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CARDIOPATíA ISQUÉMICA
Consideraciones generales
Angina de pecho
101
102 Manual de terapéutica médica
sión de dosis altas de dobutamina como medio para inducir una isquemia
cardíaca detectable en este tipo de pacientes.
6. El estudio mediante ecocardiografía bidimensional o ventriculografía ra-
dioisotópica en reposo es útil para valorar la función del ventrículo izquier-
do en los pacientes con sospecha de enfermedad coronaria, en los que se ob-
serva una disfunción ventricular izquierda. Los pacientes con fracción de
eyección del ventrículo izquierdo inferior al 50% y enfermedad coronaria
significativa muestran un mejor pronóstico tras cirugía de derivación corona-
ria que tras el tratamiento conservador (N EngI J Med 312:1665, 1985). Por
eso, la angiografía coronaria está indicada en los pacientes con sospecha de
enfermedad coronaria y disfunción significativa del ventrículo izquierdo para
determinar la extensión de la afectación coronaria y la posibilidad de cirugía
de derivación de las arterias coronarias.
C. La arteriografía coronaria con ventriculografía izquierda sigue siendo la prue-
ba definitiva para el diagnóstico de la enfermedad de las arterias coronarias; la
incidencia de mortalidad o morbilidad grave de esta técnica es únicamente del
O,l-0,2%. La obstrucción coronaria significativa se define habitualmente como
una estenosis del calibre luminal superior al 70%. La angiografía coronaria se
puede combinar con las pruebas de esfuerzo convencional o farmacológica para
valorar la relevancia fisiológica de las estenosis coronarias observadas. La an-
giografía descarta, además, una enfermedad coronaria en los pacientes con sín-
tomas equívocos y resultados falsamente positivos en la prueba de esfuerzo.
Asimismo, está indicada, por regla general, en los pacientes de alto riesgo, como
aquellos que presentan angina inestable refractaria e isquemia postinfarto espon-
tánea o inducida por el esfuerzo. Por último, esta técnica proporciona una infor-
mación pronóstica sobre el número de arterias coronarias con oclusión significa-
tiva y el grado de disfunción ventricular izquierda.
II. Tratamiento.
A. Los principios generales del tratamiento de la angina de pecho comprenden la
modificación de los factores de riesgo cardíaco reversibles. Hay que insistir fun-
damentalmente en la suspensión del tabaco. La elevación de los niveles séricos
de colesterol debe tratarse según se describe en el capítulo 22. Los estudios re-
cientes sugieren que las placas ateroscleróticas pueden remitir, aunque para ello
hay que reducir el colesterol sérico hasta 150-180 mg/dl (JAMA 257:3233,
1987). El tratamiento específico de la angina consiste en mejorar el aporte de
oxígeno del miocardio, reducir su demanda y corregir los factores precipitantes
o los trastornos asociados (p. ej., anemia) que exacerban la isquemia.
B. Tratamiento farmacológico. La elección del régimen terapéutico más eficaz de-
pende de la agudeza y de la gravedad de los síntomas, la presencia de enferme-
dades asociadas (p. ej., alteraciones pulmonares o renales), la edad del paciente
y su actividad, y el mecanismo fisiopatológico presuntamente responsable de la
isquemia (p. ej., espasmo arterial, estenosis orgánica). La etiología de la isque-
mia miocárdica es, a menudo, multifactorial; por eso, la combinación de prepa-
rados con distinto mecanismo de acción suele dar mejor resultado que la mono-
terapia.
