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Diario de una Relactación

Experiencia personal sobre la relactación

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debido a su interés en opinión del recopilador y debe ser acogida como tal. Gracias.

Link original: http://listas.rcp.net.pe/pipermail/lactared/2004-January/000166.html


Queridos amigos: Nuria, me ha escrito esta historia, un poco larga, pero merece la pena.
Creo que el mostrarla puede enseñar y ayudar a muchos profesionales, asesoras de
lactancia y mamás. Espero os guste.

DIARIO DE UNA RELACTACIÓN - 14 de Marzo: "¡Estoy embarazada!". Será nuestro


primer hijo. Estamos muy emocionados. Es un embarazo totalmente deseado. - 25 de
Junio: La ecografía revela que será una niña. Tengo intención de darle el pecho, lo tengo
muy claro. Se lo comunico a mi ginecólogo y la comadrona que me atenderán en el parto,
no me dan ningún consejo especial. Claro, dar el pecho es natural, sale bien por sí solo.
En el curso de preparación al parto, nos pasan un vídeo de lactancia sobre las madres
escandinavas. No nos hablan más de la lactancia ni nos aconsejan, en ningún momento,
de ponernos en contacto con ninguna asociación de apoyo a la lactancia (de hecho, yo ni
sé que estos grupos existen). Claro, dar el pecho es natural, sale bien por sí solo. Ni me
planteo que dar el pecho podrá darme ningún problema mayor; y, si lo hay, tengo a mi
médico y el personal de la clínica que me ayudarán cuando sea el momento. Realmente,
ahora me doy cuenta: ¡qué ingenua!. - 28 de Octubre: Tengo malestar, parecido a dolores
premenstruales. "Dolores de encajamiento", me dice una comadrona del pueblo de mis
padres, puede ser que estés de parto mañana como dentro de quince días. Quizá aún es
pronto, "sólo" estoy en la semana 38. - 30 de Octubre: Vuelvo a tener ligero malestar,
similar a un suave dolor premenstrual, un dolor continuo, durante la noche. Por la
mañana, se convierte en una molestia regular, cada cinco minutos. Llamo a la
comadrona. Me dice que estoy de parto. Llegamos a la clínica a las 8:30h. Estoy dilatada
de 3 centímetros. Me llevan a una habitación individual para dilatar. La comadrona va a
por faena. Me pone el enema (no hacía falta, ya que mi cuerpo ya se había encargado de
eso antes). Me rompe la bolsa de las aguas. Sigo dilatando. Me monitorean externamente
y la comadrona me realiza constantes tactos vaginales. A las 11:00h entra una doctora y
me dice que me pondrán la epidural, estoy de 6 centímetros y, hasta ahora, estoy muy
relajada, apenas sin notar dolor. Soy incapaz de plantearme no ponerme la epidural. Todo
el mundo lo hace, será lo correcto y lo más adecuado. La punzada es desagradable. Aún
me duele, y me dolerá durante tiempo. Empiezo a notar unos temblores y escalofríos
horribles, apenas puedo hablar, me asusto. Dejo de dilatar y la comadrona me pone un
gotero con oxitocina. El ginecólogo se pasa a ver cómo va todo y dice: "¿se ha parado?
¡Tendré que anular las visitas de la tarde!", un comentario "muy" apropiado para la
ocasión... La comadrona va aumentando la dosis de oxitocina, porque mi cuerpo se ha
parado,
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mientras va realizando tactos vaginales constantemente. Me dice que la cabecita de mi


