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LAS BUENAS NOTICIAS

DE
JESUCRISTO

Jesús es el Mensajero de Dios:

En Lucas 4:43 Jesús revela a sus seguidores la razón por la


cual él fue enviado por Su Padre al mundo. Millones de cristianos
han pasado por alto o ignorado este pasaje lucano. Son las
mismísimas palabras de Jesucristo, quien dice: “...es necesario
que también a otras ciudades anuncie el evangelio del
reino de Dios; porque para esto he sido enviado”. ¿Notó lo
que dijo Jesús? Él dijo que fue enviado para anunciar el reino de
Dios. Él vino a proclamar un mensaje glorioso para todos los
pueblos y naciones de la tierra, nunca antes predicado por hombre
alguno. (Ver Hechos 10:36). A este reino de Dios Jesús lo llamó:
“El evangelio”. Jesús luego dirá que el mensaje que predicarán
sus verdaderos seguidores será: El Evangelio del Reino de
Dios. Veamos lo que Jesús dice en Mateo 24:14: “Y será
predicado este evangelio del reino en todo el mundo,
para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá
el fin”.

Ahora bien, la pregunta más común que cualquier estudioso


de la Biblia se hace es ésta: ¿Qué quiere decir la Biblia con la
palabra “evangelio”? Y es que esta palabra es muy común en todo
el Nuevo Testamento, pues ella aparece más de cien veces. En
Marcos 1:1 el evangelista Marcos comienza diciendo: “Principio

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del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. En el versículo 15
Marcos informa que Cristo exigía a sus oyentes a que se
arrepintieran y creyeran en el evangelio. Pero antes de
responder qué es el evangelio, examinemos primero la importancia
que tiene dicho evangelio para el hombre.

La Importancia del Evangelio de Jesús:

Es hora que los cristianos conozcan el verdadero evangelio de


Cristo---¿por qué? ¡Porque trae salvación! Leamos lo que dice
Pablo en Romanos 1:16: “Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a
todo aquel que cree; al judío primeramente y también al
griego”. También leemos algo similar en Efesios 1:13, donde el
apóstol Pablo dice: “...el evangelio de vuestra salvación y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu de
la promesa.” Jesús vino a dar sentido y propósito a nuestra
efímera existencia. Lo sorprendente es que millones de cristianos
nominales no tienen ni la más mínima idea de lo que es el
evangelio de Cristo. San Pablo dice que el evangelio tiene poder
para salvar si lo creemos de verdad. Pero nadie puede creer o
aceptar algo que no comprende, por tanto, nuestra misión será
hacerle entender de qué se trata ese singular evangelio (=buenas
noticias) de Jesucristo. Vea también Apocalipsis 12:10, en donde
descubrirá que la salvación, el poder, y el reino, vienen juntos. Es
evidente que la salvación es entrar al reino, y entrar al reino es
ganar la vida eterna (Escudriñar Mateo 19:16-25).
Concluimos entonces que la salvación, el reino, y la vida eterna,
caminan de la mano.

Entendiendo el Evangelio de Jesucristo:

Pues bien, siendo que evangelio significa literalmente


“buenas noticias” o “buenas nuevas”, pregunto: ¿De qué se
tratan esas buenas noticias? Si yo le digo a usted que le traigo

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buenas noticias y no le revelo de qué se tratan, ¿valdrá de algo? De
igual manera, si yo le digo que le traigo el evangelio (=‘buena
noticia’) y no le explico de qué se trata, ¿tendrá sentido para usted?
¡De ningún modo! Usted necesita entender con su mente e
inteligencia lo que Cristo vino a anunciar hace dos milenios
(Efesios 5:17; Romanos 12:2; Efesios 1:17,18; Colosenses 2.2).
Millones están ciegos porque Satanás es experto obscureciendo el
evangelio salvador de Cristo. Este adversario del hombre no quiere
que el mundo perdido vea la luz del evangelio de la gloria de Cristo.
Él quiere mantenerlo ciego y en tinieblas espirituales para que
usted no se salve. Pablo es claro cuando les dice a los creyentes de
Corinto: “En los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo,
el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4). Aunque le
parezca duro lo que le voy a decir, lo cierto es que si usted no
quiere creer o entender el evangelio de Cristo, es porque usted está
cegado por el dios de este mundo---El diablo. El enemigo le hará
creer o entender que usted está oyendo una locura de fanáticos
religiosos. Nuevamente Pablo les dice los corintios: “Porque el
hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura...” (1 Corintios 2:14). Para
los creyentes la “locura del evangelio” significa salvación eterna.
Dice Pablo nuevamente: “...agradó a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios
1:21). Y también añade él: “Porque la palabra de la cruz es
locura para los que se pierden; pero a los que se salvan,
esto es, a nosotros, es poder de Dios.” ( 1 Corintios 1:18).

