Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
El pensamiento es una energía que afecta en primer término al ser que lo sustenta y luego se
expande dañando o beneficiando a otros, según el nivel de lo que se piensa. De allí la
necesidad de poder educarlo, y para ello es importante saber cómo se disciplina y se controla.
Poder detenerse cada tanto en una pausa reflexiva a fin de examinar la naturaleza de los
propios pensamientos, debería constituirse en una meta u objetivo de orden espiritual. Esta
tarea sin dudas, no es fácil ni rápida, porque implica un método que propicie el
autoconocimiento, el autocontrol, al poder discernir qué se piensa, qué clase de pensamientos
ocupan la mayor parte del día: rabia, rebeldía por las luchas cotidianas, vanidades,
desconformidades no manifiestas o bien, tolerancia y comprensión de los seres y sus
situaciones de vida. Esta indagación íntima, personal y minuciosa sólo podremos realizarla con
serenidad y humildad al reconocer las propias falencias o debilidades, no para que estas nos
abrumen, sino a fin de saber qué clase de pensamientos nos dominan y cómo podemos hacer
para controlarlos. Recordemos que el pensamiento es uno de los lenguajes por los que el
espíritu se manifiesta y junto con el sentimiento, conforman una acción que fortifica o debilita
fluidicamente al ser, de acuerdo con la naturaleza de lo que se está pensando y en
consecuencia sintiendo. Es muy común que la mente divague y que esta actividad del
pensamiento sin control, esté alimentada a su vez por sentimientos vanos, intrascendentes, de
orgullo y otros estados afines. Del ser humano con conciencia de su destino de progreso
dependerá el conocimiento, dominio y superación de su nivel de pensamientos, porque sabe,
como expresara una conocida frase, que,: "Ser dueño de tus pensamientos es ser dueño de tu
conducta". De allí la importancia de la disciplina, para que pueda el individuo pensar libremente
en el bien que comprende y no ser víctima de pensamientos que no desea. Si no se tiene pleno
dominio de ellos, es imperioso que se puedan seleccionar en cierta medida, aquellas
situaciones que más alteran. Cada persona sabe qué es lo que la afecta de manera negativa,
qué ambientes propician sentimientos y pensamientos de rebeldía o desconformidad, qué
situaciones del entorno la deprimen y angustian más. No se trata de aislarse del contexto sino
más bien, de seleccionar de alguna forma los ambientes, lugares, noticias, personas que nos
debilitan emocionalmente y favorecen pensamientos que perturban. Es importante por ello,
fomentar hábitos familiares, costumbres, momentos de diálogo, de sana expansión, de
recogimiento espiritual, de intercambio emocional que contribuyan a enriquecernos
espiritualmente y a propiciar actitudes solidarias y generosas. El hombre actúa de acuerdo con
lo que su inteligencia propone y su voluntad ejerce. El pensamiento como fuerza creadora e
impulsiva es un valioso medio de expresión del espíritu y se manifestó muchas veces en forma
positiva a lo largo de la historia, a través de los grandes descubrimientos, las grandes ideas, las
trascendentes y pequeñas acciones que animaron la vida de tantos hombres y tantas mujeres.
Poder conocerlo, estudiar su naturaleza, saber si lo podemos dominar o si él nos domina,
valorarlo y apreciarlo como medio poderoso de expresión, es un desafío que se nos impone
como seres libres, inteligentes y con destino espiritual. prensa@sev.org.ar