bebé está mal colocada, con la barbilla hacia arriba, y eso le impide descender bien, por
lo que tiene que hacer "maniobras". Al cabo de una hora, parece que la cosa marcha
mejor. Son las doce. Vamos a la sala de partos. Allí, me trasladan de la camilla a la
"mesa" de partos. Estoy totalmente plana, mi espalda horizontal, y con las piernas
dobladas al máximo, con la zona vaginal y anal totalmente expuesta. Me rasuran. Tanto el
ginecólogo como la comadrona van maniobrando para poner bien la cabeza de la niña, o
al menos eso dicen. Yo sólo veo el techo. En ocasiones, piden que puje, así lo hago. El
ginecólogo va amenazándome que "si no sale ahora, haremos cesárea". Debo ser un
espectáculo, ya que han dejado la puerta abierta de la sala donde estoy pariendo. A las
13:30, nace mi bebé, con el uso de espátulas, tras una gran episiotomía. Nace sucia de
meconio. No sé exactamente qué significa. Lavan a mi bebé y, ya vestidita, me la ponen
encima mío durante un minuto y se la llevan para que el pediatra la revise. La revisión
tiene que ser muy "buena", pues tardan tres horas interminables en traérmela (una
semana después, nos enteramos que no han sido capaces de detectar que le fracturaron
la clavícula en el nacimiento). Una enfermera maleducada me entrega la niña. Le digo
que quiero darle el pecho y, con malos modos, me la pone en mis brazos. Le pido que me
diga cómo puedo hacerlo, y me dice "¡así!, ¡te la pones al pecho y ya está!". Se va, sin
más... - 2 de Noviembre: durante los tres días, ningún profesional de esa clínica ha sido
capaz de enseñarme correctamente cómo dar el pecho a mi niña (ninguna indicación
sobre la postura correcta). Sólo me dicen que le tengo que dar el pecho durante veinte
minutos durante cada dos horas; por la noche, nadie se pone de acuerdo si tengo que
despertar o no a la niña para que coma. La verdad, no me aclaro, me encuentro muy
perdida. Cuando me pongo la niña al pecho, duele mucho, cada vez más; la enfermera
me insiste:"dar el pecho duele, todas las mujeres hemos sufrido": Cada día se llevan la
niña un rato por la mañana. No dan mayores explicaciones. Yo supongo que es normal y
bueno que hagan eso. El mismo día del alta hospitalaria, se llevan mi niña durante 4-5
horas para hacerle la última revisión; sospechan ictericia y estamos a punto de dejarla
ingresada. Nos vamos a casa. Marina ha perdido más del 10 por ciento de su peso. - 3 de
Noviembre (madrugada): las grietas que poco a poco han ido saliendo, se vuelven más
dolorosas; tal como nos han aconsejado en el hospital, intentamos utilizar pezoneras, de
todo tipo. Las grietas empiezan a sangrar y la niña rechaza el calostro. La niña sólo llora y
no come. Asustados, nos vamos a urgencias por la madrugada. Me atiende una
ginecóloga nada humana; me escribe en el papel de visita: "suspensión de la lactancia" y,
en otro papel, "sacaleches eléctrico". Se va, tiene mucha faena. No me explica nada.
Emocionalmente, me encuentro muy mal, estoy llorando y me siento muy asustada y
perdida, reconozco que no soy yo. Una enfermera llama al pediatra de guardia para ver a
la niña, ya que hace muchas horas que no come y, después de ver el corto informe de la
ginecóloga, me aconseja que me retire la leche porque "los niños aprenden muy rápido,
se acostumbran al biberón y después no quieren pecho; será un círculo vicioso, lo más
seguro es que después te vuelva a pasar lo mismo". Me receta Dostinex y me aconseja
que me lo tome "¡ya!", porque aún no he tenido la subida de la leche y es más efectivo
entonces. No me explica ninguna otra opción. El pediatra me da dos muestras de leche
artificial para bebés, para que empiece a alimentar a mi hija. - 3 de Noviembre (por la
mañana, en casa). Llamo al ginecólogo que me atendió durante el embarazo y el parto.
No consigo hablar con él, porque no lo consideran una urgencia. Su respuesta, a través
de la enfermera, es:"si un profesional te lo ha recetado, sus acertadas razones tendrá".
Llorando y desconsolada, mi marido y yo decidimos hacer caso a los médicos porque
creemos que, como médicos, tienen razón y que te aconsejan con "conocimiento de
causa". Me tomo el Dostinex, aunque sé que no estoy en condiciones mentales de
tomarlo. Me siento mala, muy mala. El "baby blues" se convierte en una síndrome
depresiva moderada. - 4 de Noviembre. Mis pechos están hinchados, me duelen. Se me
hinchan los tobillos, me cuesta permanecer de pie. Me siento horrible. Es indescriptible.
Empiezo a preguntarme porqué acabé tomándome esa medicación.

