Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Millones de horas se pierden cada año en las escuelas, trabajo, y vida diaria
productiva debido al dolor pélvico, síntomas de dismenorrea, y dolor pélvico
crónico. La menstruación dolorosa (dismenorrea) puede ser originada por causas
clínicamente identificables (dismenorrea secundaria) o por un exceso de
prostaglandinas, llevando a actividad muscular uterina dolorosa (dismenorrea
primaria). El término dolor pélvico crónico es generalmente aplicado a disconfort
pélvico (no únicamente asociado con la menstruación) de más de 56 meses de
duración.
Para la mayoría de pacientes, el diagnóstico puede ser logrado mediante una
cuidadosa evaluación mediante la historia clínica y el examen físico. En algunas
instancias, se puede necesitar una evaluación utilizando otras modalidades,
incluyendo laparoscopía. Una vez que el diagnóstico es establecido, se puede
instituir una terapia específica y usualmente exitosa.
DISMENORREA
DISMENORREA SECUNDARIA
DISMENORREA PRIMARIA
Tabla 31.2
Dolor y síntomas sistémicos asociados en dismenorrea primaria
Síntoma Incidencia Estimada (%)
Síntomas asociados
Nausea y tmesis 90
Cansancio 85
Nerviosismo 70
Mareos 60
Diarrea 60
Dolor de cabeza 45
EVALUACIÓN CLÍNICA
Las pacientes con dismenorrea primaria se presentan con dolor abdominal inferior
espasmódico, con recurrencia mes a mes, el cual ocurre en los primeros 1 a 3 dia de
la menstruación. El dolor es con frecuencia difusamente localizado en el abdomen
inferior y área suprapúbica, irradiando alrededor o a través de la espalda. El dolor
es con frecuencia descrito como “ que va y viene” o como el dolor de parto. La
paciente con frecuencia ilustra su descripción con una primera abertura y cierre.
Este dolor es con frecuencia asociado con nausea moderada a severa, vómitos y/o
diarrea. Fatiga, dolor de espalda baja y dolor de cabeza son con frecuencia
comunes. Las pacientes frecuentemente asumen una posición fetal en un esfuerzo
por conseguir alivio, y muchas han reportado haber usado una manta eléctrica o
una botella de agua caliente en un esfuerzo para disminuir su disconfort. La
dispareunia generalmente no está presente en pacientes con dismenorrea primaria
y, si estuviera presente, podría sugerir una causa secundaria.
En pacientes con dismenorrea secundaria, los síntomas pueden ser
ligeramente más suaves y son con mayor frecuencia de una naturaleza más
general. La queja específica que manifiesta una paciente está determinada por la
anomalía subyacente. Frecuentemente, una historia cuidadosa sugiere la posibilidad
de un problema en curso y esto ayuda a dirigir la evaluación adicional. Las quejas
referidas a un flujo menstrual abundante, combinado con dolor sugiere cambios
uterinos tales como adenomiosis, miomas o pólipos.
La adenomiosis consiste en islas de tejido endometrial dentro del miometrio,
resultando en un útero usualmente sensible, alargado simétricamente, y turgente.
Los sangrados son especialmente incómodos. El diagnóstico está sostenido por la
exclusión de otras causas de dismenorrea secundaria, pero el diagnóstico definitivo
puede ser hecho únicamente por examen histológico de un espécimen de
histerectomía. La pesadez pélvica o un cambio en el contorno abdominal debería
elevar la posibilidad de un leiomiomata grande o neoplasia intraabdominal. Fiebre,
escalofríos, y debilidad sugieren un proceso inflamatorio. Una queja coexistente de
infertilidad puede sugerir endometriosis o enfermedad inflamatoria pélvica crónica.
EVALUACIÓN
Para el caso de pacientes con dismenorrea, el examen físico está dirigido hacia el
descubrimiento de causas posibles de dismenorrea secundaria. La asimetría o
agrandamiento irregular del útero debería sugerir miomas u otros tumores. El
agrandamiento simétrico del útero se encuentra frecuentemente en pacientes con
adenomiosis. Nódulos dolorosos en el cul-de-sac posterior y movimiento restringido
del útero sugieren endometriosis. El movimiento restringido del útero también se
observa en casos de escarificación pélvica a partir de adherencias o inflamación. El
engrosamiento y sensibilidad de las estructuras anexas causadas por la inflamación,
pueden sugerir este diagnóstico como la causa de dismenorrea secundaria. Cultivos
de cérvix para Neisseria gonorrhoeae o Clamidia trachomatis deberían obtenerse si
se sospecha de infección.
