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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

DACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS


DEPARTAMENTO DE HISTORIA
HISTORIA MEDIEVAL Cátedra B
PROFESDOR: Dr. Horacio BOTALLA

HISTORIA MEDIEVAL
Selección de fuentes

UNIDAD 1:
Entre Antigüdad y Edad Media

LACTANCIO, Sobre la muerte de los perseguidores. Introducción, traducción y


notas de Ramón Teja. Madrid, 1982.

Semblanza de Diocleciano
VII Diocleciano que fue un inventor de crímenes y un maquinador de maldades, al
tiempo que arruinaba todas las demás cosas, tampoco pudo abstenerse de
levantar sus manos contra Dios. Con su avaricia y su timidez alteró la faz de la
tierra. En efecto, dividiendo la tierra en cuatro partes hizo a otros tres emperadores
partícipes de su poder. Paralelamente multiplicó el ejército, pues cada cual
contendía por disponer de un ejército mayor que el que cada uno de los
emperadores anteriores había tenido cuando uno solo estaba al frente de todo el
Estado. Se llegó al extremo de que era mayor el número de los que vivían de los
impuestos que el de los contribuyentes, hasta el punto de que, al ser consumidos
por la enormidad de las contribuciones [indictiones] los recursos de los colonos,
las tierras quedaban abandonadas y los campos cultivados se transformaban en
selvas.
Para colmo, a fin de que el terror llegase a todas partes, las provincias
fueron subdivididas hasta el infinito. En consecuencia, numerosos gobernadores
[praesides] y negociados oprimían a cada una de las regiones, incluso casi a cada
una de las ciudades. Igualmente eran numerosos los funcionarios del fisco,
magistrados y vicarios de los prefectos del Pretorio cuya actividad en orden civil
era escasa, pero intensa, por el contrario, a la hora de dictar multas y
proscripciones. Las exacciones [exactiones] de todo tipo eran, no diré ya
frecuentes, sino constantes y los atropellos para llevarlas a cabo insoportables.
Igualmente intolerable era lo referente a la prestación de soldados. Llevado de su
insaciable avaricia, no quería que jamás disminuyese el tesoro, sino que exigía
constantemente impuestos y donaciones extraordinarias [extraordinarias opes ac
largitiones], a fin de mantener íntegras e intactas las reservas. Asimismo, tras
haber provocado una enorme carestía con diversas maldades, intentó fijar por ley
los precios de los productos del mercado. En consecuencia, se derramó mucha
sangre por causa de productos despreciables y de escaso valor, el miedo hizo
desaparecer los productos del mercado y la carestía aumento mucho más, por lo
que la ley, por la fuerza misma de los hechos, terminó por caer en desuso, pero no
sin haber provocado previamente la perdición de muchos.
A esto se añadía su insaciable pasión por las construcciones, por lo que no
fue menor la explotación de las provincias mediante la requisa de obreros,
artesanos y medios de transporte de todo tipo; de todo, en fin, lo que es necesario
para las edificaciones. Aquí surgían basílicas; allí, circos; en este lugar una fábrica
de moneda; en el otro , de armas; aquí, un palacio para la esposa; allí, otro para la
hija. De pronto una gran parte de la ciudad es destruida. Todos se veían obligados
a emigrar con mujeres e hijos, como si la ciudad hubiese sido tomada por el
enemigo. Y cuando las nuevas edificaciones estaban ya terminadas a costa de la
ruina de las provincias: “esto -decía- no ha sido construido correctamente, que se
haga de otro modo”. Era necesario derruirlo todo y transformarlo, quizá para ser
destruido de nuevo. Y es que su demencia le llevaba a desear igualar Nicomedia
con la ciudad de Roma.
Paso por alto el hecho de que muchos pereciesen por la sola culpa de
poseer tierras o riquezas. Esto se convirtió en algo habitual y, por lo tanto, casi
ilegal, por la costumbre impuesta por los malvados. Pero hubo algo en lo que se
distinguió: dondequiera que veía un campo mejor cultivado o un edificio más bello
de lo habitual, tenía ya preparada para su dueño una acusación falsa y la pena de
muerte, como si no pudiese apoderarse de lo que no le pertenecía sin derramar
sangre

Política fiscal de Galerio


XXIII Pero que en verdad provocó una auténtica catástrofe pública y un duelo
general fue el censo que se impuso a todas las provincias y ciudades. Se enviaron
a todas partes inspectores [censitores] que todo lo removían provocando una
especie de estado de guerra y de cautividad insufribles. Los campos eran medidos
terrón a terrón, las vides y los árboles contados uno a uno, se registraban los
animales de todo tipo, se anotaba el número de las personas; se reunía en las
ciudades a toda la población rústica y urbana, las plazas todas rebosaban de
familias amontonadas como rebaños, cada uno acudía con sus hijos y sus
esclavos. Resonaban los látigos y demás instrumentos de tortura. Los hijos eran
colgados para que testificasen contra los padres, los esclavos más fieles eran
torturados para hacerlo contra sus dueños y las esposas contra los maridos. Si
todo esto no daba resultado, eran torturados para que testificasen contra sí y,
cuando cedían al dolor, se les incluían en el registro los bienes que no poseían. No
había exención ni para la edad, ni para la salud. Se incluía a los enfermos e
incapacitados, se calculaba la edad de cada uno, a los niños se le añadían años y
a los viejos se les quitaban. El llanto y la tristeza se advertían por doquier. Osó
hacer en contra de los propios romanos y los que a ellos se encontraban
sometidos, lo que antes, en virtud del derecho de guerra, habían hecho nuestros
mayores con los pueblos sometidos. Y ello, por la única razón de que sus
antepasados habían sido sometidos al censo que Trajano, tras su victoria, impuso
a los dacios como castigo por sus continuas revueltas.
El resultado de estas medidas fue que había que pagar por la propia vida.
Sin embargo, no se tenía confianza en los propios inspectores, por lo que, tras
unos, se enviaban otros en la esperanza de que localizasen nuevos recursos
imponibles; y para que no diese la impresión de que su misión había resultado

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vana, duplicaban sistemáticamente las tasas a su libre antojo, aunque no
encontrasen nada nuevo.
Entretanto disminuía el número de animales y los hombres morían, mas no
se dejaba de pagar impuestos por los muertos: ni vivir ni morir gratis era posible
ya. Quedaban sólo los mendigos de los que nada se podía reclamar: la indigencia
y la desgracia los protegía de cualquier atropello.

El Imperio romano y la fiscalidad


Código de Teodosio IX, 42, 7

TEXTO LATINO TEXTO CASTELLANO


CTh.9.42.7 Código de Teodosio IX, 42, 7.
5 de mayo de 369
Idem aa. et gratianus a. ad probum Los mismos augustos [Valentiniano y
praefectum praetorio. Valente] y Graciano, augusto a Probo,
prefecto del pretorio.
si qui intra provinciam pro qualitate Si en alguna provincia alguien se viese
delicti stilum proscriptionis incurrerit, per sancionado con la pena de proscripción
ordinarii officii sollicitudinem bonorum por la índole de su delito, que las
eius indago diligentissime celebretur, ne oficinas ordinarias realicen de inmediato
quid rei privatae commodis per gratiam una encuesta de sus bienes, para que,
atque colludium furto subducatur. et mediante eI favor o la compIicidad, no
plena descriptio comprehendat, quod se sustraiga nada furtivamente a los
spatium et quod sit ruris ingenium, quid intereses del dominio privado. Y la
aut cultum sit aut colatur, quid in vineis desoripción completa [de estos bienes]
olivis aratoriis pascuis silvis fuerit ha de comprender: que extensión tiene
inventum, quae etiam gratia et quae Ia explotación rural y cuál es su
amoenitas sit locorum, quis aedificiis ac naturaleza, qué se ha cultivado o se
possessionibus ornatus, quotve cultiva, las viñas,,oIivares, labranzas,
mancipia in praediis occupatis vel pastos [y] bosques que haya, y también
urbana vel rustica vel quarum artium el atractivo y adorno de los lugares, los
generibus inbuta teneantur, quot sint ornamentos [que] tienen edificios y las
casarii vel coloni, quot boum exercitiis posesiones, el número de esclavos
terrarum atque vomeribus inservientium, [mancipia] urbanos y los rústicos
quot pecorum et armentorum greges et ocupados en Ios dominios, a qué clase
in qua diversitate numerati sint, quantum de actividad se hallan abocados y
auri et argenti, vestium ac monilium vel cuántos son los que están instalados y
in specie vel in pondere et in quibus Ios coIonos [casarii vel coloni]; el
speciebus quidve in enthecis sit número de bueyes y arados afectaos a
repertum. tum demum omnia ea, quae las tareas de los campos, el de
velle nos perspicis, inquisitione manadas de ganado grande y pequeño
constricta rationalis rei privatae tradantur y cuántas cabezas hay de cada especie;
officio nostro nectenda patrimonio. mox la cantidad de oro y plata, vestmentas y
vero ad nos sub litteris publicis iudicis aIhajas [apreciadas] en especie o en
singillatim de omnibus nominatimque peso, y [precisando] las especies y
perferatur, procul dubio neglegentia cuanto se halle en Ios graneros. Cuando

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multanda. nam si quid post factam a se haya cumplido todo esto se ha de
praedicto officio investigationem remitir cuanto te perezca que nos
rationalis rei privatae, cui inquisitio correspond, con un resumen de la
secunda mandata est, amplius fortassis encuesta, a las oficinas del encargado
invenerit, officium fraudulentum ea de cuentas del dominio privado
condemnatione ferietur, ut aliud tantum, [inquisitione constricta rationalis rei
quantum fuerat subtractum, ex propriis privatae tradantur officio nostro
facultatibus inferat. dat. iii non. mai. nectenda patrimonio], a fin de agregarlo
treviris valentiniano nb. p. et victore a nuestro patrimonio. Y que nos
conss. [369 mai. 5]. comuniquen sin demora por medio de
cartas oficiales del juez todas las cosas,
individual y nominalmente, multándose
de modo inexorable cualquier
negligencia. En efecto, si despu´s de la
investigación cumplida por las
antedichas oficinas deI encargado de
cuentas del dominio privado, a quien es
enviada esta segunda encuesta, se
advirtiese que hubiere algo más, las
oficinas culpables de fraude sufrirán la
siguiente condena: habrán de entregar
de sus bienes personales, tanto como
haya sido ocultado. Dado el 3 de las
nonas de mayo, en Tréveris, bajo el
Consulado de VaIentiniano, nobilissimus
puer, y de Victor.

UNIDAD 2.
Las migraciones bárbaras y los reinos romano.germáqnicos

OROSIO, Historiarum adevrsus paganos libri septem [VII, 43], en: Migne,
Patrología Latina, t. XXXI, col. 1172-1173. Trad. del latín por Héctor Herrera C. y
José Marín R.

