Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
A) Natural o Espontánea:
Activa: después del primer ataque de una enfermedad el individuo adquiere inmunidad permanente para esta
afección.
Pasiva: De origen placentario: durante el embarazo, la madre pasa anticuerpos al bebé a través de la placenta.
Adaptativa: Por la Lactancia: durante la lactancia, la madre pasa anticuerpos al bebé a través de la leche.
Al nacimiento
independientemente
Innata de experiencia previa
Después de la
Activa exposición a un agente
exógeno
Adaptativa Células inmunes
en calostro (leche)
Adquirida
Activa Inmunización
Específica Vacunas
Artificial Anticuerpos exógenos
Pasiva
Sueros.
Gammaglobulinas
Adaptativa
Transplante
Médula Ósea
Los Antígenos
En términos generales se puede definir antígeno diciendo que es toda sustancia que introducida en un organismo
inmunocompetente da lugar a una respuesta inmunológica.
Una sustancia, para poder ser antigénica, necesita reunir una serie de condiciones. La primera de ellas es la de tener
un origen genéticamente extraño al organismo receptor, es decir que en el huésped no exista una sustancia propia
con similitud estructural al antígeno en cuestión. No es necesario que toda la molécula sea químicamente distinta; es
suficiente que sólo parte de la superficie molecular sea distinta para que no sea reconocida como propia y se
desencadene en consecuencia la respuesta inmune. Esta es una condición necesaria pero no suficiente, ya que no
todas las sustancias, por el solo hecho de ser extrañas, son antigénicas. Es necesario además que la molécula posea
ciertas propiedades físicas y químicas para funcionar como antígeno.
Se denomina antigenicidad a la propiedad que posee una sustancia de desencadenar la respuesta inmunológica. Esto
está ligado fundamentalmente al peso molecular, complejidad y rigidez que presenta la molécula. Es por ello que
sustancias como las proteínas resultan ser los mejores antígenos.
Se denomina especificidad al carácter complementario y altamente selectivo que presenta la respuesta inmune
frente al antígeno que le da origen.
Ejemplos de agentes que portan antígenos: el HPV o virus papiloma, Trypanosoma sp., un parásito, Helicobacter
sp., una bacteria y células tumorales humanas.
Vías de Ingreso
de los Antígenos
Los Sueros
La inmunidad artificial pasiva se adquiere cuando al
sujeto se le administra directamente anticuerpos
específicos para un patógeno determinado. Los
anticuerpos producen inmunidad rápidamente (unas pocas
horas), pero su efecto no es de larga duración (sólo unos
meses), debido a que no se activa la memoria
inmunológica. Estos anticuerpos reciben el nombre de
suero o antídoto.
Un Suero es un producto preparado con una antitoxina
producida por un organismo animal (de laboratorio o
humano) como respuesta a una toxina bacteriana, a la
invasión de un microorganismo o a un veneno. La
antitoxina neutraliza el efecto de la toxina.
En 1890 el médico alemán Emil Adolph von Behring fue el
primero en demostrar la existencia de las antitoxinas.
El primer uso terapéutico de estas sustancias lo efectuó el
bacteriólogo francés Pierre Paul Émile Roux en 1894. Las
antitoxinas para uso humano se suelen obtener de suero
caballar y caprino; se inyectan al animal dosis progresivas
de la toxina y su sistema inmunológico produce los
correspondientes anticuerpos. Se extrae sangre del animal
y se procesa para fines terapéuticos. Se puede utilizar al
mismo animal para producir sueros durante años sin que
éste sufra ningún daño orgánico aparente.
En la actualidad se utilizan imunoglobulinas humanas. Molécula de Anticuerpo Humano que
Este tipo de sueros se utilizan para inmunizar contra el normalmente forma parte del suero.
tétanos, la difteria, la hepatitis (A y B), etc.