1. Los nitratos representan el tratamiento de primera elección de la angina (N
Engl J Med 3 16: 1635, 1987). Su efecto antianginoso principal se debe al au-
mento de la capacitancia venosa, que reduce el volumen y la presión ventri-
cular y mejora la perfusión subendocárdica. La vasodilatación coronaria, el
aumento de la circulación colateral y la reducción de la poscarga potencian
este efecto primario.
a. La nitroglicerina sublingual se encuentra disponible en comprimidos de
0,3, 0,4 o 0,6 mg o en un pulverizador con un dosímetro (0,4 mg). Habi-
tualmente, se prescriben los comprimidos de 0,4 mg, aunque a veces se
precisan dosis más bajas. El efecto farmacológico máximo aparece al ca-
bo de 2 min y se mantiene durante 15-30 min. La nitroglicerina se puede
repetir en intervalos de 5 min si persisten los síntomas. Hay que indicar al
104 Manual de terapéutica médica
Vida media
Fármaco Dosis oral de eliminación Efectos
pi -selectivos
Atenololazb 50-l OO mg cada día 6-9 horas Pl
Metoprolola~b 50-l OO mg 2 veces al día 3-4 horas PI
Acebutolol 200-600 mg 2 veces al día 3-4 horas PI, ASI
No selectivos
Propranolola,b 20-80 mg 4 veces al día 4-6 horas
Propranolol-LAa,C 80-l 60 mg cada día 10 horas
Nadolola 40-l 60 mg cada día 20-24 horas
Timololb 1 O-20 mg 2 veces al día 3-4 horas
Pindolol 5-20 mg 3 veces al día 3-4 horas
Labetalol 1 OO-600 ma 2 veces al día 6-8 horas
Tabla 5-3. Dosis y efectos de algunos antagonistas de los canales del calcio
Primera
generación
Verapamiloa 80-l 20 mg 3-4 3-6 + +/++
veces al día
VeraBamilo- 120-240 mg 2 veces 5-12 + +/++
SR al día
Diltiazema 30-90 mg 4 veces 3-4 4 +/++
al día
Diltiazem-SRb 60-l 80 mg 2 veces 5-7 + +/++
al día
Diltiazem-CDb 180-360 mg cada 5-8 + +l++
día
Nifedipinoa 1 O-30 mg 3-4 veces 2-3 o/+ 0
al día
Nifedipino-XLb 30-l 20 mg cada día - o/+ 0
Segunda
generación
Amlodipinoa 2,5-i 0 mg cada día 35 Ol+
Felodipino 5.d;mg 2 veces al 10 o/+
Isradipino 2,5-l 0 mg 2 veces 8 o/+
al día
Nicardipinoa 2$? mg 3 veces al 2-4 Oli
Angina inestable
II. Riesgo de IM. La aparición de síntomas inestables se asocia a un riesgo del 10-20%
de progresión hacia el infarto agudo de miocardio. Se piensa que los pacientes con
mayor riesgo de progresión hacia el infarto agudo son aquellos en que el dolor co-
mienza de manera reciente en reposo o experimentan un cambio brusco del patrón
de angina, sobre todo cuando aparecen cambios lábiles del segmento ST-T en el
ECG. El dolor recidivante o persistente tras el tratamiento también se asocia a una
mayor incidencia de infarto ulterior. Los signos clínicos de disfunción ventricular
izquierda, edema pulmonar, insuficiencia mitral transitoria o hipotensión durante
los episodios de isquemia se corresponden con un riesgo de infarto extenso. La apa-
rición de una nueva depresión del segmento ST o de elevación o inversión profunda
de la onda T en las derivaciones precordiales anteriores en ausencia de infarto su-
giere también una enfermedad coronaria grave (Am Heurt J 103:730, 1982).
IV. Pronóstico. La mayoría de los pacientes (7585%) con angina inestable responden
al tratamiento médico agresivo y. tras su estabilización, pueden ser sometidos a an-
giografía coronaria programada con el fin de valorar la gravedad de las lesiones co-
ronarias y la idoneidad para ACTP o cirugía. Los pacientes que continúan experi-
mentando angina de reposo, a pesar del tratamiento médico correcto (con heparina
por vía i.v. y nitroglicerina), son candidatos a la angiocoronografía de urgencia y
Cardiopatía isquémica 111
II. Diagnóstico. La elevación transitoria del segmento ST durante los episodios de do-
lor torácico sugiere un vasospasmo coronario. La monitorización ambulatoria del
ECG suele ser útil para el diagnóstico de estos episodios. La arteriografía coronaria
está indicada para valorar la extensión de la enfermedad coronaria y el diagnóstico
se confirma observando una estenosis de la arteria coronaria durante un episodio es-
pontáneo o provocado de dolor torácico típico. El maleato de ergometría (ergonovi-
na), por vía i.v. (Circulation 69: 690, 1984) o la acetilcolina por vía intracoronaria
(J Am Col1 Cardiol 12: 883, 1988) inducen un vasospasmo coronario local durante
la angiografía coronaria en la mayoría de los pacientes con angina de Prinzmetal.