Año 1168 de la fundación de la Urbe... Al frente de los pueblos de los godos


[Gothorum populis] se encontraba entonces el rey Ataúlfo, quien, tras la irrupción
en la Urbe [irruptionem Urbis] y la muerte de Alarico, habiendo tomado como mujer
a Placidia, cautiva, como ya dije, hermana del emperador, sucedió a Alarico en el
reino [Alarico in regnum successerat]. Este, como a menudo se ha oído, y como
además con su fin probó, como celoso partidario de la paz, prefirió militar fielmente
junto al emperador Honorio, y en favor de la defensa de la república romana [pro
defendenda romana respublica] emplear el vigor de los godos. En efecto, yo
también, precisamente, oí a un cierto hombre, Narbonense, ilustre bajo las milicias
de Teodosio, religioso además, prudente y serio, relatar al bienaventurado
presbítero Jerónimo, en Belén, ciudad de Palestina, que, habiendo sido íntimo

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amigo de Ataúlfo en Narbona, cuando éste se encontraba con ánimo, vigor y buen
carácter, le gustaba referir algo: que en un primer momento había deseado
ardientemente borrar el nombre romano [Romano nomine], a fin de que al suelo
romano del todo hiciera y llamara imperio de los godos [Gothorum imperium]; y,
hablando vulgarmente, que fuese Gotia lo que Romania había sido [essetque, ut
vulgariter loquar, Gothia, quod Romania fuisset]; y fuese ahora Ataúlfo lo que
antaño César Augusto. Pero, como la experiencia ha probado suficientemente,
puesto que los godos no pueden de ningún modo someterse a las leyes a causa
de su desenfrenada barbarie [effrenatam barbariem], ni es conveniente excluir de
la república las leyes, sin las cuales la república no es república, eligió para sí, al
menos, buscar su gloria en restituir íntegramente el nombre romano, y
acrecentarlo con la fuerza de los godos, y ser considerado ante la posteridad
como el autor de la restitución romana, después de no haber podido ser su
sustituto. Por ésto se abstenía de la guerra, por ésto la paz era el brillante objeto
de sus ansias, siendo influido en todas sus obras de buen gobierno por los
consejos moderados, sobre todo los de su mujer, Placidia, de agudo ingenio
ciertamente, y suficientemente proba por su religiosidad. Y mientras insistía
celosísimamente en alcanzar y ofrecer esta paz, en Barcelona, ciudad de
Hispania, traicionado por los suyos, según dicen [dolo suorum, ut fertur], es
asesinado.

Saqueo de Roma según Paulo Orosio


PAULO OROSIO, Historiarum Adversus Paganos Libri Septem, VII, 38 y VII, 39,
Trad. de E. Sánchez S., Madrid, 1982, vol. 2, pp. 267-270.

Finalmente, tras acumularse tantas blasfemias sin que hubiera ningún


arrepentimiento, cae sobre Roma el clamoroso castigo que ya pendía sobre ella
desde hacía tiempo.
Se presenta Alarico, asedia, aterroriza e invade la temblorosa Roma, aunque
había dado de antemano la orden, en primer lugar de que dejasen sin hacer daño
y sin molestar a todos aquellos que se hubiesen refugiado en lugares sagrados y
sobre todo en las basílicas de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y, en segundo
lugar, de que, en la medida que pudiesen, se abstuvieran de derramar sangre,
entregándose sólo al botín. Y para que quedase más claro que aquella invasión a
la ciudad se debía más a la indignación de Dios que a la fuerza de los enemigos,
sucedió incluso que el obispo de la ciudad de Roma, el bienaventurado Inocencio,
cual justo Loth sacado de Sodoma, se encontraba en Ravenna por la oculta
Providencia de Dios; de esta forma no vio la caída del pueblo pecador. En el
recorrido que los bárbaros hicieron por la ciudad, un godo, que era de los
poderosos y de religión cristiana, encontró casualmente en una casa de religión a
una virgen consagrada a Dios, de edad ya avanzada; y, cuando él le pidió de una
forma educada el oro y la plata, ella, con la seguridad que le daba su fe, respondió
que tenía mucho, prometió que se lo mostraría y lo sacó todo a su presencia; y
cuando se dio cuenta de que el bárbaro, a vista de todas aquellas riquezas, quedó
atónito por su cantidad, su peso y su hermosura - a pesar de que desconocía
incluso la calidad de los vasos-, la virgen de Cristo le dijo: "Estos son los vasos

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sagrados del apóstol Pedro; cógelos, si tienes el suficiente valor; si lo haces, tú
tendrás que responder; yo, dado que no puedo defenderlo, no me atrevo a
mantenerlo". El bárbaro, empujado al respeto a la religión ya por temor a Dios, ya
por la fe de la virgen, mandó un mensajero a Alarico para informarle de estos
hechos; Alarico dio órdenes de que los vasos sagrados fueran llevados tal como
estaban a la basílica del apóstol y que, bajo la misma escolta, fuese también la
virgen y todos aquellos cristianos que quisieran unirse. [...] La piadosa procesión
es cortejada en todo su recorrido por una escolta con las espadas desenvainadas;
romanos y bárbaros, unidos en un solo coro, cantan públicamente un himno a
Dios; el sonido de la trompeta de salvación suena a lo largo y ancho en medio del
saqueo de la ciudad, e incita y anima a todos, incluso a los escondidos en lugares
ocultos. [...] Fue un profundo misterio este del transporte de vasos, del canto de
himnos y de la conducción del pueblo; fue algo así, pienso, como un gran tamiz,
por el cual, de toda la masa del pueblo romano, como si de un gran montón de
trigo se tratase, pasaron por todos los agujeros, saliendo de los escondidos
rincones de todo el círculo de la ciudad, los granos vivos, conducidos ya por la
ocasión, ya por la verdad; sin embargo fueron aceptados todos aquellos granos
del previsor granero del Señor que creyeron poder salvar su vida presente, pero
los restantes, como si se tratase de estiércol o paja, juzgados ya de antemano por
su falta de fe y su desobediencia, quedaron allí para ser exterminados y
quemados. ¿Quién podría ponderar suficientemente estos hechos, por muchas
maravillas que dijese? ¿Quién podría proclamarlos con dignas alabanzas?
Al tercer día de haber entrado en la ciudad los bárbaros se marcharon
espontáneamente, no sin provocar el incendio de unos cuantos edificios, pero no
incendio tan grande como el que en el año 700 de la fundación de la ciudad había
provocado el azar. Y, si recordamos el fuego provocado para espectáculo de
Nerón, que era emperador suyo, de Roma, sin duda alguna no se podrá igualar
con ningún tipo de comparación este fuego que ha provocado ahora la ira del
vencedor con aquel que provocó la lascivia de un príncipe. Ni tampoco debo
recordar ahora en esta relación a los galos, los cuales se apoderaron rápidamente,
en el espacio casi de un año, de las trilladas cenizas de una Roma incendiada y
destruida. Y para que nadie dude que los enemigos tuvieron permiso para
proporcionar ese correctivo a esta soberbia, lasciva y blasfema ciudad, los lugares
más ilustres de la ciudad que no habían sido quemados por los enemigos, fueron
destruidos por rayos en esta misma época.

Presencia goda en España en el siglo v


Inscripción del puente romano de Mérida del año 483, en J. Vives, 1969, núm.
363, en: Textos y documentos de historia Antigua, Media y Moderna hasta el siglo
XVII, vol. XI de la Historia de España dirigida por M. Tuñón de Lara, Labor, 1984,
Barcelona, p. 169.

Había disuelto las antiguas estructuras su vejez ruinosa,


desprendida y por su decrepitud rota pendía la fábrica.
Había perdido su utilidad la vía tendida a lo ancho de la corriente.
Y la ruina del puente negaba un camino expedito.

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Ahora en tiempos del poderoso Eurico, rey de los getas,
en las tierras, a él entregadas por aquél, ordenó iniciar los cultivos,
se esforzó magnánimo en desplegar con obras su nombre,
y a las inscripciones de los antiguos añadió la suya, Salla.
Pues, tras que hubo renovado la ciudad en sus eximias murallas,
esta mayor maravilla no desistió de ejecutar.
Construyó arcadas, las fundamentó profundamente en las aguas
y, emulando la admirable fábrica del fundador, la superó.
Y a crear tan gran protección de la patria
el amor del sumo sacerdote Zenón también le persuadió.
La ciudad Augusta habrá de permanecer feliz durante largos siglos
renovada por el empeño de un general en jefe y un pontífice.
Era DXXI.

Codex Euriciani [c. 476]. Fragmentos


Si alguien, en cambio, mientras ara, o bien, planta una viña, el hito, sin intención,
por casualidad, mueve, estando los vecinos presentes, restitúyalo y no sufra
ningún daño.[1]
277. Las parcelas gothicas y la tercia de los romanos [sortes gothicas et tertiam
Romanorum] que no fueron revocadas en un plazo de cincuenta años, no puedan
ser en modo alguno reclamadas.
. De la división de tierras hecha entre un godo y un romano. La división hecha
entre un godo y un romano con referencia a la partición de las tierras de labor o de
los bosques por ninguna razón sea alterada, si es que se prueba que la división
tuvo lugar, de modo que ya de las dos partes del godo el romano nada usurpe
para sí o reclame, ya de la tercia del romano el godo nada se atreva a usurpar o
reclamar para sí, a no ser lo que pudiera ser donado por nuestra generosidad.
Pero lo que por los antepasados o por los vecinos se dividió, la posteridad no se
atreva a cambiar.[2]
310. Si alguien dio armas a un bucellario, o le donó alguna cosa, si persevera en
el servicio [obsequio] de su patrono, lo que le fue dado permanezca en su poder.
Pero si eligió otro patrono, tenga facultad para encomendarse [commendare] a
quien quisiere, pues no se puede prohibir a un hombre libre [ingenuus] el hacerlo,
porque está en su derecho, pero devuelva todo al patrono que abandona.
Obsérvese la misma norma respecto a los hijos del patrono o del bucellario: que si
estos quieren servir a aquellos, posean lo donado, mas si decidieron dejar a los
hijos o nietos del patrono, devuelvan todo lo que el patrono donó a sus padres. Y
si el bucellario adquirió alguna cosa estando en el servicio del patrono, quede la
mitad de todo ello en poder del patrono o de sus hijos y obtenga la otra mitad del
bucellario que lo adquirió.[3]

[1] Zeumer, Rest., p. 3, en: D'Ors, A., El Código de Eurico, Estudios Visigóticos II, 1960, Roma-
Madrid, p. 194, n. 614. Trad. del latín de Héctor Herrera Cajas.
[2] Liber Iudicum, X, 1, 8, en: Textos y Documentos de Historia Antigua, Medieval y Moderna hasta
el siglo XVII, vol. XI de la Historia de España de M. Tuñón de Lara, Labor, 1984, Barcelona, p. 169.

7
[3] Monumenta Germaniae Historica. Leges Wisigothorum, Edidit K. Zeumer, 1902, p. 18; v. tb.
D'Ors, A., El Código de Eurico, Estudios Visigóticos II, 1960, Roma-Madrid, p. 32. Trad. del latín por
Héctor Herrera C.

La batalla de Maldon [siglo X]. Fragmentos


Tomado de: Beowulf y otros poemas anglosajones. Siglos VII-X. Edición de Luis y
Jesús Lerate. Madrid, 1986.

Danegeld y bienes muebles


A la orilla entonces salió el mensajero
-recio gritó- de la hueste vikinga;
con altivas palabras él su mensaje
erguido en la playa ante el eorl expuso:
‘Bravos marinos a ti me envían.
Mandan te diga que presto un tributo
habrás de entregar, y que más os conviene
evitar con un pago el fragor de las lanzas
que no que entablemos feroz combate.
Muertes no habrá si el oro os alcanza;...