El Evangelio del Reino de Dios:

Es claro que el evangelio que debe ser predicado a todas las


naciones es “el Reino de Dios”. Jesús vino a proclamar un
mensaje glorioso para todos los pueblos y naciones de la tierra,
nunca antes predicado por hombre alguno. Jesús fue un mensajero

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de buenas noticias de esperanza y salvación (Ver Hechos
10:36). En Lucas 8:1 se lee lo siguiente: “Aconteció después,
que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas,
predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios,
y los doce con él.” Es evidente que Cristo y sus apóstoles estaban
de acuerdo predicando el evangelio del reino de Dios. Pues
bien, ¿están las iglesias de hoy predicando este mismo
evangelio?¿Su iglesia lo predica?¿Lo ha oído usted antes?
Probablemente nunca. Esta es la tragedia de las iglesias---¡Han
perdido el singular evangelio llamado el reino de Dios!

En Hechos 8:12 leemos del evangelismo de un prominente


cristiano llamado Felipe. Según este registro Neo-Testamentario:
¿Qué predicaba Felipe? El texto dice claramente como sigue:
“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el
evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se
bautizaban hombres y mujeres.” Aquí tenemos a Felipe, un
cristiano prominente, predicando a Jesús y su Reino (el evangelio).
Hoy los líderes de la iglesias predican a Jesús, pero nunca, o casi
nunca, ellos predican sobre su reino. Nótese además que Felipe
bautizaba a los que habían creído en Cristo y en su evangelio del
reino. Le pregunto: ¿Se bautizó usted habiendo creído en el
nombre de Jesús y en el evangelio del reino de Dios? Millones de
infantes o bebés han sido bautizados en la pila bautismal sin haber
creído en Cristo ni en su evangelio del reino. ¿Valdrá tal bautismo?
Según las Escrituras: NO!

Y para terminar este acápite, leeremos una última referencia


del reino en el libro de los Hechos 28:23,30, y 31. En estos
versículos veremos que Pablo (en Roma), predicaba lo mismo que
Felipe: el Reino de Dios y el nombre de Jesucristo. Por
cierto que Pablo esperó que los creyentes le imitaran en este mismo
quehacer evangélico, predicando igualmente el reino de Dios y el
nombre de Jesucristo (1 Corintios 11:1).

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Falsos Evangelistas y Evangelios Incompletos:

El apóstol Pablo advirtió a los cristianos a no sucumbir en el


engaño de los falsos evangelios promovidos por falsos maestros. Ya
en su época él había previsto la infiltración de falsos mensajes con
la etiqueta de “apostólicos”. En Gálatas 1:6-10 podemos leer esta
importante exhortación paulina, con estas tajantes palabras:
“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado
del que os llamó por la gracia de Cristo para seguir un
evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay
algunos que os perturban y quieren pervertir el
evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del
cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os
hemos anunciado, sea anatema., como antes hemos
dicho, también ahora lo repito: Si alguien os predica
diferente evangelio del que habéis recibido, sea
anatema.”

El catolicismo romano elaboró su propio evangelio que ha


sido llamado: El evangelio Social. Pero este evangelio es
totalmente diferente al evangelio del reino predicado por Jesús y
sus seguidores. Dicho Evangelio Social promueve el cambio del
mundo por los esfuerzos humanos o acciones
humanitarias. En cambio, el evangelio de Cristo es la renovación
de nuestro mundo a través de la intervención Divina, al
instaurarse un régimen divino y teocrático en la tierra en la
persona del Mesías elegido: El Señor Jesucristo.

