carretera por
la que va es bastante nueva y conduce a Newton donde hay un estupendo restaurante que le
han recomendado unos compañeros de oficina. El botánico, por su parte, observa su
entorno estrictamente desde el punto de vista de la vida de las plantas, unidades
biológicamente precisas y clasificadas en árboles y hierbas, flores y helechos”.
El botánico ve todo como botánico, para él ésa es la realidad. “Para él el mundo del
turista imperturbable, que no distingue un olmo de una encina, parece un mundo
fantástico, vago, quimérico. Finalmente el del campesino local difiere del de los otros dos
por ser un mundo intensamente emocional y personal pues ha nacido y ha crecido en él y
conoce cada sendero, cada árbol, cada sombra de árbol que se cruza en cada sendero,
todo en cálida conexión con su trabajo diario y su niñez y un millar de detalles menudos
de ese lugar y de ese tiempo concretos que los otros dos, el turista vulgar y el botánico
taxonomista, sencillamente no pueden conocer”.
De modo que tenemos tres mundos diferentes, tres hombres corrientes que tienen
realidades distintas. La conclusión es que si la realidad es objetiva, sin embargo hay un
millón de realidades. Ha socavado, de hecho, la idea de Realismo. Volveremos sobre este
punto.
Lo segundo que dice es muy interesante y es una pequeña parábola. “La literatura
no nació el día en que un chico llegó corriendo del valle Neanderthal gritando ¡el lobo, el
lobo!, con un enorme lobo gris pisándole los talones. La literatura nació el día en que un
chico llegó gritando ¡El lobo, el lobo! sin que lo persiguiera ningún lobo. Que el pobre
chico acabará siendo devorado por un animal de verdad por haber mentido tantas veces es
un mero accidente. Entre el lobo de la espesura y el lobo de la historia increíble hay un
centelleante término medio. Ese término medio, ese prisma, es el arte de la literatura”.
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Creo que es muy interesante y nos dice mucho sobre lo que vamos a ver este año porque la
literatura estadounidense se aparta del eje de la realidad. Por supuesto, no todo el tiempo
porque hubo un momento histórico en que el Realismo estuvo en auge para luego dar paso
al Naturalismo. El Naturalismo es una forma de fantasía también porque se fija sólo en
ciertos detalles de la vida. Tanto el Realismo como el Naturalismo seleccionan, como dice
Nabokov; siempre van a elegir algunos momentos y escenas de la vida. Lo que los
estadounidenses llaman Romance es un género que se distingue y diferencia de la novela
por varias características sobre las cuales vamos a demorarnos.
Hay muchos escritores estadounidenses que han obtenido el Premio Nobel y es
importante porque saca a la literatura de su país. Este premio hace conocer a un país. Hay
muchos países que no conocemos y hay muchos que no nos conocen porque, salvo la
excepción de Borges (no hablo de los estudiosos que conocen nuestra literatura más que
nosotros mismos), no hemos salido y eso por distintas causas. Ocho escritores
estadounidenses ganaron el Premio Nobel. Sinclair Lewis, un escritor realista de los treinta.
En esos años el Realismo y el Naturalismo son importantes en Estados Unidos porque es un
momento en que la gente tiene hambre. Es un momento de pobreza porque la Bolsa ha
caído en el año ’29. Toda esa década abre las puertas a ideas proletarias y marxistas,
entonces la literatura necesariamente se hace realista. Al hacerse realista esa literatura
presta mayor atención a detalles que tienen que ver con la vida diaria y no se demora tanto
en la literaturiedad, en estudiar el estilo y en el uso del lenguaje.
El segundo es Eugene O’Neill, un dramaturgo cuyas obras hoy casi no se
representan. Luego tenemos a Pearl Buck, posiblemente uno de los muchos errores de la
Academia Sueca, una escritora hoy perfecta y justificadamente olvidada. En aquella época
escribió un libro llamado La buena tierra, que era sobre China y eso era exótico. El
siguiente fue Faulkner que sí lo merecía, después fue el turno de Hemingway que también
lo merecía. Después vino John Steinbeck que no lo merecía tanto pero, bueno, lo ganó.