En la evaluación de l paciente de quien se piensa que presenta dismenorrea
primaria, el más importante diagnóstico diferencial es de aquel relacionado a la
dismenorrea secundaria. No obstante la historia de la pacientes es con frecuencia
característica, el diagnóstico de dismenorrea primaria no debería hacerse sin una
evaluación total para eliminar otras causas posibles.
El examen físico de pacientes con dismenorrea primaria debería ser normal. No
debería haber anormalidades palpables del útero o anexos y ninguna anormalidad
debería encontrarse en el espéculo o examen abdominal. Las pacientes
examinadas cuando estén experimentando los síntomas con frecuencia se
presentan pálidas y “en estado similar a shock”, pero el abdomen es suave y no
está sensible, con un útero normal.
En pacientes con dolor crónico, el clínico debe siempre considerar causas no
ginecológicas como una posibilidad. En algunas pacientes, el diagnóstico final no
puede ser establecido sin acudir a procedimientos invasivos, tales como
laparoscopía.
TERAPIA
Al igual que en pacientes con dismenorrea, el examen físico de pacientes con dolor
crónico está dirigido hacia el descubrimiento de posibles patologías causativas. Se
debe preguntar a la paciente sobre la localización del dolor. Esto hace de guía para
una evaluación adicional y provee de cierta indicación del carácter del dolor
tomando en cuenta el modo en que la paciente lo describe. Por ejemplo, si la
localización del dolor es indicada con un único dedo, uno este probablemente
tratando con un proceso diferente que cuando la paciente utilice un movimiento
rotatorio de toda la mano. Maniobras que dupliquen el dolor de la paciente debe ser
tomadas en cuenta, pero se debe evitar la inducción de demasiada disconformidad,
para minimizar el estado de guardia, que puede limitar un examen total. Muchas de
las mismas condiciones que causan dismenorrea secundaria pueden originar
estados de dolor crónico. Al igual que en la evaluación de pacientes con
dismenorrea, se debe obtener cultivos cervicales si se sospecha de infección.
Para la mayoría de pacientes, se puede establecer un diagnóstico diferencial
razonablemente preciso, mediante la historia y examen físico. El amplio rango de
diagnósticos diferenciales posibles en el dolor pélvico crónico lleva por si mismo a
una evaluación multidisciplinaria, lo que puede incluir evaluación psiquiátrica y/o
testeo. La consulta con trabajadoras sociales, terapistas físicos, gastroenterólogos,
anestesistas, ortopedistas y otras especialidades, debe tomarse en cuenta. El uso
de tecnologías de imagen o laparoscopía tambien puede requerirse para
determinar el diagnóstico.
La evaluación debería iniciarse asumiendo que hay una causa orgánica de la
enfermedad. Incluso en pacientes con obvio stress psicosocial, puede presentarse
una patología orgánica. Solo cuando se ha descartado otras causas orgánicas es
que se debera tomar en cuenta los diagnósticos psiquiátricos, tales como
somatización, depresión o desórdenes del sueño o de la personalidad.
El síndrome del intestino irritable (IBS) es tres veces más común en mujeres que en
hombres, y los síntomas del síndrome se encuentran en aproximadamente 15% de
adultos. Debido a que es tan común y más común en mujeres, la evaluación y
manejo del dolor pélvico incluye el diagnóstico de este síndrome y su tratamiento, o
descartarlo antes de proceder con una terapia ginecológica, como puede ser una
cirugía.
El diagnóstico de IBS está definido por el criterio de Roma: dolor
abdominopélvico que no puede ser explicado por enfermedad conocida durante 12
semanas (no necesariamente consecutivas) en los 12 meses precedentes, con al
menos dos de estas tres características. Estas características son dolor (1) aliviado
con la defecación, (2) asociado con el cambio en la frecuencia de los movimientos
del intestino (diarrea o constipación), o (3) con cambios asociados a las
características de la evacuación ( sueltas, acuosas, con mucus, o en forma de bolas.