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Los sentimientos de culpabilidad me privan de dar los biberones a mi hija. Me paso el día
llorando, desconsolada, soy muy dura conmigo misma. - 5 de Noviembre: mi marido llama
al Centro de atención primaria para que nos programen para el pediatra y habla con la
enfermera pediátrica; le explica nuestro caso. - 6 de Noviembre: nos llama la enfermera
pediátrica y me dice que es posible volver a dar el pecho a mi hija; nos da el teléfono de
Inma Marcos, de Alba-Lactància Materna. La llamo inmediatamente y quedamos para el
día siguiente. Es un rayo de luz en esa oscuridad. Entonces, mis padres me
desaconsejan de ir, no confían que eso vaya a salir bien y temen que vuelva a hundirme.
Vuelvo a llamar a Inma para decirle que no lo veo claro, me habla, y aunque mi familia no
me apoya totalmente, mi marido y yo decidimos ir. - 7 de Noviembre: "¡No hace daño!", es
lo primero que digo cuando Inma me enseña la postura correcta. Me explica el proceso
de la relactación, me habla del relatador o lait-aid de Medela, el uso de jeringuillas o
cucharillas para alimentar a la niña, me proporciona el teléfono de Dr. Luís Ruiz. Estoy
muy contenta, pero emocionalmente muy débil y frágil, aún con enormes sentimientos de
culpabilidad. Volvemos a casa, probamos la jeringuilla, probamos la cucharilla. Un
fracaso, estoy demasiado nerviosa, tengo poca paciencia. Me desespero cuando, en las
farmacias, nadie ha oído hablar de lo que es un relactador y, en otra farmacia, me dicen
que "eso se tiene que fabricar especialmente para ti y tardará diez días". Otra vez, un
fracaso, todo se me hace una montaña. Mi madre, mi padre: "déjalo, sigue con biberón,
todo irá bien, ya lo superarás y la niña crecerá igual, ¡incluso es más cómodo!". Mi
marido: "no quiero verte llorar más, intentemos seguir adelante con biberón". Yo: "tiro la
toalla". No soy capaz de llamar a Inma. Lo hace mi madre, unas tres veces, pero salta el
contestador. No deja ningún mensaje. - 12 de Noviembre: escribo un e-mail a Inma,
diciéndole que no relactamos. - 13 de Noviembre: Inma me responde vía mail; lo que me
dice me hace pensar y, afortunadamente, reacciono. - 17 de Noviembre: mi niña tiene 18
días, 15 de los cuáles se los ha pasado con biberón. Me conecto a internet, busco
información sobre la casa Medela. Encuentro el relactador. Llamo a Dr. Ruiz, le explico el
caso, me da indicaciones a seguir. Esta noche veo el programa de televisión "Entre
línies", casualmente hablan de la lactancia materna. Sale Inma, Dr. Ruiz, madres que han
tenido problemas y una madre que intenta la lactancia inducida porque adopta una
criatura. Todo eso me anima aún más. - 18 de Noviembre: la distribuidora de Medela me
envía a casa el sacaleches eléctrico de uso hospitalario y el relactador. Empiezo a
utilizarlo. - 19 de Noviembre: llamo a Inma y le digo que hemos empezado a relactar. Sus
consejos me animan mucho. Emocionalmente aún no estoy bien, pero sí me encuentro
más fuerte que al principio. - 20 de Noviembre: Dr. Ruiz nos da pautas para disminuir la
leche artificial y para potenciar el aumento de la leche materna: teta, teta y más teta.
Empezamos de lleno el camino de la relactación: - Tengo que estar todo el tiempo posible
estimulando el pecho; la niña tiene que comer a demanda, todo el tiempo que quiera
(cuanto más tiempo, mejor). Tantos días de biberón han hecho que no esté acostumbrada
