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El apóstol fue escritor por

necesidad; no fue el único


misionero escritor (cf. Hch
15,23-29). Sus cartas, «uno
de los elementos más
eficaces y memorables de
su ministerio», eran sólo
parte de su misión. En ellas no
encontraremos su primera
evangelización; pero, sin duda
alguna, en ellas tenemos al
Pablo más auténtico al que se
pueda acceder.
La correspondencia con sus comunidades era el
modo eficaz de hacer presente su voz y su
autoridad apostólica cuando, ausente (Gal 4,20;
1 Cor 4,19-21; 2 Cor 10,11), no podía visitar la
comunidad (1 Tes 2,17-18) o mandarle un emisario
personal (1 Tes 3,1-2; 2 Cor 12,17-18).
Sus cartas nacieron surgidas como
reacción personal a unas
circunstancias dadas, las cartas de
Pablo fueron por él pensadas como
escritos de ocasión. A excepción de
1 Tes, redactada mientras el apóstol
evangelizaba Corinto (Hch 18,5), las
demás probablemente en Éfeso (Hch
19,1-20,3). No obstante su origen
circunstancial, «el epistolario
paulino constituye su más preciosa
herencia»: el motivo principal de su
influjo permanente en la iglesia, el
testimonio literario más antiguo y, sin
duda, mejor logrado de la novedad del
cristianismo naciente.
2.2.1. El género epistolar
en el mundo grecorromano

La carta supone una situación previa de


conocimiento y trato interpersonal mantenido. Sin
pretender ser obra de literatura, exige un cierto
bagaje cultural, una formación literaria; excluye a
terceros.
En la época grecorromana la carta
era el género escrito más utilizado,
raramente, se recurría a ella para
tratar temas religiosos. Han llegado
hasta nosotros unas 14.000328, de
todo tipo, privadas, comerciales,
oficiales y, hasta, literarias (p.e., 931
de Cicerón, 124 de Séneca, 345 de
Plinio). El mundo judío las utilizó y
algunas han llegado hasta nosotros: la
carta de Aristeas, escrita en griego
en torno al 100; las arameas de
Elefantina o las 15 de Bar Kosiba, en
arameo y hebreo, datables entre el
132-135 y descubiertas en Wadi
Murabba’at.
2.2.1.1. Al servicio
de la comunicación
Que en la literatura
nuevotestamentaria sean cartas los
escritos más utilizados (21 de los
27), dice ya algo sobre el concepto
de comunidad que tenían los
creyentes en diáspora: formados
por misioneros, sintieron la
necesidad de mantenerse en
relación con ellos. El género
epistolar era el medio más
adecuado para mantener el
cuidado pastoral de las
comunidades.
Es usual distinguir la carta,
propiamente dicha, de la
epístola. La primera sustituye el
coloquio personal, cuando no es
posible (Séneca, Epist. 40.75);
la formulación escrita, nace sin
pretensiones literarias. La
epístola es, propiamente, un
ensayo literario, un tratado en
forma de carta y tiene un
amplio, casi siempre
desconocido, público como
destinatario. «La carta es un
trozo de vida; la epístola, un
producto de arte literaria».
Existieron también formas mixtas,
que no pueden reducirse a ninguna de
las dos, pero la distinción básica
(carta real y carta aparente) sigue
siendo útil.
En el NT no existen propiamente
cartas privadas, porque, aunque
algunas (2 Jn, 3 Jn, Flm) no traten
problemas comunes, todas nacen en
conexión con la labor misionera y,
redactadas con la autoridad de un
apóstol, fueron finalmente asumidas
por la comunidad cristiana. Heb se
acerca a la forma epistolar, pero prima
en ellas la exposición de la fe y la
edificación de la vida común.
2.2.7.2. Formulario estereotipado
Introducía la carta el praescriptum
o preámbulo epistolar, que incluía
el nombre del remitente,
destinatario y un saludo, iban
acompañados de títulos
honoríficos. Esta formulación
pertenece al modelo helenístico.
Una oración por la salud del
destinatario solía acompañar la
introducción (2 Cor 1,8-11; Flp
2,25-30); en Pablo la oración es
acción de gracias a Dios y que
suele servirle como esbozo de la
temática de la carta.
La extensión dependía de la función
del escrito: las cartas privadas solían
tener un término medio de 87
palabras; en las auténticas de Pablo.
Rom es, con sus 7105 palabras, la
carta conocida más larga de la
antigüedad.

