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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

PROGRAMA EDUCATIVO:
LIC. DERECHO
ASIGNATURA:
DERECHO PROCESAL AGRARIO
CATEDRÁTICO:
OSCAR CASTRO GARCIA
CAMPUS:
CHIGNAHUAPAN
INTEGRANTES:
ELYA FLOR LEMINI ORTEGA
MARICELA ORDOÑEZ GONZÁLEZ
Los bienes inmuebles que por alguna razón no pueden ser vendidos se le llama
Desamortización, es decir fuera del mercado, se dice que son de manos
muertas.

En el siglo X la iglesia prohibió la enajenación de sus propios bienes, salvo en los


casos de necesidad, conjunto con las corporaciones dedicadas a la realización
de obras de beneficencia e instrucción que obtuvieron el beneficio de tener sus
bienes amortizados con las llamadas “cartas de amortización”, esta política se
inicio en el Virreinato de la Nueva España.
El 25 de junio de 1856 se dictó la Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y
Urbanas propiedad de corporaciones Civiles y Religiosas, que modifico la
correlación entre la Iglesia y el Estado, y el despojo de su propiedad a las
comunidades Indígenas.

La Constitución de 1857 amplio la desamortización a los bienes de los ejidos y


municipios, su sueño era la creación de una clase de pequeños propietarios que no
se hizo realidad, ya que al paso de los años se produjo una concentración de
tierras en manos de propietarios laicos.
El presidente Comonfort y su ministerio de Hacienda, Miguel Lerdo de Tejada,
expidieron la Ley de Desamortización del 25 de junio de 1856 ( también llamada
Ley Lerdo), la cual tenia por objeto dar movimiento a la propiedad inmueble que
también origino el despojo de tierras colectivas a pesar de que no existía interés
de ocasionar perjuicio a las comunidades, ya que al fraccionarse su superficie
debía ser adjudicada a los codueños en caso de tierras comunales y no a terceras
personas.
En 1857 se promulgo la Constitución Política, que en su art. 27 establecía la
protección a favor de la propiedad particular: “ La propiedad de las personas no
puede ser ocupada sin su consentimiento, sino por causa de utilidad publica y
previa indemnización”, esto suscitó el cambio hacia el texto actual, que en la
redacción del constituyente señala “ mediante”, y no “previa indemnización”, con
lo que se sugiere que puede darse primero la ocupación y con posterioridad el
señalado el pago.

El segundo párrafo del art.27 de la Constitución de 1857 establecía: “La Ley


determinará la autoridad que deba hacer la expropiación y de los requisitos con
que ésta haya de verificarse”.
El tercero y ultimo párrafo elevado a rango Constitucional que hablaba de la
incapacidad de las corporaciones civiles y eclesiásticas para administrar bienes y
para comparecer a juicio a defender su propiedad que retomo el texto del art 25
de la Ley de Desamortización de 1857 que establecía lo siguiente:

Ninguna corporación civil o eclesiástica, cualquiera que sea su carácter, denominación


u objeto, tendrá capacidad legal para adquirir en propiedad o administrar por sí bienes
raíces, con la única excepción que expresa el artículo 8o., respecto de los edificios
destinados inmediatamente y directamente al servicio u objeto de la institución.

Ya elevada a rango Constitucional la incapacidad legal de las comunidades , entre


otras corporaciones para defender su patrimonio , llegaron a multiplicarse el
despojo de la tierras esto provoco las desproporcionadas ganancias de las
compañías deslindadoras.
Ley promulgada el 12 de julio de 1859, cuando era Presidente Benito Juárez García, que tenia por objeto desaparecer las
órdenes monásticas y declarar la separación de la Iglesia y Estado, que señala en tres artículos importantes lo siguiente:
El Decreto sobre Colonización de 1883 el Ejecutivo Federal estaba facultado para
autorizar a las compañías deslindadoras a que realizaran la habitación de
terrenos baldíos; tenían por condición que midieran, deslindaran, fraccionaran en
lotes, valuaran, describieran los terrenos, transportaran colonos y los
establecieran en los mismos terrenos.