Las Vacunas
Una Vacuna es un preparado de antígenos procedentes de microorganismos patógenos, cuya finalidad es la
creación de anticuerpos que reconozcan y ataquen a la infección y, por lo tanto, produzcan la inmunidad del
organismo inoculado.
La vacuna suele consistir en dosis muy pequeñas del propio agente (forma inactiva o atenuada) que origina la
enfermedad, por lo que provoca la creación de anticuerpos que permanecen en el organismo y lo protegen en el
caso de futuros contagios. La técnica de administración depende del tipo de vacuna; la más común es la
inoculación, pero en algunos casos es la ingestión o el spray nasal.
Inmunización mediante las Vacunas
La Inmunización es la técnica de medicina preventiva cuyo objetivo
consiste en procurar resistencia inmune frente a un organismo
infeccioso. Con este fin, se inocula al individuo una forma del organismo
patógeno que no tiene capacidad de producir la enfermedad, pero si de
inducir la formación de anticuerpos. Este proceso se denomina también
vacunación debido a que la primera técnica de inmunización consistió en
la administración del virus de la viruela vacuna para lograr la
inmunidad frente a la viruela.
El preparado inmunizante se introduce en el organismo a través de la
piel (inoculación), salvo algunas excepciones, como la vacuna oral de la
polio tipo Sabin. La duración del efecto protector es muy variable, desde
seis meses en el caso de la peste hasta diez años para la fiebre amarilla.
Las vacunas son la forma más eficaz de protección frente a los agentes
patógenos contra los que los antibióticos no son eficaces, por ejemplo los
virus. En los países occidentales se administran ciertas vacunas de
acuerdo a un calendario oficial de vacunación.
Las vacunas se preparan con microorganismos muertos por la exposición
al calor o a agentes químicos (como la primera vacuna de la polio
desarrollada por Jonas Salk, en la imagen superior, o la vacuna de la
fiebre tifoidea); con un toxoide, forma inactivada de la toxina producida
por el microorganismo (vacunas del tétanos y la difteria) o con un virus
“vivo” atenuado, es decir, un virus debilitado en el laboratorio de
manera que no produzca la enfermedad (como la vacuna de la polio
desarrollada por Albert Sabin (en la imagen inferior), o las vacunas del
sarampión y la fiebre amarilla).
Vacunas del Calendario Nacional de Vacunación
Sistema Inmune e Inmunidad
2da Parte
El sistema inmunitario es el conjunto de
tejidos, células y moléculas responsables de
la inmunidad, y su respuesta colectiva y Sistema Inmune
coordinada frente a la introducción en el
organismo de ciertas sustancias extrañas se
denomina respuesta inmunitaria.
El Sistema
inmunológico, también llamado sistema
inmune o inmunitario, es el sistema corporal
cuya función primordial consiste en destruir
los agentes patógenos que encuentra.
En los humanos, las funciones del sistema
inmunitario son amplias: protegerlo de
agentes invasores como bacterias, virus y
parásitos y, por otro lado, la lucha contra el
cáncer.
Cualquier agente considerado extraño por
un sistema inmunológico se denomina
antígeno.
La responsabilidad del sistema
inmunológico es enorme y debe presentar
una gran diversidad, con objeto de
reaccionar de forma adecuada con los miles
de antígenos, patógenos potenciales
diferentes, que pueden invadir el cuerpo.
Aún no se conocen en su totalidad los
mecanismos fisiológicos complejos
implicados en el sistema inmunológico, pero
la investigación médica continúa
desentrañándolos.
Estructuras del Sistema Inmune
Los principales integrantes del sistema inmune son la
médula ósea y el timo, órganos de diferenciación inicial
de los linfocitos B y T, que son los ejecutores de la
respuesta inmune. Otros órganos importantes son los
vasos linfáticos, los numerosos ganglios linfáticos, el
bazo las amígdalas, el apéndice, las placas de Peyer, las
adenoides y los acúmulos linfoides asociados a los
bronquios.