En Pablo suele iniciarse con una


llamada a la atención de sus lectores
(Gal 1,6); hacia la conclusión el
apóstol habla de sus planes
misioneros; una exhortación, más o
menos urgente, cierra la sección
central (Gal 5,1-6,10).
La carta se concluía con el
saludo y el deseo final. No es
raro que Pablo añada la
invitación a darse el ósculo santo
(1 Tes 5,26), una praxis de la
antigua liturgia cristiana. No se
solía indicar la fecha y nunca se
firmaba; el sello o un saludo
autógrafo solía autentificar la
carta. El NT ofrece un solo
ejemplo, pero bueno, de carta
helenística (Hch 15,23-29).
2.2.1.3. Circunstancias
Se solían escribir en papiro, material
más común y menos costoso que el
pergamino, usando un trozo de caña
afilada (calamus). Eran, por lo general,
dictadas a un amanuense, que solía
disponer de cierta libertad en la
redacción; sólo en un caso aparece su
nombre en la correspondencia paulina
(Tercio, en Rom 16,22), aunque más
probable sea que Pablo considerase a
quien misionaba junto a él como
coautor de la carta.
Una vez escrita, se enrollaba,
ataba y precintaba el sello, y
puesta la dirección por fuera o en
hoja aparte se entregaban a los
mensajeros, viajeros en tránsito o
los mismos escribanos. Era
frecuente añadir otras indicaciones
que ayudaran a la identificación del
destinatario. Ninguna carta del NT
conserva la dirección externa; en
el caso de Pablo, tampoco sería
necesario, pues un hermano, solía
actuar de correo. Pablo pudo
incluso, como era costumbre,
guardar una copia de las cartas
que mandó.
2.2.2. La carta paulina

Pablo sigue el modelo en


uso, aunque lo transforma
para adecuarlo a sus
necesidades.

