Sie sind auf Seite 1von 2

San Isaac de Siria (s.

VII) monje de Ninive (Irak)


Discurso, primera serie 71-74

“Que me siga.” Mc, 8,34)

El Señor entregó a su propio Hijo a la muerte en cruz a causa del


ardiente amor por la creación...No porque no hubiera podido rescatarla
de otro modo, sino porque ha querido manifestar así su amor
desbordante, como una enseñanza para nosotros. Por la muerte de su
Hijo único nos ha reconciliado consigo. Sí, si hubiera tenido algo más
precioso, nos lo habría entregado para que volviéramos enteramente a
él.

A causa de su gran amor hacia nosotros, no quiso violentar


nuestra libertad, aunque hubiera podido hacerlo. Antes bien prefirió que
nosotros nos acercáramos a él por amor.

A causa de su amor por nosotros y por la obediencia a su Padre,


Cristo aceptó gozosamente los insultos y la aflicción... De la misma
manera, cuando los santos llegan a su plenitud, desbordando de amor
por los demás y por la compasión hacia todos los hombres, se parecen a
Dios.

San Isaac de Siria (hacia 600) monje a Ninive y Mossoul, actual Irak
Discursos, serie 2ª, 38,5; 39,3

“...hace salir el sol sobre buenos y malos...” (Mt 5,45)

No hay cambios ni intenciones anteriores y posteriores en el


Creador. No hay odio ni resentimiento en su naturaleza, ni sitio más
grande o más pequeño en su amor, ni antes ni después en su
conocimiento. Sabiendo que la creación comenzó a existir como
consecuencia de la bondad y del amor del Creador, sabemos también
que este primero motivo no disminuye ni cambianada en el Creador, a la
vista del curso desordenado que tomó su creación.

Sería odioso y blasfema pretender que el odio y el resentimiento


puedan existir en Dios... ni contra los mismos demonios... o imaginarse
alguna debilidad o pasión en Dios (¿).... Al contrario, Dios actúa siempre
para con nosotros por caminos que sabe que son positivos para
nosotros, tanto si fueran causa de sufrimiento como de alivio, de alegría
o de tristeza, insignificantes o gloriosos. Todo está orientado hacia los
mismos bienes eternos.

San Isaac de Siria (hacia 600) monje de Nínive, actual Irak


Capítulo sobre el conocimiento, IV, 77-78

“La Palabra era la luz verdadera, que con su venida al mundo


ilumina a todo hombre.” (Jn 1,9)

El hombre enardecido por la llama de la verdad, aun no ha conocido


la verdad en su esencia. Cuando la haya aprendido realmente ya no se
enardecerá a causa de ella. El don de Dios y el conocimiento que
confiere el don no son nunca motivo para turbarse o para levantar la
voz, porque el lugar donde habita el Espíritu con amor y humildad es un
lugar donde reina la paz...
Si el ardor de celo hubiera sido necesario para enderezar los
caminos del hombre ¿por qué Dios se habría revestido de un cuerpo y
habría utilizado la dulzura y la humildad para convertir al mundo a su
Padre. ¿Y por qué habría abierto sus brazos en la cruz por los pecadores,
librando su cuerpo santísimo al sufrimiento a favor del mundo? Yo
afirmo que Dios lo hizo por una sola razón: dar a conocer al mundo su
amor, para que nuestra capacidad de amar, aumentada por esta
constatación, se haga cautiva del amor de Dios. Así, el extraordinario
poder del reino de los cielos que consiste en el amor, ha encontrado una
ocasión de expresarse en la muerte de su Hijo...para que el mundo se
dé cuenta del amor de Dios por su creación. Si este gesto admirable
hubiese tenido por fin únicamente el perdón de nuestros pecados, habría
bastado otro medio para realizarlo. ¿Quién lo habría rechazado si se
hubiese realizado por medio de una muerte corriente? Pero Dios no
quiso una muerte cualquiera para que tú comprendieras que hay aquí un
misterio...

¿Por qué hacían falta los insultos y salivazos?... ¡Oh sabiduría


vivificante! Te has dado cuenta ahora y has comprendido cuál era la
razón de la venida del Nuestro Señor y de todo lo que le siguió, antes
que él mismo nos lo explicara por su propia boca. En efecto, está escrito
que “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único.” (Jn 3,16)

Das könnte Ihnen auch gefallen