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tog eo | Surdadcud Caco Se 4996. Creo. Corbr de zebaces pu stad de stnos “Partlow oto lay Cars u Movilidad Caravanica en el rea centro sur andina: Reflexiones y expectativas Lautaro Niifiez Atencio Instituto de Investigaciones Arqueolégicas y Museo Universidad Catélica del Norte San Pedro de Atacama-Chile En uno de los primeros manuscritos que guardamos sobre trafico pre- historico andino escrito en 1974, sefialabamos que era necesario intentar: “un esquema de reconstruccién dindmico, capaz de reproducir las complejas si- tuaciones de movilidad humana, més alld del estatico criterio arqueocentrista. Hombres que neutralizan espacios. Hombres que perciben la residencia a través del desplazamiento, Hombres andinos en movimiento para subsistir y exceder, que se especializan en el trafico con recuas de llamas y transforman la ecologia. Aparejan lo de arriba con lo de abajo (...) Contactan el altiplano con el Pacifico. La puna con los valles serranos, gentes con gentes” (Niiflez, 1974). En un estudio posterior (1976) las evidencias circunscritas a variables del arte rupestre, rutas y movimiento de bienes del norte de Chile, llamaron la atencién sobre el cémo se expandié entre montafias, valles y costa vecinas, bajo una regién arida dominante, un trafico de productos diferenciados de data preincaica. Las vinculaciones caravanicas entre excedentes, asenta- mientos, rulas, especializaciGn en trafico de corta y larga distancia, crecimiento demogréfico y sefiorios prestigiosos se comienzan a detectar més nitidamente, cerca de veinte afios después de las primeras propuestas. Lauraro Nonez A. En un ensayo mas reciente (Niifiez y Dillehay 1979) hemos detallado con mayores variables las relaciones de trafico entre tierras altas y bajas, configurando un corpus de sugerencias que otros autores han desarrollado aun con mayores expectativas (verbigracia: Taller de Tilcara, Argentina). En general, nuestras hip6tesis no han intentado segregar de la historia andina los episodios de interaccién socioeconémica como una “esfera”, un “eubsistema”, o un “modelo” de analisis. Simplemente hemos deseado ver més de cerca las redes de trafico de complementaciGn insertas en el proceso histérico andino del centro-sur. Visto asi el trafico de bienes, como un com- ponente de la historia de los pueblos andinos, s6lo hemos detectado aquellos episodios regionales, que configuran segmentos de un “mundo de interacciones”, parcialmente conocido. Como conocemos los datos arqueo- logicos en un territorio de los Andes, podemos establecer diferencias y se- mejanzas regionales con mayor confiabilidad, pero no nos sentimos autori- zados para extrapolar nuestras observaciones. En este sentido el principio giratorio de interaccién que a continuacién se explicitard es una nocién re- cobrada y tal vez cargada del espfritu andino a raiz de mi vision regional “afectada” por los viajes caravdnicos del pasado y presente. Seria esta una desviacién a lo més emocional. Sin embargo, la unidad de la sociedad andina a partir de su diversidad, y su notable capacidad para procesar internamente bienes y valores de los pisos de costa, valles, altiplano y oriente, tiende a documentarse mejor con nuevas técticas arqueolégicas actualmente en curso orientadas a explicitar la naturaleza de estas conexiones. El flujo de trafico centro-sur proporcioné mayor coherencia e identidad intémma a la sociedad andina, adhiriendo distintos componentes socioculturales, econdmicos ¢ ideolégicos, no advirtiéndose situaciones dicotémicas entre asentamientos fijos y moviles, entre aldeas altas y bajas, entre pisos ecolégicos. En reversa, notamos una orientacin integradora que se incrementa a lo largo de distintas modalidades a través de la secuencia prehistorica, no como me- canismos rigidos de dominio. Se trata mas bien de actos motu proprio de complementariedad de recursos compatibles con los permanentes ideales andinos de gitar entre distintos v distantes ejes de Ja red de interaccidn caravanera, configurando episodios voluntarios que merecen un tratamiento arqueologico mas adecuado, sobre el cual han surgido andlisis estimulantes a partir de esta vision (Lynch 1981) y de varios jévenes investigadores de Peri, Argentina y Chile, vinculando patrones de tréfico caravanero con arte rupestre y asentamientos especificos. El proceso de complementariedad de recursos entre las tierras altas y la vertiente occidental, a lo largo de la secuencia de episodios en el area centro-surandina, se levé a cabo de diversas maneras: apropiacién trashuméntica de recursos, emigracién, factoria, trueque, colonias y territorios émucos con recursos integrados en el sentido de Harris (1983). & MOVILIDAD CARAVANICA En este proceso hemos detectado una constante, esto ¢s el desplaza- _--==miente-de-grupos-que-giran-a obtencién de bienes complementarios. En este contexto el rol del movimiento giratorio caravanico fue relevante, a través de asentamientos-ejes desde las terras altas a los valles intermedios y costefios. El factor clave es que la direccién y distancia del movimiento desde estos ejes fijos depende de la compulsién o restriccién del mantenimiento de caravanas, de los espacios unsulares vacantes y de la disposicién de productos trasladados a través del paisaje natural y social. Para que cl movimiento giratorio entre poblaciones complejas pueda mantener su medio rotante en equilibrio, éste debe ser balanceado por los 2p fijos o asentamientos relativamente homogéneos en términos de “captura de trafico” (trueque), incluyendo por cierto la delimitacin de recursos dis- ponibles para su explotacién directa (colonias) y sus combinaciones posibles al margen de transacciones comerciales ortodoxas. Los asentamientos sedentarios vinculados al acceso de grupos caravaneros pueden responder de distintas maneras: a) proporcionar suelos ‘© recursos locales, b) abastecer a los grupos caravaneros y recibir productos foraneos, estableciéndose redes locales de redistribucién, c) fortalecer vinculos de mutuo beneficio para la continuacién del movimiento a través de su espacio étnico con contactos de larga distancia. Dadas estas condiciones, los asentamientos-ejes semi-sedentarios y se- dentarios son polos de estabilidad, los cuales definen sus puntos terminales y_ la direccién del movimiento giratorio carav4nico. Esto implica un mesurado desarrollo de alias jerarquias sociopoliticas entre estos asentamientos-ejes. Sin embargo, este puede diferir en tamaiio y complejidad de acuerdo a la capacidad de transporte de las caravanas, de las diferentes densidades de poblacién en cada eje, de los niveles de armonfa y escala de los beneficios mutuos, El conjunto de ecosistemas diferenciados de los Andes centro-sur es- timularon miltiples circuitos de movimientos giratorios con fuerzas inter- nas que generaron otros desplazamientos a través de la extensién gradual de rutas que trasladaban bienes e ideologias. De esta manera cada conexi6n que contactaba dos 0 mas asentamicntos era sélo un segmento de un conjunto de conexiones que integraban a su vez a diversos grupos culturales y étnicos, ‘con ms menos complejidad aldeana. Cada asentamiento incorporado, sea cual sea su localizacién es un eje con su propio movimiento productivo interno que entra en contacto con un sistema mayor hacia donde vierte sus excedentes y se conecta con el universo total, absorbiendo técnicas, alimentos, ideologias, etc., sin constituir en si mismo un centro autarquico de plena autosuficiencia. ‘Asi, diversas etnias con producciones y culturas diferentes conectaban sus excedentes y valores a través de movimientos de interaccién social, cultural, econémica y liturgica. Esta movilidad integré a diversas poblacio- nes dispersas en los Andes del centro-sur, pero a su vez rechaz6 el modelo 5

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