Sie sind auf Seite 1von 3

INFORME ESPECIAL

ALGUIEN VIO MI DESEO SEXUAL?


TU LIBIDO PUEDE SER UNA CRIATURA ESCURRIDIZA O INCLUSIVE ELUSIVA POR COMPLETO.
WH INVESTIGÓ DEBAJO DE LAS SÁBANAS PARA BUSCAR PISTAS ACERCA DE DÓNDE PUEDE ESTAR OCULTO TU
DESEO.

Todas queremos ser “esa mujer”, al menos por una noche: una pequeña salvaje sexual capaz de agarrar a su chico en el medio
de un cóctel para tener sexo exprés en el guardarropas o la que prueba con pasión cada una de las 69 posiciones amatorias. Pero
inclusive, aunque llegues a ser una auténtica comehombres, puede suceder que tu libido esté tan álgida como la de una osa panda.
O tal vez tu deseo siempre fue un poco lánguido y sin mucha iniciativa para la acción. De cualquier manera, no estás sola. Muchas
mujeres tienen bajo deseo sexual a menudo o en alguna etapa de sus vidas. En un reciente estudio publicado en los Archives of
Internal Medicine de Estados Unidos, más de un tercio de las entrevistadas admitió experimentar bajo deseo sexual en el mes
previo a la consulta. Mientras que los hombres pueden estallar con el Viagra (qué afortunados), las mujeres no pueden arreglar
rápidamente su deseo sexual con una píldora mágica. Nosotras necesitamos más que un potente influjo de sangre en nuestras
zonas erógenas.
Pero no son todas malas noticias: los especialistas insisten en que una vez que identificás las posibles causas del descenso en
tu libido, podés comenzar a buscar una solución. “El placer sexual alimenta el deseo y condiciona su búsqueda”, señala la
psicóloga Diana Resnicoff, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y coautora del libro Sexo, mujer y fin
de siglo. “A veces la pérdida del apetito sexual es solo temporal y obedece a causas o problemas que una vez resueltos permiten
que reaparezca; otras veces funciona como un indicador de pérdida de interés o de afecto”.
Para ayudar a que te reconectes con tu lado más desenfadado, aquí te ofrecemos las experiencias de mujeres que luchan por
sacar su deseo del estado de hibernación y también te ofrecemos los consejos de especialistas en el tema. Puede ser que esta
nota no te convierta en un tipo de mujer capaz de hacer una pausa en su jornada laboral para entregarse a un apresurado juego
erótico con su compañero, pero los siguientes testimonios y apreciaciones sobre el tema quizá te ayuden a estar más dispuesta a
gozar de tu sexualidad.