Las pruebas de provocación conllevan cierto riesgo de espasmo refractario e IM.
Isquemia silente
Infarto de miocardio
prueba de esfuerzo antes del alta (N En,?/ .I Mrd 320% 18, 1989). Asimismo,
muchos cardiólogos recomiendan la angiografía en algunos pacientes de alto
riesgo, ya que permite conocer el grado de extensión de las lesiones corona-
rias y la permeabilidad vascular.
4. Cirugía. La revascularización quirúrgica aguda ha resultado útil en el infarto
de miocardio (Ann Thorac Scrq 4 I : 119,1986), pero el retraso necesario para
la preparación del quirófano hace que esta técnica no constituya una alterna-
tiva razonable al tratamiento trombolítico ni a la ACTP como medida tera-
péutica primaria en el infarto agudo. La cirugía programada de derivación
coronaria debe valorarse en los pacientes con enfermedad de tres vasos y al-
teración de la función ventricular izquierda después del IM.
C. Otras medidas para reducir el tamaño del infarto.
1. Los antagonistas de los P-adrenoceptores reducen el consumo miocárdico
de oxígeno al disminuir la frecuencia cardíaca, la contractilidad y la presión
arterial. La administración intravenosa de antagonistas de los P-adrenoceptw
res disminuye el tamaño del infarto y la mortalidad, de acuerdo con diversos
ensayos clínicos (Am J Med 74: I 13, 1983; Luncct 1157, 1986). Por eso, estos
medicamentos están indicados en la mayoría de los pacientes con infarto
agudo de miocardio que acuden en las primeras 4-6 horas desde el inicio de
los síntomas. Los pacientes con dolor isquémico constante o hiperactividad
simpática manifestada en forma de taquicardia o hipertensión, que no sufren
insuficiencia cardíaca, son los candidatos más idóneos.
a. Contraindicaciones de los antagonistas de los P-adrenoceptores. Los
pacientes con frecuencia cardíaca en reposo inferior a SO-SS lat./min, pre-
sión arterial sistólica menor de 95 mm Hg, bloqueo auriculoventricular
significativo de primer grado (PR >0,24 seg) o bloqueo de segundo o ter-
cer grado, enfermedad pulmonar obstructiva de acuerdo con la historia
clínica o sibilancias a la exploración física, así como los que padecen in-
suficiencia cardíaca significativa a la exploración o en la radiografía de
tórax, no deben recibir este tratamiento.
b. Dosis intravenosas de los antagonistas de los P-adrenoceptores. El me-
toprolol (15 mg por vía i.v. administrado en dosis de 5 mg cada 5 min,
seguido de 50- 1OO mg cada 12 horas por vía oral), el propranolol (0,l
mg/kg por vía i.v. repartido en tres dosis, que se administran cada 5-10
min, seguidos 1 hora después de una dosis oral de 20 a 40 mg cada 6-8
horas), el atenolol (5-10 mg por vía i.v., seguidos de 100 mg oral al día)
y el timolol (1 mg, repitiendo la dosis a los 10 min y continuando con
una infusión de mantenimiento de 0.6 mg/kg durante 24 horas y luego 10
mg por vía oral cada 12 horas) se han utilizado en el tratamiento de los
pacientes con infarto agudo de miocardio (Eur- Heor/ J 6: 199, 1985; N
Engl J Med X10:9, 1984). No existen pruebas de que el clorhidrato de
esmolol reduzca el tamaño del infarto ni tampoco de que disminuya la
mortalidad; sin embargo, como su vida media es muy corta (10 min) re-
sulta especialmente útil en los pacientes con alto riesgo de complicacio-
nes del antagonismo de los P-adrenoceptores. Inicialmente se administra
un bolo de 250 a 500 pg/kg durante 1 min y luego una infusión de mante-
nimiento comenzando por 50 pg/kg/min y ajustando la dosis, de forma
que la frecuencia cardíaca sea de 55-60 lat./min (Circuhtion 72873,
1985). En Estados Unidos no se dispone de timolol inyectable.
