Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Ángel González
Ángel González A Todo Amor
Página 1
Ángel González A Todo Amor
...desde su primer libro, brotando del contraste rudo entre el perdido <<acariciado mundo>> y la faz
severa del <<áspero mundo>> de la edad adulta, la poesía de Ángel González discurre firme y
resignada por las sendas de lo efímero que se querría eterno, y, así, es la fiel a la eternidad inventada
del amor y de la convivencia solidaria. Véase esto en el poema Ya nada ahora con que concluye esta
antología. En un mundo que aparece desolado, en una realidad que es perecedera, con un tiempo
que corroe sin cesar toda la ilusión, es meritorio que sólo el amor establezca oasis de felicidad válida
y verdadera, situados fuera del decurso voraz de los días>>
Emilio Alarcos Llorach.
Ángel González (Oviedo, 1925) fue premio Príncipe de Asturias de las Letras (1985) y Premio
Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996); en enero de este año fue elegido miembro de la Real
Academia Española.
Página 2
Ángel González A Todo Amor
1. MUERTE EN EL OLVIDO
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...
Página 3
Ángel González A Todo Amor
2.
Página 4
Ángel González A Todo Amor
3.
Página 5
Ángel González A Todo Amor
4.
Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz -cualquiera...
Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo este amor que crece y no se muere,
bajo este amor que sigue y nunca acaba.
Página 6
Ángel González A Todo Amor
5. FINAL
Página 7
Ángel González A Todo Amor
6.
Página 8
Ángel González A Todo Amor
7.
Página 9
Ángel González A Todo Amor
8.
Página 10
Ángel González A Todo Amor
9. GEOGRAFÍA HUMANA
Página 11
Ángel González A Todo Amor
10.
Página 12
Ángel González A Todo Amor
11.
Página 13
Ángel González A Todo Amor
12. BOSQUE
Página 14
Ángel González A Todo Amor
13.
Página 15
Ángel González A Todo Amor
14. JARDÍN
¿Qué interroga
el girasol más alto sobre
las rosas?
¡Mudo
espanto del jazmín! Las ampulosas
dalias retuercen su violenta
envidia. Una begonia
extiende al sol la palma verde
de su mano. Viva, ojerosa
flor: el pensamiento.
Pero tú cortas
un clavel.
Los alhelíes
recobraron su aroma.
Página 16
Ángel González A Todo Amor
15.
Apoyas la mano
en un árbol. Las hormigas
tropiezan con ella y se detienen,
dan la vuelta, vacilan.
Es dulce tu mano. La corteza
del abedul también es dulce: dulcísima.
Una agridulce plata otoñal sube
desde su raíz honda hacia ti misma.
Mojada por la luz sucia y filtrada,
peinada fríamente por la brisa,
te estás quedando así: cada momento
más sola, más pura, más concisa.
Página 17
Ángel González A Todo Amor
16. LA LLUVIA
Página 18
Ángel González A Todo Amor
17.
Página 19
Ángel González A Todo Amor
18.
Página 20
Ángel González A Todo Amor
19. CIUDAD
Página 21
Ángel González A Todo Amor
A veces,
mi egoísmo me llena
de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido
hermano y parigual en la desgracia.
Página 22
Ángel González A Todo Amor
¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez. Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.
Página 23
Ángel González A Todo Amor
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro:
pongo tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
Página 24
Ángel González A Todo Amor
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)
Página 25
Ángel González A Todo Amor
Página 26
Ángel González A Todo Amor
24. EN TI ME QUEDO
Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente la distancia que separa Tokio de
Copenhague,
pero con más rapidez todavía
me desplazo yo a un punto situado a diez centímetros de mí mismo,
deprisa,
muy deprisa,
en un abrir y cerrar de ojos,
Página 27
Ángel González A Todo Amor
Así, en ti me quedo,
paseo largamente tus brazos y tus piernas,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descanso en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende –imposible- detrás de tu sonrisa.
Página 28
Ángel González A Todo Amor
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas, implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y Ilenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
Página 29
Ángel González A Todo Amor
Página 30
Ángel González A Todo Amor
Página 31
Ángel González A Todo Amor
Página 32
Ángel González A Todo Amor
Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rímel?
-Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.
Página 33
Ángel González A Todo Amor
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.
Página 34
Ángel González A Todo Amor
Desearía mirarme
con las pupilas duras de aquel que más me odia,
para que así el desprecio
destruya los despojos
de todo lo que nunca enterrará el olvido.
Página 35
Ángel González A Todo Amor
Página 36
Ángel González A Todo Amor
33. HOY
Página 37
Ángel González A Todo Amor
Amo el campus
universitario,
sin cabras,
con muchachas
que pax pacem
en latín,
que meriendan
pas pasa pan
con chocolate
en griego,
que saben lenguas vivas
y se dejan besar
en el crepúsculo
(también en las rodillas)
y usan
la coca cola como anticonceptivo.
inútilmente.
Página 38
Ángel González A Todo Amor
puros
no prevalecerán
serán más ruina
absortos en si mismos
y sólo erguidos quedarán intactos
todavía más brillantes
ignorantes de sí
esos gestos de amor...
sin ver más nada.
Página 39
Ángel González A Todo Amor
A mano amada.
cuando la noche impone su costumbre de insomnio,
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
Página 40
Ángel González A Todo Amor
Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.
Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.
Página 41
Ángel González A Todo Amor
37. CALAMBUR
Página 42
Ángel González A Todo Amor
II
Página 43
Ángel González A Todo Amor
39. COLEGIALA
De besos y abrazos
no nacen muchachos,
pero tocan a vísperas.
¡Aire! ¡Aire!
(El viento frío y azul la tarde.)
Dicen
que te dejas besar en los portales
y abrazar la cintura.
¡Aire! ¡Aire!
Me callaré tu nombre,
pero escucha:
de besos y abrazos
no nacen muchachos,
Página 44
Ángel González A Todo Amor
¿Cómo
solar tan diminuto
puede ser compartido
por una población tan numerosa?
Página 45
Ángel González A Todo Amor
Anillado
como un mono doméstico,
salté de cama en cama.
Página 46
Ángel González A Todo Amor
42. CARTA
Amor mío:
el tiempo turbulento pasó por mi corazón
igual que, durante una tormenta, un río pasa bajo un puente:
rumoroso, incesante, lleva lejos
hojas y peces muertos,
fragmentos desteñidos del paisaje,
agonizantes restos de la vida.
Ahora,
todo ya aguas abajo
-luz distinta y silencio-,
quedan sólo los ecos de aquel fragor distante,
un aroma impreciso a cortezas podridas,
y tu imagen entera, inconmovible,
tercamente aferrada
-como la rama grande
que el viento desgajó de un viejo tronco-
a la borrosa orilla de mi vida.
Página 47
Ángel González A Todo Amor
Página 48
Ángel González A Todo Amor
44. EN SERIO
Te llamábamos
a veces por tu nombre
para decirte lo que nos dolía,
para pedirte cosas,
para quejamos
del frío
-como si fueses responsable del invierno-
o para preguntarte, suspicaces,
en dónde habías guardado esto o lo otro.
Pero
¿qué te dimos realmente?
¿Qué hubiéramos podido haberte dado a ti, que no pedías,
que parecías no necesitar nada
más que estuviéramos allí, llamándote
a veces por tu nombre,
para pedirte siempre:
-danos, danos?
Acaso amor,
esa palabra impronunciable, impura.
Página 49
Ángel González A Todo Amor
Página 50
Ángel González A Todo Amor
podrá evitarlo:
exento, libre,
Página 51
Ángel González A Todo Amor
ÍNDICE
Página 52