Cursillistas de colores
Por el padre miguel Ángel
Tepatitlán en el tiempo
Hablando de todo
Por Juan Flores
García.-Oía los cantos y
se me liberaba el
corazón. Cuando
todavía no había unidad
deportiva, auditorio ni
plaza Hidalgo, en ese
terreno se jugaba fut-bol
en la pura tierra. Nada
más estaba la receptora
de luz la que traía de Támara que era tan
barata porque su dueño no lucraba porque
era del pueblo y para él. Corría para
distribuirla a los domicilios por aquel
alambre de cordón clavado por la pared,
llegaba a la “chicharra” que estaba arriba de
la puerta, entraba a la casa y del switch al
foco y listo, ya había luz, no tan buena como
la de hoy, pero alumbraba que era lo
importante.
El que la tenía pagaba sus dos pesos
por mes, si no la pagaba no se la cortaban,
no importando que fueran muchos meses
por pagar. Esto provocó que quien si tenía
para pagar y no lo hacía, se le conociera
como “mala paga” y a fuerza de crecer el
número de estos, el negocio fracasase. Pero
como ya no son cosas propias y como
negocio es negocio, o pagas o cortamos y
ahí vamos el último día corriendo a pagarla
porque se han dado casos que hasta el
alumbrado público han cortado. Tan derecho
es el negocio que a veces se equivocan (en
contra de uno) y como a los dos o tres
recibos viene un “ajuste” que como no
estaba en nuestro presupuesto, nos lo
“desajusta”.
Por eso se extraña uno que vivió
aquellos tiempos y luego hacemos malas
comparaciones. El valor de las cosas era real,
el dinero era pura plata, a todo lo bueno lo
comparábamos con ese metal del que se
hacían las monedas, que era tan fuerte, tan
bonita, de plata pura, sin chapuzas, donde
con sus alotas abiertas, estaba grabada el
águila, amplia, a gusto. Hasta la
respetábamos porque cuando jugábamos
volados, la echábamos a volar junto con el
sello y no le pasaba nada a la moneda. Caía
al suelo y sonaba un “tin” bien bonito.
Al hablar de la receptora, queremos decir
de cosas que pasaron, de gente que vivió y
que vive, gente que da fe de lo que estamos
diciendo.
Queda en pie una casa en la esquina de
Morelos y Niños Héroes, viven en ella la
familia Madrigal con mas de setenta años
en ese lugar; en esa pequeña casa, ni
esperanzas siquiera desde que ellos viven,
que pensaran que todo ese rumbo tuviera
que cambiar y que esa familia contara como
fue ese lugar.
Donde está la Plaza Hidalgo, estuvo la
“receptora de luz”, que también le decíamos
la “estación eléctrica”. Tenía una casa en la
que vivía la familia que cuidaba ese lugar,
circulada por una desvencijada cerca de
alambre de púas, la señora (recién casada),
se llamaba Laura, su esposo murió al ser
atropellado en la carretera, allá por el año
cuarenta, caminaba sobre su bicicleta y
frente a donde está la gasolinera cerca del
7 días Sábado 15 de noviembre de 2008
panteón quedó el pobre hombre tirado, sin
moverse. Fue el primer difunto que le tocó
conocer el asfalto. Así acabó la vida de aquel
joven que recién casado vivió en ese lugar
mencionado de la receptora.
En frente del Colegio Morelos, había un
terreno baldío que se sembraba y había
hortaliza, su dueño era Don Pío, papá o tío
de Simón de la balanza, no lo sé muy bien, él
vendió muy barato ese terreno; ahí nada más
vivía Doña Santos, casada con Don Santos,
fíjense que curioso, los dos se llamaban
igual.
Ella quedó viuda y duró viviendo sola y
su alma mucho tiempo. Era Presidente
Municipal, Pedro Arias Guzmán, la primera
vez en el año de 1934 cuando esto
contamos.
Hay cosas que parece que no tiene valor
necesario el mencionar, sobre todo en este
tiempo de cosas bonitas, pero considerando
la época actual, estas cosas son parte de la
historia de nuestro querido Tepa, y
nuevamente decimos que “recordar el
pasado es vivir el presente”.
Por eso empezó a tomar figura esta tan
bonita ciudad, donde ya no cabemos, ya
estamos todos apretados como en caja de
cigarros. Ya estamos cubriendo lugares fuera
de lo que era Tepa, que nos servían para ir a
pasearnos, lugares donde había por ejemplo,
tanto maguey que nos daba aquel sabroso
pulque y nopaleras que lucían a lo largo de
los lienzos de piedras, cuando oíamos
aquella música que era el trino de los
pajarillos del campo, como los chuparrosas,
las purriches, los magalones, el cuitlacoche,
el zito y tantos más. Donde oíamos el
rebuzno de los burros que tanto abundaban
en los campos donde andaban pastando,
proveedor éste del estiércol, material usado
por los ladrilleros para ligar la tierra para
hacer el ladrillo y que nosotros los chamacos
lo juntábamos para venderlo a tantos
centavos por costal.
Todo aquello ya lo vemos muy lejos, ya
son otros tiempos. Hoy da lástima y hasta
coraje que ahora vivamos
en puro basurero, que tanto
nos quejamos pero no
colaboramos para
remediarlo, ya que por las
calles del mero centro,
queda la muestra de la
incultura y falta de respeto
hacia nuestra ciudad y su
gente.
