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Michael B.

Rowton: “Factores económicos y políticos en el nomadismo antiguo”, en Jorge


Silva Castillo (comp.), Nómadas y pueblos sedentarios.

[p. 23]

El término nomadismo circunscrito es útil para distinguir entre dos tipos de nomadismo: el
tipo prevaleciente durante la mayor parte de la historia del Asia Occidental, como diferente
de la forma de nomadismo existente en los grandes espacios abierto de Asia Central, Arabia
y el Sahara.1 En el nomadismo circunscrito, por la interacción íntima entre nómada y
sedentario, los problemas económicos y políticos se hallan estrechamente entrelazados. El
problema de establecer una distinción entre ambos factores no se circunscribe, por
supuesto, al nomadismo antiguo; de hecho, en el Medio Oriente, ¿quién puede decir hoy en
día si el petróleo reviste una problemática que es predominantemente económica o política?
En consecuencia, y si bien me concentro fundamentalmente en el aspecto económico del
problema, mi meta principal es la de determinar la raíz común, en el nomadismo antiguo,
de los factores económicos y políticos. Esta es, pues, la esencia misma del problema.

Evidentemente, el factor político también es importante entre los nómades del Asia Central,
Arabia y [e]l Sahara. Sin embargo, en el nomadismo circunscrito característico del Asia
Occidental, fue mucho más significativo que en la mayoría de las regiones donde se ha
manifestado el interés de la antropología y la etnología. Esto, dado que en el Asia
Occidental las tribus nómadas constituían formas de gobierno autónomas que formaban
parte de viejos estados profundamente enraizados.

Por lo tanto, nos encontramos no sólo con la interacción entre nómada y sedentario, sino
también con la interacción entre tribu y estado. Hasta más o menos el comienzo de la
Primera Guerra Mundial, el factor militar era predominantemente en la interacción entre
tribu y estado y el conflicto consti-[p. 24]tuía tan solo un aspecto de este proceso. La
cooperación era igualmente usual, en particular, el papel de los nómadas en la organización
militar del estado. Nada puede ser más característico del proceso político que la interacción
que implica tanto el conflicto como la cooperación, y que tiene lugar dentro del marco de
un estado.

Esto nos lleva al umbral de la antropología política. Antes de seguir adelante, me gustaría
poner de relieve el hecho de que yo no soy un antropólogo. Mi campo de estudio es la
historia de Mesopotamia, especialmente el segundo milenio a.C. en el período babilónico
antiguo. Por lo tanto, si bien he dedicado bastante tiempo al tema de la antropología, debe
tenerse en cuenta que lo que aquí se dice representa la visión de la antropología que tiene
un historiador, y no la visión de la historia que tiene un antropólogo.

Al discutir el nomadismo, el historiador no puede prescindir de la ayuda del antropólogo.


Por otra parte, debe señalarse que al dirigir su atención hacia la perspectiva histórica, el
antropólogo sufre dos desventajas que debemos considerar.

1
Rowton, Jesho 17 (1974), pp. 1 y ss.; véase nota 2.
La primera de ellas es que al estudiar las tribus nómadas actuales, el antropólogo trata con
tribus que en su mayoría ya no gozan de una autonomía militar. Por lo tanto, ya no
representan la importante fuerza política que las grandes tribus tuvieron en otros tiempos.
Esto significa que la investigación antropológica, no obstante su aporte en otros aspectos,
es inevitablemente deficiente en este punto de vital importancia.

Esto significa también que para un antropólogo que circunscribe su tarea a las últimas
décadas, la diferencia entre el nomadismo circunscrito del segundo milenio a.C. y del
segundo milenio d.C. le parecerá bastante mayor de lo que en realidad es. Sólo hacia los
comienzos de la Primera Guerra Mundial esta diferencia adquirió proporciones mayores
porque durante cerca de mil años antes de dicho acontecimiento, los nómades criadores de
ovejas del Asia Occidental mantenían en gran medida una autonomía militar y en ello
radica la diferencia.

La segunda dificultad a la que debe enfrentarse el antropólogo es la falta de trabajos


competentes acerca de los nómadas ovejeros de las estepas. En los últimos veinticinco años
se han hecho trabajos acerca de los nómadas montañeses, y esta investigación
antropológica aún se lleva a cabo, pero, los nómadas ovejeros de Irak y Siria han sido, de
hecho, ignorados. Si bien es cierto que durante el período de la entreguerra, un observador
competente, Charles, estudió a los ogedat, una tribu seminómada de ovejeros en la región
de Mari, se preocupó principalmente por su cultura material, y poco acerca del nomadismo.