«Al añadir la exhortación como


segunda parte principal de la carta,
Pablo se convierte en el creador de un
nuevo género epistolar” (DORMEYER,
Testamen 194)
2.2.2.7. Al servicio
de la misión
Desarrolla los prescritos con
títulos que afirman su
autoridad (apóstol: Rom 1,1;
siervo: Rom 1,1); insiste en la
dignidad de sus destinatarios
(1 Tes,1,1; Flp 1,1); alarga el
saludo inicial en una frase de
tono litúrgico (1 Cor 1, 3) y
adelanta incluso el tema de la
carta (Gal 1,1-4; Rom 1.1-7).
La conclusión consta de una
exhortación final y el
postscriplum. La exhortación
puede incluir una petición de
oración (Rom 15,30-32),
impetración de bendiciones
(Rom 15,13.33) y anuncio de
próximas visitas. La posdata
incluye los saludos a otros (Gal
6,18) escrito de puño y letra por
el apóstol (Gal 6,1), que
refuerza su autoridad. Se deja
entrever que las cartas paulinas
estaban destinadas a ser leídas
en comunidad (1 Tes 5,27; Rom
16,16).
El cuerpo epistolar, el
lugar menos convencional,
donde aparece mejor el
escritor y el misionero:
sustituye los deseos de
salud o la acción de
gracias al destinatario por
la acción de gracias a
Dios, que adquieren una
amplitud e importancia
desconocidas entre sus
contemporáneos.
2.2.2.2. Discursos
en vivo
Toda su
correspondencia,
salvo Flm (Flm 49)
ha sido escrita al
dictado (1 Cor
16,21; Rom 16,22),
está marcada por
su origen oral.
Pablo pretendía que
sus cartas fueran
leídas en público.
Antes que escritor Pablo fue
orador, expresan de forma
inimitable todas las variaciones de
un espíritu vivo y maduro, todos
los afectos de un ánimo profundo y
revelan por todas partes una
pluma audaz y paciente.
Las antítesis, los clímax, los
apostrofes y los interrogantes
mantienen abierta la atención,
mientras que los impresionantes
desahogos conquistan el ánimo de
los lectores; esta vivacidad y
fuerza expresiva es un escollo
evidente para captar la dirección
de su pensamiento.
Pablo es «un escritor que expresa en
griego una nueva experiencia interior»
(clásico del helenismo). Pasa de un
tono conciliador y amistoso a la
polémica agria y descompuesta (2 Cor
9,2-14). El diálogo que conduce Pablo
no es simplemente magisterial e
instructivo, introduce en su
argumentación interlocutores: ante sus
oyentes, imagina un diálogo con
interlocutores que, en su opinión,
representan los puntos de vista que han
de ser rechazados; el recurso sirve lo
mismo para la demostración, la defensa
o la deliberación.
Aunque todo ello denota un
escritor comprometido en cuanto
escribe, no hay que olvidar que la
carta es la única mitad del diálogo
real que ha llegado a nosotros.
Pablo ha respondido a cuestiones
que se le han hecho; se defiende
de críticas personales, defiende a
sus comunidades de falsos
evangelios (Gal 1,6-10), o
completa la enseñanza ya dada
(1 Tes 4,13-5,11). Mientras se
dependa de cuanto Pablo dice, la
comprensión de su teología será
objeto más de invención que de
comprobación.
2.2.3. La correspondencia
paulina
Nacido como ejercicio
de la autoridad
apostólica, el
epistolario paulino,
sufrió un proceso de
ensanchamiento, al
atribuírsele al apóstol
cartas que él no habría
escrito. Es de suponer
que la temprana
colección de las cartas
auténticas y su edición
facilitaran la empresa.
2.2.3.1. La seudoepigrafia
paulina
La seudoepigrafia era un
fenómeno común que afectaba a
toda la literatura de la época y,
por lo que respecta al NT, en él
mayoritario. En el NT esta
atribución documenta, además,
la conciencia apostólica de las
comunidades cristianas; los
escritos, o recogieron la
predicación de los grandes
apóstoles o se les atribuyó a
ellos cuanto publicaban; su
deseo era seguir siendo fieles a
la doctrina de su maestro.
El caso de Pablo, «no podía
esconderse bajo el nombre de otro ni
escribir de forma anónima. El
evangelio que él predicaba tenía
resonancias demasiado marcadas y
singulares para confundirse
simplemente con el mensaje cristiano
tradicional»; además, sus cartas
tuvieron como destinatarios
comunidades concretas, con las que
el apóstol mantenía relaciones
estrechas. La autoridad reconocida de
que gozaba en ellas, pudieron muy
bien favorecer la seudonimia dentro
del cuerpo paulino (cf. 2 Tes 2,2).
2.2.3.2. El corpus paulinum
Aunque alguna carta pudo perderse y