Hace muchos años que
de vez en cuando (casi a
diario) que tocamos este
punto pero ni por eso. Pero
no debemos perder el ánimo
¡Hay que seguirle dando
vuelo a la hilacha a los
recuerdos! Recordando
todo aquello viejito que
todavía queda en Tepa: y
por eso decimos que así fue
Tepa en el tiempo.
Agradecemos sus
comentarios a:
jofloreso@prodigy.net.mx
Padre.miguel.angel@hotmail.com
El fin de semana
pasado, el carnaval de
Mazatlán, Veracruz y
Acapulco llegó a Celaya,
los bailes de los chilenos
originarios de Guerrero, la
danza de los viejitos
procedentes de Michoacán,
las “bombas” de Yucatán y hasta las máscaras de
Tahualin Michoacán se lucieron en algunas calles
de la ciudad.
Las tamboras no dejaban de sonar, las maracas
crujían sin parar, los silbatos sonaban sin cansarse
y los bailables de todas las regiones del país y
hasta de Estados Unidos, llenaron de alegría la
ciudad.
Al menos 21 mil personas cantaron, bailaron
y oraron, vestidos con los trajes típicos de cada
Estado, esto mientras que desfilaban en la marcha
nombrada “De colores”, evento que abrió la
inauguración de la XX Ultreya Nacional cuya sede
fue el estadio Miguel Alemán Valdéz.
A cada paso que daba cada contingente de al
menos 77 ciudades del país, una canción recordaba
el lugar de su procedencia; algunos portaban
imágenes de la virgen de Cristo, rosarios, una penca
de plátanos, cocos, melones, piñas y hasta
sombreros, escobas, tequila y cervezas eran
mostrados como productos representativos de su
lugar de origen.
Con trajes típicos de cada lugar y bailes
característicos de cada región, todos desfilaron,
desde el tempo de Santo Cristo ubicado en la esquina
de Francisco Juárez.
Los miles de cursillistas contagiaron de
emoción, alegría, amor y fe en Cristo a los cientos
de celayenses que los veían desfilar por las calles
hasta llegar al estadio.
Y es que cada uno traía una anécdota que
contar, algún milagro o esperanza depositada en
Cristo.
El señor Obispo al dar la bienvenida entre otras
osas dijo:
“Un cristiano ahora debe tomar más conciencia
de que es un discípulo de Dios que debe ser así, y
luego debe entender que su meta es ser un misionero
que lleve la palabra de Dios a sus seres queridos, a
los suyos.
El representante del Papa legó
este mensaje:
“Su santidad Benedicto XVI
saluda con afecto a Monseñor
Lázaro Pérez Jiménez, Obispo de
Celaya y a los demás obispos y
organizadores participantes de la
vigésima Ultreya Nacional de
movimiento de cursillistas de
cristianidad, alentándolos a que
fundamenten siempre su
apostolado en la oración y en los
sacramentos. Y lleguen de este
modo a ser testigos valientes del
Evangelio, capaces de ofrecer el
mensaje de salvación para todos
los hombres”.
El mismo reconoció que hoy en día hacen falta
movimientos como el de Cursillos pues señaló
que los padres de familia no tienen como antes la
facilidad de transmitir a sus hijos los valores.
“Ciertamente vivimos en un mundo un poco
difícil, complicado, hay una tendencia en el mundo
de hoy de lo que podemos llamar a una
secularización, es decir, una dificultad de transmitir
a sus hijos y vivimos en un mundo difícil, entonces
si ayuda a mantenerse, pienso que un movimiento
como el de cursillos puede ayudarnos a vivir en
este momento difícil.
“En el mundo de hoy vivir no es fácil porque
hay una pérdida de valores, el sentido de los valores
que antes tal vez se transmitían más fácilmente
dentro del contexto de la familia, cuando hay
familias bien integradas que nos transmiten de los
valores de los padre a los hijos era más fácil.
No faltaron las palabras del gobernador.
“Amigos cursillistas, vivimos tiempos de
cambio y de nuevas perspectivas e inéditos
desafíos, hoy también vengo a decirles que este
presente y este futuro también son tuyos y te
necesitan. Enfrentémoslos con coraje y espíritu
constructivo, nuestros hijos y familias nos
demandan acciones concretas para asegurar su
porvenir”.
Cuando la patrona de Celaya arribó al
empastado, dio la vuelta completa a los cuatro
puntos cardinales, toda la gente allá presente se
puso de pie aplaudiendo, alabando y cantando a la
madre de la iglesia católica.
“Quién es esta señora, revestida de sol, tan
blanca como la nieve, de estrellas coronada, ella es
la Inmaculada, madre de Jesús.
Ella es nuestra señora madre, recibe la corona
y junto a ella te ofrecemos nuestro corazón”.
¡Sucedió algo especial!
El sol comenzó a girar conforme a las
manecillas del reloj a una velocidad muy rápida,
mientras que un círculo se formó alrededor del
astro con los colores de un arco iris.
“Mi amiga me habló y yo vine corriendo a ver
y sí efectivamente el sol estaba dando vueltas,
todos lo vimos, fue una manifestación de Dios,
Jesucristo nos quiere decir
algo. Lo más sorprendente
es que el Sol jamás lastimó
a la vista como siempre lo
hace” expresó una señora.
“Antes de finalizar
las actividades de la
Vigésima Ultreya, se
realizó una celebración
denominada la Hora
Apostólica, en la que hubo
un breve recorrido con el
Santísimo. Después de
varias horas de oración,
cantos y plegarias el
ánimo de los participantes
no bajaba.
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