Mi propio trabajo en torno al problema del nomadismo en el Asia Occidental antigua


comenzó en 1964. Pronto quedó claro que se precisaba un nuevo enfoque del problema,
particularmente un estudio preliminar de los nómadas criadores en la perspectiva de los dos
últimos [p. 25]milenios. Este trabajo sugería tras conclusiones principales: (i) el
nomadismo circunscrito es un proceso político; (ii) el nomadismo de Mari era mucho más
cercano de lo que se podía esperar del nomadismo montañés de los Zagros; y (iii) en el
nomadismo circunscrito, era común que una tribu abarcara tanto a una sección plenamente
sedentaria como a otra plenamente nómada. Como veremos, particularmente esto último
tiene una importancia crucial para los problemas que hoy día nos preocupan.

Por último, es preciso aclarar que en este artículo las referencias documentales se reducen
al mínimo ya que en este artículo las referencias documentales se reducen al mínimo ya
que, siendo el decimocuarto de una serie, la mayor parte de la documentación ya ha sido
ofrecida anteriormente. En consecuencia, exceptuando las referencias a esos artículos, las
notas al pie de página se limitarán a aquellos asuntos que no se tratan en otra parte.

Estos catorce artículos tratan dos aspectos fundamentales íntimamente relacionados. Uno es
la integración entre nómada y sedentario, tribu y estado. El otro es la topología, definida
como el efecto del medio ambiente físico sobre la historia de una región determinada. En
cuanto a esto último, nos referimos aquí únicamente en la medida en que afecte a los
asuntos económicos y políticos del nomadismo. Esto, a su vez, significa que sólo cinco de
los artículos que se mencionan arriba tienen en verdad una conexión con el tema que aquí
desarrollamos.2
2
(i) "Autonomy and Nomadism in Western Asia", Orientalia 42 (1975), pp. 247-258, (ii) "Urban Autonomy
in a Nomadic Enviroment", Jnes 32 (1973), pp. 201-215, (iii) "Enclosed Nomadism", Jesho 17 (1974), pp. 1-
1. Fuentes y método

Las fuentes son escasas y deficientes y, por lo tanto, el método es bastante nuevo. Aquí lo
llamaremos “análisis diacrónico”, y bien podría llamare “historia en inversión”, esto
requiere, por supuesto, una explicación y justificación cuidadosas.

En el transcurso de la historia del Asia Occidental hubo períodos y regiones en que la


sociedad tribal y la sociedad urbana han estado en íntima interacción.3 La evidencia del
segundo milenio d.C. muestra que los nó-[p. 26]madas han estado implicados usualmente
en este proceso de interacción. Por lo tanto, al volver al segundo milenio a.C., la primera
pregunta que debe surgir es si la sociedad tribal de esta época incluye también nómadas.

La respuesta no es tan fácil como podría parecer. De hecho ni las lenguas sumeria ni acadia
tienen un equivalente genuino para el término “nómada”. La razón está en que antes de la
domesticación del camello, el nomadismo era una actividad no especializada, y la
distinción era bastante menos pronunciada entre las tribus nómadas y sedentarias, puesto
que muchas tribus poseían secciones tanto nómades como sedentarias. El resultado es que
los textos hablan de miembros de tribus, pero usualmente no podemos estar seguros si la
referencia se hace respecto de nómadas, seminómadas, sedentarios, o bien de los tres
juntos.

De tal manera, si no fuera por el hecho de que la migración estacional de las unidades de
pastoreo concernía tanto a las autoridades como a los nómadas, la pregunta apenas podría
ser contestada. Estas unidades de pastoreo, o “grupos migratorios”, como prefiero
llamarlos, constituían un factor desequilibrante en las relaciones entre nómada y sedentario,
entre tribu y estado. Consecuentemente, si bien la lengua acadia no tenía un término para
“nómada”, sí tenía uno para grupo migratorio.

En la lengua babilonia antigua, ese término es nawûm. Volveré a referirme a ello con mayor
detalle en la sección II. Por el momento, será suficiente destacar que nawûm carece del
significado de “grupo migratorio” en Babilonia propiamente dicha, exceptuando tal vez uno
o dos textos muy tempranos del período babilonio antiguo; también debe notarse que el
sentido de “grupo migratorio” se circunscribe de hecho al archivo de Mari, y que ahí, con
una sola excepción, se limita a la correspondencia política. Más aún, las cartas cuneiformes
son por lo general comparativamente cortas y muchas de ellas tratan de más de un tema.