El Significado de la Palabra Reino:

La palabra reino es muy conocida por todos nosotros. Hemos


oído del reino de Inglaterra, de España, de Italia, de Jordania, etc.
Un reino es una forma de gobierno. Es una monarquía real con
un rey, territorio, súbditos, y leyes. Ahora bien, la Biblia habla de
reinos. Tenemos un ejemplo en Daniel 2:37-39, donde el profeta

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Daniel registra que Nabuconodosor era rey de reyes, el monarca
del reino babilónico. Aquí tenemos la evidencia de que un reino es
una monarquía real, con un soberano autoritario y poderoso.
También Daniel revela que los reyes de Medo-Persia, Grecia, y
Roma gobernarían sus respectivos reinos en el futuro. Daniel
profetizó que en los días de diez reyes o líderes mundiales
venideros (representados por los diez dedos de una colosal
imagen), el Dios del cielo levantaría un reino (Gobierno) mundial
que desplazaría y destruiría precisamente a estos diez países
confederados (¿El Mercado Común Europeo?). Luego el profeta ve
que dicho reino divino (representado por una roca---la cual
simboliza al Mesías y su reino) cubre todo el planeta tierra. Aquí el
profeta está viendo el reinado milenario y mundial del Mesías, con
todo su poder y gloria, inmediatamente después de su Parusía o
Segunda Venida personal a la tierra.

El Reino de Dios es un GOBIERNO político y teocrático, el


cual traerá la paz y la justicia verdaderas a la tierra. El profeta
Isaías dice del reino de Dios lo siguiente: “Lo dilatado de su
imperio y la paz no tendrán límite” (9:7). ¡Cuántos no
anhelamos una paz y justicia duraderas para todos los pueblos de
la tierra! El mundo ha vivido en guerras siempre y los hombres
nunca han vivido en una paz verdadera y global. Hoy hay
prácticamente paz en nuestro continente americano, pero en otros
lugares, y en otros continentes, existen guerras étnicas, y conflictos
entre naciones. La Biblia nos dice que un rey gobernará con VARA
DE HIERRO. En Apocalipsis 12:5 leemos: “Y ella dio a luz un
hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las
naciones...” También el profeta Isaías predice: “He aquí
que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán
en juicio”(32:1).

Jesucristo, el Rey de Israel:

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Hemos visto que Cristo será Rey pero, ¿desde dónde
gobernará?¿Quiénes serán sus súbditos? ¿Y con quién gobernará?
Pues bien, estudiemos lo que el ángel Gabriel le dijo a María,
cuando iba a concebir a su hijo Jesucristo: “Y ahora concebirás
en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su
nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del
Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su
padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin.” (Lucas 1:31-33). Esta promesa
angelical ha sido pasada por alto por millones de llamados
“cristianos”. Pero es importante que entendamos que aquí hay una
promesa concreta aún no cumplida. Aquí se habla del ‘trono de
David’ y de ‘la casa de Jacob’: ¡Sobre éstos reinará Jesús!
Cuando Pilato interroga a Jesús : “¿Luego, eres tu Rey? Jesús
le responde: Tu dices que yo soy Rey. Yo para esto he
nacido, y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio de la verdad...” (Juan 18:37). Aquí vemos que
Jesús admite abiertamente que el nació para ser Rey, y para eso
vino al mundo, para dar a conocer esta verdad. Sí, Jesús tendrá un
trono---el de David su padre--- y tendrá un territorio, la casa o el
país de Jacob (=Israel). Esto quiere decir que Jesús es de “sangre
azul o real”, pues desciende de un rey y de un reino israelita
(Mateo 1:1). Efectivamente, Israel fue gobernado por reyes judíos,
comenzando con Saúl, luego David, después su hijo Salomón, etc.,
hasta que en el año 586 A.C, el último rey judío Sedequías fue
destronado por Nabuconodosor, rey de Babilonia. Es decir, hace
más de 2,500 años que Israel dejó de tener una monarquía para
convertirse en un país democrático a partir de 1948. No obstante,
Dios le prometió a David que no le faltaría un descendiente en su
trono (2 Samuel 7:12-17; 1 Crónicas 17:11-14; 2 Crónicas 7:18). En
buena cuenta, Israel volverá a ser una monarquía como lo es su
actual vecino, el reino de Jordania.

