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Todas queremos ser “esa mujer”, al menos por una noche: una pequeña salvaje sexual capaz de agarrar a su chico en el medio
de un cóctel para tener sexo exprés en el guardarropas o la que prueba con pasión cada una de las 69 posiciones amatorias. Pero
inclusive, aunque llegues a ser una auténtica comehombres, puede suceder que tu libido esté tan álgida como la de una osa panda.
O tal vez tu deseo siempre fue un poco lánguido y sin mucha iniciativa para la acción. De cualquier manera, no estás sola. Muchas
mujeres tienen bajo deseo sexual a menudo o en alguna etapa de sus vidas. En un reciente estudio publicado en los Archives of
Internal Medicine de Estados Unidos, más de un tercio de las entrevistadas admitió experimentar bajo deseo sexual en el mes
previo a la consulta. Mientras que los hombres pueden estallar con el Viagra (qué afortunados), las mujeres no pueden arreglar
rápidamente su deseo sexual con una píldora mágica. Nosotras necesitamos más que un potente influjo de sangre en nuestras
zonas erógenas.
Pero no son todas malas noticias: los especialistas insisten en que una vez que identificás las posibles causas del descenso en
tu libido, podés comenzar a buscar una solución. “El placer sexual alimenta el deseo y condiciona su búsqueda”, señala la
psicóloga Diana Resnicoff, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y coautora del libro Sexo, mujer y fin
de siglo. “A veces la pérdida del apetito sexual es solo temporal y obedece a causas o problemas que una vez resueltos permiten
que reaparezca; otras veces funciona como un indicador de pérdida de interés o de afecto”.
Para ayudar a que te reconectes con tu lado más desenfadado, aquí te ofrecemos las experiencias de mujeres que luchan por
sacar su deseo del estado de hibernación y también te ofrecemos los consejos de especialistas en el tema. Puede ser que esta
nota no te convierta en un tipo de mujer capaz de hacer una pausa en su jornada laboral para entregarse a un apresurado juego
erótico con su compañero, pero los siguientes testimonios y apreciaciones sobre el tema quizá te ayuden a estar más dispuesta a
gozar de tu sexualidad.
La curación de la confianza
Para muchas mujeres, la baja autoestima puede ser el origen de sus bloqueos psicosexuales. Carolina (34) siempre luchó contra su
falta de confianza. “Cuando era adolescente, mis hermanos y mi papá eran bastante brutos en la manera en que me cargaban
porque yo era un poco gordita. Además, siempre tenía la sensación de que mi papá no le era fiel a mi mamá. Me imaginaba que él
andaba con mujeres que generalmente eran flacas y rubias; y eso no me hacía sentir mejor en relación a los hombres”, cuenta ella.
“Aunque ahora mi familia y yo tenemos una mejor relación, estos problemas de autoestima siempre fueron un tema para mí”. A los
veinte, Carolina comenzó a tener relaciones sexuales como una forma de sentirse estimada, atractiva y amada. Pero los romances
de esa época nunca fueron estimulados por el deseo. “Yo disfruto
el abrazo y la proximidad, pero no del acto en sí mismo”, afima. “Nunca pude llegar a un orgasmo mientras tenía relaciones
sexuales”.
Muchas mujeres como ella se aproximan al sexo desde la dirección errónea, suponiendo que es una actividad destinada a
complacer al hombre. Carolina creció en un hogar religioso muy estricto y pasó 12 años en una escuela católica, por lo que el sexo
para ella llevaba el lastre de la culpa. “Por mucho tiempo había una parte de mí que sentía que el sexo era algo malo”, cuenta.
“Aunque ese sentimiento ya casi desapareció”.
Sumado al tema de la vergüenza, Carolina se suele sentir insegura porque supone que no es una persona muy “sexual”. “Yo no no
tengo el impulso de tener sexo ni de masturbarme”, asume. Esta apreciación sobre sí misma probablemente no la ayude con su novio
que, según cuenta, tiene un impulso sexual muy alto. “Él quiere hacerlo todo el tiempo y realmente le interesa probar cosas nuevas”.
Aunque ella usualmente tiene sexo con él cuando él quiere, Carolina se da cuenta de que su dificultad para tener un orgasmo genera
tensión entre los dos. La mayoría del tiempo él es paciente y comprensivo, dice ella, pero una vez su frustración lo hizo estallar y la
amenazó con separarse si no hacía algo concreto para solucionar sus problemas sexuales.
“Si uno de los integrantes de la pareja tiene problemas, la pareja también los tiene”, señala Nagelberg. “Sin embargo, en
muchas ocasiones la mujer accede a tener relaciones sexuales para conformar al varón, por temor a perderlo para evitar su enojo
, resignando su propio bienestar”. El especialista sugiere que el varón se involucre y permita que la mujer pueda expresarse con
libertad, sin presiones para que acceda a tener relaciones en contra de su voluntad. “El diálogo siempre es beneficioso, aunque en
muchas ocasiones es necesaria la consulta especializada, para realizar la evaluación correspondiente e identificar el origen del
conflicto”.
Tal vez, para Carolina lo mejor sea no tener sexo por el momento. Ella y su pareja necesitan focalizar en la sensualidad, sin la
presión de tener un orgasmo. Disfrutar de las caricias, los besos y los masajes mutuos tal vez sea una forma de descomprimir la
situación. “Algunas parejas necesitan trabajar para mejorar la relación o hacer terapia de pareja antes de centrarse en el incremento
de la actividad sexual”, sugiere Resnicoff. “La práctica de la comunicación ayuda a las parejas a aprender cómo hablar entre sí, a
mostrar comprensión, a resolver las diferencias con sensibilidad y respeto por los sentimientos de cada uno”.
Carolina también necesita modificar la imagen corporal negativa que tiene de ella misma, para poder comenzar a sentirse
sensual y atractiva. “La mujer desea y necesita ser deseada. Es un juego mutuo”, comenta Nagelberg.