El resultado concreto es que en la totalidad del período de historia de Mesopotamia que


precede al imperio neo-asirio en más de dos milenios, el total del material que hace

30, (iv) "Dimorphic Structure in the Tribal Elite", Studia Instituti Antropos 30 (1976), pp. 219-257, (v)
"Simorphic Structure and Topology", Oriens Antiquus 15 (1976), pp. 17-31. El décimo tercer artículo,
"Dimorphic Structure and the Parasocial Element", se publicará en el número de julio, Jnes 36 (1977). Una
lista completa de los otros doce artículos se incluye en Oriens Antiquus 15 (1976), pp. 17 y sig., n. 4.
3
En estos artículos, el término "sociedad urbana" se utiliza como sinónimo de "sociedad no-tribal",
incluyendo pueblos y ciudades, en el sentido general de una sociedad basada en instituciones urbanas en vez
de tribales. Esto refleja el término acadio ālu, que denota cualquier cosa que va de un asentamiento a una
ciudad. Véase Rowton, Jnes 35 (1976), p. 14.
referencia explícita al nomadismo no excede de mil palabras. Alrededor del 700 a.C. hay
más material asequible, en forma de cartas, inscripciones y relieves históricos. Pero antes
de esto no encontramos nada exceptuando el material sobre los nawûm, en el archivo de
Mari.

Esto plantea la siguiente pregunta: ¿eran los nómadas en la antigua Mesopotamia tan
escasos como lo sugerirían las fuentes documentales? El primer punto que hay que destacar
es que el material cuneiforme actualmente asequible está muy desigualmente distribuido;
sólo ciertas regiones y ciertos períodos están bien documentados. Pero esto no es todo, ya
que entre este material cuneiforme no puede encontrar referencias frecuentes a los
nómadas, ya sea dentro o fuera de las cartas, de no ser en la correspondencia política.

La razón de esto es que nuestro material no proviene en su [p. 27]mayoría de la sociedad


tribal, sino de la sociedad urbana. Quines escribieron los textos (la gente de las ciudades)
tenían poco contacto social y económico con los nómadas. Pera ellos representaban
esencialmente una cuestión política.

Es esto lo que explica por qué la evidencia directa sobre el nomadismo se circunscribe casi
exclusivamente a la correspondencia política. Sin embargo, de ello tenemos relativamente
poco. Al desenterrar la historia de tres milenios completos, los excavadores han sacado
hasta ahora sólo dos archivos políticos mesopotámicos de cierta envergadura: uno, de
principios del segundo milenio en Mari, y el otro en Nínive, once o doce siglos posterior.

Pero el hecho de que la evidencia explícita sobre el nomadismo sea escasa no se sigue la
conclusión de que había poco nomadismo en la antigua Mesopotamia. Por otra parte, hay
que admitir que mil palabras de evidencia concreta a duras penas justifican un número
importante de artículos, inclusive libros enteros sobre el tema. Después de todo, el material
en cuestión trata tan sólo de algunas tribus, principalmente los hanneos y los yaminitas;
además, cubre solamente un período de cerca de medio siglo.

La respuesta, evidentemente, es que la mayoría de los investigadores han estado


confundiendo dos cuestiones que, aunque relacionadas, son diferentes. Una es la
interacción entre nómada y sedentario, y la otra es la interacción entre sociedad tribal y
sociedad urbana. Visto desde esta perspectiva, resulta obvio que la mayor parte de la
literatura supuestamente referida sobre el tema del nomadismo, en realidad trata la
interacción entre sociedad tribal y sociedad urbana, un tema sobre el cual tenemos
evidencias mucho mayores que sobre el nomadismo antiguo. El supuesto tácito de que el
nomadismo jugaba un papel importante en aquel proceso de interacción, no sólo se da en la
región cubierta por los archivos de Mari, sino además en otras partes y períodos.

Sin embargo, tal suposición no se justifica si nos circunscribimos al material del segundo
milenio a.C. Si queremos extender nuestras conclusiones más allá de los límites
justificables por tal evidencia, debemos hacerlo únicamente considerando también el
material del segundo milenio d.C.; en otras palabras, debemos trasladarnos del análisis
sincrónico al diacrónico.
Esto, no obstante, plantea inmediatamente otra interrogante. El análisis diacrónico se usa
cada vez más en la antropología, y en cierta medid también en la prehistoria; pero, ¿es
justificable emplearlo en la historiografía?