Las diligencias de apeo o deslinde estaban encomendadas al juez de distrito de la


ubicación del terreno baldío pero a cambio las compañías deslindadoras obtenían
hasta la tercera parte de los terrenos que habitaran o de su valor, con condición
de no enajenar los terrenos a extranjeros no autorizados y que los lotes que
enajenaron no tuvieran extinciones mayores de 2500 hectáreas.
Art. 25º Las compañías que contraten con el ejecutivo el transporte a la República
y el establecimiento en ella de colonos extranjeros, disfrutarán por un término
que no ha de exceder de veinte años, de las siguientes franquicias y exenciones;

I. Venta a largo plazo y módico precio de terrenos baldíos o de propiedad


nacional, con el exclusivo objeto de colonizarlos.

II. Exención de contribuciones, excepto la del timbre, a los capitales destinados a


la Empresa.

III. Exención de derechos de puerto, excepto los establecidos para mejoras en


los mismos puertos a los buques que por cuenta de las compañías conduzcan diez
familias, por lo menos, de colonos a la República.
.
IV. Exención de derechos de importación a las herramientas, máquinas,
materiales de construcción y animales de trabajo y de cría, destinado todo
exclusivamente para una colonia agrícola, minera o industrial, cuya formación
haya autorizado el ejecutivo.

V. Prima por familia establecida y otra menor por familia desembarcada; prima
por familia mexicana establecida en colonia de extranjeros.

VI. Transporte de los colonos, por cuenta del gobierno, en las líneas de vapores y
de ferrocarriles subvencionadas
La Ley Sobre Ocupación Y Enajenación De Terrenos Baldíos que vino a suspender
el limite de 2500 hectáreas que establecía a la propiedad inmueble de
conformidad con el art. 21 del Decreto sobre Colonización de 1883 que estableció
que los terrenos nacionales, baldíos o demasías poseídos por 20 años o más,
deberían contar con títulos primordiales; de lo contrario, entrarían a composición
o denuncia.

En su art. 6 podían ser denunciados aun cuando contaran con títulos traslativos de
dominio emanados por particulares o de autoridad publica no autorizada para
enajenar terrenos baldíos y que no tuvieran las características de ser un titulo
primordial, con esta ley también cesó la obligación de los propietarios y poseer de
terrenos baldíos de tenerlos poblados, acotados y cultivados.
El Decreto del 18 de diciembre de 1909 se ordenaba continuar con el reparto de
ejidos de tal manera que se dieran lotes a los jefes de familia, en propiedad
privada, pero con la salvedad de que durante 10 años serian no enajenables,
inembargables e intrasmisibles.
Los planes y pactos se fue delineando el movimiento armado que inicio Madero, en
lucha por el poder tras las elecciones presidenciales de 1910. Madero inició,
después de la reelección de Porfirio Díaz, la Revolución Mexicana con el Plan de
San Luis.
Madero con este plan expuso las condiciones sociales de los mexicanos que
Vivian bajo una tiranía del Poder Legislativo como el judicial estaban
completamente supeditados al ejecutivo; la división de los poderes, la soberanía
de los estados, la liberta de los ayuntamientos y el derecho del ciudadano sólo
existía en nuestra Carta Magna.

La justicia solo servía para legalizar los despojos que comete el fuerte mediante
los jueces que eran servidores del ejecutivo que cuyo interés era servir a las
cámaras de la unión que no tenían otra voluntad que la del dictador que era la
del General Porfirio Díaz.
El plan de Madero declaro nulas las elecciones para presidente y vicepresidente
de la republica, magistrados a la suprema corte de la nación, diputados y
senadores; y las leyes promulgadas por la administración porfirista y sus
reglamentos respectivos que requieran reformas, a excepción de aquellas que
manifiestamente se hallaran en pugna con los principios proclamados en el Plan
de San Luis
El presidente Madero incumplió los postulados revolucionarios incluidos en la
proclamación del Plan de San Luis con lo referente a restituir a sus antiguos
poseedores los terrenos de que se les despojo, surgió la inconformidad lo que
se considero la tracción de Madero a los ideales devocionarios, esta situación
provocó una lucha de grupos por el poder y en otros casos, como el de zapata,
por el cumplimiento de los anhelos de justicia y libertad.
Andrés Molina Enríquez se adhiere a la lucha en 1911, porque no se le dio
prioridad al problema de la tierra. Lanzando el Plan de Texcoco parecía dirigido
al gobierno interino de León de la Barra que era la expresión de inconformidad
por el incumplimiento de algunos de los planteamientos del Plan de San Luis.