Luego Bellow, que es muy importante, un novelista que incorporó o que llevó casi a la
perfección a la Novela Judía; Singer, un judío nacionalizado estadounidense que también
siguió esa huella y Toni Morrison que hizo conocer la Novela Negra en el mundo. También
hubo dos naturalizados que lo ganaron: Joseph Brodsky, un gran poeta, y Milocz.
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por una lengua que no les era propia y toda la literatura importante estaba escrita en esa
lengua. Los Estados Unidos son una derivación de Inglaterra, con un bagaje de ideas y
costumbres que fueron importadas. Poco a poco fueron encontrando su propio medio
geográfico, político y social distinto del inglés y eso fue un punto de partida para la
diferenciación. Es decir, ambientar lo que escribían en un paisaje nuevo.
La incorporación del paisaje es una de las primeras manifestaciones de cualquier
literatura que lucha por ser autónoma. Se va produciendo, en Estados Unidos, una respuesta
imaginativa a América como escena, como marco histórico y, sobre todo, como racimo de
posibilidades. Es un nuevo país y hay nuevas cosas que se pueden hacer. Recordemos que
América nació en Europa, la promesa de América nació en Europa. Aquéllos que huyeron,
escaparon o, simplemente, buscaron nuevas tierras en América, ya traían una idea y una
gama de esperanzas, una expectativa para la nueva vida que buscaban encontrar. Ésta es la
idea de lo que se llama, en cultura estadounidense, The American Dream (El sueño
americano). Es decir, el sueño de una vida nueva que, muchas veces, es materialista, que
tiene que ver con la mejora del nivel de vida.
Esto no siempre se dio porque algunos llegaron a América por otras razones. Una de
ellas fue el éxodo de los puritanos. Fueron guiados por un fin mesiánico; buscaban fundar
una nueva Jerusalén porque eran perseguidos en su patria, Inglaterra, ya que no
comulgaban con las ideas de la religión anglicana. Sobre todo con el boato y la jerarquía
eclesiástica. Los puritanos cruzan el Atlántico y se encuentran con el enorme, vasto, paisaje
americano y una inmensa soledad. Vienen de Londres, han pasado por Holanda, vienen de
capitales populosas. De repente, le han dado la espalda a esto y literalmente han “quemado
las naves”. Atrás de ellos sólo está el océano, ya no pueden volver. Tienen que hacer una
nueva vida, necesariamente. Frente a ellos encuentran el bosque impenetrable que es la
morada del indio que ellos demonizan (el indio es el demonio). Habrá que exorcizar a ese
indio; habrá que destruirlo o evangelizarlo.
De cualquier manera, el problema para los primeros puritanos es terrible y lo
americano, lo autóctono, va entrando en su literatura y en los tratados puritanos con una
nueva flora y una nueva fauna, con los peligros que hay que enfrentar, con la mera
necesidad de subsistir, que engendra una nueva actitud hacia la naturaleza e inclusive hacia
los objetos y hacia el prójimo. Una actitud que era totalmente distinta de la que acababan de
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interesante es que una de ellas fuera una mujer, Ann Hutchinson, que fue doblemente
perseguida porque se imaginaban que ella podía levantarse en contra de los dueños de la
iglesia.
Otra idea fundamental para los puritanos es calvinista. El Puritanismo es, en su
origen, calvinista y para ellos el hombre es por naturaleza malvado y pecaminoso. Dios es
todopoderoso y no hay nada que el hombre pueda hacer para cambiar su destino. Ya de
antemano Dios ha decidido quiénes son los elegidos que se salvarán y quiénes se perderán.
Es decir, las obras no importan demasiado, importa lo que se muestra; aquél que se muestra
recto, probo y lleva una buena vida probablemente sea un elegido. El que lleva una vida
confusa y desordenada desde ya ha sido elegido para la condena. Los que se salvan llegarán
al cielo y la vida es el proceso de descubrir quiénes son los elegidos y quiénes no.
Profesor: Para otras formas del Cristianismo lo que importa es la manera en que uno se
comporta y ello puede mejorar la naturaleza del hombre y el hombre así puede conseguir su
salvación (por las obras que hace en la tierra). Para los puritanos esto no es así; esto no los
llevaba a cometer malas obras necesariamente. Por el contrario, debían mostrar mediante
sus buenas obras que estaban dentro de los elegidos, pero en su religión las obras
únicamente no son capaces de llevar a la salvación. En muchas religiones un hombre o una
mujer pueden llevar una vida pecaminosa y en algún momento ver la luz y cambiar. Basta
ese cambio de consciencia para salvarse; esto no pasa entre los puritanos.
