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BIOELECTRICIDAD

Electricidad celular. En un sentido amplio, es el estúdio de los fenómenos eléctricos


que tienen lugar en los seres vivos. Estos fenómenos ocurren en los diversos niveles de
organización que se distinguen tradicionalmente. Las propiedades físicoquímicas
esenciales de los seres vivos dependen, en última instancia, de fenómenos eléctricos, ya
que los cambios solgel de todo protoplasma vivo están regidos por los procesos de
atracción y repulsión electrostática entre sus micelas.

La existencia de la interfase protoplasma medio ambiente es responsable de la tensión


superficial, y ésta a su vez de que moléculas de lipoproteínas se orienten de determinada
manera y formen la membrana celular. Esta película que limita la célula es
semipermeable, lo que origina una distribución desigual de iones a ambos lados. Ese
desequilibrio es mantenido de una forma activa que requiere el gasto de energía por
parte de la célula (bomba de sodio). La desigual repartición iónica determina la
aparición de una diferencia de potencial entre el exterior y el interior, de modo que éste
es aproximadamente 80 mV mayor que el exterior. Esta propiedad de la membrana está
sumamente ligada a la existencia de vida; cuando la célula muere, el potencial cae a 0 y
la entrada y salida de sustancias es libre. El resultado final es la destrucción del armazón
celular.

Además de esto, la diferencia de potencial existente entre el exterior y el interior es el


sustrato adecuado para que la célula sea excitable. En efecto, cuando se aplica a una
célula un estímulo de cualquier tipo (mecánico, químico, eléctrico) suficientemente
intenso durante un tiempo adecuado, el potencial de la membrana se invierte en ese
punto, provocando una serie de cambios que neutralizan la excitación (respuesta local),
y esta propiedad es general a todas las células. Ahora bien, durante el proceso evolutivo,
determinadas células se han especializado en la recepción de estímulos, otras en la
conducción de respuestas y otras en la ejecución de dichas respuestas. Las células que
integran el primer tipo, las llamadas receptoras de los órganos de los sentidos, son
capaces de transformar los diversos tipos de estímulos (energía mecánica, química,
lumínica, etc.) en una respuesta eléctrica (potencial generador), que será conducida por
el segundo tipo de células, las neuronas, mediante un potencial propagado, hasta el
órgano efector. Este último puede ser una célula muscular, que tiene la propiedad de
transformar de nuevo los impulsos eléctricos en energía mecánica (fenómeno de la
contracción muscular).

Fenómenos bioeléctricos en vertebrados. Los fenómenos descritos no son los únicos


que se dan en los seres vivos, hay aproximadamente 250 especies de pisciformes que
tienen unos órganos electrógenos, de origen muscular por lo general, pero que no
responden con una contracción a la llegada de un estímulo. Su respuesta consiste en
generar una corriente eléctrica.

Dichos órganos están, por tanto, bajo el gobierno del sistema nervioso central, más
concretamente de algunos centras rombencefálicos, y se pueden considerar como el
conjunto de unos elementos unitarios, llamados electroplacas, que se agrupan
paralelamente entre sí. Esta arquitectura especial permite que, con una diferencia de
potencial por electroplaca relativamente baja, el animal pueda emitir descargas de muy
fuerte intensidad y tensión: 45 V en Torpedo, 450 V en Malapterurus y 550 V en
Gymnotus. En este último género se han encontrado dos tipos de generadores de
electricidad: unos que producen potentes descargas y otros que son emisores de baja
intensidad. Ambos tipos de emisores estarían relacionados con funciones distintas. Los
emisores potentes llevarían a cabo procesos relacionados con la defensa del propio
animal cuando es atacado y la captura de presas, mientras que la corriente de baja
intensidad serviría para que el animal se orientara, ya que se ha demostrado que la
sensibilidad de los peces eléctricos a una carga electrostática móvil o a un animal móvil
es varios miles de veces superior a la de los peces no eléctricos.