La IBS es con frecuencia subcategorizada para propósitos de tratamiento,
dependiendo de la queja predominante: dolor, diarrea, constipación, o constipación
y diarrea alternada. La patofisiología del síndrome no está claramente identificada,
pero factores propuestos incluyen motilidad del intestino alterada, hipersensibilidad
visceral, factores psicosociales (especialmente stress), imbalance de
neurotransmisores (especialmente serotonina), e infección (con frecuencia
indolente o subclínica). Una historia de abuso sexual o físico durante la infancia se
encuentra altamente correlacionada con la severidad de los síntomas
experimentados por las pacientes con IBS.
El diagnóstico es efectuado por la historia y signoidoscopía flexible en mujeres
menores de 50 años, o historia y colonoscopía o signoidoscopía flexible más enema
de bario en mujeres encima de 50 años de edad. Cuando el síntoma predominante
es la diarrea, se debe considerar la biopsia de la mucosa del colon descendente
para descartar colitis microscópica.
El uso de un “diario” de los alimentos ingeridos, para identificar y eliminar
alimentos que estén asociados con los síntomas, combinado con la “educación” de
la relación médico paciente, a fin de evitar el “doctor shopping” y el cuidado
episódico, son los pilares del tratamiento. La limitación de la cafeína, alcohol,
alimentos grasosos y vegetales productores de gas es con frecuencia de ayuda. Si
el estreñimiento es el problema mayor, la adición de 20-30g de fibra o el uso de
laxantes osmóticos tales como lactulosa (10mg/15mL de jarabe, 15-30 mL por día)
es con frecuencia de utilidad. Cuando la diarrea es el síntoma mayor, antidiarreicos
tal como la loperamida (4mg/día inicialmente, luego de 4-8 mg/día en dosis única o
dividida), ha resultado de utilidad.
TERAPIA
Las pacientes con dolor pélvico crónico ofrecen todo un reto terapéutico. En estas
pacientes, se debe tener cuidado de que la terapia ofrecida no potencialize el
problema subyacente. Los analgésicos pueden usarse pero espaciados, e incluso se
debe hacer el esfuerzo para reducir el riesgo de dependencia tanto emocional como
física. Cuando sean usados, los analgésicos deberán ser administrados en un
horario fijo que sea independiente de los síntomas. Se debe hacer un seguimiento
frecuente y se debe de hacer programado separándolo de las fluctuaciones del
dolor. La supresión de la ovulación puede ser útil ya sea como una modalidad
terapéutica o como una herramienta de diagnóstico para así descartar problemas
ováricos o cíclicos. Terapias quirúrgicas son apropiadas solo cuando se encuentran
presentes patologías que requieran tratamiento quirúrgico y se crea que son la
causa específica de las quejas de la paciente. Modalidades alternativas de
tratamiento tales como estimulación nerviosa eléctrica transcutanea (TENS),
bioretroalimentación, bloqueo nervioso, ablación por laser de los ligamentos
uterosacrales, y la neurectomía presacral pueden ser usadas en pacientes
seleccionados. En algunos casos, el objetivo del tratamiento puede no ser la cura
( eliminación del dolor crónico), pero se puede hacer un manejo exitoso de los
síntomas para permitir un funcionamiento y calidad de vida máximo.
SEGUIMIENTO
Aquellas pacientes que hayan iniciado la terapia del dolor pélvico (estados de
dismenorrea o dolor crónico), deberían ser cuidadosamente monitoreadas para ver
la tasa de éxito y la posibilidad de complicaciones que de la terapia por si misma.
Pacientes que ingieran anticonceptivos orales por primera vez deben regresar a la
consulta a los 2 meses para hacerles un seguimiento y nuevamente a los 6 meses.
Una vez que se haya establecido una terapia exitosa, se deben efectuar visitas
periódicas de mantenimiento. Las pacientes con dolor crónico deben ser motivadas
a hacerse seguimientos regulares y no únicamente cuando presenten dolor, a fin de
poder reforzar la terapia.