Sugerimos aquí que puede y debe hacerse, pero sólo con gran cautela y bajo dos
condiciones. Primero, la evidencia del segundo milenio d.C. no puede usarse como prueba
para tratar de hallar una solución a un problema del segundo milenio a.C. Debe utilizarse
únicamente como una guía al material del segundo milenio a.C., cuyo significado no podría
de otra manera ser reconocido.

Segundo, el análisis diacrónico debe ser usado únicamente si se puede[p. 28] demostrar que
el problema en discusión no es de aquellos en que sea necesario presuponer un grado
importante de cambio. La forma de vida de los nómadas tribales ovejeros es precisamente
un problema de esta índole, dado que el nomadismo depende de un clima que poco ha
cambiado en los últimos cuatro milenos. En comparación con la sociedad urbana, la
sociedad tribal a grandes líneas cambia muy gradualmente. Una razón de ello es que dado
que la sociedad tribal es estructuralmente mucho menos compleja que la sociedad urbana,
el margen de variación estructural no es muy amplio. Otro es el conservadurismo inherente
de la sociedad tribal.4

En resumen, puede razonablemente aceptarse que los dos factores básicos implicados no
estaban sujetos a cambios muy significativos en el período que va de Mari a la Primera
Guerra Mundial. Consecuentemente, los nómadas ovejeros del segundo milenio a.C.
pueden con cautela compararse con los nómadas ovejeros del segundo milenio d.C., con el
propósito de hallar pruebas, sino únicamente como un punto de referencia que nos ayude al
camino hacia una solución definitiva.5

2. Factores económicos

Hemos visto que la totalidad del problema del nomadismo antiguo carece de una evidencia
directa y explícita. En ninguna otra parte se siente tan agudamente la deficiencia como en el
campo económico. Un buen ejemplo es el trueque. Ampliamente verificado en las
sociedades nómadas, puede presuponerse que el trueque existió entre los nómadas y
sedentarios. Sin embargo, con respecto a la antigua Mesopotamia se carece de pruebas.

La razón es sencilla. La mayor parte de las evidencias sobre el nomadismo provienen de la


correspondencia política, y no del material relacionado con temas económicos. Por lo tanto,
lo mejor que podemos hacer es comenzar por el medio ambiente físico, específicamente el
clima. El nomadismo está íntimamente condicionado por éste y, al menos en las estepas, el
clima y el medio ambiente físico han cambiado poco en los últimos cuatro milenios.

De tal manera, al comparar el medio ambiente físico y sus efectos sobre la economía
nómada en épocas recientes con las evidencias del nomadismo en la antigüedad, podríamos
al menos determinar los factores básicos implicados. El resultado de este enfoque del
problema puede resumirse en dos palabras: riesgo económico.
4
Studia Instituti Antropos 30 (1970), p. 230, con n. 40.
5
Ibid., también en Orientalia 42 (1973), p. 250.
A grandes rasgos, en la zona localizada entre las isoyetas de 200 y 400 mm. existe una
región que se extiende por la Mesopotamia, donde la economía está sujeta a este riesgo
económico. Debido a la amplia variación en la cantidad de precipitación, el campesino
puede recoger una cosecha abundan-[p. 29]te un año, y enfrentarse a la hambruna al año
siguiente. La íntima simbiosis entre nómada y campesino, tan característica del nomadismo
circunscrito, es producto de este factor del medio ambiente, porque el ganado representa un
recurso sobre el cual podría replegarse la comunidad en caso de pérdida de cosecha.6

Sin embargo, el nómada se enfrenta también en gran medida al riesgo económico. Aparte
de la sequía ocasional y de inviernos inesperadamente fríos, debe enfrentarse además a un
problema de tipo permanente. Cada año, la mayoría de las ovejas debía ser sacada en el
verano de las estepas áridas. La razón de esto es que durante el verano, en las estepas sólo
hay suficiente agua y pastos para una porción reducida de ganado. Aquellas tribus que
tienen muchas ovejas deben, por lo tanto, trasladar durante el verano su ganado fuera de las
estepas, hacia la zona agrícola. Esto significa que la migración estacional anual hacia la
zona agrícola implica a las tribus nómadas más numerosas, aquellas que cuentan con la
mayor capacidad militar potencial y la mayor fuerza política.7

