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Semana de Cosecha Joven

Vivo por Jesús

Sábado Vivir por Jesús es escoger


Domingo Vivir por Jesús es garantía de buena cosecha
Lunes Vivir por Jesús es amar de todo corazón
Martes Vivir por Jesús es obedecer
Miércoles Vivir por Jesús es compromiso
Jueves Vivir por Jesús es aprender a lidiar con la tentación
Viernes Vivir por Jesús es crecer fuerte
Sábado Vivir por Jesús es vivir pensando en el Cielo

Principio 220 – Vivo por Jesús

En esta semana debes enseñar el Principio 220 a los jóvenes de tu


iglesia. La idea es la siguiente: existen enchufes para 110 y 220V. Si
conectas un aparato 110V en una entrada 220V lo quemas. Yo ya lo
hice, conectando un equipo de CD 110V en una entrada 220V y
terminé por “tostarlo”. Si haces lo contrario, y conectas un aparato
220V en una entrada 110V faltará fuerza para su pleno
funcionamiento.

Como cristianos, fuimos programados para 220V e intentamos


conectarnos a entradas 110V. Eso sencillamente no funciona. En
Gálatas 2:20 (¡y no 1:10!), encontramos la fuente real de poder. “Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Ese es el
Principio 220.

El Principio 220 es permitir que Cristo, y sólo Cristo, recargue nuestra


vida, llenándola de su poder. Dios proyecto nuestra “batería” para ser
conectada a su corriente 220, no a la corriente 110, con la cual
nacimos. El nuevo nacimiento en Jesús nos conecta con la corriente
220.

Recomiendo que uses este slogan durante la semana, para fijar el


Principio 220 en la mente de tus jóvenes. Diles: “Ese es el principio
220: Estoy crucificado con Cristo”. Los jóvenes responderán:
“Vivo por Jesús”. En cada mensaje fueron incluidos momentos
especiales para eso. Usa el que creas conveniente. Pero espera que
los jóvenes respondan: “Vivo por Jesús”.
Cada joven debe comprender en esta semana que en el momento en
que me conecto a la fuente de poder, Jesús comienza a llenarme con
los regalos que vienen de su Espíritu – una vida plena de poder.

El autor
El Pastor José Venefrides se considera un hombre bendecido:
- Marly lo llama: querido;
- Nicolás y Brenda Raíssa lo llaman: papá;
- En la Asociación Paulistana (São Paulo, Brasil), es conocido como
pastor de los jóvenes;
- Y Dios lo llama: hijo. Por eso, su versículo favorito en la Biblia es: “Yo
publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te
engendré hoy”. Salmo 2:7.
También fue líder de jóvenes en la Asociación Espíritu-Santense,
Misión Noreste (Pernambuco, Paraíba y Rio Grande do Norte) y en la
Asociación Paulista Sur (todos estos campos en el Brasil).
SÁBADO – VIVIR POR JESÚS ES ESCOGER

Si yo tuviera que resumir la vida en una frase, creo que sería: - Vivir
es escoger.

Siempre estamos haciendo elecciones. Algunas son muy sencillas,


otras son muy complejas. Algunas tienen consecuencias inmediatas y
otras tienen consecuencias a largo plazo. Pero todas las elecciones
tienen consecuencias, y dejan marcas en nuestra vida.

Hoy comenzamos nuestra Semana de Oración Joven. Nadie puede


obligarte a participar. Esta es una elección tuya. Pero ciertamente, de
consecuencias eternas.

Elecciones. He notado que lo más difícil en la vida no siempre es


escoger entre lo correcto y lo incorrecto. Sabemos lo que es correcto
y también lo que es incorrecto. Es cierto que no siempre hacemos
aquello que sabemos que es correcto, pero lo intentamos – y ¡cómo lo
intentamos!

Para mí lo más difícil en la vida es escoger entre dos cosas correctas.


¿Cuál de ellas sería la mejor? Parece que de repente llegamos a una
encrucijada y preguntamos: - Señor, ¿cuál es tu voluntad? Y no
siempre oímos claramente la voz orientadora de Dios. Pero la
promesa que él hace en el Salmo 32:8 y 9 es que nos orientará para
que seamos capaces de hacer las mejores elecciones. Él dice: “Yo te
daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que
debes seguir. No seas como el mulo o el caballo, que no pueden
entender y hay que detener su brío con el freno y con la rienda, pues
de otra manera no se acercan a ti”.

Dios desea orientarnos para que seamos capaces de hacer las


mejores elecciones. Pero no siempre lo buscamos para esa
orientación. A veces preferimos actuar como seres irracionales que
necesitan un cabestro para obedecer. Cabestro y riendas son
instrumentos para domar animales.

Vivir por Jesús es una cuestión de elección. ¿Quién tendrá el control


de mi vida? ¿A quién oiré en la hora de las grandes decisiones? ¿Estoy
dispuesto a oír la orientación de Dios? ¿O Actuaré con “cabeza dura”?

Cada mañana, al comienzo de un nuevo día, deberíamos consultar al


Señor sobre el mejor camino. Pero no siempre es así. Generalmente
tomamos el camino más fácil. El camino de siempre. Inclinamos la
cabeza y nos sometemos tercamente a la rutina de la vida, sin
necesidad de pensar, razonar, o escoger. Observa que Dios no
promete respuestas. Él promete guiarnos y orientarnos. Normalmente
él dirá: “Hay dos caminos que transitar, dos señores y dos destinos a
seguir. Ahora la elección es tuya”.
Y, ¿cómo sabré cuál es el mejor camino?

Cuando elijo vivir por Jesús es más fácil escoger cualquier otra cosa,
porque Él llega para ser el Señor de mi vida; cuando no lo es,
cualquier otra influencia o presión puede producir una elección
equivocada.

Permíteme ilustrar de la siguiente manera:

La película El Mago de Oz cuenta la historia de Dorothy, una pre-


adolescente decepcionada con la vida, que es llevada por un remolino
hacia una tierra encantada. Allá encuentra tres personajes, que de
cierta manera representan nuestras indecisiones. El Hombre de Lata
que necesita un corazón. El León Miedoso que necesita tener valentía.
Y también un Espantapájaros que necesitaba un cerebro.

Cada vez que el Espantapájaros habla en la película, no habla de sí


mismo. Dorothy lo estimula a dar su opinión. Se acerca y al retirarle el
sombrero de la cabeza se asusta y dice: - Oh, pero… allí sólo hay
basura…

Y el Espantapájaros responde: - Hay mucha gente así por allí.

Sabes, hay mucha gente así por allí. Gente que guarda mucha basura
en su mente. Esa basura que guardas determina la elección que
haces y ésta determina quién eres.

Permíteme decírtelo de otra manera, y con otro énfasis.

Hay gente que guarda mucha basura en la mente.


Y la basura que guardas allí,
determina la elección que haces
y ésta determina quién eres.

Hay mucha gente que guarda basura en la mente, a través de lo que


escucha, de aquello que lee, y también a través de lo que ve. Las
pequeñas elecciones diarias determinarán las grandes decisiones.
Nuestras elecciones diarias – aquello que vamos a escuchar, leer o
ver – por menores que parezcan en el momento, causan un impacto
prolongado. Una pequeña concesión aquí y otra allá parece tan
insignificante, pero el enemigo viene hablando sutilmente: - Sigue, lee
esa revista. No pierdas ese chiste, escucha. Sigue adelante y entra
rápidamente en ese sitio. Después puedes arreglar todo. ¡No es una
cosa muy grande!

Cada elección que haces afecta a la siguiente. Cada día, cada hora
despiertos, somos llamados a tomar decisiones sobre el uso de
nuestro tiempo, nuestras actividades, nuestra familia, nuestro
empleo, nuestras responsabilidades, nuestro caminar con el Señor.
Decidir obedecer no es una cosa repentina, sino un estilo de vida. A
veces es fácil, otras es extremadamente difícil.

Otra cosa importante es que las grandes elecciones generalmente


son hechas en particular, a solas. Por esta razón, consúltale al Señor
cada mañana, en las primeras horas del día, para saber cuál es su
voluntad para tu vida. Abre la Palabra y permite que en el frescor de
la mañana tu mente llene tus pensamientos con nuevas ideas y
valores. La Palabra de Dios responde preguntas y remueve la neblina
de la confusión que surge cuando hay muchas voces sonando
alrededor nuestro. La vida puede ser más sencilla cuando vivimos de
acuerdo con su Palabra. La mayor parte de las luchas que tenemos
en esta vida resultan de no hacer lo que sabemos que es correcto. Las
palmadas de mi madre me lo enseñaron perfectamente. Si damos
atención a la Palabra de Dios, él luchará a favor nuestro y nos guiará
a las mejores elecciones.

No es fácil actuar de manera independiente y autónoma en el mundo,


porque esto significa tener que enfrentar la marea e ir contra las olas.
Pero cuando escoges vivir por Jesús, pasas a usar una coraza que te
protege de las presiones. “Ese es el principio 220: Estoy
crucificado con Cristo”. (Los jóvenes responden: Vivo por Jesús).

Imagínate en las siguientes situaciones:


- Un grupo de jóvenes en la heladería vistiendo jeans, y tú con terno.
- En una fiesta de cumpleaños, todo el mundo toma cerveza y tú eres
el único que toma una limonada.
- La mayoría de tus compañeros de escuela ya tuvo relaciones íntimas
y tú continúas virgen.
- A tus amigos les gusta el rock y tú eres el único fanático por música
clásica.

¿Cómo resistir a ese tipo de presión? ¿Cómo escoger la mejor actitud?


Las preguntas sencillas que están a continuación te ayudarán a
decidir bien cuándo tengas que hacer elecciones difíciles:

Primero pregúntate: ¿Eso es bíblico?

La Palabra de Dios me da la libertad para escoger. Debo preguntarme


siempre: ¿Lo que voy a hacer tiene su aprobación? ¿Qué dice la
Palabra de Dios con respecto a esto? Cuando estés confundido
notarás que no hacer sabiendo qué hacer. ¿Te diste cuenta?

La segunda pregunta es: ¿Eso es útil?

¿Lo que voy a hacer me ayudará a crecer? ¿Me ayudará a cumplir el


propósito de Dios en mi vida?

¿Qué haría Jesús?


Un mensaje a los padres: Si un día su hijo pregunta si puede hacer
alguna cosa que él sabe que sobrepasa el límite, ustedes deberían
preguntar: “Mira hijo… ¿Jesús haría eso? ¿Jesús iría a ese lugar?”

Otra pregunta importante: ¿Eso es necesario?

