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Corazón
Lesión aguda Edema pulmonar
Lesión crónica Signos clínicos o electrocardiográficos de enfermedad
de las arterias coronarias; HVI en el ECG o ecocar-
diograma
Cerebro
Lesión aguda Hemorragia intracerebral, coma, crisis convulsivas, alte-
raciones de conciencia, AIT, ictus
Lesión crónica AIT, ictus
Riñón
Lesión aguda Hematuria, azoemia
Lesión crónica Lesión crónica, creatinina sérica >1,5 mg/dl, proteinuria
>l+ con una tira reactiva
Retina
Lesión aguda Edema de papila, hemorragia
Lesión crónica Hemorragias, exudados, deflexión de las venas de los
cruces arteriovenosos
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78 Manual de terapéutica médica
hipertensión como un valor de PA superior a 140/90 mm Hg. Sin embargo, sólo un 35%
de ellos son conscientes de la enfermedad (Arch Intern Med 153:143, 1993). La hiperten-
sión aflige prácticamente al 20% de la población blanca estadounidense y al 30% de la po-
blación negra mayor de 18 años; alrededor del 90% de los casos de hipertensión son de ti-
po esencial. El resto sufren hipertensión secundaria a enfermedades del parénquima renal,
enfermedad renovascular, feocromocitoma, síndrome de Cushing, hiperaldosteronismo
primario y coartación de aorta. La prevalencia de la morbilidad y mortalidad asociada a la
hipertensión, incluidos la enfermedad aterosclerótica cardiovascular, el ictus, la insuficien-
cia cardíaca (IC) y la insuficiencia renal, aumenta con los niveles elevados de la PA sistó-
lita y diastólica (Ann Intern Med 119:329, 1993; Arch Intern Med 153:156, 1993). Es muy
importante reconocer el significado de la elevación tanto de la PA sistólica como de la
diastólica para el diagnóstico y tratamiento; asimismo, la hipertensión sistólica aislada del
anciano se asocia a un mayor número de complicaciones cardiovasculares y cerebrovascu-
lares.
Se habla de hipertensión maligna acelerada cuando la PA aumenta de forma rápida y
considerable por encima de los valores basales, causando una lesión aguda en los vasos de
la retina (hemorragia, exudados, edema de papila), cualquiera que sea la cifra absoluta de
PA (Br Med J 292:235, 1986).
‘Sin tomar medicación antihipertensiva ni sufrir un proceso agudo. Si la presión sistólica y dias-
tólica se encuentran en categorías diferentes, se elegirá la categoría más alta para clasificar el es-
tado de la PA. La hipertensión sistólica aislada se define como una PA sistólica de 140 mm Hg o
más y una PA diastólica menor de 90 mm Hg, con su correspondiente estadio (p. ej., 170185 mm
Hg se corresponde con una hipertensión sistólica aislada en estadio 2).
Además de clasificar los estadios de la hipertensión sobre la base de los niveles medios de PA,
el clínico debe indicar si aprecia o no lesión de los órganos diana y otros factores de riesgo. Esta
ex litación es muy’ importante para la clasificación del riesgo y el tratamiento.
BConslderando el riesgo cardiovascular, la presión arterial óptima es la inferior a 120 mm Hg
(sistólica) y a 80 mm Hg (diastólica). Sin embargo, también se debe examinar la relevanciaclínica
de las cifras inusitadamente bajas.
‘Se basa en la media de dos o más lecturas realizadas durante dos o más visitas después del
estudio inicial.
De The Fifth Repori of the Joint National Committee on Detection, Evaluation, and Treatment of
High Blood Pressure. Arch htern Med 153:i 61, 1993.
Consideraciones terapéuticas
A. Los pacientes hipertensos jóvenes (235 afios) suelen ser personas activas con un
aumento del tono simpático y elevación de la actividad plasmática de la renina.