La incapacidad de asegurarse la pastura veraniega necesaria podría implicar la ruina y


desintegración de la tribu en su totalidad. Hasta épocas recientes, una tribu nómada
representaba de hecho una unidad paramilitar, con sus miembros entrenados desde la
juventud para pelear por sus pastos. Negarles a los nómadas las pasturas veraniegas sería
una invitación a la guerra. Por otra parte, el hecho de que la mayoría de los nómadas no
podían prescindir de la pastura veraniega, les dio a las autoridades un dominio sobre ellos.
Si se comportaban mal, los nómadas corrían el riesgo de enfrentarse ya sea a un encuentro
militar desventajoso o a la ruina económica. De tal manera, si bien la pastura veraniega del
grupo migratorio estacional representa el factor económico básico en la vida de los
nómadas de la estepa, la presión política respaldada por la fuerza armada era otro factor que
debía considerarse, tanto por parte de del estado como por parte de la tribu. De hecho, este
aspecto político del nomadismo circunscrito es tan fuerte que inclusive en su actual fase de
desaparición, los antropólogos todavía creen necesario insistir en el aspecto político del
nomadismo circunscrito, a pesar del hecho de que los nómadas actualmente han sido
desarmados.8 Esto demuestra cuán entrelazados se hallan estos dos factores, el económico y
el político.

[p. 30]

6
Oriens Antiquus 15 (1976), pp. 19 y sigs.
7
A discusión en el próximo artículo.
8
Por ejemplo, W.E. Irons, American Ethnologist I (1974), pp. 635-658; también The Yomut Turkmen (1975),
pp. 69 y sigs.; D.G. Bates, Anthropological Quarterly 44 (1971), p. 12: “Esto es, por decirlo así, que el
pastoralismo nómada es a menudo más inteligible como una respuesta política a otras comunidades y al
estado”. También Nomads and Farmers (1973), p. 225: “...la sedentarización forzada de las tribus (curdas y
turcomanas) a partir de 1865... un proyecto del deseo del gobierno de controlar políticamente a las tribus
amenazantes”. (Bates 1975 y Irons 1975; se publicaron en los Anthropological Papers de la Universidad de
Michigan, No. 52 y 58.)
Como ya se ha mencionado, el término acadio para designar a estos grupos migratorios es
nawûm. Tanto en la lengua semita occidental como en la acadia, nawûm significa la estepa
y la pastura, así como a los animales que viven en la estepa y la pastura. En la misma
Babilonia, indica también el campo existente entre las ciudades. En Mari, sin embargo, no
tiene el significado de campo ni de “estepa”, aunque conserva el de “pastura”. Por otra
parte, en Mari tiene todavía otro significado, el de “campamento”. De estos dos
significados, pastura y campamento, proviene el concepto colectivo de “grupo migratorio”,
en el cual el término nawûm incluye pastura, ganado y la gente de la tribu que está en
contacto con el ganado.9

La vida de los nawûm estaba marcada por el peligro y la incertidumbre. En el invierno,


cuando emigraban hacia la estepa, podían tal vez encontrar sus pasturas de invierno
ocupadas por una tribu más fuerte. En el verano, al regresar a la zona sedentaria, podría
suceder que sus pasturas de verano ya no fueran asequibles, si las relaciones entre tribu y
estepa [corregido: estado] se habían deteriorado hasta el punto de ruptura.10

Por lo tanto, el tema básico de la vida de los nawûm era un viaje hacia una meta incierta,
pero ardientemente deseada por todos. Es interesante señalar que en el árabe la raíz nwy en
ocasiones conserva aún la connotación de un viaje hacia una meta deseada; y
probablemente existe una insinuación acerca de lo mismo en el hebreo.11 En Babilonia,
estas pasturas le dieron su nombre al campo entre las ciudades, como testimonio fosilizado
de su importancia de otro tiempo.12

En la medida en que el grupo migratorio nómada era en cierto modo equivalente a una
fuerza paramilitar en un estado permanente de movilización parcial, representaba un activo
militar importante en una época en la que los grandes ejércitos permanentes no eran aún la
regla, siempre y cuando, por supuesto, la gente de la tribu quisiera pelear por el Estado.
Esto no es todo. Entrenado para pelear por su ganado y sus pasturas en un ambiente hostil,
no sólo constituían una entidad política autónoma y armada que debía ser tomada en cuenta
por el Estado, sino que además proveían a éste de una excelente fuente de reclutas para las
fuerzas armadas de la sociedad urbana.