¿Quién está realmente en el control de tu vida? Pregúntate a ti mismo


si te cabe decir sí o no a esta decisión. ¿Eso es realmente necesario
para mi vida? Si estás en el control, puedes decir sí o no. El hecho de
que otros estén haciendo (y presionándote para que también lo
hagas) no transforma eso en correcto.

¿Eso es sabio?

Ten la seguridad que consideraste todas las consecuencias antes de


hacer eso. El pecado siempre cobra peaje. Y aunque Dios te ame, no
hay una excepción para la regla.

¿Eso es provechoso?

¿Cómo afectará mi testimonio lo que voy a hacer? Quiero crecer y


madurar, pero también tengo que preocuparme con los demás.

¿Eso es esencial?

Muchas personas separan mucho tiempo para cosas que tienen poco
valor.

Y por último: ¿Esa es la elección correcta?

Yo sé que es importante estar seguro que lo que voy a hacer es


bíblico, útil, necesario y sabio. Pero la mayor preocupación que tengo
es: inclusive sabiendo de estas cosas, ¿aún escogeré hacerlo? Muchos
saben lo que es correcto, pero escogen hacer lo equivocado.

Cuando haces las elecciones correctas, aunque muchas veces sea


difícil, te dará un sentido de propósito permanente y una alegría
incomparable.

Decide hacer la voluntad de Dios. Así se vive por Jesús. Así se vive
como Jesús. Fíjate en lo que dice la Biblia: “No puede el Hijo hacer
nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Todo lo que el Padre
hace, también lo hace el Hijo igualmente…” Juan 5:19. Jesús
restringió sus decisiones a la voluntad del Padre. Si me resisto a la
voluntad de Dios, mi destino estará sólo en mis manos; pero si soy
obediente a su voluntad, mi futuro reposa en él. “Ese es el principio
220: Estoy crucificado con Cristo”.

Conclusión:
Para terminar nuestro tema de hoy, necesito añadir que si queremos
obedecer las orientaciones divinas, también debemos invertir tiempo
con Jesús y oír lo que dice. Nuestras elecciones nunca serán mejores
ni más grandes que el fundamento puesto en la oración. La oración es
una necesidad cuando enfrentamos decisiones con consecuencias
eternas.

“Muéstrame, Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas;


Encamíname en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi
salvación; en ti he esperado todo el día”. Salmos 25:4, 5.

Hoy debemos ser capaces de hacer la elección más grandes. Tenemos


que decir como Josué: “…escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses
a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado
del río, o a los dioses de los amorreos[b] en cuya tierra habitáis; pero
yo y mi casa serviremos a Jehová”. Josué 24:15.

Poniendo en práctica:

- No es necesario que seas “masa”. La próxima vez que te veas


presionado por el grupo a actuar contra tu voluntad o contra la
voluntad de Dios, sin ser incómodo di “no”. Eso puede no ser fácil,
pero vale la pena. Estarás viviendo tu vida de manera creativa y
aprobada por Dios.

- Ora por los jóvenes de tu iglesia que están sintiéndose presionados


por sus compañeros y están cediendo.
DOMINGO – VIVIR POR JESÚS ES GARANTÍA DE BUENA
COSECHA

Dios creó las leyes que gobiernan este universo. Estas leyes no
pueden ser transgredidas libremente. Por ejemplo, toma la ley de la
gravedad. Si saltas del tejado de tu casa no saldrás volando, aunque
estés bajo el efecto de drogas. Te caerás. Siempre funciona.

Dios describe una de sus leyes en Gálatas 6:7-9: “No se engañen


ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se
cosecha. El que siembra en los malos deseos, de sus malos deseos
recogerá una cosecha de muerte. El que siembra en el Espíritu, del
Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna. Así que no debemos
cansarnos de hacer el bien; porque si no nos desanimamos, a su
debido tiempo cosecharemos”.

El hecho de que coseches lo que plantas es llamado de Ley de la


Cosecha. Es una ley de la vida. Así como la de la gravedad, esta ley
siempre funciona y tiene tres partes:

Cosechas lo que plantas.


Cosechas más tarde lo que plantas.
Cosechas más de lo que plantas.

Esta ley está relacionada con nuestras elecciones y también con


nuestros pensamientos. Porque lo que piensas es lo que obtienes.

Imaginémonos que tienes un jardín y deseas cultivar tomates. Vas a


la tienda y compras un paquete de semillas de tomates, plantas las
semillas y esperas. Más tarde éstas brotan y comienzan a crecer y dar
frutos. Pero, en lugar que el fruto crezca redondo como tomate, crece
largo, fino y verde. ¡Tendrás que comer pepinos por un buen tiempo!

Paquete correcto, semilla equivocada. Plantaste pepino


accidentalmente y cosecharás lo que plantaste. La ley de la cosecha
también funciona en la vida con relación a los pensamientos.
Probablemente ya escuchaste a alguien decir:

Planta un pensamiento, cosecha una acción.


Planta una acción, cosecha un hábito.
Planta un hábito, cosecha un estilo de vida. Siempre funciona.

Por ejemplo, los pensamientos inmorales, ¿dónde terminarán? Una


joven de 15 años escribió: Me siento tan culpable, espero que nunca
suceda nuevamente. Comenzó con pensamientos impuros; los dejé
fluir libremente. Después, quería satisfacer aquellos pensamientos;
entonces los satisfice. Después me veía dejando que los muchachos
tocasen mi cuerpo todo el tiempo; no demoró mucho antes de ir
hasta el fin.
Observa las tres etapas por las cuales ella pasó:
1. Ella plantó pensamientos impuros y cosechó un deseo de satisfacer
esos pensamientos, permitiendo que un muchacho tocara su cuerpo
indebidamente.
2. Ella plantó una acción dejando que un muchacho tocara su cuerpo
y cosechó el hábito de permitir que los muchachos la tocaran
siempre.
3. Ella plantó muchachos tocándola siempre y cosechó una relación
sexual antes de tiempo y la culpa que viene con esto.

Un estilo de vida impuro no “sucede” simplemente. No te despiertas


en la mañana y decides: “Hoy voy a tener relaciones (o embriagarme,
o engañar a alguien, o…)”. Un estilo de vida impuro es la suma de
hábitos impuros, y hábitos impuros vienen sólo de repetidas acciones
impuras. Y acciones impuras vienen de pensamientos impuros.

Cosechas lo que plantas.


Cosechas más tarde lo que plantas.
Cosechas más de lo que plantas.

¿Reconoces algún área de tu vida en la que has cosechado cosas


equivocadas porque has plantado cosas equivocadas?

Plantaste semillas pensando que era tomate. Cada mañana observas


el cantero y no parece brotar nada. Días después estás desanimado: -
Nada salió bien. No cosecharé nada.

La mayoría de las personas tienen el mismo sentimiento con respecto


a sus pensamientos. Ellas plantan pensamientos impuros, pero
porque no sucede nada de inmediato, ellas se sienten cómodas para
seguir teniendo los mismos pensamientos. Ellas creen que no habrá
ninguna cosecha. Como resultado, plantan, plantan y plantan. Más
tarde, talvez mucho más tarde, comiencen a crecer los brotes. Pronto
los frutos de sus pensamientos secretos dominan toda su vida.

Recuerda que siempre cosechas más de lo que plantas. Cuando


alguien planta semillas de pensamientos impuros, raramente esta
persona se imagina qué consecuencias vendrán. Por alguna razón las
personas piensan: “Eso jamás sucederá conmigo”. Por eso Gálatas 6:7
comienza así: “No se engañen...” Las leyes de Dios no pueden ser
transgredidas. Ellas funcionan así.

Los pensamientos que plantas en el presente determinarán el estilo


de vida que cosecharás en el futuro. Por lo tanto, es imperativo que
protejas tu mente de pensamientos erróneos.

“Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo


respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno
de admiración.” Filipenses 4:8.
Para que tus pensamientos lleguen a ser limpios deberás llenar tu
mente con pensamientos que agradan a Dios. Hazlo llenando tu
mente con la Palabra de Dios, la Biblia, la cual actúa como un
detergente espiritual y lava tu mente quitando los pensamientos
impuros. Puedes imaginar a la Biblia como un poderoso detergente.

“He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti”


Salmos 119:11.
La Biblia llena tu mente con información muy buena, pero para
limpiar tus pensamientos y recuerdos, y pensar en las cosas
correctas, tu mente debe ser transformada. La mente puede ser
limpiada por medio de la lectura, al oír, memorizar y estudiar la
Palabra de Dios.

Así como una lavadora, tus pensamientos nunca serán limpios si tan
solo les pones detergente espiritual. No pongas sólo la información en
tu mente. Aprieta el botón para la transformación de tu mente. La
meditación en las Escrituras transforma tu mente, cambiando la
verdad espiritual en poder espiritual. La fórmula – si es que te gustan
las fórmulas – para la victoria es: Información + Meditación =
Transformación.

Cuando la mayor parte de las personas escucha la palabra


meditación, se imagina un gurú hindú en lo alto de una montaña,
vistiendo una túnica, turbante y una larga barba blanca, sentado con
las piernas cruzadas, con los ojos cerrados, respirando incienso y
haciendo un sonido parecido con “hummm”.

¿Sabías que la meditación es una práctica bíblica?

El significado literal de meditación es “traer a la superficie


nuevamente”. Como una vaca que rumia su comida. En el sentido
bíblico, meditación significa vivir aquello que has aprendido de la
Palabra de Dios.

Sólo porque oyes, lees, memorizas y estudias las Escrituras, no


significa que hayas meditado en ellas. Algunos cristianos conocen la
Biblia de tapa a tapa, sin embargo, no tienen sus pensamientos
puestos en lo que es correcto.

Meditar en la Palabra de Dios hace que la verdad que está en tu


mente se mude a tu corazón. Mientras piensas varias veces sobre un
pasaje, buscando una manera de aplicarla en tu vida, ésta penetra en
lo más íntimo de tu ser.

Cuando ya está en el corazón, la verdad espiritual actúa como


detergente. Mientras se esparce poderosamente por tu mente, limpia
la suciedad y deja un aroma fresco en su lugar. Esta obra sobrenatural
de poder renueva tu mente, transformándote. Pensamientos sucios
ya no controlan tu vida. Tu mente está diferente. Aprendiste a vivir
por Jesús. “Este es el principio 220: Estoy crucificado con
Cristo”.