otras hayan podido llegar a nosotros
reunidas en una sola, la mayoría fue
conservada celosamente tras su muerte.
En los escritos encontraban las
comunidades receptoras, cuantas veces lo
buscaran, el evangelio paulino formulado
para su situación concreta. No tenemos la
seguridad de encontrar en los textos
canónicos ni todas las cartas que escribió
Pablo ni siquiera sólo cuanto él escribió.
Cuando su voz «ya sólo podía oírse en
cartas, el género de “carta del apóstol” o
“carta de Pablo” adquirió una significación
especial (2 Tes 2,2-25; 3,17)».
Pablo no pudo pensar que sus cartas un
día fueran consideradas como escritura
normativa para todas las iglesias.
Una colección primera debió ser conocida
por el autor de 2 Pe, a principios del siglo
segundo (2 Pe 3,15-16), puede
suponerse que pertenecieran a ella 1 y 2
Cor, 1 y 2 Tes, Rom, Gal, Flp y Flm. La
colección de cartas paulinas más antigua
que ha llegado a nosotros, el P46, datado
en torno al año 200, un códice de 52
hojas de papiro, contiene toda la
correspondencia paulina, incluida Heb,
menos 1 Tim, 2 Tim y Tit; el dato es
significativo ya que algunas hojas faltan,
tanto al inicio como al final.
A partir del siglo II se acumulan
los testimonios de la existencia
de un corpus paulinumm. La
superscriptio de sus cartas,
ninguna auténtica aunque
aparezcan ya en el siglo II,
supone ya la existencia de una
lista.
Marción (ca. 80-160) cita en su
canon diez cartas del apóstol,
privilegiando Gal y ordenando las
demás según su extensión (Gal,
1 y 2 Cor, Rom, 1 y 2 Tes, Ef,
Col, Flm, Flp).
Tertuliano (ca. 160-225) repetirá la lista,
aunque en distinto orden; el P46 recoge
también diez, adopta un orden decreciente
en el volumen del texto (Rom, Heb, 1 Cor, 2
Cor, Ef, Gal, Flp, Col, 1 Tes, 2 Tes); el
fragmento Muratori (ca. 200), trece (1 Cor, 2
Cor, Ef, Flp, Col, Gal, 1 Tes, 2 Tes, Rom,
Flm, Tit, 1 Tim, 2 Tim). Este documento
distingue ya entre cartas auténticas y otras,
una a los laodicenses y otra a los
alejandrinos, que rechaza por marcionitas.
En el siglo III Orígenes (185-254) y Eusebio
(ca. 260-ca. 340) contarán las 13 cartas
atribuidas a Pablo entre los libros
universalmente reconocidos (HE VI 25).
2.2.3.3. Las cartas como
patrimonio eclesial
Se habla de una temprana colección de escritos
paulinos. Sin aventurar qué iglesia (Corinto,
Éfeso, Roma) pudo iniciar este movimiento de
conservación de la obra paulina, una escuela, un
grupo de discípulos que, para mantener actual la
herencia del apóstol, no dudó en conservar las
auténticas e, incluso, acrecentar su número: «el
corpus paulinum como colección de libros
sagrados, unió desde el comienzo la enseñanza
del apóstol a la doctrina de su escuela, primer
eslabón de una cadena plurisecular». Ello pudo
ser posible por la convicción de que su
magisterio seguía siendo decisivo para las
comunidades posteriores.
Fue cuando se iban diluyendo
sus opciones más
características que los escritos
paulinos alcanzaron
reconocimiento universal
mediante su colección, primero,
y la canonización, después;
ambas no hubieran sido posible
sin una previa eclesialización
de apóstol. El pensamiento
paulino era considerado
normativo aunque no siempre
se adecuaba a la problemática
de las comunidades que así lo
aceptaban.
Hch 15
23. Por su medio les enviaron esta carta: «Los apóstoles y los
presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la
gentilidad que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
24. Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato
nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros
ánimos,
25. hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y
enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros queridos Bernabé y
Pablo,
26. que son hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro
Señor Jesucristo.
27. Enviamos, pues, a Judas y Silas, quienes os expondrán esto
mismo de viva voz:
28. Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros
más cargas que éstas indispensables:
29. abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los
animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de
estas cosas. Adiós.»
Rom 16, 22. Pero al presente,
libres del pecado y esclavos de
Dios, fructificáis para la santidad;
y el fin, la vida eterna.