2. La nitroglicerina posee a veces un efecto beneficioso sobre el tamaño del in-
farto en determinados subgrupos de pacientes, en los que se inicia precoz-
mente el tratamiento y se evita la hipotensión (Circularion 76:906, 1989).
Sin embargo, en un estudio aleatorizado, la nitroglicerina por vía i.v. no re-
dujo la mortalidad en comparación con el placebo (Lanwr 343: I 115, 1994).
Por lo tanto, no cabe recomendar el uso rutinario de la nitroglicerina por vía
i.v. en los pacientes con IAM. La nitroglicerina se reserva para el IAM com-
plicado con ICC o isquemia recidivante. La nitroglicerina intravenosa se ad-
ministra en infusión de 10 pg/min, aumentando en incrementos de 10 pg/min
Cardiopatía isquémica 121
pruebas a favor del uso de los antagonistas de los canales del calcio en el
tratamiento agudo del IM y. sin embargo, estos fármacos pueden ser perju-
diciales en los pacientes con alteración de la función ventricular izquierda.
D. Tratamiento anticoagulante y antiagregante plaquetario.
1. La heparina se administra en infusión intravenosa continua o en dosis altas
por vía subcutánea (12.500 U cada 12 horas); aparentemente, este tratamien-
to reduce la mortalidad de los pacientes con infarto, con independencia de la
terapia trombolítica (Lancet II: 182, 1989), y también la incidencia de trom-
bos murales (J Am Coll Cardiol 8:419, 1985; Am Heart J 109:616, 1985).
Sin embargo, el riesgo de complicaciones hemorrágicas secundario a la anti-
coagulación es probablemente mayor que el posible beneficio en los pacien-
tes con riesgo mínimo de complicaciones por infarto. Por eso, si no existe
ninguna contraindicación, la anticoagulación con heparina intravenosa o sub-
cutánea en dosis altas debe valorarse fundamentalmente en los pacientes con
grandes infartos anteriores y riesgo de desarrollo de trombosis mural o de re-
cidiva del infarto. Si no se procede a una anticoagulación más agresiva, se re-
comienda administrar a todos los pacientes ingresados en la unidad de cuida-
dos intensivos heparina en dosis bajas (5.000 U por vía S.C. cada 8-12 horas)
hasta que puedan deambular con independencia, para prevenir el desarrollo
de trombosis venosas profundas (Am Heart J 99:574, 1980).
2. Warfarina. Los pacientes con trombos murales confirmados o infarto ante-
rior extenso con afectación de la punta deben recibir tratamiento con warfa-
rina durante 3-6 meses para prevenir el riesgo de embolismo sistémico. Con-
viene mantener un índice internacional normalizado (INR) de aproximada-
mente 2,5. Si no se observan estas complicaciones, se puede administrar
ácido acetilsalicílico o warfarina como prevención secundaria (v. VII.B.2).
3. Acido acetilsalicílico. En general, se aconseja la administración de ácido ace-
tilsalicflico a la mayoría de los pacientes con infarto a su ingreso y la conti-
nuación del tratamiento de forma crónica como medida de prevención secun-
daria. Sin embargo, en los pacientes totalmente anticoagulados con heparina
intravenosa 0 en aquellos en los que se prevé la anticoagulación crónica con
warfarina, el tratamiento concomitante con ácido acetilsalicílico aumenta las
complicaciones hemorrágicas. El ácido acetilsalicílico también incrementa la
hemorragia en los pacientes que son posteriormente sometidos a cirugía car-
díaca.