Si deseas transferir la Palabra de Dios de tu mente a tu corazón, da


los siguientes pasos:

Quédate en silencio: Si quieres meditar en las Escrituras, debes


darles atención. Quiere decir que debes eliminar cualquier cosa que
quite tu concentración. Por ejemplo: ¡¿crees que puedes meditar con
el televisor encendido?!

Concentra tu atención: Las cosas no tienen que estar en silencio


allá afuera para meditar en las Escrituras, pero es necesario que tu
interior esté en silencio. No puedes tener distracciones interiores.
Para permanecer en silencio interior, anota en un pedazo de papel lo
que pasa por tu mente. Repítete que volverás a pensar en aquello
dentro de algunos minutos, entonces, dale atención completa y total
a la Palabra de Dios.

Ora: Sólo Dios puede iluminar tu corazón con su verdad, por eso
pídele que hable a tu corazón sobre el pasaje que acabas de oír, leer,
memorizar o estudiar. Una oración que puedes usar se encuentra en
Salmos 119:18: “Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu Ley”.

Personaliza el pasaje: Mientras meditas en el pasaje, usa los


pronombres “yo”, “mí”, “mío”, “yo mismo”. Coloca tu nombre en el
pasaje. Imagínate a Dios conversando contigo personalmente sobre
él. Recuerda, Dios dio su Palabra para cambiar tu vida. Piensa en qué
parte de tu vida él puede querer cambiarte.

Escribe el pasaje: ¿No parece más fácil acordarse de cosas malas


que de cosas buenas? Yo puedo recordar detalles de escenas
impropias año tras año, pero olvidarme en 15 minutos de algo que
Dios me mostró en su Palabra. Creo que es útil escribir lo que Dios me
muestra. Toma un cuaderno y anota diariamente cómo habla Dios
contigo. Recuerda también que la meditación no debe ser sólo una
vez por día. El Salmo 1:2 dice que meditemos en la Palabra de Dios,
día y noche.

“Cuánto amo yo tu Ley! ¡Todo el día es ella mi meditación!” Salmos


119:97.

La meditación en la Palabra de Dios no solo cambia tu vida, sino que


también te da sabiduría y te mantiene puro. Pero debes entender que
la meditación en la Palabra de Dios no es una cura inmediata. Toma
tiempo para que todas tus habilidades lleguen a ser realidad en tu
vida. Pero siempre y cuando inviertas ese tiempo, día y noche, todos
los meses, te verás cambiando en todos los aspectos. Al actuar así,
harás eco a las palabras de Jeremías: “Cuando se presentaban tus
palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría
de mi corazón, porque se me llamaba por tu nombre, oh SEÑOR, Dios
de los ejércitos.” Jeremías 15:16.

Debes meditar en la Palabra de Dios para que trabaje en tu mente, la


transforme, la limpie y la purifique.

“en medio de los peligros de estos últimos días, la única seguridad


para la juventud está en la vigilancia y la oración siempre crecientes.
El joven que halla su gozo en leer la Palabra de Dios y en la hora de la
oración, será constantemente refrescado por los sorbos de la fuente
de la vida”. Mensajes para los jóvenes, p. 245.

Todos los creyentes pueden ser divididos entre esos dos tipos:
aquellos que están viviendo como el mundo y aquellos que están
siendo transformados. La palabra “transformado” quiere decir hacer
exteriormente como eres interiormente. Eso significa que estás
siendo transformado, estás haciéndote más y más como Cristo, en tus
actitudes y acciones. Y vivir por Jesús llega a ser un placer
permanente.

Transformado = llegando a ser más y más como Cristo.


Conformado = llegando a ser más y más como “el mundo”.

Todos los creyentes son transformados o conformados, no hay otra


opción. ¿Cuál de ellas define mejor tu vida?

No te olvides:
Cosechas lo que plantas.
Cosechas más tarde lo que plantas.
Cosechas más de lo que plantas.

Conclusión:

Si quieres llegar a ser más y más como Cristo, entonces debes


renovar tu mente. Renuevas tu mente meditando en las Sagradas
Escrituras. “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados
mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la
voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos 12:2 “Ese
es el principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Poniendo en práctica:

- Cuando te levantas, si tus primeros pensamientos al despertar son


importantes. Generalmente ellos dan la dirección para el resto del día.
¡Qué buena razón para que tengas tu lectura bíblica diaria como la
primera cosa de la mañana! Escoge un texto de la Biblia y aplícalo a
tu vida. Ese texto dice: ¿Cómo quiere Dios que yo sea?
LUNES – VIVIR POR JESÚS ES AMAR DE TODO CORAZÓN

“Y uno, que era maestro de la ley, para tenderle una trampa, le


preguntó: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la
ley? Jesús le dijo: ‘Ama al Señor tu Dios con toda tu alma y con toda
tu mente’”. Mateo 22:35 a 37.

Cuando veo cuánto se dedican las personas a las cosas del mundo y
cómo nosotros cristianos damos tan poco de nosotros mismos a las
cosas de Dios, me siento avergonzado. Parece que la mayor parte de
las personas está obedeciendo a un mandamiento destorcido que es
amar al mundo de todo corazón, con toda el alma y con toda la
mente.

Y después, nos asustamos cuando constatamos que Dios no nos usa.


El problema es que muchos cristianos se olvidan de un hecho muy
simple: Dios nos dice varias y varias veces, que tenemos que seguirlo
de todo corazón. En este momento, ¿podrías afirmar que estás
sirviendo a Dios de todo corazón? ¿Estás realmente viviendo por Jesús
cada día de tu vida?

Buscando a Dios de corazón.

“Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo


corazón” Jeremías 29:13.

¿Saben lo que el texto me está diciendo?


“_____________________ (coloca tu nombre), nunca me buscaste de todo
tu corazón. Y mientras yo no sea todo para ti, nunca me conocerás”.

Todos los mandamientos de Dios son muy sencillos, pero nos cuestan
mucho. Observa que en la respuesta para el doctor de la Ley, Jesús
ordena que amemos a Dios de todo corazón. Y después añade: de
toda el alma, de toda la mente.

Todos nosotros creemos que Dios realmente merece ser amado. Pero
cuando pensamos en amarlo “de todo corazón”, es ahí que las cosas
se ponen más difíciles. Si tratas de dedicar a Dios 45% de tu corazón,
no podrás conocer 45% de Dios. Con menos de la mitad del corazón
no conoceremos nada de Dios. “Me buscarán y me encontrarán,
cuando me busquen de todo corazón”. Jeremías 29:13.

Inclusive Dios me dice cómo hacerlo:


“Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y
no como para nadie en este mundo” Colosenses 3:23.

Hacer una cosa de todo corazón es hacerlo con toda la voluntad. En la


Biblia la palabra corazón tiene el sentido de propósito, intención,
valor, razón, emoción y voluntad. Quiere decir que hacer una cosa de
todo corazón es tomar la resolución de aplicarse totalmente a aquello,
dando todo lo que podemos para aquella empresa, sin vacilar.

Veamos algunas cosas por las cuales viven las personas (e inclusive
mueren):
- Un jugador de fútbol toma la pelota y corre hacia el arco, con todo lo
que tiene, y se arriesga a ser golpeado y romperse una pierna;
- Un negociante vende su bella casa y compra otra más pequeña para
invertir ese dinero en sus negocios;
- Un astro del rock canta a todo pulmón, forzando la garganta para
emitir algunas notas, con el sudor corriéndole por el rostro y cuello.

Esas personas pueden no estar buscando las mejores cosas, pero


tenemos que admitir que las están haciendo de todo corazón.

Sirviendo a Dios por la mitad.

El diablo no se preocupa mucho con el hecho que estemos sirviendo a


Dios, siempre y cuando no lo sirvamos de todo corazón. Desobedecer
no es solo hacer lo que está equivocado. Hacer lo que es correcto,
pero de la manera errónea también es desobedecer.

Dios siempre bendice a las personas que son dedicadas a él con


entereza de corazón. Las órdenes de Dios son:

- Buscar a Dios de todo corazón (Deut. 4:29; Jer. 29:13; I Crón. 22:19).
- Obedecerle de todo corazón (Deut. 26:16-19; I Rey. 8:61).
- Servirle de todo corazón (Jos. 22:5; I Sam. 12:20; II Crón. 31:21).
- Arrepentirse de todo corazón (I Sam. 7:3; Joel 2:12).
- Regocijarse de todo corazón (Sof. 3:14).
- Agradecer de todo corazón (Sal. 9:1; 86:12).

Todo lo que hagamos debemos hacerlo de todo corazón para el Señor.

¿Sería erróneo dedicarse “casi de todo corazón” a Dios? Veamos los


hechos de esta manera: Imagínate una pareja sentada en el hall de su
casa. Está atardeciendo. La primera estrella comienza a centellear en
el horizonte. El esposo toma a su esposa por la mano y le dice con
cariño: - ¡Querida, te amo de casi todo mi corazón!

¿Qué me dices? Creo que esa esposa no dormirá bien esa noche,
pensando a quién pertenece el resto de los sentimientos de su
esposo. Porque nadie acepta amor dividido.

Dios no nos está pidiendo nada demás, por eso debemos dedicarle
todo nuestro corazón, demostrando que él es lo que creemos ser:
Dios. Pero si él sólo es un líder religioso que vivió en cierta época de
la historia, entonces olvidémonos de todo esto. Ni siquiera
necesitamos preocuparnos si lo servimos con la mitad del corazón y
de mala voluntad.
Cuando Jesús vino a la Tierra y vivió aquí, nos dio todo su corazón. Él
nunca se quejó de nada, ni hizo las cosas de mala voluntad, a pesar
que siempre sufrió desaliento e incomodidad; dejó que le escupieran
en el rostro y lo chicotearan, y todo eso por nosotros. ¿Podremos
darle sólo la mitad de nuestro corazón, y aún mirarlo de frente, con la
consciencia tranquila?

Pero no debemos poner todo nuestro corazón sólo en las cosas


“espirituales”. Quien vive por Jesús, vive por Jesús en todo lo que
hace. Tenemos que estar dedicados a él de todo corazón, también en
nuestro trabajo, en el estudio de la Biblia, en las comidas, en las
actividades recreativas. El cristiano debe hacer todo de todo corazón.
De esta manera, no solo estaremos agradando al Señor, sino también,
estaremos haciendo todo de una mejor manera, que pasará a
gustarnos más. Si no podemos hacer determinada cosa de todo
corazón, para el Señor, entonces es mejor no hacerla. “Ese es el
principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Correr con el corazón.

“¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero
sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo
obtengan.” I Corintios 9:24.

Todos tenemos que correr “de tal modo” que podamos vencer la
carrera. ¿Qué modo es ese? De todo corazón.