En Apocalipsis 12:5 hemos visto que un varón regirá el


mundo con mano firme y sólida como el hierro. Pero: ¿Quién es ese

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misterioso varón? La respuesta la da el apóstol Pedro cuando dice:
“Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesucristo,
varón aprobado por Dios...” (Hechos 2:22). Aquí se le llama a
Jesucristo: varón de Dios. Y en Hechos 17:31 Pablo dice: “Por
cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo
con justicia, por aquel varón quien designó, dando fe a
todos con haberle levantado de los muertos”. Notemos que
aquel varón designado por Dios para ser juez y rey, fue resucitado
de entre los muertos. ¡Esta es una clarísima alusión a Jesucristo!
(Leer también 2 Samuel 23:3).

Sabiendo que Jesucristo es el Rey del reino o gobierno


venidero de Dios, ¿qué más detalles tenemos de su gobierno? En el
Salmo 72:7,8 encontramos más detalles del mismo con estas
palabras proféticas: “Florecerá en sus días justicia, y
muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.
Dominará de mar a mar y desde el río hasta los confines
de la tierra”. Aquí vemos que Dios promete un gobierno mundial
de paz y justicia duraderas, y las naciones del mundo estarán bajo
su control y dominio. En un mundo donde no hay justicia, no
puede haber paz. Las injusticias sociales y económicas
necesariamente se traducen en descontento y violencia. Los
hogares están destruidos y violentados por las injusticias. Toda
injusticia es pecado (1 Juan 5:17). Hay injusticia en los robos,
adulterios, mentiras, en la explotación del hombre por el hombre,
en las desigualdades educativas, en la discriminación racial, etc. Se
necesita urgentemente un nuevo orden social, político y económico
ideal y perfecto. Pero lo ideal y perfecto no puede venir de hombres
imperfectos. Mientras existan el egoísmo y el afán de lucro
desmedidos, no se podrá alcanzar la justicia y la paz verdaderas. El
pecado acarrea la injusticia necesariamente. Y pecado es
trasgresión o violación de las leyes de Dios que se resumen en el
amor (1 Juan 3:4; Romanos 13:10).

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Jesucristo es también llamado “El deseado de todas las
naciones” (Hageo 2:7), pues es el único que, siendo hombre, es
también el Hijo de Dios. Jesús afirmó que mantiene una unidad
perfecta con Su Padre (Juan 10:30). Su enseñanza y educación no
provienen de una excelente universidad americana o europea, sino
de Dios. Dios es su Maestro (Juan 8:28). Él recibió de Su Padre la
mejor instrucción para solucionar los problemas humanos. ¡Las
enseñanzas de Jesús son las mismas enseñanzas de Dios! (Juan
14:10,24).

Jesucristo Sabrá Cómo Reinar bien:

El apóstol Pablo reconoció que la Palabra de Dios instruye y


hace perfecto al hombre (2 Timoteo 3:16). Dios ha perfeccionado a
Su Hijo Unigénito Jesucristo a través de la obediencia a Su palabra
(2 Timoteo 3:15-17). Sí, Jesús desde niño se iba perfeccionando con
la palabra de Dios. Él discutía con los sabios de la época sobre lo
escrito en los rollos del Antiguo Testamento, y se hacía cada vez
más sabio y entendido. Sí, Jesucristo es la sabiduría de Dios (1
Corintios 1:24). Cuando Jesús gobierne este mundo desde
Jerusalén, él emitirá decretos efectivos que traerán resultados
positivos para todos los pueblos y naciones (Miqueas 4:1,2). En
Isaías 55:11 Dios dice de Su Palabra lo siguiente: “Así será la
palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino
que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello
para que la envié”. Sus leyes para la reestructuración de nuestra
sociedad tendrán resultados beneficiosos (Hechos 3:19-21). Con él
no habrá derroche de riquezas, ni políticas equivocadas. La
improvisación no existirá en su gobierno. Cristo regirá con
sabiduría de Dios ( 1 Corintios 1:24). El sabio Salomón dijo:
“Pero la sabiduría es provechosa para dirigir (Eclesiastés
10:10). Sí, para dirigir una nación o todas las naciones en su
conjunto se requiere de verdadera sabiduría---la sabiduría de Dios!
Los gobernantes han fracasado en sus planes y objetivos trazados
para un buen gobierno porque les ha faltado la sabiduría de Dios.