Fidelidad. Linaje. Fama


[El eorl Býrhtnod acaba de morir en el combate]
Lo uno o lo otro todos querían:
o morir o vengar a su jefe amado.
El hijo de Elfric, guerrero muchacho,
así los urgió; de esta manera
Elwin les dijo hablando animoso:
‘Recordad lo que siempre en las fiestas dijimos,
cuando mientras bebían, en la sala guerreros,
hazañas juramos en duras batallas.
¡Pruébelo ahora quien bravo sea!
Ante todos yo quiero decir mi estirpe,
de la gente de Mercia mi alto linaje.
Elhelm fue de mi abuelo el nombre,
un sabio señor en el mundo honrado.
Nunca de mí los nobles dirán
que yo de esta tropa marcharme quise,
volver a mi tierra, después que mi príncipe
en tierra cayó. Yo soy quien más peno:
mi pariente él era además de señor’.

La batalla de Maldon [siglo X]. Fragmentos


Tomado de: Crónica Anglosajona. Traducción: Horacio Botalla

A.D. 991. Este año Ipswich fue saqueado; y poco después el Alderman Britnoth
fue muerto en Maidon. En este mismo año, se resolvió que deberían entregar, por
primera vez, un tributo a los daneses, a causa del gran terror que ellos causaban a

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lo kargo de la costa. La cantidad fue, primeramente, 10,000 libras. El primero que
aconsejó esa medida fue el arzobispo Siric.

UNIDAD 3
El Mediterráneo oriental del siglo VI al XV.

Primeros pasos del expansionismo musulmán: la batalla de Yarmuk de 636:


AL-BALADHURI, "La Conquista de las Tierras", en, F. Spinosa, "Antología de
Textos Históricos medievales", Lisboa, 1976, pp. 98-99.

Heraclio reunió grandes contingentes de griegos, sirios, mesopotamios y armenios


hasta sumar casi 200.000 hombres. Colocó este ejército al mando de un jefe
escogido y envío como vanguardia a Jabalah ibn-al-Aiham al-Ghassani, a la
cabeza de los árabes "naturalizados" de Siria, de las tribus de Lakhm, Judham y
otras, resuelto a combatir a los musulmanes para vencerles o retirarse a la tierra
de los griegos a vivir en Constantinopla. Los musulmanes se reunieron y el ejército
griego marchó contra ellos. Trabaron batalla, de las más feroces y sangrientas, en
al-Yarmuk, que es un río. En esta batalla tomaron parte 24.OOO musulmanes y
tanto los Griegos como sus seguidores se ataban unos a otros con cadenas para
que ninguno tuviera esperanza de huir. Con la ayuda de Allah fueron muertos unos
70.000 de ellos, y los restantes huyeron, llegando a Palestina, Antioquía, Alepo,
Mesopotamia y Armenia [...]

Cuando Heraclio recibió las noticias sobre las tropas en al-Yarmuk y la


destrucción de su ejército por los musulmanes, huyó de Antioquía a
Constantinopla. Al pasar el ad-Darb volviose y dijo :"la paz sea contigo, Siria, ¡Qué
excelente país para el enemigo!.

El califa y la ciudad de Bagdad

IBN YUBAYR, A través del Oriente. El siglo XII ante los ojos. Rihla, Barcelona,
1988, pp. 258 y 270.

«Esta antigua ciudad continúa siendo la sede del califato abasí y centro de
difusión de la doctrina del imam quraysí y hasimí; pero la mayor parte de sus
edificios ha desaparecido y no queda de ella sino el prestigio de su nombre. En
comparación con lo que ella fue, antes de que las calamidades cayesen sobre ella
y de que los ojos de la desgracia se volviesen hacia ella...

El califa se muestra algunas veces en barca por el Tigris y en ciertas épocas caza
en el desierto. Sus apariciones dan a su existencia, según el testimonio del vulgo,
un carácter misterioso, y ese misterio no hace más que acrecentar el prestigio de
su asunto. El, sin embargo, querría mostrarse a las gentes y manifestarle su amor.
El, según ellas, es de espíritu afortunado y consideran de buen augurio sus días

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en cuanto a prosperidad, justicia y buena vida, y, así, grandes y pequeños hacen
votos por él.

A este califa mencionado, o sea, a Abu l-'Abbas Ahmad an-Nasir li-Din illah b. al-
Mustadi bi-Nur illah Abu Muhammad al-Hasan b. al-Mustanyid bi-llah Abu l-
Muzaffar Ysuf [...], lo vimos en la parte occidental de la ciudad, delante de un
mirador suyo del que había bajado para subir a una barca [...]; tendría
aproximadamente unos veinticinco años. Vestía una ropa blanca parecida a una
túnica de manga larga con bordados de oro; sobre su cabeza llevaba un capirote
dorado, ribeteado con una de esas pieles negras preciosas y de valor, reservadas
para el vestido de los príncipes, tales como la del zorro, o más nobles aún [...]. Eso
tuvo lugar en la tarde del sábado 6 de safar del año 80 <15 de mayo de 1184>...

UNIDAD 4.
El reino de los Francos y la dinastía carolingia.

Coronación de Carlomagno
Annales Maximiani, en: Grousset, R., Histoire Universelle, Encyclopédie de la
Pléiade, 1957, Paris, t. II, p. 378. Trad. del francés por Héctor Herrera C.

El santo día de Navidad, sin saberlo nuestro señor Carlos, cuando se levantaba de
la oración que acababa de hacer, antes de la misa, delante de la confesión de San
Pedro, el Papa le impuso una corona sobre la cabeza, y fue aclamado por todo el
pueblo romano: "A Carlos, Augusto, coronado por Dios, grande y pacífico
emperador, vida y victoria".

Coronación de Carlomagno
EGINHARD, Vita Karoli, XXVIII, Ed. et Trad. de L. Halphen, Les Classiques de
l'Histoire de France au Moyen Age, I, 1923, pp. 80-81, en: Folz, R., Le
Couronnement Impérial de Charlemagne, Gallimard, 1964, Paris, pp. 281-282.
Trad. del francés por José Marín R.

El último viaje que Carlos hizo a Roma tuvo, pues, otras causas. Los romanos
habían colmado de violencias al pontífice León -saltándole los ojos y cortándole la
lengua- y le habían constreñido a implorar la ayuda del rey. Viniendo pues a Roma
para restablecer la situación de la Iglesia, fuertemente comprometido por estos
incidentes, pasó allí el invierno. Fue entonces que recibió el título de emperador y
de augusto. Se mostró al principio tan descontento que habría renunciado,
afirmaba, a entrar en la Iglesia ese día, bien que era día de gran fiesta, si hubiera
sabido de antemano el plan del pontífice. No soportaba sino con una gran
paciencia la envidia de los emperadores romanos, que se indignaron por el título
que había tomado, y gracias a su magnanimidad que tanto lo elevaba por sobre
ellos, llegó, enviándoles numerosas embajadas y dándoles el título de "hermanos"
en sus cartas, a vencer finalmente su resistencia.

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Ultimi adventus sui non solum hae fuere causae, verum etiam quod Romani
Leonem pontificem multis adfectum injuriis, erutis scilicent oculis linguaque
amputata, fides regis implorare conpulerunt. Idcirco Romam veniens propter
reparandum qui nimis conturbatus erat ecclesiae statum, ibi totum hiemis tempus
extraxit. Quo tempore imperatoris et augusti nomen accepit. Quod primum in
tantum aversatus est ut adfirmaret se eo die, quamvis praecipua festivitatis esset,
ecclesiam non intraturam si pontificis consilium praescire potuisset. Invidam tamen
suscepti nominis, Romanis imperatoribus super hoc indignantibus, magna tulit
patientia: vicitque eorum contumaciam magnanimitate, qua eis procul dubio longe
praestantior erat, mittendo ad eos crebras legationes et in epistolis fratres eos
apellando.

Carta sobre los poderes del mundo [799]


ALCUINO, Epistulae. En, Monumenta Germaniae Historica, Epistulae, t. IV, 174,
en: Artola, M., Textos Fundamentales para la Historia, Alianza, 10ª ed., 1992
[1968], Madrid, pp. 48-49.

Aconsejaría más cosas a vuestra dignidad si tuvierais tiempo de oírme y yo tuviera


la facultad de hablar elocuentemente, porque a menudo la pluma suele sacar a la
luz los secretos del amor de mi corazón y trata acerca de la prosperidad de
vuestra excelencia y de la estabilidad del reino que os ha sido dada por Dios, y del
progreso de la Santa Iglesia de Cristo, que de muchas maneras es perturbada por
la maldad de los malos y manchada por los crímenes perversos, no sólo de
personas corrientes sino también de los más nobles y altos, cosa la más terrible
de todas.
Pues hasta ahora tres personas han alcanzado la cumbre de la jerarquía del
mundo:
1º. El representante de la sublimidad apostólica, vicario del bienaventurado Pedro,
Príncipe de los Apóstoles, del cual ocupa la Silla. Lo que ha sucedido al que
actualmente tiene esta sede, ha tenido a bien vuestra bondad hacérmelo saber.
2º. Viene luego el titular de la dignidad imperial que ejerce el poderío secular en la
Segunda Roma. De qué manera impía ha sido depuesto el jefe de este Imperio, no
por los extranjeros, sino por los suyos y por sus conciudadanos, se ha extendido
por todas partes la noticia.
3º. En tercer lugar está la dignidad real que Nuestro Señor Jesucristo os ha
reservado para que gobernéis al pueblo cristiano. Esta dignidad es superior a las
otras dos y las eclipsa y sobrepasa en sabiduría.
Sólo en ti se apoyan ahora las iglesias de Cristo, de ti solo esperan la salvación;
de ti, vengador de los crímenes, guía de los descarriados, consolador de los
afligidos, sostén de los buenos. ¿Es que acaso no es en la sede de Roma, donde
en tiempos floreció la religión de máxima piedad, donde se producen los ejemplos
de la mayor impiedad? Pues estos mismos, obcecados en su corazón, obcecarán
en su cabeza. Ni parece que allí haya temor de Dios, ni sabiduría, ni caridad.
Pues, ¿qué clase de bien podrá haber allí donde no se encuentra nada de estas
cosas? Pues si el temor de Dios se encontrara en ellos, nunca se atreverían; si se
encontrara la sabiduría, no hubieran querido, y si la caridad, no hubieran obrado.

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Los tiempos son peligrosos, como hace mucho lo predijo la misma verdad porque
la caridad de muchos se enfría. De ninguna manera hay que omitir el cuidado de
la cabeza. Pues es menos grave que estén enfermos los pies a que lo esté la
cabeza. Así pues hágase la paz con el pueblo impío, si es que puede hacerse;
déjense a un lado las amenazas, para que los obcecados no huyan sino que se
les retenga en la esperanza hasta que con saludable consejo de nuevo vuelvan a
la paz. Pues hay que retener lo que se posee para que no por la adquisición de
algo menor se pierda algo más importante. Guárdese la oveja propia para que el
lobo rapaz no la devore. Así pues, afánese uno en lo extraño para no permitir daño
en lo propio.