Un alumno inteligente puede obtener notas altas aún sin estudiar


mucho. En este caso, obtener notas altas no significa necesariamente
que está agradando a Dios. Jesús afirmó que la viuda que colocó en la
cesta sólo dos moneditas, dio más que todos los demás, porque dio
todo lo que poseía (Marcos 12:41-44). Dios no está mirando nuestro
exterior; él mira directamente nuestro corazón.

Corre de tal manera que puedas vencer la carrera. Sirve a otros,


trabaja, ora, descansa, alaba a Dios, habla de él – de todo corazón.
Aprovecha bien todas las oportunidades, todos los recursos que él te
concedió.

EL QUE PARTICIPA EN LA CARRERA SIN PONER EN ELLA TODO EL


CORAZÓN, YA ES UN PERDEDOR, sea cual fuere el lugar en que
termine en la prueba.

Dios está esperando que entregues el resto de tu corazón, aquella


parte que aún conservas para ti. O él es el Señor de todo lo que
somos, o no es nada.
Que Dios ponga en tu corazón el mensaje de II Crónicas 16:9: “Porque
los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a
favor de los que tienen un corazón perfecto para con él”.

Conclusión:

Un muchacho habló sobre la entrega de su vida de la siguiente


manera:
Un día Roberto estaba andando por la vida y se encontró con alguien
que le dio estudios bíblicos y lo convenció de la doctrina. Después de
estudios diligentes, se dio cuenta que esta doctrina era correcta y
decidió entrar a la Iglesia. Como la manera de entrar a la Iglesia es
por medio del bautismo, dio ese paso; de allí para adelante fue como
si Jesús llegó hasta él para decirle: - Roberto, quiero las llaves de tu
vida.

Roberto miró cada una de las llaves de su vida, porque las apreciaba
todas, pero quería entregarse a Jesús. Había una llave que le gustaba
más que las otras, entonces la separó y entregó a Jesús el llavero de
su vida. La llave que le gustaba la puso en el bolsillo del pantalón.

Roberto llevaba una vida razonablemente activa en la Iglesia. Sin


embargo su vida espiritual era vacilante. Frecuentemente se
acordaba de la llave, cuando ésta rozaba su pierna. Pronto volvía a la
vida antigua de dudas y derrotas. Las debilidades que tenía antes del
bautismo aún lo afligían y reincidía. Pecados que el mundo tal vez no
considerase pecados, pero él y Dios sabían que lo eran.

Hasta que un día Jesús vino a su encuentro y mirándolo a los ojos le


dijo: - Hijo, quiero todas las llaves de tu vida. Nadie da nada a Dios si
no le da todo.

Sólo entonces Roberto se entregó al Señor de todo corazón, de toda


su alma y de toda su mente. Y comenzó a descubrir cómo tener
victorias reales en la vida cristiana.

Hoy necesitas entregar al Señor todas las llaves de tu vida. Debes


orar: - Señor, te doy mi casa. Te dedico mi vehículo. Te presento mi
billetera y mi cuenta bancaria. Pongo en tus manos a mi familia, mis
amigos, mi enamorado(a). Te doy mi trabajo, cada cosa terrenal que
poseo o llegue a poseer. Estoy dispuesto a hacer lo que tú quieres con
ellas. Sólo te pido que me orientes. Y, Dios, te doy mis facultades –
mi mente, boca, oídos y ojos – mi corazón para ser enteramente tuyo.
Amén.

Poniendo en práctica:

- ¿Es tu amor por Dios lo suficientemente fuerte para que le


entregues todo? ¿Cuál es la llave de tu vida que aún falta entregar?
MARTES – VIVIR POR JESÚS ES OBEDECER

“¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la


obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un
sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros”. I
Samuel 15:22.

Déjame prometerte algo:

Si aprendes a vivir por Jesús, significa que aprendiste a obedecer a


Dios en todas las situaciones. Él se responsabilizará por todos los
problemas de tu vida. No tendrás que preocuparte con ellos, porque
ahora serán responsabilidad suya.

Pero si desobedeces constantemente al Señor y a su palabra, él no


tomará para sí tus responsabilidades, porque serás responsable por
los problemas de tu vida.

Por eso vemos tantas personas en el mundo manipulando,


engañando, traicionando y pisando a las otras para obtener lo que
quieren. ¿Por qué lo hacen? ¡Porque están solas! Necesitan
realmente “ser las primeras”, porque escogieron el propio camino en
lugar del camino del Señor.

Aprendí que cuando obedeces a Dios, luchará por ti y permanecerá


bien próximo a ti. Pero también aprendí (de la manera más difícil) que
si le desobedeces, lo encontrarás luchando contra ti, desafiándote en
cada movimiento. Eso se llama resistir al orgullo. Es la manera como
Dios trabaja para traernos a la realidad, donde confiaremos en él para
todo. “Ese es el principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Como pastor escucho personas diciendo cosas así: “El diablo está
atrás mío. Satanás me está haciendo tropezar”. No dudo que a veces
sea verdad. Pero también quiero que sepas que cuando alguien está
viviendo en desobediencia a la verdad que conoce, Dios
personalmente permitirá desafíos en su vida para que esa persona
regrese al camino de la obediencia a través de Él.

“¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la


obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un
sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros”. I
Samuel 15:22.

Creo que por medio de la obediencia tú mismo determinarás lo que


Dios puede hacer por ti.

Imagínate un par de mellizos. Digamos que tengan diecisiete años y


ambos salgan con sus enamoradas cierto viernes. Su padre les dice:
“Quiero que ambos regresen a las once de la noche, ¿entendido?”
Uno de los mellizos obedece y llega a casa a las diez y cuarenta y
cinco, da las buenas noches a sus padres y se va a acostar.

El otro, llega a las dos y cuarenta y cinco. La puerta está trabada, y él


tiene que tocar para entrar. El padre abre la puerta y dice: “Yo dije a
las once de la noche. Son las dos y cuarenta y cinco. Conversaremos
mañana sobre eso. Buenas noches”. El joven va cobardemente a
dormir en su cuarto. Ahora, ¿qué crees? ¿Cuáles serán los resultados
de esa noche?

El hijo que llegó a las diez y cuarenta y cinco probablemente podrá


llegar a las once y media la próxima semana. Pero, ¿el hijo que llegó a
las dos y cuarenta y cinco? Bueno, lo más probables es que no podrá
ni salir de casa durante semanas. Pero, finalmente será perdonado y
gozará del amor y gracia de sus padre; sólo que, tendrá que enfrentar
las consecuencias de su desobediencia.

¿Por qué? ¿Porque sus padre son malos y rígidos? Ni un poquito. Fue
él mismo quien determinó lo que sus padres harían con él. Sus
propias actitudes, su propia obediencia determinó sus oportunidades
futuras.

Cuando se trata de tu relación con el Señor, que te ama más que


cualquier persona jamás podría amarte, eres tú el que determinará lo
que él puede hacer por ti y cómo puede beneficiar tu vida.
Determinarás esas cosas obedeciéndole y sometiéndote a su dominio.

Vivir por Jesús tiene que ver con obediencia. Y todo lo que Dios hace
en la Tierra comienza con la obediencia de sus hijos. Todas las
bendiciones y victorias comienzan con obediencia. La Escritura nos
muestra repetidamente que actos de obediencia son seguidos por
poderosos hechos de Dios. “Ese es el principio 220: Estoy
crucificado con Cristo”.

No fue Satanás el que preparó un gran pez para tragar a Jonás, el


profeta desobediente. Fue el Señor. Jonás creyó que podría
desobedecer a Dios y seguir tranquilo. Cuando Dios le ordenó ir a
Nínive para una misión, el profeta rehusó. Entró en un navío de carga
y navegó en dirección contraria, hacia Tarsis.

El profeta debería saber (y tal vez supiera) que si huyes de Dios, él te


seguirá. Lo que siempre me fascinó en esta historia es que todo y
todos en la historia son obedientes, excepto Jonás, el profeta del
propio Dios. La tempestad fue obediente; los navegantes también.
Igualmente el gran pez. También fue obediente la planta que creció
bajo la orden de Dios, e inclusive el gusano que comió la planta. Los
ninivitas pecadores fueron obedientes y se humillaron ante el Señor,
después de oír el mensaje que el juicio se acercaba.

Sin embargo Jonás fue al otro lado.


Pero Dios sabe cómo tratar con niños desobedientes. Como lo cita el
libro de Hebreos: “Y ya han olvidado por completo las palabras de
aliento que como a hijos se les dirige: ‘Hijo mío, no tomes a la ligera
la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el
Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como
hijo.’ Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está
tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?”
Hebreos 12:5-7.

Dios puso una tempestad en el camino de la desobediencia del


profeta, y como todos saben, Jonás terminó siendo el vaso escogido
por Dios para hacer que una grande y poderosa ciudad se
arrepintiera. Finalmente él obedeció, pero qué larga y desagradable
jornada tuvo que atravesar para volver al camino.

Conclusión:

Oro para que no tomes en tu vida una ruta más larga y difícil. Escoge
el camino de la obediencia que te traerá tantos beneficios y alegrías
junto a tu familia y al Señor que te ama.

Dios siempre valoró y valorará la obediencia. A veces llama a una


nación al arrepentimiento, pero en la mayoría de las veces comienza
con un individuo dispuesto a obedecer. Obedecer es vivir por Jesús. Y
Dios está buscando sólo a un hombre o una mujer – un muchacho o
una joven – dispuestos a vivir por él. Sólo uno… Y grandes cosas
comenzarán a suceder.

¿A cuántos profetas llamó Dios para ir a Nínive y predicar a esa


nación idólatra? Sólo a un hombre. ¿Cuántos fueron escogidos por
Dios para enfrentar al Faraón y conducir el Éxodo? Sólo uno. ¿Cuántos
fueron necesarios para enfrentar al adúltero David y postrarlo de
rodillas en arrepentimiento? Uno. ¿Cuántos profetas fueron llamados
para ponerse ante el malvado Acab y predecir la sequía? Uno.
¿Cuántos hombres usó el Señor para preparar el camino del Mesías?
Uno.

Nunca, nunca menosprecies el poder de una persona que vive por


Jesús – sé obediente al Señor. Como lo dijo el poeta Edgard Everett
Hale:

“Yo soy uno.