La confianza es el mejor afrodisíaco


Para los muchachos parece ser más fácil cuando llega el despertar sexual: simplemente se encienden, el cerebro se apaga y el
pene se encarga. Entonces, el disfrute sobreviene. Sin embargo, para la mayoría de las mujeres, es más complejo. Para sentir algo
de deseo, nuestra cabeza tiene que estar metida a full en el juego.
Ahora, imaginate que estás ocupada tratando de que tu deseo haga ebullición, pero tu cerebro –uno de los factores principales en
la tarea– no para de analizar, preocuparse y planificar. Para Laura (27) ese tipo de estado de ansiedad la dejó con “cero impulso
sexual”. Después de trabajar 12 horas por día en una agencia de publicidad en Buenos Aires, llega a su casa cansada y también
algo preocupada por su vida sexual. “Estoy siempre estresada por mi trabajo, inclusive tengo pesadillas”, dice. Al margen de las
preocupaciones laborales, Laura se describe a sí misma como una persona muy ansiosa, una perfeccionista insaciable que está
siempre preocupada por la lista de cosas pendientes por hacer.
Aunque lo obvio sería decirle que se relaje y se entregue a una sesión de sexo frenético, sabemos que el deseo no se puede
programar a voluntad. Para Laura, el sexo es solo un ítem más del que preocuparse. “Tengo sexo porque sé que es importante para
la relación, pero nunca me dan ganas”, se sincera. Describe a su novio, con el que sale desde hace un año y medio, como un
hombre dulce que la contiene y que entiende que ella no es exactamente el tipo de chica que haría el baile del caño. Además, él
sale a trabajar a las 6 de la mañana y la mayoría de las veces no regresa a casa hasta la medianoche, después de que ella ya está
dormida. “La presión de tener sexo, o la culpa por no tener ganas, no está porque, logísticamente, no podemos hacerlo muy
seguido; solo dos o tres veces al mes”.
Por otra parte, cuando Laura está sola y se hace tiempo para un poco de autoerotismo pasa algo totalmente diferente. “Me
encuentro de mejor humor”, afirma. “Puedo despejar mi cabeza, relajarme y entregarme totalmente a eso”.
De acuerdo a los expertos, si una mujer se masturba regularmente, esto no implica que su deseo por su partenaire haya
menguado, pero puede significar falta de confianza en el otro con quien se comparte la experiencia sexual. “La confianza mutua es
un requisito fundamental para la entrega a la hora del sexo. Si falta, la mujer se coloca a la defensiva o directamente evita
activamente el coito y la intimidad”, sostiene el sexólogo Alberto Nagelberg, integrante del Grupo de Reproducción Humana del
Hospital Carlos Durand y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Andrología.
Por su parte, Resnicoff considera que las causas por las que una mujer puede no disfrutar de la experiencia sexual con su compañero
son diversas: “A veces nos da vergüenza pedir que nos acaricien determinadas zonas del cuerpo, podemos estar con alguien que no
necesariamente nos atrae sexualmente, nuestra manera de hacer el amor nos resulta estereotipada y aburrida y no nos divertimos, o la
estimulación que recibimos no es la que buscamos”.
Para muchas, también, el miedo a la intimidad con un varón puede provenir de experiencias sexuales tempranas cargadas de
angustia, dolor emocional o inclusive físico. Por ejemplo, los problemas de Laura se remontan a la experiencia que tuvo con un
novio del secundario. “En los cuatro años que estuvimos juntos, siempre pensé que él me engañaba”, recuerda. “Me sentía
insegura, tímida, tenía la sensación de que él siempre podía estar mejor en cualquier otro lugar”.
Luego, en la universidad, tuvo una relación con un compañero que hacía todo para agradarla. El único problema era que él
quería tener sexo por la mañana y por la noche, y Laura creía que se sentiría mal cuando lo rechazara. Por la misma época, ella
comenzó a tomar medicación para la ansiedad y para dormir, y notó una mejora en su deseo sexual. Pero después de que
abandonó las pastillas porque su seguro de salud no cubría el costo, su deseo se convirtió en una especie de “desaparecido en
acción”. Las pocas relaciones que tuvo en lo últimos años fueron breves. “Tal vez se aburrían con mi falta de ímpetu sexual o bien,
como no estábamos conectados eróticamente yo terminaba viéndolos como amigos nada más”, dice ella.
La experiencia de Laura, aunque es más extrema que la de la mayoría de las mujeres, no es tan rara. Para muchas, la ansiedad y
la libido baja van de la mano. Si embargo, muchas veces este estado puede ser producto de la falta de disfrute durante las relaciones
sexuales. “Si bien la ansiedad altera muchos aspectos de la vida de la mujer, la satisfacción sexual puede contribuir a disminuirla”,
señala Nagelberg. “Por el contrario, la disfunción sexual, tanto del deseo, la excitación o del orgasmo, pueden generarla”.
Según el especialista, antes de pensar estrategias para modificar esta situación o encarar un tratamiento es importante identificar la
causa de la falta de deseo en la mujer. “Se debe investigar acerca del estado de salud general y descartar problemas hormonales,
dolor durante el coito, vaginismo, infecciones genitales o endometriosis”, recomienda. También hay que prestar especial atención a
la situación de pareja, familiar, económica y laboral. Además es importante el tema de la fertilidad, “muchas mujeres que no logran
gestar pierden el deseo sexual”, cuenta Nagelberg. Otros aspectos que afectan el disfrute femenino pueden estar relacionados con
la falta de atracción hacia su pareja, el aburrimiento, la violencia o la exigencia de actividades sexuales contrarias a su gustos.
Además, “las disfunciones sexuales en el varón, como la falta de erección, la falta de cortejo y de juego sexual antes de la
penetración y la eyaculación precoz son causas frecuentes de la falta de deseo en la mujer”, indica el especialista.
Evaluar la dimensión del problema es importante para buscar soluciones que, muchas veces, pueden ser fáciles de instrumentar.