La gran explotación en la época carolingia


Capitulare de villis, 800

1. -Queremos que nuestras villae, cuyas rentas hemos reservado en nuestro


provecho, sirvan íntegramente para nuestro uso y no para el de cualquier otro.
2. -Que se tenga sumo cuidado con todos los que nos incumben, y que no sean
reducidos a la pobreza por nadie.
3. -Que nuestros intendentes se guarden de ponerlos a su servicio y de forzarles a
hacer para ellos labores de prestación personal, cortar madera o cualquier otra
clase de trabajo; y que no acepten de ellos ningún tipo de presentes, ni caballo, ni
buey, ni vaca, ni cerdo, grande o pequeño, ni oveja, ni cordero, ni nada en modo
alguno, excepto algunas botellas de vino u otras bebidas, frutos del jardín, frutos
varios, pollos y huevos.
4. -Si nuestros hombres nos perjudican por robos u otras faltas, que reparen
totalmente el daño y que, para completar la satisfacción legal, sufran la pena del
látigo, con excepción de los casos de homicidio o incendio, que pueden ser
castigados con multas. Pero, por el perjuicio causado a otras personas, nuestros
intendentes tendrán cuidado de entregar alas partes perjudicadas la justicia que
por ley les es debida; pues, por los daños cometidos contra nosotros, los culpables
merecerán, únicamente, en lugar de la multa, la pena del látigo, como ya hemos
dicho anteriormente. Por lo que respecta a los hombres libres que viven en
nuestras tierras, que reparen, según sus leyes, el mal que hayan podido causar, y
que las multas de que se hayan hecho acreedores sean satisfechas en nuestro
provecho, bien en forma de bestias o en otros valores.
5. -Cuando nuestros intendentes deban proceder a los trabajos de nuestros
campos, a las siembras, labores, cosechas, siegas, vendimias, que cada uno de
ellos, en su adecuado tiempo y lugar de trabajo, prevea y arregle la mejor manera
de actuar para que todo se desarrolle bien. Si no están en el país ni les es posible
trasladarse a los lugares en cuestión, que envíen a alguno de nuestros hombres
con capacidad de sustituirles adecuadamente o a cualquier otra persona bien
acreditada, para que se haga cargo de nuestros asuntos y los lleve a buen fin.
Pero que nuestros intendentes presten la mayor atención ano dejarse sustituir por
asuntos nuestros, más que por personas de una gran fidelidad.
6.-Queremos que nuestros intendentes entreguen integramente el diezmo de
todos los productos a las iglesias situadas en nuestros fiscos, y que nuestro

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diezmo no sea dado a iglesias que no se hallen en los citados fiscos, excepción
hecha de las que, debido a antiguas instituciones, tengan derecho a recibirlo.
Queremos asimismo que estas iglesias no sean poseídas por otros eclesiásticos
que no sean los nuestros, es decir, por aquellos que no sean de nuestra casa o de
nuestra capilla.
7. -Que cada intendente realice exacta y completamente su servicio tal y como le
está prescrito. y si se hallara en la necesidad de aumentarlo, que calcule si debe
afrontar dicho aumento en el servicio, bien por un suplemento de hombres o por
un suplemento en las jornadas.
8. -Que nuestros intendentes se hagan cargo de nuestros viñedos, tarea que está
dentro de sus atribuciones, y que los hagan cultivar bien; que introduzcan el vino
en buenas vasijas y cuiden celosamcnte de que no se estropee. En cuanto al vino
que deba adquirirse del exterior, que compren lo que sea preciso para el
aprovisionamiento de las casas reales. y si ocurriere que compraran mayor
cantidad de la necesaria para dicho aprovisionamiento, que se nos dé aviso, a fin
de que les ordenemos lo que deban hacer. Queremos, en efecto, que hagan servir
para nuestro uso el producto de las cepas de nuestras viñas. El vino que proviene
del censo de nuestros viñedos, y que nos es debido por quienes lo poseen, habrá
de pasar a nuestras bodegas.
9.-Queremos que cada intendente tenga en su distrito, en cuanto a medidas se
refiere, moyos, sextarios y corbus de idéntico contenido a los que poseemos en
Palacio.
10. -Que nuestros alcaldes, forestales, comisionados de yeguadas, cillereros,
deanes, peajeros y demás oficiales nuestros, hagan sus labores de forma regular
y fija, y paguen la renta de los puercos por sus mansos; y que, debido a la mano
de obra que les es remitida, tengan a bien cumplir con sus oficios. Que todo
alcalde que posea un beneficio en su dominio coloque a alguien en su lugar, de
forma que su sustituto satisfaga por él la mano de obra y otros servicios.
11.-Que ningún intendente tome para su provecho o el de sus perros ningún
albergue en casa de nuestros hombres o de extranjeros.
12. -Que ningún intendente haga guardar a nadie nuestros rehenes, situados en
nuestro territorio.
13.-Que tengan gran cuidado con los sementales, es decir, con los waraniones, y
que cuiden de no dejarles largo tiempo en los mismos pastos, por temor a que los
destruyan. Si hay alguno que no sea ya apropiado para el servicio, o que sea ya
demasiado viejo, o que acabe de morir, que se nos avise en tiempo útil, antes de
la época de juntar a los sementales con las yeguas.
14.-Que cuiden de la buena conservación de nuestras yeguas, y que separen los
potros en el tiempo adecuado. y cuando las jacas se hayan multiplicado, que
igualmente las separen a fin de formar un nuevo rebaño.
15. -Que cuiden de que nuestros potros sean trasladados a nuestro palacio para el
San Martín de invierno [el 11 de noviembre].
16. -Queremos que nuestros intendentes ejecuten con puntualidad lo que les sea
mandado, tanto por nosotros como por la reina, o bien en nuestro nombre o en
nombre de la reina, por nuestros oficiales el i senescal y el oficial de palacio
encargado de los vinos. El que sea culpable de negligencia en la ejecución de
nuestras órdenes deberá i abstenerse de beber desde el momento en que sea

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advertido hasta el i momento en que acuda ante nuestra presencia o a presencia
de la reina, y que solicite de nosotros gracia. Si el intendente está en el I ejército,
si se halla de guardia, en misión o similar, y él ordena a sus ayudantes alguna
cosa y éstos no la cumplen, entonces que ellos acudan a pie hasta palacio, y que
se abstengan de comer y beber hasta que hayan expuesto sus motivos de excusa
y que, seguidamente, reciban la sentencia y sean castigados en la espalda o con
cualquier otra pena que nos o la reina deseemos infligir .
17. -Que cada intendente tengan tantos hombres empleados en las abejas para
nuestro servicio como tierras tenga en su jurisdicción.
18. -Que en nuestros molinos haya gallinas y gansos en proporción a la
importancia de los molinos y en el mayor número que sea posible.
19.-Que no haya menos de 100 gallinas y 30 gansos en los heniles de nuestras
principales tierras, y no menos de 50 gallinas y 12 gansos en nuestras aldeas.
20. -Que cada intendente haga llegar todos los años a la corte de su distrito el
producto resultante de las gallinas y de los gansos y que, por otra parte, entregue
dicho producto tres o cuatro veces o con mayor frecuencia.
21. ~ Que cada intendente tenga viveros en nuestros corrales, donde los hubiera
con anterioridad; que los aumente si es posible, y que se establezcan de nuevo
donde todavía no los hay o donde pueda haberlos.
22. -Que aquellos que posean viñas no tengan menos de tres o cuatro cuelgas de
racimos.
23. -En cada una de nuestras tierras, que nuestros intendentes tengan vaquerizas,
porquerizas, majadas y establos de cabras y machos cabríos, tantos como
puedan, y que éstos jamás se encuentren desprovistos. Que, además, dispongan,
para hacer su servicio, de vacas aportadas por nuestros siervos, de forma que las
vaquerías y arados no se vean disminuidos a causa de los trabajos efectuados en
nuestros dominios. Que, igualmente, dispongan, cuando estén de servicio y para
su alimentación, de carnes de bueyes cojos, pero sanos, y de vacas y caballos no
sarnosos y de otras bestias no enfermas; pero que por ello no disminuyan, como
hemos dejado dicho anteriormente, sus existencias en vaquerías y arados.
24. -Que cada intendente ponga sumo cuidado en cuanto deba dar o ceder con
destino a nuestra mesa, de forma que cuanto nos entregue sea bueno y excelente,
y que todo sea preparado con mucho cuidado y limpieza. y que tenga a su
disposición trigo para dos comidas al día, en el caso y cuando esté encargado del
servicio de nuestra mesa. y que todas las demás provisiones con destino a
nosotros sean igualmente de buena calidad, tanto la harina como la carne.
25. -Que nos anuncien, el primero de septiembre, si habrá pastos o no.
26. -Que los alcaldes no tengan más terrenos, en sus distritos, de los que puedan
recorrer y administrar en un día.
27. -Que nuestros aposentos dispongan en todo tiempo de fuego y guardianes, de
forma que no sufran el menor deterioro ni daño. y cuando nuestros comisarios o
los enviados extranjeros acudan a nuestra corte o partan de ella, que no tomen
aposento en nuestras moradas sin orden particular nuestra, o bien de la reina;
pero que, no obstante, sean alojados y atendidos por el conde o por las personas
a quienes la costumbre les ha impuesto dicha tarea. En cuanto a los caballos de
conducción, que sean mantenidos con esmero, según es costumbre, con cuantas

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cosas sean precisas, a fin de que puedan acudir a palacio y. regresar cómoda y
honorablemente.
28. -Queremos que todos los años, por Cuaresma, en el Domingo de Ramos,
llamado Osanna, tengan buen cuidado de entregar, siguiendo nuestras órdenes, el
dinero a que ascienda nuestras rentas, después de que hayamos reconocido y
decretado las cuentas del año.
29. -Que cada intendente vigile para que aquéllos de nuestros hombres que
tengan algún litigio pendiente no se vean en la necesidad de venir a perseguirlos
ante nosotros, y que no deje perder por negligencia los días de servicio que nos
son debidos. y si uno de nuestros siervos tiene derechos que reclamar en una
tierra extranjera, que su señor haga cuanto pueda por que la justicia se lleve a
cabo. En el caso en que el siervo no llegue a obtenerla, que su señor no sufra, que
no se fatigue en sus persecuciones, pero que tenga cuidado de informarnos
personalmente o mediante mensajeros.
30. -Queremos que nuestros intendentes coloquen separadamente de cada
especie de productos lo que es necesario para nuestro uso, y ello durante su
servicio; que igualmente hagan poner aparte lo que iba ser cargado con destino al
ejército, tomándolo tanto en las casas como en el campo, y que sepan la cantidad
de todas estas reservas.
31. -Que igualmente pongan en reserva, todos los años, la parte destinada a los
prebendados ya las personas de los cardadores; que la distribuyan íntegramente
en tiempo conveniente y que sepan darnos cuenta de lo que hacen de ello y de
dónde lo toman.
32. -Que cada intendente piense en la forma de tener siempre semillas de primera
calidad, bien comprándolas o mediante otro conducto.
33. -Tras los aprovisionamientos arriba indicados, tras las siembras y los
diferentes empleos que hayan podido darse a las distintas especies de productos,
todo lo que puede deberá ser conservado hasta una nueva orden de nuestra
parte, para que a continuación sea vendido o dejado en reserva, según
dispongamos.
34. -Es absolutamente preciso vigilar con la máxima atención que el tocino, las
carnes ahumadas, los salazones, el saladillo, el vino, el vinagre, el vino de moras,
el vino cocido, la mostaza, los quesos, la mantequilla, la malta, la cerveza, el
hidromiel, la miel, la cera, la harina, en una palabra, cuanto se prepara o se hace
con las manos, sea preparado y hecho con la máxima limpieza.
35. -Queremos que se haga manteca con las ovejas cebadas, al igual que se hace
con los cerdos. Queremos, además, que nuestros intendentes no posean menos
de dos bueyes cebados en cada una de nuestras tierras, bien para hacer manteca
o para sernos enviados.
36. -Que nuestros bosques y selvas estén bien guardados. Si quedan lugares por
limpiar, que los hagan roturar y que no dejen que los bosques invadan los campos.
Que allí donde deba haber bosques, no se permita el corte de excesivos árboles ni
el daño de los mismos. Que, igualmente, vigilen los azores y gavilanes reservados
para nuestro servicio. Que perciban diligentemente los censos de nuestros
bosques. y si nuestros intendentes, o nuestros alcaldes y sus hombres llevan allí a
cebar a sus puercos, que sean los primeros en pagar el diezmo dando buen
ejemplo, a fin de que al momento los demás lo satisfagan exactamente.