Pero aún soy uno.
No puedo hacerlo todo.
Pero puedo hacer alguna cosa.
Y porque no puedo hacerlo todo,
No rehusaré hacer lo que puedo hacer.”
Resuelto esto, pon a un lado todas las disculpas y dile a tu Señor:
“¿Qué debería estar haciendo? ¿Cuándo? Yo soy tu siervo”. El Señor
ha esperado oír estas palabras de tus labios y cuenta con ellas. El
plan de Dios ya está arreglado: “Ese es el principio 220: Estoy
crucificado con Cristo”.

Dios puede estar llamándote para construir un arca, pero sólo él


puede hacer llover. Tal vez Dios quiera que ofrezcas algunos panes y
peces, pero sólo él puede multiplicarlos para alimentar una multitud.
Dios puede invitarte para luchar contra los amorreos con toda tu
fuerza, pero sólo él puede hacer que el sol se detenga hasta que la
victoria sea completa.

Cuando obedeces, grandes cosas suceden a tu alrededor. Obediencia,


antes y ahora, y el camino para todas las bendiciones. La obediencia
es la actitud que más agrada y glorifica a Dios.

Poniendo en práctica:

- Si aún no estás muy seguro de cuál es el lugar donde Dios quiere


que trabajes para él, pregúntale qué puedes hacer para conocer su
voluntad en relación a tu futuro. Realmente estás dispuesto a decir:
“¿Qué debería estar haciendo? ¿Dónde? ¿Cuándo? Soy tu siervo”. Si
estás, dile eso en oración.

- Memoriza I Samuel 15:22. Repite el texto varias veces hoy hasta que
sepas decirlo sin consultar la Biblia. Trata de aplicar eso a tu vida en
los días siguientes, y ve cómo esta verdad puede ayudarte.
MIÉRCOLES – VIVIR POR JESUS ES COMPROMISO

“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré


y trovaré salmos”. Salmo 57:7.

Déjenme contarles una historia de verdadero compromiso en la


antigua Roma. Puede ser una historia que un día ustedes pueden
contar a sus propios hijos.

El emperador Nerón reunió algunos de los hombres más fuertes,


valientes y preparados de todo el imperio, nombrándolos como sus
luchadores personales: Los Luchadores del Emperador. Aquél era el
“Equipo de los Sueños” del imperio. Todo el tiempo resguardaban al
emperador en torno al anfiteatro romano.

De acuerdo con los historiadores, había un lema famoso que este


equipo recitaba frecuentemente: “Nosotros, los luchadores, luchando
por ti, oh Emperador, para ganar la victoria en Tu nombre, a quien
pertenece la corona de vencedor”.

En una ocasión, el ejército romano – que incluía esos grandes


luchadores -, fue enviado a Galia para contener una rebelión. Ningún
soldado era más valiente o capaz que aquellos que trabajaban para el
Emperador. En el liderazgo del grupo había un centurión llamado
Vespacio.

Mientras estaban en Galia, cuentan los historiadores que muchos de


los luchadores se convirtieron a Cristo. Esta noticia llegó a oídos de
Nerón, quien inmediatamente envió el siguiente mensaje a Vespacio:
“Si hay entre sus soldados alguien que declare su fe a Cristo, esa
persona debe morir”.

Vespacio recibió el decreto en medio del invierno de Galia donde los


soldados estaban acampados a las márgenes de un río. Vespacio leyó
el mensaje con el corazón quebrantado, y llamando a todos sus
soldados preguntó: ¿“Alguno de ustedes adhirió a la fe cristiana?”
Sin duda, Vespacio debe haberse estremecido al ver cuarenta de
aquellos guerreros magníficos dar un paso al frente. Luego les dijo:
“Tendrán hasta la puesta de sol de mañana para negar su fe, o
morirán”. Las horas pasaron y llegó la puesta de sol del día siguiente,
y ante la consulta del líder, los mismos cuarenta dieron un paso al
frente. Entonces les dijo: “No puedo dejarlos morir en manos de sus
compañeros; después de desnudarse, los abandonaré en medio del
lago helado para que perezcan”.

Inmediatamente el grupo se desnudó y fueron enviados al medio de


ese lago congelado al caer la noche de ese mismo día. Poco tiempo
después escuchó voces provenientes del medio del lago, que decían:
“Cuarenta luchadores, luchando por ti oh Cristo, para ganar la victoria
en Tu nombre, a quien pertenece la corona de vencedor”. Vespacio
escuchó esa frase durante toda la noche, que disminuía en intensidad
al aproximarse la mañana.

Finalmente, cerca del amanecer, una única figura se unió a la


hoguera. El hombre ya no podía aguantar el frío reinante en el agua.
Se aproximó para calentarse, admitiendo que había negado a Cristo.
Entonces vinieron del medio del río las voces llorosas que decían:
“Treinta y nueve luchadores, luchando por ti oh Cristo, para ganar la
victoria en Tu nombre, a quien pertenece la corona de vencedor”.

En aquel momento, Dios hizo un milagro en el corazón de Vespacio.


De súbito el centurión tiró su casco al suelo, se despojó de la
armadura y corrió hacia el hielo del río, gritando a más no poder:
“Cuarenta luchadores luchando por ti oh Cristo, para ganar la victoria
en Tu nombre, a quien pertenece la corona de vencedor”.

Eso es vivir por Jesús. Dios nos llama hoy para una vida de
compromiso. “Ese es el principio 220: Estoy crucificado con
Cristo”.

Si Satanás puede conseguir que no hagas nada, no te comprometas


con nada, podría neutralizar tu vida. El mayor trabajo del Diablo es
realizado cuando nos convence que nada necesita ser hecho. Si lo
escuchamos, comenzaremos a decir cosas como éstas: “Mañana haré
eso… lo haré la próxima semana… no es tan importante… nadie
sentirá mi ausencia si es que no voy”.

Algunas personas creen que grandes bendiciones y victorias en la


vida cristiana “simplemente suceden”. Dicen: “Oh, tienes tanta suerte
en ejercer ese tipo de impacto, y de vivir el tipo de vida que vives”.

Sin embargo, la verdad es que vivir por Jesús significa compromiso.


Compromiso con el estudio de la Biblia, con la oración, compromiso
en tu meditación personal con el Señor todos los días, compromiso de
tus compañeros creyentes para obtener coraje, etc.. “Ese es el
principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Y, solo te comprometes con aquello que amas;


Solo te comprometes con aquello que crees;
Solo te comprometes con aquello que quieres

Nuestro Dios procura más que talento; Él está buscando personas que
se comprometan con Su llamado y Su voluntad.

Vivir por Jesús es aprender a vivir de acuerdo a Su voluntad. Por


ejemplo, no digas por favor, que estás “confiando en Dios” para tener
un buen matrimonio si es que mantienes una relación donde Jesús no
tiene parte. Si me dices que quieres tener un hogar feliz y una
hermosa familia, comienza por mostrar a los otros que eso es lo que
de hecho deseas. Si Jesús viviese en tu casa (y Él vive), ¿qué vería
que haces, para convencerlo que eso es lo que deseas realmente?

Sí, Dios actuará en tu favor; pero, pedirá que actúes también. Si


deseas un matrimonio y una vida familiar bendecida, las personas
necesitan ver las evidencias de tu esfuerzo – abriendo espacio para
que Dios trabaje en medio de tu hogar.

Dios quiere que hagas las cosas de la forma como Él pide. Leemos en
1 de Tesalonicenses 4:3: “Pues la voluntad de Dios es vuestra
santificación; que os apartéis de fornicación”.

¿Por qué Dios no da una tregua para que puedas expresar libremente
tus deseos?: Porque Él sabe cómo funcionas. Él proyectó esa máquina
fabulosa que es tu cuerpo y sabe mejor que tú su funcionamiento.

Si la persona que proyectó tu automóvil dice que debes colocarle


gasolina y aceite, mantener los neumáticos con aire y bien calibrados,
hacerle una revisión cada 10.000 kms, etc., debes obedecer incluso
sin saber el porqué.

Si tienes un compromiso con Dios, y piensas en casarte sabiendo que


no es el tiempo apropiado, sabes que Dios te dirá que debes
ESPERAR. Tú quieres hacer las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios,
porque estás escuchando diariamente la Palabra de la Persona que
proyectó el sexo y te dice cuál es el mejor camino a tomar. Para esto
es necesario tener disciplina, pero vale la pena. El filósofo de
negocios Jim Rohn dice: “Entre los dolores de la disciplina o del
arrepentimiento, todos sufrimos uno. La diferencia es que la disciplina
se pesa en gramos, mientras que el arrepentimiento se pesa en
toneladas”.

Si quieres ser una persona comprometida con aquello que Dios te


pide que hagas, confiando en Él para hacer lo que solamente Él
puede hacer, estarás dispuesto a pagar el precio de ese compromiso.
Es eso lo que dice 2 de Timoteo 2:21: “Así, que, si alguno se limpia de
estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y
dispuesto para toda buena obra”.

Cuando te comprometes con la voluntad del Señor, Dios te puede


usar porque serás:

- Un vaso
- Consagrado (separado)
- Útil (para el servicio)
- Preparado (listo)

La promesa de Dios es que hará de ti un vaso consagrado y listo para


el servicio.

Supongamos que estés con mucha sed y vas hasta la cocina para
tomar un vaso de agua. Sobre el mueble del lavaplatos ves un vaso
de cristal que ha permanecido ahí por tres días, conteniendo restos
de un agua de hierbas y cáscaras de fruta; además de eso, el borde
está sucio con jugo de tomates. Miras alrededor y ves un vaso que fue
envase de algún producto, pero está limpio. ¿Cuál de los dos usarías
para beber agua? Piensa bien: ¡es un vaso de cristal versus un vaso
de vidrio común!. ¿Sabes?, Dios es más experto que tu. Él siempre
usará el vaso más limpio.

Cuando tu vida es pura porque vives la voluntad del Señor, Dios


puede usarla. “Ese es el principio 220: Estoy crucificado con
Cristo”.

Sin embargo, todo compromiso será probado. Si dices que quieres


vivir por Jesús, tendrás esa determinación probada a fuego. El apóstol
Pablo era firme, ¿y quién fue probado más que él? En cierto punto de
su vida, escribió lo siguiente sobre su experiencia:

“¿Son ministros de Cristo? (como si estuviera loco hablo). Yo más, en


trabajos más abundante; en azotes, sin número; en cárceles, más; en
peligro de muerte, muchas veces. De los judíos cinco veces he
recibido cinco azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con
varas; una vez, apedreado; tres veces he padecido naufragio; una
noche y un día he estado como náufrago en el mar; en caminos
muchas veces; en peligro de ríos, peligro de ladrones, peligro de los
de mi nación, peligro de los gentiles, peligro de la ciudad, peligros en
el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en
trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos
ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre
mí se agolpa cada día, la preocupación de todas las iglesias”. 2
Corintios 11:23-28.

