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Editorial Entremilenios
Talca, París, Londres.
Editorial Entremilenios
Talca, París y Londres
Alicia Gutiérrex Worman.
Queda prohibido, dentro de los límites establecidos en la ley, reproducir parcial o total esta obra por
cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa y por escrito de la autora de este libro.
entremilenios@gmail.com
Atardecer otoñal;
hay alegría también
en la soledad.
Buson
Hace cincuenta años, el tenis era un deporte más elitista de lo que es hoy,
sin embargo, y según las palabras de Alicia Gutiérrez “todo el que quiere llegar
puede y es aceptado si es honorable” Y lo dice con conocimiento de causa.
Alicia, como su homónima en el país de las Maravillas, hizo del tenis su
propio mundo y en estas crónicas y vivencias de “Cincuenta años jugando
tenis” nos cuenta en detalle el cómo, el por qué, el dónde y el cuándo de sus
peripecias.
Alicia, menudita, se empina apenas en el metro cincuenta y tantos, se inicia
por allá en el año 1950. Con una raqueta demasiado grande para su mano las
emprende a pelotazos sin dirección definida. Así mismo lleva al lector de aquí
para allá en sus vivencias. En tono coloquial, siempre con una sonrisa a flor de
labios, dispara recuerdos como pelotas al frontón, desde sus inicios contra el
“Sr. Paredes” hasta un enfrentamiento sin remilgos contra el cónsul de la India.
Después de cincuenta años, Alicia convierte su raqueta en pluma o pincel
para pintarnos no sólo el mundo del tenis de su época, sino también verdaderas
postales de los lugares por los que viajó, los momentos políticos, tocados con
suavidad, como quien hace un globo en la red.
Las personas de cierta edad, como coquetamente se autonomina la autora,
se remontarán al pasado y encontrarán en este libro, recuerdos que creían
olvidados. En tanto para los jóvenes es un verdadero manual, de cómo llegar
donde se quiere con esfuerzo, dedicación y tesón.
Alicia, en el otoño de su vida, asiste aún a las canchas de tenis, a falta de
partner, bueno es el “Sr. Paredes”. O bien enseña a un neófito a formar una
voluntad férrea para alcanzar la meta y ser feliz con ello. Su sonrisa contagiosa
lo ilumina todo, incluso las páginas de este libro.
“París bien vale una misa”. Lo dijo Enrique IV. “París era una fiesta” –
exclamó Hemingway y escribió un hermoso libro. “Paris la ciudad Luz”. Lo ha
dicho la intelectualidad del mundo.
Y no es para menos, porque Francia con once Premios Nobel de
Literatura empezando por Sully Prudohme (1901), Federic Mistral, Francois
Mauriac, Martín du Garde, André Gide y los demás, es un país para ser
admirado no solamente por los intelectuales sino por millones de turistas que lo
visitan sobre todo su capital hermosa cada año.
Recordamos a los nuestros como Huidobro, Jean Emar, María Flora
Yáñez y la viñamarina trágica Teresa Wills Montt que en el París de la “Bella
Epoque” desarrollaron gran parte de su vida de escritores que después volcaron
en sus obras que hemos conocido. Más tarde Neruda y tantos otros.
Montmartre. Aquella mañana de domingo de septiembre del verano que
terminaba, Montmartre en verdad “era una fiesta”…. Subíamos la colina gentes
de todo el mundo. Se oía hablar diferentes idiomas. Relajados, alegres,
tomando fotografías hacia el “Sacré Coeur”, imponente Iglesia en la cima.
Venta de recuerdos diseminados en el suelo, sombreros, libros, ofrecidos a
menudo por gente de color.
La pequeña Place du Tertre que en otros tiempos lucía colorida con sus
sombrillas o quitasoles y donde pintores y escritores mostraban su arte creando,
ya no estaban allí.
En el centro había en su lugar un gran restaurant y los pintores fuera de
órbita…. en la calle rodeando la plaza. ¿Dónde están los escritores pregunté a un
pintor, que daba una y otra pincelada ceremoniosamente en el cuadro que
pintaba. Les écrivains? “Ils sont mort”… Están muertos… me contestó tan
ceremoniosamente como pintaba. No supe si se refería a que los buenos
escritores ya no existían o que allí en ese lugar no eran permitidos, porque el
comercio con un restaurante más, tipo Mac-Donald había invadido la otra
famosa plaza que vieron pintores como Toulouse Lautrec, Juan Gris, Picasso,
Dalí, quienes tuvieron su atelier en el barrio del viejo Montmartre.
Ahora toda suerte de cosas para comer: papas fritas, cerveza, café, crepes,
chocolate…. Bueno, me sumo a esta efervescencia por degustar y me sirvió un
chocolate con crepes en el Restaurant “Chez Eugene”. Estamos en París y en el
centro de la Place du Tertre. ¿A qué sacar cuentas?....
