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Bibliotecas Quemadas

Emilio del Barco


Agüimes, 18/05/08
Parece como si, algunos creyentes, no quisieran que les estropeasen sus preciosas
creencias, enrevesadamente elaboradas durante siglos, con la difusión de algunas
sencillas verdades de la ciencia. Las quemas de bibliotecas no comenzaron con Hitler, o
los autos de fe medievales.
Ya, en la más clásica antigüedad, se pretendía borrar el recuerdo de la formación
intelectual de los pueblos ocupados, por las tropas dominantes. Con el método más
sencillo y primitivo: el fuego. La Biblioteca de Alejandría, fue incendiada, al menos,
cinco veces, por razones religiosas. La primera vez, en el siglo III, por el emperador
Diocleciano. Sucesivamente, contribuyeron a su extinción los emperadores Aureliano y
Teodosio. Como, posteriormente, en el 391, por orden del patriarca de Alejandría,
Teófilo, para acabar con los cientos de miles de tomos manuscritos que la formaban. El
fervor religioso de los cristianos primitivos, elevó hasta el cielo los humos de la
sabiduría. Se quemó, intencionadamente, todo el saber de la antigüedad, reunido por la
dinastía de los Tolomeo, con la valiosa colaboración de César, Marco Antonio y
Cleopatra. El definitivo incendio, ya en plena efervescencia religiosa medieval, fue
prendido por el califa Omar I, en el año 646. Allí acabó todo. Las más antiguas
bibliotecas, de Nínive y Babilonia, ya habían sido destruidas, siglos antes. El terreno
estaba preparado, para que entrase, triunfante, la oscura Edad Media. Que, al parecer, no
ha terminado aún. Hay quienes pretenden prolongar la noche, por siempre. Ellos son los
seres oscuros. Ahí está la clave de las dificultades que algunas organizaciones religiosas
ponen al avance de la ciencia. El fin de la noche llega con la luz del día. Y quisieran que
no hubiese amanecer. El último expolio de las bibliotecas y museos de Babilonia, se
hizo durante la reciente ocupación americana. Bajo las órdenes del fervoroso cristiano
renacido Sr. Bush.
No hay misterios en la religión, hay misterios en las mentes de los religiosos. El
primitivismo de algunas religiones se explica porque sus principios están basados en la
ignorancia. Su afán es mantener el miedo a lo desconocido.
Cuando se habla de religión, todo se explica con misterios, o sea, con más
desconocimiento. Porque misterioso es lo ignoto. Sobre todo, si eso que se desconoce es
algo inexistente, inventado con el sólo propósito de confundir las mentes. Nadie puede
explicar un misterio religioso, porque fueron concebidos con el propósito de que fuesen
acertijos inexplicables. Sencillamente, quienes se lo inventaron, no querían explicar
nada, sino intrigar. Crear más misterio. La gente ignoraba, y debía seguir ignorando.
Para tenerla bajo control. Claves del poder. Quien administra la ignorancia, tiene en su
mano el mando. Adivinanzas sin solución, concebidas para mantener infantilizadas las
mentes de los creyentes.
No se trata de investigar fenómenos naturales, sino fenómenos artificiales, construidos,
para demostrar la superioridad del credo propio. No hay ni un solo fundador religioso, y
son miles, al que no se le atribuyan maravillas milagrosas. Eso pertenece al género.
El único antídoto contra la superstición, es el desarrollo y difusión del conocimiento
científico. A más ciencia, más respuestas. El ser humano es un complejo biológico. Sin
cerebro, no hay ideas. Cultivémoslo, para ser partícipes del mundo. Y no sólo acólitos,
de una larga lista de seguidores anónimos. Emilio del Barco
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