La curación de la confianza
Para muchas mujeres, la baja autoestima puede ser el origen de sus bloqueos psicosexuales. Carolina (34) siempre luchó contra su
falta de confianza. “Cuando era adolescente, mis hermanos y mi papá eran bastante brutos en la manera en que me cargaban
porque yo era un poco gordita. Además, siempre tenía la sensación de que mi papá no le era fiel a mi mamá. Me imaginaba que él
andaba con mujeres que generalmente eran flacas y rubias; y eso no me hacía sentir mejor en relación a los hombres”, cuenta ella.
“Aunque ahora mi familia y yo tenemos una mejor relación, estos problemas de autoestima siempre fueron un tema para mí”. A los
veinte, Carolina comenzó a tener relaciones sexuales como una forma de sentirse estimada, atractiva y amada. Pero los romances
de esa época nunca fueron estimulados por el deseo. “Yo disfruto
el abrazo y la proximidad, pero no del acto en sí mismo”, afima. “Nunca pude llegar a un orgasmo mientras tenía relaciones
sexuales”.
Muchas mujeres como ella se aproximan al sexo desde la dirección errónea, suponiendo que es una actividad destinada a
complacer al hombre. Carolina creció en un hogar religioso muy estricto y pasó 12 años en una escuela católica, por lo que el sexo
para ella llevaba el lastre de la culpa. “Por mucho tiempo había una parte de mí que sentía que el sexo era algo malo”, cuenta.
“Aunque ese sentimiento ya casi desapareció”.
Sumado al tema de la vergüenza, Carolina se suele sentir insegura porque supone que no es una persona muy “sexual”. “Yo no no
tengo el impulso de tener sexo ni de masturbarme”, asume. Esta apreciación sobre sí misma probablemente no la ayude con su novio
que, según cuenta, tiene un impulso sexual muy alto. “Él quiere hacerlo todo el tiempo y realmente le interesa probar cosas nuevas”.
Aunque ella usualmente tiene sexo con él cuando él quiere, Carolina se da cuenta de que su dificultad para tener un orgasmo genera
tensión entre los dos. La mayoría del tiempo él es paciente y comprensivo, dice ella, pero una vez su frustración lo hizo estallar y la
amenazó con separarse si no hacía algo concreto para solucionar sus problemas sexuales.
“Si uno de los integrantes de la pareja tiene problemas, la pareja también los tiene”, señala Nagelberg. “Sin embargo, en
muchas ocasiones la mujer accede a tener relaciones sexuales para conformar al varón, por temor a perderlo para evitar su enojo
, resignando su propio bienestar”. El especialista sugiere que el varón se involucre y permita que la mujer pueda expresarse con
libertad, sin presiones para que acceda a tener relaciones en contra de su voluntad. “El diálogo siempre es beneficioso, aunque en
muchas ocasiones es necesaria la consulta especializada, para realizar la evaluación correspondiente e identificar el origen del
conflicto”.
Tal vez, para Carolina lo mejor sea no tener sexo por el momento. Ella y su pareja necesitan focalizar en la sensualidad, sin la
presión de tener un orgasmo. Disfrutar de las caricias, los besos y los masajes mutuos tal vez sea una forma de descomprimir la
situación. “Algunas parejas necesitan trabajar para mejorar la relación o hacer terapia de pareja antes de centrarse en el incremento
de la actividad sexual”, sugiere Resnicoff. “La práctica de la comunicación ayuda a las parejas a aprender cómo hablar entre sí, a
mostrar comprensión, a resolver las diferencias con sensibilidad y respeto por los sentimientos de cada uno”.
Carolina también necesita modificar la imagen corporal negativa que tiene de ella misma, para poder comenzar a sentirse
sensual y atractiva. “La mujer desea y necesita ser deseada. Es un juego mutuo”, comenta Nagelberg.