En esta población, los diuréticos, los inhibidores de la enzima conversora de la
angiotensina (IECA), los antagonistas de los canales del calcio, los antagonistas
combinados de losa y P-adrenoceptores y los antagonistas de los a-adrenoceptw
res resultan muy eficaces. Los antagonistas de los P-adrenoceptores también dan
resultado en monoterapia, pero pueden modificar negativamente los niveles de
colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (HDL), provocan disfunción se-
xual o impiden el rendimiento físico o atlético, al reducir el gasto cardíaco.
B. Los enfermos hipertensos ancianos (260 años) muestran por regla general un
aumento de las resistencias vasculares periféricas, disminución de la actividad
plasmática de la renina y mayor hipertrofia ventricular izquierda (HVI) que los
jóvenes. A menudo padecen problemas médicos asociados, que requieren valo-
ración antes de iniciar el tratamiento antihipertensivo. Siempre que se requiera
ajustar la pauta de tratamiento, la dosis de la medicación se aumentará lentamen-
te para evitar las reacciones adversas y la hipotensión. Muchas veces, se inicia el
tratamiento con diuréticos; se ha comprobado que los diuréticos disminuyen la
incidencia de ictus, IM mortal y la mortalidad global en este grupo de edad (JA-
MA 265:3255, 1991; Lancet 1: 1349, 1985). Los antagonistas de los canales del
calcio disminuyen las resistencias vasculares, no modifican negativamente los
niveles lipídieos y también representan una alternativa adecuada en los ancianos.
Estos tienden a presentar una actividad reducida de la renina plasmática, pero
los IECA también son beneficiosos (N En,ql .I Mrd 328:9 14, 1993). Según algu-
nos estudios de larga duración, los antagonistas de los P-adrenoceptores resultan
seguros y eficaces, especialmente después de un infarto agudo de miocardio; sin
embargo, conviene administrarlos con cuidado, porque aumentan las resistencias
periféricas, reducen el gasto cardíaco y disminuyen los niveles de HDL-coleste-
rol (Am Zntern Med 110:901, 1989). No se recomiendan los fármacos que pro-
ducen hipotensión postural (es decir, prazosina, guanetidina, guanadrel). Los an-
tagonistas de los a-adrenoceptores de acción central suelen ser eficaces en los
ancianos, pero con frecuencia causan sedación. En los ancianos con hipertensión
sistólica aislada debería aplicarse este mismo procedimiento, pero en dosis más
bajas y con ajustes menos frecuentes en el tiempo.
C. Los pacientes hipertensos de raza negra suelen tener niveles de renina plasmá-
tica más bajos, un volumen plasmático mayor y resistencias vasculares más ele-
vadas que los blancos. Por eso, los pacientes negros responden correctamente a
los diuréticos, aislados o combinados con antagonistas de los canales del calcio.
Los IECA y el labetalol (un antagonista combinado de los a y B-adrenoceptores)
también son útiles en estos pacientes.
D. Los pacientes hipertensos y obesos se caracterizan por una elevación más dis-
creta de las resistencias vasculares, un gasto cardíaco mayor, la expansión del
volumen intravascular y una menor actividad plasmática de la renina para un
mismo nivel de presión arterial. Estos pacientes responden a los diuréticos, pero
el objetivo principal del tratamiento es la reducción del peso, que, como se ha
demostrado, disminuye la PA e induce una regresión de la HVI.
E. Los pacientes diabéticos con nefropatía muestran a veces una proteinuria sig-
nificativa e insuficiencia renal que complica el tratamiento (v. cap. 20). El con-
trol de la PA es la intervención más importante que reduce el deterioro de la fun-
ción renal (Arch Intern Med 151: 1280, 1991). Los IECA deben administrarse
como tratamiento de primera línea, puesto que se ha comprobado que disminu-
yen la proteinuria y retrasan la pérdida progresiva de la función renal, con inde-
pendencia de sus efectos antihipertensivos (N Eng1.I Med 329: 1456, 1993). La
hiperpotasemia representa un efecto indeseable frecuente en los pacientes diabé-
ticos tratados con IECA, sobre todo en aquellos que muestran una alteración
moderada o grave de la tasa de filtración glomerular (TFG). Los antagonistas de
los canales del calcio también son eficaces en los pacientes diabéticos.