¡Eso es hablar del compromiso de Pablo! Pero si eso no parece vida,


más parece una pesadilla diaria. Aún así, veamos la conclusión de él:
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que
recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia
de Dios”.

Ninguna de estas cosas lo hizo desistir de su blanco. ¡Oh Pablo!,


¿cómo es posible eso? Aquí está el secreto del apóstol: Su objetivo
era tan cautivante, tan radiante, tan deseable, que él podía seguir
caminando incluso a través del dolor, la frustración o el peligro. ¡Él
estaba totalmente comprometido a pagar el precio!

Conclusión:

Tal vez lo que Jesús espera hoy no es que des su vida por Él, sino que
vivas por Él. Hoy, lo más difícil no es morir por Cristo, sino, vivir
diariamente por Él en todo lo que hagamos. “Ese es el principio
220: Estoy crucificado con Cristo”.

Oye la voz de Pablo una vez más: “No que lo haya alcanzado ya, ni
que ya sea perfecto; sino que prosigo, para ver si logro asir aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo
no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:12-14.

Vivir por Jesús es tener una vida comprometida con aquello que se
ama, con aquello que se cree y con aquello que se quiere. Nuestras
emociones, nuestra fe y nuestra voluntad, necesitan estar alineadas
con la voluntad de Dios. Necesito hoy tomar decisiones para mi vida –
aún cuando eso me cause desconsuelo, dolor y auto-negación –
porque sé que el mañana traerá honra y gloria al Señor.

Poniendo en práctica:

- Define con tus propias palabras lo que es “compromiso”. Medita


sobre este concepto y cómo provee solución para los problemas a tu
alrededor. Conversa con alguien sobre este tema. En una escala de
01 a 10, ¿qué nota darías a tu “compromiso” en las siguientes áreas?:

Familia ___ Amigos ___ Dios ___ Iglesia ___


JUEVES – VIVIR POR JESÚS ES APRENDER A LIDIAR CON LA
TENTACIÓN

“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más


reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la
transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la
misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida”. Romanos 5:17 y 18.

Hubo solamente dos historias de tentaciones desde el comienzo de


los tiempos. La tentación del primer Adán en el Jardín del Edén, que
llevó a la caída del hombre. Y la tentación del segundo Adán,
Jesucristo, que llevó a la caída de Satanás. Todas las tentaciones
acaban en una de las dos. O caeremos como cayó Adán, o
quedaremos firmes como quedó Jesús viendo caer a Satanás.
No existe término medio. No hay otra opción. Jamás estaremos en un
lugar de la Tierra donde no exista tentación, porque nuestra mente es
el vehículo de la tentación; por lo tanto, la llevaremos a donde quiera
que vayamos.

La tentación es siempre un camino alternativo. Es la forma como


Satanás te ofrece ahora lo que Dios quiere darte a futuro. Esa es la
razón por la cual existen hoy tantas personas practicando sexo antes
del matrinonio. Satanás dice: “Puedes tener eso ahora”; lo que no te
dice es el precio y las consecuencias.

Satanás dice: “Yo puedo hacer de ti alguien… puedo ayudarte con tu


imagen… puedo darte la diversión que desees… puedo darte poder…
pero necesitas inclinarte ante mi, ahora”.

Adán se dejó convencer por esa frase e inició una cadena de


consecuencias que nunca habría imaginado. Jesús rehusó esa frase e
inició una cadena de consecuencias que nos llevan a la salvación
eterna.

Así como Adán decidió y Jesús decidió, también tú tendrás que decidir
tu respuesta para Satanás cuando venga a seducirte con un camino
alternativo. No importa cuántos placeres te ofrece Satanás: su
intención final es arruinarte; su más alta prioridad es destruirte.

Puedes preguntarte: “Pero esas tentaciones son muy fuertes, ¿cómo


debo enfrentarlas? Necesitamos comprender que tentación no es
pecado, sino, incentivo para el pecado. A continuación te damos
algunas ideas que nos ayudan en la hora de la tentación:

Recuerda la promesa de escape: “No os ha sobrevenido ninguna


tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por
tanto, amados míos, huid de la idolatría”. 1 Corintios 10:13.

¡Qué maravilla! Dios nunca permite que seas tentado con tentaciones
“que no tengas fuerzas para soportar”. Y no llega solo hasta allí. La
Biblia revela que Dios hace algo más por ti: Te dará las fuerzas para
soportarlas. Dios no solamente limita la fuerza de la tentación, sino
también, muestra el camino para escapar de ella. ¡Siempre hay una
salida! Tú y yo podemos resistir la tentación. ¡Recuérdalo! Cuando la
tentación parezca irresistible y excesiva, recuerda que NO ES
irresistible ni excesiva. El Espíritu Santo proveerá la puerta de escape
si verdaderamente la buscas; deja que te guíe, está atento a Su voz.
Escucharás esa voz baja, calma y constante diciendo: “No entres ahí.
No hagas eso. No andes cerca de ese lugar. Deja de hacer lo que
estás haciendo”. Cuando sientas al Espíritu Santo de Dios insistiendo,
no esperes una sirena, una bocina o una alarma. Huye, anda, corre,
no demores. Él te llevará lejos del peligro, porque te ama.
Probablemente Dios nunca enviará un ángel para asirte y apartarte
de la tentación; ni tampoco pondrá llave en la puerta, ni te paralizará
repentinamente (aunque Él es capaz de lidiar contigo de la forma que
vea conveniente); sin embargo, cuando decidas ir a algún lugar,
hacer algo, tocar algo, etc., y sientas incomodidad en el corazón,
puedes entender que es la voz del Espíritu Santo que con todo amor
te está poniendo en alerta.

Cuando Cristo está al control de nuestra vida, el Espíritu Santo está


en el poder. Cuando dejamos que el viejo hombre – la naturaleza
pecaminosa – nos domine, el Espíritu es extinto. La solución entonces,
es llevar cautivo cada pensamiento, y si consideramos que pecamos,
debemos confesar y pedir a Jesús que asuma el control nuevamente.
Esa es la esencia de vivir por Jesús. “Ese es el principio 220: Estoy
crucificado con Cristo”.

Aférrate a las fuertes convicciones: Cuando cedemos a la


tentación, descubrimos si nuestras convicciones son reales. Mientras
no tenemos la oportunidad de pecar, podemos decir lo que queramos
sobre cuán fuertes y dedicados somos. Sin embargo, cuando estamos
frente a frente con la oportunidad, de ser deshonestos, adúlteros, o
cualquier otra cosa deshonrosa, recién sabemos cuan fuertes son
realmente nuestras convicciones.

Puedes decir: “Bueno, nunca me inclinaría ante un ídolo, no importa lo


que los otros digan”; pero, recién sabrás cuán preparado estás,
cuando abras la puerta de tu casa y veas a los soldados listos para
llevarte al horno de fuego – como sucedió con Sadrac, Mesac y
Abednego.

El diablo conoce muy bien todos los puntos débiles de los más
poderosos guerreros cristianos. Él no desperdicia sus flechas. Su
blanco es mortal. Por eso, el joven necesita desarrollar previamente
convicciones fuertes. La clave de todo es: Nunca dependas de tu
propia fuerza. Humíllate diariamente ante el Señor, pidiéndole que
fortalezca tu fe, tus convicciones, y, como Jesús oró, para no dejar
que seas tentado. “Ese es el principio 220: Estoy crucificado
con Cristo”.

Corre rápido: Leí en algún lugar que cuando estés huyendo de la


tentación, no le dejes tu dirección. Ponlo en práctica. Pablo dice a
Timoteo: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia,
la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al
Señor”. 2 Timoteo 2:22. Algunos, quizá tengan que mudar de
empleo, dejar de ir a ciertos lugares, o abandonar ciertas amistades
que los influencian a hacer el mal (Proverbios 1:10-12).

Huye de las tentaciones y camina en dirección del Señor. No


pienses… ¡corre! No vayas por los peñascos para ver cuán cerca de
sus orillas puedes llegar. Apresúrate a apartarte porque no solamente
estarás huyendo de ellos, sino que también te estarás protegiendo.
Imagina que eres actor durante un bombardeo de guerra, con pilotos
enemigos volando bajo, accionando sus artillerías y lanzando bombas.
Cuando la sirena de ataque se detenga, no quedarás corriendo en
círculo alrededor de la base militar, sino que correrás a refugiarte
donde sabes que encontrarás seguridad.

Vivir por Jesús no se trata de “hacer o no hacer”, sino de seguir a


Cristo, el autor y consumador de nuestra fe. A veces los jóvenes
dicen: “Estoy apartándome de ese hábito obsceno… nunca más lo
haré”. Cuando eso acontece, no intento ver de qué es que los jóvenes
se están apartando, sino en qué dirección están yendo”. Si no estás
corriendo por alguna cosa, o por alguien, probablemente nunca
correrás de alguna cosa.

La verdad, es que Dios está más preocupado con la dirección de tu


vida que con tu perfección. Si verdaderamente lo estás siguiendo,
entonces, será realizado el perfecto trabajo de Dios. “Ese es el
principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Espera con paciencia: Nuestro mundo siempre promete resultados


rápidos. Queremos ahora nuestra gratificación. No queremos esperar
por nada.

Hay un consejo que nunca debes olvidar: Dios guarda lo mejor


para aquellos que esperan con paciencia. Ese pensamiento ha
sido de gran ayuda para mí cuando enfrento tentaciones. “Ese es el
principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Ore: Este debió haber sido el primer punto de nuestra lista. En la vida
cristiana, siempre está la prioridad número uno. En el evangelio de
Lucas, Jesús dijo a sus discípulos: “Orad que no entréis en tentación”.
Lucas 22:40. El Señor no está diciendo aquí: “Si oras, nunca serás
tentado”. Él está diciendo: “Cuando venga la tentación, ora, para no
ceder a ella”.

Sin embargo, los discípulos no oraron. Durmieron. Cuando la crisis se


aproximó, abandonaron al Señor y huyeron en medio de la noche.

Un joven podrá encarar “las puertas del infierno” si antes estuvo ante
la presencia del Señor. Cuando la tentación y el tentador nos asalten,
necesitamos simplemente correr a los brazos de nuestro Padre. Su
amor nos garantiza la victoria. Por eso, la clave es andar con Él todo
el tiempo. Cuando descansas en Sus brazos, no eres desviado por las
emboscadas de Satanás. Tu oración debe ser: “¡Señor, dame
sabiduría para evitar las áreas de mi vida que están cerca de la caída!