Por los cafés.
El tren de veinte para las siete, con un pitazo que daba cerca de mi casa
en la calle Saavedra, próximo a la línea del tren que pasaba por el centro del
pueblo, y frente al Hotel Lautaro nos despertaba cada mañana.
Lautaro de mi niñez con sus casas de madera, que aun se conservan
algunas; pero más viejas…. con sus cercos también de madera que tan a menudo
se venían abajo por las fuertes lluvias y los vientos del invierno. Su Liceo, firme
e inhiesto por su sólida construcción de ladrillo. Lautaro, en fin, un pueblo
muy íntimo con el marco impresionante del volcán Llaima, siempre atalaya
hacia el cielo, con sus dos enormes senos eternamente nevados.
Todo el pueblo esperaba con tanta ansiedad él “dieciocho”…. porque
siempre era presagio de primavera y en aquellos tiempos de calores casi de
verano; de trajes nuevos, de sandalias que contemplábamos a cada momento en
sus cajas, esperando que llegara el momento preciso para lucirlas…. De
heladeros, que hacían sonar sus cachos con su típico sonido, para indicarnos
que estaban allí los helados, en sus tarros que nadaban en otro pequeño barril
entre pedazos de hielo y sal.
Así, Lautaro se conmocionaba, porque iríamos a las ramadas a lucir los
atuendos nuevos…. y en efecto allí se daba cita la sociedad lautarina en todas sus
capas sociales; si así pudiéramos decirlo.
Las ramadas se instalaban cerca del puente de Cautín, casi al lado del río
y a una cuadra de la plaza principal (donde hoy día se levanta el Regimiento al
parecer) y aquello era de verdad un espectáculo con sus tres cuadras de
instalación de ramadas; con su gran espacio por el centro; donde todo el
mundo paseaba luciendo cada cual su mejor traje nuevo y nosotros los niños, la
ocasión también de lucir nuestros vestidos y sandalias.
Era en verdad un abigarrado conjunto de colorido y espectáculo estas
ramadas.
Recuerdo haber visto allí a Doña Augusta, una señora alemana maciza,
con un colorido pañuelo amarrado a su cabeza (más o menos como aun se usa
hoy); con un andar casi varonil, una mujer viuda, de campo, que dirigía a su
fundo e inquilinos con firmeza. Famosa dona Augusta, madre del actual alcalde
de Temuco, don Germán Becker.
Al Dr. Juan Sepúlveda, amante de la música y mecenas de toda actividad
cultural que pasaba por Lautaro – recuerdo haber asistido a un concierto de
Armando Palacios, en su casa − y cuya cabeza encanecida con el tiempo se fue
pareciendo a la de Beethoven, por eso se le llamaba cariñosamente así.
A Eric Rudlof, con su esposa divorciada, con la cual acababa de casarse;
pero que por aquellos tiempos produjo en el pueblo gran revuelo, tanto como el
casamiento de Wallis Simpson con el príncipe de Gales en Inglaterra.
A los Quiñones, que muchas veces paseaban o llegarían allí en una
“cabrita” que diestramente manejaba Reina…. , a los Robins esas hermosas
muchachas, a Gilberto con su traje de franela y pantalones cortos…
Pero lo más célebre de todo…. , lo más elegante, lo chic, era la ramada
central, que levantaban las “descendientes de la Sra. Warren”…. , las de “la
profesión más antigua del mundo”…. y era por supuesto la más alegre también,
porque de niñas alegres se trataba….
Estaba montaba a todo lujo, aún con cortinajes. Con su piano, batería,
violín; en fin, una orquesta cuyo compases atraían a la concurrencia que
pasaban y se instalaban a mirar desde afuera el espectáculo y también los
chiquillos nos escurríamos a mirar por cualquier espacio que quedara libre,
entre los adulto.
Allí, estaban los huasos auténticos, dueños de fundos de los alrededores
de Lautaro. Habían bajado al pueblo con sus mejores tenidas en mantas
multicolores y aperos de cuero, botas altas y cinturones…. chaquetita corta, con
decenas de botoncitos…y el sombrero típico, con el cual permanecían dentro de
la ramada. Estaban gozando de la cueca y de otros bailen con las niñas llamadas
“alegres”, pero que allí se portaban muy serias. ¿Acaso no serían serias?.
Cuando se hizo un “aro”… luego que la orquesta dejó de tocar, vi surgir a
Don Paulino Gutiérrez, un anciano español bajo, muy conocido en Lautaro por
una riqueza amasada por su trabajo decían algunos; corriendo cerca y
apropiándose de “cuatro patas”…. decían otros…El hecho era que este ancianito
tacaño, un Rapagón auténtico, pero muy simpático y dicharachero, estaba allí
haciendo las delicias de la concurrencia, además estaba gastando sus pesitos….