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37. -Que tengan nuestros campos y cultivos en perfecto estado, y que hagan
guardar nuestros prados en tiempo oportuno.
38. -Que en todo momento tengan un número suficiente de gansos y de gallinas
cebadas, sea para su uso cuando deban ir al servicio o bien para enviárnoslas.
39. -Queremos que se encarguen de recibir las gallinas y los huevos que nuestros
sargentos y poseedores de mansos envíen cada año, y que hagan vender cuanto
no sea para el servicio.
40. -Que cada intendente tenga siempre en nuestras tierras, por motivos
ornamentales, pájaros singulares, como pavos reales, faisanes, ánades, perdices,
palomas, tórtolas.
41. -Que, en nuestras cortes, las construcciones y vallas que las circundan estén
siempre vigiladas y bien cuidadas, y que los establos, cocinas, tahonas y lagares
estén en buen estado, a fin de que los empleados a nuestro servicio puedan en
ellos cumplir convenientemente con sus funciones y en medio de la mayor
limpieza.
42. -Que en cada una de nuestras tierras, la habitación de dormir esté provista de
colchas, cojines, almohadas, sábanas, alfombras y banquetas; de vasos de
bronce, de plomo, de hierro y de madera; morillos, cadenas, cremalleras,
doladeras, hachas, taladros, cuchillas y demás tipos de útiles, de manera que
nunca haya necesidad de ir a buscar o recoger alguno de ellos fuera. Que cada
intendente cuide de los instrumentos de guerra, que deberán estar siempre en
buen estado, y, que cuando los envíen para su utilización por parte de nuestro
ejército, que inmediatamente se repongan en la habitación.
43. -Que nuestros intendentes manden proveer, en el tiempo oportuno, a nuestros
cardadores, según la costumbre establecida, de las cosas necesarias para su
trabajo, o sea, lino, lana, glasto, pintura bermeja, granza, cardadores de lana,
cardenchas, jabón, grasa, vasijas y demás instrumentos necesarios para llevar a
buen fin el trabajo.
44. -Que nos envíen cada año, para nuestro servicio, las dos terceras partes de
los alimentos de vigilia, tanto leguminosos como de pescado, queso, mantequilla,
miel, mostaza, vinagre, mijo, panizo, yerbas secas y verdes, rábanos y nabos, y,
además, las dos terceras partes de la cera, jabón y demás géneros de la misma
especie; y que nos pongan en conocimiento de la utilización del resto, todo ello
incluido en un estado que nos dirigirán, como anteriormente decíamos. Pero que
no descuiden este su deber, como hasta ahora lo han venido descuidando, pues
queremos verificar por medio de los dos tercios enviados la cantidad del tercio
restante.
45. -Que cada intendente tenga en su distrito buenos obreros. A saber: obreros
para el hierro, el oro y la plata; zapateros, torneros, carpinteros, fabricantes de
escudos, pescadores, pajareros; fabricantes de jabón; hombres que sepan fabricar
cerveza, sidras de manzana, sidra de pera y todas las demás especies de bebida;
panaderos que hagan pastas para nuestra mesa; obreros que sepan, a su vez,
hacer redes tanto para la caza como para la pesca y la captura de pájaros, y
demás tipos de obreros que resultaría excesivamente largo enumerar.
46. -Que hagan guardar bien nuestros parques, a los que vulgarmente se les llama
sotos; que tengan cuidado en hacerlos repasar a tiempo y, sobre todo, que no

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esperen a que haya que volver a reconstruirlos por entero. Que el mismo
comportamiento sigan por lo que respecta a las construcciones y edificios.
47. -Que nuestros monteros, halconeros y demás oficiales, que llevan acabo un
asiduo servicio en palacio, reciban asistencia en nuestras tierras para llevar a cabo
la ejecución de las órdenes contenidas en nuestras cartas o en las de la reina,
cuando les enviamos para asw1tos nuestros, o bien cuando el senescal o el oficial
de vinos de palacio pidan, de parte nuestra, cualquier cosa a nuestros intendentes.
48. -Que los lagares de nuestras tierras se encuentren en buen estado. y que
nuestros intendentes vigilen para que nuestra vendimia no sea exprimida con los
pies; que todo se lleve a efecto con conveniencia y limpieza máxima.
49. -Que nuestros cardadores no encuentren inconvenientes, es decir, que
dispongan de habitaciones, cuartos con estufa y herramientas; que se vean
rodeados por buenas vallas y que las puertas sean sólidas, a fin de que puedan
llevar a buen fin su trabajo.
50. -Que cada intendente vea qué número de potros es conveniente introducir en
cada cuadra, y cuántos hombres son precisos para cuidarlos. Que dichos
hombres, si son libres y poseen beneficios en el mismo distrito, vivan de sus
beneficios. De igual forma, si son poseedores de mansos, que vivan de sus
mansos, pero si carecen tanto de beneficios como de mansos, que sea el dominio
quien les alimente.
51.-Que cada intendente esté al tanto para que los pícaros no puedan esconder
nuestras simientes bajo tierra o en otro lugar, hecho ~ que acaece frecuentemente
con el trigo. y otro tanto para el resto; ~ que cada uno vigile para que nada
perjudicial pueda cometerse.
52. -Queremos que obliguen a los siervos que nos pertenecen ya los colonos
extranjeros que habitan en nuestras tierras a comportarse total e íntegramente de
forma justa, como debe ser.
53. -Que nuestros intendentes vigilen para que aquellos de nuestros hombres que
residen en sus distritos no puedan dedicarse ni al robo ni a los maleficios.
54.-Que cada intendente cuide con idéntico celo de que nuestros hombres hagan
bien el trabajo que de ellos debe exigirse y que no vayan a perder el tiempo
recorriendo mercados y ferias.
55. -Queremos que nuestros intendentes hagan constar por escrito y de forma
separada, en un inventario, cuanto han dado, proporcionado o reservado para
nuestro uso; y, separadamente, en otro inventario, todo cuanto hayan gastado
para ellos mismos; y que nos hagan conocer en un tercero, cuánto es lo que
queda.
56. -Que cada intendente, en su distrito, celebre frecuentes audiencias; que
imparta justicia y cuide para que todos los hombres que nos pertenecen vivan
honestamente.
57. -Si alguno de entre nuestros siervos quisiera decirnos, contra su señor, algo
importante para nuestros intereses, que no se abstenga de acudir ante nosotros. y
si el intendente se entera de que ellos tienen la intención de ir hasta palacio a
exponer quejas contra su señor, que él por su parte nos exponga, en un informe
contradictorio, las razones que le llevan ante nosotros, de forma que no fatiguen
nuestros oídos con sus reclamaciones. Con este medio, lo que deseamos es
saber si acuden a nosotros por una necesidad, o bien sin motivo alguno.

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58. -Cuando los intendentes sean encargados del mantenimiento de nuestros
cachorros, que los alimenten a sus costas, o que los confíen a sus ayudantes, o
sea, a los alcaldes, deanes o cillereros, que deberán, a su vez, alimentarlos bien
con lo suyo, a menos que medie orden nuestra o de la reina en el sentido de
alimentarlos en nuestro dominio a nuestras costas. En este último caso, el
intendente designará un hombre que cuide de la citada alimentación, y pondrá
aparte y en reserva lo necesario para su consumo, a fin de no verse obligado a
recurrir diariamente a los heniles.
59. -Que cada intendente, cuando se encuentre de servicio, haga entregar por día
tres libras de cera y ocho sextarios de jabón y, además, para san Andrés [30 de
noviembre], a1lf donde nos halláremos con nuestras tropas, seis libras de cera y
otro tanto a mediados de la
cuaresma. 60.-Que los alcaldes nunca sean elegidos entre los hombres más
considerables, sino siempre entre honestas gentes de una clase media.
61.-Que todo intendente, cuando se halle de servicio, haga llegar su malta a
palacio, y que al tiempo envíe maestros cerveceros que fabriquen buena cerveza.
62. -Que nuestros intendentes nos envíen todos los años, por Navidad, y en
estados separados, cuentas claras y metódicas de nuestras rentas, a fin de que
podamos saber lo que tenemos y cuánto poseemos de cada cosa, a saber: una
cuenta de nuestras tierras de cultivo con los bueyes que nuestros boyeros
conducen, y de nuestras tierras cultivadas por poseedores de mansos que nos
deben la labor; la cuenta de los puercos, de los censos, de las obligaciones y de
las multas; la de la caza capturada en nuestros bosques sin nuestro permiso y la
de las diversas avenencias, la de molinos, bosques, campiñas, puentes y navíos;
la de hombres libres y la de los obligados por nuestro fisco; la de los mercados,
viñas y la de cuantos nos deben vino; la cuenta de heno, madera para quemar,
antorchas, planchas y demás artículos derivados del trabajo de la madera; la de
tierras sin cultivar; la de legumbres, mijo, panizo, lana, .lino y cáñamo; la de frutos,
árboles, nogales, avellanos, árboles injertados de todas las especies y jardines; la
de nabos; la de viveros; la de cueros, pieles y cornamentas de animales; la de
miel, cera, grasa, sebo y jabón; la del vino de moras, vino cocido, aguamiel,
vinagre, cerveza, vino nuevo y vino viejo; la de trigo nuevo y antiguo; la de gallinas
y huevos; la de gansos; las cuentas de pescadores, obreros de metales,
fabricantes de escudos y zapateros; las de cofres y cajas; las de torneros y
silleros; la de forjas, minas de hierro, plomo y demás tipos de minas; la de
sometidos y las de potros y jacas.
63. -Que nada de cuanto antecede parezca excesivamente duro a nuestros
intendentes, pues cuanto requerimos de ellos deseamos que ellos mismos se
apliquen a exigirlo a su vez, sin dureza, a los oficiales que se encuentren bajo sus
órdenes. En efecto, cuanto un hombre deba tener en su casa y tierra, nuestros
intendentes deberán tenerlo a su vez en sus dominios.
64. -Que nuestros carros destinados a la guerra, que llamamos basternas, sean
bien construidos. Que los opérculos estén asimismo bien cubiertos de cuero y
cosidos de forma tal que, si es preciso atravesar cualquier paso con agua, los
carros puedan cruzar los ríos con las provisiones que encierran sin que el agua
penetre en ellos y de forma tal que cuanto nos pertenece no sufra perjuicio alguno.
Queremos que cada carro lleve harina para nuestro consumo, o sea, doce moyos.