Molina luchó por el fraccionamiento de los grandes latifundios, por la


desaparición del cargo de jefe político y por el mejoramiento de los salarios; El
Plan de Texcoco es el documento antecesor del Plan de Ayala, elaborado el 23
de agosto de 1911, donde se planea la necesidad de una reforma agraria a
fondo.
Proclamado por Emiliano Zapata con sus huestes, que desconoce a Francisco I.
Madero como jefe de la revolución y como presidente de la revolución, y se
reconoce como jefe de la Revolución libertadora al general Pascual Orozco,
segundo de Madero y en caso de no aceptarse se reconocería como jefe
revolucionario a Emiliano Zapata, en el plan se hace constar, sobre los terrenos,
montes y aguas que hubieren usurpado los hacendados, científicos o caciques, a
la sombra de la tiranía y de la justicia venal, que entraría en posesión de esos
bienes inmuebles los pueblos o ciudadanos que tuvieron los títulos
correspondientes a esas propiedades, de las cuales habían sido despojados por
mala fe.
El 3 de marzo de 1912, en chihuahua, Pascual Orozco se pronuncio contra
Madero; firma el pacto de la Empacadora en la cual se desconoce al presidente, y
plantea reformas socioeconómicas relativas al problema obrero y agrario.

En este se retomaba las demandas magonistas de 1906, como los derechos


laborales, la libertada de expresión, la autonomía efectiva de los municipios, así
como una fuerte oposición a los intereses estadounidenses.
El orozquismo contraparte del estado villa mostró su fidelidad a Madero y
González y se lanzó a compartir a los Colorados cómo eran conocidos los
orozquistas por su antecedentes magonista- anarquista; José Vélez recibió una
severa derrota política y el gobierno norteamericano prohibió la venta de armas
orozquismo, era muestra de la pesada influencia del país vecino pero para
mediados de 1912 el orozquismo ya estaba Derrotado y en agosto de ese mismo
año Pascual Orozco no tuvo más remedio que hubiera hacia Estados Unidos.
El discurso pronunciado el 3 de diciembre de 1912 el diputado Luis Cabrera con
motivo de la presentación de su iniciativa de ley o proyecto de la ley agraria para la
reconstrucción y dotación de ejidos para los pueblos; precisaba que por medio de
forzadas impuestas a las fincas o por medio de aparcerías aquel Así quisiera
voluntariamente someterse pudieran proporcionar a las clases de no ser así que la
había propuesto que era la expropiación de tierras reconstruir por causa de
utilidad pública; de esta forma de Linio lo que sería la figura de la restitución a la
que llamó de Constitución Por la intención de establecer los ejidos de los pueblos
indígenas dicha propuesta vigencia en el período revolucionario hasta la expedición
del derecho del 6 de enero de 1902.
El 9 de febrero se sublevaron los alumnos de la escuela de aspirantes de Tlalpan
y La tropa del cuartel de Tacubaya y también partieron dos columnas una hacia
Santiago Tlatelolco y otra hacia Lecumberri, donde liberaron a los militares
prisioneros; donde el general lauro Villar jefe del plazo ordenó fuego a la vista
del enemigo aquellos que luchaba por una libertad.
El 18 de febrero se celebró un pacto abierto entre Huerta y Félix Díaz,
conocido como pacto de la ciudadela o pacto de la embajada, debido a que fue
firmado en el local de la representación diplomática norteamericana, en
presencia de Henry Lane Wilson; en el cual del pacto de la ciudadela establecía
que guarda se comprometía a ser prisioneros a presidente y enseguida a
desconocer al poder ejecutivo
se nombró como presidente a Huerta, con un gabinete formado por Francisco
León de la Barrera, Toribio Esquivel Obregón, Manuel Mondragón, Alberto
Robles Gil, Alberto García granados, Rodolfo Reyes, Jorge Vera Estañol, David
de la Fuente, Emanuel Garza Aldape, esa idea consistía en que Huerta pusiera
como presidente provisional Para que en las elecciones se obtuvieran surgió Félix
Díaz.
El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, se lanzó a una nueva empresa
Armada con el objetivo de combatir al gobierno de Victoriano Huerta; finalmente
lo derrotó y ocupó la Ciudad de México pero no pude ejercer el poder como
presidente interino al verse amenazado por las distintas fracciones
revolucionarias.
Carranza consideró necesario la reconciliación con Villa y Maytorena, por lo que
Obregón aliado de Carranza se dirigió al norte para entrar al diálogo con ellos que
el 9 de septiembre de 1914 se firmó un nuevo acuerdo en la ciudad de Chihuahua,
se conjuga van las aspiraciones sociales que habían dado lugar a la lucha
revolucionaria; establecer un gobierno democrático y resolver los problemas
sociales y económicos del país.
El acuerdo reconocido a Carranza como presidente interino con las atribuciones
siguientes nombrar el gabinete, buscar elecciones de gobernadores, forma del
Congreso, las legisladores debían discutir las reformas constitucionales y
convocar a elecciones presidenciales en las que el primer jefe no podría
participar.