En otro “aro” vi surgir la figura delgada y varonil muy esbelta además de
German Becker – como dije anteriormente, actual y conocido alcalde de
Temuco- de cabellos rubios y bigotes ídem- que yo con mis cortos años aun no
sabia apreciar bien …pero que seguramente hacía perder el sueño de toda
lautarina casadera de la época…. Andaba vestido de terno café a rayas –no de
huaso- parece que el café era su color favorito, porque a menudo lo vi vestido
de ese color.
¡Oh! Delicias de recuerdos de nuestra niñez en Lautaro!!....con sus cuatro
días de fiesta, incluyendo su típico día “20” con sus “cantaoras”…. que ya no
daban más; sólo les salían ronquidos y gallos de sus cansadas gargantas….
Y el día 21 observábamos con tristeza que aquel lugar que como tocado
por una varita mágica se había llenado de colorido y música, ahora empezaba a
quedar vacío. Algunas golondrinas, carretones y unos “incipientes” camiones….
se lo llevaban todo.
Y nosotros los chiquillos sentados, en los bancos del Liceo Mixto de
Lautaro, durante los primeros días que seguían a estas fiestas, y mientras don
Pedro Troncoso, el estupendo rector, empezaba tal vez una nueva lección de
Historia, seguíamos añorando esas fiestas “diciocheras”…. Y haciendo proyectos
para las próximas; seguramente pensando no ya en las sandalias nuevas, que
iríamos a lucir, sino en unos zapatos un poquito más altos, porque
comenzábamos a crecer.
Un “dieciocho” en París.
¿Cuáles eran las películas que gustaban más? ¿Las de Cantinflas, que
como en el bolero de Raquel, nos hacía tanto reír?... Aún veo al actor girar y
pasar de uno al otro lado del escenario en esa curiosa escena de saltitos y
piruetas. ¿A Robert Taylor en el “El puente de Waterloo” que nos hizo soñar
por mucho tiempo con esa escena vestido de militar, despidiéndose de su
amada (Vivian Leigh) en un rincón del puente cuando partió a la guerra?
Eran de verdad los grandes del cine; películas románticas sin violencia
como Napoleón interpretada por Greta Garbo y Charles Boyer de quien se dijo
que para besar a Greta, quien era más alta que él, debió subirse a un ladrillo
para disimular la estatura... Pero qué importaba eso si hablaba con la suavidad
de la lengua de Molieré...
La ficción, que nos hacía soñar durante toda la semana para volver a
encontrarnos con un Clark Gable, un Tiron Power, una Joan Crawford, un
Errol Flyn o una Bette Davis, venía envasada en unos tambores que veíamos
llegar en el tren del mediodía y eso, a nuestros ojos de niños, nos causaba gran
decepción. No podíamos imaginarnos que esas maravillas de películas vinieran
aplastadas en varios tarros chatos y “el hombre de las películas”. como se le
llama el encargado de llevarlas al Teatro, las trasladará tan despampanante sobre
sus hombros.
Valdivia l950.-
Globos al viento
Palomas al vuelo
Colorido de naciones
HERMANAS
Sinfonía mexicana
Dioses de bronce
en las pistas
regatas en Xochimilco
pinturas en los Insurgentes
etnología en Chapultepec
belleza de nación
HERMANA
¡Sinfonía mexicana!...
Mariachis en Garibaldi
Clavados en Acapulco.
Gente amiga, manos cálidas
Todas unidas en CINCO ANILLOS
¡Todas naciones HERMANAS!
¡SINFONÍA MEXICANA!
Ars Antiqua
donde el arte y la cultura viven.
En una esquina de Quipué se divisa una llamativa casa pintada de rojo.
Ars Antiqua. Sus dueños son: don Luis González e hijo.
Don Luis me insiste en decir que nació un 28 de Diciembre, Dia de los
Inocentes. Pero en verdad su negocio de antigüedades no tiene nada de
inocente, sino todo lo contrario; porque allí vive toda una cultura de otros
tiempos que admiramos, a la vez que recordamos, como por ejemplo; ese reloj
alto de mueble con badajo y vidrio, cuyo tic tac acompasado musical, lo vimos
en alguna casa señorial.
Aparadores tallados, vitrinas, un hermoso jarrón japonés y otro de cristal,
lámparas de fierro, una plancha chica también de fierro, como una que había
en mi casa, la cual había que calentarla a carbón encendido en un brasero, y
después planchar nuestro uniforme colegial o lo que fuera... Todavía no se
había inventado, al parecer, la plancha eléctrica.