F. Los pacientes hipertensos con HVI tienen un mayor riesgo de muerte súbita,
IM y mortalidad por todas las causas (N Enfil J Med 322: 156 1, 1990). No existe
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ninguna prueba directa, pero cabe esperar que la regresión de la HVI disminuya
el riesgo de complicaciones ulteriores. Se ha comprobado que la restricción de
sodio, el adelgazamiento y todos los medicamentos, excepto los vasodilatadores
de acción directa, disminuyen la masa del ventrículo izquierdo y el grosor de la
pared ventricular (N Engl J Med 14:998, 1992). En uno de los estudios se cons-
tató que los IECA son los más eficaces por lo que a la regresión de la HVI se re-
fiere (Am / Hypertension 4:95, 1992).
G. Los pacientes hbertensos con enfermedad coronaria muestran un mavor
,
riesgo de angina inestable y de IM. Los antagonistas de los P-adrenoceptores
pueden utilizarse como tratamiento de primera elección en estos enfermos,
puesto que, como se sabe, disminuyen la mortalidad cardíaca y el riesgo de
reinfarto. Además, reducen la progresión hacia IM en los pacientes con angina
inestable. Los antagonistas de los P-adrenoceptores también son útiles en la
prevención secundaria de las complicaciones cardíacas y aumentan la supervi-
vencia a largo plazo después del IM (JAMA 260:2088. 1988). Es necesario ac-
tuar con cautela en los pacientes con alteraciones del sistema de conducción
cardíaco. Los antagonistas del calcio deben utilizarse con cuidado en el IM
agudo, ya que su uso se ha asociado a resultados controvertidos en algunos es-
tudios (Arch Intern Med 153:345, 1993; N Engl J Med, 319:385, 198X). Los
nitratos y los IECA también están indicados en los pacientes con enfermedad
coronaria (v. cap. 5).
H. Los pacientes hipertensos con insuficiencia renal crónica sufren hipertensión
que suele depender, en parte, del volumen. La retención hidrosalina exacerba la
hipertensión, motivo por el cual los diuréticos son tan importantes en estos pa-
cientes. Si la creatininemia es mayor de 2,5 mg/dl, los diuréticos de asa constitu-
yen el grupo terapéutico más eficaz. Se ha demostrado que el control de la PA
en estos enfermos reduce la progresión hacia la insuficiencia renal terminal
(Arch Intern Med 151:1280, 1991).
1. Los pacientes hipertensos con insuficiencia cardíaca congestiva presentan un
mayor riesgo de dilatación progresiva del ventrículo izquierdo y muerte súbita.
Los IECA disminuyen la mortalidad en este grupo (N EngI J Med 327:685,
1992) y también el riesgo de recidiva del IM, hospitalización por IC o mortali-
dad en aquellos que presentan una fracción de eyección inferior al 40% (N EngI
J Med 327:669, 1992). Se ha comprobado que los nitratos v la hidralacina dismi-
nuyen la mortalidad en los pacientes con I’C, con independencia de la hiperten-
sión, aunque la hidralacina puede producir taquicardia refleja y empeora la is-
quemia en los pacientes con síndromes coronarios inestables. Por esta razón, de-
be utilizarse con mucho cuidado. Los antagonistas de los canales del calcio
también han de administrarse con cautela a los pacientes, en los que sus efectos
inotrópicos negativos puedan alterar la situación clínica (v. cap. 6).