El pacto lo firmó Villa y Obregón y Carranza no aceptó la aduciendo que el


documento de tal envergadura debía discutirse en una asamblea representativa
nacional; pero qué raza no se dio a las propuestas villistas lo desconoció como
presidente interino y se negó a la división del norte que participará en el convenio;
entonces Obregón se dirigió a Chihuahua para convencer a Villa de participar en la
convención convocada por Carranza en la Ciudad de México, aquella División del
Norte acepto asistir siempre que dicha convención se llevará a cabo en un terreno
neutral y propuso la Ciudad de Aguascalientes inició sus trabajos el primero de
octubre de 1914 en la Ciudad de México.
En aquel mismo año Carranza renunció a la presidencia interina del ejército
constitucionalista pero fue rechazado porque no había alguien que lo sustituya, por
lo que Obregón informó del acuerdo con Villa de trasladar la convención de
Aguascalientes, donde se eligiera al nuevo presidente.

Los trabajadores de la convención de Aguascalientes se iniciarán el 10 de octubre


de 1914 con dos problemas fundamentales por resolver que era la elección de un
nuevo presidente interino y establece la armonía entre Villa y Carranza; aquel
dicho convención de Aguascalientes se originó la designación de una comisión
permanente cuyo objetivo era la elaboración de un programa de gobierno que se
llevaría a discutir en la próxima convención, cada para el mes de enero de 1915.
• El derecho agrario se encuentra inmerso desde 1917 en el
contexto jurídico de nuestra Carta Magna como un derecho del
individuo para gozar de los beneficios del reparto agrario.

• La ubicación del reparto agrario dentro de la ley fundamental


puede también deberse a que el problema de distribución
territorial en la Constitución de 1857 se plasmo precisamente el
texto del art. 27, que aborda lo referente a la propiedad
inmueble, redistribución y limites.
Empero, el texto del artículo 27 de la Constitución de 1917 fue producto de un
largo proceso del pensamiento social y de largas luchas que a la postre lograron
arrebatarle al “siempre dueño” un pedazo de su inmensa riqueza, convirtiendo
en ley la obtención y protección de la propiedad agrícola a favor de los más
necesitados.