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Los gobernantes de hoy y de antes han gobernado a espaldas del
pueblo y trágicamente también sin tener en cuenta a Dios. La
Biblia dice que “el principio de la sabiduría es el temor de
Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la
enseñanza” (Proverbios 17:1). Pero Cristo sí sabrá gobernar el
mundo, porque él es la sabiduría de Dios, y sus súbditos serán
hombres mansos y deseosos de obedecer sus leyes. Los malos e
incorregibles habrán sido destruidos por Cristo en su segunda
venida.

La Iglesia Será coheredera del Reino de Cristo:

La iglesia de Jesús, compuesta por todos sus santos seguidores,


tendrá la herencia del reino de Cristo. El apóstol Pablo escribió esto
a los cristianos de Roma: “Porque a los que antes predestinó
para que fuesen hechos conformes a la imagen de su
Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. Y a los que predestinó, a éstos llamó; y a los
que llamó, a éstos también glorificó.” (8:29,30). Notemos
que Dios predestinó a hombres y a mujeres para glorificarlos,
pero: ¿Qué significa eso? Pablo vuelve decir: “Pero nosotros
debemos siempre dar gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo
cual os llamó mediante nuestro evangelio, para
alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”(2
Tesalonicenses 2:13,14). Nótese que los creyentes van a recibir
la misma gloria de Jesucristo. ¡Esto es muy claro! Ahora bien,
Pablo dice: “Y si hijos también herederos; herederos de
Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados.” (Romanos 8:17). Observe ahora que nuestra
glorificación tiene que ver con heredar de Dios y coheredar con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él. Ahora viene otra

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pregunta: ¿Qué heredaremos de Dios y qué coheredaremos con
Cristo? La respuesta la da Jesús en Mateo 25:31,34, cuando dice:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su
gloria...entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid,
benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo”. Cuando Cristo
vuelva nuevamente, su iglesia heredará el reino de Dios con Cristo.
Sí, la iglesia está llamada a reinar con Cristo en el reino de Dios,
pues Pablo también dice: “Si sufrimos, también reinaremos
con él...” (2 Timoteo 2:12). Y en Apocalipsis 5:10 Juan escribe: “Y
nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y
reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:10). La
glorificación implica entonces nuestra coronación para ser reyes en
el reino de Cristo que se establecerá en esta tierra.

La Sede del Reino de Dios:

Como el reino de Dios le será restaurado a Israel (Hechos 1:6),


debemos averiguar dónde se asentó el trono del reino israelita
hasta los tiempos de Sedequías, su último rey, destituido en 586
A.C. En primer lugar, la Biblia nos dice que desde Saúl hasta
Sedequías, el trono se estableció en Jerusalén. Por ejemplo,
David reinó 33 años en Jerusalén (1 Reyes 2:11). Luego Salomón,
su hijo, se sentó en su trono (el de David) en Jerusalén por 40
años, y luego murió ( 1 Reyes 11:42). Y así se sucedieron los reyes
judíos hasta Sedequías. De modo que Jerusalén fue la sede del
trono del reino de Dios. Recordemos que el reino israelita era el
reino de Dios (1 Crónicas 28:5), y este reino de Dios “finalizó” con
Sedequías en 586 A.C. Pero Jesús habló de la restauración del
reino de Dios en su persona (Hechos 1:3,6,7). Entonces, si el reino
de Dios va a ser restaurado, tiene que ser en el mismo lugar donde
estuvo antes, es decir, en Jerusalén. Efectivamente, Jesús afirma
que Jerusalén en la ciudad del gran rey (Ver Mateo 5:33-
35). Pero para que Dios le restaure al pueblo hebreo el reino de
Dios, Jerusalén tiene que estar bajo el control judío. Pero por

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espacio de dos milenios Jerusalén estuvo en manos de los no
judíos, en tanto que el pueblo hebreo estaba en la diáspora o
dispersión mundial. La profecía parecía imposible de cumplirse
hasta la formación del estado judío el 12 de Mayo de l948. Desde
esa fecha los judíos regresaron a su tierra, y 19 años después
recuperan la capital Jerusalén.