[p. 31]

Durante la mayor parte de cerca de dos mil años, desde los auxiliares árabes en el ejército
romano hasta la Legión Árabe en la Transjordania, los nómadas han estado proveyendo
reclutas para los ejércitos de la sociedad urbana, a menudo a cambio de una asignación de
tierras. En Mari, también a cambio de tierras, los hananeos desempeñaban un importante
papel en el ejército.13 Aún antes, los mismo sucedía en el caso de los amoritas en Babilonia,
9
Jesho 17 (1974), pp. 18 y sigs.
10
Podríamos encontrar un ejemplo de esto en AMD 2, 83; 31 y sigs, aunque el texto no está muy claro.
11
Ver Gesenius' Handworterbuch, decimoséptima edición (1949), p. 491 para el árabe y el hebreo; para el
árabe ver también Doxy 2, p. 740.
12
Ver Edzard ZA 53 (1959), p. 172.
13
Studia Instituti Anthropos 30 (1976), pp. 240 y sigs. La asignación de campos a los hananeos y otros se
daba a través de la muy discutida institución del tēbitum. Para una discusión anterior y más detallada del papel
militar de las tribus, véase especialmente Klengel, Zwischen Zelt und Palast (1972), pp. 188-195; también
J.R. Kupper, Les nomades en Mesopotamie au temps des rois de Mari (1957), pp. 21 y sigs. y RIA 4 (1972), p.
si bien la evidencia directa aquí es aún escasa y la prueba más importante es la
sobrevivencia del equivalente del término “amorita” entre las denominaciones de rango
militar.

Otro aspecto importante de la economía nómada en los dos últimos milenios lo constituyen
las caravanas y el comercio terrestre. A diferencia del servicio militar, casi no hay evidencia
de éstos en Mari.14 Igualmente nos asombra la falta de pruebas en cuanto a posibles ataques
que estas caravanas hubieran podido padecer en manos de los miembros de la tribus.

Esto plantea una pregunta interesante. En el pasado, los nómadas han tendido a
complementar sus ingresos con el cobro de impuestos a las caravanas y el asalto de aquéllas
que se negaban a pagar tributo; así como también el asalto a otras tribus para acrecentar su
ganado. Estas incursiones son básicamente un factor económico enraizado en el medio
ambiente físico y en el elemento de riesgo económico que le es inherente. De hecho, entre
los beduinos las incursiones de este tipo hasta cierto punto se han institucionalizado,
observándose algunas convenciones tendientes a reducir el número de muertos.15

[p. 32]

Por lo tanto, no debe sorprendernos el hecho de que los yaninitas, hostiles al gobierno,
tomaran por asalto pueblos y pequeñas ciudades. Por otra parte, sí resulta sorprendente que
no haya evidencia de asaltos a caravanas por cualquiera de las tribus de Mari. Las
caravanas entre Asiria y Capadocia parecen haber circulado a través de las estepas al norte
de Mari en completa seguridad. No sólo el archivo de Mari carece de referencias sobre
asaltos a caravanas por tribus, sino que también el enorme archivo de Kultepe de Capadocia
es igualmente silencioso al respecto.

La falta de evidencias de asaltos a caravanas tiene que verse conjuntamente con la ausencia
de asaltos en otras área en donde bien podrían esperarse. Con la excepción de los hostiles
yaminitas, los nómadas se abstenían de robar ganado propiedad del palacio, así como
ganado propiedad de elementos de la población bajo protección especial del palacio.
¿Podría ser, entonces, que en la estepa los nómadas extendieran alguna medida de
protección al ganado propiedad del palacio o protegido por éste?16