El derecho social Agrario, como producto de un fenómeno evolutivo, surge ante


la carencia de fuentes de subsistencia que en aquellos tiempos prácticamente
eran representadas por las tierras agrícolas como generadores de riqueza. Su
acaparamiento en pocas manos resultaba excesivo, fruto a su vez de un
sistema de tenencia de la tierra traído por el conquistador y aplicado durante
los 300 años de la Colonia, y que obligó a los indígenas a concentrarse en
determinados lugares mediante las mercedes y reducciones de indios, entre
otras formas.
El 5 de febrero de 1917 el Constituyente de Querétaro le da al mundo la primera
Constitución social, en cuyo Artículo 27 consagra el derecho a la propiedad social
rural.

Este artículo retoma sus primeros párrafos de la Constitución de 1857, a cuyo


contenido se agregaron diversos planteamientos, mientras que en otros casos se
modificó su redacción, como en lo relativo a la expropiación, que quedó de la
manera siguiente: “Ésta (la propiedad privada) no podrá ser expropiada sino por
causa de utilidad pública y mediante indemnización.

Entre los agregados mas importantes está el referente a la dotación de tierras y


aguas.
Se continuó estableciendo la incapacidad jurídica de la Iglesia para adquirir, poseer o
administrar bienes raíces o capitales impuestos sobre ellos.

En cuanto a las sociedades mercantiles, la fracc. IV establecía la prohibición para adquirir,


poseer o administrar propiedades agrícolas: “Las sociedades comerciales, por acciones, no
podrán adquirir, poseer o administrar fincas rústicas.

La fracción VI otorgaba capacidad jurídica a los núcleos poblacionales al establecer: “Los


condueñazgos, rancherías, pueblos, congregaciones, tribus y demás corporaciones de población
que de hecho o por derecho guarden el estado comunal, tendrán capacidad para disfrutar en
común las tierras, bosques y aguas que les pertenezcan o que se les hayan restituido o
restituyeren, conforme a la ley de 6 de enero de 1915”.

Por su parte, la fracción VII excluía de la hipótesis anterior a las demás corporaciones civiles al
precisar: “Fuera de las corporaciones a que se refieren las fracciones III, IV, V y VI, ninguna
otra corporación civil podrá tener en propiedad o administrar por sí, bienes raíces o capitales
impuestos sobre ellos”
• También fijaba las bases para el fraccionamiento de las grandes extensiones de tierras, dejando a
los gobiernos locales el establecimiento de la superficie correspondiente a la pequeña propiedad.

• Incorporado en su redacción la nulidad a que se refería la ley del 6 de enero de 1915 y agregaba a
su contenido la figura de la restitución.

• Cabe destacar que la nulidad de las enajenaciones realizadas en contravensión a la ley del 25 de
junio de 1856 (Ley de desamortización) procede cuando no se hubiere hecho el fraccionamiento
conforme a esta ley, es decir, dicha normatividad no pretendió despojar de sus tierras a las
comunidades, sino que el fraccionamiento de las tierras de los pueblos debía realizarse y
adjudicarse a favor de sus moradores por lo que si la enajenación se realizó a personas extrañas a
los pobladores, por lo que si la enajenación se realizó a personas extrañas a los pobladores, resulta
procedente dicha nulidad, conforme al referido texto constitucional, que en la actualidad se
conserva en la fracción VIII del artículo 27 del Pacto Federal.
ARTÍCULO 27.- La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del
territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual, ha tenido y tiene el
derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad
privada.

Ésta no podrá ser expropiada sino por causa de utilidad pública y mediante indemnización.

La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las


modalidades que dicte el interés público, así como el de regular el aprovechamiento de los
elementos naturales susceptibles de apropiación, para hacer una distribución equitativa de
la riqueza pública y para cuidar de su conservación. Con este objeto se dictarán las
medidas necesarias para el fracciona miento de los latifundios; para el desarrollo de la
pequeña propiedad; para la creación de nuevos centros de población agrícola con las tierras
y aguas que les sean indispensables; para el fomento de la agricultura y para evitar la
destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en
perjuicio de la sociedad.
Los pueblos, rancherías y comunidades que carezcan de tierras y aguas, o no las tengan en
cantidad suficiente para las necesidades de su población, tendrán derecho a que se les dote
de ellas, tomándolas de las propiedades inmediatas, respetando siempre la pequeña
propiedad. Por tanto, se confirman las dotaciones de terrenos que se hayan hecho hasta
ahora de conformidad con el Decreto de 6 de enero de 1915. La adquisición de las
propiedades particulares necesarias para conseguir los objetos antes expresados, se
considerará de utilidad pública.

Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los minerales o substancias que en


vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de
los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y
metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y
las salinas formadas directamente por las aguas marinas. Los productos derivados de la
descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los
fosfatos susceptibles de ser utilizados como fertilizantes; los combustibles minerales
sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.
Son también propiedad de la Nación las aguas de los mares territoriales en la extensión y
términos que fija el Derecho Internacional; las de las lagunas y esteros de las playas; las de los
lagos interiores de formación natural, que estén ligados directamente a corrientes constantes;
las de los ríos principales o arroyos afluentes desde el punto en que brota la primera agua
permanente hasta su desembocadura, ya sea que corran al mar o que crucen dos o más Estados;
las de las corrientes intermitentes que atraviesen dos o más Estados en su rama principal; las
aguas de los ríos, arroyos o barrancos, cuando sirvan de límite al territorio nacional o al de los
Estados; las aguas que se extraigan de las minas; y los cauces, lechos o riberas de los lagos y
corrientes interiores en la extensión que fije la ley. Cualquiera otra corriente de agua no incluida
en la enumeración anterior, se considerará como parte integrante de la propiedad privada que
atraviese; pero el aprovechamiento de las aguas, cuando su curso pase de una finca a otra, se
considerará como de utilidad pública y quedará sujeta a las disposiciones que dicten los Estados.

En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la Nación es inalienable e
imprescriptible, y sólo podrán hacerse concesiones por el Gobierno Federal a los particulares o
sociedades civiles o comerciales constituidas conforme a las leyes mexicanas, con la condición de
que se establezcan trabajos regulares para la explotación de los elementos de que se trata, y se
cumpla con los requisitos que prevengan las leyes.
La capacidad para adquirir el dominio de las tierras y aguas de la Nación, se
regirá por las siguientes prescripciones:

I.— Sólo los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades
mexicanas, tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus
accesiones, o para obtener concesiones de explotación de minas, aguas o
combustibles minerales en la República Mexicana. El Estado podrá conceder el
mismo derecho a los extranjeros siempre que convengan ante la Secretaría de
Relaciones en considerarse como nacionales respecto de dichos bienes y en no
invocar, por lo mismo, la protección de sus Gobiernos, por lo que se refiere a
aquéllos; bajo la pena, en caso de faltar al convenio, de perder en beneficio de la
Nación, los bienes que hubieren adquirido en virtud del mismo. En una faja de 100
kilómetros a lo largo de las fronteras y de 50 en las playas, por ningún motivo
podrán los extranjeros adquirir el dominio directo sobre tierras y aguas;
II.— Las asociaciones religiosas denominadas iglesias, cualquiera que sea su
credo, no podrán en ningún caso tener capacidad para adquirir, poseer o
administrar bienes raíces, ni capitales impuestos sobre ellos; los que tuvieren
actualmente, por sí o por interpósita persona entrarán al dominio de la Nación,
concediéndose acción popular para denunciar los bienes que se hallaren en tal
caso. La prueba de presunciones será bastante para declarar fundada la denuncia.
Los templos destinados al culto público son de la propiedad de la Nación,
representada por el Gobierno Federal, quien determinará los que deben continuar
destinados a su objeto. Los obispados, casas curales, seminarios, asilos o colegios
de asociaciones religiosas, conventos o cualquier otro edificio que hubiere sido
construido o destinado a la administración, propaganda o enseñanza de un culto
religioso, pasarán desde luego, de pleno derecho, al dominio directo de la Nación,
para destinarse exclusivamente a los servicios públicos de la Federación o de los
Estados en sus respectivas jurisdicciones. Los templos que en lo sucesivo se
erigieren para el culto público, serán propiedad de la Nación;
III.— Las instituciones de beneficencia, pública o privada, que tengan por objeto el
auxilio de los necesitados, la investigación científica, la difusión de la enseñanza, la
ayuda recíproca de los asociados o cualquier otro objeto lícito, no podrán adquirir,
tener y administrar capitales impuestos sobre bienes raí- ces, siempre que los plazos
de imposición no excedan de diez años. En ningún caso, las instituciones de esta índole,
podrán estar bajo el patronato, dirección, administración, cargo o vigilancia de
corporaciones o instituciones religiosas, ni de ministros de los cultos o de sus
asimilados, aunque éstos o aquéllos no estuvieren en ejercicio.