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En los carros de transporte de vino se introducirán doce moyos de nuestra
medida. Asimismo, cada carro nevará un escudo y una lanza, un carcaj y un arco.
65. -Que el pescado de nuestros viveros se venda, pero que se le sustituya en
dichos viveros de forma que nunca falte pescado. Además, cuando no vayamos a
nuestras tierras, que el pescado sea vendido [sin ser reemplazado]; y que
nuestros intendentes nos rindan el producto de todas las ventas.
66. -Que se nos rinda cuenta de las cabras y de los machos cabríos, de sus
cornamentas y pieles; que se nos envíe todos los años los cuartos salados de los
machos cabríos que hayan cebado.
67. -Si faltan aparceros para los mansos disponibles y plazas para los siervos
recientemente comprados, que se nos pase aviso.
68. -Queremos que todos nuestros intendentes tengan siempre buenas cubas
franjeadas con aros de hierro, totalmente dispuestas para ser enviadas al ejército
ya palacio. Por lo que respecta a los odres de cuero, que no por ello dejen de
fabricarse.
69. -Que inmediatamente nos pasen aviso del número de lobos que hayan
capturado, y que nos envíen y presenten sus pieles. Que se proceda, en el mes de
mayo, a la búsqueda de lobeznos, y que los capturen, ya sea mediante polvos
envenenados y trampas, o bien con la ayuda de perros y hoyos.
70. -Queremos que tengan en los jardines plantas de todas las especies, a saber:
lis, rosas, fenogrecos, menta, salvia, rudas, abrótano, cohombros, calabazas,
alcachofas y calabazas de España, judías, comino oficinal, romero, alcaravea,
garbanzos, escilas, gladiolos, serpentarias, anís, coloquíntidas, heliótropos, seselis
de Marsella, lechugas, pazotes, jaramago, berros, mastuerzo, bardanas, poleos,
apio común, opio, perejil, sabinas, aneldos, hinojos dulces, achicorias, díctamos
de Creta, mostaza, ajedreas, menta acuática, menta de jardines, menta de hojas
redondas, atanasias, hierbas de gato, pequeñas centaureas, adormideras de
jardín, acelgas, malvaviscos, malvas de árbol, malvas, zanahorias, pastinacas,
armuelles de jardín, amarantos, berzas, rabanetes, cebollas, puerros, nabas y
rábanos, chalotes, cebolletas, ajos, granzas, cardos, habas de pantano, guisantes,
cilantros, perifollos, tártagos y orvalles. Que el jardinero tenga en su casa
siemprevivas. En cuanto a los árboles, queremos que nuestros intendentes tengan
manzanos de distintas especies, así como perales de diversas clases, ciruelos de
distintas especies, serbales, nísperos, castaños, melocotoneros de distintas
clases, membrilleros, avellaneros, morales, laureles, pinos, higueras, nogales y
cerezos de las distintas especies.
Nombres de manzana: gozmaringa, geroldinga, crevedella y spirauca, las unas
dulces, las otras agrias; más otras que también se comen prematuramente.
Perales de tres o cuatro especies, dulces, tempranos o tardíos.

UNIDAD 5.
El despegue europeo y la articulación del sistema feudal.

La propiedad campesina [siglo x]


E Miquel Rosell, Liber Feudorum, doc. 320.

19
"Enjuicio del conde Borrell y. de Uvadallo, vizconde, y de los jueces Wifredo y
Audesindo, y en presencia de Ratefredo, Oliba, Bonallo, Wifredo, Crispio,
sacerdote, Quintila, levita, Radulfo, Savarico, Todegillo y otros hombres buenos
que allí habían acudido a petición de Bonflll, que es representante del mencionado
príncipe. Yo Bonfill reconozco mi error, y al mismo tiempo renuncio ante vuestro
tribunal, a la reclamación judicial que hice a los habitantes de Vallformosa, cuando
les dije que todo cuanto allí poseían de tierras, viñas, edificios, sotobosque y
bosque, injustamente la tenían, puesto que el mencionado lugar de Vallformosa
con sus términos debía ser de mi mencionado señor, el supradicho príncipe, por
derecho de su padre Sunyer, conde, a quien Dios tenga en su guarda. A todo la
cual los habitantes de dicho valle respondieron que no poseían dicho valle con sus
términos injustamente, puesto que hoy hace treinta años o más que ellos y sus
descendientes y ascendientes ya difuntos poseen dicho valle con sus términos
como un bien propio. y los nombres de los habitantes de dicho valle son: Thdilla,
mujer, con sus herederos, Fruila, Eldovigio, sacerdote, Todalego, Sonifredo,
Durabile, Modanio, Ferriol, Quintila, Esteban, Eldrando con sus herederos,
Vindiselo, Recosindo, Adrovario, Imila, Plácido, Aznar con sus herederos, Elías,
Senderedo, Wigilia, Remeseiro, Daniel, Desiderio, Elperigo, Argesínda con sus
herederos, Adalberto, Warnario, Erovigio con sus herederos, Truitila, mujer, con
sus herederos, Sonifredo con sus herederos. Fedancio, Landrigo con sus
herederos, Agila con sus herederos, Ranovigia, religiosa, Gontes, mujer, con sus
herederos, Ermesinda con su heredero, Bosc [?], Felmiro, Daniel, Ansileo, Ferriol,
Esteban, Todemundo, Gallícenio con sus herederos, excepto el alodio de Crispio,
sacerdote, y Quintila, y de Nivilia, mujer, y Bella, mujer.
Sobre la cual vosotros los mencionados jueces me preguntasteis diligentemente a
mi, Bonfill, si podía probar esto, es decir, que el mencionado valle debe ser de mí
antedicho señor por algún derecho o no. Pero yo Bonfill en todas estas cosas
reconozco mi error y renuncio a reclamar judicialmente dicho valle con sus
términos por derecho de mi señor, puesto que no podré probarlo ni hoy ni nunca, y
dicho valle con su término más debe ser de los supradichos habitantes o de
cualquier otra persona que allí posea alguna cosa, que del conde Borrell, mi señor,
o de algún otro hombre que injustamente y sin ley lo reclame. y por esto que digo
rectamente y verazmente reconozco mi error y hago mi renuncia ante vuestro
tribunal.
Este reconocimiento y renuncia han sido hechos el 17 de las calendas de abril en
el año 23 del reinado de Lotario, hijo de Luis, rey
Firma de Bonfill, que soy mandatario de mi mencionado señor, que este
reconocimiento y renuncia he hecho...
Firma de Borren, conde, que este alo- dio confirmo como franco".

Contrato de roturación
Tomado de DUBY, G., Economía rural y vida campesina en el occidente medieval.
Barcelona, 1968.

Federico, por la gracia de Dios, obispo de la iglesia de Hamburgo, a todos


los fieles en Cristo, presentes y futuros, bendición perpetua. Queremos que el

20
contrato que gentes de este lado del Rhin, llamados holandeses, han establecido
con nosotros, sea conocido por todos. En efecto, esos hombres vinieron hacia
nuestra majestad, pidiendo insistentemente la concesión de una tierra tomada en
nuestro obispado, hasta ese momento inculta, pantanosa e inútil a los habitantes
de la región, para cultivarla. De acuerdo con la opinión de nuestros fieles,
juzgando que esto sería útil a nosotros y a nuestros sucesores, no hemos
rechazado su pedido y hemos acordado nuestro consentimiento.

Se ha establecido un contrato, según los términos del cual, por cada manso
de la mencionada tierra, nos darán un dinero anual. Hemos estimado que era
necesario incribir aquí las dimensiones del manso, para que en el futuro no haya
ninguna discordia entre las gentes, esto es 720 varas reales de largo y 30 de
ancho, con los arroyos que atraviesan la tierra, que concedemos de la misma
manera. Por fin, han admitido, conforme a nuestra voluntad, darnos el diezmo de
los frutos de la tierra, a saber, la undécima gavilla, la décima parte de los corderos,
de los puercos, de las cabras, de los gansos, la décima medida de miel y lo mismo
en cuanto al lino; rescatarán por un dinero el potrillo criado hasta la fiesta de San
Martín y el ternero por un óbolo. Nos han prometido que se someterán en todos
los casos a la justicia sinodial, según los decretos de los Padres, a la justicia
canónica y las instituciones de la iglesia de Utrecht. Para la justicia y los pleitos, a
fin de no sufrir perjuicios de parte de los extranjeros, se han comprometido a pagar
cada año dos marcos por cien mansos, para poder solucionar entre ellos todos los
procesos. Si no pueden solucionar entre ellos los pleitos o la justicia de los
asuntos importantes, que apelen al obispo y, llevándolo al lugar de su residencia
para que juzgue la causa, que se encarguen de su manutención durante su
permanencia; recibirán entonces los dos tercios de los derechos de justicia y
dejarán el tercio al obispo. Les hemos concedido el derecho de crear iglesias en
esta tierra allí donde les parezca útil. Cedemos a esas iglesias para el uso del
sacerdote que las sirva, el diezmo de nuestros diezmos de esas mismas iglesias
parroquiales. Los parroquianos de cada una de esas iglesias, se obligan a dar en
dote a su iglesia un manso para las necesidades del sacerdote.

Nombre de los hombres que vinieron a nosotros para establecer la


confirmación de este contrato: el sacerdote Enrique, a quien hemos concedido de
por vida las mencionadas iglesias; los laicos, Helenikus, Arnold, Hiko, Fordolt,
Referic, a los cuales concedemos la mencionada tierra según las leyes del siglo y
la convención establecida, y a sus herederos después de ellos. La redacción ha
sido realizada en el año 1106 de la encarnación del Señor, el sexto día de la
indicción, bajo el reinado de Enrique III, emperador augusto de los romanos.

Homenaje de Arturo, duque de Bretaña, a Felipe Augusto [julio de 1202].

Layettes du Trésor des Chartes, ed. Teulet, París, 1863, vol. I, nº 647. En R.
Boutrouche, R., Señorío y feudalismo. 2. El apogeo [siglos XI al XII]", Madrid,
1979, p. 319.

