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DISEÑO

INTELIGENTE
R E S P U E S TA S A L A S M Á S G R AV E S

OBJECIONES

AL

DISEÑO INTELIGENTE

William A. Dembski
© Publicado originalmente por InterVarsity Press como The Design
Revolution por William A. Dembski. © 2004 by William A. Dembski.
Traducido e impreso con permiso de InterVersity Press, P. O. Box 1400,
Donners Grove, I-60515, USA

© Homo Legens, S. L., 2006


Paseo de la Castellana, 36-38. 28046 Madrid
Grupo Intereconomía
info@homolegens.com

© De la traducción:
Carmen García Trevijano

ISBN: 84-935182-4-7
Depósito legal: M. 46.887-2006

Todos los derechos reservados.


Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de este libro
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento
informático y la distribución de ejemplares mediante alquiler
o préstamo público sin permiso previ y por escrito del editor.
A John y Dorothy Van Gorp,

los padres de mi esposa,

la sal de la tierra

Casi invariablemente, la gente llega a


sus creencias no sobre la base de alguna
prueba, sino sobre la base de lo que en-
cuentra atractivo.

BLAISE PASCAL, EL ARTE DE LA PERSUASIÓN


P R E S E N TA C I Ó N
Charles W. Colson

BILL DEMBSKI ES, por encima de todo, un revolucionario. Y éste es un


libro revolucionario.
Durante años —demasiados años— la evolución darwiniana, la
ortodoxia dominante en la academia, no se ha enfrentado con desafíos
signiÞcativos. Los que creían en cualquier otra teoría sobre los orígenes
biológicos eran tenidos por chißados religiosos o locos. Esa situación
está empezando a cambiar ahora.
Bill Dembski está en la vanguardia de un prometedor movimiento
de pensadores, cristianos y no cristianos, que efectivamente sostienen
que la evolución naturalista no puede dar respuestas coherentes a las
cuestiones más vitales de nuestro tiempo. En este libro ofrece Dembski
una asombrosa refutación de la idea de que los hombres vivimos en un
universo naturalista gobernado por el azar, y que el tiempo más el azar
más la materia generan vida en toda su gloriosa complejidad.
Immanuel Kant nos proporcionó unas espléndidas lentes con las que
captar el actual dilema. Kant era un teísta profundamente inßuido por
el pietismo cristiano. Como Þlósofo, formuló una radical propuesta que
trastornó la epistemología, la rama de la Þlosofía que estudia nuestro
modo de conocer lo que conocemos. Lo más sobresaliente de su propues-
ta era que había dos tipos de conocimiento: el de aquello que podía ser
determinado como hecho, es decir, el conocimiento de fenómenos, y el
de aquello que sólo era accesible a través de la fe, o sea: el conocimiento
de noúmenos. Esta distinción entre hecho y fe revolucionó y cambió el
modo en que el pensamiento occidental enfocaba la cuestión relativa a
lo que se puede y no se puede conocer.
Antes de Kant, todo el mundo estaba dispuesto a aceptar sin la menor
reserva que puesto que Dios creó el universo, toda la verdad estaba en
él y toda verdad podía ser conocida. Podíamos apoyarnos sin reservas
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en la sabiduría y la autoridad de Dios. Sin embargo, con la presión de


