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JESUS DIOS

Por Carlos Mauricio Iriarte


carlosmauricioiriarte@yahoo.com

Sobre Jesús se ha escrito de todo. Sobre Jesús se ha escrito más que sobre
cualquier ser humano. Es más, si hoy desaparecieran por completo todos los
ejemplares de La Biblia (supuesto absolutamente imposible de ocurrir),
podría reconstruirse fácilmente su vida y obra a partir de las citas que de ella
y de Jesús se han hecho en millones de libros de todo tipo en todas las
naciones del mundo. De Jesús se ha dicho, también, toda suerte de
mentiras, babosadas, disparates, calumnias, injurias y ofensas tales como
que fue un comunista, un socialista, un revolucionario, un blasfemo, un
político, un humanista, un simple profeta, un hijo ilegítimo de María, un
pecador, un iluminado, un guerrillero, un hombre casado o con hijos o
ambos, un charlatán, un impostor y tantas otras cosas que a veces a uno lo
llenan de enojo pero a las cuales El responde con su perdón amoroso, con la
sola condición de confesarlo y arrepentirse: “Todo pecado y blasfemia se
perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será
perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le
perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni
en este mundo ni en el otro.” (Mateo 12, 31). En la época en que vivió entre
nosotros como ser humano también se le endilgaban muchas barbaridades
como la acusación de que El era satánico (!), la cual encontramos en Mateo
12, 24. Por eso, a mi no me asombra nada de lo que se diga para
simplemente “interpretar”, desfigurar o atacar a Jesús, pero es necesario
también que la gente conozca al Jesús de la Verdad, al Jesús del infinito Amor
que lo llevó a hacerse hombre, aún siendo Dios, con el sólo fin de llevarnos
cariñosamente de Su Mano al lugar que tiene dispuesto para nosotros.
Los que hemos tenido un encuentro y una relación personal con El podemos
decir que Su hermosa presencia en la vida de cualquier hombre es capaz de
transformarlo poderosamente, de restaurar su existencia, de curar las
heridas de su corazón, de liberar su vida de la cautividad, de arreglar su
matrimonio, de cambiar radicalmente su manera de pensar, de prosperar su
vida, de sanar todas sus dolencias y de hacerlo feliz. Eso sólo puede ser
hecho por Dios. Y Jesús es Dios. Es el mismo Dios hecho carne. En Juan 1 se
lee: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la
Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y
sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era
la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
vencieron... Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y
hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad”.
Jesús es el mismo Jehová o Jahveh, el mismo Dios de Abraham, de Isaac, de
Jacob, de Moisés. Cuando Dios se le apareció a Moisés en forma de fuego en
medio de la zarza ardiendo que no se consumía tuvieron este diálogo:
“Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de
vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es
su nombre?", ¿qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo Soy el que Soy.»
Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo Soy" me ha enviado a vosotros.»
Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahveh, el Dios de
vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me
ha enviado a vosotros…”
En los evangelios encontramos al propio Jesús diciendo “Yo soy el mismo
Dios” o “Yo soy Jehová (o Jahveh)”, por medio de frases suyas muy
contundentes que dejaron claro que El es el Cristo, el Mesías, el Señor y Dios
nuestro, el Gran “Yo Soy”, y que se entendieron muy bien en la época.
Además, fue protagonista El de la más portentosa prueba de su Deidad
Eterna: Su Resurrección!
En el diálogo precioso con la mujer samaritana ella le dice: “sé que va a
venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo”.
Jesús le contestó simplemente: “Yo soy, el que te está hablando”. También
en el juicio que se le hizo por las autoridades judías El lo dijo abiertamente al
contestar la pregunta directa del sumo sacerdote de si era el Cristo. Jesús
sencillamente le respondió “«Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado
a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo». En estas palabras
pronunciadas por El no solamente está declarando que es el Cristo tan
esperado por los Judíos sino que también está usando el santísimo nombre
propio que El mismo le había dado a Moisés, el nombre de “YO SOY”.
Tal vez las palabras más contundentes acerca de su identidad Divina se
encuentran en Juan 8: “Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues
dice: "Adonde yo voy, vosotros no podéis ir?» El les decía: «Vosotros sois de
abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis
que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién
eres tú?» Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo.
Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha enviado es
veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron
que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al
Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi
propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que
hablo”.
En otra parte, Jesús aparece perdonando los pecados de un hombre y
curándolo de una penosa aflicción en un acto que sólo puede hacer Dios: “En
esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de
ellos, dijo al paralítico: «¡ Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados.» Pero
he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Este está blasfemando».
Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros
corazones? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o
decir: "Levántate y anda"? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene
en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al paralítico -:
"Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".» El se levantó y se fue a su
casa” (Mateo 9, 2 a 7).
Podría traer muchos más ejemplos de las propias palabras de Jesús,
presentándose al mundo como Dios pero creo que son suficientes las que he
citado.
Por otro lado, un hecho íntimamente ligado a Su Ser Todopoderoso es la
resurrección. Sobre ello también se han inventado muchas falsas teorías
incluida la del descubrimiento de sus restos. Se han escrito y dicho muchas