En otras ocasiones, el potencial de acción no es provocado por la llegada de estímulos a


la célula. Esto sucede sobre todo con determinadas neuronas del sistema nervioso
central, que forman el sistema reticular activante de los vertebrados superiores. Dichas
neuronas están emitiendo constantemente salvas de impulsos sin ninguna excitación
aparente. La actividad de este sistema mantiene el estado alerta y consciente que hace
posible la percepción. El sistema reticular activante está también íntimamente
relacionado con la actividad eléctrica de la corteza cerebral.

Igualmente importante es el centro marcapaso (nodus senoauricular) del corazón. En él


tiene lugar una despolarización periódica .y espontánea de las membranas celulares, que
se transmite a través del miocardio y provoca su contracción. De este modo, se asegura
un funcionamiento autónomo a esa bomba llamada corazón, que mantiene en todo
momento el abastecimiento de alimentos y oxígeno a todas las demás células de los
organismos pluricelulares, así como la eliminación de las sustancias nocivas que
terminarían por intoxicar al organismo. En este caso, al igual que los órganos
electrógenos de los peces, el tejido tiene un origen muscular, si bien no llega a adquirir
la configuración característica de las células miocárdicas. Si el nodus senoauricular
falla, la dirección del corazón es tomada por otros centros cardíacos, ya que todo el
tejido cardionector es capaz de despolarizarse espontánea y periódicamente, aunque a
menor frecuencia que el centro marcapaso. El electrocardiograma no es más que el
registro de las fluctuaciones del potencial de las fibras del miocardio.

Biolectricidad y metabolismo. Además de los fenómenos bioeléctricos descritos hasta


ahora, que son privativos de algunas células, existen otros que se llevan a cabo en todas
ellas. La vida se manifiesta por una serie de actividades que llamamos procesos
metabólicos. Estos procesos son de dos tipos fundamentales: anabólicos, en los que a
partir de materiales sencillos se forman otros mucho más complejos, y catabólicos, en
los que los materiales son destruidos con gran desprendimiento de energía. Como quiera
que los procesos anabólicos requieren el aporte de energía, existe una ligazón estrecha
entre ambos tipos de fenómenos, que se llevan a cabo simultáneamente en todas las
células. Pues bien, el catabólismo de los metabolitos es en esencia un conjunto de
reacciones rédox (óxidoreducción) en las que una molécula en forma oxidada capta
electrones (esto es, se reduce) porque otra molécula que estaba reducida los pierde (se
oxida). De esta forma, se originan cadenas de transporte de electrones, cediéndose la
energía potencial de esas moléculas a determinadas sustancias que tienen la propiedad
de almacenarla en forma disponible mediante enlaces ricos en energía; la más conocida
de esas sustancias es el ácido adenosíndifosfórico o ADP, que se transforma en ácido
adenosíntrifosfórico o ATP. Estos procesos requieren una caída de potencial mínima, y
ocurren de una manera concatenada, gracias a que se llevan a cabo en unos organoides
celulares específicamente estructurados para esta misión. Estos organoides se llaman
mitocondrias y son un atributo esencial de todas las células metacíticas.
En algunos tipos de células de las plantas verdes existen otros organoides, llamadós
cloroplastos, que tienen un pigmento conocido con el nombre de clorofila. Gracias a ella
tiene fugar un proceso que, en cierto modo, es inverso de las oxidaciones
mitocondriales. Cuando un rayo de luz (un fotón en definitiva) incide sobre una
molécula de clorofila, se produce un salto de nivel de los electrones más externos y su
posterior reintegro al nivel original. Como es sabido, cuando un electrón pasa de un
orbital superior a otro inferior, el átomo o la molécula emiten energía, y esa energía es
utilizada para reducir determinados compuestos. De este modo, la energía lumínica es
transformada en energía química a través de un proceso electrónico.