Intervalo habitual
Grupo Propiedades Dosis inicial de dosificación
Diuréticos
Bendroflumetiaci- Tiacida 5 mrap;o vía oral 2,5-5,O mg
da
Benzotiacida Tiacida 50 mg por vía oral 12,5-50,O mg
cada día
Clorotiacida Tiacida 500 mg por vía 125-500 mg
oral cada día (o
iv.)
Clortalidona Tiacida 2”,,dg, $7; vía oral 12,5-50,O mg
Antagonistas de cx-adrenoceptores
Doxazosina 1 mg por vía oral 1-16 mg
cada día
Prazosina 1 mg por vía oral l-20 mg
2-3 veces al día
Terazosina 1 mg por vía oral l-20 mg
cada día
Miscelánea
Reserpinab 0,l mg por vía oral 0,05-0,25 mg
cada día
Nitroprusiato só- Infusión iv. Inmediato 2-3 min 0,5-i 0,O pg/kg/min (dosis inicial: Hipotensión, náuseas, vómitos,
dico 0,25 l.tglkg/min en la eclampsia aprensión. El riesgo de intoxlca-
e insuficiencia renal) ción por tiocianato y cianuro au-
menta en la insuficiencia renal y
hepática, respectivamente; es ne-
cesario determinar los niveles.
Debe protegerse de la luz
Diazóxido Bolo i.v. l-5 min 6-12 horas 50-l OO mg cada 5-I 0 min, hasta Hipotensión, taquicardia, náuseas,,
600 mg vómitos, retención de líquidos, hl-
Infusión iv. 1O-30 mg/min perglucemia. Puede exacerbar la
isquemia miocárdica, insuficien-
cia cardíaca o disección de aorta.
Aveces, requiere el uso concomi-
tante de un antagonista de los
P-adrenoceptores
Labetalol Bolo i.v. 5-10 min 3-6 horas 20-80 mg cada 5-l 0 min, hasta Hipotensión, bloqueo cardíaco, in-
300 mg suficiencia cardíaca, broncospas-
Infusión iv. 0,5-2,0 mg/min mo, náuseas, vómitos, hormi-
gueo, en el cuero cabelludo, res-
puesta presora paradójica. No
siempre es eficaz en pacientes
tratados con antagonistas de los
a o P-adrenoceptores
Infusión i.v. l-2 min 3-5 min 5-1 OOkgimin Cefalea, náuseas, vómitos. Puede
aparecer tolerancia con su admi-
nistración prolongada
Esmolol Bolo i.v. l-5 min 10 min 500 pg/kg/min en los primeros l-4 Hipotensión, bloqueo cardíaco, in-
min suficiencia cardíaca, broncospas-
mo
Infusión iv. 50-300 pg/kg/min
Fentolamina Bolo i.v. 1-2 min 3-l 0 min 5-l 0 mg cada 5-l 5 min Hipotensión, taquicardia, cefalea,
angina, respuesta presora para-
dójica
Trimatafán Infusión iv. l-5 min 10 min 055,O mg/min Hipotensión, retención urinaria,
íleo, paro respiratorio, midriasis,
cicloplejía, sequedad de boca.
Más eficaz si se eleva la cabece-
ra del paciente
Hidralacina Bolo i.v. 1 O-20 min 3-6 horas 5-l 0 mg cada 20 min (si no se ob- Hipotensión, distrés fetal, taquicar-
(para tratar la serva respuesta después de ad- dia, cefalea, náuseas, vómitos,
eclampsia) ministrar 20 mg, ensayar otro me- tromboflebitis local; el lugar de in-
dicamento) fusión debe cambiarse a las 12
horas
Nicardipino Infusión iv. l-5 min 3-6 horas 5 mgihora, aumentando a razón de Hipotensión, cefalea, taquicardia,
1 ,O-2,5 mg/hora cada 15 min, náuseas, vómitos
hasta 15 mgihora
Enalaprilato Bolo i.v. 5-i 5 min l-6 horas 1,25-2,50mg cada 6 horas Hipotensión
VI. Tratamiento adicional. En los casos de hipertensión más grave es necesario cam-
biar a un grupo terapéutico diferente o añadir escalonadamente fármacos de otros
grupos. Si se necesita un segundo fármaco, casi siempre puede escogerse alguno de
los preparados de primera elección. En principio, conviene añadir primero un diuré-
tico, porque puede aumentar la eficacia del medicamento inicial y obtener algo más
que un simple efecto aditivo.