Recordemos que hay que ver una señal; los puritanos estaban listos para ver una
señal que les indicaba que ellos estaban o no dentro de los elegidos. Fíjense cómo ellos
habían arreglado las cosas a su manera: ser rico era una indicación de que habían sido
premiados y de que estaban dentro de los elegidos, la pobreza era una señal de
condenación. Había otros fenómenos que no necesariamente influían sobre la elección pero
que daban un mensaje de Dios; por ejemplo, un cometa, un fenómeno metereológico, era
una señal que daba Dios, generalmente una señal de la ira de Dios. Algo pasaba que estaba
yendo mal. Era un anuncio divino: podía ser una amenaza o un castigo o podía ser una
prevención. El granizo que destrozaba las cosechas era un signo de la ira de Dios.
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De esa mentalidad que veía correspondencias con las cosas nació una característica
de la literatura estadounidense que tiende hacia el simbolismo y la alegoría, no hacia el
realismo, posiblemente de esa relación entre los signos y la significación de los mismos.
Por ejemplo, Hawthorne tiene una novela llamada La letra escarlata y esa letra, una gran
“A”, es un símbolo del adulterio de la protagonista. En Moby-Dick la ballena no es sólo
eso; es mucho más. El barco es una madera que flota, pero también es un microcosmos
porque están todas las razas. Hasta cierto punto es un símbolo de la democracia. Ismael, el
narrador, es un marinero pero más que esto es un huérfano, el desheredado. Es el “isolato”,
palabra que usa Melville para hablar del aislado, del solitario, del que está absolutamente
solo. La travesía del barco es una caza y es una búsqueda, etc.
Hay una cita que hace Ahab en el centro del libro: “Todos los objetos visibles no
son más que máscaras de cartón”. La realidad está detrás. Esto es una cita de un escritor
que entonces estaba muy en boga, Thomas Carlyle, y la cita es de Sartor Resartus. Moby-
Dick es un libro hecho de otros libros, de literatura. Por eso vamos a ver una serie enorme
de intertextualidades. Lo que Carlyle y Ahab dicen es que el significado está detrás, no en
la apariencia de las cosas.
Los puritanos se oponen a la dimensión estética de la literatura. La literatura no
debe ser entretenimiento; no importa que sea bella porque eso puede ser gratuito y
pecaminoso. La literatura no es un adorno sino que tiene un propósito moral, aleccionador.
Para el Puritanismo las formas literarias son el sermón, la homilia, el diario en el que se
relata la historia de lo que está pasando, la alegoría, el poema devocional y también la
“Jeremiada”. Se llama así porque se origina en los lamentos de Jeremías del Antiguo
Testamento. Es un texto en prosa que relata una historia de sufrimiento y expresa una
lamentación por la condición humana. Quizás sea la forma más generalizada y propia de los
puritanos de Nueva Inglaterra.
En un artículo que apareció en Partisan Review, una revista entonces marxista, en
1952, el escritor de apellido F. G. Frittmann escribe un pequeño ensayo llamado “Estados
Unidos, un país sin prehistoria”. Ahí dice algo interesante. Los estadounidenses son un
pueblo (esto se puede extender a todos los americanos) que va a la deriva en la historia
porque no tiene amarras en la prehistoria. Los Estados Unidos nacen en un momento dado
pero no pueden mirar para atrás porque esa prehistoria no es de ellos sino de los indígenas
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lírica isabelina. En otras bibliotecas se encontró un ejemplar de La Ilíada y un libro con las
campañas de Julio César.
Otro documento interesante que indica el mundo literario de Nueva Inglaterra, es
una serie de facturas del librero principal de Boston que era John Usher, quien entre 1682 y
1685 importó 3421 libros. Estos libros estaban destinados a una población de setenta y
cinco mil habitantes; el 10% de esta población vivía en Boston. Esto nos dice algo de esa
región en donde surgirán las primeras universidades (Harvard ya existía). Esto nos dice que
Nueva Inglaterra va a dominar la literatura estadounidense por lo menos durante un siglo.