Bioelectricidad sensorial. Otro proceso biológico relacionado también con la presencia


de pigmentos fotosensibles es el de la visión de, por lo menos, los vertebrados. El ojo de
éstos tiene forma de copa, y su fondo está tapizado por unas células modificadas (los
llamados conos y bastones retinianos), que tienen pigmentos fotosensibles. Las
vitaminas A, caracterizadas por tener una serie de dobles enlaces conjugados, entran a
formar parte de esos pigmentos, y cuando una de esas células es excitada, la energía
lumínica los descompone, liberando una cantidad de vitamina Al ó Az (según las
especies) directamente proporcional a la intensidad lumínica. Al quedar libres, las
vitaminas A sufren una reorganización de sus dobles enlaces, y simultáneamente se
produce una corriente de acción, que será proporcional al número de moléculas de
vitamina A liberada y, por consiguiente, al número de fotones que llegan a la retina, que
estimula a su vez al nervio óptico.

Los fenómenos bioeléctricos no se limitan a estos ejemplos clásicos. Cada día hay más
certeza de que la electricidad juega un papel de suma importancia en los seres vivos, y
prácticamente todos los órganos de los sentidos informan al sistema nervioso central de
los estímulos que reciben mediante una transformación de energía química o mecánica
en energía eléctrica. Ahora veremos algunos conceptos basicos

Electricidad

Es una fuerza fundamental de la naturaleza, análoga a la de gravedad, pero mientras que


la fuerza de gravedad entre dos objetos depende de su masa, la fuerza eléctrica entre dos
objetos depende de su carga. La carga es una propiedad básica de las partículas
elementales (electrones, protones y neutrones) que componen toda la materia ordinaria.
De hecho lo que mantiene al átomo unido es la fuerza eléctrica entre los protones y
electrones del átomo. La utilización práctica de la electricidad es posible por que somos
capaces de producir y controlar un flujo constante de partículas cargadas.

Las Fuerzas Fundamentales

Todas las fuerzas, como la de rozamiento, empuje y tensión superficial, son los efectos
observables de las fuerzas entre los átomos de los objetos que intervienen. Estas fuerzas
no se consideran fundamentales porque en principio se pueden analizar en función de
fuerzas atómicas, incluso las fuerzas entre átomos no son fundamentales porque aún se
pueden analizar en función de las fuerzas existentes entre las partículas que componen
los átomos.
Dentro del átomo hay tres clases de partículas: protones, neutrones y electrones. Los
protones y neutrones están fuertemente unidos entre sí para formar el denso núcleo
central del átomo. El núcleo contiene el 99,95 % de la masa del átomo y los electrones
que pululan alrededor del núcleo contienen el 0,05 % restante de masa y ocupan la
mayor parte del volumen.

Como los protones, neutrones y electrones no están compuestos de partículas aún más
pequeñas se los llama partículas elementales y las fuerzas que existen entre ellos son
las fuerzas elementales de la naturaleza. Toda la materia ordinaria está compuesta de
estas partículas elementales y por lo tanto todas las fuerzas se pueden entender, en
última instancia, en función de las fuerzas fundamentales que existen entre ellas. Las
fuerzas fundamentales que se conocen son:

Fuerza gravitacional
Fuerza electromagnética
Fuerza nuclear
Fuerza débil

La fuerza gravitacional es en cierto modo la fuerza fundamental más débil porque le


módulo de la fuerza de gravedad entre dos partículas elementales es mucho más
pequeño que el módulo de cualquier otra fuerza fundamental. De hecho el módulo de la
fuerza fundamental de gravitación es tan débil que no tiene efecto medible sobre el
comportamiento de éstas partículas dentro del átomo. El objeto tendría que tener un
tamaño descomunal para que su masa pueda ejercer una fuerza gravitacional importante
sobre un átomo. Como esta fuerza es atractiva, un objeto así atrae a los átomos que se
hallan en el espacio que los rodea. Si se acumulan estos átomos aumenta la masa del
objeto y aumenta la fuerza gravitacional y como consecuencia el objeto atrae todavía
más átomos y así aumenta más la masa. Así es como inmensos conglomerados de
materia (estrellas y galaxias) se forman a partir del polvo y de los átomos esparcidos en
el espacio. La gravedad es la fuerza más importante que controla la estructura de los
cuerpos celestes.