Consideraciones especiales
_
1. Hipertensión asociada a síndromes de abstinencia. La hipertensiún forma parte, a
veces, de algunos síndromes de abstinencia muy importantes como la abstinencia
del alcohol, la cocaína o los analgésicos opioides. Se ha descrito también hiperten-
sión con un aumento de rebote de la PA en los enfermos que suspenden bruscamen-
te el tratamiento antihipertensivo.
A. La abstinencia del alcohol se asocia a una morbilidad y mortalidad significati-
vas. Si se considera que el paciente no es candidato al tratamiento con benzodia-
cepinas, se puede utilizar la clonidina (0,2 mg por vía oral, tres veces al día, el
primer día; dos veces al día, reduciendo después paulatinamente la dosis) o el
atenolol (100 mg por vía oral cada día, si la frecuencia cardíaca es >80; 50 mg
por vía oral cada día si la frecuencia cardíaca está comprendida entre SO y 79;
evitar la dosis si la frecuencia cardíaca es <50) para tratar la hipertensión y la hi-
peractividad simpática asociadas a la abstinencia del alcohol (Arch Inrern Med
1491089) (v. cap. 25).
B. L,a cocaína y otros fármacos simpäticomiméticos (p. ej., anfetaminas, clorhidrato
de fenciclidina) pueden producir hipertensión en caso de intoxicación aguda o
cuando se suspende bruscamente la medicación después de su administración
crónica. La hipertensión suele complicarse con lesiones en los órganos diana co-
mo cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares o crisis convulsivas. El
labetalol y la fentolamina son útiles en el tratamiento agudo, pero también se
puede recurrir al nitroprusiato sódico (v. tabla 4-3).
C. La abstinencia de analgésicos opioides se asocia a morbilidad significativa, pero
raramente a mortalidad. Los síntomas de náuseas, temblor, taquicardia e hiper-
tensión responden eficazmente a la clonidina, en dosis iniciales de 0,2 mg por
vía oral, dos veces al día, que se aumentan hasta 17-25 Fg/kg al día, repartidos
en dos tomas. La clonidina se suspenderá cuando la PA diastólica disminuya por
debajo de 60 mm Hg o aparezcan efectos sedantes (JAMA 243:34X, 1980).
D. Los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), si se combinan con deter-
minados fármacos o alimentos, pueden causar un estado de exceso de catecola-
minas e hipertensión acelerada. Son frecuentes sus interacciones con los antide-
presivos tricíclicos, la petidina, la metildopa, la levodopa, los fármacos simpati-
comiméticos y los antihistamínicos. Entre los alimentos más comunes que
contienen tiramina y se han asociado, desde el punto de vista etiológico, a este
síndrome se encuentran algunos quesos, el vino tinto, la cerveza, el chocolate, el
hígado de pollo, la carne procesada, el arenque, las judías, los higos secos y las
levaduras. El nitroprusiato, el labetalol y la fentolamina obtienen buenos resulta-
dos en el tratamiento de la hipertensión acelerada que se asocia a los IMAO (v.
tabla 4-4 y cap. 1).