75. Sobre el tēbitum, véase Krupper Studia Mariana (1950), pp. 90-110, también (1957), pp. 23-29; Speiser
Basor 149 (1959), pp. 17-25; Luke, Pastoralism and politics in the Mari period (1965), pp. 248-256.
14
Una caravana hananea con 3000 mulas se menciona en un texto; ver Finet, RA 60 (1966), p. 244 y sigs.
Finet establece que esta no es una caravana comercial sino militar en busca de provisiones. Esto es posible,
pero no resulta probable, ya que la caravana pretende comprar lana tanto como grano y un artículo del que los
hananeos ciertamente no carecían era la lana.
15
Sobre las incursiones yaminitas, véase Kupper (1957), p. 56; Luke (1965) pp. 267 y sigs.; Klengel (1972),
pp. 59 s. Sobre las incursiones de los suteos, una tribu que vivía fuera del dominio efectivo del estado, véase
Kupper (1957), pp. 83 y sigs, Luke (1965), pp. 166 y sigs. Klengel (1972), pp. 195 y sigs. Sobre la
institucionalización de las incursiones en tiempos modernos, véase Sweet, American Anthropologist 67
(1965), pp. 1132-1150; Irons, Livestock raiding among pastoralists (1965), trabajos de la Michigan Academy
of Sciences, Arts and Letters, p. 50.
16
Ver Jesho 17 (1974), pp. 24 y sig. Nótese también que el único texto que parecería hablar sobre los asaltos
hananeos al ganado del palacio debe haber sido fechado muy probablemente en la época cuando se
tambaleaba el dominio “extranjero” de la casa de Šamši-Adad I; cf. ARM 4 80.
No existen pruebas al respecto. Sin embargo, en relación con esto vale la pena notar que en
Mari el palacio muestra una sorprendente preocupación por la seguridad de los grupos
migratorios. Una razón de ello bien podría ser el hecho de que en la estepa pudiesen haber
rebaños propiedad del palacio, que acompañaban a los nawûm.

Como a menudo sucede, una pregunta conlleva a otra. En este caso, la pista conduce a un
problema, discernible ahora sólo en trazos vagos, pero que puede tener algún efecto en la
historia de la civilización. Volveré al tema en un artículo posterior, aunque sea en términos
tentativos.. En síntesis, se trata de lo siguiente:

El concepto de “contrato social” se basaba originalmente en la teoría de que la sociedad


avanzó más allá de la etapa primitiva al rendir el derecho de agresión a cambio de
seguridad individual y comunal. En el contexto de la economía primitiva, especialmente en
trabajo de Mauss sobre el papel de los dones,17 Sahlins ha reintroducido recientemente el
concepto de las donaciones sociales. Utilizando el término de “con-pacto social” en vez de
“contrato social”, desarrolla los conceptos formulados por Mauss. Extendido a las
relaciones entre entidades políticas primitivas, en forma de prestaciones de grupo, el papel
del regalo conduce a Sahlins al concepto de “reciprocidad equilibrada”. Esta se formula así:
“Reciprocidad equilibrada es el clásico vehículo de tratados y alianzas de paz...
Reciprocidad equilibrada es la voluntad de dar por aquello que se recibe. Ahí parece residir
su eficacia como con-pacto social. El descubrimiento de la equivalencia, o al menos un
acercamiento hacia el equilibrio es una cesión demostrativa del interés propio en cada lado,
cierta renuencia a la intención hostil o a la indiferencia, en favor de un mutualismo”.18

Sahlins no discute el nomadismo. Sin embargo, el nomadismo es indiscutiblemente una


forma de economía primitiva. Sugiero que así como un regalo se extiende conceptualmente
de lo económico a lo político en la forma de un con-pacto de no agresión, tal vez se dé lo
mismo en el caso de la interacción entre nómadas tribales y sociedad no tribal. Ya dentro de
la sociedad tribal encontramos elementos de simbiosis económica entre una tribu que
incluya tanto un grupo sedentario como a uno nómada; igualmente encontramos elementos
de un pacto de no agresión entre ambos grupos. Tal vez sea entonces necesario tener en
cuenta un con-pacto social implícito entre los nómadas y el Estado.

Esencialmente, esto hubiera representado una abstención del asalto a caravanas y del robo
del ganado del palacio, a cambio de la garantía de los pastos veraniegos.19 En un arreglo de
esta índole, las caravanas y la pastura de verano representan las cuestiones económicas
básicas, mientras que el con-pacto social en sí representa el factor político. Esto nos hace
regresar al punto de partida de este trabajo, esto es, la raíz común, en el nomadismo
antiguo, de los factores económico y político.

17
M. Mauss, The Gift (1967), traducido del francés por I. Cunnison (1925).
18
M. Sahlins, Stone Age Economics (1972); citado aquí de la edición de bolsillo (1974), pp. 219 y s.
19
Aquí el factor clave es que el estado tenía un gran interés por una fuerte inversión en la industria de la lana.
Este aspecto del problema se discutirá en un artículo posterior.

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