Vivir por Jesús es ofrecerse a Él durante lo mejor de tu tiempo. La


oración es el regalo más precioso que puedes dar a Jesús. Pasa
mucho tiempo con Él; cuanto mas Lo ames, tanto más desearás pasar
el tiempo con Él. Una débil vida de oración siempre evidencia un débil
amor por Jesús. “Ese es el principio 220: Estoy crucificado con
Cristo”.

Afírmate en la Palabra de Dios: Cuando Jesús estuvo frente a


frente con el tentador en el desierto, simplemente derrotó al
adversario citando la Palabra de Dios. En respuesta a las tres
tentaciones – la lujuria de la carne, la codicia de los ojos y el orgullo
de la vida – Jesús respondió: “Está escrito…”, mandando a Satanás
retirarse de Su presencia.

El apóstol Pablo llamó “espada del Espíritu” a la Palabra de Dios. Y


ese mismo Espíritu también pondrá una espada en tus manos, a
medida que memorizas la Palabra y la aplicas en las tareas más
vulnerables de tu vida. Alguien dijo: “Me siento tan estúpido cuando
leo la Biblia; parece pérdida de tiempo porque no puedo recordar
nada”. Una persona próxima le preguntó: “¿Recuerdas lo que comiste
en el almuerzo el martes de la semana pasada?”. Ah… ¡¿cómo podría
recordar eso!?. Sin embargo, aunque no lo recuerdes, lo que comiste
ese día todavía te alimenta y te da fuerzas.

¿Captaste la idea? Solamente, continúa leyendo la Biblia porque


aunque no recuerdes todo, la Palabra te está dando fuerzas
constantemente para sustentarte. Simplemente obedece y lee.

Jesús dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios”. Mateo 4:4. He ahí nuestro pan de cada día,
del cual obtenemos fuerzas para hoy y no solamente por lo que
comimos hoy, sino también ayer y antes de ayer. La Palabra de Dios
nos hace fuertes.

Otro valor de la lectura diaria de la Biblia es el poder que tiene para


mantenernos puros. No es solamente una luz en el camino, es
también una luz que brilla por dentro – mostrando, corrigiendo y
orientando. Jesús oró: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es
verdad” Juan 17:17.

Vivir por Jesús es ser una persona de la “Palabra”. Si tienes que ser
autoridad en alguna cosa, sélo en la Palabra de Dios. Si tienes un
pasatiempo de cualquier especie, haz de la Palabra de Dios tu
pasatiempo. Si pasas algún tiempo leyendo, que sea la Palabra de
Dios. Piensa en ella, medita sobre ella, memorízala, sueña con ella.
Aplícala a tu corazón y a tu vida. Pasa tiempo de calidad diariamente
con la Palabra de Dios. “Ese es el principio 220: Estoy
crucificado con Cristo”.

Conclusión:
Visualiza a Jesús. Tu mente funciona no solamente como un grabador
sino también como una máquina fotográfica – retrata todo lo que ves.
Cuando miras a una chica sensual o a un hombre atractivo, tu mente
imprime una fotografía de esa imagen. En la noche, cuando estás
acostado (a), tu mente trae el álbum de fotos y comienzas a repasar
las imágenes guardadas. ¿Qué haces?

Borra de tu memoria esas fotografías y comienza a tomar otras para


archivar en tu álbum. Toma fotografías basadas en Colosenses 3:1-3:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las
cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.

El apóstol Pablo te inspira a fotografiar las cosas que están arriba – las
celestiales. ¿Quién está allá? Cristo. ¿Qué está haciendo? Está
sentado a la diestra de Dios. Saca una fotografía de Cristo en Su
Trono. Otra, en la cruz, llevando todos nuestros pecados sobre Sí.
Tómale otra resucitando para darte una nueva vida. Sácale otra
viviendo dentro de ti. ¡Cuántas fotografías maravillosas!

Poniendo en práctica:

- Muchos guardamos arrepentimientos secretos de “oportunidades


perdidas” en el pasado, cuando tuvimos éxito en resistir la tentación;
pero, todavía estamos imaginando cómo habría sido entregarse a
ella. ¿Tienes pensamientos y recuerdos de ese tipo? Haz una lista en
particular de esos arrepentimientos, confiésalos a Dios en oración y
pídele que te liberte de esos fantasmas peligrosos – después de orar
puedes quemar esa lista.

- ¿Qué tentaciones estás sufriendo frecuentemente, que parecen


drenar lo mejor de ti siempre que surgen? ¿Cómo puedes superar
esos obstáculos para caminar más próximo a Dios?
VIERNES – VIVIR POR JESUS ES CRECER FUERTE

“Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos; en ti he confiado;


no desampares mi alma”. Salmo 141:8.

Desde que mi hijo alcanzó la altura de mis hombros, no deja de


medirme. Con frecuencia se acerca a mí para ver si ya me alcanzó.
Falta poco para ultrapasarme y sigue creciendo. El crecimiento es un
proceso natural de la vida. Incluso los adultos, cuando dejan de crecer
en altura, generalmente obtienen crecimiento de los lados.

La Biblia dice que el objetivo de la vida cristiana es que lleguemos a


ser como Cristo. Jesús dice que “todo el que fuere perfeccionado, será
como su maestro” Lucas 6:40. En otras palabras, acabaremos siendo
como Jesús si Lo seguimos.

Sin embargo, no te olvides que no existe crecimiento instantáneo.


Jesús creció en cuatro áreas: en sabiduría - el componente intelectual;
en estatura – el componente físico; en gracia para con Dios – el
componente espiritual; y en gracia con los hombres – el componente
social (Lucas 2:52). A través de Su crecimiento en estas diferentes
áreas, demostró el desarrollo de la vida. Debemos madurar y
desarrollar las capacidades que nos fueron dadas por Dios – todas, no
solamente las espirituales. “Ese es el principio 220: Estoy
crucificado con Cristo”.

Nota que vivir por Cristo involucra todas las áreas de nuestra vida,
además del componente espiritual. Jesús es el Señor de todas las
cosas (Colosenses 1:15, 17); por lo tanto, quiere que seamos como Él
en las áreas intelectual, física, social y emocional, como también en el
área espiritual. Esto es verdadero crecimiento.

Imagino cómo te sentirías si al tomar el periódico temprano de


mañana y leyeses el siguiente titular: Los jóvenes adventistas del
séptimo día tienen el más elevado índice de crecimiento personal. EL
consumo de drogas y de bebidas alcohólicas disminuyó
acentuadamente en la sociedad. Hubo una mejoría en la salud de
toda una generación. Los asuntos espirituales fueron aclarados. EL CI
de ellas está muy por sobre el promedio general”.

¡Nada mal para comenzar”. Sin embargo, antes de descartar la


posibilidad de ver ese titular en tu periódico, considera lo siguiente: El
único límite impuesto al poder de Dios somos nosotros.

A continuación encuentras algunos pensamientos sobre crecimiento:


El crecimiento espiritual depende de tiempo.

Tu salvación no fue solamente milagrosa, sino que fue instantánea.


Durante los años de mi ministerio, he visto alcohólicos, viciados en
drogas, y prostitutas siendo salvos en segundos. He visto
casamientos y hogares siendo restaurados en un abrir y cerrar de
ojos. ¡Gloria a Dios por esos momentos! Con Él todas las cosas son
posibles. Pero no es así que sucede con el crecimiento espiritual.

Escuché personas diciendo: “Dios está haciendo hoy un trabajo


rápido”. Eso no es verdad y nunca lo será. Dios hasta puede estar hoy
salvando rápidamente, sin embargo, el trabajo de madurez es lento.
Una planta cualquiera puede crecer en algunas semanas; pero, un
árbol madura después de varios años de sol, viento, lluvia y
tempestades. ¿Con cuál de los dos preferirías que sea comparada tu
vida cristiana?

Lleva tiempo. Sí, parece que todo eso es teoría; pero lo importante es
recordar este hecho: Lleva tiempo. Por lo tanto, ten coraje y enfrenta
todo el tiempo que parece estar demorando para alcanzar la madurez
en el Señor. Su trabajo en nuestras vidas es un proceso. Como el
apóstol Pablo escribió: “Estando persuadido en esto, que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo”, Filipenses 1:6.

Cuando un joven tiene 15 años, piensa que dispone de todo el tiempo


del mundo. Después se da cuenta que no es así porque el tiempo
pasa volando. Por eso Salomón aconsejó: “Alégrate joven en tu
juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y
anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero
sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios”. Eclesiastés 11:9.

Lo que quiere decirte es que debes vivir tu edad responsablemente,


porque somos jóvenes solo una vez en la vida. ¡Ahora es el tiempo!
“Ese es el principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

El crecimiento espiritual depende del enfoque.

Hebreos 12 dice que debemos mirar firmemente a Jesús, el Autor y


Consumador de nuestra fe. Este enfoque es esencial. Las personas
que miran las circunstancias buscando una dirección o inspiración, no
encuentran nada que las sustente; pero aquellos que miran a Jesús,
se mantienen productivos y continúan creciendo.

Los jugadores de básquetbol, voleibol o incluso fútbol, saben que los


entrenadores están siempre gritando: “¡Mira la pelota! Tú no logras
acertar un gol si no ves la pelota. No puedes tomarla si no mantienes
los ojos fijos en ella. No se puede ser un buen atleta sin enfoque. De
la misma forma, manteniendo tus ojos con el enfoque en Cristo como
el objetivo de tu vida, siempre serás un vencedor. Por favor, recuerda
que incluso el sufrimiento puede ser parte de ese proceso. La
Escritura dice que Jesús aprendió la obediencia a través de los
padecimientos que sufrió, (Hebreos 5:8) “Ese es el principio 220:
Estoy crucificado con Cristo”.

El crecimiento espiritual depende de la experiencia.

Pedro escuchó las palabras de Jesús cuando dijo “porque separados


de mi nada podéis hacer”. Juan 15:5. Sin embargo, tuvo que aprender
a través de una amarga experiencia el sentido literal de aquella frase.
Hasta ese día, creía que era fuerte, creía que era leal, creía que era
capaz de permanecer fiel a su Maestro a través de su propia fuerza e
integridad; pero, aprendió a través de esa triste experiencia de
fracaso cuánto necesitaba confiar más en el Salvador.

Sabiendo de eso, Jesús le dio la siguiente tarea: “Y tú, una vez vuelto,
confirma a tus hermanos”. Lucas 22:32.