la Ilustración aumentando día a día, la gente fue abandonando paulati-
namente la idea de que la noción de Dios era necesaria para explicar la
creación. Y tras haber capitulado sobre este punto, se renunció también
con facilidad a la idea de que Dios era necesario para la formulación
de la ley moral o del comportamiento. Y con el paso de los años, la
distinción hecho-fe se aÞanzó tanto en la mentalidad de la gente, que los
intelectuales occidentales no encontraron apenas diÞcultad para fundar
en el naturalismo no sólo la ciencia sino también la moralidad.
Al mismo tiempo, los creyentes religiosos, atacados también por el
mismo microbio de la Ilustración, salvaguardaron su fe conÞnándola
en el ámbito de lo privado. Centrados en una piedad individualista,
los creyentes olvidaron la concepción holista del mundo de las anterio-
res generaciones. Al adoptar la distinción hecho-fe, compartimentaron
su propia fe y la aislaron del resto de su comprensión del mundo. El
resultado de todo esto ha sido un abandono total del sentido de com-
promiso cultural.
Esta «doble historia» del pensar se hizo casi inatacable y dejó el
campo libre para que los cientíÞcos naturalistas dominaran el pensa-
miento occidental —cientíÞcos que ofrecían una explicación naturalista
del universo biofísico sin referencia alguna a un creador o diseñador.
Había religión por una parte y ciencia por otra. Y ninguna de ellas se
entendió con la otra.
Aunque ésta era —y sigue siendo— una falsa dicotomía, ha conti-
nuado dominando el pensamiento occidental incluso después de que
las explicaciones naturalistas de la creación de la vida comenzaran a
fracasar. En las escuelas públicas norteamericanas actuales está Þrme-
mente arraigada la idea de que la ciencia ofrece una explicación del
mundo totalmente naturalista y que la fe es meramente una cuestión de
religión (o peor aún, una cuestión de «valores») que debe permanecer
alejada del aula.
El movimiento del diseño inteligente, del cual Dembski es parte clave,
está planteando un evidente desafío a ese modo de pensar. Ha atacado
la evolución naturalista presentando argumentos lúcidos y evidencias
claras de diseño.
Cuanto más aprendemos acerca del mundo en que vivimos, más
impresionados deberíamos mostrarnos ante lo que ha sido llamado el
«principio antrópico». Como he escrito en otro lugar, el principio antró-
pico establece que, en nuestro propio universo, todas esas características
Presentación 13

del mundo físico al parecer arbitrarias y no relacionadas —la distancia


de la tierra al sol, las propiedades físicas de la tierra, la estructura de un
átomo— tienen una cosa en común: ser precisamente lo que se necesita
para que el mundo pueda albergar la vida. El entero universo biofísico
parece haber sido pensado y diseñado —inteligentemente diseñado.
Muchos cientíÞcos siguen manteniendo el modo de pensar de la
doble-historia y preferirían más bien no considerar la posibilidad de un
diseñador clarividente. En lugar de ello, optan por continuar adheridos
a ese naturalismo que aÞrma un universo que se genera y explica a
sí mismo en el cual todas las cosas proceden del azar y la necesidad,
incluyendo la vida humana.
Dembski y pensadores tales como Phillip Johnson, Michael Behe y
Jonathan Wells han forzado a los cientíÞcos a tomar en serio al diseño
y a un diseñador. Su argumentación no se apoya en la Biblia o en la
religión, sino en la evidencia cientíÞca. En lugar de evolución natura-
lista, ellos proponen una teoría bien desarrollada del diseño inteligente.
Puesto que estamos ante un caso de teoría cientíÞca frente a otra teoría
cientíÞca, los pensadores seculares no encuentran ahora razones para
menospreciar simplemente al diseño como una idea religiosa.
Dembski es un brillante pensador pionero que está causando un
tremendo impacto. Sus ideas no sólo están sacudiendo los círculos
intelectuales, sino que se van Þltrando en la conciencia popular. Como
resultado, Dembski forma parte de un movimiento para volver a capturar
el espíritu de nuestra cultura y reimplantar en las escuelas el equilibrio
intelectual. Ésta será una de las mejores y más esperanzadoras cosas que
le puedan suceder al mundo cristiano durante generaciones.
En Diseño inteligente, Dembski cubrió un amplio abanico de tópicos
respondiendo a las objeciones que se planteaban al diseño inteligente.
Puede decirse que durante sus años de escritor, de docencia y de debate
sobre el diseño inteligente ha escuchado todas las objeciones posibles.
En este libro las vuelve a considerar por separado para responder al
lector confuso, al escéptico y al hostil. Sus argumentos no sólo refuerzan
la conÞanza de los que ya estamos convencidos del diseño inteligente,
sino que sirven como catalizador del pensamiento para los escépticos
escrupulosos.
Albert Einstein dijo una vez, «En cualquier caso, yo estoy convencido
de que Dios no juega a los dados». Ciertamente no lo hace. Dios creó
cuidadosamente un mundo al que protege con su providencia. En este
libro, Dembski ha hecho aún más clara esta verdad.

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