Los vasos del sistema linfático son la vía de retorno del
fluido intersticial al sistema circulatorio. Dentro de
este sistema de vasos están los ganglios linfáticos. Los
microorganismos o partículas extrañas y los desechos
son llevados a los canales del sistema linfático y
atrapados en los ganglios linfáticos que actúan como
filtro. Los ganglios linfáticos también atrapan a las
bacterias y a otros microorganismos. Están
densamente poblados por linfocitos y macrófagos y
dentro de estas estructuras ocurren las interacciones
esenciales entre las células que intervienen en la
respuesta inmune.
El bazo y el al tejido linfoideo asociado a mucosas
también son ricos en linfocitos y en células fagocíticas
que atrapan partículas. Las amígdalas atrapan
partículas que ingresan por vía nasal o bucal. En la
pared del intestino se encuentran las placas de Peyer,
que defienden al resto del cuerpo contra los miles de
millones de microorganismos que habitan el tracto
intestinal normal.
Mecanismos de Defensa Inespecíficos y Específicos
Inmunidad inespecífica y específica
l sistema inmunitario se divide en dos ramas funcionales: la inmunidad innata (inespecífica) y la adaptativa
(específica). La inmunidad innata, o natural, actúa como primera línea de defensa contra los agentes infecciosos, y
la mayoría de los agentes patógenos son controlados antes de que produzcan una infección franca. Cuando estas
primeras defensas son superadas, entra en acción el sistema inmunitario adaptativo, que da lugar a una reacción
específica contra cada agente infeccioso, lo que normalmente permite erradicarlo. Además, el sistema inmunitario
adaptativo recuerda a ese agente infeccioso particular y puede evitar que más adelante vuelva a causar
enfermedades. Es el caso de enfermedades tales como el sarampión y la difteria, en las que se produce inmunidad
para toda la vida.
La inmunidad innata y la adaptativa son el resultado de diversas moléculas y células distribuidas por el
organismo. Las células más importantes son los leucocitos o glóbulos blancos de la sangre, que podrían describirse
como "células involucradas en la respuesta inmune". Esos leucocitos se clasifican en dos categorías amplias:
* Fagocitos: incluyen polimorfonucleares neutrófilos, monocitos y macrófagos. Forman parte del sistema inmune
innato.
* Linfocitos: median la inmunidad adaptativa.
Células PMNs (Polimorfo
Proteinas Séricas
Mononucleares nucleares) o
granulocitos
Eosinófilo
megacariocito
Linfocito T
Célula madre
pluripotente
Neutrófilo Hematopoyética
Linfocito B
Progenitor
Basófilo Progenitor linfoide
mieloide común
común
Célula plasmática
Célula
mastoide
Célula
Monocito Natural Killer
Macrofago
Células de Langerhans y Citolíticas NK
Los linfocitos T y B son células que adquieren inmunocompetencia, es decir, la capacidad de llevar a cabo
respuestas inmunitarias ante los estímulos apropiados. Ambos tipos se desarrollan a partir de células madre
pluripotenciales con origen en la médula ósea roja. La maduración de los linfocitos B en células
inmunocompetentes se completa en la médula ósea, proceso que continúa de por vida, mientras que los linfocitos T
se desarrollan a partir de células pre-T que emigran de la médula ósea al timo. Aunque la mayoría de las células T
se forman antes de la pubertad, la maduración de algunas prosigue durante toda la vida.
Antes de que las células T salgan del timo y las células B de la médula ósea roja, adquieren diversas proteínas de
superficie características. Algunas de estas sustancias funcionan como receptores de antígenos, que son moléculas
capaces de reconocer antígenos específicos. Además, las células T salen del timo como células CD4+ o CD8+, lo cual
significa que poseen en su membrana plasmática las proteínas CD4 o CD8, que desempeñan funciones muy
distintas.
