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Abril 25 de 2007
P. Luis Moros.
Inventio (invención)
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Dispositio (disposición)
Elocutio
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de la disposición) sabemos que toda expresión trae una carga a la que
es sensible el auditorio; por lo que la elocutio no es un simple
revestimiento, sino una parte fundamental del argumento.
Si la retórica otorga una importancia crucial a la lexis (el léxico) y a las
expresiones, es porque sabemos que «el fondo es forma». De esta
manera la ornamentación (que viene del latín ornare- equipar, surtir) no
es en la retórica clásica un concepto vacío, sino una forma de alimentar
el discurso para alcanzar sus objetivos.
La elocutio se ha basado en una amplia categorización de las llamadas
«figuras retóricas»: la metáfora, la sinécdoque, la metonimia, la ironía, la
paradoja, etcétera. Las figuras son esquemas en los que los argumentos
pueden ser vertidos según diversos propósitos, y es su modo de
operación lo que hace que las ideas anclen de un modo u otro en la
percepción y en el juicio. La categorización y estudio de las figuras es
entonces un aspecto central de la elocutio.
Las figuras tienen esquemas que permiten incidir sobre las emociones,
sobre la autoridad y el carácter del orador, sobre la credibilidad, claridad
y coherencia de las ideas, por lo que sus diversos modos pueden apelar
al ethos, al logos y al pathos. Para Hermógenes, cuya aportación a la
tradición fue la definición de Las virtudes de la Elocuencia: claridad,
grandeza, belleza, rapidez, carácter, sinceridad y fuerza.
Memoria
Actio
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Elocutio, tiene que ver más con el «cómo» que con el «qué» de la
actuación retórica. En la antigüedad se refería a los gestos, a las formas
de vestir o la escenografía que envuelve al orador con propósitos
persuasivos. Por ello se relaciona sobre todo con ethos o con el pathos:
el carácter de quien enuncia y las emociones que suscita. Como la
memoria, es otra de las partes de la retórica que menos tratamiento ha
recibido en la actualidad. Sin embargo, sabemos que la Acción o Puesta
en Escena de los argumentos es fundamental, sobre todo en una época
altamente tecnologizada, donde la definición de las pantallas, la viveza
del color, la calidad de las impresiones o la riqueza de las texturas
resultan imprescindibles para que los argumentos alcancen su objetivo.
En el cine podríamos llamarlo “realización”, “postproducción”, que
resultan hoy ser tan sofisticados como la Invención misma y por ello la
Actio tendría que ser revitalizada como elemento fundamental de la
retórica contemporánea.