21
Arturo, duque de Bretaña y Aquitania, conde de Anjou y Maine, a todos aquellos a
quienes lleguen las presentes cartas, salve. Sabed que he prestado homenaje
ligio, contra todos los que puedan vivir o morir, a mi muy querido señor Felipe,
ilustre rey de Francia, por los feudos de Bretaña, Anjou, Maine y Turena [cuando
Dios lo quiera, el rey o yo mismo hayamos adquirido estos bienes], con la
excepción de todas las tenencias que estaban en manos del señor rey y de sus
hombres el día que desafió a Juan, rey de Inglaterra, a causa de las actividades a
las que éste se había entregado contra él durante toda la última guerra, debido a
lo cual sitió Boutavant. [Este acuerdo se hace] en las condiciones siguientes:
cuando reciba los homenajes de Anjou, Maine y Turena, lo haré bajo reserva de
los convenios establecidos entre él [Felipe] y yo. Si falto a los convenios hechos
entre el y yo, los vasallos y sus feudos pasarán al señor rey y lo ayudarán contra
mí. Además, he hecho homenaje ligio a mi señor rey en lo concerniente al
"dominio" de Poitou, en el caso de que, gracias a Dios, lo adquiriésemos, él o yo,
de alguna manera. Los barones de Poitou que han tomado partido por el señor
rey, y los otros que acepte, le harán el homenaje ligio por su tierra contra todos los
que puedan vivir o morir. Y, por orden del rey mismo, me harán homenaje ligio,
reservando la fe que le deben. Si el ilustre rey de Castilla pretende algún derecho
sobre esta tierra, se procederá por juicio del tribunal de nuestro señor el rey de
Francia, si este último no puede restablecer la paz entre el rey de Castilla y yo
mismo, de nuestro común acuerdo. En cuanto a Normandía, será como sigue:
nuestro señor el rey de Francia guardará para sí mientras le plazca los bienes que
ya ha adquirido y los que, con la ayuda de Dios, pueda adquirir; de la tierra de
Normandía dará la que le plazca a sus hombres que han perdido sus tierras por
él.

BERTRAND DE BORN, Perigord [segunda mitad del siglo XII]


Tomado de: BLOCH, Marc, La sociedad feudal; la formación de los vínculos de
dependencia. Trad. Eduardo Ripoll Perelló, México: 1958

Mucho me gusta el alegre tiempo de Pascua


que hace llegar flores y hojas:
me place oír la alegría
de los pájaros que hacen resonar
sus cantos en el ramaje.
Pero más me complace cuando veo, entre los prados,
tiendas levantadas y pendones al viento;
y me lleno de alegría
cuando veo, alineados por los campos
caballeros y caballos armados;
y me place cuando los batidores
hacen huir a las gentes con su ganado;
y me complace ver tras ellos
un gran ejército llegar:
y me alegro en el fondo de mi corazón
cuando veo fuertes castillos sitiados

22
y las empalizadas rotas y hundidas
y el ejército sobre la orilla,
toda rodeada por fosos
con una línea de fuertes empalizadas levantadas...
Mazas de combate, espadas, yelmos de color,
escudos: todo lo veremos roto a pedazos
en cuanto empiece el combate
y muchos vasallos heridos a la vez,
y por allí errando a la ventura
los caballos de los muertos y de los heridos.
Y cuando se haya entrado en el combate,
que ningún hombre de buen linaje
piense más que en romper cabezas y brazos;
pues más vale muerto, que vivo y vencido.
Os lo digo con franqueza, en nada encuentro tanto placer
ni en el comer ni en el beber ni en el dormir
como en oír el grito de ‘A ellos!’
levantarse por ambas partes, el relinchar de los desmontados
caballos en la sombra
y las llamadas de ‘Socorredme! Socorredme!’;
en ver caer, más allá de los fosos, a grandes y pequeños sobre la
hierba;
y en ver, en fin, los muertos que, en sus costados,
llevan todavía los pedazos de lanzas, con sus pendones.”

Be-m platz lo gais temps de pascor Bien me plaît le gai temps de


que fai folhas e flors venir Pâques qui fait venir feuilles et fleurs
e platz mi quant aug la baudor et me plaît quand j'entends la joie
dels auzels que fan retentir des oiseaux qui font retentir leur
lor chan per lo boscatge chant par le bocage et me plaît
e platz me quan vei per los pratz quand je vois sur les prés tentes et
tendas e pavalhons fermatz pavillons dressés et j'ai grande
e ai grant alegratge allégresse quand je vois par la
quan vei per campanhas rengatz campagne rangés chevaliers et
cavaliers e cavals armatz. chevaux armés.

E platz mi quan li corredor Il me plaît quand les coureurs font


fan las gens e l'aver fugir s'enfuir les gens et (avec) leurs biens
e platz mi quan vei apres lor et quand je vois derrière eux une
granren d'armatz corren venir grande masse de gens armés arriver
e platz m'e mon coratge ensemble et me plaît en mon coeur
quan vei fortz chastels assetjatz quand je vois châteaux forts
e-ls barris rotz et esfondratz assiégés remparts détruits et
e vei l'ost el ribatge effondrés et quand je vois l'ost (la
qu'es tot entorn claus de fossatz troupe) sur le rivage qui est tout à

23
ab lissas de fortz pals serratz. l'entour clos de fossés avec des
palissades de solides pieux serrés.

Et atressi-m platz de senhor Et aussi me plaît quand un seigneur


quant es primiers a l'envazir est le premier à envahir (donner
en caval armatz ses temor l'assaut) à cheval, armé, sans peur
qu'aissi fai los seus enardir qu'ainsi il fait s'enhardir les siens
ab valen vasselatge avec courageuse bravoure. Et dès
e pois que l'estorns es mesclatz que la mêlée est engagée chacun
chascus deu esser acesmatz doit être prêt et le suivre avec
e segre-l d'agradatge enthousiasme car nul homme n'a de
que nuls om non es re prezatz mérite s'il n'a reçu et donné maints
tro qu'a manhts colps pres e donatz. coups (d'épée).

Massas e brans elms de color Masses et épées, heaumes de


escutz traucar e desgarnir couleur nous verrons au début du
veirem a l'entrar de l'estor combat écus trouer et dégarnir et
e manhts vassals ensems ferir ensemble férir maints vassaux
don anaran arratge desquels iront en désordre chevaux
caval dels mortz e dels nafratz des morts et des blessés. Et quand il
e quant er en l'estor intratz sera entré dans la mêlée chaque
chascus om de paratge guerrier de haut parage ne pense
no pens mas d'asclar caps e bratz qu'à fendre têtes et bras car il vaut
que mais val mortz que vius sobratz. mieux morts que vivants vaincus.

E-us dic que tan no m'a sabor Et moi je dis que tant ne m'a saveur
manjar ni beure ni dormir manger, boire et dormir que lorsque
com a quant aug cridar : "a lor !" j'entends crier : "A eux !" des deux
d'ambas las partz et aug bruir côtés et partout hennir chevaux
cavals vogz per l'ombratge abandonnés sous l'ombrage et
et aug cridar : "aidatz ! aidatz !" quand j'entends crier : "Aidez !
e vei chazer per los fossatz Aidez !" et que je vois tomber par les
paucs e grans per l'erbatge fossés petits et grands sur l'herbe et
e vei los mortz que pe-ls costatz que je vois les morts qui sur les
an los tronsos ab los cendatz. flancs portent [plantés] des tronçons
[de lance] avec la soie [des
bannières].

Amors vol drut cavalgador L'amour exige que l'amant soit


bon d'armas e larc de servir cavalier (chevaucheur) doué aux
gen parlan e gran donador armes et large en service [d'amour]
tal qui sapcha far e dir d'une agréable conversation et
fors e dins son estatge généreux en dons tel qu'il sache faire
segon lo poder qui l'es datz et dire en dehors et dans son état en
e sia d'avinen solatz suivant [les règles] du pouvoir qui lui
cortes e d'agradatge est donné et qu'il soit d'avenante

24
e domna qu'ab aital drut jatz compagnie courtois et agréable. Et la
es monda de totz sos peccatz. dame qui avec un tel amant se
couche est purifiée de tous ses
péchés.

Pros comtessa per la melhor Noble comtesse on vous tient pour la


qu'anc se mires ni mais se mir meilleure que l'on vît jamais et que
vos ten om e per la gensor l'on admire et comme la plus
dona del mon segon aug dir gracieuse dame du monde selon ce
Biatritz d'aut linhatge que j'entends dire. Biatritz de haut
bona domna en digz et en fatz lignage noble dame en paroles et en
fons lai on sortz tota bontatz actes source d'où jaillit toute bonté
bela ses maestratge belle sans rivalité votre noble mérite
vostre rics pretz es tan pojatz est si élevé qu'au-dessus de tous il
que sobre totz es enansatz. se place.

Donzelha d'aut linhatge Une demoiselle de haut lignage en


tal en cui es tota beutatz qui est toute beauté j'aime fort et suis
am fort e sui per leis amatz aimé par elle et elle me donne tant
e dona-m tal coratge de courage que je pense ne jamais
que ja non pens esser sobratz être vaincu par un parmi les plus
per un dels plus outracujatz. téméraires.

Baron metetz en gatge Barons, mettez en gage châteaux et


castels e vilas e ciutatz villes et cités avant de cesser de
enans qu'usquecs no-us guerreiatz. guerroyer.

Papiols d'agradatge Papiol, de bon gré va vite auprès de


a'n oc e no t'en vai viatz Oc e No et dis-lui qu'il reste trop
e digas que trop estan en patz. [longtemps] en paix.

UNIDAD 6
El nuevo ascenso de la ciudad

Privilegios de la ciudad de Lübeck:

Codex diplomaticus Lubicensis, Tomo I, p. 9. en M. RIU y otros, Textos


comentados de época medieval [siglos V al XII], Barcelona, 1975, pp. 618-620.

En nombre de la Santa e Indivisible Trinidad, Federico, por la gracia y clemencia


divina, augusto emperador de los romanos [...]

Tienen pleno derecho sobre los bosques de Dassow, Klütz y Brothen, de manera
que podrán cortar cuanto necesiten para calentarse, construcción de barcos, de

25
casas y otros edificios de la ciudad; pero que no haya engaño, y que los barcos
que necesiten y de lo que se sirvan no sean vendidos; que sin necesidad
construyan otros o bien envíen y vendan madera a otros países. Por otro lado
pueden hacer pacer sus cerdos, e igualmente el ganado mayor y menor de toda la
tierra del conde Adolfo, pero de modo que estos cerdos o ganados puedan volver
dentro de la misma jornada de pastoreo en marcha, al lugar de que partieron por
la mañana. Además, en su favor, nos confirmamos todos los derechos que les
concedió el primer fundador del lugar, Enrique, en otros tiempos duque de
Sajonia, y que él ha reforzado por su privilegio: nos lo hemos igualmente
concedido al patronato sobre la iglesia parroquial de la bienaventurada María, de
manera que, cuando muera el sacerdote, los ciudadanos elijan como patrón el
sacerdote que más les agrade y lo presenten al obispo [...]

Por otro lado, con sus mercancías vayan y vengan libremente por todo el ducado
de Sajonia sin pagar impuestos, ni teloneo, salvo en Artlenburg. Y cualquiera que
de entre ellos, fuera quien fuera, tenga que ver con la justicia por la causa que
sea, por todo el territorio de nuestro imperio y ducado, se justificará por juramento
delante del juez del lugar, sin ser hecho prisionero, siguiendo el derecho de la
dicha ciudad. Todas las ordenanzas concernientes a la ciudad serán de
competencia de los cónsules; y de todo lo que ellos recibirán, dos partes irán a la
ciudad y la tercera al juez. Y que los cónsules tengan, de nuestra voluntad, la
prerrogativa de verificar la moneda tantas veces al año como ellos quieran; si el
monetario ha cometido una falta, que pague la compensación, y que la mitad vaya
a los ciudadanos y el resto a la potestad real. Que nadie de rango elevado o
humilde pueda molestar dicha ciudad, ni en el interior, ni al exterior de sus muros,
por edificios o fortificaciones en su territorio. Los ciudadanos de dicha ciudad no
irán a ninguna campaña militar, pero defenderán su ciudad [...]