Los linfocitos B son los protagonistas principales de la formación de anticuerpos. Los anticuerpos son grandes
moléculas de proteína cuyos sitios de unión son complementarios de moléculas extrañas llamadas antígenos. La
combinación del antígeno y el anticuerpo inmoviliza al invasor, destruyéndolo o volviéndolo susceptible a la
fagocitosis. Se conocen cinco clases de anticuerpos -o inmunoglobulinas-, de los cuales las IgG circulantes son las
más intensamente estudiadas.
Los linfocitos T, que se diferencian y maduran en el timo, son responsables de la inmunidad mediada por células.
Existen varios tipos de linfocitos T que se distinguen por el tipo de glucoproteína que portan en su superficie: las
células T colaboradoras, las T citotóxicas y las T supresoras.
Dos Tipos de Respuesta Inmune
La inmunidad consiste en dos tipos de respuestas que guardan relación muy estrecha, ambas desencadenadas por
antígenos. En el primer tipo, las respuestas inmunitarias mediadas por células, los linfocitos T8 proliferan en
linfocitos T que atacan directamente a los antígenos invasores. En el segundo tipo, las respuestas inmunitarias
mediadas por anticuerpos o humorales, los linfocitos B se transforman en células plasmáticas que sintetizan y
secretan proteínas específicas, los anticuerpos o inmunoglobulinas. Estos últimos se unen con antígenos específicos y
los inactivan. Muchos linfocitos T4 se convierten en linfocitos T auxiliadores, que ayudan en las respuestas
inmunitarias mediadas por células y por anticuerpos.
De algún modo, cada tipo de respuesta inmunitaria se especializa en enfrentar determinados tipos de invasores. La
inmunidad mediada por células es particularmente eficaz contra:
1) microbios patógenos intracelulares, que residen en células huésped (ante todo, hongos, parásitos y virus).
2) ciertas células cancerosas.
3) transplantes de tejidos extraños.
Así pues, la inmunidad mediada por células siempre implica la participación de unas células que atacan a otras.
Por su parte, la inmunidad mediada por anticuerpos funciona en especial contra:
1) antígenos presentes en los líquidos corporales.
2) microbios patógenos extracelulares, que proliferan en los líquidos corporales y pocas veces entran en las células
(principalmente bacterias).
No obstante, es frecuente que un antígeno dado provoque ambos tipos de respuestas inmunitarias.
Respuesta Inmune Humoral a partir de los Linfocitos B
Las células presentadoras de antígeno (CPA en el esquema) tienen como misión captar, procesar proteolíticamente
en el interior de estas células y después presentar el antígeno a los linfocitos T conjuntamente con las moléculas de
histocompatibilidad.
Activación de Linfocitos y Producción de Interleucinas
Para que la activación del Antígeno se lleve a cabo se requiere que previamente se halla producido la interacción
entre las células presentadoras (APC en el esquema) y las respondedoras (Linfocito Th en el esquema). Este
fenómeno se lleva a cabo prioritariamente por las moléculas de adhesión que son un grupo muy heterogéneo de
sustancias que se encuentran en la superficie de las células presentadoras y respondedoras y que hacen posible la
adherencia entre ellas y en consecuencia permiten la unión entre el receptor de las células T y el complejo MHC-Ag
(Molécula de Histocompatibilidad – Antígeno) de la APC.
Los tres tipos de proteínas que forman parte del sistema inmunológico, y se encuentran disueltas en el suero (la
porción líquida de la sangre), son las inmunoglobulinas, las citoquinas y las proteínas del complemento.
Hay miles de clases diferentes de inmunoglobulinas, que reciben el nombre de anticuerpos; cada una de ellas se
combina de manera exacta con un tipo específico de antígeno y contribuye a su eliminación. Esta inmensa
diversidad es la característica principal del sistema inmunológico en conjunto.
Las citoquinas son compuestos solubles, responsables en gran parte de la regulación de la respuesta inmunológica.
