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Un viejo monje y un monje joven caminaban por una calle hasta que llegaron al frente de

un río bravo. Este no era ni muy ancho ni profundo y dado que no había puente decidieron
cruzarlo sin más. En eso se les acerco una joven que llevaba ya mucho tiempo a la orilla del
río. Ella vestía vestidos elegantes, llevaba un abanico, tenia pestañas muy largas y les sonreía
con sus ojos grandes.
“Oh”, dijo ella, “la corriente es tan fuerte y el agua tan fría. Y si se me moja el Kimono me va
a ruinar toda la seda. Podría uno de ustedes ayudarme a pasar el río y cargarme?” Con estas
palabras iba acercándose al joven monje. Pero el joven monje pensó que el
comportamiento de la mujer era irrespetuoso. El encontraba que ella tenía poca vergüenza
y que era majadera y pensaba que merecía una lección. Por eso ni miro a la joven y cruzo el
río sin más. Pero el viejo monje encogió los hombros, subió a la joven mujer y cargó con ella
dejándola a la otra orilla después de haber cruzado el río. Después los dos monjes siguieron
caminando.
Aunque durante la caminata mantuviesen el silencio, el joven monje estaba muy enfadado.
El pensaba, que su colega más viejo había cometido un grave error al ser tan generoso con
esa mujer tan orgullosa. Y lo que era peor aun, al tocar a una mujer había incumplido un
precepto. Y mientras seguían caminando, el joven monje seguía enfurecido para adentro,
hasta que no aguanto más y comenzó a incriminarle al compañero su comportamiento por
haber cargado a esa mujer y haberla ayudado a cruzar el río. Tenía tanta rabia que toda la
cara se le había puesto roja.
“¿Que pasa?” pregunto el viejo monje. “¿Todavía estas cargando con esa mujer? Yo, hace
mas de una hora que la he depositado”. Luego encogió los hombros y siguió caminando.

Carga innecesaria
–Yo puedo ver en la oscuridad –se jactaba cierta vez Nasrudín en la casa de té.
–Si es así, ¿por qué algunas noches lo hemos visto llevando una lámpara por las calles?
–Es solo para que los otros no tropiecen conmigo.
 s e na ara

En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener


trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo
aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al días siguiente.

Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.


El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la
mitad del primer día.
El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el
hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.

Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le
preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió:
-Realmente, no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...

AFILAR L HACHA
El director de una fábrica de zapatos, buscando nuevas oportunidades de
hacer negocio, envió a dos de sus empleados del departamento de ventas a
sendos países africanos para hacer un estudio de mercado.

El primer vendedor vio que todo el mundo iba descalzo y, al poco tiempo de
llegar, mandó un telegrama a su jefe:

“Las perspectivas son malas. Todas las personas andan descalzas. Nadie
utiliza zapatos. No hay mercado. Regreso en el próximo vuelo.”

El segundo vendedor se encontró con la misma situación, pero envió el


siguiente telegrama a la empresa:

“Perspectivas fabulosas. Aquí nadie usa zapatos. Podemos venderle al país


entero. No tenemos competencia. Necesitamos más vendedores”.

Cesin e aci
¿A quién alimentas tú?

Una noche un anciano indio Cherokee le contó a su nieto la historia de una batalla que
tiene lugar en el interior de cada persona.

Le dijo: “Dentro de cada uno de nosotros hay una dura batalla entre dos lobos. Uno de
ellos es un lobo malvado, violento, lleno de ira y agresividad. El otro es todo bondad,
amor, alegría y compasión”.

El nieto se quedó unos minutos pensando sobre lo que le había contado su abuelo y
finalmente le preguntó: ”Dime abuelo, ¿cúal de los dos lobos ganará?”.

Y el anciano indio respondió: “Aquél al que tu alimentes”


Dos formas de ver las cosas
Mi mujer y yo estábamos sentados a la mesa en la reunión de mis ex-compañer@s de
universidad.

Yo contemplaba a una mujer sentada en una mesa vecina, totalmente borracha que se
mecía con su bebida en la mano.

Mi mujer me preguntó: – ¿La conoces? – Sí -suspiré-, es mi ex-novia.

Supe que se dio a la bebida cuando nos separamos hace algunos años y me dijeron que
nunca más estuvo sobria.

– ¡Dios mío! – exclamó mi mujer ¡Quién diría que una persona puede celebrar algo
durante tanto tiempo!
El lugar de cada uno.

Cierta vez le preguntaron a un hombre sabio:

—Se dice que, en el mundo, cada cosa tiene su lugar. Y el hombre también tiene su
lugar. Entonces, ¿por qué la gente vive tan apretada?

Y el sabio respondió:

—Porque cada uno quiere ocupar el lugar de otro.

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cortito.html
Cuatro Cosas.

Recuerda siempre que existen cuatro cosas en la vida que nunca se recuperan:

* una piedra, después de haberla lanzado;


* una palabra, después de decirla;
* una oportunidad, después de haberla perdido; y
* el tiempo, una vez que ha pasado.

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