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VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 1

El fin de la Encarnación es la salva-


ción de los hombres: el Hijo de Dios
vino “para que el mundo se salve por
Él” (Jn 3, 17), “para ser salvador del
mundo”(1 Jn 4, 14).

Credo: “por nosotros los hombres y


por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se en-
carnó de María la Virgen y se hizo
hombre”.
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La salvación del hombre comprende dos aspectos unidos: la libera-


ción del pecado y la comunicación de la vida divina.

CCE 457: “El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos


con Dios”.

CCE 458: “Se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor
de Dios”.

CCE 459: “Se encarnó para ser nuestro


modelo de santidad”.

CCE 460: “Se encarnó para hacernos


‘partícipes de la naturaleza divina’
(2 P 1, 4)”.
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VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 3

El hombre, con sus solas fuerzas, no puede al-


canzar la salvación. Después del pecado origi-
nal, todos los hombres habían quedado privados
de la gloria de Dios, de la amistad de Dios, y
esclavos del pecado. Nadie puede ser justificado
sino por la gracia de Jesucristo.

La Encarnación es obra del amor y de la misericordia de Dios. La


decisión de Dios de salvarnos es absolutamente libre y gratuita.

La venida del Hijo de Dios al mundo no era necesaria para la


salvación del hombre.

El nombre de Jesús quiere decir en hebreo “Dios salva” o “Salvador”.


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Promesas del Redentor: 1) protoevangelio (Gn 3, 15); 2) promesa a


Abraham (Gn 12) de darle una tierra y hacerle padre de un gran
pueblo y que por su descendencia serían bendecidas todas las nacio-
nes de la tierra; 3) confirmación y renovación de la promesa con dis-
tintos elegidos, concretando la ascendencia del Mesías: descendiente
de Jacob, de la tribu de Judá, de la familia de David.

Profecías sobre el Mesías rey: 1) será hijo


de David y su reino no tendrá fin (Natán:
2 Sam 7, 12-16); 2) especial filiación divina
(Salmo 2); 3) nacerá de una virgen y se lla-
mará Emmanuel, que significa “Dios con
nosotros” (Is 7, 14).
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Profecías sobre el Mesías rey y profeta: Moisés,


tipo y figura de todos los profetas. Dt 18, 15-19:
Dios enviará “otro profeta” como Moisés que
enseñará y guiará a su pueblo. Is 61, 1-2: el Me-
sías será ungido por Dios con el espíritu de los
profetas para anunciar la salvación a los hombres.

Profecías sobre el Mesías rey y sacerdote: Salmo 109 (110): el Sal-


vador será a la vez rey y sacerdote. Pero su sacerdocio no es el leví-
tico. Figura de Cristo: Melquisedec, rey-sacerdote (cfr. Heb 7, 3).

Profecías sobre el sacrificio de Cristo: Is 42, 49, 50, 52: cantos sobre
el “Siervo de Yahvéh”; Salmo 21 (22). “Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?”.
“Hijo del hombre”: Dan 7: restaura el reino mesiánico.
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El nombre de Mesías proviene del hebreo “mashiah”


que significa “ungido”. Fue traducido al griego por
“christós” y latinizado en “christus”. Originalmente
se aplicaba al rey de Israel, ungido con aceite en su
investidura. Aplicado a David y a su dinastía. Tam-
bién a los consagrados para una misión recibida de
Dios (sacerdotes y excepcionalmente profetas).

El Mesías “que Dios enviaría para instaurar definitivamente su


Reino (...) debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez
como rey y sacerdote (cfr. Za 4, 14; 6, 13), pero también como
profeta (cfr. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza
mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y
rey” (CCE 436).
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La Encarnación da sentido a toda la historia. Cristo es el funda-


mento de toda la historia anterior, que tiene valor salvífico sólo
por medio de Él y hacia Él se ordena. Así como también Cristo
es el fundamento de toda la historia posterior, que vive de la
gracia proveniente de su obra redentora.

Gaudium et spes 10: “Cree la Iglesia que la


clave, el centro y el fin de toda la historia
humana se halla en su Señor y Maestro”.

Cristo es el centro de la historia humana, no


en sentido cronológico, sino trascendente: es
“el alfa y la omega, el primero y el último,
el principio y el fin” (Ap 22, 13).

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