La fuerza eléctrica es la principal fuerza que determina la estructura de los átomos. Los
electrones se mantienen en órbita alrededor del núcleo por atracción eléctrica de la
misma manera que los planetas se mantienen en órbita alrededor del sol por la atracción
gravitatoria. También los electrones ejercen entre sí fuerzas eléctricas y la fuerza
ejercida entre dos átomos próximos es precisamente la fuerza eléctrica entre sus
electrones y el núcleo. Todas las fuerzas de la vida cotidiana, con excepción de la
gravitatoria, son de origen eléctrico.

Los protones y electrones del núcleo se mantienen juntos por acción de la fuerza
nuclear. Esta fuerza es muy grande cuando las partículas están muy juntas, pero
disminuye rápidamente con la distancia. El alcance e la fuerza nuclear no va más allá de
los electrones exteriores del átomo (10 –10 m), de modo que aunque es esencial para
mantener unido al núcleo, no juega un papel directo en la interacción de los átomos
entre sí.

La fuerza débil es también de corto alcance, limitada enteramente al núcleo. Es la


responsable de algunas formas de radiactividad, que es la transformación espontánea del
núcleo de una clase de átomo, en el núcleo de otro.
La fuerza eléctrica es por lo tanto la fuerza principal que gobierna la física y la química
de la materia ordinaria. Tiene gran importancia práctica porque la industrialización está
basada en la producción y utilización de energía eléctrica.

Conductores y Aisladores

Las sustancias se diferencian por la relativa libertad con que puede desplazarse la carga
a través de ellas. Una sustancia en la que la carga se puede desplazar libremente se
llama conductor y una sustancia en la que la carga se puede mover solo ligeramente se
llama aislador (o dieléctrico). Los metales son buenos conductores. El vidrio y el corcho
son aisladores.

En un aislador cada electrón está ligado a un átomo y no es libre para separarse por
completo. En un conductor metálico se separa de cada átomo un electrón por lo menos y
es libre para desplazarse por el conductor. Los átomos que pierden electrones se llaman
iones. En un metal están cargados positivamente y permanecen en posiciones fijas. Un
metal está compuesto de iones cargados positivamente en posiciones fijas y electrones
cargados negativamente, libres para desplazarse de un lado a otro. Normalmente los
iones y electrones están dispuestos uniformemente de manera que la carga neta es cero
en todo el metal. Un objeto cargado puesto cerca de un conductor cambia esta
distribución: una carga positiva atrae los electrones y repele a los iones. Como los
electrones se pueden mover libremente, se acumulan en el lado próximo a la carga
positiva, que así se carga negativamente. El lado opuesto, al no tener suficientes
electrones, queda cargado positivamente. Si se corta por la mitad el conductor, se atrapa
un exceso de electrones en la mitad que se halla frente a la carga positiva, quedando la
otra mitad con un déficit de electrones. Por lo tanto, cada mitad sigue cargada, incluso
después de quitar la carga inductora. Para descargar estos conductores solo es necesario
conectar un hilo conductor de uno al otro.

Ecuación de Nernst

La ecuación de Nernst se utiliza para calcular el potencial de reducción de un electrodo


cuando las condiciones no son las estándar (concentración 1 M, presión de 1 atm,
temperatura de 25ºC).

Ecuación

Donde E es el potencial corregido del electrodo, E0 el potencial en condiciones estándar


(los potenciales se encuentran tabulados para diferentes reacciones de reducción), R la
famosa constante de los gases, T la temperatura absoluta (escala Kelvin), n la cantidad
de moles de electrones que participan en la reacción, F la constante de Faraday
(aproximadamente 96500 Coulomb/mol), y Q la siguiente expresión:
Donde "C" y "D" son las presiones parciales y/o concentraciones molares en caso de
gases o de iones disueltos, respectivamente, de los productos de la reacción; "A" y "B"
ídem para los reactivos. Los exponentes son la cantidad de moles de cada sustancia
implicada en la reacción (coeficientes estequiométricos). A las sustancias en estado
sólido se les asigna concentración unitaria, por lo que no aparecen en Q.

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