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LA NECESIDAD DE

LA VERDADERA
TRANSFORMACIÓ
N

Sermón Dominical 30 de
agosto de 2009
Ministerio Lazos de Amor
Pr. Jorge A. Lawrence Díaz
misericordias de Dios,
que presentéis
vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que
es vuestro culto
racional. No os
conforméis a este
siglo, sino
TRANSFORMAOS por
medio de la renovación
de vuestro
entendimiento, PARA
QUE COMPROBÉIS cuál
sea la buena voluntad
pueden hacer
cambios
significativos,
radicales,
transformador
es
e impactantes
en
LA MAYOR PARTE DE
NUESTROS CAMBIOS
SON CAUSADOS POR
EXPERIENCIAS
TRAUMÁTICAS
Cri sis Fam
iliare
nt es
cid e
ac en engaños
ferm
eda
i a s des
tra g e d
muertes
LLAMADOS A
TRANSFORMARNO
S DE SIMPLES
CREYENTES
A FIELES
DISCÍPULOS
FERENTE SER CREYENTE A SER DISC
Un creyente se limita a
un compromiso
intelectual:

a) Su relación con Dios


es de carácter racional
pero no de Comunión y
Fe
b) Su relación con la
Iglesia es de miembro
El Amor de Dios nos
mueve a ser más
que simples
creyentes

Cambiamos cuando tomamos


conciencia que nos ha recogido del
mundo por su amor y a pesar de no
VEAMOS LA
TRANSFORMACI
ÓN QUE DIOS
HIZO
EN LA VIDA DEL
PROFETA
JEREMÍAS
QUÉ PASÓ CON JEREMÍAS
1.- Dios lo llamó en su
juventud

2.- Su experiencia fue


tomar conciencia de lo que
Dios quería de su vida
(Jeremías 1:17-19)

3.- Nunca estuvo muy


convencido (“Y dije Ah,
Señor no
4.- Fue obediente porque
razonablemente sabía
que Dios lo había
mandado

5.- Sufrió persecución,


afrenta y violencia y él
mismo nunca estuvo muy
convencido de obedecer
6.- Se transformó en un
creyente frustrado porque
como su relación con Dios
era mental sus luchas
eran también mentales

7.- Su respuesta a la crisis


ministerial:
“Y dije: No me acordaré más
de Él, ni hablaré más en su
nombre...” (Jer. 20:9)
EL CREYENTE VIVE FRUSTRADO,
VIVE EN BATALLAS PERDIDAS, SE
SIENTE HUMILLADO, QUIERE
RENUNCIAR O QUIERE QUE OTROS
LO HAGAN, ESTÁ LLORIQUEANDO Y
TIENE LÁSTIMA DE SI MISMO,
PORQUE SU FE ES MENTAL,
RACIONAL, LÓGICA, INTELECTUAL,
PERO SIN EL FUEGO DE DIOS EN SU
CORAZÓN.

Creyente fluctuante
es
EL CAMBIO DE JEREMÍAS
“Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre...” (Jer. 20:9)

“y entonces dije: “No me


acordaré más de él, ni hablaré
más en su nombre”… entonces
su palabra en mi interior se
volvió un fuego ardiente que
me caló hasta los huesos. He
hecho todo lo posible por
contenerla, pero ya no puedo
más” (Jer. 20:9) (NVI)
ESPERANZA
“Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre...” (Jer. 20:9)

Aunque el profeta comenzó a


cerrar su corazón al propósito de
Dios, hubo un fuego. No un
fuego cualquiera, no una
emoción pasajera, no un
momento emocional de
respuesta transitoria. El fuego
era un fuego ardiente, intenso,
metido en sus mismas entrañas
El profeta reaccionó
“Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre...” (Jer. 20:9)

humanamente ante la
transformación que Dios quería
hacer de su vida: “Traté de
sufrirlo y no pude”.

Trato de pararlo, de ignorarlo, de


ocultarlo, pero el Espíritu de Dios
es demasiado intenso, consume
como
fuego nuestros actos de negación,

nuestra escoria,
nuestra negación,
Jeremías relata lo que
“Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre...” (Jer. 20:9)

había pasado en su vida:

“Me sedujiste, oh
Jehová, y fui seducido;
más fuerte fuiste que
yo, y me venciste…”

EL LLAMADO
DE DIOS ES
lenguaje del
amor:
Dios manifiesta
su intenso amor
con un fuego
santo, una pasión
que consume,
una presencia
que penetra. Es
la respuesta
anticipada de
Nuestras
protestas y
quejas pueden
ser muy
humanas y
comprensibles y
muy fuertes. Si Dios te ha
llamado a servirlo
entonces
descubrirás que
el fuego de su
amor es más
fuerte que tu
“MAS JEHOVÁ ESTÁ CONMIGO COMO
PODEROSO GIGANTE; POR TANTO
LOS QUE ME PERSIGUEN
TROPEZARÁN Y NO
PREVALECERÁN...” (Jer. 20:11)
La experiencia de crisis,
 
de quebrantamiento, de
tristeza, de coraje, de
frustraciones y
desencantos se
encuentran con el
fuego, el fuego que
consume, un fuego
ardiente, y la seducción
divina inicia el llamado
Cuando nuestra vida se afirma en la
esperanza y la fe, entonces nos
centramos en Dios y no en las
circunstancias.
Los gigantes no son
los problemas, ni las
tribulaciones, ni la
gente que nos rodea.
El gigante es Dios, no
un gigante cualquiera,
sino un poderoso
gigante. No tengo que
gritar, ni tengo que
amenazar, solo dejar y
Y TÚ QUE
ERES
¿CREYENTE
O
DISCÍPULO

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