Sigo mirando, una preciosas copa de cristal labrado, un jarrón de cristal
también tallado, una lámpara egipcia; una ponchera con 12 copas colgando a su
alrededor. ¿Quién usa en su casa esas hermosas poncheras ahora? Ahora se toma
a granel...
Loza, mucha loza y de la fina, tal vez importada de Limoges.
Una vitrola, de esas que se le daban cuerda y cierto número de vueltas a
la manivela... Para no cortarle la cuerda.
Una curiosa máquina de moler carne. Una balanza para pesar la
mercadería por kilos, nada de cosas envasadas...
Dos pianos de concierto; un busto de Beethoven, cuya música tal vez fue
tocada muchas veces en estos pianos.
Siguen los muebles tallados, buffets con espejos, sillones hermosamente
tallados y tapizados, que me recuerdan a mi amiga Josy del sur de Francia, a
quien visitará en su casa de Malijai; quien me mostró con mucho orgullo que
todos sus muebles en uso parecidos a éstos los heredó de sus antepasados (1890)
y los siguen usando de generación en generación. Los franceses tienen mucho
gusto por las cosas antiguas. Es su cultura.
Siguen libros, discos, que me recuerdan la hermosa música de los plays.
En fin, he gozado toda una tarde con esta infinidad de cosas, con esta
cultura de épocas pasadas, pero que nos demuestran que estan “vivas” para
quienes las contemplan.
El espiritú de las cosas quedan y de hecho el señor González y su esposa
señora Anita Ábrigo nos dicen que más de una vez, entre el silencio de estas
cosas que fueron usadas, sienten la “presencia” de algo que se “mueve”, de algo
que vuelve del pasado y que hemos gozado y admirado hoy.
Quilpué, 09 de Enero de 2008
Visita del buque escuela Jeanne d’arc.
Oficiales franceses en el Club de Tenis Unión.
1969
Ese año se hizo la Fiesta de año nuevo en nuestro Club Unión. Y en el
Instituto Chileno -Francés de Cultura de Valparaiso del cual yo era socia, se nos
solicitó que si teníamos una fiesta especial para esa fecha, invitáramos a algún
marino de ese Buque que conociéramos en la recepción, como gentileza
durante la estada de una semana que estaría en nuestro puerto.
Claro. Yo invité a un Oficial a quien conocí en esa Recepción. Llegó
acompañado de otro esa noche de Año Nuevo. Jorge Welsh y señora fueron
muy gentiles en pasarnos a buscar y trasladarnos en su auto al Club.
Como llegáramos un poco atrasados la gran concurrencia ya estaba
sentada en la mesa unica, larga, listos para empezar la Gran Cena de Año
Nuevo.
Lo emocionante fue que cuando vieron a los Oficiales franceses, todos se
pusieron de pie y empezaron a cantar: "Allons enfants de la Patrie "... la
canción Nacional de Francia. Ellos se cuadraron y pusieron sus sombreros
debajo del brazo escuchando respetuosamente.
Bonita noche de amanecida. Otros tiempos. ¡EL CLUB ERA UNA
FIESTA
ALICIA GUTIERREZ WORMAN
Obtuve un premio de honor del Ministerio de Educación de Brasil, por el trabajo “Presencia
del Folkore en el Museo de Boa Vista”.
Hice un curso de capacitación periodistica dictado por Periodistas Profesionales de Río de
Janeiro.
Participé en la actividad deportiva de la Universidad de Brasil. Campeona en Tenis en la
segunda categoría.
En 1962 fui invitada a Francia por el Ministerio de Relaciones Exteriores “Les Affaires
etrangères”, a propuesta del Instituto Chileno Francés de Valparaíso.
Fui agregada a la Academia de París y participé con la cultura francesa.
Publiqué tres libros “Esta America Nuestra”, tiene 3 ediciones y es una “pincelada” a la
Historia de América contada en versos. Por lo cual recibí un saludo del Rey de España. Fue
publicada en 1992, con motiuvo del quinto centenario del Descubrimiento de America.
“Metodología de la Educación Física”, tres ediciones.
“Cincuenta años jugando tenis”, publicado el 2001.
Recibí un galardón en Buenos Aires, que me permitía acceder a la hermandad poetica Latino
Americana - Argentina por el poema “Las Tres Grandes de America”, 1982
En Viña del Mar pertenezco a la Sociedad Cultural
Soy socia honoraria del Club de Tenis Unión de Viña del Mar.
Pertenezco a la Sociedad de Escritores de Chile.
SE TERMINÓ DE REALIZAR ESTE EBOOK
EN EL MES DE MARZO DE 2008 EN
LOS TALLERES GRÁFICOS DE LA
EDITORIAL ENTREMILENIOS
REGIÓN DE VALPARAÍSO
CHILE