El Renacimiento del Estado de Israel El 12 de Mayo de


1948:

Muy pocas personas comprenden la importancia que tiene


Israel en el escenario mundial. Las mayorías ignoran que la
restauración del estado de Israel en 1948 tiene un propósito divino.
Sí, millones de personas desconocen que esta es una generación
única que ha visto una revolución en la política, en la economía, y
en las ciencias. Esta generación ha tenido el privilegio de ver
renacer el moderno estado judío tal como lo predijo Dios en
Deuteronomio 30:3-5. Este pasaje debe ser leído con atención,
pues habla del retorno final de los judíos de la diáspora mundial a
su tierra, Israel. En Ezequiel 11:17 leemos además: “Di, por
tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de
los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales
estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel”. En Lucas
21:24 Jesús predijo la dispersión mundial de los judíos (la cual
ocurrió en el año 70 d.C), y la consecuente dominación de
Jerusalén por las naciones gentiles hasta los tiempos postreros.
Finalmente el pueblo judío recuperaría su capital, y recibiría a su
Mesías esperado. Esta restauración del pueblo judío en su tierra
ocurriría en la última generación de este mundo caótico (Mateo
24:34).

El Rito de Iniciación Para Heredar el Reino:

Para tener parte en el glorioso reino de Cristo como “reyes y


sacerdotes”, hay que seguir algunos pasos de iniciación.

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Recordemos por un instante la entrevista privada que tuvieron
Jesús y el fariseo Nicodemo, registrada en el evangelio de Juan:
“Respondió Jesús (a Nicodemo) y le dijo: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede
ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un
hombre nacer siendo viejo?¿Puede acaso entrar por
segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de AGUA y del ESPÍRITU, no puede entrar en
el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y
lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de
nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo
aquel que es nacido del Espíritu”. (3:3-8).

Aquí encontramos la “fórmula” para poder ver y entrar en el


Reino de Dios. Primero, usted tiene que “nacer de agua”. Agua es
sinónimo de purificación y representa el bautismo por inmersión.
En Hechos 2:38 Pedro les dice a sus paisanos judíos:
“Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo”. Nótese que después del
bautismo se recibe el Espíritu de Dios. Los nuevos creyentes
bautizados eran añadidos a la iglesia de Cristo (Hechos 2:41). La
palabra del evangelio del reino convierte al pecador, y lo impele a
tomar la decisión de bautizarse para recibir el perdón de sus
pecados pasados, y tener el camino despejado para entrar en el
reino venidero (Efesios 5:26). Aquel hombre nuevo “renacido”
recibe el sellamiento del Espíritu Santo, a fin de dar frutos
espirituales. ¡Vivirá para el Espíritu y no más para la carne! Pedro
además añadirá: “Siendo renacidos no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios
que vive y permanece para siempre”. Pero recuerde bien, el
bautismo viene como consecuencia de haber creído en el evangelio

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del reino de Dios y en el nombre de Jesucristo (Hechos 8:12).
Además, tome nota sobre la importancia del bautismo en el
siguiente texto: “El bautismo que corresponde a esto ahora
nos salva (no quitando las inmundicias d la carne, sino
como una aspiración de una buena conciencia hacia
Dios) por la resurrección de Jesucristo. (1 Pedro 3:21)”.

Invitación del Señor Jesucristo:

Dice Jesús: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado


el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”
“Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener
derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas
de la ciudad.” “He aquí que yo vengo pronto, y mi
galardón conmigo, para recompensar a cada uno según
sea su obra.” “Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el
que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”
(Apocalipsis 22:7,12, 14,17).

PARA MAYOR INFORMACIÓN DIRÍJASE A:

Ing°. Mario A Olcese Sanguineti/ e-mail:


olcesemario@latinmail.com ó molceses@hotmail.com

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propagación del evangelio de Jesucristo. Ud. Puede
salvar a otros dándoles esperanza divina y verdadera.

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