E. Tratamiento farmacológico adicional de los pacientes con infarto.
1. La lidocaína profiláctica generalmente es innecesaria, una vez que el pacien-
te ha ingresado en la unidad de cuidados intensivos, ya que las arritmias sue-
len tratarse de forma inmediata. Sin embargo, si el tratamiento con lidocaína
se inició antes del ingreso del paciente, puede continuarse, como mínimo, 24
horas (v. IV.A.1).
2. El sulfato de magnesio por vía iv. no reduce la mortalidad del IAM, según
un amplio estudio aleatorizado (Circulation 88 [supl]: I-292, 1993), pese a
los primeros informes que revelaban un efecto beneficioso (Luncrr 339: 1553,
1992). Así pues, no se aconseja el uso rutinario de magnesio por vía i.v. en el
IAM. De todos modos, es necesario corregir la hipomagnesemia y la hipopo-
tasemia en los enfermos con arritmias ventriculares. La dosis de sulfato mag-
nésico es de 2 g por vía i.v. durante 5 a 10 min, repetida cada 4-6 horas, vigi-
lando cuidadosamente la magnesemia. Los enfermos con cifras de creatinina
sérica mayores de 3,0 mg/dl o con un bloqueo cardíaco completo no deben
recibir magnesio.
3. Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina muestran un
efecto beneficioso conocido en el tratamiento a largo plazo de los enfermos
con depresión de la función ventricular izquierda secundaria al infarto agudo
de miocardio (v. VII.B.3). Según los datos de amplios estudios aleatoriza-
dos, la administración de un TECA por vía oral en las primeras 24 horas des-
pués del IAM se asocia a una mejoría discreta en la supervivencia al cabo de
1 y 6 meses (Lunwt 343: 1115, 1994; Circulution 88 [Supl]:I-292, 1993). Los
Cardiopatía isquémica 123
grupos de pacientes que más se benefician son los de alto riesgo, es decir,
aquellos que presentan ICC, IM de la cara anterior o antecedentes de IM.
F. Tratamiento posterior de los pacientes con infarto de miocardio.
1. Medidas generales. Los pacientes con infarto deben ser ingresados en una
unidad de cuidados intensivos. La colocación de una vía intravenosa es obli-
gatoria. Además, debe realizarse una supervisión continua del ECG y la ob-
servación por personal de enfermería entrenado en el reconocimiento de las
arritmias. Las visitas deben limitarse en el tiempo, para que el paciente pueda
descansar. La temperatura se debe obtener por vía oral más que rectal. Habi-
tualmente, los pacientes con infarto no complicado permanecen 2-3 días en
la unidad de cuidados intensivos y posteriormente pueden ser remitidos auna
unidad «de cuidados intermedios» con capacidad de vigilancia ambulatoria
durante el resto de su estancia hospitalaria (7-10 días). Si aparecen complica-
ciones durante el período inicial tras el infarto, debe prolongarse la estancia
en la unidad de cuidados intensivos hasta que el estado clínico del paciente
mejore.
2. La sedación resulta beneficiosa en los primeros días del infarto y puede con-
seguirse con dosis bajas de benzodiacepinas o cualquier otro agente ansiolíti-
co (v. cap. 1).
3. Dieta y regulación intestinal. Durante el primer día después del infarto, debe
administrarse una dieta líquida o blanda y después una dieta de 1.200 a 1.800
cal sin sal añadida y baja en colesterol. Las bebidas con cafeína y los líquidos
excesivamente fríos o calientes deben evitarse. El estreñimiento es un pro-
blema frecuente, por lo que habitualmente se administran laxantes suaves o
preparados para reducir la consistencia fecal.