Todo lo literariamente importante, al principio, surge del área de Nueva Inglaterra.
Esto va a llevar a escritores como Poe a denostar la región, a odiarla, y a escribir todo lo
que puede en contra de los bostonianos. Del total de estos libros importados por Usher,
1096 eran religiosos (sermones, catecismos), 1004 eran textos escolares, 428 eran biblias y
libros de salmos y 262 eran novelas. Esto nos habla del espacio que ocupaba la narrativa:
un 7%. Es un principio.
Ya en el siglo XIX, los novelistas estadounidenses en general eran imitativos de la
producción inglesa y uno de ellos, James Fenimore Cooper, autor de tantas novelas sobre
los indios (entre ellas El último de los mohicanos, que no es la mejor sino la más conocida),
y otros como él se lamentan por la falta de una rica estructura social. Se pregunta cómo
escribir novelas si sólo tenemos puritanos, religiosos, bostonianos, indios, bosques y muy
pocas ciudades. Dónde está la rica y compleja estructura social que nos permitirá escribir
novelas (Novels of manners, esto es lo que quieren escribir). Él empieza imitando a Jane
Austen.
En un estudio de 1828 que ustedes leerán, Cooper protesta por la pobreza de
materiales: no es posible escribir novelas así. Y en sus prefacios, Hawthorne, a quien nos
vamos a referir muchas veces (sobre todo porque fue importante su relación con Melville)
dice que resulta difícil escribir Romances en un país sin sombras ni misterios, en un país
donde sólo hay una “vulgar prosperidad”. Ellos quieren escribir novelas góticas y para eso
necesitan ruinas cubiertas de musgo y llenas de fantasmas que arrastran cadenas como las
de Europa. Están equivocados pero, años después, Henry James justifica la postura de
oposición de Hawthorne porque dice que el novelista necesita una acumulación de historias
y de costumbres.
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En Boston, por otra parte, había muchos irlandeses y ciento cincuenta tabernas con
licencia para servir alcohol y, en 1772, se importaron 6000 mazos de naipes. Los puritanos
van declinado y va entrando el pecado. Hay decenas de sastrerías, de casas de moda, de
fabricantes de pelucas y se siguen los consejos de Lord Chesterfield sobre los modales que
son importantes para la sociedad (la etiqueta), lo que es correcto e incorrecto. Aparte de
este avance de cierta sofisticación, para 1755 en esta región hay 24 imprentas lo que es
mucho. Ya se imprimen 1200 títulos por año sobre una variedad enorme de temas. En
Filadelfia, en 1742, había cinco librerías y treinta años después, treinta librerías. El avance
es increíble, pero la gente leía, sobre todo, historias sobre salteadores de caminos más que
literatura seria, pero lo mismo pasa hoy. Comenzaba el hábito de la lectura: como la gente
leía muchos escribían. Va apareciendo, poco a poco, la literatura autóctona. Aunque, de
hecho, lo que se venden son almanaques para granjeros con consejos sobre cómo y cuándo
sembrar y con algo del horóscopo; consejos para parturientas, historias de brujería. Todo
esto alimenta al imaginario colectivo.
Benjamin Franklyn, en Filadelfia, inventa la biblioteca circulante. Había que pagar
una cuota que se abonaba en cereales o manteca y se sacaban libros a cambio. Circulaban
poemas de Poe, El Paraíso perdido de Milton, la elegía de Gray y novelas sentimentales.
También había teatros e increíblemente se representó Othello en el siglo XVIII. Se leía a
Newton, a Locke, a Homero, a Swift y a Voltaire. Van entrando las novelas: Robinson
Crusoe y Moll Flanders de Defoe, Tom Jones de Fielding, las novelas de Richardson
(Pamela y Clarissa) y las novelas góticas (El castillo de Otranto de Horace Walpole, El
monje de Lewis y Los misterios de Udolfo de Radcliffe), las novelas históricas de Walter
Scott que inspirarán a Fenimore Cooper y también Jane Austen y la poesía de Lord Byron,
Shelley y otros románticos. Esto es así hasta que, poco a poco, explota la literatura
nacional. En la próxima vamos a referirnos a los primeros críticos de la novela.
Por hoy dejamos aquí. Hasta la próxima.
Versión CEfyL
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