Claúsulas de la paz entre Génova y Egipto en 1290:

CAHEN, Cl. "Orient et Occident au temps des Croisades", París, 1983, doc. XX.
en Ladero Quesada, M. A., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, 1987,
pp. 693-694.

Los genoveses tendrán garantía para sus personas y bienes [...] Podrán circular
libremente, incluso en Siria [...] Dependerán judicialmente del cónsul de los
genoveses en Alejandría, ante el que deberán llevarse las querellas de los
musulmanes u otros súbditos del sultán, pero las querellas iniciadas por
genoveses contra súbditos del sultán se llevarán al Diwan, ante el emir [...] Ningún
genovés podrá ser detenido por faltas de otro, a no ser que haya salido por su
fiador [...]

Sobre sus importaciones de oro y plata, los genoveses deberán dar seis
besantes, 16 carats por 100 de oro, y 4 besantes y 12 carats por ciento para la
plata. Si traen moneda, 4 besantes, 12 carats por ciento para el oro y plata.

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Ningún gravamen sobre las pieles, cueros y piedras preciosas [...] Los genoveses
deben pagar en la aduana de Alejandría 12 por 100 sobre las mercancías
pesadas, pero sólo después de efectuada y cobrada la venta. Sobre los paños de
todos los colores, de seda y lana, sobre el oro hilado y la madera, 10 por 100 [...]

Toda mercancía depositada en la aduana para ser vendida en subasta debe ser
inventariada, así como el precio de venta obtenido [...] ningún genovés ha de ser
forzado a vender las mercancías que ha traído, si quiere llevarselas, puede
hacerlo sin pagar derechos [...] Si un genovés es deudor de la aduana pero
acreedor de un musulmán, puede partir cargando sobre éste la responsabilidad de
su deuda. Los genoveses tendrán almacenes suficientes, cerrados con llave, y la
aduana los hará vigilar [...]

UNIDAD 7.
Crisis del sistema.

Luchas políticas y sociales en Paris en 1358:

FROISSART, J., Crónicas, , Madrid, Siruela 1988, pp. 190-192.

El preboste de los comerciantes de París y los de su secta tenían muchos


consejeros secretos para saber cómo podrían sobrevivir[...] se decidieron a tratar
en secreto con los ingleses que guerreaban a los de París. Entre ambas partes se
llegó al acuerdo de que el preboste de los comerciantes y los de su secta deberían
estar en la puerta de Saint-Honoré y en la puerta de Saint-Antoine, de modo que
ingleses y navarros todos juntos las encontraran abiertas a medianoche para
entrar y destruir París. Y no deberían dispersar a hombre ni a mujer sino pasarlos
a todos por la espada, donde no se encontrara un signo que el enemigo debía
reconocer en las puertas y ventanas de los de París.

La misma noche en que todo debía suceder, Dios inspiró y despertó a algunos
burgueses de París que estaban a favor de la reconciliación [...] y cuyos jefes eran
los hermanos Jean y Simon Maillart. Fueron informados por inspiración divina, así
lo debemos suponer, de que París iba a ser saqueada y destruída. Se armaron de
inmediato e hicieron armarse a los que estaban a su lado, y contaron en secreto
estas noticias en muchos lugares para conseguir mayor ayuda. Jean Maillart y su
hermano se dirigieron un poco antes de medianoche bien provistos de armaduras
y de buenos compañeros a la perta de Saint- Antoine [...] y allí encontraron al
preboste de los comerciantes con las llaves de la puerta en las manos [...]

Hubo allí una gran pelea y del preboste de los comerciantes habría huído gustoso
si hubiese podido. Pero fue tan acosado que no pudo, pues Jean Maillart le golpeó
con un hacha en la cabeza y lo derribó al suelo [...] Y no se separó de él hasta que
lo hubo matado y también a seis que lo acompañaban y enviados a prisión los
restantes. Luego empezaron a despertarse y salir por las calles las gentes de
París. Jean Maillart y los suyos se dirigieron a la puerta de Saint Honoré y allí
encontraron a gentes de la secta del preboste. Los culparon de traición y de nada

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les valieron sus excusas. Allí hubo muchos presos y los que no se dejaron apresar
fueron muertos sin merced.

La "Jacquerie" [1358]:

FROISSART, J., Crónicas, , Madrid, Siruela 1988, pp. 177 y 179-181.

En el tiempo en que gobernaban los tres estados, comenzaron a levantarse unos


tipos de gentes que se llamaban Compañeros y que saqueaban a todos los que
llevaban cofres. Os digo que los nobles del reino de Francia y los prelados de la
Santa Iglesia se empezaron a cansar de la empresa y del orden de los tres
estados. Dejaban actuar al preboste de los comerciantes y a algunos burgueses
de París, pero intervenían más de lo que hubiesen querido.

Sucedió un día que el duque de Normandía estaba en su palacio con gran


cantidad de caballeros, y el preboste de los comerciantes reunió también gran
cantidad de comunas de París que eran de su secta y de su partido. Todos
llevaban caperuzas iguales para reconocerse. Este preboste se dirigió al palacio
rodeado por sus gentes y entró en la cámara del duque. Con gran acritud le
requirió a que se ocupara de los asuntos del reino y mantuviera consejo, de modo
que el reino que debía heredar estuviera bien protegido de aquellos Compañeros
que lo dominaban, saqueando y robando por todo el país. El duque respondió que
se ocuparía con mucho gusto [...]

Muy poco tiempo después de la liberación del rey de Navarra sucedió una terrible
y gran tribulación en muchas partes del reino de Francia, en Beauvaisis, en Brie,
junto al río Marne, en Laon, Valois, la tierra de Coucy y los alrededores de
Soissons. Algunas gentes de las villas campesinas se reunieron sin jefe en
Baeuvaisis. Al principio no eran ni cien hombres y dijeron que todos los nobles del
reino de Francia, caballeros y escuderos traicionaban al reino, y que sería gran
bien destruirlos a todos. Cada uno de ellos decía: "Es verdad, es verdad. Maldito
sea quien por él no sean destruídos todos los gentileshombres".

Entonces, sin otro consejo y sin otra armadura más que bastones con puntas de
hierro y cuchillos se fueron a la casa de un caballero que estaba cerca de allí.
Destruyeron la casa, mataron al caballero, a la dama y a los hijos, grandes y
pequeños, y lo incendiaron todo. Luego, se fueron a un castillo y allí aún actuaron
peor [...]

Así hicieron en muchos castillos y buenas casas, y fueron creciendo tanto que
llegaron a seis mil. Iban aumentando por que todos los de su condición les
seguían por todos lados por donde pasaban [...] Y todos estos criminales reunidos,
sin jefe y sin armaduras saqueaban y lo incendiaban todo, matando a todos los
gentileshombres que encontraban, forzando a damas y doncellas sin piedad y sin
merced como perros rabiosos.[...] Entre ellos tenían un rey al que llamaban
Jacques Bonhomme que era, como entonces se decía, de Clermont de
Beauvaisis, y lo eligieron el peor de los peores.

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Estas gentes miserables incendiaron y destruyeron más de sesenta buenas casas
y fuertes castillos del país de Beauvaisis y de los alrededores de Corbie, Amiens y
Montdidier [...] Estas gentes se mantenían unidas entre París y Noyon y entre
París y Soissons, y entre Soissons y Eu de Vermandois y por toda la tierra de
Coucy [...]

Cuando los gentileshombres de Beauvaisis, de Corbiosis, Vermandois y Valois y


de las tierras donde aquellos miserables cometían sus crímenes, vieron sus casas
destruídas y muertos sus amigos, pidieron ayuda a sus amigos en Flandes,
Hainaut, Brabant y Belgique y acudieron de todos lados. Extranjeros y
gentileshombres del país se unieron y empezaron a matar y decapitar aquellos
miserabls, sin piedad ni merced [...] el propio rey de Navarra acabó un día con tres
mil muy cerca de Clermont en Beauvaisis.

La monarquía como sistema político necesario:

DANTE, De la Monarquía, Buenos Aires, Ernesto Palacio, 1966, pp. 41-42.

Tres problemas se plantean a propósito de la Monarquía temporal comunmente


llamada Imperio, los cuales me propongo estudiar en el orden ya establecido y a la
luz del principio adoptado. El primero es éste: Si la Monarquía temporal es
necesaria para el bien del mundo. Esta proposión no objetada por fuerza de razón
ni de autoridad, puede ser demostrada con sólidos y clarísimos argumentos; ante
todo por la autoridad del Filósofo en su "Política". Afirma éste, con su autoridad
venerable, que cuando varias cosas están ordenadas hacia un fín, conviene que
uno regule o gobierne y que las demás sean reguladas o regidas. Lo cual es
creíble no sólo por el nombre glorioso del autor, sino también por la razón
inductiva.

Si consideramos a un hombre, vemos que ocurre esto con él: que como todas sus
fuerzas están ordenadas hacia la felicidad, la fuerza intelectual obra como
reguladora y rectora de todas las otras, pues, no siendo así, no podría alcanzar
dicha felicidad. Si consideramos un hogar, cuyo fín es preparar el bienestar de
todos sus miembros, conviene igualmente que haya uno que ordene y rija, llamado
padre de familia, o alguien que haga sus veces según lo enseña el Filósofo: "Toda
casa es gobernada por el más viejo". A él le corresponde, como dice Homero,
dirigir a todos e imponerles leyes. De lo cual se origina esta maldición
proverbial:"Que tengas un igual en tu casa". Si consideramos una aldea, cuyo fín
es la cooperación de las personas y las cosas, conviene que uno sea el regulador
de los demás, bien que haya sido impuesto desde fuera, bien que haya surgido
por su propia preeminencia y el consentimiento de los otros; de lo contrario, no
sólo no se alcanza la mutua asistencia, sino que al cabo, cuando varios quieren
prevalecer, todo se corrompe. Si consideramos una ciudad, cuyo fin es vivir bien y
suficientemente, también conviene un gobierno único; y esto no sólo dentro de la
recta política, sino también de la desviada. Pues cuando ocurre de otro modo, no
sólo no se obtiene el fín de la vida civil, sino que la misma ciudad deja de ser lo
que era. Si consideramos, por último, un reino particular, cuyo fín es el mismo de

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la ciudad, con mayor confianza en su tranquilidad, conviene también que haya un
rey que rija y gobierne, pues de lo contrario, no sólo dejan los súbditos de obtener
sus fines, sino que hasta el último reino perece, según afirma la verdad inefable.
"Todo reino dividido será desolado". Si, pues, esto ocurre en todas las cosas que
se ordenan a un fín, es verdad lo que se ha establecido anteriomente.

Ahora bien; es cierto que todo el género humano está ordenado a un fín, como ya
fue demostrado; por consiguiente, conviene que haya uno que mande o reine; y
éste debe ser llamado Monarca o Emperador. Y así resulta evidente que, para el
bien del mundo es necesaria la Monarquía, o sea el Imperio.

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