a trabajar con la mandíbula, sólo chupa. Tiene que aprender a mamar bien y, al principio,
nos DESESPERA a las dos, porque duele y me la saco del pecho para corregir la
postura; se enfada. También me estimulo el pecho con el sacaleches eléctrico. Lo hago
sobretodo por la noche, para vaciar bien el pecho y para estimular más la producción. -
No damos ningún biberón a la niña. Para darle la leche artificial, que vamos disminuyendo
progresivamente, utilizamos el relactador de Medela.
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Aunque en las fotos parece fácil de utilizar, no es así. Que si ahora el tubito no ha entrado
en la boca, que si ahora no baja la leche, que si ahora se ha sacado el tubito de la boca
con la mano. ¡Algunas tomas son AGOTADORAS! Las dos primeras semanas, necesito
que mi marido o mi madre me ayuden con el relactador, es imposible hacerlo sola. -
Pesamos a la niña cada pocos días, para que no haya perdido peso. Mientras va
ganando peso y va haciendo pipís, el Dr. Ruiz nos va indicando que le disminuyamos la
cantidad de leche artificial. Disminuir no es tan fácil: temo no darle suficiente alimento,
temo no tener aún suficiente leche, temo hacerle pasar hambre. Me estresa sentirla llorar,
mi primera reacción siempre es: "tiene hambre, no está satisfecha". - Llega un día en que
sólo le doy unos 60-120ml (al día) de leche artificial. Tanto Inma como el Dr. Ruiz me
animan para que "nos tiremos a la piscina" y nos olvidemos de la leche de pote. Estamos
alrededor del día 20 de Diciembre, aproximadamente un mes después de haber
empezado el camino de la relactación. - Durante los días siguientes (pocos), y producto
de mi inseguridad, conservo el relactador y, si me parece que la niña se ha quedado con
hambre y no está satisfecha con el pecho solo, le doy mi leche previamente extraída con
el sacaleches. Sólo le llego a dar unos 30-90ml al día. Una tontería, pero esto me hace
estar más tranquila. - En enero, abandonamos el relactador definitivamente. ¡Un éxito!
Lactancia materna exclusiva. - En ocasiones, aún tengo temores, por ejemplo "tener poca
leche" (pensamientos distorsionados, como los que explica el Dr. Carlos González en su
ponencia); sé que no son reales. - Desde que la niña está sólo con lactancia materna
exclusiva está más tranquila, tiene mejor aspecto e, incluso, la veo más feliz (quizá me lo
estoy imaginando, pero esta es mi percepción). Yo también soy más feliz. - Hemos tenido
escasa comprensión al relactar. Sólo ha creído en esto mi marido, a parte de Inma y del
Dr. Ruiz. Sin el apoyo de la pareja, la relactación es inviable. Mis padres, suegros, amigos
y conocidos aún ahora no entienden cómo puede ser posible que se empiece con biberón
y que, después, se pueda volver al pecho. Muchos no le dan importancia: "¡con lo
cómodo que es el biberón!". - Concluyendo: tras un parto medicalizado e
instrumentalizado (enema, rasurado, epidural, oxitocina, espátulas, episiotomía,
amenazas de cesárea, y rotura de clavícula de mi niña) y un nulo apoyo inicial en la
lactancia, hemos tenido éxito en la relactación (con el asesoramiento adecuado y con
mucha paciencia). Dentro de lo mal que lo hemos pasado, esta experiencia nos ha
permitido conocer a grandes personas (en lo humano y en lo profesional) y aprender
mucho acerca de la lactancia (así como del embarazo y del parto).

www.albalactanciamaterna.org

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