III. Las crisis hipertensivas se definen como un incremento sustancial de la PA, es de-
cir, como una PA diastólica mayor de 120-130 mm Hg (N EnxI J M& 323: 1 177,
1990). Este acontecimiento, relativamente raro, se observa en el 1% de los enfermos
hipertensos. Habitualmente, la crisis ocurre en pacientes con antecedentes persona-
les de hipertensión, pero puede aparecer también en pacientes previamente normo-
tensos. La gravedad de la crisis hipertensiva se correlaciona no sólo con los niveles
absolutos de la PA, sino con la velocidad de instauración, ya que los mecanismos
autorreguladores no disponen, en estos casos, de tiempo suficiente para la adapta-
ción. Las crisis se clasifican, además, como urgencias (es decir, elevación de la PA
con síntomas asociados, pero sin daño agudo ni LOD mantenida) o emergencias (es
decir, aumento de la PA con daño agudo o LOD mantenida). Las manifestaciones
más comunes del daño agudo o LOD mantenida comprenden lesiones: 1) de la reti-
na (hemorragias, exudado o edema de papila), 2) cardíacas (edema de pulmón, is-
quemia o infarto de miocardio), 3) del SNC (alteraciones de conciencia, crisis con-
vulsivas, coma) y 4) renales (hematuria, azoemia). En caso de LOD, es necesario
controlar la PA con un fármaco de efecto rápido, por vía parenteral, lo antes posible
(en I hora) con objeto de disminuir la disfunción orgánica permanente y la posibili-
dad de muerte. La presencia de daño agudo o LOD mantenida es más importante
que la cifra absoluta de PA. El objetivo de reducción de la PA se debe individuali-
zar, pero parece razonable que la presión arterial media disminuya un 25% o redu-
cir la presión diastólica hasta I OO- 1 10 mm Hg durante unos minutos u horas. Los
ancianos, los pacientes con depleción de volumen o los tratados con otros fármacos
antihipertensivos pueden sufrir una caída catastrófica de la PA; por eso, es necesa-
rio actuar con cautela para evitar la hipoperfusión cerebral. Las urgencias hiperten-
sivas comprenden aquellos estados sin LOD mantenida. En estas circunstancias, la
PA puede controlarse más lentamente. El objetivo inicial del tratamiento consiste en
lograr una PA diastólica de 100-l 10 mm Hg; es necesario evitar los descensos exa-
gerados o rápidos de la PA para minimizar el riesgo de hipoperfusión cerebral o in-
suficiencia coronaria. La PA se normaliza de forma gradual en el curso de varios
días, según la tolerancia de cada enfermo (N En~l .I Med 323: I 177, 1990).
IV. Disección aórtica. La disección aguda de la aorta proximal (tipo A) constituye una
urgencia quirúrgica, mientras que la disección dista1 no complicada (tipo B) se pue-
de tratar adecuadamente con medidas conservadoras. Todos loa pacientes, incluidos
los operados, requieren tratamiento antihipertensivo agudo y crónico para la estabi-
lización inicial y la prevención de complicaciones (p. ej., rotura aórtica, disección
continuada).
A. El nitroprusiato sódico es considerado el fármaco inicial de elección, porque su
respuesta es previsible y no produce taquifilaxia. La dosis debe ajustarse hasta
obtener una presión arterial sistólica de I OO- 120 mm Hg o la PA mínima posible
que permita una perfusión orgánica adecuada. El nitroprusiato en monoterapia
produce un incremento de la relación dv/dt del ventrículo izquierdo con la consi-
guiente fuerza de cizallamiento arterial, que contribuye a la disección mantenida
de la íntima. Por eso, siempre que se administre nitroprusiato sódico, se re-
quiere tratamiento simultáneo con antagonistas de los P-adrenoceptores, in-
dependientemente de que exista hipertensión sistólica o no. Tradicionalmen-
te, se ha recomendado el propranolol. El esmolol, un antagonista cardioselectivo
de los B-adrenoceptores, con una duración muy corta de sus efectos por vía i.v.,
se prefiere en ocasiones al propranolol, sobre todo en pacientes con enfermedad
98 Manual de terapéutica médica