IV. Complicaciones.
A. Las arritmias suelen aparecer en las primeras 24 horas después del infarto. Aun-
que las arritmias más graves como la taquicardia ventricular (TV) o la fibrila-
ción ventricular (FV) son las más preocupantes, debe tratarse enérgicamente
cualquier arritmia que genere un trastorno hemodinámico. Las arritmias mante-
nidas causantes de hipotensión, angina o ICC se deben interrumpir mediante
cardioversión eléctrica sincronizada. Hay que descartar cualquier factor que pue-
da potenciar la arritmia y corregirlo, como las reacciones adversas a ciertos fár-
macos, la hipoxemia, la acidosis y las alteraciones electrolíticas (especialmente
del potasio, calcio y magnesio). La insuficiencia ventricular izquierda, la isque-
mia recidivante y la hipotensión también predisponen a las arritmias y deben co-
rregirse rápidamente.
1. Arritmias ventriculares.
a. Las extrasístoles ventriculares son frecuentes durante el período agudo
del infarto y pueden preceder a la TV o FV. En la mayoría de los casos, la
TV y la FV no van precedidas de «arritmias premonitorias» (Circularion
74:653, 1986). No se recomienda el tratamiento rutinario de las extrasís-
toles ventriculares, que se deben tratar cuando su frecuencia es superior a
S/min, aparecen en el período vulnerable del ciclo cardíaco (fenómeno de
R sobre T), se producen en salvas de dos o más con una frecuencia sufi-
ciente para provocar alteración hemodinámica o tienen una morfología
múltiple (v. cap. 7).
(1) La lidocaína representa el tratamiento inicial de elección para supri-
mir las extrasístoles ventriculares y se administra por vía intraveno-
sa, inicialmente con un bolo de I mgkg, seguido de uno o varios
bolos de 0,5 mgkg con 3-5 min de separación hasta que desaparece
el ritmo ectópico o se administra una dosis total de 3 mg/kg; poste-
riormente, se administra una infusión intravenosa continua de 2-4
mg/min (20-50 pg/kg/min). La vida media de la lidocaína se prolon-
ga en los estados de insuficiencia cardíaca, hepatopatía e hipoten-
sión, así como en los ancianos, por lo que la dosis total debe redu-
cirse a la mitad en estos casos. La determinación de niveles sanguí-
124 Manual de terapéutica médica
da 5-10 min, según sea necesario para controlar la presión arterial (v. Apén-
dice C y tabla 5-8). A veces, se requieren dosis de hasta 400 pg/min. La so-
lución se prepara en glucosado al 5% y debe protegerse de la luz, porque el
fármaco es fotosensible. El tratamiento prolongado (>72 horas), la adminis-
tración de dosis altas y la disfunción renal se asocian a veces a un aumento
hasta niveles tóxicos del tiocianato, metabolito del nitroprusiato que se elimi-
na por el riñón; por eso, hay que controlar sus niveles plasmáticos en es-
tos enfermos. La toxicidad por cianuro puede ocurrir incluso con infusiones
breves o en dosis reducidas y se manifiesta por confusión, delirio o acidosis
láctica secundaria a la inhibición del metabolismo aerobio. La dosis máxima
de 10 pg/kg/min nunca debe administrarse durante más de 10 min (Clin
Pharmacokinet9:239, 1984).
6. La nitroglicerina por vía i.v. induce una venodilatación con dilatación arterio-
lar moderada. Habitualmente, pueden aplicarse dosis adecuadas para reducir
la hipertensión moderada en los pacientes con aumento de la presión de Ilena-
do del ventrículo izquierdo; sin embargo, cuando la presión de llenado del
ventrículo izquierdo es normal, el efecto antihipertensivo de este preparado es
muy limitado. Este fármaco resulta eficaz en el tratamiento de la hipertensión
asociada a insuficiencia cardíaca o a síntomas de isquemia mantenida. La do-
sis inicial es de 10 pg/min en infusión continua y puede aumentarse en incre-
mentos de 5-10 pg/min hasta controlar la presión arterial (v. tabla 5-8).