diatribas y mentiras, pero la resurrección de Jesús ha permanecido como una
de las verdades más referenciadas, documentadas y probadas de la historia.
La Verdad sobre ello también está consignada en la Biblia: “El primer día de
la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que
habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del
sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían
que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con
vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a
tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No
está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en
Galilea, diciendo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en
manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. "» Y ellas
recordaron sus palabras” (Lucas 24, 1 a 8).
Este es el Jesús que debe importarnos. Este es el Jesús que El mismo quiso
presentar con todo lo que hizo y dijo. El tuvo un solo propósito para hacerse
carne y habitar entre nosotros, para morir en esa cruz del Calvario por mi y
por usted, en el lugar mío y en el suyo y para resucitar de entre los muertos:
SALVARNOS!! Estuvo aquí, brillando con una luz indescriptible e irrepetible
con el único fin de ir a esa horrible cruz de madera para pagar por todo lo
que hemos hecho contra El. El, que no pecó, murió como el peor pecador,
pues decidió por sí mismo remplazarnos a mi y a usted, quienes somos los
que merecemos esa muerte por nuestras ofensas contra EL. Dio su propia
vida en un acto de Amor sublime y eterno por usted y por mí.
El no tuvo móviles políticos pues desechó ser Rey legal de la Nación Judía
aun siendo verdadero heredero del trono de Israel, pues descendía
directamente de David por parte de María y de José y aun teniendo la
oportunidad política más preciosa de convertirse en tal, al momento de
entrar a Jerusalén montado en el pollino cuando fue alabado y aclamado por
todo el pueblo. Nunca se enfrentó al régimen imperial romano pues la
libertad que pregonaba no era la política sino la espiritual y además dejó en
claro que se debía dar al César lo que era de el. Mucho menos fue socialista
o comunista pues nunca pregonó que los “medios e instrumentos de
producción pasaran a propiedad del estado” o nada parecido. No fundó
ningún partido ni perteneció a ninguno (El de los Zelotes fue fundado más de
30 años después de su muerte en la cruz y no como dicen muchos por Judas
El Galileo). Tampoco fue un simple profeta ni un puro humanista. Lo
interesante con Jesús es que se debe tomar una decisión siempre frente a El.
O se le reconoce como Señor y Salvador de nuestra vida, como Dios y Rey
para que gobierne nuestro corazón o se le desecha como alguien sin
importancia, parecido al loco de la esquina que también ha pregonado que
es Dios! El dijo “El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge
conmigo, desparrama”. Con El no hay puntos intermedios. Nadie puede
decir que El fue simplemente una persona de bien o sólo un profeta o un
buen político o un buen pensador o un gran filósofo o un humanista, pues
esas categorías no pueden detentarlas una persona que mintió al decir que
era el Cristo, que era el Mesías, el mismo Dios creador del cielo y de la tierra
hecho carne con el fin de dar vida eterna a quien en El confíe. Si una
persona es capaz de decir tremendas cosas sin que ellas sean ciertas, esa
persona puede ser un loco, un esquizofrénico, un desquiciado, un hombre
con problemas mentales serios. Un hombre de esas características no puede
ser un político o un profeta o un gran pensador o un humanista!
Ahora bien, si Jesús es quien dice ser, si El es Dios como ciertamente lo es,
no le parece que lo más lógico y lo mejor para usted sería entregarle su vida,
dejarlo entrar en su corazón como su Unico y Suficiente Dios, como Dios
resucitado y vivo, aceptando el regalo maravilloso de la vida eterna que El le
ofrece diariamente y arrepintiéndose de todo lo que ha hecho usted que le
desagrada a El? Pregúntese allá en su aposento, a solas, si su vida ha valido
la pena, si su vida tiene sentido, si su vida tiene propósito, si usted
realmente es feliz. Si alguna de esas respuestas es no, atrévase a hacer algo
diferente, atrévase a ensayar a Jesús! Usted seguramente ha probado con
muchas cosas y no le han funcionado. Seguramente usted ha recorrido todos
los caminos desviados y ellos no lo han llevado a ser feliz. Jesús es el único
camino, la única verdad y la única vida y nadie llega al Padre sino a través de
El. Jesús no es una manera de vivir sino la única manera de vivir!
Aproveche este tiempo para reconocer a Jesús como su Salvador personal.
Usted No necesita fórmulas solemnes o formales. No necesita un sitio
determinado, lo puede hacer donde quiera. No es un asunto de religión pues
la religión no salva. La Biblia dice que quien confesare con su boca que Jesús
es el Señor y creyere en su corazón que Dios le resucitó de entre los muertos
será salvo. Lo que El quiere es sencillamente que usted le diga con sus
propias palabras que acepta a Jesús como Señor y que en su corazón crea
que Jesús resucitó y que vive para siempre y que usted lo deja entrar en su
corazón y en su vida para que la restaure y la cambie, arrepintiéndose de sus
pecados. Si no lo ha hecho aun, atrévase a hacerlo con sinceridad y conozca
ese Jesús que está siempre dispuesto a hacer cosas maravillosas y
milagrosas en su vida, a ese Jesús que tiene para usted cosas que ningún ojo
ha visto, ni ningún oído ha escuchado ni ninguna mente ha concebido y que
serán suyas con la sola condición de que le ame sobre todas las cosas. Si lo
quiere hacer ya mismo, sólo dígale a EL, en voz audible, la siguiente oración:
“Maravilloso Jesús: Te acepto en mi corazón como mi Señor y Salvador, como
mi único Dios resucitado y vivo. Acepto, Jesús, el regalo hermoso de la vida
eterna que me ofreces. Me rindo a ti. Confieso con mis labios que Tú eres el
Señor y creo en mi corazón que Dios te levantó de entre los muertos. Me
someto a Tu Palabra y te pido que gobiernes de ahora en adelante mi vida.
Me arrepiento con sinceridad de todos mis pecados, de todo lo que he hecho
contra ti, de todo lo que he hecho que te desagrada. Gracias por tu perdón y
tu perfecto Amor. En el nombre poderoso de Jesús. Amen”.

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