IV.— Las sociedades comerciales, por acciones, no podrán adquirir, poseer o


administrar fincas rústicas. Las sociedades de esta clase que se constituyeren para
explotar cualquiera industria fabril, minera, petrolera o para algún otro fin que no sea
agrícola, podrán adquirir, poseer o administrar terrenos únicamente en la extensión
que sea estrictamente necesaria para los establecimientos o servicios de los objetos
indicados, y que el Ejecutivo de la Unión, o de los Estados, fijará en cada caso.
V.— Los Bancos debidamente autorizados, conforme a las leyes de instituciones
de crédito, podrán tener capitales impuestos sobre propiedades urbanas y
rústicas de acuerdo con las prescripciones de dichas leyes, pero no podrán tener
en propiedad o en administración más bienes raíces que los enteramente
necesarios para su objeto directo

VI.— Los condueñazgos, rancherías, pueblos, congregaciones, tribus y demás


corporaciones de población que de hecho o por derecho guarden el estado
comunal, tendrán capacidad para disfrutar en común las tierras, bosques y aguas
que les pertenezcan o que se les haya restituido o restituyeren, conforme a la ley
de 6 de enero de 1915; entretanto la ley determina la manera de hacer el
repartimiento únicamente de las tierras.
VII.— Fuera de las corporaciones a que se refieren las fracciones III, IV, V
y VI, ninguna otra corporación civil podrá tener en propiedad o administrar
por sí, bienes raíces o capitales impuestos sobre ellos, con la única
excepción de los edificios destinados inmediata y directamente al objeto de
la institución. Los Estados, el Distrito Federal y los Territorios, lo mismo
que los Municipios de toda la República, tendrán plena capacidad para
adquirir y poseer todos los bienes raíces necesarios para los servicios
públicos.
Las leyes de la Federación y de los Estados en sus respectivas jurisdicciones,
determinarán los casos en que sea de utilidad pública, la ocupación de la propiedad
privada; y de acuerdo con dichas leyes la autoridad administrativa, hará la
declaración correspondiente. El precio que se fijará como indemnización a la cosa
expropiada se basará en la cantidad que como valor fiscal de ella figure, en las
oficinas catastrales o recaudadoras, ya sea que este valor haya sido manifestado por
el propietario o simplemente aceptado por él de un modo tácito, por haber pagado
sus contribuciones con esta base, aumentándolo con un diez por ciento. El exceso de
valor que haya tenido la propiedad particular por las mejoras que se le hubieren
hecho con posterioridad a la fecha de la asignación del valor fiscal, será lo único que
deberá quedar sujeto a juicio pericial, y a resolución judicial. Esto mismo se
observará cuando se trate de objetos cuyo valor no esté fijado en las oficinas
rentísticas.
Se declaran nulas todas las diligencias, disposiciones, resoluciones y operaciones
de deslinde, concesión, composición, sentencia, transacción, enajenación o remate
que hayan privado total o parcialmente de sus tierras, bosques y aguas, a los
condueñazgos, rancherías, pueblos, congregaciones, tribus y demás corporaciones
de población que existan todavía, desde la ley de 25 de junio de 1856; y del
mismo modo serán nulas todas las disposiciones, resoluciones y operaciones que
tengan lugar en lo sucesivo y produzcan iguales efectos. En consecuencia, todas
las tierras, bosques y aguas de que hayan sido privadas las corporaciones
referidas, serán restituidas a éstas con arreglo al Decreto de 6 de enero de
1915, que continuará en vigor como ley constitucional. En el caso de que, con
arreglo a dicho Decreto, no procediere, por vía de restitución, la adjudicación de
tierras que hubiere solicitado alguna de las corporaciones mencionadas, se le
dejarán aquéllas en calidad de dotación sin que en ningún caso deje de asignársele
las que necesitare.
Se exceptúan de la nulidad antes referida, únicamente las tierras que hubieren
sido tituladas en los repartimientos hechos a virtud de la citada ley de 25 de
junio de 1856 o poseídas en nombre propio a título de dominio por más de diez
años, cuando su superficie no exceda de cincuenta hectáreas. El exceso sobre una
superficie deberá ser vuelto a la comunidad, indemnizando su valor al propietario.
Todas las leyes de restitución que por virtud de este precepto se decreten, serán
de inmediata ejecución por la autoridad administrativa. Sólo los miembros de la
comunidad tendrán derecho a los terrenos de repartimiento y serán inalienables
los derechos sobre los mismos terrenos mientras permanezcan indivisos, así como
los de propiedad, cuando se haya hecho el fraccionamiento.
El ejercicio de las acciones que correspondan a la Nación, por virtud de las
disposiciones del presente artículo se hará efectivo por el procedimiento
judicial; pero dentro de este procedimiento y por orden de los Tribunales
correspondientes, que se dictará en el plazo máximo de un mes, las
autoridades administrativas procederán desde luego a la ocupación,
administración, remate o venta de las tierras y de aguas de que se trate, y
todas sus accesiones, sin que en ningún caso pueda revocarse lo hecho por
las mismas autoridades antes de que se dicte sentencia ejecutoriada.
Durante el próximo período constitucional, el Congreso de la Unión y las
Legislaturas de los Estados, en sus respectivas jurisdicciones, expedirán
leyes para llevar a cabo el fraccionamiento de las grandes propiedades,
conforme a las bases siguientes:
a) En cada Estado y Territorio se fijará la extensión máxima de tierra de que
puede ser dueño un sólo individuo o sociedad legalmente constituida.