El vínculo con el otro conduce hacia el botín preciado


Algunas veces no es la ansiedad o las hormonas sino los momentos duros de la vida los que contribuyen a una caída abrupta del
impulso sexual. El año pasado Ana (32) atravesó un período de profunda tristeza luego de la muerte de su madre. “Me entumecí
completamente”, recuerda. “No me interesaba ni me motivaba nada y no podía manejar las sensaciones. Estaba enojada con el
mundo. Me cerré por completo, para mantenerme emocionalmente distante, incluso con la persona más cercana: mi novio”.
Antes de ese suceso, Ana tenía una libido saludable y todos los días estaba de ánimo para disfrutar del sexo. Pero su pena hizo
que sus relaciones sexuales disminuyeran a una vez cada dos semanas. “Para mí, el sexo siempre fue algo muy relacionado con la
conexión, pero estaba tan cerrada en ese momento, que no quería ninguna intimidad con mi novio”. Aunque había perdido el deseo,
todavía intentaba tener sexo cuando podía, pensando que el acto en sí mismo la haría sentir mejor. “Cada uno es diferente, pero
para algunos puede ser muy terapéutico hacer cosas que te recuerden que estás viva, que te reconecten con las alegrías de la
vida”, reflexiona.
Después de varios meses, empezó a despedirse de su madre de otra manera. “Comencé a manejarme con mi tristeza, hablando
acerca de lo que estaba atravesando, hablando sobre mi madre con mi novio y mis amigos. Eso realmente ayudó”, cuenta ella. “Mi novio
y yo comenzamos a entendernos mucho mejor, a comunicarnos y ver dónde estaba emocionalmente el otro”.
Algo que también los ayudó fue comenzar a realizar actividades juntos. “Nos anotamos para un carrera”, cuenta Ana. “Se me
ocurrió que si pasábamos tiempo juntos entrenando, mejoraría nuestra vida sexual”. Y estaba en lo correcto. Diferentes
investigaciones científicas indican que la actividad física mejora el humor y eleva la libido. En el caso de Ana, tener una actividad
con su novio que los impulsaba hacia un mismo objetivo reforzó el vínculo, llevándolos también a estar más cerca sexualmente.
Ana se dio cuenta de que para volver a tener más sexo, tendría que ponerlo nuevamente en un lugar prioritario. “Nadie quiere
programar el sexo”, dice, “pero me di cuenta de que si me ocupo de reservar un tiempo especial para esto, termino deseándolo”.
Un abrazo hot en el pasto, inclusive cuando pensás que no estás de humor, puede hacer que quieras más sexo.
Si podés conseguir algún dinero extra, viajá con tu pareja a cualquier lugar que los saque de sus rutinas. Esto puede mejorar
notablemente la relación en varios aspectos, sobre todo el sexual. Un estudio del Centro Berman de Estados Unidos, que se
especializa en la salud sexual de las mujeres, encontró que las parejas que se toman algunos días (o inclusive algunas semanas)
para ellos una o dos veces al año tienen más intimidad emocional que aquellas que no lo hacen. Ese tiempo fuera de la vida
cotidiana puede ser rejuvenecedor e incrementar el impulso sexual. ¿Quién puede dudar que relajarse debajo de una enorme
palmera con una piña colada helada en una mano mientras mirás el ir y venir de las olas del mar puede reactivar tu sexualidad?
Aunque la vida sexual de Ana todavía no retornó a sus días de frenesí, la situación mejoró bastante. Con tiempo y energía se
puede realzar una libido deslustrada, o tratar de desenterrarla de un denso bagaje emocional. Hacer cualquier cosa que alimente
tu deseo sexual tiene una rentabilidad vital que vale la pena en esfuerzo y sudor.

Das könnte Ihnen auch gefallen