C. Complicaciones hemodinámicas.
1. El fracaso de la bomba del ventrículo izquierdo en los pacientes con infar-
to de miocardio se asocia a la disminución de la función sistólica del ventrí-
culo izquierdo y de su adaptabilidad (p. ej., rigidez ventricular). La gravedad
del fracaso de la bomba depende de la extensión del infarto y varía desde una
congestión pulmonar mínima hasta el shock cardiogénico. Las comphcacio-
nes mecánicas agudas del infarto como la insuficiencia mitral aguda, la rotu-
ra del tabique ventricular o la exacerbación de la valvulopatía crónica subya-
cente también provocan edema de pulmón y shock. Por eso, en los pacientes
con signos clínicos de fracaso de la bomba o shock, el estudio inicial com-
prende la valoración por técnicas de imagen no invasivas de la función ven-
tricular mediante ventriculografía radioisotópica o ecocardiografía bidimen-
sional y estudios Doppler.
a. Tratamiento de la insuficiencia cardíaca leve. En los pacientes con con-
gestión pulmonar leve o ritmo de galope por tercer tono:
(1) Los diuréticos suelen ser adecuados, pero deben utilizarse con caute-
la, ya que la mayoría de los pacientes con infarto no presentan una so-
brecarga de volumen. La diuresis excesiva provoca hipovolemia en
estos pacientes y reduce inadecuadamente la presión de llenado del
ventrículo izquierdo. El tratamiento de elección es la furosemida, en
dosis de 10 a 20 mg por vía i.v. (v. cap. 4.)
(2) Los nitratos tópicos y dosis bajas de nitroglicerina por vía i.v. sue-
len beneficiar a los pacientes hemodinámicamente inestables, ya que
reducen la presión de llenado del ventrículo izquierdo.
(3) La digoxina, en dosis de 0,125.0,25 mg por vía oral cada día, suele
administrarse a los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica leve,
pero su efecto beneficioso sobre la supervivencia a largo plazo es
controvertido. La digoxina no debe emplearse en el tratamiento
agudo de la insuficiencia cardíaca de los pacientes con infarto.
(4) Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina mejo-
ran los síntomas de los pacientes con insuficiencia cardíaca leve o
moderada (JAMA 259539, 1988) y la supervivencia de los pacientes
con insuficiencia cardíaca grave (N EngI ./ Med 3 16: 1429, 1987). El
captopril, en dosis de 6,25-50,O mg oral cada 6 a 8 horas, y el enala-
pril, en dosis de 2,5-20,O mg dos veces al día, pueden emplearse en
estos pacientes; inicialmente, se administran las dosis más bajas para
evitar la hipotensión (v. cap. 6).
128 Manual de terapéutica médica
sarrollar una actividad ambulatoria completa a los S-7 días. Antes del alta conviene
aconsejar al enfermo con respecto a la actividad física, incluida las relaciones se-
xuales. Habitualmente, los pacientes toleran programas diarios de deambulación,
pero no deben conducir, levantar objetos pesados o subir cuestas con energía hasta
completar una prueba de esfuerzo máximo. En general, los enfermos pueden regre-
sar a su trabajo a las 4-X semanas del alta, dependiendo de la extensión del infarto.
Tras el alta hospitalaria, debe iniciarse un programa de rehabilitación física supervi-
sado.
izquierda inferior al 40% después del infarto. La mejoría clínica obtenida con
los IECA es independiente del lugar del infarto, el uso de tratamiento trom-
bolítico o la administración de ácido acetilsalicílico o antagonistas de los p-
adrenoceptores (N Ennl J Mrd 327:669. 1992). El tratamiento con IECA se
debe mañtener durante, por lo menos, 1-2 años’en los pacientes de alto riesgo
con un IM reciente (p. ej., IM extenso de la cara anterior, ICC, aneurisma
ventricular izquierdo) o de forma indefinida en aquellos que muestran dis-
función persistente del ventrículo izquierdo.