b) El excedente de la extensión fijada deberá ser fraccionado por el


propietario en el plazo que señalen las leyes locales; y las fracciones serán
puestas a la venta en las condiciones que aprueben los gobiernos de acuerdo con
las mismas leyes.

c) Si el propietario se negare a hacer el fraccionamiento, se llevará éste a cabo


por el Gobierno local, mediante la expropiación.

d) El valor de las fracciones será pagado por anualidades que amorticen capital
y réditos en un plazo no menor de veinte años, durante el cual el adquiriente no
podrá enajenar aquéllas. El tipo de interés no excederá del cinco por ciento
anual.
e) El propietario estará obligado a recibir bonos de una deuda especial para
garantizar el pago de la propiedad expropiada. Con este objeto el Congreso
de la Unión expedirá una ley facultando a los Estados para crear su deuda
agraria.
f) Las leyes locales organizarán el patrimonio de la familia, determinando los
bienes que deben constituirlo, sobre la base de que será inalienable, no
estará sujeto a embargo ni a gravamen ninguno.
Se declaran revisables todos los contratos y concesiones hechos por los
Gobiernos anteriores desde el año de 1876, que hayan traído por
consecuencia el acaparamiento de tierras, aguas y riquezas naturales de la
Nación, por una sola persona o sociedad, y se le faculta al Ejecutivo de la
Unión, para declararlos nulos, cuando impliquen perjuicios graves para el
interés público.
Desde su promulgación en 1917 a la actualidad, el texto del art. 27
constitucional ha sufrido, mediante 15 decretos, diversas modificaciones y
adiciones, que son las siguientes:

PRIMERA REFORMA

Se publicó en el Diario Oficial de la Federación del 10 de enero de 1934; se


reformaron y adicionaron las fracs. VIII a XVIII, de la manera siguiente:

ARTÍCULO 27.- La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los


límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual,
ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares,
constituyendo la propiedad privada…

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