Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
«Crear lazos», le dice el zorro al Principito, para explicarle cómo se fragua una
amistad. Para ello se necesita... ¡tiempo! «¿Qué hay que hacer? —dijo el Principito—. Hay
que ser muy paciente —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí,
así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de
malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...». Queremos formar
comunidad, y con este buen deseo podemos caer en el error inicial del Principito, cuando el
zorro le pidió que le domesticara: «Bien lo quisiera —respondió el Principito—, pero no
tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas». Abramos
entonces “espacios comunitarios” y comencemos a crear lazos: Lazos de comunión entre
las personas que, al principio sólo materialmente, coincidimos en torno a la misión
educativa. Lazos que nos permitan sentirnos humanamente reconocidos, aceptados,
queridos...Lazos que provoquen nuestra responsabilidad compartida en la misión ante las
necesidades de los jóvenes...
Dado el ambiente social contrario; dado que todo mensaje, para ser creído y aceptado
debe apoyarse no sólo en la credibilidad de la propuesta, no sólo en la credibilidad de la
persona que lo propone, sino en un ambiente social que lo confirme, la posibilidad de
comunicar valores y criterios depende de la constitución de una Comunidad Educativa,
como sociedad alternativa que confirme la viabilidad de la propuesta pedagógica.
“pedagogía de comunidad”. El sujeto último del ministerio calasancio trasciende al
educador individual: se educa sobre todo por inmersión y por eso es la comunidad
educativa el sujeto, mejor aún si hablamos de la comunidad cristiana calasancia, en la
medida en que permite que el Maestro esté en medio de quienes se reúnen en su nombre y
él es quien realmente educa. Si esta educación es en realidad una "iniciación"
(sociocultural y cristiana), entonces la comunidad es decisiva. De ahí la importancia de
suscitar auténticas comunidades humanas y cristianas en nuestros centros, la importancia
de garantizar sus relaciones internas, su proceso de crecimiento, su profundidad y, en
último término, la presencia del Espíritu en medio de ellas.
Se llega a una Escuela con Sentido cuando vivimos en una escuela que construye
Comunidad, es la condición o requisito definitivo, lo único que puede de verdad
garantizar cualquier relectura de los Programas escolares: todo depende de qué idea se
tenga sobre la vida de relación y qué vida de relación viva el educador.
Estos son los criterios, opciones, horizontes a los que queremos llegar. Nuestra tara
es sembrar (y quizás algunos frutos no nos tocará recogerlos a nosotros), no importa tanto
el resultado final como el trayecto que nos acerca a él. Sobre todo porque en la educación
el trayecto nos construye y nos plenifica al tiempo que construye a los chavales si de
verdad lo vivimos con vocación. Nos deben de mover las ganas de viajar, no las de llegar:
«Si sales para hacer el viaje a Ítaca, debes pedir que el camino sea largo»1. Feliz viaje a
todos y todas. «Que Jesús Maestro forme en todos nosotros verdaderos y válidos
educadores» (Chiara Lubich).
1
Cavafis, “el Viaje a Ítaca”.