1 Cor 1, 3. Gracia a vosotros y


paz de parte de Dios, Padre
nuestro, y del Señor
Jesucristo.
Romanos 30. Pero os suplico, hermanos, por nuestro Señor
Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que
luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones
rogando a Dios por mí,
31. para que me vea libre de los incrédulos de
Judea, y el socorro que llevo a Jerusalén sea bien
recibido por los santos;
32. y pueda también llegar con alegría a vosotros
por la voluntad de Dios, y disfrutar de algún reposo
entre vosotros.

13. El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y


paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por
la fuerza del Espíritu Santo.
33. El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.
16. Saludaos los unos a los otros con el beso santo.
Todas las Iglesias de Cristo os saludan.
Gálatas 1
6. Me maravillo de que abandonando al que os llamó
por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto a otro
evangelio
7.- no que haya otro, sino que hay algunos que os
perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo
8. Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del
cielo os anunciara un evangelio distinto del que os
hemos anunciado, ¡sea anatema!
9. Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito:
Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que
habéis recibido, ¡sea anatema!
10. Porque ¿busco yo ahora el favor de los hombres
o el de Dios? ¿O es que intento agradar a los
hombres? Si todavía tratara de agradar a los
hombres, ya no sería siervo de Cristo.
2 Tes 2, 2 que no os dejéis alterar tan
fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis
por alguna manifestación del Espíritu, por
algunas palabras o por alguna carta
presentada como nuestra, que os haga
suponer que está inminente el Día del Señor.

2 Pe 3, 15-16
15. La paciencia de nuestro Señor juzgadla como
salvación, como os lo escribió también Pablo,
nuestro querido hermano, según la sabiduría que le
fue otorgada.
16. Lo escribe también en todas las cartas cuando
habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas
difíciles de entender, que los ignorantes y los
débiles interpretan torcidamente - como también las
demás Escrituras - para su propia perdición.
EPÍSTOLA A LOS LAODICENSES
1. Pablo, apóstol no de los hombres ni por los hombres, sino por medio de Jesús Cristo, a los hermanos
que están en Laodicea.
2. Gracia y paz para ustedes, de Dios Padre y de Nuestro Señor Jesucristo.
3. Agradezco a Cristo en todas mis oraciones, porque ustedes permanecen en Él y perseveran en sus
obras, aguardando la promesa en el día del juicio.
4. No se dejen engañar por las palabras vanas de algunos que pervierten la verdad, y que pueden
alejarlos del verdadero evangelio que les prediqué.
5. Permita Dios que mis conversos alcancen un conocimiento perfecto de la verdad del evangelio, sean
útiles, y realicen obras de salvación para la vida eterna.
6. Ahora se evidencian mis cadenas, las cuales sufro en Cristo, y en las que me regocijo y alegro.
7. Porque sé que esto es para mi salvación eterna, que llegará por las oraciones de ustedes, y por ayuda
del Espíritu Santo, ya sea para vida o para muerte;
8. porque para mí, si vivo es para Cristo, y la muerte es regocijo.
9. Y Él les concederá su misericordia para que ustedes tengan el mismo amor y sean una misma mente.
10. Por lo tanto, amados, mantengan lo que han oído en mi presencia, y trabajen en el temor de Dios, y
tendrán vida eterna,
11. porque es Dios que opera en ustedes.
12. Y hagan todo lo que deban hacer sin retractarse,
13. y en las demás cosas, amados, regocíjense en Cristo, y tengan cuidado con aquellos que procuran
lucros sórdidos.
14. Hagan abiertamente sus peticiones a Dios, y sean firmes en el sentimiento de Cristo,
15. y en lo que es íntegro, verdadero, casto, justo y amable.
16. Guarden en sus corazones lo que oyeron y recibieron, y tendrán la paz.
17. Saludos a todos los hermanos con un beso santo.
18. También los santos les envían saludos.
19. Que la gracia de Nuestro Señor Jesús esté con el espíritu de ustedes.
20. Procuren que esta epístola sea leída a los Colosenses, y lean ustedes la epístola de los Colosenses.

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