Probablemente ya escuchaste lo siguiente: “La vida cristiana no es


difícil, es imposible”. Piensa en esta frase por un momento. No
puedes vivir la vida de Dios sin la vida de Dios. Necesitas llegar a la
conclusión, que nunca cambiarás sin el Señor.

Las palabras del apóstol Pablo que son la base del principio 220, son
bien conocidas, pero no dejes que eso aparte el significado de ellas
en tu vida: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mi”,
Gálatas 2:20. “Ese es el principio 220: Estoy crucificado con
Cristo”.

El crecimiento en la fe y el crecimiento en el Señor, son tanto


graduales como sobrenaturales… entonces, ¡no desistas! ¡Cristo vive
en ti! ¡Vive por Jesús!;

El crecimiento espiritual depende de la actitud.

La razón por la cual algunas personas nunca crecen y nunca cambian,


es que nunca mudan sus actitudes del diario vivir. Esas personas
realmente nunca aprenden nada. Es por eso que los niños de Israel
pasaron 40 años caminando en círculo por el desierto. Pasaron por las
mismas viejas piedras, por los mismos árboles desgastados durante
cuatro décadas hasta fallecer toda una generación.

Ya escuchaste decir: ¡“Pasamos por eso una vez, otra vez y otra vez”!
Siempre será lo mismo hasta que esas personas no cambien sus
actitudes y apreciaciones sobre la persona de Dios y recurran a Él.

Son necesarios dos elementos para mantener la vida en equilibrio:


Paz y presión. Cuando estás muy cómodo, el Señor puede agitarte un
poco; pero cuando estás bajo presión, procurará un tiempo de
descanso para ti. David entendió eso cuando oró: “Has escudriñado
mi andar y mi reposo; y todos mis caminos te son conocidos”. Salmo
139:3.

Cualquiera sea la situación por la cual estés pasando, recuerda:


“Estás creciendo”. “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8.

Conclusión:

No olvides que vivir es crecer. En el momento que dejas de crecer,


comienzas a morir.
La última recomendación del apóstol Pedro a sus lectores, fue:
“Creced en la gracias y en el conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo”.

Desde la perspectiva de Dios, cuando Pedro habla de crecer “en el


conocimiento” de Jesús, el nombre del juego no es conocimiento, es
obediencia activa. Lo que importa, no es la cantidad de verdad que
está en tu mente, sino cómo – en qué proporción – está en tu vida.

Hebreos 5:13-14 muestra la diferencia entre los niños sin experiencia


y los adultos, “… para los que por el uso tienen los sentidos
ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.

Queridos, Dios no se impresiona con todo lo que se (con mi intelecto)


sobre Su Palabra; Él quiere saber cuán semejante a Cristo me torno
cada día. En el reino espiritual, lo opuesto de la ignorancia no es
conocimiento: Es la Obediencia. Ese es un proceso que lleva tiempo,
depende del enfoque, la experiencia y la actitud.

Un niño preguntó a su padre – “¿Por qué los adultos dejan de crecer?”

Si deseas vivir por Jesús, no puedes dejar de crecer en la caminata


para el cielo. Dios te ama como eres, pero se rehúsa a dejarte como
estás. Él quiere que crezcas “para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, a que él sea el primogénito entre muchos
hermanos”, Romanos 8:29, “y revestido del nuevo, el cual conforme a
la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno” Colosenses 3:10.

Poniendo en práctica:

- Las raíces fuertes estabilizan el crecimiento. Si esto es verdad para


los árboles, con certeza es crucial para los cristianos. Profundiza tus
raíces hoy, usando una hora en la lectura y estudio de la Biblia;
después, escribe el pensamiento central o alguna promesa que te
fortaleció.
SÁBADO – VIVIR POR JESÚS ES VIVIR PENSANDO EN EL CIELO

“Ese es el principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni
han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado
para los que le aman”. 1 Corintios 2:9.

Las personas dicen: “Todo lo bueno, un día acaba”, pero eso no es


verdad, de hecho, las mejores cosas nunca acaban. El cielo, nuestro
futuro hogar, es una bendición que durará por la eternidad.

Nunca acabará nuestro compañerismo con el Señor.

Nunca acabará nuestro placer de estar con los otros.

Nunca acabarán nuestra alegría y el gozo del corazón.

Nunca acabará nuestro servicio para el Rey de reyes.

Nunca, nunca acabará el entusiasmo y la aventura de explorar


el esplendor y la belleza nunca imaginados de nuestro nuevo hogar.

Así como muchas cosas de valor espiritual durable, el concepto del


cielo es burlado y distorsionado por nuestra cultura. Juntamos todo
eso con bromas sobre San Pedro, y lo imaginamos flotando entre
nubes blancas, con ángeles y personas usando túnicas blancas en
derredor. Pero Jesús nos ofreció esas enseñanzas desde otra
perspectiva. Él proclamó el cielo como un lugar real y prometió a Sus
discípulos: “No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed
también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis”. Juan 14:1-3.

El lugar que nuestro Señor preparó es mucho más espléndido que


cualquier otro lugar donde nuestra familia – o cualquier familia – ya
vivió en la tierra. Las Escrituras hablan sobre calles de oro, portones
de perlas y paredes de jaspe con brillantes, que reflejan los colores
del arco iris. Los más hermosos paisajes terrestres – altas montañas,
mares impetuosos, grandes campos de trigo dorado siendo
balanceados con el viento – son solo sombras de lo que será el cielo.

El apóstol Juan celebra tales maravillas en los dos últimos capítulos de


la Biblia. Cuando lees sobre lo que los otros discípulos dijeron sobre
ella, percibes que estaban luchando para expresar todo eso en
palabras. Sin embargo, el corazón de todas las maravillas del cielo, es
Jesús. Él estará allá en la casa de nuestro Padre y espera por nosotros
desde ya, es más, desde ahora, desde este mismo instante.

Hay una música hermosa que expresa lo siguiente: “El cielo es Jesús y
donde Él esté, el cielo será allí”. Sin Él, realmente los esplendores
serían solamente paisajes vacíos.

El deseo más profundo de mi corazón es que mi familia esté junta en


el cielo por la eternidad. ¿No es ese tu deseo también?

Supongo que escuchaste alguna crítica diciendo que “alguien piensa


mucho en el cielo, para tener algunos bienes en la tierra”. Pero pienso
que ese no es nuestro problema en los días de hoy, porque pensamos
mucho en la tierra, perdiendo de esta manera, las bendiciones del
cielo.

Nuestras mentes se preocupan mucho con lo pasajero; nos


preocupamos con cosas que en nuestra larga caminata de la vida, no
tienen importancia; por eso, perdemos nuestra perspectiva y
aparentemente, nuestro camino.

Te recomiendo que desarrolles el hábito de pensar en el cielo. ¿Te has


encontrado en algún momento esperando ansiosamente un viaje, o
tus vacaciones? Sólo de pensar a dónde irás, lo que harás, o con
quién estarás, alivia y anima grandemente tu corazón, ¿cierto?, y
también puede ayudarte a superar alguno de los momentos difíciles
por los que estés pasando; esos pensamientos pueden darte esa
pequeña vislumbre de lo que está por venir.

¿Por qué sería diferente con el cielo?

El cielo es un lugar real, como también, es el verdadero destino de


todos aquellos que fueron comprados con la sangre de Cristo. Jesús
hizo nuestra reserva personalmente y ya está allá, preparando
nuestras acomodaciones en esas mansiones bellísimas. ¿Puedes
imaginar ese cuadro? Nuestra estadía en el cielo no pasará rápido
como sucede con las bellas vacaciones terrenales; pues viviremos allá
por siempre.

Teniendo eso en mente, intenta recordar algunas situaciones o cosas,


sobre cómo mantener el cielo en vista como una forma de mudar tu
vida.

Pensar en el cielo te hará recordar de personas que amas.

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y


con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las
nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor”. 1 Tesalonicenses 4:16-17.

Pensar en el cielo te apartará de la vida carnal.

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque


habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo
terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas,
malos deseos y avaricias, que es idolatría” 1 Tesalonicenses 4:16,17.

Pensar en el cielo traerá alegría a tu corazón.

“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de


mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” Salmo 23:6.

Pensar en el cielo te ayudará a preservar y honrar tus


compromisos.

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la


fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me
dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a
todos los que aman su venida” 2 Timoteo 4:7-8.

Pensar en cielo te recordará dónde invertir tiempo, talentos y


tesoros.

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen


y donde ladrones minan y hurtan; sino, haceos tesoros en el cielo,
donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni
hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón”. Mateo 6:19-21.
Pensar en el cielo te traerá paz, no importa cuán horribles
sean las circunstancias aquí.

“Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de


vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros
una mejor y perdurable herencia en los cielos” Hebreos 10:34.

Pensar en el cielo y sus recompensas moldearán tus


prioridades.

“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” Mateo 19:21.

Pensar en las bellezas y alegrías del cielo nos da algo para


esperar ansiosamente.

“Después me mostró un río limpio de aguas de vida, resplandeciente


como un cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio
de la calle de la ciudad, y a uno y a otro lado del río, estaba el árbol
de la vida, que produce doce frutos; y las hojas del árbol eran para
sanidad de las naciones… No habrá allí más noche; y no tienen
necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol, porque Dios el Señor
los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos” Apocalipsis 22:
1,2 y 5.

Pensar en el cielo puede sustentarte frente a un gran


sufrimiento o la sombra de muerte.

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida


está cercano… Y el Señor me librará de toda obra mala, y me
preservará para su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de
los siglos. Amén” 2 Timoteo 4:6 y 18.

Conclusión:

Jesús te invita hoy a escoger tener una vida plena de poder.


Solamente Él es capaz de dar la garantía de buena cosecha para que
lo ames de todo corazón. Al obedecer Su Palabra te comprometes con
el Creador, aprendes a lidiar con las tentaciones y creces fuerte como
cristiano para vivir pensando en el cielo.

“Ese es el Principio 220: Estoy crucificado con Cristo”.

Que este principio actúe en tu vida, permitiendo que Cristo y


solamente Cristo, sea el Agente transformador de tu carácter, a
través de una vida dedicada a la comunión, guiada en el servicio y la
misión de salvar a las personas del pecado.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive


Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mi” Gálatas
2:20.

Poniendo en práctica:

- Lo que amas controla tus pensamientos y consecuentemente tus


acciones. Espero que pienses diaria y continuamente en el cielo,
porque levantará tu vista y elevará tu enfoque de vida. ¡Ese es mi
deseo y oración diaria!

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