Si son segregadas por los linfocitos, reciben el nombre de linfoquinas; si son segregadas por los monocitos, se
denominan monoquinas. Algunas citoquinas amplifican o incrementan una respuesta inmunológica que está en
curso, otras hacen que las células proliferen, y otras pueden suprimir una respuesta inmunológica en
funcionamiento. El sistema inmunológico, al igual que otros sistemas corporales, debe ser regulado de esta forma,
de modo que el sistema esté activo cuando sea necesario, pero que no lo esté de una manera patológica.
Las proteínas del complemento forman una familia de compuestos que, junto con las inmunoglobulinas, actúan
para propiciar una respuesta inmunológica adecuada. Una vez que un anticuerpo se une específicamente a su
antígeno, las proteínas del complemento pueden unirse al complejo formado de esta forma, y facilitan que las
células inmunológicas lleven a cabo la fagocitosis.
Anticuerpos o Inmunoglobulinas
Los Anticuerpos (también conocidos como inmunoglobulinas) son glucoproteínas. Pueden encontrarse disueltas en
la sangre o en otros fluidos corporales de los vertebrados y son empleados por el sistema inmunitario para
identificar y neutralizar elementos extraños tales como bacterias, virus o parásitos.
Tras la unión antígeno-anticuerpo (Ag-Ac), las sustancias extrañas (o antígenos) son neutralizadas y
posteriormente destruidas por las inmunoglobulinas a través de mecanismos, que pueden ser diferentes según el
tipo de inmunoglobulina que participa.
Existen cinco clases de anticuerpo: las inmunoglobulina “M”, “G”, “A”, “E”, y “D”
Ig M es la dominante después que se ha producido el contacto con el antígeno
Ig G es la predominante en la respuesta secundaria de anticuerpo
Ig A es el principal anticuerpo de las mucosas, en la saliva y en las lagrimas.
Ig E produce efectos nocivos por ejemplo en los cuadros alérgicos
Ig D se desconoce exactamente cual es su función.
Diferentes Inmunoglobulinas
Etapas de la Respuesta Inmune
La respuesta inmune especifica se caracteriza por ser de carácter clonal, reconocer unos
antígenos y no otros (especificidad), desarrollar memoria y ser autoregulable.
Antígenos del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (HCM o
MHC)
La superficie de la membrana plasmática de muchas células corporales posee “autoantígenos” o antígenos propios,
los antígenos del complejo de histocompatibilidad mayor (HCM). Estas glucoproteínas integrales de la membrana
también se llaman antígenos relacionados con leucocitos humanos (HLA) porque se identificaron originalmente en
leucocitos. Salvo en el caso de los gemelos idénticos, los antígenos del HCM son diferentes en cada persona. La
superficie de las células corporales (salvo los eritrocitos) está marcada por miles a cientos de miles de moléculas del
HCM. Aunque éstas son la causa del rechazo de tejidos transplantados de un sujeto a otro, su función normal es
ayudar a que las células T reconozcan que un antígeno es extraño, no propio, lo cual es un primer paso importante
de las respuestas inmunitarias.
Los dos tipos de antígenos del complejo histocompatibilidad mayor son los de las clases I y II. Las moléculas de la
clase I del HCM están incluidas en la membrana plasmática de todas las células corporales, excepto los eritrocitos.
Las moléculas de la clase II del HCM aparecen sólo en las células presentadoras de antígeno, las células tímicas, y
las células T activadas por la exposición a un antígeno.
Dos proteínas
comparando las
moléculas MHC I
(1hsa) y MHC II (1dlh
Fuentes Utilizadas
http://www.juntadeandalucia.es/averroes/~29701428/salud/inmu.htm
http://pathmicro.med.sc.edu/Spanish-immuno.htm
http://www.vi.cl/foro/index.php?act=Print&client=printer&f=120&t=5698
http://www.wikipedia.org
http://inmunidadgabri.blogia.com